Professional Documents
Culture Documents
CÁTEDRA CARIBE
DOCENTE: Mg.Jhonny Cuao Santamaría
LECTURAS INTRODUCTORIAS
Palabras Claves: Caribe, mestizaje, definiciones del Caribe, visiones del Caribe, colonización, plantación,
dominación, resistencia.
Los términos están cargados de historia, de ideologías y discursos, de imaginarios. Para hablar del Caribe hay
que definirlo, y debemos exigir y exigirnos una definición de cada Caribe del que hablamos. El Caribe es tan
antiguo como América y desde aquí se haya definido América –el Caribe es contemporáneo (Gatzambide-
Geigel, 1996).
Existen muchas posibilidades de delimitar el Caribe y de definirlo desde adentro o desde afuera. Esto se debe,
entre otras razones, a su localización en un área de intersección entre unidades macrorregionales en el sentido
de continente cultural, lo que implica una participación y presencia de aquella tanto en el ámbito cultural,
político, económico como en la historia territorial.
Una de sus características más destacada fue siempre la pluralidad contradictoria y los contrastes en sus
dominadores y dominantes. (Sandner, 1983)
A continuación, señalamos algunos investigadores del Caribe, que lo han definido desde diversas, y hasta
divergentes visiones, lo que enriquece su estudio y abre la posibilidad de construir nuestra propia definición a
fin de abordarlo como objeto y sujeto de estudio.
Quince Duncan “El Gran Caribe: Naturaleza y Cultura como conceptos dinámicos” Traducción Libre del
Documento Paz en los Océanos. Documentos Técnicos No. 41, 1997.
Duncan nos dice “...El Gran Caribe es más que un mar. Desde el punto de vista cultural, el Gran Caribe es un
área que se extiende desde New Orleáns en el norte hasta las Guyanas al sur del continente, incluyendo, de
paso, a Veracruz, la Costa Atlántica de Centroamérica y la parte septentrional de Sudamérica, las Islas del
Caribe y abarcando la totalidad de Belice y la mayor parte del istmo de Panamá. Se puede describir el Gran
Caribe como una zona con una vasta diversidad cultural, pero al mismo tiempo, los tradicionales lazos con las
potencias coloniales de los siglos XVI y XVIII, por una parte, y la presencia decisiva de la cultura africana, por
otra, le han dado al Gran Caribe ciertas características que lo distinguen como un ente cultural con una
identidad única”
Alberto Abello Vives. Investigador y Exdirector del Observatorio del Caribe colombiano. “El Caribe
objeto de estudio”
El economista Abello Vives en su texto “Caribe visto por Benítez Rojo” asegura que “el Caribe no existe. No
existe una única representación sobre esta porción del globo terráqueo que pueda ser compartida por quienes
abordan su conocimiento. Son muchas las visiones que existen sobre el Caribe: desde adentro de la misma
región y desde afuera de ella. El Caribe como concepto, se ha ido construyendo históricamente. Como región,
su concepto se encuentra en construcción”.
Continúa presentándonos distintas visiones, entre ellas se encuentran aquellas que lo consideran como una
sección de América Latina. Para otros, se homologa a las Antillas, Mayores y Menores. Desde la
Commonwealh, las referencias con las islas angloparlantes o West Indies. Para quienes escudriñan la matriz
africana, las exenciones culturales del Caribe trepan por Norteamérica y descienden por Sudamérica. Para
Estados Unidos, la Cuenca del Caribe, cuando diseña su estrategia geopolítica particular. Los organismos
internacionales y las agencias multilaterales como La CEPAL, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de
Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, cada una presenta al mundo su “propio” Caribe.
Un primer criterio al que se accede para dar respuesta a la pregunta qué es el Caribe es, por obvias razones, la
geografía. Se piensa inmediatamente en la ubicación del Caribe como mar, como accidente geográfico, y se
marca su área en el Trópico de Cáncer.
La utilización de una visión estática de la geografía constriñe a llamar Caribe al conjunto de territorios, insulares
y continentales, cuyas costas bañadas por el mar Caribe, y excluye a otros territorios que ancestralmente han
estado vinculados a las dinámicas sociales, económicas y políticas de esta área del planeta, como son el caso
de El Salvador, Bahamas, Guyana, Surinam y Guayana Francesa, en los que durante el poblamiento
precolombino, el Descubrimiento, la Conquista y la Colonización de sus territorios fueron ensartados, como
cuentas de un mismo collar con el resto de los territorios del Caribe. La historia de estos territorios no puede
desligarse del Caribe, así sus playas no sean bañadas por el mismo nombre o se encuentren por fuera de ese
mar semicerrado.
Así, se es del Caribe sin estar en él. Como esa ciudad caribe de Panamá en el Pacífico o Veracruz en la costa
del Golfo de México, conectada al Caribe en la ruta de los galeones y por la ruta del danzón y el bolero.
2
¿Pertenece o no el Golfo de México al Caribe? ¿Es ese otro accidente geográfico diferenciado del mar semi-
cerrado? Si lo fuese, ¿la aplicación del sólo criterio geográfico acaso no traería confusión sobre los resistentes
vínculos de la economía y la cultura de Veracruz –en la costa mexicana- con el resto del Caribe a lo largo de la
historia? Pero, incluir a Veracruz, si se aplicasen otros criterios distintos al geográfico, invitaría entones a la
consideración de Nueva Orleáns –y por tanto de Estados Unidos- como otras piezas integrantes del
rompecabezas del Caribe. ¿Acaso Florida? ¿Y la costa sobre el Golfo de México no asegurarían entonces la
pertenencia de Estados unidos al mapa del Caribe?
Aplicar simplemente criterios geográficos en la búsqueda de los límites del Caribe produce una visión imprecisa
de la región. Es evidente aquí que se requiere para su examen de otros cristales para lograr una mejor
resolución del Caribe, por lo que se recurre al lente de la cultura como segundo criterio a la mano.
Después de las anteriores reflexiones, continúa Abello afirmando que si bien el Caribe supera los límites
geográficos estrechos del Mar caribe, tampoco es ilimitado. El Caribe es una geografía y unas culturas
derivadas de un proceso que arranca en las profundidades de la historia pero que brota con el Descubrimiento
de América y que requiere, precisamente, de otras percepciones como la historia y la política para que éstas
contribuyan a explicarlo. ¿Cómo hacer estudios como éste amparados en una definición del Caribe? ¿Cómo
promover igualmente la integración política o comercial bajo esta perspectiva? Una definición del Caribe para
tales fines pasa entonces por una toma de decisión, por la política, Ya en 1975, Leslie Manigat escribía “dígame
cuál es su definición del Caribe y le diré cuál es su posición política”
Adentrarse en la historia nos conduce a nuevos mapas coloreados con las líneas de los procesos que se han
dado. Las carencias de la geografía, pues es necesario recalcar que el Caribe no es un punto en el mapa, las
llena la historia. La geografía hay que verla en la historia y la historia tiene sentido en la medida que no se
puede separar del espacio. El Caribe es un “monumental molino histórico” que hilvana sus territorios desde los
tiempos precolombinos, donde se realiza posteriormente el encuentro de culturas (nativas, africanas, europeas
y asiáticas) que lo convierte en una región única, no repetida en parte alguna del planeta, y que se incorpora a
la economía mundial desde el momento mismo que le expedición de Colón suelta amarras en busca de las
Indias.
