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La eterna parranda de Diomedes

PUBLICADO: 24/06/2010 Hágame el favor, compadre Debe,


Alberto Salcedo Ramos y en esa ventana marroncita
De espantapájaros a mensajero, de mensajero a gran estrella y toque tres canciones bien bonitas
de gran estrella a encarnación de la decadencia, la vida de que a mí no me importa si se ofenden.
Diomedes Díaz fue desmesurada y desordenada. Luego de casi
¿Qué hace el más celebrado cantante vallenato de todos los
cuatro años de investigación, el mejor cronista de Colombia le
tiempos trepado en esta tarima de conjuntos principiantes? ¿De
cuenta cómo fue la vida del cantante vallenato.
dónde salió y cómo llegó a este lugar? ¿No se suponía que
1. Gracia y desgracia de un espantapájaros andaba huyendo de la justicia que lo solicitaba por el homicidio
de su amiga Doris Adriana Niño? Todas las personas que están
Ese hombre que desde hace unos minutos se encuentra en la en esta plaza saben que, en agosto del año 2000, Diomedes
tarima, al lado del presentador, es idéntico a Diomedes Díaz: en fue condenado como reo ausente debido a que había
la risotada chillona, en la gesticulación teatral. Sin embargo, es desaparecido de su casa en Valledupar. Desde entonces
difícil hacerse a la idea de que, en efecto, es él, debido a que existen versiones contradictorias sobre su destino. Algunos
presenta cambios notables. El rostro está enmarcado por una habitantes de la región murmuran que se aloja en las
barba selvática que distorsiona sus facciones. La melena estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, bajo la
revuelta y el bigote tosco partido en dos mitades espaciadas, custodia de un escuadrón de paramilitares. Otros comentan que
como el de Cantinflas, le confieren el semblante de un se refugia en una ranchería de indígenas wayúu en la desértica
condenado que acabara de escaparse de su mazmorra. El Alta Guajira, frente al mar Caribe, cerca al Cabo de la Vela.
hecho resulta absurdo: Diomedes Díaz lleva casi un año Varios noticieros de televisión han mostrado fotografías del
huyendo de la justicia. No tendría ninguna lógica que se hubiese cantante en la clandestinidad. En casi todas las imágenes
atrevido a abandonar su escondite, donde es intocable, para Diomedes exhibe la misma catadura de ermitaño que se le ve
exponerse a ser capturado en esta plaza pública repleta de esta noche aquí en Badillo: peludo, descuidado. Sin embargo,
policías. En todo caso, el tipo se parece mucho al cantante: en en esas fotos queda claro que, dondequiera que se encuentre,
su pronunciación cantarina, en sus ademanes grandilocuentes. no está consumiéndose de tristeza ni humillado por su condición
de hombre fugitivo. Al contrario, se emborracha con sus
La escena transcurre en Badillo, pueblo agrícola en el que se
compadres, se atraganta de chivo guisado o suelta una
celebra, desde hace tres días, el Festival del Arroz. El lugar se
carcajada colosal que deja al descubierto el famoso diamante
encuentra a unos treinta kilómetros de Valledupar, la meca del
que tiene incrustado en uno de sus dientes delanteros. En las
folclor vallenato. Es una noche de junio de 2001. Muchos
fotos hay músicos endomingados, políticos distinguidos,
espectadores siguen desconcertados, acaso porque no
banquetes generosos servidos sobre hojas de bijao, rondas de
entienden cómo es que un artista tan vitoreado y tan perseguido
gregarios radiantes que baten las palmas. La conclusión forzosa
aparece de pronto entreverado con ellos en esta feria menor.
es que Diomedes vive su vida de convicto en una farra
Pero, a fin de cuentas, ¿sí será Diomedes Díaz? Está vestido
permanente, sin pesares y sin remordimientos. Tal deducción
de un modo que jamás se le ha visto en ningún otro escenario
es aún más lógica si se considera que, recientemente, los
público: con una pantaloneta que deja al descubierto sus
comerciantes informales del centro de Valledupar comenzaron
muslos flacos y unas alpargatas indígenas. Se ve desaliñado,
a vender, como la gran novedad musical de la temporada, un
empobrecido. De repente, el supuesto Diomedes toma un
disco compacto que contiene la canción inédita El tigrillo,
micrófono y dice que su vida no tendría sentido sin el cariño de
grabada por Diomedes en una parranda furtiva en su escondite.
sus seguidores. Él canta es por ellos, añade después, enfático,
mientras se golpea el pecho con la palma de la mano derecha.
