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LA IRRESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

El presente trabajo tiene como propósito hacer una revisión de un tema tan
controvertido como es la posibilidad de establecer un mecanismo de
imputación de responsabilidad penal a las Personas Jurídicas que han sido
instrumento para la comisión de delitos.
Las personas jurídicas son centros de imputación normativa, son formas que el
Derecho ha creado y proporciona para que los seres humanos organicen sus
actividades con el propósito de realizar fines que el ordenamiento jurídico
estima dignos de amparo. Dada esta característica de ser creaciones del
derecho, el tipo de personas jurídicas que se puede constituir es numerus
clausus, por lo cual su forma debe estar establecida en algún cuerpo
normativo, como el Código Civil y la Ley General de Sociedades.

Las personas jurídicas son entes que el Derecho crea, con el objetivo que los
seres humanos se organicen para alcanzar ciertos fines.
La persona jurídica es una ficción de la ley, pues sólo existe en el
ordenamiento jurídico y en documentos, a diferencia de la persona natural que
tiene existencia física, de ahí que surgen debates sobre la capacidad de
ejercicio de ella y la posibilidad de imputársele responsabilidad por la comisión
de delitos.
Esta precisión resulta importante, porque las personas jurídicas tienen una vida
y organización diferentes a la de las personas naturales. Por ejemplo, la
persona natural es sujeto de derecho desde su nacimiento y su fin se da con la
muerte, mientras que la existencia de la persona jurídica comienza el día de su
inscripción, lo que constituye su nacimiento jurídico, y termina con la extinción,
la cual está sujeta a la voluntad de sus representantes.
Respecto de la capacidad de la persona jurídica, en doctrina se sostiene que
es sujeto de derecho, es titular de la capacidad de goce. Asimismo, hay autores
que le niegan este tipo de capacidad, afirmando que la persona jurídica es
incapaz de ejercicio y que por ello, sus derechos y obligaciones son ejercidos a
través de sus representantes y otro sector, que admite que la persona jurídica
tiene plena capacidad de ejercicio a través de sus órganos.
Las personas jurídicas para relacionarse y para expresar su voluntad requieren
de representantes, es decir de personas naturales que actúen a nombre de la
persona jurídica sustentando su actuación en una previa decisión de órgano
competente.

Existe en nuestra legislación, personas jurídicas con fines de lucro (reguladas


en la Ley General de Sociedades) y sin fines de lucro (reguladas en
el Código Civil) como la Asociación, Comité y Fundación. Cabe tener presente
que los delitos económicos no sólo se cometen en el seno de personas
jurídicas con fines de lucro sino también en aquellas que no tienen fines de
lucro, por ejemplo los miembros del Directorio de una Asociación se coluden
con una empresa proveedora de bienes para inflar los precios de
los productos que son adquiridos en beneficio de sus asociados.
El contexto globalizado actual, el poder organizado de un grupo de personas
conformadas mediante la denominación "empresa" con incidencia económica y
su carácter trasnacional, ha llegado a obligar a los países a buscar
mecanismos para sancionar a las personas jurídicas que han sido usadas
incluso con fines criminales, tanto de orden económico como de orden
ambiental.

LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LA PERSONA JURÍDICA EN EL PERU


EL ARTÍCULO 27° DEL CODIGO PENAL
Como se ha señalado, las personas jurídicas sólo pueden actuar a través de
sus órganos por lo que ellas mismas no pueden ser castigadas.
No se puede hablar de responsabilidad penal de las personas jurídicas, ya que
como tales, no pueden adquirir la calidad de sujetos activos, por lo que
nuestro código penal ha establecido en su artículo 27° que son responsables
los representantes de las mismas, en nuestra legislación sólo son sancionadas
las personas naturales.
Asimismo, el código penal ha establecido las consecuencias accesorias para
las personas jurídicas, que no son otra cosa que especiales medidas
administrativas (clausura, disolución de la sociedad, etc.) aplicables a
las sociedades en cuyo seno se han cometido ciertos hechos delictivos.
El artículo 27° del Código Penal se aplica no solo al órgano de representación
autorizado de una persona jurídica y al socio representante autorizado de una
sociedad, sino también a todos aquellos quienes actúan como órgano de
representación autorizado de una persona jurídica y como socio representante
autorizado de una sociedad. En otras palabras caben actuaciones de
representantes de hecho, o cuando el titulo de representación no sea válido.
Con esto se atiende al dominio material que tiene el sujeto en el ámbito
organizacional de la persona jurídica.

