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EL CAPITALISMO.

El capitalismo es el sistema económico fundado en el capital como relación social básica de


producción. El capital es un factor de producción constituido por inmuebles, maquinaria o
instalaciones de cualquier género, que, en colaboración con otros factores, principalmente
el trabajo y bienes intermedios, se destina a la producción de bienes de consumo. Es la
cantidad de recursos, bienes y valores disponibles para satisfacer una necesidad o llevar a
cabo una actividad definida y generar un beneficio económico o ganancia particular. A
menudo se considera a la fuerza de trabajo parte del capital. También el crédito, dado que
implica un beneficio económico en la forma de interés, es considerado una forma
de capital (capital financiero).
En el capitalismo los individuos privados y las empresas, empleando trabajadores
asalariados, llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o de servicios, con el
propósito de producir y acumular ganancias u otro beneficio de interés propio.
También se denomina capitalismo o sociedad capitalista a todo el orden social, político y
jurídico originado en la civilización occidental y basado en aquél sistema económico. El
orden capitalista se distingue de los anteriores por su movilidad social y por la regulación
formal de las relaciones sociales mediante el contrato libre.

Principios básicos
Sobre la propiedad privada, el capitalismo establece que los recursos invertidos por los
prestadores de capital para la producción social, deben estar en manos de las empresas y
personas particulares que los adquieran. De esta forma a los particulares se les facilita el
uso, empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas, de los que, a
fines empresariales, podrán usar como mejor les parezca.
La libertad de empresa propone que todas las empresas sean libres de conseguir recursos
económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el
mercado que éstas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen
desarrollar y el momento para entrar o salir de éste. La libertad de elección se aplica a las
empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar sus
recursos como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera
que esté dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que desean
consumir, buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se encuentre
dentro de los límites de su ingreso.
Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que
ofrecen y venden un producto (son oferentes) en un mercado determinado. En dicho
mercado también existe un gran número de personas o empresas, denominadas
consumidores (también llamados demandantes), las cuales, según sus preferencias y
necesidades, compran o demandan esos productos o mercancías. A través de la
competencia se establece una «rivalidad» o antagonismo entre productores. Los
productores buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores/compradores para sí.
Para conseguir esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la
calidad, etc.
El capitalismo se basa ideológicamente en una economía en la cual el mercado predomina,
esto usualmente se da, aunque existen importantes excepciones además de las polémicas
sobre qué debe ser denominado libre mercado. En éste se llevan a cabo las transacciones
económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y las que los
demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios
según los cuales se intercambian las mercancías (bienes y servicios), permite la asignación
de recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos.
Cada uno de los actores del mercado actúa según su propio interés; por ejemplo, el
capitalista, quien posee los recursos y el capital, busca la maximización del beneficio propio
por medio de la acumulación y reproducción de los recursos, del capital; los trabajadores,
quienes trabajan por la recompensa material que reciben (el salario) y, por último, los
consumidores, quienes buscan obtener la mayor satisfacción o utilidad adquiriendo lo que
quieren y necesitan al menor precio posible.

La principal tarea del gobierno según el capitalismo es controlar los fallos de


mercado. Además, debe evitar que el sistema derive en situaciones de abuso y debe
fomentar la competencia. Bajo este concepto existen diferentes tipos de sistema derivados,
como el capitalismo monopolístico, el capitalismo financiero o el neocapitalismo.

En ese sentido, la escasa presencia e influencia del poder político en el mercado destaca
especialmente, pues permite a propietarios o empresarios operan con un alto grado de
libertad e independencia para la consecución de beneficios. Con estos, los empleadores
logran la reinversión en las empresas y el pago a los trabajadores. Al mismo tiempo supone
la reducción de poder que el estado tiene en el día a día financiero y empresarial, dando
mayor peso a los agentes privados y ocupándose de la supervisión de los mercados.

