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¿EN QUÉ CASOS SE DEBE


OTORGAR UN PODER PARA
ACTOS DE ADMINISTRACI N?

Para realizar los distintos trámites fiscales que no sean llevados a cabo por los dueños, deben
conferirse poderes que varían seg n sus alcances y para los fines que sean emitidos. Existen
básicamente dos tipos de poderes: generales y especiales.

El poder general vale para una serie indefinida de actos jurídicos y no se agota con su uso, por
lo que el mandatario puede realizar m ltiples gestiones en representación del mandante hasta
que no le sea revocado el poder o fallezca una de las partes. Dentro de esta clase de poderes
hay tres categorías incluidas: poder general para pleitos y cobranza, poder para actos de
administraci n y poder general para ejercer actos de dominio.

Al poder especial lo otorga el mandante para ser representado en lo que autoriza de manera
expresa en el mandato, pudiendo el mandatario realizar diversas gestiones que estén
relacionadas directamente con el objeto del mandato, que se podrá detallar en cláusulas. Este
mandato se extingue automáticamente con la conclusión de lo encomendado.

El poder especial, por su mismo carácter, no tiene ning n nombre previo y tiene como ventaja
sobre el general, que proporciona mayor seguridad al mandante, puesto que el mandatario no
puede intervenir en otros asuntos que no sean los específicamente determinados.

El poder general para pleitos y cobranza se entiende como el conferido sin limitación para
realizar toda clase de gestiones de cobro que no impliquen el ejercicio de actos de dominio o
de administración, excepto que conforme a las disposiciones fiscales se requiera una cláusula
especial, a fin de defender alg n interés jurídico.

El poder para actos de administración se otorga para que el apoderado tenga toda clase de
facultades administrativas y será admisible para efectuar cualquier trámite fiscal ante el Servicio
de Administración Tributaria, siempre y cuando se trate de gestiones patrimoniales que no se
traduzcan en la enajenación de la empresa o del bien otorgado para su administración. No
aplicará para ofrecer garantías o sustituirlas, designar bienes para embargo o para sustituirlos,
ni en los inicio de liquidación o liquidación total del activo.

En cambio, el poder general para ejercer actos de dominio se entiende como el conferido sin
limitación alguna para que el apoderado tenga las facultades de dueño y aplica para cualquier
tipo de trámite fiscal, incluyendo aquellos actos jurídicos que pueden realizarse con el poder
para actos de administración de bienes o para pleitos y cobranza.

En cuanto al poder para actos de administración, es importante tener claro cuál es su verdadero
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alcance y en qué casos es necesario otorgarlo, teniendo en cuenta que para que se confiera este
poder bastará con expresar que se dan con ese carácter, y el apoderado tendrá toda clase de
facultades administrativas.

Esto implica, entre otras facultades, la de celebrar contratos de arrendamiento, de comodato,


de mutuo y crédito sin garantía, de obra y de prestación de servicios. El apoderado tendrá
todas las facultades de administración en el área laboral a fin de que asista en representación
de la asociación a las audiencias de conciliación, demandas y excepciones, ofrecimiento y
admisión de pruebas que se celebren en las juntas laborales, con facultades conferidas para
conciliar, transigir y celebrar convenios con los trabajadores demandantes,

También contará con facultades para absolver posiciones como representante legal,
independientemente de ser apoderado de la asociación. También podrá llevar el juicio en todas
sus instancias, sin ninguna restricción.

Cuando se quieran limitar las facultades de los apoderados se consignarán las limitaciones, o
los poderes serán especiales, permitiendo así advertir la existencia de una gradación o jerarquía
reconocida ampliamente por la doctrina, que regula el alcance del poder para actos de
administración.

El principal límite a su alcance es que los actos de administración implican todos aquellos que
sean necesarios para el buen funcionamiento de la empresa y para proteger y defender sus
intereses sin poder disponer de sus bienes, lo que impide que el portador de un poder para
actos de administración decida directamente el futuro del patrimonio de su empresa.

En efecto, quien posee un poder para actos de administración, tiene las facultades para
administrar los bienes con la finalidad de cumplimentar el objeto de la sociedad, por lo que
puede comprar los bienes que crea convenientes para ello. Lo que no puede hacer es, una vez
que dicho bien forma parte de los activos de la empresa, disponer de ellos en calidad de
dueño, ya que para ello se requiere un poder para actos de dominio.

Para tramitar un poder para actos de administración en el exterior es necesario llenar una
solicitud en primera instancia. Luego deberá presentarse ante las autoridades la identificación
oficial con fotografía, en su versión original y en forma de copia. A su vez, la identificación
debe estar vigente al momento de ejecutarse la solicitud y la copia debe ser tomada de ambos
lados.

También debe poderse demostrar el estado civil del apoderado. Para conseguir esto, además
de los documentos anteriores, se debe presentar el acta de matrimonio, el acta de divorcio o el
acta de defunción del cónyuge, seg n sea el caso del postulante.

Si se trata de personas casadas y las mismas están vinculadas bajo el régimen de sociedad
conyugal y lo que se desea es otorgar un poder para actos de administración y de dominio o
uno solo de estos poderes, deberá hacerse en compañía del cónyuge de quien tramita el poder.

Al final, cuando estas documentaciones estén aprobadas, deberá efectuarse el pago de


derechos, que finaliza el trámite de la obtención del poder para actos de administración, que
tiene un costo aproximado de 115 dólares.
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Con este panorama general de la existencia de distintos poderes y los alcances detallados de los
actos de administraci n, el dueño puede comprender qué tipo de poder se ajusta más a lo que
desea delegar, sin dejar al apoderados con impedimentos que entorpecerán el accionar futuro
de la empresa, ni conferirle facultades que no le correspondan y puedan ir en perjuicio de los
objetivos de la organizaci n para la que se contrat al apoderado.

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