SOLUCIONES EXTRAPENALES SEGÚN EL DERECHO COMPARADO EN


CUANTO A LA IRRESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS

Sanciones y Procedimiento
En la discusión teórica todavía se discute sobre el tipo de sanciones que se podrían
prever de manera específica para las personas jurídicas. Aparte de las medidas ya
conocidas bajo la denominación de "consecuencias accesorias" o sanciones
contravencionales, y que, entre otras, consisten en las clásicas multas y prohibiciones
de contratar (o de participar en licitaciones), también en la doctrina y legislación
comparada se encuentran"penas" como la disolución de la empresa, el cierre temporal
de la empresa, la publicidad de la sentencia, etc. así como novedosas propuestas
como la "curatela de la empresa" (orden judicial de administración forzosa) para evitar
perjudicar a terceros inocentes (accionistas, acreedores, etc.)67• Aquí se suele
enfatizar también en la necesidad de introducir, adicionalmente a las sanciones,
medidas preventivas de control o mejorarse las ya existentes para evitar las futuras
infracciones68.
En caso de una amplia regulación de la responsabilidad autónoma de la persona
jurídica, al liberarse del corset que significa la estructura penal tradicional, se
incrementan las posibilidades prever una mayor variedad de penas y vincularlas a
distintos fines en función del hecho cometido. Un ejemplo de ello es la regulación
italiana (Decreto Legislativo 231) y el Anteproyecto chileno, así como las "Sentencing
Guidelines" norteamericanas de 1991. En este sentido podría hacerse una
clasificación de las sanciones en función de la finalidad que cada una de ellas
persigua69: "reparadoras" (intervención de la empresa para garantizar la reparación,
trabajo en beneficio de la comunidad, publicación de la sentencia),
"preventivogenerales" (multa, curatela), "rehabilitadoras" (intervención judicial para
garantizar cambios al interior de la empresa), "inocuizadoras" (disolución de la
empresa, paralización de actividades, intervención para garantizar cambios
estructurales).
En cuanto al Derecho procesal (penal), tras las modificaciones pertinentes de la ley
procesal (o la introducción de disposiciones específicas dentro de una ley especial), no
habría problemas para incluir como sujeto procesal a la persona jurídica• Por ejemplo,
en el Derecho alemán, en el cual no existe "proceso penal" para las personas
jurídicas, aunque sí un "procedimiento contravencional'; se ha tratado de coordinar
ambas áreas jurídicas. En el Ordenamiento Procesal penal alemán (StPO) se ha
previsto una regla específica para las "personas jurídicas" cuando, en el procedimiento
judicial, se viera contra ellas un proceso contravencional (ver más abajo en 6, número
7): el art. 444 StPO ("Procedimiento para la fijación de multas contravencionales contra
personas jurídicas y agrupaciones de personas"). Durante el proceso se han previsto
también "medidas cautelares': En el proceso penal existe el "decomiso especial"
aplicable también a las "personas jurídicas" en su calidad de representadas por la
persona natural que hubiere cometido el delito (art.75, concordado con los arts. 74 y
ss. StGB) • Lo mismo existe en el proceso contravencional. Ambas medidas son
consideradas incluso por algunos autores como auténticas "sanciones penales" o
"cuasipenales" contra personas jurídicas•

