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Los modelos educativos actuales, tratan en su pretensión de educar sobre los contenidos
que según ellos necesitan para que los alumnos puedan vivir… lo más correcto seria
decir que capacitan a los individuos de una sociedad para ejecutar tareas que satisfagan
las necesidades de esta; es decir se trata de una adoctrinamiento en el que se le
introyecta a cada sujeto una serie de valores y habilidades correspondientes a una
sociedad.
En la antigüedad el tema de la muerte no era omitido, quizás era mal orientado pero la
omisión no es mejor.
La Educación para la Muerte” podría ser uno de esos temas a la vez esenciales e
inexistentes de la educación. La educación oficial hace como si la muerte no existiera, y
como si nada tuviera que ver con la formación. Además, el tabú social de la muerte se
refleja en la escuela como un tabú profesional.
1
Osho. Madurez. La responsabilidad de ser uno mismo. Barcelona: Grijalbo; 2004.
2
Méndez, Evaristo (2000). “El desarrollo de la ciencia, un enfoque epistemológico” Revista espacio
abierto. Maracaibo Venezuela, vol.9, número 4.
No tiene nada de malo aceptar los limites del actual modelo educativo, se trata de
darnos cuenta que este modelo ha provocado una reducción de la calidad de vida de las
personas al relativizar la natural propensión a la trascendencia; el hecho tener una
función social y ser parte del ciclo de generación de vienes y servicios y ser consumidor
no completa el sentido total del significado de la vida humana, este perspectiva al
extremo provoca un aislamiento de las personas las hace egoístas, y sus relaciones son
solo funcionales. El otro es un medio de realización o un estorbo.
La persona humana se mira como una realidad compleja que tiene en su horizonte de
realización la vida con los otros con los que forma una sociedad y genera cultura, que
además no vive y solo desaparece, al parecer de una forma u otra la idea de
trascendencia es algo que acompaña a cada persona de forma conciente e inconciente.
Se hace pertinente entonces tener propuestas que pongan por delante este nuevo
paradigma, subrayando una idea ya antes dicha: la educación debe ser algo más
complementario y holístico, no solo respecto a su deseo de instruir a las personas para
desempeñarse de forma eficiente en su comunidad si no, respetando el sentido profundo
del significado de la vida humana como trascendencia.
3
María de Lourdes Morales Flores, María Luisa Quintero Soto y Ranulfo Pérez Garcés, Revista Digital
Universitaria 1 de febrero 2011 • Volumen 12 Número 2 • ISSN: 1067-6079
4
IDEM.
5
Agustín de la Herrán y Mar Cortina, Psicooncología . Vol. 5, Núm. 2-3, 2008, pp. 409-424
Los habitantes de las grandes ciudades contemporáneas se consideran el
producto más refinado de la evaluación, por conocer, predecir o controlar
algunos secretos de la naturaleza, que le hacen la vida más cómoda y segura. Sin
embargo, la única certeza del hombre es su finitud, la muerte. Cuando reflexiona
sobre ella, vive en el temor, un temor tan intenso que lo obliga a luchar todos los
días contra sus pasiones, deseos y sueños para perfeccionarse. Busca hacerse
inmortal en la memoria de sus semejantes6.
Las actitudes individuales y sociales hacia la muerte y sus consecuencias como el dolor,
el duelo y el sufrimiento, se expresan muchas veces de forma inadecuada y generan
patologías psicológicas y sociales haciendo que muchas veces quien los padece quede
inoperante con actitudes de temor y angustia, al afrontar sus propios miedos ante la
muerte.
Los diferentes paradigmas educativos nos han modelado un mundo llenos de mitos y
creencias sociales sin que sean completamente ciertos, pero los hacemos funcionar por
su conveniencia pragmática. Es muy evidente a la fecha le necesidad de una educación
mas allá del conocimiento meramente científico y tecnológico.
Esto significa tener una educación en tanatología, con base en un sustento teórico y
epistemológico dentro de un paradigma constructivista, humanista, holístico y de la
complejidad, a esto le llamamos “Tanatología Educativa”.
6
Serrano Javier. y Troche Pedro. (2007). Teorías psicológicas de la educación,. Toluca Estado de México,
México. Editorial. UAEM, pp.1-149.