. Para entender el Caribe, y sus componentes es necesario recurrir, además de la geografía y la política, a la
cultura, la geohistoria y la economía
No existe una única representación del Caribe. El Caribe está entonces in constructo y hay que asumirlo como
tal, más allá de convertirlo en un problema de investigación. El Caribe resulta difícil de codificar, pues en ese
ejercicio de ser construido como concepto no cesa de reconstituirse.
Gabriel García Márquez. Escritor colombiano. “Algo más sobre literatura y realidad” El Espectador,
Bogotá, 1 de julio de 1981
El Nóbel de Literatura nos expresa que “….el Caribe en rigor se extiende (por el norte) hasta el sur de los
Estados Unidos, y por el sur, hasta Brasil. No se piense que es un delirio expansionista. No: es que el Caribe
no es sólo su área geográfica, como por supuesto lo creen los geógrafos, sino un área cultural muy
homogénea...”
En el artículo el Premio Nóbel afirma “en el Caribe, a los elementos originales de las creencias primarias y
concepciones mágicas anteriores al Descubrimiento, se sumó la profusa variedad de culturas que confluyeron
en los años siguientes en un sincretismo mágico cuyo interés artístico y cuya propia fecundidad con
inagotables. La contribución africana fue forzada e indignante, pero afortunada”
Benítez Rojo, en el texto “La isla que se repite” considera que el Caribe es un meta-archipiélago cultural, que
carece de límites y de centro. Este archipiélago está integrado por un conjunto de islas y cada isla es la copia
de una que se repite entre la desembocadura del Missisippi y la desembocadura del Amazonas. El
archipiélago Caribe, dentro de su turbulencia historiográfica y su ruido etnológico y lingüístico, dentro de su
generalizada inestabilidad de vértigo y huracán, pueden percibirse los contornos de una isla que se “repite a si
misma”, desplegándose y bifurcándose hasta alcanzar todos los mares y tierras del globo, a la vez que dibuja
mapas multidisciplinares de insospechados diseños.
En su obra “Significación del ritmo en la estética caribeña”, Benítez Rojo escribe “Si partimos de un criterio
geográfico, el Caribe estaría comprendido por las Antillas Mayores y Menores, y por los territorios que bordean
el Mar Caribe, quedando entonces excluidos aquellos que miran para el Golfo de México: así como las
Bahamas, Barbados, Guayana, Cayenne y Surinam, naciones que generalmente son consideradas caribeñas.
Por otra parte, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, que tomamos como naciones centroamericanas,
quedarían incluidas como caribeñas, mientras que El Salvador no lo sería. Tampoco sería la Ciudad de
Panamá, que da al Pacífico, aunque sí lo sería Colón, junto al lado caribeño del Canal. Si en vez de seguir el
criterio geográfico seguimos uno socioeconómico, estudiar el Caribe en los términos de la Plantación América,
es decir, las partes del continente americano donde se desarrolló una economía de plantación esclavista. No
obstante, si uno fuera a seguir estrictamente este criterio, el Caribe incluiría, además de las Antillas, una gran
parte de los Estados Unidos y el Brasil, así como las regiones costeras del norte de América del Sur y la franja
occidental del antiguo Virreinato del Perú, la cual mira hacia el Pacífico.
Oscar Collazos, escritor colombiano. Un Intruso del Pacífico. IV Seminario Internacional de Estudios
del Caribe, 1999.
“...El Caribe se prolonga hasta el Ecuador y, exactamente, hasta la ciudad portuaria de Guayaquil...el Caribe
entra por el Canal de Panamá, corre por toda la franja del Pacífico hacia el sur, salta por Buenaventura por lo
villorrios del Cauca y de Nariño, llega al norte de Ecuador a las costas de Esmeralda y acaba por crear una
estación provisoria y casi final en Guayaquil”
Francisco Avella, docente e investigador Universidad Nacional, sede San Andrés. “El Caribe: bases
para una geohistoria”
Sustenta Francisco Avella que desde el método geográfico tradicional, consistente en establecer de antemano
un marco territorial y político estable, para un país, un conjunto de regiones o de países, el Caribe sería un
conjunto que conforma hoy un bloque de 36 países. A nivel internacional, el Caribe parece más una colcha de
retazos, que una región políticamente integrada. En cierta manera la fragmentación geográfica, expresa
también una fragmentación política que los mecanismos de integración no han podido superar a partir de las
diferentes organizaciones internacionales con objetivos e intereses divergentes (CARICOM, Asociación
Estados del Caribe, Grupo de Contadora, Grupo de los Tres, etc.)
El Caribe solo es conocido por irrigar música, el son, el mambo, el calypso, el souk, la socca, el reggae y la
salsa. También por algunos textos filosóficos menores escritos en forma de poesía (Walcott, de Trinidad), o de
novela (García Márquez, Campentier) o simplemente de canciones (El negrito del Batey). Como lo muestra
Hurbon, (1988) para el caso de Haití, el Caribe es visto como el reino de la barbarie, la brujería, los “zombis”,
los caníbales, los dictadores y las “banana republics”. Y si no fuera por las publicaciones, las películas “soft” y
los catálogos de promoción turística que hoy muestran el Caribe de la carta postal, el mar, la playa y el
cocotero, cuando no el de las tres Ss “Sea, Sand and Sun” (Dollfus, 1997), o como actualmente el de las cuatro
S´s, end Sex.
¿Qué es el Caribe? La respuesta puede ser muy simple: una imagen especular de Europa, que rechaza los
molde o el espejo con que se le quiere mirar, por lo cual es incomprensible al pensamiento europeo, o como lo
señala Lara (1998), se vuelve un “... un personaje indefinible, pues no se puede entender con las normas
habituales”
En el texto “Bases geohistóricas del Caribe colombiano” plantea que “El Caribe es un personaje complejo que
escapa a nuestras medidas y a nuestras categorías, que no se puede definir con nuestras normas habituales
(Oruno Lara, 1998)
El Caribe, su descubrimiento, o, mejor, su encuentro fue una equivocación. Colón buscaba las Indias
Orientales y encontró lo que hoy llamamos las Indias Occidentales.
“Mar de los Caribes”, mar semicerrado que está situado entre el arco de las Antillas y el continente americano,
el núcleo que estructura lo que hoy se llama “el Gran Caribe”, el cual abarca no sólo la cuenca de dicho
nombre, sino su entorno exterior.
Durante la colonización posterior al descubrimiento, el Caribe pasó a ser uno de los factores fundamentales en
el proceso de acumulación en Europa.
El Caribe fue también campo de experimentación de la economía de plantación impuesta por los imperios
inglés, francés y holandés, y los procesos asociados a su explotación: reemplazo y destrucción de la mano de
obra indígena, en su gran mayoría cambiada por la esclava, traslado masivo de poblaciones del África y
mestizaje asociado a la colonización.
