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Introducción

Queridos hermanos en Cristo, por cuarta vez nos encontramos en


este itinerario de la mano del Señor JESUCRISTO. Primero nos
llenamos con Su Palabra sanadora en el primer libro: “UNA
PALABRA TUYA, bastará para sanarme”; luego meditamos la
necesidad de vivir la fe, sintiéndonos parte del pueblo de DIOS,
es decir, la Iglesia, con el segundo libro: “SENTIR CON LA
IGLESIA de JESUCRISTO; a continuación, el Señor
JESUCRISTO nos enseña que el cielo anhelado tiene una puerta,
que es ÉL, con el tercer libro: “LA PUERTA ESTRECHA es
JESUCRISTO. Este recorrido por la Palabra de DIOS, ha ido
preparando nuestro espíritu para comprender donde reside la
fuerza de la sabiduría divina: En la Sabiduría de la CRUZ.

Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era
pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra
el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño
en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: "Con este signo
vencerás", y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los
batallones y que exclamó: "Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena". Y la victoria
fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por
tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.

Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San


Crisóstomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del
emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en
Jerusalén la cruz en la cual murió Nuestro Señor. Y que después de
muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Y como
no sabían cómo distinguir la cruz de Jesús de las otras dos, llevaron
una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se
agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que
estaba antes. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma
recuperó instantáneamente la salud. Y entonces Santa Elena, y el
obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en
piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Por el camino se
encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a
enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.

Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la
fiesta de la Santa Cruz el día 3 de Mayo. Una canción religiosa dice: "Venid oh cristianos - la
cruz veneremos - la cruz recordemos - de Cristo Jesús…". Tengamos siempre en nuestras
casas la Santa Cruz. Un crucifijo que nos recuerde lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos. Y
ojalá besemos de vez en cuando sus manos y sus pies. Así lo hacían siempre los santos. No nos
acostemos jamás ni nos levantemos ningún día sin hacer la señal de la cruz, bien hecha,
despacio, desde la frente hasta el pecho y del hombro izquierdo hasta el derecho, y
pronunciando los tres Santísimos nombres del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto trae
bendición y muchos favores celestiales, y aleja al demonio y libra de muchos males y peligros.

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Al querer sentirnos más cerca a Dios, tratamos maneras diferentes para alcanzarlo. Cuándo
parece que nuestras oraciones no son contestadas, negociamos con ÉL ("Dios, si voy a Misa
cada día, quizás entonces harás algo acerca de mi petición") o aumentamos nuestras
oraciones agregando novenas o invocando a los santos. No hay nada malo con esto por
supuesto, pero nuestros motivos necesitan ser examinados: ¿Estamos realmente confiando
en Dios? ¿O estamos tratando de manipularlo?

Para sentirnos exitosos en nuestras vidas espirituales, buscamos niveles altos espirituales.
Queremos sentirnos más amados y más protegidos. Queremos sentirnos tan importantes ante
Dios para que nos otorgue todos los milagros. Pero si no sentimos su preocupación por nosotros
en un nivel emocional, asumimos que ÉL todavía no está haciendo lo suficiente para hacernos
felices, y pensamos que la solución es "construir" nuestra fe, esperando que esto consiga
acercarnos más a las alegrías del cielo.

En el capítulo 11 del libro del Génesis, vemos que las personas que querían construir la Torre de
Babel, deseaban ese mismo nivel emocional-espiritual alto. Para conseguirlo, trataron de
alcanzar el cielo construyendo las torres más altas que sus ingenieros podrían concebir.
Definieron el éxito espiritual como fama, es decir, haciendo un nombre para sí mismos que el
resto del mundo pudiera ver. Pensaron que podrían sentirse celestiales trabajando juntos para
construir un logro más alto. ¿Fue su motivo conseguir realmente acercarse más a Dios?
Literalmente, sí, pero espiritualmente, no, porque no buscaban una relación mejor con el Señor.
Querían alcanzar el cielo por sus propios esfuerzos. Este motivo fue muy arrogante.

Contrasta esto a lo que dice Jesús en Marcos 8, 34: “El que quiera seguirme, niéguese a sí
mismo, cargue con su cruz y me siga”. Alcanzamos el cielo siguiendo los pasos de Jesús. ¿Y
dónde subió él? No arriba de una torre. El subió en una cruz. El construyó el Reino de Dios en la
humildad del sacrificio y un consentimiento para sufrir por el bien de los demás. No tiene
sentido, y a nosotros seguramente no nos gusta, pero es verdad: Nuestros logros más
grandes no vienen de alcanzar alturas personales de éxito y fama; suceden cuando
fortalecimos a otras personas.

Estamos en nuestro mejor momento cuando damos el amor con sacrificio. Alcanzamos a Dios
cuando caminamos por el camino humilde para alcanzar a los que necesitan ayuda.
Experimentamos crecimiento espiritual cuando nos unimos a Jesucristo en la cruz, que significa
abrazar nuestras dificultades como oportunidades para servir a los demás, porque esa es la
única manera para alcanzar una resurrección gloriosa.

¿A qué cruz estamos clavados? ¿En qué dificultad hemos sido forzados? Ahora aquí está la
pregunta más importante, la que nos levanta en la resurrección: ¿Cómo puede esta cruz
beneficiar el Reino de Dios?

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La Cruz es la nueva Arca de Noé que Dios ha dado a la humanidad como signo de salvación.
Cuándo leemos la historia del Arca de Noe, creo que todos quisiéramos pensar que si
hubiéramos vivido en aquella época, seríamos una de esas personas santas que lograron entrar
en el arca. Sin embargo, cuando hacemos un examen de conciencia, tenemos que reconocer que
ha habido ocasiones en las que hemos causado nuestras propias inundaciones al alejarnos de la
guía de Dios, mientras Él trataba de dirigirnos a la seguridad de un arca.

Todos tenemos nuestras inundaciones cuando nos ahogamos en el orgullo o en el temor. Nos
alejamos del arca que Dios ofrece, utilizando los métodos para solucionar los problemas que no
son de Dios. Hacemos elecciones basadas en cómo nos sentimos en vez de poner atención a lo
que el Espíritu Santo nos dice en nuestro espíritu. Tratamos de construir vidas fáciles en valles
tranquilos y asumimos que esta casa nunca será inundada por demasiada lluvia. Dios nunca deja
de tratar de guiarnos. Él se acerca a nosotros en las escrituras, en nuestro tiempo de oración, en
las predicaciones que escuchamos, en las palabras de los hermanos que Él acerca a nosotros,
etcétera. Pero cuando escogemos hacer cosas en maneras opuestas, creamos las nubes que
llueven en nuestros valles agradables, y si seguimos añadiendo a la tormenta, entonces nos
abruma con una inundación de problemas.

Después tratamos de sobrevivir la tormenta nadando, pero nos cansamos y comenzamos a


inundarnos en la peste de las aguas siempre profundas del mal. ¡Gritamos pidiendo ayuda,
pero si sólo queremos proteger nuestro terreno precioso en el valle, no estamos
interesados en el arca que nos haría flotar lejos de lo que ha sido conocido, cómodo y
"nuestro" - y después nos enojamos con Dios como si fuera su culpa de que nos
estamos ahogando! Si es por nuestra propia culpa o por las circunstancias externas como la
caída de la economía actual, Jesús dice: “¿Todavía no comprenden?”. Él es el arca que el
Padre ha proporcionado. Él es el Señor que nos bendecirá con paz, cuya voz nos llama por sobre
las aguas vastas. Mientras tratamos de agarrar aire, espantados por que la inundación nos
agobia, Él pregunta: “¿No recuerdan lo que yo he hecho por ustedes en el pasado?”.
¿Cómo nos ha rescatado Él antes?: Muriendo en la Cruz y Resucitando. ¡Él lo sigue haciendo
cada vez que se celebra la Eucaristía! Jesucristo, Crucificado y Resucitado, es el arca que nos
salva. No importa cuántas tormentas tengamos que soportar, porque ahora estamos a salvo.
Estamos protegidos por su amor y perdón misericordioso. En las dificultades económicas
actuales, el daño ambiental, las guerras y amenazas terroristas, las agendas pro-abortistas, y
las crisis personales: ¡Ahora, más que nunca, mantengamos nuestros ojos en Jesucristo,
Crucificado y Resucitado!

Queridos hermanos en Cristo, pido al Señor que la lectura y meditación de este libro, nos ayude
a comprender que la Cruz es algo más que un signo: Es victoria de Jesucristo y victoria
nuestra. Que podamos entender que la sabiduría y el poder de la Cruz no residen en un objeto
colgado del cuello, sino que se trata del modo de vida cristiana a que nos llama Jesucristo para
derrotar las fuerzas del mal. Cualquier otro atajo que busquemos, nos desviará del único Camino
que conduce a la Verdadera Vida: JESUCRISTO.

“El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada
día y sígame” (Lucas 9, 23). Amén.

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CON LA CRUZ A CUESTAS

Esta primera parte del libro contiene siete


temas que leídos y meditados a la luz del
Espíritu Santo, nos pueden ayudar a
comprender porque la CRUZ es el camino
escogido por Dios para nuestra salvación y
además el camino que debemos transitar para
seguir una ruta victoriosa con JESUCRISTO.

Jesús, al aceptar la cruz, sabía que la cargaría


hasta su muerte en el calvario. Sabía también
que no seria fácil, pero la aceptó y la cargó.

Como niños, no nos gustan los problemas que se nos aparecen en el camino. A veces tratamos
de que otros se ocupen de nuestros problemas, o mejor los resuelvan por nosotros. A veces nos
molestamos por que nos piden que ayudemos a otros, aunque sea para hacer cosas
insignificantes. Como adultos, a veces sentimos que no somos apreciados. A veces sentimos
como si asumiéramos más responsabilidades de las que debemos. Podemos sentir pena por
nosotros, aún cuando las cruces de otros son más grandes y pesadas que la nuestra. Envueltos
en nuestra propia lástima, no nos quedan ganas de ayudar.

Queridos hermanos en Cristo, aunque no comprendamos a cabalidad el misterio de la Cruz,


démosle crédito a JESUCRISTO, quien nos llama a “cargar con nuestra cruz y seguirlo”
(Mateo 16, 24). Dispongamos todo nuestro ser de tal forma que la cruz se adapte a él como un
molde y recordemos siempre que en los momentos de cansancio, JESUCRISTO nos dice:
“Vengan a MÍ los que están cansados y agobiados, y YO los aliviaré. Carguen con Mí
yugo y aprendan de MÍ, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso
para su vida” (Mateo 11, 28-29).

Información Crucificada

Esta caricatura expresa lo que racionalmente pudo ser la


opinión de los verdugos de JESUCRISTO: Lo crucificamos
y se acabó el alboroto. Pero los que pensaron así, no
tomaron en cuenta que estaba actuando la sabiduría de
DIOS que nos dice: “Como el cielo está por encima de la
tierra, mis caminos están por encima de los suyos y
mis planes de sus planes” (Isaías 55, 9).

A partir de ese momento fue cuando JESUCRISTO dio más que hablar y lo seguirá haciendo para
mayor gloria de DIOS. Tanto ha sido así que podemos referirnos a su mensaje como Información
Crucificada. En estos tiempos postreros han surgido nuevos retos comunicacionales para la
evangelización, y al respecto, nos dice el Papa Benedicto XVI: “La cultura digital abre nuevos
desafíos a la capacidad de la Iglesia de hablar y de escuchar un nuevo lenguaje que
hable de la trascendencia. Jesús en el anuncio del Evangelio utilizó los elementos de la
cultura y del ambiente de su tiempo. Hoy, agregó el papa, los cristianos están
llamados a descubrir en la cultura digital los símbolos y metáforas que puedan ser
útiles para hablar del Reino de Dios al hombre contemporáneo. Dice el Papa que
internet no puede sustituir el contacto directo entre las personas y que las nuevas
tecnologías hay que ponerlas al servicio del bien de la persona y de la humanidad
entera. Pide a los jóvenes que hagan "un buen uso" de las redes sociales de internet,
para que éstas no sean un instrumento que reduce a las personas a categorías, que
intentan manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las
opiniones de los demás". “Proclamemos la Palabra, insistamos a tiempo y destiempo,
convenzamos, reprendamos, exhortemos con toda paciencia y pedagogía” (2Timoteo 4,
2). Amén.

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Amar la Cruz es amar a JESÚS

Cuando aprendemos a amar a JESUCRISTO


crucificado, somos capaces de poder comprender
las expresiones hermosas de muchos santos, como
por ejemplo, Santa Catalina de Siena, quien nos
dice: “Como el niño obtiene la leche del seno
de la madre, así nosotros, enamorados de
Dios, obtenemos el amor de Jesús crucificado,
siguiendo siempre sus huellas y caminando
junto a él por la vía de las humillaciones, de
las penas y de las injurias. No buscamos la
alegría si no en Jesús, y huimos de toda
suerte de gloria que no sea la de la cruz. Por
tanto ¡Abraza a Jesús crucificado, alzando
hacia él la mirada de tu deseo! ¡Considera el
ardiente amor por ti, que ha llevado a Jesús a
derramar sangre de cada poro de su cuerpo!
Abraza a Jesús crucificado, amante y amado, y
en él encontrarás la vida verdadera, porque es
Dios que se ha hecho hombre. ¡Ardan tu
corazón y tu alma por el fuego de amor
obtenido de Jesús clavado en la cruz!”.
“Porque el mensaje de la cruz es locura para
los que se pierden; pero para los que nos
salvaremos es fuerza de Dios” (1Corintios 1,
18). Amén.

La Cruz de cada día

La cruz que tenemos que cargar sobre nuestros


hombros, no está compuesta ahora, de madera;
sino de un material que no podemos ver, pero si
sentir y comprobar que su carga es pesada y a
veces difícil de llevar. Ese material es nada más y
nada menos que nuestra propia vida, con toda su
carga de: Sufrimientos, muerte, trabajos,
tristezas, errores, frustraciones, dudas,
desilusiones, engaños. Esas son las pequeñas y
grandes cruces que hay que llevar en nuestra vida
diaria, no solo lo padecemos los mayores, sino
también los niños. Ellos llevan esas cargas a su
manera. Una cruz para un niño, es por ejemplo:
Hacer bien sus tareas, ser obedientes a sus
padres y maestros, respetar a los mayores,
ser generoso con sus compañeros, portarse
bien en clases, no pelearse, no decir
groserías, pero también hay entre los niños,
enfermedades y sufrimientos. Por eso hay que
educarlos y enseñarles como tienen que
comportarse cuando vienen unas de esas cruces, y
cargar con sus padecimientos pensando en Jesús.
De esa manera se hace más ligera de llevar por que
están con ÉL.

“El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo,


cargue con su cruz y me siga” (Marcos 8, 34).
Amén.

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JESUCRISTO habla desde lo ALTO de la
CRUZ

El hecho de que JESUCRISTO tenga miles de


millones de discípulos en el mundo, no impide
que a cada uno de nosotros nos mime y nos cuide
como a un hijo único. Y si es cierto que DIOS es
un Padre Todopoderoso, también es cierto que lo
es todo cariñoso. Y en las mismas manos que
sostiene el mundo, en esas mismas manos lleva
escrito nuestro nombre. A veces, cuando
decimos: “Yo estoy solo en el mundo”, “a mi
nadie me quiere”, ÉL, el padre del Cielo,
responde: “No. Eso no es cierto. Yo siempre
estoy contigo” (Mateo 28, 20). Hay que vivir
con la alegre noticia de que Dios es el Padre que
cuida de nosotros. Y, aunque a veces sus caminos
sean incomprensibles, tenemos la seguridad de
que ÉL sabe mejor que nosotros lo que hace. Hay
que amar a Dios, sí. Pero también hay que
dejarse amar y querer por Dios. Leamos y
meditemos las palabras del Señor, dichas desde
lo alto de la cruz. “ÉL llevó sobre la cruz
nuestros pecados, cargándolos en su
cuerpo, para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia. Sus llagas nos
sanaron” (1Pedro 2, 24). Amén.

La Cruz nos levanta a todos en Espíritu


y Verdad

La sabiduría de la Cruz nos lleva a meditar en el


verdadero culto que DIOS quiere que le demos.
Se hace necesario que valoremos las enseñanzas
que hemos recibido, pero también abrámonos a
la inspiración del “Espíritu Santo que intercede
por nosotros de acuerdo con la voluntad de
DIOS” (Romanos 8, 26-27). Por eso,
dispongámonos a anunciar de nuevo en medio de
nuestro mundo la esperanza hecha carne:
JESUCRISTO crucificado y resucitado.
Centrémonos en esta esperanza de la Iglesia,
para que la alegría de los que ya la comparten
con nosotros sea completa (cf. 1 Jn 1, 4); y para
que, de este modo, podamos ser realmente la sal
que dé sabor a la humanidad y evite su
corrupción. Porque el ser humano sólo se
encuentra realmente consigo mismo cuando
acoge a Jesucristo crucificado y resucitado: En ÉL
halla un motivo real para no vivir sin
esperanza, aprisionado por el presente
puramente vegetativo del comer y el beber,
y para seguir luchando contra los poderes
que hoy esclavizan a la humanidad.
“Enséñame a cumplir Tu voluntad, pues Tú
eres mi DIOS. Tu Espíritu bondadoso me
guíe por una tierra llana” [Salmo 143(142),
10]. Amén.

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La Cruz es Fuerza de DIOS

Porque la predicación de la cruz es locura para los


que se pierden, como Gestas que maldijo su cruz
y acusó a JESUCRISTO crucificado de ser un
hombre débil e impotente para bajar de la cruz,
pero es fuerza de Dios para los que se salvan (cf.
1 Corintios 1, 18) como Dimas que reconoció el
poder de JESUCRISTO crucificado. Él ve la cruz y
confiesa un trono; ve una corona de espinas y
reconoce a un rey; ve a un hombre clavado de
pies y manos e invoca a un salvador. San Pablo
resumía el Evangelio como la predicación de la
cruz (cf. 1Corintios 1, 17-18). Si hay algún
cristiano que crea que la cruz es derrota,
JESUCRISTO le saldrá al camino, como a los
discípulos de Emaús y le dirá: ¿No era
necesario que el Cristo padeciera eso y
entrara así en su gloria? (cf. Lucas 24, 25-26).
La cruz es pues el camino a la gloria, el camino a
la luz. La cruz es el signo de "más": Lucha más,
vence más, cree más, ama más, espera más.
Más decisión, más audacia, más energía,
más unión, mucha más caridad. “El que
quiera seguirme que se niegue a sí mismo,
cargue con su cruz y me siga” (Mateo 16, 24).
Amén.

La Cruz es Victoria nuestra

A menos que entendamos que la Cruz es Amor, no podremos entender la Divina Voluntad de
nuestro Padre celestial. Nuestro corazón nunca puede asemejarse al Sagrado Corazón de Jesús,
de hecho, no podemos profundizar en los Aposentos del Sagrado Corazón hasta que entendemos
la cruz. Muchas veces la cruz es agridulce. Nuestro Señor JESUCRISTO oró para que pasara de
ÉL ese cáliz. La cruz es muchas veces desconcertante. Humanamente, no vemos el Plan de
Dios en ella. Pero así como la Cruz de JESUCRISTO, que parecía derrota, demostró ser una
victoria, así también el Padre tiene un diseño maestro para cada momento presente en nuestra
vida. Algunas veces ÉL utiliza la cruz para corregir. Otras veces la cruz reorienta o nos regresa
al sendero recto. Muchas veces se le da la cruz a una persona para que otras puedan
beneficiarse. Esto se logra mejor cuando imitamos a JESUCRISTO, ofreciendo nuestro
sufrimiento por los pecados de los demás. Entonces JESUCRISTO puede acercarse al pecador
con nuevas oportunidades de gracia para la conversión. Siempre tenemos que ver en la cruz
nuestra victoria con JESUCRISTO y podremos así, aceptar todas las cosas como venidas de las
Manos de Dios. A través de la comprensión del misterio de la Cruz es como nos sentiremos
verdaderos cristianos y lograremos trabajar unidos por la causa del Reino de DIOS hasta llegar a
lograr la promesa de nuestro Señor JESUCRISTO:

“Se formará un solo rebaño con un solo pastor” (Juan 10, 16). Amén.

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Información Crucificada

Mis queridos hermanos en Cristo, hay una expresión muy


común que se usa para denominar una información de carácter
confidencial: Información Clasificada. En estos últimos
tiempos ya no hay informaciones tan clasificadas porque los
avances tecnológicos en el área de las comunicaciones han
masificado el intercambio de información. Ante esta realidad,
nos preguntamos ¿Estamos aprovechando esta oportunidad
para hacer llegar el Evangelio a todos los rincones?

Acudamos al magisterio de la Iglesia, en la voz del Papa Benedicto XVI, que con ocasión de la
XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, al principio de este año, dirigió el siguiente
mensaje, que meditado y aplicado, nos puede ayudar a que las nuevas tecnologías nos permitan
llevar una “Información Crucificada”, es decir una información que contenga “el mensaje
de la cruz, que es locura para los que se pierden; pero para los que nos salvaremos es
fuerza de DIOS” (1Corintios 1, 18):

"Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital"

Deseo compartir algunas reflexiones, motivadas por un fenómeno


característico de nuestro tiempo: La propagación de la comunicación a
través de internet. Se extiende cada vez más la opinión de que, así como la
revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las
novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores,
la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las
grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no
modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede
afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto a ese modo de
difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como
nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión.

Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las
posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria
reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente aún
cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de
sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación
deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan
con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que
sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.

Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social,
en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la
distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce
a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una
renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio,
solidaridad y creación de relaciones positivas.

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Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: Una
interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo
interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la
autocomplacencia.

De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las
aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y
curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público
digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación
interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga
plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la
autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una
búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar
refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo
de compartir, de establecer "amistades", implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí
mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio "perfil" público.

Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio
y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es
una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de
conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi "prójimo" en este nuevo mundo? ¿Existe el
peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria?
¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y
absorta en un mundo "diferente" al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente
sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y
duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir
el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.

También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva.
Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica.
Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del
mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de
presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta,
responsable y respetuosa del otro.

Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner


contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios,
sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo

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de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente
concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él.

Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio


coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el
cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1Pedro 3,
15).

El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos
con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de
la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos
compartir no se basa en la "popularidad" o la cantidad de atención que provoca. Debemos
darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola.
Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento.

La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino
un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el
espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en
relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes
compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones
humanas directas en la transmisión de la fe.

Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red
de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de
estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está
contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y
espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra
fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas
alcanzan su plenitud (cf. Efesios 1, 10). La proclamación del Evangelio supone una forma de
comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que
evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de
Emaús (cf. Lucas 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la

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comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que
tenían en el corazón.

La Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de
relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las
diversas redes sociales. Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones,
ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a
categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar
las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las
cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por
formas de vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es
precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a
comunicarnos con integridad y honradez. Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su
presencia en el espacio digital.

Queridos hermanos en Cristo, después de leer y meditar este mensaje del Papa Benedicto XVI,
es vital que tomemos conciencia de la gran herramienta que tenemos en nuestras manos para
llevar el mensaje de Jesucristo, pero recordemos también las palabras de Moisés: “Mira. Hoy
pongo delante de ustedes una bendición y una maldición: La bendición si obedecen los
preceptos de DIOS y la maldición si se desvían de su camino” (Deuteronomio 11, 26-28).

Dios se sirve de todos los medios que el ser humano produce, aún cuando originalmente se haya
diseñado con fines contrarios a la paz, ya que Internet surgió de un proyecto desarrollado en
Estados Unidos para apoyar a sus fuerzas militares en caso de un ataque nuclear ruso. Luego de
cambiar la situación geopolítica mundial, se pensó en utilizarlo para los fines que ahora se usa.
No tengamos miedo de usar estos medios masivos para llevar el mensaje de salvación a todos
los rincones donde sea necesario.

“Delante de DIOS y de JESUCRISTO, que ha de juzgar a vivos y


muertos, te ruego por su manifestación como rey; proclama la palabra,
insiste a tiempo y destiempo, convence, reprende, exhorta con toda
paciencia y pedagogía” (2Timoteo 4, 1-2). Amén.

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Amar la Cruz es amar a JESÚS

La Iglesia celebra el 14 de Septiembre la fiesta de la


Exaltación de la Cruz. Esta fiesta tiene su origen en Jerusalén
en los primeros siglos del Cristianismo. Se comenzó a
festejar en el aniversario del día en que, por intervención de
Santa Elena, se encontró la Cruz de Nuestro Señor, que
estaba perdida. Tiempo después, a principios del siglo VII,
los persas saquearon Jerusalén, destruyeron muchas
basílicas y se apoderaron de la Cruz en la que había muerto
el Señor. Pocos años más tarde el emperador Heraclio
recuperó la Cruz. Desde niños hemos aprendido a hacer la
señal de la Cruz en la frente, en los labios y en el corazón,
como un signo externo de nuestra profesión de fe.

Muchos cristianos llevan una Cruz colgada en el pecho. La Cruz de Jesús está en los altares, y en
el exterior, en la parte más alta de las iglesias. La Cruz es el instrumento para levantar a los
caídos, la salud del alma y del cuerpo, la destrucción del pecado, y el árbol de la vida eterna. La
Cruz se presenta en nuestra vida de muy diferentes maneras: Enfermedad, pobreza,
cansancio, dolor, desprecio, soledad...

Hoy podemos revisar cual es nuestra disposición ante esa Cruz que se muestra a veces difícil y
dura, pero que si la llevamos con amor, se convierte en una fuente de Vida y de alegría. En el
libro de los Números, capítulo 21, versículos 4 al 9, leemos que el Señor dijo a Moisés: “Haz
una serpiente de bronce y ponla por señal; el herido que la mire, vivirá. Hizo Moisés
una serpiente de bronce y la puso por señal, y los heridos que la miraban eran
sanados”. La serpiente de bronce era el signo de Jesucristo en la Cruz, en quien obtienen la
salvación los que la miran.

Desde entonces, el camino de la salvación pasa por la Cruz, y cobra sentido algo que podría
parecernos tan falto de sentido como lo es la enfermedad, el dolor, la pobreza, el fracaso... los
sacrificios voluntarios. El amor a la Cruz nos lleva a descubrir a Jesús, que nos sale al encuentro
y toma la parte más pesada y la carga sobre sus hombros. Nuestro dolor, asociado con el de
Jesús, se convierte en alegría y en un medio de unión con Dios. San Pablo enseñaba a sus
discípulos que la Cruz es siempre breve y llevadera, y el premio de estos sufrimientos, ofrecidos
a Jesús, es inmenso y eterno. El único dolor verdadero es alejarnos de Jesucristo.

La alegría es una característica esencial del cristiano, y en la Cruz también debemos mantener
esa alegría. La Iglesia nos recuerda que la alegría es perfectamente compatible con el dolor. Lo
que se opone a la alegría es la tristeza, no la cruz. El Señor nos pide que perdamos el miedo al
dolor, y nos unamos a Él, que nos espera en la Cruz. Entonces comprenderemos que la alegría
está muy cerca de la Cruz y que la felicidad máxima la encontraremos si nos unimos a Jesús en
la Cruz.

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Jesús no inventó la Cruz: La encontró en su camino, como todo ser humano. La novedad
que Él inventó fue la de poner en la Cruz un germen de amor. Así la Cruz se convirtió en el
camino que lleva a la vida, en mensaje de amor: ¡Es la Cruz de Jesús! Esa Cruz abraza,
primero, a cada uno de nosotros, nos confía una misión en nuestra vida personal, en nuestras
familias, en el ámbito de nuestras amistades, de nuestros conocimientos, en todas partes
encontramos y encontraremos cruces. Jesucristo, desde la Cruz, nos invita a cada uno de
nosotros, hoy, a poner todas estas cruces, y no sólo la nuestra, en relación con la suya.
Jesucristo nos invita a sembrar también en ellas, como Él lo hizo, el germen del amor y la
esperanza.

Hay muchos cristianos que han vivido y predicado el amor a la cruz. Es oportuna esta ocasión
para recrearnos con estas hermosas palabras del padre Carlos Miguel Buela, quien es sacerdote
desde el 7 de octubre de 1971. Desde el comienzo de su sacerdocio se avocó con ahínco a la
pastoral juvenil, con la convicción de que la Iglesia se ocupa de los jóvenes “no por táctica
sino por vocación”. Ha fundado el “Instituto del Verbo Encarnado” y el Instituto
“Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará”, rama femenina de la Familia religiosa “del
Verbo Encarnado”. Ambos institutos cuentan con rama contemplativa y activa.

La Iglesia celebra la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. ¿Por


qué? Porque en la Cruz, ¿quién murió? Jesús. Y por eso la Cruz
tiene una fuerza particular, de manera especial contra el mal.

Voy a contar una historia. Es un hecho real. Había una gran actriz,
en su momento famosa, Eva Lavallier. Era muy hermosa. Pero ella
notaba cuando se miraba al espejo –y todos los días, como las

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artistas, se miraba al espejo- que se iba arrugando. La piel se empieza a poner vieja. Y entonces
no se le ocurre mejor cosa que hacer un pacto con el diablo. Va a una sesión espiritista y a
través del médium hace pacto para seguir siendo hermosa, seguir siendo joven.

Ojo que esto no es cosa de los que están dejando de ser jóvenes solamente. Yo he tenido varios
casos así, de consecuencias a veces más que funestas. Lo que pasa con algunos jóvenes cuando
se ponen con el juego de la “copa”, o de la “ouija”, o las “tablitas”. No hay que jugar con
eso. Porque es jugar con fuego y a veces puede ser fuego del infierno. Bueno, ella hizo el pacto.
Ese pacto normalmente se firma con sangre. Pero, ella notaba que seguía envejeciendo, se
seguía arrugando. Seguían las arrugas. Se seguía poniendo vieja. Entonces va al espiritista, al
médium y cuando es el momento como de trance, increpa al diablo:

Le dice: -“¡Eres un mentiroso!”. (El diablo siempre miente…siempre es mentiroso)


“¡Eres un mentiroso! Me prometiste que iba a conservar la belleza y resulta que día a
día la estoy perdiendo”.

Y el otro le dice: “Lo que pasa es que hay fuerzas muy poderosas
que te defienden. ¡Deja de hacerte la señal de la Cruz cuando
pasa un féretro!”

Un difunto, un muerto llevado al cementerio. Yo no se los niños y las


niñas de hoy, no se como se los educa, pero a nosotros mi abuela nos
enseñó cuando pasaba un difunto –en aquel entonces se lo llevaba en
carroza tirada por caballos- había que hacerse la señal de la Cruz y
había que rezar un Ave María por el difunto para que Dios tenga
misericordia de él. Eso era una cosa común. Bueno, ella (Eva Lavallier)
tenía esa costumbre, la tenía desde niña.

Dice: -“¡Desde niña que me hago la señal de la Cruz cuando pasa


un cadáver y no puedo no hacerme la señal de la Cruz”

-“Bueno, si no te puedes dejar de hacer la señal de la Cruz, yo no te puedo conservar


hermosa”.

Y así fue que de una manera maravillosa, Eva Lavalier fue salvada de ese pacto tremendo que
nunca hay que hacer porque tiene consecuencias peligrosas. Pacto que finalmente el diablo quiso
hacer con nuestro Señor Jesucristo cuando le dice: “Si te arrodillas delante de mí, te daré
todos los reinos de la tierra”. Es un pacto, es un trato. Jesucristo le dijo: “¡No!”. Así hay que
hacer. Hay que decir: “¡No!”. Y si un chico, una chica vienen con esas cosas raras: “¡No!”.

La Cruz tiene poder sobre las potencias del mal. Así se disfracen de la manera que hoy día
buscan disfrazarse. La Cruz es más poderosa. ¿Y por qué es más poderosa la Cruz? Por eso.
Porque en la Cruz murió el Hijo de Dios.

La Cruz también es poderosa para convertir.

Había un misionero. Gran predicador, que tenía que predicar la misión en una Parroquia, en un
pueblo. Pero no era como esta iglesia en que estamos, con espacios libres por ambos lados,
sino que estaba pegada a otra casa que era un galpón. Era una herrería. Y el herrero era
enemigo de la religión. Era enemigo de Jesucristo. Era enemigo de los sacerdotes.

Entonces resulta que el padre misionero se pone a predicar y del otro lado el herrero, el que
trabaja el hierro, agarró el martillo y empezó a pegar sobre el yunque. El yunque es esa barra
de hierro donde se golpea el hierro que se quiere doblar, de la forma que se quiere doblar. Y se
pone eso que se quiere al fuego y se lo golpea para que tome la forma que el herrero quiere. Así
se hacen las rejas, así se hacen algunas ventanas, así también se hacen esos sillones de jardín.

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Y entonces: “¡Pum, pum, pum, pum!”. Cuando predicaba el misionero. No se escuchaba nada.
Se quedaba afónico el misionero. En aquella época no estaban estos aparatitos (micrófonos). Se
quedaba afónico, nadie entendía nada porque sólo se escuchaba: “¡Pum, pum, pum, pum!”.

El padre misionero que era un hombre muy santo, se


decía: “Qué problema es esto. ¿Cómo lo arreglo?”.
Se encomienda a la Virgen. Reza. Va luego a la
sacristía. Y ve que había un crucifijo en hierro. Estaba
la Cruz. Y sobre la Cruz, Cristo. Y en una de las manos
de Cristo faltaba el clavo.

Entonces le dice al monaguillo que le había ayudado en


la Misa: -“Mirá, ven. Andá al vecino, al herrero y
dile que me haga el favor de ponerle el clavo en
la mano que falta al Cristo”.

Fue el niñito allí, llevó el Crucifijo de hierro. El herrero


lo ve. Era el único herrero del pueblo. Sentía que no
podía negarse porque se dañaría su imagen
profesional. Se iba a enterar todo el mundo. Entonces,
casi sin mirar, le pone a Cristo, en la mano, el clavo
que faltaba.

Llegó a la tarde, a la nochecita, el momento de la


predicación misionera. El misionero ya se estaba
preparando para escuchar de vuelta los martillazos
contra el yunque. Nada. Silencio. Pudo predicar
perfectamente. Al día siguiente el herrero le manda el
Cristo crucificado ya con el clavo. Y cuando llega el
momento de la misión lo ve entrar por detrás. Como
hace la gente sencilla con sombrero en mano, dándole vueltas, mirando así con la cabeza
agachada, pero levantándolos un poco. Mucho dar vuelta el sombrero, de la vergüenza que
tenía, porque había hecho mal al golpear con fuerza el yunque para que la gente no escuchara el
sermón. Termina el sermón. Se acerca al misionero: “Padre, tengo que confesarme”. ¡El
poner el clavo en la Cruz de Cristo, en la mano de Cristo, le hizo tomar conciencia de que Cristo
había muerto por sus pecados! Por esos tantos pecados que tenía, sobre todo esos pecados de
oponerse a la religión de Jesucristo que con tanto amor por nosotros murió en la Cruz.

Conozco muchos casos así. Uno de ellos nos enseña cómo la Cruz perdona nuestros pecados.
Conozco el caso de un crucifijo –todavía se conserva- en la Iglesia de santa Eulalia, en la Isla de
Mallorca, en Las Baleares. Había un penitente que iba a confesarse a menudo. Siempre diciendo
los mismos pecados, siempre prometiendo arrepentirse ¡y nunca dejaba de cometer los pecados!
Entonces el sacerdote dice: “No, a este ya no le puedo dar la absolución. No le puedo
decir: ‘Yo te perdono tus pecados’. No, porque no tiene propósito de enmienda”. Y se lo
dice: “No puedo perdonarte los pecados: Tú no quieres cambiar. Tú sigues siendo

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tonto. En vez de darte cuenta que Jesús te está hablando, pierdes el tiempo. En vez de
darte cuenta que Jesús te ama, eres un tonto. Así que yo no te doy la absolución”.

Dentro del confesionario había un Cristo


Crucificado. Y se escucha que ese Cristo habla:
“Yo te absuelvo de tus pecados”, le dice
Cristo. Y le dice al sacerdote: “Yo morí por él.
Yo derramé mi Sangre por él. ¿Tú que has
hecho por él?”. Lo que nos da a entender que
la Misericordia de Dios, esa Misericordia que
brota de la Cruz de Cristo, es más grande que
todo lo que nosotros podamos pensar. De modo
tal que jamás, nunca, nadie, puede desesperar
de la salvación de alguno por muy malo que sea.
¿Por qué? Porque el Hijo único de Dios derramó
su sangre en la Cruz por amor de todos y cada
uno de nosotros.

Por eso aprendamos siempre, a tener mucho


amor a Jesús Crucificado. Eso que dice San
Pablo: “No quiero saber nada fuera de
Jesucristo Crucificado” en la 1ª Carta a los
Corintios (2, 2).

Después de deleitarnos con estas hermosas


palabras del P. Buela, cerremos nuestra
reflexión con un gran valor que es importante
aprender de Jesucristo crucificado:
Desprendimiento de sí.

Para nosotros este misterio de Jesucristo crucificado, desprendido de sí mismo, es una de las
principales lecciones que debe quedar grabada en nuestra alma. Si Él, siendo Dios, se despojó
de sí mismo por amor a nosotros, no menos debemos hacer nosotros por amor a Él.
Desprendernos de nosotros mismos, renunciar a todo lo que tenga sabor a egoísmo y empezar
por apropiarnos de los sentimientos de Jesucristo, debe ser nuestra respuesta de amor. Este es
el primer paso que debemos dar si de verdad queremos ser cristianos auténticos, si queremos
ser testigos de nuestra fe en este mundo. Debemos intentar ser imitadores de Jesucristo.

La vida ordinaria, a cada uno según su estado de vida y sus circunstancias, nos ofrece un
sinnúmero de oportunidades para ejercitarnos cotidianamente en el desprendimiento, sobre todo
del propio juicio y voluntad. Pensemos en los múltiples quehaceres del hogar, la formación de
los hijos, la obediencia a los padres, las relaciones de trabajo, el esfuerzo del deber, las penurias
económicas... Quien se habitúa a negarse a sí mismo por amor a Jesucristo en esos pequeños o

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grandes actos que exige el cumplimiento de los propios deberes familiares, sociales,
profesionales, o de estudiantes, avanza con pasos de gigante en el camino de la imitación de
Cristo, y por lo tanto va siendo testigo del amor divino.

La renuncia de sí mismo no es sino el abrir más espacio en nuestra alma para la invasión del
amor de Dios. No hay alegría comparable con el gozo que comunica el amor sobrenatural que
anima todos los actos de un alma. Siempre debemos tener muy claro que no hay verdadero
amor sin renuncia; cuanto más auténtico sea el propio sacrificio, tanto más auténtico será el
amor y la felicidad. Por eso mis queridos hermanos, amemos cada vez más la Cruz y estaremos
amando a Jesús que está en ella, no sólo para morir, sino lo que es más importante: Para
resucitar gloriosamente y permanecer por siempre en todos los corazones que se
abran a Su salvación.

“Lo que es a mí, DIOS me libre de gloriarme, si no es de la CRUZ


de nuestro Señor JESUCRISTO, por el cual el mundo está
crucificado para mí y yo para el mundo” (Gálatas 6, 14). Amén.

La Cruz de cada día

“Quien no tome su cruz para seguirme no es digno de MÍ”


(Mateo 10, 38)

Mis queridos hermanos en Cristo, estas palabras del Señor son contundentes y no se prestan a
ningún tipo de confusión. Todos los cristianos debemos tener claros los siguientes principios
fundamentales:

• No puede haber un Cristianismo verdadero sin Cruz. La Cruz del Señor es fuente
de paz y de alegría.

• La Cruz se lleva en las cosas pequeñas de cada día.

• Ofrecer las contrariedades al pie de la Cruz de Jesucristo.

Para seguir a Jesucristo es preciso llevar la propia Cruz: “También les decía a todos: Si
alguno quiere venir en pos de MÍ, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame” (Lucas 9, 23). El Señor se dirige a todos y habla de la Cruz de cada día. Estas palabras
de Jesucristo conservan hoy su más pleno valor. Son palabras dichas a todos los que quieren
seguirle, pues no existe un Cristianismo sin Cruz, para cristianos flojos y blandos, sin sentido del
sacrificio.

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Las palabras del Señor expresan una condición imprescindible: “El que no toma su cruz y me
sigue, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 27). Nos dice J. Orlandis en su libro “Ocho
bienaventuranzas”: «Un Cristianismo del que se pretendiera arrancar la cruz de la
mortificación voluntaria y la penitencia, so pretexto de que esas prácticas son residuos
oscurantistas, medievalismos impropios de una época humanista, ese Cristianismo
desvirtuado lo sería tan solo de nombre; ni conservaría la doctrina del Evangelio ni
serviría para encaminar en pos de Cristo los pasos de los seres humanos». Sería un
Cristianismo sin Redención, sin Salvación.

Uno de los síntomas más claros de que la tibieza ha entrado en un alma es precisamente el
abandono de la Cruz, de todo aquello que de alguna manera suponga sacrificio y abnegación.
Por otra parte, huir de la Cruz es alejarse de la santidad y de la alegría; porque uno de los frutos
del alma que se abraza a la Cruz, es precisamente la capacidad de relacionarse con Dios y con
los demás, y también una profunda paz en medio de la tribulación y de dificultades externas.

Sin espíritu de sacrificio no hay progreso en la vida interior. Dice San Juan de la Cruz que si hay
pocos que llegan a un alto estado de unión con Dios se debe a que muchos no quieren sujetarse
«a mayor desconsuelo y mortificación». Y escribe el mismo santo: «Y jamás, si quiere
llegar a poseer a Cristo, le busque sin la cruz». El sacrificio lleva siempre consigo la alegría
en medio del dolor, el gozo de cumplir la voluntad de Dios, de amarle con esfuerzo. Los buenos
cristianos debemos aprender a vivir como dice San Pablo: “Como tristes, aunque estamos
siempre alegres, como pobres aunque hemos enriquecido a muchos, como necesitados
aunque lo poseemos todo” (2Corintios 6, 10).

San José María Escrivá de Balaguer nos dice en su libro “Es Cristo que pasa”: «La Cruz cada
día. ¡Nulla dies sine cruce!, ningún día sin Cruz: Ninguna jornada, en la que no
carguemos con la cruz del Señor, en la que no aceptemos su yugo (...). El camino de
nuestra santificación personal pasa, cotidianamente, por la Cruz: No es desgraciado
ese camino, porque Dios mismo nos ayuda y con Él no cabe la tristeza. ¡In laetitia,
nulla die sine cruce!, me gusta repetir: Con el alma traspasada de alegría, ningún día

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sin Cruz». La Cruz del Señor, con la que hemos de cargar cada día, no es ciertamente la que
produce nuestros egoísmos, envidias, pereza, etcétera, no son los conflictos que producen
nuestro hombre viejo y nuestro amar desordenado. Esto no es del Señor, no santifica.

En alguna ocasión, encontraremos la Cruz en una gran dificultad, en una enfermedad grave y
dolorosa, en un desastre económico, en la muerte de un ser querido: «No olviden que estar
con Jesús es, seguramente, toparse con su Cruz. Cuando nos abandonamos en las
manos de Dios, es frecuente que Él permita que saboreemos el dolor, la soledad, las
contradicciones, las calumnias, las difamaciones, las burlas, por dentro y por fuera:
Porque quiere conformarnos a su imagen y semejanza, y tolera también que nos
llamen locos y que nos tomen por necios» (Amigos de Dios- San J.M.Escrivá de B.).

El Señor nos dará las fuerzas necesarias para llevar con garbo esa Cruz y nos llenará de gracias
y frutos inimaginables. Comprendemos que Dios bendice de muchas maneras, y
frecuentemente, a sus amigos, haciéndonos partícipes de su Cruz y corredentores con Él. Sin
embargo, lo normal será que encontremos la Cruz de cada día en pequeñas contrariedades que
se atraviesan en el trabajo, en la convivencia: Puede ser un imprevisto con el que no
contábamos, el carácter difícil de una persona con la que necesariamente hemos de
convivir, planes que debemos cambiar a última hora, instrumentos de trabajo que se
estropean cuando más necesarios eran, molestias producidas por el frío o el calor o el
ruido, incomprensiones, una leve enfermedad que nos disminuye la capacidad de
trabajo en ese día...

Hemos de recibir estas contrariedades diarias con ánimo grande, ofreciéndolas al Señor con
espíritu de reparación: Sin quejarnos, pues esa queja frecuentemente señala el rechazo
de la Cruz. Muchos cristianos han perdido la alegría al final de la jornada, no por grandes
contrariedades, sino por no haber sabido santificar el cansancio propio del trabajo, ni las
pequeñas dificultades que han ido surgiendo durante el día. La Cruz –pequeña o grande–

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aceptada, produce paz y gozo en medio del dolor y está cargada de méritos para la vida eterna;
cuando no se acepta la Cruz, el alma queda desilusionada o con una íntima rebeldía, que sale
enseguida al exterior en forma de tristeza y de mal humor.

«Cargar con la Cruz es algo grande, grande... Quiere decir afrontar la vida con coraje,
sin blanduras ni vilezas; quiere decir transformar en energía moral las dificultades que
nunca faltarán en nuestra existencia; quiere decir comprender el dolor humano, y, por
último, saber amar verdaderamente» (Pablo VI).

Cuando estamos próximos a comenzar el año 2012 y gran parte de la población vive en medio
de temores y angustias, JESUCRISTO nos dice con voz potente a los cristianos y al mundo
entero: “El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y
me siga. El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda la vida por
mi causa la conservará” (Mateo 16, 24-25). Cargar la Cruz nos llevará a vencer la pereza,
el egoísmo que aflora en todo instante, la soberbia, etc. Cargar la Cruz nos facilitará el trabajo,
teniendo en cuenta los detalles, la puntualidad, el orden, la intensidad, el cuidado de los
instrumentos que utilizamos; nos ayudará también a vivir mejor la caridad, en particular con las
personas con quienes convivimos y trabajamos: Saber sonreír aunque nos cueste, tener
detalles de aprecio hacia los demás, facilitarles su trabajo, atenderlos amablemente,
servirles en las pequeñas cosas de la vida corriente, y jamás volcar sobre ellos, si lo
tuviéramos, nuestro malhumor; también nos ayudará a vencer la comodidad, a guardar
los sentidos internos y externos, a vencer la curiosidad.

Todo lo anterior nos dice que lo que es verdaderamente importante no es saber cuando vamos a
morir, o cuando se acabará el mundo, sino que lo fundamental es: Aprender a Vivir. Si
aprendemos a vivir cargando nuestra cruz, estaremos en el único camino que lleva al encuentro
con Jesucristo, la razón por la que vivimos y existimos.

Cargar la Cruz es adquirir el hábito de hacer las cosas pequeñas de todos los
días, con constancia y por amor a Dios. Al hacerlo así, estaremos
convirtiéndolas en grandes acontecimientos de nuestro camino de santidad.
Como la tendencia general de la naturaleza humana es la de rechazar lo que

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suponga esfuerzo, debemos puntualizar mucho en esta materia, para no
quedarnos solo en los buenos deseos. Digámosle a Jesucristo, aquí y ahora,
que estamos dispuestos a seguirle, cargando con la Cruz, hoy y todos los días.
Amén.

JESUCRISTO habla desde lo ALTO de la CRUZ

Jesucristo, nuestro hermano mayor, nuestro Mesías, dijo 7


palabras mientras estaba colgado en la cruz, aún en su agonía,
aún cuando el dolor lo consumía, tomó tiempo para regalarnos
estas siete palabras. Queridos hermanos en Cristo, los invito a
meditar estas palabras, pidiendo al Padre celestial que su estudio
y meditación, nos ayude a sintonizar nuestra manera de ver la
vida, nuestra manera de pensar y nuestra manera de vivir, al
modo de vida que Jesucristo quiere que vivamos.

1. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que


hacen”

“Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que


hacen” (Lucas 23, 34). Y repartieron entre si sus vestidos,
echando suertes.
Olvidemos por un momento lo que se nos dice que debemos hacer. Pongámonos en el lugar de
Jesús. ¿Hemos alguna vez sentido un dolor tan terrible que quisiéramos morirnos para dejar de
sentirlo? Si no conocemos ese tipo de dolor, nos puede ser difícil entender lo que sigue a
continuación, pero si lo hemos experimentado, entonces lo podemos entender con facilidad.

Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Desde un momento de tranquilidad todos
podemos decir: Es importante perdonar. Pero Jesús estaba siendo torturado en ese mismo
momento. Y oró por las personas que le estaban causando el dolor. Las personas que le hacían
sufrir un dolor insufrible, eran las personas por las que él intercedía delante del Padre. La historia
de Jesús la podemos mirar como el que lee un libro de acontecimientos pasados y solo mirarlo
desde lejos, o podemos vivir cada momento de los acontecimientos bíblicos y ver así la realidad
de nuestro Señor y de nuestras vidas.

¿Qué se nos podría hacer a nosotros que sea tan terrible como lo que se le hizo a Jesús? Y si aún
se nos hiciese, nosotros somos pecadores y nos merecemos las cosas malas que nos pasen en la
vida. Pero Jesús nunca pecó, nunca le causo mal a nadie. ¿Qué nos puede impedir a nosotros
que perdonemos? Por eso, hermanos, una meditación profunda de estas palabras tendría
necesariamente que cambiar nuestra vida. Jesús las dijo en el mismo momento de la agonía, y
sobre todo, su petición fue genuina, porque él realmente deseaba que Dios los perdonara. No se
trató de un perdón como muchos de los nuestros, de los labios hacia afuera y guardándonos
dentro del corazón un fatídico “Pero no olvido”. El gozo de Jesús, aún en ese momento, no

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estaba tanto en la concesión de su perdón, como si lo estaba en el deseo ferviente de que el
Padre los perdonase.

Lo que Jesús predicó fue genuino. Cuando dijo oren por sus enemigos, era por que ÉL mismo lo
hacia y lo hace. Cuando dijo perdonen hasta setenta veces siete es porque ÉL mismo cree en
perdonar. Es aquí donde debe estar nuestra seguridad en que no importa cuan miserable
seamos, ÉL nos sigue amando, y si nuestro arrepentimiento es de corazón, ÉL nos sigue
perdonando. Por la sencilla razón que ese es ÉL, un Dios de perdón y de misericordia. Hoy
debemos tener paz porque ÉL nos ha perdonado. Por Jesús decir esta palabra, debemos creer
que Jesús de verdad vive cada palabra que predica. ¡Nuestra seguridad en ÉL no depende de
nuestra palabra, depende de Su Palabra!

2. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”

“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lucas 23, 43). Siempre se nos habla del ladrón bueno y del ladrón malo que fueron crucificados
con Jesús. Pero hay más de esta historia. Cuando los dos ladrones fueron crucificados con Jesús,
uno a la derecha y el otro a la izquierda, los dos injuriaban al Señor, los dos se burlaban de el:
“Entonces crucificaron con el a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. Lo
mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él” (Mateo 27,
38.44). Observemos como dice aquí los ladrones, en plural.

Pero algo sucedió en el transcurso de esas amargas horas. Algo le dijo a uno de los ladrones que
este Jesús no era un hombre cualquiera, algo le dijo a uno de los ladrones que este hombre era
rey. Quizás pudo haber sido el letrero que pusieron sobre su cabeza: “Había también sobre él
un titulo escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”
(Lucas 23, 38). O quizás fue algo más específico, quizás fue algo en el mismo Jesús. Quizás fue
el momento donde oró por sus transgresores, o quizás fue una mirada de amor.

¿Recordamos nosotros cuando Jesús nos llamó? No me refiero al momento de nuestro bautizo.
Muchos estábamos tan pequeños que ni siquiera nos acordamos de ese acontecimiento. Me
refiero a la primera vez que lo sentimos cerca: Ese momento en que Jesús deja de ser un
nombre, el DIOS que nos enseñaron en el catecismo, para convertirse en DIOS vivo y
verdadero con el cual podemos relacionarnos como nuestro mejor amigo. Lo que se
siente en ese momento es difícil de describir. Es como cuando los discípulos lo volvieron a tener
cerca, sabían que era él pues sus corazones ardían: “Entonces les fueron abiertos los ojos, y

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le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No
sentíamos arder nuestros corazones, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos
explicaba las Escrituras?” (Lucas 23, 31-32).

Hay algo en Jesús que ningún otro hombre tiene. Hay un profundo amor que continuamente esta
emanando. ¿Como hay personas que se pueden resistir? ¿Como se pudo resistir uno de los
ladrones mientras el otro le reconocía como rey? Acuérdate de mí cuando estés en tu reino. Con
estas palabras se atrevió aquel hombre a hacer una oración. Con estas palabras le reconoció
como rey aún cuando su rostro estaba desfigurado y su corona era de espinas. ¡Oh, que
momento tan grande! Nosotros que necesitamos milagros para creer. Nosotros que cuando sólo
una cosa nos va mal nos alejamos de la iglesia enseguida. Por tan poco se desvanece nuestra fe.
Pero este ladrón le creyó sin pruebas, le creyó con tan solo mirarlo.

Todos podemos comenzar con un corazón duro, este ladrón lo hizo así. Pero tiene que haber algo
en nosotros que se derrita ante la presencia de Dios. Y fijémonos cuan grande fue su
recompensa, por cuanto le creyó a Jesús en la cruz y no en los milagros: ¡¡¡Este ladrón, este
insignificante hombre para la sociedad fue el primero en entrar con Jesús en el
paraíso!!!

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Debemos vivir nuestra vida esperando ese día cuando Jesucristo nos lleve a nuestra nueva
morada. No vivamos con temor del mañana pues ya Jesucristo ha preparado morada para
nosotros. Ahora debemos vivir tomando en cuenta cada minuto de nuestro presente, pues es un
regalo maravilloso de parte de Dios. De nuestro futuro, Jesucristo se ocupará, nada nos tiene que
preocupar.

3. Mujer, he ahí tu hijo… He ahí tu


madre.

“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo


a quien él amaba, que estaba presente, dijo
a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después
dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su
casa” (Juan 19, 26-27). La humanidad de Jesús
queda marcada con esta palabra en una forma
viva. Cuanto amaba Jesús a su madre, que aún
en la hora de su muerte y su agonía todavía se
ocupa de ella, todavía la sigue protegiendo. Que
momento tan difícil para María, ver a su hijo
clavado en la cruz. Seguro que su llanto no
encontraba consuelo aún cuando ella había
dicho: “He aquí la sierva del Señor” (Lucas 1,
38).

Es digna de admiración nuestra madre María por


su entrega a Dios. Cuantos de nosotros no
estamos dispuesto a sacrificar ni siquiera una
hora de nuestro tiempo por el Señor y aquí María
estuvo dispuesta a soportar aún el dolor de ver a
su hijo morir en una cruz sin haber cometido
falta alguna.

Jesucristo sabe lo que es el dolor. Él conoce lo que es el sufrimiento. Cuando nosotros nos
acercamos a él en oración por una madre, por un hijo, por un ser amado, él sabe por lo que
estamos pasando. Él no nos abandona ni nos ignora. Justificado hubiera sido para Jesús
concentrarse solo en su dolor. Pero no lo hizo así. Sino que saco tiempo para ocuparse de su
madre y de Juan. A Juan el más joven de sus discípulos tampoco lo quería dejar solo.

Sabemos que Jesucristo oye nuestras oraciones, que entiende nuestro dolor y estamos seguros
que se ocupa de nosotros y no nos deja solos. Esta palabra nos confirma que nuestras oraciones

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no se pierden en el aire. Esta palabra nos anima a pasar tiempo con nuestro Salvador y nos deja
ver que el orar es una delicia, es un milagro extraordinario del cual Dios nos hace partícipes.

4. ¿Elí, Elí, lemá sabactani?

“A media tarde, Jesús clamó con voz potente,


diciendo: ¿Elí, Elí, lemá sabactani? Esto es: ¿Dios mío,
Dios mío, por que me has abandonado?” (Mateo 27, 46)

Es posible que muchos nos hayamos preguntado: ¿Por qué


Dios abandonó a su hijo? Cuando la gente oyó a Jesús
decir estas palabras, pensarían que estaba pidiéndole ayuda
a Dios. O tal vez los eruditos pensarían que estaba recitando
el salmo 22(21). Así también puede ser que muchos hoy día
al leer estas palabras solo lo tomen como una señal del dolor que Jesucristo pasó. Pero es mucho
más que una simple señal de su dolor.

La Biblia nos dice: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora
novena” (Mateo 27, 45). La hora sexta es el medio día para nosotros y la hora novena son las
tres de la tarde. Este es el tiempo cuando más fuerte brilla el sol. Pero aquel viernes fue
diferente. Todas las tinieblas del infierno se levantaron en contra de Jesús, todo el pecado del
mundo fue puesto sobre él. El que nunca había conocido pecado se hizo pecado por nuestra
culpa: “A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador,
para que nosotros, por su medio, fuéramos inocentes ante Dios” (2Corintios 5, 21).

Nuestros pecados recayeron sobre él. Nosotros debimos haber muerto en aquella cruz, no Jesús,
pero él tomó nuestro lugar. Quiso el Señor que quedase constancia de tan gran sacrificio y de tan
gran momento cuando él toma nuestro lugar ¿Dios mío, Dios mío, por que me has
abandonado? Jesús venció al pecado, pero no solo sufrió nuestro Salvador la agonía física sino
que también tuvo que sufrir la agonía espiritual.

5. Tengo sed.

“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo


estaba consumado, dijo, para que se
cumpliese la Escritura: Tengo sed” (Juan 19,
28). Aún hasta el día de hoy, hay poder en la
sangre que Cristo derramó. La palabra tengo sed
refleja que ya casi no quedaba líquido en su

27
cuerpo. Daba hasta la última gota de su sangre por
nosotros. Dice la palabra que aún en el final una
espada traspasó su costado, y así Dios lo permitió
por si aún quedaba algo más que dar, así su hijo lo
daba TODO.

“Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre
y agua” (Juan 19, 34). Cuando el Señor nos pide un sacrifico de nuestra parte para él, ¿cómo
se lo podemos negar? Él lo dio todo por nosotros sin escatimar nada. “El que no escatimó ni a
su propio Hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿como no nos dará también con
él todas las cosas?” (Romanos 8, 32). Señor, poco somos para servirte, pero en lo que tú
estimes que debemos hacer, aquí estamos, tus siervos, a los cuales nos llamas amorosamente:
Amigos. Cuando sirvamos a Dios, no lo hagamos por gloria, ni prestigio, ni posiciones.
Hagámoslo sólo por amor y agradecimiento. Al final, solo ÉL lo hace posible.

6. Todo está consumado.

“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Todo está


consumado. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el
espíritu” (Juan 19, 30). Cuando el Señor dijo estas palabras, se
conmovió el universo completo. Todos los demonios del infierno
supieron que estaban vencidos. La muerte había sido destruida, la
victoria era total. Nuestro Señor Jesucristo venció. Nuestro
Salvador gano la batalla.

7. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

“Entonces Jesús, clamando con voz fuerte, dijo: Padre, en


tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto,
expiró” (Lucas 23, 46). La tierra se estremeció. Ni siquiera pudo
contener a sus muertos: “Y he aquí, el velo del templo se
rasgo en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas
se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos
de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de
los sepulcros, después de la resurrección de el, vinieron a la
santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los
que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y
las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron:
Verdaderamente este era Hijo de Dios” (Mateo 27, 51-54).

Estas últimas palabras de Jesús, son la expresión de aquel que lo deja todo en manos de Dios.
Confiaba en su Padre. Jesús no muere maldiciendo o renegando de Dios. Su mente estaba en
calma, estaba consciente de la cercanía de la comunión con Dios. “Él entregó su vida, nadie
se la quitó, el la ofreció” (Juan 10, 18).

Queridos hermanos en Cristo, por estas palabras el Señor nos enseña grandes lecciones de:
Perdón, esperanza, soledad, sufrimiento, agotamiento, victoria y abandono a la
voluntad de Dios. El velo se rasgó porque ya se había acabado la separación entre el ser
humano y Dios. Ahora ya no necesitamos que un sumo sacerdote interceda por nosotros, ya que
podemos venir, por medio de Jesucristo, directamente a nuestro Padre Celestial. Gloria a su
nombre. Fijémonos como el espíritu de Jesucristo va inmediatamente al Padre. Por eso le dijo al

28
ladrón arrepentido, hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo que muere es el cuerpo no el espíritu.
Ahora sabemos que cuando llegue la hora de la muerte, no estaremos en una tumba fría ni en
las cenizas de un crematorio, porque inmediatamente nuestro espíritu irá al Padre. Aprendamos
a apreciar lo que Jesucristo ha hecho por nosotros. Gracias Padre por estas hermosas siete
palabras.

“Vengan a MÍ para ser salvados, confines de la tierra, porque YO


SOY DIOS, y no hay otro” (Isaías 45, 22). Amén.

La Cruz nos levanta a todos


en Espíritu y Verdad

Después de haber meditado las Siete Palabras que nuestro


Señor Jesucristo dijo en la Cruz, que en realidad son siete
expresiones fundamentales que nos dan una visión elevada del
modo como debemos vivir la fe, se comprende con más claridad
las palabras que el mismo Señor le dijo a la samaritana: “Pero
llega la hora, ya ha llegado, en que los que dan culto
auténtico, adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque
esos son los adoradores que busca el Padre. DIOS es
Espíritu y los que lo adoran, deben hacerlo en espíritu y
verdad” (Juan 4, 23-24).

A partir de la cruz, la principal barrera a derribar por los creyentes es la creencia que DIOS es
una posesión exclusiva de una raza, hasta llegar a comprender que DIOS es de todos y todo es
de DIOS. La Historia de Salvación previa a la Cruz se nutrió de una serie de elementos que
desfiguraban la relación con DIOS. Hagamos un Vía Crucis con estos elementos para que
estemos alertas y no caer en las mismas situaciones:

1) Culto y Alienación:

Se dan, a veces, en la sociedad, por el influjo del pecado, formas de vida religiosa centradas en
un culto meramente exterior. Constituyen una religión y un culto separado de la vida, con olvido
del Dios vivo y verdadero, del amor al prójimo, sin corazón y sin entrañas para el otro. Bajo la
capa de un culto ofrecido al verdadero Dios, el ser humano satisface superficialmente cierta
necesidad de vida religiosa aunque el verdadero centro de interés de su vida vaya por otra
parte, muy lejos del deseo auténtico de hacer la voluntad de Dios. Busca en el rito una
seguridad que le tranquiliza y adormece. Y así puede acumular, incluso obsesivamente, prácticas
religiosas vacías.

2) Dios no se deja engañar:

Antes del pecado, las relaciones del ser humano con Dios se muestran sencillas. Después del
pecado, el ser humano pretendía aplacar a Dios con sacrificios de animales, pero sin verdadera

29
conversión del corazón. Sin embargo, Dios no se deja engañar: Dios no acepta cualquier
culto. Y el mismo pueblo experimenta el vacío de un culto formalista y sin corazón:
“¿Para que ayunar si no haces caso? ¿Mortificarnos si tú no te fijas?" (Isaías 58, 3). A
veces, el rito religioso corre el peligro de convertirse en simple práctica que pretende
enmascarar y sustituir la conversión del corazón. Frente a tal desviación, los profetas recordaron
siempre las condiciones de un culto auténtico.

3) Ayuno e Hipocresía:

La Escritura señala ese vacío religioso: «Miren: El día de ayuno buscan su propio interés, y
maltratan a sus servidores; miren: Ayunan entre peleas y disputas, dando puñetazos
sin piedad. No ayunen como ahora, haciendo oír en el cielo sus voces. ¿Es ese el ayuno
que el Señor desea, el día en que el hombre se mortifica? Doblar la cabeza como un
junco, acostarse sobre estera y ceniza, ¿a eso lo llaman ayuno, día agradable al
Señor?» (Isaías 58, 3-5).

4) Fidelidad del corazón, condición de un culto auténtico:

El culto de Israel vendrá a ser espiritual en la medida en que él adquiera conciencia del carácter
interior de las exigencias de la alianza: Esta es la insistente predicación de los profetas.
Esta fidelidad del corazón es la condición de un culto auténtico y la prueba de que Israel no tiene
más Dios que a Yahvé (Éxodo 20, 2 ss.). Por ello, continúa el profeta Isaías diciendo: «El ayuno
que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los
cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; compartir tu pan con el
hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no
despreocuparte de tu hermano. Entonces brillará tu luz como la aurora, tus heridas
sanarán rápidamente; tu justicia te abrirá camino, detrás irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás al Señor, y te responderá; pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy»
(Isaías 58, 6-9).

5) “Cuando extienden las manos, cierro los ojos”:

En otro pasaje del profeta Isaías dice Dios algo semejante: «No me traigan más ofrendas sin
valor, el humo del incienso es detestable. Lunas nuevas, sábados, asambleas, no las
aguanto. Sus solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no
soporto más. Cuando extienden las manos, cierro los ojos; aunque multipliquen las
plegarias, no los escucharé, sus manos están llenas de sangre. Lávense, purifíquense,
aparten de mi vista sus malas acciones. Cesen de obrar mal, aprendan a obrar bien;
busquen el derecho, socorran al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda»
(Isaías 1, 13-17).

6) Culto verdadero y justicia:

30
Durante el reinado de Jeroboam II (783-743), Dios habla por medio de Amós, el profeta de la
amenaza. Todo estaba tranquilo, sereno, próspero. El lujo se extendía por la corte de Samaría,
cuando llega el profeta venido del Sur. No tiene ningún título humano para hablar. No tiene más
que una obligación apremiante: La de ser portavoz de Dios. Amós se alza contra el desarrollo
solemne de las ceremonias cultuales que contrastan con las injusticias sociales y la opresión de
los pobres. La justicia y el derecho no son observados. El profeta no les echa en cara el haber
olvidado los ritos de arrepentimiento. Más bien parece indicar que los han practicado con exceso
(Amós 4, 4; 5, 5.21). Pero ¿eso es convertirse? La verdadera conversión exige un cambio de
vida que ponga fin a la injusticia (Amos 8, 4-8). Más aún, supone una interiorización que
permita volver a encontrar a Dios (Amós 4, 4.6).

7) Vanidad del culto por la corrupción de los corazones:

Los profetas no desechan los ritos, sino que piden que se les dé su verdadero sentido. Samuel
afirma que Dios desecha el culto de los que desobedecen (1 Samuel 15, 22). Amós e Isaías lo
repiten fuertemente (Amós 5, 21-26; Isaías 1, 11-20; 29, 13), y Jeremías proclama en pleno
templo la vanidad del culto que se celebra en él, denunciando la corrupción de los corazones
(Jeremías 7, 4-15; 21 ss.). Ezequiel, el profeta sacerdote, anunciando incluso la ruina del
templo, contaminado por la idolatría, describe el nuevo templo de la nueva alianza (Ezequiel 37,
26 ss.), que será el centro cultural del pueblo fiel (Ezequiel 40-48). El profeta del retorno indica
cómo aceptará Dios el culto de su pueblo; es preciso que sea una comunidad verdaderamente
fraterna (Isaías 58, 6-13; 66, 1 ss.). El libro de los Proverbios se manifiesta en términos
semejantes: «Si uno aparta sus oídos de la ley, también su oración será aborrecida»
(Proverbios 28, 9).

8) Religiosidad al servicio de los intereses políticos:

Los profetas, a la vez que el formalismo ritual, combaten la confusión del orden religioso en
relación con el ámbito político. Este es otro aspecto de la corrupción del orden religioso: Uncirse
al yugo de los intereses políticos. En el Nuevo Testamento el libro de Apocalipsis, usando un
lenguaje simbólico, denuncia cómo lo religioso queda, a veces, al servicio de lo político. «Vi
subir de la tierra otra fiera, con dos cuernos como de cordero, que hablaba como un
dragón. Ejercía toda la autoridad de la primera fiera en su presencia, y obligaba a
todos los habitantes de la tierra a adorar a la primera fiera» (Apocalipsis 13, 11-12). Esta
visión alegórica tiene su fuente de inspiración en el profeta Daniel. Las bestias de Daniel,
subiendo del mar, representan los sucesivos imperios. Por su parte, las dos bestias del
Apocalipsis simbolizan los dos componentes del imperio: El poder político y una falsa
orientación del sentimiento religioso. La visión de San Juan es aguda. Tertuliano explicará
como invención diabólica esa confusión entre la política y la religión que persigue a los cristianos
por el crimen de lesa majestad.

9) La religión no debe depender de la política:

La conciencia del creyente bíblico es irreductible ante la confusión y absorción de lo religioso en


aras de lo político. El libro del Eclesiástico, por ejemplo, presenta al profeta Eliseo del siguiente
modo: «Cuando Elías fue arrebatado al cielo, ELISEO recibió dos tercios de su espíritu.

31
En vida hizo múltiples milagros y prodigios con sólo decirlo; en vida no temió a
ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu» (Eclesiástico 48, 12). La libertad e independencia
en el desempeño de su misión es signo y garantía de su autenticidad profética. Por su parte, el
Salmo 74(73) lamenta la intrusión y avasallamiento de poderes políticos en el terreno de lo
religioso, cuyo símbolo es el templo: «Rugían tus adversarios en medio de tu asamblea,
colocaban como señal sus estandartes» [Salmo 74(73), 4].

10) El dinero, peligro de corrupción del orden religioso:

Junto al poder, también el dinero es un peligro de corrupción del orden religioso. Así lo denuncia
el profeta Miqueas: «Escúchenme, jefes de Jacob, príncipes de Israel: Ustedes que
desprecian la justicia y tuercen el derecho, edifican con sangre a Sión, a Jerusalén con
crímenes. Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo, sus
profetas adivinan por dinero; y encima se apoyan en el Señor diciendo: ¿No está el
Señor en medio de nosotros? No nos sucederá nada malo. Pero por su culpa Sión será
un campo arado, Jerusalén será una ruina, el monte del templo, un cerro de malezas»
(Miqueas 3, 9-12; cfr. Isaías 1, 23).

11) “No pueden servir a DIOS y al dinero”:

Jesús denuncia de diversas maneras el poder corruptor del dinero. Así lo hace dirigiéndose a los
escribas, cuando dice de ellos «que devoran las fortunas de las viudas con pretextos de
largas oraciones» (Lucas 20, 47). Lo hace increpando a los ricos: «Se los repito, es más
fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino
de los cielos» (Mateo 19, 24). De una forma general y programática hace Jesús la denuncia del
dinero en su discurso evangélico del Sermón de la Montaña: «Nadie puede estar al servicio
de dos señores, pues u odia a uno y ama al otro o apreciará a uno y despreciará al
otro. No pueden estar al servicio de DIOS y el dinero» (Mateo 6, 24).

12) La levadura de los fariseos:

Para Jesús la corrupción del orden religioso se manifiesta de una manera especial en la
«levadura de los fariseos» (Marcos 8, 15). «Ustedes los fariseos limpian por fuera la
copa y el plato, y por dentro están llenos de robos y malicia. ¡Insensatos! El que hizo lo
de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Den, más bien, como limosna lo que tienen y
todo será puro. ¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la hierbabuena, de
la ruda y de toda clase de verduras y descuidan la justicia y el amor de DIOS! Eso es lo
que hay que observar sin descuidar lo otro. ¡Ay de ustedes, fariseos que buscan los
asientos de honor en las sinagogas y los saludos por la calle! ¡Ay de ustedes, porque
son como sepulcros sin marcar, que la gente pisa sin darse cuenta!» (Lucas 11, 39-44).

32
13) ¡Ay de ustedes, también, maestros de la ley!:

«Un maestro de la ley tomó la palabra y le contestó: Maestro, al decir eso, nos
ofendes. Jesús contestó: ¡Ay de ustedes también, maestros de la ley, que imponen a
las personas cargas insoportables, pero ustedes ni siquiera mueven un dedo para
llevarlas! ¡Ay de ustedes que construyen mausoleos a los profetas a quienes sus
propios padres han asesinado! Así se convierten en testigos y cómplices de lo que
hicieron sus padres, porque ellos los mataron y ustedes construyen los sepulcros. Por
eso dice la Sabiduría de DIOS: Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los matarán
y perseguirán. Así se pedirá cuenta a esta generación de toda la sangre de profetas
derramada desde la creación del mundo: Desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías,
asesinado entre el altar y el santuario, sí, les aseguro que a esta generación, se le
pedirán cuentas de todo esto. ¡Ay de ustedes maestros de la ley, que se han quedado
con la llave del saber: Ustedes no han entrado y se lo impiden a los que quieren
entrar!» (Lucas 11, 45-52).

14) Incapacitados para adorar al DIOS verdadero:

El ser humano tiene necesidad de Dios, pero cuando no


adora al verdadero Dios, termina adorando ídolos. Esta es
la experiencia bíblica. Por otra parte, la corrupción del
orden religioso de la existencia revela una y otra vez hasta
qué punto el ser humano, abandonado a sí mismo ("la
carne y la sangre"), se encuentra incapacitado para
creer, para adorar al Dios verdadero en espíritu y en verdad
(Juan 4, 21-24). Ante esta situación, DIOS Padre nos confió
a Su Hijo JESUCRISTO, quien nos dice: “Los que el Padre
me ha confiado vendrán a Mí, y al que venga a Mí no
lo echaré fuera; porque no bajé del cielo para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta
es la voluntad del que me envió, que no pierda a
ninguno de los que me confió, sino que los resucite
en el último día. Porque esta es la voluntad de Mi
Padre, que todo el que contempla al Hijo y cree en ÉL,
tenga vida eterna, y YO lo resucitaré en el último día”
(Juan 6, 37-40).

Queridos hermanos en Cristo, después de haber recorrido estas catorce estaciones, a manera de
Vía Crucis, meditando en todos los elementos que a través de la Historia de la Salvación han
corrompido el verdadero culto a DIOS; se hace necesario revisar nuestro propio culto, porque
muchas de estas amenazas aún persisten y quizás eso es lo que ha hecho que el cristianismo se
encuentre tan fraccionado. Pidamos al Señor que nos aumente la fe para creer con fe viva. El
verdadero culto a DIOS implica una fe viva. Esta fe incluye la actitud de apoyarse solamente en
DIOS, el DIOS vivo y verdadero, la Roca inquebrantable. Creer lleva a ver más allá de la corteza
opaca de los acontecimientos de la historia y llega hasta el DIOS que los dirige; es ir resolviendo
el problema fundamental de toda vida auténticamente religiosa: Comporta reconocer los
caminos de DIOS y seguirlos. Creer implica vivir en actitud de oración, atención y vigilancia,
como bien lo expresa el salmista:

33
“Por la mañana hazme sentir Tu amor, porque confío en Ti. Indícame
el camino que debo seguir, pues a Ti confío mi vida” [Sal 143(142), 8].
Amén.

La Cruz es Fuerza de DIOS

“El mensaje de la Cruz es locura para los que se pierden;


pero para los que nos salvaremos es fuerza de DIOS.
Como el mundo con su sabiduría no reconoció a DIOS en
las obras que manifiestan su sabiduría, dispuso DIOS
salvar a los creyentes por la locura de la Cruz”
(1Corintios 1, 18.21).

Queridos hermanos en Cristo, meditemos esta fuerza de DIOS,


comenzando por meditar este pasaje bíblico que nos presenta el
libro de Isaías: "Ciertamente llevó Él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo
tuvimos por azotado, por herido de DIOS y abatido. Mas
Él, herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus llagas fuimos
nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó
por su camino; mas DIOS cargó en Él el pecado de todos nosotros" (Isaías 53, 4-6).

Nuestro Señor Jesucristo llevó sobre sí mismo, no sólo nuestro pecado, sino también sus
consecuencias. La enfermedad, el mal, el dolor, la desgracia y la muerte, son compañeras
inseparables del pecado. Y para librarnos del pecado, Jesús tuvo que sufrir todo lo que el pecado
conlleva, incluyendo la muerte. Después de arrastrar una vida de penuria, de sacrificios y de
sufrimientos, y tras su muerte de tormento, Jesús bajó a los infiernos, no como un condenado
cualquiera, sino como el condenado por antonomasia. Él no llevaba sus propios pecados, como
cada uno de nosotros. Él nunca hizo pecado, ni cometió injusticia alguna. Pero iba cargado con
las transgresiones del mundo entero; desde Adán hasta el último habitante que haya en esta
tierra.

Toda la vida y la muerte de nuestro Señor, parecieron un fracaso total. Y es posible que así lo
creyeran sus discípulos, cuando el abatimiento y la desolación se apoderaron de ellos, tras la
muerte del Señor. Aún hoy en día, escuchamos hablar muchas veces del fracaso de Jesucristo,
pero la Biblia nunca habla del fracaso de Jesucristo, sino del triunfo de la Cruz. El Apóstol San

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Pablo, no quería predicar otra cosa, sino la Cruz de Jesucristo, como símbolo del triunfo de Dios,
sobre el pecado, sobre el mal, y sobre la muerte.

En su Primera Carta a los Corintios, el Apóstol nos dice: "Así que, hermanos, cuando fui a
ustedes para anunciarles el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de
sabiduría, pues me propuse no saber entre ustedes cosa alguna sino a Jesucristo, y a
éste crucificado. Y estuve entre ustedes con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni
mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino
con demostración del Espíritu y de poder, para que su fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1Corintios 2, 1-5). Tiene cierta lógica
que los incrédulos vean a Jesús como un fracasado, pero los creyentes, aunque veamos a
Jesucristo en la Cruz, como "azotado, herido por Dios y abatido", como dijo el profeta,
hemos recibido la luz y conocimiento suficientes, para saber que la muerte de Cruz, no fue el
final de la obra de Jesucristo, porque la muerte no pudo con Él.

Después de recibir el Espíritu Santo, San Pedro tronó su voz


con estas palabras inspiradas que describen el Misterio de
Jesucristo Crucificado: "Varones israelitas, oigan estas
palabras: Jesús de Nazareth fue un hombre acreditado
por DIOS ante ustedes con las maravillas, prodigios y
señales que DIOS hizo entre ustedes por medio de Él,
como ustedes mismos saben; a este hombre, entregado
conforme a los planes y propósitos que DIOS tenía
hechos de antemano, ustedes lo crucificaron y le dieron
muerte por medio de gente sin ley. Pero DIOS,
liberándolo de los rigores de la muerte, lo resucitó,
porque la muerte no podía retenerlo. David dice refiriéndose a Él:

‘Pongo siempre delante al Señor; con ÉL a la derecha no vacilaré. Por eso se me alegra
el corazón, mi lengua canta llena de gozo y mi carne descansa esperanzada; porque no
me dejarás en la muerte ni permitirás que tu siervo conozca la corrupción. Me
enseñaste el camino de la vida, me llenarás de gozo en tu presencia’.

Hermanos, permítanme que les diga con toda franqueza; el patriarca David murió y fue
sepultado, y su sepulcro se conserva hasta hoy entre nosotros. Pero como era profeta
y sabía que DIOS le había prometido con juramento que un descendiente carnal suyo
se sentaría en su trono, previó y predijo la resurrección del Mesías, diciendo que ‘no
quedaría abandonado en la muerte ni su carne experimentaría la corrupción’.A este
Jesús lo resucitó DIOS y todos nosotros somos testigos de ello. Exaltado a la diestra
de DIOS, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha comunicado como
ustedes están viendo y oyendo. Porque David no subió al cielo, sino que dice:

‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos
debajo de tus pies’.

Por tanto, que todo el pueblo de Israel reconozca que a este Jesús crucificado por
ustedes, DIOS lo ha nombrado Señor y Mesías" (Hechos 2, 22-36).

35
De manera que, el que se veía en la cruz como fracasado, como azotado, como herido de Dios y
abatido, después de culminar su obra, borrando todos nuestros pecados, y venciendo a la
muerte, ha ascendido triunfalmente a los cielos, para sentarse a la diestra del Padre, hecho
Señor y Mesías, a la espera de que todos sus enemigos sean los verdaderos fracasados, los
realmente azotados y heridos de Dios, y los totalmente abatidos, hasta ser puestos como
estrado de los pies de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

Nosotros, los creyentes, sabemos que no estamos siguiendo a un pobre fracasado. Todo eso
terminó ya. Ahora ese pobre Jesús de Nazareth, se ha convertido en Rey de Reyes y Señor de
Señores. Y aquellos que se sintieron defraudados por el horrible final de la vida de nuestro Señor
en esta tierra, ya han podido comprobar que Jesucristo era realmente Rey y Libertador, aunque
su reino no fuera de este mundo. Y habrán escuchado asombrados, las palabras reprobatorias
que el Señor tuvo que decir a los discípulos a los que se apareció en el camino a Emaús: "¡Oh
insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
necesario que el Cristo padeciese estas cosas, y que entrara en su gloria?" (Lucas 24,
25-26).

Así que nosotros, ahora, sabemos que seguimos al Rey de toda la creación, y sabemos también
las condiciones: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame" (Lucas 9, 23). ¿Seguimos así a Jesucristo, nosotros, los creyentes de hoy
en día? ¿O nos conformamos con venir al culto y practicar unos cuantos ritos rutinarios una vez
a la semana? ¿Sabemos lo que significa negarse a uno mismo, y tomar su cruz cada día, para
seguir al Señor? ¿O acaso somos de esos, que todo lo limitan al ámbito de lo religioso?

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El negarse a uno mismo sólo consiste en tomar nuestra vida tal como Dios la dispone cada día.
Ser honrados con nosotros mismos y con los demás. Ser fieles y entregados con nuestras
obligaciones. Ser respetuosos, benignos y amables con nuestro prójimo. Y confiar y esperar en
Dios en cualquier circunstancia. Tomar nuestra cruz, significa sufrir con paciencia y
longanimidad, todo aquello que el Señor quiera que suframos cada día, sin murmurar ni
protestar de su divina providencia, sabiendo que Él todo lo hace para nuestro bien, aunque
nosotros ahora no lo comprendamos la mayoría de las veces.

Para eso no tenemos que inventarnos ningún sufrimiento. Bastante tenemos con los que el
Señor ha dispuesto, para completar las aflicciones de Jesucristo, por su cuerpo que es la Iglesia,
como dice San Pablo en Colosenses 1, 24. Y esto no quiere decir que a la obra de Cristo le falte
algo, que nosotros tengamos que completar, sino que a los sufrimientos del Señor, se añaden
los de cada uno de sus hijos e hijas, que Él siente como suyos propios; porque así de inmenso es
el amor que nos tiene.

Así que, quede claro, que negarse a uno mismo, y tomar nuestra cruz para seguir a Jesucristo,
es cuestión de entregarse a Dios, cada día, y vivir las vicisitudes que Él quiera poner en nuestro
camino, confiando y reposando siempre en Él, y dándole gracias por todo, incluso en las peores
circunstancias. El conocido cantautor Joan Manuel Serrat canta unos versos de Antonio Machado
que dicen: “No puedo cantar, ni quiero, a este Jesús del madero, sino al que anduvo en
la mar”.

Estas palabras representan una tentación que muchas veces tenemos de buscar a Jesucristo, el
de los milagros, pero apartarnos de Jesucristo en la Cruz, en el dolor y en el sufrimiento. Pero
resulta que la vida está llena de ambas cosas y por pensar así, es por lo que muchas veces
renegamos de Dios, o nos apartamos de ÉL. “JESUCRISTO es el mismo, ayer, hoy y
siempre” (Hebreos 13, 8). El mismo que murió en la Cruz y resucitó, es el mismo que caminó
sobre el mar. Y no sólo caminó, sino que lo dominó como un amo a su siervo, y ahora está cada
día a nuestro lado, para calmar cualquier tempestad que nos impida llegar a nuestra meta, que
es la de estar con Él para toda la eternidad.

Los que fueron testigos de este portento, se preguntaron asombrados: "¿Qué hombre es éste
que aún los vientos y el mar le obedecen?" (Mateo 8, 27), porque aún no sabían que ese

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hombre, además de ser el Hijo del Hombre, era también el Hijo de DIOS, el que nos ha librado
del pecado y de la muerte inherente.

"Les voy a comunicar un secreto: No todos moriremos, pero todos seremos


transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de
trompeta que tocará, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos
transformados. Esto corruptible tiene que revestirse de incorruptibilidad y lo mortal
tiene que revestirse de inmortalidad. Cuando lo corruptible se revista de
incorruptibilidad y lo mortal de inmortalidad, se cumplirá lo escrito: ‘La muerte ha sido
vencida definitivamente. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón?’. El aguijón de la muerte es el pecado, el poder del pecado es la ley.
Gracias sean dadas a DIOS, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
JESUCRISTO. En conclusión, queridos hermanos, permanezcan firmes, inconmovibles,
progresando siempre en la obra del Señor, convencidos de que sus esfuerzos por el
Señor no serán inútiles" (1Corintios 15, 51-58). Amén.

La Cruz es Victoria nuestra

Queridos hermanos en Cristo, hemos podido


verificar en el recorrido que hemos hecho hasta
ahora, que el sacrificio de Jesús en la Cruz fue una
entrega, por amor, para nuestra salvación, o lo que
es equivalente: Para nuestra Victoria. Nos toca a
nosotros vivir en victoria, nuestra vida, cargando
con nuestra cruz. DIOS quiere que ese camino lo
recorramos UNIDOS, y esa unidad no significa
necesariamente andar juntos, ni estar en el mismo
sitio, sino que es estar “Unidos en la enseñanza
de los apóstoles, la comunión fraterna, la
fracción del pan y la oración” (Hechos 2, 42).
Viviendo de esta forma, estaremos dando el mejor
testimonio de unidad para el mundo, y por eso
ahora quiero invitarlos a leer estas anécdotas de
personas que han decidido vencer por medio de la
Cruz de Jesucristo. Ojalá y su testimonio nos ayude
a no equivocar la senda y mantenernos en el único
Camino que nos lleva a la Vida Eterna:
JESUCRISTO.

El amor a la Iglesia

Este es el testimonio de un pastor que levantó una


iglesia. Todos los días, junto con su esposa, visitaba
a los vecinos para hablarles del evangelio e
invitarles a la iglesia regalándoles un texto. A pesar
de haberse esforzado al máximo durante todo un

38
año, los únicos que se congregaban eran un par de
niños que asistían los domingos.

El pastor se desanimó tanto, que sólo deseaba


cerrar la iglesia y rendirse. Un día, en el culto de
oración, con lágrimas el pastor oró: “Señor, ¿es
éste un lugar incorrecto? ¿tengo que cerrar la
iglesia? ¿tengo que mudarme una vez más? Ya
ha pasado un año, y no tenemos ningún
hermano adulto en la congregación”.

Por la mañana, su esposa le entregó una carta


escrita por un niño de 8 años, uno de los dos que
venían los domingos, y decía:

“Pastor, yo lo he visto repartir textos aún en días muy fríos. No sé si se habrá


resfriado. ¡Qué bueno sería que muchas personas se congregaran en nuestra iglesia!
Estoy orando todas las noches antes de acostarme por usted. Pastor, ¡siga adelante!”.

Esa mañana, el pastor se arrepintió ante DIOS por no haber considerado a ese niño como
hermano de su iglesia, y se fortaleció nuevamente en el Señor al entender que el futuro de su
iglesia estaba en esos jóvenes.

Todas las iglesias tienen que superar pruebas y dificultades. JESUCRISTO comenzó la Iglesia en
Cafarnaum, un pequeño pueblo a la orilla del mar de Galilea, con unos pescadores llamados
Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Nosotros debemos amar la Iglesia por sobre todas las cosas,
porque ella es el motivo por el cual JESUCRISTO vino al mundo. Amén.

La Bendición de vivir sin temor

Un cristiano escocés le dijo a su amigo: “Hoy encontré una excelente enseñanza en el


pasaje que leí”.

“Ah ¿sí?, cuéntame”.

“Muy bien, te lo leeré. Se encuentra en Salmos 56(55), 4″. El cristiano alzó su voz y
comenzó a leer el pasaje sin titubear: “En el día que temo, yo en ti confío”.

Su amigo, quien le estaba escuchando mientras asentía con la cabeza, esbozó una sonrisa y
dijo: “Es un versículo muy hermoso. Pero yo también encontré un pasaje de mucha
bendición. Quizás contenga un sentido un poco más profundo que el que tú acabas de

39
leer”. Leyó Isaías 12, 2: “Siendo DIOS mi salvador, confío y no temo porque mi fuerza y
poder es el Señor, ÉL fue mi salvación”.

Si observamos el mundo con los lentes del temor, nos llenaremos de miedo y aflicción. Pero
cuando confiamos en DIOS, nuestro Salvador y refugio, rebosaremos de gratitud y alabanza. No
importa cuál sea el ambiente que nos rodea, lo que importa es fijar nuestra vista en DIOS con
los lentes de la fe. ¿Cuáles lentes estamos usando para mirar a nuestro alrededor? Si nos
aferramos a la Palabra hecha carne: JESUCRISTO; entonces venceremos. Amén.

La búsqueda del tesoro en los días cotidianos

La experiencia en lo cotidiano se refiere al encuentro con DIOS


en medio de las actividades habituales. ¡Qué maravilloso es
sentir el Espíritu de DIOS en medio de los sucesos diarios, en el
encuentro usual con las personas, en la percepción de las cosas
cotidianas! A este fenómeno lo podemos llamar: ‘La búsqueda
del tesoro en los días cotidianos’.

DIOS ha escondido tesoros en lo cotidiano, justamente en esas


cosas que tantas veces nos han provocado ira y desesperación.

Al principio, no logramos encontrar ningún tesoro, pero cuando empezamos a buscarlos, los
vamos descubriendo. Había un anuncio, delante de un templo, que decía algo interesante: “Si
sientes que DIOS está lejos, piensa: ¿quién lo trasladó a un lugar lejos de ti?”.

El sentirnos alejados de DIOS es el resultado de un corazón endurecido. Si sentimos que DIOS


no existe, es porque los ojos del corazón se han cegado. Si nunca hemos experimentado a
DIOS, es porque nos hemos vuelto insensibles a las cosas espirituales.
DIOS es Espíritu, y siempre nos ilumina como los
rayos del sol. Así como el sol ilumina la tierra aún
cuando esta se encuentra en profunda oscuridad;
DIOS está siempre con nosotros, aún cuando
sentimos que ÉL no existe. Así como a veces no
sentimos ningún viento, pero siempre hay una brisa;
aún cuando pensamos que DIOS no está obrando, Él
sí está trabajando en beneficio de nuestra vida. Si
tan sólo tenemos sensibilidad para sentir la calidez de
los rayos del sol y la brisa del día, entonces
podremos experimentar la mano divina en medio de
Su presencia. Amén.

40
La firme decisión de seguir el camino de la fe

En Estados Unidos, el 11 de septiembre del año 2001, el control del vuelo 93 de United Arlines
fue tomado por los terroristas y cayó en un campo abierto de Pensilvania. Los aviones anteriores
se habían estrellado contra el Pentágono y las Torres Gemelas produciendo una gran cantidad de
víctimas. Sin embargo, la cuarta acción terrorista, coordinada para matar a miles de personas,
fue la única que no cobró vidas en tierra.

Esto no fue producto de la casualidad. El mismo día del incidente, uno de los pasajeros llamado
Todd Beamer, utilizó un teléfono del avión para comunicarse con una operadora en tierra. Él le
informó que algunos pasajeros habían unido sus fuerzas para resistir a los terroristas y por
medio de la operadora, le dejó un mensaje grabado a su esposa diciéndole que la amaba, recitó
el Padre Nuestro y la llamada se cortó, antes de colgar, se le escuchó decir: “¿Están listos?
Bien. ¡Manos a la obra!”.

Al final, todos los pasajeros a bordo, incluyendo Todd Beamer, fallecieron, tal como sucedió en
las demás aeronaves que se estrellaron contra el Pentágono y las Torres Gemelas. Pero hubo
algo diferente que los distingue, en la forma como enfrentaron la situación. Recordemos la frase
de la reina Ester antes de ir a ver al Rey, arriesgando su vida: “Si hay que morir, moriré”
(Ester 4, 16). El engaño más grande de la honestidad es la ‘cobardía’. Debemos tener el valor
para decir: “Si hay que morir, moriré” y no caer en el engaño. Si el seguir la justicia implica
ser perseguidos, que seamos perseguidos. Esto es cargar la cruz y seguir a JESUCRISTO.
Amén.
Los dieciséis ángeles

En el año 1960, una organización keniata de


guerrilleros insurgentes, llamada Mau Mau, ejercía
una gran influencia sobre Kenia. Un día, los
misioneros Matt y Higgin’s estaban cruzando en auto
una de las zonas dominadas por la guerrilla. En
aquellos días era muy común la aparición de casos
de homicidio o de violencia sin acepción de personas.
El auto que avanzaba a gran velocidad, se detuvo en
forma repentina. Trataron de arreglarlo, aunque sin
éxito. Los misioneros tuvieron que pasar la noche
dentro del auto, rogando por la misericordia de
DIOS; tenían temor de ser descubiertos por la
guerrilla. Sin embargo, no pasó nada durante toda la

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noche. En un momento, el misionero Higgin’s
recordó en su corazón un pasaje que dice: “Me
acuesto en paz y enseguida me duermo, porque
sólo TÚ, Señor, me haces vivir confiado”
(Salmos 4, 9).

Luego de varias semanas, un pastor de la ciudad vino a verles y les dijo: “Nos enteramos de
que cuando ustedes se encontraban en la zona de los Mau Mau estuvieron expuestos a
un ataque muy violento. Me han contado que durante esa noche, algunos guerrilleros
se acercaron al auto; pero al ver a 16 personas alrededor huyeron atemorizados”.
“¿Cómo? ¿Dieciséis? ¡Si eramos dos!” “Es que en esos momentos, 16 hermanos
estaban reunidos intercediendo por ustedes. DIOS había enviado a 16 ángeles para
protegerlos de los Mau Mau”. “Me acuesto, enseguida me duermo, y me despierto,
porque el Señor me sostiene” (Salmo 3, 6). Amén.

La película llamada “Los mejores años de


nuestra vida” trata acerca de las dificultades que
pasan un grupo de soldados, sobrevivientes de la
Segunda Guerra Mundial, para reintegrarse a la
sociedad. Uno de los protagonistas, llamado Harold
Russell, había perdido sus brazos al ser víctima de
una bomba en una de las batallas y pasó momentos
de gran desesperación, no dejaba de pensar: “Soy
un hombre inútil”, hasta que un día, conoció la
gracia de DIOS.
A partir de ese momento, comenzó a pensar que él
había recibido muchas cosas más que las que había
perdido. Recibió unas manos ortopédicas con las
cuales aprendió a escribir y usar una máquina para
transcribir su historia, la cual fue trasladada al cine
donde él encarna el papel principal de la película. Su
esfuerzo fue coronado con el premio Óscar al mejor
actor. Todos los ingresos de su actuación fueron
donados a beneficio de los heridos de la guerra.
Un periodista le preguntó: “¿Alguna vez se siente
desesperado debido a su discapacidad?”. Él le
respondió: “Nunca. Mi discapacidad se ha
convertido en la bendición más grande de mi
vida. Ya no me lamento por lo que he perdido,
sino que agradezco a DIOS por lo que me
queda. Con gratitud, me esfuerzo con lo que
tengo, y entonces como recompensa, recibo
100 veces más que todo lo que he perdido”.
Amén.
¿Qué estamos haciendo nosotros ahora?

Arthur Barry era un ladrón de joyas conocedor del


arte. Durante la década de los 20′s adquirió fama
internacional como el ladrón de joyas más célebre de
todos los tiempos, por robar sólo a personajes ricos y
de la alta sociedad. Una noche, Barry fue atrapado
mientras robaba y recibió tres balazos; uno de ellos
provocó una herida muy grave en su vista. En medio
del dolor, hizo una declaración inesperada: “No lo
haré más”. Fue sentenciado a 18 años de prisión.
Después de cumplir su pena, mostró una vida
ejemplar en un pequeño pueblo, y fue elegido
presidente de una Asociación de Veteranos de la zona.

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Mas no pasó inadvertido, porque la prensa
estadounidense se enteró de que residía en Nueva
Inglaterra y muchos reporteros fueron a entrevistarlo.
Entre los comunicadores, un joven le preguntó:
“Señor Barry, usted robó a muchos ricos durante
sus años de ladrón, pero tengo curiosidad por
saber si recuerda a quién robó más”. Sin dudar ni
un segundo, Barry respondió: “Es fácil. El hombre a
quien más le robé fue Arthur Barry. Pude haber
sido un empresario exitoso, un barón en Wall
Street y un benefactor de la sociedad. Sin
embargo, escogí la vida de ladrón y desperdicié
dos tercios de mi vida tras los barrotes de una
prisión. Yo robé y me vi privado de lo más
importante para mí: Mis habilidades y 18 años
de mi vida”.

¿Cuáles son las decisiones que hemos tomado hoy? ¿Son realmente beneficiosas para nosotros?
Nuestro futuro está en DIOS. Con Él, podemos alcanzar un futuro feliz y una vida sana.
Entreguemos todo lo que tenemos a DIOS. Ese será nuestro comienzo. Amén.

Sal de la tierra y luz del mundo

El sacerdote Abbé Pierre fue,


indudablemente, uno de los personajes
más célebres y más queridos por los
franceses. Dedicó su vida entera a
ayudar a los desamparados. En los
años 1940, remodeló su casa ubicada
en París para abrir sus puertas y alojar
a todos los necesitados. Su casa
empezó a adquirir gran fama y venían
personas de todo el país buscando un
techo en dónde morar. Cerca de la
Navidad, ya no había lugar para
ninguno. Pero de pronto llegó una
familia
con un anciano y varios niños. El sacerdote no podía echarlos de su casa. Luego de buscar otras
posibilidades, tomó una decisión difícil: Sacó la imagen de JESUCRISTO del templo, la
guardó en la azotea y alojó a esta familia en el templo. Quizás esta decisión pudo haber
provocado la ira de los fieles. Quizás estos acusarían al sacerdote de haber olvidado sus deberes
religiosos. Pero Pierre nos enseñó algo muy valioso cuando dijo lo siguiente, referente a la
esencia de la fe: “Creo que la lucha a favor de los desamparados pudo prosperar gracias
a JESUCRISTO, quien fue el primero en dejar Su lugar en beneficio de los que no tenían
dónde recostar su cabeza”.

JESUCRISTO vino como el más pequeño de todos


nosotros: Como el hambriento, el sediento, el
desnudo, el peregrino, el prisionero, el enfermo.
La manera como tratamos a éstos, define la forma
como tratamos a JESUCRISTO. Lo más hermoso,
para la Iglesia, no es solamente que esté
encabezada por JESUCRISTO, sino llegar a ser las
manos y los pies de ÉL, quien vino al mundo a
enjugar las lágrimas de toda la humanidad. Amén.

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No puedo vivir sin DIOS

Mohandas K. Gandhi, nacido el 2 de Octubre de 1869 en Porbandar, India, se convirtió en


símbolo internacional de una India libre. Llevaba la vida espiritual y ascética de un predicador,
con ayuno y meditación. La unión con su esposa llegó a ser, como él mismo señaló, la de un
hermano y una hermana. Rehusó cualquier posesión terrenal, vestía como las clases más bajas:
Un mantón y un taparrabos y comía vegetales, zumos de fruta y leche de cabra. Los
indios le veneraban como a un santo y le comenzaron a llamar Mahatma ('alma grande', en
sánscrito), título reservado para los más grandes sabios. La defensa que hizo Gandhi de la no
violencia o ahimsa ('sin daño', en sánscrito) era, como sostuvo, la expresión de una forma de
vida implícita en el hinduismo. Gandhi consideraba que mediante la práctica de la no violencia,
Gran Bretaña llegaría a considerar la inutilidad de la opresión y abandonaría su país, lo cual se
convirtió en un hecho. Gandhi decía ser hindú, buddhista, cristiano, musulmán, shiks, judío,
etc… sin que para él, existiera contradicción alguna. Esto era porque, según su pensar, la única
definición real de Dios era que es: La Verdad y El Amor, y esto puede aplicarse a todas las
religiones por igual. La siguiente es una hermosa oración que resume su espiritualidad:

“Para mí, Dios es verdad y amor. Dios es ética y moralidad. Dios es ausencia
de temor. Dios es manantial de luz y de vida. Sin embargo, está más allá y por
encima de todo eso. Estoy más seguro de su existencia que tú y yo estamos
sentados en esta habitación. Puedo afirmar también que puedo vivir sin agua
ni aire, pero no puedo vivir sin Dios. Puedes sacarme los ojos, y eso no me
matará. Puedes arrancarme la nariz, y eso no me matará. Pero basta con que
destruyas mi fe, y estaré muerto”. Amén.
La CRUZ en la Escuela

Este año 2011 registró una gran victoria de la Cruz. En el


ámbito del discutido tema sobre los símbolos religiosos
expuestos en lugares públicos (como por ejemplo aulas
de justicia y escuelas), en el primer trimestre del año, se
registraron dos pronunciamientos sumamente
importantes, destinados, como se dice, a 'hacer
jurisprudencia'. La primera sentencia llega de Italia en
donde se concluyó, finalmente, el caso de Luigi Tosti, el
juez de paz de Camerino que había refutado entrar en un
aula de justicia hasta que no fueran quitados los
crucifijos de todos los tribunales del País.

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En el último grado de juicio, en efecto, la Corte de Casación, por trámite de sus sesiones civiles
unidas, rechazó, definitivamente, la petición de Tosti volviendo a poner ulteriores juicios de
mérito sobre la cuestión a voluntad del legislador. Los jueces de Plaza de la Independencia, en
particular, establecieron que el principio de laicidad del Estado, actualmente vigente en Italia
mientras que si no explícitamente se encuentra en la carta de la Constitución, “no puede ser
puesto en duda absolutamente” por la presencia del crucifijo en las aulas de justicia y por
exponer eventualmente otros símbolos religiosos, como Tosti – junto a otros - proponía
polémicamente, “es necesaria una decisión discrecional del legislador, que no subsiste
al estado”. Es una sentencia importante que, al menos para Italia, cierra una larga cuestión y
servirá de orientación, necesariamente, para los próximos pronunciamientos de las autoridades
jurisdiccionales, civiles y administrativas, que fueron llamadas a expresarse en la materia.

La otra sentencia, más esperada, llega, en cambio, de la Corte Europea para los Derechos del
hombre de Estrasburgo, el órgano del Consejo de Europa que había sido investido de la
contención sobre el crucifijo, seguido por un recurso de la ciudadana italiana de orígenes
finlandeses, Soile Lautsi, que denunciaba la presencia del mismo símbolo religioso en las
escuelas públicas italianas, entre aquellas, la frecuentada por sus hijos. Después de haber dado
la razón a Lautsi en primera instancia, en efecto, en el juicio de apelo la Grand Chambre de la
Corte, en composición ampliada (con quince votos sobre diecisiete), estableció que el crucifijo
puede legítimamente permanecer en las aulas escolásticas italianas, ya que con las evidencia no
viola - como sostenía, en cambio, la recurrente - alguna libertad de conciencia.

El caso-crucifijo probablemente no se cierre aquí y está destinado a proseguir, primero o


después, en otras sedes, pero una buena noticia es que en el futuro de Europa está todo por
decidirse todavía, y de la mejor manera: El momento histórico es ciertamente difícil pero
la señal que llega de Estrasburgo es que nada es irremediable. Como solía repetir,
mirando con esperanza al futuro, el Beato Juan Pablo II: La Europa del siglo XXI será,
concretamente, aquello que sus ciudadanos (o “sus minorías creativas”, para citar a
Benedicto XVI) harán. Nada está excluido: De cualquier parte, las raíces cristianas del
Continente, heridas repetidamente pero no destruidas aún, todavía hablan.

“Porque los judíos piden milagros, los griegos buscan sabiduría, mientras que
nosotros anunciamos un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los
paganos; pero para los llamados, tanto judíos como griegos, un Cristo que es fuerza y
sabiduría de DIOS” (1Corintios 1, 22-24). Amén.

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La Llave de la Salvación

Queridos hermanos, quizás se extrañarán del nombre de esta


sección, porque tradicionalmente en nuestra Iglesia Católica,
nos referimos a hacernos la señal de la cruz al gesto que

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realizamos con nuestra mano colocándola desde la frente y
haciendo la forma de la cruz, acompañado de las palabras:
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos,
líbranos Señor, DIOS nuestro; en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ahora bien, sin ninguna intención de irrespetar lo anterior,


dejémonos llevar por el Espíritu Santo para destacar el poder
de este binomio salvífico: La Cruz y La Sagrada Escritura.

Una señal es un tipo de signo que tiene por finalidad cambiar u originar una acción y actúa de
manera directa e inmediata sobre el receptor del mensaje. Cuando vemos una señal, ella nos
indica que debemos prestar atención a un hecho en un momento determinado o modificar una
actividad prevista. Las señales deben ser respetadas ya que son de gran ayuda, nos permiten
orientarnos. Cuando paseamos por un zoológico o un parque y queremos saber dónde quedan
los cafetines, los baños o los animales, observamos señales pertinentes que nos indican su
ubicación. Entre las señales más utilizadas en todo el mundo tenemos las de tránsito.

Basándonos en la descripción anterior, podríamos decir que un cristiano que conozca, lea,
medite y viva la Sagrada Escritura, es señal de ser un cristiano que guía su vida por la Sabiduría
de DIOS, que es: “La locura de la Cruz” (1Corintios 1,21). San Pablo, en nombre de DIOS, le
dirige a Timoteo estas palabras: “Recuerda que desde niño conoces la Sagrada Escritura,
que puede darte sabiduría para salvarte por la fe en JESUCRISTO. Toda la Sagrada
Escritura es inspirada y útil para enseñar, argumentar, encaminar e instruir en la
justicia” (2Timoteo 3, 15-16).

Se hace necesario que todo cristiano vaya fortaleciendo su fe a través del conocimiento y
vivencia de la Sagrada Escritura. El recorrido que traemos aquí, pretende ser un recorrido
sencillo que siente las bases para una relación permanente con DIOS, desde la Sagrada Palabra.
Pero, es importante que en todo momento tengamos presente que la Palabra de DIOS tiene
nombre y se llama JESUCRISTO: “La Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros”
(Juan 1, 14). Es ÉL, quien con Su Espíritu nos guía en todo momento para profundizar en su
misterio, a través de la Sagrada Escritura.

La mejor forma de comprender la Sagrada Escritura es pidiendo la inspiración del ESPÍRITU


SANTO y sintiendo en cada uno de sus versículos la presencia de JESUCRISTO Crucificado y
Resucitado. Por eso, podemos decir con esperanza que La Sagrada Palabra está Crucificada con
JESUCRISTO y nosotros también debemos estarlo para participar de la vida eterna a la que
estamos destinados, porque ya nos dice el Señor:

“YO SOY la resurrección y la vida. Quien cree en MÍ, aunque muera, vivirá”
(Juan 11, 25). Amén.

1. “Yo leo la Biblia, pero no la entiendo”

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El siguiente estudio de la Sagrada Escritura no pretende ser exhaustivo, pero si adentrar al
lector en su conocimiento y motivarlo a tener una permanente interacción con DIOS a través de
Su Palabra escrita. Está organizado en nueve partes y un apéndice. Cada parte está
estructurada así:

Al comienzo se hará siempre una invocación al Espíritu Santo, mediante una oración que puede
ser la sugerida al comienzo o alguna otra que decidamos utilizar.

1) Desarrollo del Tema: Comprende el soporte teórico correspondiente y debe ser leído y
analizado detenidamente, para una buena comprensión del mismo.

2) Para leer y comentar: Se proponen aquí algunos textos bíblicos para ser leídos y meditados
de acuerdo a lo que les inspire el ESPÍRITU SANTO. Es importante recurrir a las enseñanzas del
Magisterio de la Iglesia, recordando que somos una Iglesia en marcha que posee el tesoro de
estudio que han realizado los que nos han antecedido. Por otra parte, en concordancia con esto,
la Palabra de DIOS nos habla en forma personal y debemos estar atentos a lo que DIOS nos
quiere transmitir.

3) La Palabra habla sobre la Palabra: Es un texto bíblico en el cual se habla de la Sagrada


Escritura y que una vez leído debe ser meditado, siguiendo las recomendaciones anteriores.

4) Recomendaciones a favor de la lectura bíblica: Son opiniones de algunos santos que de


igual forma deben ser leídas y meditadas.

5) La Palabra en el Concilio Vaticano II: Son extractos de los documentos del Concilio
Vaticano II, referidos a la Sagrada Escritura y que se les debe dar el mismo tratamiento
anterior.

6) Cuestionario: Contiene una lectura bíblica y varias preguntas relacionadas con el tema
estudiado, para ser utilizadas a manera de autoevaluación. Si se está haciendo este estudio en
forma personal, se recomienda consultar a un sacerdote, pastor o laico debidamente preparado,
para estar seguros que las respuestas están acordes a la fe de la Iglesia.

7) Para orar: Es una estrofa del Salmo 119(118), que debe ser leída como oración, recordando
que cuando recitamos el salmo, aplicamos las palabras a las situaciones concretas del Antiguo
Testamento, después a la vida terrena de Jesucristo, luego a la historia de la Iglesia y por
último, en nuestra propia vida se refleja toda la historia sagrada. El salmo se convierte en espejo
de nuestra vida interior en el que nos reconocemos a nosotros mismos, como somos, como
creemos y como debemos ser.

Por último cerramos cada parte con la Oración sugerida o alguna otra que decidamos utilizar.

Bien, hermanos, la mesa está servida, sólo hace falta que los comensales disfruten el banquete
que el Señor, con amor eterno, nos ha preparado para salir a su encuentro.

Oración para comenzar:

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Bendito seas, Señor,
porque quisiste que tu Palabra "viva y eterna"
se conservara por escrito
en los libros Sagrados del Pueblo de Israel
y del Cristianismo primitivo.
Nosotros los veneramos con espíritu filial,
reconociendo en ellos tu voz de Padre,
que sale a nuestro encuentro
a fin de revelarnos tus misterios más íntimos.
En medio de tantas palabras
que oímos, leemos y repetimos a diario,
nos alegra poder escuchar "aquí y ahora" la
tuya, como Palabra permanentemente actual e
inagotable. Gracias a ella, te conocemos a ti,
"el único Dios verdadero, y a tu Enviado
Jesucristo”, figurado en el Antiguo Testamento
y hecho presente en el Nuevo para nuestra
Salvación.
Que su Espíritu nos enseñe a interpretar correctamente tu Palabra, no sólo en su sentido
"literal", sino también en el sentido "espiritual", siempre dentro de la tradición viviente de la
Iglesia. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Desarrollo:

Sin ninguna duda, en las últimas décadas se ha producido un gran despertar bíblico entre lo
católicos. La lectura de la Biblia va dejando de ser algo reservado a nuestros hermanos de las
otras iglesias o grupos cristianos. Prueba de esto es la multiplicación de ediciones católicas de la
Biblia en todos los idiomas y más concretamente en castellano. Además se multiplican los
círculos y encuentros de iniciación y reflexión bíblica. Se trata de un hecho sumamente positivo
que tuvo su aval y su mejor estímulo en el Concilio Vaticano II, concluido hace más de 45 años.
íCómo no va a ser positivo que se conozca en forma directa la Palabra que fundamenta y
alimenta toda nuestra fe! Esa Palabra que, en buena parte, lo que nosotros llamamos Antiguo
Testamento, es leída y venerada también por los judíos.

Sin embargo, el entusiasmo inicial por la lectura de la Biblia se transforma no pocas veces en
una especie de decepción. "Yo leo la Biblia pero no la entiendo": Esta es una expresión
que suele estar en labios de personas muy sinceras y llenas de buena voluntad. Como
consecuencia, a menudo se abandona aquella lectura. Hay que reconocer que la Biblia no es un
Libro fácil. No lo fue nunca y tampoco lo es ahora. En mayor o menor grado a todos nos pasa lo
que le sucedió a aquel funcionario de la reina de Etiopía que volvía de Jerusalén leyendo al
profeta Isaías: “¿Cómo lo Puedo entender, si Nadie me lo explica?" (Hechos 8, 31)

Una traducción inteligible es muy importante y es lo que se ha intentado con las versiones
adaptadas a Latinoamérica. Pero no basta. Necesitamos que nos inicien y nos guíen en la lectura
de la Biblia. O sea, que nos hagan entrar en el mundo de la Biblia, que fue escrita -sobre todo el
Antiguo Testamento- en épocas y ambientes tan distintos de los nuestros. Entonces, ¿será la
Biblia sólo para "iniciados"? Sí y no. No, si entendemos por "iniciados" a una minoría selecta
con muchos conocimientos intelectuales. Sí, si nos referimos a una iniciación por lo menos
elemental, semejante a la que se necesita para manejar un automóvil o desempeñarse en
cualquier trabajo.

De todos modos no se trata de oponer una lectura "científica" de la Biblia a otra llamada
"espiritual". Por supuesto, lo importante es en último término descubrir el mensaje siempre

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actual de la Biblia y su aplicación a nuestra vida: "¿Qué nos dice Dios aquí y ahora a través
de esos viejos textos de otros tiempos y lugares?".

Precisamente, para lograr esto como es debido, no queriendo hacer decir a la Biblia lo que
nosotros queremos que diga, se hace necesaria una suficiente iniciación. De lo contrario, los
textos de la Sagrada Escritura pueden confundirnos y hasta desconcertarnos. Incluso, pueden
llevarnos a conclusiones completamente gratuitas y fantasiosas, cuando no contrarias a la
verdadera fe. Es lo que sucede con algunas sectas tan extendidas en todas partes. A esta
finalidad responde este recorrido, que podrá servir de base tanto a la lectura personal de la
Biblia cuanto a la que se realiza en forma grupal.

Para leer y comentar:

Lucas 11, 27-28 Hechos 8, 26-40 Hebreos 4, 12 Santiago 1, 19-25

La Palabra habla sobre la Palabra:

“La hierba se seca, la flor se marchita, pero la Palabra de nuestro Dios permanece para
siempre" (Isaías 40, 8).

Recomendaciones:

"No deje nuestra alma de dedicarse a las Sagradas Escrituras, a la meditación y a la


oración, para que la Palabra de aquel que está presente en ellas sea siempre eficaz en
nosotros" (San Ambrosio s. IV).

La Palabra en el Concilio Vaticano II:

La "Palabra de Vida" por excelencia:

“El Concilio exhorta vehementemente a todos los fieles cristianos a que adquieran el
‘inapreciable conocimiento de Cristo Jesús’, con la lectura frecuente de las divinas
Escrituras” (Constitución sobre la Revelación divina, 25).

Cuestionario:

1. "Yo leo la Biblia, pero no la entiendo"

Hechos 8, 26-40
a) ¿Cuáles son, según el texto leído, los pasos del proceso de nuestro encuentro personal con
Jesucristo?
b) ¿Qué parte del texto proclamado coincide con una de las principales dificultades para leer la
Biblia?
c) ¿Qué estamos haciendo y qué podemos hacer nosotros para ayudar a los demás a superar
dicha dificultad?
d) ¿Cuáles son las principales razones para que leamos y fomentemos la lectura frecuente de la
Sagrada Escritura?

Para orar: Salmo 119(118), 1-8

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Oración final:

El "Libro" de tu Palabra es muy importante,


Señor, pero más lo es la "Palabra" contenida en
él, y a la vez que nos comprometemos
sinceramente a cumplirla,
queremos darte gracias de todo corazón,
porque hemos vuelto a leerla y comentarla,
porque tu Palabra nos convoca y nos alimenta,
porque tu Palabra nos purifica y nos ilumina,
porque tu Palabra nos vivifica y nos reconforta,
porque tu Palabra nos anima y nos alegra,
porque tu Palabra nos enriquece y nos consuela,
porque tu Palabra nos interpela y nos compromete,
porque tu Palabra nos juzga y nos salva. Amén.

2. “Palabra de Dios y palabra de los hombres”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

Dios nos habla de muchas y muy diversas maneras. Lo hace a través de la naturaleza, de los
acontecimientos y de nuestra conciencia. Pero su Palabra nos llega especialmente en los libros
bíblicos. Ahí se conserva su Palabra escrita. Es la Palabra del Padre celestial, que "sale al
encuentro de sus hijos y entabla conversación con ellos", según una feliz expresión del
Concilio Vaticano II. "Toda la Sagrada Escritura está inspirada por Dios", nos enseña el
Apóstol san Pablo. Y así lo reconocen numerosos textos de los mismos Libros Sagrados. De ahí
el valor excepcional que siempre se les dio tanto en el Pueblo de Israel cuanto en la Iglesia de
Jesucristo. Los Apóstoles basaron su predicación en los escritos del Antiguo testamento y el
mismo Jesús confirmó sus enseñanzas.

"Palabra de Dios", se nos dice después de proclamarse los textos de la Biblia en las
celebraciones litúrgicas. Y así debemos escucharlos y leerlos nosotros, "como lo que son
realmente: Como Palabra de Dios, que actúa en los que creen", según otra afirmación de
san Pablo. Sólo esos textos tienen a Dios por autor principal, y ningún otro escrito, por bueno
que sea, puede equipararse con ellos. Pero si bien la Biblia fue inspirada por Dios de una forma
única y exclusiva, eso no significa que haya caído del cielo. A fuerza de repetir que ella contiene
la Palabra de Dios, existe el riesgo de olvidar que fue escrita por hombres diferentes y a lo largo
de muchos siglos. A la vez que un Libro "divino", la Biblia es un Libro "humano". El Espíritu
Santo inspiró a los autores sagrados, pero no para que fueran simples taquígrafos de lo que Él
les dictaba. Al contrario, se valió de ellos como instrumentos vivos y conscientes, respetando la
personalidad de cada uno, el idioma que hablaban y su originalidad literaria. Por lo tanto, cada
uno de ellos dejó en sus escritos un sello propio y un matiz particular.