Oiga, primo Alejo,
En seguida, arqueando el tronco hacia atrás, como para gritar
tráigame el jabón
con más fuerza, suelta uno de sus estribillos inconfundibles.
que me meó el tigrillo
—¡Con mucho gustoooooo! y no aguanto el olor.

El animador aclara de una vez por todas que no se trata de una Tanto las fotografías como la grabación clandestina generan
alucinación. El hombre que acaba de hablar —agrega, con esa reproches. El comentario generalizado es que Diomedes Díaz
voz estrepitosa típica de los locutores de bazar— es nada más se burla de la justicia colombiana. A estas alturas nadie cree
y nada menos que El Cacique de La Junta, señoras y señores, que las autoridades realmente ignoren dónde se esconde, pues
el mismísimo Diomedeeeeeeeeeeeees Díaaaaz. Las cinco mil su paradero es la comidilla preferida de los chismosos de la
personas que están arremolinadas en la plaza largan un comarca. Algunos dicen que lo han visto en la hacienda de su
aplauso que parece interminable. Entonces el animador se ex mánager y compadre Joaquín Guillén, ubicada en el caserío
explaya en una retahíla de elogios impetuosos para referirse al conocido con el nombre de El Alto de la Vuelta. Otros advierten
rapsoda del pueblo, el turpial que mejor trina, el chivo que más que se oculta en su propia finca, llamada La Virgen del Carmen.
mea, el gallo que alborota el corral, el mandacallá de los Las malas lenguas cuentan que hasta se da el lujo de ir ciertas
cantantes. El público delira, ruge. Diomedes se dirige al otro noches a Valledupar para dormir con su mujer, y que, en tales
extremo de la tarima, donde se encuentra el conjunto vallenato casos, franquea sin problemas los retenes del Ejército. En este
que participa a esta hora en el festival. Tambalea como si punto los más suspicaces abren un paréntesis para recordar
caminara dentro de una canoa en el mar. Se nota que, por la una historia que ocurrió a finales de 1999, cuando a Diomedes
borrachera, se le dificulta mantenerse en pie. Sin embargo, se Díaz se le adelantaba el proceso judicial por el presunto delito
las arregla como puede para llegar donde el acordeonero y de homicidio agravado. En vista de que padecía el Síndrome de
pedirle que entone Tres canciones, uno de sus temas clásicos. Guillain-Barré —un trastorno del sistema nervioso—, fue
En seguida, sin ninguna concertación previa, el grupo comienza exonerado temporalmente de la medida de aseguramiento
a tocar la pieza mientras Diomedes lanza un alarido: proferida en su contra, y por esa razón no estaba en la cárcel,
como ordena la ley, sino aposentado a placer en su propia casa.
—¡Ay, mujeeeeeereeees! Pese a la enfermedad, por esos días se internó en un estudio
fonográfico, donde grabó con el acordeonero Franco Argüelles
La multitud acompaña, enardecida, los primeros versos de la su disco Experiencias vividas. Pues, bien: cuando cantó la
canción:
canción Cabeza de hacha, Diomedes le envió al comandante Pueden pasarse la noche entera sin mirar hacia la tarima donde
regional de la Policía el más ruidoso y zalamero de sus saludos: se encuentra el conjunto, porque para ellos lo que cuenta es su
propia alegría. Se entregan al deleite que produce la música y
—Mi coronel Ciro Hernando Chitiva: ¡insignia se desentienden del intérprete. En los conciertos de Diomedes,
nacionaaaaaaalllll! en cambio, el público necesita admirarlo a él. Miles de hombres
y mujeres que se habían cuadrado para bailar quedan de pronto
Los más maliciosos se preguntaban si el comandante de la petrificados, como si el canto fuera un conjuro que les
Policía se atrevería a capturar a Diomedes después de ese arrebatara el movimiento. Y se dedican a observarlo nada más.
