Professional Documents
Culture Documents
MONOGRAFÍA
Presentado por:
Palomino Perez, Carlos Daniel
Payano Huaman, Rosicela Dalesca
Asignatura:
Antropología
Docente:
Mg. Huaraca García, Ana Mónica
La Merced - Perú
2017
i
DEDICATORIA
ii
AGRADECIMIENTO
iii
ÍNDICE
DEDICATORIA ............................................................................................................ii
AGRADECIMIENTO................................................................................................... iii
ÍNDICE .......................................................................................................................iv
TABLA DE ABREVIATURAS ..................................................................................... v
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 6
RESUMEN ................................................................................................................. 7
CAPÍTULO I ............................................................................................................... 8
MARCO TEÓRICO..................................................................................................... 8
1.1. PERÚ: LA COSTUMBRE COMO ARCHIVO EXPIATORIO .......................... 8
1.2. LAS COSTUMBRES Y LAS FUENTES DEL DERECHO ........................... 13
1.3. EL DERECHO COMO ANTROPOLOGÍA Y LA ANTROPOLOGÍA COMO
REFLEJO DEL DERECHO ................................................................................... 19
1.4. EL DERECHO COMO CULTURA .............................................................. 23
1.5. ANTRPOLOGÍA JURÍDICA ........................................................................ 29
1.6. BASES CONCEPTUALES .......................................................................... 30
CONCLUSIONES..................................................................................................... 31
RECOMENDACIONES ............................................................................................ 32
REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA .............................................................................. 32
ANEXOS .................................................................................................................. 34
iv
TABLA DE ABREVIATURAS
Afroperuanos.
v
INTRODUCCIÓN
entender las formas de ver el mundo, representadas en las diferentes partes que
6
RESUMEN
Derecho y La Antropología, a través de que ramas se puede dar esta relación para
que ambos.
Para realizar el tema se revisó diversas tesis y libros de Autores para así poder
7
CAPÍTULO I
MARCO TEÓRICO
1.1. PERÚ: LA COSTUMBRE COMO ARCHIVO EXPIATORIO
8
paisaje; sin embargo, se enfrentaron al problema de cómo plasmar esta
visión bastante idealizada del mundo indígena en un proyecto legislativo
que lograra el reconocimiento jurídico de las comunidades y sujetos
indígenas. En la imaginación indigenista, la nobleza natural del indígena
dependía de su separación cultural e institucional del mundo criollo de
las leyes, los tinterillos y los juicios legales. Más aún, para indigenistas
como Hildebrando Castro Pozo y Luis Valcárcel, el mero contacto con la
justicia del Estado constituía una fuerza de corrupción que, en última
instancia, llevaba a la degradación cultural corrosiva y al fin de la pureza
del indio como sujeto cultural. Desde sus comienzos, el pensamiento
indigenista concibió la relación entre el Estado y los indígenas de
manera mutuamente excluyente, haciendo imposible considerar sus
derechos jurídicos como derechos culturales. Para que el indio y su
comunidad lograran ser sujetos reconocidos por la ley, tenían que
abandonar tanto la cultura como las costumbres que les daban forma.
En 1930 se decretó una ley que reconocía por primera vez a “la
comunidad indígena” como persona jurídica, y definía “la comunidad”
por su adopción de ciertos criterios administrativos. Paradójicamente, la
historia, que fuera crucial para la visión indigenista (y antropológica) de
la comunidad indígena, no aparece en ningún momento en la legislación
o en su reglamentación. Mientras en los títulos coloniales de las
comunidades se citaba la autoridad de “los tiempos inmemoriales” con
el fin de sostener los títulos y recomposiciones, para inscribirse en el
registro estipulado por la nueva legislación se requería que las
comunidades indígenas presentaran un documento generado por el
mismo Estado que les ofrecía la posibilidad de registrarse como sujetos
jurídicos. Es por este motivo que la reglamentación para el registro
excluía explícitamente el uso de títulos coloniales como pruebas de la
existencia social y política de las comunidades (Poole, 2006, p.14).
9
El mejor ejemplo de esta situación lo ofrece la controversia sobre la
renovación y la reforma de la justicia de paz. Desde la primera
Constitución (1823), el Poder Judicial en el Perú ha estado conformado
por una Corte Suprema situada en Lima; un número variable de cortes
superiores localizadas en las capitales departamentales más
importantes; juzgados de primera instancia ubicados también en las
capitales provinciales, y, finalmente, los juzgados de paz, cuyos poderes
van desde las funciones administrativas regulares (matrimonios y
titulación) hasta la resolución de conflictos en el ámbito local y del control
discrecional sobre qué casos pasan a las instancias superiores. Los
jueces de paz son a todas luces los representantes de “la ley” con
quienes la mayoría de los peruanos tienen más contacto (Poole, 2006,
p.14).