De hecho, los Libros inspirados fueron compuestos originariamente en diversas lenguas. A saber,
el hebreo, la lengua semita que los israelitas encontraron en la Tierra prometida; el arameo, que

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llegó a ser la lengua del pueblo; y el griego hablado comúnmente en la época de Jesús. En esta
lengua se escribió todo el Nuevo Testamento y dos Libros del Antiguo. La mayor parte del
Antiguo, en cambio, fue escrita en hebreo, y sólo unas pocas partes en arameo. Un ejemplo
puede aclarar esto. El que ejecuta una obra musical está condicionado por las características del
instrumento utilizado. También Dios condicionó su Palabra a los que Él eligió para escribirla. Una
adecuada lectura de la Biblia exige que se tenga bien presente esta realidad sin que eso
oscurezca el sello divino que está presente en cada una de sus páginas. La Biblia es Palabra de
Dios "escrita" por los hombres y palabra de los hombres "inspirada" por Dios.

El Concilio Vaticano II lo expresa de una manera sumamente elocuente: "Las palabras de


Dios, al ser expresadas por lenguas humanas, se hicieron semejantes a la manera
humana de hablar, así como un día la Palabra del eterno Padre se hizo semejante a los
hombres, asumiendo la carne de la debilidad humana" (Constitución sobre la Revelación
divina, 13). Por más que cueste comprenderlo, los cristianos aceptamos que, al hacerse hombre
en Jesucristo, Dios se haya sometido a todas las limitaciones propias de la naturaleza humana.
¿Por qué no vamos a aceptar también que Dios se haya valido de las limitaciones e
imperfecciones del lenguaje humano para transmitirnos su mensaje divino? En el fondo, se trata
del misterio de la "humanidad" de Dios que quiso salvar a los seres humanos "poniéndose a
su altura".

Para leer y comentar:

1Macabeos 12, 9 Filipenses 2, 5-11

2Timoteo 3, 14 – 4, 2 2 Pedro 1, 19-21; 3, 15-16

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber
empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al
sembrador y el pan al que come, así sucede con la Palabra que sale de mi boca: Ella no
vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le
encomendé" (Isaías 55, 10-11).

Recomendaciones:

"Cultivemos nuestra inteligencia mediante la lectura de los libros Santos: Que nuestra
alma encuentre en ellos su alimento diario. ¿Cómo podríamos vivir Sin la ciencia de las
Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer a Cristo, que es la vida de los
fieles? Nos alimentamos con la Carne de Cristo y bebemos su Sangre no solamente en
el misterio de la Misa, sino también leyendo las Escrituras... Todo cuanto leemos en los
Libros Santos brilla y resplandece aún en su corteza, pero hay más dulzura todavía en
su pulpa. El que quiere comer la almendra debe romper la nuez" (San Jerónimo s. IV).

La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La Iglesia siempre ha tenido y tiene las Sagradas Escrituras juntamente con la
Tradición, como la regla suprema de su fe, ya que, inspiradas por Dios y consignadas
por escrito de una vez para siempre, ellas comunican inmutablemente la Palabra del
mismo Dios” (Constitución sobre la Revelación divina, 21).

Cuestionario:

52
2. Palabra de Dios y palabra de los hombres

2Timoteo 3, 14 – 4, 2

a) ¿A qué Testamento se refiere san Pablo cuando habla a Timoteo de las Sagradas Escrituras, y
qué consecuencia podemos sacar de esto?
b) ¿Cómo no debe y cómo debe entenderse la inspiración de Dios dentro de los textos de la
Biblia?
c) ¿Cómo se puede percibir y en qué textos se pone más de manifiesto el carácter humano de la
Escritura?
d) ¿Qué comparaciones conviene utilizar para dar a entender cómo lo humano condiciona lo
divino en la Biblia?

Para orar: Salmo 119(118), 9-16

Oración final: Página Nº 50

3. “Jesucristo, centro de toda la Escritura”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

Como todos sabemos y más adelante lo vamos a analizar mejor, para los cristianos, la Biblia
consta de dos grandes partes, que llamamos el Antiguo y el Nuevo Testamento. Y también
sabemos que la línea divisoria entre ambos es Jesucristo: Con ÉL, en efecto, se inicia el
Nuevo Testamento. Sin duda es así, pero esto no significa que Jesucristo no tiene mucho que
ver con el Antiguo o que está al margen de él. Pensar de esta manera -como sucede a veces
inconscientemente- sería un gravísimo error.

La Biblia es una sola. Es como una planta que hunde sus raíces en el Antiguo Testamento y
florece en el Nuevo. Y las dos partes que la componen encuentran su unidad en Jesucristo. ÉL es
la clave que nos permite descifrar su sentido más profundo. "Toda la Biblia gira alrededor de
Jesucristo: El Antiguo Testamento lo considera como su esperanza, el Nuevo como su
modelo, y ambos como su centro". Esta expresión de Pascal -matemático, físico y filósofo del
siglo XVII- resume muy bien el lugar de Jesucristo dentro de la Escritura.

Por eso, cuando san Jerónimo -el gran traductor de la Biblia a la lengua latina en el siglo IV-
afirmaba que "ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo", no se refería solamente a los
Libros inspirados por Dios después de su venida, como son los Evangelios y el resto de los
escritos apostólicos. Lo que quiere decirnos es que tampoco se puede conocer debidamente a
Jesucristo si se desconoce lo que está contenido en los Libros Sagrados anteriores a ÉL.

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Jesús fue llamado "el profeta de Nazareth" y lo es de verdad. Pero no como uno más entre
los tantos que Dios envió a su Pueblo "en muchas ocasiones y de diversas maneras". Él es
el Profeta en quien se cumplen todas las profecías. Más aún, lejos de ser el mero transmisor de
una palabra que se le había confiado, ÉL es la palabra en persona. La Palabra única y definitiva,
la "última" Palabra con la que Dios nos dice lo que antes había dicho con muchas palabras. Más
aún, el Apóstol san Pedro llega a decirnos en una de sus Cartas que era "el Espíritu de
Jesucristo el que estaba presente en los profetas" del Antiguo Testamento, inspirándolos e
iluminándolos. Lo que equivale a reconocer que Jesucristo es por igual el gran "protagonista",
tanto del Antiguo cuanto del Nuevo Testamento. Con razón, entonces, ÉL desafiaba a sus
adversarios, diciéndoles: "Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan
encontrar Vida eterna: Ellas dan testimonio de mí".

Así se explica que el Señor haya dicho: "Es necesario que se cumpla todo lo que está
escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos", o sea, en todo lo que
es para nosotros el Antiguo Testamento. El Evangelio pone esta advertencia en labios de Jesús
resucitado, y agrega: "Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender
las Escrituras". También leemos en otra parte del Evangelio que, cuando Jesús resucitó, sus
discípulos "creyeron en la Escritura". No es de extrañar, en consecuencia que uno de los
Documentos del Concilio Vaticano II declare que "cuando se lee en la Iglesia la Sagrada
Escritura es el mismo Jesucristo quien nos habla". El mismo Jesucristo por boca de Moisés
de Isaías o de cualquiera de los escritores sagrados. De ahí que los autores de los Evangelios
hayan releído el Antiguo Testamento buscando y encontrando en él a Jesucristo, como lo
recordaremos al tratar sobre los diversos "sentidos" de la Biblia. Por algo solía decirse
antiguamente que "la Ley llevaba a Jesucristo en su seno".

A la luz de Jesucristo todo se aclara y hasta los textos más oscuros y aparentemente menos
importantes de la Biblia, adquieren una nueva e inesperada dimensión. Con razón decimos en
cada Vigilia Pascual: "Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. A ÉL pertenece el
tiempo y la eternidad. A ÉL sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos". Es
fundamental que tratemos de familiarizarnos con esta idea. Sólo así podremos sacarle a la Biblia
"todo el jugo" posible. Y esta es, por otra parte, la única forma de leerla "cristianamente".

Para leer y comentar:

Lucas 24, 13-35 Juan 1, 35-51

Lucas 24, 36-48 Juan 5, 39-47

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican" (Lucas 11, 28).

Recomendaciones:

"Tanto más fuerte es el aroma que expanden los perfumes, cuanto más se los frota
entre los dedos. Así sucede también con la frecuentación de las Escrituras. Cuanto más
familiares llegan a sernos, más se revela el tesoro que esconden y más se logra
aprovechar el fruto de sus inefables riquezas" (San Juan Crisóstomo, s. IV).

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La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La Iglesia siempre ha venerado las Sagradas Escrituras como el mismo Cuerpo de
Cristo, porque, sobre todo, en la liturgia, no deja de alimentarse con el Pan de Vida y
de distribuirlo a los fieles, tomándolo de la Mesa, tanto de la Palabra de Dios como del
Cuerpo de Cristo” (Constitución sobre la Revelación divina, 21).

Cuestionario:

3. Jesucristo, centro de toda la Escritura

Lucas 24, 13-35

a) ¿En qué parte del texto se afirma explícitamente que Jesucristo es el centro de toda la
Escritura?
b) ¿En qué forma la Ley de Moisés y los Profetas se refieren a Jesucristo: Sólo en algunos textos
determinados o en su conjunto?
c) ¿Qué otros textos, aparte del que leímos hoy, nos presentan a Jesucristo como centro de toda
la Biblia?
d) ¿Cómo reconocemos que en Jesucristo se cumple el Antiguo Testamento: Por la evidencia
absoluta o mediante la fe?

Para orar: Salmo 119(118), 17-24

Oración final: Página Nº 50

4. “La Biblia es un libro y una biblioteca”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

La Biblia es un Libro. El Libro de los libros. El Libro "del Dios del Pueblo" y "del Pueblo de
Dios". Pero lo que ahora se publica en un volumen fue primero una serie de textos agrupados
poco a poco en razón de un común denominador, a saber, su origen divino. La misma palabra
"Biblia" significa "los libros". De ahí que sea, a la vez, un "Libro" y una "Biblioteca"
sagrada. El total de los escritos bíblicos es de 73: 46 del Antiguo Testamento y 27 del
Nuevo. Su común denominador no impide que exista entre ellos -como en toda biblioteca- una
gran variedad. Allí encontramos relatos históricos, narraciones folklóricas, códigos legislativos,
oraciones de diferentes clases, oráculos proféticos, poemas de amor, parábolas, refranes, cartas
y listas genealógicas.

Se equivocaría completamente el que pensara encontrar en la Biblia lo que suele llamarse un


libro "piadoso". Ciertamente lo es, pero no de la manera que muchos se imaginan. En ella está
contenida la "Historia de la Salvación". Y esa Historia abarca muchas cosas, como la vida de
cada uno y de toda la humanidad. De hecho, Dios quiso hablarnos "así". Y "así" se fue
revelando a la humanidad y nos reveló su designio misericordioso de amor.

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En la Biblia no debemos atenernos siempre estrictamente a la letra de lo que está escrito. Es
indispensable comenzar por averiguar cuál es el estilo o el género literario empleado en cada
uno de sus Libros o en las diversas partes de ellos para transmitirnos la Palabra de Dios. A
algunos esto los puede desconcertar o confundir un poco, pero sólo así se puede descubrir el
verdadero alcance de esa Palabra.

Todos sabemos que un mismo hecho se narra de diferentes maneras, dentro de un círculo de
amigos o frente a un tribunal. También sabemos que aún dentro del estilo epistolar, no es lo
mismo una carta familiar que otra de carácter comercial. Lo mismo sucede en la Biblia. ¿Por qué
vamos a entender literalmente el relato de la creación del mundo como si se tratara de un
informe científico? ¿Y por qué nos vamos a extrañar de que a veces tal o cual acontecimiento se
relate de maneras aparentemente contradictorias en uno u otro pasaje bíblico?

En este último caso, podemos preguntarnos cuál de esos relatos es el "exacto". En realidad lo
son todos y no lo es ninguno del todo. Sin embargo, todos son "verdaderos". Cada uno, en
efecto, pone de relieve un aspecto de la verdad. ¿Acaso la verdad en sí misma no suele ser
compleja y casi imposible de abarcar desde un solo ángulo? Como a las montañas, no se la
puede conocer desde una sola ladera.

De este modo, podremos manejarnos correctamente en el "mundo" de la Biblia. Podremos


conocerla y, sobre todo amarla verdaderamente. En efecto, el deseo de la Iglesia y el objeto de
toda iniciación bíblica es que se logre "aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura,
atestiguado por la venerable tradición de los ritos litúrgicos, tanto orientales como
occidentales". Así afirma el Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Liturgia, 24. Sí,
debemos "amar" la Biblia, como se ama la voz de una persona muy querida. Pero ya sabemos
que para llegar a amar de verdad a alguien es necesario aceptarlo con sus virtudes y sus
defectos, con sus valores y sus limitaciones. También para amar la Biblia hay que comenzar por
no idealizarla, queriendo que sea como nosotros desearíamos que fuera: Es preciso aceptarla
"tal cual es". Y cuanto más la "amemos", más y mejor la "entenderemos".

Para leer y comentar:

La primera numeración que se usará en los salmos es la original hebrea y entre paréntesis, la
numeración grecolatina que es la que usa la Iglesia en la liturgia.

Éxodo 14,15 Sal 66(65), 5-6; 78(77), 12-14; 114(113); 136(135), 13-15

Nehemías 9, 9-12 Sabiduría 10, 15-21

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a
fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Sagradas Escrituras,
mantengamos la esperanza" (Romanos 15, 4).

Recomendaciones:

"Habiéndote enviado el Señor del cielo sus Cartas, ¿cómo te descuidas en leerlas y no
manifiestas ardor y rapidez en saber lo que ellas contienen?" (San Gregorio, s. VII).

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La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La verdad se propone y expresa en la Sagrada Escritura de diversas y variadas


maneras, según se trate de textos históricos -con diferentes grados de historicidad-
proféticos o poéticos, o de otras formas de hablar. De ahí que la Escritura deba leerse
e interpretarse con el mismo Espíritu con que se escribió” (Constitución sobre la
Revelación divina, 12).

Cuestionario:

4. La Biblia es un Libro y una Biblioteca

Éxodo 15, 1-21

a) ¿A qué género literario pertenece este texto del Éxodo, y cómo incide ese género en la
comprensión del texto?
b ¿A qué géneros pertenecen los libros de los Reyes, Jeremías, los Salmos, Jonás, Cantar de los
Cantares y Daniel?
c) ¿Que géneros literarios encontramos en los libros del Nuevo Testamento y cuáles son los más
conocidos?
d) ¿Hay diferencia entre lo "exacto" y lo "verdadero", o bien, para que algo sea "verdadero"
tiene que ser "exacto"?

Para orar: Salmo 119(118), 25-32

Oración final: Página Nº 50

5. “Cómo nació y se formó la Biblia”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

Uno de los géneros literarios más conocidos del Antiguo Testamento es el "histórico", hasta el
punto que todo el Antiguo Testamento se concibió como una "Historia Sagrada". De hecho las
dos principales obras literarias articuladas de la Biblia - y no meras recopilaciones de obras
independientes- son dos obras "históricas": La "deuteronómica" (Josué, Jueces, Samuel y
Reyes) y la del "Cronista" (Crónicas, Esdras y Nehemías).

También la obra literaria de mayor importancia y la más antigua o sea los textos de la tradición
llamada "yahvista" -porque en ella se designa a Dios con el nombre de "Yahvé"- es una obra
"histórica". Eso no quiere decir que todo lo que se narra en ella sea "histórico". Al contrario,
contiene los famosos relatos de la creación del mundo y del ser humano, que sirven de
introducción a la historia auténtica a la manera de "mitos" que expresan lo que nunca fue y
“siempre es".

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Más aún, cuando se habla del género "histórico" de estas obras literarias de la Biblia, no se
debe entender dicha expresión en el sentido que se le da actualmente. Lo que pretenden esos
textos no es simplemente relatar las cosas que sucedieron en otra época. Las exposiciones
históricas más importantes de la Biblia tienen otra finalidad. Son escritos aleccionadores y
programáticos, que muestran más bien lo que hay que hacer "ahora". El pasado se narra para
que pueda pensarse en los errores que hay que evitar y en las medidas que se deben adoptar:
Es una "historia profética". Desde luego a través de esta gran obra histórica del Antiguo
Testamento nos han llegado muchas noticias del pasado, pero el propósito del autor no era tanto
este sino más bien ofrecer un "programa" de gobierno y de reformas.

Esto se nota sobre todo en la obra del "Cronista", cuyo propósito era poner de relieve que la
misión esencial de la comunidad religiosa de Israel consistía en dar gloria a Dios en el Templo de
Jerusalén. En el fondo, la obra del Cronista es una "reinterpretación" de la historia de Israel.
Sin embargo, no todos los escritos "históricos" del Antiguo Testamento tienen este objetivo
"programático". Otros intentan mostrar cómo se ha llegado a una determinada institución o
situación discutible del presente por ejemplo, cómo Salomón llegó a ser el legítimo sucesor de
David. Este tipo de escritos están mucho más cerca del estilo actual de los libros de historia y
sirven de fuentes muy valiosas para el historiador. De todas maneras, la Biblia contiene y es una
"historia sagrada" en el sentido más profundo de la palabra: Es la "Historia de la
Salvación", la historia de la fidelidad de Dios más allá de las infidelidades de los seres
humanos.

Otro de los géneros literarios de la Biblia es el de los relatos "didácticos" o "doctrinales" con
apariencias históricas, entre los que se destacan los libros de Tobías, Judit y Ester. Estos tres
Libros pueden considerarse una especie de "novelas históricas", cuya finalidad era levantar el
ánimo de Israel en los momentos de desaliento y cuando el pueblo estaba más expuesto a
dejarse arrastrar por el paganismo circundante. En el Nuevo Testamento lo que más se asemeja
a estos relatos doctrinales son las célebres "parábolas" que, junto con las fábulas, también se
encuentran en el Antiguo Testamento, diseminadas en varios de sus Libros.

Otro caso de relato "doctrinal" es el 2do. libro de los Macabeos, con la diferencia de que su
autor no lo compuso sobre la base de alusiones bíblicas como las anteriores, sino de extractos
de una obra histórica que se perdió. A estos géneros, hay que agregar el de los "oráculos
proféticos" -iniciados casi siempre con la expresión: "Así habla el Señor"- que no sólo se
encuentran en las colecciones proféticas sino también en otros Libros, incluidos los Salmos.

También encontramos en la Biblia el género "apocalíptico", muy extendido entre los judíos
desde el siglo II a.C. hasta el II d.C. Se caracteriza por sus "revelaciones", sobre todo acerca
del porvenir, y en él abundan las visiones simbólicas, las alegorías enigmáticas, las imágenes
sorprendentes y las especulaciones numéricas. Su aparición se explica por las duras condiciones
de vida del Judaísmo tardío, que despertaron un gran anhelo de tiempos mejores y de liberación
nacional. El prototipo de este género literario en el Antiguo Testamento es el libro de Daniel, así
como en el Nuevo Testamento lo es el célebre Apocalipsis.

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Otros géneros literarios de la Biblia son el "proverbial" (Proverbios), el de los "poemas
didácticos" (Sabiduría), el de los "diálogos sapienciales" (Job), el de las "súplicas
individuales o colectivas" (Salmos), el de los "Himnos" Salmos. Aclaremos que en un mismo
Libro se mezclan a veces diversos géneros literarios, y tengamos en cuenta que un mismo hecho
puede ser narrado con diversos géneros literarios. Un ejemplo de esto es lo que sucede con el
"Oráculo profético" de 2 Samuel 7, 4-17, que está en el origen de la esperanza mesiánica de
Israel y tiene un hermoso paralelo poético en Salmos 89(88), 20-38.

ORIGEN

Los orígenes de la Biblia se encuentran en las "tradiciones orales", transmitidas de padres a


hijos. Estas, a falta de escritura, tenían antiguamente mucha más vigencia que en la actualidad.
Las primeras de esas tradiciones se remontan al tiempo de Moisés, 13 siglos antes de Jesucristo.
En cuanto a los primeros textos escritos, datan del siglo XI, o sea, de la época del rey David. A
partir de entonces, se fue "haciendo" la Biblia. Para los judíos -que sólo tienen lo que nosotros
llamamos el Antiguo Testamento- ella quedó terminada dos siglos antes de Jesucristo. Para los
cristianos, en cambio, a fines del siglo I de nuestra era, con el último libro del Nuevo
Testamento. La composición de la Biblia abarca, por lo tanto, nada menos que un milenio, y
ninguno de sus autores sabía que estaba escribiendo la Biblia.

El Pueblo israelita, primero, y luego, la Iglesia reconocieron que esos escritos -entre muchos
otros también de carácter religioso- habían sido inspirados por Dios para manifestarse a los
seres humanos a través de ellos. Pero esto tampoco ocurrió de golpe sino progresivamente. Sólo
después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los judíos completaron su lista -lo que se
llama el "canon"- de Libros Sagrados. Y la Iglesia terminó de hacer lo propio en el curso del
siglo IV.

ES UNA SOLA BIBLIA

La Biblia es una sola, pero del Antiguo Testamento existe una versión hebrea y otra griega. La
segunda fue elaborada en la ciudad de Alejandría, en Egipto, unos doscientos años antes de
Jesucristo, para uso de los judíos que habitaban fuera de Palestina. En esta versión griega hay 7
libros y algunos fragmentos de otros dos que no fueron reconocidos como "inspirados" por los
judíos de Palestina. Estos Libros que no entraron en el canon hebreo son Judit, Tobías, 1ro. y
2do. de los Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc, incluida la Carta de Jeremías. A ellos hay
que agregar una parte del libro de Ester y otra del libro de Daniel. La razón para no admitirlos es
que algunos de ellos habían sido escritos originariamente en griego y de otros sólo se
conservaba la traducción en esa lengua. Tampoco los protestantes los aceptan. La Iglesia
Católica, en cambio, los incluye con el nombre de "deuterocanónicos", o sea, "reconocidos
en segundo término".

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¿Y en qué orden se escribió la Biblia?

Ciertamente, no en el que figura actualmente. Así, por ejemplo, los cinco primeros Libros que
ahora la encabezan sólo adquirieron su forma definitiva en el siglo V antes de Jesucristo, cuando
ya existían muchos otros del Antiguo Testamento. Y antes de que se escribieran los Evangelios,
ya habían aparecido varias Cartas apostólicas. Sólo el Apocalipsis sigue un orden cronológico: Es
el que cierra la Biblia y, a la vez, el último que se escribió.

También varía el orden actual de ubicación de los Libros del Antiguo Testamento. En la mayor
parte de las versiones se sigue el orden de la Biblia griega, que los ubica dentro de cuatro
partes, a saber, el Pentateuco, los Libros históricos, los libros proféticos y los libros poéticos y
sapienciales. Otras versiones siguen el orden de la Biblia hebrea, que contiene tres partes: La
Ley, los Profetas y los demás Escritos.

En cuanto a los originales de la Biblia, se perdieron hace mucho tiempo, lo mismo que los
originales de los grandes escritores de la antigüedad. Las copias más antiguas de casi toda la
Biblia griega datan de los siglos IV al V de nuestra era. De la Biblia hebrea completa, los
manuscritos más antiguos son de los siglos IX al XI. Pero entre los años 1947 y 1957 se
descubrieron cerca del Mar Muerto, 600 fragmentos del Antiguo Testamento que datan de la
época de Jesús. Y del Nuevo Testamento también se conservan algunos fragmentos bastante
cercanos a la época en que fueron escritos.

Para leer y comentar:

Eclesiástico: Prólogo

Mateo 5, 17; 11, 13; 22, 40

Lucas 16, 16; 24, 27.44

Juan 1, 45; Hechos 24, 14; 26, 22

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Tomen la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Efesios 6, 17).

Recomendaciones:

"Te ruego encarecidamente que te dediques en Primer lugar a la lectura de los Libros
Sagrados, en los que creemos encontrar la Vida eterna" (San Beda el Venerable, s. VIII).

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La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La Iglesia, instruida por el Espíritu Santo se esfuerza por acercarse cada vez más a
una mayor comprensión de las Sagradas Escrituras para poder alimentar
continuamente a sus hijos con las enseñanzas divinas” (Constitución sobre la Revelación
divina, 23).

Cuestionario:

5. Cómo nació y se formó la Biblia

Prólogo del Eclesiástico

a) ¿Qué se desprende de este Prólogo del Eclesiástico en relación con los dos ordenamientos
posibles de los libros del Antiguo Testamento?
b) ¿Qué valor tienen y cuales son las ventajas o desventajas de cada uno de estos
ordenamientos?
c) ¿Cuáles son los Libros "deuterocanónicos" y por qué las Iglesias evangélicas no los
reconocen como inspirados?
d) ¿Cuándo el Judaísmo y la Iglesia terminaron de definir el elenco ("canon") de los Libros
inspirados?

Para orar: Salmo 119(118), 33-40

Oración final: Página Nº 50

6. “Del Antiguo al Nuevo Testamento”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

CRONOLOGÍA DE LOS ESCRITOS DE LA BIBLIA:

Antiguo Testamento: Desde el Siglo X antes de Cristo.

Primeros textos del futuro Pentateuco, Proverbios 10, 1 – 22, 16: Siglo VIII A.C.

Amós, Oseas, Isaías I, Miqueas: Siglo VII A.C.

Primera redacción de los Libros "históricos", Jeremías: Siglo VI A.C.

Ezequiel, Isaías II y III, Redacción definitiva de los Libros "históricos": Siglo V-IV A.C.

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Pentateuco definitivo, Job, Proverbios definitivo: Siglo IV-III A.C.

Tobías, Cantar de los Cantares, Eclesiastés: Siglo II A.C.

Ester, Judit, Eclesiástico, Macabeos: Siglo I A.C.

Sabiduría: Siglo X-III A.C.

Salmos (muchos y recopilación definitiva): Siglo V A.C.

Nuevo Testamento:

Cartas a los Tesalonicenses: Año 51.

Cartas a los Romanos, Corintios y Gálatas, Carta de Santiago: Años 56-58.

Cartas a los Colosenses y Efesios: Años 61-63.

Primera Carta de Pedro: Hacia el año 64.

Evangelio según san Marcos: Años 65-70.

Carta a los Hebreos: Año 67.

Evangelios según san Mateo y san Lucas, Hechos de los Apóstoles: Hacia el año 80.

Evangelio según san Juan y Cartas de Juan, Apocalipsis: Hacia el año 95.

Biblia griega:

Casi completa (Antiguo y Nuevo Testamento): Siglos IV-V.

Códices Sinaítico - Vaticano – Alejandrino:

Fragmentos más o menos largos del Nuevo Testamento:


- 72 papiros: Siglo III.

- Juan 18, 31-33. 37-38: Siglo II (1ra. mitad).

- Citas de los Padres y Leccionarios:

Biblia hebrea Completa (Antiguo Testamento), Códice de Leningrado: Siglo XI.

Códices de Siria y de Egipto: Siglos IX y X.

600 fragmentos de todos los Libros, menos Ester: Siglo I (1ra. mitad).

Isaías: Siglo II A.C.

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Con mucha frecuencia, se oye aplicar la palabra Biblia nada más que a los escritos del Antiguo
Testamento. Desde luego eso es perfectamente correcto para los creyentes del Pueblo de la
primera Alianza pero no para los que pertenecemos al Pueblo de la Nueva Alianza. También los
escritos nacidos en el seno del Cristianismo forman parte de la Biblia. Hacemos "nuestro" el
Antiguo Testamento pero a la vez lo completamos con el Nuevo.

Por supuesto los primeros creyentes no tenían otra Biblia que los Libros Sagrados del Judaísmo,
leídos e interpretados a la luz de la fe en Jesucristo resucitado. Esa fe no se basaba en
testimonios escritos sino en la predicación apostólica cuyo núcleo central era el Misterio Pascual
del Señor. Con todo, la transmisión oral del mensaje cristiano pronto resultó insuficiente para
satisfacer las necesidades de una Iglesia en rápida expansión. De hecho el Apóstol Pablo tuvo
que redactar varias Cartas para mantenerse en contacto con las Comunidades fundadas por él. Y
a medida que iban muriendo los que habían conocido al Señor, se hizo más urgente recoger por
escrito su mensaje. Es así como fueron apareciendo los primeros textos que con el tiempo serían
oficialmente reconocidos como inspirados por Dios lo mismo que los textos del Antiguo
Testamento.

CUATRO EVANGELIOS Y UN SOLO EVANGELIO

Entre los escritos cristianos de la Biblia sobresalen los llamados Evangelios. Como es sabido,
Jesús no dejó ningún escrito personal. En cambio el recuerdo de su palabra y de sus obras
permaneció vivo en la memoria de los que lo habían visto y oído. Y ese recuerdo difundido de
boca en boca fue tomando forma progresivamente dentro de las primeras comunidades, sobre
todo con ocasión de las celebraciones cultuales y de la catequesis a los recién bautizados.
Fueron cuatro los discípulos que recopilaron los dichos y hechos del Señor y en base de ellos
redactaron sus respectivos Evangelios. Los tres primeros -el del Apóstol Mateo, el de Marcos
intérprete de san Pedro y el de Lucas, compañero de viaje de san Pablo- siguen un esquema
más o menos semejante y tienen muchas coincidencias entre sí. El cuarto en cambio -atribuido
al Apóstol Juan- difiere considerablemente de los otros tanto por su forma cuanto por su
contenido. Sin embargo los "cuatro" Evangelios no son en el fondo más que "un" solo
Evangelio. Es decir una sola Buena Noticia -este es el significado de la palabra "Evangelio"- la
más "buena" y la más "noticia". La Buena Noticia de Jesucristo, expresada "según" cada uno
de los que la escribieron. Reducir los Evangelios a simples "vidas" de Jesús, o a un conjunto de
relatos más o menos interesantes, es empobrecerlos y perder de vista su contenido más
profundo

LA BUENA NOTICIA ANTICIPADA Y CUMPLIDA

Y si bien a partir del siglo II, el nombre de Evangelio se reservó a estos cuatro escritos, todo el
resto del Nuevo Testamento merece este mismo título. También los Hechos, las Cartas
apostólicas y el Apocalipsis son verdadero "Evangelio". También ellos contienen la "Buena
Noticia, en la que hemos creído y por la que somos salvados", según la expresión de san
Pablo. ¿Y por qué no dar igualmente este nombre a los Libros del Antiguo Testamento? ¿Acaso
todos ellos no anticipan el Evangelio cristiano? Al incluir entre los Libros Sagrados sus propios
escritos que ahora constituyen el Libro de la Nueva Alianza o Nuevo Testamento, la Iglesia no
pretendió sustituir un Testamento por otro. Entre ambos no hay "ruptura", sino
"continuidad". Para expresarla, el arte cristiano representó alguna vez a los cuatro grandes
"profetas" del Antiguo Testamento llevando sobre sus espaldas a los cuatro evangelistas. A
veces, lo "nuevo" desplaza lo "antiguo".

63
CARACTERÍSTICAS DE LOS CUATRO EVANGELIOS:

MARCOS:

Compuesto entre los años 65 y 70, y el más breve- fue escrito para los cristianos venidos del
paganismo. Tras los pasos de Jesús, quiere llevarnos a descubrir gradualmente que Él es el
Mesías y el hijo de Dios. La primera parte (caps. 1-8) nos lleva a interrogarnos sobre la
identidad de Jesús a través de sus milagros y enseñanzas. Así podemos proclamar con Pedro al
final de esta parte: "Tú eres el Mesías" (8, 29). En la segunda parte (caps. 9-16) nos
encaminamos con Él hacia la Pasión, comprendiendo que seguir a Jesucristo significa hacerlo por
el camino de la Cruz. A diferencia de Mateo, Marcos se interesa más por las acciones que por las
palabras del Señor, y pone especialmente de relieve su humanidad.

MATEO:

Compuesto hacia el año 80, está dirigido a los cristianos venidos del Judaísmo. Quiere demostrar
por medio de las antiguas Escrituras que Jesús es el Mesías esperado por Israel. Este evangelista
reúne su material en siete libros: Un prólogo con los relatos de la infancia del Señor (caps.
1-2), un epílogo con los acontecimientos pascuales (caps. 26-28) y cinco secciones
intermedias. En estas últimas se agrupan otros tantos discursos del Señor, donde ÉL aparece
como el nuevo Moisés, que lleva a su plenitud la Ley de la Antigua Alianza. El tema central de
estos discursos, precedidos cada uno de una parte narrativa, es el Reino de Dios, al que Mateo
llama ordinariamente Reino "de los Cielos".

LUCAS:

Compuesto también hacia el año 80, es el Evangelio de la misión a los paganos, a la vez que el
de la misericordia y el perdón. Todos sin distinción son invitados a participar del Reino anunciado
e iniciado por Jesús. Esta Salvación universal crea un clima de alabanza y alegría, y en ella el
Espíritu Santo ocupa un lugar fundamental. Además, Jerusalén aparece como el lugar en el que
se realiza la Salvación. Todo comienza y termina en el Templo, y más de la mitad del Evangelio
-desde 9, 51 hasta el final- es un largo viaje hacia la Ciudad santa donde el Señor culmina su
obra salvadora. También el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es la continuación de este
Evangelio, sitúa en Jerusalén la venida del Espíritu y el punto de partida de la acción
evangelizadora.

JUAN:

Compuesto hacia el año 95- no sigue el mismo esquema que los tres Evangelios anteriores y
supone una reflexión mucho más desarrollada sobre el misterio de la persona y la misión de
Jesucristo. Este Evangelio comienza remontándose al origen divino del Señor, a quien presenta
como la Palabra de Dios que existía eternamente y "se hizo carne" en el tiempo. La primera
parte (caps. 1-12) gira alrededor de "siete" signos -los milagros- que dejan traslucir aquel
misterio, a través de los discursos explicativos que los acompañan. La segunda parte (caps. 13-
21) nos pone ante la "hora" de Jesús, a la que Él mismo hizo varias veces referencia a lo largo
de su actividad pública, la "hora" en que debía manifestarse su "gloria" por medio de la
muerte.

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Para leer y comentar:

Hebreos 1, 1-2 Lucas 1, 1-4 Hechos 10, 36-43 1Pedro 1, 10-12

La Palabra habla sobre la Palabra:

"No cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les
predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es
realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen"
(1 Tesalonicenses 2, 13).

Recomendaciones:

“Señor, ¿quién es capaz de comprender toda la riqueza de una sola de tus palabras? Es
más lo que dejamos que lo que captamos, como los sedientos que beben de un
manantial. Las perspectivas de la Palabra de Dios son numerosas, según las
posibilidades de los que la estudian. El Señor ha pintado su Palabra con diferentes
colores, para que cada discípulo pueda contemplar lo que le agrada. Encerró en su
Palabra muchos tesoros, para que cada uno de nosotros al meditarla, encuentre una
riqueza. El que alcanza una parte del tesoro no crea que esa Palabra contiene sólo lo
que él encontró, sino piense que él únicamente encontró una parte de lo mucho que
ella encierra. Enriquecido por la Palabra, no crea que esta se ha empobrecido, sino que
viendo, que no ha podido captar todo, dé gracias a causa de su gran riqueza. Alégrate
de haber sido vencido, y no te entristezcas de que te haya superado. El sediento se
alegra cuando bebe, y no se entristece porque no puede agotar el manantial, porque si
tu sed se sacia antes de que se agote el manantial, cuando vuelvas a tener sed podrás
beber nuevamente de él; si, por el contrario una vez saciada tu sed, el manantial se
secara, tu victoria se convertiría en un mal para ti. Da gracias por lo que recibiste, y no
te pongas triste por lo que queda y sobreabunda. Lo que recibiste, lo que a ti te tocó,
es tu parte; pero lo que queda es tu herencia. Lo que a causa de tu debilidad no puedes
recibir ahora, lo podrás recibir, si perseveras, en otros momentos. No intentes beber
avaramente de una sola vez lo que no se puede beber de una sola vez, ni renuncies por
negligencia a lo que podrás beber poco a poco” (San Efrén, s. IV, Diácono y Doctor de la
Iglesia).

La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“Dios inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que
el Nuevo está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo” (Constitución
sobre la Revelación divina, 16).

65
Cuestionario:

6. Del Antiguo al Nuevo Testamento

Hebreos 1,1-4

a) ¿Podemos afirmar, según el texto leído, que existe continuidad o bien ruptura entre los libros
de ambos Testamentos?
b) ¿Cómo fueron naciendo y cuáles son los primeros textos que llegaron a constituir el Nuevo
Testamento?
c) ¿Cuáles son las características comunes de los tres primeros Evangelios y las propias de cada
uno, y en qué se diferencian del de Juan?
d) ¿Cuál es el anuncio central de la predicación de Jesús y el de la Iglesia primitiva
("Kerigma"), qué relación hay entre ellos?

Para orar: Salmo 119(118), 41-48

Oración final: Página Nº 50

7. “Los diversos sentidos de la Biblia”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

DIOS NO SE ATA A LA LETRA:

Según un gran estudioso de la Biblia, estrictamente hablando, en el Antiguo Testamento no


habría más que dos "sentidos": El "literal" y el llamado "típico", "figurativo" o
"cristológico". Éste consiste en considerar a los personajes centrales -Adán, Noé, los
Patriarcas, Moisés, David, los Profetas- y los hechos fundamentales de la historia bíblica -el
Diluvio, el llamado de Dios a Abraham, el paso del Mar Rojo, la Alianza del Sinaí- como "tipos"
o "figuras" de Jesucristo y de su obra salvadora. Es lo que se hace en numerosos Pasajes del
Nuevo Testamento. Y aún sin apartarse del sentido "literal", Dios puede decirnos mucho más
de lo que dice la "letra". Un ejemplo característico de este sentido "más pleno" o "implícito"
es el del oráculo de Isaías: "La joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará
con el nombre de Emanuel". En su sentido "literal" histórico, este texto se refiere al
nacimiento del hijo de un rey de la dinastía de David. San Mateo, por su parte, le da un nuevo
sentido al aplicarlo a Jesús, el "Hijo de David" por excelencia y, como nadie, "Dios con
nosotros".

66
EL SENTIDO ALEGÓRICO:

Por otra parte, es algo común referirse al sentido "alegórico" de la Sagrada Escritura.
Antiguamente, este término tenía un significado más amplio que el actual y se refería a cualquier
otro sentido que no fuera el "literal". En tal caso, el sentido "alegórico" correspondería al
"típico", "figurativo" o "cristológico". En la actualidad, por alegórico se entiende más bien
todo lo que es "simbólico". Esto supuesto, es evidente que la Escritura está llena de
"alegorías" que, con frecuencia, pertenecen al sentido "literal". Pensemos en las parábolas y
demás expresiones simbólicas tan comunes en el lenguaje oriental.

No hay duda de que, a menudo, lo "alegórico" logra expresar la realidad mucho mejor que lo
"discursivo". Sin embargo, en ciertas épocas existió una exagerada tendencia "alegorizante",
que casi prescindía del sentido "literal", o bien, lo dejaba en la sombra. Es un riesgo que
siempre existe. Por eso conviene recordar lo que enseña santo Tomás de Aquino, el gran teólogo
del siglo XIII: "En el sentido 'espiritual' no se contiene nada necesario para la fe, que
también no lo presente la Escritura en su sentido 'literal'".

Asimismo, muchas veces se habla del sentido "acomodaticio" de los textos bíblicos. Con todo,
más que un sentido "de" la Escritura, la "acomodación" es un sentido dado "a" la Escritura,
cuando se la aplica a tal o cual persona o situación concreta dentro de la catequesis, la liturgia o
la predicación. Este uso de la Biblia es válido, pero siempre dentro de un cierto límite. O sea, con
tal que el uso no se convierta en "abuso", utilizándose la Biblia en forma arbitraria y fantasiosa.

Para leer y comentar:

Isaías 7, 10-17 Mateo 1, 18-23 Romanos 5, 12-21

1Corintios 10, 1-13 1Pedro 3, 18-22

La Palabra habla sobre la Palabra:

"La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo:
Ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4, 12).

Recomendaciones:

"Tenemos necesidad de leer la Sagrada Escritura, ya que por ella aprendemos lo que
debemos hacer, lo que hay que dejar y lo que es de desear" (San Bernardo, s. XII).

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La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La Iglesia instruida por el Espíritu Santo, trata de acercarse cada vez más a una
mayor comprensión de las Sagradas Escrituras, para poder alimentar siempre a sus
hijos con las enseñanzas divinas” (Constitución sobre la Revelación divina, 23). Amén.

Cuestionario:

7. Los diversos "sentidos" de la Biblia

1Corintios 10, 1-13

a) ¿Cómo se manifiestan los diversos "sentidos" bíblicos en el texto de esta Carta de san
Pablo?

b) ¿Por qué el sentido "literal" no agota todo lo que Dios quiere decirnos en los textos bíblicos?

c) ¿Cuáles son los otros "sentidos" según una clasificación tradicional y a cuáles se los suele
reducir?

d) ¿En qué textos del Nuevo Testamento se hace referencia a Cristo prefigurado por Adán,
Abraham, Moisés y David?

Para orar: Salmo 119(118), 49-56

Oración final: Página Nº 50

8. “La Sagrada Escritura y la Iglesia”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

SAGRADA ESCRITURA E IGLESIA: OPUESTA O INSEPARABLE

No pocas veces se intenta oponer la Biblia a la Iglesia. Esto es un contrasentido, desde el


momento que la Iglesia "nace" de la Biblia y, a su vez, la Biblia "nace" de la Iglesia. Ninguna
de las dos podría existir ni entenderse sin la otra. Ambas se reclaman y se necesitan. Es algo
parecido a lo que sucede con la Eucaristía: La Iglesia "hace" la Eucaristía, pero también la
Eucaristía "hace" la Iglesia.

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Por un lado, es en la Biblia donde la Iglesia encuentra su fundamento y su razón de ser. A través
de sus páginas, descubrimos ese largo itinerario, que se inicia con la caravana de Abraham y
sólo culminará en la Jerusalén celestial. De la Sinagoga, la Asamblea de la Antigua Alianza, se
pasa a la Iglesia, la Asamblea de la Nueva Alianza. La Palabra profética y la Palabra apostólica es
la que convoca constantemente a esa Iglesia.

Pero es igualmente innegable que los Libros donde está escrita la Palabra surgieron en el seno
de la Iglesia, prefigurada en el Antiguo Testamento y revelada en el Nuevo. Antes de ser
"escritura" aquellos Libros fueron acción y palabra oral dentro de ambas Comunidades. La
"inspiración" divina llegó a sus autores no sólo como individuos aislados sino como integrantes
del Pueblo. De ahí que la Biblia sea el Libro tanto "del Dios del Pueblo" cuanto "del Pueblo
de Dios".

NO HAY BIBLIA SIN IGLESIA:

¿Y quién, sino la Iglesia, fue la que con el correr del tiempo y después de largas reflexiones, sólo
reconoció oficialmente a "tales" o "cuales" Libros como "inspirados"? ¿Quién sino la Iglesia
decidió incluir estos Libros y no otros en la Biblia? Así como la Biblia tuvo su origen en la
experiencia humana y espiritual del Pueblo de Dios, también es ese Pueblo el que le da su aval.
"Yo no creería en el Evangelio, decía san Agustín, si no me moviera a hacerlo la
autoridad de la Iglesia Católica".

Sin duda, la Iglesia está al servicio de la Palabra de Dios, y esta es la norma última de su fe y su
disciplina. Sin embargo, la Palabra ha sido confiada a la Iglesia, para que ella la custodie y la
interprete debidamente y, a la vez, la difunda universalmente. Podemos decir que, además de la
inspiración "bíblica", hay una inspiración "eclesial", que también procede del Espíritu y
acompaña al Pueblo de Dios bajo la guía de sus pastores.

La Biblia es Palabra de Dios puesta por escrito, pero esa Palabra fue y sigue siendo transmitida a
través de lo que se llama la "Tradición". Ambas cosas -Escritura y Tradición- surgen de la
misma fuente, que es la Palabra de Dios, e interpretadas por el magisterio de la Iglesia, han
gozado siempre del mismo respeto y estima por parte de ella. "Las dos están íntimamente
unidas y compenetradas entre sí", afirma el Concilio Vaticano II.

HAY QUE LEER LA BIBLIA EN LA IGLESIA:

De todo lo dicho se deduce que la Sagrada Escritura debe leerse en la Iglesia, es decir, dentro
de la comunidad visible de los creyentes en Jesucristo, fundada sobre la predicación apostólica y
congregada por la acción del Espíritu que la anima. Y por supuesto, la Biblia no puede separarse
de la Tradición viviente u oponerse a ella. Esa Tradición es el medio vital en el que se fueron
gestando y deben ser leídos los escritos, lo mismo del Antiguo que del Nuevo Testamento.

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En realidad, la destinataria de la Biblia es la Iglesia, y cada uno de nosotros lo somos en la
medida que formamos parte de ella y estamos animados por el sentido "eclesial". Apartarse de
ese sentido acarrea siempre grandes riesgos. "Tengan presente, ante todo -nos advierte
san Pedro en una de sus Cartas- que nadie puede interpretar por cuenta propia una
profecía de la Escritura". No basta "llenarse la boca" con citas de la Biblia: Hay que
entenderlas correctamente. Por eso, la Iglesia recomienda que los textos bíblicos estén
acompañados de notas aclaratorias que faciliten su lectura y salgan al encuentro de las dudas
más comunes que suelen existir. Asimismo, son muy útiles las introducciones generales a los
diferentes Libros Sagrados y las que se intercalan dentro del mismo texto.

Para leer y comentar:

Mateo 28, 16-20 1Corintios 15, 1-11

2Timoteo 4, 1-5 Apocalipsis 1, 1-8; 22, 16-19

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.


Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla" (Santiago 1, 21-22).

Recomendaciones:

"Sin tu Palabra y tu sagrado Cuerpo yo no podría vivir bien, porque la Palabra de tu


boca es luz del alma y tu Sacramento es Pan de vida. Una mesa es el altar donde está
el pan santo que es el Cuerpo preciosísimo de Cristo; la otra es la Ley divina que
contiene la santa doctrina y enseña la verdadera fe" (Imitación de Cristo, s. XV).

La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son como un


espejo en el que la Iglesia que peregrina en la tierra contempla a Dios, de quien todo
lo recibe, hasta ser llevada a su presencia para verlo cara a cara” (Constitución sobre la
Revelación divina, 7).

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Cuestionario:

8. La Sagrada Escritura y la Iglesia

Mateo 28, 16-20

a) ¿Cómo el texto recién leído nos ayuda a comprender la relación que existe entre la Sagrada
Escritura y la Iglesia?

b) ¿Está contenido "explícitamente" en la Biblia todo lo que creemos y practicamos los


cristianos?

c) ¿Podemos hacer una lectura puramente individual de la Biblia o debemos leerla dentro de la fe
de la Iglesia?

d) ¿Qué utilidad tienen las introducciones y notas aclaratorias en orden a una mejor
comprensión y vivencia de la Palabra bíblica?

Para orar: Salmo 119(118), 57-64

Oración final: Página Nº 50

9. “¿Cómo hay que leer la Sagrada Escritura?”

Oración para comenzar: Página Nº 48

Desarrollo:

POR DONDE EMPEZAMOS:

Normalmente, un libro se lee comenzando por la primera página y terminando por la última. Se
puede, pero no es así como conviene leer la Biblia. Recordemos que más que un "libro" es una
"biblioteca". Y una biblioteca no se lee del primero al último libro de cada uno de los estantes.
En el Apéndice, presentamos un posible "orden de lectura". Y asimismo, sugerimos las
principales líneas para una lectura de la Biblia como "Historia de Salvación". Eso facilitará, sin
duda, una primera lectura bíblica. Es verdad que todo lo que está en la Biblia es Palabra de Dios,
pero no todo lo es con el mismo grado de importancia. Hay muchas genealogías, prescripciones
rituales, detalles geográficos o repeticiones que, a primera vista, pueden resultar tediosos y
faltos de interés. Por otra parte, no todos están en condiciones de leer toda la Biblia, así como
no todos los alimentos son para todos los estómagos.

71
Por supuesto, una forma privilegiada de lectura es el orden establecido por la Iglesia en sus tres
ciclos litúrgicos. Resulta muy útil -como algunos ya lo hacen- leer previa o posteriormente los
textos correspondientes a cada Domingo. Esto vale sobre todo para los Tiempos "fuertes", a
saber, Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. No olvidemos que entre la Biblia y la liturgia hay
una relación tan estrecha que las hace inseparables.

¿Y bastará leerla?:

De ninguna manera. Nunca se insistirá bastante en que hay que acercarse a la Sagrada Escritura
con espíritu de fe. Y la fe es un don de Dios que es necesario implorar constantemente. De ahí
que la oración debe acompañar habitualmente la lectura de la Biblia. Así se entabla el diálogo
entre Dios y el ser humano. "A Él le hablamos cuando oramos, y a Él lo escuchamos
cuando leemos su Palabra", afirmaba en el siglo IV el gran obispo san Ambrosio.

Sólo el Espíritu de Dios, que está y permanece en nosotros, puede darnos la luz interior que nos
permite penetrar en el sentido de los textos bíblicos. De otra manera no podríamos comprender
debidamente lo que Dios quiere decirnos. "El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi
Nombre les enseñará todo y los introducirá en toda la verdad", leemos en el Evangelio de
san Juan. "Lo que viene del Espíritu sólo se entiende plenamente mediante la acción del
Espíritu", decía un escritor cristiano del siglo III. Sin el Espíritu, la Palabra escrita resulta letra
muerta.

"Hablar con Dios es más importante que hablar de Dios", decía san Agustín. Y un gran
pensador de nuestro siglo asegura: "Toda espiritualidad bíblica, judía o cristiana, está
basada en la oración. El hombre bíblico es un "orante", sea ante el Muro de los
Lamentos o en las sinagogas, en los templos cristianos o en la celda de un convento".
En la oración podemos "rumiar" la Palabra de Dios, como María -la hermana de Lázaro-
"sentada a los pies del Señor".

¿ES MEJOR LEERLA SOLOS O ACOMPAÑADOS?:

Las dos formas son buenas, pero ninguna excluye la otra. Tal vez lo ideal sea que combinemos
ambas, o sea, la lectura individual y la grupal. La primera puede ayudarnos a lograr una mayor
concentración e intimidad con la Palabra. La segunda puede enriquecernos con las reflexiones de
los demás y evitar ciertas falsas interpretaciones puramente subjetivas. También en esto debe
animarnos el espíritu comunitario.

De ahí la conveniencia de formar círculos de lectura bíblica con encuentros más o menos
periódicos. Es indispensable que los dirija un sacerdote, una religiosa o un laico suficientemente
iniciados. Además del texto, deben leerse las introducciones y notas que facilitan su
comprensión. Y no hay que contentarse con "estudiar" la Biblia. Los participantes deben tratar
de descubrir la manera de llevarla a la vida. En cuanto a abrir la Biblia al azar "para ver que
dice", puede ser útil a veces, con tal de que no se haga pensando hallar respuestas "mágicas".

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Para leer y comentar:

Nehemías 8-9 Lucas 10, 21-22. 38-42 1Tesalonicenses 1, 4-10; 2, 13

La Palabra habla sobre la Palabra:

"Ustedes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino


incorruptible: La Palabra de Dios, viva y eterna. Como niños recién nacidos, deseen la
leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación" (1Pedro 1, 23; 2, 2).

Recomendaciones:

“De la misma manera que el apetito terreno es una de las mejores pruebas de salud
corporal, también el apetito de la Palabra de Dios es una señal bastante segura de la
salud espiritual" (San Francisco de Sales, s. XVII).

La Palabra en el Concilio Vaticano II:

“Que los fieles se acerquen de buena gana al texto sagrado, sea a través de la liturgia,
de la lectura espiritual o de otros medios, que felizmente se difunden ahora en todas
Partes” (Constitución sobre la Revelación divina, 25).

Cuestionario:

9. Cómo hay que leer la Palabra de Dios

Lucas 10, 38-42

a) ¿Qué relación existe entre el texto evangélico y la manera cómo debe leerse la Sagrada
Escritura?

b) ¿Hay que leer necesariamente todas las partes de cada Libro bíblico, o en una primera lectura
es preferible seleccionarlas?

c) ¿Qué riesgos hay que tratar de evitar en la lectura bíblica y qué lugar debe ocupar en ella la
oración?

d) ¿Qué valor especial tiene la lectura de los textos bíblicos dentro de la celebración eucarística y
cómo debe realizarse su lectura?

Para orar: Salmo 119(118), 147

Oración final: Página Nº 50

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10. “Apéndice”

UN POSIBLE ORDEN DE LECTURA DE LA BIBLIA:

¿Cómo debemos o es más conveniente leer la Biblia? ¿En qué orden? Por lo pronto, no es
necesario y tampoco conveniente, leerla de corrido desde el principio al fin. Ningún método es
absoluto, pero siempre es útil seguir alguno, como el que se propone a continuación.

Supuesto que Jesucristo es el centro de toda la Biblia, para leerla "cristianamente" conviene
comenzar por los Evangelios, y entre ellos por el de Marcos, siguiendo por el de Mateo y luego,
por el de Lucas junto con el libro de los Hechos de los Apóstoles. O bien, se puede comenzar por
los Hechos de los Apóstoles -llamado el "Evangelio del Espíritu"- que es el "diario" de la
Iglesia, en cuyo seno nacieron los Evangelios, y luego, leer los tres primeros Evangelios,
llamados "sinópticos".

A continuación, pueden leerse las Cartas paulinas, dando prioridad a las de Pablo a los cristianos
de Tesalónica, Galacia, Roma, Efeso y Corinto (1ra.). Y entre las Cartas "católicas", la de
Santiago y la 1ra. de Pedro.

Finalmente, habría que leer el Evangelio y la 1ra. Carta de Juan, dejando para más adelante la
lectura del Apocalipsis.

Así resulta más fácil introducirse en el Antiguo Testamento, comenzando más bien por el Éxodo,
llamado el "Evangelio de la Antigua Alianza", porque anuncia la liberación del Pueblo de
Israel, que es el hecho más importante de la historia de ese Pueblo y el prototipo de la salvación
cristiana. El Éxodo es como la llave para interpretar todo el Antiguo Testamento. Los hechos
ocurridos antes y después del Éxodo, tienen en él su punto de referencia. Y Moisés, su principal
protagonista, lo es también del resto del Antiguo Testamento. Los capítulos principales de este
Libro son 1-18 (La misión de Moisés y la marcha a través del desierto), 19-20 (La Alianza del
Sinaí) y 32-34 (Ruptura y renovación de la Alianza).

A continuación, conviene leer el Deuteronomio, que contiene una visión profética del Éxodo y
gira alrededor de la Alianza de Dios con su Pueblo. Sus capítulos principales son 4-11
(Exhortación al cumplimiento de la Alianza) y 27-30 (Celebración y sanción de la Alianza y
promesas al pueblo fiel).

El Levítico y los Números se pueden saltar en una primera lectura de la Biblia. O bien, del
Levítico bastará leer los Capítulos 19 y 25, que contienen diversas leyes sociales, el Capítulo 23,
donde se enumeran las fiestas litúrgicas de Israel, y el Capítulo 26, que contiene las promesas
de bendición y de maldición prometidas a los fieles y a los pecadores. Y de los Números, la
bendición de 6, 22-27, el relato de la marcha de los israelitas -Capítulos 10-14 y 16-17- los
relatos del agua brotada de la roca y de la serpiente de bronce -Capítulos 20-21- y tal vez los
oráculos de Balaam de los Capítulos 22-25.

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A esta altura, conviene leer el Génesis, a partir del Capítulo 12, donde comienza a narrarse la
historia de los Patriarcas -Abraham, Isaac y Jacob- los "Padres grandes" del Pueblo elegido.
Ahí se encuentra el principio de la "revelación" de Dios a los seres humanos. Se pueden saltar
los Capítulos 36 y 46. En cuanto a los 11 primeros capítulos del Génesis, pertenecen más bien a
la "prehistoria bíblica" o "prehistoria de la Salvación", y conviene leerlos después de los
escritos de los Profetas.

Del libro de Josué, el sucesor de Moisés, bastará leer en un primer momento los Capítulos 1-3 y
6-8 (La ocupación de la Tierra prometida) y 22-24 (Primeros pasos para la unificación de las
tribus y últimas advertencias de Josué). Del libro de los Jueces, que se refiere a un período
anárquico y primitivo de Israel, conviene leer el Capítulo 2, donde se expone la interpretación
que hay que dar a los capítulos siguientes, y los Capítulos 3-4, 6-8, 11 y 13-16, donde se
relatan las hazañas legendarias de los principales Jueces, entre los que sobresale Sansón.

En la lectura de los libros de Samuel -el último de los "Jueces"- se pueden saltar los Capítulos
5-7 del 1ro. de esos Libros y 21-24 del 2do. Y en el 1er. libro de los Reyes, también se pueden
dejar de leer los Capítulos 4 y 7. El período de la monarquía -relatado en estos cuatro Libros-
constituye el momento culminante del primer tiempo de la "Historia de la Salvación". La
figura central de este período es el rey David. A continuación se podrían leer los libros de las
Crónicas, que son una reinterpretación de la historia de Israel.

En cuanto a las "colecciones proféticas", conviene comenzar por Amós, el profeta de la


justicia y el primero cuyos escritos se conservan. Luego Oseas, el primero que expresa la
relación de Dios con su Pueblo en términos conyugales. A continuación, Miqueas, otro gran
defensor de los derechos de los oprimidos, cuya predicación produjo una gran impresión en
Jerusalén.

La lectura de la 1ra. parte del libro de Isaías, el gran profeta de la esperanza mesiánica -el
profeta "clásico", muy citado en el Nuevo Testamento- completa este primer contacto con los
escritos proféticos del siglo VIII a.C., que es la "edad de oro" del profetismo bíblico. Pueden
saltarse los Capítulos 13-23. Esta 1ra. parte de Isaías se puede leer simultáneamente con el
2do. libro de los Reyes, Capítulos 15-20.

Como el gran representante del siglo VII a.C., hay que leer a Jeremías, el profeta que, después
de llamar inútilmente al pueblo a la conversión, anuncia una "Nueva Alianza" en la que Dios
escribiría su Ley en el corazón de los seres humanos. Pueden saltarse los Capítulos 46-52.
Conviene hacer la lectura de este profeta simultáneamente con la del 2do. libro de los Reyes,
Capítulos 21-25, y pueden leerse a continuación las Lamentaciones que llevan el nombre de
Jeremías.

Después, se puede leer Ezequiel, uno de los exiliados de la primera deportación a Babilonia, que
profetizó en el siglo VI a.C., y anunció la caída de Jerusalén del 587. Contiene muchos gestos
simbólicos, visiones y parábolas. Sus grandes temas han sido recogidos por san Juan en su
Evangelio. Conviene saltar los Capítulos 25-32 y 40-48.

