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PSICOLOGÍA
EVOLUTIVA
IMPARTEN:
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I.
INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA
Y SUS PRINCIPALES TEORÍAS
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La Psicología Evolutiva es la rama de la Psicología que se ocupa del estudio de los procesos de
cambio psicológico que ocurren a lo largo de la vida. Tales cambios, se considera que se deben a tres
grandes factores:
- La etapa de la vida en la que se encuentra la persona.
- Las circunstancias culturales.
- Las experiencias individuales: personales, familiares, sociales...
Los primeros trabajos se limitan a describir el desarrollo en las primeras etapas de la vida.
Las teorías del desarrollo, aceptando el concepto de paradigma, se enmarcan en uno de estos
tres modelos:
2. Los modelos organicistas conciben al hombre como un ser vivo y orientado hacia metas,
que construye su conocimiento a partir de su actividad sobre la realidad. Enfatiza los
procesos de cambio generados por la actividad espontánea y que conducen a alcanzar unos
estadios prefijados. El cambio evolutivo será básicamente un cambio estructural, mediante
una progresiva integración y diferenciación. Los individuos van pasando etapas o momentos
evolutivos, que presentan una organización según la cual, el paso a una nueva etapa,
requiere la superación de la inmediatamente anterior. El constructivismo de Piaget. Citaremos
también las posteriores aportaciones de autores como Marchesi, Palacios y Carretero (1983);
Coll (1979).
3. El modelo dialéctico contextual, teniendo como base la teoría marxista, enfatiza los
procesos de cambio cuantitativo y cualitativo, subrayando la importancia de la interacción
entre el organismo y el medio. El conocimiento tiene siempre un origen social y es
adquirido por el sujeto en el marco de su interacción y de su actividad social. El desarrollo
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es un proceso de cambio multidireccional y multidimensional, que tiene lugar a través de
todo el ciclo vital. Se niega todo finalismo, dándose importancia a los factores socio-
históricos. Los motores principales del desarrollo son la interacción con el entorno y la
superación de conflictos. Vygotsky, Wallon, y las concepciones actuales del ciclo vital.
2. MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN
Los científicos han puesto de manifiesto que para observar un fenómeno es necesario situarse siempre
en una perspectiva teórica y tener una idea clara sobre lo que resulta importante observar. Y ello sin
olvidar que la interpretación de un objeto/sujeto depende del contexto en el que se encuentre.
El estudio de los niños, al no poder basarse en la introspección, desde sus comienzos a finales
del s. XVIII, se basó en la observación y extracción de inferencias sobre su conducta. Piaget
recomienda empezar por la observación, especialmente, atendiendo al tipo de preguntas que los niños
hacen a los adultos, ya que éstas muestran la orientación de su pensamiento. Pero la observación
presenta limitaciones. Mediante la observación no se puede estudiar en las mismas condiciones a un
gran número de sujetos; además, el niño puede no expresar sus preocupaciones debido a su
egocentrismo intelectual (como piensan que todo el mundo comparte su mismo punto de vista no hará
preguntas).
Las pruebas estandarizadas, los tests, tienen el inconveniente de que algún niño no entienda las
preguntas, o que se le fuerce a contestar algo que él no se ha planteado. Es decir, no se sabe el proceso
por el que el niño llega a una respuesta determinada.
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• Respuestas desencadenadas, se generan en el interrogatorio, pero son producto de una
elaboración por parte del sujeto y están de acuerdo con el resto de su pensamiento. Estas
también son relevantes en el estudio.
• Respuestas espontáneas, el niño las posee sin intervención del experimentador o los
adultos. Son las que más interesa conocer.
Los métodos experimentales son una buena opción, aunque pueden ser complicados en la
práctica y lentos de utilizar. Entre estos métodos se encuentran:
Las teorías conductistas asumen una serie de principios al analizar las relaciones entre aprendizaje y
desarrollo.
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A. Condicionamiento Clásico
Watson, apoyándose en los trabajos sobre el condicionamiento clásico de Pavlov, defendía que
cualquier conducta compleja está constituida de reflejos condicionados. Por ello el aprendizaje debía ser
el aspecto fundamental de la Psicología. En la teoría de Pavlov se conceptualiza el desarrollo resaltando
un gran componente de determinismo biológico, donde los mecanismos de desarrollo están
relacionados con procesos de asociación, y dando cabida a la existencia de procesos superiores a la
conducta.
Watson trabajó con niños (el caso del pequeño Albert) demostrando cómo se pueden aprender
los miedos. Su trabajo consistía en asociar las respuestas que el organismo daba de forma innata con un
estímulo para el cual originariamente esa respuesta no era la adecuada.
En 1938 Skinner realizó sus trabajos sobre el condicionamiento operante o instrumental, consistente en
reforzar alguna conducta espontánea del sujeto, y no otras. Así, se establecen respuestas nuevas para
conseguir las consecuencias que se obtienen de ellas. Para Skinner el desarrollo se relaciona con un
cierto determinismo, unido a experiencias anteriores de los individuos que van dando forma a la
conducta. Es decir, la conducta está determinada por sus consecuencias.
El refuerzo, del que hablaba Skinner, puede adoptar diversas formas. El refuerzo positivo que
aporta un efecto placentero; incluye recompensas concretas (dinero, juguetes, caramelos, etc.) y las
recompensas intangibles (el afecto, la alabanza, la atención, etc.). El refuerzo negativo elimina algo
desagradable de una situación personal actual. Ello incluye el alivio del dolor, el final de una discusión o
del llanto o la eliminación del obstáculo presente entre nosotros y lo que deseamos. Las respuestas que
no sean reforzadas disminuirán en frecuencia o se eliminarán por el proceso de la extinción. Además,
cuando una conducta se castiga, también disminuye la probabilidad de futuras apariciones de esa
conducta. El castigo hace referencia a cualquier consecuencia desagradable.
S. Bijou y D. Baer, aceptando los principios del condicionamiento operante, afirman que el
desarrollo está determinado por progresivas y cambiantes interacciones entre la conducta de los
individuos y los sucesos de su entorno. Proponen, por tanto, un modelo interaccionista, donde la
conducta es función no sólo del entorno o de factores biológicos, sino el resultado de la interacción
entre ambos. Distinguen entre respuestas “respondientes” (el estímulo precede a la conducta) y
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“operantes” (el estímulo sigue a la conducta). Ninguna respuesta es idéntica a la que se ha producido en
otro momento anterior. Por ello, hablan de “clases de respuesta”, y los niños son, al mismo tiempo,
fuente de respuestas y de estímulos. Introducen el concepto de función de estímulo asignando al esquema
E-R un valor funcional. Los estímulos, aunque pueden ser medidos directamente, no todos tienen el
mismo valor funcional, puesto que no afectan a la conducta de la misma forma. Introducen, también,
los sucesos del entorno en los que surge la conducta, lo que da un sentido de continuidad a esas
secuencias.
Algunos psicólogos consideraban el enfoque radical del conductismo muy limitado. No creían que todo
el aprendizaje pudiera ser explicado como resultado del condicionamiento clásico u operante. Por eso
desarrollaron las teorías del aprendizaje social cognitivo, que surgen a raíz de las teorías conductistas
anteriores, pero enfatizan que: 1) las personas aprenden gran parte de su conocimiento observando a
los demás; 2) las expectativas, creencias, autopercepciones e intenciones de los individuos influyen
mucho en su comportamiento.
Desde su primera formulación sistemática, (Bandura y Walters, 1974), la teoría cognitivo social
ha enfatizado la importancia del aprendizaje por observación. Bandura dice que “afortunadamente, la
mayor parte de la conducta humana se aprende por observación mediante modelos” (1987, p.68). Una
conducta puede ser aprendida sin el beneficio de la experiencia directa. Existen dos elementos
fundamentales para provocar el refuerzo: las cualidades informativas (si las personas son informadas
previamente de las consecuencias de su conducta, las posibilidades de éxito son mayores) y la dimensión
motivadora (se puede aprender a través de las conductas observadas en los otros por un proceso de
aprendizaje vicario).
Un amplio conjunto de investigaciones indican que los niños tienden a imitar en mayor grado:
(a) conductas relativamente simples; (b) cercanas a su competencia cognitiva; (c) que reciben
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recompensas en otros; (d) presentadas por modelos atractivos; (e) en momentos en que ellos prestan
una atención activa a dichos modelos.
Así, Bandura tiene en cuenta procesos mediacionales internos en el aprendizaje, como son la
atención, la memoria, la reproducción motora de la conducta del modelo, la motivación, etc.
En las relaciones del niño con el medio se produce una alternancia de modificaciones
recíprocas: el niño es afectado por el medio y el medio es modificado por el niño (Reacción circular).
Estadios de desarrollo
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demás es constante, y el negativismo es respondido con manifestaciones de desagrado, por lo
que el niño (hacia los 4 años) adopta nuevas estrategias más adecuadas para asegurarse el afecto
y la aprobación.
• Estadio del pensamiento categorial. Hasta la adolescencia. Orientado al exterior. La
aparición de la función simbólica y el lenguaje permiten al niño trascender la inteligencia de las
situaciones típicas del estadio sensoriomotor y le dan acceso al mundo de la representación. Se
va pasando de un pensamiento precategorial o sincrético, en el que se ordena la realidad en
infinitas partes inconexas, a un pensamiento categorial a través de la conexión y ordenación
racional de la información.
• Estadio de la pubertad y de la adolescencia. Desde los once a los doce años. Brusco
replegamiento hacia el yo (primero corporal, debido a los cambios físicos que comprometen el
esquema corporal, y luego psíquico). La vuelta hacia el yo psíquico se manifiesta de dos formas:
una afectivo-relacional caracterizada por la búsqueda del adolescente de una identidad propia,
autónoma e independiente, y otra de orden intelectual, en la que reflexiona sobre la
organización de lo real y sobre su propio lugar en el mundo.
Vygotsky
Vygotsky propone que la conciencia no debe ser dejada de lado sino que ha de constituir el objeto
principal de la Psicología, y que su estudio ha de realizarse con métodos objetivos, cuantificables y
repetibles.
El método que propone se caracteriza por analizar los procesos y no objetos fijos, ser
explicativo y no sólo descriptivo, centrado en los procesos de desarrollo y no en el producto.
• Zona de Desarrollo Próximo. Es la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por
la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel de desarrollo potencial,
determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en
colaboración con otro compañero más capaz. El estado de desarrollo mental de un niño puede
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determinarse únicamente si se lleva a cabo una clasificación de sus dos niveles: nivel real de
desarrollo y zona de desarrollo próximo.
El desarrollo, pues, está en relación directa con la capacidad potencial de aprendizaje, que
depende de un proceso de interacción social. Por ello los niños mejoran su actividad en tareas de
solución de problemas cuando dicha actividad se realiza en un contexto social.
E. J. Piaget
Para Piaget, el organismo es esencialmente activo y a través de su actividad va construyendo sus propias
estructuras biológicas y mentales. Se han de distinguir dos tipos de herencia: estructural y funcional. Las
estructuras con las que los individuos venimos al mundo condicionan nuestra relación con el entorno
de una determinada manera, propia de nuestra especie. La herencia funcional de la razón o herencia
general de la organización vital posibilita, en su funcionamiento constante, diversas estructuras
diferentes en cada nivel de desarrollo.
Introduce el concepto de esquemas. Los esquemas son un tipo de conducta estructurada, una
sucesión de acciones (materiales o mentales) que tienen una organización y que son susceptibles de
repetirse en situaciones similares.
Mediante los esquemas el niño es capaz de asimilar el medio, actuar sobre él y atribuirle
significados, pero al mismo tiempo esa actuación modifica los esquemas dando lugar a esquemas
nuevos mediante un proceso de acomodación. Un esquema se modifica cuando no puede aplicarse de
una manera automática a una situación, es decir, cuando no puede asimilar de forma completa la
situación.
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• Reconocer, recordar. La aplicación con éxito de un esquema en una situación permite
reconocer esa situación, y en ese sentido son una forma de recuerdo.
• Generalizar. Los esquemas tienen variables o lugares vacíos, que pueden ser rellenados por
distintos objetos o situaciones. Al variar se rellenan los lugares vacíos con nuevos objetos,
semejantes a otros anteriores, pero no idénticos, y los esquemas se generalizan.
Existen dos maneras independientes de aprender mediante la aplicación de esquemas:
• Experiencia física : aplicar los esquemas disponibles a los objetos, comprendiendo sus
propiedades, asimilándolo (abstracción simple).
• Experiencia lógico-matemática : no trata de conocer las propiedades del objeto sino que trata
de experimentar con sus propias acciones, con sus esquemas, para extraer la información de sus
propias acciones sobre el objeto (abstracción reflexiva).
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en las transformaciones a las que somete el mundo físico: el número se conserva independientemente
de la disposición, la sustancia independientemente de las modificaciones de la forma, los objetos
pueden ser clasificados de acuerdo con varios criterios sin que éstos se interfieran, etc. pero estas
operaciones concretas están siempre ligadas a la acción del niño (egocentrismo) y éste no puede
construir un discurso lógico a partir de las proposiciones verbales independientes de su acción sobre los
objetos.
F. Otras teorías
Teorías etológicas
Para los etólogos, la conducta está determinada por dos tipos de causas fundamentales: las causas
inmediatas y las evolutivas. Las causas inmediatas son el entorno en el que la conducta tiene lugar, las
experiencias recientes del animal, y su estado o condición. Estos determinantes se relacionan con la
forma en que la conducta es útil para el individuo. Las causas evolutivas son menos claras. Ayudan a
explicar la forma en que una conducta puede ser valiosa para la especie.
Los etólogos defienden cuatro cualidades que caracterizan a todas las conductas innatas o
instintivas:
Desde la etología se considera que no es posible entender el desarrollo del niño sin hacer
referencia a la historia de la especie, a los sistemas de conducta pre-programados que indican la
dirección y los límites del aprendizaje. Cuando el individuo nace está dotado de una serie de
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disposiciones que van a determinar su conducta. El hombre nace con predisposiciones, no con
conductas hechas como los animales, y se ha llegado a hablar del Hombre Preprogramado (Eibl-
Eibelfeldt, 1973). Casi no puede decirse que haya conductas propiamente innatas, salvo en algunas
conductas como las expresiones emocionales (llanto, sonrisa, sorpresa,...) que sí parecen tener un
carácter innato, aunque luego se seleccionan y consolidan socialmente en un determinado sentido. Pero
en otros muchos casos, la predisposición es mucho más vaga, siendo más importante la influencia
social.
Las constancias de conducta que los etólogos han ido encontrando, que sólo pueden ser
explicadas si se admite que forman parte del preprograma de la especie, hacen referencia a aquellos
aspectos del comportamiento más relacionados con la supervivencia de la especie: búsqueda de
alimento, vinculación con los otros congéneres, expresión de las emociones básicas, cuidado de las
crías, reproducción, etc.
Para que estas conductas se desarrollen son necesarias ciertas condiciones ambientales
determinadas, además de una secuencia evolutiva igualmente preprogramada, marcada por “periodos
críticos o sensibles” . Así, si el reloj endógeno no coincide con las condiciones ambientales adecuadas,
la conducta puede no aparecer o verse afectada negativamente en algún grado. Lo esencial del periodo
sensible es que implica un tiempo en el que la capacidad para llevar a cabo determinados intercambios
con el ambiente es óptima, y, dos periodos, anterior y posterior, en los que el intercambio se lleva a
cabo con mayor dificultad o es imposible.
Los estudios sobre las constancias de conducta que se desarrollan a lo largo del ciclo vital han
aportado los siguientes resultados:
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huida), clarificar su valor adaptativo (desarrollar capacidades de intercambio ambiental, adquisición
de pautas sociales y ensayo de pautas para la supervivencia).
5. Los estudios sobre vinculación afectiva han puesto de manifiesto la relevancia del apego en el
desarrollo del sujeto (Harlow, 1962). La ausencia de las madres no puede ser suplida (salvo por
alguien que haga su misma función) y los niños que siguen buscando esta figura (Rutter, 1978).
Bowlby (1969) incorpora la perspectiva etológica, y se libera de ciertos tópicos psicoanalíticos
(desde el psicoanálisis y el conductismo la vinculación afectiva es concebida como un proceso
secundario), y formula la “teoría del apego”.
La aproximación ecológica
Desde esta perspectiva, el desarrollo siempre tiene lugar dentro de un contexto, y el contexto siempre
influye en la trayectoria de ese desarrollo. La primera aportación importante se debió a Baker y Wright
(1951, 1955). Estos autores realizaron una serie de estudios en los que unos observadores grababan las
interacciones de los niños en el hogar y en la escuela, anotando sus conductas y el entorno físico en que
éstas tenían lugar.
