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Esta ciencia da por sentado el hecho de que existen diversas modalidades de pensamiento,
así como ambigüedades de expresión; y tiene por oficio hacer desaparecer las probables
diferencias que puedan existir entre un escritor y sus lectores, de modo que éstos puedan
comprender con exactitud a aquél.
En ocasiones podemos caer en decir con emoción: “No es necesario que se interprete la
Biblia; solamente léala y haz lo que dice”. Al fin y al cabo, cualquier persona puede leerla
y entenderla. Esto es cierto, los cristianos debemos leer la Biblia, creer en ella y obedecerla.
No es un libro oscuro si se estudia y se lee debidamente.
El propósito de una buena interpretación no es descubrir lo que jamás nadie haya visto
antes. Las interpretaciones que tienen esto como objetivo, por lo general se pueden atribuir
al orgullo. El propósito de la buena interpretación es llegar al significado sencillo del texto.
Esto le da paz a la mente y aliento al corazón.
Una razón más importante para interpretar radica en la naturaleza de la Escritura. La Biblia
es al mismo tiempo “humana” y divina. Como la Biblia es la Palabra de Dios, tiene
relevancia eterna; habla a toda la humanidad, en todasnlas épocas y culturas. Debemos
escucharla y obedecerla. Ahora, como Dios decidió presentar su Palabra a través de
palabras humanas en la historia, cada libro de la Biblia tiene una particularidad histórica,
condicionado por el idioma, el tiempo y la cultura en que fue escrito originalmente. La
interpretación de la Biblia es una exigencia debido a la tensión que existe entre su
relevancia eterna y su particularidad histórica
Hay otros, por el contrario, que piensan que la Biblia es solamente un libro de relevancia
eterna. Entonces la consideran como una colección de proposiciones para ser creídas y
mandatos para ser obedecidos. Hay, por ejemplo, quienes con base en Deuteronomio 22:5:
“La mujer no se pondrá ropa de hombre”, dicen que la mujer no debe usar pantalones. Pero,
la misma gente no toma al pie de la letra los otros mandatos de esa misma lista: “Cuando
edifiques una casa nueva, construye una baranda alrededor de la azotea (v.8)”, “cuando
plantes en tu viña, no mezcles diferentes clases de semilla (v.9) y “pon cuatro borlas en las
puntas del manto con que te cubres (v.12)”. La Biblia no es así, no es sólo un conjunto de
proposiciones y mandatos. Esa no es la manera que Dios escogió para hablarnos. El decidió
hablar sus verdades eternas dentro de circunstancias y sucesos particulares en la historia
humana
CAPITULO I
En primer lugar, el intérprete de las Escrituras, -y, en realidad, de cualquier libro que sea,-
debe poseer un, a mente sana y bien equilibrada; ésta es condición indispensable, pues la
dificultad de comprensión, el raciocinio defectuoso y la extravagancia de la imaginación,
son cosas que pervierten el raciocinio y conducen a ideas vanas y necias. Todos esos
defectos, -y aun cualquiera de ellos,- inutiliza al que los sufre para ser intérprete de la
Palabra de Dios. Un requisito especial del intérprete es la rapidez de percepción. Debe
gozar del poder de asir el pensamiento de su autor y notar, de una mirada, toda su fuerza y
significado. A esa rapidez de percepción debe ir unida una amplitud de vistas y claridad de
entendimiento prontos a coger no sólo el intento de las palabras y frases sino también el
designio del argumento. Por ejemplo: al tratar de explicar la Epístola a los Gálatas, una
percepción rápida notara el tono apologético de los dos primeros capítulos, la vehemente
audacia de Pablo al afirmar la autoridad divina de su apostolado y las importantes
consecuencias de sus pretensiones. Notará, también, con cuánta fuerza los incidentes
personales a que se hace referencia en la vida y ministerio de Pablo entran en su argumento.
Se apreciará vivamente la apasionada apelación a los "¡gálatas necios!", al principio del
capítulo tercero y la transición natural, desde ese punto a la doctrina de la Justificación. La
variedad de argumento y de ilustración en los capítulos tercero y cuarto, y la aplicación
exhortatoria y los consejos prácticos de los dos últimos capítulos también saltarán a la vista;
y entonces, la unidad, el intento, y la derechura de toda la epístola estarán retratados ante el
ojo de la mente como un todo perfecto, el que se irá apreciando más y más, a medida que se
añada atención y estudio a los detalles y minucias.
El intérprete debe ser capaz de percibir rápidamente lo que un pasaje no enseña, así
como de abarcar su verdadera tendencia.
