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CONFLICTO RUANDA Y EL PAPEL DE LA ONU

Ruanda en 1994, en el lapso tres meses, no hubo leyes ni compasión en el


bello país de las mil colinas. Se observa el terror y la muerte 800.000 tutsis fueron
exterminados, la gran mayoría a machetazos, a manos de sus compatriotas hutus,
la cual no tuvieron piedad con los mismos miembros de su etnia que intentaron
proteger a los infelices. La oscuridad de esa terrible masacre alcanzó también a la
ONU, que en una de sus actuaciones más bochornosas abandonó el país a su
suerte y, cuando reaccionó, las fértiles tierras ruandesas ya estaban repletas de
cadáveres. El genocidio de Ruanda está desde entonces en los libros de Historia
como la página más negra de un continente desgraciadamente habituado a
desangrarse.

Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU se dio cuenta de la masacre que


ocurria, en julio de 1994, el Frente Patriótico Ruandés (FPR), la guerrilla tutsi, ya
se había hecho con el control de un país diezmado por el genocidio. Y los hutus
sabían que había que huir. Casi dos millones de hutus caminaron hacia el exilio, la
mayoría al vecino Zaire (hoy Congo), entre ellos numerosos autores de las
matanzas que se confundieron con la multitud en los campos de refugiados. La
respuesta tutsi llegó a finales de los 90 con la matanza de miles de hutus (100.000
según los cálculos más elevados). La ONU, abochornada por su mala conciencia,
prefirió mirar para otro lado.

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