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F. Cohnen / S. M.
Elogio de la fortaleza. Describió a los romanos como los "fuertes" y a los judíos
como el “pueblo sacerdotal del resentimiento por antonomasia”. Pero Nietzsche no
era antisemita. Lo que le molestaba era la moral sacerdotal que creía ver en ese pueblo y
de la que surge, según el filósofo alemán, la moral plebeya de la democracia de masas,
dominada por la debilidad y el odio a todo lo excelso y superior.
Un ser extraordinario. El filósofo alemán afirma que para superar el nihilismo era
necesaria la aparición del superhombre, un ser que tendrá una moral de nobles y
aceptará la voluntad del poder. El superhombre es el que crea las normas morales y
el que somete las cosas a su voluntad. Nietzsche postula que hay dos clases de
hombres: los señores y los esclavos. Los señores desprecian todo aquello que es fruto de
la cobardía, de la compasión y de la debilidad. Rechazan cualquier cosa que disminuya
el impulso vital. La moral de los señores se sustenta en el orgullo y en la fe en sí
mismos.