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A esta altura, corresponde leer la 2da. parte del libro de Isaias, que pertenece a un profeta
anónimo del siglo VI a.C. y contiene un mensaje de esperanza a los exiliados en Babilonia,
anunciándoles su próxima liberación. Por eso se lo llama el "Libro de la consolación de
Israel", y en él se encuentran los célebres "Cantos del Siervo del Señor", que son una
sorprendente anticipación de la figura y la obra de Jesucristo. También es importante leer la 3ra.
parte, escrita a la vuelta del exilio, donde se advierte una perspectiva marcadamente
universalista y se insiste en las características de la verdadera religiosidad.

De los Profetas más tardíos, se puede leer la 2da. parte del libro de Zacarías, que se atribuye a
ese profeta del siglo VI a.C., aunque fue escrita en el siglo IV. Es uno de los libros del Antiguo
Testamento más citados en los Evangelios y contiene un importante anuncio mesiánico.

En una primera lectura de la Biblia, se puede pasar por alto los libros de los otros profetas -Joel,
Abdías, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Malaquías- pero conviene leer el libro de Jonás, que
encierra una profunda lección sobre la misericordia de Dios y el alcance universal de la
salvación. También se puede saltar el libro de Baruc y la Carta de Jeremías.

Aquí conviene leer los 11 primeros capítulos del Génesis, que son el fruto de la reflexión y la
experiencia del Pueblo de Dios a lo largo de su historia, saltando las genealogías de los Capítulos
10 y 11.

Finalmente, se puede leer Esdras y Nehemías, que nos describen los esfuerzos de restauración
después del exilio y el nacimiento del Judaísmo. Y luego, los libros de los Macabeos, donde se
relata la resistencia del Pueblo judío contra la dominación griega en el siglo II a.C.

Los demás Libros del Antiguo Testamento se pueden leer según el gusto, la inclinación o la
necesidad espiritual de cada uno.

Del libro de Job, que trata tan hondamente sobre el eterno problema del sufrimiento humano, se
pueden saltar los Capítulos 28 y 32-37.

Los Proverbios y el Eclesiástico son verdaderos tratados de comportamiento humano inspirados


en el "temor de Dios", aunque basados en una moral más o menos utilitaria y con notables
influencias de otras obras sapienciales del paganismo. El libro de la Sabiduría es una alabanza de
la Sabiduría de Dios, que actúa en la creación y en la historia y por momentos se presenta como
una verdadera persona.

El Eclesiastés nos ayuda a reflexionar, no sin cierto escepticismo, sobre la vanidad de todas las
cosas humanas. El Cantar de los Cantares anuncia el amor de Dios por su Pueblo bajo la forma
del amor apasionado de una pareja y, a la vez, exalta la dignidad del amor conyugal.

Tobías, Judit y Ester nos ofrecen valiosas enseñanzas religiosas en forma de relatos más o
menos ficticios. El libro de Rut, una extranjera que llega a ser bisabuela de David y, por lo tanto,
antepasada de Jesucristo, tiene un especial encanto y, lo mismo que el libro de Jonás, refleja la
tendencia universalista que contrarrestaba el particularismo dominante después del exilio.

76
Finalmente, el libro de Daniel -llamado el "Apocalipsis" del Antiguo Testamento- alimenta la fe
y la esperanza en la lucha contra todas las fuerzas opuestas al Reino de Dios y nos introduce a
la lectura del célebre Apocalipsis del Nuevo Testamento, que es el gran Libro de la esperanza
cristiana.

En cuanto a los Salmos, su recitación debe acompañar toda la lectura de la Biblia. Algunos de
ellos evocan poéticamente la gesta del Éxodo -114; 136- y otros resumen la "Historia de la
Salvación", desde Abraham hasta la entrada en la Tierra prometida y la elección de David -78;
105; 106-, o bien, celebran los privilegios de la dinastía de David -89-. Varios de ellos se
refieren a la ruina de Jerusalén y al exilio de sus habitantes -74; 78; 137- y otros son de
carácter sapiencial -1; 37; 72; 119- Tienen especial importancia los Salmos llamados "reales"
-2; 72; 110- que el Nuevo Testamento o la tradición cristiana aplicaron a Jesucristo, el Rey
Mesías. Entre los Salmos explícitamente de "alabanza", merecen destacarse los siguientes: 8;
96-99; 103; 104; 112; 115; 117; 135; 145-150. Los Salmos 65-67; 116; 118 y 138 figuran
entre los principales de "acción de gracias". Entre los Salmos "penitenciales" ocupan un
lugar de primer orden el 51 y el 130, que son frecuentemente utilizados en la liturgia.

“Las páginas de ambas Alianzas se confirman mutuamente. En


Jesucristo se cumplieron las promesas de las figuras proféticas y el
sentido de los preceptos de la Ley: Con su presencia, Él enseña la
verdad de la profecía, y por su gracia, hace posible la práctica de los
mandamientos” (San León Magno, s. V).

“Me dijo: Estas palabras son verdaderas y fidedignas. El Señor,


DIOS de los espíritus proféticos, envió a su ángel para mostrar a
sus siervos lo que ha de suceder en breve. Mira que llego pronto.
Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”
(Apocalipsis 22, 6-7). Amén.

77
LA SABIDURÍA DE LA CRUZ

En esta tercera parte del libro, podremos recorrer las


reflexiones de la Palabra de DIOS, correspondientes al período
Agosto-Diciembre 2011. Como lo hemos venido haciendo desde
el primer libro, es un recorrido por la sabiduría de DIOS. Ahora
bien, ¿Cuál es en definitiva la sabiduría que DIOS ha puesto a
nuestro alcance? Nos lo dice San Pablo en su primera carta a los
Corintios: “Como el mundo con su sabiduría no reconoció a
DIOS en las obras que manifiestan su sabiduría, dispuso
DIOS salvar a los creyentes por la locura de la CRUZ”
(1Corintios 1, 21). Para comprenderlo mejor, los invito a
meditar con las palabras de Fray Nelson Medina:

En Sabiduría 9, 13-18 se nos invita a pedir sabiduría. Solo como un regalo se pueden
comprender los designios de Dios por que los planes, incluso los de las mismas personas que
conocemos, a veces nos resultan incomprensibles; cuanto más los planes de Dios que es infinito
en sabiduría, que es infinito en poder y en misericordia. Y en verdad esta sabiduría es necesaria
para comprender la palabra de Jesucristo.

Cuando Jesús habla de renunciar a los bienes, de posponerlo todo para ser discípulo de Él, yo
pienso que la mayoría de nosotros sentimos que esas palabras quedan casi incomprensibles. A lo
sumo las aplicamos a algunas personas dentro de la Iglesia; como decir, bueno, eso le
corresponderá a las monjas, eso le corresponderá a los misioneros que se van a lejanas tierras y
tiene que dejarlo todo para ser discípulos de Jesucristo. Pero Jesús no estaba diciendo aquí:
“monja que no deje al papá, a la mamá, a la familia, no puede ser monja” sino estaba
diciendo: “el que no deje todo no puede ser discípulo mío, discípulo de Jesucristo”. De
manera que se necesita la sabiduría de Dios para comprender esto qué quiere decir.

Cuanta falta nos hacen las palabras de San Pablo en este momento, cuando decía: Enseñamos
una sabiduría escondida, oculta ante los ojos del mundo, pero preciosa ante Dios. En el
fondo se trata de la Sabiduría de la Cruz. Y ¿qué podemos hacer nosotros?, ¿cómo podemos
entender esa sabiduría, cómo podemos recibirla? Esa es una pregunta que uno puede hacerse, la
otra es ¿qué es ser discípulo de Jesucristo? ¿Por qué resulta ser más valioso que los hermanos,
las hermanas, la esposa, el papá, la mamá, todo el mundo; incluso que nosotros mismos?

Yo creo que hay una frese que ya estaba en el Antiguo Testamento en el Libro de los Salmos,
que puede ser provechosa aquí: Tu gracia Señor, vale más que la vida. Mientras no
tengamos el punto de referencia de lo que significa esa gracia, es decir, mientras no tengamos
alguna idea de lo que se gana entrando en la órbita de la gracia, cualquier esfuerzo que
hagamos por Jesucristo nos parecerá excesivo.

Un ejemplo muy sencillo que uno lo tiene con frecuencia: Cuando las personas no han tenido
una experiencia del amor de Dios, sienten que cualquier cosa que hagan por Dios es
mucho y que Dios les está pidiendo mucho; y dicen “ojalá la misita corta”, “¿por que
no aprenderán a hablar cortito, 20 ó 25 minutos?” Y no son una ni dos personas las
que he conocido que caminan parroquias a ver dónde es la misa corta, hasta que por
fin encuentran el Padre de los 21 minutos “¡ese es el padre que me sirve a mí!”.

78
Cuando no se tiene una referencia de la gracia de Dios, cualquier cosa que se haga por Dios nos
parece excesiva, al contrario, cuando esa experiencia del amor llega, a veces a las mismas
personas que antes le regateaban a Dios 3 minutos, cinco minutos, esas mismas personas
cuando se convierten al amor, sienten que ningún tiempo es suficiente y son las mismas
personas que a veces nos encontramos en congresos, en reuniones, en grupos, de oración, en
Eucaristías especiales. Yo he presidido algunas Eucaristías que tardan mucho más de los 21
minutos. Algunas Eucaristías que superan una hora y dos horas y la gente está feliz. Eucaristías
que han sido muy largas, hemos orado mucho, hemos cantado mucho, hemos pedido unos por
otros, hemos comulgado, hemos adorado, la gente feliz, y desde luego también el que preside la
Eucaristía feliz y ese tiempo no se sintió y ese tiempo se agradeció, ¿por qué?: PORQUE HABÍA
AMOR.

Cuando llega esa sabiduría que entonces ya entendemos que es vecina del amor de Dios, cuando
llega la experiencia del amor de Dios a nosotros, entonces entendemos que ante ese amor y
ante esa sabiduría, cualquier otra cosa es demasiado pequeña. Cuando no se tiene esa
experiencia del amor, todo parece demasiado difícil. De manera que Jesús quería que la gente
escrutara el propio corazón. Mucha gente acompañaba a Jesús, Él se volvió y les dijo lo que
leemos en Lucas 14, 25-33. Si Jesús hubiera tenido un asesor de imagen como esos que tienen
los políticos modernos; le hubiera dicho: Jesús, la pusiste, cómo se te ocurre, ya teníamos
la multitud que iba detrás de ti. Pero Jesús, me parece a mí que muchas veces se nos
muestra como antipopulista, Jesús será todo menos un populista, no es un demagogo. No. En
más de una ocasión encontramos este tipo de intervenciones antipopulares o como las queramos
llamar de Jesucristo. Son palabras dichas como para que se vaya todo el mundo.

¿Por qué hablaba Jesucristo así? Por que era necesario que cada uno palpara su propio corazón y
supiera si tenía solamente para los cimientos de la vida cristiana o si tenía para hacer todo el
edificio. Si tenía para toda la batalla o si tenía solamente para la primera escaramuza, el primer
combate. Jesucristo quiere que uno palpe el corazón y quiere que uno a veces se regrese y esos
que se regresan y esos que se apartan aparentemente del camino de Jesucristo ¿no lo huelen a
ÉL? Pues esto se parece a aquel pasaje, cuando dijo el Señor que bendecía a Papá Dios por que
le había revelado el Evangelio a los sencillos y lo había ocultado a los instruidos. Esos instruidos,
esos sabios y entendidos que no entienden el Evangelio y que les toca devolverse, esos que ya
no van a estar más con Jesús por que dicen: “no le entendí nada, me voy”, esos, se van de la
carne de Jesús, se van de mirar a Jesús... pero no se van del amor de Jesús.

Me explico: Todas esas personas que comprenden que no tienen una vida realmente
cristiana, no es gran cosa lo que tienen como para acabar el edificio ni tienen cómo dar
la batalla, esas personas, que tal vez hemos sido nosotros mismos, que a veces
tenemos que regresar desengañados a la casa y al propio corazón y decir: “mi vida es
una gran mediocridad”, esas personas que somos nosotros, no hemos sabido del amor
de Dios. Al contrario, alejados de la presencia física de Cristo, sentiremos el frío,
sentiremos el hambre, sentiremos la ceguera. Jesucristo a veces nos echa a que sintamos
el frío, a que sintamos la noche, a que descubramos la ceguera. Por que el que ya se dio cuenta
que era ciego, ya empezó a ver; y cuando ya la persona siente el frío y se da cuenta de que no
tiene nada, entonces pide, y cuando pide con humildad y con fe, se entra entonces a ser
verdaderamente discípulo del Señor. Jesús envía sobre nosotros el Espíritu que nos da una
experiencia sabrosa, una experiencia profunda, una experiencia imborrable de su amor. Así
entenderemos qué significa ser discípulo tuyo, así entenderemos qué significa ser hijo de Papá
Dios.

Con este delicioso bocado espiritual que acabamos de recibir, dispongámonos a “cargar
nuestra cruz” (Mateo 16, 24) y seguir a JESUCRISTO, disfrutando su Palabra. Amén.

79
Domingo XIX Ciclo A
7 de Agosto de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: 1Reyes 19, 9.11-13 Salmo: 85(84)
2ª Lectura: Romanos 9, 1-5 Evangelio: Mateo 14, 22-33

Que la paz del SEÑOR esté con todos ustedes en la oportunidad de


invitarlos a descargar gratuitamente, mi libro "LA PUERTA
ESTRECHA es JESUCRISTO", en la dirección:
http://www.mediafire.com/?g11wcg1k0r8qc66. También pueden
descargarlo en: http://www.quedelibros.com/libro/84310/La-puerta-
estrecha-es-Jesucristo.html, portal en el cual encontrarán también los
dos libros anteriores. Que DIOS los bendiga. Amén.

80
En la liturgia de esta semana nos encontramos dos experiencias de la salvación que DIOS nos
trae y lo que significa ponernos confiadamente en sus manos:

La peregrinación de la vida y la experiencia de Dios: Elías inicia un largo camino que lo


conducirá al monte Horeb, es decir, al Monte Sinaí, lugar de la Teofanía de Dios y lugar de la
Alianza entre Dios y los seres humanos. En un inicio, Elías emprende este viaje como una fuga
(1Reyes 19, 3), pues teme por su vida ante las asechanzas de la Reina Jezabel, quien no le
perdona que haya derrotado a los sacerdotes de Baal (1Reyes 18, 20-40). Más adelante, este
viaje encuentra las dificultades del camino: El sol inclemente, la sed, el desierto. Elías se
desea la muerte: “Basta, Señor, toma mi vida, que yo no soy mejor que mis padres”. Sin
embargo, el Señor le manda un ángel que lo reanima, le ofrece alimento y le dice: “Levántate
y come porque el camino es superior a tus fuerzas” (1 Reyes 19, 1-8).

Esta peregrinación de Elías puede darnos indicaciones muy válidas sobre nuestro peregrinar.
Como a Elías, también nos sucede que pasamos por muy diversos y difíciles momentos en
nuestro caminar. Momentos de desolación interior, momentos de incertidumbre, momentos de
intenso sufrimiento físico y moral. Nos descorazonamos ante un mundo que parece superior a
nuestras fuerzas de comprensión. El misterio del mal y de la muerte parece atenazar nuestro
corazón y reducirlo a la desconfianza, a la desesperanza, a la cancelación de cualquier esperanza
que no sea de carácter mundano. En estas circunstancias, o nos abandonamos al placer o nos
abandonamos a la desesperación. Desearíamos no haber nacido, llegar cuanto antes al final de
nuestros días. Sin embargo, la providencia y el amor de Dios salen a nuestro encuentro de uno y
mil modos para confortarnos y decirnos: “Ánimo, levántate y come porque el camino es
superior a tus fuerzas”. Ponte en camino, porque este peregrinar por el desierto, esta “noche
oscura del alma” te prepara, te purifica para un encuentro más profundo y personal con Dios.
Así como Elías en sus momentos de desolación no podía prever los resultados de su encuentro
con Dios, así no llegamos ni siquiera a imaginarnos lo que el Señor nos reserva en la revelación
de su Alianza y de su amor.

Jesús viene en ayuda de sus discípulos para robustecer su fe: La situación de los
apóstoles en la barca en medio de la tormenta, se puede comparar con nuestra situación de
cristianos en medio del mundo. Da la impresión de que Jesucristo nos ha obligado a subir a una
barca y nos ha metido en una situación poco menos que imposible. Los cristianos no tenemos
propiamente seguridades humanas. Contamos con ciertos apoyos, pero en realidad nuestra vida
sólo se explica en el misterio de Jesucristo, y nuestra misión tiene mucho de una travesía en alta
mar y con las olas encrespadas.

La tentación, muchas veces, es la de olvidarnos de Jesucristo y decir: ¿Por qué he de cruzar


en una barca tan frágil por mares tan tempestuosos, si podría yo arreglar mi vida de
modo más cómodo? ¿No será mejor renunciar a los grandes compromisos de mi fe y
vivir como uno de tantos en busca del pan? Sin embargo, Jesucristo viene en nuestra ayuda
y nos repite: ¡Ánimo!, yo soy, no teman. Es en ese momento, cuando al igual que Elías,
renovamos fuerzas y entendemos que la vida cristiana es: Confiarse en las manos de un
Dios que se ha hecho hombre. De un Dios que nos ha revelado su misterio íntimo, el
misterio trinitario y se ha puesto a caminar como uno de nosotros, más pobre que
nosotros. Sólo cuando descubramos que es Dios quien camina por las aguas y nos
tiende su mano protectora, podremos seguir bogando en medio de temporales y
vientos contrarios. Lo importante es saber gritar como Pedro: «Señor, sálvame». Saber
levantar hacia Dios nuestras manos vacías, no sólo como gesto de súplica sino también de
entrega confiada de quien se sabe pequeño, ignorante y necesitado de salvación. No olvidemos
que la fe es «caminar sobre agua», pero con la posibilidad de encontrar siempre esa mano
que nos salva del hundimiento total. Concluyamos a manera de oración con un hermoso texto
del P. Pierre Talec:

Tú no eres un Dios que salva con facilidad, sino que, como el guía de montaña, nos das
seguridad... Porque Tú eres el Amor. Señor, cuando los vientos son contrarios y sobre
el mar cae ya la noche... Que tu voz llegue hasta nosotros: “Soy yo, no tengan miedo”.
Señor, a cada uno de nosotros dinos: “Ven a mí”. Alza un poco tu voz cuando nos
mandes ir a Ti. Amén

81
Tesoro de Sabiduría: Día Diecinueve

BODA DE JACOB Y RAQUEL

PALABRA DE DIOS: “Todavía estaba Jacob hablando con ellos,


cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre; pues era
pastora. Cuando Jacob vio a Raquel... la besó y rompió a llorar
ruidosamente. Jacob explicó a Raquel que era hermano de su
padre, hijo de Rebeca. Ella corrió a contárselo a su padre.
Cuando Labán oyó la noticia sobre Jacob, hijo de su hermana,
corrió a su encuentro, lo abrazó, le besó y lo llevó a su casa...
Labán tenía dos hijas... La menor se llamaba Raquel. Era guapa
y de buen tipo. Jacob estaba enamorado de Raquel y le dijo: -
Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor. Contestó
Labán: - Más vale dártela a ti que a un extraño. Quédate
conmigo. Jacob sirvió por Raquel siete años y estaba tan
enamorado, que le parecieron unos días. Jacob dijo a Labán: - Se ha cumplido el
tiempo, dame a mi mujer, que me acueste con ella” (Génesis 29, 9-12.17.21).

ENSEÑANZA

Jacob era gemelo de Esaú. Fue a su padre, le pidió la bendición y le quitó sus derechos de ser
primogénito. Engañó a su hermano. Esaú se enfadó un montón porque su padre le quitó el
derecho de ser primogénito y su bendición. Se iban a pelear. Entonces Isaac envió a Jacob fuera.
Estando de camino, tuvo un sueño. Vio una rampa por la que subían y bajaban ángeles. Aquel
lugar se llamaba Betel. Se casó y tuvo doce hijos y varias hijas. Mamá, dice Estefanía: ¿Por qué
hoy hay menos hijos en las familias? Hija, cada quien es responsable de lo que hace. Lo
importante es amar totalmente a los hijos que se tengan. Cuando el amor es grande entre los
esposos, lo normal es que den a luz hijos que den alegría al matrimonio.

DIÁLOGO: ¿PUEDES JUZGAR LAS COSAS COMO LO HACE DIOS?

El poder salvador de un abrazo

Jackie Robinson, el primer hombre de color que jugó en las ligas mayores
de baseball, en su primera temporada con los Dodgers de Brooklin, se
enfrentó a muchas vejaciones. Algunos pitchers tiraban pelotas rápidas a
su cabeza. Los corredores lo injuriaban en las bases, frases brutales se
escribían en tarjetas o dichas desde bancas de jugadores (dugouts)
opuestas. Aun la gente de casa en Brooklin lo veía como objeto de
reproche (rechazo). Durante un juego en Boston, los insultos raciales
llegaron a un punto crítico. Para empeorar la situación, Robinson cometió
un error y permaneció humillado en la segunda base mientras que los fans
le gritaban insultos. Otro Dodger, un sureño, hombre blanco, llamado Pee
Wee Reese, pidió tiempo, caminó desde su posición hacia la segunda base de Robinson, y con la
multitud viéndole, puso su brazo alrededor del hombro de Robinson. Los fans se callaron.
Robinson más tarde dijo que el brazo sobre su hombro salvó su carrera.

A veces en la vida un pequeño gesto puede salvar una carrera, una profesión o el sueño roto de
alguien. No detengamos nuestro paso cuando impulsados por Dios podemos ser bendición a
otro.

ORACIÓN

Señor, haz que los enamorados se casen por amor y no por conveniencias
sociales de riqueza, condición social o prestigio. El único derecho que vale en

82
el amor es el mismo amor y que siempre nos “Animemos y fortalezcamos
mutuamente” (1Tesalonicenses 5, 11). Amén.
Bajo las Alas de DIOS

Hace ya varios años atrás, un artículo en National Geographic,


mostraba una foto impactante que decía: Estas son las Alas
de Dios. Después de un incendio forestal en el Parque Nacional
de Yellowstone, E.U., los guardabosques iniciaron una larga
jornada montaña arriba para valorar los daños del
incendio. Un guardabosque encontró un pájaro literalmente
petrificado en cenizas, parado como una estatua en la base de
un árbol. Un poco asombrado por el impactante espectáculo,
dio unos golpecitos al pajarillo con una vara. Cuando lo hizo,
tres diminutos pajaritos salieron bajo las alas de su madre ya
muerta, y alzaron el vuelo.

La amorosa madre, en su afán de impedir el desastre, había llevado a sus polluelos a la base del
árbol y los había acurrucado bajo sus alas, instintivamente, conociendo que el humo tóxico
ascendería. Ella podía haber volado para encontrar su propia seguridad, pero se había negado a
abandonar a sus pequeños. Cuando las llamas llegaron y quemaron su pequeño cuerpo ella
permaneció firme. Porque había decidido morir para que aquellos que estaban bajo sus alas
pudiesen vivir.

Si un animalito silvestre es capaz de dar su vida misma por sus hijos, cuanto más nuestro
amado Señor Jesucristo que estuvo dispuesto a ir a la cruz, para que nosotros pudiésemos vivir
eternamente. Él permaneció firme ante la decisión de la cruz, con un solo propósito, para darnos
vida eterna, y vernos volar el día que Él venga por su Iglesia. En la palabra de Dios encontramos
varios versículos que describen a Dios como si Él tuviese alas, lo cual es sencillamente una
analogía, para que nosotros podamos comprender su grande e infinito amor.

Muchos hemos llegado a experimentar mucho dolor o sufrimiento, a raíz de las diferentes
pruebas por las que Dios nos ha hecho pasar. Situaciones en las cuales muchas veces, buscamos
abrigarnos bajo las alas de alguien, y quizás poder sentirnos apoyados o protegidos por un breve
momento, pero cuando estábamos solos, de nuevo nos dábamos cuenta que seguíamos tan
vacíos y necesitados como anteriormente, hasta que fuimos aprendiendo, a través de la guía del
precioso Espíritu Santo, el cual nos susurraba al oído diciendo, hay unas alas incondicionales,
hay uno mayor que las humanas, hay uno que jamás te dejara pasar hambre, ni sed, ni frió o
calor. A través de la palabra de Dios, podíamos escuchar que decía: Yo soy el mismo Dios de
Rut, bajo cuyas alas ella vino a refugiarse, ven refúgiate en Mí, yo te cubriré y te
guardaré (Rut 2, 12).

Hoy nuestro amado señor Jesucristo, sigue invitando a los hijos de Dios a buscar refugio bajo su
sombra, bajo su divina protección, pero muchos de ellos siguen negándose o resistiéndose a
someterse bajo sus alas y van por ahí, vagando en el desierto, buscando alas rotas incapaces de
cobijarles, alas humanas, las cuales, ellas mismas, están necesitadas de ser restauradas. No
busquemos más las alas del ser humano, hay unas alas infinitas, cargadas de amor
inconmovible, llenas de calor y frescura a la vez, ellas son un refugio de día y de noche. En ellas
estaremos completos y seguros. Ellas son las alas de Dios. Tenemos dos caminos: Bajo las alas
de Dios, o las de los seres humanos, pero jamás las dos. La decisión es nuestra.

“Señor, Tu misericordia viene del cielo, Tu fidelidad llega hasta


las nubes; Tu justicia es como las altas cordilleras, Tus juicios
son un océano inmenso; Tú socorres a hombres y animales. ¡Que
inapreciable es Tu misericordia, oh DIOS! Los seres humanos se
refugian a la sombra de tus alas, se sacian con la abundancia de
Tu casa, les das a beber en el río de Tus delicias; porque en Ti

83
está la fuente de la vida y con Tu luz vemos la luz”
[Salmo 36(35), 6-10]. Amén.

Domingo XX Ciclo A
14 de Agosto de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 56, 1.6-7 Salmo: 67(66)
2ª Lectura: Romanos 11, 13-15.29-32 Evangelio: Mateo 15, 21-28

Que la paz del SEÑOR esté con todos ustedes en la oportunidad de


invitarlos a descargar gratuitamente, mi libro "LA PUERTA
ESTRECHA es JESUCRISTO", en la dirección:
http://www.mediafire.com/?g11wcg1k0r8qc66. También pueden
descargarlo en: http://www.quedelibros.com/libro/84310/La-puerta

84
estrecha-es-Jesucristo.html, portal en el cual encontrarán también los
dos libros anteriores. Que DIOS los bendiga. Amén.

El tema de la salvación para todos, sin distinción, aparece de modo especial en este XX domingo
del tiempo ordinario. El tercer Isaías expone la situación de los judíos deportados que, después
de haber convivido con pueblos extranjeros en el exilio -desde el 587 hasta el 538-, vuelven a la
patria y encuentran otros pueblos que habitan su tierra. En el exilio intentaron mantener su fe
permaneciendo unidos en torno a los sacerdotes y los escribas pero, sin la presencia del templo,
anhelaban siempre el retorno a la ciudad de David y a la Casa del Señor. Una vez vueltos a su
tierra, encuentran pueblos extranjeros que habitan en ella. Advierten que se ha creado un nuevo
estado de cosas, que les obliga a reflexionar y a adoptar una nueva actitud hacia aquellos
pueblos. El oráculo del libro de Isaías que hoy leemos, trata de dar respuesta a esta
circunstancia: “A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y
darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a Mi
alianza, los conduciré a Mi monte santo y los llenaré de alegría en Mi casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en Mi altar, porque Mi casa será casa de
oración para todos los pueblos” (1ª Lectura).

Este tema también se presenta en la carta a los romanos. La salvación, dice san Pablo, es para
todos: Judíos y paganos. Pablo se preocupaba por la salvación de sus hermanos de sangre. Él
predicaba a los gentiles, sólo después de haberlo hecho a los judíos y haber sido rechazado.
Sabía que su misión era la conversión de los gentiles, pero esto no excluía en absoluto la
salvación de su pueblo. El razonamiento de Pablo era sencillo y claro. Todos han desobedecido a
Dios, judíos y paganos. Si Dios ha ofrecido la salvación a los paganos, con mayor razón la
ofrecerá a los judíos, pueblo de la Alianza (2ª Lectura). En el evangelio vemos a Jesucristo
mismo realizar un milagro en favor de una “cananea”, una mujer pagana venida de Tiro y
Sidón. El Señor deja bien sentado que debe ceñirse a su misión “en la casa de Israel”, pero al
mismo tiempo muestra que la salvación posee un carácter universal. Corresponderá a los
apóstoles “ir al mundo entero y predicar el Evangelio a toda creatura”.

Jesucristo, la esperanza de todos: El encuentro de Jesús con la “cananea” nos ofrece


elementos fundamentales de la historia de la salvación. Por una parte encontramos la actitud
molesta de los discípulos que desean despedir rápidamente a aquella mujer que entorpece la
marcha del maestro. El evangelista dice que era “cananea”, queriendo expresar que era
pagana, que no pertenecía al pueblo judío ¿Qué se puede lograr con una mujer venida de más
allá de los confines del pueblo escogido? Jesús mismo había dado a los doce la siguiente
indicación: “No tomen camino de gentiles ni entren en ciudad de samaritanos, diríjanse
más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10, 5-7). Por otra parte, este
pasaje nos muestra la actitud de Jesucristo en relación con los paganos. Queda claro que
Jesucristo ha venido a recuperar las ovejas perdidas del pueblo bautizado. Él ha sido enviado a
esto. Es su misión. Sin embargo, Jesucristo puede hacer una excepción cuando encuentra una fe
sólida que se adhiere a la salvación que viene de Dios. En este caso, se trata de la gran fe de
aquella mujer que no pide nada para sí misma, sino para su hija. No pide de cualquier modo,
sino con una confianza absoluta en el poder de Jesucristo. En cierto sentido no se trata de una
excepción, sino más bien de un principio general: Todos tenemos los mismos privilegios,
con la única condición de que tengamos una fe suficiente. Aquí se repite el caso del
centurión: “No he encontrado una fe tan grande en Israel”.

La grandeza de la fe de la cananea reside en penetrar en el corazón misericordioso de Jesús,


para descubrir que Dios quiere que todos se salven. No se tomará el pan de los hijos, pero el
alimento es suficiente para que los cachorritos coman de las migajas que caen de la mesa de sus
amos. En los tiempos que nos toca vivir donde se insinúa un pluralismo religioso, conviene
mantener firmemente la distinción entre la fe teologal, que es acogida de la verdad revelada por
Dios Uno y Trino, y la creencia en otras religiones, que es una experiencia religiosa todavía en
búsqueda de la verdad absoluta y carente todavía del asentimiento a Dios que se revela (Cf.
Dominus Iesus 7).

85
Pidamos al Señor, con la intercesión de nuestra madre María,
que nos aumente la fe, para que un día podamos escuchar de
Jesucristo: ¡Qué grande es tu fe! Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Veinte

HISTORIA DE JOSÉ

PALABRA DE DIOS: “Jacob prefería a José entre sus hijos,


porque le había nacido en edad avanzada, y le hizo una
túnica con mangas. Sus hermanos, al ver que su padre lo
prefería entre los hermanos, le tomaron rencor y hasta le
negaban el saludo. José tuvo un sueño y se lo contó a sus
hermanos, con lo cual a ellos le aumentó el rencor. Les
dijo: -Escuchen lo que he soñado. Estábamos atando
gavillas en el campo, cuando mi gavilla se alzó y estaba en
pie mientras sus gavillas, en torno, se postraban
ante mi gavilla. Le contestaron sus hermanos: -¿Vas a ser
tú nuestro rey?... Cuando lo vieron venir a lo lejos, antes
de que se acercara tramaron su muerte... Rubén (uno de sus hermanos) decía: - No
derramen su sangre: Échenlo en este aljibe, aquí en la estepa y no pongan mano sobre
él... Al pasar unos mercaderes madianitas, lo sacaron del aljibe y vendieron a José por
veinte pesos de plata... Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y
jefe de la guardia del Faraón” (Génesis 37, 3-8.19.22.28.36).

ENSEÑANZA

Papá, dice Migue, ¿qué significan todos estos líos entre hermanos? El padre, con mucha
paciencia, se lo explicó. Mira, hijo mío, la envidia y el rencor son malas consejeras. Pero Dios
escribe recto con renglones torcidos. Resulta que el ministro del Faraón le tomó mucho cariño a
José. Era inteligente y sabía interpretar perfectamente los sueños. La mujer de Putifar se
enamoró de José. Al no querer hacer lo que ella le pedía, lo envió a la cárcel. Al cabo de algún
tiempo, el Faraón tuvo un sueño. Llamó a José que estaba en la cárcel para que le interpretara
el sueño. ¿Qué significaba el sueño? Esto, señor Faraón: El sueño quiere decir que vendrán siete
años de buenas cosechas y siete de hambre. Entonces el Faraón nombró a José gobernador de
su casa y de su pueblo. José organizó todo a las mil maravillas. Egipto no pasó hambre cuando
vinieron los siete años malos.
DIALOGO: ¿ES BUENA LA ENVIDIA Y EL RENCOR?

DIOS escribe recto en renglones torcidos

Un maestro de Detroit le pidió a Stevie Morris que lo ayudara a


encontrar un ratoncito que se había escapado en el aula de clases.
Todos se burlaron porque Steve era ciego, pero el maestro que lo
sabía, también se había dado cuenta que la naturaleza había dado a
Stevie algo que ningún otro alumno tenía: Un notable par de oídos,
para compensar la ceguera de sus ojos. Esta cualidad le permitió
encontrar el ratón, a pesar de su deficiencia visual. Ésta fue la
primera ocasión en que Stevie sintió que era una ventaja la fineza de
oído. Ahora, años después, dice que ese acto de 'aparente'
desprecio de sus compañeros por su condición de no vidente, pero
de reconocimiento de su otra cualidad, por el maestro, fue el
comienzo de una nueva vida. Desde aquel entonces desarrolló su
don del oído, hasta convertirse, bajo el nombre artístico de Stevie
Wonder, en uno de los grandes músicos populares de todos los
tiempos. DIOS no nos creó con defectos, sino que nos dio dones
especiales para hacer cosas maravillosas. Nuestra tarea es descubrirlos y usarlos para el bien.

86
ORACIÓN

Señor, que mi corazón no sepa lo que es la envidia y el rencor. Dame un


corazón generoso para que quiera a todos tal como Tú los creaste. Amén.
Sucedió en Hartberg, Austria, que una
camarera, mientras regresaba cansada del
trabajo, soñando con un baño de agua
caliente y la cama tibia, se salió del camino
al cruzar un puente y cayó con el auto a un
río congelado. Golpeada y con fracturas, y
sumergida hasta los hombros en el agua
fría, clamó con todas sus fuerzas: «¡Dios
mío, ayúdame!» Y en medio de la noche,
empapada de agua helada y con copos de
nieve cayendo lentamente, una anciana
oyó su clamor. Cuando la mujer se halló en
el hospital, les dijo a los médicos: «Nunca
había orado con tanta intensidad como
esta noche».

Los sueños más lindos y los proyectos más atractivos suelen derrumbarse en un momento. El
baño de agua caliente y la cama tibia de la camarera, se cambió de pronto en baño helado y en
la perspectiva de morir ahogada dentro de su propio auto que se hundía inexorablemente. Pero
clamó a Dios. Clamó a Dios como nunca lo había hecho, y su situación cambió. Porque el fracaso
de un proyecto, la destrucción de un ideal, el derrumbe de una ilusión, si bien producen
profundo desconcierto, no son una desgracia irreparable. La desgracia no la produce la pérdida
del ideal. La desgracia la produce la pérdida de fe, esa fe que necesitamos para continuar en la
vida con todo y sus dolores.

Se dio el caso que, a los cuarenta y cinco años de edad, un hombre descubrió que su esposa lo
había estado engañando. Sufrió enormemente hasta querer morirse. A fin de olvidarlo todo, se
fue a vivir errante en los bosques, comiendo sólo frutas silvestres. Resultó que la vida al aire
libre le permitió reencontrase consigo mismo y con Jesucristo. Este encuentro lo transformó,
física, emocional y espiritualmente. Volvió a la ciudad cuando tenía cincuenta años, y a partir de
ese momento retomó su vida con una nueva esperanza, convencido que lo único necesario para
vivir feliz es la gracia de nuestro Señor Jesucristo. En el Evangelio de hoy, Jesús se admira de la
cananea y le dice: ¡Mujer, qué grande es tu fe! Esa admiración lo lleva inmediatamente a
cumplir el deseo de la mujer. Es decir, no importó que no fuera de su misma religión; lo que
impulsó la sanación fue la magnitud de su fe. Esa lección es muy importante para todos
nosotros, que debemos pedir siempre al Señor, en la oración, que nos aumente la fe. La fe en
Jesucristo nos garantiza una sanación que llega hasta lo más profundo de nuestro ser. Hay
enfermedades que las píldoras y jarabes no pueden aliviar, ni mucho menos curar, por que no
llegan al meollo del asunto: La mente y el corazón humano, que son la fuente de todo
mal.

Nos duele la cabeza, la presión arterial no se controla, la gastritis se ha agudizado, la circulación


no ha mejorado, y para colmo de males, nos hemos hecho ver por un sin fin de médicos, y nos
han sometido a todo tipo de exámenes y evaluaciones que nada revelan ni solucionan, entonces
es tiempo que entreguemos todas esas angustias, penas, frustraciones y aún aquellos pecados,
que nos agobian el alma y se reflejan en nuestro cuerpo. El único que tiene la sanidad perfecta
para aquello que las medicinas no curan ni solucionan, es Jesucristo, médico eterno e infalible
que llega al alma de toda enfermedad. En ÉL encontraremos: Perdón, salud y paz. ÉL si tiene
la medicina para el alma. Cuando aún contra toda razón mantenemos la fuerza, no perdemos de
vista a Dios y ponemos la esperanza en ÉL, miramos con ojos expectantes esta vida, que es tan
fluctuante y problemática, y en cualquier momento ocurre el cambio positivo que renueva
nuestra esperanza y restaura nuestra fe. Siempre podemos clamar a Aquel que es

87
misericordioso, poderoso e inmutable. En ÉL hallamos la paz que necesitamos, y ÉL nunca nos
falla. En un mundo siempre cambiante, necesitamos la ayuda de Uno que nunca cambia.

“Y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de ÉL una fuerza


que sanaba a TODOS” (Lucas 6, 19). Amén.

Domingo XXI Ciclo A


21 de Agosto de 2.011

88
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 22, 19-23 Salmo: 138(137)
2ª Lectura: Romanos 11, 33-36 Evangelio: Mateo 16, 13-20
En este domingo 21 de Agosto, que además es el domingo veintiuno del tiempo ordinario, vamos
a orientar la reflexión alrededor de tres aspectos de la fe: Cuestionamiento, recepción y
comunión.

La fe cuestionada

Nuestro tiempo se caracteriza por las encuestas en los medios de comunicación. La pregunta y la
respuesta siempre han sido y continúan siendo realidades vivas e importantes. Hay preguntas
profundas y vitales. Y respuestas que también pueden serlo.

Jesús pregunta hoy a los apóstoles sobre lo que la gente opina de él. Las respuestas denotan
una comprensión parcial. Se sitúan únicamente en el reconocimiento de su profetismo, pero
escapan a una justa comprensión de la personalidad de Jesús. Este sondeo tuvo la intención de
preparar una pregunta personal y directa a los discípulos. Ahora tienen que definirse. «Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, el primero de los apóstoles, responderá por
todos: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

La pregunta nos la dirige Jesucristo muchas veces: ¿Quién soy yo? ¿Por quién me tienen?
¿Qué importancia tengo en sus vidas? Nuestra respuesta también tiene que ser rápida,
sincera y osada: Tú eres la esperanza máxima, tú eres el Hijo de Dios encarnado para
salvarnos: Tú eres DIOS con nosotros.

Hemos de dar nuestra respuesta comprometida a Jesucristo Salvador, el Buen Pastor que da la
vida por las ovejas, al Amigo que da la vida por sus amigos. ¡Qué paz responder con sinceridad
al Señor y reconocerlo como primero y único en la vida!

La fe recibida

La fe de Pedro es grande. Jesús la alaba. Pero, no es un mérito del apóstol, sino un don de Dios.
«Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo».
El don siempre precede. ¿Qué ha hecho Pedro? Pedro ha cooperado, se ha abierto a la gracia de
Dios. Las palabras de Jesús adquieren un tono trascendente e impresionante: «Ahora te digo
yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Sobre Pedro creyente se
construirá el edificio de la comunidad cristiana. Sobre su fe firme se podrá levantar la casa de
Dios. Pedro será el hombre de las llaves, el que tiene un poder sagrado. Poder referido a la
santificación de los hermanos. El atar y desatar son prerrogativas importantísimas destinadas a
la vertebración y la comunión del pueblo de Dios. Pedro será el fundamento visible de esta
comunión y dará firmeza a la Iglesia. Todo eso prosigue en la sucesión apostólica.

La fe compartida

La Palabra de Dios siempre provoca nuestra admiración. «¡Qué abismo de generosidad, de


sabiduría y de conocimiento el de Dios!», ha dicho san Pablo. Siempre que repasamos sus
palabras y sus gestos aparece la inmensidad de su misterio. Nos damos cuenta de su manera
clara y amorosa de proceder. No lo comprendemos todo, evidentemente, pero le tenemos una
confianza absoluta, porque sabemos que todo sucede para nuestro bien. Este domingo de agosto
es una buena ocasión, al escuchar las lecturas, para recordar la importancia de nuestra fe y de
nuestra vida en la Iglesia. Una oportunidad para agradecer los dones que el Señor nos otorga en
abundancia. Reconozcamos que su misericordia es eterna. Pidámosle que concluya su obra. Y
oremos de una manera especial por el Papa y los demás pastores de la Iglesia: Que el Señor
les asista siempre en el papel que les ha confiado.

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Oremos para que todos, unidos, vivamos una verdadera
comunión que sea signo elocuente para todos los hermanos del
mundo. Y, como Pedro, digamos a Jesucristo: Tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios vivo. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintiuno

JOSÉ y SUS HERMANOS (1º ENCUENTRO)

PALABRA DE DIOS: “Al enterarse Jacob de que había grano


en Egipto, dijo a sus hijos: -¿Qué hacen pasmados? He oído
que hay grano en Egipto: bajen allá y compren grano. Así
viviremos y no moriremos... En el país mandaba José, él
vendía el grano a todo el mundo... Al ver a sus hermanos,
José los reconoció, pero disimuló y les habló con dureza...
Estamos pagando el delito contra nuestro hermano... Rubén
les dijo: -¿No les decía yo que no pecaran contra nuestro
hermano? Pero no me hicieron caso. Ahora nos piden
cuentas de su sangre... José mandó que les llenasen los
sacos de grano, que metieran el dinero pagado en cada saco
y les dieran provisiones para el viaje” (Génesis 42, 1.6-7.22-
23).

ENSEÑANZA

La exaltación de José es una pieza en la historia de la salvación. Dios es el protagonista oculto.


Mamá, dice Migue: ¡Qué admirable es Dios con todos! Hijo, le responde la madre: ¡Ojalá que
caigamos en la cuenta de que él nos cuida a cada uno! Ya ves que el hermano Rubén les echa en
cara a sus hermanos lo que hicieron con José. Gracias a este reconocimiento, los hermanos
recibieron, no solamente el trigo, sino todo el dinero que debían haber pagado. Padre, dice
Estefanía, ¿por qué no se vengó José de sus hermanos? Hija, tú ya lo sabes. Quien ama a Dios,
no puede odiar a los hermanos. El odio va contra Dios. José era un muchacho muy inteligente y
de gran corazón. Aunque les acusó en este primer encuentro de espías, fue sólo para ponerlos a
prueba. Les puso como condición que la segunda vez que fueran a por trigo, llevasen a
Benjamín, el hermano pequeño. Lo hizo para demostrar que era verdad lo que contaban.

DIÁLOGO: ¿CÓMO SE PORTÓ JOSÉ CON SUS HERMANOS?

Sabiduría ancestral

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla acerca


de la vida, con sus nietos. Dijo: Una gran pelea está ocurriendo
en mi interior y es entre dos lobos. Uno de los lobos representa la
maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia,
la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la
mentira, el orgullo, la competencia, la superioridad y la egolatría.
El otro la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la
serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la
benevolencia, la amistad, la empatía, la verdad, la compasión y la
fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes, y dentro
de todos los seres de la tierra. Lo pensaron por un minuto y uno
de los niños le preguntó a su abuelo: Abuelo, dime… ¿Cuál de los
lobos ganará?. El viejo cacique respondió simplemente... EL QUE
ALIMENTES. No importa lo que nos hayan hecho, siempre
podemos decidir perdonar. Entonces seremos promotores de paz.

ORACIÓN

90
Señor, haz que en nuestras relaciones de hermanos, padres y amigos, haya
una gran armonía. Debemos sabernos perdonar como hizo José con sus
hermanos. En lugar de echarlos del palacio, les dio trigo y todo el dinero que
valía. Dios está siempre de parte de quien le es fiel. Amén.

Tú eres el Hijo del Gran Tata

La siguiente narración es del novelista hondureño Ramón


Amaya Amador, y describe la percepción que tenían de los
frailes, los indios que habitaban la selva primitiva de La
Mosquitia. Afortunadamente para los lectores de hoy, el autor
lo hace de forma amena, en su novela histórica titulada “Con la
misma herradura”, que terminó de escribir en 1963 pero que
no se publicó hasta 1993, veintisiete años después de su
muerte:

“Los ancianos de Crautara habían aceptado ya que los


sacerdotes se establecieran junto a su aldea y viviesen como
amigos....
»... Fray Esteban de Verdelete era un conquistador singular y él lo sabía.... Consideraba que el
poder de su palabra en contacto con Dios podía competir exitosamente con el poder del
arcabuz....
»Verdelete llamó a este lugar la Misión de la Sagrada Custodia.
»... Atraían a los más conocidos y a las mujeres. Les predicaban la religión católica,
enseñándoles la existencia de un solo Dios verdadero que había nacido de mujer virgen. En los
primeros días estas cosas nuevas causaron no poca hilaridad entre los habitantes de Crautara,
especialmente en las mujeres casadas y las viejas.
»—Padre tatite —preguntaban sumisas—, ¿y de verdad que esa mujer doncella parió sin tener
marido? Aquí nunca se ha visto eso, padre tatite. ¿Cómo fue? Con perdón de usted, nadie se lo
puede creer.
»—Fue por obra y gracia del Espíritu Santo, hija buena.
»—¡Ah, entonces no hubo tal misterio, padre tatite! Ya lo decía yo:... No puede haber parido....
»Y por allá en las chozas decían:
»—¡Qué cosas las que cuentan los padres tatites!... Les gusta bromear con la gente....
»—Así son. Saben inventar cosas para hacer reír. Debemos darles muchos frutos para que no se
vayan y nos cuenten más leyendas como la del dios sin tata que era hijo de virgen....
»Pero sin que los mismos indios se percataran, muchos fueron, poco a poco, entrando a la
nueva religión del “Dios sin tata” y recibiendo el bautismo.... Verdad era que ellos no
comprendían de lo que se trataba. Entendían únicamente los cantos porque esos pueblos eran
muy aficionados a la canción y a la música....
»A las dos semanas ya los misioneros tenían dos iglesias, y en las tardes y noches se llenaban
de fieles o, mejor dicho, de curiosos, para escuchar los cuentos y leyendas de los frailes y cantar
sus nuevos cantos al son de caracoles, chirimías y zambumbias»”.

No debiera extrañarnos que, casi dos mil años después de la muerte de Jesucristo, todavía hay
muchos en el mundo que, al igual que aquellas mujeres casadas de Crautara, no creen que
como Hijo de Dios, Él haya podido nacer de una virgen, pero sí creen en sus enseñanzas. Lo
fundamental que les falta —y conste que es necesario para conocerlo en toda su esencia— es
reconocer que así como aquel Niño que nació en un pesebre en Belén cumplió un gran número
de profecías bíblicas con relación a su vida, muerte y resurrección milagrosa, también lo hizo al
nacer milagrosamente de la virgen María «por obra y gracia del Espíritu Santo». Pues el
principio de la historia de Jesús de Nazareth es tan milagroso como el fin, ya que no se trata de
un «Dios sin tata» sino de un Dios con dos tatas: El uno adoptivo, José, y el otro
sobrenatural, el Padre celestial, es decir, el uno humano y el otro divino: El Gran
Tata.

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Hoy, cuando meditamos la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús, podemos imaginarnos a
un Pedro perteneciente a esta tribu indígena, diciéndole a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo
del Gran Tata.

“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún


hombre, sino Mi Padre, que está en los cielos!” (Mateo 16, 17). Amén.

92
Domingo XXII Ciclo A
28 de Agosto de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Jeremías 20, 7-9 Salmo: 63(62)
2ª Lectura: Romanos 12, 1-2 Evangelio: Mateo 16, 21-27
La liturgia de hoy nos invita a meditar en el compromiso de ser seguidor de Jesucristo. No es
fácil ser cristiano. Nunca lo ha sido, pero ahora, tal vez, menos. A todos nos gustaría un
cristianismo cómodo, consolador, compaginable con otras tendencias a las que nos estimula la
sociedad de hoy. Pero no es eso lo que nos dicen las lecturas de hoy: Nos hablan de renuncia
y sacrificio. En la primera lectura vemos unas palabras dramáticas del profeta Jeremías. La
misión que Dios le encomendaba resultó muy difícil. Era muy joven -unos 19 años- cuando fue
llamado a ser profeta, portavoz de Dios. En un momento muy conflictivo de la historia de Israel
-al borde de la destrucción total y del destierro- él, que de por sí era tierno y pacifico, debía
anunciar palabras incómodas al pueblo y denunciar a los poderosos de su época. Eso le valió la
enemistad, la burla, la persecución. No es raro que le asaltase la duda: ¿No será que Dios le
ha "seducido", o sea, que le ha engañado y luego abandonado? ¿no será mejor que
abandone, que dimita, que se niegue a seguir hablando en nombre de Dios? Pero triunfó
en él la obediencia: No podía negarse a lo que le pedía Dios. Seguirá dando testimonio,
seguirá siendo su profeta, aunque nadie le haga caso.

Pero todavía es más difícil y radical la vocación y la fidelidad de Jesús. También a él le va a


costar la misión que se le ha encomendado. También a él le asaltará, en algunos momentos que
los evangelios nos han conservado, la duda y el cansancio: "Dios mio, ¿por qué me has
abandonado?". Él ya sabe -se lo anuncia a los suyos en el evangelio de hoy- que camina hacia
la muerte. Camina decidido, aunque los suyos no le ayudan precisamente con sus reacciones y
aunque a él mismo le costará lágrimas y sudor de sangre. Porque una cosa es saber cuál es
el camino y otra, seguirlo con fidelidad radical.

La reacción de Pedro es, en cierto modo, explicable. De su amor a Jesucristo no se puede dudar.
El domingo pasado veíamos su hermosa profesión de fe: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
Pero todavía no había entendido que el camino de Jesucristo es camino de renuncia y sacrificio,
antes de ser de salvación y de gloria. A Pedro, como a nosotros, le gustaban los aspectos
agradables del seguimiento de Jesús. Pero el sacrificio, no. Ser cristiano se va convirtiendo cada
vez más en una opción explícita por Jesucristo y por su estilo de vida, por su mentalidad y
criterios de actuación. Pero supone que se acepta a la vez el riesgo y la dificultad, porque
la escala de valores de Jesucristo no coincide con la de este mundo.

Cada uno sabe qué puede suponer para él en concreto ese "tomar su cruz y seguirle" que
anuncia Jesús a los suyos, o a qué cosas le obliga a renunciar el ser cristiano. No se trata de
buscar el sufrimiento en sí mismo, sino de aceptar el seguimiento de Jesucristo con coherencia.
Pablo les dice a los cristianos de Roma, en la segunda lectura, que "no se ajusten a este
mundo, sino que sepan discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada,
lo perfecto". Ese es el mejor culto a Dios. Este discernimiento cuesta, y conduce a decisiones
que pueden resultar difíciles, porque lo cómodo es acomodarse a este mundo.

Jeremías también pensó en abandonar el encargo profético para poder vivir tranquilo en su
pueblo. Pero la Palabra de Dios le ardía dentro y escogió el camino difícil. A Jesús le apetecería
más, sin duda, que Dios le ahorrara "el cáliz de su muerte", pero eligió el camino difícil: "No
se haga mi voluntad, sino la tuya". A Pedro, que al principio "pensaba como los hombres
y no como Dios" y prefería las cosas fáciles, también le vendrá el tiempo en que, madurado en
su fe cristiana, dé valiente testimonio de su fe en Jesucristo ante el pueblo, ante las autoridades
y, finalmente, ante Nerón en Roma, en su martirio.

También a nosotros el mundo de hoy nos ofrece caminos mucho más fáciles y "prometedores"
a corto plazo. Pero Jesucristo nos dice que si queremos seguirle tenemos que tomar cada uno su
cruz, como él tomó la suya. Lo que no podemos hacer es una selección de lo que nos gusta,

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evitando lo que nos parece más serio y exigente en el programa de vida de Jesucristo. No
podemos "censurar" páginas del evangelio que no nos gusten.

La Eucaristía nos da la fuerza para poder seguir por ese camino, exigente pero
coherente. Comulgar con Jesucristo, en la Eucaristía, es comulgar también con él a lo
largo de la jornada y de la semana, con todas las consecuencias, aunque a veces eso
suponga dificultad y renuncia. Pero, a la larga, es lo que nos dará la más profunda
alegría y felicidad. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintidós

JOSÉ Y SUS HERMANOS (2º Y 3º ENCUENTROS)

PALABRA DE DIOS: “Cuando José vio con ellos a


Benjamín, dijo a su mayordomo: - Hazlos entrar
en casa. Que maten y guisen, pues al mediodía
esos hombres comerán conmigo... Acercándose al
mayordomo de José, le hablaron a la puerta de la
casa. - Mira, señor: nosotros bajamos en otra
ocasión a comprar víveres. Cuando llegamos a la
posada y abrimos los sacos, encontró cada uno el
dinero, al peso legal... Respondió: - Tranquilos, no
teman, su Dios, el Dios de su padre, lo escondió en sacos... Cuando llegó José a casa,
le presentaron los regalos que habían traído y se postraron ante él en tierra. Él les
preguntó: -¿Qué tal están? ¿Qué tal está su anciano padre?, ¿vive todavía?...Echando
una mirada vio José a Benjamín, su hermano materno y preguntó: - ¿Es éste su
hermano menor, del que me hablaron? Mi copa de plata la pones en la boca del saco
del menor con el dinero de la compra... A quien se le encuentre la copa de plata, será
mi esclavo... Fue hallado en el saco de Benjamín... Se acercaron, y José les dijo: - Yo
soy José, su hermano, el que vendieron a los egipcios... Y echándose al cuello de
Benjamín, su hermano, rompió a llorar y lo mismo hizo Benjamín” (Génesis 43, 16.19-
20.26-29; 44, 2.12; 45, 14).

ENSEÑANZA

Estefanía le pregunta a su madre: ¿Cómo terminó la historia? Ya te lo puedes imaginar. José, un


joven con corazón limpio y más valioso que el oro, mandó llamar a toda su familia para
quedarse en Egipto y viviendo muy bien. La lección de José fue estupenda. La suya ha sido una
historia de salvación, para la vida, la supervivencia y para la continuidad de la familia patriarcal.
Migue, con sus ojos intrigados, pregunta al padre: ¿cuánto tiempo vivieron en Egipto? Sus
descendientes vivieron en Egipto cuatrocientos años. José hizo el truco de echar la copa de plata
en el saco de Benjamín. ¿Saben cuál fue la intención de José? Sencillamente fue motivada para
atraer a Egipto a toda su familia. No solamente les hace el bien y los perdona a todos, sino que,
además, anhela lo mejor para que todos estuvieran juntos de nuevo. Mamá, ¡qué bonito es el
mundo así! Sí, es verdad. La promesa que Dios hizo después del diluvio se cumple siempre. Él
está con nosotros.
DIÁLOGO: ¿SE PORTÓ BIEN JOSÉ Y POR QUÉ?

Vivir como las flores

Maestro, ¿qué debo hacer para no disgustarme? Algunas personas hablan


demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio
por aquellas que son mentirosas y sufro. - ¡Pues, vive como las flores!,
advirtió el maestro. - Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el
discípulo. - Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando
unas que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son
puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero
no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con
las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los

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defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse.
Ejercita entonces, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de
los demás haciendo el bien. Ésto es vivir como las flores.

ORACIÓN
Señor, te doy gracias este día por la gente buena que hay en el mundo. Todo el que te
escucha y cumple con tus mandamientos se encuentra feliz haciendo cosas bonitas por
sus hermanos, los necesitados. Haz que imitemos el ejemplo de José. Amén.
Una mirada tuya

Una cosa es ir al cine y reconocer en la pantalla gigante a


actores conocidos que representan escenas de la vida
diaria, y otra, ir al cementerio y reconocer en espacios
reducidos los cadáveres de personas conocidas que ya no
pueden actuar. Pero aquella noche fatal, como lo leemos
en el “Anecdotario de la guerra civil española”, el doctor
Carlos Zurita, médico español a quien le tocó ejercer su
profesión durante los trágicos años de la Guerra Civil
española, hizo primero lo uno y después lo otro. Tan
pronto como salió del cine, se dirigió al cementerio para
realizar la mórbida tarea de reconocer el cadáver de un
amigo perdido. Allí se encontró a la viuda de un gitano al
que acababan de fusilar. La guapa mujer estaba velando
a su esposo, sentada al lado de la caja en la que yacía el
difunto, amortajado con discreta elegancia. Al ver pasar
al médico, la gitana le echó una mirada de odio que si
bien no lo fulminó ahí mismo, le quedó grabada en la
memoria para siempre. ¡Cuál no sería la consternación
del doctor Zurita al recibir la noticia al día siguiente de
que la perturbada mujer se había ahorcado, pero no sin
antes colgar, uno por uno, a sus siete hijos!

Lo que nos preguntamos todos es: ¿Qué la impulsó a matar con sus propias manos a esos
siete indefensos pequeños, sangre de su sangre? La explicación que nos ofrece el
historiador español Fernando Díaz-Plaja es que «aquella mujer no quiso que sus hijos
vivieran en un ambiente que odiaba». Esta dramática historia contiene elementos
conmovedores que evocan la historia sagrada. Al Hijo de Dios mismo, Jesús de Nazareth, no lo
fusilaron en una guerra civil, pero sí lo crucificaron en una guerra a muerte que Él libró contra el
enemigo de nuestra alma. Durante esa última semana trágica de su vida, lo traicionaron y lo
negaron dos de sus mejores amigos. Uno de ellos, Judas Iscariote, sintió tanto remordimiento
por haberlo traicionado que quiso devolver el precio de sangre inocente —las treinta monedas de
plata— que recibió por entregar a su Maestro. Pero cuando se convenció de que era irreversible
lo que había hecho, arrojó el dinero por el suelo, salió y se ahorcó.

