You are on page 1of 4

Serie de Sermones – El carácter de los ciudadanos del Reino de Dios

Sermón N°14 – Dar sin mirar a quién, la piedad del creyente


Por: Jorge Betancur

Mateo 6:1-4 “1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de
otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des
limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las
calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas
cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en
secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”

Hace tres semanas atrás concluimos el primero de tres capítulos del sermón del monte que están en
Mateo 5-7, en donde estamos viendo El carácter de los ciudadanos del Reino de los Cielos.

Dentro del capítulo 5, analizamos tres áreas importantes de quienes son hijos de Dios.

Primero, por medio de las bienaventuranzas entendimos cual debe ser el carácter de los ciudadanos del
Reino, este carácter no es algo biológico del hombre, sino que, es dado en la vida del creyente por
medio de la regeneración del Espíritu Santo.

En segundo lugar, vimos cual debe ser la influencia del cristiano por medio de la triada, sal, luz y obras,
en donde Dios demanda de sus ciudadanos que alumbren con la luz del evangelio manifestado en
buenas obras preparadas de antemano por Dios.

En tercer lugar, analizamos cual debe ser la verdadera justicia del cristiano por medio de la verdadera
interpretación de la ley que Jesús nos enseña, entendiendo que nuestra justicia debe ser mayor a la de
los gentiles, amando, perdonando, actuando en verdad para poder manifestar la justicia del Reino de los
cielos en el mundo.

En esta tarde, comenzaremos el versículo 6 de Mateo en donde trataremos de entender cuál debe ser la
verdadera “Piedad del cristiano” por medio de tres ordenanzas dada por Dios, las cuales son la limosna,
la oración y el ayuno. El día de hoy comenzaremos con la primera piedad la cual es la limosna.

La palabra piedad “eusebeia” En las cartas Pastorales, denota un modo de vida y se refieren a la
conducta relativa al yo, a los demás, y a Dios. La piedad cristiana no es moralista, ya que está arraigada
en el acontecimiento de Cristo. No es simplemente el culto externo, ni un mero concepto de Dios, ni un
ideal, la verdadera piedad, surgida de la fe abarca la conducta cotidiana en el honrar a Dios como
Creador y Redentor. Esta piedad debe ejercitarse cotidianamene por los hijos de Dios.

1 Timoteo 4:7-8 “7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; 8 porque el
ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa
de esta vida presente, y de la venidera.”

Una expresión de piedad es la limosna a los necesitados. Los fariseos habían hecho de esta
manifestación piadosa, un modo de alimentar su orgullo y vanagloria. La práctica de la limosna les servía
para que las personas lo alabasen y tuvieran favor con ellos.
Esta manifestación en lugar de ser una expresión piadosa de compasión hacia el necesitado, se había
convertido en una manifestación visible de hipocresía, en una mentalidad mundana, lejos de la
comunión con Dios.

Entonces, frente a esta práctica hipócrita por parte de los fariseos, el Señor iba a enseñar a quienes le
escuchaban el alcance de la verdadera piedad.

La verdadera piedad es el resultado de acciones que salen de un corazón que ha experimentado la


salvación de Dios y entiende que por Su gracia a alcanzado salvación.

Por ello, la expresión de piedad para ser visto y alabado, no es piedad, sino orgullo y vanagloria, con lo
cual demuestra un corazón carnal que no ha experimentado la nueva vida en Cristo.

Sin embargo, un corazón lleno de la compasión de Dios, practica la piedad sin esperar ninguna alabanza
de los hombres, sino por necesidad íntima y vivencial delante de Dios.

La fe verdadera impulsa a un obrar conforme a la relación que se genera con ella. Esta es una fe que
produce obras, pero no cualquier obra, sino que obras de piedad según la nueva vida que tenemos en
Cristo.

Santiago 2:26 “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta.”

Esta fe es la que vincula a los creyentes con Dios, es por medio de la fe que recibimos el don de la gracia
para nuevo nacimiento.

Efesios 2:8-9 “8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.”

Es aquí donde nace la piedad de los creyentes en cuanto al dar sin mirar a quién, este dar está
estrechamente vinculado a la gracia de Dios manifestada hacia nosotros, una gracia desinteresada, una
gracia que no mira a quién se da, sino que se entrega por ser movido a compasión.

En la carta a los efesios, nosotros encontramos extensamente desarrollado el concepto de la gracia, en


donde, influenciado por la cultura helenista nos deja manifiesto el concepto de la gracia como un dar sin
mirar a quién.