saludo tan efusivo. Pero, además, en los altos círculos sociales Maravillados, sometidos. Entonces, lo que antes era puro
de Valledupar se sabía que el coronel Chitiva y Diomedes eran disturbio de los sentidos, gozo en su estado más primitivo, se
compañeros de parranda. En aquel diciembre de 1999 los convierte en culto pagano. Los concurrentes ya no son simples
funcionarios de la Fiscalía General de la Nación que manejaban parroquianos en busca de esparcimiento para amortiguar el
el expediente intentaban verificar si la enfermedad del acusado cansancio o brindar por sus logros, sino feligreses que se
era cierta o si se trataba de una coartada para evadir la justicia. postran ante su Mesías. A menudo, los fanáticos pasan de la
En caso de que fuera lo segundo, la medida de aseguramiento adoración sosegada, contemplativa, a las expresiones de
recobraría vigencia y, por tanto, Diomedes sería trasladado de idolatría más delirantes: una chica se arranca el sostén y lo
su casa al calabozo. A mediados del año 2000 un perito enviado lanza con fuerza hacia la tarima. Otra se quita el calzón y lo
a Valledupar por la Fiscalía conceptuó que Diomedes se hace girar, desafiante, en su dedo índice levantado como el asta
encontraba en perfecto estado de salud. El Guillain-Barré, si de una bandera. Un muchacho descamisado alza un cartel que
acaso existió, era ya un asunto del pasado: Diomedes tiene escrita la siguiente frase: "eres lo máximo, DIOSmedes".
disfrutaba plenamente de su capacidad de locomoción. Había Una señora borracha se tira al suelo y se suelta el cabello. Un
que ponerlo inmediatamente tras las rejas, como establece la joven que conoce la devoción de Diomedes por la Virgen del
ley. Justo en ese momento decidió escaparse, un gesto que no Carmen carga una figura de la santa que mide más o menos
podía entenderse sino como un desafío a las autoridades metro y medio de alto. Otro, enterado de que a Diomedes le
judiciales. Entonces los malpensados recordaron el saludo de gusta la colonia Jean Marie Farina, le ofrece un frasco.
la canción Cabeza de hacha. La amistad entre el cantante
sindicado y el coronel encargado de su arresto se volvió un tema Ninguno de esos episodios extremos se registra esta noche
inevitable en las habladurías callejeras. Nadie entendía por qué aquí en Badillo. Entre otras cosas porque los habitantes no
los escondites de Diomedes Díaz, frecuentados por romerías de sabían que Diomedes venía. Lo que sí se ve, desde luego, es
parranderos, resultaban invisibles para los agentes de Policía la misma veneración de siempre. En este momento la
del departamento del Cesar. La prensa nacional e internacional muchedumbre canta en coro con él.
no tardó en referirse a esta situación anormal. El enviado
especial de The Financial Times, James Wilson, publicó un Y hoy cuando de la nube te bajas
reportaje en el que aseguraba que Diomedes se hallaba Es demasiado tarde, qué vaina
resguardado en su finca La Virgen del Carmen, localizada a Pues ya no queda nadaaaaaaaaa
unos cuarenta kilómetros de Valledupar. El columnista De aquel amor tan grandeeeeeeeee.
D‘Artagnan, quien normalmente escribía sobre cuestiones
políticas, exigió en su columna de El Tiempo que Diomedes El fervor del público es motivado, en parte, por una
fuera apresado de una buena vez para que respondiera por el característica de Diomedes que sus allegados definen como
delito que se le imputaba. Pero quienes pensaban como él carisma. Es una capacidad única de hacerse notar en cuanto
conformaban una parte reducida de la sociedad. La mayoría de llega, de atraer a la gente. Según algunos de sus amigos más
la gente percibía la muerte de Doris Adriana Niño como un cercanos, se trata de un don innato con el cual Diomedes
simple gaje de la parranda, una jugarreta del destino por la cual empezó a cautivar a sus interlocutores desde mucho antes de
no se justificaba interrumpir la celebración que los tenía a todos ser famoso. Los ejemplos abundan. Cuando Diomedes tenía
tan contentos. nueve años desempeñaba el oficio más triste que le haya
tocado realizar a niño alguno en la región: era espantapájaros.