Los defensores de la privatización de los medios de producción a menudo argumentan


que la empresa privada es por lo general mejor gestora del control y dirección que el estado,
al cual la burocracia o sus muchas responsabilidades impiden desarrollar esta tarea de
manera eficiente. Además de que cuando una empresa es pública son los ciudadanos los
que cargan con las posibles pérdidas resultado de una mejorable gestión. En cambio,
cuando es privada, es la propia empresa la que asume todo el riesgo.

Los liberales defienden que en un mercado en el que hay competencia, las empresas
son capaces de mejorar los productos y servicios, cambiando la estructura de costes para
poder ofrecer más calidad a precios más reducidos. Reducir el papel del estado y su
injerencia en los mercados es una de las bases del capitalismo y de la economía occidental
más reciente.

Capitalismo Social. Inicialmente designaba un sistema social capitalista que había logrado
conciliar la búsqueda del beneficio de la economía privada y el interés colectivo de la gente
asalariada y sus familias en torno a la Seguridad Social y el bienestar. Durante el período de
prosperidad del capitalismo renano, del capitalismo cooperativo o -como nosotros le
denominamos aquí- del capitalismo social, se lograron y preservaron compromisos sociales
basados en sólidas redes institucionales, organismos y actores.

Esta puesta en "competencia" de la sociedad, que nosotros calificamos como apropiación


capitalista del campo social, consiste en un desposeimiento selectivo de la "propiedad
social", dirigido hacia las instituciones, las formas de organización social así como a las
normas sociales que limitan los efectos perversos del "mercado". Esta apropiación significa,
en este caso, que se desmantela progresivamente, capa tras capa, el carácter protector del
Estado del Bienestar, que dotaba al trabajo asalariado un estatus social y lo había convertido
en un útil fundamental de inserción social.

Aplicaciones de la teoría económica en distintas regiones del mundo durante la época


del capitalismo social.