Pero, -sobre toda otra cosa, un intérprete de las Escrituras necesita un criterio sano y
sobrio. Su mente debe tener la competencia necesaria para analizar, examinar y comparar.
No debe dejarse influir por significados ocultos, por procesos espiritualizantes ni por
plausibles conjeturas. Antes de pronunciarse, debe pesar todos los pro y los contra de
alguna posible interpretación; debe considerar si sus principios son sostenibles y
consecuentes consigo mismos; debe balancear las probabilidades y llegar a conclusiones
con las mayores precauciones posibles. Es dable entrenar y robustecer un criterio
semejante, un discernimiento lleno de fina observación, y no debe economizarse trabajo en
constituirlo en un hábito de la mente, tan seguro como digno de confianza.
Cualidades Espirituales
Ante todo, el intérprete necesita una disposición para buscar y conocer la verdad. Nadie
puede emprender correctamente el estudio y exposición de lo que pretende ser la revelación
de Dios, estando su corazón influido por preocupaciones contra tal revelación o sí, aun por
instante, vacila en aceptar lo que su conciencia y su criterio reconocen como bueno. El
intérprete debe tener un deseo sincero de alcanzar el conocimiento de la verdad y de
aceptarla cordialmente una vez alcanzada. El amor de la verdad debiera ser ferviente y
ardiente, de modo que engendre en el alma entusiasmo por la Palabra de Dios. El exegeta
hábil y profundo es aquel cuyo espíritu Dios ha tocado y cuya alma está avivada por las
revelaciones del cielo. Ese fervor santificado debe ser disciplinado y controlado por una
verdadera reverencia. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría". (Proverb. 1: 7).
Tiene qué existir un estado devoto de la mente al mismo tiempo que el puro deseo de
conocer la verdad. Finalmente, el expositor de la Biblia necesita gozar de una comunión
viva con el Espíritu Santo. Por medio de una profunda experiencia del alma debe alcanzar
el conocimiento salvador que es en Cristo; y en proporción a la profundidad y plenitud de
tal experiencia, conocerá la vida y la paz de la "mente del Espíritu" (Rom. 8: 6) . De modo
que quien quiera conocer y explicar a otros "los misterios del “Reino de los cielos" (Mat.
13: 11) debe entrar en bendita comunión con el Santo. Nunca debe dejar de orar (Efes. 1:
17-18) "que el
ACTIVIDAD I INVESTIGAR
4. ¿Qué son los libros Apócrifos y menciona las razones por lo cual son excluidos
por la iglesia?
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Mateo 6:22-23
Santiago 4:8
Proverbios 18:24
Hebreos 13:4
LA EXÉGESIS
La clave para la buena exégesis, es aprender a leer el texto con cuidado y a hacer las
preguntas apropiadas acerca del texto. Hay dos clases de preguntas que uno debe hacer
sobre cada pasaje: las que se relacionan con el contexto y las relacionadas con el contenido.
Las preguntas de contexto son también de dos clases: históricas y literarias.
El contexto histórico.
Este tiene que ver con varias cosas: la época y la cultura del autor y sus lectores, esto es, los
factores geográficos y políticos de importancia para la situación del autor; y la ocasión de la
carta, el libro u otro género. Esto es vital para el entendimiento del texto.
La pregunta más importante del contexto histórico, sin embargo, tiene que ver con la
ocasión y el propósito de cada libro bíblico o parte de él. Aquí se quiere tener una idea de lo
que estaba pasando en Israel o en la iglesia, que exigía tal documento, o cuál fue la
situación del autor que le hizo escribir. Otra vez esto varía de un libro a otro y es menos
crucial para Proverbios, por ejemplo, que para 1 Corintios. La respuesta a esto usualmente
se halla dentro del libro mismo, pero hay que aprender a leer en espera de tales asuntos.
Para corroborar se puede consultar Concordancias o Manuales Bíblicos pero es muy
importante hacer PRIMERO nuestras propias observaciones.
El contexto literario
Esto es a lo que la mayoría de las personas aluden cuando hablan de leer algo en contexto.
En esencia, contexto literario significa que las palabras sólo tienen significado en oraciones,
y en su mayor parte las oraciones bíblicas sólo tienen significado en relación con las
oraciones que las anteceden o las siguen.