La teoría de los sistemas parte de la idea de que para comprender completamente el desarrollo
debemos tener en cuenta la forma en que las características únicas de un niño interactúan con los
entornos de ese niño. Las características más importantes del niño son las denominadas instigadoras
del desarrollo (influyen en otras personas de una forma importante para el niño). El entorno se
concibe dividido en estratos interrelacionados, de los cuales los más cercanos al niño tienen un impacto
más directo y los más lejanos influyen en el niño más indirectamente. El niño y el entorno se influyen
continuamente de forma bidireccional o transaccional. Estos estratos del entorno son:
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Teorías del ciclo vital (LifeSpan)
Desde una orientación del ciclo vital surgen concepciones de desarrollo para las que el desarrollo
evolutivo no cesa (ni, por tanto, el interés por el mismo) en un punto determinado de la vida, sino que
es todo el ciclo vital, entendido como una progresión continua y cambiante. Los cambios motivados
por el desarrollo, más allá del determinante de la edad cronológica, siendo los cambios de la edad y las
explicaciones relativas a ellos sólo una clase de secuencias del cambio ontogenético.
Los teóricos del ciclo vital rechazan una conceptualización del desarrollo del niño y el del resto
del ciclo vital. Para Baltes y Willis (1978): a) la variabilidad interindividual en el comportamiento
aumenta a medida que el ciclo vital avanza, b) los cambios que tienen lugar a lo largo de todo el ciclo
vital pueden ser de naturaleza muy diversa: defienden la multidimensionalidad y multidireccionalidad de
los procesos de cambio conductual.
G. Psicología Cognitiva
1. Ambos son instrumentos de múltiples usos, enfrentándose con una amplia variedad de problemas,
cuya naturaleza exacta no puede anticiparse.
2. Ambos son instrumentos de procesamiento de información.
3. Ambos pueden incorporar modelos a su interior.
4. Ambos realizan su actividad llevando a cabo gran cantidad de operaciones primitivas (operaciones
muy simples repetidas un gran número de veces a gran velocidad).
La Psicología Cognitiva supone que los organismos son sistemas que reciben, manipulan y
transforman la información, que es tratada de forma simbólica.
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Entre las aportaciones cognitivas a las teorías del desarrollo encontramos aquellas que realizan
reformulaciones sobre la teoría piagetiana mediante conceptos de procesamiento de información.
El campo de activación es el conjunto de esquemas que posee el sujeto y que son activados
por la situación. Sin embargo, sólo se activarán aquellos esquemas que posean mayor fuerza asimiladora
o peso de activación, que dependerá de los operadores constructivos. Éstos son los responsables de
los procesos internos o silenciosos o metasubjetivos del sujeto. Pueden ser de varios tipos:
Los operadores más trabajados por Pascual-Leone son los dos últimos. Asumiendo la noción
piagetiana de esquema e inspirado en la noción de memoria de trabajo, formula el constructo de espacio M.
Analiza los protocolos de respuesta en tareas piagetianas, describiendo de forma hipotética los
esquemas que requieren la resolución de éstas. Encuentra que existe una correlación entre el número de
esquemas que coordinan los niños al enfrentarse a una tarea y la edad en la que la resuelven con éxito,
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concluyendo que la capacidad para coordinar esquemas parece incrementarse con la edad. Así, redefine
concepto de etapa , marcado por el número de esquemas que puede coordinar al enfrentarse a una
tarea. El espacio mental o espacio M es el marco estructural en el que se coordinan los esquemas
(función del almacén a corto plazo). La operación M es la energía mental capaz de activar los esquemas.
Los estadios piagetianos se reformulan de forma cuantitativa (para Piaget los cambios de etapa eran
cualitativos) en términos de incrementos en el número de esquemas coordinados que se pueden
ejecutar en el espacio M. Desde el periodo sensoriomotor hasta la adolescencia, el desarrollo cognitivo
consiste, entre otras cosas, en un aumento del espacio M de manera que cada dos años el sujeto
adquiere la capacidad de utilizar un esquema más (1 a los 3 años, 2 a los 5 años, 3 a los 7, 4 a los 9 años,
5 a los 11 años, 6 a los 13 años y 7 a los 15 años).
Case está de acuerdo con la idea de que el desarrollo cognitivo evoluciona mediante los estadios
sensoriomotor (0-2), preoperacional (3-7), operacional concreto (8-12), operacional formal (12 en
adelante). Dentro de cada estadio se producen cuatro subestadios cualitativamente diferentes, tratando
de dar explicación a los desfases horizontales y a los verticales: consolidación operacional, coordinación
operacional, coordinación birrelacional, coordinación recíproca.
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procesos presentes desde el nacimiento y que garantizan la integración jerárquica y diferenciación de las
estrategias de control ejecutivo. Entre ellos están las siguientes capacidades:
Case afirma que la mejora en la memoria a corto plazo tiene una base madurativa. A medida que
el cerebro infantil mejora sus condiciones de transmisión de información también mejora su capacidad
de realizar operaciones cognitivas y acceder a estadios y subestadios más complejos. A diferencia de
Pascual-Leone considera que el espacio de procesamiento que se puede utilizar ante un problema se
subdivide en dos componentes: el espacio dedicado a las operaciones básicas y el espacio disponible en
la memoria a corto plazo. El espacio total no cambia con la edad, como afirmaba Pascual-Leone, sino
que se produce una automatización de las operaciones básicas liberando la memoria de trabajo para
asumir demandas cada vez más complejas.
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II.
PRIMERA INFANCIA: DESARROLLO EVOLUTIVO DESDE LA
GESTACIÓN HASTA LOS 2 PRIMEROS AÑOS DE VIDA
1. DESARROLLO INTRAUTERINO
A. Problemas y Riesgos pre y perinatales
2. EL MUNDO DEL RECIÉN NACIDO
A. Primeras exploraciones
B. La conducta del recién nacido: desarrollo de las funciones
3. DESARROLLO FÍSICO Y MOTOR
A. Desarrollo físico
B. Desarrollo motor: sus leyes
4. PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN: PERCEPCIÓN Y ATENCIÓN
A. Percepción y Atención
B. Desarrollo de la Percepción Visual
C. Desarrollo de la Percepción Auditiva
D. Olfato, Gusto y Tacto
5. LA INTELIGENCIA SENSORIOMOTORA
A. La Imitación
B. Resultados contrarios a la Teoría de Piaget
6. TEORÍAS DEL APEGO
A. Funciones y origen del Apego
B. La Evolución del Apego
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La infancia es un periodo de vida que comienza con el nacimiento y termina en la adolescencia; este
periodo está especialmente caracterizado por el crecimiento y, en el ser humano, es un periodo
sumamente lento, comparado con otros mamíferos.
1. DESARROLLO INTRAUTERINO
La duración total de la gestación es de unos 266 días (38 semanas) desde la concepción o 280 días
(40 semanas o 9 meses naturales). El desarrollo intrauterino se divide en tres periodos: germinal (las
2 primeras semanas), embrionario (las 6 semanas siguientes), y fetal (hasta el nacimiento).
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donde flota libremente hasta ubicarse definitivamente en las paredes del útero, ricas en
nutrientes. Pasadas las dos primeras semanas aproximadamente, las células empezarán a
diferenciarse, lo que irá produciendo, a su vez, diferenciación de las distintas partes del cuerpo.
Ya se puede distinguir la placenta, una estructura de tejido y sangre formada por el feto y la
madre. De la placenta surge el cordón umbilical, mediante el cual pasa el oxígeno y el alimento
de la sangre materna a los vasos sanguíneos del feto y se eliminan los excrementos del feto.
Ambos sistemas circulatorios están separados por una membrana, protegiendo al feto. No
obstante, algunas partículas diminutas, como virus y moléculas químicas sí pueden atravesar la
barrera, lo que supone un riesgo para el feto.
• Periodo embrionario: Aproximadamente en la cuarta semana, el embrión mide entre 0,5 y 2,5
centímetros. Su corazón ya mueve la sangre, aunque aún no establece un bombeo completo.
Por entonces, ya se van formado el cerebro, el hígado y el tracto digestivo. A partir de la sexta
semana, las hendiduras de la parte superior se van convirtiendo en los ojos y los oídos.
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desarrollo, los órganos presentan aún una forma primitiva, que tendrá que ir perfeccionando a
lo largo de los meses siguientes.
• Periodo fetal, que empieza hacia los ocho meses de gestación, tendrá la misión de perfeccionar
los órganos rudimentarios y organizar su estructura y sus funciones. Ahora aparecen las
primeras células óseas. Sobre las 12 semanas, el feto se va alargando poco a poco desde su
posición en forma de “C” (aunque el sexo está ya determinado desde la fecundación). Los
labios se separan de la mandíbula, los orificios nasales ya se han formado, el cerebro presenta ya
su estructura general y los ojos están en su sitio. La médula ósea ya produce sangre. Ahora
medirá unos 7 cm y pesa unos 28 gr., que se convertirán en 17 cm y 100 gr., aproximadamente,
hacia las 16 semanas. Los bebés que nacen entre las 24 y las 28 semanas pueden sobrevivir, pero
estadísticamente, parece improbable. Sólo un 20% de estos bebés que nacen con 24 semanas y
pesan menos de 750 gr. llegan a sobrevivir. Los que logran vivir, necesitan prolongados
cuidados intensivos y la gran mayoría presentará enfermedades de pulmón, hemorragias
cerebrales y desórdenes oculares. La mayor parte de los fetos que nacen con 30 semanas,
sobreviven y los que nacen sobre las 36 semanas, se consideran normales, aunque algunas
circunstancias poco frecuentes pueden hacer requerir cuidados intensivos en las primeras
semanas de vida.
A pesar de que el útero protege al feto de muchas influencias nocivas, durante el desarrollo fetal el
organismo está expuesto a numerosos factores de riesgo para su normal desarrollo. Los denominados
teratógenos, que son agentes externos dañinos para el feto, le son transmitidos por las mismas
conexiones con la madre que le proporcionan oxígeno y alimento. Incluyen enfermedades, drogas,
tabaco y contaminantes atmosféricos. Por ejemplo, se ha demostrado que los hijos de madres
fumadoras pesan menos al nacer y que incluso años después del nacimiento, obtienen peores resultados
en diversos aspectos del desarrollo intelectual. Lo mismo ocurre respecto a los efectos de los fármacos,
siendo esencial respetar y cumplir las recomendaciones médicas de evitación o, en caso necesario,
estricto control de los mismos. Por otro lado, los efectos de la desnutrición parecen ser especialmente
intensos sobre el desarrollo del sistema nervioso y también aumentan la mortalidad infantil.
También el estrés emocional de la madre se cuenta entre los factores que afectan al feto. El
estrés altera la producción de hormonas de la mujer embarazada, lo que también modifica el entorno
del feto. No obstante, los efectos duraderos de estados momentáneos de tensión no se han
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comprobado. Más bien, se daría un efecto acumulativo si este estrés emocional de la madre continúa
tras el nacimiento del niño.
Durante el parto se pueden también producir situaciones y accidentes que tengan efectos
duraderos en el desarrollo. Los más importantes son las hemorragias cerebrales por rotura de vasos y la
anoxia, que producen falta de oxigenación y muerte en las células nerviosas.
A. Primeras exploraciones
Tras el parto se realizan importantes pruebas de evaluación para detectar posibles alteraciones
en los bebés, para determinar el estado del sistema nervioso y comprobar cómo responden los
estímulos sociales y físicos. Los tests más utilizados son:
La Escala Apgar valora la apariencia del recién nacido (color de la piel), el ritmo cardíaco, la
respiración, el tono muscular y la respuesta a estímulos suavemente dolorosos. Cada ítem se puntúa de
0 a 2. Al momento de nacer, la mayoría de los bebés alcanzan una puntuación total entre 8 y 10 (siendo
el rango 0-10). Aquellos que puntúan con 4 o inferiores necesitarán tratamiento médico de inmediato.
Puede administrarse rápidamente pero los resultados que proporciona son un tanto limitados.
El Test de Prechtl incluye elementos similares a los de a Apgar pero evalúa la capacidad de
respuesta, los movimientos y temblores espontáneos, las expresiones faciales, el tono muscular, las
reacciones ante una serie de posturas y aproximadamente unos 15 reflejos.
El recién nacido pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, entre 16 y 20 horas, siguiendo un
ciclo regular que alterna sueño y vigilia y los momentos de alimentación. Poco a poco, las funciones
como comer o alimentarse, que en un principio se suceden de forma irregular, se estabilizan en un
número más o menos constante. Así, tras empezar defecando y orinando unas 7 u 8 veces y 15 a 20
veces, respectivamente, el número de defecaciones se estabiliza alrededor de dos o tres veces al día en
estado normal.
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Los bebés prematuros son más lentos en asumir estas funciones, probablemente porque sus
sistemas, todavía inmaduros, no están preparados para controlar y responder a la estimulación
sensoriomotora.
Algunos ritmos diarios, como la subida o bajada de la temperatura, aparecen poco después de
nacer; otros, como el balanceo, el mecerse y dar patadas, aparecerán durante el primer año, conforme se
desarrolla el sistema neuromuscular.
Los bebés pasan por 6 estados de consciencia, reflejando su nivel de respuesta a los estímulos
internos y externos. Así, los bebés van pasando del sueño profundo al sueño activo, al adormecimiento,
al estado de alerta, al nerviosismo y al llanto. Estos ciclos de sueño-vigilia parecen estar programados
internamente y no dependen del hambre u otras interrupciones externas de los cuidadores.
• Sueño profundo: Respiración regular, ojos cerrados y sin movimiento; sin actividad excepto
movimientos espasmódicos ocasionales.
• Sueño ligero:Ojos cerrados, pero pueden observarse movimientos rápidos de los ojos; nivel de
actividad bajo; los movimientos son más suaves que en sueño profundo; la respiración puede
ser irregular.
• Somnolencia: Los ojos pueden abrirse y cerrarse pero se ven apagados cuando están abiertos; las
reacciones a la estimulación son retrasadas, pero la estimulación puede hacer cambiar de estado;
el nivel de actividad varía.
• Inactividad alerta: Ojos abiertos y brillantes; atención enfocada a los estímulos; nivel de actividad
relativamente bajo.
• Actividad alerta: Ojos abiertos; nivel de actividad alto; puede mostrar breve nerviosismo;
reacciona a la estimulación con aumento de la alerta y la actividad motriz.
• Llanto: Llanto intenso que es difícil de parar; alto nivel de actividad motriz.
La calidad del llanto de un recién nacido refleja el estado de su sistema nervioso central y está
relacionado con su desarrollo posterior. Los llantos inusualmente intensos, suelen ser indicativos de
lesiones cerebrales. Funcionalmente, el llanto es una conducta que se produce como respuesta refleja a
un estado de malestar. La llamada del sujeto no es intencional pero en el adulto produce una respuesta
favorable. En las madres se han observado alteraciones en el ritmo cardíaco y conductancia de la piel en
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respuesta del llanto de los hijos. Y se ha observado que el llanto de dolor produce respuestas más
inmediatas en los adultos que en el de hambre.
En los meses siguientes, conforme la garganta y la boca maduran y el bebé adquiere experiencia,
la naturaleza de su llanto cambia, haciéndose un llanto más específico, acorde a las situaciones y
sensaciones.
El llanto se ve influenciado por la relación madre-hijo. Los investigadores afirman que las
grandes variaciones del llanto del niño reflejan sus demandas a la madre, especialmente cuando éstas
son inconsistentes en el tiempo que le dedican y en cómo le responden.
La tristeza dirige un estado negativo hacia el propio sujeto; la ira o la rabia manifestada ante la
frustración, dirige los efectos hacia el exterior tratando de eliminar los obstáculos; el miedo o terror es
una anticipación del peligro, manifestada en las conductas de evitación y huida.
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relación social. En unos meses, el niño habrá aprendido a reconocer e interpretar estados emocionales
en los otros, así como a reaccionar adecuadamente a ellos.
• Los reflejos
El niño posee reflejos que se mantendrán toda la vida con pocas variaciones y que son
claramente útiles para la supervivencia, como los referentes al estornudo, a evitar estímulos dolorosos,
reflejo pupilar, etc.
Pero hay un grupo de reflejos de los que se desconoce su utilidad clara, como el reflejo de
natación, que se pierde a partir del tercer mes.
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3. DESARROLLO FÍSICO Y MOTOR
A. Desarrollo físico
Al nacer los niños presentan diferencias individuales considerables en cuanto a tamaño, peso,
forma y madurez física. El crecimiento es espectacular. De los tres kilogramos y medio y una talla de
unos cincuenta centímetros al nacer, se pasa a ochenta y siete centímetros y doce kilos y medio a los
dos años.
Las proporciones del cuerpo van cambiando. La cabeza de un recién nacido representa
aproximadamente la cuarta parte del tamaño total de su cuerpo. En la edad adulta, la cabeza representa
la octava parte del tamaño corporal. La cabeza crece menos que otras partes y su crecimiento es
bastante regular; en el nacimiento presenta el 70% de su tamaño adulto. Durante el primer año el
tronco es la parte que más crece. Desde el primer año hasta la adolescencia son las piernas y en la
adolescencia es otra vez el tronco.
