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CANCIONERO MUSICAL
DE LA
Edición facsímil
INTRODUCCIÓN
Manuel Fernández de la Cera
Consejero de Educación, Cultura y Deportes
Oo Presidente del IDEA
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PROLOGO A LA 2.a EDICIÓN
Y NOTAS A ESTE PROLOGO
Modesto González Cobas
Miembro de Número del IDEA
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PRINCIPADO DE ASTURIAS
INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS
OVIEDO, 1986
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CANCIONERO AUSICAL
homenaje a TORNÉR, en el cual pronuncié una conferencia con este títu-
lo: «Importancia y significación de la figura de TORNÉR», que cerré con
estas palabras.:
«Tengo la esperanza de que la acción de rescate de la obra de TOR- DE LA LÍRICA POPULAR
.NER la emprenda nuestra Universidad. Son casi 50 los trabajos en volu-
men que la forman; pero también habría que acopiar la obra inédita para
editarla como se merece. Este y no otro sería el mejor homenaje que le
podríamos tributar a este preclaro hijo de Asturias, y el mayor monumen-
to que podríamos levantar en su memoria.»" ASTURIANA:
Desde marzo de 1980 hasta este momento han trascurrido seis años y
el «milagro» no se ha producido. Pero con esperanza o sin ella lo que hay
que hacer es eso, y cuanto antes mejor.
POR
Modesto González Cobas
Oviedo, julio de 1986
MADRID
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO NIETO Y COMPAÑÍA
Tutor, 16, teléfono 20-42 J.
1920
28
notas sobre el origen de la música popular.
Tal melodía que aquí hemos oído como canto de cuna, acompañada de una diata inferior, va de salto a la tónica de la escala inmediata superior, y procede
letra propia para el caso, en la cual se intercalan unos estribillos constantes—ro- luego, dentro de una modalidad mayor, de una manera análoga a la indicada en
to, ea-ea, etc.,—la oímos allí como canción de danza, con una letra ya distinta, el primer ejemplo. En el segundo de estos dos casos, el esquema de la frase se-
suprimidos los estribillos o sustituidos por otros que pueden ser, o voces oño- ría: sol, la, sí, do, re, do, sí, la, sol, fa §, mí, re, mí, fa Jf, sol, cuya constitu-
matopéyicas, o invocaciones de carácter religioso, v. g., chinchirinchín, ¡válga- ción melódica es fácil de comprender.
me el Señor San Pedro!, etc. Siguiendo, pues, este procedimiento, hemos obtenido con las quinientas me-
Pero aun suponiendo que cada melodía tenga su especial aplicación, determi- lodías de que consta este Cancionero, los resultados que a continuación expo-
nada por el asunto literario o por particularidades métricas y rítmicas, no creemos nemos.
suficiente tal procedimiento de clasificación para llegar a conocer el carácter mu- Divídense estas melodías en siete grupos, algunos de los cuales se dividen, a
sical de un pueblo, pues para esto es impresci.ndibje y primordial el análisis me- su vez, en varios subgrupos. Para hacer más fácil la comprensión de los dibujos
tódico, a fin de ver si los cantos de los distintos pueblos y regiones pueden redu- melódicos, hemos ideado un sistema de representación gráfica que creemos res-
cirse melódicamente a uno o a varios tipos, resultantes de un sistema musical de- ponda fielmente al fin deseado. Estos diagramas van colocados a la cabeza de
terminado. cada grupo, con excepción del séptimo, y en ellos están representadas las notas
Teniendo esto en cuenta, hemos intentado clasificar los documentos que com- fundamentales en que se basa el sentimiento musical que reside en las melodías
ponen el presente Cancionero, atendiendo exclusivamente a su constitución me- correspondientes a cada subgrupo.
lódica. Para ello hemos hecho el esquema musical de cada canción, mediante la
eliminación de notas repetidas que no tengan un determinado valor tonal o modal,
es decir, que una frase compuesta con estas notas: sol, sí, la, sí, do, sí, do, la \, sí, do, la, sí, sol, fa §, sol, quedaría reducida Clasificación
en esquema musical de las melodías contenidas
a las siguientes:
en este Cancionero.
sol, la, sí, do, sí, la, sol, fa $, sol, o sea a una escala del modo mayor que a
partir de la tónica sol asciende hasta la subdominante o cuarto grado, y desde
ésta desciende para llegar de nuevo a la nota punto de partida, cuyo fundamen-
GRUPO PRIMERO
tal valor tónico está reforzado merced al apoyo de la nota sensible o tercer gra-
do del acorde de séptima de dominante del tono de sol.
Si la frase está compuesta con estas notas: mí, la, sol j|, la, sí, do, sí, do \, do, sí, la, sí, sol \, fa, mí, quedaría reducida en esquema a las siguientes:
mí, la, sol §, la, sí, do, sí, la, sol §, fa, mí, o sea a un dibujo melódico que,
dentro de la atracción de la escala del tono de la en el modo menor, comienza en
la dominante y va de salto a la tónica, cuyo valor fundamental está reforzado por
el apoyo de la sensible-so/ jj; asciende hasta la tercera y desciende luego gra-
dualmente hasta la dominante o nota de partida, modificando en el descenso el Pertenecen a este grupo 134 melodías, caracterizadas por residir en todas
sexto y séptimo grados de la escala conforme al sistema armónico de los modos ellas un mismo sentimiento musical y por la identidad de sus dibujos, aunque
menores. De estos dos grados, el séptimo está en la melodía de una manera ex- el ámbito que alcanzan no es siempre del mismo valor; de aquí la división de estas
presa, y el sexto, con su alteración ascendente, se halla comprendido tácitamen- melodías en varios subgrupos.
te en el intervalo de cuarta dado al comienzo de la melodía. El A, comprende un intervalo de cuarta, a partir de la tónica so/, haciendo
Si la frase, en fin, está compuesta con estas notas: re, sol, la, sí, sol, la, sí, una escala diatónica ascendente-descendente; el B, comprende un intervalo de
do | la, do, si, la, sol, fa §, sol, o con estas otras: sol, la, sí, la, sí, do, re, do, quinta, haciendo las escalas de igual manera que el anterior y que los siguientes;
sí, do | la, do, sí,, la, sol, fa §, mí, re, mí, fa %, la, sol, quedaría reducida en es- el C, comprende un intervalo de sexta; el D, de séptima; el E, de octava, y el F,
quema a las siguientes: en el primer caso, re, sol, la, sí, do, sí, la, sol, fa jj, comprende intervalos mayores que una octava.