Después de la gran importancia que tuvo en el siglo XIX con la perspectiva de apertura del Canal de Panamá,
el Caribe se convirtió en el centro geopolítico en donde los Estados Unidos implantaron su hegemonía a partir
de la Segunda Guerra Mundial a través del sistema de bases estratégicas (mísiles en Cuba).
En los años 70, frente al ímpetu del Área Pacífica (triunfo industrial de Japón y de los nuevos “dragones
industriales”) el Caribe cede su importancia estratégica, y pasa a ser un área secundaria en el juego geopolítico
y comercial internacional.
4
Con la caída del Muro de Berlín y los demás procesos de distensión, el Caribe se convierte en el Mediterráneo
de los americanos o más comúnmente, en el patrio trasero de los Estados Unidos.
El autor al abordar el panorama histórico que acompaña a la palabra Caribe, se plantea dos preguntas
esenciales ¿desde cuándo se llamó Caribe a ese mar delimitado por las Antillas, Centroamérica y parte de la
costa norte de América del sur? y ¿cuándo pasó el Caribe del mar a la geografía imprecisa de las masas de
tierras que lo rodean? Comparada con tres denominaciones: Caribe insular, Caribe geopolítico y cuenca del
Caribe, la expresión Caribe cultural posee la amplitud suficiente para abarcar a Afro-América Central.
“La primera traducción de la palabra caribe a un idioma europeo se remonta a 1492. En el diario de su primer
viaje a América, el genovés Cristóbal Colón tomó nota de unos “caribes” o “caníbales”, siempre al este de los
arahuacos antillanos que le daban las noticias. En el transcurso de ése y del segundo viaje al año siguiente,
Colón identificó a los “caribes” como habitantes antropófagos de lo que hoy llamamos Antillas Menores y otras
partes de ese “Nuevo Mundo”.
Hoy vemos que, comenzando por el propio Colón, los europeos bautizaron con el nombre de “caribes” a los
aborígenes que resistieron la conquista de sus tierras ancestrales en las Antillas. Luego les sumaron otros
amerindios a quienes querían “rescatar para la evangelización, léase esclavizar en sus minas, pesquerías de
perlas y siembras”. La reacción española ante la resistencia de los ayayanos (Habitantes de la isla Ay-Ay,
conocida ahora como Santa Cruz), resume el primer destino histórico de la palabra caribe: nativo rebelde o
esclavizado.
Para los hispanoamericanos el Caribe es ese mar de conquista y pillaje, luego de piratas, corsarios y
contrabandistas y, finalmente de escenario secundario de sus guerras de independencia.
El Caribe, en tanto denominación de una región geográfica, es un invento del siglo XX. Esta invención arranca
precisamente de la transición en nuestra región de la hegemonía europea a la estadounidense.
Gaztambide-Géigel explica las tres principales tendencias en que se han agrupado las definiciones del Caribe
como región geográfica y un poco de su historia, centrando el estudio en el manejo del término en el siglo XX y
en la base geopolítica de las tendencias. Éstas son:
Sinónimo de las Antillas o de las West Indies, por lo que suele incluir a las Guyanas y a Belice, y pude llegar
hasta las Bahamas y Bermuda. Esta acepción es la más utilizada en la historiografía y otros estudios sobre la
región porque es la única que coincide con los usos más antiguos, y con las identidades internacionales
internas de la región. Además, pone el énfasis en la experiencia de la plantación azucarera esclavista. El
Caribe antillano viene de las luchas independentistas en lo que quedó de Antillas españolas: Cuba y Puerto
Rico luchando por la abolición de la esclavitud; República Dominicana, por su liberación de Haití, y luego todos
frente a España.
b) El Caribe geopolítico
Se refiere al Caribe insular, América Central y Panamá, sobre todo después de 1945; hasta entonces, eran las
repúblicas antillanas y América Central, incluyendo a Panamá. Ésta es la más utilizada en la historiografía y
otros estudios sobre las relaciones con los Estados Unidos. Esta tendencia es la única engendrada
exclusivamente en los Estados Unidos y es tan antigua como el imperialismo intervensionista.
A los Caribes anteriores, éste añade a Venezuela y por lo menos parte de Colombia y de México. Ésta es la
tendencia más reciente. Se popularizó con la contraofensiva estadounidense cuyo garrote se blandió contra
Cuba desde 1979 y cuya zanahoria bautizó como “Iniciativa de la Cuenca del Caribe” el presidente Ronald
Reagen en 1983. Se trataba realmente de un Caribe geopolítico que excluía a países como Cuba y Nicaragua.
La designación de “tercermundista” responde a lo que hayan asumido algunas élites, sobre todo de las
“potencias regionales”, México, Colombia y Venezuela, desde la Segunda Guerra Mundial. Es decir, las élites
dominantes de esos países quieren acercarse a Caribe por sus propias aspiraciones geopolíticas; incorporan
además de la geopolítica de la hegemonía, la geopolítica de la resistencia latinoamericana.
Y finalmente añade el Caribe cultural o Afro-América Central. ¿Qué tienen de común todas las formaciones
sociales bañadas por el mar Caribe y las demás incluidas por virtud de la historia, la geopolítica o la
conveniencia metodológica de algunos investigadores? Se puede considerar el Caribe como las partes de Afro-
América o de la América de las plantaciones, que incluye el sur de los Estados Unidos, el Caribe insular, Brasil
y todos aquello lugares donde prevaleció la plantación* como organización socio-económica predominante.
Esta sería, entonces, la única definición estrictamente intelectual del Caribe. Lo que tienen en común todos
estos Caribes tan diversos y contradictorios, debemos centrarnos en la plantación*.
* Plantación: propiedad dedicada al cultivo de productos tropicales para la exportación con mano de obra esclava, compuesta mayormente
por esclavos africanos o descendientes de ellos, y a partir del siglo XIX, después de la abolición de la esclavitud, incluyera también peones
criollos, mulatos y mestizos y asiáticos importados. La plantación caribeña contemporánea, incluye tanto las centrales azucareras y sus
contornos como los latifundios bananeros, las maquilas y las grandes cadenas hoteleras.
5
La identidad etnocultural mestiza, pero marcadamente afroamericana, fraguada en esas plantaciones puede
ser la base de un consenso metodológico, pues coincidiría con experiencias y proyectos de la región. El
Caribe-cultural, por lo tanto, es todo lo que queda entre el sur de los Estados Unidos y el norte de Brasil: un
Afro-América Central.
Nos plantea la internacionalista Ramírez que desde mediados de los años noventa se ha comenzado a
denominar Gran Caribe a la amplia cuenca geográfica que va desde México hasta la Guyana Francesa y que
comprende las islas. Todo el istmo centroamericano y los países continentales de Sudamérica que tienen costa
sobre este mar. Esta denominación, que no incluye las costas estadounidenses, permite distinguir la región
tanto del Caribe insular como de la denominada Cuenca del Caribe, que, en la versión estadounidense, tenía
un claro sesgo ideológico.