Ley céfalo-caudal: Se controlan antes las partes del cuerpo que están más cercanas a la cabeza,
entendiéndose luego el control hacia abajo (control músculos del cuello, antes que los del tronco;
brazos antes que las piernas, etc.).
Ley próximo-distal: Se controlan antes las partes que están más próximas al eje corporal que las que están
más alejadas. El eje corporal es la línea imaginaria que divide al cuerpo en 2 partes iguales. De
acuerdo con esta ley, el control y dominio de movimientos del brazo seguiría el siguiente orden:
hombro, codo, muñeca y por fin dedos.
1. Pronación : Intento de control, orientación y sustento de la cabeza cuando el niño está boca
abajo, pudiendo levantarla y girarla un poco. Se consigue hacia los tres o cuatro meses.
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2. Supinación: El niño, acostado boca arriba, empieza a desarrollar la coordinación mano-ojo,
muy gruesa al principio y de pinza a partir del cuarto mes. Hay coordinación bimanual y
bipedial.
3. Sedestación: El niño permanece sentado, primero con apoyo, después sin él, entre los cinco y
siete meses. Esto le proporciona un mayor campo visual y tacto-digital.
4. Cuadrupedia: Se inicia aproximadamente a los 8 meses de edad. Para ello, debe lograrse
previamente el control postural de cabeza-tronco-manos.
5. Bipedia apoyada y bipedia o marcha independiente: Comienza alrededor de los 10 meses.
6. Correteo y pequeños saltos: El niño se va soltando y explorando, por ello, más ampliamente
el mundo que le rodea, hacia los dos años.
7. Aprehensión manual de carácter manipulativo: Posteriormente, el niño empieza a
manipular objetos, perfeccionando poco a poco sus movimientos finos: pintar, dibujar, escribir,
etc.
A los 3 meses de edad, el niño puede aguantar la cabeza erguida. Cuando está tendido boca abajo,
incluso consigue levantar los hombros porque sus músculos se han fortalecido con su ejercitación.
Seguidamente, está en condiciones de girar voluntariamente la cabeza para mirar a su alrededor. A
partir de los 4 meses, consigue girar sobre sí mismo y, poco a poco, va levantando con seguridad la
cabeza y también el tórax.
• Sentarse
A partir de los 5 meses de edad, algunos niños consiguen permanecer sentados con un apoyo detrás de
la espalda. Otros en cambio al ponerlos en esta posición, se balancean de inmediato, mostrando que
todavía no están preparados para aguantarse erguidos. Cuando empiezan a sentarse los niños se ayudan
con las manos o precisan de un ligero apoyo en la pelvis. Enseguida disfrutan con la nueva postura que
les permite una visión de su entorno mucho más atractiva. Entre los 8 y 9 meses como máximo, el niño
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debe conseguir sentarse sin ayuda y ser capaz de mantenerse sentado con la espalda recta. Algunos
niños empiezan a sentarse solos a los 6 meses e incluso antes, pero el límite máximo de la normalidad
son los 9 meses.
• Descubrir manos y pies
Tan pronto como el niño se lleva la mano a la boca, -es decir, desde su nacimiento-, se puede
considerar que empieza la manipulación. A los 2 meses, empieza a jugar con sus manos y a los 3 o 4,
empieza a intentar tocar y coger objetos de gran tamaño. Cuando consigue agarrarlos, se los pone en la
boca para tratar de explorarlos con los labios y la lengua. A los 6 o 7 meses, ya es capaz de pasarse los
objetos de una mano a la otra y posteriormente a los 8 meses, no solamente utiliza la palma de la mano
sino que también los dedos, sosteniendo los juguetes entre el pulgar y el índice en el movimiento de
pinza.
Al mes el bebé es capaz de atrapar objetos, aunque aún no consiga llevárselos conscientemente a la
boca. También puede rascar las cosas con las uñas y mover voluntariamente los dedos, las manos y los
brazos. A medida que va creciendo, siente curiosidad por los objetos de su alrededor y por todo aquello
que tiene cerca, eso es, su propio cuerpo. Inicialmente, explora sus manos y sus pies, y
progresivamente, se toca la cara, la cabeza, el tronco, las extremidades inferiores y los genitales. En los
primeros meses, la boca es el principal órgano sensorial del bebé, a través del cual recibe la mayor parte
de la información táctil. Por esta razón, la primera manera de explorar su cuerpo es llevándose a la boca
manos y pies.
• Arrastrarse y desplazarse
El correcto desarrollo psicomotor del niño le permite, a los 6 meses de edad, poder arrastrarse con el
abdomen por el suelo. En otras ocasiones, puede emplear una técnica distinta: alzando tanto la cabeza
como el culito, sujetándose con los brazos, levanta las rodillas hasta colocar las piernas debajo de su
propio cuerpo. Después se cae hacia adelante. Su objetivo es alcanzar algún objeto o juguete lejano que
le ha llamado la atención. Poco a poco, va perfeccionando sus movimientos y a los 9 meses, cuando
alcanza el objeto deseado, puede sentarse y entretenerse con él.
• Gatear
Cuando el niño ha aprendido a sentarse solo, hacia los 10 meses, normalmente inicia la marcha y
empieza a gatear. En la mayoría de los casos, el gateo se realiza apoyándose sobre manos y rodillas.
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Aunque ésta es la posición más frecuente, cada niño tiene un estilo propio de gateo. Los hay que
arrastran una de las piernas, los que no apoyan las rodillas en el suelo sino que se desplazan apoyándose
en los pies y manos, etc. La constitución física de cada niño y sus necesidades concretas influyen
decisivamente en el modo de gatear. Asimismo, hay niños que no pasan por la fase de gateo, sino que
pasan directamente de reptar a levantarse y andar. A veces, contrariamente a lo que suele pensarse, los
niños que no gatean empiezan a andar antes que los que se iniciaron muy rápidamente en el gateo. Por
otra parte, si un niño no gatea, pero consigue desplazarse por sí solo y alcanzar las demás fases de
desarrollo psicomotor, el que no haya gateado no debe ser motivo de preocupación.
• Levantarse y andar
Cuando el niño ya es capaz de sentarse solo y gatear, está cerca de intentar incorporarse. El primer paso
es levantarse con ayuda de la mano del adulto. Más adelante se agarra de un mueble o se apoya en la
pared y consigue incorporarse solo. Las primeras veces que logra sostenerse solo en pie lo hace
tambaleante e inseguro y suele caer rápidamente. Progresivamente, logra aguantarse de pie y mantener
el equilibrio es dificultar. Cuando lo ha conseguido, alrededor de los 12 meses, está a punto para realizar
el primer paso. No todos los niños aprenden al mismo ritmo. Entre los 11 y los 14 meses, la mayoría de
los niños se echan a andar, pero los hay muy precoces que andan a los 10 y los hay más perezosos que
no lo hacen hasta los 16 meses.
A. Percepción y Atención
La percepción del niño es intermodal, siendo crecientemente capaz de integrar las informaciones
que sobre la realidad le llegan a través de las diferentes modalidades sensoriales. Esta coordinación
intermodal mejora y se desarrolla en el curso de las primeras semanas y meses de vida.
Fantz (1961) utilizó el tiempo de fijación de la mirada para evaluar qué estímulos llaman más
la atención a los bebés. Por ejemplo, entre dibujos y colores, comprobó que los bebés preferían los
dibujos, ya que éstos son más informativos. Conforme crecen los bebés, las cualidades de los objetos
que le atraen no cambian. Los dibujos, los objetos grandes, el movimiento, los cambios repentinos en la
iluminación y los sonidos altos le llamarán la atención a cualquier edad (Olson y Sherman, 1983). Por
otro lado, mediante el método de la habituación se ha comprobado que conforme aumenta el tiempo
de exposición a un estímulo, disminuye la atención prestada por parte del bebé. Si en esa situación se
presenta un estímulo diferente, la atención recuperada del niño indica que éste ha percibido las
diferencias de sus características.
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B. Desarrollo de la Percepción Visual
Al nacer, el niño no muestra convergencia alguna de los ojos. Según observaciones de Ling (1943),
pocas horas después, se inicia el fenómeno, que se establece a las 7-8 semanas, posibilitando la
convergencia binocular y la fijación de la mirada. Tampoco se da, en las primeras semanas, el
mecanismo de acomodación de la pupila, porque aún no presenta la maduración neuromuscular necesaria.
El recién nacido mira a un objeto que se sitúa ante sus ojos y lo sigue visualmente si se desplaza
lentamente ante él, aunque lo hará a base de sacudidas breves. El seguimiento suave y lento de objetos
no aparecerá de manera consciente hasta los dos meses de edad.
Los niños pequeños ven en color y ven los colores enmarcados en categorías como los adultos.
En los experimentos de preferencia de color la atención al color novedoso se ha encontrado con niños
menores de un mes.
Respecto a las preferencias visuales de los niños, los estudios realizados por Frantz (1961),
Salapatek y Kessen (1966), han comprobado que los bebés, ya desde el nacimiento, distinguen la luz de
la oscuridad, interesándose sobre todo por las zonas de transición de intensidades luminosas, los
bordes, los contrastes. Así, los niños de un mes exploran sobre todo el contorno de una cara, mientras
los de dos se detienen en el interior de la cara. También prefieren el movimiento a lo estático, lo
novedoso a lo ya conocido. Además se sienten atraídos por estímulos que producen sonidos. Prefieren
estímulos dotados de una cierta complejidad y con una moderada discrepancia.
Las características que hacen mantener la atención de los niños cambian con la edad. El bebé
pierde el interés por lo ya conocido, dado que guarda una información con la que compara la
estimulación presente. A esto nos referíamos antes al explicar el proceso de habituación. Sin embargo,
según el niño crece, va desarrollando una atención voluntaria, que controla en base a las experiencias,
expectativas, etc.
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La percepción de la profundidad está influenciada por fenómenos tales como la
acomodación y la convergencia. Gibson y Walk (1960) lo estudiaron utilizando el “abismo visual”: una
plataforma estampada e iluminada de forma que parecía tener un parte poco profunda y otra profunda.
Al colocarlos sobre la plataforma, la mayoría de los niños de entre 8 y 12 meses no quisieron gatear
sobre la parte profunda, ni siquiera para llegar hasta sus madres. Este miedo no se encontró en niños de
7 meses o menores.
Los estudios sobre reacciones defensivas sugieren la gran precocidad en la percepción del
espacio. Bower y cols. (1970) estudiaron las reacciones de los niños de 6 y 20 días ante objetos que se
aproximaban a la cara. Los niños de dos semanas efectuaban una respuesta defensiva que incluía la
retracción de la cabeza y la interposición de las manos ante el rostro y el objeto. La reacción defensiva
era mayor cuanto menor velocidad de aproximación tenía el objeto (Bower lo interpreta como una
limitación cuantitativa de la capacidad de procesamiento de información). Cuando no se utilizaba
objeto real sino la sombra en la pantalla, la reacción de defensa aparecía pero con menor intensidad.
Sin embargo Yonas (1979) no encuentra reacciones defensiva y piensa que el movimiento de
cabeza es sólo un comportamiento exploratorio a través del cual el niño echa la cabeza hacia atrás para
intentar seguir viendo los contornos del objeto que crecen ante sus ojos.
En cuanto a la percepción del rostro humano, parece que los recién nacidos no muestran una
preferencia innata por él, presentando en los movimientos exploratorios de sus ojos secuencias
evolutivas similares a las que presentan para otros objetos. Según Gibson (1969), a los 4 meses parece
producirse una importante transición en la percepción de rostros. Hasta ese momento, los bebés
responden a rasgos aislados y prefieren el contorno de la cara. A partir de los cuatro meses se interesan
por los rasgos internos prestando mayor atención a los ojos, nariz y boca. Hacia los 5 o 6 meses
empiezan a reconocer las expresiones faciales de las emociones y reaccionan diferencialmente ante ellas.
Constancias perceptivas. Se refiere al hecho de que los objetos se perciban como iguales a sí
mismos a pesar de sus modificaciones. Day y MacKenzie (1977) han distinguido tres tipos de
constancias: la del objeto, la constancia egocéntrica y la constancia de la identidad.
1. La constancia del objeto. Bower (1966) señalaba en un experimento con niños de dos meses
una capacidad precoz para la constancia de la forma. Carlo y cols. (1978) sugirieron tras sus
investigaciones que la constancia de la forma era un hecho claro, al menos de forma
rudimentaria, hacia los tres meses, siendo improbable que se dé antes de los dos meses. La
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constancia de forma continúa mejorando después de los tres meses, siendo más tardía cuanto
más complejo sea el objeto y cuanto más complicada sea la transformación que se le da.
2. Constancia egocéntrica: Se refiere a la estabilidad de la posición de un objeto con
independencia de la posición del observador. Las investigaciones se han realizado a propósito
del “error del sub-estadio 4” del estadio sensoriomotor de Piaget. Las respuestas egocéntricas
predominan durante el primer año, aunque la utilización de marcas especiales y de
entrenamientos adecuados pueden mejorar las respuestas en los bebés menores de 1 año.
3. Constancia de la identidad. Se refiere a la conciencia de los objetos que no se ven.
El feto ya percibe sonidos de elevada intensidad. Y los bebés recién nacidos oyen, mostrándose
sensibles a la intensidad de los sonidos, reaccionando de manera diferente en presencia de sonidos de
distinta intensidad. Además, realizan conductas de localización auditiva.
Se sienten atraídos por los sonidos próximos a la frecuencia característica de la voz humana. El
hemisferio izquierdo está desde el momento del nacimiento más comprometido que el derecho en el
procesamiento de patrones acústicos propios del lenguaje humano. Con sólo unos días parecen ya
discriminar entre unas voces y otras. Eisenberg (1979), ha señalado que a los dos meses hacen
discriminaciones finas, diferenciando ma y na, ga y ba, pa y ba, etc.
• Incluso en niños prematuros se ha comprobado que los bebés son capaces de detectar olores
siempre y cuando los estímulos sean lo suficientemente fuertes. Parece que, a medida que
transcurren los primeros días, la intensidad requerida para que un estímulo provoque respuestas
disminuye drásticamente.
• Respecto al gusto, los bebés reaccionan positivamente ante estímulos dulces y negativamente
ante los salados y amargos. Desde los primeros días prefieren líquidos dulces al agua o
soluciones salinas.
• Los sentidos cutáneos están, en su mayoría, casi totalmente desarrollados antes del nacimiento,
por lo que la sensibilidad cutánea se hace más fina a las semanas del nacimiento. Sus primeras
exploraciones del mundo se van haciendo más precisas mediante el sentido del tacto. Intentan
chupar los objetos que tienen en sus manos, lo que les da información sobre su forma, textura
dureza y sabor. Cuando los bebés no están chupando objetos, sus manos se deslizan por las
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superficies o se introducen en grietas; si estrujan aquellos objetos que se pueden estrujar,
rompen lo que pueden, los coge y los tira, etc.
Durante los primeros meses, los bebés van aprendiendo a coordinar sus sentidos. Esta
integración y transmisión de información entre los sentidos se conoce como percepción transmodal.
5. LA INTELIGENCIA SENSORIOMOTORA
El desarrollo cognitivo del niño parte de los actos reflejos, que, con sus consecuencias en el ambiente, y
mediante repetición, se superan para dejar paso a unos hábitos de cadenas conductuales cada vez más
funcionales e inteligentes.
El recién nacido posee un repertorio de conductas innatas (reflejas) que se irán perdiendo
paulatinamente, en unos casos, o serán la base sobre la que el bebé desarrollará su interacción
adaptativa con el medio, en otros casos.
La adaptación es el mecanismo que dirige el desarrollo, con sus dos componentes: asimilación y
acomodación. La acomodación está presente desde el nacimiento. El ejercicio del reflejo permite su
consolidación, modificando ligeramente las situaciones en que se activa y la eficacia en su
funcionamiento. La asimilación está estrechamente unida al acto de los reflejos y la progresiva
necesidad de repetición constituye una asimilación funcional de éstos. La asimilación se pone de
manifiesto en la aplicación del esquema de succión a un conjunto mayor de objetos (asimilación
generalizadora), siendo capaz de distinguir entre los mismos (asimilación recognoscitiva).
Aparecen nuevas adquisiciones que suponen una alteración de los reflejos, los hábitos , aunque
sin el rasgo de intencionalidad propio de las conductas inteligentes. Estas nuevas adaptaciones suponen
una diferenciación entre asimilación y acomodación, al consistir ésta ahora en conductas superiores a la
simple repetición del esquema reflejo. Aparecen las primeras reacciones circulares primarias: se
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repiten las nuevas adaptaciones, estableciendo y consolidando nuevas conductas en el repertorio del
niño. Estas reacciones circulares primarias hacen referencia a acciones centradas en el propio cuerpo
del sujeto (comportamiento egocéntrico). Ej.: coordinación mano-boca. Supone una acomodación del
esquema reflejo de succión debida a la experiencia, aplicándolo a un objeto nuevo y modificando el
esquema mismo.