El otro amigo era Simón Pedro. Después de negar tres veces a su Maestro, lo cual había sido
inconcebible para él, sus ojos se encontraron con los de Jesús. Fue una mirada penetrante e
inolvidable la de su mejor amigo, no una mirada de odio sino de amor y comprensión. Pedro
salió, y lloró amargamente. Los evangelios nos hablan varias veces de la mirada de Jesús.
Miraba a sus discípulos, asombrados por su enseñanza (Mateo 19, 25-26); miraba con enojo y
tristeza a los jefes religiosos carentes de compasión (Marcos 3, 5); miraba con afecto a un joven
que deseaba la vida eterna (Marcos 10, 21); miraba a su discípulo Pedro que lo negó. Por medio
de su mirada, Jesús entraba en contacto con los que le rodeaban. Tocaba sus corazones y
alcanzaba sus conciencias, porque los amaba y los respetaba. Los reconocía siempre como
personas humanas, dignas y responsables, a las cuales ofrecía su socorro.

Lo que le faltó aprender a Judas, así como a la pobre gitana, lo aprendió Pedro posteriormente:
A reconocer la infinita capacidad que Dios tiene para perdonar hasta al que menos
merece el perdón, y de enseñarnos a nosotros el valor eterno de amar a nuestros

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enemigos. ¿Queremos encontrar su divina mirada? Vivamos la Eucaristía, leamos las Escrituras
con una mente abierta y de oración. Así experimentaremos la presencia y la autoridad divina.
Entonces bajaremos humildemente la mirada y diremos sí al arrepentimiento y a la fe. Nada es
más poderoso que la presencia del Señor.

“Jesús lo miró con amor y le dijo: Una cosa te falta: Ve, vende
cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el
cielo; después sígueme” (Marcos 10, 21). Amén.

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Domingo XXIII Ciclo A
4 de Septiembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Ezequiel 33, 7-9 Salmo: 95(94)
2ª Lectura: Romanos 13, 8-10 Evangelio: Mateo 18,15-20

Hoy se nos presenta la comunidad cristiana como lugar de corrección fraterna y de oración.

TODOS SOMOS RESPONSABLES UNOS DE OTROS: Es la enseñanza básica del evangelio de


hoy. Si somos hermanos no podemos desentendernos unos de otros. Debemos reconocer que lo
fácil es desentenderse o limitarse a una crítica destructiva, a espaldas del afectado. Debemos
ayudarnos mutuamente a vivir como cristianos. A través del "buen ejemplo" -o con palabras
más actuales- a través de un real testimonio de vida cristiana; todos sabemos por propia
experiencia que lo que más ayuda a seguir el camino de Jesucristo es ver hermanos que viven la
fe, el amor y la esperanza. Pero también -cuando convenga- esta ayuda debe concretarse en un
saber "corregir al hermano". ¿Corregir al hermano? "Si tu hermano peca, repréndelo a
solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano". Es un consejo difícil el
que nos da aquí Jesús. Por una parte, nos cuesta sentirnos responsables de los demás. En
general preferimos "dejarles en paz y ocuparnos de lo nuestro", tanto en la vida civil como
en la eclesial. Es la postura típica de los que no quieren participar en la vida de la comunidad, ni
creen que deban ayudar a los que se van desviando del recto camino. Fue la postura de Caín:
¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano? Y sin embargo, Jesús nos ha enseñado la
importancia de la corrección fraterna oportuna.

Al profeta Ezequiel le urge Dios para que no calle, porque callando se hará responsable de la
ruina de su pueblo. Dios le ha hecho "centinela" que ayude a sus hermanos, que sepa dar la
alarma cuando vea que es necesario, y les recuerde que no se han de desviar de los caminos del
Señor. ¿Para qué sirve un centinela que no avisa? ¿para qué sirve un perro guardián que no
ladra cuando vienen los extraños?

Jesús concreta esta obligación de un hermano para con su hermano, de un miembro de la


comunidad para con otro. Nadie es extraño para nosotros: Nos debemos sentir
corresponsables del bien de los demás. Si mi hermano va por mal camino, debo buscar el
mejor modo de ponerle en guardia y animarle a que recapacite. El procedimiento lo detalla el
mismo Jesús, empezando por el diálogo de tú a tú, o sea, a modo de hermanos, sin agresividad,
buscando el bien de la persona, no hablando a espaldas, ni aireando a los cuatro vientos los
defectos de los demás, sino teniendo la valentía de hablar a la persona concreta. Somos
hermanos. El amor al hermano no se muestra sólo diciéndole palabras amables y de alabanza,
sino también, cuando haga falta, con una palabra de ánimo o de corrección. El silencio a veces
puede ser complicidad. Eso les pasa, en un nivel eclesial, al Papa o a los pastores de la Iglesia
cuando en conciencia tienen que llamar la atención sobre direcciones peligrosas que van en
contra del evangelio o de la dignidad humana.

También habrá que recordar que cuando somos nosotros los que recibimos algún día una
palabra de corrección, tendremos que reaccionar bien: De momento nos hace sentir mal que
nos digan que algo no va bien, pero seguro que nos ayudará a mejorar. Nuestros

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defectos los conocen mucho mejor los demás que nosotros mismos. Eso sí, la corrección
fraterna debemos hacerla con amabilidad. No se corrige al hermano echándole en cara sus
defectos. Una cosa es mostrarse indiferente, descuidando la caridad fraterna, y otra convertirse
en inquisidores entrometidos o que actúan por despecho. Una cosa es ser centinela que avisa del
peligro que acecha, y otra erigirse en juez moralizador o en dueño del bien y del mal. La clave
nos la da Pablo en la segunda lectura: El amor, la ley fundamental del cristiano: "A nadie
le deban nada más que amor. . . amarás a tu prójimo como a ti mismo. Uno que ama a
su prójimo, no le hace daño". El que ama sí que puede corregir al hermano, porque lo hará
con delicadeza, lo hará no para herir, sino para curar, y sabrá encontrar el momento y las
palabras. No sólo verá los defectos sino también las virtudes. Y por eso, porque ama y se
preocupa de su hermano, se atreve a corregirle y ayudarle. Como un padre que no siempre
calla, sino que habla y anima a sus hijos, y, si es el caso, les corrige, ayudándoles a cambiar y
haciéndoles fácil la rehabilitación. Como el educador hace lo mismo con sus alumnos y el amigo
con su amigo.

Imitemos a Jesús, que supo corregir con delicadeza y vigor a sus discípulos, en
particular a Pedro, y logró que fueran madurando en la dirección justa. Con amor y
desde el amor. Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Veintitrés

ESCLAVITUD Y GENOCIDIO

PALABRA DE DIOS: “Muerto José y sus hermanos


y toda aquella generación, los israelitas crecían y
se propagaban, se multiplicaban y se hacían
fuertes... Subió al trono en Egipto un Faraón
nuevo que no había conocido a José... El rey de
Egipto ordenó a las comadronas hebreas (una se
llamaba Séfora y otra Fuá): - Cuando asistan a las hebreas y les llegue el momento, si
es niño lo matan, si es niña la dejan con vida. Pero las comadronas respetaban a Dios,
y en vez de hacer lo que les mandaba el rey de Egipto dejaban con vida a los recién
nacidos. El rey de Egipto llamó a las comadronas y las interrogó: -¿Por qué obran así y
dejan con vida a las criaturas? Contestaron al Faraón: -Es que las mujeres hebreas no
son como las egipcias: Son robustas y dan a luz antes de que lleguen las comadronas.
Dios premió a las comadronas: El pueblo crecía y se hacía muy fuerte, y a ellas, como
respetaban a Dios, también les dio familia. Entonces el Faraón ordenó a todo sus
hombres: - Cuando nazca un niño, échenlo al Nilo; si es niña, déjenla con vida” (Exodo
1, 6-8.15-22).

ENSEÑANZA

Mamá, estoy triste. ¿Qué te ha pasado, hija mía?- le dice su madre. Pues mira, una niña del
colegio me ha contado que la mejor amiga de su madre ha matado al niño que llevaba en su
vientre. ¿Eso es un crimen? Claro que sí, hija. La vida es un don de Dios y no solamente de la
madre. Ves que la idea de matar niños y niñas inocentes es cosa antigua. ¿Te ha gustado lo que
hacían las comadronas que ayudaban a las mamás a traer a sus hijos al mundo? ¡Mucho! Me he
dado cuenta que no los mataban porque amaban a Dios. Migue le pregunta a su padre: ¿Qué
significa genocidio? Significa matar a una raza entera si es posible. Recuerda que Hitler, un jefe
de los alemanes, mandó matar a los judíos y expulsarlos de su nación para que quedara sólo la
raza aria o alemana. Terminó muy mal. Como le pasará a este Faraón. Los hijos y descendientes
de Jacob fueron sometidos a la condición de esclavos. Lo pasaban muy mal. No tenían libertad y
pasaban hambre y desprecios por parte de los egipcios. Pero sigan atentos a la Biblia. Les irá
explicando la Historia Sagrada, es decir, las acciones buenas que Dios hace con su pueblo
elegido, los israelitas, de los que somos descendientes.
DIÁLOGO: ¿ESTÁ BIEN LA ESCLAVITUD Y MATAR A LOS NIÑOS Y NIÑAS?

En manos de DIOS

98
Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso
fue injustamente acusado de asesinato. El juez, que quería ejecutarlo, le
dijo al acusado: “Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu
suerte en manos de Dios: Escribiré en dos papeles separados las palabras
'culpable' e 'inocente'. Tú escogerás, y será la Providencia la que decida tu
destino”. Por supuesto, el perverso funcionario había preparado dos papeles
con la misma leyenda: “Culpable”. El hombre permaneció en silencio unos segundos con los ojos
cerrados y, con una sonrisa, tomó uno de los papeles, se lo metió a la boca y se lo tragó
rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon. —Pero, ¿qué ha hecho?
¿Ahora cómo vamos a saber el veredicto? —Es muy sencillo —replicó el hombre—. Es cuestión
de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué. Con rabia mal
disimulada, debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo. DIOS nunca defrauda.
“Nunca dejemos de luchar hasta el último momento. En momentos de crisis, sólo la imaginación
es más importante que el conocimiento”. Albert Einstein.

ORACIÓN

Señor, hoy te pido por los niños y por las familias para que se mantengan unidos en la
fe en Dios y que él nos proteja de todo mal. Amén.
La mejor defensa: El testimonio de vida

La Palabra de este domingo nos habla de corrección fraterna y amor.


Ambos deben ir juntos para dar los frutos que DIOS espera de
nosotros. Uno de los aspectos que debemos vigilar constantemente
en nosotros mismos, es el testimonio de vida que estamos dando. Ya
lo dijo duramente Santiago: “Como el cuerpo sin el aliento está
muerto, así está muerta la fe sin obras” (Santiago 2, 26).

Se cuenta que un ateo había desafiado ya varias veces a un joven


seguidor de Jesucristo a un debate público. El joven, por no creer
que tenía la aptitud para sostener un debate acerca de la teología,
había rechazado la oferta cada vez que lo retaba el ateo. Pero el
hombre seguía insistiendo.

Por fin el joven le dijo: «Mire, Señor, los debates convencionales nunca llegan a una
conclusión definitiva. Hagamos esto más bien: Yo traeré a cien personas que den
testimonio de cómo Dios las ha transformado, de modo que han hallado completa
satisfacción y paz interior. Usted quedará en libertad de examinarlas como guste. Pero
traiga usted también a cien personas que hayan sido transformadas mediante sus
enseñanzas ateas, que den testimonio de que a través de su filosofía atea han hallado
paz interior y verdadera satisfacción».

Cuando llegó el día del debate, no sólo brillaban por su ausencia los testigos del ateo, sino que
tampoco él se presentó. Es más, nunca volvió a molestar al joven seguidor de Jesucristo. En
realidad, el cristianismo no necesita defensa. No es una teoría; es un hecho que sólo necesita
anunciarse. El cristianismo no es una filosofía complicada que requiere años de estudio para
entenderla; es más bien una experiencia que se verifica en un instante en la vida de quien
responde a la invitación de Jesucristo, su fundador.

El cristianismo tampoco es una religión cuya virtud consiste en la práctica de ritos y ceremonias.
Los ritos y ceremonias son celebraciones litúrgicas donde alabamos y damos gracias a DIOS, por
medio de Jesucristo, en quien ya vivimos y lo demostramos con nuestro obrar. El ciego Bartimeo
no tuvo que cumplir ningún rito para que Jesús lo sanara. La mujer sorprendida en adulterio
tampoco tuvo que cumplir ningún rito para que Jesús la perdonara. Ni fue necesario que
cumpliera ningún rito Lázaro para que Jesús lo resucitara de entre los muertos. Es que no hay
fórmula mágica ni plegaria ceremonial ni rito solemne que valgan para ganarse el favor divino,
ni mucho menos que se requieran para recibir la sanidad del cuerpo o la vida eterna. Una vez

99
que Jesucristo vive en nuestro corazón, es ÉL, dentro de nosotros, quien hace que nuestras
celebraciones litúrgicas brillen y exhalen un aroma que llega hasta el cielo.

La prueba más convincente del cristianismo consiste en el cambio radical que se produce en
todos los que le entregan su vida a Jesucristo. San Pablo se refiere a esa transformación como
una renovación total de la mente, y la describe en los siguientes términos: «Por lo tanto, si
alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo
nuevo!» (2Corintios 5, 17).

De modo que el cristianismo no es teórico sino práctico, ya que ofrece no sólo una ideología
íntegra sino una experiencia integral, y comprende no sólo un nuevo modo de pensar sino un
nuevo modo de vivir. Más vale entonces que, en vez de ponerlo en tela de juicio, lo pongamos a
prueba personalmente. De hacerlo así, experimentaremos en carne propia la paz y la
satisfacción que sienten los verdaderos seguidores de Jesucristo.

“Esto dice el Señor: A ti, hijo de hombre, te he constituido


centinela para la casa de Israel. Cuando escuches una palabra de
Mi boca, tú se la comunicarás de Mi parte” (Ezequiel 33, 7).
Amén.

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SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO Ciclo A
Hoy es un día
especial
11 de Septiembre de 2.011 para
el pueblo Citas de las Lecturas:
creyente 1ª Lectura: Eclesiástico 24, 3-4.8-12.19 Salmo: Judit 13
2ª Lectura: Gálatas 4, 4-7 Evangelio: Lucas 2, 15-19
venezolano. Nos sentimos orgullosos de rendir homenaje a nuestra patrona: Nuestra Madre
María bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto. La liturgia de hoy nos trae un
bello pasaje bíblico que recoge el momento en que los humildes pastores de Belén acuden al
pesebre donde está el Niño Jesús con la Virgen María y José.

Inmediatamente después de que se fueron los ángeles, los pastores actuaron, estaban atónitos
pero querían hacer algo al respecto, y lo lógico era ir a ver. No importó la hora, ellos decidieron
ir. Lo que debemos aprender de esto es que no se quedaron con la “experiencia”, no quisieron
quedarse para si la gloria del Señor, porque realmente la disfrutaron, ellos quisieron ir a ver a su
Salvador. Debemos aprender que cuando suceda algo sobrenatural no debemos poner
los ojos en las manifestaciones sino en el Salvador.

101
Cuando llegaron y vieron al niño lo primero que hicieron fue lo que todos hubiéramos hecho: Le
dijeron a todos lo que habían experimentado. Dice la Biblia que todos se maravillaron. Y no
era para menos. Con todo lo que había vivido María y su concepción sobrenatural, esto de los
pastores era para confirmar lo que estaba sucediendo. Si nos ponemos en los “zapatos” de
María y José podríamos entenderlo mejor. Imaginémonos que ellos están bien contentos con su
bebé y están un poco incómodos por estar en el establo, pero estaban a media noche y de
repente llegan un montón de pastores todos alborotados queriendo ver a su hijo. La primera
pregunta que se han de haber hecho María y José es quién les avisó. Cuando los pastores les
dicen que nada más y nada menos que cantidades de ángeles, la cara de asombro ha de haber
sido inolvidable.

Es de pensar que hubo un momento en que todos se hacían preguntas y preguntas. Son tantos
los sucesos, que han de haber amanecido conversando y maravillándose de lo que veían y
escuchaban. Actualmente así sucede con nosotros. Cuando Dios llega a nuestra vida, empiezan a
suceder tantos y tantos eventos donde vemos a Dios, que nos podríamos pasar horas hablando
de él y de lo que nuestros ojos han visto.

Sin embargo también vemos otra actitud de los mismos hechos, dice en este pasaje que María
guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esto también nos hace reflexionar, ya
que muchas veces vamos a vivir cosas sobrenaturales que debemos guardarlas y meditarlas en
nuestro corazón.

Guardarlas por la sencilla razón que no siempre podemos hacer lo que hizo José el soñador,
como lo vemos en el libro del Génesis, que por andar revelando su sueño de grandeza lo
vendieron como esclavo. La prudencia debe ser fiel compañera de las revelaciones. Durante toda
nuestra vida de cristiano, si realmente vivimos de verdad la fe, veremos muchas cosas
sobrenaturales.

Y meditarlas porque no debemos sólo ver y oír sino meditar, lo cual es un ejercicio muy olvidado
de los hombres y mujeres de este siglo. Según el diccionario, meditar es: Aplicar con
profunda atención el pensamiento a la consideración de algo. Profunda atención significa:
Poner un énfasis muy fuerte en lo que pensamos de una determinada cosa. No soltarla
sino estar “saboreando” la idea, verla por todos lados, analizarla y ver con profundo cuidado
todos los detalles de lo que estamos meditando.

De todas las cosas sobrenaturales que nos van a suceder, al meditarlas encontraremos muchas
enseñanzas para nuestra propia vida. Es muy común que un evento sobrenatural traiga consigo
no solo algo impactante en lo natural sino algo trascendente de enseñanza, pero hay que
meditarlo. Tampoco se trata de convertirnos en “seres místicos” que vamos por la calle con la
mirada perdida. Simplemente se trata de no soltar lo que Dios nos da.

Pidamos al Señor en esta gran fiesta de nuestra patrona, la Virgen Maria,


Nuestra Señora de Coromoto, que nos envíe Su Espíritu, para que al igual que
María, sepamos conservar y meditar en nuestro corazón, todas las cosas
maravillosas que nos permite experimentar en nuestra vida espiritual. Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Veinticuatro

INFANCIA DE MOISÉS

PALABRA DE DIOS: “Un hombre de la tribu de Leví se


casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y
dio a luz un niño. Viendo lo hermoso que era, lo tuvo
escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido
por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la
embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura y
la depositó entre los juncos, a la orilla del río Nilo. Una

102
hermana del niño observaba a distancia para ver en
qué paraba aquello. La hija del Faraón bajó a bañarse
en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla.
Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró
dentro y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó: - Es un niño de los hebreos.
Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: - ¿Quieres que vaya a buscar
una nodriza hebrea que te críe el niño? Respondió la hija del Faraón: - Anda. La
muchacha fue y llamó a la madre del niño. La hija del Faraón le dijo: - Llévate este niño
y críamelo, y yo te pagaré. La mujer tomó al niño y lo crió. Cuando creció el muchacho,
se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo:
<<Lo he sacado del agua>>” (Exodo 2, 1-10).

ENSEÑANZA

¿Qué les ha parecido la historia? ¡Muy bonita! Nos han encantado dos cosas: La primera, es el
valor de su hermanita vigilando al niño a distancia. Hace falta valentía para estar horas y horas
junto a un río peligroso y muy grande, como es el Nilo. En segundo lugar, la inteligencia de la
madre. Lo quería tanto, que se le ocurrió hacer lo que hizo. Tan sólo las madres son capaces de
hacer sacrificios así. Quien mucho ama es capaz de todo. Los egoístas nunca aman. Y el resto de
la historia es la actuación de Dios. Él está siempre de parte de quien le es fiel. La madre hebrea
fue ejemplar. Y Dios la bendijo. Pues el niño fue adoptado por la hija del Faraón. ¿Saben por qué
le puso por nombre Moisés? Lo dice la Palabra de Dios: "Lo he sacado del agua". Dios lo llamará
para ser parte del tesoro de sabiduría de salvación humana y cristiana de su pueblo elegido.

DIÁLOGO: ¿QUÉ HARÍAS TÚ POR SALVAR A UN NIÑO O NIÑA?

Sacado del agua

En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre
una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al
agua. El otro agarró una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus
fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo. Cuando llegaron
los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: “¿Cómo lo
hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con
esa piedra y sus manos tan pequeñas...” En ese instante apareció un abuelo
y, con una sonrisa, dijo: —Yo sé cómo lo hizo. — ¿Cómo? —le preguntaron.
—No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

DIOS actúa sin escándalo pero efectivamente a favor de sus hijos, en momentos de angustia.
Confiemos en ÉL y, como ÉL, haremos imposibles.

ORACIÓN

Señor, hoy te dirijo mi oración lleno de confianza. Eres el mejor amigo. Nunca fallas, ni
siquiera en los momentos más difíciles. Hoy tendría que haber muchos hombres y
mujeres entregadas a sus hijos y a la salvación de todos los niños que sufren malos
tratos. Amén.

103
Domingo XXIV Ciclo A
11 de Septiembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Eclesiástico 27, 30 – 28, 9 Salmo: 103(102)
2ª Lectura: Romanos 14, 7-9 Evangelio: Mateo 18, 21-35
El perdón es el tema sobresaliente en las lecturas de este domingo. En la primera lectura se nos
habla de la actitud que el israelita debía adoptar ante un ofensor. El texto sagrado anticipa la
petición del Padre Nuestro en el evangelio: Perdona nuestras ofensas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

El autor considera la inevitable caducidad de la vida terrena, la muerte de los vivientes y la


consiguiente corrupción. Esta meditación le hace ver que es vano adoptar una actitud de ira y de
venganza en relación con nuestros semejantes. ¿Qué misericordia seremos capaces de pedir a
Dios el día del juicio, si nosotros mismos nunca ofrecimos esta misericordia a los demás? Por

104
ello, la venganza, la ira y el rencor son cosas de pecadores. No caben en un hombre creyente.
La postura sabia, por el contrario, consiste en refrenar la ira, observar los mandamientos y
recordar la alianza del Señor. La idea de fondo es profunda: Aquel que no perdona las
ofensas recibidas, no recibirá la remisión de sus pecados.

En el evangelio el tema se propone nuevamente en la parábola de los deudores insolventes.


Jesús nos muestra que delante de Dios, no hay hombre justo que esté libre de débito. Más aún,
expresa con vigor y firmeza que no hay quien pueda solventar la deuda contraída por los propios
pecados. Si Dios, en su infinita misericordia, ha tenido compasión de nuestras miserias, ¿no
debemos hacer nosotros lo mismo en relación con nuestros semejantes?

La carta a los romanos, por su parte, nos presenta la soberanía de Cristo, Señor de vivos y
muertos. Si vivimos, vivimos para el Señor, si morimos para el Señor morimos. Nosotros no
podemos constituirnos en dueños de la vida y de la muerte, ni tampoco en jueces de nuestros
hermanos.

El mundo que nos rodea está verdaderamente sediento de perdón. La escena internacional nos
muestra fehacientemente que el camino de la venganza y del odio suicida conduce a un callejón
sin salida, a una espiral de violencia y de muerte. Hoy se cumplen 10 años del atentado
terrorista a las Torres gemelas del World Trade Center en New York, USA. Se supone que la
motivación fue religiosa. ¿Cuándo la violencia ha solucionado algo definitivamente? El ser
humano, con estas actitudes, declara guerra a la paz. Sólo el perdón puede apagar la sed de
venganza y abrir el corazón a una reconciliación auténtica y duradera entre los pueblos, como
nos lo recordó continuamente el Beato Juan Pablo II. La justicia y el perdón no se oponen, van
de la mano y son el único camino para la paz entre los pueblos. Iniciemos la conversión del
mundo, convirtiendo nuestro propio corazón. Sepamos que ser cristiano es desconocer el odio,
por muy cruel y despiadado que sea mi enemigo, o por muy grave y penosa que haya sido la
ofensa. En el fondo se trata de ser imitadores de Jesucristo, quien ante sus verdugos no tuvo
sino palabras de perdón: “Perdónales, Señor, porque no saben lo que hacen”.

Aprender a perdonar, perdonando: Perdonar es una decisión personal que debemos cultivar
en nuestra vida doméstica primeramente. En efecto, en el ámbito restringido de la familia,
donde los contactos humanos son más frecuentes y más intensos, es donde especialmente
debemos perdonar las ofensas recibidas. Que no se ponga el sol sobre un hogar cristiano, sin
que una palabra de perdón venga a suavizar y a borrar los malentendidos y los malos momentos
de alguno de los miembros. Perdón entre los esposos. Perdón entre padres e hijos. Perdón entre
hermanos. Esto exige dos actitudes: Saber pedir perdón cuando se ofende a alguien,
especialmente a alguien querido; y saber ofrecer perdón, sin humillar, a quien se
arrepiente y lo solicita. El cristiano que no es capaz de esta doble actitud, aún no llega
al pleno conocimiento de Jesucristo y de su propia vocación. El perdón tiene unas razones
humanas: Cuando cometemos el mal, deseamos que los otros sean indulgentes con
nosotros. Todo ser humano abriga en sí la esperanza de poder reemprender un camino
de vida y no quedar para siempre prisionero de sus propios errores y de sus propias
culpas. Sueña con poder levantar de nuevo la mirada hacia el futuro, para descubrir
aún una perspectiva de confianza y compromiso. (Cf. Juan Pablo II, Mensaje por la paz
2002).

Pidámosle hoy al Señor, con la intercesión de nuestra madre María, que nos eduque
para ser siempre misericordiosos con los que nos rodean, y así consigamos que Dios
nos dirija una sonrisa de complacencia y su ¨Perdón¨. Amén.

La Fe se vive desde el corazón

Queridos hermanos en Cristo, hoy los invito a meditar sobre


la forma como vivimos nuestra fe. Uno de los mayores
obstáculos que se interponen entre los cristianos de
diferentes denominaciones es la forma como cada uno
vivimos nuestra fe. Ahora bien, ¿qué es lo que nos

105
criticamos realmente?: Lo que vemos externamente,
porque los seres humanos vemos sólo apariencias,
mientras DIOS ve el corazón (1Samuel 16, 7). Jesucristo
nos dice: “No hay nada afuera del ser humano que, al
entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que lo hace
impuro, es lo que sale de él” (Marcos 7, 15). No son
nuestras manifestaciones externas lo que determinan
nuestra fe, ni tampoco lo que decimos, porque ya lo dijo el
Señor: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el
que cumpla la voluntad de Mi Padre del cielo” (Mateo 7, 21).

Dios nos hizo libres de tal forma, que cada uno podamos usar nuestro libre albedrío para
expresarle el amor que le tenemos. Eso es lo hermoso de ser humano, pero lo que si tenemos
que velar es si realmente estamos viviendo nuestra fe desde el corazón, “porque el amor de
DIOS ha sido derramado en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo” (Romanos 5,
5).

En nuestro país, Venezuela, celebramos hoy el día de nuestra patrona, la Virgen de Coromoto, y
en nuestra parroquia San Diego de Alcalá, el primer domingo de Cuaresma se celebra una
tradición que ya tiene 70 años y que fue iniciada por Monseñor Rafael Encarnación Pérez León,
en el año 1941, siendo párroco para esa época. El acto central lo constituye la misa solemne que
inicia a las 10 de la mañana. Al concluir la celebración eucarística, se inicia la procesión con la
imagen de la Patrona de Venezuela por el casco central, pasando del templo a la Plaza del
Estudiante, de allí, al sector Corocito, luego a la Plaza de los Indios, ubicada frente a la casa
donde en vida habitaba Monseñor Pérez, en el sector El Palmar de Ocumare del Tuy. La
motivación de Monseñor fue la de realizar una manifestación penitencial al comienzo de la
Cuaresma. Pero no es en el culto ni en la procesión donde se está produciendo la conversión,
sino en nuestro corazón. Por tanto, si acudimos a estas manifestaciones de fe solamente por lo
externo y no revisamos lo interno, no estaremos logrando la conversión deseada y nos
quedaremos nada más con la manifestación cultural, lo cual sería lamentable y un tremendo
desperdicio de ese gran momento de gracia.

La liturgia universal que la Iglesia propone para el día de hoy gira alrededor del Perdón. Algunos
de nosotros, que nos llamamos cristianos, muchas veces decimos que es DIOS el que perdona y
nosotros no. Al decir eso, lo que estamos es excusándonos porque no estamos viviendo una fe
desde el corazón. Cuando la fe se vive internamente, de verdad y no de apariencia, entonces el
perdón ya no es solamente una opción, sino que se convierte en una obligación, en una
necesidad para nuestra paz espiritual.

Hermanos, aprovechemos este día para reflexionar y autoexaminarnos, de tal forma que
podamos constatar si nuestra fe está arraigada en nuestro corazón o se está quedando en
apariencia. Hay algunos signos que pueden servirnos de alerta: ¿Vivimos con gozo el culto que
le rendimos a DIOS? ¿Veo, siento y trato a los demás miembros de la Iglesia como hermanos?
¿Recibo la Palabra de DIOS como el alimento necesario para nuestra alma? Si no podemos dar
respuesta positiva a éstas interrogantes, entonces nuestra fe no está sobre roca y cualquier
viento la puede acabar. Es entonces, cuando debemos abrir nuestro corazón a Jesucristo y ÉL se
hará cargo de todo porque:

“ÉL perdona nuestros pecados y cura nuestras enfermedades,


rescata nuestra vida del sepulcro y nos colma de amor y de
ternura” [Salmo 103(102), 3-4]. Amén.

106
Domingo XXV Ciclo A
18 de Septiembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 55, 6-9 Salmo: 145(144)
2ª Lectura: Filipenses 1, 20-24.27 Evangelio: Mateo 20, 1-16

Los obreros de la viña son llamados a distintas horas. Los primeros trabajaron todo el día, y los
últimos, sólo un rato. El dueño comienza a pagar su salario por los recién llegados, para que los
primeros pudieran constatar que todos recibían el mismo salario. Esta circunstancia era
necesaria, para que la parábola tuviera su significado, que no es otro que

107
resaltar la absoluta gratuidad y libertad de Dios en conferir sus dones a quien
quiere y como quiere. Dios es el Dueño absoluto de sus dones y los reparte libremente a
todos, según nos lo enseña San Pablo:

"Todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en
particular según su voluntad" (1Corintios 12, 11).

Dios concede su Reino a los pecadores convertidos del mismo modo que a los que toda su vida
fueron justos. Todos y cada uno de nosotros hemos sido llamados a la viña del Señor; Dios nos
invita a todos una y otra vez a dedicarnos a su santo servicio; Dios, que es el Dueño de la viña
llama a todos según sus cualidades, sus medios y la posición que ocupa en la sociedad. Ninguno
de nosotros somos una excepción; todos hemos sido llamados por el Señor, y debemos
reconocer ese llamado, aceptarlo y cumplirlo. ¿A qué nos llama el Señor? San Juan
Crisóstomo nos dice: "Nosotros no somos llamados por Dios sólo para hacer las cosas de
nuestro gusto y provecho, sino a trabajar por su gloria. El mercenario primero mira su
obra, después el alimento. Emplea toda la jornada trabajando para el amo y ocupa una
hora para la comida. Así nosotros debemos mirar primero lo que pertenece a la gloria
de Dios y después hacer las cosas que son de nuestra utilidad".

Se censura a los jornaleros no porque estén descontentos de lo que han recibido, sino por
protestar de que los demás hayan recibido otro tanto; por otra parte el amo no es injusto, pues
para dar a los últimos más de lo que les corresponde, no quita nada a los primeros, sino que les
da lo que les corresponde según lo prometido, y al mismo tiempo demuestra su magnificencia y
generosidad. La enseñanza de este Evangelio puede ser múltiple: La recompensa es igual
para todos los jornaleros, aunque han realizado un trabajo desigual, porque Dios es
bueno. La recompensa no está en razón directa con el tiempo empleado, sino en el
cuidado y en el afán con que el trabajo ha sido realizado.

Dios es el Señor absoluto de sus bienes y los reparte libremente en todos; los obreros no
recibirán el salario según el cargo que hayan ocupado o el tiempo que hayan trabajado, sino
según la intensidad y amor que hayan puesto en su trabajo. Muchas veces nosotros, los que
hemos sido llamados a primera hora por el Señor, nos quejamos también de que los últimos
reciban la misma recompensa. Deberíamos, en cambio, reflexionar en la gracia recibida de poder
servir durante más tiempo a Dios, y ser los primeros en estar en su casa. ¿No sufre acaso más
angustias aquél que ve que se pasa la jornada sin ser llamado a trabajar, que el que
sirve desde la primera hora?

Queridos hermanos, teniendo en cuenta todo lo anterior, vemos que no estamos en competencia
delante de DIOS y por tanto es irrelevante quien llega primero o de último. Dediquémonos más
bien, si sentimos que vamos adelantados, a trabajar y ayudar a nuestros hermanos para que
podamos llegar agarrados de la mano con todos los que DIOS puso a nuestro lado. Ya lo dijo el
Beato Juan Pablo II: “El trabajo hace que la persona se haga más persona”. Descubramos
el valor de nuestros trabajos. Los trabajos en la sociedad, en la vida profesional, en la vida
pública; pero también, descubramos la importancia de nuestros trabajos domésticos en la
construcción de la propia familia. Cada momento es importante. Cada tarea es irrepetible; cada
gesto es un mensaje, cada palabra, un anuncio. “Al final de la vida sólo queda lo hecho por
Dios y por nosotros”.

Vamos a pedirle a nuestra Madre María que nos ayude a no


desfallecer nunca en nuestra tarea de servir al Señor, y que lo
hagamos siendo agradecidos del llamado recibido. Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Veinticinco

JUVENTUD DE MOISÉS

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PALABRA DE DIOS: “Cuando el Faraón se enteró de que
Moisés había matado a un egipcio porque maltrataba a
los hebreos, buscó a Moisés para darle muerte. El
sacerdote Madián tenía siete hijas, que iban a sacar
agua para el ganado. Llegaron unos pastores e
intentaron echarlas. Entonces Moisés se levantó,
defendió a las chicas y abrevó su ganado. Raguel, el padre dijo: Llámenlo que venga a
comer. Moisés se quedó. El padre le dio a su hija Séfora por esposa... Los israelitas se
quejaban de su esclavitud y clamaron. Sus gritos llegaron a Dios y se interesó por
ellos” (Éxodo 2, 12.16.20.23-25).

ENSEÑANZA

Migue exclama: Papá, ¡qué pena padeció Moisés cuando tuvo que actuar así contra un egipcio!
Pero, ¿sabes por qué? No, dímelo. Sintió dolor al ver que sus paisanos, los judíos, sufrían mucho
a causa de la esclavitud. Eran maltratados, encarcelados y tratados como esclavos. Muchos
morían de hambre y de fatiga. Moisés, que era un joven fuerte, se enfrentó con él y le dio
muerte pero en propia defensa. En momentos así, se puede uno defender contra el enemigo.
Dios seguía protegiendo al joven Moisés. Tuvo que huir por el campo y se encontró a siete
chicas. Iban a por agua para el ganado. Y unos chulos se metían con ellas. Moisés las defendió.
Por esa razón, el padre de las muchachas lo admitió a vivir con él y a que se casara con una de
sus hijas, Séfora. Muchos chicos oyen al Señor. Les manda que sean buenos y valientes. Pero,
ante las dificultades, se vienen abajo porque les falta decisión.
DIÁLOGO: ¿ERES VALIENTE O COBARDE?

Valentía Juvenil

Una muchacha fue a un zoológico y se acercó a un grupo


que observaba una laguna donde había un cocodrilo. La
niña comentaba que había que ser valiente para meterse
en esa laguna. En ese momento, los presentes vieron con
asombro que la niña se lanzó a la laguna. Se desarrolló
una lucha intensa, la joven se defiende como puede, le
sujeta la boca al cocodrilo con los pies y las manos,
tuerce la cola del reptil. Increíble. Mucha violencia y
emoción. ¡Parece una película! Después de unos minutos
de terror y pánico, sale la joven valiente llena de
rasguños, hematomas y con la ropa deshilachada. Una
persona del público, emocionada le dice: Joven, que
valentía, tú mereces una recompensa. La joven, todavía
jadeante, le dice: Que recompensa ni nada, yo lo que
quiero es encontrar al malintencionado que me
empujó. Somos capaces de hacer cosas que a veces
nosotros mismos no creemos que conseguiríamos, y a
veces para lograrlo, necesitamos de un pequeño
empujoncito divino.

ORACIÓN

Señor, me gustaría ser valiente para ayudar a mis compañeros, para obedecer a mis
padres y no darles pena ni tristeza; me gustaría llevarme bien con todos haciéndoles
el bien; me gustaría que en la casa y en el colegio, en la calle y en todos sitios,
mostrara mi atención con los que más necesitan de mi ayuda. Gracias, Señor, por
escuchar mi oración, como escuchaste la de tu amigo Moisés. Amén.

109
Hoy, el Señor nos pone por delante el gran desafío cristiano que se sigue resumiendo en el gran
mandamiento: “Que se amen unos a otros” (Juan 15, 17). Ante DIOS no hay razones válidas
para ser egoístas con la salvación. Él nos la ofrece por igual a últimos y primeros. Por eso es
importante hurgar en Su Palabra para extraer todas aquellas enseñanzas que nos ayuden a
recorrer y ayudar a recorrer el único Camino: JESUCRISTO.

Estudiando el 1º libro de Crónicas, encontramos que David con la ayuda de Dios venció los
jebuseos en Jerusalén y tomó su fortaleza, construyendo casa para si y también dispuso un
lugar para el Arca de Dios. Luego llamando a los sacerdotes jefes de las familias patriarcales de
los levitas, les mandó a purificarse ellos y sus parientes tal como lo estableció Dios, para poder
llevar el Arca al lugar preparado por David, recordando lo sucedido la primera vez que intentaron
trasladar el Arca sin consultar a Dios y sin tomar en cuenta sus instrucciones.

En este relato podemos ver tres cosas importantes que podemos aprender de David:

Su Prioridad era DIOS: No solo construyó casas para él, sino que apartó un lugar para que
la presencia de Dios estuviera donde él estaba.

Se apoyó de la gente que tenia cosas en común con él: Cuando iba a trasladar el
Arca de Dios, no lo hizo como cuando lo intentó la primera vez, en esta oportunidad
fue cuidadoso en reunir a los levitas, sabiendo que ellos se purificarían por que sabían
lo que realmente representa el Arca, no a un Dios pequeño como pudo pensar Uza,
sino al Dios Todopoderoso y que compartían con él, el sueño de volver a tener el Arca
en medio de ellos.

Aprendió de sus errores: El primer error cometido no hizo que David desistiera de
trasladar el Arca de Dios, al contrario lo hizo ser mas cuidadoso, detallista y sobre todo
a tomar decisiones bajo las instrucciones de Dios.

¿Que lugar ocupa Dios en nuestras vidas? ¿Será que siempre anhelamos que su
presencia esté cerca de nosotros? ¿Estaremos confiando nuestros sueños a personas
que se alegran y nos apoyan para lograrlos? ¿Será que vivimos los errores como un
medio para aprender, mejorar y perseverar o como un fracaso que no nos permite
avanzar?

Hermanos en Cristo, cuando un doctor en la ley le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el


precepto más importante en la ley?” (Mateo 22, 36), la respuesta fue: “Amarás al Señor
tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22, 37). Si
Dios tiene el primer lugar en todo lo que somos, hacemos y soñamos, de seguro ÉL nos rodeará
de personas que celebren con nosotros nuestros sueños y logros y cada vez que veamos en cada
error cometido una oportunidad para crecer, ellos estarán allí para apoyarnos y seguir adelante.

“Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras


está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus
planes, que regrese al Señor, y ÉL tendrá piedad; a nuestro DIOS, que
es rico en perdón” (Isaías 55, 6-7). Amén.

110
Domingo XXVI Ciclo A
25 de Septiembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Ezequiel 18, 25-28 Salmo: 25(24)
2ª Lectura: Filipenses 2, 1-11 Evangelio: Mateo 21, 28-32

111
Al escuchar el Evangelio de hoy, alguien podrá preguntarse: “¿Para qué esforzarme por vivir
según los mandamientos de Dios, si el mismo Jesús dice que los pecadores públicos y
las prostitutas entrarán antes en el Reino de Dios?” Sin embargo, si profundizamos un
poco lo que dice Jesús, Él nos habla no simplemente de malos y buenos, sino de dos actitudes
diferentes ante la invitación de Dios Padre a trabajar en su viña. La viña es el Reino de Dios.

Unos –los pecadores - no aceptan la invitación al principio, pero después se arrepienten y


cumplen. Los otros dicen en seguida que sí, pero después no hacen nada. Vemos que en
realidad, no hace simplemente el Señor en esta parábola una comparación entre buenos y
malos; el Señor compara a los que se dicen buenos –pero no lo son porque en definitiva no
cumplen la voluntad del Padre -, con los que habiendo sido rebeldes,- habiendo ofendido primero
al Padre con su negativa-, después han cambiado de actitud y han hecho su voluntad. Tal vez,
se nos ocurra pensar que en esta parábola, está faltando el tercer hijo. ¿Dónde está el hijo
obediente que cumple lo que promete? ¿Dónde está el hijo modelo? Jesús no se olvidó de ese
hijo perfecto, el Señor quiere decirnos aquí que hubo un único hijo perfecto y fue Él. Nosotros
somos uno de los dos hijos que nos muestra la parábola de hoy. ¡Todos!, de algún modo somos
pecadores y tenemos que convertirnos.

En esta parábola de los hijos: Uno aparentemente desobediente y el otro obediente,


acaban haciendo ambos lo contrario de lo que habían dicho. Sin embargo quien quiere
verdaderamente al Padre, es el hijo que hace lo que el Padre le pide. El hijo que verdaderamente
contrarió a su Padre no fue el que le ofendió primero diciendo que no iba a ir a la viña y después
fue, sino el que le dijo que sí y después faltó a su compromiso. La parábola nos enseña que los
que piensan ser buenos, no tienen comprado ya el cielo, y los que obran mal no están ya
encerrados en el infierno. Mientras estamos aquí en la tierra: ¡Podemos cambiar! ¡Ojalá
cambiemos para mejor! Ojalá nuestro cambio sea para hacer la voluntad del Padre.

En estos dos hijos, Jesús representa, por un lado, a los pecadores: Los publicanos y las
prostitutas; por otro, a los muy cercanos a Dios, sacerdotes y ancianos del pueblo de
Israel. Unos, pecadores públicos y aborrecidos por el pueblo, los otros, en apariencia piadosos.
Y a ellos, a éstos últimos, el Señor les dice que entrarán antes que ellos, en el Reino de los
Cielos, los publicanos y las prostitutas. Muchos pecadores escucharon a Juan el Bautista y se
convirtieron. El Evangelio cuenta varios relatos de gente muy pecadora que al encontrarse con
Jesús abandonó su mala vida. El Señor se refiere precisamente a ésta gente cuando dice que los
publicanos y las prostitutas entrarán antes en el Reino de los Cielos. Todos ellos entran al
Reino ¡no por ser pecadores!, sino porque se han convertido a Dios.

En el otro grupo, están los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo de Israel, que decían
cumplir y querían cumplir la voluntad de Dios, pero no escucharon a Juan el Bautista, ni
tampoco escucharon a Jesús. Y no sólo no lo siguieron,... sino que lo crucificaron. Jesús les dice
en esta parábola, que ellos que se creían los hijos muy piadosos, son en realidad los
desobedientes. Y para mayor vergüenza todavía, los compara con la gente tenida por ellos como
de muy bajo nivel.

En estos hijos, tenemos que reconocernos nosotros. ¡No hay otro hijo perfecto! Siempre existe
la gran tentación: La de creerse muy religioso, casi ya santo. Los que se creen perfectos
piensan que el llamado al cambio de vida está dicho para los demás. Y como no advierten sus
propios defectos, o si los advierten, enseguida los justifican, entonces tampoco intentan llegar a
ser mejores. Es bien curioso que Jesús pida hoy en el Evangelio, conversión a los que nos
creemos ya buenos, y elogie a los que estimaríamos como peores. En verdad, sólo cuando
sabemos que somos indignos de Dios, podemos iniciar el camino de vuelta hacia Él. En cambio,
cuando nos ilusionamos pensando que ya merecemos a Dios, no hacemos ningún esfuerzo para
buscarlo. Dios exige conversión de todos sus hijos, malos y buenos; y sólo le satisface aquel que
hace lo que Dios quiere.

Pidámosle hoy al Señor, ser capaces de hacer siempre la voluntad del Padre
en nuestras vidas; y pidamos también la ayuda de María, de ella que fue

112
modelo de obediencia a la voluntad de Dios, que nos ayude a conseguirlo.
Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintiséis

VOCACIÓN DE MOISÉS

PALABRA DE DIOS: “Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro. El


ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas
Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés dijo: - Voy a
acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que
no se quema la zarza. Viendo el Señor que Moisés se acercaba a
mirar, lo llamó desde la zarza: - Moisés, Moisés. Respondió él: -
Aquí estoy. Dijo Dios: No te acerques. Quítate las sandalias de los
pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado. Y añadió: - Yo soy
el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios
de Jacob. Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios. El Señor le dijo: - He visto
la opresión de mi pueblo en Egipto. Y ahora, anda, que te envío al faraón para que
saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas. Moisés replicó: -¿Quién soy yo para
acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto? Respondió Dios: - Yo estoy
contigo... Moisés replicó: - ¿Y si no me creen ni me hacen caso, y dicen que no se me
ha aparecido el Señor? El Señor le preguntó: -¿Qué tienes en la mano? Contestó: - Un
bastón. Dios le dijo: - Tíralo al suelo. Lo tiró y se convirtió en serpiente” (Éxodo 3, 1-
7.10.12; 4, 1-3).

ENSEÑANZA
Migue, tan inquieto como siempre, le dice a su padre: ¿Qué es vocación? La llamada que Dios
hace a cada persona para que cumpla un trabajo en la sociedad. Unos son médicos, enfermeras,
sacerdotes, políticos, ingenieros, obreros, albañiles...Estefanía, con los ojos de sueño, le dice a
su mamá: ¿Y cuál fue la vocación de Moisés? Fue el jefe que libró a los israelitas de la esclavitud
de Egipto. Dios se le apareció. Cuando vio que la zarza ardía sin quemarse, supo que Dios le
hablaba. Dios le ordenó que fuera a Egipto a hablar con el Faraón, para que dejara salir a los
hebreos. El Faraón, muy orgulloso, no le hizo caso. ¿Se han fijado, hijos míos, en la
disponibilidad de Moisés? A pesar de las dificultades que le esperaban, dijo a Dios: - ¡Aquí estoy!
Lo del bastón era una señal para indicar que Dios iba con él y lo libraría de todo peligro.
DIÁLOGO: ¿FUE MOISÉS OBEDIENTE A DIOS?

Dar siempre lo mejor

Una mujer fue al médico con un verdadero catálogo de quejas por


su salud. El médico la revisó minuciosamente, y se convenció que
no tenía ninguna enfermedad. Simplemente, sospechó que se
trataba de una perspectiva negativa de la vida: Su resentimiento
y amargura. Entonces, el médico llevó a su paciente hasta otra
habitación del consultorio donde guardaba las medicinas. Le mostró
un mueble lleno de botellas vacías y le dijo: - ¿Ve estas botellas?
Observe que todas están vacías. Tienen distintas formas, aunque
básicamente son iguales, sirven para lo mismo. Ahora bien: Puedo
tomar cualquiera de ellas y llenarla con veneno, como para matar a
un ser humano. O puedo llenarlas con un remedio para quitar el
dolor de cabeza, bajar la fiebre o quitar una infección. Lo
importante es que yo tome la decisión. La elección siempre está en mí. El doctor la miró a los
ojos y le dijo: - Cada día recibimos una botella vacía. Podemos llenarla de pensamientos que nos
ayuden a afirmar los aspectos bellos de la vida y con actitudes positivas, o con ideas
destructivas. La decisión es nuestra.

ORACIÓN

113
Señor, cada día me doy cuenta de que cuando nos mandas algo, es siempre para
nuestro bien y para el bien de los demás. Haz que siempre te sepa corresponder con
mi prontitud al estilo y manera de Moisés. Gracias. Amén.
¡DIOS mío, no lo dejes morir!

Un obrero de la construcción, de veinticinco años de edad,


cayó de un andamio en su trabajo en Charleston, Carolina del
Norte, Estados Unidos. La caída en sí, de más de quince
metros, era suficiente para que muriera, pero lo que empeoró
la situación fue que cayó sobre cabillas de hierro que estaban
de punta. Un cuñado suyo, trabajando a su lado, lo vio caer y
sólo tuvo tiempo de clamar: «¡Dios mío, no lo dejes
morir!».

Siete cabillas le atravesaron el cuerpo. Dos de ellas debieran haber sido mortales. Una le entró
por la clavícula, rozando el corazón. Otra le entró por la ingle, rozando la arteria femoral. Las
otras cinco ofrecían menos peligro, pero hubo que cortarlas todas con acetileno para sacarlo y
llevarlo al hospital. Tras cuatro horas de cirugía quedó fuera de peligro.

Como tantas historias de accidentes, ésta también tenía sus antecedentes sombríos. El hombre
estaba enemistado con su esposa. Había amenazas de divorcio. Sus dos hijos, de siete y tres
años de edad, tenían que aguantar la constante lucha de sus padres. El mayor ya estaba
diciendo que no quería seguir viviendo. Tras esta horrible situación hogareña se produjo el
accidente.

No se sabe si fue el clamor del cuñado: «¡Dios mío, no lo dejes morir!», o el trauma mismo
del accidente, pero algo bueno comenzó a ocurrir. Al ver la mujer la condición de su esposo, no
dejaba de estar a su lado. Y él al ver la atención de su esposa, no podía menos que ablandársele
el corazón. Como quiera que sea, el hombre se reconcilió con su esposa y se unió otra vez a la
familia.

Dos años después consiguió un buen empleo, la esposa volvió a quedar embarazada, y su hogar
se había convertido en todo un remanso de paz. ¿Tuvo este hombre que ser atravesado por
siete cabillas de hierro para recomponer su vida? La respuesta es clara. Uno no tiene que ser
traspasado de problemas para poder recapacitar y enmendar sentimientos y caminos. En
cualquier momento, en plena paz, el hombre puede reconocer que no está andando bien, y
volver sobre sus pasos.

Cada día debemos convertirnos un poco más al Padre de las misericordias. En efecto, al entrar
dentro de nosotros mismos advertimos la “incoherencia” que puede haber entre nuestro ser,
nuestra identidad como seres humanos y como cristianos, y nuestro obrar diario. Observamos
cuán frágiles y necesitados de perdón y misericordia estamos. Pues bien, un camino óptimo para
realizar este camino de conversión es el diario examen de conciencia: ¿Estamos peleando con
nuestra esposa? ¿Nos extrañan nuestros hijos? ¿O representamos más bien al hijo que ha
abandonado el hogar? ¿Acaso habremos hecho algo en contra de la justicia? No esperemos a
que ocurra un accidente. Quizás no salgamos con vida. Busquemos hoy mismo a Jesucristo. Él
vendrá en nuestro auxilio. Él tiene poder para darnos la única paz que necesitamos.

Por eso mis queridos hermanos, confiemos totalmente en el poder de Jesucristo: Un poder muy
distinto del humano, que desea imponer y hacer la propia voluntad. El poder de
Jesucristo es el poder de la obediencia al Padre, es el poder del amor y de la verdad, es el poder
del que sirve y da la vida por los amigos. Jesucristo es Señor. Él tiene el nombre sobre todo
nombre, y ésta es nuestra esperanza. Podemos esperar en el poder de Dios. Un poder que actúa
en este mundo, lo cambia por dentro. Un poder que no se ejerce despóticamente, sino
amorosamente. ¡Jesucristo es nuestra esperanza!

114
“Y la esperanza no quedará defraudada porque el amor de DIOS
ha sido derramado en nuestros corazones por el don del
Espíritu Santo” (Romanos 5, 5). Amén.

115
Domingo XXVII Ciclo A
2 de Octubre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 5, 1-7 Salmo: 80(79)
2ª Lectura: Filipenses 4, 6-9 Evangelio: Mateo 21, 33-43
Dios ama y cuida a su viña: El poema de la viña es uno de los pasajes más sorprendentes
del profeta Isaías. En él resalta, sin duda, el lenguaje poético y el revestimiento literario. El
profeta hace comprender al pueblo de Israel que Dios ha cuidado de él, lo ha tratado con
especial amor, se ha preocupado de su crecimiento y, sin embargo, el pueblo no ha
correspondido a tal amor. Israel no ha sido fiel a su amor. La pregunta que se hace el dueño de
la viña adquiere tonos desgarradores: ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya
hecho? En verdad, parece que nos adentramos en el corazón mismo de Dios que ama a Israel.
¿En qué ha faltado Dios a su amor? ¿Se ha alejado de su pueblo? ¿Lo ha abandonado en tiempo
de dificultad? ¿No es verdad que, a pesar de las pruebas por las que ha pasado Israel, ha estado
siempre cerca de él? En verdad, Dios es fiel a sus promesas y nunca ha dejado a un justo
defraudado.

Los viñadores desalmados: En la parábola del evangelio los culpables de la falta de frutos
son los labradores que reciben la viña en arriendo. Son gente sin escrúpulos, gente que no
sirven a la viña, sino se sirven de ella para su propio provecho. No piensan cómo acrecentar la
viña y ofrecer al dueño el fruto merecido, sino que su intento es arrebatar la viña a su dueño. En
su corazón no está el amor por la viña, ni el amor por el dueño de la viña, sino el amor a sí
mismos. Su interés es aprovecharse lo mejor posible de aquella viña, por eso, al ver venir a los
embajadores que requieren los frutos, se molestan, los golpean, los matan. Cualquier cosa que
se interponga a su bienestar y al mejor usufructo de la viña en su favor, debe ser eliminado.
Estos hombres, cuando ven venir al hijo, es decir, cuando tienen la oportunidad de reconciliarse
con el Padre, de ofrecer frutos, de respetar el derecho, traman el crimen más cruel, suprimir al
hijo para quedarse con la herencia y la propiedad. En verdad aquellos viñadores, no eran sólo
ladrones, sino homicidas. Eran gente sin alma y corazón. Las palabras finales de la parábola son
dramáticas: El dueño de la viña acabará con aquellos arrendatarios y ofrecerá
su viña a otros arrendatarios que produzcan frutos.

Tener conciencia de los dones de Dios y de la premura del tiempo: Este domingo
nos invita a hacer una reflexión sobre el tiempo y sobre los dones que Dios nos ha concedido en
la vida. A veces advertimos que el tiempo de nuestra vida va pasando y, cuando queremos
contabilizar los frutos que hemos dado para el bien del mundo, de la Iglesia y de las almas, nos
encontramos con resultados muy exiguos. ¿Qué ha pasado? ¿Hemos aprovechado con
inteligencia y voluntad los talentos recibidos? ¿O hemos vivido como una viña distraída sin darse
cuenta que su misión era producir uvas dulces? ¿O hemos vivido como los viñadores que
pensaron más en sí mismos que en el amor del dueño de la viña? El tiempo sigue pasando, pero
mientras hay vida, hay esperanza de conversión, de transformación. ¡Cuántas son las personas
que al encontrarse con Madre Teresa y ser llevadas a su casa en Calcuta, descubrieron en
aquellos pobres moribundos que ellos podían y tenían que hacer algo con sus vidas. No
esperemos a mañana para hacer este descubrimiento. Veamos que Dios espera mucho de
nosotros. Somos su viña, su viña preferida, y Él se alegra y es glorificado cuando producimos
mucho fruto.

Los frutos están en relación con la docilidad a la acción de Dios: Ahora bien, para
dar fruto es preciso ser dócil al plan de Dios. Tenemos nuestra propia vocación y hemos sido
colocados en un lugar preciso de la Iglesia. Es una misión personal e intransferible. No la
podemos desempeñar de cualquier modo o según nuestros caprichos. El éxito de la fecundidad
espiritual radica en la obediencia al Plan de Dios, como lo vemos en la vida de los santos. El
secreto radica en la identificación con Jesucristo obediente que sufre y ofrece su vida en rescate
por la salvación de la humanidad. La fecundidad espiritual pasa siempre por la cruz y el dolor.
Quien quiera ser fecundo huyendo de esta ley de salvación, se equivoca, y un día quedará
amargamente desilusionado. “Sin efusión de sangre no hay redención”.

116
Tenemos asegurada la ayuda y el poder de Dios y, por lo tanto, no
cabe dudar que, si somos fieles y permanecemos unidos a la vid, que
es Jesucristo, esos frutos llegarán. Cultivemos con cuidado nuestra
viña, sepamos acoger las lluvias tempranas, para que a su tiempo
demos frutos para Dios. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintiocho

Sangre, ranas, mosquitos, moscas, peste, úlceras,


tormenta, langosta, tinieblas, muerte de los
primogénitos.

PALABRA DE DIOS: “El Faraón llamó a sus sabios y


a sus hechiceros, y los magos de Egipto hicieron lo
mismo con sus encantamientos: cada uno tiró su
bastón, y se convirtieron en culebras, pero el
bastón de Moisés y Aarón se tragó los otros y no les hizo caso. Y el Faraón se puso
terco y no les hizo caso, como había anunciado el Señor... Con el bastón sabrás que yo
soy el Señor: con el bastón que llevo en la mano golpearé el agua del Nilo, y se
convertirá en sangre... Si tú te niegas a dejarlo marchar, yo infestaré todo tu territorio
de ranas... Extiende tu bastón y golpea el polvo del suelo, y se convertirá en mosquitos
que atacarán a los hombres y animales... Si no sueltas a mi pueblo, yo soltaré moscas
contra ti, contra tu corte, tu pueblo y tu familia... Si te niegas a dejarlos salir, una
peste maligna acabará con todo los animales... Tomen un puñado de hollín del horno y
que Moisés lo avente hacia el cielo a la vista del Faraón; se convertirá por todo el
territorio egipcio en polvo que caerá sobre hombres y animales produciendo úlceras y
llagas... Extiende tu mano hacia el cielo y caerá granizo en todo el territorio egipcio:
sobre hombres y animales y sobre la hierba del campo...El Señor dijo a Moisés: -
Extiende tu mano sobre Egipto, haz que la langosta invada el país y coma la hierba y lo
que se ha salvado del granizo...Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el
territorio de Egipto una oscuridad palpable...A medianoche morirán todos los
primogénitos de Egipto” (Éxodo 7, 17.27; 8, 12.17; 9, 2.27; 10, 12.21; 11, 4).