10
aprendido de ellos es que no la consideran un privilegio o derecho, sino más
bien una amenaza recurrente” (p.15).
11
comunidad a la que sirve en su condición de funcionario público. Por
esto, todos los manuales de capacitación y guías de consulta señalan
como primer requisito que la oficina del juez de paz debe establecerse
en la comunidad a la cual sirve; segundo, que el juez debe conocer las
costumbres del lugar; y tercero, que sus decisiones deben
fundamentarse en el conocimiento personal de los antecedentes y el ca-
rácter de las personas involucradas en el conflicto (Poole, 2006, p.16).
12
menor escala en otras regiones provinciales. A veces, los jueces entien-
den esta condición como una trampa, en la medida en que los expone
al peligro de servir como “chivos expiatorios” en un contexto en donde
“la corrupción” resulta ser la acusación más conveniente a la cual
recurren individuos y comunidades para deshacerse de una autoridad
que no les conviene (Poole, 2006, p.16).
13
posible extender el concepto de ley hacia las sociedades que no
contaban con un Estado. Para algunos (piénsese en Malinowski), la
cohesión que hacía posible la supervivencia de una sociedad partía del
hecho de que las tradiciones (y, mediante ellas, la cultura) tenían una
fuerza normativa cuyo carácter “legal” se basaba en la presión o
coerción que la tradición ejercía sobre los deseos y comportamientos de
las personas (Malinowski, 1930). Para otros (como Gluckman), la
designación de “legal” podía extenderse sólo a las sociedades que
otorgaban a sus autoridades el poder discrecional para resolver
conflictos e imponer castigos o sanciones (Gluckman, 1955). En este
sentido, las dos teorías también presentaban distintas perspectivas
acerca de la relación entre justicia y ley. Para Malinowski, la justicia
radicaba en el carácter normativo de la ley. Gluckman, por su parte,
compartía la teoría positivista que señalaba que la justicia no
necesariamente formaba parte de la ley en cuanto ésta era producto de
los arreglos (o pactos) políticos en los cuales se funda una sociedad.
(Poole, 2006, p.11).
14
tradiciones eran consideradas consuetudinarias porque reflejaban las
prácticas recibidas o ancestrales y porque constituían un modelo del
derecho en el cual la ley no se imaginaba como una regla fija o dada -
tal como sucedía, por ejemplo, en el derecho romano y latino- sino como
una forma de imponer orden mediante la continua reinterpretación de la
historia. De esta manera, mientras el término derecho consuetudinario
tenía el mérito de reconocer el carácter legal o jurídico de las sociedades
primitivas o sin Estado, el hecho de que este mismo término siempre
apelara al pasado ancestral o pre colonial servía también para revalidar
la idea de que las autoridades, las prácticas y los conceptos jurídicos
que los antropólogos observaban en las sociedades “primitivas” no
tuvieran ninguna relación con los sistemas legales de los Estados
coloniales y europeos. (Poole, 2006, p.11).
Para Poole (2006), citado por Zamora; (2004, p.11) En los países
latinoamericanos esta distancia se profundizaba aún más por la brecha que
separa los conceptos de ley y costumbre en el derecho romano. En esta
tradición jurídica el concepto de la ley se refiere a “la ordenación de la razón
dirigida al bien común”, mientras que el proceso legislativo se caracteriza
“como un método deliberativo y centralizado para la creación de la ley”.
15
y a la intimidad menos favorable de una relación ilícita o sexual. 9
Mientras la fuerza coercitiva de la ley se fundaba en la razón, la
influencia (o el dominio) que las costumbres ejercían sobre el compor-
tamiento del ser humano siempre apelaba a un campo marcado por su
actual o potencial ilegitimidad. Como veremos, esta preocupación por
deslindar la racionalidad del Estado de la irracionalidad de lo
consuetudinario también se hace patente en las nuevas constituciones
y reformas legislativas llevadas a cabo en México y en otros países
latinoamericanos, donde el derecho consuetudinario se reconoce como
una categoría residual “a la que se puede apelar solamente en casos no
cubiertos explícitamente por la Constitución, la legislación codificada, los
tratados internacionales y su reglamentación (Poole, 2006, Pp.11 - 12).