Tan contentos como lucen los espectadores esta noche en El periodista Luis Mendoza Sierra, su biógrafo y amigo, cuenta
Badillo. Es evidente que entre ellos no hay nadie que quiera ver que en aquella época Diomedes se calaba un sombrero rojo, se
a Diomedes encarcelado. Ni siquiera los agentes que custodian calzaba unas abarcas hechas por él mismo con llantas viejas y
la plaza, quienes en vez de echarle el guante disfrutan de su se ponía una camisa manga larga de algodón. Con ese atuendo
presentación como meros fanáticos. Y ni hablar del resto del se paraba en la mitad del cultivo de maíz que le había sido
público: muchachos que se extasían al verlo actuar, mujeres encomendado por su patrón, y comenzaba a ahuyentar a
que se sienten tocadas por su canto. Los rostros de todos ellos cuanto pájaro se arrimaba a picotear las matas. Para no
indican a las claras que están dispuestos a perdonarle cualquier aburrirse en la inmensidad de aquel sembrado expuesto al sol
barbaridad con tal de que siga cantando. Y lo que Diomedes bravo de La Guajira, el chiquillo cumplía su tarea a punta de
hace ahora, justamente, es seguir cantando. La canción que música: hacía sonar un palo contra una lata vieja, mientras
entona es una de las más celebradas de su extenso repertorio: cantaba coplas compuestas por él mismo:
Para qué me quieres culpar Yo llegué de Carrizal
si tú eras para mí como agua pa‘l sediento porque me buscó Teodoro
acaso no recuerdas ya pa‘ que viniera a espantar
que me sentí morir sin la miel de tus besos. perico, cotorra y loro.
Lo que sucede esta noche en Badillo es lo acostumbrado en los Pericos que no me jodan
escenarios donde actúa Diomedes Díaz: los seguidores que no me jodan, carajo,
parecen más interesados en idolatrarlo a él que en regocijarse si se comen las mazorcas
con sus canciones. Algunos se muestran alelados, los de más me botarán del trabajo.
allá agitan sus pañuelos. En los conciertos de los otros
cantantes vallenatos el público quiere divertirse, básicamente. Según cuenta Jaime Araújo Cuello, otro amigo de infancia, la
Los asistentes cantan, tocan las palmas, brincan, bailotean. primera vez que Diomedes entonó esas coplas varios indígenas
de la etnia wayúu que cuidaban una parcela contigua a la finca metáfora para explicar el fenómeno: Diomedes no se hace
donde él trabajaba como espantapájaros se arrimaron a la cerca sentir en la selva con el rugido autoritario del león sino con el
común y se dedicaron a contemplarlo, fascinados. Cuando el trino armonioso del sinsonte. En vez de intimidar, encanta, pero
niño descubrió que lo observaban, se quedó en silencio. El ese encanto deriva, de todos modos, en una forma de poder.
mayor de los indígenas le dirigió la palabra. Cuando Diomedes canta, deslumbra, conquista, desarma, se
impone. Su canto le sirve lo mismo para granjearse favores que
—¡Hey, niño, sigue cantando! para predisponer a la gente a ser indulgente con sus errores.
El niño, malicioso, vio en seguida el camino que se le abría Quizá por eso —reflexiona Carrillo— Diomedes se acostumbró
gracias a su voz cautivadora. desde muy joven a la idea de que la Tierra gira al compás de su
canto.
—Lo que pasa es que yo tengo hambre, indio. Si me das una
totuma de café, canto. —Yo ya perdí la cuenta de las veces que he dicho: a ese
hombre no vuelvo a hablarle nunca más. Pero resulta que
De ese modo aprendió a defenderse desde temprano usando cuando me lo encuentro no solo le hablo, sino que hasta me dan
su canto como moneda de cambio. Un día lo trocaba por un ganas de darle un beso.
