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Introducción
El peronismo fue el gran movimiento nacional que,
llegado al gobierno en 1946, llevó adelante la etapa
de industrialización más importante de la historia
argentina. El Justicialismo llegaba para terminar con
una era nefasta que había beneficiado a diferentes
sectores de la oligarquía en detrimento de los
trabajadores argentinos.
Debemos sumar la dificultad para compensar la demanda interna vía un aumento de las
exportaciones, a razón de la crisis política y económica que atraviesa Brasil, nuestro
principal socio comercial. Esta golpea especialmente a la industria automotriz, uno de los
sectores más importantes y dinámicos de la economía nacional.
Por otra parte, la actividad manufacturera ha tenido que enfrentar un incremento en los
costos financieros (aumento de la tasa de interés), el aumento en las tarifas (gas, agua y
electricidad) y el impacto en los costos logísticos producto del aumento en los
combustibles. Además, el sector está teniendo que enfrentar una fuerte competencia
externa, tras el cambio implementado en la política de comercio exterior con respecto a
las importaciones.
Por otro lado, la denominada “lluvia de inversiones” que sigue vaticinando el Gobierno, no
estaría destinada a mejorar la productividad sino que estaría orientada a sectores
concentrados de intensidad baja de empleo en la relación capital/trabajo, como en los
sectores de energía y minería.
Los números son determinantes: desde que asumió Mauricio Macri, el empleo industrial
cayó a niveles similares a los de mediados de 2010, lo que significa una verdadera
destrucción masiva de más de 60.000 puestos de trabajo. Con todos estos datos en la
mano, como si fuera un partido de truco, podemos afirmar lo evidente: el Gobierno no
tiene cartas “ni para mentir”. Por eso, desde GESTAR consideramos que es necesario que
el Gobierno ponga la lupa en este alicaído pero siempre pujante sector, con una serie de
políticas públicas que permitan revertir en términos reales el impacto negativo que sufrió
la Industria Manufacturera desde que asumió Mauricio Macri. Algo es seguro: con
medidas como la apertura indiscriminada de importaciones, los aumentos siderales de las
tarifas de servicios públicos que se han implementado desde el Poder Ejecutivo, la
industria -con las Pymes como principales víctimas- y la desinversión en sectores
estratégicos que agregan valor a la cadena productiva, como la Ciencia y la Tecnología -
despidos en el INTI y recortes en el CONICET - seguirán quedando relegadas en lo que
debe ser la construcción de un proyecto de país que debe tener sin dudas a la lndustria
Nacional como una de sus principales columnas.
Está claro que la situación está lejos de esa promesa y el déficit comercial se ha agravado
a niveles muy preocupantes. Durante 2017, el déficit comercial fue de 8.471 millones de
dólares, casi un 20% más que en 2016 y un 30% más que en 2015. Las exportaciones
aumentaron en una porción ínfima y las importaciones, en cambio, crecieron a un ritmo
de 2 dígitos por mes durante todo 2017.
Comencemos por las exportaciones. Hoy nos encontramos en un amesetamiento en un
volumen cercano a los 60 mil millones de dólares. Si bien en 2017 crecieron un 0,9%
respecto de 2016, este crecimiento es todavía menor que el registrado en ese año
respecto de 2015.
Las exportaciones del complejo sojero fueron las más bajas de los últimos 8 años: la
harina de soja y los porotos de soja muestran una considerable disminución respecto de
2016. El biodiesel que había logrado un repunte en 2016, vuelve a caer debido a los
aranceles que aplicó Estados Unidos en el marco de su política proteccionista.
El rubro de los automóviles fue el que más aumentó la importación de vehículos poniendo
en jaque a la industria automotriz local. Otras industrias locales que se han visto afectadas
por la apertura de las importaciones de bienes de consumo (17,8%) son la industria textil y
de los productos electrónicos. Por otra parte, Brasil, el mayor proveedor de la Argentina
es también el país cuyas importaciones aumentaron en mayor medida.
Los resultados del análisis del comercio exterior argentino durante 2017 muestra que el
sector externo se encuentra seriamente complicado. La balanza de pagos que
antiguamente se sostenía con el superávit comercial, hoy se sostiene con el
endeudamiento externo, de hecho, fue anunciado a fin de año que la toma de deuda para
el año 2018 está estimada en 30 mil millones de dólares para poder cubrir tanto el déficit
comercial como el fiscal. Las inversiones (la otra fuente para equilibrar las cuentas
externas) siguen sin aparecer.
El sector más competitivo en el mercado externo realizó el peor desempeño en los últimos
ocho años y los sectores industriales apenas llegaron a compensar la caída del año
anterior. Al mismo tiempo la industria local se encuentra desprotegida frente al ingreso de
bienes de consumo que ni siquiera han servido para sostener un nivel de precios que
ayude en la reducción de la inflación. Las cadenas de intermediarios y los sectores
formadores de precios son quienes los fijan independientemente de si éstos son
importados o producidos en el país.