16
de las costumbres como fuente del derecho y de la normatividad locales
supone una cierta estabilidad respecto a su reproducción e
interpretación. Por este motivo, en sus textos sobre la cultura y la
organización social de los nativos, los antropólogos se apoyan en un
concepto de lo consuetudinario más afín al anglosajón: las prácticas
cotidianas se clasifican como “costumbres” debido a la continuidad que
parecen demostrar como prácticas ancestrales. Sin embargo, los
antropólogos también entienden que las tradiciones son flexibles en el
sentido de estar sujetas a la continua reinterpretación. Es mediante esta
visión teórica de lo consuetudinario, heredada del derecho anglosajón,
que la antropología jurídica pretende defender la legitimidad de las
costumbres como prácticas ancestrales que puedan y deban servir
como fuente del derecho (Poole, 2006, p.12).
17
por qué los proyectos y las reformas judiciales celebran los mismos
valores de localidad y cultura que los antropólogos y las organizaciones
indígenas (Poole, 2006, Pp.12-13).
18
Para esclarecer la inherente ambigüedad jurídica de lo consuetudinario,
utilizaré dos ejemplos de las nuevas formas del derecho consuetudinario:
19
en la cual el is y el ought to be están identifcados en una pluralidad de
conceptos que considera comparables al de law, el problema es que,
entre los conceptos reunidos, sólo el de law se vincula con un
pensamiento social autónomo que sea también un pensamiento
normativo autónomo: todos los demás (entre ellos dharma y adat)
remiten a la autoridad superior de la trascendencia religiosa o a la
competencia fnal de la autoridad política (Pp. 36 -37).
Assier (2015); ciado por Maine, (1861: 25) Estos medios conceptuales,
demasiado descuidados por la antropología (aún si le debe sus orígenes a
Maine), son fcciones, unas “fguras de la verdad” (fctio fgura veritatis), que
establecen a título descriptivo unos postulados formulados a título de
planifcación de la normalización. Veamos pues cómo habla de ello Maine,
Regius Professor of Civil Law en oxford, retribuido por la Corona, y uno de los
fundadores incontestados de la antropología científca, quien estima que la
efcacia de las fc-ciones jurídicas descansa en “su doble función de transformar
un sistema de leyes y de enmascarar esta transformación”.
20
Los momentos en los que se hace tabula rasa son pocos en la historia
y más a menudo ideológicamente soñados que realmente operados, así,
al comparar las “sociedades progresistas” y las sociedades antiguas o
arcaicas, Maine aísla, después de bentham pero con mayor
distanciamiento, la acción de las facciones jurídicas que fundan la
estabilidad del derecho sobre una continuidad que oculta
deliberadamente un cambio a veces radical, inevitable, teniendo en
cuenta el movimiento inherente al transcurso del tiempo, cosa válida
para cualquier sociedad no deja de ser menos cierto que es sobre esta
ficción de la permanencia sobre la que el derecho asienta su estatura de
referencia inamovible del orden social (Assier, 2015, p.37).
21
enfoque abstraccionista purificador de una lógica deóntica (Assier, 2015,
p.38).
22
Assier (2015); (citado en Grosley) identifica las leyes fundamentales que
fijan los modales y resisten ante los cambios de las costumbres, y las leyes
procedentes de las costumbres que, “cuando las costumbres han cambiado,
se encuentran aniquiladas, y abrogadas de hecho”, el argumento de Grosley
es jugoso: uno va y vuelve a él con delicia, porque contraviene la fuerte
tentación de las ciencias sociales de ver en el derecho un simple aparato
conservador que se doblega gracias al movimiento social. Hay conservación
pero el cambio es también objeto de conservación. El humano cumple, en el
alba de su existencia en grupo, el acto fundador de establecer las leyes que
“fijan las costumbres” y dibujan a la vez una estructura y una cultura. Pero el
derecho está continuamente influenciado por las costumbres que reglamenta.
Se pliega a ellas con respecto a lo que cambia, hace las “leyes de moda” pero
deja intactos los invariantes a los que está agarrada la estructura del grupo.
He aquí una de las vías posibles para comprender el enigma de que una
cultura como la occidental haya vivido a lo largo de más de dos milenios
unas series considerables de cambios en los ámbitos políticos,
económicos, demográficos, artísticos y religiosos, sin cuasi tocar el
fondo del corpus de las clasificaciones jurídicas romanas. Aún si la
distinción de las personas y de las cosas evoluciona, debido a la
cosificación del embrión y la personalización de algunos animales,
permanece, sin embargo, como tal. Además, si el derecho, fundado
sobre las costumbres, actúa sobre estas y es a su vez transformado por
ellas, al menos parcialmente, esto nos lleva a destacar que en materia
jurídica lo descriptivo es indisociable de lo normativo: al describirla, la
costumbre deja de ser práctica para convertirse en ley (Assier, 2015,
p.39).