trozo de panela, otro día por una ración de carne molida,
después por una arepa, y así. Esa es la misma indulgencia que manifiesta hoy el público de
Badillo. A las cinco mil personas que rodean la tarima les tiene
El canto fue también su talismán cuando la familia se mudó de sin cuidado que Diomedes sea prófugo de la justicia. Están
Carrizal, donde él nació, para Villanueva. Entonces, a sus once hipnotizadas, sencillamente, por el trino del sinsonte. Claro que
años, era uno de los niños vendedores de fritos que aquí, en esta selva, también se sienten los rugidos intimidantes
merodeaban por el colegio del profesor Rafael Peñaloza. En los de los leones: varios paramilitares armados hasta los dientes se
recreos, recuerda el compositor villanuevero Rosendo Romero, pasean por los cuatro puntos cardinales de la plaza,
aquellos niños se tomaban en bandada el patio de la escuela. advirtiéndoles a los espectadores que por nada del mundo
Diomedes tenía la costumbre de amenizar su venta entonando deben grabar a Diomedes, ni tomarle fotos, ni decir siquiera que
versos improvisados, lo cual entusiasmaba a la clientela. Así, lo vieron cantando en el pueblo.
mientras los otros niños necesitaban toda la mañana para
deshacerse de sus fritos, Diomedes vendía los suyos en un ***
soplo. Curioseo desde un automóvil los distintos sitios en los cuales se
ocultaba Diomedes Díaz cuando andaba fugitivo. Me
—A él se le vio desde pelao que tenía un gancho poderoso para acompañan dos hombres cercanos a él: José Rafael Castilla
jalar a la gente —dice Romero. Díaz, su sobrino, y Javier Ramírez, hermano de una de sus
muchas ex amantes, una mujer con la que tiene dos hijos. En el
En 1975, cuando contaba dieciocho años, Diomedes se centro de la carretera asfaltada veo una línea amarilla como un
enseñoreaba con su magnetismo por las instalaciones de Radio tajo y a los lados una vegetación estropeada por la sequía:
Guatapurí, en Valledupar, donde trabajaba como mensajero. zarzales, trupillos, ortigas, la flora típica de los parajes
Había conseguido ese empleo con el único fin de dar a conocer inhóspitos de esta región. El sol canicular nos anuncia la
sus canciones entre los cantantes y acordeoneros que inminencia del desierto. Es enero de 2008. Esta es mi segunda
frecuentaban la emisora. En aquel momento lo que más le travesía larga tras las huellas de Diomedes. El año pasado, por
impresionaba a la gente que se topaba con él eran sus zapatos esta misma época, hice el primer viaje: entonces recorrí durante
de tonos vivos. Curiosamente, todos los zapatos que usaba varios días, como lo he hecho ahora, un montón de lugares en
eran del mismo modelo: solo se diferenciaban en el color: unos los departamentos de Cesar y La Guajira.
eran marrones, otros azules, los del día siguiente rojos. Los
compañeros estaban intrigados: no entendían cómo se las Hemos transitado ya por las tres fincas que le servían a
arreglaba el mensajero para comprar tantos pares de zapatos Diomedes como burladeros. Dos son de su propiedad: Las
con el sueldo mínimo que devengaba. Fue el locutor Jaime Nubes y La Virgen del Carmen. La otra —llamada El Limón—
Pérez Parodi quien resolvió el misterio: el muchacho solo tenía, es de su ex mánager y compadre Joaquín Guillén. Las tres son
en realidad, un par de zapatos, pero para aparentar que tenía fácilmente visibles, ya que se encuentran al borde de la
muchos los pintaba diariamente de un color distinto. Tal vez por carretera. Si uno sale en carro desde Valledupar llega a
pudor quería disfrazar su pobreza, dice Pérez Parodi. O tal vez cualquiera de ellas en menos de dos horas. Todo el mundo en
suponía que para sus planes de ser cantante resultaba la región sabía que cuando Diomedes estaba prófugo vivía
inconveniente mostrarse como un hombre necesitado. Lo cierto rotando permanentemente entre estas tres fincas. Sin embargo,
es que en aquella época los zapatos de Diomedes se robaban acceder a él resultaba complicado debido a que contaba con la
las miradas de todo el mundo. protección del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC). Para visitarlo en sus guaridas durante aquel
—Pero eso sí —concluye Pérez Parodi—: puedes jurar que si periodo había que pertenecer a su círculo íntimo de amigos y
el tipo hubiera estado en chancletas o descalzo, de todos familiares. O ser un líder importante dispuesto a prometerle
modos hubiera llamado la atención. dinero o tráfico de influencias judiciales, a cambio de ser
Marciano Martínez, protagonista de la película Los viajes del admitido en el Olimpo de sus parrandas. Me pregunto por qué
viento y compositor, dice que Diomedes es dueño de un carisma las autoridades fueron incapaces de capturarlo en este territorio
que no tiene ningún otro cantante de vallenato. expedito, libre de montañas y boscajes.