En este sentido empiezan a darse los primeros indicios de lo que será la conservación o
permanencia del objeto. Se produce la coordinación de las modalidades sensoriales y al mismo
tiempo aparece una expectación pasiva (sigue un objeto y fija su mirada en el punto donde desaparece,
no buscando activamente otro estímulo).
Aunque hay una orientación hacia el objeto externo, no existe una utilización deliberada de
determinados medios para conseguir una meta deseada.
En cuanto a la conservación del objeto, el niño muestra importantes avances, aunque aquélla
siga asociada a las acciones y percepciones del niño: 1) anticipa las posiciones futuras de los objetos que
se mueven; 2) realiza movimientos de la mano para intentar coger objetos que pierde de la mano; 3)
cuando, ocupado en una reacción circular, es interrumpido, vuelve sin error al objeto inicial y a la
reacción circular (reacción circular diferida); 4) no busca un objeto que se esconde, pero sí cuando lo ve
parcialmente.
El niño empieza a ir y explorar más allá de su propio cuerpo, siendo a partir de ahora capaz de
coordinar sus esquemas secundarios para conseguir un fin determinado (conducta intencional). Los
aspectos de la asimilación (repetición, reconocimiento, generalización) tienden a consolidarse más
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estrechamente. La acomodación sigue subordinada a la asimilación de los objetos, a los esquemas
disponibles, aunque se manifiesta con un carácter móvil de los esquemas, capaces de coordinarse entre
sí, de ser aplicados a las relaciones entre los objetos externos. Por otro lado, aparece la conducta
anticipatoria ante la aparición de determinados indicios (asimilación de reconocimiento). Este tipo de
anticipación no exige que el niño se represente los objetos cuando están ausentes, sino que lo que se
produce es un signo que desencadena una actitud de expectativa determinada.
El niño, entonces, es capaz de adaptarse a las circunstancias nuevas, aplicando sus esquemas
secundarios de forma más flexible y activa, haciendo que unos actúen de medios y otros de fines. Pero
no existe descubrimiento activo de nuevos esquemas.
El niño también es capaz de imitar movimientos con partes del cuerpo que no le son visibles
(labios, boca), imita acciones y conductas nuevas, aunque en ocasiones lo que imita son otros
movimientos estructuralmente análogos al modelo.
El niño repite una reacción circular (dejar caer un objeto) e introduce variaciones tratando de
provocar nuevos resultados, realizando pequeños experimentos con los objetos. Esto caracteriza a la
reacción circular terciaria, lo que pone de manifiesto la existencia de un avance en la orientación hacia
los objetos, alejándose progresivamente del egocentrismo. La acomodación (transformación de los
esquemas existentes y construcción de otros nuevos) se convierte en un fin y precede a la asimilación.
La exploración de los objetos, que provoca situaciones nuevas, conduce a una distinción entre la
asimilación y la acomodación, ya que cada modificación en la situación supone una acomodación del
esquema terciario que está aplicando. Y a cada acomodación le siguen asimilaciones que repiten el
mismo resultado.
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El niño va a poder resolver problemas (alcanzar un objeto a su mano) mediante el
descubrimiento de nuevos medios (un palo, tirando de la manta, etc.).
En cuanto a la conservación del objeto, el niño resuelve el problema del estadio anterior
buscando el objeto en el otro cojín donde se había cambiado. De esta manera toma en consideración
los desplazamientos sucesivos del objeto. Sin embargo, no es capaz de buscar el objeto cuando es
escondido sin que él lo vea (desplazamientos invisibles).
Conservación del objeto. A partir del año y medio el niño es capaz de buscar los objetos que
han sido escondidos mediante desplazamientos invisibles. El niño posee, junto con la noción de objeto,
los conceptos de espacio, tiempo y causalidad, lo que le permite lograr una representación coherente y
completa de la realidad en la que está incluido.
RESUMEN
La actividad mental del niño se inicia con la coordinación de percepciones y movimientos que le
aproximen a la acción misma con las cosas que forman su entorno. Estamos ante la “asimilación senso-
motriz”, que consiste en una clara conquista del universo práctico que rodea al niño pequeño. Pero ese
universo no se diferencia aún del propio yo infantil. En principio, manifiesta una conducta refleja, que
no sabe lo que es el peligro, pero impulsa a la huída Es su cuerpo vivo que se desplaza a impulso de sus
conductas reflejas, de una organización múltiple de cuadros sensoriales, de tendencias instintivas y de
una consolidación de hábitos: lo que permite la reproducción de la llamada “reacción circular”, es decir,
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esa repetición reiterada que realiza el niño de lo que le resulta placentero y reforzante. Y todo ello
dentro de un bien diseñado “esquema de acción”, mediante el cual se consigue un objetivo propuesto de
antemano: sería el acto de inteligencia más precoz por el que se consigue instrumentalmente un objeto
utilizando unos medios más o menos exploratorios para “ver lo que pasa”. Así es como su inteligencia
va “reconociendo”, de modo exclusivamente práctico y manipulativo, los nuevos objetos que percibe en su
presencia física.
Este bloque unitario entre su yo y los objetos exteriores, se va a ir disociando entorno al final
del primer año. Acontece entonces una auténtica “revolución intelectual”, que viene provocada por cuatro
procesos fundamentales: las construcciones de las categorías, del objeto, del espacio, de la causalidad y del
tiempo, todas ellas como categorías prácticas o de acción pura y no como nociones de pensamiento.
En todo este proceso, el niño necesita de las imágenes, y a partir de ellas y de las consecuencias
de sus propias acciones, realiza diversas operaciones mentales y desarrolla los conceptos.
En esta etapa, estamos ante un conocimiento práxico y sensorial, y prelingüístico, que posee una
serie de signos.
A. La Imitación
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• Primer estadio. No hay imitación.
• Segundo estadio. Conductas premitativas e intentos de imitación restringidos al caso de que el
modelo haya imitado antes al niño.
• Tercer estadio. Las reacciones circulares secundarias permiten extender el campo de actuación del
niño a las cosas mismas, pudiendo realizar imitaciones deliberadas y sistemáticas de los sonidos
y movimientos del modelo.
• Cuarto estadio. Puede imitar sonidos, movimientos y gestos que resulten nuevos para él, siendo
capaz de imitar conductas que están en su repertorio pero que no puede ver.
• Quinto estadio. Se hace más activa y deliberada. Se acomoda de forma más precisa al modelo.
• Sexto estadio. Es capaz de realizar conductas del estadio anterior sin necesidad de tantear, no
necesitando afinar sus esquemas mediante experimentación activa. Tan sólo la exposición de la
conducta del modelo es suficiente para imitarlo con precisión y al primer intento. El niño es
capaz de reproducir un modelo cuando éste ha desaparecido. Esta imitación diferida, según
Piaget, está relacionada con el juego simbólico y el lenguaje.
Preyer (1887) señaló la existencia de imitación en los labios de un niño de 15 semanas. Zazzo (1952)
encontró conductas imitativas de sacar la lengua en el primer mes de vida.
Bower (1972) afirma que los niños son capaces de alcanzar la permanencia del objeto antes de
lo planteado por Piaget. Bower encontró que los niños de 16 semanas (entre el segundo y tercer
estadio) realizaban conductas de búsqueda del objeto aunque no lo veían (luz apagada). Para Bower, el
problema de no buscar el objeto oculto es un problema motor y no conceptual.
Los vínculos afectivos forman parte del proceso de desarrollo del niño. Al nacer, los seres humanos
tenemos unas necesidades básicas que deben ser satisfechas para poder sobrevivir y adaptarnos. Según
Lewis (1982) las necesidades básicas del niño son:
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• Necesidades fisiológicas.
• Necesidad de sentirse protegido de los peligros reales o imaginarios.
• Necesidad de explorar su entorno.
• Necesidad de jugar.
• Necesidad de establecer vínculos afectivos.
El niño establece una relación interdependiente con la madre, el padre y el pequeño grupo de
personas que conviven con él. Esta relación especial es denominada apego (attachment), que hace
referencia al lazo afectivo-emocional que una persona o animal forma entre él y otro ser de su especie.
Este lazo les impulsa a estar juntos en el espacio y a permanecer juntos en el tiempo. Para Ainsworth y
Bell (1970) lo más característico de esta relación especial, es la tendencia a lograr un cierto grado de
proximidad al objeto de apego que permita tener un contacto físico en algunas circunstancias o
comunicarse a cierta distancia.
Los psicoanalistas y los conductistas han interpretado esta relación especial como secundaria a
otra más básica y original, objetos de satisfacción y las necesidades biológicas del niño, respectivamente.
Esta concepción del apego como fenómeno secundario ha sido desestimada tras algunos estudios
realizados sobre percepción y conocimiento social.
Los estudios sobre la percepción del recién nacido (Gibson, 1979; Bower, 1974) demostraron la
precocidad de las capacidades perceptivas del niño, y los estudios sobre el conocimiento social han
probado que el niño tiene un interés innato por los estímulos sociales.
El Apego es vínculo afectivo que se infiere de una tendencia estable a buscar la proximidad y el
contacto de los cuidadores primarios, esencialmente, de la madre, si ésta está disponible. No puede
hablarse exclusivamente de un periodo sensible, como la infancia, puesto que esta necesidad está
presente a lo largo de todo el ciclo vital, sólo que presenta diferentes formas. Entre los factores que lo
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determinan están la historia anterior, el estado endógeno, la situación, la persona con quien interactúa,
las diferencias individuales y el nivel de desarrollo del niño.
Según Bowlby, estos sistemas controlan los diferentes tipos de conducta de apego, poniéndolas
en relación con el otro participante hacia el que se tiene una sensibilidad especial y del que se tienen
determinadas expectativas que conforman un modelo de trabajo, en cuanto dirigen la conducta y la
interacción para obtener la proximidad y el contacto con las figuras de apego.
Figuras de apego: personas con las que el niño se vincula afectiva y emocionalmente. Actúan
como bases de apoyo en la exploración. Facilitan diversas tareas de aprendizaje (Posman, 1977) y
ayudan en la interacción con desconocidos.
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La existencia de varias figuras de apego procura un mejor desarrollo afectivo. La separación de
estas figuras de apego va seguida de efectos fisiológicos y psicológicos a corto y a largo plazo.
• A corto plazo: Diferentes especies animales muestran conductas de protesta pasando por
estados de estrés y agitación (Rajecki, 1978). Diferentes subespecies de monos siguen una
secuencia de conducta que va de la protesta activa a la depresión, cayendo en un estado de
inactividad similar al descrito por Spitz (1965) en los niños de orfelinatos.
Los estudios en humanos realizados en Casas Cuna revelan la existencia de tres fases en la
reacción de separación:
A. Fase de protesta. Comienza cuando se toma conciencia de que se quedan solos. Puede durar
de una hora a una semana. Se caracteriza por la lucha activa por recuperar las figuras de apego
llevando a cabo numerosas conductas de búsqueda y llamada: lloros fuertes, intentos de huida,
ansiedad ante los sonidos y aferramiento a los objetos transitorios. A su vez hay un rechazo casi
total a la ayuda que se les ofrece, y en algunos casos puede provocar hostilidad. Si durante estas
fases se reencuentra con su madre, se acentúan las conductas de apego y el rechazo a los
extraños.
B. Fase de ambivalencia. O fase de desesperación según Bowly. Se caracteriza por una falta de
vigor en las manifestaciones de aflicción y un comportamiento de ambivalencia ante los nuevos
cuidadores. El niño parece haber perdido toda esperanza de recuperar a las figuras de apego y
los signos de ansiedad todavía son evidentes. Las conductas regresivas y los síntomas
sustitutivos pueden incluso aumentar. Si aparecen las figuras de apego son recibidas con
aparente desinterés (a veces con franca hostilidad). Esta situación de desapego tardará en
vencerse tanto más cuanto más haya durado la separación.
C. Fase de adaptación. O fase de desapego, según Bowlby. El niño termina por adaptarse a la
nueva situación, lo que implica el olvido de las figuras de apego (no aparecen conductas de
recuperación o recuerdo) y un interés por las personas y cosas que le rodean. Si las condiciones
son favorables se pueden volver a establecer vínculos afectivos. El grado de aflicción varía
según la edad (mayor entre 8 meses y 5 años), el sexo (protesta más vigorosa en los varones),
tipo de relación con las figuras de apego, la experiencia previa, la familiaridad del lugar,
presencia de hermanos, etc.
43
D. A largo plazo los efectos, estudiados en monos (Harlow, 1962 y Hinde, 1967) pueden ser: retraso
mental, más profundo en el lenguaje, y problemas en las relaciones sociales. Se han estudiado las
repercusiones entre las deficiencias en las relaciones con la figura de apego y la neurosis
(Henderson, 1981), depresión (Brown, 1982), retraso intelectual (Rutter, 1979), mortalidad (Black,
1977), etc. Por otro lado, el castigo parece conllevar la eliminación del apego; el niño maltratado se
suele describir como deprimido, angustiado y limitado, pero también como dependiente.
Para Bowlby, donde mejor se aprecia la calidad del apego es en una situación de separación.
Para estudiarlo, en condiciones de laboratorio, Ainsworth (1978) diseñó la situación extraña : se lleva
al niño, con su madre, a una habitación desconocida para él, en la que dispone de juguetes diversos;
después la madre sale de la habitación, entra un desconocido, vuelve la madre. Así, estudian las
reacciones del niño ante la separación de la madre, la presencia de un extraño, con y sin la madre y ante
el regreso de la madre. A partir de los datos obtenidos en los diferentes episodios, Ainsworth distingue
tres tipos de apego en los niños: Tipo B: apego seguro, Tipo A: apego inseguro y Tipo C: apego
ambivalente . Los niños con un apego seguro manifiestan conductas positivas hacia la madre tras la
separación breve (65% de los niños), los niños con apego ambivalente muestran resistencia a la
interacción y el contacto con la madre y al mismo tiempo conductas positivas de contacto y proximidad
y los niños con apego evitativo manifiestan conductas de ignorancia o conductas de evitación hacia la
madre.
El objetivo último del apego en las primeras fases de la vida es favorecer la supervivencia manteniendo
próximos y en contacto a las crías y a los progenitores. Los sistemas de apego y de miedo se conforman
en el último semestre del primer año de vida, conforme avanza su desarrollo psicomotor. El apego
favorece la búsqueda de seguridad en esa exploración del entorno. Ainsworth y Bell (1970) observaron
la exploración en niños entre 12 y 18 meses (Situación del extraño) . La entrada de una persona
desconocida en la habitación y la ausencia de la madre hacen disminuir o desaparecer las conductas
exploratorias. Además, la relación de apego regula la cantidad de estimulación los niños necesitan para
su desarrollo y favorece la salud física y psíquica y el desarrollo social.
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El apego implica una relación afectiva y emocional, no limitándose a un Condicionamiento
debido a necesidades fisiológicas vitales. No puede hablarse de apego durante los primeros meses. El
paso desde un sistema de interacciones regulado biológicamente a la vinculación afectiva específica
exige, por un lado, que tengan lugar de forma estable interacciones privilegiadas entre la madre y el niño
y, por otro, que en el niño se produzcan determinados procesos mentales (reconocimiento de sí mismo,
diferenciación entre propios y extraños, permanencia del objeto, intencionalidad) y afectivos (empatía,
sentimientos asociados a personas). Las interacciones privilegiadas con las figuras de apego tienen
ciertas características: son rítmicas, asimétricas, específicas y en continuo cambio.
Harlow (1966) describe las etapas de los sistemas afectivos filio-maternal y materno-filiales en monos
rhesus, afirmando que son similares en simios y humanos.
• Etapa de transición o ambivalencia . La madre permanece atenta pero permite que la cría
realice una mayor exploración, al mismo tiempo que empieza a reprimirla cuando hace cosas
que no deben permitirse.
1. Etapa refleja . Las primeras conductas son reflejas y dirigidas a mantener el contacto con el
cuerpo de la madre.
45
2. Etapa de comodidad y apego. Comienza en la segunda mitad del primer mes y es cuando
empiezan a formarse vínculos entre la madre y la cría. El apego se hace cada vez menos
nutritivo y se empiezan a imitar las conductas de la madre. Coincide con la primera del sistema
materno-filial.
3. Etapa de seguridad . Comienza a explorar más allá y recibe de la madre un sentimiento de
seguridad intenso. Se incrementa la actividad exploratoria cuando la madre está cerca, siendo ella
una base segura desde la que explorar y a la que vuelve frecuentemente. Este contacto se va
haciendo cada vez más esporádico.
4. Etapa de separación . La madre se va distanciando y lanza a la cría al contacto con el mundo
físico y otros compañeros. La seguridad que la cría haya alcanzado hasta ese momento facilitará
su independencia. Las relaciones con la madre se van distanciando y haciendo más esporádicas,
conforme se establecen relaciones con compañeros de su edad.