La idea de conformar un Gran Caribe surge en el contexto histórico creado por los vacíos e imperativos que
marcan la actual situación de la región y sus perspectivas. Negativamente, nace del doble vacío dejado por la
transformación del antiguo colonialismo y por la desaparición del significado geopolítico que, a lo largo de la
Guerra Fría, le dieron especial importancia al Caribe insular y a Centroamérica respectivamente. De manera
positiva, obedece dos imperativos que determinan las posibilidades actuales y futuras de las islas, el istmo y
también de los países costeros: los procesos de globalización en curso y la presencia hegemónica de los
Estados Unidos.
“La Región Caribe es América Latina, Angloamérica, Europa y África a la vez, pero nada de esto en forma
directa o inmediata, sino porque con diferencias históricas o regionales considerables en cuanto al cuño del
contexto respectivo. Es difícil delimitar al Caribe. Detrás de las diferentes delimitaciones y definiciones que
actualmente se usan, aparecen perspectivas e intereses muy diferentes. Estas tentativas se pueden clasificar
en tres grupos:
1. Importancia de la plantación colonial y capitalista, la denominación externa de tipo colonial con sus
mutaciones y sus cambios históricos o elementos de cultura material y espiritual en las sociedades
fundamentalmente pluralistas.
2. “Commonwealt Caribbean”, es decir las antiguas colonias británicas.
3. Concepto de una gradación de áreas definidas según la identidad de orientación o “envoltura caribe”.
Leslie Manigat distingue:
- Una subregión central definida por “Clear Caribbean Identity”: las islas, Belice y las tres
Guyanas;
- Una región más amplia de “Common Caribbean Appartenance”, que incluye América Central,
Colombia y Venezuela;
- “Specific Caribbean Involvement”, México, los Estados Unidos, Brasil, Francia, Inglaterra,
Holanda y
- en forma más extensa con “General Caribbean Interest”, incluyendo Japón y algunos países
africanos”.
El Caribe anglófono aparece como un conjunto de Estados predominantemente insulares (con excepción de
Guyana y de Belice) de reducido tamaño territorial y restringida población. Por su parte, los Estados
latinoamericanos, tanto insulares como continentales, presentan magnitudes territoriales y demográficas más
significativas. Ambos Caribes se diferencian en la existencia de características culturales, sociales, políticas y
económicas distintivas:
Jean Stubbs. University of North London. “Reflexiones acerca del Gran Caribe. Identidades múltiples
en el mundo del Atlántico”
6
“El Gran Caribe podría ser definido según su organización, pero también por su geografía, geopolítica, historia,
cultura, idioma e identidad. El término caribe, según se aplica a la región, fue un invento de los Estados Unidos
en su expansión hacia el sur a finales del siglo XIX, pero materializado en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe
de los años 80. (Gatzambide-Geigel, 2000). La perspectiva de “cuenca” ha sido apropiada por el tercer mundo
y el Caribe. De esta manera, la noción de Caribe ha sido y sigue siendo, redefinida y reinterpretada
dependiendo de fuerzas externas e internas. Esto es lo que sucede ahora con la creciente importancia de las
diásporas del Caribe, a tal punto que el Caribe es visto como una transnacional, más allá de su relación
colonial y postcolonial”
La autora nos dice que definir el Caribe, o cuenca del Caribe, o Gran Caribe en el contexto de la geopolítica, ha
sido una tarea que a través de los tiempos ha pretendido enmarcar la diversidad de esa región bajo los
numerosos aspectos de su esencia como naciones. Nos referimos unas veces al Caribe anglófono, al Caribe
francófono, al Caribe hispano, etc.
Varias definiciones han sido planteadas. Van desde la de Estados Unidos, basada en criterios estratégicos, la
cual es formulada a partir del estado de Florida, con el conjunto del Caribe insular, los países centroamericanos
y las tres Guayanas, pasando por la denominación de West Indies, la cual restringe a la región a los Estados y
territorios insulares, con base en la configuración histórica común basada en los procesos de colonización,
hasta las siglas en el presente, cuando buscando su integración, los países de la región hacen presencia en su
política multilateral en los principales foros de concertación hemisféricos, agrupados como la Comunidad del
Caribe – CARICOM- y la Asociación de Estados del Caribe –AEC- entre otras.
Andrés Bansart, profesor Universidad Simón Bolívar, Caracas. “¿Identidad o identidades culturales en
el Caribe?
La región se va definiendo con respecto a otras regiones de las Américas o del mundo. ¿Cómo definir este
Caribe? ¿Cómo archipiélago mediterráneo en las Américas? ¿Cómo el archipiélago con las costas étnicamente
parecidas a las de Colombia o Venezuela? o ¿cómo el “Gran Caribe”, la gran cuenca de este mar
mediterráneo? Mejor no responder a estas preguntas para dejar a cada caribeño, a cada ser individual o
colectivo, contestarlas (o ir respondiendo) desde sus YO y sus OTROS, desde sus ayer y sus ahoras, también
desde sus proyectos de desarrollo.
Una sola respuesta podría plantearse como un acto de fe: frente al pensamiento que se quiere único, frente a
una potencia económica que quisiera ser una gran holding planetario, frente a una fuerza político-militar que
decidiría imponerse al resto del planeta el Caribe rico de sus identidades múltiples seguirá siendo una
respuesta cimarrona y una esperanza de diversidades, imaginaciones y reflorecimientos.
Norman Girvan. “Reinterpretar el Caribe” University of the West Indies. Revitsa Mexicana del Carine
No. 7, 2000
En el artículo Girvan analiza la manera en que la noción de Caribe ha sido -y está siendo- redefinida y
reinterpretada, en función del interés por ofrecer respuestas a las influencias externas y a los procesos
internos. Una posición apropiada es sostener que no hay una definición “precisa” o consumada; la definición
del Caribe podría fundamentarse en el idioma y la identidad, en la geografía, en la historia y la cultura, en la
geopolítica, en la geoeconomía o incluso en la pertenencia a un organismo regional. El Caribe del mañana no
será exclusivamente una concepción anglófona o hispánica; y no estará atado exclusivamente a un espacio
geográfico o a una definición. Será una comunidad que comparta intereses y estrategias económicas, sociales
y políticas, con la inclusión de diferentes idiomas y expresiones culturales.
¿Qué se entiende por Caribe? La respuesta con frecuencia tiene que ver con la perspectiva que se adopte y el
contexto en que se presente. En la región, los anglófonos acostumbran hablar y pensar acerca del Caribe
refiriéndose a las islas de habla inglesa o a los estados miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM).
Algunas veces la frase “the wider Caribbean” es empleada para aludir, en realidad, a “los otros”. En la
bibliografía hispánica, El Caribe suele aludir a las islas donde se habla español solamente, o a Las Antillas
¾toda la cadena de islas. No hace mucho se comenzó a distinguir entre El Caribe insular ¾las islas¾ y El
Gran Caribe (Greater Caribbean) o la cuenca completa. Entre los académicos, “el Caribe” es una categoría
socio-histórica que nombra a una zona cultural caracterizada por el legado esclavista y el sistema de
plantación. Comprende las islas y partes contiguas de tierra continental y puede extenderse hasta incluir la
diáspora caribeña allende al mar. Como anota un académico, existen en realidad muchos Caribes
(Gaztambide-Geigel, 1996, 84).