—Si tú paras a Jorge Oñate o a Iván Villazón en esa esquina — Pasamos ahora frente al río Badillo, el mismo que fue
explica— no va a faltar el que los reconozca y los salude. Pero inmortalizado por el compositor Octavio Daza en una canción
tú sabes que el único que puede revolucionar el gallinero es el preciosa grabada por los hermanos Zuleta. Se me viene a la
papá de los pollitos, y ese es Diomedes. Pon a Diomedes en memoria la fundación de Macondo, el mítico pueblo de Cien
esa esquina, y verás esta calle nublada de gente en menos de años de soledad: también este río se precipita por un lecho de
treinta segundos. piedras blancas y pulidas, aunque no tan enormes como huevos
prehistóricos. Súbitamente, la naturaleza, que hace un rato era
El compositor y folclorista Félix Carrillo Hinojosa apela a una desértica, ha adquirido un verdor magnífico. Veo un cultivo de
arroz, una plantación de palma, un estanque rodeado de garzas tristísimo por el curso que tomó esta historia.
y una campiña recién podada que parece un campo de golf.
Justo cuando empiezo a pensar que los paisajes de la región Lo que dice José Rafael Castilla con su voz melódica es que, al
predisponen el alma para la música, oigo la voz de José Rafael, parecer, después de llevar tanto tiempo amenizando parrandas
el sobrino de Diomedes. Habla con la cadencia melódica de los privadas en la clandestinidad, Diomedes sintió que necesitaba
guajiros. Uno podría ponerles de fondo a sus palabras una caja cantar frente a un auditorio nutrido. Por eso se presentó en la
y una guacharaca, porque evidentemente su modulación tarima de Badillo. Es un hecho cierto —añade Javier Ramírez—
cantarina es ya el preludio de un paseo vallenato. Al divisar que tomó la descabellada decisión bajo los efectos del licor,
estos horizontes de postal y percibir las melodías que afloran en posiblemente contra la voluntad de los allegados que estaban
las conversaciones cotidianas de la gente, entiendo por qué en con él en aquel momento. Los dos hombres me han revelado
La Guajira y el Cesar el talento musical brota silvestre como la durante el viaje los detalles suficientes para recrear la escena
verdolaga. Sería absurdo explorar la vida de Diomedes Díaz sin de Diomedes en la plaza de este pueblo al que acabamos de
detenerse a observar los crepúsculos y los ríos que definieron arribar. El sitio en el que hace siete años Diomedes cantó su
el derrotero de su voz. Porque a fin de cuentas él no es génesis aclamada canción Amarte más no pude está invadido ahora por
sino síntesis de una cultura fundamentada en la riqueza oral y una gavilla de cerdos escuálidos que husmean un promontorio
en la contemplación romántica del Universo. de estiércol. La música, la bendita música, suele exaltar
realidades que, vistas a fondo, son pedestres. Supongo que eso
A estas alturas del viaje me dan ganas de oír otra vez los era, sobre todo, lo que el público le aplaudía a Diomedes aquella
clásicos en los cuales Diomedes celebra su entorno. Oír, por noche de junio de 2001: su capacidad de magnificar, a través
ejemplo, la canción de la montañita donde "hay un palo e‘ de esa voz bellísima, ciertas cosas de la puñetera vida que a la
cañaguate", y luego la canción del cardón guajiro al que "no hora de la verdad son feas. En este sentido, cantar es corregir
marchita el sol", y después la canción del arbolito que sembró y, por tanto, curar. En la cotidianidad es triste, por ejemplo, ver
tu padre en el potrero y que "es el fiel testigo de lo mucho que cómo los indígenas de La Guajira, pese a habitar en un territorio
sufría por ti", y en seguida la canción de la tierra que "pa‘ calmar rico en recursos naturales, viven en una situación penosa. Pero
su sed y cerrar sus grietas necesita lluvia". Las oigo en la justo cuando uno se detiene a observar esa realidad, Diomedes
memoria, claro, y siento ganas de destapar una botella de se pone a cantar:
whisky Sello Negro para brindar por los únicos tres asuntos que,
según el poeta vallenato Luis Mizar, justifican una parranda: la Compadre, yo soy el indio
salud de la familia, la felicidad de los amigos y cualquier otro que tiene todo y no tiene nada
motivo. A continuación, ya entrado en gastos, dejo que siga trabajo para mis hijos
fluyendo la discografía de Diomedes. Me conmuevo al oír de vendo carbón y pesco en la playa
nuevo Camino largo: bailando esa pieza, hace mucho tiempo, yo soy el indio guajiro
una muchacha de piel canela me juró un amor eterno que solo de mi ingrata patria colombiana
duró dos años. Ahora, traída a mi mente por la canción, la que tienen todo del indio
muchacha me renueva el juramento. Y al hacerlo se le forman y sin embargo no le dan nada.