sol, o sea, un dibujo melódico que, partiendo de la dominante de la escala inme- Pertenecen al subgrupo A, 7 melodías, de las cuales 5 están compuestas en
3
— XV1H —
nota sensible o tercer grado del acorde de séptima de dominante del tono de sol,
modalidad mayor y 2 en menor; al B, pertenecen 42:33 en modalidad mayor, 8 en
que es lo que hace que al final del dibujo de cada subgrupo, en este segundo
menor y una participa de ambas modalidades; al C, 54:45 en modalidad mayor,
8 en menor y una con ambas modalidades; al D, 12: 8 en mayor, 3 en menor y grupo, aparezca un pequeño trazo ascendente.
una con ambas modalidades; al E, 17: 12 en mayor, 3 en menor y dos con
ambas; y al F, 2: una en mayor y una en menor. GRUPO TERCERO
GRUPO SEGUNDO
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(i) Decimos que estas melodías comprenden un intervalo de cuarta, así como que las de
los subgrupos siguientes lo comprenden de quinta, sexta, séptima, etc., considerando la sen-
sible como nota de paso-cuyo único objeto es el de dar mayor precisión a la tonalidad me-
lódica—a fin de hacer ver de una manera más claia la analogía que existe entre este grupo y
el anterior y sus respectivos subgrupos. En realidad, ningún otro inconveniente existe que i Pertenecen a este grupo 23 melodías, caracterizadas por hacer un dibujo des-
impida decir que estas melodías comprenden un intervalo de quinta y las siguientes de sexta, cendente-ascendente, bien al final de la frase o de alguno de sus períodos, que
séptima, octava, etc.
*""" XX — xxi —
va desde la tónica a la dominante de la escala inmediata inferior, y desde ésta a la denominación de melodías de atracción armónica, con relación a las de los
la primera. El resto de la frase tiene un sentimiento melódico análogo al de los dos primeros grupos.
dos primeros grupos. Están divididas en dos subgrupos. En el primero figuran las melodías que ni
Están divididas en dos subgrupos, atendiendo, como en las del grupo ante- tácita ni explícitamente contienen la nota sensible del tono en que están trans-
rior, a que en unas no se hace uso de la nota sensible—subgrupo A—y en otras critas; en el segundo, las que tácitamente contienen la nota sensible. Para averi-
sí—subgrupo B.—Al primero pertenecen 4 melodías: 3 en modalidad mayor y 1 guar si las melodías de este grupo contienen o no la nota sensible, no hay más
en menor, y al segundo 19: 7 en modalidad mayor, 11 en menor y 1 participa que colocarlas sobre la tónica, siguiendo luego nota a nota el dibujo melódico
de ambas modalidades. en relación de un intervalo de tercera inferior respecto de la melodía original.
Los diagramas de estos dos subgrupos tienen, respectivamente, un dibujo
análogo a los de los grupos primero y segundo. Pertenecen al subgrupo A, 6 me-
GRUPO QUINTO lodías, todas en modo mayor, de las cuales 3 se desarrollan dentro de un inter-
valo de cuarta, 2 de quinta y 1 de sexta. Al subgrupo B, pertenecen 22 melodías,
todas también en modo mayor, de las cuales 3 se desarrollan dentro de un inter-
valo de quinta, 10 de sexta, 6 de séptima, 2 de octava y 1 de novena.
Resumiendo: estas 28 melodías pueden considerarse, sin duda alguna, herma-
nas legítimas de las de los dos primeros grapos, pues en unas y otras reside el
mismo sentimiento musical.
lodtas, muy diferentes a primera vista, pero cuyo parentesco es puesto de mani- En el acompañamiento que la guitarra hace al canto de malagueña, se le en-
fiesto por un análisis detenido de los elementos melódicos. cuentra, casi exactamente, en la misma modalidad: mí, so/jf, si, la, do, si, la, solfy,
De la vitalidad y extensión que este tema llegó a alcanzar en nuestra Penín- fa§, mí. Y no es que exista solamente en éste y en los anteriores ejemplos un pa-
sula da idea el hecho de haber sido recogido gran número de versiones con va- recido en el dibujo melódico; las notas en todos ellos están colocadas de una ma-
riantes de poca consideración, ya en forma de melodía propia de romance, ya en nera análoga, porque obedecen a una misma atracción armónica, que da por re-
el de canto lírico, en Asturias, León, Cáceres, Castellón, Córdoba, Granada, Má- sultado la modalidad menor con las alteraciones de los intervalos de sexta y sép-
laga, Sevilla y entre los judíos españoles que viven en el Oriente de Europa y en tima que le son propias.
el Norte de África (1). Como observación curiosa, añadiremos que cuando uno de nuestros composi-
Estudiando los cancioneros populares de Salamanca y Burgos—que, a nues- tores pretende hacer una obra de carácter andaluz, sinfónica o teatral, usa casi
. tro juicio, son los que tienen mayor importancia folk-lórica por la cantidad y ca- preferentemente este giro melódico con diversidad de variaciones, el cual, con la
lidad de los documentos que los integran—publicados por los maestros Ledesma rítmica y la métrica propias de las canciones andaluzas, contribuye a dar él ca-
y Olmeda, respectivamente, hemos podido formar sendos e importantes grupos rácter a la obra. Podrían citarse muchos ejemplos de autores que sin haber nacido
de canciones derivadas de esta forma melódica. en Andalucía, y problamente sin haber estado nunca en ella, aciertan a dar en sus
En el Cancionero musical de los siglos XVy XVI, conocido también con el obras el colorido especial de la música andaluza, mediante el empleo de éste y
nombre de Cancionero de Palacio (2), transcrito y publicado por D. Francisco otros tópicos, melódicos, rítmicos o métricos, característicos de la música popular
Asenjo Barbieri en 1890, se encuentran las siguientes melodías que, enlodacen de dicha región.
