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¿Tiene bases en la Biblia, el Santo Rosario? Muchas veces los católicos somos
cuestionados sobre el rezo del Rosario. Nos aluden que no es bíblico porque no hay un
pasaje en el que se mande a rezarlo. Y cuando caemos en ese terreno salen las
preguntas más imaginarias posibles. Por ejemplo, en la Biblia no se nos manda a que
escribamos sobre temas espirituales, más sin embargo los no católicos lo hacen. Y así
como pueden salir los argumentos que quieran, igual no hay un pasaje que lo mande. Si
mucho podrían citar Deu 6, 9 donde se manda a escribir en las puertas y en los postes
pero hasta ahí, y cuando la escritura se logra desarrollar más pues tampoco dice nada.
¿Que eso es una forma de compartir la enseñanza bíblica? Pues el Rosario es una
forma también de compartir el Evangelio.
La Asunción (Ap 12, 1; Sal 132, 8) y la coronación como Reina de todo lo creado (Ap
12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18), pues sólo tienen su fundamento en Cristo. De no ser así, no
habría ni Asunción ni Coronación. Debemos comprender que no existe nada que la
Iglesia enseñe sobre María que no tenga su fundamento en Cristo, pues cualquier virtud,
papel o atributo en María lo tiene por los méritos de su Hijo.
Gozosos
1. La encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. (Lc 1, 39-45)
3. El nacimiento del Hijo de Dios. (Lc 2, 1-7)
4. La Presentación del Señor Jesús en el templo. (Lc 2, 22-34)
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. (Lc 2, 41 en adelante)
Dolorosos
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní. (Mc 14, 32-38)
2. La Flagelación del Señor. (Mc 15, 15)
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Luminosos
1. El Bautismo en el Jordán. (Mc 1, 9-10)
2. La autorrevelación en las bodas de Caná. (Jn 2, 1-11)
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15)
4. La Transfiguración. (Mc 9, 2-8)
5. La Institución de la Eucaristía en la Última Cena (Lc 22, 19)
Gloriosos
1. La Resurrección del Señor. (Mt 28, 1-6)
2. La Ascensión del Señor. (Mc 16, 19-20)
3. La Venida del Espíritu Santo. (Hch 2, 1-4)
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. (Cant 6, 10; Sal 132, 8; Ap 12, 1)
5. La Coronación de la Santísima Virgen. (Ap 12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18)
El fundamento bíblico de los misteriores debe llevarnos a que en el Rezo del Rosario,
meditemos los pasajes bíblicos de los misterios contemplados, lo que El Papa San Juan
Pablo II aborda la carta Apostólicala Rosarium Virginae Mariae:
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Por tanto, debemos meditar lo que rezamos, meditar los misterios de la vida de Jesús. Y
estos misterios son tomados de la Palabra de Dios escrita. Así que si llegaran a
condenar el rezo del Santo Rosario, lo que estarían condenando es que meditemos la
vida de Jesús. Sin embargo veamos lo que opinan algunas páginas evangélicas sobre la
meditación:
Como vemos, los no católicos reconocen que debemos meditar la Palabra de Dios.
Pues eso es precisamente lo que hacemos en el Rosario, meditar la palabra de Dios, la
vida de Jesús, y lo hacemos acompañados de su Madre Santa, María, pues Cristo no
las entregó al pie de la Cruz (Jn 19, 25). Decir que hay una forma única de meditar la
Palabra de Dios es querer enjaular a Dios en lo que nos inspira a nosotros. El Rosario
es una forma de meditar la Palabra de Dios, que nos da paz, nos llena de fortaleza y por
tanto nos acerca al Señor.
Es cierto que en el Rosario hay oraciones ya establecidas pero estas oraciones tienen
un fundamento respaldado en la Sagrada Escritura.
En cada misterio del Rosario iniciamos con un Padre Nuestro. Esta oración está tomada
de la Biblia y es el modelo de oración por excelencia. Por esta razón lo tenemos
presente y es el que inicia cada misterio, para darle el primer lugar de oración al Señor
con la misma oración que él nos dejó de modelo.Pero, Jesús dejó el Padre Nuestro para
ser rezado? Sorprende que algunos insistan en decir que no, cuando eso es Palabra de
Dios, y por ser Palabra de Dios claro que lo podemos proclamar en nuestra oración. Una
página evangélica que toca el tema expresa:
Así que, nuevamente, el “Padre nuestro” no es una oración que debemos memorizar y
recitar de regreso a Dios. Es sólo un ejemplo de cómo debemos orar. ¿Hay algo de
malo en memorizar el “Padre nuestro”? ¡Desde luego que no! ¿Está mal el orar el
“Padre nuestro” de regreso a Dios? No si tu corazón está en ello y realmente
sientes las palabras que dices [4].