Derecho comparado
Experiencias Vigentes
En el Derecho anglosajón la responsabilidad penal de "empresas económicas"
constituye algo prácticamente "normal" debido a su vigencia desde hace ya más de un
siglo, además de no presentar tampoco problemas dogmáticos: de manera
pragmática, la jurisprudencia penal se basa allá básicamente en la doctrina (civil) de la
responsabilidad de la empresa por los actos de sus empleados ejecutados, en el
marco de sus actividades laborales, por sus empleados en general (en algunos
Estados, solamente se puede tratar de altos empleados) y en la finalidad de "intimidar"
a la empresa para que se abstenga de hechos futuros similares, mas no en la
necesidad de un "reproche ético-social".
En muchas reformas penales europeas y proyectos actuales las "Sentencing
Guidelines for Organizational Offenders" de 1991 de los EE.UU. han influido de
manera decisiva. Aunque estas "directrices" solamente constituyan pautas para los
jueces (debido a la disparidad de criterios existentes anteriormente en el sistema de
organización federal norteamericano), se han basado en una serie de estudios y
experiencias previas sobre la naturaleza de las empresas. La ley parte de la idea de la
idea de reforzar la autorregulación a través de la coacción de la ley (premios y
castigos). Las empresas deben prever programas de "compliance'' (cumplimiento) para
impedir la comisión de infracciones en la empresa. Si no lo hicieren o esto fuera
insuficiente y se produjere un delito, se le impondrá una pena por el simple hecho de
ser "respondeat superior" (superior jerárquico) sin fundamentar dogmáticamente la
culpabilidad. En cambio, sí interesa la culpabilidad en la fijación de la pena. Para ello
las"Guidelines"tienen una serie de disposiciones que, además de tener en cuenta el
tipo de empresa, su solvencia, etc. para fijar la "multa base'; establecen luego
agravantes y atenuantes a esta "multa base" en función de la culpabilidad (culpability
score). Resumidamente, se tienen como "agravantes" la implicación en el delito o la
tolerancia que hubiere manifestado el superior jerárquico, el historial criminal
(reincidencia) de la empresa, la obstrucción a la administración de justicia en la
investigación, el proceso y la ejecución; y como "atenuantes'; el contar con programas
éticos y de cumplimento efectivo (compliance), la autodenuncia, la cooperación y la
aceptación de responsabilidades•
En los últimos años, en muchos países de la Unión Europea (Francia, Suiza, Austria,
Suecia, Holanda, etc.) se ha introducido, de diverso modo, la responsabilidad penal de
las personas jurídicas. Aquí no se pueden revisar todos los avances, pero se puede
exponer por lo menos las soluciones legislativas de los países más conocidos y que
pueden influir en las legislaciones hispa no parlantes. En Suiza es interesante el art.
100quarter del C. P., introducido a través de una reforma del 2003 con motivo de la
lucha contra el terrorismo. Allí se prevén dos modalidades de responsabilidad del ente
colectivo: una "responsabilidad subsiaria" de la empresa cuando no pudiere imputarse
a ningún individuo la comisión de un delito realizado en el marco de la actividad
comercial de la empresa debido a una falta de organización interna (art, 1 OOquarter 1
), y la "responsabilidad directa" de la empresa En el primer caso se trata de una
culpabilidad por defecto de organización que lleva a la no-identificación del individuo
culpable, mientras que en la segunda modalidad se refiere a una culpabilidad por
defecto de organización que permite la comisión de delitos de corrupción, terrorismo y
blanqueo de capitales; aquí la responsabilidad colectiva es directa y cumulativa (o sea
que también hay responsabilidad individual) y no importa que ella haya sido dolosa o
imprudente• En Italia hace pocos años se ha reconocido tal responsabilidad, de
manera similar al sistema anglosajón y alemán. Ya a partir de 1990 se había adoptado
una solución cuasi-penal en el ámbito del Derecho de la libre competencia, del
mercado de título-valores y de audiovisuales. No se había adoptado una
responsabilidad penal plena debido a la vigencia del principio constitucional, que se
remonta a la Revolución francesa, de la "responsabilidad criminal personal" (art. 2r, 1
de la Constitución italiana)• Ahora, bajo la vigencia de una compleja y detallada ley
231 de 08 de junio de 2001, es posible la responsabilidad de la empresa ("ente") por
delitos cometidos por empleados u órganos de ella que, "en interés y ventaja" de
aquélla hubieran cometido determinados delitos: básicamente se trata de delitos
cometidos en perjuicio del Estado y la administración pública (apropiación indebida,
estafa, delito informático, extorsión bajo abuso del poder público, cohecho propio,
inducción a la corrupción, etc.) y delitos ambientales• En el fondo, aunque se trate aún
de una responsabilidad administrativa de la empresa por delitos cometidos por
individuos, el hecho de que se vincule con el Derecho penal de distintos modos hacen
pensar en una "forma oculta de responsabilidad penal"• En Alemania, estos
desarrollos no pasan desapercibidos. Aunque actualmente no existe ningún proyecto o
anteproyecto que prevea la introducción de la figura y la discusión es hasta ahora
solamente dogmática desde que el legislador alemán ha rechazado enfáticamente,
una y otra vez, la posibilidad de introducir la responsabilidad penal de personas
jurídicas, no obstante, no se descarta, que a largo plazo, se haga realidad la
"punibilidad" de los entes colectivos80•
La presión de estos modelos extranjeros muy fuerte y gana cada vez más influencia en
la doctrina alemana, aunque los contrarios a la responsabilidad penal de personas
jurídicas consideren que este "positivismo internacional" podría ser errado o, por lo
menos, solamente válido para la realidad de los países que lo han adoptadd1 • En
otras áreas jurídicas como el Derecho civil o el Derecho administrativo existe
responsabilidad de las personas jurídicas. Y también en el Derecho penal de algunos
países que siguen el modelo europeo-continental, se ha introducido en los últimos
años distintas formas de responsabilidad penal de los entes colectivos• También
existen propuestas para modelos comunitarios como en el Corpus Juris para Europa
(art. 14), el Nuevo Código Penal Tipo para Latinoamérica (art. X) y las
recomendaciones de la Asociación Internacional de Derecho Penal. Particularmente
en el artículo 13 del "Corpus Juris'; siguiendo el modelo francés (art. 121-2 del Code
Pénal de 1994), se prevé la responsabilidad penal por algunos delitos que cometan los
órganos, representantes u otras personas, a favor de la empresa. Sin embargo,
aunque en el texto no se ha aclarado expresamente si deba verificarse una
"culpabilidad organizacional" adicional de la persona jurídica (p. ej. un "defecto de
organización"), la práctica de la Comisión Europea muestra que se admite cada vez
más esta culpabilidad propia del órgano colectivo y, por tanto, su desligamiento de la
culpabilidad de la persona natural (que puede quedar sin ser probada) •
LA RESPONSABILIDAD PENAL DEL DIRECTIVO DE LA EMPRESA EN EL
CÓDIGO PENAL PERUANO
La responsabilidad 'administrativa' de las empresas corruptas
El penalista Carlos Caro Coria explica los alcances de la nueva ley que
regula y sanciona a las empresas que sobornen funcionarios o servidores
públicos de otros Estados. Advierte que la norma por sí sola y sin
mayores modificaciones no sería eficiente como mecanismo para
prevenir la corrupción corporativa, pues su ámbito de aplicación es muy
limitado.