 México.
El estudio del capitalismo en México requiere una visión global que lo ubique
temporalmente dentro de la evolución del capitalismo en el mundo. El capitalismo
mexicano se desarrolla en los marcos del proceso de conformación del capitalismo como
una economía global en el siglo XIX. Este hecho lo distingue, al tiempo que le asigna un
límite preciso respecto a los alcances del capitalismo en las naciones del Atlántico Norte,
con alrededor de doscientos años de avance previo; cuando la riqueza de México, saqueada
por el imperio español, fue una importante fuente para la acumulación originaria de capital
en Europa. La consolidación del capitalismo en nuestro país se da cuando la expansión en
los flujos internacionales de materias primas, manufacturas, capitales y fuerza de trabajo,
alcanzan dimensiones sin precedentes, bajo el impulso productivo de la segunda revolución
industrial.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se reúnen las condiciones para la consolidación y
expansión del capitalismo en México:
• La población recupera su crecimiento.
• Se acumulan montos considerables de capital en manos de la burguesía, que en forma
creciente lo reinvierte en la esfera productiva, introduciendo mejoras técnicas,
innovaciones tecnológicas y equipo importado para la industria y la agricultura.
• Se forma y extiende un mercado de fuerza de trabajo libre, resultado de los procesos de
privatización de la propiedad comunal, la colonización y la venta de terrenos baldíos.
• Se integra el mercado nacional por la extensión de los medios de comunicación y
transporte, en especial los ferrocarriles, que ampliaron e incentivaron la comercialización,
elevaron la rentabilidad de la inversión productiva y permitieron los flujos de fuerza de
trabajo, capitales y mercancías hacia las regiones más dinámicas y los puntos para la
exportación e importación.
• El estado centraliza el poder, al lograr un dominio efectivo sobre la población y el territorio
nacional, garantiza los derechos de propiedad e introduce normas institucionales claras
favorables a la acumulación y expansión del capital, así como para la eliminación de trabas
al libre comercio.
• Se organiza la hacienda pública, reduciendo los constreñimientos financieros,
reordenando el endeudamiento interno y restableciendo el externo, así como depurando
ingresos y gastos con una orientación hacia el fomento económico y la realización de obras
públicas.
• Se inicia la organización de un sistema bancario que amplía los medios de pago y las
fuentes de crédito.
Dentro de este sistema, el Banco Nacional de México desempeña un papel estratégico
como banco del gobierno, proporcionándole recursos, gestionando la deuda externa e
interna, emitiendo billetes y cobrando impuestos. Sin duda jugó un papel clave el creciente
flujo de capital externo en forma de inversiones directas en la esfera productiva,
(principalmente en ferrocarriles y minería) en la banca, y en forma de préstamos al
gobierno. La expansión inusitada de la demanda externa de productos mexicanos, (materias
primas y alimentos) y de la oferta abundante de productos industriales, provenientes de los
países avanzados, (en especial bienes de capital, bienes intermedios y nueva tecnología
aplicada) elevaron sustancialmente los volúmenes de la producción e intercambio en los
mercados. El intercambio intenso con los estados centrales integra a México al mercado
mundial capitalista, en las últimas décadas del siglo XIX.
La modernización capitalista implica necesariamente una modernización de los conflictos
sociales. Si desde la iniciativa del Estado se conforma, como viene sucediendo, un nuevo
bloque dominante, esto plantea en la realidad la posibilidad de conformar un nuevo bloque
de los dominados: los trabajadores industriales, ellos mismos en mutación, y además
carentes todavía de independencia política frente al Estado y de un partido político propio
en el cual se reconocen mayoritariamente, no pueden ofrecer por sí solos una alternativa
al nuevo curso del capital que se abate sobre su vida y sus conquistas. Una transición política
es necesaria para la reorganización independiente de los trabajadores mexicanos. Esta
transición requerirá nuevas alianzas sociales y la elaboración de un proyecto alternativo de
modernización desde abajo, que no podrá ser la repetición actualizada de consignas
populistas de los años 60 porque ese México ya no existe. México está cambiando. Como
su historia enseña, este cambio no se realizará sin conflictos políticos y sociales. Esta
dinámica interna será decisiva para determinar cualquier forma efectiva (y no sólo
declaratoria) de defensa de la nación y de ruptura de la subordinación al poderosísimo
vecino del norte. Por esta misma razón la evolución futura de México, que es nuestra
frontera común con Estados Unidos, interesa en el más alto grado a toda América Latina.
 Cuba..

Cuba debería establecer los mercados laborales más libres del hemisferio, la única política
de empleo para todos. Esto ayudaría a amortiguar los necesarios despidos en masa de la
burocracia. Los cubanos deberían ser libres de trabajar sin tener que considerar
restricciones laborales sindicalistas, salarios mínimos, o políticas raciales. En un país tan
diverso como Cuba, los empleadores deben tener la libertad de contratar y de despedir, no
debería haber “fondos de desempleo” excepto la caridad privada. Cuba debería también
abrir sus fronteras a importaciones desde cualquier parte del mundo, y no poner ninguna
restricción en el flujo de dinero y bienes fuera del país – dejar así que sean otras las naciones
que se preocupen acerca de la “protección” económica. Por otra parte, no debería subsidiar
a ninguna empresa extranjera, especialmente aquellas que son americanas, como el
régimen pre-Castro lo hizo. Esto no solo causa descoordinación económica, provoca un
resentimiento comprensible contra extranjeros que gozan de privilegios especiales.

Si Cuba tomase estos pasos, completa privatización, cero impuestos a los ingresos y a las
ganancias del capital, mercados laborales libres, libre comercio, la legalización del mercado
negro, rechazo al estado regulador o benefactor, habría un “boom” económico. De hecho,
Cuba desarrollaría problemas de inmigración, al buscar otros latinoaméricanos entrar a un
paraíso de libre mercado ubicado al borde de la costa de los Estados Unidos.