La pregunta contextual más importante que se hace repetidas veces sobre cada oración y
cada párrafo, es “¿con qué fin?”. Se debe tratar de seguir los pensamientos del autor. ¿Qué
dice el autor y por qué lo dice en cierto momento o lugar? Después de hallar la respuesta,
¿qué dice el autor en seguida y por qué? Esta pregunta varía de un género a otro pero
siempre es la pregunta decisiva. La meta de la exégesis, debe recordarse, es descubrir el
propósito original del autor.
En general hay cuatro instrumentos básicos para una buena exégesis: un diccionario
bíblico, un manual bíblico, una buena traducción y buenos comentarios.
TEREA 1 INDIVIDUAL
CAPÍTULO II
No es tarea fácil el despojarse del instante actual y transportarse a una época pasada. A
medida que avanzamos en conocimientos generales y alcanzamos una civilización más
elevada, inconscientemente pasamos más allá de las antiguas costumbres e ideas. Perdemos
el espíritu de los tiempos antiguos y nos llenamos con la generalización más amplias y los
procedimientos más científicos del pensamiento moderno. La inmensidad del universo, la
vasta acumulación de los estudios e investigaciones humanas, el influjo de grandes
instituciones civiles y eclesiásticas y el poder del sentimiento y opiniones tradicionales,
rigen y modelan nuestro modo de pensar en una medida de la que apenas nos damos cuenta.
Arrancarse uno a sí mismo de estas cosas y volver, con el espíritu, a las épocas de Moisés,
David, Isaías, Esdras, Mateo y Pablo, y colocarse en el punto de vista histórico de esos
escritores a fin de ver y de sentir como ellos, -seguramente no es tarea fácil. Sin embargo, si
verdaderamente asimos el espíritu y sentimos la fuerza viva de los antiguos oráculos de
Dios, tenemos que recibirlos con una sensación análoga a la que experimentaron los
corazones de aquellos a quienes fueron dados de inmediato
ACTIVIDAD
Éxodo
Levítico
Numero
Deuteronomio
Josué
Jueces
Rut
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
1 Crónicas
2 Crónicas
Esdras
Nehemías
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantares
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Oseas
Joel
Amos
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zacarías
Malaquías
CAPÍTULO III
LENGUAJE FIGURADO
Aquellas partes de las Santas Escrituras escritas en lenguaje figurado exigen especial
cuidado para su interpretación. Cuando se emplea una palabra en otro sentido que el que
originariamente le pertenece o aplicándola a algún objeto diferente de aquél en que se la
usa comúnmente, se la designa con el nombre de tropo. Las necesidades y propósitos del
lenguaje humano requieren el uso frecuente de palabras en ese sentido trópico. Cuando a
Santiago, Cefas y Juan, se les designan con el nombre de columnas de la Iglesia (Gál. 2: 9)
inmediatamente nos damos cuenta de que la palabra "columna" está usada
metafóricamente. Y cuando de la Iglesia misma se dice que está "edificada sobre el
fundamento de los apóstoles y los profetas" (EL 2:20) sabemos que se emplea un lenguaje
figurado, presentando a la Iglesia como una casa o templo.
“Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y
entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló
muchas cosas por parábolas…”
Mateo 13:1-3
Símil
El símil es una figura retórica que utiliza el recurso de la comparación o semejanza entre
términos. Generalmente va acompañada por la conjunción “como” u otra equivalencia.
Generalmente el símil va buscando impresionar la mente con algún parecido o semejanza.
Veamos algunos ejemplos.
1. Aquí se compara el deseo de estar delante de Dios con la desesperación que los
ciervos sienten por calmar su sed en el desierto: “Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”, (Salmo 42:1).
2. Aquí Jeremías compara el efecto que la palabra que profetizaba tenía sobre la gente,
y dice que era como un fuego que quemaba o un martillo que quiebra la piedra: “¿No es mi
palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?”,
(Jeremías 23:29).
3. Jesús usa el cuidado que una gallina tiene por sus pollitos al ocultarlos bajos sus alas
cuando siente que sus vidas corren peligro con el anhelo de Dios de querer proteger a Israel
de las consecuencias de sus pecados: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”, (Mateo 23:37).
4. Isaías compara la forma de como las plantas germinan y crecen después de una
nevada con la efectividad que tiene la palabra de Dios en los corazones humanos: “Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la
tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo
quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, (Isaías 55:10-11).
Metáfora.
2. “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”,
(Salmo 34:15).
5. Pedro utilizo una metáfora para describir el carácter de los falsos maestros: “Estos
son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa
oscuridad está reservada para siempre”, (2 Pedro 2:17).
6. Jesús utilizo una metáfora para describir la experiencia espiritual que sienten aquellos
que creen en el: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva”, (Juan 7:38).