El día 17 de marzo de 2016 el Congreso de la República del Perú aprobó


la Ley que regula la responsabilidad administrativa de las Personas Jurídicas
por el delito de Cohecho Activo Transnacional (en adelante “Ley”), regulado por
el artículo 397°–A del Código Penal.

La autógrafa de esta Ley fue remitida el 1 de abril al Poder Ejecutivo para su


promulgación por parte del Presidente de la República en el término de 15 días
y, de ocurrir ello, entrará en vigencia el 1 de julio de 2017.

Una responsabilidad penal llamada “administrativa”

La Ley tiene por objeto regular la llamada responsabilidad “administrativa” de


las Personas Jurídicas por el delito de Cohecho Activo Transnacional (en
adelante “el delito”). De aquí se derivan dos conclusiones, la primera es que en
nuestro ordenamiento jurídico aún se mantiene vigente el viejo
principio ”Societas delinquere non potest”, es decir, que las personas jurídicas
no pueden delinquir ni responder penalmente, al menos en el plano formal
dado que se recurre al término “responsabilidad administrativa”. La segunda
consecuencia es que las Personas Jurídicas tendrán responsabilidad
administrativa tan solo por el delito de Cohecho Activo Transnacional.

Pero esta determinación de responsabilidad no se llevará a cabo en sede


administrativa, sino en sede penal, por un juez penal, en el marco y con las
garantías de un proceso penal, aplicándose las disposiciones pertinentes del
Código penal y del Código procesal penal de 2004. Por ello no somos pocos
los que consideramos que la Ley recurre a una suerte de fraude de etiqueta al
denominar “administrativa” a lo que en rigor es una responsabilidad penal
corporativa.

Se aplica incluso a las personas jurídicas sin fines de lucro

Antes bien, esta responsabilidad administrativa es autónoma de la


responsabilidad penal de la persona natural que comete el delito, aunque debe
tenerse en cuenta que la conducta de la persona natural sirve como “hecho de
conexión”, por lo que a efectos de esa responsabilidad administrativa será
necesario que el juez penal verifique la comisión de un delito de corrupción
trasnacional por parte de una persona natural.