Pero para hacer todo esto, Cuba necesita independencia política. Burócratas
estadounidenses tratarán de evitar que un libre mercado sea establecido en Cuba, como lo
han hecho en Europa del Este y en Rusia, enviando equipos misioneros de las agencias
reguladoras americanas y negando ayuda a cualquier cosa que no sea una economía mixta,
con privilegios para los intereses especiales estadounidenses.

La nueva Cuba no debería tomar ni 5 centavos de la ayuda externa de Estados Unidos, ni un


centavo del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial. En Rusia, por ejemplo, el
FMI ha estado detrás de políticas tan alocadas como cambios de moneda, devaluaciones
forzadas y altas tasas de impuestos. Recibir ayuda externa también sometería a Cuba a los
tratados ambientales y laborales, que son incompatibles con un crecimiento económico
elevado. Por ejemplo, Cuba no debería tener nada que ver con Nafta, la respuesta de este
hemisferio a la monstruosidad burocrática llamada la Comunidad Europea.

Nafta impondría en Cuba el peor tipo de políticas estatistas, desde sueldos mínimos y leyes
laborales “pro-niño”, hasta decretos de “aire limpio” y restricciones en el uso de tierras. Tal
como el representante comercial de los Estados Unidos, Mickey Kantor, escribió en el Wall
Street Journal, Nafta asegurará por ley “que ninguna nación bajará los estándares laborales
o ambientales, que sólo los elevará.” “Si un país no persigue a sus contaminadores”, Kantor
añade, “nosotros lo haremos.”