23
Llewellyn después de la experiencia cheyenne, es gracias a la fuerza de
expresión de una realidad cultural cuando pueden sobresalir con claridad las
diferencias con otras realidades culturales.
La potencia del mito explica las ordalías del norte de Togo (Verdier,
2013): el derecho se detiene y deja de pensar ante aquello que le parece
irracional ya que también posee sus propios mitos y su propia
racionalidad. Los múltiples modos en los que la justicia tiene que ver con
el parentesco en el Mediterráneo ponen de relieve una de las paradojas
del derecho que, desde roma, se funda sobre la reglamentación de la
filiación y no al revés (Terradas, 2008: 76-105). Haciendo lo que hacen
desde la segunda mitad del siglo XIX, estudiar las culturas, es como
antropólogos y antropólogas tienen entre sus manos el extraordinario
poder heurístico de racionalizar lo irracional, desacralizar lo sagrado y
desmantelar las componendas políticas.
24
mente de un antropólogo experimentado en trabajo de campo se ha
podido redefinir la cultura como un objeto “históricamente producido,
globalmente interconectado, cuestionado internamente, y cuya
identidad y prácticas están marcadas por unos límites ambiguos” (Merry,
2001: 41).
25
“tradición”); sirve de referencia para la identificación de un grupo social que
comparte las mismas representaciones, para sus miembros y con respecto a
los demás; por último, se dota a sí misma de los medios necesarios para
mantenerse relativamente inaccesible a la transformación mediante un acto de
voluntad consciente. El derecho es sin duda una ideología, se perpetúa por
tradición (facultades, escuelas y colegios profesionales), incluye a todos los
que se reconocen, por formación o profesión, con la cualidad de juristas, y es
reticente a dejarse transformar debido a la mera evolución de las costumbres
(o a la voluntad de uno solo: sabemos todo lo que el Código napoleón debe a
los pensadores y a las reglas del antiguo régimen así como a los usos
campesinos). En democracia, el derecho espera que la ley lo haga, y vigila que
esta no ponga en peligro su coherencia, que se expresa mediante el principio
de no contradicción de sus lógicas de razonamientos y de sus disposiciones.
26
sacrificando la validez probatoria del concepto autóctono y reduciendo
la ambición de poseer lo propio a la de ejercer un derecho minoritario o
subordinado sobre una parte del espacio ancestral (Assier, 2015, p. 58).
27
2004). Las situaciones de emigración masiva en dirección a los países
occidentales crean las condiciones para un cuestionamiento directo de
la cultura jurídica occidental en nombre de una normatividad llamada
“cultural”, cuyos expertos e intérpretes son los antropólogos
especialistas de los países de origen de los acusados que invocan la
“excusa cultural”. El ámbito es amplio, está en pleno desarrollo y
relativamente pobre en cuestión de conceptualización (Assier, 2015, Pp.
58 - 60).
28
emborrona-miento de la cultura jurídica ante al advenimiento del hombre
abstracto, individualista y desafiado, bajo el movimiento hegemónico de un
liberalismo globalizado que no quiere reconocer ni sujetos de derecho ni seres
de culturas sino únicamente productores intercambiables y consumidores
condicionados (Assier, 2015,p. 64).
29
aisladas y técnicamente subdesarrolladas, que podemos hablar ya de
antropología jurídica.
30
CONCLUSIONES
localidad, los ejemplos que hemos presentado de Perú sugieren que, desde el puno
de vista del discurso jurídico, la costumbre siempre está condicionada por su relación
con la ley del Estado. Consideramos por un momento la definición obtenida del
podemos considerar que nos encontramos frente a una costumbre como fuente de
derecho, es decir, fuente de derechos y deberes. Como podemos ver, la relación entre
31
RECOMENDACIONES
REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA
32
Assier-Andrieu, L. (2015). Dificultad y necesidad de la antropología del derecho.
(U. C. Madrid, Ed.) Madrid, España: Revista de Antropología Social.
Poole, D. (2006). Los usos de la costumbre Hacia una antropología jurídica del Estado
neoliberal. (U. A. Iztapalapa, Ed.) Iztapalapa, Mexico: Alteridades.
33
ANEXOS
34
Anexo. N° 01: Relaciones Sociales
El Perú
35