Los diferentes autores coinciden en que se puede describir una secuencia de estadios cuyo
orden es invariable:
1.-Orientación hacia los humanos sin discriminación de la Figura de Apego (0-3 meses) . El
niño se interesa, desde el nacimiento, por las personas, atendiendo especialmente a su rostro, en el que
percibe ciertos atributos estimulares especiales. Cuenta ya, además, con un sistema de señales sociales,
que le garantizan la proximidad de sus cuidadores; por ejemplo, el llanto es una llamada y la sonrisa va
adquiriendo un sentido social y comunicativo. También las primeras vocalizaciones adquieren la
función interactiva.
2.- Interacción privilegiada con las figuras de apego sin rechazar a los desconocidos (3-5
meses) . Aunque algunos trabajos parecen ofrecer datos que afirman que los niños discriminan entre
propios y extraños desde el primer o segundo mes de vida (Carpenter, 1974; Wolf, 1963), no se puede
afirmar una clara distinción antes de los tres meses, debido, sobre todo, a limitaciones metodológicas de
estos estudios. Poco a poco, los bebés van emitiendo más vocalizaciones, miradas y sonrisas a la madre,
aunque aún no le perturba la presencia de extraños. Después de los tres meses, Ainsworth (1967)
describe doce conductas que expresan el trato diferencial con la madre y los desconocidos. Los niños
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van aprendiendo a diferenciar entre las figuras de apego y los desconocidos mediante informaciones
perceptivas, expresando ese reconocimiento en conductas diferenciales (López,1989).
3.- Desarrollo de la vinculación afectiva preferentecon las figuras de apego y rechazo a los
desconocidos . Hacia la segunda mitad del primer año, los bebés se muestran claramente apegados a
sus cuidadores primarios y empiezan a desarrollar reacciones de miedo/afiliación hacia los extraños.
Schaffer y Emerson (1964) concluyen que la mayoría de los niños reaccionan de esta forma desde el
octavo mes hasta los diez u once meses.
Spitz (1965) afirmó que la reacción de miedo estaba provocada por una angustia de separación
de la madre, rechazando la presencia del extraño en ausencia de la madre. Sin embargo, esta
interpretación no parece del todo cierta o completa, puesto que, de hecho, Bowlby (1969) comprobó
que tales reacciones de rechazo a los desconocidos, puede darse también en presencia de la madre. Por
otro lado, la angustia de separación aparece antes que la reacción de miedo ante los extraños.
Kagan(1974) da cuenta de ello explicando que los bebés hacen una comparación perceptiva
entre las características físicas de la madre y las de otras personas que aún no conoce. Ella será la base
de seguridad desde la que el bebé empezará a explorar el mundo que le rodea.
4.- Fase de independencia. A partir del primer año de vida, y ya establecido el vínculo afectivo, el
niño irá alcanzando progresivamente cierta independencia de las figuras de apego, gracias a su
desarrollo psicomotor, verbal e intelectual. Por otro lado, surgirán conflictos intrínsecos en este
proceso hacia la independencia: el deseo de explorar el mundo y el miedo a la pérdida de las figuras de
apego. Esto parece más evidente ante la llegada de un nuevo hermano, con quien tendrá que compartir
sus cuidadores. Dentro del sistema familiar, en continuo cambio, el paso de la triada (madre-padre-yo) a
la tétrada (madre-padre-hermano-yo) es una de las situaciones más significativas. Las conductas hacia el
nuevo hermano son con frecuencia ambivalentes, reflejo de los celos y la vinculación afectiva con el
hermano. Los celos se agudizan en los momentos de avance del desarrollo del hermano (andar y hablar)
debido a que vuelve a captar la atención e interrumpe sus actividades. Poco a poco se va creando un
nuevo subsistema entre los hermanos diferente al subsistema padre-madre, que puede revestir múltiples
formas.
Después, los iguales empezarán a tener cada vez más importancia desde el punto de vista
cognitivo, social y afectivo.
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5.- El apego en etapas posteriores de la vida. Con la entrada a la escuela y el desarrollo cognitivo y
social paralelo a ésta, los niños empiezan a tolerar mejor las separaciones breves y su conducta
exploratoria no necesita tanto la presencia física de las figuras de apego.
Durante la adolescencia las figuras de apego suelen ser, según orden de importancia: la madre, el
padre, la hermana, el hermano, otro familiar, amigo y pareja sexual. En la adolescencia, las relaciones de
apego son cada vez más las relaciones de amistad y amorosas. Se basan en la percepción de confianza
incondicional, de complicidad y reciprocidad. Su relación con las figuras de apego originales cambia
progresivamente, y el deseo de estar con ellas evoluciona hacia el deseo de que se muestren disponibles.
En este periodo, por primera vez, puede haber ruptura con las figuras de apego por muy diversas
razones (falta de accesibilidad, conflictos entre los padres, etc.).
Las investigaciones de Bowlby sobre el duelo ponen de manifiesto hasta qué punto el apego es
un organizador de las relaciones personales. El apego en los adultos se diferencia del apego en edades
tempranas en:
Hazan y Shaver (1987) realizaron un estudio en el que pedían a los adultos que señalasen de
entre tres fases, la describiera mejor sus sentimientos, encontrando que se daban los mismos tipos de
apego y en proporciones parecidas que los descritos por Ainsworth en niños.
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III.
PENSAMIENTO PREOPERATORIO
1. PENSAMIENTO PREOPERATORIO
A. La construcción del número
B. El conocimiento del mundo físico
C. Críticas a la noción Piagetiana de Causalidad
D. El pensamiento preoperatorio según Vygotsky
E. Siegler y el pensamiento preoperatorio
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El conocimiento preoperacional comienza a partir de los dos años de edad y viene motivado por la
aparición en el niño de ciertos mecanismos mentales. Se desarrolla, para ello, una función simbólica,
que permitirá la creación de representaciones internas sobre el mundo exterior. Éstas surgirán de las
adaptaciones prácticas del periodo sensoriomotor: índices sensoriomotores que el niño utilizaba para
expresar algo: p.e., “señalar a la puerta para decir que quiere ir a la calle”. De ahí irá pasando a
unafunción semiótica: uso de símbolos y señales para manifestar su capacidad de construir
significación; de la representación mental del significante, puede ahora derivar el significado, que es
diferente de aquél, como el dibujo de una llama es diferente del fuego real.
1. PENSAMIENTO PREOPERATORIO
Según Piaget, el periodo preoperatorio es una etapa de transición que se extiende desde la adquisición
del símbolo hasta la llegada de las operaciones. El uso del lenguaje y de otros sistemas de
representación va a tener un papel fundamental en este desarrollo. El egocentrismo del pensamiento
infantil es lo más característico de esta etapa. El niño interioriza la realidad y su propia actividad, pero
permanece centrado en su propio punto de vista. En esta etapa el niño todavía no posee un
pensamiento reversible, que implica la capacidad de ejecutar una acción en sentidos opuestos, teniendo
conciencia de que se trata de la misma acción. No es capaz de representarse sus propias acciones y de
explicar lo que hace. Es, por tanto, un pensamiento de intuitivo.
Considera Piaget que el niño, a pesar de una evolución significativa en este periodo (2 a 7 años),
no es capaz de comprender aún las transformaciones perceptivas de los objetos, ni de construir una
serie ordenada de elementos, ni de clasificar un conjunto de objetos. Sin embargo, desde las teorías del
procesamiento de la información y desde la línea abierta por Vygotsky, otros autores afirman que el
niño en este periodo muestra una competencia cognitiva mayor de la que atribuyó Piaget.
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Como decíamos en la introducción, la adquisición más importante es la construcción de un
nuevo nivel de representación, asociado a la función semiótica , que permite al niño establecer
relaciones entre significantes y significados. Los progresos se caracterizan por una creciente
internalización a través de la cual el niño construye representaciones del mundo y de sí mismo,
situándose en un contexto espaciotemporal más amplio.
• Juego simbólico o simulado. Los niños, a esta edad, comienzan a utilizar un objeto (por ejemplo,
un osito o una muñeca) para simbolizar otro (por ejemplo, su mamá). A medida que crecen,
simulan también hechos, como ir de compras o hacer la cena o jugarán a los médicos. Y poco a
poco, estos juegos van implicando a otras personas, que representarán también otros papeles.
• Razonamiento transductivo. Esto es, el niño avanza de lo particular a lo particular, sin
generalizar, en lugar de ir de lo particular a lo general (razonamiento inductivo) o de lo general a lo
particular (razonamiento deductivo).
• Sincretismo. Implica cometer errores de razonamiento, al asociar ideas que no están relacionadas.
Por ejemplo, el niño comprueba que una vez, su mamá ha estado en el hospital y ha vuelto con un
hermanito; por tanto, el niño esperará que cada vez que su mamá vaya al hospital, traerá otro
hermanito.
• Egocentrismo. Incapacidad para considerar otras perspectivas. El egocentrismo social , supone
que el niño es incapaz de imaginar el punto de vista de otra persona; por ejemplo, los niños se
pueden molestar cuando no pueden convencer a su madre de que no lave su muñeca de trapo, aún
estando sucia). El egocentrismofísico, por su parte, implica que el niño no percibe la separación
entre los objetos y él; por ejemplo, creen que la luna les sigue cuando caminan. El
egocentrismológico se manifiesta en el peculiar significado que para el niño tiene la noción de
verdad. En el adulto esta noción aparece unida a dos tipos de comprobaciones: la deducción y la
verificación. El pensamiento del niño preoperatorio es prelógico (puede prescindir de la necesidad
de verificar la verdad) y le resulta difícil diferencial lo imaginario de lo verdadero.
51
• Animismo. Los niños, en este periodo, atribuyen a los objetos inanimados, cualidades de los seres
vivos. Suelen hacerlo con objetos que representan figuras vivas, como animales de juguete. Pueden
confundir las cosas de la naturaleza (como las flores, los árboles, el viento...) y hablar con ellos o
acerca de ellos como si pudieran escucharlos. Este animismo puede revelar un conocimiento y
comprensión incompletos del mundo, pero también es un reflejo de la vívida imaginación infantil.
• Centración. Los niños concentran la atención en un aspecto o detalle único de la situación. Es por
ello, en parte, por lo que a esta edad, no pueden pensar de un modo lógico.
• Conservación. Se refiere a la creencia de que las propiedades de los objetos permanecen iguales a
pesar de cambios en su forma o disposición. La tendencia a practicar la centración se revela en las
tareas de conservación. Por ejemplo, los niños pueden llegar a la conclusión de que hay más agua en
un plato poco profundo que en un vaso porque el plato es más ancho, aunque hayan visto que el
agua era vertida del vaso al plato. Como consecuencia de su incapacidad para mantener en mente
más de una relación a la vez, los niños cometen errores de juicio, dando explicaciones inadecuadas
o inconsistentes.
• Clasificación. Clasificar significa que es posible pensar en los objetos en términos de categorías o
clases. Los niños, en la edad preoperacional muestran una capacidad limitada para clasificar los
objetos en categorías.
• Irreversibilidad. Los niños también cometen errores de pensamiento por esta causa: su
incapacidad para reconocer que una operación puede realizarse en ambos sentidos. Por ejemplo, no
entienden que si se vierte agua de un recipiente alto a un recipiente extendido, puede trasvasarse
otra vez al primer recipiente, manteniendo la misma cantidad de agua. Estos niños no pueden
entender que se pueda recuperar el estado original.
Piaget concibe el número como una fusión de las nociones de clase y relación. La primera proporciona
su aspecto cardinal y la segunda el ordinal. Además, describe la evolución de la comprensión de los
conceptos numéricos y espacio-temporales:
1º.- Ausencia de conservación del número, se confunde la cantidad numérica y la longitud espacial.
2º.-Construye dos filas idénticas, basándose en la correspondencia término a término. Pero niega la
conservación del número cuando se separan los elementos y se modifica la figura.
3º.-Se adquiere la conservación del número, independientemente de la forma en que se dispongan
los elementos. Coincide con la etapa del pensamiento operatorio.
52
Gellman y Gallistel (1986) diferenciaron, a este respecto, las nociones de competencia y de
actuación , considerando la conducta relacionada con la comprensión del número como guiada por
unos determinados principios en los que se fundamenta su actividad y que no siempre pueden ser
verbalmente articulados por los sujetos que los utilizan. Estos principios se adquieren hacia los 5 años.
Los principios son:
1.- Principio uno a uno. El niño puede asignar una sola palabra a cada objeto que ha de ser
contado.
2.- Mantener un orden estable en la asignación de los números. Al nombrar los ítems,
mantiene siempre l mismo orden.
3.- Principio de la cardinalidad. Alude al último miembro nombrado al contar una serie. No
basta numerar uno a uno los elementos, sino que es necesario comprender cómo cada uno de estos
números puede representar un conjunto de elementos.
4.- Principio de abstracción. Supone comprender que cualquier colección de objetos puede ser
contada.
5.- El orden en que los objetos pueden ser contados es irrelevante.
Siegler, por su parte, presentó a niños de 3 a 9 años, problemas en los que se hacían cambios en
el número de objetos y en la longitud de la colección a dos filas de objetos, en un principio idénticas.
Los niños han de aprender a conjugar la codificación de las variables producidas entorno a la amplitud
de la colección y el tipo de transformación. Las respuestas de los niños permitieron inducir reglas que
los niños utilizan en esas tareas.
• La fila más larga es la que tiene más objetos . Estos niños comprenden los efectos de la
adicción y sustracción sólo en pequeños grupos.
• Cuando hay pocos objetos el niño decide en función del tipo de transformaciones .
Conocen que la longitud no implica número, que si se añade o quita un objeto aumenta o
disminuye su número.
• La transformación es el determinante del juicio de conservación, independientemente del
número de objetos. Coincide con lo que Piaget considera adquisición del concepto de número.
• Los niños resuelven los problemas contando los objetos de ambas filas .
• Sin contar o emparejar se comprende que el añadir o quitar algo implica una modificación
de los elementos de la fila . Comprenden también el significado de transformación nula.
53
B. El conocimiento del mundo físico
La progresiva diferenciación entre sujeto-objeto permite construir conceptos que aproximan a un
conocimiento cada vez más objetivo del mundo físico.
La noción de causalidad
Las relaciones causales suponen una progresiva disociación entre el sujeto y los objetos y una
objetivización de esas relaciones. La comprensión de las relaciones entre los objetos se independiza de
la propia actividad.
Con el pensamiento operatorio (hacia los 7 años) aparece una nueva forma de causalidad, en
la que atribuye operaciones a los objetos y logra dar explicaciones correctas y objetivas a algunos
fenómenos.
Hood y Bloom (1979) mostraron cómo los niños comienzan a acceder al conocimiento de estos
principios de causalidad incluso entre los 2 y 3 años, como lo demuestran diferentes expresiones
lingüísticas (te pegué porque...).
Bullock (1985) acepta que algunas de las limitaciones del pensamiento infantil pueden estar
relacionadas con la ausencia de conocimientos que tiene en determinados dominios y al modo en que
este conocimiento es organizado. Considera este autor que la comprensión de los fenómenos físicos
lleva implícito: a) un cierto determinismo, b) la aceptación de que la causa precede o concurre con el
efecto, c) las relaciones se comprenden en términos de mecanismos.
54
Carey (1985) considera que las diferencias cognitivas entre niños y adultos se deben a un
formato representacional diferente (a las estructuras mediante las que se organiza la información): la
metacognición (capacidad de pensar sobre la propia actividad mental que permitiría una planificación
consciente de la tarea) y los cambios relacionados con la adquisición y reorganización del conocimiento.
Siegler (1986) tampoco comparte la opinión de Piaget de que la noción de causalidad aparece
en el periodo operatorio. Piensa que los niños preescolares van más allá en el conocimiento de este tipo
de relaciones de lo que propone Piaget. En un trabajo de Bullock y Gelman (1979), niños de 3 y 4 años
que habían observado tres sucesos en un determinado orden (A-B-C) eran capaces de establecer
relaciones entre ellos. Según Siegler, la contigüidad espacio-temporal y la regularidad se adquieren algo
más tarde.
Para Vygotsky, internalizares la capacidad de utilizar signos y presenta dos características: a) los signos
tienen una dimensión funcional y actúan como instrumentos de actividad psicológica, y la capacidad
para poder representar una actividad tanto interna como externa es el primer paso para controlarla; b)
el signo tiene un origen social, la actividad del niño está mediatizada por las relaciones sociales y en ese
contexto es donde empieza a utilizar el signo.
Mientras que para Piaget el lenguaje egocéntrico del periodo preoperatorio supone una
incapacidad de comunicación verbal que desaparece con el paso del tiempo, para Vygotsky, el uso del
lenguaje durante esta etapa tiene no sólo una función de comunicación sino también de control de la
propia actividad.