Cualquier país, incluyendo los Estados Unidos, que se mantenga alejado de Nafta y de sus
“acuerdos colaterales”, que son más estatistas aún, tendrá una chance mucho mayor de
conseguir el crecimiento económico, que aquellos que no lo hagan. Los americanos
tenemos una buena razón de tener esperanzas por una economía de libre mercado en Cuba.
 Chile.
El capital transnacional, en las últimas décadas, ha reorganizado la economía mundial. Una
de las principales manifestaciones de este cambio, es la división internacional de la cadena
productiva que da origen a un producto, instalando sus eslabones en diferentes países. La
mayor parte de los productos, que hoy circulan en el mercado mundial, no son elaborados
completamente en un solo país. La extracción de materias primas, la producción de piezas
simples, su ensamblaje y parte de los servicios que requieren, se realizan en diferentes
lugares del planeta, reservando las etapas de la producción, que requieren de tecnología
compleja y cara, para los países desarrollados. Con esta división internacional del circuito
productivo, las empresas transnacionales aprovechan las ventajas que le ofrecen los
estados, las condiciones naturales, las libertades para contaminar y los bajos salarios,
existentes en el tercer mundo. Chile a llegado a ser parte de la economía mundial a través
de su participación en estas cadenas internacionales de producción. Esto ha dado origen a
un país con algunos sectores dinámicos, vinculados a este nuevo orden económico, y otros
que decaen y se desintegran al quedar excluidos. Ese importante sector del país, que
permanece al margen, no es objeto de interés para los grandes centros de poder que
gobierna el mundo y los estados.
A diferencia de lo que ocurría en el pasado, las grandes y medianas empresas, hoy no
agrupan en una misma unidad productiva todas las actividades necesarias para elaborar y
poner en el mercado un producto. En una condición semejante a lo que ocurre con la
economía mundial, la empresa principal se reserva sólo las etapas más importantes de la
producción y entrega buena parte de sus restantes actividades a terceros. Ya no resuelve
todos los aspectos de la producción por sí sola, sino a cambio de ésto, coordina el esfuerzo
de varias unidades productivas diferentes. Hoy es común en una industria de tamaño
considerable, que el aseo industrial sea entregado a otra empresa menor, igual cosa puede
ocurrir con los servicios de mantención mecánica, eléctrica, vigilancias, etc. fenómeno que
en ocasiones se extiende desde una casa matriz hasta pequeños talleres domiciliarios,
pasando por medianas y pequeñas empresas contratistas y subcontratistas comprometidos
en la elaboración de un mismo producto. La empresa actual mejora y aumenta sus
ganancias entregando parte de sus actividades a terceros.
La transnacionalización de la economía, obliga a los trabajadores a tomar en cuenta, que el
ciclo a través del cual el capital obtiene su ganancia ya no se realiza enteramente al interior
de una economía nacional. Tampoco se trata de varias economías nacionales se acoplen
una tras otra, para dar forma a la economía mundial, sino que los grandes capitales instalan
etapas diferentes de sus operaciones en países diferentes, lo que implica, que en un país
pueden instalar parte de uno o más circuitos internacionales de producción, dándose una
suerte de subcontratación internacional. Esto inaugura un fenómeno nuevo: El capital
transnacional busca hoy imponer regímenes laborales propios para cada circuito mundial
de producción, a través de la firma de protocolos internacionales, sin importar que los
trabajadores afectados tengan diferentes nacionalidades.
 Argentina
Durante el modelo agroexportador, durante el cual el conocido apodo de “granero del
mundo”, la Argentina fue gobernada y conducida por una oligarquía liberal. Un grupo de
grandes terratenientes que eran los principales beneficiarios de la explotación
agropecuaria, que se encargó de generar las condiciones para la viabilidad de este
capitalismo. Esto es: la consolidación de las fronteras, la “conquista del desierto”, la
construcción de rutas y grandísimas extensiones de vías ferroviarias, el desarrollo de
ciudades y zonas portuarias, el fomento a la educación primaria obligatoria y a la
inmigración, etc. Ninguna de todas estas medidas era al azar, todas ellas colaboraban a
facilitar y potenciar lo que era la especialidad argentina: la exportación de materias primas.
Este tipo de capitalismo oligárquico liberal sigue al pie de la letra el pensamiento de Smith.
El Estado debía intervenir lo mínimo posible en las cuestiones económicas, ya que el
comercio y la reproducción de la riqueza individual llevarían necesariamente al progreso de
la nación. Pero como el propio Smith ya decía, el Estado sí debía intervenir para generar las
condiciones para que el capitalismo pudiera funcionar libremente. Estas condiciones eran
justamente las que mencionamos recién, la construcción de rutas y ferrocarriles, la
inmigración, la educación, etc.
Como para expandirse económicamente y cumplir con las obligaciones comerciales
Argentina necesitaba orden, el lema de acompaño esta época fue el de “Paz y
administración”. Todas las iniciativas del gobierno estuvieron orientadas por la racionalidad
y la generación de un contexto de estabilidad necesario para la expansión capitalista. De
hecho, vemos a modo de ejemplo, cómo las ciudades que fueron diseñadas en esta época,
como la ciudad de La Plata, siguen un diseño estrictamente racional, para permitir el libre
flujo de trabajadores, transportes, etc.
Después de esto La mentalidad anticapitalista se volvió fenómeno que se ha recrudecido
con los años. De acuerdo con el propio estudio de Newland, en 1990 el apoyo al sistema
capitalista era de 8,1 sobre 10, a la luz del fracaso que había significado el intervencionismo
que llevó a la hiperinflación. Tiempo después, en 1995, el romance con el capitalismo había
mermado, y la puntuación se ubicó en 6,2 sobre 10. El último año anterior a 2012, cuando
se calculó el índice, fue 2006. En ese año el puntaje alcanzó el mínimo de 3,1 sobre 10. El
anticapitalismo, luego del estallido de 2002 y con la “recuperación keynesiana” de Néstor
Kirchner, era la norma entre la población.
Es interesante destacar que, si bien en 2012 nos ubicamos en el último escalón de la tabla
de posiciones, nuestro puntaje mejoró unas décimas con respecto al 2006. Un avanzado
modelo populista que ya mostraba sus fracasos puede explicar esta reversión.
Sería deseable que en la próxima medición se consolide una tendencia a favorecer el
capitalismo. De no ser así, el país estará condenado.
Son las buenas políticas públicas las que pueden mejorar el desempeño de una nación, pero
sin un consenso entre los votantes sobre la necesidad de una mayor apertura económica y
un menor rol para el estado, estas políticas nunca llegarán, ni siquiera, a proponerse.
 Brasil
Se trata de una forma de capitalismo en la que el gobierno controla empresas en sectores
como el petróleo o la electricidad, que considera clave para su modernización.
Aunque ocurre en varios países, Brasil también impulsó recientemente una política singular
de inversión indirecta del gobierno en determinadas compañías, colocando al Estado como
accionista minoritario.El fenómeno fue tan llamativo que en 2012 la revista británica The
Economist señaló a Brasil como un ejemplo del aumento del "capitalismo de Estado" en el
mundo emergente, junto con China o Rusia.Y apuntó que las empresas estatales sumaban
38% del valor de mercado en el país sudamericano, que había "inventado" una de las nuevas
herramientas más agudas del capitalismo de Estado.
El capitalismo de Estado comenzó a repuntar en la década de los años 90 en Brasil,
paradójicamente cuando el país y la región vivían una ola de privatizaciones.
Por un lado, el Estado canjeó su participación mayoritaria en algunas empresas por una
presencia minoritaria en varias otras.
También usó su poderoso banco nacional de desarrollo BNDES y fondos estatales de
pensión para invertir en compañías de diversos sectores, desde la minería hasta los
alimentos.
Después de una recesión de dos años, la economía brasileña ha comenzado a desperezarse
y está preparada para acelerar el paso el próximo año.
El aumento del consumo, el descenso de la tasa de desempleo y el contexto actual de
inflación -que debería ayudar a la recuperación del poder adquisitivo- son algunos de los
indicadores que auguran buenas perspectivas para el año que viene. Pero no son las únicos
factores que invitan al optimismo. La recuperación también se deja notar en el mercado
bursátil.
Brasil ocupa la undécima posición en el ránking de bolsas mundiales por tamaño, con una
capitalización de 776.812 millones de euros, y la novena por PIB. En los dos últimos años es
la que más crece -casi un 50%-, muy por delante de India -que eleva su tamaño un 35%- y
Canadá-, que lo hace un 22,6%-.
 Venezuela.