En el tiempo de Jesús, era común que la gracia se manifestara por medio de acciones que contribuyeran
a la sociedad, pero estas contribuciones siempre iban enmarcadas en un dar para gloria propia y el cual
implicaba un deber darle gloria a quién era beneficiario.

“Ejemplo del emperador romano y las construcciones”

Es aquí donde Jesús pone atención en impedir que la práctica de la piedad tenga como objeto la vanidad
personal.

La práctica de la piedad tiene por objetivo el prójimo y debe ser hecha como una expresión de amor
desinteresado.

De la misma manera que Dios, al despojarse de sí mismo encarnándose en Jesús para encontrarse con el
pecador, alcanzándole con su gracia y compasiva misericordia, así también el creyente se proyecta hacia
quienes necesitan la manifestación desinteresada de la gracia de Dios.
1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”

Ahora, teniendo esto en mente, que el dar sin mirar a quién proviene de la virtud dada por Dios a sus
hijos la cual es la gracia. Comencemos a ver el contexto de la limosna desde el Antiguo Testamento.

La ley de Dios establecía la limosna para los pobres, ocupándose de ellos para que recibiesen el sustento
que necesitaban para cada día.

Deuteronomio 15:7-11 “7 Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en


alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu
mano contra tu hermano pobre, 8 sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo
que necesite. 9 Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año
séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él
podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. 10 Sin falta le darás, y no serás de
mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y
en todo lo que emprendas. 11 Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te
mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.”

Es así, que vemos que el mensaje profético denunciaba la violación de la ley del amor, que demandaba
la atención al necesitado, ya que algunos se rodeaban de lujos mientras que sus hermanos pasaban
necesidad.

Nosotros hemos visto y debemos entender que Dios miso está involucrado y muy preocupado de
aquellos que estaban desvalidos y sin sustento, por ello había llamado a un pueblo para sí, que
manifestara su santidad haciendo obras de justicia en dar una limosna hacia el prójimo en necesidad.

Proverbios 19:17 “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.”

La palabra limosna en al AT:

En el AT la palabra limosna denota una actitud que brota de las mutuas relaciones, p. ej. Entre parientes,
entre anfitriones y huéspedes, entre amos y siervos, entre quienes están en una relación de alianza. Es
un acto más que una disposición, que tiene como base la confianza y como actitud apropiada la lealtad.
Entonces le es intrínseco un elemento de obligación.

El “dar” de Dios es su amor fiel y misericordioso, que está prometido y por lo tanto puede ser esperado
aun cuando no pueda ser reclamado. Pero, puesto que somos infieles, este amor asume la forma de
gracia que perdona.

La palabra limosna en el NT:

A menudo el NT usa “eleemosune” para la actitud que Dios exige de nosotros. Denota la bondad que es
debida en las mutuas relaciones. La misericordia se basa en la misericordia divina que antecede a la
nuestra. Aquí el nuevo rasgo, en comparación con el judaísmo, es que la misericordia de Dios es
conocida en Cristo y por medio de Cristo.

Santiago 2:13 “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la
misericordia triunfa sobre el juicio.”

Teniendo este punto de vista en cuanto a la limosna como un dar compasivo, podemos ser libres para
dar a quienes necesitan sin ver a quienes damos. Este punto, basado en la gracia inmerecida dada por
Dios a nuestras vidas, acalla cualquier cuestionamiento al dar.
a.- … Es que él no merece que yo le de … A caso tu y yo somos merecedores que Dios halla enviado a su
hijo para darnos salvación.

b.- … Es que mira la condición de esta persona … A caso Dios vio tu condición para determinar si
mereces o no la salación.

c.- … Es que malgasta todo lo que se le da … A caso tu y yo somos buenos administradores de la gracia
dada a nuestras vidas por Dios.

d.- … Lo que lo único que sabe es pedir … Cuantas veces tu y yo hemos pedido a Dios que pueda darnos
algo y él acude en misericordia y bondad y concede nuestras necesidades.

Como podemos ver, la limosna centrada en lo que Dios en Cristo ya ha hecho, podemos dar libremente,
sin cuestionamientos, sin mirar a quién y dando acorde a lo que Dios propone en nuestros corazones.

Conclusión

El texto analizado de hoy, culmina diciendo que nuestro Padre que ve en lo secreto nuestro dar en
secreto, nos recompensará en público.

Mateo 25: 31-40 “31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y
apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas
a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces
los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o
sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te
cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les
dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.”

You might also like