Tal diversidad se refleja en la composición de las organizaciones regionales. CARICOM nació como un grupo
de estados anglófonos principalmente, aunque recientemente incluyó a Surinam y procura incorporar a Haití.
CARIFORUM está conformado por las entidades caribeñas firmantes de la Convención de Lomé, e incluye a
CARICOM, Haití y la República Dominicana. La Asociación de Estados del Caribe (AEC) reúne a estados de
toda la cuenca. La mayoría de los territorios coloniales en el Caribe no pertenecen a CARICOM, CARIFORUM
o a la AEC; sin embargo, muchos son miembros del Comité de Cooperación y Desarrollo Caribeño (CCDC) de
7
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La CCDC excluye a gran parte de los
Estados de la cuenca; la membresía se corresponde rígidamente con la pertenencia al Caribe insular.
Lo que resulta significativo son las redefiniciones subsecuentes del concepto Caribe, elaboradas por
académicos de la región como expresiones de resistencia intelectual y política. Esto fue particularmente
notable en el caso del New World Group, que surgió en el Caribe anglófono durante la década de 1960. Guiada
por las ideas del antropólogo estadounidense Charles Wagley y forjada en los primeros trabajos de los
nacionalistas radicales C. L. R. James (1938)1[1] y Eric Williams (1944, 1970),2[2] el grupo presentó una visión del
Caribe como parte integrante de la “plantación americana”. Las similitudes en cuanto a historia y cultura fueron
destacadas para contrarrestar las diferencias en lenguaje o influencia colonial. En palabras de Best:
Es cierto que [el Caribe] incluye las Antillas ¾Mayores y Menores¾ y las Guyanas... Pero
muchas veces el Caribe también incluye el litoral que rodea nuestro mar..., lo que estamos
tratando de abarcar en nuestro esquema es el fundamento cultural, social, político y
económico de la “plantación de azúcar”, variante del pensamiento colonial (Best, 1971, 7). 3[3]
Para Best esta definición resultó básica en el intento de fijar un vínculo entre la reflexión intelectual y la libertad
caribeña. Existe un paralelismo entre la posición asumida por el antropólogo haitiano Jean Casimir (1991, 75-
77) y el historiador puertorriqueño Gaztambide-Geigel (1996, 90-92). Este último considera al Caribe como
parte de Afro-América Central, y señala que tal nombre procede de una concepción etnohistórica de la región.
La visión regional del Caribe no se limita a la perspectiva etnohistórica. Como muestra de resistencia, la noción
de “cuenca”, del poder imperial, ha sido invertida por algunos. La visión con que Gaztambide-Geigel caracteriza
al tercermundismo tiene antecedentes, al menos, desde la década de 1940 y ha sido revitalizada por las élites
de México, Colombia y Venezuela, mediante el llamado Grupo de los Tres (G3). Más tarde esa visión se
consolida con el nacimiento de la AEC y del Foro de la Sociedad Civil de El Gran Caribe, una organización no
gubernamental. Sin embargo, se entiende que esas organizaciones tienen como objetivo enfatizar la
cooperación y fomentar intereses comunes; cualquier expresión antihegemónica, en caso de presentarse, no
se plantea de manera explícita.
Por lo tanto, la noción de Caribe ha sido -y está siendo- continuamente redefinida y reinterpretada, en función
del interés por ofrecer respuestas a las influencias externas y a los procesos internos. Una posición apropiada
es sostener que no hay una definición “precisa” o consumada; el contenido depende más bien del contexto,
pero ello debe especificarse con claridad cuando se emplee con propósitos descriptivos o analíticos (ver por
ejemplo la Tabla 1). Desde el punto de vista conceptual resulta útil distinguir dos variantes: el Caribe insular
(una categoría sociohistórica más que geográfica, que incluye las islas, las tres Guyanas y Belice) y el Gran
Caribe (la cuenca). Desde el punto de vista de los organismos regionales, es necesario distinguir el Caribe de
CARICOM, el de CARIFORUM y el de AEC. En el nivel cultural, la creciente importancia de la diáspora del
Caribe insular hacia Norteamérica y Europa ha sido reconocida, así que el Caribe no es sólo multilingüe,
también es trasnacional.
SIGLAS:
AE Asociación de Economistas del Caribe.
GPACP Grupo de países africanos, caribeños y del Pacífico signatarios de la Convención
de Lomé con la Unión Europea (UE).
CARICOM Comunidad del Caribe. Sus miembros son 13 Estados anglófonos, Surinam y
Montserrat, un territorio dependiente de Inglaterra. Haití ha sido admitido en
principio, pero el trámite aún no ha concluido.
CARIFORUM Miembros caribeños del GPACP. Los miembros son el CARICOM, la República
Dominicana y Haití.
AEC Asociación de Estados del Caribe. Todos los miembros son Estados de El Gran
Caribe, más tres territorios franceses ultramarinos (no ratificados como miembros
asociados).
ICC Iniciativa de la Cuenca del Caribe
CCDC Comité Caribeño de Desarrollo y Cooperación de la CEPAL (Comisión Económica
para América y el Caribe). Todos los Estados miembros pertenecen al Caribe
insular únicamente más los territorios ultramarinos de Holanda y Estados Unidos,
así como tres territorios dependientes de Inglaterra
Foro Civil Foro de la Sociedad Civil de El Gran Caribe.
CCD Centro Caribeño de Desarrollo, un conglomerado de organizaciones no
gubernamentales del Caribe insular.
CRIES Coordinación Regional de Investigación Económica y Social, una red de centros de
investigación ligados a organizaciones no gubernamentales.
AECA Asociación de Estudios del Caribe
Alberto Abello. Economía y Sociedad del Caribe colombiano al finalizar el siglo XX, economista,
profesor e investigador.
Geográficamente el Caribe continental está conformado por un territorio continental, un territorio insular, el
archipiélago de San Andrés y Providencia, y un amplio espacio marítimo. La zona continental incluye un
territorio que aparece dividido, de acuerdo al actual ordenamiento político-administrativo de Colombia, en
nueve departamentos. Además de los siete departamentos en el continente tradicionalmente conocidos como
costeños – Atlántico,. Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira. Magdalena y Sucre-, la geografía del Caribe incluye
los golfos del Darién y de Urabá cuya jurisdicción corresponde a dos departamentos, Antioquia y Chocó, que se
consideran parte de otras regiones de Colombia.
En términos estrictos, el litoral continental del Caribe colombiano va entonces desde Cabo Tiburón, en la
frontera con Panamá, hasta Castilletes, en la frontera con Venezuela. Actualmente, el Caribe colombiano tiene
una extensión territorial de 132.288 Km2, 10% del territorio nacional, repartidos en un área continental de
132.218 Km2 y otra insular de 70Km2. La longitud de la costa sobre el Mar Caribe es de 1600 Km.; la zona
económica exclusiva de Colombia en este mar es de aproximadamente 536.574 Km 2.
Francisco Avella. “Bases geohistóricas del Caribe colombiano”
La visión interna es la visión de sus propios habitantes quienes la designan como la “costa Atlántica” Esta
designación revela la “desidia geográfica” mediante la cual la nación ha cedido y perdido extensos territorios en
el Caribe.