parte de la frase, tienen alguna analogía con el tema que nos ocupa: número 4, Teniendo en cuenta lo anteriormente apuntado, cabe sospechar que las melo-
autor anónimo, pág. 239; número 5, Juan de Espinosa, pág. 240; número 10, En- días incluidas en este grupo son de tradición andaluza, aun cuando la mayor parte
rique, pág. 246; número 159, autor anónimo, pág. 377; número 189, Aldomar, no hubieran sido compuestas en Andalucía e importadas luego a Asturias. Todo
página 396. aquel que haya estudiado un poco atentamente el folklore musical de España,
Hemos encontrado igualmente en los libros de los vihuelistas españoles te- habrá observado la influencia que, aun en regiones muy apartadas, ejerce el modo
mas! análogos a éste, siendo los más importantes los de las melodías con que andaluz.
se cantan los romances siguientes: ¿os bracos traygo cansados, del libro de En Llanes se baila desde tiempo inmemorial una melodía, a la cual el pueblo
R da el nombre de bolero, y que, efectivamente, es un auténtico bolero andaluz.
vihuela de Enriquez de Valderrábano, 1547, B. N. Mira Ñero de Torpe, Probablemente esta melodía, como otras muchas que corren por nuestra provin-
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cia, habrá sido importada; pero esto no obsta para que luego el pueblo las haya
del libro de Bermudo, 1555, B. N. tomado de modelo en algunos casos para crear nuevas melodías, en las cuales, si
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bien a veces domina el elemento autóctono, se encuentran giros y modalidades
Parece ser, según el estudio hecho con las melodías recogidas en las distintas de aquéllas.
regiones de España, que esta forma melódica se encuentra con mayor abundan- Véase como ejemplo la señalada con el'número 414. La segunda mitad de la
cia en las provincias andaluzas, hasta tal punto, que puede decirse que es un tó- frase hace la cadencia sobre la tónica, pasando antes por la sensible, en vez de
pico de la música popular de aquella región. Casi todas las melodías andaluzas hacerla, como las anteriores de este grupo, sobre la dominante con .una atracción
más comúnmente conocidas, tienen, de una manera más o menos manifiesta, este armónica de tercera y quinta mayores superiores que hace que la melodía quede
giro en la misma modalidad menor con que aparece en la mayor parte de las can- abierta, como indicando la repetición. En la señalada con el número 425, a se-
ciones que integran este grupo. mejanza de la 414, termina la cadencia final sobre la tónica del modo menor en
(1) Habiendo sido los judíos expulsados de España por los Reyes Católicos (1491), es evi-
que está compuesta, y en una y otra, el dibujo de la segunda mitad de la frase
dente que ya en aquel tiempo esta fórmula melódica se hallaba muy difundida por nuestra es análogo al de las melodías del grupo segundo, en las cuales, según indicamos
Península. en el capítulo siguiente, creemos ver la forma y el sentimiento musical caracterís-
(2) Se le da este último nombre a causa de haber sido hallado el Códice manuscrito en la tico de Asturias.
biblioteca del Real Palacio de Madrid, a principios del año 1870. Aunque la señalada con el número 411 parece terminar de manera diferente
— XXIV — — xxv —
a las anteriores del mismo grupo, es sólo debido a que su estribillo está colocado con el de los grupos anteriores: 34 en menor, 15 en mayor y 7 tienen una
sobre una tonalidad distinta de la de la estrofa, tonalidad basada en el acorde me- modalidad imprecisa.
nor de tercera y quinta sobre la subdominante del tono de do en que está trans-
crita la frase primera. No es frecuente encontrar modulaciones de esta índole en
las canciones populares; éstas suelen ser frases compuestas sobre una tonalidad GRUPO SÉPTIMO
única, cuya modalidad puede variar en alguno de sus períodos o en la parte co-
rrespondiente al estribillo en las canciones que lo tengan, cosa esta última que rara VARIAS
vez hemos observado.
Las señaladas con los números 428 y 429 son de composición análoga a las Componen este grupo todas aquellas melodías que ni entre sí ni con los gru-
414 y 425, y tanto en estas como en aquéllas puede observarse que sus primeros pos anteriores tienen una estrecha analogía, lo cual hace imposible su clasifica-
períodos están sujetos a la fórmula que más arriba hemos señalado como tópico ción. Por esta razón les damos la denominación de varías.
de las melodías andaluzas. Sin embargo, parece notarse en algunas ciertas influencias de las formas an-
En las 432 y 433, si bien esta fórmula melódica conserva su dibujo, la moda- teriores, sobre todo de la de las melodías del subgrupo B del grupo segundo. Así,
lidad menor comienza a transformarse, y solamente está indicada en el tercer gra- por ejemplo, la seflalada con el número 481 es una frase compuesta de tres pe-
do de la escala. ríodos, de los cuales el primero, en modalidad menor, conserva perfectamente la
A partir de la 439 hasta la 452 inclusive, la modalidad se hace francamente forma melódica indicada; el segundo es repetición del primero, con una semica-
mayor y el dibujo adquiere en algunas de estas melodías formas cada vez más dencia modulatoria, y el tercero, dentro siempre de la forma de los anteriores,
alejadas de las anteriores, pero que, si|j embargo, permiten ver de una manera está colocado sobre un tono y un modo distintos de los de los dos primeros.
perfectamente clara el parentesco que existe entre unas y otras. Compárense, La primera frase de la melodía señalada con el número 483 tiene, igualmente,
por ejemplo, la 405 y la 441 y, aparte de las distintas modalidades, se verá la un sentimiento musical análogo al de las incluidas en el subgrupo B del grupo
gran analogía que tienen una con otra, tanto melódica como rítmicamente. Ahora segundo, así como la última mitad de la frase de la seflalada con el número 477.
bien: la comparación de la 441 con la 443, cuya forma melódica ya varía mucho En esta última puede observarse una doble influencia, pues la primera mitad de
de las anteriores y la cadencia final descansa sobre la tónica, nos permitirá su frase imita perfectamente la fórmula melódica del grupo sexto, resultando, por
ver que en esta última se ha conservado el recuerdo rítmico de las primeras consiguiente, una melodía de composición híbrida. Influencia de esta última fór-
más bien que el sentimiento melódico que en ellas reside. No así en la 445, en mula se observa también en las señaladas con los números 475 y 497.
que, a semejanza de la 44.1, se conservan los dos sentimientos: melódico y
rítmico.