No hay evidencia que nos indique que el Padre Nuestro no pueda ser memorizado.
Cristo cuando lo enseñó a los Apóstoles les dijo:
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Si Jesús sólo dejó un modelo de lo que debíamos decir hubiera hecho énfasis en el tipo
de cosas a decir, pero lo que nos dejó fue una oración como tal. Lo cierto es que el
Padre Nuestro es una oración bíblica y hace parte del Santo Rosario. ¿Podría alguien
condenarnos por hacerlo?
Por lo tanto, si queremos que nuestras oraciones sean eficaces, llenemos nuestras
mentes con la Palabra de Dios. Leamos la Biblia, meditemos en lo que nos
dice, memoricemos sus pasajes, oremos por su mensaje[6].
- Podemos insistir con la oración. Otro de los problemas que encuentran es que se
repita tanto el Ave María. Y esta repetición supuestamente es condenada por la Biblia.
Para ello se aduce mucho al texto de Mateo 6, 7 que en la versión protestante dice:
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos. (Mt 6, 7 RV 1960).
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El problema de fondo no es que sea repetición, sino que eso no es lo que debe
traducirse del texto original. Lo que la versión protestante traduce como "vana
repetición" es un término griego ????????????? que sólo aparece una sola vez en todo
el Nuevo Testamento. Esta palabra viene de la onomatopeya "batallos" o "battos" que
significa tartamudo[8]. ¿Por qué la versión protestante la traduce así? No lo sabemos. Lo
que Jesús condena aquí es la mucha palabrería, esa que con muchos palabras no
termina diciendo nada. Es demás llamativo que versiones protestantes como la Reina
Valera 1909 o las Sagradas Escrituras de 1569 usen en cambio la palabra "prolijo"[9]. Si
revisamos en la RAE lo que significa "prolijo" encontramos: Largo, dilatado con
exceso[10]. Es decir, Jesús lo que condena no es lo que se repite, sino lo que con
muchas palabras no dice nada; y sería absurdo aplicar eso al Rosario cuando lo que
repetimos son pasajes bíblicos. ¿Acaso los que rechazan el Rosario quieren hacer creer
que repetir pasajes bíblicos es algo vano y sin sentido?. Si observamos el contexto del
pasaje podemos comprender que se trata de la palabrería y no de una repetición, pues
Jesús afirma: "que piensan que por su palabrería serán oídos". De esta forma, se
evidencia aun más que lo que Jesús está rechazando es creer que por hablar mucho
serán más escuchados, algo que no tiene nada que ver con el Rosario. Y esto era algo
que sucedía en las otras religiones o creencias. Por ejemplo el Budismo maneja los
mantras, son frases que deben repetir para tener paz y vencer las energías negativas;
manejan distintos mantras[11] como el Maitreya, Tara Blanca o Tara verde. El mismo
Elías enfrentó esto cuando retó a los profetas de Baal y estos duraron largas horas
invocando a su dios sin obtener respuesta:
El problema no era que duraran horas orando e invocando, el problema era que no era
una oración verdadera ni al Dios verdadero. Pero si en cambio miramos la oración que
hace Ana la madre de Samuel podemos leer:
Mientras ella prolongaba su oración delante del Señor, Elí miraba atentamente su
boca. (1 Sam 1, 12). Ana oró horas delante del Señor, pero lo hacía de corazón.
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una figura literaria bíblica, e indica precisamente "repetición". Por tanto, la traducción
como vana repetición es errónea. El problema no es la repetición como tal pues en la
Biblia hay varios ejemplos de repetición:
Cristo mismo cuando oró en el Monte de los Olivos oraba con las mismas palabras. De
esto dan cuenta los Evangelios:
Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras. (Mt 26, 44)
Luego se alejó nuevamente y oró, diciendo las mismas palabras (Mc 14, 39)
Y no solo eso, sino que se nos recalca la insistencia en la oración. Hay muchos
ejemplos bíblicos de insistir en la oración para obtener respuesta. Empezando por el
mismo Cristo:
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rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien
ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de
Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza».