Para los efectos de la aplicación de esta Ley, se considera como personas


jurídicas a las entidades de Derecho privado, las asociaciones, fundaciones,
comités no inscritos, sociedades irregulares, entes que administran un
patrimonio autónomo, empresas del Estado y sociedades de economía mixta,
de modo que estamos a un ámbito que va más allá del empresarial, al
comprenderse a entes colectivos sin fines de lucro. Con un ejemplo, si una
ONG basada en Perú comete corrupción trasnacional en el marco de sus
actividades, entonces podrá ser perseguida en un proceso penal ante los
tribunales peruanos.

Responsabilidad derivada de los actos de una persona natural

Como señala Hernández Basualto, existen dos modelos legislativos ideales de


responsabilidad penal de personas jurídicas. Por un lado, un modelo
de responsabilidad derivada, conforme al cual se hace recaer sobre la
persona jurídica la responsabilidad penal de una persona natural en virtud de
algún criterio de conexión entre una y otra, generalmente la circunstancia de
ser la persona natural órgano o al menos subordinado del ente moral. Por otra
parte, un modelo de responsabilidad autónoma u originaria, según el cual la
responsabilidad surge directamente de una conexión entre el hecho prohibido y
una característica de (o un cierto estado de cosas en) la entidad, siendo
irrelevante la eventual responsabilidad de una persona natural[1].

La Ley peruana asume un modelo atenuado de responsabilidad derivada,


predomina por una parte la necesidad de una conexión entre el individuo
responsable y su hecho con la persona jurídica. Pero a la vez, el ente colectivo
puede excluirse o atenuar su responsabilidad si ha instaurado un modelo de
prevención de actos delictivos, aspecto que se comenta en el apartado V. Así,
estas entidades serán administrativamente responsables en base a los
siguientes supuestos de “conexión”:

i. Cuando los administradores de hecho o de derecho, representantes legales,


contractuales y órganos colegiados de la Persona Jurídica, actuando en el
ejercicio propio de su cargo, cometan el delito en nombre o por cuenta, y en
exclusivo beneficio directo o indirecto, de la propia persona jurídica.

ii. Cuando una persona natural que presta un servicio de cualquier naturaleza a
la persona jurídica, con independencia de su régimen laboral y de la relación
contractual, y que se encuentra bajo la autoridad o control de los
administradores de hecho o de derecho, representantes legales, contractuales
u órganos colegiados, comete el delito por orden o autorización de estos, y
haya actuado en nombre o por cuenta, y en exclusivo beneficio directo o
indirecto, de la propia persona jurídica.

iii. Cuando una persona natural que presta un servicio de cualquier naturaleza
a la persona jurídica, con independencia de su régimen laboral y de la relación
contractual, comete el delito, actuando en nombre o por cuenta, y en exclusivo
beneficio directo o indirecto, de la propia Persona Jurídica, debido a que no se
ejerció sobre ellas el debido control o vigilancia por parte de los
Administradores de hecho o de derecho, representantes legales, contractuales
u órganos colegiados.

Sanciones “administrativas” que impone el Juez Penal en un proceso


penal
Una vez demostrada en un proceso penal la existencia de responsabilidad
administrativa, el juez penal puede aplicar cualquiera de las siguientes
sanciones administrativas, de manera conjunta o individual, o, en determinados
casos, suspender la ejecución de la sanción:

i. Sanción de multa hasta el séxtuplo del beneficio obtenido o esperado.


Cuando no se pueda determinar el monto del beneficio, el juez penal podrá
determinar la multa administrativa entre un monto no menor de diez ni mayor
de quinientas unidades impositivas tributarias (S/. 39,500.00 – S/.
1’975,500.00), atendiendo a los ingresos anuales de la persona jurídica al
momento en que se cometió el delito.

ii. La inhabilitación de la persona jurídica, en sus modalidades de suspensión


temporal de actividades sociales, de prohibición temporal o definitiva de llevar a
cabo actividades de la misma naturaleza en que se cometió, favoreció o
encubrió el delito, y la suspensión temporal para contratar con el Estado.

iii. Cancelación de licencias, concesiones, derechos y otras autorizaciones


administrativas y municipales otorgadas a la persona jurídica.

iv. Clausura temporal o definitiva de locales y establecimientos de la persona


jurídica.

v. Disolución de la persona jurídica.

vi. Intervención temporal de la persona jurídica.