Vygotsky describió una evolución de las relaciones entre lenguaje y pensamiento en tres etapas:
1. Pensamiento preverbal y comienzo del lenguaje con una función emocional y comunicativa.
2. Lenguaje egocéntrico (pensamiento preoperatorio). Utilización de signos en la solución de
problemas internos. En la medida en que el niño puede verbalizar la meta de su acción y los
medios empleados para lograrla va progresando hacia la solución del problema. Acción y
palabra constituyen una unidad funcional. El lenguaje egocéntrico: permite trascender las
condiciones de una situación concreta y las limitaciones de su campo visual, permite dividir la
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acción en dos partes: planificación y actuación, y actúa como instrumento para controlar la
propia conducta.
3. Habla interiorizada.
E. Siegler y el pensamiento preoperatorio
Para los teóricos del procesamiento de la información son fundamentales, además de los procesos de
codificación, estos tres aspectos:
• Los conocimientos previamente adquiridos en relación a problemas que debe abordar en un
momento dado.
• El proceso de aprendizaje.
• Las diferencias en el desarrollo.
Para Siegler, las representaciones infantiles se organizan en torno a las reglas, que son
instrumentos de los que se sirve el investigador para evaluar el conocimiento de los niños y que se
refieren a las representaciones mentales que los niños forman de la tarea. A partir de ellas extrae los
presupuestos que están en la base de su sistema:
• La comprensión conceptual del niño progresa a través de una secuencia regular de reglas
cualitativas discretas.
• Las reglas están ordenadas en términos de una correlación creciente con las reglas que los niños
encuentran en su entorno.
• Los niños no adoptan inmediatamente la regla correcta debido a las dificultades en la
codificación de sus componentes.
• La codificación inadecuada puede estar causada por déficits en el conocimiento de la
importancia de algunas dimensiones, o también por la permanencia perceptiva de determinados
factores de la situación.
• Las experiencias de aprendizaje deben ser discriminantes en relación con las reglas. El niño
aprenderá cuál es la regla más correcta.
Asumiendo estos presupuestos, critica la noción de estadio propuesta por otros modelos de
desarrollo. El niño preescolar posee mayor competencia mental que la que le atribuyó Piaget; si ésta no
se manifiesta en su actuación puede deberse a la ausencia de conocimiento o a la falta de habilidades
que podrían adquirirse mediante aprendizaje. Así, las limitaciones del razonamiento infantil pueden
deberse a los métodos que se utilizan para acceder al pensamiento del niño y que se apoyan en la
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verbalización. En los trabajos de Siegler, los niños manifiestan formas de razonamiento más avanzadas
de lo que proponía Piaget. Además, considera que la aparición del pensamiento preoperatorio no se
debe a cambios cualitativos, sino que los cambios en el desarrollo tienen una continuidad. Siegler
también critica la falta de consistencia intraestadio, argumentando que no se trata de proponer
estructuras, sino de buscar posibles consistencias en diferentes tipos de razonamiento, como las
diferentes dimensiones de una tarea que son capaces de codificar, o el bagaje de conocimientos que
posee para enfrentarse a la realidad y los procesos de aprendizaje a partir de los cuales accede al
conocimiento.
57
IV.
DESARROLLO DE LAS OPERACIONES CONCRETAS
Y DE LA MEMORIA
A. Operaciones lógico-matemáticas
B. Operaciones infralógicas
2. DESARROLLO DE LA MEMORIA
A. Estructuras de la memoria
B. El desarrollo de la memoria
58
Esta etapa abarca de los 7 a los 11 años. A partir de este momento, los niños muestran una mayor
capacidad para el razonamiento lógico, aunque todavía muy concreto (Jacobs y Potenza, 1991). El
pensamiento del niño sigue vinculado a la realidad empírica (Piaget, 1967). Los niños cuentan ya con
cierto progreso hacia la extensión de sus pensamientos de lo real a lo potencial (Elkind, 1970), pero el
punto de partida debe ser lo que es real, pues los niños en la etapa de las operaciones concretas sólo
pueden razonar acerca de la cosas con las que han tenido experiencia personal directa. Cuando tienen
que partir de una proposición hipotética o contraria a los hechos, tienen dificultades. Pueden distinguir
entre creencia hipotética y evidencia, pero no pueden probar las hipótesis de manera sistemática y
científica (Sodian, Zaitchik y Carey, 1991).
Es a partir de ahora cuando la inteligencia empieza a ser operacional y el niño cuenta con unas
estructuras cognitivas que le permitirán interactuar con el medio social y adulto de un modo mucho
más adaptativo que en el estadio anterior.
Hacia los 7 u 8 años se observa en el niño escolarizado el uso de la operación lógica en sus modos
de pensar y de actuar cognoscitivamente sobre su contesto conductual más inmediato; esta actividad
intelectual, sin embargo aún tiene ciertas limitaciones, de ahí que se le denomine “concreta ”. Esto es, el
niño aún no puede operar mentalmente si no es en presencia de una información directamente
percibida o perceptible y siempre representada o representable. Este periodo recorre la segunda infancia
y llega a las puertas de la adolescencia.
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a) Inversión: garantiza que toda transformación en una determinada dirección puede llevarse a
cabo en la dirección opuesta.
b)Compensación: operación que equilibra o anula los efectos de una determinada
transformación.
Piaget utiliza el constructo teórico de agrupación para representar las operaciones concretas.
Una agrupación se entiende como un conjunto de elementos estructurados de acuerdo con seis
condiciones: identidad, composición, reversibilidad, asociatividad, tautología y reabsorción.
• Identidad: establece que la suma de una clase con otra nula deja la primera inalterada. Se
encuentra en la base del esquema de invarianza típicamente utilizado en las operaciones de
conservación.
• Composición: propiedad mediante la cual dos clases contiguas pueden combinarse para
producir una tercera que pertenece aún al conjunto de clases (perros + gatos = animales).
• Reversibilidad (de inversión o de compensación): indica que toda combinación es reversible.
• Asociatividad: dos rutas de pensamiento diferentes pueden llegar a la misma conclusión.
• Tautología: una clase combinada consigo misma da como resultado la propia clase.
• Reabsorción: una clase combinada con la supraordinada da esta última.
En una revisión del tema, Piaget (1972) establece sólo una operación principal para las
agrupaciones: la ley de composición en la que se combinan la identidad y la reversibilidad. Y una
operación es una acción internalizada, reversible, que supone invarianza o conservación, que es parte de
un sistema de operaciones o estructura y que dirige las transformaciones entre los elementos de ese
conjunto.
En este estadio de las operaciones concretas se dan tres fenómenos esenciales para el desarrollo
cognitivo: reversibilidad , integración en un sistema de conjuntos y la transitividad o completa
descentración del conocimiento del niño, superando con ella tanto la acomodación fenomenista
sensomotora como la asimilación egocéntrica del periodo preoperacional. Tenemos, pues, que las
operaciones concretas son reversibles, porque ahora el niño puede representarse mentalmente las
operaciones en sentidos opuestos; ahora capta tanto el cambio como el retorno de las cosas a su estado
original. Se denominan actos transitivos porque superan el pensamiento egocéntrico y comparan sus
esquemas asimilativos con otros que provienen de fuera.
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Dentro de las operaciones concretas, distingue la Escuela de Ginebra dos tipos de orden
diferente: las operaciones lógico-matemáticas y las infralógicas.
A. Operaciones lógico-matemáticas
B. Operaciones infralógicas
Las operaciones infralógicas nos ofrecen otro aspecto de la realidad, no anterior sino simultáneo,
mediante el cual nos enfrentamos a fenómenos continuos y menos tangibles; por ejemplo la vivencia
psicológica del paso del tiempo. Abarcan los grupos aritméticos de medición y de relaciones espaciales.
61
propiedades esenciales del número al mismo tiempo que es capaz de realizar seriaciones y
clasificaciones) y están relacionados lógicamente (los números naturales tienen dos significados
diferentes: relacional y clasificatorio y ordinal y cardinal).
En el experimento de Inhelder, Piaget, Szeminska (1948) los niños pequeños comprueban las
alturas visualmente, los niños de 5-7 años colocan una mano en la base de la torre y otra en la cima y
tratan de mantener esta distancia y llevarla a su torre. Los niños mayores utilizan objetos independientes
del propio cuerpo y sólo los niños de 10-11 años (final de periodo operacional) eligen una vara de
menor longitud y la utilizan de unidad.
El desarrollo topológico precede al desarrollo euclidiano y proyectivo. A los cuatro años pueden
realizar discriminaciones topológicas (abierto-cerrado, próximo-lejano), y hasta los siete u ocho años no
comienzan a surgir las discriminaciones euclidianas (ángulos, paralelismos, proporciones) ni proyectivas
(perspectivas nuevas y orientaciones extrañas de objetos). En cuanto a la conservación de la distancia
sólo los sujetos operacionales son capaces de mantener sus juicios a pesar de los cambios producidos
respecto a la situación inicial.
En cuanto a los estudios sobre secuencias invariantes y estructura interárea para Piaget, como
hemos visto, existen claramente sincronías entre áreas o al menos secuencias invariantes en el
desarrollo. Las investigaciones en esta dirección tratan de comprobar si cada operación emerge de una
serie de fases invariantes y si emergen guardando un orden secuencial fijo entre ellas.
2. DESARROLLO DE LA MEMORIA
Puesto que los componentes y procesos de memoria, así como los principales autores y modelos
teóricos serán ampliamente expuestos en otras áreas específicas, aquí sólo veremos brevemente aquellos
aspectos relevantes en el desarrollo.
A. Estructuras de la memoria
Atkinson y Shiffrin (1968) proponen el modelo multialmacén, conceptualizando la memoria como una
serie de sistemas complejos y diferentes relacionados entre sí: memoria sensorial, memoria a corto
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plazo y memoria a largo plazo. La memoria sensorial registra información proveniente de los
sentidos, almacenándose durante un lapso de tiempo muy breve. Su función es proporcionar una
descripción del mundo y mantener la información el suficiente tiempo para que sea codificada y
almacenada en la memoria a corto plazo. La capacidad de almacenamiento parece constante a partir de
los 5 años, pero los niños tardan más que los adultos en formarse representaciones. La memoria a
corto plazo codifica e interpreta la información ambiental y lo almacena durante periodos breves de
tiempo (15-30 seg.). La capacidad de almacenamiento es limitada, alrededor de 7 unidades. La
repetición verbal de los ítems permite superar la duración de la información en la memoria a corto
plazo. Gracias a las características de esta memoria podemos realizar tareas como comprender el
lenguaje o hacer cálculos numéricos. La memoria a largo plazo se refiere al recuerdo de información
durante largos periodos de tiempo.
B. El desarrollo de la memoria
A. Cambios en la capacidad
Case (1981) argumenta, en cambio, que con la práctica y el dominio de la tarea se automatizan
recursos por lo que queda más espacio para operar. Case sostiene la existencia de estadios pero
caracterizados, no por la estructura lógica ni por el crecimiento del espacio M, sino por la existencia de
diferentes tipos de operaciones intelectuales básicas.
Los niños pueden reconocer objetos desde el primer momento de su nacimiento, al mismo
tiempo que son capaces de asociar estímulos y respuestas. Las características de los estímulos que han
de ser recordados condicionan el reconocimiento o no de los mismos.
63
Los estudios sobre memorización y capacidad de categorizar han demostrado (Orstein y col.
1988) que mientras los niños mayores establecen relaciones mediante relaciones semánticas y
significativas entre los ítems, los pequeños lo hacen al azar. Los niños pequeños tenían conocimientos
para organizar los ítems pero no sabían aplicar esta habilidad a la situación concreta.
Naus y Ornstein (1983) definen las estrategias como actividades cognitivas o conductuales que
el sujeto controla deliberadamente y que son empleadas para mejorar el rendimiento de la memoria.
Siegler (1986) resalta que las estrategias suponen actividades mentales o físicas, que dichas actividades
tienen lugar entre la presentación del material que ha de ser recordado y el acto de recordar, son
voluntarias y se usan en todas las fases de memorización.
La repetición es una estrategia básica que solemos utilizar siempre que queremos mantener
información en la MCP y poder introducirla en la MLP. Flavell y col. (1966) comprobó un incremento
en el uso de la repetición según avanzaba la edad de los niños, que se acompañaba de un mayor
recuerdo. Los niños pequeños (5 y 6 años) no suelen utilizar espontáneamente la estrategia de
repetición que es utilizada en forma sistemática a partir de los siete años. Mediante el entrenamiento
estos niños pueden beneficiarse del uso de esta estrategia, aunque sus efectos no se mantienen en el
tiempo.
64
misma categoría con el fin de recordarlos mejor. Cuando a los niños de 5-6 años se les entrenaba, las
diferencias evolutivas desaparecían.
La elaboración se refiere a la creación de relaciones entre los ítems que han de ser recordados.
Los ítems adquieren significado a partir de una determinada actividad, relación o episodio. Siegler
(1986) muestra como su utilización espontánea es relativamente tardía y los niños mayores se benefician
más de las elaboraciones que generan. La utilización de esquemas y guiones ayuda a recordar.
Rumbelhart (1980) define los esquemas como bloques constructivos de conocimiento. Barlett
(1932) concluyó que el recuerdo de los sujetos de las historias culturales era muy impreciso,
reduciéndose sólo a un bosquejo general de la narración memorizada y olvidando la mayor parte de los
detalles. Los sujetos distorsionaban la historia original y recordaban versiones modificadas de ella,
introduciendo elementos nuevos que coincidían con las características culturales y los conocimientos
previos que tenían. Se concluye que los sujetos reelaboran la información recibida.
Los esquemas son estructuras de datos que pueden ser almacenados en la memoria y para
Rumbelhart (1980):
Los esquemas son activados con el procesamiento arriba-abajo, guiado conceptualmente, que
permite que tras la activación de un esquema de alto nivel se activen subesquemas encajados a él, y por
el procesamiento abajo-arriba, guiado por los datos, que permite que un subesquema active a un
esquema superior.
65
Los niños de cuatro años tienen pocas dificultades para recordar una historia cuando éstas se
presentan en orden normal (usan el esquema de historia) pero no son capaces de recordarlas cuando se
presenta en forma desorganizada. Los niños de 6 años son capaces de generar estrategias para
reconstruir historias de forma similar a los adultos.
Siegler (1983) pone el acento en que las diferencias en la resolución de tareas como la balanza,
entre niños y adultos, se deben a la diferente codificación que realizan, que depende a su vez del
conocimiento que tienen sobre la relativa importancia de los distintos factores que intervienen en la
tarea.
Carey (1985) ha encontrado que los conceptos biológicos en los niños pequeños están
organizados a partir de su conocimiento de las actividades biológicas humanas (así comer, respirar,
dormir, etc., son atribuidas por niños de 4 y 7 años a los hombres pero no a los animales), mientras que
a partir de los 10 años se organizan en términos de funciones biológicas generales de los seres vivos.
Carey explica el animismo infantil en base a la ausencia de conocimiento biológico por parte de los
niños pequeños. De esta manera, la reorganización de conocimiento en diferentes campos, fruto del
aprendizaje escolar, permitiría explicar gran parte de las transformaciones cognitivas que se producen
entre la infancia y la adolescencia y la edad adulta.
66
V.
METACOGNICIÓN, DESARROLLO COGNITIVO
Y COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD
67
En los años sesenta, los psicólogos comenzaron a interesarse por el estudio del conocimiento
que las personas tenemos sobre nuestros propios procesos cognitivos y sus productos. Flavell (1976)
define la metacognición como un proceso relacionado con el conocimiento que puede alcanzar el
sujeto de sus propios procesos mentales o de la información sobre la que éstos se ejercen, y al control
de su actividad por parte del sujeto. Según A. Brown (1983) la metacognición se refiere al
conocimiento de uno mismo y al control del dominio cognitivo. Según este autor esta información
tiene una serie de características: es constatable (accesible al sujeto y puede darlo a conocer a los
demás), falible (tanto el niño como el adulto pueden deformar o reinterpretar los contenidos), su
desarrollo es relativamente tardío y es relativamente estable (incluso podría formar parte de teorías
ingenuas sobre los propios procesos de conocimiento).
Variables personales, que permiten diferenciar los procesos propios de los ajenos.
Variables relacionadas con la tarea, que aluden a la naturaleza de la información que maneja el
sujeto cuando reconoce que dicha información puede afectar a su proceso de conocimiento.
Variables relacionadas con las estrategias metacognitivas que suponen una reflexión sobre las
estrategias cognitivas que, en un momento dado, ha utilizado el sujeto.
Flavell y Wellman (1977) establecieron un modelo de cognición que, expresado en relación con la
memoria, puede servir para clasificar lo que significa la metacognición. Distinguen cuatro categorías
amplias de fenómenos cognitivos que en parte se solapan:
1.- Las operaciones y los procesos más básicos de la cognición, por ejemplo, los procesos por
los que se reconoce un objeto, el proceso de asociación por el que un objeto trae a nuestra mente otro
relacionado con él. Tal vez no nos demos cuenta de la actuación de estos procesos. Probablemente
evolucionan muy poco con la edad. Flavell y Wellman denominan a esta primaria o primitiva facultad
de la memoria: Hardware.