El Caribe colombiano es uno de los sitios geográficamente más variados de la tierra: posee la montaña litoral
más alta del mundo, 5775 metros, los tipos de vegetación más diversos, desde las zonas subdesérticas
tropicales hasta bosques más húmedos en la parte baja, correspondientes a los diversos gradientes de
humedad y, prácticamente, todos los climas correspondientes al gradiente de altitud. Es dueño de una de las
área humedales más importantes del mundo, 320.000 hectáreas inundadas en forma permanente, y 900.000
de hectáreas que se inundan por más de seis meses, lo mismo que la isla fluvial más grande de la tierra,
Mompox.
Desde el punto de vista marítimo, la cuenca del Caribe colombiano comprende unos 589.160 Km2, con unos
1330 Km. de costa, en donde se encuentran una gran variedad de ecosistema marinos tropicales que
comprenden desde los estuarios del río Magdalena hasta las islas oceánicas de San Andrés y Providencia.
La parte sur del Caribe occidental ha sido asiento de culturas indígenas cuya importancia se mide por el aporte
tecnológico a procesos como los de la invención de la cerámica utilitaria, la orfebrería del oro y la
domesticación de la yuca (Lavallé, 1995).
Hoy parece necesario tomar una decisión: llamarla en todos los textos región Caribe, no sólo porque está
bañada por el mar Caribe, sino porque la historia del Caribe le da sentido a la historia de los pueblos que la
habitan. Sus raíces hay que encontrarlas en el contexto más amplio del Caribe. El Caribe colombiano está
mucho más ligado cultural, ideológica y socialmente al Gran Caribe que a Bogotá”.
BASES GEOHISTORICAS DEL CARIBE COLOMBIANO. Avella, Francisco. 2000. En: Revista
Aguaita No. 3. Observatorio del Caribe colombiano, Cartagena de Indias, pag. 26 a 32.
10
El objeto de este artículo es simple: mostrar como primera parte y muy rápidamente, por debajo de la visión
que cada cual puede tener del Caribe colombiano de que ideas está tejido, qué hilos lo componen, de qué está
hecho, es decir su contenido. Como segunda parte, mostrar menos rápidamente como está tejido, es decir
mostrar su “forma”. Y como tercera y última parte, mostrar rápidamente y en forma hipotética cuál sería desde
el punto de vista de la geohistoria su estructuración no en el sentido de las partes que lo componen sino de las
relaciones que hacen que, por una parte, pertenezca a:
* Un país de 4 esquinas (amazónica, orinocense, pacífica y caribe), que la Universidad Nacional busca
entender a través de sus sedes de Leticia, Arauca, Tumaco, que aún no ha iniciado, y la de San Andrés que se
creó en 1966, pero que sólo lleva dos años de actividades permanentes, y por la otra
* A la cuenca del Gran Caribe, tal vez el más grande crisol de culturas del planeta, y el mixer cultural
más importante de la historia, pues todo lo que ingresa a su territorio, lo integra, lo vuelve suyo, lo vuelve
Caribe, desde la economía y la política, hasta la música, (me gusta más el “Let´s be” de Celia Cruz que el de
los mismos Beatles), así haya tenido como origen Europa, África o Asia, o la región Andina, como en mi caso
personal.
¿Qué es el Caribe?
Oruno Lara (1998:3), el más importante “caribólogo” (no sé si exista esta profesión) francés escribía: “Hoy
tenemos las mismas dificultades a circunscribir el Caribe que tuvo Fernand Braudel (1964) para delimitar el
Mediterráneo en la época de Felipe II…el Caribe es un personaje complejo que escapa a nuestras medidas y a
nuestras categorías…Personaje que no se puede definir con nuestras normas habituales”. Y podríamos
agregar que no se puede entender con la racionalidad con la que otros buscan explicar Europa, por ejemplo.
(Levy, 1997:3)
El Caribe ante todo es uno de los grandes problemas filosóficos modernos. Su” descubrimiento”, o, mejor, su
encuentro fue una equivocación. Colón buscaba las Indias Orientales y encontró lo que hoy llamamos las
Indias Occidentales, y, de paso, un continente llamado posteriormente “América”, con el nombre de su
cartógrafo, y no “Colombia” por el de su descubridor.
De este encuentro, nace un personaje central: el “otro”, que junto con el “individuo” constituyen los pilares de la
“modernidad”. De aquí que el principio de “alteridad”, o sea la creación del “otro”, haya sido pensado
convenientemente para no tener que sojuzgar al “prójimo” al igual que a sí mismo. Pues hasta ese momento se
creía que todos los pueblos creados por Dios ya estaban reseñados en la Biblia.
Colón encuentra, de pronto, otros hombres, “pobres y desnudos”, sin lugar en la creación bíblica, pero cuya
generosidad lo impresionó hasta el punto de creer que podría convencerlos “por el amor y la amistad y no por
la fuerza” (Fergusson, 1999:12). Creyendo haber encontrado el paraíso perdido, Colón regresa, pero Europa
cambia rápidamente el esquema de su pensamiento: aparece el monopolio de decidir sobre el destino de la
humanidad, de definir quiénes eran los “otros” (“los descubiertos”), y quienes seguían siendo los “mismos” (los
que aparecían en el relato bíblico).
De este modo, se afirma la existencia de alguien que es diferente pero que al mismo tiempo es tan parecido,
tan igual que puede ser “el mismo” dependiendo de donde se sitúe el “yo”, el que juzga, como observador o
como observado (Hartog, 1980). Es en ese juego especular, en el que las imágenes se miran ellas mismas
como a través de espejos, que ha quedado atrapado desde ese entonces el pensamiento eurocentrista
(Todorov, 1982), que tiene su expresión más reciente en el avance de los partidos de extrema derecha.
Pero como en todo paraíso el pecado original existe, por definición, los divulgadores de la “invasión” para unos,
y del “descubrimiento” para otros, descubrieron que “el otro” no sólo era un salvaje sino que era “caníbal”. De
aquí todas las variaciones que de “khan”, como el emperador de la China, a cuyas tierras Colón creía haber
llegado, o de “can” como perro, o de “cariba”, con la connotación de comedor de carne, se orientaron a producir
en la imaginación europea un ser antropófago, lascivo, que engendraba hijos, que luego devoraba (Lestringant,
1996).
Luego, a partir de estas imágenes, se justificaba que este salvaje fuera redimido por la esclavitud. Desde que la
reina Isabel la Católica autorizó esclavizarlos en 1505, prácticamente en todos los demás sitios donde los
indígenas fueron declarados “caribes” se les acusó de las mismas atrocidades (Ibid).
Este parece ser el origen de la palabra usada para llamar “mar de los Caribes” al mar semicerrado que está
entre el arco de las Antillas y el continente americano, que es el núcleo que estructura lo que hoy se llama “el
Gran Caribe”, que incluye no sólo la cuenca de dicho mar, sino su entorno exterior. Algunos incluyen hasta el
nordeste del Brasil, la desembocadura del Amazonas y el Orinoco que constituye el territorio original de donde
el grupo de lengua “karaib” se dispersó a través de las Antillas Menores, y de quienes Colón escuchó hablar en
su primer viaje, bien al norte, en lo que hoy son las Bahamas.