La Ley crea un Registro de Personas Jurídicas sancionadas


administrativamente, de carácter público, a ser implementado por el Poder
Judicial, donde se inscribirán temporal o definitivamente las sanciones
administrativas impuestas, con expresa mención del nombre, la clase de
sanción y duración, así como el detalle del órgano jurisdiccional y fecha de la
sentencia firme, sin perjuicio de cursar parte a los Registros Públicos para su
inscripción, en caso corresponda.

La instauración de programas de cumplimiento para reducir o evitar la


pena

La nueva Ley establece como circunstancia eximente y atenuante de la


responsabilidad administrativa, la implementación por parte de la Persona
Jurídica de un Programa de Cumplimiento Normativo en materia Penal o de
alguno de sus elementos (en adelante “Compliance Program”), de manera
previa o posterior al delito cometido, respectivamente. Según la Ley, los
requisitos mínimos que deben contener los Compliance Program, son los
siguientes:

i. Que esté encargado a una persona u órgano autónomo del órgano de


administración, designado por el máximo órgano de administración de la
persona jurídica, que cuente con el personal, los medios y las facultades
necesarias para cumplir adecuadamente una función de auditoría interna de
prevención.

ii. Que contenga medidas preventivas orientadas a: identificar las actividades


que generen o incrementen riesgos de la comisión del delito; establecer
procesos específicos que permitan a las personas programar y ejecutar sus
tareas o labores de manera preventiva a la comisión del delito; identificar
procesos de administración y auditoría de los recursos financieros; implementar
canales de denuncia internos, brindar protección al denunciante, perseguir las
infracciones al Compliance Program e imponer sanciones internas; y,

iii. Que contenga un mecanismo de difusión y supervisión interna


del Compliance Program, aprobado por un reglamento o similar emitido por la
persona jurídica.

Perspectivas futuras
La nueva regulación no solo ha levantado suspicacias sobre la conveniencia de
penalizar una franja de la actividad empresarial: para los gremios corporativos
ello implica otorgar mayor poder a la Policía, al Ministerio Público y al Poder
Judicial, órganos que no gozan de la mayor confianza empresarial desde el
punto de vista de la transparencia y la legalidad de sus decisiones.

También existen dudas sobre la eficacia de la Ley como mecanismo para


prevenir la corrupción empresarial, especialmente porque su ámbito de
aplicación es bastante limitado, solo rige para las empresas basadas en Perú,
nacionales o extranjeras, que cometan actos de corrupción en el extranjero, es
decir solo se aplica para aquellas que tienen operaciones trasnacionales. Si
esa misma empresa comete actos de corrupción en el Perú, solo podrán ser
perseguidas las personas naturales que lo cometieron, no la persona jurídica,
no existe responsabilidad penal de la empresa por los delitos de cohecho,
peculado, colusión, etc., cometidos en el Perú.

Desde esa perspectiva, estamos a una reforma legal que aunque satisface el
mínimo necesario, dado que nos pone en la “línea de flotación” para que el
Perú permanezca en el Grupo Antisoborno de la OCDE, no parece crear
suficientes incentivos para prevenir las principales formas de corrupción
corporativa. Con un solo ejemplo, si una empresa peruana quisiera evitar las
consecuencias de la ley por prácticas corruptas en el extranjero, parece bastar
con que la persona jurídica que opera fuera tenga otra estructura o
composición societaria desde un inicio, de modo que se pueda predicar
procesalmente que no se trata de la misma corporación.

Pero el viejo sistema de la responsabilidad penal individual ya ha sido


trastocado en Perú. Por ese motivo es de esperarse que en el corto y mediano
plazo se planteen y discutan ampliaciones de los supuestos de responsabilidad
penal de la persona jurídica, de modo que se incluyan, como en otros países
de la región, USA y Europa, todas las formas de corrupción, los delitos de
blanqueo de capitales, delitos laborales, delitos ambientales, etc. Aunque ello
no es algo que se pueda celebrar -todos quisieran un mundo sin criminalidad
empresarial-, parece un camino inevitable considerando nuestra larga
trayectoria de expansión de la legislación penal para abarcar los fenómenos
relativos a la criminalidad organizada y empresarial en general.

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