Es decir, la Iglesia misma reconoce que si el Rosario se hace de forma mecánica y sin
corazón es una repetición de fórmulas sin sentido. Pero lo reprochable entonces no es el
Rosario sino la forma errada de rezarlo. Igual sucede con quien lee la Biblia por leerla
pero no medita ni hace vida sus palabras. Queda igualmente vacío.
Lea la siguiente Oración y repita con amor y humildad... [13] Si usted desea aceptar
a Jesucristo en su alma y vida en este momento, ore de todo corazón así Y a
continuación lo que viene es una oración ya establecida para ser repetida.
Y así encontraremos en la web muchas páginas que ofrecen oraciones para ser
repetidas con el fin de aceptar a Jesús. En el fondo es lo mismo, simplemente que como
el Rosario es católico pues se rechaza. Otra página no católica afirma: "Recuerda,
INSISTE hasta que la respuesta que tanto anhelas sobre cada petición venga. Nuestro
Dios es bueno". Como se observa, nosotros también insistimos en la oración, sólo que
para ellos solo vale forma de ellos, pero eso no invalida la eficacia del Santo Rosario.
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Si la repetición del Ave Maria se dirige directamente a María, el acto de amor, con Ella y
por Ella, se dirige a Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada
vez más plena con Cristo, verdadero 'programa' de la vida cristiana (Rosarium Virginae
Mariae, 26).
El Padre Jordi Rivero[13] nos muestra otros textos en los cuales se puede apreciar la
insistencia en la oración:
Jairo el jefe de la sinagoga: "le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a
punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» (Mc
5,23)
Los ancianos pedían a Jesús la curación del siervo del centurión: "Estos,
llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: "Merece que se
lo concedas" (Lucas 7,4)
"Así pues, Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la Iglesia
oraba insistentemente por él a Dios". (Hch 12,5)
"Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y completar
lo que falta a vuestra fe." (1 Tes 3,10)
La segunda parte del Ave María no está tomada de un texto exacto, e incluso esta parte
del Ave María es del siglo XVII. Y si aun con la parte bíblica del Ave María hay rechazo
en rezarlo, mayor lo encuentran con esta segunda parte. Antes de abordar eso y para no
acusar a que no hay oraciones marianas más antiguas, vamos primeramente a
evidencia la oración a María más antigua que se conoce en la cristiandad: Sub tuun
praesidium
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Esta oración es del siglo III, algo importante sobre todo para aquellos que acusan
falsamente que el cristianismo se corrompió en el siglo IV. Con esto queda derribado su
mito, pues aquí encontramos una plegaria dirigida a María en el siglo III.
Quiere decir que antes del Concilio de Efeso en el siglo V, ya los cristianos reconocían a
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María como madre de Dios. Incluso, esta oración bizantina nos muestra una estructura
similar a la segunda parte del Ave María.
No vamos a extendernos a profundidad, pero sí mostrar que esta frase del Ave María no
contradice la Biblia. Para ello veamos que cuando María visitó a Isabel, ésta la llamó: la
madre de mi Señor:
??? ????? ??? ????? ??? ???? ? ????? ??? ?????? ??? ???? ???
La palabra en rojo es Kyrios, una palabra griega utilizada para referirse a Dios cuando
se trata en un sentido espiritual. Para poder comprender mejor, veamos primero en
español:
Como podemos notar, dos veces se utiliza la palabra Señor. Ya vimos cómo lo expresó
el griego en el verso 43, ahora veamos cómo lo expresa en el verso 45 que es en donde
nuevamente aparece la palabra Señor:
??? ??????? ? ?????????? ??? ????? ????????? ???? ???????????? ????
???? ??????
Algunos, desempolvando viejas herejías del siglo V separan que María es solo madre de
la parte humana, pero en Jesús hay una sola persona. Para refutar que María solo era
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madre de su humanidad, y que realmente lo fue de la persona divina que tomó una
naturaleza humana podemos ver cómo es llamada María incluso después que Cristo ha
resucitado:
María es llamada madre de Jesús, incluso cuando Jesús ya ascendió al cielo, pues
María no dio a luz a un cuerpo sino a una persona con dos naturalezas.