En las señaladas con los números 453, 454, 455, 456 y 457, desaparece la
precisión modal de las anteriores, quedando en algunos de sus intervalos remi-
niscencias de la modalidad menor primitiva. En la 458, en cambio, la modalidad
menor vuelve a presentarse de una manera precisa.
Las 56 melodías que integran este grupo están distribuidas en el orden en que
aparecen, por creer que es el que mejor indica el proceso de las variantes que ha
sufrido la fórmula inicial. Sin embargo, no pretendemos dar como segura su cro-
nología, cosa que, como fácilmente se comprenderá, sólo puede hacerse, por
conjeturas, aunque éstas deben ir apoyadas por la lógica.
La que sí parece evidente es que estas melodías pertenecen a una misma fa-
milia esencialmente distinta de las que componen los grupos anteriores, por lo
que no hemos dudado en colocarlas aparte en el Cancionero. Estudiada la moda-
lidad en que están compuestas, se obtiene el siguiente resultado, que contrasta
IV
Sub.°A... 7 5 2 » Sub.°A..- 4 3 1
» B... 42 33 8 1 Grupo cuarto: 23 melodías. » R 10 7 i
» C... 54 45 8 1 Total . . . 23 10 18 i
Grupo primero: 134 melodías. » D. 12 g 3
o ii
» E.. . 17 12 3 2
» F... 2 1 1 »
Mayor. Menor. Ainpi».
Total... 134 104 25 5
Sub.'A... 6 6 '
í
Sub.°A... 23 20 3 » Resumiendo: de las 500 melodías que componen el presente Cancionero, per-
• B... 110 tenecen 402 a estos cinco grupos, cuya relación entre sí es bien notoria. Dentro
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de éstas se puede contar un número superior a la mitad—grupo segundo—con
» C... 36 23 11 2 idéntico sentimiento melódico, lo cual hace suponer que sea el más puro y primi-
Grupo segundo: 202 melodías. » D... 9 8 1 tivo, ya que es el que más arraigado se encuentra en la tradición popular. De es-
>
tas 402 melodías, están compuestas en modalidad mayor 318, en menor 73, y 11
» E... 18 18 » » participan de ambas modalidades; puede afirmarse, por consiguiente, que en la
» F... 6 6 » »
música popular asturiana domina la modalidad mayor. Contrasta esto con la mo-
dalidad de las melodías que componen el grupo sexto, y que, por razones que ya
Total . . .202 164 35 3 hemos indicado, consideramos de tradición andaluza.
Otro hecho que encierra gran importancia, y que justifica nuestro criterio de
que en los cinco primeros grupos están representadas las formas características
de la música popular de Asturias, es el siguiente: Existen canciones que son de
empleo general en España, y que en las diversas colecciones de cantos regionales
H«yor. Menor. Ambas. aparecen transcritas de una manera idéntica, es decir, conservando en su integri-
dad el mismo dibujo melódico. Ahora bien; éste pierde su forma al entrar en As^
Sub.°A... 3 2 1 » turias, adaptándose en lo posible al de las melodías de alguno de estos cinco gru-
Grupo tercero: 15 melodías. pos. Véase, por ejemplo, la señalada con el número 84, cuya popularidad es
» B... 12 10 > 2 grande en la Península. Compárese la forma en que aparece aquí con la que tiene
Total... 15 12 1 2 en las demás colecciones de melodías regionales, y se comprobará nuestra afir-
mación.
— XXX — — xxxi —
Una observación análoga puede hacerse con algunas de las melodías popula- la nota en que termina uno de los miembros o de los períodos. Sirvan como ejem-
res que se encuentran en los libros de los vihuelistas españoles del siglo xvi. En plos las canciones señaladas con los números 194, 218, 219, 225, 245, etc.
el titulado Silva dé Sirenas, del maestro Enríquez de Valderrábano, se encuentra La inspiración popular no puede, evidentemente, estar sujeta a determinados
una melodía, cuya letra dice: ¿Dónde son estas serranas?—Del pinar de Avila cánones para la composición de sus creaciones, pues éstas son siempre cosa in-
son, la cual debió alcanzar gran popularidad en aquella época, a juzgar por tuitiva, y no producto de cálculos y reglas prefijadas; sin embargo, debido tal
la frecuencia con que aparece en libros coetáneos, entre ellos el de Francisco vez a la fuerza de la tradición, y por ende a la educación musical en ciertos me-
Salinas, De Música libri septum (1537) y el Cancionero de Palacio, trans- tros y ritmos con giros melódicos especiales,y tal-vez también al gustó preferente
crito por Barbieri. Comparada esta melodía con la tan popularísima y antigua en que el pueblo asturiano encuentra con el empleo de determinadas cadencias, for-
Asturias, señalada en nuestro Cancionero con el número 233, tenemos que admi- mas estereotipadas y conservadas secularmente, hace que todas sus composicio-
tir que ambas tienen un mismo origen—tal vez castellano,—aun cuando la astu- nes tengan una cierta analogía en la forma y, desde luego, un mismo sentimiento
riana haya modificado su dibujo, sujetándose a una de las formas regionales ca- melódico. Véanse, entre otras, las melodías señaladas con los números 208 y 210,
racterísticas. y compáreselas con las anteriormente indicadas; fácilmente se observará que unas
Un caso idéntico lo encontramos en el libro titulado Orphenlca Lyra, del y otras tienen un fondo común, tanto rítmico o de distribución de grupos, como
maestro Fuenllana, 1554. La melodía denominada La Girigonza, es la misma que musical o de sentimiento melódico.