Para el objetivo concreto de determinar si la estructura económica y de clase de un país es


capitalista o no (el tema central de mi artículo), no es necesario entrar al estudio de
elementos de la superestructura social e ideológica (partidos políticos, régimen político,
actores sociales, constituciones políticas, constituyentes, etc.), así estos sean
indispensables para el análisis de otros asuntos (desarrollo económico, guerras civiles, el
imperialismo, etc.).
Esta metodología está justificada porque la misma estructura productiva y de clase
(capitalista) admite distintos tipos de superestructura política, ideológica y de regímenes de
redistribución del ingreso dependiendo de la correlación de fuerzas entre las clases, y del
avance o retroceso de la reforma social. Un país puede cambiar su régimen de
redistribución del ingreso (gasto del estado e impuestos) sin cambiar su estructura
económica y de clase capitalista. Tal fue el caso de los Estados Unidos y los países europeos
occidentales durante el siglo XX: pasaron del “liberalismo clásico” (1900-1930’s) al “estado
de bienestar” (1930’s-1970-80’s) y de ahí al “neoliberalismo” (1980’s-presente), sin que eso
implicara el abandono del carácter capitalista de la economía y la estructura de clases de
esos países. Tampoco implicó una revolución social (pues la clase dirigente siguió siendo la
misma). En síntesis, el Chavismo ha sido, y es, un gobierno reformista. Un gobierno que, en
el marco de la estructura productiva y de clases capitalista, ha empleado parte de la renta
petrolera en gasto social de carácter asistencial-paternalista (educación, salud, las misiones,
el millón de viviendas gratis, las ‘canaimas’, precios subsidiados, etc.) y en el sostenimiento
del propio aparato burocrático y de partido.
Así mismo es falso que el chavismo haya roto con el capital internacional y las lógicas del
mercado mundial. Por un lado, sigue dependiendo -ahora más que antes- del patrón de
acumulación extractivista. En ese punto no duda en invitar al capital internacional, como en
el megaproyecto Arco Minero del Orinoco. Por otro lado, no ha roto los lazos de
subordinación financiera con el capital global, sencillamente han cambiado de acreedores:
de la banca norteamericana a la banca rusa y china. Y en esto no puede haber confusiones:
Rusia, China e Irán (aliados del chavismo) son naciones capitalistas, donde sus burguesías
gobiernan de forma incluso más brutal que en los EEUU o Europa Occidental. En síntesis, la
valoración económica y política que Nieto ofrece sobre Venezuela está atravesada por el
intento de forzar hechos y categorías para hacerlos caber dentro de sus buenos deseos.
Buenos deseos que, en general, yo también comparto pero que no se corresponden con la
realidad política y económica venezolana. La ANC no va a tomar el rumbo hacia la transición
socialista porque está controlada por la dirigencia chavista y esta no está interesada en ello.