Esta parte del Ave María simplemente hace mención a que pidamos intercesión a María
por nuestras necesidades. Para comprender esto tengamos presente que Dios es un
Dios de vivos y no de muertos. (Mc 12, 27). Los que han muerto en la gracia de Dios y
alcanzado la vida eterna junto a él pueden interceder por nuestras necesidades tal como
lo hicieron en la tierra. El asunto aquí es que quienes cuestionan esta parte del Rosario
piensan que un muerto no puede interceder como si su capacidad de interceder
dependiera de que su alma estuviera unida a un cuerpo. Podemos incluso notar como
los que habían muerto no dormían como sucedió en la Transfiguración cuando Moisés y
Elías, ya muertos aparecen en ese momento (Mc 9, 1-4).
Esta parte del Ave María nos permite comprender varias cosas:
- La oración es eficaz y por ello pedimos que se interceda por nosotros. ¿A cuántas
personas pedimos que ore por nuestras necesidades? Lo hacemos permanentemente.
En el Rosario se lo pedimos a la madre de Dios, que está en el cielo. San Pablo
intercedía por sus comunidades:
Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en
nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre,
cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en
nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. (1 Tes 21, 2-3)
Lo que San Pablo hacía, lo hizo también María en las bodas de Caná cuando le pide a
su Hijo por el vino que ha faltado (Jn 2, 1-12)
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cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!" (Ef 6, 18-20)
San Pablo nos invita a interceder por TODOS los hermanos. San Pablo pide incluso que
intercedan por él. Lo que San Pablo le pide a esos hermanos, lo pedimos nosotros a la
Virgen María. En el fondo el real problema que se encuentra aquí es que ya la Virgen no
está con nosotros sino que está con Dios en el cielo. Ante esto debemos tener presente
que quienes nos anteceden en el cielo pueden ser conscientes de lo que pasa entre
nosotros. Veamos como Hebreos menciona a los héroes del Antiguo Testamento, y para
que sean testigos esos que habían ya muerto es porque son conscientes de lo que
pasa:
Podemos también notar como los que mueren son conscientes de lo que pasa en la
tierra. Veamos por ejemplo en Apocalipsis:
Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían
sido inmolados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que habían dado. Ellas
clamaban a voz en cuello: "¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en
hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?" (Ap 6,
9)
- Pueden orar los que ya están en el cielo. Para los que rechazan el Rosario pareciera
que los que están en el cielo no fueran parte del mismo Cuerpo de Cristo. Todos somos
partes del mismo Cuerpo, y así aun cuando en la tierra muchos no son hermanos, se
sienten y se llaman así, igual pasa con los de cielo y nosotros. En el cielo no hay
egoísmo, todo es amor y es paz, así que quienes están con Cristo pueden interceder y
sobre todo conocer mis necesidades, no por un poder propio sino porque participan del
Cuerpo de Cristo. San Pablo se sentía entre quedarse o morir para estar con el Señor
porque él sabía muy bien que partir de este mundo implicaba estar con Cristo (Fil 1, 23).
Y cuando se está con Cristo en el cielo, igual seguimos siendo parte del mismo Cuerpo
místico: Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese
Cuerpo (1 Cor 12, 27). Es decir que los que ya murieron en Cristo SIGUEN siendo el
Cuerpo de Cristo.
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"Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se
postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de
perfume, que son las oraciones de los Santos". (Ap 5, 8)
"Y vino otro Ángel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una
gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los
santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y el humo de los perfumes,
junto con las oraciones de los santos, subió desde la mano del Ángel hasta la
presencia de Dios". (Ap 8, 3-4)
Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón,
interviene María con su intercesión materna. «La oración de la Iglesia está como
apoyada en la oración de María».Efectivamente, si Jesús, único Mediador, es el
Camino de nuestra oración, María, pura transparencia de Él, muestra el Camino, y
«a partir de esta cooperación singular de María a la acción del Espíritu Santo, las
Iglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios, centrándola sobre la
persona de Cristo manifestada en sus misterios». En las bodas de Caná, el
Evangelio muestra precisamente la eficacia de la intercesión de María, que se hace
portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).[15]
La última parte del Ave María simplemente recuerda en qué momentos requerimos de la
intercesión, que debe ser siempre, porque siempre necesitamos de la gracia de Dios. En
la hora de nuestra muerte con mayor razón necesitamos del ruego de los demás.