ENSEÑANZA
¡Mamá, mamá!, Migue y yo hemos entendido los castigos de las plagas. ¿Me los quieren contar?
Sí, ahora mismo. Los dos, hablando al mismo tiempo dijeron: Se trata del Faraón. Era muy
orgulloso. Confiaba en sus hechiceros más que en Dios y en sus enviados Moisés y Aarón. Dios
tuvo mucha paciencia con el Faraón. Pero, al final, tuvo que hacer caso a los enviados del único
Dios verdadero. Y, con mucha rabia, dejó salir a los hebreos de Egipto. Era muy malo porque
prefería ver morir a los egipcios antes que ceder. Muy bien, hijos míos. Lo han comprendido
perfectamente. Cuando vio que sus adivinos no averiguaban nada, el Faraón se rió de sus magos
porque no tenían los poderes que dio Dios a Moisés.
DIÁLOGO: ¿LE VINO BIEN EL CASTIGO DE LAS PLAGAS AL FARAÓN?

Para que respete

Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente,


cuando ve a un japonés poniendo un plato de arroz en la
tumba vecina. El hombre se dirige al japonés, y le pregunta: -
'Disculpe señor, pero ¿cree usted que de verdad el difunto
comerá el arroz? - 'Si', respondió el japonés... 'Cuando el suyo
venga a oler sus FLORES'. Respetar las opciones del otro, es
una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener.
Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan
diferente. No juzguemos............ Solamente COMPRENDAMOS.

ORACIÓN

117
Señor, te doy gracias porque me has dado unos padres muy buenos. Me enseñan tus
historias de sabiduría humana y religiosa. De esta forma, aprendemos a ser
obedientes a tus mandamientos y a todo lo que ellos nos manden. Muchos hombres y
mujeres de hoy acuden a magos para que les lean el futuro de sus vidas. El futuro sólo
lo conoces tú. Pero cuando falta fe en ti, como le pasaba al Faraón, se va a adivinos y
magos. Haz que yo me fíe siempre de ti. Amén.

Nido de Víboras

Ocurrió en el club nocturno llamado «Nido de víboras» en la calle «Puesta de sol», de


Hollywood, California. Era una de esas fiestas donde abundan el alcohol, el tabaco, la música
rock y bellas muchachas.

Al ritmo de la música y en medio de bamboleos y contorsiones, las muchachas se iban quitando


poco a poco la ropa. Entre los asistentes a la fiesta se hallaba un prometedor joven actor de
cine.

De pronto, como herido por un rayo, cayó al suelo en convulsiones incontrolables. Siendo la
estrella de la fiesta, muchos lo rodearon tratando de ver qué hacían por él, pero los espasmos
eran muy fuertes y, en cuestión de minutos, quedó como muerto. Al llegar el auxilio médico se
comprobó que, en efecto, había pasado de esta vida. En el «Nido de víboras» de la calle
«Puesta de sol», halló el ocaso de su vida.

El suceso conmovió a toda la comunidad artística de Hollywood. El actor había hecho ya cuatro
películas. Iba subiendo rápidamente la escalera del éxito. Pero frecuentaba clubes nocturnos de
fama cuestionable, y se sabía que usaba drogas. A eso se atribuyó su muerte.

Los nombres aquí son simbólicos. El nombre del club, «Nido de víboras», es una fiel
descripción de las ondulaciones del humo del tabaco, del líquido del alcohol y de las drogas que
llenaban el oscuro ambiente del lugar. Y la calle donde está situado, «Puesta de sol», resultó
ser, cuando menos para el artista, la puesta literal y terminante del sol de él.

Lo triste es que son miles los jóvenes que sucumben diariamente al llamado de esa vida. Estos
jóvenes creen que están disfrutando de la plenitud de su juventud y hacen gala de su libertad,
pero están bailando la danza de la muerte con víboras. Creyendo estar en el amanecer de su
vida, están más bien acercándose a su ocaso. ¡Qué lástima que se tenga que desperdiciar la
gloria y el porvenir de la juventud en muchachos que todavía no han aprendido a vivir!

Jesucristo le ofrece a todo joven una vida mejor. ÉL no le ofrece un «Nido de víboras». ÉL le
ofrece una vida íntegra, recta, justa y feliz, una vida que el mundo no puede dar porque no la
conoce. Jesucristo no ofrece ningún ocaso. ÉL ofrece una mañana gloriosa, llena de luz y
esperanza. Permitamos que Jesucristo sea el Señor de nuestra vida. Con ÉL estaremos libres de
víboras y de puestas del sol. Con ÉL seremos eternamente felices.

118
“Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje:
ÉL te pisará la cabeza mientras tú acechas su talón”
(Génesis 3, 15). Amén.

Domingo XXVIII Ciclo A


9 de Octubre de 2.011

119
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 25, 6-10 Salmo: 23(22)
2ª Lectura: Filipenses 4, 12-14.19-20 Evangelio: Mateo 22, 1-14
Con la imagen de un banquete que nos presenta el Libro de Isaías en la primera lectura, al que
todos los pueblos serán invitados, el profeta describe la soñada salvación para el pueblo. El
profeta nos promete que Dios arrancará el velo que cubre el rostro de TODOS los pueblos.
Vemos claramente que la salvación está ofrecida a toda la humanidad.

Y en el Evangelio, hoy Jesús nos habla de Dios y de su reino con una imagen que nos resulta
familiar y fácil de entender, la del banquete; porque es así como nosotros celebramos los
momentos más importantes de nuestra vida, sentándonos a la mesa, junto a los que más
queremos; invitando a nuestros mejores amigos. El Señor nos dice en la parábola que así mismo
hace Dios con nosotros, si es que queremos ser sus invitados, si tomamos en serio su invitación
y obramos en consecuencia. En el relato de Jesús, fueron los invitados los que pusieron en
peligro la fiesta que el rey quería organizar: De nada sirvió al rey tener un banquete
preparado, porque le fallaron los comensales; de poco le sirven a Dios sus ganas de
fiesta, si nosotros, que hemos sido invitados, le seguimos fallando.

Esta parábola de la boda real proclama el comportamiento insólito de Dios. El rey quiere celebrar
una fiesta e invita primero a sus súbditos. ¿Qué hacen ellos?. Se excusan. Lo insólito, es que
esos súbditos que no se hubieran atrevido a rechazar una orden de su rey, se nieguen a
responder a un deseo de su Rey de compartir su gozo y hacerlos sus amigos. No hace falta
mucha inteligencia para vernos retratados en la actitud de los súbditos que tenían tantas otras
cosas que hacer que no pudieron acompañar al rey en su alegría.

También nosotros nos negamos muchas veces a darle a Dios lo que Él desea de nosotros. Y nos
negamos porque Dios ¡no nos lo exige! ¿Podría exigirlo? ¡Si!,... pero no lo hace. Y nosotros
muchas veces, como los súbditos, creemos ser más libres desatendiendo lo que nuestro Dios
desea. Estamos dispuestos a obedecerlo porque pensamos que no hay más remedio que hacerlo.
Pero nos da lo mismo que esté contento o no con nosotros, pensamos que ya es suficiente con
obedecerlo, como para preocuparse también en tenerlo contento. Y pasa con nosotros como les
pasa a los primeros invitados al banquete del rey; no queremos unirnos al gozo del rey y nos
pasamos la vida sin probar las alegrías de nuestro Dios, porque de Él solo aceptamos sus
órdenes, no sus ruegos. El que vive sólo para obedecer, aunque se desviva en obedecer, no
dejará nunca de ser un súbdito; en cambio el que encuentre el modo, cueste lo que le cueste, de
compartir el gozo de su Señor, se convertirá pronto en su amigo íntimo.

Es cierto que el súbdito obedece más y mejor que el amigo, pero es con los amigos con quienes
compartimos vida e intimidad, deseos y proyectos. Con nuestra actitud, ni cuenta nos damos de
lo que nos estamos perdiendo de Dios cuando reducimos nuestra relación con Él a obedecer sus
mandatos. ¡Es mucho más lo que Dios nos ofrece si atendemos sus deseos! Esta parábola nos
muestra también cuál es la actitud de Dios. Dios quiere compartir su alegría, y no deja de
hacerlo porque no acudan sus primeros invitados. Dios sale a buscar a otros. Dios no pone
ninguna condición previa para invitar a su fiesta, quiere y desea compartirla y sale a los caminos
a buscar otros invitados. ¿Qué exige? Exige a sus invitados un mínimo de respeto. Quienes son
invitados a la fiesta, que es un regalo siempre inmerecido, deben vestirse adecuadamente.

¿Qué nos quiere decir Dios con esto?: Que para sentarse a la mesa, hay que cambiar el
hábito. Dios está alegre y quiere compartirlo con nosotros; pero no quiere aguafiestas en su
mesa, quiere que nos revistamos de alegría, nos vistamos con un espíritu nuevo. Por eso los
cristianos que más asiduamente asistimos a la fiesta de nuestro Dios no podemos ser
aguafiestas: De bien poco nos están sirviendo por ejemplo nuestras misas dominicales
si no conseguimos experimentar la dicha de sabernos amigos de Dios, y habiéndola
experimentado, poder testimoniarla. Si tras tanta invitación a compartir su vida y alegría, no
nos sabemos amigos de Dios, hoy el Señor nos dice que seremos sacados de la fiesta;
perderemos la fiesta y a Dios. Pero Dios no perderá su fiesta: Seguirá saliendo a los caminos
a repetir su invitación y celebrará la fiesta sin nosotros.

120
Pidamos hoy al Señor, que quienes fuimos invitados a su fiesta desde el
momento de nuestro bautismo, no pongamos excusas para no asistir y que
participemos de su fiesta, convirtiendo nuestra vida para ser realmente
dignos de ser sus amigos. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintiocho

EL PASO DEL MAR ROJO

PALABRA DE DIOS: “El Señor caminaba delante de ellos, de


día en una columna de nubes para guiarlos; de noche, en una
columna de fuego, para alumbrarles... Moisés respondió al
pueblo: - No tengan miedo; estén firmes y verán la victoria
que el Señor les va a conceder hoy... El Señor peleará por
ustedes; ustedes esperen en silencio. El Señor dijo a Moisés:
- ¿Por qué me gritas? Di a los israelitas que avancen. Tú alza
el bastón y extiende la mano sobre el mar, y se abrirá en dos, de modo que los
israelitas puedan pasarlo a pie... Los egipcios, persiguiéndolos, entraron detrás de
ellos por el mar con los caballos del Faraón, sus carros y sus jinetes... Trabó las ruedas
de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron: - Huyamos de
los israelitas, porque el Señor combate por ellos. Entonces los israelitas y Moisés
cantaron: <<Cantaré al Señor, sublime es su victoria, / caballos y jinetes ha arrojado
al mar./ Mi fuerza y mi poder es el Señor, / ÉL fue mi salvación...” (Éxodo 13, 21-22; 14,
13.21-23.25-26; 15, 1-2).

ENSEÑANZA
Migue y Estefanía andaban pensando sobre el milagro del Señor. No podían entenderlo. ¿Cómo
es posible que Dios divida las aguas del mar y haga un camino para que pasaran los israelitas
sanos y salvos y después volviese a juntar las aguas para que se ahogaran los egipcios con sus
tropas? Miren, hijos, el paso del Mar Rojo es una prueba más de las que Dios hace con los que lo
aman y quiere salvar. Pero fíjense, dice el padre, en esto: Los israelitas y Moisés - como canto
de acción de gracias por el milagro realizado con ellos - lo atribuyen todo al Señor. Él es nuestra
fuerza y salvación. Los egipcios, que habían prometido no ir tras los israelitas, desobedecieron. Y
entonces se ahogaron todos en el Mar Rojo. De una parte del mar están los que se han salvado
y de otra los que se han ahogado. La intervención de Dios se vio tan clara en este
acontecimiento en un lugar de pantanos y lagos. En el canal de Suez (Egipto).
DIÁLOGO: ¿PORQUÉ HIZO DIOS EL MILAGRO DEL MAR ROJO?

Resolviendo el problema

Un gran monje y un guardián compartían la administración de un


monasterio. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo.
El gran monje reunió a todos sus discípulos para escoger a quien
tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema —dijo—.
Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián”. Trajo al
centro de la sala un banco, puso sobre éste un enorme y hermoso
florero y señaló: “Este es el problema”. Los discípulos
contemplaban perplejos lo que veían. Un alumno se levantó, miró
al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con
determinación y lo tiró al suelo“. Usted es el nuevo guardián —le
dijo el gran maestro, y explicó—: Yo fui muy claro, les dije que
estaban delante de un problema. Los problemas tienen un raro
efecto sobre la mayoría de nosotros: Nos gusta contemplarlos,
analizarlos, darles vuelta, comentarlos. ¡Pasemos a la acción,
buscando la solución!

ORACIÓN

121
Señor, nos maravillamos del gran milagro que hiciste en favor de los
israelitas. Querías, como hoy, que fueran un pueblo libre. En nuestra sociedad
harían falta milagros como el del Mar Rojo, ya que, Señor, amigo, hay gente
que no cree en ti. Hoy decimos como los israelitas: "Mi fuerza y mi poder es el
Señor, él es mi salvación". Amén.
¡Levanta los ojos!

El ascensor, con veinte mineros de Sudáfrica, comenzó el


lento descenso. El fondo de la mina estaba a 1.600 metros
de profundidad. A la mitad de la bajada, una falla mecánica
paró en seco el ascensor, y los veinte hombres quedaron
atrapados. Fue entonces que surgió un héroe.

Uno de los mineros, tuvo una idea. Deslizándose por los


cables de acero, llagando sus manos, fue guiando, uno por
uno, a sus compañeros de trabajo. Eran ochocientos metros
de bajada y, para calmar los nervios de los mineros, les
decía una sola cosa: «¡No mires hacia abajo! ¡Levanta los ojos!».

Fue la fortaleza física de ese hombre, su presencia de ánimo, su amor al prójimo, su firme fe en
Dios y esa oportuna y sabia recomendación: «¡Levanta los ojos!», lo que salvó la vida de
todos. Esa es una recomendación que encierra un significado poderoso. Sirve para todas las
circunstancias de la vida, buenas o malas, placenteras o desagradables. No hay que mirar hacia
abajo. ¡Hay que mirar hacia arriba, siempre hacia arriba!

Si miramos hacia abajo veremos sólo un abismo negro. Veremos el fracaso, la desesperación, la
desgracia, el infortunio. Pero si miramos hacia arriba veremos el cielo azul, el sol brillante y,
¿por qué no?, a Dios mismo. Los que miran siempre hacia abajo no ven nada más que sombras,
zozobras, peligros, incertidumbres y enemigos. En cambio, los que miran hacia arriba ven luz y
colores y cielo y resplandor. Y ven esperanza, seguridad, consuelo y paz.

Por alguna razón bien profunda el apóstol Pablo dice: «Concentren su atención en las cosas
de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3, 2). Si nos concentramos sólo en la tierra,
veremos toda la fealdad de la humanidad caída en pecado. Pero si miramos hacia arriba, y esto
con los ojos de la fe, veremos a Dios, y de Él recibiremos el poder de una vida nueva y eterna.
Es cierto que vivimos con los pies pegados a esta tierra. Tenemos que fijarnos en las cosas de
acá. Aquí está nuestra familia que debemos cuidar. Aquí está nuestro trabajo que nos da el pan.
Aquí están las oportunidades de ser útiles. Con todo, mirar solamente la tierra y desdeñar el
cielo es muerte.

A veces no nos conectamos con el cielo porque nuestras relaciones con Dios y nuestra vida de
oración les pasa como a un vehículo cuya batería tenga los bornes sucios: Se interrumpe la
conexión eléctrica y el motor no arranca. Mientras no haya algo en el medio bloqueando
nuestra «conexión» con Dios, nuestro poder es ilimitado. Pero cuando permitimos que la
suciedad se interponga entre nosotros y Dios, estamos perdidos. Y no importa cuánto tratemos
de «girar la llave» en oración, carecemos de poder. Por eso es importante recordar que para
mantener una buena y correcta relación con Dios, debemos limpiar continuamente nuestra vida
de todo lo que la aísla de Él. Nuestro espíritu siempre debe estar como vehículo “nuevo de
paquete”, que no le falla absolutamente nada.

Jesucristo está arriba, en su trono, esperando que miremos hacia Él y que nos arrepintamos.
Nos dice como le dijo a Nicodemo: “Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede
ver el reino de Dios” (Juan 3, 3). No despreciemos su orientación. Dios espera que apartemos
todo lo que bloquee nuestra visión espiritual y levantemos los ojos, mirando en dirección suya.
Recordemos la Palabra en boca del buen Isaías: «Busquen al Señor mientras se deje
encontrar, llámenlo mientras esté cercano» (Isaías 55, 6).

122
“Levanto los ojos a los montes: ¿De dónde me vendrá el auxilio? El
auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No dejará que
tropiece tu pie, no duerme tu guardián. El Señor te guarda de todo
mal, ÉL guarda tu vida. El Señor guarda tus entradas y salidas ahora y
por siempre” [Salmo 121(120), 1-3.7-8]. Amén.

123
Domingo XXIX Ciclo A
16 de Octubre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 45, 1.4-6 Salmo: 96(95)
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 1, 1-5 Evangelio: Mateo 22, 15-21
La Primera lectura de la Misa, nos muestra cómo Dios elige sus instrumentos de salvación dónde
quiere: Se sirve de la autoridad política para hacer el bien, pues nada queda fuera de su
dominio paternal. En el Evangelio de este Domingo, ante una pregunta insidiosa de los
fariseos unidos a los herodianos, Jesús reafirma el deber de obedecer a la autoridad civil. El
Señor da una respuesta de una hondura divina: Den al César lo que es del César, lo que le
corresponde (tributos, obediencia a las leyes justas), pero no más de ello, porque el
Estado no tiene una potestad y un dominio absoluto. Como ciudadanos normales, los
cristianos tenemos “el deber de aportar a la vida pública el concurso material y personal
requerido por el bien común” (CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes). Por su parte, las
autoridades están gravemente obligadas a servir al bien común sin buscar el provecho personal,
a legislar y gobernar con el más pleno respeto a la ley natural y a los derechos de la persona
desde el momento de su concepción.

A nadie le gusta mucho tener que pagar impuestos y mucho menos le gustaba al pueblo judío
tener que pagarlos a los romanos, como se les exigía desde el año 6 después de Cristo. Ese
pueblo, soportaba al invasor y encima tenía que mantenerlo. Además, el emperador romano se
hacía tratar como un dios. Usaba títulos divinos y exigía actos de culto. Por eso muchos
pensaban que para ser fieles al Único y Verdadero Dios, no se debía aceptar la autoridad del
emperador ni se debían pagar los impuestos. Los fariseos le preguntan a Jesús, si es lícito pagar,
es decir, si al pagar los impuestos se está pecando. La pregunta encerraba una trampa: Si
Jesús decía que había que pagar, entonces lo acusarían de aceptar al César como Dios,
y si decía que no había que pagar, entonces lo acusarían de subversivo ante las
autoridades romanas. Pero Jesús no les contesta con sí o con no sino con una exhortación:
¨Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios¨

En esta ocasión, el Señor reconoció el poder civil y sus derechos, pero advirtió claramente que
deben respetarse los derechos superiores de Dios (CONCILIO VATICANO II, Dignitatis
humanae), pues existe en el hombre una dimensión religiosa profunda, que involucra todas las
tareas que lleva a cabo y que constituye su máxima dignidad. Por eso a su respuesta agrega:
Den a Dios lo que es de Dios.

Nuestro compromiso cristiano debe ser fiel y coherente, de tal forma que, cuando actuamos en
la vida pública, no debemos guardar nuestra fe para mejor ocasión. Por el contrario, hemos de
ser luz y sal donde nos encontremos, y hemos de esforzarnos en convertir el mundo en un lugar
más humano y amable, donde los seres humanos encontremos con más facilidad el camino que
nos lleve a Dios. Lo lograremos a través de la concordancia entre nuestra vida y nuestra fe, con
la caridad fraterna, participando en las condiciones de vida, trabajos y sufrimientos y
aspiraciones de nuestros hermanos, toda la humanidad; con plena conciencia de nuestro papel
en la edificación de la sociedad.

A veces esta frase del evangelio “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios”, se pretendió utilizar para decir que la política y la religión son dos campos distintos que
no tienen nada que ver entre sí. Jesús no entendió las cosas así, porque para Jesús, todo poder
viene de Dios. Por lo tanto, también el poder del Cesar viene de Dios y entonces, el poder y la
administración de la justicia romana, tenía que estar subordinado al poder de Dios. La política
debe ser la búsqueda del bien común, y eso también es algo que pertenece a Dios. Los
cristianos, al actuar en la vida pública, llevamos con nosotros una luz poderosa, la luz de la fe.
Sabemos muy bien que las enseñanzas de Dios, no sólo no suponen un obstáculo para el bien de
las personas y de la sociedad, o para el progreso científico. Por el contrario, son una guía para
su realización. A Dios lo que es de Dios. De Dios es la vida de los seres humanos, desde su
concepción; y la familia, a la que santificó en Nazareth, basada en un matrimonio indisoluble,
como Él mismo lo declaró ante el escándalo de los que le escuchaban. No se debe enfrentar a

124
Dios con el ser humano ni al ser humano con Dios; no hay que optar por el uno o por el otro
sino que hay que estar con Dios y con el ser humano.

Pidamos hoy a María que ilumine nuestro actuar para que toda nuestra vida,
también nuestra vida como ciudadanos sea coherente con nuestra fe, que
sepamos dar al César lo que es suyo, pero a Dios una vida de santidad y
compromiso fiel. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Veintinueve

MANÁ Y CODORNICES

PALABRA DE DIOS: “¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del


Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de
carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos han sacado a
este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.
El Señor dijo a Moisés: - He oído las protestas de los
israelitas. Diles: Hacia el crepúsculo comerán carne, por la
mañana se saciarán de pan, para que sepan que yo soy el
Señor, su Dios... Lo recogían cada mañana, cada uno según
lo que iba a comer, porque el calor del sol lo derretía...
Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra
habitada. Comieron maná hasta atravesar la frontera de Canaán... Te espero junto a la
roca de Horeb. Golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo” (Éxodo 16,
4.11.21.35; 17, 6).

ENSEÑANZA
Los padres de Migue y Estefanía se prestaron con gusto a dirigir la oración antes de dormir.
Decían: La paciencia de Dios no tiene límites. Los israelitas, una vez que los libró de la opresión
y esclavitud y pasaron el Mar Rojo, empezaron a quejarse a Moisés. Le decían que era mejor no
haber salido. Estaban muertos de hambre y de sed. Todas las quejas iban contra el valiente jefe
Moisés. Este tenía que hablar con Dios a cada instante. El Señor le escuchaba siempre. En esta
ocasión, les dio de comer maná y carne de codornices. El maná era un alimento condensado
muy bueno. Parecía pan a primera vista pero era mucho mejor. Y la carne de codornices, - como
saben - es muy buena. Y Moisés, siguiendo lo que le ordenaba el Señor, cogió el bastón
misterioso, tocó con él una roca y salió agua buenísima. Estaban acampados en Redifín. Pero el
pueblo cercano de los Amalatitas los atacó. Josué se puso al frente de los israelitas y derrotaron
a sus enemigos. Mientras tanto, Moisés estaba en el monte del Sinaí haciendo oración a Dios.
Cuando el Señor dice algo o lo promete, se cumple.
DIÁLOGO: ¿QUÉ HARÍAS TÚ ANTE LA QUEJA DE LOS DEMÁS?

Oídos sordos

Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de


repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las
demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron
lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos
prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas
seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás
decían, se dio por vencida y murió. La otra continuó
saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La
multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía
saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente
salió del hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No escuchabas

125
lo que te decíamos?” La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban
animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco. Tengamos cuidado con lo
que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.

ORACIÓN

Señor, hoy queremos que toda la familia te dé gracias porque nos ofreces en la
Eucaristía el maná de tu Cuerpo y de tu Sangre. Somos dichosos en recibirlo. ¿Hay
religión que tenga más dicha que la nuestra? Gracias por darnos un alimento tan

sagrado. Haz que participemos con frecuencia de él. Amén.

Dos Testigos Excepcionales de Santidad y Fidelidad

El 11 de Octubre la Iglesia celebra la memoria del Beato Juan XXIII y el 22 la del Beato Juan
Pablo II. Ambos fueron Pontífices de la Iglesia Católica en el siglo XX, pero nos preguntamos
¿Qué los hace especiales para ser Beatos? Yo diría: Porque fueron testigos excepcionales de
santidad y fidelidad. ¿Por qué la Iglesia debe resaltar esas cualidades? Sencillamente porque
son indispensables para ver a DIOS. Todos estamos llamados a la santidad, la Sagrada Escritura
es muy clara: “Sean santos, porque YO, el Señor, su DIOS, Soy santo” (Levíticos 19, 2).
Ahora bien, confiados en esta palabra del Señor, no podemos dudar que la podemos alcanzar,
pero esto implica vivir una vida de perseverancia en el Amor de DIOS. En esa vida, a veces hay
muchas caídas, que nos desaniman y allí es donde vemos la dificultad. Juan XXIII llegó al
papado anciano y enfermo, pero confiando en DIOS, impulsó la iniciativa más importante de los
últimos tiempos de la Iglesia: El Concilio Vaticano II. No se detuvo en inútiles especulaciones,
sino que se dejó guiar por el Espíritu Santo y DIOS llevó a cabo la obra, primero con él y luego
con Pablo VI.

Juan Pablo II inició un pontificado difícil y como si fuera poco, en esos primeros años fue herido
gravemente, pero se recuperó y continuó. Se enfrentó a muchas dificultades y dolencias físicas y
espirituales, al punto de que se especula que en varias oportunidades le aconsejaron que
renunciara. Pero él, al igual que Juan XXIII y al igual que nuestro divino Maestro, Jesucristo,
también era un testigo fiel. Cada uno de nosotros debemos fijarnos en esas dos grandes
lámparas que la Iglesia nos ha puesto en el altar para alumbrar nuestro camino de santidad.

En los días difíciles es cuando necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Señor. Una de las
formas más importantes en las que nos aferramos al Señor es mediante la constante
comunicación con Él en un flujo continuo de oración, encuentro con su Sagrada Palabra y por
supuesto, en la Eucaristía. Podemos orar en cualquier lugar y momento. Incluso un pensamiento
de oración nos lleva a centrar nuestra voluntad y atención en el Señor y a depositar toda
nuestra confianza en Él. Solo cuando perdemos el contacto con el Señor caemos en el peligro del
pánico, la frustración, el frenesí y el fracaso que traen consigo. El Señor conoce el final del
camino desde el comienzo de cada día y sabe cuanto va a durar la presente agitación en nuestra
vida. Sobre todo, Él sabe cómo guiarnos con seguridad, conservándonos en su divina paz
durante todo el camino.

126
Si nuestro recorrido espiritual nos hace sentir, a veces, como que estamos montando una bestia
salvaje que no podemos controlar, recordemos siempre que nunca montamos solos en las
bestias de la vida. Aquel que nos dijo “Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin del
mundo” (Mateo 28, 20), está con nosotros y sostiene las riendas con firmeza en Su mano. Todo
lo que Dios nos llama a hacer, también hace posible que lo logremos.

“Bendigo al Señor que me aconseja, aún de noche instruye mi conciencia. He


elegido al Señor como mi guía perpetuo, de Su diestra jamás me apartaré. Me
enseñarás un camino de vida, me llenarás de alegría en tu presencia, de gozo
eterno a tu derecha”
[Salmo 16(15), 7-8.11]. Amén.

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Domingo XXX Ciclo A
23 de Octubre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Éxodo 22, 20-26 Salmo: 18(17)
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 1, 5-10 Evangelio: Mateo 22, 34-40
La primera lectura del libro del Éxodo nos enseña que no le basta a Dios que se le respete y
obedezca; desea que nadie de los que han hecho el pacto se quede al margen de su querer y
ello impone que la obediencia a Dios pase por el respeto al prójimo menos favorecido. Tener a
Dios como aliado obliga a tener al prójimo como preocupación. No hay otra forma de guardar la
alianza sellada con Él que hacerse guardián del hermano

El Evangelio de hoy de San Mateo nos revela que la enseñanza de Jesús molestaba. Lo
demuestra la actitud de grupos de activistas que se confabulaban para hacerlo caer en alguna
trampa, y poder así denunciarlo ante la autoridad. Para ponerlo a prueba, es decir, para hacerlo
tropezar, uno de ellos, un doctor de la Ley, le pregunta a Jesús por el mandamiento más grande
de la Ley de Moisés. Los escribas contaban nada menos que 613 mandamientos, de éstos 365
prohibiciones y 248 preceptos. Se preguntaban: ¿todos tienen el mismo valor?, o ¿hay algunos
que son más importantes y otros menos? ¿Hay uno que es el más importante de todos?

La respuesta de Jesús no es original, pero “centra el problema” y da un criterio para discernir


dónde se juega uno el cumplimiento de la ley: “No es lo decisivo la cantidad de lo
obedecido”, sino su “calidad y razón”. La obediencia debida a Dios es cuestión de amor; sólo
“queriendo” se satisface “el querer de Dios”; el obediente se diferencia del siervo, porque
“ama” a quien obedece. Y Dios no quiere siervos. Lo esencial en el cumplimiento de la ley, no
es tanto el seguimiento escrupuloso y detallado de un código de normas, cuanto el motivo y los
beneficiarios de nuestra obediencia: Dios y el prójimo.

Amar y Servir: San Juan nos dice que “Si nos amamos unos a otros, DIOS permanece
en nosotros y el amor de DIOS ha llegado a su plenitud en nosotros” (1Juan 4, 12). ¿Qué
mejor forma de expresar el amor a DIOS y al prójimo que el servicio desinteresado, por amor a
los demás? El Señor nos pide en este tercer milenio salir a los caminos, “remar mar adentro”,
“abrir las puertas a Jesucristo” y entregarnos a una caridad más ardiente, más sincera, y
que se manifieste en las obras. Tenemos un modo concreto y a la mano para practicar el
mandamiento del amor: Es la práctica de la obras de misericordia.

Estas obras de misericordia nos permiten salir al encuentro del sufrimiento y de la necesidad de
nuestros hermanos. Mencionemos algunos ejemplos. Las obras de misericordia espirituales nos
invitan a instruir al ignorante, consolar al afligido, aconsejar al que duda, perdonar las injurias,
sufrir con paciencia las adversidades. Preguntémonos sinceramente: ¿Practico yo estas obras
espirituales? ¿Soy una persona que sé consolar, que sé salir al paso del ignorante, de
ayudarle, de ofrecerle oportunidades de promoción humana? ¿Sé aconsejar a los
demás? ¿Me intereso por ellos, me interesan sus sufrimientos? ¿O soy más bien de los
que pasan por la vida con una santa indiferencia ante los miles de sufrimientos
humanos? Ni siquiera me doy cuenta de ellos.

Pensemos en los hospitales, en el personal que atiende la salud, que tiene la inmensa
oportunidad de hacer palpable el amor de Dios y que, sin embargo, en muchos casos, se olvida

128
de la persona del enfermo para ver en él un problema. Pensemos en la escuela y en la ardua
tarea de la formación de los jóvenes, en las escuelas de Educación Especial. Si miramos a las
obras de misericordia corporales, ¡cuántas oportunidades para hacer el bien! La posibilidad de
visitar a los enfermos, de llevarles consuelo, compañía, apoyo espiritual. La posibilidad de dar de
comer a los que padecen hambre por medio de la limosna, pero mejor aún, por medio del
compromiso personal. La posibilidad de vestir al desnudo etc. Las imágenes que a diario vemos
en la televisión pueden crear en nuestro espíritu un penoso sentimiento de impotencia y, por
ello, de indiferencia. Hay que reaccionar. Sí, podemos hacer mucho por nuestros prójimos,
porque Dios es compasivo y se cuida de los pobres y se servirá de nosotros como instrumentos.
Seremos así instrumentos de la providencia. Seremos como las manos de Dios. No temamos a
nada en la vida. Temamos sólo al pecado de omisión, a la indiferencia ante el sufrimiento ajeno.
Recordémoslo: En los pobres y enfermos, servimos a Jesucristo.

Pidámosle hoy a María, a ella que supo amar el querer de Dios, que
nos enseñe a amar de verdad a Dios y a los que nos rodean,
expresándolo en el servicio desinteresado, por amor. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

PALABRA DE DIOS: “1) Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué


de Egipto, de la esclavitud. 2) No te harás una imagen... ni te
postrarás ante ella, ni le darás culto. Soy un Dios celoso y
castigo la culpa... pero actúo con lealtad por mil generaciones
cuando me aman y guardan mis preceptos. 3) No
pronunciarás el nombre del Señor en falso. 4) Fíjate en el
sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el séptimo
día es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. 5) Honra a tu padre y a tu
madre; así prolongarás tu vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. 6) No
matarás. 7) No cometerás adulterio. 8) No robarás. 9) No darás testimonio falso
contra tu prójimo. 10) No codiciarás los bienes ajenos; no codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno ni nada que sea de él”
(Éxodo 20, 1-17).

ENSEÑANZA
Migue le dice a su padre: ¿Qué significa Decálogo? Significa, hijo mío, diez. Cuando Dios quiso
que su pueblo se estableciera, le dio unas normas por las que debían regirse. Estaba Moisés
orando en el Sinaí y Dios le entregó dos grandes tablas de piedra en las que estaban escritos
estos diez mandamientos. Migue, ¿tú quieres ser feliz? ¡Claro! ¡Vaya preguntas que tienes, papá!
Te lo digo porque en casa todos nos sentimos felices porque observamos y cumplimos estas
órdenes de Dios, aunque a veces faltemos. Dice Dios: "Quien observa mis mandamientos, yo
habito en él y él en mí". ¡Qué gozo para el alma!, dice Estefanía sonriendo y emocionada ante
las palabras de Dios.
DIÁLOGO: ¿AYUDAN LOS MANDAMIENTOS A SER FELICES?

La ayuda de DIOS es maravillosa

La historia pasó hace muchos años, cuando la tierra estaba vacía


de animales y de vegetación. ¡Qué triste se veía! Pero un buen día
la tierra empezó a llenarse de árboles, de plantas, de hierba, de
vegetación, pero nada tenía color, todo era oscuro y, por ello,
seguía siendo triste. El sol y el cielo decidieron que tenían que
alegrar la tierra. Así que acordaron pintarla, pero. ¿De qué color lo
harían? El sol se apresuró a decir que el mejor color sería el
amarillo, como él. Pero el cielo no estuvo de acuerdo. No deseaba para nada de amarillo. El color
que él creía adecuado era el azul, como él. Como no había forma de que se pusieran de acuerdo
empezaron a discutir, a gritarse y a pelearse. Cada cual quería imponer su criterio. ¡Vaya
batalla! DIOS, que los amaba a ambos, bajó a ayudarlos y le contaron el problema. El sol le

129
contó lo que pasaba y se justificó que quería pintar la tierra de amarillo como él porque era
precisamente él quien daba luz a la tierra, quien le daba calor y claridad. El cielo replicó diciendo
que era él quien abrazaba a la tierra y le daba aire, viento, lluvia. Y que el color ideal para
pintarla era el azul como él. DIOS viendo que cada uno tenia su parte de razón les animó a que
cooperaran juntos, que unieran los dos colores: El amarillo y el azul. El sol y el cielo quedaron
algo sorprendidos pero les pareció buena idea. Con ello lograrían que la tierra tuviese un poco de
cada uno, así que empezaron a tirar pintura amarilla y azul a los árboles, a las plantas, a la
hierba... ¡Vaya sorpresa! Ni amarillo, ni azul. Toda la vegetación de la naturaleza había quedado
pintada de color verde. El sol y el cielo vieron que la tierra había quedado muy bonita. Desde
entonces se sienten felices al contemplarla. ¡Ya no está nada triste! Y han aprendido que con la
cooperación y ayuda de DIOS, se pueden lograr cosas maravillosas.

ORACIÓN

Señor, te pido que en casa, en el colegio y en la calle cumpla tus mandamientos para
sentirme más feliz, porque sé que nunca me fallas. Amén.
Un corazón compartido

Hoy, cuando el Señor nos enseña que lo más importante es


amar, es importante comprender que para amar hay que
hacerlo con el corazón y eso significa que si amamos a DIOS,
tenemos que hacernos un solo corazón con ÉL y si amamos al
hermano, la novia, el esposo, la esposa o la familia, es
necesario compartir nuestro corazón con ellos. Meditemos un
poco esa idea, compartiendo la siguiente narración:

Los síntomas eran claros e inequívocos, y los médicos no se


hicieron ilusiones. El cuerpo de la joven de diecisiete años,
empezaba a rechazar el corazón de un joven de quince,
implantado en ella tres años antes. A la muchacha la llevaron al hospital y la pusieron en
cuidados intensivos. Pero la naturaleza respondió negativamente, y murió el 7 de marzo de
1989. Durante tres años ella había vivido con el corazón del otro joven. Dos personas, dos
seres, dos vidas jóvenes: Un solo corazón.

He aquí el ideal de todo noviazgo, de todo matrimonio. Dos vidas, dos personas, dos voluntades,
pero un solo corazón. Un solo corazón para tener los mismos sentimientos, sufrir las mismas
penas, gozar las mismas alegrías.

El joven donante murió de un aneurisma cerebral. Presintiendo su muerte, había donado su


corazón a la joven, que lo necesitaba. La muchacha tenía catorce años, y vivió tres años con el
corazón del muchacho.

¿Qué hace que un matrimonio sea estable y duradero? El amor. ¿Cómo se fundamenta el buen
amor? Cuando ambos corazones, el de él y el de ella, laten al unísono. ¿Cómo hacer que ambos
corazones latan juntos? Ese es el gran secreto de un matrimonio duradero, estable y feliz.

¿Cómo se logra eso? La palabra clave es «compromiso». Esos votos que uno y otro se hacen
ante el ministro, los testigos y Dios, tienen que ser más que sonidos y articulaciones. Tienen que
estar fundamentados en un compromiso, una lealtad, una unión de por vida. No puede haber
siquiera la posibilidad de separación o divorcio. El compromiso es la clave. Él jura lealtad y amor
eterno a ella, y ella jura lealtad y amor eterno a él.

Creemos que todo matrimonio comienza con esos ideales, pero algo pasa: Enfriamiento,
hastío, disgusto y, a partir de ahí, peleas e infidelidades, y al final el divorcio.

¿Qué ha ocurrido en los matrimonios fracasados? Para responder a eso hay que apelar a lo
espiritual. El salmista dijo: «Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los

130
albañiles» [Salmo 127(126), 1]. Es que los cónyuges hicieron caso omiso del gran edificador
de hogares.

Si Dios no es el centro de nuestra vida y de nuestro hogar, fracasará nuestra familia. Jesucristo
está a la puerta de nuestras familias y nos pide que le permitamos entrar. Abrámosle hoy la
puerta de nuestro corazón y de nuestra familia. Una vez que ÉL ha hecho morada en nuestra
casa, entonces veremos que cada vez que haya discordia, ÉL no dudará en meter su mano y lo
hará de tantas formas como lo considere necesario: A través del consejo de un sacerdote,
pastor o amigo; inspirándonos la lectura de un pasaje bíblico adecuado; inspirándonos
modos de actuar a través del Espíritu Santo y tantas e inagotables formas que el Señor
tiene para ayudar a los que lo aman. Solo tenemos que recordar que los únicos amores
eternos son aquellos que tienen a JESUCRISTO como parte de ese amor.

“¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! ¡Glorificado sea mi DIOS y


salvador! Por eso te daré gracias ante las naciones y cantaré,
Señor, en honor de Tu Nombre” [Salmo 18(17), 47.50]. Amén.

131
Domingo XXXI Ciclo A
30 de Octubre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Malaquías 1, 14-2, 2.8-10 Salmo: 131(130)
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 2, 7-9.13 Evangelio: Mateo 23, 1-12
Dice el Señor: Porque el que se ensalce será humillado y el que se humille será
ensalzado. Muchas veces nuestro esfuerzo por elevarnos ante los demás, nos hace rebajarnos
ante Dios. El servicio debe ser el lema de un cristiano. Y cuando al cristiano le toca ejercer algún
puesto de mayor jerarquía, con más razón aún. En este Domingo, la Iglesia nos invita a
reflexionar sobre nuestra actitud, a la luz de la palabra de Dios, sobre cómo andamos en nuestro
servicio a nuestro prójimo, nuestra humildad y nuestra disposición a obrar como el Señor quiere,
en cada circunstancia de nuestras vidas. Y nos invita a que una vez que revisemos nuestra
conducta y modo de actuar, nos decidamos a producir los cambios necesarios.

132
Los verdaderos pastores: El ejemplo de Pablo es elocuente y nos invita a todos a revisar
nuestra carta de servicio y nuestras responsabilidades de frente a nuestra familia, a nuestra
comunidad, a nuestra parroquia. Esta aplicación pastoral se refiere, de modo especial, a los
sacerdotes que deben ser verdaderos pastores de la grey a ellos confiada. Ellos deben amar con
sinceridad a las ovejas que están bajo su solicitud; ellos no pueden ser mercenarios de tiempo
parcial que huyen ante los peligros; no pueden ser fariseos que usurpan la cátedra de Moisés y
el lugar de Jesucristo para buscar sus propias ganancias.

El sacerdote no es para sí mismo, sino para las almas, solía decir el Cura de Ars. Las almas
deben constituir su máxima ilusión, y debe estar dispuesto a dar su vida por ellas, como san
Pablo. Por ello, en el sacerdote no cabe la “carrera por ascender”, la búsqueda de puestos de
honor; la búsqueda de la gloria personal. Cuanto más humilde es el sacerdote, tanto más y
mejor transmite a Dios. Sin que él se dé cuenta, esta humildad vence las resistencias de sus
fieles y los conduce por vías de santidad.

El sacerdote es el pastor de las ovejas: Debe dar la vida por ellas. Y dar la vida es algo muy
concreto: Es predicar, es salir al encuentro, es visitar al enfermo, instruir al ignorante,
aconsejar al que duda. Dar la vida, es afrontar el desafío de la nueva evangelización,
es desgastarse un día y otro sin medida para que no se pierda ninguno. Dar la vida es
gastarse y entregarse por las almas, sin perdonar cansancios o dificultades. Sobre
todo, dar la vida es no perder nunca la esperanza de la conversión de sus almas.

Los fieles tenemos derecho a encontrar en nuestros sacerdotes a hombres que nos animan a
mirar al futuro con esperanza. Ellos, a pesar de todos los problemas actuales, siguen siendo el
punto de referencia moral y de instrucción religiosa. ¡Cómo nos estimula el ejemplo de un
buen sacerdote!

En los últimos tiempos hemos visto reportajes en los medios de comunicación en torno a malos
testimonios dados por sacerdotes. Pero, en justicia, tenemos que decir que también hay muchos
sacerdotes de testimonio ejemplar. ¿Por qué la prensa no reseña esos casos? Por una razón muy
sencilla: Los escándalos venden más periódicos que cualquier otro reportaje edificante.
Nosotros no controlamos esa variable y por lo tanto, esa es una razón de fundamental
importancia para que nuestros sacerdotes se esfuercen por mantener una vida santa. ¡Es su
compromiso voluntario que hicieron un día delante de DIOS!

A nosotros, los fieles, nos toca por nuestra parte, orar mucho por ellos para darle la fuerza
espiritual que necesitan. Todos los días debemos postrarnos ante el Señor para orar por
nuestros pastores. ÉL quiere que sean santos porque es necesario para ser verdaderos faros de
las almas en este mundo tenebroso, y está deseoso de usar nuestras oraciones para ayudarlos,
porque debemos recordar que DIOS no decide por nosotros. Nos ayuda hasta el extremo, pero la
decisión de ir por el camino de la luz o por el de las tinieblas, es nuestra. Si hemos caído, es
tiempo de humillarnos ante el Señor y ÉL nos ensalzará, pero recordemos también las palabras
de advertencia de Jesucristo: “Vete y no peques más” (Juan 8, 11).

Pidamos a María la fuerza para que haya en nuestra vida verdadera


conversión. No pensemos como los fariseos, que son los otros los que tienen
que cambiar, todos tenemos que cambiar, y el Señor nos acompaña con
especiales gracias, para que logremos ese cambio. Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y uno

ARCA DE LA ALIANZA

PALABRA DE DIOS: “El Señor habló a Moisés: - Harás


"un arca" de madera de acacia: 125 centímetros de
largo por 75 de ancho y 75 de alto. La revestirás de
oro de ley por dentro y por fuera, y alrededor le

133
aplicarás un listón de oro. Fundirás oro para hacer
cuatro anillas, que colocarás en los cuatro ángulos,
dos a cada lado. Harás también unas varas de madera de acacia y las revestirás de oro,
y las meterás por las anillas laterales del arca, para poder transportarla... Dentro del
arca guardarás el documento de la alianza que te daré... Allí me encontraré contigo y
te diré lo que tienes que mandar a los israelitas” (Éxodo 25, 10-16.22).

ENSEÑANZA
Migue estaba intrigado por el oro. Y se preguntaba: ¿Para qué tanto oro? Entonces el padre le
contestó: Mira, Migue, el arca tiene mucha importancia porque en ella se guardaban los diez
mandamientos dados por Dios a Moisés en el Sinaí. Se convirtió en el centro de Israel, e
igualmente era el lugar de la presencia de Dios. Los diez mandamientos eran, pues, los términos
de la alianza que Dios había establecido con su pueblo. En el Sinaí, como respuesta a todo lo que
Dios había hecho por él, el pueblo de Israel los aceptó. Mamá, ¿qué reflejan estas leyes? Las
leyes reflejan los deseos del Señor para que seamos buenos. Expresan la voluntad de Dios. El
arca bajo la tienda es como el santuario móvil que acompaña a Israel desde sus orígenes. Es
también el lugar de la palabra de Dios, porque contiene las dos tablas de la ley y porque Dios se
revela desde el arca.
DIÁLOGO: ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL ARCA?

Sabiduría de DIOS

Una vez un hombre humilde y muy sabio, trabajaba la tierra


duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué
desgracia! Se nos ha ido el caballo.". "¿Por qué le llamas
desgracia? - respondió el padre, es la sabiduría de DIOS". A
los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
"¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho, nuestro
caballo ha traído otro caballo." "¿Por qué le llamas suerte? -
repuso el padre, es la sabiduría de DIOS." En unos cuantos
días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se
enfureció y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna. "Padre, qué desgracia!
exclamó ahora el muchacho ¡Me he quebrado la pierna!" Y el padre, retomando su experiencia y
sabiduría, sentenció: "¿Por qué le llamas desgracia?, es la sabiduría de DIOS!". El muchacho no
se convencía de la fe del padre, sino que se quejaba en su cama. Pocos días después pasaron
por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la
casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de
largo. El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como
absolutas, sino que siempre hay que confiar en DIOS. “Sabemos que DIOS todo lo hace para
bien de los que lo aman, de los llamados según su designio” (Romanos 8, 28).

ORACIÓN

Señor, me encuentro contento contigo. Desde que sacaste a tu pueblo de la esclavitud


de Egipto, tuviste para con ellos muchas atenciones. Una de ellas fue saber que tu
presencia visible estaba en el arca de la alianza, sellada en el monte Sinaí para que tu
pueblo supiese ir a verte, alabarte y hacer oración. Era el lugar sagrado. Tu enviado
Moisés tuvo que trabajar duro para escuchar a su pueblo y presentarte sus quejas y
preocupaciones. Haz que nosotros, hoy, cuando pasemos ante el Sagrario, entremos a
verte y no pasemos de largo. Amén.
¿Por qué despojamos al prójimo de su vida?

A los catorce años de edad, Anita tenía la cabeza llena de


sueños. Era bella, alegre, talentosa, y tenía una gran
disposición para el arte. Le habían hecho pruebas ya de
fotografía y actuación, y había salido bien. Podía soñar con una
carrera como artista. Pero una noche salió a la calle para
asistir a una fiesta. Esa fue su última salida. Una banda de

134
adolescentes capitaneada por un joven de dieciocho años de
edad, sin saber ni a quién apuntaban, la mató. El primer tiro le
dio en un brazo, y luego seis más en el cuerpo. Las
expresiones tristes y confundidas de la madre fueron: «Estos
jóvenes matan por el solo gusto de matar. No tienen ni
preocupación, ni conciencia ni corazón. Mataron a mi hija por nada.»

Hay pandillas de adolescentes que salen en sus autos, armados de pistolas. Si no encuentran
una pandilla rival en la cual descargar sus armas, eligen a la primera persona que ven y la
matan, sin el menor remordimiento de conciencia. Para algunos jóvenes de nuestro tiempo,
matar a una persona tiene menos importancia que matar un perro. Derramar sangre humana y
verla regada por el suelo les produce menos preocupación que derramar un refresco en la mesa
de la pizzería.

¿Cómo es posible que exista esa despreocupación inhumana en algunos de nuestros


adolescentes? ¿A qué se deben las pandillas y la violencia homicida? Todo el mundo habla y da
sus opiniones, pero el mal continúa, y como que no hay solución. Los jóvenes que se sienten
arrastrados por este modo de vida necesitan reconocer que vivimos en un mundo compuesto no
sólo de acciones sino también de consecuencias. Cada acción siempre tiene su consecuencia, y
no hay quien pueda eludir esa ley universal.

Cada acción nuestra es un ladrillo que va construyendo el edificio que es nuestra vida. Somos
hoy el conjunto de todas las semillas que en el pasado hemos sembrado. Y mañana seremos el
conjunto de todas las semillas que estamos sembrando hoy. Esa es la ley eterna e inexorable de
la cosecha.

Los golpes que recibe nuestra alma son más fuertes, más complejos, más problemáticos y más
permanentes que los golpes del cuerpo. El diario vivir nos enfrenta con frustraciones súbitas, con
desastres azarosos, con pérdidas inesperadas como la del caso que les acabo de narrar. El
resultado es la frustración, la angustia, la agonía y el dolor. Si ante estos golpes endurecemos el
corazón, nos ponemos rígidos y obstinadamente decimos que con nuestra propia fuerza
saldremos adelante, corremos el peligro de hacernos pedazos. Eso le ha ocurrido a muchos.

Solos no podemos resistir los golpes de la vida, pero si nos humillamos ante Dios, Él nos dará su
mano de ayuda. Sólo tenemos que rendirnos en sumisión y entregarle dócilmente nuestra alma
a Jesucristo. Confiemos en su divino amor.

A fin de evitar esas acciones que producen consecuencias tan desastrosas, los padres de hijos
pequeños necesitan, por su parte, darles el ejemplo de rectitud y moralidad que en el mañana
hará de ellos personas dignas y honorables. Todo padre desea eso para sus hijos. Pero esa
formación comienza hoy, no mañana.

Ya seamos padres o hijos, nunca perdamos la fe en Dios. Él no es un ser muerto. Él vive y


siempre corresponde al clamor de sus hijos. Si se nos ha de perder algo, determinemos que no
será nuestra fe, y entonces levantemos los brazos, orando con el salmista:

“Señor, no me abandones, no te me alejes, DIOS mío. Ven de


prisa a socorrerme, Señor, mi salvador” [Salmo 38(37), 22-23].
Amén.

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Domingo XXXII Ciclo A
6 de Noviembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Sabiduría 6, 12-16 Salmo: 63(62)
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 4, 13-18 Evangelio: Mateo 25, 1-13
Jesucristo quiere prevenir a su comunidad contra la "seguridad" que una vida cristiana puede
alimentar. Quienes aún esperan algo, "no lo tienen todo todavía". No se pueden sentir
seguros los que tienen al Señor aún por venir. La historia refleja bien las costumbres del tiempo
de Jesús: Un cortejo de jóvenes llevando lámparas que acompañaban a la novia hasta
la casa del novio; el retraso de éste demora la fiesta; la luz se hace aún más necesaria,
esa luz cuyo mantenimiento era su responsabilidad. No sabiendo cuando se presentaría el
esposo, algunas se proveyeron de aceite: Su previsión les permitió introducirse en la
fiesta. Esto nos deja a nosotros una enseñanza. No basta con vivir "esperando" al Señor para

136
gozar de su presencia: Hay que estar preparados por si se retrasa y responder de la luz
encomendada.

Hoy la palabra de Dios centra nuestra atención en una de las actitudes que mejor caracterizan la
vida del cristiano: La esperanza. Buena falta nos hace que Jesús en el evangelio nos advierta
del riesgo que corremos, cuando no nos preparamos con inteligencia para su llegada. Es que
vivir esperanzados, no resulta fácil. Nos resulta bastante sencillo contentarnos con lo que
logramos hoy y quizás nuestra mayor lucha es tratar de conservar lo que ya tenemos. Sin
embargo, poner empeño en conseguir algo que todavía no tenemos, nos resulta mucho más
difícil. Hemos perdido la capacidad de "creer" en algo mejor, y entonces no somos "capaces"
de salir a buscarlo.

Los cristianos debemos ser felices, no sólo por lo que tenemos, sino también por lo que
"esperamos". Pero el Señor nos dice que no basta con que conservemos la fe en Dios si no se
mantienen todas nuestras esperanzas en Él. Sólo quien estuvo preparado, con las lámparas
encendidas y provisto de aceite por lo que pudiera ocurrir, entró con el novio al banquete; todas
las doncellas fueron invitadas, pero algunas perdieron su oportunidad por falta de previsión; no
fueron lo suficientemente precavidas como para contar con un retraso del esposo; no se
prepararon para soportar la espera y no fueron esperadas cuando el novio llegó; por no poder
mantener la luz de sus lámparas, no gozaron de la fiesta para ellas preparada.

¿Cuál es, se pregunta uno, este aceite que mantendrá mi lámpara encendida para la venida de
Jesucristo? Y la respuesta no puede ser otra sino el amor. El amor ardiente y generoso que
mantiene el alma vuelta hacia Dios y hacia sus hermanos. El amor que es donación de sí mismo.
El amor que consiste en descubrir en cada hermano o hermana, la imagen misma de Jesucristo.
Es el amor que triunfa sobre el pecado, el egoísmo y la soberbia. Es el amor que es la más
grande de todas las virtudes. Si deseamos estar preparados para la venida del Señor,
dispongamos nuestra alma para amar, para “permanecer en el amor” (cf. Juan 15, 9), porque
al “atardecer de la vida nos juzgarán sobre el amor”. Este es el peligro sobre el que nos
advierte Jesús: El retraso de su llegada nos ha vuelto perezosos; no creyendo que pueda
venir hoy, tampoco lo esperamos mañana y nuestra luz, como nuestras mejores
ilusiones, son para otros: Sean proyectos por realizar o personas por querer. Quien cree
de verdad que Dios puede llamar a nuestra puerta en cualquier momento, sabe que ha de estar
siempre dispuesto a responder: Tener la certeza de que Dios está en camino hacia
nosotros. Y,... que se retrase debe llenarnos de precauciones. Pero en definitiva, para
"esperar" a Dios, hay que "amarlo".

Sólo esperamos y extrañamos a quien amamos. No esperamos a quien dejamos de amar. Por
eso la razón más fuerte para nuestra falta de atención es que no amamos suficientemente a Dios
como para sentir la falta que nos hace. A quien ama de verdad a quien espera, su retraso no le
impide estar despierto; más bien le quita el sueño, le llena de recursos para esperarlo mejor. En
un mundo que sabe poco de esperanza, los cristianos, que amamos a quien está por venir,
tenemos una misión que cumplir: Llenar de luz la noche hasta que llegue el día del Señor.

Pidámosle hoy a María, que nos enseñe a ser esa luz que el
mundo necesita mientras Jesucristo llega, pidámosle a ella que
nos ayude a amarlo cada vez más, para "esperar" preparados su
venida. Amén.

Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y dos

EL BECERRO DE ORO

PALABRA DE DIOS: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en


bajar del monte, acudió en masa a Aarón, y le dijo: - anda
haznos un "dios" que vaya delante de nosotros; pues a ese
Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.

137
Aarón contestó: - Quítenles los pendientes de oro a sus mujeres,
hijos e hijas y tráiganlos... Él los recibió, hizo trabajar el oro a
cincel y fabricó un novillo de fundición. Después les dijo: - Este
es tu Dios, Israel, que te sacó de Egipto. Después, con
reverencia, edificó un altar ante él y proclamó: - Mañana es
fiesta del Señor. Al día siguiente se levantaron, ofrecieron
holocaustos y sacrificios de comunión, el pueblo se sentó a comer y beber y después a
danzar. El Señor dijo a Moisés: - Anda, baja del monte, que se ha pervertido mi pueblo.
Moisés agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo,
que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas... Han cometido un pecado
gravísimo; pero ahora subiré al Señor a ver si puedo expiar su pecado” (Éxodo 32, 1-
4.7.20.30).

ENSEÑANZA
Estefanía lloraba mucho por las dificultades que se presentaban a Moisés. Cuando bajaba del
monte, cogió las tablas de la alianza y las hizo pedazos. Después, con más coraje todavía, hizo
añicos el becerro de oro. Y se atrevió a reñirle a Aarón. No pensaba que su pueblo, liberado de la
esclavitud, fuera tan desobediente con el Señor. ¡Vamos, Estefanía!, no te pongas así. Dios sabe
bien lo que hace. Enseguida le entregó a Moisés unas nuevas tablas de la ley para regir a su
pueblo. Y, además, subió al monte, oró al Señor para que perdonara a su pueblo el pecado
grave que habían cometido. Los papás intervinieron diciendo: Hijos, hay pecados que a Dios le
desagradan mucho. El pecado de la idolatría es el peor. Cuando el hombre adora a dioses
pequeños con minúscula, Dios se siente celoso. Porque estos dioses no pueden salvar, ni curar ni
hacer nada. Son hechura de manos humanas. Dios perdonó el pecado y el pueblo siguió su
camino hacia la tierra prometida. Dios siempre perdona.
DIÁLOGO: ¿ESTÁ BIEN LOS QUE HICIERON LOS ISRAELITAS?

¿Es voluntad de DIOS o no lo es?


Los alumnos preguntaron a su Maestro al final del curso: -
¿Unas últimas palabras de sabiduría que pueda transmitirnos?
El Maestro se quedó pensando unos instantes y les dijo: -
Podrán superar cualquier dificultad recordando dos frases. -
¿Cuáles? - La primera: Lo que es voluntad de DIOS, será. La
segunda: Lo que no es voluntad de DIOS, no debe ser. El
Maestro prosiguió: - Son muchos los que malgastan su tiempo
intentando ir contra la voluntad de DIOS y siempre tienen
dificultades, cuando lo más sabio es orar para saber la voluntad
de DIOS, sabiendo que todo lo que es voluntad de DIOS se
hará, tal como lo dijo el sabio Gamaliel: “Porque si es cosa
de DIOS, no podrán destruirla y estarán luchando contra
DIOS” (Hechos 5, 39).