7. Pablo utiliza la metáfora de la sepultura para explicarnos uno de los significados del
bautismo: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva”, (Romanos 6:4).
FIGURAS DE DICCIÓN
Las figuras de dicción son figuras retóricas en las que se altera la composición de
las palabras, frases o discursos, con el fin de dar mayor énfasis a lo que se quiere decir. Se
consideran figuras de dicción la hipérbole y el pleonasmo.
El Pleonasmo.
1. “Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó”, (Génesis 40:23).
2. “Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin
levadura”, (Éxodo 12:20).
3. “Entraré en tu casa con holocaustos; te pagaré mis votos, que pronunciaron mis
labios y habló mi boca, cuando estaba angustiado”, (Salmo 66:13-14).
Hipérbole.
1. “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una
por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”, (Juan
21:25).
2. “Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho,
riego mi cama con mis lágrimas”, (Salmo 6:6).
3. “¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día
y noche los muertos de la hija de mi pueblo!”, (Jeremías 9:1).
4. “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo?”, (Mateo 7:3).
Pero, antes que nada, deben saber que ninguna enseñanza de las Escrituras se puede
explicar como uno quisiera. Ningún profeta habló por su propia cuenta. Al contrario, todos
ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo.
“Padre, dirígenos en la Palabra con tu Espíritu.” Así se dice al principio de los mensajes
cristianos. Y de hecho, sin el Espíritu, no tenemos ninguna posibilidad de éxito.
En 1 Cor 2:14, Pablo dice: “Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir
espiritualmente” (1a Cor 2:14). Cuando el apóstol usa las palabras “espiritual”
(pneumatikos) o “espiritualmente” (pneumatikōs), por lo general él habla del Espíritu de
Dios, no del espíritu humano. Por lo tanto, uno podría traducirlas con el sentido de “lo que
tiene que ver con el Espíritu de Dios;” el final de 2:14 es “porque se han de discernir por el
Espíritu.”
Cada cristiano afirma el rol central del Espíritu en la interpretación de la Biblia. Sin
embargo, hay dos modelos de “hermenéutica” que lo dejan atrás.
Modelo B es practicado por unos pocos dentro de mi sector teológico. “La hermenéutica es
la ciencia de interpretar correctamente la Biblia usando el método gramático-histórico
tomando en cuenta el impacto directo del contexto en el cual se dio la Palabra de Dios. Se
sigue la interpretación literal de las palabras…Provee las herramientas para ser un buen
intérprete de las Escrituras.” [2] Es decir, haga esto y la palabra transformará a la grey de
Dios. Si alguien habla de la importancia del Espíritu, la respuesta es, “Sí pero, es peligroso,
es la tendencia de los hiperpentecostales.” O la respuesta es, “Bueno, no mencionamos el
Espíritu Santo, sin embargo es dado por sentado.” Por favor, no lo demos por sentado.
Pero cada vez más, también rechazo el Modelo B, el puramente “científico.” Implica que la
interpretación de la Palabra es algo mecánico: dé un giro a la manivela, y saldrá la verdad
trasformadora. Quizás necesitamos el Espíritu al momento de “aplicar” la Biblia, pero no
para interpretarla.
Busquemos el Espíritu por oración ardiente. No podemos pedir que el Espíritu suba al bus
en esta parada y que se baje en la otra. Él tiene que estar presente durante todo el viaje:
Cuando Jesús dejó a los discípulos, les dijo que Dios enviaría el Espíritu Santo sobre ellos.
«Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.» Juan 14, 26. Los
discípulos necesitaban el Espíritu Santo para que les recordara todo lo que Jesús les había
enseñado durante el tiempo que estuvo en la tierra. Hoy día, el Espíritu Santo nos habla a
través de la Biblia exactamente de la misma manera. Por esta razón es de suma importancia
leer todo lo que está escrito. El Espíritu Santo nos ayuda a entender lo que leemos, y nos
recuerda a través de muchas situaciones lo que está escrito.
INDICACION: Lee la siguiente cita bíblica e ilustra en el cuadro a una persona que este adorando a
Dios en Espíritu y En verdad.
Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca
que le adoren. Juan 4:23
INDICACION: Contesta las preguntas de la siguiente porción bíblica.
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INDICACION: Lee la historia del Sacerdote Eli y de sus dos hijos Ofni y Fines (1 Samuel 2:12), luego
redacta un ensayo donde incluyas cuales fueron las consecuencias para sus hijos por el pecado
cometido y cuál fue el error de su padre el sacerdote Eli.