¿Acaso cuando alguien está muy grave y a punto de morir no es cuando más se pide
intercesión por su vida? No es algo sólo de católicos, lo vemos en todas partes. Pues
eso es lo que hacemos nosotros. Pedimos intercesión y esta intercesión no suplante a
Cristo, al contrario, esta intercesión participa de la de Cristo, porque es él quien concede
las peticiones.
"Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva" (Mc 5,
23)
"Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo"". (Jn 11,
3)
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En aquellos días, Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós,
fue a verlo y le dijo: "Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a
morir. Ya no vivirás más".
Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor! Recuerda
que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo
que es bueno a tus ojos". Y Ezequías se deshizo en llanto. (Is 38, 1-3)
Cuando comprendamos que el centro del Rosario es Cristo, muchos podrán verlo con
otros ojos. Nuevamente dejemos que el documento Rosarium Virginae Mariae nos
hable:
El centro del Ave Maria, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es
el nombre de Jesús. A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto
central y tampoco la relación con el misterio de Cristo que se está contemplando. Pero
es precisamente el relieve que se da al nombre de Jesús y a su misterio lo que
caracteriza una recitación consciente y fructuosa del Rosario (N. 33)
Debemos ser capaces de visualizar que en el Rosario repetimos 50 veces que Jesús es
bendito.Es Jesús el que está en el centro del Ave María. Son los misterios de su vida los
que contemplamos, y la intercesión que pedimos a su madre va dirigida a Él.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús,
dando gracias por él a Dios Padre (Col 3, 17). Eso es el rezo del Santo Rosario, lo
hacemos en nombre del Señor Jesús, acompañado de su madre.
Cada misterio nos transmite la vida de Jesús y nos invita a meditar en ello. La vida de
oración conlleva vivir distintos momentos de espiritualidad. Para cualquier cristiano no
en todos los momentos pasamos por lo mismo. Esto lo reconocen hasta los no católicos.
Pues el Rosario nos permite meditar estos distintos momentos de la vida de Cristo.
Dolorosos:
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Gozosos:
"No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el
Señor. (Lc 2, 10b-11). Los misterios gozosos nos llevan por los inicios de la vida del
Señor y poder ver esos momentos como experiencias de gozo. Todos pasamos por
momentos así, y comprendemos que en el seguir a Cristo, no todo es cruz aunque todo
sea el camino a la Cruz. Hay momentos de alegría, de gozo, que incluso en los difíciles
nos llenamos de esperanza. Nuestro Dios nos permite vivir estos momentos y debemos
en cada Ave María meditar por esas bendiciones que recibimos y que a veces no
agradecemos al Señor.
Gloriosos:
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que
Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre
él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así
también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús. (Rom 6, 8-10)
Los misterios gloriosos centran nuestra esperanza en lo que viene después de lo que
simplemente vemos. Estos misterios nos enseñan que en Dios no hay fracaso, y que
después de la muerte llegó la Resurrección de Cristo. Estos misterios nos llenan de la
esperanza de saber el camino de Cristo luego de vencer la muerte. En cada Ave María
debemos meditar en la victoria de Cristo y en llenarnos de fuerza para venciendo el mal,
gozar de la Resurrección que nos espera y aguarda.
Luminosos:
Porque el mismo Dios que dijo: "Brille la luz en medio de las tinieblas", es el que hizo
brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria
de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. (2 Cor 4, 6)
Estos misterios nos revelan a Cristo en momentos importantes y trascendentales. Los
misterios luminosos nos deben llevar a iluminar nuestra vida de la presencia de Cristo.
En cada Ave Maria debemos clamar esa luz de Cristo que pueda sacar las tinieblas y el
pecado, que nos enderecen el camino y no permitan que nos alejemos.
Después del rezo meditado del Santo Rosario deberíamos sentirnos como los discípulos
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"¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba
las Escrituras?" (Lc 24, 32)
Cada Rosario rezado es un encuentro con Jesús a través de María, y con ella recorrer la
vida de Jesús para ser verdaderos discípulos. No temamos ir de la mano de la buena
madre, porque en el Rosario ella nos dice: ¡hagan lo que él les diga!
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