ORACIÓN
Señor, quisiera que en nuestro mundo hubiera menos dioses fabricados por manos
humanas. Hoy, en lugar de un becerro de oro, se fabrican los dioses del poder abusivo,
el dinero como el primer dios para ser feliz; el consumo de cosas para aparentar
felicidad; la falta de solidaridad de unos para con otros; el placer por el placer es otro
dios que hace mucho daño a la gente. Habría que agarrar a esos dioses y triturarlos
como hizo Moisés. Pues los jóvenes no son más dichosos porque tengan muchas cosas,
sino porque sean obedientes a Dios y a sus padres. Amén.
En las manos del Espíritu Santo

Este domingo 6 de Noviembre está de cumpleaños nuestro


amado pastor, Monseñor Freddy Jesús Fuenmayor Suárez y es
propicia la ocasión para felicitarlo y dar gracias a Dios por todo
este tiempo que nos ha permitido tenerlo como Obispo de
nuestra Diócesis de Los Teques. Es importante destacar que todo
el pueblo de Dios, por el bautismo, ha recibido el Espíritu Santo,

138
pero el pastor de una grey es el hombre que ha recibido una
gracia especial del Espíritu Santo para dirigir la porción del
pueblo de Dios puesto a su cargo. Nuestro pastor no ha sido una
excepción y se ha destacado por ser un buen instrumento en
manos del Espíritu Santo. Dios le dé fuerzas para continuar su
misión pastoral en beneficio de su pueblo.

En el año 1897 una monja italiana le escribió al Papa León XIII sugiriéndole que proclamara un
ciclo de nueve días de oración al Espíritu Santo. En la carta le recomendó específicamente que
fuera entre las fiestas de Ascensión y Pentecostés, en conmemoración del tiempo que los ciento
veinte discípulos de Cristo pasaron juntos esperando que se cumpliera la promesa del Padre de
que serían bautizados con el Espíritu Santo. Ante el asombro de los amigos de aquella religiosa,
el papa no solamente leyó la carta, sino que el 9 de mayo de ese mismo año promulgó una
encíclica «Sobre el Espíritu Santo» y llamó a la Iglesia a que renovara su aprecio por el
Espíritu Santo y sus dones. Como resultado, millones de católicos, desde los teólogos hasta los
feligreses, renovaron su interés en el Espíritu Santo de un modo que no se había visto en la
Iglesia durante muchos siglos. Aquella monja también recomendó que el papa le dedicara al
Espíritu Santo el siglo veinte que se acercaba, con el himno «Ven, Espíritu Santo» el primer
día del siglo. Y así se hizo el primero de enero de 1901.

La monja se llamaba Elena Guerra. A pesar de ser una persona poco conocida, ejerció gran
influencia en su generación. Siguió los deseos piadosos de su corazón y, pasando por alto el
protocolo tradicional, se armó de valor para pedir algo importante que realmente agradaba a
Dios. Muchos consideran que el siglo veinte fue el siglo del Espíritu Santo. Tanto en sus primeras
dos décadas como en sus tres últimas, el siglo veinte fue testigo de un extraordinario
derramamiento del Espíritu Santo, lo cual también se ha denominado una renovación
carismática. Esto se debe a que la palabra «carisma» en el griego es la que traducimos como
«don», y fueron precisamente los dones del Espíritu Santo los que se manifestaron de un modo
sobrenatural en el transcurso del siglo.

¿Habría ocurrido todo esto si Sor Elena Guerra no hubiera tomado la iniciativa de pedirle al Papa
León XIII que ensalzara a la persona del Espíritu Santo? De seguro que la primera en contestar
que sí sería ella misma, pues estaba consciente de que el Espíritu Santo es soberano, es decir,
que se manifiesta como quiere, cuando quiere y donde quiere. Sin embargo, es probable que si
Sor Elena pudiera escribirnos una carta en el siglo veintiuno, nos pediría que no nos limitemos a
rememorar los derramamientos y las renovaciones espirituales del pasado, sino que cada uno,
en nuestra adoración personal y colectiva, sigamos dándole al Espíritu Santo el lugar que tanto
merece. Y de paso le pediría a la jerarquía eclesiástica del mundo actual que tome la iniciativa
de llamar a la Iglesia a una renovación espiritual, así como lo hizo la jerarquía eclesiástica del
siglo veinte.

Pidamos todos al Señor, con la intercesión de nuestra madre María, que envíe
Su Espíritu Santo con abundancia de dones para el pueblo de DIOS, pero muy
especialmente en aquellas personas que tienen la responsabilidad de
Pastores de la Iglesia, como Monseñor Freddy Jesús Fuenmayor Suárez y que
suscite además, corazones llenos de amor, para que la Iglesia sea reconocida
como Iglesia de Jesucristo, no porque lo digamos, sino “Por el amor que nos
tengamos unos a otros” (Juan 13, 35). Amén.

139
Domingo XXXIII Ciclo A
13 de Noviembre de 2.010
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31 Salmo: 128(127)
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 5, 1-6 Evangelio: Mateo 25, 14-30
San Diego de Alcalá: La Humildad ensalzada

Este domingo 13 de Noviembre celebramos el día de San Diego de


Alcalá, nuestro patrono. La vida de este santo es un excelente
testimonio de la Palabra del Señor, que nos dice: “Los humildes serán
ensalzados” (Mateo 23, 12). Fray Diego de Alcalá fue de los que dieron
nuevo esplendor a la figura de los humildes y sencillos hermanos legos,

140
que en los orígenes de la orden fueron el gozo y la gloria de san
Francisco de Asís.

Nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla), el año 1400, en el seno de


una familia humilde. Sus padres le llamaron Diego por devoción al
apóstol Santiago, patrón de España (Didacus = Iacobus). Por las
antiguas hagiografías, mezcla de datos biográficos y sermones morales y panegíricos, sabemos
que Diego, desde muy joven, llevó vida eremítica y penitencial junto a la iglesia de su pueblo
natal, combinando la oración con la labranza de un huerto y la confección de pequeños utensilios
de uso doméstico. De ese modo se ganaba la vida y podía ayudar a los pobres. Bajo la dirección
de un viejo ermitaño, hizo progresos en la vida ascética, adquiriendo fama de santidad en toda
la comarca. Tenía 30 años cuando, habiendo oído hablar de la pobreza y austeridad en que
vivían los franciscanos de la observancia, ingresó en el convento de la Arrizafa, en la sierra de
Córdoba. Siendo analfabeto, profesó como hermano lego y desempeñó oficios humildes, como el
de portero y hortelano, en varios lugares de la custodia de Sierra Morena. En 1441 fue destinado
a Canarias, y cinco años después aceptó el cargo de guardián del convento de Fuerteventura. Allí
se dedicó a evangelizar a los nativos, defendiéndolos de la rapacidad de los conquistadores
españoles. Esto le supuso no pocos inconvenientes, de modo que se vio obligado a regresar a la
Península en 1449.

En 1450 viajó a Roma con fray Alfonso de Castro, para asistir a la canonización de san
Bernardino de Siena. Debido a la falta de condiciones higiénicas y a la escasez de recursos, una
mortífera epidemia de peste azotó la ciudad ese año, y postró en cama a la mayoría de los
frailes del convento de Ara Coeli, donde ambos se hospedaban. Heroico fue el comportamiento
de Diego, que se desvivió en cuidados con ellos y con los pobres y enfermos de la ciudad,
procurándoles alimentos y aliviando el sufrimiento de muchos al contacto de sus manos untadas
de aceite de la lámpara de la Virgen. San Diego era un hombre que se dedicaba al trabajo, a la
oración y al ejercicio de la caridad. Siguiendo su ejemplo, los cristianos, “como seres humanos
redimidos, debemos aportar una luz distinta al mundo, que es la luz de nuestra fe que
actúa por medio de la caridad”. Debemos, ante todo, “hacernos creíbles por la caridad”.

Fue un santo muy popular. Muchos conventos, iglesias y capillas, e incluso una ciudad de
California, están dedicadas a su nombre. En España, es el patrón de varias localidades. En Baena
(Córdoba), todos los miércoles de Semana Santa, procesiona abriendo el desfile procesional de
la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto, de la que es cotitular. En Canarias, los
estudiantes lo celebran en una fiesta no oficial pero generalizada, la fuga de San Diego. Al otro
lado del Atlántico es fiesta en varios lugares de México, en el Estado de Campeche y en la
comunidad de Nunkini, municipio de Calkini, donde este Santo es venerado 2 veces al año: Una
en abril (primera quincena) en la fiesta de la localidad y el 13 de noviembre los feligreses sale a
la plazuela a celebrar la santa misa y su procesión, además en este lugar se regalan rosquitas de
pan, imitando la vida religiosa de San Diego. En los Estados Unidos de América da nombre a la
ciudad de San Diego (California), el Condado de San Diego (California) y la misión San Diego. En
Venezuela, además de ser nuestro patrono de Ocumare del Tuy, en el estado Miranda, también
lo es de San Diego de los Altos y San Diego de Carabobo.

Tendría más de sesenta años, cuando murió besando ardientemente el


Crucifijo de madera que había llevado siempre consigo. Al expirar
pronunció las palabras «Dulce madero, que sostienes tan dulces
clavos y tan dulce peso», del himno litúrgico a la Cruz, que concluyó
en el Cielo. San Diego de Alcalá, ruega por nosotros. Amén.
Las tres lecturas de hoy -la de san Pablo también está escogida entre las cartas que más miran
a la última venida del Señor- son un canto al trabajo, a la actividad, a saber aprovechar el
tiempo, porque nunca sabemos cuándo se nos acaba.

La primera lectura es una alabanza a la mujer trabajadora. Un buen modelo, entre poético y
realista, descrito en un marco más bien doméstico y que hoy ciertamente nos gusta
representarnos con mayor responsabilidad del hombre en la casa, así como de la mujer en otras
misiones fuera de ella. Pero la imagen sirve: No quiere ser una apología de la mujer metida

141
en la casa. Quiere -en la trilogía de lecturas de hoy- hacer un eco a la parábola de los
talentos: Cada uno en lo suyo debe saber dar frutos para el bien común.

San Pablo, a los cristianos de Tesalónica, que se ve que tenían problemas respecto al tiempo,
inminente o no, de la venida de Jesucristo, les urge a vivir en vigilancia, porque el tiempo es
breve y se puede acabar imprevisiblemente: Las imágenes del parto y del atraco son por
demás elocuentes.

Pero la parábola descrita por Jesús es la que da el tono al mensaje bíblico de hoy: Hay que
trabajar los dones recibidos; no sólo no malgastarlos -ninguno de los tres siervos lo
hace- sino multiplicar sus frutos. Cuando vuelva el señor pedirá a todos cuenta de los dones
que nos había encomendado. No importa cuánto nos dio, sino la diligencia que hemos empleado
para administrar lo poco o lo mucho que recibimos.

Se puede echar en cara al pueblo judío el que después de tantos siglos de ser el pueblo elegido
de Dios no supieran dar los frutos, pero nosotros también somos amonestados por la Palabra de
Dios hoy. Porque todos tenemos talentos a administrar. En un primer momento podemos pensar
que Jesucristo nos habla de los dones del Reino, los valores de la fe cristiana que de él ha
heredado la comunidad eclesial: La fe, la verdad, la gracia, la nueva alianza, los
sacramentos, la fuerza profética de su Palabra, el perdón... Pero además hay otros
muchos valores, entre humanos y cristianos, de los que Dios nos pedirá cuentas. Los ejemplos
se pueden multiplicar: Ante todo la vida, que es el don fundamental; nuestro cuerpo, sus
fuerzas y su salud; nuestras capacidades intelectuales y espirituales; las habilidades
que cada uno posee para la música, el arte, la técnica, la enseñanza; la naturaleza
misma, de la que somos dueños y administradores. Todo ello nos lo ha dado Dios. Todo
progreso de la técnica y del bienestar humano no es algo que hacemos a pesar de Dios o contra
Él: Al contrario, Él es el que nos ha encomendado que sepamos potenciar todo lo que el
mismo Dios nos dio.

Nuestra pregunta hoy es: ¿En verdad estamos dando rendimiento a las cualidades que
tenemos? Hay mucho que hacer en la sociedad, en la Iglesia: ¿Aportamos nuestra
colaboración, o bien nos inhibimos, dejando que los demás trabajen? Nuestra salud,
nuestra vida, nuestras habilidades, las hemos recibido como bienes a administrar. No importa si
son diez o dos talentos: ¿Los estamos trabajando, o nos hemos refugiado en la pereza y
la satisfacción? Al final del tiempo -que no sabemos si será breve o largo- se nos pedirá
cuenta. ¿Nos vamos a presentar con las manos vacías? ¿Se podrá decir que nuestra vida, sea
larga o breve, ha sido plena, que nos hemos "realizados" según el plan que Dios tenía sobre
nosotros? Ha sonado un despertador en nuestro calendario. Y lo volveremos a escuchar en
domingos sucesivos. Un despertador que nos habla de compromiso, de empeño constructivo, de
actividad diligente para que nuestra existencia sea provechosa y fructífera, para nosotros y para
los demás, sin dejarnos amodorrar por el sueño o la pereza. Nuestra Eucaristía dominical es
también un recordatorio continuado de que los valores de este mundo tienen un Norte, una
meta: Que esperamos la gloriosa venida de Jesucristo, que toda nuestra vida tiene su
razón de ser en Dios. Este pan y vino que aportamos al altar, "frutos de la tierra y del
trabajo del hombre", son un símbolo elegante de que a la Eucaristía traemos como materia el
fruto de nuestro trabajo: Así la vida entera, con sus fatigas y éxitos, se suma a la entrega
pascual de Jesucristo en la Eucaristía.

Trabajemos con diligencia, aprovechemos cada minuto para dar fruto de eternidad.
Vivamos con una sana militancia que, como san Pablo, nos lleve a gastarnos y
desgastarnos por el bien de nuestros hermanos. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y tres

EL SANTUARIO

PALABRA DE DIOS: “El Señor habló a Moisés: - El día uno


del mes primero instalarás el santuario de la tienda del
encuentro: pondrás en él el arca de la alianza y la taparás

142
con una cortina; - meterás la mesa y colocarás en ella los
panes; meterás el candelabro y encenderás las lámparas;
pondrás el altar de oro del incienso delante del arca de la alianza, y colgarás la
antepuerta del santuario; colocarás el altar de los holocaustos delante de la puerta del
santuario de la tienda del encuentro; colocarás el barreño entre la tienda del
encuentro y el altar, y le echarás agua; alrededor levantarás el atrio y pondrá la
antepuerta de la entrada del atrio. <<Tomarás el aceite de la unción y ungirás el
santuario y cuanto hay en él: lo consagrarás con todos sus utensilios, lo consagrarás y
será sacrosanto... Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor
llenó el santuario... De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche
el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel” (Éxodo 40, 1-9.34.38).

ENSEÑANZA
Mamá, ¿qué es el santuario o tabernáculo?, - preguntó Migue con toda espontaneidad a su
madre. Esta le contestó: - El tabernáculo era una tienda grande que los israelitas hicieron de
acuerdo con el modelo que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí. Era el lugar donde adoraban a
Dios durante su viaje desde Egipto a Canaán. Cada vez que acampaban, los levitas levantaban el
tabernáculo. Se alzaba en el centro del campamento, rodeado de las tiendas de los levitas por
los cuatro lados. Detrás de ellas estaban las tiendas de las doce tribus de Israel, tres tribus a
cada lado. El tabernáculo era el centro de la vida religiosa de Israel y clara señal de que Dios
estaba con él. Al tabernáculo se le llama el lugar del encuentro entre Dios y el hombre y la
morada de Dios. Hoy ocurre igual en nuestras parroquias e iglesias con el Sagrario.
DIALOGO: ¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE TABERNÁCULO E IGLESIAS?

Somos templos de DIOS

La siguiente anécdota ocurrió el año pasado en nuestra parroquia.


Estábamos a las puertas del templo, una mañana de domingo,
entregando la reflexión del día a las personas que llegaban al
templo. Ese día había un acto político en Caracas, convocado por
un partido de tendencia izquierdista. Un grupo de militantes se
fue concentrando en los alrededores del templo para esperar los
autobuses que los trasladarían. Entre ellos hubo diferentes
reacciones: Unos se acercaron y saludaban gentilmente, algunos hasta pedían la reflexión, pero
se fue formando otro grupo, cuyas miradas eran de clara indisposición hacia los que estábamos
en las puertas del templo, incluso algunos hasta decían improperios. No nos dimos cuenta
cuando empezó a ocurrir, pero repentinamente el cielo se oscureció y se ha desatado un fuerte
aguacero. En ese momento, todos los que estaban afuera, comenzando por los más rebeldes,
arrancaron a correr y se metieron en el templo. Mientras estuvieron ahí, intercambiamos
palabras y el clima de tensión fue disminuyendo. Algunos se postraron en oración. Cuando cesó
la lluvia y se retiraron, salió un hermoso arco iris que nos hizo recordar la frase bíblica:
“Pondré mi arco en el cielo como señal de alianza con la tierra” (Génesis 9, 13). El
verdadero templo de DIOS no son las estructuras, somos nosotros, porque ÉL está en nuestros
corazones. ¡Bendito sea DIOS!

ORACIÓN
Señor, tu sabiduría no tiene límites. Desde siempre has querido un lugar especial para
que los cristianos y los hombres y mujeres de buena voluntad, te adoren y te hagan
oración. Oración, Señor, me ha dicho mi madre, es pensar en ti amándote. Yo quiero
amarte de verdad y no con los labios solamente. Haz que, tanto en casa, en el colegio,
como el domingo en el templo y en todas partes, te adoremos. Amén.
La Máquina Perfecta

Un grupo de personas elogiaba las cualidades de un robot que


la prensa describía como la máquina perfecta. Es una máquina
estupenda, orgullo de la tecnología moderna. Recibe órdenes
dadas por la voz humana, conoce nada menos que quinientas

143
cincuenta palabras y es capaz de realizar el noventa por ciento
de las tareas que se le mandan hacer.

Se trata de un robot diseñado para enfermos con parálisis. Este


robot puede acercarles a los enfermos la cucharilla a la boca,
puede servirles un vaso con agua, encenderles y apagarles el
televisor, y hasta sentarlos y acostarlos.

Pero también puede —y aquí está el serio peligro— ser instrumento para el suicidio del enfermo.
Basta con que el enfermo le ordene al robot desconectar el tubo de oxígeno u otros cables
esenciales para que el enfermo muera a causa de una orden que él mismo da. La ciencia
progresa cada vez más. Hay en la actualidad aparatos científicos que nos dejan pasmados con lo
que pueden hacer. Pero el alma humana no está progresando a la par. Todavía en el alma del
ser humano hay imperfecciones: Pasiones morbosas, propensión a maltratarse, deseos de
suicidarse, amargura, mortificación y sed de venganza. Mientras las máquinas se hacen
cada vez más perfectas, las almas humanas son cada vez más imperfectas.

El que un brazo mecánico, movido por un mecanismo perfecto, desconecte el tubo vital de un
ser humano imperfecto, obedeciendo a la orden de ese mismo ser humano, no deja de ser una
escena desalentadora. Dios no hizo al ser humano imperfecto. No lo hizo para el dolor, la
enfermedad, la angustia y el mal. Lo hizo como ingenio extraordinario en lo físico, lo moral y lo
mental. Pero a la inversa del ser humano, que fabrica robots, Dios no hizo del hombre mismo un
robot. Dios nos dio libre albedrío, sentido moral, fuerza de voluntad y la facultad de tomar
decisiones para desarrollar nuestra propia personalidad. Es el pecado original —el de Adán y Eva
— lo que ha introducido en la humanidad la degradación y la imperfección.

¿Podemos, no obstante, remediar nuestras imperfecciones y arreglar nuestros defectos? Sí


podemos, y esa posibilidad de hacerlo llega a ser la gran aventura moral humana. Cada uno de
nosotros puede volver a la perfección, pero sólo por medio de Jesucristo. En Jesucristo, y con
Jesucristo, remediamos todas nuestras miserias, recibimos perdón por todas nuestras faltas y
nos sanamos de todas nuestras dolencias.

Mis queridos hermanos en Cristo, Dios completó toda la creación con nosotros y después de
haber terminado, “Vio todo lo que había hecho y era muy bueno” (Génesis 1, 31). Hemos
sido creados para expandir los maravillosos dones que Dios nos ha dado, pero esto solamente
podemos lograrlo si permanecemos en Jesucristo, porque ÉL nos dice: “YO SOY la vid,
ustedes los sarmientos: Quien permanece en Mí y YO en él, dará mucho fruto; porque
separados de Mí no pueden hacer nada” (Juan 14, 5).

Esforcémonos cada vez más por intimar con ÉL; no nos conformemos con creer que porque
cumplamos con ritos y tradiciones religiosas, ya eso es suficiente. Debemos autoevaluarnos
constantemente. Preguntarnos: ¿Lo que estoy haciendo en mi camino espiritual está
acrecentando mi amor a Dios y a los hermanos? o por el contrario, ¿Nuestro corazón
continúa endurecido?

Si la respuesta a esta última pregunta es afirmativa, entonces sea lo que sea que estemos
haciendo, aunque creamos que es lo que Dios quiere, no es así, porque la voluntad de Dios es el
amor, ya que “DIOS es amor” (1Juan 4, 8).

“Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: Comerá del


fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien”
[Salmo 128(127), 1-2]. Amén.

144
Domingo XXXIV JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ciclo A
20 de Noviembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Ezequiel 34, 11-12.15-17 Salmo: 23(22)
2ª Lectura: 1Corintios 15, 20-26.28 Evangelio: Mateo 25, 31-46
Durante todo el año hemos seguido el evangelio de san Mateo. Hoy es el último domingo y
también su lectura es como el resumen de toda su Buena Noticia: Jesucristo como Juez
Universal, y el amor al hermano como tema de la confrontación de cada ser humano
con Él. El amor es, pues, el resumen de todo el Evangelio.

145
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Cada año es diferente la perspectiva en la que se presenta este misterio de la realeza de


Jesucristo. Hoy no se nos ofrece en su aspecto teológico (su origen divino, por ejemplo), sino en
su actuación: Se le llama Rey, pero las lecturas traducen también esta realeza
llamándole Pastor, Juez, Salvador, que yo lo resumiría como Rey de Luz y Amor. El
profeta Ezequiel anuncia que el mismo Dios se va a preocupar de su pueblo: Como pastor,
guía, médico, juez, liberador, reunificador. Es el aspecto que recoge el salmo responsorial,
cantando a Dios como nuestro mejor pastor. Nosotros los cristianos sabemos que esta profecía
se ha cumplido perfectamente en Jesucristo, en quien Dios se nos ha acercado definitivamente:
Pablo le presenta como el Resucitado, que ha vencido al mal, y nos comunica su nueva
vida a todos. La solidaridad con Jesucristo es la clave de nuestra salvación; como la solidaridad
con el primer Adán ha sido también la clave de nuestra humanidad. Pero Pablo tiene una
perspectiva muy dinámica: El Reino de Jesucristo no está conquistado del todo. Vencerá
progresivamente todo mal y, al final de los tiempos, entregará a su Padre el Reino completo, con
todos los que han creído en Él.

UN EXAMEN FINAL SORPRENDENTE: AMOR Y SERVICIO

La segunda idea que habría que destacar en la homilía es la evaluación final que Jesucristo Juez
va a hacer a la humanidad, y que concluye también el evangelio de Mateo, como resumen de
todo su mensaje. El gesto de sorpresa de los buenos y los malos -en la escenificación que ha
hecho Mateo de este juicio- no es extraño: El que la pregunta última sea el haber dado o
no de comer a los pobres, el haber visitado o no a los solitarios... parecería en un
primer momento que no está a la altura de toda la doctrina sublime del evangelio. Y sin
embargo es así: El examen va a ser sobre el amor.

La palabra "amor" no sale en el evangelio de hoy: Se traduce en unas actitudes que son
mucho más concretas. Las famosas "obras de misericordia", que pueden tener un nombre
antiguo, pero que siguen teniendo actualidad muy viva, y que además, sorprendentemente,
coinciden con los programas de muchas instituciones, partidos y movimientos de nuestra
sociedad: El ayudar a los débiles, el apoyar a los marginados. De eso vamos a tener que
responder: ¿Qué opción he hecho en mi vida: Ser hermano de los demás, o serles
extraño? ¿amar, o quedar al margen? ¿de qué me he querido enriquecer: De dinero, de
poder, de éxitos? ¿o de obras de amor a los más necesitados? La confrontación es clara.
Todos los pueblos van a comparecer ante el Juez de la Historia, Jesucristo. Y como su enseñanza
fundamental ha sido el amor (el amor a Dios, el amor a la humanidad), la pregunta decisiva va a
ser también el amor. Esta conclusión del año litúrgico es claramente educativa para todos
nosotros.

Y además, la motivación que el Juez va a proponer es igualmente sorprendente: "a mí me lo


hicieron... no me dieron de comer...". Jesucristo se ha identificado precisamente con los más
oprimidos y necesitados. Es un Rey que se solidariza con los pobres y malheridos. El que hace la
opción, en nombre de Jesucristo, por todo eso, está ya perteneciendo a su Reino, y oirá las
palabras de bienvenida al final. El mundo de hoy opta por otros criterios y otras motivaciones.
Los cristianos tenemos ahí nuestra razón de ser y nuestro mejor modelo. Al final del año (y
luego, al final de nuestra vida) la pregunta que ya conviene que nos adelantemos a nosotros
mismos es ésta: ¿He progresado en el amor, en la justicia, en la fraternidad? ¿he dado
de comer, visitado, ayudado... a Jesucristo en la persona de los hermanos? Esta es la
clave de su Reino y de nuestra pertenencia a él.

Conviene, pues, prepararnos apropiadamente practicando el bien y el amor.


Un día se pondrá a la luz el secreto de los corazones. Trabajemos hoy para
que nuestro corazón esté lleno de Dios y de su amor. Amén.
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y cuatro

LA BURRA DE BALAÁN

146
PALABRA DE DIOS: “Dios vino una noche donde estaba
Balaán y le dijo: - Ya que esos hombres han venido a
llamarte, levántate y vete con ellos; pero haz lo que yo
te diga. Balaán se levantó de mañana, aparejó la borrica
y se fue con los jefes de Moab. Al verlo ir, se encendió la
ira de Dios, y el ángel del Señor se plantó en el camino
haciéndole frente... La borrica, al ver al ángel del Señor
plantado en el camino, con la espada desenvainada en la mano, se desvió del camino y
tiró por el campo. Balaán le dio una paliza... El Señor abrió la boca de la borrica y ésta
dijo a Balaán: - ¿Qué te hecho para que me pegues? Balaán contestó: - Que te burlas
de mí. Si tuviera a mano un puñal, ahora mismo te mataría... El ángel del Señor le dijo
a Balaán: -¿Por qué golpeas a tu burra? Balaán contestó: - He pecado porque no sabía
que estabas en el camino, frente a mí. Pero ahora, si te parece mal mi viaje, me vuelvo
a casa. El ángel del Señor respondió a Balaán: - Vete con esos hombres; pero dirás
únicamente lo que yo te diga. Y Balaán prosiguió con los ministros de Balac” (Números
22, 20-23.28-29.32.34-35).

ENSEÑANZA
Papá, dice Migue, ¿me quieres explicar eso de la burra de Balaán? El padre, hombre preparado
en esta materia, le contestó así: Mira, Migue, presta atención: Balaán era un profeta de
Mesopotamia, al que le pidió Balac que maldijera a los israelitas durante su peregrinación por el
desierto. Israel acababa de derrotar a los amorreos, y Balac temía que su pueblo sufriera la
misma suerte. Al principio, Balaán no quería ir a ver al rey, pero la segunda vez sí fue. En el
camino, el ángel del Señor detuvo a la burra de Balaán y avisó a éste que dijera sólo lo que Dios
le ordenara. En lugar de maldecir a los israelitas, Balaán los bendijo tres veces. Luego intentó
arruinar a los israelitas animándolos para que adoraran al dios Baal.
DIÁLOGO: ¿QUIÉN SE PORTÓ MEJOR LA BURRA O BALAÁN?

No era tan burra

En los tiempos que San Agustín era obispo de Hipona, un campesino


iba acompañado de sus bestias de carga: Una era una mula altiva y
orgullosa, la otra, una humilde burrita. Cuando llegaron donde estaba
la carga, se trataba de dos bultos, uno era una tabla pesada y el otro
era un paquete de esponjas. La mula orgullosa, rápidamente se puso al
lado de las esponjas, que era una carga liviana y la burrita, viendo la
actitud altiva y agresiva de la mula, no le quedó más remedio que
ponerse al lado de la tabla. El campesino les montó la carga encima y
empezaron a andar. La mula le dirigía a cada momento, miradas de
burla a la burra que llevaba la pesada carga. Llegaron a un paso de río y comenzaron a pasarlo,
pero en eso vino una crecida repentina: La burra se montó encima de su tabla, flotó y llegó a la
otra orilla, pero las esponjas se llenaron de agua, se hincharon y se pusieron más pesadas, lo
que hizo que la mula terminara ahogándose. Más tarde, cuando la burra vio que el campesino
sacaba la carga de esponjas y la mula muerta, hinchada por el agua que tragó, se acordó un día
que le tocó cargar al obispo, y este dirigiéndose a sus fieles, les decía: “El orgullo no es
grandeza, es hinchazón”. “El que tenga oídos, que escuche” (Mateo 13, 43).

ORACIÓN

Señor, poco a poco voy conociendo la historia de tu intervención con tu


pueblo y hoy con todo el mundo. Te confieso que me está gustando mucho.
Antes no tenía ni idea de las maravillas que habías hecho y sigues haciendo
con la humanidad. Como hay gente desagradecida, yo quiero esta mañana
pedirte perdón por todos ellos. Amén.
Nacer de nuevo

147
La Dra. Elisabeth Kubler-Ross (1926-2004) fue una
de las primeras personas en estudiar honestamente
la relación que tenemos con la muerte. Ella ha sido
una de las más famosas expertas en materia de la
muerte y trabajó con miles de pacientes terminales.
Estudió 20.000 casos de gente de todo el mundo
quienes habían sido declarados clínicamente
muertos y quienes después habían regresado a la
vida. Algunos habían sido naturalmente y otros fueron reanimados. A continuación tenemos un
resumen con sus propias palabras, tomado de su libro “Vida después de la muerte” sobre los
aspectos más importantes de lo que sucede al momento de morir, a manera de incrementar
nuestro conocimiento sobre esto y así, lograr obtener una mayor tranquilidad al pensar en el
momento de nuestra muerte o la de nuestros seres queridos y alcanzar una diferente percepción
de la vida misma.

“La experiencia de morir es casi idéntica a la experiencia del nacimiento. Es el nacer a


una forma diferente de existencia”. Lo que la Iglesia enseña sobre los ángeles de la guarda
está basado en un hecho. Existen pruebas de que cada ser humano, desde su nacimiento hasta
su muerte, es guiado por una entidad espiritual. Todos tenemos dicha guía espiritual, creamos
en ella o no. Algunos niños pequeños los conocen como “amigos imaginarios”. Una paciente
mía, ya anciana llegó a decirme: “Él está de nuevo aquí. Cuando era niña, él estaba
siempre conmigo, pero me había olvidado completamente de que existía”. Ella fallece un
día después, llena de dicha sabiendo que alguien que la quiere la está esperando. En general, la
gente que está esperando por nosotros en el otro lado son aquéllos quienes más nos quieren. En
los casos de niños muy pequeños, cuyos padres, abuelos y otros parientes cercanos todavía
viven, son recibidos por sus ángeles de la guarda, o por Jesús o alguna otra figura religiosa.
Todos encuentran el cielo por el cual han luchado. En ese momento, sabremos que toda nuestra
vida en la tierra no fue más que una escuela a la que tuvimos que asistir para poder pasar
ciertas pruebas y aprender lecciones especiales. Tan pronto como hemos finalizado esta escuela
y aprendido sus lecciones, será permitido que regresemos a casa, que nos graduemos.

La mayor lección de todas: Algunas personas preguntan: “¿Por qué los niños pequeños
mueren?”. La respuesta es simple. Ellos aprendieron en un período muy corto lo que uno tiene
que aprender, lo cual pueden ser diferentes cosas. Hay una cosa que todos tenemos que
aprender antes de regresar y es el amor incondicional. Si hemos aprendido y practicado esto,
hemos aprendido la mayor lección de todas.

Dios es amor incondicional: Durante la revisión de nuestra vida terrena no culparemos a


Dios por nuestro destino, sino que nos daremos cuenta de que nosotros mismos fuimos nuestro
peor enemigo, debido a que nos acusaremos a nosotros mismos de habernos negado tantas
oportunidades para crecer. Todos hemos sido creados para vivir una muy simple, bella y
maravillosa vida. Mi más grande deseo es que comiencen a ver la vida de manera diferente. Si
aceptamos nuestra vida como algo para lo que fuimos creados, ya no volveremos a cuestionar
cuáles vidas son prolongadas y cuáles no. Mi deseo es transmitir a cuanta gente sea posible un
poco más de amor. Piensen en todos los regalos costosos que regalamos en Navidad, realmente
dudo que sea necesario… Amor incondicional sería más apropiado. Existen 20 millones de niños
muriendo de hambre en el mundo. Pensemos en toda la gente pobre. Repartamos nuestras
bendiciones. De esta manera, cuando las tormentas azoten nuestra vida, pensemos en aquéllas
personas a las que ayudamos como un regalo para nosotros mismos, por toda la fortaleza que
nos dieron y las enseñanzas que nos transmitieron.

“Porque, si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma


manera DIOS, llevará con Jesús, a los que murieron con ÉL.
Consuélense mutuamente con estas palabras”
(1Tesalonicenses 4, 14.18). Amén.

148
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B
27 de Noviembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 63, 16-17.19; 64, 2-7 Salmo: 80(79)
2ª Lectura: 1Corintios 1, 3-9 Evangelio: Marcos 13, 33-37

149
La Iglesia desea de todos sus hijos que en todos los momentos de nuestra vida tengamos la
misma actitud de expectación que tuvieron los profetas del Antiguo Testamento, ante la venida
del Mesías. Considera como una parte esencial de su misión hacer que sigamos mirando hacia el
futuro, aún ahora que se han cumplido más de dos mil años de aquella primera Navidad. Nos
alienta a que caminemos con los pastores, en plena noche, vigilantes, dirigiendo nuestra mirada
hacia aquella luz que sale de la gruta de Belén.

Estén prevenidos, nos dice el Señor en el Evangelio de la Misa. Despierten, nos repetirá San
Pablo. Porque también nosotros podemos olvidar lo fundamental de nuestra existencia. “Ven,
Señor, no tardes”. Preparemos el camino para el Señor que llegará pronto; es el momento de
apartar los obstáculos si no vemos con claridad la luz que procede de Belén, de Jesús.

Los verdaderos enemigos que luchan sin tregua para mantenernos alejados del Señor, están en
el fondo de nuestra alma: La concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y
el orgullo de la vida.

La concupiscencia de la carne es también, -además de la tendencia desordenada de los sentidos


en general, el desorden de la sensualidad-, la comodidad, la falta de vibración, que empuja a
buscar lo más fácil, lo más placentero, el camino más corto, aún a costa de ceder en la fidelidad
a Dios. El otro enemigo, la concupiscencia de los ojos, es una avaricia de fondo, que nos lleva a
valorar solamente lo que se puede tocar. La soberbia de la vida hace que la inteligencia humana
se considere el centro del universo que se entusiasma de nuevo con el serán como dioses y, al
llenarse de amor por sí misma, vuelve la espalda al amor de Dios. Puesto que el Señor viene a
nosotros, hemos de prepararnos con una disposición llena de amor y de contrición.

Estaremos prevenidos a la venida del Señor, si cuidamos con esmero la oración personal, si
meditamos regularmente la Sagrada Escritura, si hacemos un delicado examen de conciencia.
Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará,
leemos en las antífonas de la liturgia. Nuestra Señora espera con gran recogimiento el
nacimiento de su Hijo. Junto a Ella nos será fácil disponer nuestra alma para la llegada del
Señor.

Hoy empieza el Adviento y, con él, un nuevo año litúrgico: La Iglesia empieza el año con
este período de cuatro semanas, recordando los siglos en los que Dios fue preparando
a su pueblo para su nacimiento. Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia
actualiza esta espera del Mesías: Participando en la larga preparación de la primera
venida del Salvador, los fieles renovamos el ardiente deseo de su segunda venida.

Jesucristo, en estas semanas de adviento, nos pide que nos preparemos interiormente para
recibirlo con un corazón limpio y generoso cuando nazca en Belén. “Vigilémonos nosotros
mismos para que nuestros corazones no estén ofuscados por los afanes de esta vida”.
Debemos vigilar para que, cuando llegue, nuestros corazones no estén ofuscados por los afanes
terrenos, por la tentación de la vida fácil y superficial que “no llena”, por el egoísmo de pensar
sólo en nuestros problemas y en nuestros intereses. ¿Qué debemos hacer para estar vigilantes?

¡Cuántas veces el Señor nos recomienda la oración! Vigilen orando en todo tiempo. Nos lo
ha enseñado, además, con su propio ejemplo: Hace oración en los momentos más
importantes: Antes de elegir a los apóstoles, antes de la Pasión, se pasa noches
rezando y, a veces, tienen que venir a buscarlo de madrugada a un lugar apartado
donde aprovecha la tranquilidad para hacer oración. Nos damos cuenta de que debemos
orar más si queremos estar vigilantes, si queremos mejorar de verdad en este tiempo de
preparación para su venida.

Vamos a proponernos, en este tiempo de Adviento 2011, que es


tiempo de espera al Señor, renovar nuestros propósitos de que
nuestra oración crezca en ardor y dedicación, para recibirlo
mejor predispuestos. Amén.

150
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y cinco

VOLVER AL CORAZÓN

PALABRA DE DIOS: “Porque el precepto que yo te


mando hoy no es cosa que te exceda ni
inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir:
¿Quién de nosotros subirá y nos traerá y nos lo
proclamará para que los cumplamos?; ni está más
allá del mar, no vale decir: ¿Quién de nosotros
cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos? El
mandamiento está a tu alcance: En tu corazón y en tu boca. Cúmplelo” (Deuteronomio
30, 11-14).

ENSEÑANZA
La madre les pregunta a los hijos: ¿Vieron la película en la que había espejismos en el desierto?
Sí, mamá, parecía que había agua a lo lejos. Pero era mentira hijos, así le ocurre a mucha
gente: Se dejan deslumbrar por los espejismos y no hacen caso de la voz de Dios que sale del
corazón. El padre les cuenta lo que le pasa en su trabajo. Miren, hay compañeros que me dicen:
Tú podrías ser nuestro jefe y llegar muy lejos. Eres bueno e inteligente. Yo les digo que no me
siento con esa vocación y que soy feliz con el trabajo que desempeño. Mi superación personal
está, no tanto en buscar nuevos cargos, sino en esmerarme cada día por hacer mejor el que
tengo. Ahora, cuando alguien siente en su corazón que debe luchar por alcanzar algo, entonces
debe orar y perseverar.
¿A qué nos llama Dios? Buena pregunta, hija. Dios no nos llama para que escalemos los cielos y
conocer sus misterios. Nunca nos exige el heroísmo de una travesía marítima, peligrosa,
imposible. Dios nos llama a amarlo a ÉL y a nuestro prójimo, con todo el corazón. Migue le dice:
¿Quién es nuestro prójimo? El padre le contesta así: Toda persona que Dios acerca a ti, es tu
prójimo. ¿Saben lo que significa "El mandamiento está en tu corazón?" Dios ha puesto su ley
en nuestro corazón. Es nuestra conciencia que nos dicta lo que es de Dios y nos toca a nosotros
cumplir.
DIALOGO: ¿AMAMOS A DIOS Y AL PRÓJIMO CON TODO EL CORAZÓN?

DIOS está en todos

Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor de


Dios. Acostumbraba ir a la iglesia todas las mañanas, y por el
camino se cruzaba con niños hambrientos y mendigos, pero
ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía
y por lo tanto tampoco los ayudaba. Un buen día, tras haber
recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el
preciso momento en que iba a empezar la misa. Empujó la
puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con
más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con
llave. Afligida por no haber podido asistir a la misa por
primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró
hacia arriba... y justamente allí, frente a sus ojos, vio una
nota clavada en la puerta que decía: “No me busques
aquí…¡Estoy allá afuera!... Jesús”.

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí”
(Mateo 15, 8).

ORACIÓN
Señor, Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente
me ofende, dame valor para perdonar. ¡Señor...si yo me olvido de Ti, nunca te
olvides de mí! Amén.

151
¡¡¡Hasta cuando!!!

Hace muchos años, en el siglo pasado gobernaba en Venezuela


un dictador llamado Juan Vicente Gómez, cuyo mandato se
prolongó por casi tres décadas. En una oportunidad, a manera
de protesta, un humorista publicó una caricatura en un diario, la
cual mostraba a dos alemanes comiendo, pero uno de ellos
comía desaforadamente, sin parar, y el otro le dice: “¡Hajta
guando gomes! Demás está decir que lo pusieron preso, pero
su protesta se dio. En la caricatura hay un doble sentido: Por
una parte la queja por la gula del hombre y por la otra, la
protesta por el extenso mandato del caudillo. Pero, hasta la
dictadura más férrea termina algún día y luego pasa al olvido,
pero la dictadura del pecado viene acosando a la humanidad,
generando estragos. Veamos el siguiente caso:

Fue algo relativamente leve: Un pequeño robo de treinta y siete dólares. La policía y el
sistema judicial lo calificaron de «robo de segundo grado». No hubo amenazas, ni hubo
violencia ni sangre: Sólo el arrebato de una billetera de un desprevenido transeúnte. Sin
embargo, era la tercera vez que el hombre había sido convicto de robo. Y según la ley de su
país, al que comete tres veces el mismo delito lo encierran en la cárcel de por vida. Por eso
condenaron a cadena perpetua a ese joven de veintiséis años de edad.

De ser la primera vez, el hombre hubiera recibido, a lo sumo, una pena de un año. Tal vez aún
podría salir libre bajo palabra. Pero era la tercera vez, y eso agraviaba triplemente el delito. No
nos corresponde a nosotros juzgar si una u otra ley de cualquier país es, o no, justa, pero este
caso nos lleva a una reflexión espiritual:

¿Tendrá Dios, así mismo, límites en su trato con el ser humano? ¿Qué hará Dios con
los que no se contentan con pecar tres veces sino muchas más? ¿Hasta cuándo
tolerará a los que mienten una y otra vez? ¿Qué de la lengua difamadora que en el
transcurso de una vida vierte miles de calumnias? ¿Hasta dónde alcanzará la paciencia
de Dios con el adúltero que continuamente repite su infidelidad? ¿Qué del hipócrita,
del engañador, del ladrón, del homicida, en fin, del pecador que constantemente
quebranta las leyes de Dios?

Dios es en extremo paciente, y quiere que todos los seres humanos se arrepientan (2 Pedro 3,
9). Él siempre extenderá su perdón y su gracia, pero el pecador compulsivo, aquel a quien poco
le importa si altera o no su comportamiento, termina agotando la paciencia del Creador.

El sabio Salomón dice: «El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y
sin remedio» (Proverbios 29, 1). Dios es muy paciente, pero es peligroso poner a prueba su
paciencia.

La única vía segura es arrepentirnos, sincera y profundamente, al sentir ese golpe de conciencia,
y pedir, humildemente, perdón por nuestros pecados. No hay duda de que Dios siempre está
dispuesto a perdonar. Pero al pecador perdonado le advierte que no vuelva a pecar (Juan 8, 11).
Ser perdonado, y abandonar para siempre el pecado, es la clave salvadora.

“Nadie invocaba Tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse


en Ti, porque nos ocultabas Tu rostro y nos dejabas a merced de
nuestras culpas. Sin embargo, Señor, Tú eres nuestro padre;
nosotros somos el barro y Tú el alfarero; todos somos hechura
de tus manos” (Isaías 64, 6-7). Amén.

152
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B
4 de Diciembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 40, 1-5.9-11 Salmo: 85(84)
2ª Lectura: 2Pedro 3, 8-14 Evangelio: Marcos 1, 1-8

153
El primer anuncio que se escucha este domingo es de confianza y optimismo: "Consuelen,
consuelen a mi pueblo", "súbete a lo alto, heraldo, alza la voz, di a las ciudades de
Judá: Aquí está nuestro Dios". En verdad que a todos nos hace falta un toque de confianza,
en este mundo en que vivimos, envueltos muchas veces en la angustia y la preocupación. El
centinela anuncia "la llegada". El centinela se llama Isaías, y nos dice: Aquí está nuestro
Dios. El centinela se llama Juan el Bautista, y su mensaje dice: El Salvador que Dios envía
está llegando, y se llama Jesús de Nazareth. Es lo que anuncia el evangelio. Esta sí que es
una Buena Noticia. "Evangelio" significa "Buena Noticia". Y hoy nos ha sido proclamada a
todos: Que Dios es un Dios que salva, que sigue actuando, que su enviado se llama
Jesucristo, que viene con fuerza, que está ya en medio de nosotros, y que quiere
construir unos cielos nuevos y una tierra nueva.

Pero tanto Isaías como el Bautista no han pronunciado sólo palabras de consuelo. Nos han
llamado a la conversión: "Preparen los caminos para el Señor que viene...". La espera del
Señor no es una actitud pasiva y conformista. Es una espera activa, llena de energía. Es la
espera del que camina ya hacia la persona que viene. Si la llamada del domingo pasado se podía
resumir en el slogan: "Vigilen", la de hoy se puede sintetizar con otra consigna también clara y
enérgica: "Conviértanse". Convertirse no significa necesariamente que seamos grandes
pecadores y debamos hacer penitencia. Convertirse, creer en Jesucristo es volverse a él, aceptar
sus criterios de vida, acoger su evangelio y su mentalidad, irla asimilando en las actitudes
fundamentales de la vida. Ahora bien, esta conversión, para que sea eficaz, tiene que producirse
desde el corazón. Es ahí donde tenemos que abrirle un camino al salvador. Jesucristo no nos
está pidiendo solamente un cambio de conducta: Nos está pidiendo un cambio de corazón.
Por eso la voz del Bautista, que resuena hoy por todo el mundo, es incómoda en el fondo: Nos
invita a un cambio, a una opción: "Preparen el camino del Señor, allanen sus
senderos...". Pedro ha resumido el programa de esta venida en su carta de hoy: "Un cielo
nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia".

Algo tiene que cambiar en el Adviento 2011

Si Jesucristo viene, y viene con fuerza, su venida nos compromete. No es que esperemos el fin
del mundo. El mismo Pedro nos ha disuadido de ir con esos cálculos. Lo importante no es saber
cuándo volverá Jesucristo en su gloria: Sino de ir haciendo camino en la dirección que Él
nos muestra. Ir cumpliendo el programa que Él nos ha trazado y que está lejos de haberse
cumplido.

Este tiempo de Adviento 2011, Jesucristo, con el corazón en la mano, nos pregunta: ¿Saben
quién viene? Con toda seguridad que rápidamente le respondemos, alegres por saber la
respuesta: "El Verbo de Dios que se hizo hombre y nació de María la Virgen en Belén de
Judá". La pregunta era fácil porque es la respuesta catequética, que aprendimos de niños. Pero,
como si no hubiera escuchado nuestra respuesta, Jesucristo nos vuelve a preguntar: ¿Saben
realmente quién viene? En este punto, es posible que analicemos mejor la pregunta: ¿Será
que Jesucristo quiere una respuesta dogmática, de profundo contenido doctrinal? ¿O será que
quiere una respuesta espiritual, es decir, el sentido e incidencia que Él tiene en nuestro mundo
interior (pensamientos, decisiones, ideales, proyectos) y en nuestra relación con lo divino?; ¿Tal
vez espera una respuesta moral, aquella que se da con los comportamientos diarios según el
estilo de Jesucristo, aquella en la que Jesucristo modela la propia actividad y el conjunto de las
experiencias vitales?. Viendo nuestra tardanza en responder, es posible que Jesucristo nos
pregunte por tercera vez: ¿Saben realmente quién viene?

Queridos hermanos, el Señor lo que espera de nosotros es que lo conozcamos, porque es difícil
amar a quien no se conoce. Quizás esa sea la razón por la que hay tan variados conceptos de Él.

Pidamos a nuestra Madre María que nos acoja en sus brazos maternales para
que sintiendo su inmensa ternura, podamos revisar nuestra vida en este
Adviento 2011 y cambiar nuestro corazón para que todo nuestro ser sea
expresión de su Hijo, nuestro Hermano Mayor: JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR
y NUESTRO SALVADOR. Amén.

154
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y seis

MUERTE DE MOISÉS

PALABRA DE DIOS: “Moisés subió de la estepa


de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que
mira a Jericó, y el Señor le mostró toda la tierra:
Esta es la tierra que prometí a Abraham a Isaac
y a Jacob, diciéndoles: Se la daré a su
descendencia. Te la he hecho ver con tus propios
ojos, pero no entrarás en ella. Y allí murió
Moisés, siervo del Señor, en Moab como había
dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de
Moab... Los israelitas lloraron a Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que
terminó el tiempo del duelo... Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés”
(Deuterenomio 34, 1.3.5.8.10).

ENSEÑANZA
¡Qué pena debieron sentir los israelitas ante la muerte de Moisés, - comentaba para sí misma
Estefanía. Sí, es cierto. Fue el gran caudillo por el que Dios liberó a su pueblo, selló con él la
alianza y le reveló su ley. Es, juntamente con Jesús, al que se le da el título de "mediador". Fue
el servidor y el amigo fiel de Dios. La madre le dice a su hija: - Dios premia a los que se
entregan a su servicio. Durante su vida sufren pruebas, pero como aman tanto a Dios y a los
demás, entonces se sienten felices en la misma prueba. Migue, interesado por la muerte de
Moisés, le pregunta al padre: - Papá, ¿por qué se habla bien de la gente cuando han muerto y
no cuando viven? Hijo, es una realidad social, quizás por envidia o mezquindad: Sólo honramos
a las personas - mucha gente - cuando ya no están presentes.
DIÁLOGO: ¿SE PORTÓ BIEN MOISÉS?

Mirar el corazón

El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde


de la aldea: «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan
ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo
entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su
gente, por todos los medios a nuestro alcance». En realidad, la
aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a
quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que
se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de
discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna
solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el
asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las
Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor
que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación». De forma que el alcalde
decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara.
El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en
peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos
los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado. Veinte años después pasó un profeta por la -
aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por
Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto». «¿Y qué
podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en
consecuencia». «Ese fue su error», dijo el profeta. «Miraron las Escrituras, pero debieron haber
mirado su corazón».

ORACIÓN

Señor, hoy quiero tener presente en mi oración a todas las personas que mueran en
cualquier parte del mundo. Dales el descanso eterno. Amén.

155
JESUCRISTO me cambió el corazón

Todos los presentes en aquel grupo de oración que tenía la


parroquia, habían tenido un encuentro con Dios. Uno por uno
se levantaron y contaron lo que Jesucristo había hecho por
ellos. Unos contaban cómo los había liberado de sus vicios,
otros contaban cómo había resuelto sus problemas conyugales,
y aún otros contaban cómo había suplido sus necesidades
materiales. Entre ellos había una ancianita indígena que
también quería hablar.

La mujer se levantó y, con marcada dificultad, dijo con el acento de su dialecto indígena: «Yo
no sé cómo hablar, pero sí sé lo que siento dentro de mí. Desde que empecé a venir al
grupo de oración y acepté a Jesucristo en mi vida, es como si Él le ha dado vuelta a mi
corazón. Todo es muy diferente. Mis pensamientos son diferentes. Mi vida es diferente.
Yo no sé cómo decirlo, excepto que Jesucristo me cambió el corazón».

Mientras grandes teólogos se devanan los sesos tratando de definir a Dios, de reducir las
enseñanzas de Jesucristo a filosofías humanas y de relegar sus milagros a la esfera de lo común
y corriente, esta anciana indígena, sin escuela ni erudición, define la doctrina en una frase que
encierra lo que otros han tratado de definir en grandes tomos: Cambio de corazón.

Esta es una magnífica ilustración de la gran diferencia que hay entre la teoría y la experiencia.
Una cosa es estudiar religión, y otra es conocer a Dios. Así mismo una cosa es poder dar un
florido discurso sobre la vida mística de Jesús de Nazareth, y otra es tener a ese Jesús
motivando cada acción de nuestra vida. Si hemos de hallar la paz y la tranquilidad que proceden
de haber hallado el verdadero sentido de la vida, lo que necesitamos no es una definición
teológica de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad sino tener a Jesucristo mismo viviendo
en nuestro ser.

La definición de la anciana indígena, «cambio de corazón», es lo que realmente ocurre cuando


permitimos que Jesucristo fije su residencia en nuestro ser. En un tiempo corríamos tras el
pecado; ahora corremos tras la justicia divina. En un tiempo arrastrábamos las cadenas del
vicio; ahora somos libres como los pájaros. Todo esto está comprendido en las palabras
positivas de la anciana indígena. Es, en realidad, lo que significa ser regenerado: Cambiar el
corazón. Si no le hemos dado oportunidad a Jesucristo de que fije su residencia en nuestro
corazón, no somos cristianos en el sentido más estricto de la palabra. ¿Somos, de verdad,
seguidores de Jesucristo? ¿Hemos permitido que le dé un cambio a nuestro corazón?

Este tiempo de Adviento 2011 es un tiempo de gracia para revisarnos, pero no para revisar
nuestra apariencia. Dedicamos tantos esfuerzos a mejorar nuestra apariencia exterior, pero
descuidamos la única que importa: La interior, donde está nuestro interior, donde está
nuestro corazón. Jesucristo no nos pide que nos hagamos un transplante del músculo que
llamamos el corazón, se trata de algo más profundo: Nuestra vida.

Él quiere que nos entreguemos totalmente para que nuestro ser se haga uno
con ÉL y entonces podamos decir como dijo San Pablo: “Porque para mí la
vida es Cristo” (Filipenses 1, 21). Amén.

156
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B
11 de Diciembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 61, 1-2.10-11 Salmo: Lucas 1
2ª Lectura: 1Tesalonicenses 5, 16-24 Evangelio: Juan 1, 6-8.19-28

157
En la liturgia de la Misa, San Pablo nos exhorta a estar siempre alegres y nos dice que esto es lo
que Dios quiere de nosotros. El Apóstol en otros pasajes del Evangelio nos da la clave para
entender el origen de nuestras tristezas: Nuestro alejamiento de Dios, por nuestros
pecados o por la tibieza. Cuando para encontrar la felicidad se ensayan otros caminos fuera
del que lleva a Dios, al final sólo se halla infelicidad y tristeza. La experiencia de todos lo que, de
una forma u otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba Dios), ha sido siempre la
misma: Han comprobado que fuera de Dios no hay alegría verdadera. Encontrar a
Jesucristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva. La alegría es
tener a Jesucristo, la tristeza es perderle.

Los cristianos debemos ser esencialmente alegres. Sin embargo, la nuestra no es una alegría
cualquiera, es la alegría de Jesucristo, que trae la justicia y la paz, y sólo Él puede darla y
conservarla, porque el mundo no posee su secreto. Los cristianos llevamos nuestro gozo en
nosotros mismos, porque encontramos a Dios en nuestra alma en gracia. Esta es la fuente
permanente de nuestra alegría. Tener la certeza de que Dios es nuestro Padre y quiere lo mejor
para nosotros nos lleva a una confianza serena y alegre, también ante la dureza, en ocasiones,
de lo inesperado. No hay tristeza que Él no pueda curar: “No temas, ten sólo fe” (Lucas 8,
50), nos dice el Señor.

Un alma triste está a merced de muchas tentaciones. La tristeza nace del egoísmo, de pensar en
uno mismo con olvido de los demás, de la indolencia en el trabajo, de la búsqueda de
compensaciones, del descuido en el trato con Dios. Para poder conocer a Jesucristo, poder
servirle, y darlo a conocer a los demás, es imprescindible no andar excesivamente preocupados
por nosotros mismos. Solamente así, con el corazón puesto en Jesucristo, podemos recuperar la
alegría, si la hubiéramos perdido. Esta es una de las grandes misiones de nosotros, los
cristianos: Llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios.
Preparemos la Navidad junto a Santa María y en nuestro ambiente fomentando un clima de paz
cristiana, brindaremos muchas pequeñas alegrías y muestras de afecto a quienes nos rodean.
Los seres humanos necesitan pruebas de que Jesucristo ha nacido en Belén, nuestra alegría se
las dará.

El Evangelio de hoy nos muestra un ambiente de una inmensa expectativa por el Mesías, donde
Juan aparece como una figura rodeada de un prestigio extraordinario; prueba de ello es que las
autoridades judías mandan a Betania, desde Jerusalén, a sacerdotes y levitas, que eran
personajes cualificados, a preguntarle a Juan si él es el Mesías. Juan no se envanece por su
misión. Niega ser lo que en realidad no es, pero a continuación comienza a dar a conocer lo que
es, hablando de Jesucristo, alabándolo entusiastamente, y juzgándose a sí mismo indigno aún
de desatar la correa de las sandalias de Jesús. Toda la fama de que disfrutaba Juan, la pone al
servicio de su misión de Precursor del Mesías y, con olvido total de sí mismo, afirma que “es
necesario que él disminuya para que Jesús crezca”.

Cuando cada uno de nosotros ejercemos la misión de apóstoles de Jesús, y Él permite que
alguna vez gocemos de algunos éxitos, no podemos envanecernos como si el mérito fuera
nuestro. Siempre tenemos que dirigir todo a Dios como les enseña San Pablo a los Efesios:
“Han sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de ustedes, sino que
es Don de Dios”. Debemos darnos cuenta y aprender de la conducta de Juan. En vez de
defenderse, aprovecha la ocasión que se le presenta para dar testimonio de Jesús. Juan siente
su responsabilidad de Precursor. Él no tiene otra razón de ser, que dar testimonio del Mesías. No
le interesa la opinión que puedan formarse de él los fariseos. No le interesa otra cosa que dar
testimonio de Jesucristo. Cuánto tiempo perdemos muchas veces los apóstoles, queriendo
defender nuestra posición o nuestro criterio, o queriéndonos defender contra las apreciaciones
injustas de los demás. Lo interesante para nosotros no es que los demás tengan un concepto
elevado de nuestra misión, o que reconozcan nuestra autoridad: Lo importante es dar
testimonio de Jesucristo: Ejercer el apostolado.

Pidamos a JESUCRISTO que nos conceda la humildad que mostró Juan en su


misión, que mantengamos siempre la alegría cristiana y que nunca
abandonemos la misión que DIOS nos ha dado a cada uno de nosotros. Amén.