en las mejillas los dos hoyuelitos que tanto me gustaban. Me Así, el problema se vuelve un asunto bailable. Muchas de las
pongo melancólico al escuchar Sueño triste, esa canción personas que siete años atrás estaban congregadas en esta
estupenda en la que el compositor Calixto Ochoa nos cuenta plaza, seguramente eran conscientes de que Diomedes les
cómo fue que en una pesadilla vio su propio cadáver. Me digo había ayudado a convertir en canto lo que antes era
que hay que oír después algo alegre. ¿Qué tal la versión en desencanto. Y muchas de esas personas llevaban entonces un
parranda de El cordobés, el merengue magistral de Adolfo cuarto de siglo oyéndolo cantar. La música de Diomedes les
Pacheco? Entonces me resuena en la conciencia el acordeón había allanado el camino para seducir, enamorarse, copular,
de Juancho Rois: qué merengue tan sabroso, carajo. Noto que multiplicarse, amenizar sus bautizos, solazarse en sus
mi pie derecho empieza a moverse por su cuenta, como si cumpleaños, celebrar sus navidades, alimentar sus nostalgias.
tuviera voluntad propia. Y descubro que estoy a punto de gritar Luego estaban sus hazañas comerciales: en un país infestado
a los cuatro vientos una frase típica de los parranderos de la de piratería, él había vendido veinte millones de copias y
región: cosechado veinticinco discos de platino y veintitrés de oro.
—¡Ay, Dios mío, con este disco cualquiera se bebe una plata Mientras la recua de cerdos flacos corre espantada hacia uno
ajena! de los rincones de la plaza, recuerdo lo que me dijo Guillermo
Mazorra, productor de la Sony Music, cuando lo entrevisté en
La historia de Diomedes era la historia de todos estos asuntos Bogotá: Diomedes Díaz es el único artista vallenato que podría
placenteros de la cultura popular: paisaje, magia, poesía, pasar diez horas seguidas cantando solo éxitos, "sin repetir ni
bohemia, sentimiento. Pero él la convirtió en un caso de página una canción". Y también recuerdo la hipérbole maravillosa que
judicial salpicado de temas terribles: drogas, homicidio, utilizó el productor musical Óscar Fabián Calderón para
paramilitares. Justo cuando habíamos caído rendidos ante la referirse a este tema:
versión feliz del Quijote que sí pudo derrotar a los molinos de
viento, el protagonista se nos volvió un antihéroe de vergüenza. —Cuando ese hombre estaba en su época de oro, primo, los
Teníamos entre manos una leyenda romántica que nos servía, discos que sacaba al mercado le sonaban hasta en las
por lo menos, para ponerle una banda sonora bonita a nuestros licuadoras.
conflictos de cada día. Eso nos hacía suponer que para
consolarnos bastaba con abandonar de vez en cuando el Los cerdos se pierden de vista en uno de los callejones. Y yo
territorio del drama para refugiarnos en el del canto. Pero lamento una vez más —ay, hombeeee— que la fábula del
aquello era un simple espejismo: hoy sabemos que no existe espantapájaros más gracioso de nuestra historia se haya
ninguna diferencia entre el país que anda de rumba y el país convertido en una novela de horror.
que se derrumba. El rapsoda que nos permite repetir en nuestra
memoria ciertos amores ya extinguidos, el que perpetúa con su
voz los soles que nos calientan y las lluvias que nos refrescan,
el que universaliza nuestras costumbres, se transmutó en un
bárbaro más. Siente uno ganas de entonar un "ay hombe"

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