en Asturias se conoce con el nombre de La Gerlngosa, señalada en nuestro Can- Y esta misma tendencia de uniformidad, más o menos manifiesta, se encuen-
cionero con el número 48. La línea melódica en esta última sufrió la misma modi- tra en general entre las melodías que integran el grupo segundo,por lo cual puede
ficación regional que la anterior. decirse que es ésta la forma de composición que preferentemente usa el pue-
El estudio de las melodías que componen el subgrupo B del grupo segundo— blo asturiano. Sin embargo, no quiere esto decir que todas aquellas frases meló-
de idéntico sentimiento melódico, con tendencia a cierta uniformidad de .compo- dicas que, más bien de una manera aparente que real, se separan de la anterior-
sición, y cuya mayor importancia numérica nos induce a considerar esta forma mente indicada, y cuya poesía sólo conste de dos o tres versos, no sean de origen
como la más arraigada y primitiva en la tradición asturiana—nos dará a conocer netamente asturiano. Examinemos la canción señalada con el número 175. Cán-
aproximadamente el carácter general de la música popular de esta región. tase esta melodía por estrofas compuestas de dos versos endecasílabos asonan -
Consta este subgrupo, según hemos visto, de 108 melodías, de las cuales 20 tados. Precede y sigue a cada estrofa una invocación de carácter religioso con-
comienzan descendiendo, y el resto, o sea 88, comienzan, por el contrario, con tenida en un verso de cinco sílabas. Evidentemente, la forma melódica que acom-
movimiento ascendente a partir de los siguientes grados de la escala: 59 del pri- pañe a esta poesía no puede ser igual a aquella que se ajusta a cuatro versos
mero o tónica, 3 del segundo, 21 del tercero, 2 del cuarto o subdominante y 3 del octosílabos. No obstante, podemos considerar la melodía como una frase de
séptimo o sensible. Resultan, pues, dos grupos principales: el de las melodías cuatro miembros, que aunque de valores rítmicos distintos, guardan cierta sime-
que ascienden a partir de la tónica y el de las que parten del tercer grado de la tría en su distribución:
escala en movimiento también ascendente. Dentro de las primeras abundan con-
siderablemente las que comienzan con un intervalo de quinta, pasando antes por / Señor San Joan!
el tercer grado, o sea haciendo el arpegio del acorde tónico en su primera posi- Patrón del pueblo ye el Señor San Joan.
ción. Las segundas suben también al quinto grado, ya sea de salto, ya diatónica- Viva la danza y los que en ella están.
mente. ¡Señor San Juan!
La composición general en las melodías de estos dos grupos es la siguiente:
una frase de cuatro miembros correspondientes a los cuatro versos de la copla, El primer período de la frase, que termina con el primer verso endecasílabo,
bien sea octosilábica, bien en forma de cuarteta de seguidilla. El primer período hace la semicadencia sobre el tercer grado de la escala y finaliza la frase con la
de la frase hace la semicadencia sobre el tercer grado de la escala, y el segundó última invocación, haciendo la cadencia perfecta sobre la tónica luego de haber
finaliza sobre la tónica, pasando antes por la sensible. Puede la frase ir seguida pasado por la sensible.
de un estribillo, eí cual está sujeto al carácter musical.de aquélla, o tener pequé- Formas parecidas a la anterior se encontrarán en nuestro Cancionero fácil-
flos estribillos intercalados, que son, generalmente, adornos melódicos basados en mente, y en resumen, no vienen a ser más que variantes de mayor o menor liber-
XXXII — — xxxni —
tad rítmica. Véase, en fin, la señalada con el número 197; una variante de la for- van implícitas exóticas influencias y, por tanto, la pérdida paulatina de su verda-
ma que hemos indicado como característica, y cuya particularidad consiste en la dera personalidad.
repetición, al final del primer período, del primer miembro de la frase, que en este Y aun cabe suponer influencias exóticas en la parte literaria de algunas de
caso equivale al segundo hemistiquio del primer verso de la poesía: las canciones de los cinco primeros grupos, si tenemos en cuenta el lenguaje
perfectamente castellano en que están compuestas y la manera de hallarse ex-
SI vas al prado, presados los conceptos, impropia, a veces, de la especial sintaxis asturiana.
Marta, si vas al prado, Esto, aparte de lo que pudiera indicar el resultado que se obtiene del estudio de
cierra bien la portillera... los acentos rítmicos de la poesía en relación con los melódicos.
Como el sentimiento es el principio de toda manifestación artística, sea o no
A una poesía de cuatro versos el pueblo ajusta una frase de cuatro miembros, popular, el acento expresivo de sentimiento, o patético, influye sobre el lógico,
cuyo número de notas fundamentales depende del de las sílabas del verso corres- o de significación, y ambos deben ir acordados en la yuxtaposición de los dos
pondiente, y a una poesía de dos versos sabe ajustar también una frase de cuatro lenguajes: musical y poético.
miembros, sometiéndolos al valor de cada uno de los cuatro hemistiquios de los Examinando las canciones asturianas según estos principios, se observa no
dos versos; o, por el contrario, a una frase de cuatro miembros, pero de valor pocas veces una mala correspondencia entre los acentos prosódicos y musicales.
restringido, es decir, que cada miembro sólo conste, por ejemplo, de cuatro no- Así, por ejemplo, los acentos tónicos de la cuarteta de seguidilla en la canción
tas fundamentales, ajusta dos versos de una cuarteta octosilábica mediante la di- señalada con el número 194, están trastrocados por exigencias de los acentos
visión de éstos en hemistiquios, teniendo necesidad de repetir íntegramente la melódicos, resultando la siguiente acentuación prosódica:
frase musical para completar la poesía. Se da con frecuencia este caso en nues-
tro Cancionero, y casi siempre la melodía tiende a conservar, más o menos per- No quieRÓ que me quieran,
fecta, la forma indicada como característica regional. NI ser querivk',
Esta misma tendencia a conservar la forma característica se observa en al- quiero ser de los hombres
gunas de las canciones destinadas al baile, en particular en las giraldillas: una Abo rreciok.
frase repetida de dos miembros, de los cuales el segundo hace la cadencia sobre
el tercer grado de la escala, seguida de un estribillo que consta igualmente de Sigue a esta copla un estribillo constante, y vemos que sus acentos tónicos
dos miembros, y cuya cadencia final se apoya en la tónica. Pueden reducirse a se corresponden perfectamente con ios musicales. Esta melodía la hemos oído
una estas dos frases, dada la relación melódica que entre ambas generalmente cantar con distintas coplas, y en todas ellas la acentuación era imperfecta. Aho'ra
existe; de este modo se obtiene la frase característica de cuatro miembros. Véan- bien: este hecho, repetido en la mayor parte de las canciones que tienen un es-
se las melodías señaladas con los números 53, 160 y 237. tribillo constante, podría muy bien indicar que letra y música, en la parte corres-
La sencillez de esta forma de composición y el empleo casi constante de idén- pondiente a la copla, no fueron compuestas a un tiempo.