 Estados Unidos.
Se puede decir que, si el capitalismo se desarrolló más lentamente en E.U., que en los países
más avanzados del viejo continente, la creciente acumulación de capitales preparó el futuro
capitalista de la gran república americana. Pero fue recién en la segunda mitad del siglo XlX
vendría el triunfo del capitalismo, el que fue preparado por la transformación de los medios
de comunicación en los países industrializados europeos y en los E.U. Pero el
acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de
la obra de John Maynard Keynes, la teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936).
Al igual que las ideas de Adam Smith lo hicieron en el siglo XVIII, Keynes modificó las teorías
capitalistas, creando la escuela económica llamada keynesianismo. Keynes demostró que
un gobierno puede utilizar su capacidad económica, para mitigar el mayor problema del
capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Keynes decía que a) Durante períodos de
depresión económica, el gobierno debe incrementar el gasto público para compensar la
caída del gasto privado. b) En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la
contraria si es que esa expansión económica está provocando movimientos especulativos e
inflacionistas (PortalPlanetaSedna, Capitalismo y Liberalismo, n.d.).
La socialdemocracia y el Estado de bienestar fueron considerados como las manifestaciones
de racionalidad capitalista que darían el progreso. Joseph Schumpeter (1982) agregó el
concepto de que “la evolución tecnológica funciona como el motor de un permanente
impulso hacia adelante: según esta teoría, las tecnologías generan un efecto de destrucción
creativa en la economía capitalista. Cada nueva tecnología adiciona valor y destruye el valor
de las anteriores. La acumulación sería la consecuencia de ese proceso destructor-creativo
que garantiza el crecimiento constante” (Dupas, 2008). Y en medio de toda esta vorágine
capitalista, la ciencia es la encargada de mantener el estado continuo de innovación,
“inutilizando y sustituyendo productos y creando nuevos hábitos de consumo” (Dupas,
2008) mediante los recursos de la mercadotecnia.
“la globalización neoliberal, consolidada desde la posguerra y transformada en una ola
avasalladora a partir del colapso del bloque soviético y la expansión de las tecnologías de la
información, se ha transformado en el régimen económico hegemónico” (Dupas, 2008). Sin
embargo, cambios muy grandes están por venir antes de unos 20 años, como vaticinó hace
un tiempo atrás el magnate de la tecnología Bill Gates (elEconomistaAmerica.com, 15-03-
2014), al pronosticar que el mundo laboral va a sufrir tremendos cambios en el futuro
cercano como consecuencia de esta expansión tecnológica citada por Dupas y la revolución
tecnológica e informática de estos tiempos sumado a la robotización.
 Asia.
El auge de los países asiáticos tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un reto para
la economía como disciplina y para las ciencias sociales en general. La trayectoria de Japón
muestra que la tentativa de imitar el modelo de producción estadounidense se tropezó con
las especificidades locales, lo cual desencadenó un proceso de hibridación que resultó en
una forma original de capitalismo. El éxito mismo del “modelo japonés” desembocó en una
crisis mayor, que anticipaba tanto la de 1997 en Asia, como la crisis estadounidense, y
después mundial, de 2008. De hecho, los países asiáticos han desarrollado al menos cuatro
formas diferentes de capitalismo, de modo que proximidad geográfica no implica identidad,
como lo confirma la crisis del euro iniciada en 2010. China ocupa un lugar especial, pues la
intensa competencia entre una miríada de corporativismos locales condujo a un modo de
desarrollo que debe compensar, con un excedente comercial, el desequilibrio entre la
demanda interna y la capacidad de producción. Se esboza una geopolítica inspirada en la
teoría de la regulación que vuelve a colocar a China en el centro de las relaciones
internacionales, sin que postule que vaya a sustituir a la superpotencia estadounidense, en
decadencia. Asia se ha convertido en el laboratorio donde emergen nuevas formas de
capitalismo y teorías originales.