2.- La segunda categoría abarca los efectos relativamente directos, involuntarios y por lo común
inconscientes del nivel de desarrollo general cognitivo en el comportamiento de la memoria. Esta
categoría es denominada el componente de conocimiento. Obviamente se perfecciona con la edad a
medida que los progresos en el contenido y en la estructura de los sistemas semánticos o conceptuales
68
vuelven los inputs más familiares, más significativas e interrelacionados. Este componente de
conocimiento de la memoria es probablemente tan inconsciente y automático como las operaciones de
la primera categoría.
4.- La cuarta categoría se designaría, términos de Brown, "conocer sobre el conocer". Flavell y
Wellman la denominan metacognición. En el contexto de la memoria indica el conocimiento y la
conciencia que tiene el individuo de su memoria, de todo lo perteneciente al almacenamiento y
recuerdo de la información.
Premak y Woodruff (1979) fueron los primeros en utilizar el término “teorías de la mente”
para describir la habilidad de las personas de atribuir estados mentales a sí mismos o a los otros. Estos
autores consideran que la capacidad de formar una teoría de la mente y la adquisición del lenguaje son
características fundamentalmente humanas.
Wellman y Johnson (1979) analizan la significación que para los niños tienen los términos que
para los adultos designan estados mentales. Sólo a partir de un determinado momento los niños los
utilizan correctamente, y sería un indicador de que va diferenciando el mundo físico del mental.
69
Comprender realmente las significación de términos que aluden a estados mentales supone captar que
no siempre están asociados a una determinada acción observable. Estos autores encuentran que,
aunque los preescolares no conciben el mundo mental como algo interno e independiente del mundo
externo, los niños acceden a ese conocimiento a edades mucho más tempranas de lo que Piaget
suponía.
Wellman (1985) analiza hasta qué punto los niños son capaces de diferenciar más de dos
procesos mentales y en qué momento aparece esa diferenciación. En su experimento piden a los niños
que discriminen entre, por ejemplo, recordar, conocer y adivinar. Los dos primeros están relacionados
con situaciones de verdad o falsedad en la realidad, mientras que adivinar es más independiente de los
hechos. Los resultados muestran que las distinciones comienzan a establecerse a los cuatro años,
aunque no les resulta fácil explicar las relaciones de estas diferencias.
Wellman (1985) define las teorías de la mente como el conocimiento de la existencia del
mundo mental. Estas teorías están formadas por un amplio número de proposiciones que se relacionan
entre sí para explicar los hechos y están sujetas a una compleja evolución. Según Wellman existen al
menos cinco dimensiones de conocimiento que están incluidas en una teoría de la mente:
1. La persona debe conocer que sus pensamientos y estados internos existen y que son diferentes
de los sucesos del mundo exterior.
2. Los procesos de conocimiento son múltiples y es necesario establecer diferencias entre ellos.
3. Estos procesos mentales, además, pueden ser similares en algunos aspectos o relacionarse entre
sí.
4. El rendimiento en tareas mentales puede verse influido por determinados factores o variables, el
tipo de tareas, estrategias, etc.
5. La capacidad de las personas de dirigir y controlar sus propios procesos de conocimiento.
Johnson y Wellman (1982) analizan cómo los niños llegan a adquirir un concepto integrado de
la vida mental, comprobando si conocen que varias actividades mentales residen en el cerebro o
requieren un órgano mental para ser llevadas a cabo. Las conclusiones fueron que los niños de
preescolar tenían un concepto similar al de la mente, pero mostraban una visión poco integradora de la
actividad humana en general. Cuando aumentaba la edad se consideraban las actividades mentales
implicadas con otras conductas. Un aumento en la edad mostraba una comprensión del cerebro en
términos fisiológicos.
70
2. LA METAMEMORIA
Flavell y cols. (1993) señalan que la memoria es cognición aplicada. Los niños con la edad no sólo
amplían su capacidad de memoria, sino también su conocimiento sobre su propia memoria. Este
elemento o metamemoria es para Flavell la capacidad de controlar las propias actividades mentales, lo
que contribuye a usarlas eficazmente. Los procesos de metamemoria están unidos a la posibilidad de
utilizar estrategias, para almacenar y recuperar acuerdos. Esta capacidad para utilizar estrategias
aumenta con la edad. Flavell y sus colaboradores determinaron un conjunto de modalidades de
metamemoria que se diferenciaban en que cada una aludía a los distintos aspectos que pueden
intervenir en tareas de recuerdo. Estas modalidades se agrupan en torno a dos ejes:
• La sensibilidad hacia el refuerzo: ¿en qué medida son conscientes de que tienen que realizar
un esfuerzo orientado al almacenamiento y recuperación de la información que se trata de
recordar? Wellman (1977) estudió el efecto sobre la sensibilidad al esfuerzo del hecho de tener un
conocimiento previo de la información que se debe recordar. Comprobó cómo los niños de
preescolar, primero y tercer grado se esforzaban en recordar el ítem cuando lo juzgaban
desconocido previamente, aunque la mayor sensibilidad se daba en niños mayores.
• El conocimiento de algunas variables que pueden incidir en las tareas de recuerdo: Flavell
y cols. (1970) analizaron cómo los niños de preescolar, segundo y cuarto grado precedían su
comportamiento en una tarea de memoria inmediata. Los resultados mostraron cómo los niños
mayores de siete años (aunque también un tercio de los niños de preescolar) eran capaces de juzgar
las limitaciones de su memoria con cierta exactitud. Estas diferencias con los niños pequeños
pueden deberse a: 1) el tipo de tareas era demasiado abstracto (Wippich, 1981), 2) a la falta de
experiencia de los niños en reflexionar sobre su propia memoria lo que ocasionaría las diferencias
(Markman, 1973; Chi, 1978).
En cuanto a la regulación del conocimiento, autores Piaget, Vygostky, y los teóricos de los esquemas y
del Procesamiento de la información, hablaron ya de cómo los individuos construimos y dirigimos
nuestros procesos de aprendizaje. A continuación, veremos cómo tratan este tema otros autores
recientes.
71
• Brown (1983) concibe la metacognición como la regulación y control del conocimiento,
refiriéndose a la participación activa de quien aprende en tres momentos precisos del proceso:
• Las teorías en acción: Karmiloff-Smith utilizan el término metaprocesos para referirse a las
operaciones mentales que operan al nivel de las representaciones internas. Según esta autora,
mientras la metacognición se refiere a procesos con un desarrollo relativamente tardío y que
72
implican una cierta conciencia verbal, los metaprocesos por el contrario están presentes en
cualquier nivel de desarrollo y no pueden ser reducidos a procesos de naturaleza puramente
declarativa. En sus primeros trabajos con Inhelder sobre el desarrollo cognitivo se interesa por
determinar el papel de la experiencia en el camino representacional. Reconoce que el papel de
los objetos en relación al niño, en cuanto al control que éstos ejercen sobre las representaciones,
puede variar en función de la situación del niño. Si el niño está centrado en el éxito de su
acción, las respuestas positivas de los objetos son lo más importante, aumentando la tendencia
natural a repetir acciones que producen éxito, el niño comienza a interpretar la regularidad de
las respuestas positivas y poco a poco comienzan a serlo en relación a una teoría. Las respuestas
negativas en su relación con el objeto desvían la atención del niño hacia los medios necesarios
para conseguir el éxito, esas respuestas siguen siendo una acción más que una teoría. Las
respuestas negativas de los objetos a la acción del niño son una condición necesaria para que se
produzca un progreso en el conocimiento, pero no son suficientes, ya que, para que realmente
lo sean, deben contradecir a una teoría de acción.
• El niño intenta resolver el problema en sucesivos intentos orientados a reducir la distancia entre
la situación actual de la tarea y la meta que se pretende lograr. La conducta está controlada por
el ambiente y se puede analizar en términos de unidades independientes.
• Después reconstruye los procedimientos que utiliza en la tarea para trabajar sobre ellos (fase de
meta-procedimental). La conducta ya no está controlada por el entorno, sino por mecanismos
internos de control arriba-abajo, las representaciones adquieren una forma rígida
construyéndose las teorías en acción. Esas representaciones tienen una cierta relación entre sí.
• Se supone la existencia de mecanismos de control que modulan la interacción del entorno y las
representaciones internas. No existe un predominio absoluto de una determinada forma de
control. Las representaciones son ricas y coherentes, y no deformadas.
4. LA COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD
Los progresos del desarrollo psicológico se pueden describir haciendo referencia a: 1) los cambios en la
capacidad de actuación o modificaciones en su conducta, 2) los cambios que tienen lugar en sus
73
instrumentos intelectuales o los medios para organizar la realidad; 3) las variaciones que se producen en
las representaciones de la realidad.
Todos estos progresos constituyen tres manifestaciones de un mismo proceso. Las teorías
psicológicas se han ocupado más de unos aspectos que de otros. Los instrumentos intelectuales se han
de estudiar con una cierta independencia de los contenidos sobre los que se aplican, pero se ha ido
viendo éstos son importantes a la hora de aplicar unas u otras capacidades o no aplicarlas, teniendo un
papel determinante en cómo se piensa. Por esta razón es importante el estudio de la representación y de
la construcción de las teorías sobre la realidad.
Wimmer y Perner (1983) realizan un experimento sobre la comprensión de una creencia falsa.
Un niño asiste a una escena en la que una niña guarda una canica en una cesta y sale de la habitación.
Otra niña cambia la canica a una caja. La primera niña vuelve a entrar. Se le pregunta al niño ¿dónde
buscará la canica? Si el niño afirma que la buscará en la caja estará basándose en su propio
conocimiento y no atribuyendo a la niña la creencia de que está en la cesta, pero si afirma que la buscará
en la cesta está atribuyendo a la niña la creencia de que está en la cesta, sabiendo que es errónea, lo que
supone hacer inferencias sobre el estado mental de otro y comprender cómo determina su conducta.
Sólo a partir de los cinco años los niños suelen dar la respuesta correcta, lo que hace suponer que entre
los cuatro y cinco años es cuando se produciría ese salto en la comprensión. Las investigaciones en este
campo se han disparado en los últimos años estudiando tareas que implican deseos, intenciones,
emociones, etc.
Wellman (1990) sostiene que hacia los tres años el niño adquiere la comprensión de:
6. La distinción básica entre la mente y el mundo material, como dos fenómenos distintos.
7. La existencia y la naturaleza de las creencias y los deseos.
8. Las relaciones entre las entidades mentales.
9. Que los contenidos de la mente representan el mundo exterior a ella.
Flavell y cols. (1993) establecen cinco postulados que componen la teoría de la mente: los tres
primeros coinciden con los de Wellman y los otros dos hacen referencia a:
1. La mente puede representar los objetos y los acontecimientos con exactitud o de forma
inadecuada (lo que permite comprender la falsa creencia, la mentira y el engaño).
74
2. La mente es un mediador activo en la interpretación de la realidad y en la emoción que se
experimenta.
La teoría de la mente se empieza a formar desde muy temprano (2º año). Según Wellman, hacia
los tres años se establece la teoría “creencia-deseo”, por la que le niño supone que las creencias y deseos
conducen a las acciones. Entre los tres y cuatro años se produciría el salto más significativo,
consolidándose a los cinco y evolucionando posteriormente.
Según Delval (1994) no se trataría de una teoría de la mente en sentido estricto tal y como lo
entienden los filósofos de la ciencia, sino que se trata de un conjunto de creencias sobre el
funcionamiento de la mente propia y la de los otros, la elaboración de una psicología ingenua o popular.
Se ha discutido si la capacidad de entender a los otros es algo distinto de la capacidad para entender la
realidad no psicológica. Delval (1994) argumenta que parece científicamente más precavido pensar que
los conocimientos acerca de la mente humana se forman de la misma manera que las representaciones
sobre la realidad física.
Los adultos hemos llegado a diferenciar lo que se considera como realidad objetiva
independiente que no podemos modificar, sometida a unos controles y reglas, y lo que imaginamos.
Pero al mismo tiempo podemos crear realidades fantásticas por medio del lenguaje y otras formas de
representación, que sabemos que no son reales.
Durante la infancia, esas dos esferas confunden. El niño ignora la diferencia entre la
imaginación contrastada, que se ajusta a la realidad, y la imaginación no contrastada, por lo que todo
presenta a la vez un carácter objetivo y subjetivo. Se podría decir que para el niño pequeño la realidad
objetiva es menos real que para nosotros, mientras que la ficción lo es más.
75
Piaget (1926) encontró que los niños creen que los sueños tienen una gran realidad, y al
principio piensan que los sueños vienen del exterior y creen que otros pueden verlos. Posteriormente,
consideran que, aunque vienen de dentro, tienen lugar fuera de nosotros y que durante el sueño se está
en el sitio con el que se sueña. Los niños mayores piensan que los sueños son producto de su
imaginación.
Flavell y cols. (1986) han realizado una serie de estudios para determinar cuándo el niño es
capaz de diferenciar entre apariencia y realidad . Encontraron que muchos niños de entre tres y cuatro
años fracasan en la distinción. Además, Flavell encuentra gran correlación con la capacidad para
adoptar otra perspectiva en tareas perceptivas simples (egocentrismo). Los niños de seis y siete años ya
han adquirido un notable dominio en esta discriminación, pero les cuesta usar y comprender conceptos
como “parece como” o “parece diferente de lo que real y verdaderamente es”. Los sujetos de 11-12
años poseen un conocimiento adecuado y rico.
La realidad del niño pequeño presenta un carácter difuso. El juego simbólico tiene mucha
relación con este carácter de la realidad, y los niños disfrutan representando papeles o sucesos
imaginarios tanto como si fueran reales. También se relaciona con ello la fabulación encontrada en las
respuestas de los niños mediante el método clínico.
La fantasía sigue las mismas líneas de desarrollo que la inteligencia, pero participa del juego
siendo más libre, predominando la asimilación y no teniendo que adaptarse a la realidad. Los elementos
con que se construye traducen la comprensión que el sujeto tiene de la realidad y lo que desea.
Los cuentos infantiles expresan de forma simbólica muchas de las preocupaciones de los niños,
pero donde el orden triunfa.
A medida que el niño crece va diferenciando más claramente la realidad objetiva de los deseos,
imágenes, sueños, intenciones, juegos o cuentos.
B. El egocentrismo
El egocentrismo, entiendo como una dificultad para situarse en una perspectiva diferente a la suya,
adquiere el adjetivo de social (Piaget, 1926). Esta característica está posiblemente vinculada con las
dificultades de manejar información. El sujeto no diferencia su perspectiva y su modo de funcionar de
lo que le rodea, ya sea la realidad física, psicológica o social.
76
Según describía Piaget, en el periodo sensoriomotor, el niño ha de aprender las leyes que rigen
el funcionamiento de la realidad, que ofrece resistencias y no depende de sus deseos. Una vez superado
este egocentrismo relativo a la acción, aparece un egocentrismo referente al pensamiento, como la
dificultad para diferenciar los propios procesos mentales de los procesos de los otros. Por ejemplo,
cuando, al taparse la cara, el niño cree que los demás dejan de verlo es un ejemplo de la evolución del
egocentrismo. Piaget habló también de un egocentrismo en el lenguaje, en el cual el niño habla en voz
alta pero no para comunicar, sino para apoyar su propia acción. Esto es lo que Vygotsky (1934)
consideró que se convertía en el lenguaje interior de los adultos.
Cierto grado de egocentrismo siempre permanece y nunca se supera, porque siempre vemos las
cosas desde nuestro punto de vista. El egocentrismo depende mucho de la tarea y del problema
planteado y de la familiaridad con ellos.
Las categorías se organizan en taxonomías (sistemas de relación entre las categorías mediante
inclusión). Rosch y cols. (1977) sostienen que las taxonomías tienen al menos tres niveles de
abstracción:
1. Nivel básico, en el que combina un máximo número de rasgos comunes a todos los miembros
de la categoría fácilmente reconocibles y diferenciables de otras categorías (cuatro patas, asiento
y respaldo).
2. Nivel supraordenado, formado por miembros que tienen menos rasgos comunes que
diferenciadores (mueble).
3. Nivel subordinado, formado por elementos que poseen todos los rasgos diferenciadores del
nivel básico, pero no tienen muchos rasgos que los diferencien de otras categorías de nivel
subordinado (silla de comedor, silla de cocina).
77
Las categorías del nivel básico serían las más naturales y más fáciles de formar (a los tres años el
99% realiza bien estas tareas).
Rosch señala, además, que lo que se utiliza para caracterizar a una categoría es un prototipo
(ejemplo que reúne los principales rasgos de una categoría).