ticos giros melódicos con un ámbito de poca extensión—téngase presente que No es raro encontrar en la frase musical de algunas canciones—sobre todo
los subgrupos B y C de cada uno de los dos primeros grupos, son los de mayor en aquellas que por su especial objeto tienen que ser cantadas con diversidad de
importancia numérica, y sus ámbitos comprenden intervalos de quinta y sexta, coplas: giraldillas y danzas,—un período o un grupo rítmico de acentuación mas-
respectivamente,—hacen que la música popular asturiana sea de una cierta mo- culina, acompañados de un verso femenino. Mas este defecto se explica tenien-
notonía que parece evidenciar su primitivez y pureza; es la música de un pueblo do en cuenta que el principal valor de estas canciones de baile reside en la me-
que, debido a las condiciones físicas de la naturaleza en que habita, circuido por lodía, cuyas fuertes acentuaciones métricas sirven para regular los movimientos
colosales montañas, ha tenido que vivir en forzoso aislamiento de las civilizacio- de los bailadores. La letra es en ellas de una importancia muy secundaria; tanto,
nes que en distintas épocas han entrado en nuestra Península. Puesto Hoy, éh que muchas veces se cantan acompañadas simplemente de las sílabas lará-lará.
cambio, en contacto directo con la moderna civilización, sus creaciones artísticas , En cambio, en aquellas canciones de medida libre, en las que letra y música
van adquiriendo poco a poco los caracteres de la cultura actual^ con matices ex- tienen un mismo valor expresivo—cantos de ronda, de pastores, etc.,—este de-
presivos que revelan un mayor refinamiento sentimental, aun .cuando en ello fecto de acentuación se encuentra corregido en la mayor parte de los casos, me-
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instintos populares. Ella es el libro inmortal de la sabiduría y de los sentimientos En vista de la exigua cantidad de datos de que hoy disponemos, hemos creí-
del pueblo, y en ella está reflejada el alma de los hombres con imagen mucho do lo más prudente limitarros al estudio de la melodía asturiana, y no correr el
más precisa que en ninguna otra manifestación espiritual. riesgo de hacer afirmaciones verdaderamente a priori, hablando, por ejemplo, de
Si bien hasta hace algunos años, y sobre todo en España, se tomaba la can- la influencia en la música de nuestra nación de los dos grandes pueblos civiliza-
ción popular como cosa baladí, de un valor simplemente recreativo, hoy su estu- dores—ario y semita,—y dando tal canción como celta, tal otra como árabe, et-
dio interesa seriamente tanto a los artistas: músicos, poetas, literatos, como a los cétera, etc.
hombres de ciencia: historiadores y filólogos principalmente. En ella buscan los La labor primordial, de una imprescindible necesidad, es la de recoger la ma-
primeros una inspiración sana, característica de toda buena obra de arte; los se- yor cantidad posible de melodías populares de las diversas regiones, así como
gundos encuentran rastros de civilizaciones pasadas, viejas formas del .lenguaje, las que en su éxodo han llevado consigo y conservado hasta hoy—según testi-
hechos históricos de mayor o menor importancia que el pueblo conserva en su monio de algunas personas—los judíos españoles que viven en el Norte de Áfri-
memoria gracias a la canción. ca y en el Oriente de Europa (1).
No es, pues, necesario encomiar el gran valor que para la reconstrucción his- Una vez hecho esto, estaremos capacitados para realizar el estudio de nues-
tórica de la patria van adquiriendo de día en día los trabajos encaminados a reco- tra tradición musical en relación con la de los demás países, en donde como en
ger, ordenar y desentrañar toda esa riqueza de cantos, leyendas, mitos, etc., que Francia y Alemania, la bibliografía folklórico-musical es muy considerable y au-
constituyen la cultura popular. Con ello se alcanzan dos cosas: acrecentar el cau- menta de día en día.
dal espiritual del hombre y conocer de manera clara y elocuente el carácter de los
pueblos.
En España, siguiendo el camino de otras naciones—aunque desgraciadamen-
te no con tan porfiado empeño y amor,—algunos hombres van aplicando su aten-
ción a recoger y ordenar los restos culturales de las distintas regiones. En Astu-
rias, estos restos son abundantísimos, según hemos podido comprobar en nues- De todas las regiones de España, es, tal vez, Asturias, una de las que más
tras excursiones folklóricas, y es necesario que artistas, literatos e historiadores intensamente cultivan la canción popular. Cada año, con la primavera, cuando
se apresuren a conocerlos y estudiarlos antes que la moderna e invasora civiliza- el paisaje recobraron exuberante esplendidez todo su lirismo, aparece un abun-
ción los haga desaparecer. dante número de canciones que, o bien son nueva creación de nuestra musa re-
Por lo que a la música popular asturiana se refiere, habíamos ideado en un gional, o bien antiguas melodías que, después de un letargo de varios lustros,
principio hacer un estudio comparativo con la de las demás regiones de España renacen en la memoria de un viejo campesino y en poco tiempo invaden la pro-
y con las de Europa en general, a fin de apuntar las afinidades que este estudio vincia. Tal es el caso de El ringo-rango, canción señalada en esta colección con
nos señalara; mas hemos desistido de tal deseo debido, principalmente, a la falta el número 354. Mucho antes de su renacimiento, ocurrido en 1915, ya nos había
de documentos que nos permitieran conocer el genio musical de cada una de nues- sido cantada esta melodía por una mujer de avanzada edad, y, según ella, hacía
tras regiones. Puede decirse que hasta hoy sólo se han publicado cancioneros más de cuarenta años que El ringo-rango se había bailado como giraldilla en las
populares de alguna importancia de las regiones de Burgos, Salamanca y Cata- romerías de Grado.