Por el momento, el Gobierno no da señales de aplicar ninguna política para revertir esta
situación, por el contrario, se han realizado anuncios que podrían agravar el desbalance
externo y la situación de la industria nacional, como el acuerdo Unión Europea - Mercosur
que implica una mayor apertura a bienes industriales con una escasa contrapartida en
materia de ingreso de productos agrícolas y reducción de subsidios por parte de la Unión
Europea.
Crear además, una institución donde estén representados los distintos sectores y
dedicada a trabajar exclusivamente por la soberanía energética nacional, herramienta
principal de integración territorial nacional y regional. Aplicar los subsidios necesarios y
planificar un cuadro tarifario eficiente y claro para todos los productores argentinos.
Fortalecer cadenas de valor para integrar a todos los sectores de la producción. Mejorar el
crédito, bajar el costo en logística y posicionar los productos de nuestra tierra en nuevos
mercados nacionales e internacionales.
Generar plataformas logísticas fuera de los núcleos urbanos que eviten la entrada que
camiones de gran porte a calzadas angostas y que hagan eficiente el traslado de la
producción. Favorecer la intermodalidad, aprovechando lo mejor de la infraestructura
ferroviaria con la vial, reduciendo los costos directos, aumentando la capacidad de
transporte y evitando los daños en autopistas y las congestiones viales.
Vinculando las escuelas técnicas a las fábricas y cada nuevo parque industrial. Hay muchos
jóvenes que quieren ingresar al mercado de trabajo y el Estado no les da esa posibilidad.
Nuestra intención, al contrario que la de los CEOs del macrismo, no es crear programas
para flexibilizar la mano de obra y explotar a los empleados. Debemos trabajar para crear
mano de obra calificada, trabajo digno y buenos salarios.
Cómo ya hemos mencionado, hoy nos encontramos con un agro que ha cambiado, con
nuevos procesos de producción y en un contexto internacional diferente. El campo se ha
modernizado, y necesita de la participación del Estado para mejorar la diversificación de la
producción y avanzar tecnológicamente. El conocimiento y la innovación aplicada debe ser
el motor del progreso económico y social, que fortalezca las estructuras productivas y
contribuya a la distribución equitativa de las riquezas.
Es momento de dejar de lado los falsos debates antinómicos que oponen campo e
industria, para pensar en términos de políticas públicas para ambos sectores. El objetivo
del nuevo milenio es sin duda el agregado de valor. Se ha hablado mucho de este desafío,
pero la mayoría de las veces sin demasiada precisión.
Por ejemplo, durante su campaña, Mauricio Macri mostró una supuesta preocupación por
las economías regionales y los sectores productivos del interior del país, pero al asumir su
gobierno solo beneficio a sectores concentrados de la economía agropecuaria, como
grupos exportadores de materias primas o servidores commodities.
Por nuestra parte, queremos promover un compromiso verdadero para mejorar la
rentabilidad y competitividad de las economías regionales, fundamentalmente mediante
reintegros a las exportaciones y sin descuidar el desafío de transitar gradualmente hacia el
equilibrio fiscal.
El diálogo no puede darse solo con los grupos concentrados, sino que hay que atender a
todos los sectores productivos, conociendo y trabajando sobre necesidades que son
dinámicas y particulares. En el marco de una Argentina federal, tenemos que respaldar a
los emprendedores que se encuentren en desventajas comparativas respecto del resto. En
este sentido, proponemos readecuar las retenciones de acuerdo a las dificultades
regionales, volumen de exportación y a su ubicación geográfica, ya que esto implica un
mayor esfuerzo para producir y para trasladar los bienes hacia los puntos de salida al
exterior. El objetivo es quitar peso impositivo a los ingresos de nuestras economías
exportadoras cuidando de que ello no perjudique el sostenimiento de otras políticas de
inversión hacia el sector.
La industrialización del agro es el único camino, de cara al futuro, para ser competitivos a
nivel mundial, crear empleo y contrarrestar los efectos de los ciclos irregulares del
mercado internacional y de los commodities.
Tenemos que trabajar para integrar a toda la sociedad en una comunidad organizada.
Sobre todo prestar atención a los jóvenes, aumentar día a día sus oportunidades
educativas y laborales. El trabajo es la base para toda convivencia social.
Proponemos buscar una solución integral, que ataque los problemas de fondo, y para ello
lo primero es que haya trabajo.
Esta etapa nos vuelve colocar frente a un importante desafío: posicionarnos políticamente
a partir de nuestros principios e ideales, analizar críticamente la coyuntura socio-
económica actual y generar propuestas superadoras que nos permitan recuperar espacios
de gestión y acción; solo de esa manera podremos ser una alternativa para la sociedad y
trabajar por más justicia social, por nuestra soberanía e independencia, para la grandeza
de nuestra nación y la felicidad de nuestro pueblo.