Durante la colonización que siguió al descubrimiento, el Caribe pasó a ser uno de los factores fundamentales
en el proceso de acumulación en Europa. Fue la llave de oro de América. Oro que no sólo sirvió para dar vano
esplendor al imperio español sino también para pagar sus deudas con las casas de comercio y de préstamo
hanseáticas, lo que causó su decadencia finalmente.
Fue también el campo de experimentación de la economía de plantación impuesta por los imperios inglés,
francés y holandés, y los procesos asociados a su explotación: reemplazo y destrucción de la mano de obra
indígena, en su gran mayoría cambiada por la esclava, traslado masivo de poblaciones del África, mestizaje
asociados a la colonización española que marcaría su destino para siempre.
11
Después de la gran importancia que tuvo en el siglo XIX con las perspectivas de apertura del Canal de Panamá
por los franceses y luego con la apertura real por los americanos en el siglo XX, el Caribe se convirtió en el
centro geopolítico en donde los Estados Unidos implantaron su hegemonía desde la Segunda Guerra Mundial
a través de un sistema de bases estratégicas, que tuvo su coyuntura más álgida con la instalación de misiles
en Cuba, un país que había cambiado de campo político con la Revolución, haciendo evidente el conflicto este-
oeste a 90 millas de los Estados Unidos.
En los años 70, frente al ímpetu con el que el “Área Pacífica” entra a la historia después del triunfo industrial de
Japón y de los nuevos “dragones industriales” de la cuenca (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Singapur), el
Caribe cede su importancia estratégica, y pasa a ser un área secundaria en el juego geo-político y comercial
internacional, hasta el punto de que algunos autores empiezan a estudiar su situación futura en el “siglo del
Pacífico” (Brabevoy-Wagner, 1993)
Con la caída del Muro de Berlín y los demás procesos de distensión que conducen a conformar hoy un mundo
unipolar, el Caribe se convierte en el Mediterráneo de los americanos (Musset, 1994:1), o más comúnmente en
el patio trasero de Estados Unidos.
Hoy el Canal de Panamá perdió importancia estratégica, por lo cual es devuelto a los panameños. Ahora
resulta más barato transportar la carga hacia Europa a través de los ferrocarriles y los oleoductos
norteamericanos. Y la situación política ya no se analiza en términos de un conflicto bélico, sino de acuerdo con
la capacidad competitiva de los países en el mercado mundial. En este contexto, el Caribe entra al tercer
milenio.
¿Cuál es su destino?
El Caribe no sólo está formado por las ideas, a partir de las cuales la historia lo ha modelado. Esta historia
tejida con los hilos de la historia de sus diferentes regiones, que le han conferido un sentido, que identifica en la
diversidad, que expresa una pertenencia que representa a los habitantes de esta parte de la tierra en el resto
del mundo. Este lugar, como el Mediterráneo de Braudel, no sólo une por la historia sino que separa por las
distancias, el aislamiento y la insularidad, aunque, al fin y al cabo, el mar es capaz de unirlo todo.
Gerard Sandner (1982:8-16), el mejor “caribólogo”, anotaba que “a las variaciones históricas y conceptuales en
la terminología del Caribe, corresponden a las variaciones y delimitaciones que reflejan diferencias
fundamentales en los conceptos básicos de la definición de “Área Caribe” o “Región Caribe”.
Diferenciando cuatro grupos de acuerdo con la tradición de la geografía regional, a indicadores culturales,
históricos y socioeconómicos, como el “Rimland” insular euroafricano y el “Mainland” continental euroindio, a
las delimitaciones de las fronteras de países y estratos, y finalmente a criterios etnohistóricos que reflejan una
“identidad caribe”, como la de Manigat (1976).
Sandner muestra con este ejercicio que “el problema de la delimitación y la definición del Caribe aparece como
un rito inicial en todos los estudios que se dedican a esta región” (Ibid, p. 9). Pero lo que expresa cada mapa,
en el fondo, son los intereses de quien fabrica las cartas, hasta el punto en que, como dice Manigat:
“Definiciones competitivas y conflictivas reflejan intereses competitivos e ideologías en conflictos, así que bien
podríamos decir: dígame cuál es su definición en el Caribe y le diré cuál es su definición en política” (Ibid).
El más reciente “caribólogo” inglés, James Ferguson (1999), señala en su libro “La historia del pueblo Caribe”,
que las Indias Occidentales, las Antillas, son “diferentes nombres para una misma región, que reflejan
diferentes percepciones y mitos…En este libro he tratado de estudiar la región como un todo, mirando no sólo
lo que separa las agrupaciones de las diferentes islas, sino lo que tienen en común histórica y culturalmente”.
La consecuencia es que la presencia del Caribe continental, la de los pueblos que desde Miami, bordeando el
Golfo de México hasta las Guayanas (habitando una región que comprende tanto el Caribe como mar interior,
como la cuenca de su borde exterior) no tienen historia. No son parte del “Carribbean People” y el libro no hace
una sola alusión a su existencia. Lo que refleja, evidentemente percepciones puesto que para este autor,
originario de la isla de Inglaterra, el pueblo caribe es exclusivamente el mundo insular.
Queremos hacer énfasis en que por encima de la visión que cada cual pueda tener del Caribe lo que se quiere
mostrar es simplemente. Cuál es su sentido. Para evitar una larga disertación académica, se ha preferido citar
algunos ejemplos de las maneras cómo las visiones geográficas han contribuido a formar el Caribe colombiano.
La primera visión, que se ha llamado interna, es la que tienen sus propios habitantes sobre su región, lo que
designan como “Costa Atlántica”. Se ha tomado a propósito para señalar la “desidia geográfica” por la cual la
Nación ha cedido y perdido extensos territorios en el Caribe y que, de no superarla, va a continuar perdiendo.
Y también para mostrar como uno de los logros más importantes en el proceso de regionalización de Colombia,
el artículo 7 de las reformas a la Constitución de 1886, que crea los Consejos de Planeación con sus
respectivos Consejos Regionales llamados Corpes, o sea la primera posibilidad de que las regiones existieran
legalmente se hizo inducida por un error geográfico. Un error que no se puede achacar a la costumbre como
algunos pretenden, sino a la falta de visión hacia fuera que caracteriza al país, pues desde 1773 los ingleses lo
registraban así en sus cartas. Y, por lo menos, a partir de la independencia, se sabe que Colombia no está
12
bañada por el Océano Atlántico, sino por el Mar Caribe o de las Antillas, como aún insisten en llamarlo los
franceses.
Este error ha sido corregido por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC; (1995) desde la edición de las
últimas cartas en 1995, afortunadamente, no sólo por el cambio de nombre, sino porque por primera vez
aparece el Caribe insular como parte del territorio nacional: ya no aparecen las islas de San Andrés y
Providencia, en Urabá, en La Guajira, o en la Amazonía, donde quedara un campo para incluirlas en un mapa
en donde parecían no caber, no porque nadie las quisiera sino por problemas de escala.