luña. De otras, se conoce un reducido número de melodías, y de algunas, el des- Mas no siempre estas viejas canciones temporalmente olvidadas conservan
conocimiento es absoluto. a través del tiempo su primitiva forma, pues, aparte de la evolución natural a
Por otra parte, los cancioneros antiguos, los libros de los vihuelistas, las can- que tanto la música como las demás manifestaciones del espíritu humano están
tigas de Alfonso X y algunas composiciones de los polifonistas, tanto religiosos sujetas, se observan en ella ciertas adulteraciones, ya literarias, ya melódicas,
como profanos, de los siglos xv y xvi, si bien contienen algunas melodías popu- que probablemente provienen de flaqueamiento de la memoria en la persona en
lares, no son en número suficiente, y no siempre está respetada su verdadera quien durante más o menos tiempo vivió aletargada la canción, y que al recor-
forma popular para que puedan servir de base sólida para un amplio estudio com-
parativo, aparte de que no se hace en estos documentos la indicación de su pro- (1) £1 notable compositor y folklorista D. Manuel Manrique de Lara, en viajes realizados recientemente por
encargo de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones C ientfficas, ha podido recoger entre nues-
cedencia etnográfica. tros judíos varios centenares de romances castellanos con sus correspondientes melodías. :
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darla por cualquier circunstancia especial y tratar de reconstruirla, pone por su fuera o no'del agrado de ésta, era recibido con otra canción expresando la admi-
cuenta, allí donde el recuerdo le abandona, un nuevo miembro musical en conso- sión o la renuncia del amor, han desaparecido de nuestras montañas.
nancia con el sentimiento general de la melodía, o arregla o compone la parte li- La influencia de la moderna civilización, que en nuestro país sólo tiene por
teraria, haciéndola perder el sentido que en un principio había tenido, llegando a ahora matices de industrialismo, se deja sentir en los rincones más apartados de
veces a ser incomprensible. la provincia, allí donde los montes se escalonan y los profundos valles duermen
He aquí, por ejemplo, la poesía con que se cantaba después de su renaci- silenciosos bajo un manto de niebla. La nueva dinámica industrial perfora aqué-
miento la canción antes señalada, y cuyo empleo ha sido general en Asturias du- llos en busca de escondidos tesoros,vy puebla las márgenes de los ríos con gen-
rante varios años consecutivos: tes de distinta procedencia etnográfica. A la suave canción asturiana, de serena
melancolía, contesta la copla andaluza, cuya melodía es un profundo y constante
lamento, o la austera canción castellana, de recia contextura musical.
Marujina, tu chaleco
Nuestras antiguas y expresivas canciones van poco a poco borrándose de la
desgarrado tiene el corte; memoria de los campesinos, y no será exagerado el suponer que cada viejo que
dime con el pensamiento muere lleva consigo a la tumba una' de estas manifestaciones espirituales de
dónde pasaste la noche.
la raza.
A tu mandil,
A la vez que las nuevas condiciones de vida, contribuyen a empañar la pure-
échai un ringo-rango
za de nuestro manantial lírico las canciones pseudo-populares, compuestas, no por
que retumbe el agua en la arena.
el artista anónimo en colaboración con el pueblo, sino por el músico profesional
¡ Qué triste se despide
que vive en la ciudad atento sólo a su industria artística, halagadora de los bas-
la mi morena! tos gustos vulgares. Mas rara vez estas canciones llegan a arraigar en el espíri-
tu del pueblo campesino, incorporándose a la lírica tradicional. Suele estar au-
En cuanto a su melodía, que no hemos transcrito por no considerarla de inte- sente de ellas nuestro genio; no vibra en sus notas el espíritu de la raza, por lo
rés para estudiar la evolución de la frase a través del tiempo, ha perdido la gra- cual no consiguen conmover, ni siquiera despertar nuestro profundo ser.
cia y la delicadeza que tiene en la versión que aparece en este Cancionero. Pero aunque estas creaciones pseudo-populares gozan de poca vida, es evi-
Si esta última puede compararse con las melodías provenzales, como, por ejem- dente que, andando el tiempo, llegan a ejercer una perniciosa influencia sobre la
plo, la tan conocida Oí Magali, que Mistral inserta en su poema Mireya y que sencilla y emocionante lírica campesina, de una ingenuidad encantadora en la for-
figura en casi todas las colecciones de cantos populares de Provenza, la versión ma y de una inspiración poderosa y elevada, en la cual no- reside la licenciosa
moderna, en cambio, hace sus cadencias de manera menos inspirada y graciosa, desenvoltura ciudadana, sino el puro sentimentalismo de un pueblo que convive
suprimiendo algún giro melódico, según puede suponerse observando que el nú- con la Naturaleza.
mero de sílabas de los últimos versos es menor que los correspondientes de la Como influencia bienhechora que puede evitar la rápida y total desaparición
canción transcrita. de nuestro tesoro musical, podemos señalar la que ejercen los cantores profesio-
Parece evidente que las canciones populares de nuestra región van perdien- nales. Forman su repertorio con viejas y escogidas canciones, incluyendo otras
do, desde hace algunos años, el encanto que siempre tiene en sí la ingenua lírica debidas a su numen, pero sujetas a la verdadera tradición regional.
campesina. Nuestros pastores ya no lloran sus cuitas de amor al son del rabel o Son estos cantores trabadores y juglares a un tiempo, y de alguno de ellos
del caramillo, ni en las faenas del campo se emplean con tanta frecuencia las puede decirse lo que de Perdigón en Francia, en la Edad Media, que fo joglar
canciones dialogadas, con las cuales en otro tiempo hombres y mujeres, dividi- e sap trop ben violar e trabar e cantar (1). Salidos de entre las clases más hu-
dos en dos coros respectivos, sobrellevaban alegremente las penalidades del mildes de la sociedad de nuestras ciudades, dejan de ser artesanos temporalmen-
trabajo, merced a la incomparable belleza melódica y al interés de la narración te para dedicarse a interpretar en público su repertorio. Organizan conciertos en
poética. Bellas costumbres ancestrales, como aquella que consistía en solicitar el los principales teatros y salones de la región y realizan tournées por América,
amor de una muchacha por medio de una canción, cuya poesía, compuesta ad
Aocporel galán, ensalzaba las buenas cualidades de la joven, y según aquél (1) Fierre Aubry: Trouoéres ettroubadours.