 Unión Europea.
En la actualidad, el desarrollo del capitalismo como sistema de producción, distribución y
consumo hegemónico sobre la tierra asume la forma y el modo de la globalización. Ésta se
definiría como el intento de expansión del capital en todos los ámbitos geográficos y de
actividad humana, únicamente bajo las reglas del mercado y, por tanto, cada vez con menor
regulación pública. A modo de descripción general cabe decir que este proceso está
dominado por los grandes grupos industriales y financieros transnacionales a la búsqueda
del máximo beneficio. Las reglas del juego políticas, económicas y sociales se definirán de
acuerdo con los intereses de estos grandes grupos en el seno de instituciones como el BM
(Banco Mundial), el FMI (Fondo Monetario Internacional), la OMC (Organización Mundial
de Comercio) y también la UE,fuera del control de la ciudadanía.

Desde sus orígenes, pero sobretodo a partir del Acta Única, la UE se convierte en uno de los
buques insignia del proceso de Globalización. A nivel interno la estrategia neoliberal
(abanderada por la ortodoxia monetarista del BCE y por el pacto de estabilidad) se convierte
en el programa de política económica que debe dotar de estabilidad al proyecto, por tanto
las políticas de precarización laboral (desregulación), privatizaciones, destrucción del
estado del bienestar, etc., se convertirán en norma con independencia de sea cual sea la
opción política que ostente el poder en cada estado, región, ciudad o pueblo. En el marco
institucional europeo no existe más estrategia productiva que la definida por los grandes
grupos transnacionales. El papel de Sector Público y de los presupuestos públicos, a
instancia de los órganos de poder comunitarios, va a consistir en proporcionar las políticas
adecuadas para facilitar el buen funcionamiento de estas empresas (corrupción, bajos
impuestos, subvenciones, suelo urbanizable barrato, pactos sociales con los sindicatos,
reformas laborales, excepciones en materia ambiental, etc.). De este modo, además de la
política económica, social e industrial, todo lo referente a los proyectos de infraestructuras
se definirá de acuerdo a la lógica de dotar de mayor fluidez las operaciones capitalistas a
escala europea.

A nivel externo la UE se convierte en un actor indispensable para los intereses capitalistas


en el momento de asegurar las reglas de juego idóneas para su expansión (tanto en la OMC
como en el resto de instituciones y orgános multilaterales). No es, por lo tanto, posible
plantear la UE como un proyecto que pueda servir para moderar o dotar de “rostro
humano” el proceso de Globalización. Sostenemos lo contrario. Así oponerse al proceso de
globalización capitalista supone tener bien presente que, en nuestro ámbito concreto, la
cara visible de este proceso lo representa el proyecto de construcción de la Europa del
Capital. Por la importancia de este proceso en la lógica actual del Capitalismo global,
desenmascar su naturaleza y sus objetivos así como ser capaces de erosionar su legitimidad,
supone una tarea ineludible para todas aquellas personas que se oponen al modelo
dominante para el siglo XXI.

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