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NOVIEMBRE ‐ 2012 

TIERRA REMOVIDA
“…El Gran Labrador que remueve la tierra es Dios y esta crisis no es más que la oportunidad para
aprovechar la tierra removida y plantar la preciosa semilla que nunca vuelve vacía a la mano de
Dios”.

Pensando en los días de mi niñez, en el pueblo que me vio nacer, Montehermoso, provincia de
Cáceres, vienen a mi memoria recuerdos de cuando desde la ventana de mi casa, bien temprano, oía
el ruido que hacían los carros y las caballerías de los hombres que iban a trabajar al campo. Al pensar
en estos detalles, recuerdo también el olor de esos campos labrados, producto del trabajo, un trabajo
con la esperanza de producir la cosecha deseada.
Es así como estoy viendo en estos días a mi querido país, a esta España que tanto necesita
que se le hable de “esperanza”. Un país, castigado por las situaciones financieras que ya todos
conocemos, crispada por los acontecimientos constantes que no le ofrecen más que recortes y
recortes. Pero al mismo tiempo, hemos percibido un movimiento extraordinario de Norte a Sur y de
Este a Oeste, en cada fraternidad de obreros, dispuestos a cumplir la visión encomendada.
Doy gracias a Dios por todos los que salieron hace ya muchos años, los que hicieron camino,
los que los señalaron de alguna manera esas sendas que se hacen a través del constante tránsito y
que por ese constante caminar obliga al propio terreno a convertirse en la vereda que se fije como
correcta. Reconocemos que el camino que hoy recorremos, motivados por los que nos antecedieron,
es una calzada trabajada por aquellos que no gozaron de los medios que hoy tenemos pero que
fueron impulsados y llenos del Espíritu Santo, del que tanto necesitamos hoy y de quien no podemos
prescindir para hacer la tarea encomendada.
Gracias también, porque en estos primeros doce años de siglo XXI, las Asambleas de Dios de
España estamos inmersos en el proyecto “Visión Alcance 2020” y comprometidos a tomar todo el país
en la medida en que cada congregación, cada fraternidad y en su conjunto FADE, cumplamos con la
misión que se nos ha encomendado.
Van a ser casi cien años desde 1914, que los primeros líderes de las Asambleas de Dios, en
su II Concilio General, declararon en consenso que el rol que se les había asignado fue y sigue siendo:
“Nos comprometemos al movimiento para el esfuerzo de evangelización más grande que este mundo
jamás haya visto”, y este mismo compromiso debería de ser el ADN que identifique la razón de ser de
las Asambleas de Dios.
Gracias al Señor por quienes nos trazaron el camino y por el legado tan grande y hermoso que
estamos dejando a otras generaciones. Es muy posible que lo que comenzó con un caminito se
transforme en la mayor autopista de obreros que jamás haya conocido las Asambleas de Dios.
“Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo”.
(Romanos 15:19)
El Gran Labrador que remueve la tierra es Dios y esta crisis no es más que la oportunidad para
aprovechar la tierra removida y plantar la preciosa semilla que nunca viene vacía a la mano de Dios.
Una gran cosecha viene a este país, que se sumará a la que ha habido en todos estos años
produciéndose así, la gran multiplicación deseada.

Por José María Romo


Coordinador Nacional VA2020

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