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llevando a nuestros emigrados un eco sentimental de la tierrina. Es éste, quizá, nosotros habíamos procedido,es decir, anotando todo cuanto el pueblo canta, por
el lazo espiritual que más fuertemente sujeta a la región el amor de aquellos de insignificante que parezca.
sus hijos que tienen que vivir apartados de ella. Y desde entonces, doliéndonós de la labor incompleta realizada durante dos
años, hicimos el propósito de recomenzar las excursiones folklórico-musicales
por nuestra provincia tan pronto como las vacaciones estivales nos lo permi-
tieran.
En Octubre de 1913, finalizadas las vacaciones, regresamos a París a fin de
continuar nuestros estudios en la Schola Cantorum. Una vez terminado el curso,
Antes de dar por terminado este modesto trabajo, nos creemos obligados a ha- nos vinimos a Asturias, y aquí hubimos de permanecer por tiempo indefinido, de-
cer público nuestro agradecimiento a la Excma. Diputación Provincial de Ovie- bido a la guerra europea, siguiendo en ello el consejo de nuestro ilustre maestro
do, a cuya generosidad se debe la publicación de este Cancionero, sin cuyo d'Indy, que en amable carta nos decía:
auxilio material probablemente hubiera permanecido inédito por tiempo inde-
finido.
Este agradecimiento adquiere un valor particular de cariño y respeto profun- Mon cher Torner:
dos hacia los Sres. D. Armando de las Alas Pumariño y D. Celso Gómez, miem-
bros de dicha Corporación Provincial, cuyo entusiasmo por nuestros trabajos ha J 'ai refu votre lettre etje viens uous diré qu'il me semble inutile que vous ve-
contribuido grandemente a dar cima a nuestra labor folklórico-musical; labor em- niez a París, d'autant que vous series le seul eleve de cette classe, Fimbel étant
prendida hace varios años con una finalidad distinta de la que hoy tiene. partí á la guerre et Bossavilbaso retourné dans son pays. Mr. Labey est luí
Habiendo terminado en 1910 nuestros estudios pianísticos, y deseando comen- méme deuant l'ennemi, étant lieutenant de reserve.
zar los de la Composición musical, creímos que nada mejor que valemos de Restez done á {aire le travail dont vous me parlez (1), qui ne peut qu 'étre
temas populares de nuestra región para llegar a adquirir una personalidad propia
e interesante. Animábanos a ello, de una parte, la extraordinaria belleza de las intéressant pour toas les musiciens et vous nous revenaren, ¡'espere, au mois
melodías asturianas, y de otra, los ejemplos de los más estimados compositores d' Octobre prochain pour achever vos études.
de otros países. Receueg, tnon cher Torner, tous mes meilleurs souvenirs.
Con tai objeto habíamos comenzado la labor de recopilación, logrando reuni-
Vincent d'Indy.
en poco tiempo varias decenas de melodías de distinto carácter y seleccionadas París le 24 Décembre 1914.
con un criterio restringido, dado el interés meramente artístico que entonces nos
guiaba. Anotábamos aquellos períodos melódicos de mayor belleza, desdeñando
los que considerábamos de escaso interés para un desarrollo fraseológico.
Hemos dedicado, pues, el otoño e invierno de 1914 a la recopilación de can-
Recogido así un considerable número de temas populares, y con el deseo de
ciones populares asturianas, y en febrero de 1915, en posesión ya de un consi-
completar nuestros estudios musicales, nos trasladamos a París en el otoño
derable número de documentos, comenzamos a dar a conocer al público, en con-
de 1912, ingresando como alumno oficial en la Schola Cantorum, cuyos estudios
ferencias celebradas en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, el fruto de
dirige el eminente maestro Vincent d'Indy. Debido a las admirables enseñanzas
nuestras excursiones folklóricas. El éxito de estas conferencias, debido exclusi-
de la Schola y a los cursos y conferencias sobre la música popular de diversos
vamente a la belleza de los ejemplos ofrecidos, movió a la Excma. Diputación
países que frecuentemente se celebran en la Escuela de Altos Estudios, hemos
de Oviedo a concedernos una subvención a fin de estudiar en las bibliotecas de
podido llegar a adquirir el conocimiento de los distintos valores de carácter cien-
Madrid los distintos cancioneros españoles y extranjeros publicados hasta en-
tífico que, aparte del artístico, encierra la canción popular.
tonces.
Mas para que ésta pueda servir de base sólida para estudios científicos es in-
dispensable que sea recogida del pueblo en toda su integridad y transcrita con A este efecto, y para la mejor orientación de nuestros trabajos, nos hemos
fidelidad absoluta, desechando al mismo tiempo el criterio restringido con que (1) Hace referencia a la labor de recopilación de las melodías populares.
incorporado, en el Centro de Estudios Históricos, a la sección que dirige el sabio
maestro D. Ramón Menéndez Pidal. En 1916, y a propuesta del Centro, la Junta
para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas nos concedió una
pensión para recoger romances tradicionales en las provincias de Asturias y
León, habiendo logrado reunir 83 romances asturianos y 137 leoneses, todos con
sus correspondientes melodías.
Tal es el proceso de nuestra labor folklórica hasta el momento de la publica-
ción de este Cancionero, y lo exponemos con detalle, a fin de que sirva de justi-
ficación para las personas y entidades que nos han favorecido con su consejo y
ayuda.
No se incluyen en este Cancionero los romances recogidos en Asturias, por
que su música es de índole especial. Exige un estudio aparte del de las canciones
líricas, aunque muchas veces tengan ambas intima relación. Dichos romances
serán, en su.día, incluidos en el Romancero español, cuya publicación prepara el
Sr. Menéndez Pidal.
Debemos hacer constar, en fin, que la clasificación adoptada en este Cancio-
nero no pretende ser definitiva ni indiscutible, sino que ha de considerarse más
bien como un simple ensayo de clasificación basada exclusivamente en la melo-
día de las canciones, por creer que la distribución de éstas, atendiendo al asunto
literario, no indica nada acerca del genio musical del pueblo. No tiene, pues, más
TEXTO MUSICAL
valor esta clasificación melódica que el de la prioridad, y nuestra satisfacción
sería grande si este trabajo sirve de punto de partida para llegar a adquirir un
método científico musical que permita clasificar y estudiar sólidamente las melo-
días populares.
EDUARDO MARTÍNEZ TORNER
Oviedo, 1919.