Por el Corpes Costa Atlántica, que en la edición del interesante Mapa Cultural del Caribe colombiano (1993),
hubiera podido aclararlo, pero dejó pasar la oportunidad por falta de conciencia sobre el Caribe. De paso, hay
que decir que el libro tampoco enfatiza en el contexto más amplio al que pertenece Colombia. Sólo se
menciona que: “En Colombia se hace cada día más necesario afinar el conocimiento de su cultura a partir de
sus regiones y de su vínculo con el contexto latinoamericano” (p.17). De resto, el Caribe aparece más como
una localización que como un contexto, más como algo que contiene una región, que como algo que la forma,
la identifica y le da sentido.
Visión externa
Una visión externa sobre la región es la de Jacques Gilard (1984), uno de los mejores “caribólogos” franceses,
(ya casi estamos seguros que sino existe la profesión si existe el oficio de caribólogo), en su monumental tesis
de geografía cultural, la más importante que se haya escrito sobre una región en América, titulada “García
Márquez y el grupo de Barranquilla”, plantea que para entender a García Márquez era necesario tomar en
consideración el mundo de donde había salido. Gilard señala que “hemos dicho que él se comporta como un
hombre de la Costa (Atlántica), región de la cual hemos señalado ciertas particularidades, al menos para
establecer un contraste con el interior andino de Colombia. Además hemos señalado ese rasgo fundamental de
un escritor que sin dejar de ser colombiano, se define en función de la cultura caribe. Aquí hay el signo de una
mutación la cual no se ha tenido en cuenta: García Márquez, en un cierto momento, cometía una transgresión”
(p. 4, Tomo III).
¿Cuál es la transgresión? Según Gilard, la transgresión consiste en que García Márquez, sin dejar de ser
colombiano, pasó a pensar como caribe, no sólo como costeño. Esta interpretación particular de su trabajo, que
no es explícita, es la que permite demostrar la hipótesis con un inmenso acervo documental, de que la
universalidad del escritor se gana más a partir de una visión del Caribe que de cualquier otra visión. Sin
embargo, a pesar de las dos mil páginas de la tesis de Gilard, en el capítulo de la Literatura Caribe de la
“Enciclopedia Universalis”, García Márquez no figura como uno de los premios nóbeles caribeños.
Eduardo Posada Carbó (1998) en su libro sobre la historia regional de la Costa Caribe colombiana (1870-1950)
escribe que: “El Caribe colombiano es conocido indistintamente como el litoral, la costa atlántica, y la costa” (p.
25). Más adelante señala: “El Caribe colombiano, que para los propósitos de este trabajo se define por los
límites de los antiguos estados soberanos de Bolívar y Magdalena…”
Lo que hay que señalar es que Posada Carbó trabaja magistralmente una parte del Caribe colombiano, que en
1870 estaba aún formalmente compuesto por el Archipiélago de San Andrés y Providencia, que incluía las islas
Mangle (o Corn Mangle), la Miskitia, Panamá, Urabá, y la Guajira.
El historiador Alfonso Múnera, en su libro “El fracaso de la Nación: Región, Clase y Raza en el Caribe
colombiano (1717-1810)”, anota: “En los albores del siglo XIX, el Caribe colombiano abarcaba en sus tres
grandes provincias de Cartagena de Indias, Santa Marta y Riohacha una extensión aproximada de 150.000
kilómetros cuadrados. Sus costas se extendían a lo largo de 1.600 kilómetros desde el Golfo de Urabá hasta la
península de la Guajira” (p. 55) Y, en nota al pie de la misma página, agrega: “Es muy difícil describir con
exactitud el territorio de las tres provincias que conforman la región Caribe. No conozco un solo documento del
siglo XVIII que contenga un estimativo aproximado de su área. Faltando esto, me he limitado a sumar la
extensión de los actuales departamentos de la costa Caribe y el área de Urabá, tal y como aparecen
registrados en el Instituto Codazzi, Geografía de Colombia, vol. I (Bogotá, 1984), p. 270”
En este aspecto, Múnera incluye la Guajira y Urabá, pero no hace referencia a la parte de la Nueva Granada
que se extendía “…desde el Cabo Gracias a Dios hasta el río Chagres” (IGAC, 1986:22), que era más fácil de
administrar desde Cartagena que desde la capitanía General de Guatemala. Tampoco incluye a Panamá que
en el período era parte integral del Virreinato.
En la primera mitad del siglo XX y en el siglo XIX, el Caribe continental se empezó a llamar Costa Atlántica
tanto en Centroamérica como en Suramérica. Algunas regiones de Nicaragua (los departamentos de Zelaya
Norte y Sur), se llaman Atlánticas a pesar de que una universidad se llama Universidad de las Regiones
Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua, Uracán. Lo mismo sucede actualmente en Costa Rica, Honduras
y Panamá, en donde se utiliza todavía el término Costa Atlántica en las cartas oficiales.
Aunque no hay una razón precisa para saber por qué se empezó a hablar de Costa Atlántica en el caso
colombiano, “la expresión “Costa Atlántica” –el nombre de un periódico publicado en Barranquilla en la década
de 1880- había adquirido una connotación especial desde mediados del siglo”. (Posada Carbó, 1998:411). Y es
posible que se haya utilizado desde años antes como se puede ver en algunos textos y cartas de los años de la
Independencia.
En el siglo XIX, antes de la Independencia, Colombia no existía. Sin embargo, la historia patria, cuyo sentido
mítico de comunidad imaginada es el de suponer que es una entidad que siempre ha existido y siempre
13
existirá, comienza desde los pobladores originales llamándolos “los primeros colombianos” o “los primeros
habitantes de Colombia”, y ahorramos las citas pues está prácticamente en todos los textos escolares.
Pero lo que si existía era el Caribe, por lo menos a partir del siglo XVI, cuando se inició la Leyenda Negra del
Caribe antropófago, etc., y, expresamente, desde 1775 como se puede ver en la mayoría de las cartas
geográficas inglesas de la época, mar del cual tomaron su nombre todas las regiones costeras. En esa época,
el Caribe, ancho y profundo, unía, no separaba, a pesar de haber sido campo de las potencias europeas.
Al Caribe le da sentido su conceptualización geográfica. Desde ese punto de vista, está compuesto por una
archipiélago de las islas que apareciera que nada las uniera, separadas irremediablemente de un continente,
cuya parte centroamericana es uno de los sitios menos poblados del trópico, y tal vez de los más abandonados
de la tierra, no sólo después del ciclón Mitch, sino desde mucho tiempo atrás, cuando parte de esas tierras
pertenecían a Colombia.
Pero, precisamente, por falta de esa visión geográfica, explicable en un estudiante de postgrado, como se
señaló al comienzo de este artículo, no es explicable en un país como Colombia. Por eso, a manera de
conclusión de esta segunda parte, en donde se busca responder a la pregunta ¿qué es lo que llamamos
Caribe? habrá que hacer como hacía la gente de los primeros tiempos en Macondo, “señalar las cosas con el
dedo”, pues, desafortunadamente, desde el punto de vista de la elaboración conceptual, de lo que le confiere
sentido a la región Caribe colombiana, apenas estamos en el rito de iniciación del cual habla Sandner para el
Caribe en general en 1982.