158
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y siete

JOSUÉ, CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA

PALABRA DE DIOS: “Después que murió Moisés, dijo


el Señor a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés: -
Moisés, mi siervo, ha muerto. Anda, pasa el Jordán
con todo este pueblo, en marcha hacia el país que voy
a darles. La tierra donde pongan el pie se las doy, como prometí a Moisés. Su territorio
se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, desde el gran río Éufrates hasta el
Mediterráneo, en occidente. Mientras vivas nadie podrá resistirte. Como estuve con
Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. ¡Animo, sé valiente!, tú
repartirás a este pueblo la tierra que prometí con juramento a sus padres” (Josué 1, 1-
6).

ENSEÑANZA
Papá, ¿nos puedes contar más cosas de este nuevo jefe que sucedió a Moisés? Sí, con mucho
gusto, respondió el padre. Su nombre significa "Dios es salvación". Fue elegido para conducir el
ejército mientras los israelitas estaban en el desierto. De los doce espías enviados por Moisés
para obtener informes sobre Canaán, sólo Josué y Caleb creyeron que los israelitas podrían
conquistar el país con la ayuda de Dios. Dios premió su fe. De todos los israelitas nacidos en
Egipto, fueron los únicos que vivieron para ocupar Canaán. Cuando el país se conquistó, lo
dividió entre las doce tribus. Antes de morir, Josué animó a los israelitas a amar y obedecer a
Dios: "Yo y mi casa serviremos al Señor", dijo. Y el pueblo respondió: "Lejos de nosotros
abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses". Migue, sonriendo y con simpatía, dice a sus
padres: Dios actúa siempre bien. Fíjate, Migue, que al pasar el río Jordán hizo lo mismo que
cuando atravesaron el Mar Rojo. Dividió las aguas y pasaron todos sanos y salvos.
DIALOGO: ¿QUÉ HIZO JOSUÉ?

Ser un buen líder

Cuentan que un hijo le dijo a su padre que quería ser un líder, y le preguntó
cómo podía lograrlo. El padre le respondió que lo primero que tenía que hacer
era estar consciente de sus conductas. Que cada vez que sintiera que había
hecho daño a una persona, clavara un clavo en la cerca de su casa. El hijo
aceptó el reto y empezó a tomar mayor conciencia de sus actos. Siguiendo el
consejo de su padre, comenzó a poner clavos con el martillo cada vez que
hacía daño, maltrataba a una persona o no la respetaba. Luego de un tiempo
el hijo dejó de poner clavos en la cerca, porque ya era consciente de sus actos
y trataba bien a las personas. Entonces preguntó a su padre: ¿y ahora qué
hago? El padre le respondió diciéndole que por cada acto de bien y servicio
que realizase, sacara un clavo de la cerca. El hijo nuevamente aceptó el reto y
empezó, poco a poco, a sacar los clavos. Ya estaba despierto, era consciente y además se
dedicaba a ayudar a las personas. En poco tiempo logró sacar todos los clavos. Contento, se
acercó donde su padre, quizás con un poco de soberbia y le dijo: ¡he terminado! ¡Logré sacar
todos los clavos! Finalmente he aprendido a ser una mejor persona, un líder. Sin embargo, acto
seguido lo asaltó una duda: ¿ahora qué haremos con todos los huecos que dejaron los clavos en
la cerca? El padre le respondió: "No los toques. Están allí para recordarte siempre que
tengas humildad, porque en tu camino de aprendizaje dejaste huella de dolor en la
gente y que gracias a su entrega, comprensión y colaboración, ahora puedes ser el
líder que eres".

ORACIÓN

Señor, te doy las gracias porque siempre estás, como Buen Líder, al frente de tu
pueblo, la Iglesia de Tu Hijo Jesucristo, para llevarnos a la tierra prometida. Ayúdanos
a ser fieles y cumplir siempre tu santa voluntad, para que no tengamos que morir en el
desierto de nuestra soberbia y nuestro orgullo. Amén.

159
El Sentido de Humor de JESUCRISTO

Jesús era plenamente humano, aunque sin pecado, y ser


humano significa tener sentido de humor. Por lo general
tenemos una imagen de Jesucristo tan poco humano que
nos cuesta imaginarlo con una sonrisa, mucho menos
riéndose o diciendo algún chiste. Por eso no vemos lo
mucho de humor que hay en los evangelios, o peor,
tratamos de volverlo serio. Por supuesto Jesús no era
frívolo, pero es claro que a menudo decía cosas bastante
chistosas, por mucho que nos sorprenda eso.

La forma especial del humor de Jesús era la ironía, algo así


como las caricaturas, con la que nos hace pensar en
alguna situación chistosamente ridícula. Pensemos por
ejemplo en la famosa frase de “pasar un camello por el
ojo de una aguja” (Mateo 19, 24), Jesús utilizó una
figura bien cómica, de alguien tratando de jalar un pobre
camello por esa micro-apertura de una aguja.

Aquí otro sobre los camellos: “Guías ciegos, que cuelan el mosquito y tragan el camello”
(Mateo 23, 24-25). ¡Imagínense el epiglotis que necesitan, para que pase ese camello por su
garganta. Pensemos en esta figura cómica: Los fariseos son “lobos vestidos de oveja”
(Mateo 7, 15). No sólo van los dos simbolismos totalmente contrastantes del lobo y la oveja,
sino el de “vestir” a un lobo como una oveja (¿quién se encargaría de tal tarea?). Por eso,
queridos hermanos, en este domingo de la alegría, aprendamos algo con esta anécdota:

En una reunión de esposas sube al estrado una francesa y cuenta su historia:


"Una vez yo llegué a casa y le dije a mi esposo: Yo vengo muy cansada del trabajo y a partir de
hoy no voy a volver a cocinar.... El primer día no vi nada, el segundo día no vi nada, el tercer día
lo vi cocinando y desde ese día es él quien se encarga de la comida." "Bravo, hurra", gritaban y
aplaudían las mujeres.

Le toca el turno a una gringa que cuenta su historia: "Una vez yo llegué a casa y le dije a mi
esposo: Yo vengo muy cansada del trabajo y a partir de hoy no voy a volver a lavar ropa.... El
primer día no vi nada, el segundo día no vi nada, el tercer día lo vi en la lavandería y desde ese
día es él quien se encarga de lavar su ropa y la mía." "Bravo!, hurra!", gritaban y aplaudían las
mujeres.

Le toca el turno a una venezolana que cuenta su historia: "Una vez yo llegué a casa y le dije a
mi esposo: Yo vengo muy cansada del trabajo y a partir de hoy no voy a volver ni a cocinar ni a
lavar ropa.... El primer día no vi nada, el segundo día no vi nada, el tercer día ya veía un poquito
por el ojo izquierdo".

Es muy jocosa la anécdota, pero en medio de las risas que puedan producir, se ve los dos
extremos que han proliferado: Un movimiento feminista y un típico espíritu machista. DIOS no
presenta ninguno de los dos, sino un modelo sano y edificante. El modelo de una pareja
colocada en el Edén para mutuamente complementarse. El matrimonio no es un Ring de boxeo
para ver cuál puede más, sino una mesa de diálogo y un campo de equipo. Hagamos de
nuestros matrimonios verdaderos equipos mutuos de crecimiento y proyección.

“Maridos, amen a sus esposas como Cristo amo a la Iglesia y se entregó por
ella, para limpiarla con el baño del agua y la palabra, y consagrarla, para
presentar una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino
santa e irreprochable. Así tienen los maridos que amar a sus mujeres, como a
su cuerpo. Quien ama a su mujer se ama a sí mismo” (Efesios 5, 25-28).
Amén.

160
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B
18 de Diciembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: 2Samuel 7, 1-5.8-12.14.16 Salmo: 89(88)
2ª Lectura: Romanos 16, 25-27 Evangelio: Lucas 1, 26-38

161
Este domingo último de Adviento es ya una preparación inmediata de la celebración de la
Navidad. María nos es presentada como el gran ejemplo de cómo disponerse a la venida del
Señor. Una venida que acontece en la concreta realidad de la historia humana, fruto de una
larga esperanza en el pueblo de Israel, en la sencillez de una familia del pueblo. Pero a la vez, y
quizás por ello mismo, nos abre a la gran esperanza, a la gran alegría, que no podemos reducir
a una superficial celebración en la inmediata Navidad. Es preciso que llegue a lo más hondo de
nuestra vida.

El ejemplo de María: Ella se dispone a esta venida con absoluta confianza, con plena fe,
aunque no comprenda cómo se realizará, aunque supere sus esquemas naturales ("¿cómo será
eso?"). Pero ella sabe decir -vivir- su "sí" sin reservas. Es una respuesta de fe y de esperanza,
mucho más allá de las previsiones naturales, cotidianas. Es el ejemplo que se nos propone hoy,
en víspera de la Navidad. También nosotros debemos disponernos para acoger la constante
venida del Señor, especialmente en la inmediata celebración navideña, sabiendo disponernos a
una actitud de fe, de esperanza, de pobreza, de alegría... sabiendo decir un "sí" confiado a la
irrupción del Señor en nuestra vida, como la tierra acoge la semilla para que dé fruto.

"El Señor está contigo", se le dijo a María. El Señor está con nosotros, se nos dice hoy. Para
fecundar nuestra vida. Sólo es preciso una condición: Que nos dispongamos de verdad a su
venida. Que le acojamos en lo más hondo de nuestro ser y de nuestro hacer. Que no
celebremos una Navidad superficial, sino que rompamos la barrera de autodefensa ante la
venida del Señor y nos dejemos llenar por Él. Es preciso sentirnos pobres, sencillos, necesitados
-como María- para acoger la venida salvadora, renovadora, del Señor. Entonces "el Espíritu
Santo vendrá sobre nosotros" para fecundarnos.

No nos engañemos: La primera lectura de hoy nos ofrece una posibilidad de reflexión ante
la inmediata celebración de la Navidad. Quizás nosotros, como David, estaríamos tentados -con
la mayor buena fe, como él- a pensar que debemos corresponder al amor de Dios haciendo algo.
David quería construir un templo para el Señor; nosotros quizás pensemos en dar algo, en hacer
mañana o en uno de estos días de Navidad aquello que llamamos "una obra de caridad". Pero
el Señor dice a David que lo que importa no es tanto que le construya un templo sino estar
siempre junto con su pueblo. Es el gran anuncio de lo que nosotros llamamos la Encarnación de
Dios: Dios se identifica con nosotros, quiere que le recibamos en el corazón de nuestra
vida.

• Construyamos primeramente el templo de Dios en nuestra propia vida: Permitamos


que Dios dirija y gobierne nuestros pasos. Colaboremos activamente en su plan de salvación.
Seamos piedras angulares, edificación de Dios, construyamos con arte y dedicación el templo de
Dios. Cada uno de nosotros, como persona humana y como cristiano, debe ser el lugar de la
manifestación de Dios entre los seres humanos. Construyamos, pues, en nosotros el templo de
Dios mediante la vida de gracia, mediante la vida de caridad delicada con nuestros hermanos y
mediante la verdadera humildad. “Donde hay caridad y amor allí está Dios”.

• Construyamos el templo de Dios en los demás por el apostolado: Sintamos la viva


responsabilidad de participar en la historia de la salvación como enviados, como apóstoles,
heraldos del Evangelio, embajadores de Jesucristo. Participemos en las actividades apostólicas
de nuestra parroquia, no reduzcamos nuestra vida cristiana a la esfera estrictamente personal,
cuando nuestra misión es ser luz de las naciones y sal de la tierra.

No nos engañemos celebrando la Navidad en aspectos superficiales de


nuestra vida. Sí, será bueno celebrarla con fiesta, abrirnos a nuestros
hermanos más necesitados con una ayuda económica, con una visita,
con un gesto de amor. Pero no se juega ahí lo más importante: Sólo
celebraremos auténticamente la Navidad, si acogemos la venida del
Señor a lo más importante, a lo más hondo, a lo que pesa más de
nuestra vida de cada día. Amén.

162
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y ocho

REPARTO DE CANAÁN, LA TIERRA PROMETIDA

PALABRA DE DIOS: En el libro de Josué, desde el capítulo 8


al 24 está el reparto. Son nombres muy raros y lo mismo sus
clanes.

ENSEÑANZA
El Señor luchó al lado de Josué para derrotar a los pueblos que
había en Canaán. Sobre todo los Gabaonitas. Una vez que los otros
pueblos se enteraron de que había derrotado a los de Gabaón, se
rindieron. Al pasar muchos años, Josué se hizo viejo. Siguiendo las
órdenes divinas, repartió la tierra entre las doce tribus de Israel. A
la de Leví no le dio ninguna parte, porque los levitas tenían que
estar en todas las tribus, ya que eran sacerdotes y debían dedicarse
al servicio de Dios.
Mamá, dice Estefanía, he oído también que quedaron ciudades de
asilo. Sí, hija mía. En ellas podía refugiarse el que hubiera matado a
otra persona de forma involuntaria. Así podría librarse de la
venganza de los familiares del muerto y más tarde, si era declarado inocente, regresar
libremente a su casa. Mucho tiempo después, cuando Josué veía que se acercaba su muerte,
reunió a su pueblo y le dirigió la palabra por última vez. Les recordó lo que Dios había hecho por
ellos desde los tiempos de Abraham y le dijo que el Señor expulsaría a los cananeos que aún
quedaban en el país. Les exhortó finalmente a que fueran fieles a su Dios y a que no adoraran a
falsos dioses. El pueblo de Israel juró fidelidad al Señor, y Josué estableció un pacto con ellos.
Levantó una gran piedra debajo de la encina que había en el santuario del Señor y dijo: Si
niegan a su Dios, esta piedra será una prueba contra ustedes. Poco después, Josué murió y fue
enterrado en la tierra prometida.
DIÁLOGO: ¿HIZO BIEN JOSUÉ?

Ser consistente

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando


llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre
le aconsejó que se escondiera en un barril. Casi de inmediato
llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a
la zorra. El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano
disimuladamente señalaba el barril donde se había escondido. Los
cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron
únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le
reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra
respondió: "Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo
mismo". No neguemos con nuestros actos lo que pregonamos con nuestras palabras. Cuánta
gente hay a nuestro alrededor que parecieran destruir con los pies lo que tanto trabajo les
cuesta edificar con sus manos. Eso se llama inconsistencia. Es evidente que necesitamos tomar
decisiones y entonces ser consistentes en nuestras acciones y que estas respalden la intención
de nuestro corazón. Cuando eso no ocurre, podemos esperar momentos amargos. Tal vez hemos
pasado por ese tipo de dilema y es en ese momento cuando debemos decirle a DIOS como le
dijeron los israelitas a Josué: “Haremos lo que nos ordenes, iremos a donde nos mandes”
(Josué 1, 16).

ORACIÓN

Señor, te damos gracias por todo lo que haces para conducirnos a la Tierra
Prometida. Ayúdanos a mantener un corazón recto que nos haga
consistentes, que siempre hagamos lo que predicamos y que sólo pongamos
nuestra confianza en Ti. Amén.

163
El Edén del Desdén

Mis queridos hermanos en Cristo, en este cuarto domingo de


Adviento, cuando falta una semana para celebrar en familia la
Navidad, es importante meditar en la difícil situación que viven
muchas mujeres en su matrimonio. Invito a todos a reflexionar esta
narración extraída del cuento “El Edén del Desdén”, perteneciente
a la obra “Otro rumbo para la rumba”, de la gran escritora
costarricense Carmen Naranjo:

«Ella nunca pudo recordar la discusión ni su propio alegato. La voz


de él, de eso sí estaba segura, la invadió con insultos, llamándola
depresiva, repulsiva, compulsiva, negativa,... egoísta, individualista,
materialista, majadera y aventurera.... Recordaba... el portazo con
que se fue para siempre....

»Empezó a recuperarse lentamente porque junto con los ejercicios de autoconfianza, afirmación
y “yo puedo salir adelante sola”, se manifestaban muy fuertes los otros de rencor, de
revancha, de desdén y de «a mí no me puede hacer esto». La fueron aliviando las pastillas
de... la dulzura con que contaba las atrocidades del monstruo, a quien, después de darle todo,
se largó con una cualquiera. Pronto se dio cuenta de que su historia era idéntica a la de miles de
mujeres con caras ajadas y tristes....
»Un día contó que él había vuelto humilde y arrepentido, seguro de que ella era la única.
Inventó salidas y encuentros,... acercamientos y cortejos. Compró ropa nueva, apareció con
regalos, cambió de peinado, acentuó el maquillaje y adquirió un lenguaje pintoresco.... Dejó
definitivamente de quejarse de los hombres. Tenía tanta suerte: El suyo era ideal.
»Después de que lo instaló de nuevo en la casa, pasó por una larga etapa de aprendizaje para
ser habilidosa y amable,... para ser feliz... y desalojar todo lo amargo.
»... Sólo hubo cabida para lo perfecto: La sonrisa sincera, el regocijo de la compañía, la
conversación afirmativa, la mirada directa y profunda.
»... Lejos quedaron el pleito, la llamada de atención, el gesto brusco, el reproche.... Logró
establecer una comunicación perfecta, ese adivinar de los gestos de que hablan las recetas del
amor.... Los gastos se redujeron, las comidas se simplificaron,... la limpieza se facilitó y
desaparecieron las largas jornadas de sospechas e indagaciones.... Él simplemente estaba ahí y
no se iría jamás....
»Todo iba perfecto porque... estaban juntos con su mejor y más brillante sonrisa de espejo,
aunque a ella le preocupaba la insignificancia de ese hombre feo, sin la menor gracia, carente de
ingenio,... poco emocional, salvo cuando se enfurecía y la insultaba.... Ahora ella no le permitía
enojo, ni furia ni resentimiento alguno porque ella dirigía la escena, era capaz de embellecerlo y
amarlo, de cortejarlo,... manipuladora de lo ya ajeno, encerrada dentro de sus hábitos y manías
de crear un edén para el desdén».

Así resuelve su difícil situación la mujer anónima de este cuento. Lamentablemente es propio del
caso el que aquella protagonista de la historia se diera cuenta de que «su historia era
idéntica a la de miles de mujeres». Pero ¿acaso hay alguna solución aparte de «crear un
edén para el desdén»? Sí, la hay. La clave es que cada hombre que vive con una de esas
mujeres descubra que el plan divino es que él se case y llegue a ser un solo cuerpo con su
esposa, y que ella lo respete, consciente de que él la ama al extremo de estar dispuesto a dar la
vida por ella. Así, juntos crearán un paraíso en su hogar, en el que florezcan el cariño y el
aprecio mutuo.

“Maridos, amen a sus esposas como JESUCRISTO amo a la


Iglesia y se entregó por ella, para limpiarla con el baño de agua
y la palabra, y consagrarla, para presentar un Iglesia gloriosa,
sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e
irreprochable” (Efesios 5, 25-27). Amén.

164
NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Ciclo B
25 de Diciembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Isaías 52, 7-10 Salmo: 98(97)
2ª Lectura: Hebreos 1, 1-6 Evangelio: Juan 1, 1-18

165
Las lecturas de este día de Navidad se concentran en dar una respuesta al gran interrogante que
ha atravesado más de dos mil años de cristianismo: ¿Quién es Jesucristo? La respuesta la
encontramos, sobre todo, en el prólogo del evangelio según san Juan: La Palabra, el creador
del universo, la luz del mundo, el revelador del Padre, etc. Esta respuesta del evangelio es
colocada en el ámbito del profetismo del Antiguo Testamento: Jesucristo, el mensajero que
trae la paz y la salvación (primera lectura); Jesucristo, el último y definitivo profeta de
Dios (segunda lectura).

¿Quién es JESUCRISTO?

Jesucristo es La Palabra, que vive en el seno de Dios, y que pone su tienda entre los seres
humanos, en un determinado momento de la historia. Jesucristo, antes de ser una palabra
pronunciada por la historia, es La Palabra pronunciada por el mismo Dios. En el mundo de Dios,
el Padre está pronunciando eternamente La Palabra. En Belén, en tiempo del emperador
Augusto, La Palabra eterna es pronunciada por labios humanos, se convierte en palabra de
carne. Se llama Jesús de Nazareth. ¿Quién es Jesús? Es La Palabra, que al ser pronunciado por
los seres humanos, suena Jesús de Nazareth.

Jesucristo es la vida y la verdadera luz del mundo. Vida y luz son dos imágenes muy usadas en
todo el Antiguo Testamento. Dios es el creador de la vida (plantas, animales, seres humanos). A
la vez que creador, es también el señor, que dispone de ella según sus inescrutables designios.
El ser humano ha sido creado para la vida, no para la muerte. Con todo, a causa del pecado, el
reino de la muerte se ha instalado en la historia. Cuando los cristianos proclamamos que
Jesucristo es la vida, afirmamos que él es el vencedor de la muerte y el restaurador de la vida
en la humanidad. Al restaurar la vida, ésta es como un faro de luz en un mundo prisionero de la
tiniebla: Pasa de ser una vida desgraciada a una vida agraciada, porque se nutre de la
Gracia de DIOS. Al confesar que Jesús de Nazareth, en el momento mismo de nacer es vida y
luz de la humanidad, estamos afirmando también que no es una vida cualquiera o una luz
cualquiera, efímera y débil, sino la Vida y la Luz originales, presentes en Dios mismo. Porque es
Vida y Luz, su historia personal, una más en sí misma entre las historias de los seres humanos,
es fuente de Vida y de Luz para la humanidad entera.

Para nosotros, ¿quién es JESUCRISTO?

Hemos de dejar las cuestiones generales y preguntarnos de modo muy personal: "Para mí,
¿quién es Jesucristo?". Según que se responda a esta pregunta con los labios, con el corazón
y sobre todo con la vida, nuestra existencia seguirá un rumbo u otro, seguirá unos parámetros u
otros según los cuales vivir. Si Jesucristo lo es todo para mí: Mi Dios, mi salvador, mi
modelo, mi todo, trataré de hacer real en mi vida este convencimiento. Si Jesucristo es
un hombre extraordinario, el más enigmático y grandioso entre los hijos de Adán, pero nada
más que hombre, seré tal vez un gran admirador de su figura, trataré de seguir su vida
moralmente ejemplar, pero nunca caeré de rodillas ante él, ni le invocaré como redentor, ni
estaré dispuesto a dar mi vida por creer en él. Si Jesucristo no fue más que "un hippie entre
yuppies", como alguien ha dicho, o un mesías fallido como piensan muchos judíos, o un
"avatar" más entre tantos otros que han existido y continúan viniendo a la existencia, ¿qué
sentido tiene seguir siendo discípulo de Jesús de Nazareth? ¿Para qué seguir haciendo una
pantomima recitando el credo?

Mis queridos hermanos: JESUCRISTO vive en la Eucaristía, en el Sagrario. Vive en la


Biblia, Palabra inmortal de Dios a la humanidad. Vive en los hombres y mujeres que
creen en ÉL, le aman y siguen sus pasos. ÉL vive para darnos la vida, para recordarnos
siempre que nuestro destino es la vida, una vida plena en la Gracia de DIOS.

Que esta NAVIDAD 2011 reafirmemos nuestra fe en


"JESUCRISTO, verdadero Dios y verdadero hombre", en
"JESUCRISTO, redentor de la humanidad". Amén.

166
Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y nueve

DÉBORA Y BARAC

PALABRA DE DIOS: “Débora, profetisa, casada con


Lapidot, gobernaba por entonces a Israel. Tenía su
tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel...
y los israelitas acudían a ella para que decidiera sus
asuntos. Débora mandó llamar a Barac y le dijo: - Por
orden del Señor, Dios de Israel, ve a alistar gente y
reúne en el Tabor diez mil hombres... Barac respondió: -
Si vienes conmigo, voy; si no vienes conmigo, no voy.
Débora contestó: - Bien. Iré contigo... Dios derrotó aquel día a Yabín, rey cananeo,
ante los israelitas. Y estos se fueron haciendo cada vez más fuertes frente a Yabín, rey
cananeo, hasta que lograron aniquilarlo” (Jueces 4, 4-6.8-9.22).

ENSEÑANZA
Mamá, dice Estefanía, me siento contenta porque, por fin, una mujer se puso al frente de los
israelitas y venció al rey de los cananeos. Quisiera saber algo de esta mujer. ¿Tú sabes algo? Sí,
te lo contaré. Fue la única mujer juez en Israel. Ya sabes que la época de los grandes jefes ha
acabado. Ahora mandan los jueces. Ella animó al general Barac a luchar contra Sísara, jefe del
ejército de Yabín, rey cananeo. La victoria conseguida puso fin a 20 años de dominio cananeo.
¿Conoces el himno o canto de victoria de Débora y Barac? No, mamá, no tengo ni idea. Te diré
sólo algunos versos: "Oigan, reyes, príncipes, escuchen: Que voy a cantar, a cantar al Señor, y
a tocar para el Señor, Dios de Israel. ¡Mi corazón por los capitanes de Israel, por los voluntarios
del pueblo! ¡Bendigan al Señor! ¡Despierta, despierta, Débora! ¡Despierta, despierta, entona un
canto! ¡En pie, Barac! ¡Toma tus cautivos! Superviviente, somete a los poderosos; pueblo del
Señor, sométeme a los guerreros. ¡Perezcan así, Señor, tus enemigos! ¡Tus amigos sean fuertes
como el sol al salir!". ¿Te ha gustado, hija mía? Sí, mucho porque es muy bonito. Lo que más
me ha llamado la atención es que los amigos del Señor son tan fuertes como el sol cuando sale
por las mañanas.
DIALOGO: ¿ERA COBARDE DÉBORA?

Nunca retes a una mujer

“Una agencia de inteligencia tenía una vacante. Después de


evaluar a algunos aspirantes quedan finalmente un hombre y
una mujer. Llevaron al hombre a una puerta grande de metal
y le dieron un arma: Dentro de este sitio, usted encontrará a
su esposa sentada en una silla. Tome esta arma y mátela. El
hombre mira algo sobresaltado, pero sin embargo toma el
arma y entra al cuarto. Todo estuvo en silencio por cerca de 5
minutos, entonces la puerta se abrió. El hombre salió del
cuarto con lágrimas en sus ojos y dijo: -Intenté matarla, pero
no pude apretar el gatillo. Ahora solo les quedaba la mujer: Adentro encontrará a su marido
sentado en una silla. Tome esta arma y mátelo. La mujer tomo el arma y abrió la puerta. Antes
incluso de que la puerta se cerrara completamente, los agentes oyeron a la mujer descargar el
arma uno por uno, cada tiro disponible en el cargador. Entonces se oyeron gritos,
desgarramientos, golpes en las paredes. Finalmente, todo quedó en silencio. La puerta se abrió
lentamente, y allí estaba parada la mujer. Se limpió el sudor de la frente y dijo: ¡Que bárbaros
son Ustedes! ¿Por qué no me dijeron que eran balas de salva? Tuve que matarlo a golpes”. La
mujer es el sexo débil porque lo decimos los hombres, pero DIOS la ha llamado para ser tan
fuerte como cualquier hombre, no para matar, sino para Amar y defender el Amor con todas las
fuerzas.
ORACIÓN

167
Señor, gracias por esta profetisa llamada Débora. No confió en su fuerza ni en su
belleza, sino en tu mano poderosa. Te pido por los que sufren injusticias en este
mundo. Que haya una humanidad más unida y solidaria. Amén.

SAGRADA FAMILIA Ciclo B


30 de Diciembre de 2.011
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: Eclesiástico 3, 2-14 Salmo: 128(127)

168
2ª Lectura: Colosenses 3, 12-21 Evangelio: Lucas 2, 22-40
La vida familiar está en el centro de la liturgia de hoy. El libro del Eclesiástico nos da consejos
prácticos sobre el honor y el respeto que se deben demostrar al padre y a la madre. En la
tradición judía esto aparece como un deber religioso importante a los ojos de Dios. En el salmo
128(127), vemos las bendiciones que da una buena familia al hombre que teme a Dios. San
Pablo anima a los cristianos colosenses a demostrar en sus relaciones mutuas todas las facetas
del amor cristiano. Recomienda especialmente el amor y el respeto entre los miembros de la
familia.

En el evangelio de hoy se nos presenta a la familia de Jesús viviendo la cotidianidad de cualquier


familia judía de su tiempo. La muestra cumpliendo con la purificación exigida en la ley de Moisés
(Levítico 12,1s). Se trata de una familia pobre. Esto implica que pasaron trabajos, llevaron una
vida austera, pero eso no significa que en el interior de la familia existiera violencia, maltratos,
injusticias, abandono, infidelidad y todo ese tipo de conflictos que viven muchas de nuestras
familias. En esta familia, no obstante las limitaciones y las espadas de dolor de las que habla el
evangelio, se cumplía la Ley y por lo tanto vivían la alianza con Dios; participaban en el culto y
solucionaban cariñosamente sus diferencias. Cuando infortunadamente vemos cómo muchas
familias por exceso o por defecto, son el semillero de corruptos, delincuentes, antisociales, que
destruyen la humanidad, se nos muestra hoy el testimonio de la sencilla familia donde Jesús
“fue creciendo, robusteciéndose y llenándose de sabiduría y la gracia de Dios lo
acompañaba” (Lucas 2,40). La familia de Nazareth fue el espacio propicio para que Jesús se
formara integralmente. Su familia le ofreció la posibilidad de crecer, robustecerse y llenarse de
la sabiduría de Dios.

¿Nuestras familias nos ofrecen esto? ¿Estamos formando hijos capaces de amar y servir
generosamente, alegres y con fe en la vida? ¿Somos felices en nuestra familia, aunque a veces
no haya sino un par de tórtolas y dos pichones para ofrecerle a Dios? En medio de nuestras
limitaciones económicas, ¿estamos dispuestos a dar algo? Recordemos que nadie es tan pobre
que no pueda dar, ni tan rico, que no necesite recibir. Con nuestro testimonio como padres y
como hijos de familia, ¿despertamos la esperanza de liberación en nuestros pueblos, tal como la
despertó la familia de Jesús ante Simeón y Ana? ¿Cómo familias somos levadura en la gran
masa, generadores de una nueva humanidad y los constructores de vida?

Amor cristiano: San Pablo suplica a los Colosenses que demuestren amor cristiano, "el
broche perfecto". Lo que debe caracterizar al fiel cristiano es el amor de unos hacia otros,
demostrado en las múltiples facetas de la misericordia, de la bondad, de la humildad, de la
mansedumbre, de la paciencia, del perdón, del estímulo y de la gratitud. El amor cristiano se
debe también reflejar en la unión del matrimonio y de la familia.

En estos tiempos de aparentemente inevitable ruptura matrimonial, de decisiones de no tener


hijos, de abortar la vida, de la legalización de otras "decisiones sobre la utilidad de la vida",
de "uniones" del mismo sexo, de la sustitución del amor por la lujuria, etc., puede sonar irreal
hablar de la unión matrimonial y del regalo de los hijos. Lo que se requiere urgentemente es una
guía y un acompañamiento eficaces en la construcción y el mantenimiento de los lazos íntimos
del matrimonio y de la familia. No debemos asumir que la gente sabe vivir junta. Se requiere un
conocimiento detallado de la estructura de la persona humana y de su expresión particular y de
la etapa del desarrollo de cada persona. Con estos elementos se puede lograr una cuidadosa
trayectoria que lleve a dos personas hacia una comunión integral y estable.

El divorcio puede considerarse un derecho por algunos; pero es siempre el reconocimiento de un


fracaso. ¿Hay alguna persona que realmente desee fracasar? La falta de expectativas es un
factor desafortunado de la experiencia humana diaria. Se cometen errores, pero el fracaso
puede ser evitado. Como cristianos, debemos propiciar una sociedad que proteja y promueva las
formas estables de satisfacer las aspiraciones humanas.

A María y José no les fue fácil ser familia de Dios, pero se mantuvieron unidos
en el amor y no perdieron de vista nunca a su Dios. Hoy en esta fiesta de la

169
Sagrada Familia, pongamos en manos de Dios, a nuestra familia y
defendámosla porque es un regalo de Dios. Amén.
Navidad matrimonial

El nacimiento de Jesús, El Salvador, en la vida de los


matrimonios, también es signo de salvación.

“Porque un niño nos ha nacido, nos han traído


un hijo: Lleva el cetro del principado y se llama
‘Consejero maravilloso’, ‘Guerrero divino’, ‘Jefe
perpetuo’, ‘Príncipe de la paz’” (Isaías 9, 5).

Cuando un Matrimonio decide hacer nacer a Jesucristo el Hijo de Dios como el centro de su
relación, ese matrimonio se convierte en uno bendecido que van a disfrutarse mucho y van a
tener una relación saludable.

¿Qué significa hacer nacer a Jesucristo en nuestro Matrimonio? Significa hacer que sus
instrucciones de vida se apliquen regularmente en el Matrimonio. Significa vivir con el amor, la
humildad, el servicio y la entrega del Hijo de Dios como esencia de la relación. Cuando
realmente hacemos nacer a Jesucristo en medio del matrimonio, aumenta la tolerancia y la
capacidad de atenderse mutuamente sin egoísmo, con FE y con la esperanza de que cada día
estarán mejor conforme crecen en su vida espiritual.

JESUCRISTO es nuestro máximo consejero, Admirable; y si somos obedientes a su palabra


entonces el efecto de la obediencia producirá frutos de bendición, paz y prosperidad. Nadie
puede darnos mejores consejos que el Hijo de Dios. Frecuentemente buscamos consejo en
personas no capacitadas, en libros o revistas, en profesionales de la salud, pero pocas veces con
el que verdaderamente sabe como fuimos diseñados y puede decirnos con certeza absoluta que
es lo que más nos conviene en nuestro matrimonio.

Cuando un Matrimonio se sustenta en JESUCRISTO, cuenta con el Dios fuerte que nos ayudará a
vencer toda clase de dificultades y a controlar nuestras emociones con la fuerza de su amor. El
es el Dios fuerte que nos sostiene contra las asechanzas del enemigo y nos libra de todo mal. El
es el Dios fuerte que nos cubre contra las huestes espirituales de maldad. En ÉL los matrimonios
y las familias están seguros.

Cuando un Matrimonio esta en JESUCRISTO, cuenta con el apoyo y las bendiciones del Padre
Eterno para que se mantenga sano y puedan disfrutar de todas las cosas buenas de la vida por
encima de cualquier circunstancia que pueda venir.

Cuando un Matrimonio está en JESUCRISTO, la Paz estará con ellos, porque JESUCRISTO es el
Príncipe de la Paz y donde se le recibe a ÉL se obtiene la paz. Un Matrimonio en JESUCRISTO es
un Matrimonio en Paz.

Si no hemos hecho nacer a JESUCRISTO en nuestro matrimonio, aprovechemos esta navidad y


tomemos la decisión de entregar nuestra vida y muestro matrimonio a JESUCRISTO.
Simplemente pidamos de todo corazón y tomemos la decisión de llenarnos de Su presencia,
especialmente en la Eucaristía, conocer Su palabra, aprender lo que ÉL enseña para los
matrimonios y ponerlo en práctica en nuestras vidas. Entonces el Dios Admirable consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz, vendrá a nuestros corazones y bendecirá nuestras vidas
de una manera extraordinaria para que podamos obtener un matrimonio saludable y una familia
de bendición. Tomemos la decisión de ser humildes y llenarnos de JESUCRISTO hoy mismo. Es la
mejor decisión que podemos tomar, porque nuestros matrimonios y nuestras familias son los
tesoros más valiosos que Dios nos ha dado.

“Que el Señor nos bendiga y nos guarde” (Números 6, 24). Amén.

170
Nos disponemos a iniciar un nuevo año, el
2012, que tiene la particularidad de venir
acompañado de muchas especulaciones
apocalípticas y a nivel nacional por un
choque de trenes electorales entre el
sector oficialista socialista y la oposición a
este proyecto de gobierno. Con respecto a
la situación mundial, debemos recordar
que nuestro Señor JESUCRISTO nos invita,
más que a estar pendientes de su segunda
venida, nos insistió en que lo importante
es vivir preparados para ese encuentro,
pero sin angustias, “Porque no
conocemos ni el día ni la hora” (Marcos
13, 33).

En relación a la situación nacional, lo mejor que podemos hacer es pedir a DIOS que Su Espíritu
nos mantenga un corazón recto, para tener sabiduría y buen discernimiento a la hora de actuar
y tomar decisiones. Es decir, mis queridos hermanos en Cristo, debemos vivir nuestra vida en
permanente esperanza, que es algo más que mente positiva. Se trata de aceptar en paz las
circunstancias que vivamos, con la confianza puesta en DIOS, quien nos dice que si vamos
agarrados de Su mano, saldremos adelante siempre.

Por eso, para este año que comienza todos debemos desear lo que siempre deseamos: Tener
salud, éxito en nuestro trabajo, prosperidad económica y demás avances en nuestra
vida; poder experimentar el gozo de vivir en paz, en un ambiente estable y tranquilo,
en armonía con todos los que nos rodean; y qué decir de los nuestros, a quienes con
toda sinceridad deseamos lo mejor.

Tengo la seguridad en mi espíritu que DIOS, si ponemos nuestras peticiones en sus manos, tiene
la capacidad de mantener todo bajo control. Aunque por todas partes veamos desastres, malas
noticias y demás, a DIOS no se le va nuestra vida de sus manos, si es que realmente le
honramos con todo nuestro corazón. Como venezolanos, tenemos que seguir construyendo la
Venezuela que queremos, comenzando con una vida íntegra delante de DIOS, no dejando la
oración ni de levantar a nuestra nación constantemente, y de bendecir a TODOS los habitantes
de nuestro hermoso país.

Es posible que también en este año sucedan cosas inesperadas. La verdad es que cada año hay
múltiples sorpresas, algunas agradables y otras no, pero como cristianos debemos estar
preparados para todo. ¿Cómo? Poniendo absolutamente toda nuestra confianza delante de
nuestro Señor. DIOS nos ha sido refugio de generación en generación [Salmos 90(89), 1]. Él
siempre ha sido así, por lo que también la Biblia nos dice que JESUCRISTO es el mismo ayer,
hoy y por los siglos (Hebreos 13, 8).

171
Escuchemos, pero sobre todo creámosle a DIOS. Nuestra fe debe estar firme en lo que DIOS nos
dice, al hacerlo podemos estar confiados en que DIOS también hará su parte. Cuidemos nuestra
vida, guardemos sus palabras y honremos con nuestros hechos al Señor. La siembra que
hagamos hoy determinará la cosecha que recogeremos mañana. A veces no obtenemos las
bendiciones de DIOS porque no creemos que Él nos quiere bendecir.

JESUCRISTO dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan
10, 10). En todo el mundo hay muchas personas que pueden dar testimonio de estar
disfrutando de esa vida abundante. DIOS no miente, somos nosotros quienes muchas veces no
le creemos. Muchas veces hemos querido encontrar la felicidad en diversos campos: El arte, en
la fama, en los placeres de esta vida, inclusive en las actividades religiosas, pero
nunca seremos plenamente felices hasta que descubramos que la verdadera felicidad
está solo en nuestro Señor JESUCRISTO.

Este año tendremos una vez más la oportunidad de comenzar a construir diariamente, con los
mejores materiales, el edificio de nuestra vida. Si actuamos inteligentemente estaremos seguros
de que la felicidad será la luz que nos alumbrará en los años que siguen. ¿Hemos pensado en
algo que quisiéramos comenzar este año? Yo, en lo particular, le pediría al Señor para este año
2012: Cumple en mí tus propósitos, tus planes, tus anhelos; pon en mí
el querer como el hacer por Tu buena voluntad; hazme saber lo que TÚ
quieres para esta Ciudad de Ocumare del Tuy, para este Estado
Miranda, para esta patria nuestra, Venezuela, para este mundo; que no
solamente estemos viviendo para nosotros, para el presente, sino para
el futuro.

En la Biblia, ese gran Tesoro de Sabiduría, que DIOS nos ha dado, encontramos propósitos de
vida que muy bien los podemos hacer nuestros. Tal es el caso del Salmo 90(89), 12, en el cual,
el salmista le pide a DIOS: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos
al corazón sabiduría”. Cada uno de nosotros debe tener este ideal: Señor, para qué me has
llamado, cuál es mi participación dentro de tu obra. Cuando nos referimos a alguna
persona que vivió dentro de los propósitos por los cuales DIOS le llamó, se puede decir que esa
persona permanece mucho más tiempo de lo que vivió en esta tierra, o en otras palabras, hay
gente que ha hecho una labor tan trascendente que aunque vivió poco tiempo en esta tierra, la
obra que dejó aún permanece.

Es importante referirnos también al rey David. Podemos ver a David como uno de los hombres
que tenía un propósito definido; David quiso una obra de transformación profunda y permanente
en su vida; no quiso empezar y sentarse a ver qué sucedía, él quería que DIOS metiera sus
manos en las profundas raíces del pecado y las arrancara. David pedía una transformación, no
sólo una renovación. Esta es la oración que deberíamos hacer este año, que como sucedió con
David, el Señor realice el milagro de nuestra transformación interior. “Señor, lleva delante tu

172
obra en nosotros, que para este año, nosotros ya no seamos los mismos, sino que
crezcamos dentro de los propósitos que has establecido para nuestra vida”.

No podemos dejar de referirnos al Apóstol Pablo. En él podemos ver a un hombre que se entregó
por completo a su Señor y Salvador; sus escritos nos instruyen, nos enseñan y también nos
desafían aún después de su muerte. Pero Pablo vivió con un solo propósito: “No es que haya
alcanzado la meta ni logrado la perfección; yo sigo adelante con la esperanza de
alcanzarlo, como JESUCRISTO me alcanzó” (Filipenses 3, 12). Pablo deseaba cumplir lo que
DIOS le había señalado.

Ojalá nosotros, entre tantas cosas que hacemos, nos dediquemos a una sola cosa como Pablo,
olvidando ciertamente lo que queda atrás e ir hacia adelante, al supremo llamamiento de DIOS.
Hay muchos que por no tener el conocimiento del llamamiento de DIOS para sus vidas, terminan
haciendo tantas y tantas cosas sin lograr nada.

Debemos olvidar al comienzo de este año 2012, los fracasos, las malas decisiones que hicimos,
las experiencias desagradables y las ofensas que recibimos en el 2011. La vida cristiana es
caminar hacia JESUCRISTO, porque cuando lleguemos a Él entonces seremos perfectos. San
Juan nos revela: “Queridos, ya somos hijos de DIOS, pero todavía no se ha manifestado
lo que seremos. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes a ÉL y lo
veremos como ÉL es” (Juan 3, 2)

Por supuesto, el mejor ejemplo que podemos encontrar en la Biblia es nuestro Bendito Salvador,
el Señor JESUCRISTO. Cuando se trata de buscar vidas que nos sirvan de ejemplo, que nos
estimulen a buscar un nivel superior de vida, sería imposible mencionar a otros y no incluir a
nuestro Señor JESUCRISTO. Fijemos nuestra mirada en JESUCRISTO, porque ÉL es nuestro
ejemplo supremo; si lo miramos por su humanidad nos convenceremos que es el hombre por
excelencia.

JESÚS también tuvo un propósito cuando transitó por este mundo, ¿saben cuál fue? En Juan 6,
38 nos dice: “Porque no bajé del cielo para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que
Me envió”. Yo no sé cuántos quisieran decirle estas palabras al Señor. Yo quisiera que este año
significara para muchos de nosotros, una oportunidad más de empezar a someternos al cien por
ciento a la voluntad de DIOS y cumplir su perfecta voluntad. JESÚS sabía para qué había venido
al mundo. Nunca hubo en ÉL la menor sombra de duda en el propósito de su vida, tampoco hubo
algo que lo apartara de alcanzar ese propósito. Podemos vivir la vida con un propósito alto en
esta tierra, el propósito de DIOS para nosotros; o bien podemos dejarnos llevar por la inercia de
este mundo, por los planes terrenales que no sabemos a dónde pudieran terminar.

Para nuestro Señor la voluntad del Padre era el reloj que le marcaba los pasos, el terreno donde
Él iba confiado; el camino de la obediencia JESUCRISTO lo recorrió de principio a fin, así también
quiso que sus discípulos lo hicieran, buscando cumplir la voluntad de DIOS. Hoy nosotros
decidimos qué hacer, podemos pasar otro años más y seguir siendo los mismos, podemos pasar

173
otro año más y seguir estancados, podemos pasar muchos años más y terminar sin cumplir con
el propósito de DIOS para nuestras vidas. DIOS nos ha llamado para bendecirnos, pero también
para ser bendición a los demás. La vida se nos presenta en este año como una oportunidad más
en donde DIOS nos seguirá lanzando retos que ÉL está dispuesto a respaldar con su presencia y
su providencia, con tal de que tengamos todo para cumplir esas metas.

Cuando estamos a punto de culminar este encuentro victorioso con JESUCRISTO Crucificado y
resucitado, es oportuno el momento para meditar las palabras finales de JESUCRISTO en la
cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23, 46).

Son los últimos momentos de Jesús en este mundo. Va entregar su alma al Padre, y lo hace con
la total confianza del Hijo. Pone en las manos del Padre todo su espíritu, después de haber
cumplido del todo su misión.

Poner algo en manos de otro es encomendarle con el mayor calor algo que mucho se aprecia.
Confiar en él plenamente; quitar una preocupación que uno mismo ve que no puede resolver.
Termina Jesús su vida dándonos un gran ejemplo.

Asumimos este ejemplo, Señor, porque siempre hemos necesitado en nuestra vida interior una
gran confianza en Ti. Tal vez al ser cualidad nuestra el sentirnos responsables, cuando no
llegamos a tiempo, cuando no está en nuestra manos conseguir algo, nos viene la preocupación,
que no es buena en esas circunstancias y no hace más que inquietarnos inútilmente. Gracias por
la lección que nos enseñas. Ante todo ponemos en tus manos todo lo que ahora nos preocupa.
Hemos de confiar en Ti, PADRE, en Ti, HIJO, en Ti, ESPÍRITU SANTO. Ven, ESPÍRITU SANTO, y
lleva la obra de santificación de nuestra alma. Nutre nuestra alma con el fuego de tu amor. Haz
que aprovechemos de verdad la Comunión, la Misa, el tiempo dedicado a la oración.

Ayúdanos a confiar en Ti, Señor, de una manera especial en el momento de la tribulación,


cuando lleguen la enfermedad o las grandes dificultades. Que entonces no se apodere de
nosotros la desconfianza. A veces nos asustan los grandes reveses de la vida más que la misma
muerte. Y es natural. "Tú, Señor, eres nuestro refugio de generación en generación"
[Salmo 90(89), 1].

Te pedimos ahora con todo el corazón por tantos y tantos que en estos momentos lo estarán
pasando mal por estar bajo un tribunal, juicios, acusaciones, diagnósticos de enfermedades,
problemas laborales, familiares... ¡Cuánta preocupación en personas responsables!

Y sobre todo, Señor, te encomendamos nuestra alma en la hora de la muerte. Nos acogemos
también al patrocinio de San José, abogado de este trance. Llena de preocupación pensar que el
veredicto final ha de ser para siempre e inapelable porque DIOS no se puede equivocar. Esto
suele preocupar a las personas responsables más que nada, no saber a dónde ha de ir su alma.
¿Qué otra cosa se puede hacer entonces sino arrojarse confiado en los brazos del PADRE?
Grande es, Señor, tu misericordia; en tus manos nos ponemos.

174
Nos entregamos a Ti, DIOS PADRE, nos entregamos a Ti, DIOS HIJO, nos entregamos a Ti,
DIOS, ESPÍRITU SANTO. Virgen María, Nuestra Señora de Coromoto, como la llamamos
amorosamente en Venezuela, ayúdanos ahora y en la hora de nuestra muerte. San José, ruega
por nosotros. Amén.

“Luego surgió una disputa sobre quien de ellos se consideraba el más


importante. Jesús les dijo: Los reyes de los paganos los tienen sometidos y
los que imponen su autoridad se hacen llamar benefactores. Ustedes no sean
así; al contrario, el más importante entre ustedes compórtese como si fuera el

175
último y el que manda como el que sirve. ¿Quién es mayor? ¿El que está a la
mesa o el que sirve? ¿No lo es, acaso, el que está a la mesa? Pero YO estoy en
medio de ustedes como quien sirve” (Lucas 22, 24-27)

Es curioso que, precisamente en momentos inmediatos a la celebración de la


Eucaristía, se haya presentado un altercado entre los discípulos a ver quién parecía ser
el mayor. El poder, el dominar, el distinguirse, siempre priva a la gente; entonces y
ahora. Sin embargo, JESUCRISTO nos da la lección: El mayor entre ustedes sea como
el menor. Yo no tengo, y hoy menos, ningún problema ni deseo de meterme en el
piélago del poder, pero sí el problema de ser de verdad humilde. Nada de querer
superar en nada a nadie. Solo importa distinguirse, pero sin rivalidad, en el amor, en el
servicio, en la humildad verdadera, en querer ser el último. Dame, Señor, para ello
gran pureza de intención y capacidad para ser influyente en tu Reino. TÚ verás cómo,
pero desde la sombra.

“A DIOS, el único sabio, por medio de JESUCRISTO, sea


dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
(Romanos 16, 27)

Índice

Contenido Página

Introducción------------------------------------------------------------ 003

CON LA CRUZ A CUESTAS:-------------------------------------------- 006

Introducción a los temas:


1) Información Crucificada ----------------------------------- 006
2) Amar la Cruz es amar a JESÚS ---------------------------- 007
3) La Cruz de cada día---------------------------------------- 007
4) JESUCRISTO habla desde lo ALTO de la CRUZ----------- 008
5) La Cruz nos levanta a todos en Espíritu y Verdad ------- 008
6) La Cruz es Fuerza de DIOS-------------------------------- 009
7) La Cruz es Victoria nuestra--------------------------------- 009

1) Información Crucificada -------------------------------------------- 010


2) Amar la Cruz es amar a JESÚS ------------------------------------- 014
3) La Cruz de cada día ------------------------------------------------ 019
4) JESUCRISTO habla desde lo ALTO de la CRUZ ------------------- 023
5) La Cruz nos levanta a todos en Espíritu y Verdad ------------- 029
6) La Cruz es Fuerza de DIOS --------------------------------------- 034
7) La Cruz es Victoria nuestra ---------------------------------------- 038

LA SEÑAL DE LA CRUZ:------------------------------------------------- 045

La Llave de la Salvación---------------------------------------------- 046

1) Yo leo la Biblia, pero no la entiendo ------------------------------ 047


2) Palabra de Dios y palabra de los hombres------------------------ 050
3) Jesucristo, centro de toda la Escritura ---------------------------- 052
4) La Biblia es un libro y una biblioteca ---------------------------- 054
5) Cómo nació y se formó la Biblia ------------------------------------ 056
6) Del Antiguo al Nuevo Testamento ------------------------------- 060
7) Los diversos sentidos de la Biblia ---------------------------------- 065

176
8) La Sagrada Escritura y la Iglesia -------------------------------- 067
9) ¿Cómo hay que leer la Sagrada Escritura? ------------------------ 070
10) Apéndice ---------------------------------------------------------- 073
UN POSIBLE ORDEN DE LECTURA DE LA BIBLIA ------------ 073

LA SABIDURÍA DE LA CRUZ:------------------------------------------ 077

Ciclo A 2010-2011:

1) JESUCRISTO SALVA al SER HUMANO: CREE en ÉL y acepta


SU MANO------------------------------------------------------------ 079
1.1) Tesoro de Sabiduría: Día Diecinueve - BODA DE JACOB Y
RAQUEL------------------------------------------------------- 081
1.2) Bajo las Alas de DIOS------------------------------------ 082
2) JESUCRISTO, para TODOS es MEDICINA; porque la FE, a nadie
discrimina----------------------------------------------------------- 083
2.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veinte - HISTORIA DE JOSÉ-- 085
2.2) Mujer, que grande es tu fe--------------------------------- 086

3) JESUCRISTO, nos encuesta: DIOS, es la respuesta--------------- 087


3.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintiuno - JOSÉ y SUS
HERMANOS (1º ENCUENTRO) -------------------------- 089
3.2) Tú eres el Hijo del Gran Tata--------------------------- 090
4) Seguir a JESUCRISTO, exige RENUNCIA y SACRIFICIO; para vivir
el REINO DE DIOS, que es el mejor BENEFICIO----------------- 091
4.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintidós- JOSÉ Y SUS
HERMANOS (2º Y 3º ENCUENTROS)--------------------- 093
4.2) Una mirada tuya----------------------------------------- 094
5) JESUCRISTO, como Gran Hermano, nos corrige con Amor y nos
Tiende Su mano----------------------------------------------------- 095
5.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintitrés - ESCLAVITUD Y
GENOCIDIO----------------------------------------------- 097
5.2) La mejor defensa: El testimonio de vida ---------------- 098
6) Ser CRISTIANOS y COROMOTANOS, orgullosos de ser
VENEZOLANOS----------------------------------------------------- 099
6.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veinticuatro - INFANCIA DE
MOISÉS--------------------------------------------------- 101
6.2) A TODOS debemos PERDONAR, porque el mandato de
JESUCRISTO es AMAR ----------------------------------- 102
6.3) La Fe se vive desde el corazón--------------------------- 104
7) JESUCRISTO nos paga a TODOS por igual; ayudémonos a llegar
BIEN hasta el final-------------------------------------------------- 105
7.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veinticinco - JUVENTUD DE
MOISÉS--------------------------------------------------- 107
7.2) El Desafío Cristiano-------------------------------------- 108
8) JESUCRISTO nos pide OBEDIENCIA y vivir la FE con COHERENCIA 109
8.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintiséis - VOCACIÓN DE
MOISÉS--------------------------------------------------- 111
8.2) ¡DIOS mío, no lo dejes morir! ---------------------------- 112
9) JESUCRISTO nos quiere BUENOS Hijos Amados; no malos, como
los viñadores desalmados------------------------------------------- 113
9.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintisiete – LAS DIEZ PLAGAS 115
9.2) Nido de Víboras------------------------------------------ 116
10) JESUCRISTO nos invita al Gran Banquete; vayamos con el
espíritu “Nuevo de paquete”------------------------------------ 117
10.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintiocho - EL PASO DEL

177
MAR ROJO---------------------------------------------- 119
10.2) ¡Levanta los ojos!-------------------------------------- 120
11) JESUCRISTO manda dar a DIOS lo que es de ÉL: Vida de
santidad y compromiso fiel------------------------------------- - 121
11.1) Tesoro de Sabiduría: Día Veintinueve - MANÁ Y
CODORNICES------------------------------------------- 123
11.2) Dos Testigos Excepcionales de Santidad y Fidelidad 124
12) JESUCRISTO nos dice que es lo legal: AMAR y SERVIR es lo
principal----------------------------------------------------------- 125
12.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta - LOS DIEZ
MANDAMIENTOS---------------------------------------- 127
12.2) Un corazón compartido-------------------------------- 128
13) JESUCRISTO siempre nos aconsejará; escuchemos con humildad
y nos ensalzará--------------------------------------------------- 129
13.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y uno - ARCA DE LA
ALIANZA------------------------------------------------ 131
13.2) ¿Por qué despojamos al prójimo de su vida?--------- 132
14) JESUCRISTO nos pide: ESTAR PREVENIDOS; con ESPERANZA y
seremos BENDECIDOS--------------------------------------------- 133
14.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y dos - EL BECERRO
DE ORO-------------------------------------------------- 135
14.2) En las manos del Espíritu Santo ----------------------------- 136
15) SAN DIEGO murió recitando el Himno a la CRUZ; vivamos como
él, sacando los TALENTOS a la LUZ--------------------------------- 137
15.1) San Diego de Alcalá: La Humildad ensalzada--------- 138
15.2) Tesoro de Sabiduría; Día Treinta y tres - EL SANTUARIO 140
15.3) La Máquina Perfecta------------------------------------- 141
16) JESUCRISTO, REY de LUZ y AMOR, nos recuerda: En TODOS está
el SEÑOR-------------------------------------------------------------- 142
16.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y cuatro - LA BURRA
DE BALAÁN--------------------------------------------- 144
16.2) Nacer de nuevo----------------------------------------- 145

Ciclo B 2011-2012:

17) JESUCRISTO nos dice que estemos VIGILANDO, porque no


sabemos HASTA CUANDO------------------------------------------ 146
17.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y cinco - VOLVER AL
CORAZÓN----------------------------------------------- 148
17.2) ¡¡¡Hasta cuando!!!-------------------------------------- 149
18) Preparemos un CAMINO en nuestro CORAZÓN, al SEÑOR, que
viene con Su SALVACIÓN----------------------------------------- 150
18.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y seis - MUERTE DE
MOISÉS-------------------------------------------------- 152
18.2) JESUCRISTO me cambió el corazón ------------------ 153
19) ALEGRES, ORANTES y AGRADECIDOS; porque en JESUCRISTO,
seremos BENDECIDOS-------------------------------------------- 154
19.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y siete - JOSUÉ,
CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA------------- 156
19.2) El Sentido de Humor de JESUCRISTO------------------ 157
20) El SÍ de MARÍA al MISTERIO ANUNCIADO, trae a nosotros al
DIOS ENCARNADO------------------------------------------------ 158
20.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y ocho - REPARTO
DE CANAÁN, LA TIERRA PROMETIDA----------------- 160
20.2) El Edén del Desdén------------------------------------- 161
21) JESUCRISTO, quien es la PALABRA ENCARNADA, vino a traernos
una VIDA AGRACIADA-------------------------------------------- 162
21.1) Tesoro de Sabiduría: Día Treinta y nueve - DÉBORA Y
BARAC--------------------------------------------------- 164

178
21.2) Permaneciendo en la Presencia del SEÑOR, LA FAMILIA
siempre se mantendrá en EL AMOR--------------------- 165
21.3) Navidad matrimonial------------------------------------- 167

HACIA EL AÑO 2012------------------------------------------------------ 168

Índice---------------------------------------------------------------------- 173

“Que el DIOS de nuestro Señor JESUCRISTO, Padre de


la gloria, les conceda un Espíritu de sabiduría y
revelación que les permita conocerlo verdaderamente.

179
Que ÉL ilumine sus corazones para que ustedes puedan
valorar la esperanza a la que han sido llamados, la
esplendida riqueza de la herencia que promete a los
consagrados y la grandeza extraordinaria de Su poder
a favor de nosotros los creyentes, según la eficacia de
Su fuerza poderosa; poder que manifestó en
JESUCRISTO resucitándolo de la muerte y sentándolo a
Su derecha en el cielo, por encima de toda autoridad y
potestad y poder y soberanía, y de cualquier otra
dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo
como en el venidero. Todo lo ha sometido bajo Sus
pies, y lo ha nombrado, por encima de todo, cabeza de
la Iglesia, que es Su cuerpo y plenitud de AQUEL que
llena completamente todas las cosas” (Efesios 1, 17-
23). Amén.

180

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