En las explicaciones de la realidad, el niño forma hipótesis explicativas de los sucesos que luego
contrasta con los hechos. El niño va avanzando así de modelos válidos para situaciones simples a
modelos más avanzados. Karniloff-Smith e Inhelder (1974) realizaron un experimento para estudiar la
formación de conjeturas explicativas en niños de cuatro años y medio y nueve años y cinco meses. Los
resultados indicaron que los niños necesitan contraejemplos, pero, además, que éstos se han de
presentar en el momento adecuado. En su experimento, observa cómo el desarrollo no es un progreso
lineal, sino algo más complejo en donde lo importante es la representación del problema que construye
el sujeto. El niño no abandona una teoría hasta disponer de otra, y a veces coexisten una para unos
fenómenos y otra para otros. Al plantear problemas complejos el sujeto retrocede a soluciones
primitivas que domina mejor y que le van a servir de punto de partida para realizar nuevos progresos.
Desde el nacimiento se están formulando conjeturas para explicar los fenómenos. Las del
periodo sensoriomotor son de tipo práctico, las conjeturas concretas atienden a los datos presentes y las
formales son más amplias y generales. Según Karmiloff-Smith e Inhelder, lo que diferencia a las
conjeturas concretas de las formales es el papel de los contraejemplos. El sujeto concreto no es capaz
de buscar contraejemplos y sus teorías son frecuentemente implícitas y le resulta muy difícil hacerlas
explícitas.
Las teorías espontáneas o teorías implícitas o teorías en acción son el producto de la creación de
los niños y adolescentes, aparecen de forma muy semejante en los diferentes países y medios sociales y
se van abandonando a medida que crecen.
78
Según diferentes autores las representaciones espontáneas se caracterizan por:
• Tienen una relación con el nivel cognitivo del sujeto. Estas representaciones tienen que ver con
representaciones que se han mantenido a lo largo de la historia de la humanidad.
• Son resistentes al cambio y a la sustitución. Las pruebas en contra no llevan a modificar sus
ideas son a adaptarlas, pudiendo llegar a ser completamente impermeables a la experiencia
contraria. Pueden cambiar con el tiempo y muchas de esas representaciones dependen de la
posición social del sujeto, por lo que cambios en esa posición pueden llevarle a cambiar sus
representaciones sociales.
• Diferir de las representaciones de la ciencia, por lo que son inadecuadas en muchos casos para
explicar el problema.
En las investigaciones de novatos vs expertos se ha encontrado que los expertos son capaces
de realizar las tareas en menos tiempo: son cuatro veces más rápidos que los novatos. Los expertos no
sólo tienen más conocimientos, sino que los tienen organizados en unidades mayores y más conectadas
entre sí. Los expertos trabajan hacia adelante y los novatos hacia atrás, es decir, que el novato se orienta
hacia el objetivo mientras que el experto inserta primero el problema dentro de un conjunto de
problemas semejantes. Según Delval (1994) todo esto demuestra la diferencia entre expertos y novatos
no radicaría sólo en la cantidad de conocimientos sino, sobre todo, en la forma en la que lo tienen
79
organizado y cómo trabajan. El novato posee conocimientos independientes mientras que el experto
dispondría de grandes bloques de conocimientos conectados entre sí.
El paso de novato a experto se produce por medio de la reestructuración, consistente en
cambios que conducen a la creación de nuevas estructuras, lo cual permite interpretar nueva
información o dar cuenta de información nueva. Vosniadou y Brewer (1987) señalan que se puede
concebir:
• Una reestructuración global (el paso de un estadio a otro, considerado por Piaget, y que daría lugar
a cambios en las estructuras aplicables a todos los conocimientos).
La teoría de la reestructuración débil sostiene que los expertos establecen más relaciones entre
los conceptos y de diferente tipo, y organizan el tiempo en términos de esquemas relacionales
abstractos que no utilizan los novatos. La teoría de la reestructuración radical sostiene que los
novicios tienen una teoría estructuralmente distinta de la de los expertos.
5. EL JUEGO
El juego constituye una actividad importante durante un periodo de la vida y hay que dar oportunidad a
los niños para que jueguen. Es difícil encontrar características comunes a los juegos en función de las
actividades, lugares o el conjunto de la situación, pero lo que es evidente es que en las actividades del
juego se encuentra placer en su ejecución.
Piaget (1946) señala que el juego se define sólo por una cierta orientación de la conducta, no
constituyendo un tipo particular de actividad. Entre sus características encontraríamos:
80
6. Puede ser utilizado como motivación para realizar otras actividades, como comer.
7. Es uno de los sistemas que tiene el niño para aprender cómo está formado el mundo tanto el de
las personas cómo el de los objetos que le rodean.
8. Se va haciendo más complejo a medida que el niño crece, evolucionando de acciones
meramente sensorio motoras a otras claramente simbólicas.
9. Es, además, una conducta evolutiva con un papel importante en el desarrollo social y cognitivo:
Social, porque el niño juega con otros, formando diadas o grupos, en los que se establecen
lazos y relaciones socio-afectivas, así como conflictos. Cognitivo, porque a través del juego el
niño muestra sus estrategias de actuación, su uso de esquemas representativos y la regulación de
acción.
10. El juego, especialmente el simbólico, parece ser un buen predictor de otras conductas
representativas, fundamentalmente del lenguaje (Piaget,1962; Bates y cols., 1979). En la medida
que ambas conductas se observan al mismo tiempo en el repertorio del niño, de forma que
progresos en el juego predicen cambios en el lenguaje. Así mismo, en el juego se utilizan
esquemas representativos, de imitación, de conceptualización, y fundamentalmente de
sustitución de una realidad concreta por otra ficticia, instrumentos éstos muy semejantes a los
usados en lenguaje.
11. El juego puede ser utilizado para diferenciar niños normales de niños con retrasos o deficiencias
(Garvey, 1977). Los cambios en cuanto a las diferentes formas de juego están asociados con el
curso del desarrollo y la maduración. Si el juego de un niño no progresa en complejidad,
indicaría posiblemente la presencia de problemas del desarrollo.
12. El juego parece servir como un medio para la consolidación y asentamiento de habilidades o
destrezas recientemente desarrolladas por el niño (respeto de turnos en la intervención),
intercambios de información, etc.
13. El juego posee valor terapéutico.
Para Piaget, el juego es una actividad que no se diferencia de las no lúdicas excepto en una
cierta orientación que acentúa los aspectos de la actividad. En la actividad se busca el equilibrio entre
asimilación y acomodación, mientras que en el juego hay un predominio mayor de asimilación, sin el
mismo grado de acomodación. El niño incorpora la realidad a sus esquemas pero no se preocupa de
acomodarse a esa realidad, sino que la modifica a conveniencia. La realidad se somete a las necesidades
del yo, sin que éste tenga que someterse a las necesidades o a las limitaciones que la realidad impone.
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Para Bruner (1972) el juego está ligado directamente a la inmadurez con la que nacemos que
hace posible una adaptación flexible. El organismo experimenta con conductas complejas sin la presión
de alcanzar un objetivo. El juego es un medio de minimizar las consecuencias de las propias acciones y
aprender en una situación menos arriesgada. La ley de Yerkes-Dodson expresa que la motivación
excesivamente alta para alcanzar una meta facilita que se produzca un bloqueo que dificulta el
conseguirla. El juego posibilita realizar esa actividad sin preocuparse de los resultados, centrándose en
la propia actividad, con lo que el sujeto es capaz de establecer sus propias metas en función de sus
posibilidades. Al mismo tiempo, el juego proporciona una oportunidad para ensayar combinaciones de
conductas que no serían intentadas en condiciones de presión funcional. A su vez se puede explorar
más libremente las propiedades de los instrumentos utilizados.
B. Tipos de juego
2. Juego Representacional (2 a 7 años): aquí el niño usa signos y símbolos que le permiten
llevar a cabo juegos de simulación y fantasía. En la etapa preconceptual inicial (2 años), el niño
utiliza los objetos en un juego imaginativo (juega como si, por ejemplo una caja de zapatos fuese una
cuna para su osito). En la etapa intuitiva (4 a 7 años), el juego imaginativo tiende a ir desapareciendo
puesto que el niño empieza a tener oportunidades para poner en práctica las funciones simbólicas.
Suele ser frecuente durante esta etapa que el niño invente que tiene un amigo imaginario.
Los símbolos que el niño emplea en el juego evolucionan poco a poco durante las edades
preescolares, y es hacia los tres años y medio, cuando se puede decir que ya es capaz de llevar a cabo
el juego sociodramático. Según Smilansky (1968), ello implica que el niño esté capacitado para: a)
representar con objetos, b) imitar un rol, c) representar acciones y situaciones, d) persistir en el rol, e)
interactuar con los roles de los compañeros y f) usar la comunicación verbal.
El “juego turbulento” (Garvey, 1977) es un tipo de juego motor realizado en grupo que se
compone de carreras, saltos, caídas, persecuciones, huidas, luchas, golpes, risas o muecas. En animales
consiste en actividades de lucha, pero “como si”. Hacia los 4 ó 5 años los niños lo practican mucho,
siendo más frecuente en los varones. En las niñas se trata más de actividades como el balanceo o
correr. Este tipo de juegos se va integrando dentro de otras actividades y otros tipos de juegos.
82
En los juegos Garvey (1977) expone que los niños utilizan dos tipos de personajes: los
estereotipados se caracterizan por su ocupación o actividad y tratan de asemejarse a la realidad, mientras
que los de ficción son personajes con nombres propios que suelen proceder de los juegos y realizan
conductas impredecibles. A partir de los 7 años se complejiza y se utilizan disfraces y representaciones
teatrales.
3. El juego de reglas (7-12 años). A partir de los 6-7 años, el niño empieza un tipo de juego que
es puramente social, al que se denomina “juego de reglas” y que desempeña un papel importante en la
socialización (“policías y ladrones”, “escondite”, etc.).
Dicho juego está constituido por una serie de reglas que todos los jugadores deben conocer y
respetar, de tal forma que, a la vez se establece una cooperación entre todos los jugadores, así como una
competencia para obtener el mejor resultado: hay que hacer que el otro no gane, y para ello hace falta
ponerse en el punto de vista del otro (descentración), aspecto muy importante que contribuye a un
mayor nivel en el desarrollo social, y que es contrario a la tendencia del pensamiento típico infantil
como es el egocentrismo.
1. Motora e individual (0-2 años): El niño en esta etapa se limita a chupar, lanzar y empujar los
objetos. No hay juego de reglas.
2. De aparición de las reglas (Egocéntrica) (2-5 años): Recibe reglas del exterior, pero no
coordina la actividad con los demás. Si se les pregunta quién gana, cada niño responderá que ha
ganado él.
3. De cooperación(7-8 años): En esta etapa, el niño ya sabe que tiene que respetar las normas y
además, a la vez, que tiene que intentar ganar.
4. De codificación de las reglas (11-12 años): Aquí ya existe una toma de conciencia clara de la
existencia de las reglas y que antes de ponerse a jugar, dichas reglas pueden ser establecidas por
los propios jugadores.
Pero esta toma de conciencia de las reglas no sucede de forma espontánea, sino que se sucede a
través de tres etapas (Piaget, 1962):
1. Las reglas no son consideradas por el niño como obligatorias, sino que se aceptan como una
forma de juego.
83
2. Las reglas se consideran separadas e intangibles, ya que son de origen adulto, no pudiendo
ser modificadas.
3. Las reglas se consideran debidas al mutuo consentimiento y, por esta razón, hay que
respetarlas. Pero al mismo tiempo, el niño tiene conciencia de que se pueden modificar de
mutuo acuerdo y así pueden jugar de otra forma.
84
VI.
DESARROLLO DEL LENGUAJE
85
El estudio psicológico del lenguaje ha dependido de los avances de la lingüística.
Los niños, antes de adquirir el lenguaje propiamente dicho, se comunican con los adultos de diferentes
formas.
Los primeros gestos comunicativos intencionales que utiliza el niño, son los deícticos o
performativos (dar un objeto al adulto, mostrar un objeto al adulto, extender la mano hacia el objeto,
pidiendo al adulto que se lo dé, etc.). Estos gestos primitivos no tienen carácter simbólico; son
interpretados por el adulto en función del comportamiento general del niño y del contexto en el que
tiene lugar la comunicación (Caselli, 1983).
Los recursos deícticos suelen acompañarse de recursos orales formados por cadenas silábicas
repetidas y estables.
86
Cuando los adultos se dirigen al bebé, lo hacen usando un habla de estilo maternal, a base de
frases cortas y completas, pausas entre frases, numerosas repeticiones, cambios de entonación,
preguntas y simulaciones de respuesta al bebé. Así, se puede decir que los adultos utilizan lo que
Bruner ha llamado Sistema para la adquisición del lenguaje (SAAL), creando situaciones regulares
que facilitarían el aprendizaje.
Desde los primeros momentos, la conducta de la madre y el niño empiezan a sincronizarse y los
adultos impulsan el desarrollo atribuyendo al niño más competencias de las que tiene (Kaye, 1982).
Cuando el bebé empieza a interactuar con el adulto, se producen las primeras protoconversaciones. Hacia el
final del primer, año el niño aprende a señalar objetos para indicar lo que desea (protoimperativos), y unos
meses más tarde, aparecen conductas del niño hacia los objetos que indican que quiere expresar algo
sobre ellos (protodeclarativos).
Los niños comienzan a producir sus primeras palabras a partir del primer año de vida. En torno al
primer año aparecen palabras aisladas, poco después combinan dos palabras y seguidamente tres. Las
primeras palabras se caracterizan por ausencia de marcadores morfológicos, por lo que se ha
denominado habla telegráfica. Hacia los tres años se produce un nuevo aumento del vocabulario que
puede coincidir con la aparición de oraciones con mayor complejidad estructural y en torno a los cuatro
años el habla del niño es similar a la del adulto.
A) Etapa prelingüística
• Entre el 1º y 2º mes, los bebés emiten sonidos denominados arrullos (vocales producidas de
forma aislada).
87
5º mes, empiezan a producir balbuceos lingüísticos (repetición consonante-vocal). Poco a poco
empiezan a producir palabras, apoyándose en la imitación del habla de los adultos.
El niño aprende las primeras palabras por imitación del habla y gestos de los adultos, pero no
tienen el mismo significado que para un niño de cinco años o un adulto. Para el niño que empieza a
hablar, las palabras están ligadas al contexto y generaliza esas palabras a contextos similares. Como
mostró Nelson (1973) desde el principio aparecen todas las categorías gramaticales, aunque las
nominales representan más de la mitad, siendo las palabras función las menos frecuentes. Maldonado
(1993) recoge las siguientes categorías de palabras:
Nelson (1985) afirma que las primeras emisiones infantiles forman parte de una fase preléxica,
de introducción al lenguaje, en la que las palabras no tienen significado en sí mismas, sino que el niño
sólo las utiliza dentro de contextos muy concretos, como rutinas de nombramiento para etiquetar
objetos o sucesos presentes en el contexto.
Al mismo tiempo, hay una diferencia entre comprensión y producción. El niño es capaz de
entender oraciones con más de dos meses de adelanto sobre lo que es capaz de producir.
Como decíamos, los niños usan las palabras como una parte de la situación, produciéndose dos
efectos complementarios:
• Infraextensión o restricción por la que el niño aplica una palabra en un sentido muy limitado a
muchos menos objetos de los que designa el lenguaje adulto.
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• Sobreextensión del significado de una palabra cuando se refieren con ella a otros muchos
objetos a los que no se aplica habitualmente y que pueden no tener ninguna relación semántica
con la palabra en cuestión. Es más frecuente hacia los 18-20 meses, y más en el lenguaje
productivo que en el receptivo. Parece estar ligado a la categorización.
Al principio, el niño designa algo más que objetos con una sola palabra (etapa holográfica),
también hace referencia a intenciones, deseos, peticiones, relaciones, etc. Las primeras combinaciones
de dos palabras aparecen hacia los 20 meses y están dotadas de unas reglas de construcción.
En cuanto a las leyes morfológicas, los niños hacen un uso precoz de ellas. Maldonado (1993)
describe las siguientes etapas del desarrollo morfológico:
Entorno a los 10-12 meses produce los primeros sonidos consistentes, ampliando lentamente el
vocabulario. A partir de los 16-18 meses se produce un incremento muy rápido del número de palabras
producidas. Hacia los dos años y medio se poseen alrededor de 500 palabras, y seis meses más tarde lo
han duplicado.
Hacia los cinco años han adquirido las reglas fundamentales del lenguaje, aunque hay algunos
aspectos que necesitan desarrollarse más, como algunas oraciones pasivas reversibles, oraciones
subordinadas, comprender chistes cuya gracia se sustente en la ambigüedad, etc. Es decir, son capaces
de expresar y comprender cualquier contenido semántico de forma lingüística siempre y cuando se
ajuste a un orden canónico, pero tendrá dificultades cuando esto no ocurra.
Podemos considerar que todo el conjunto de procesos mentales conscientes que llamamos
pensamiento eran, en realidad, una forma de lenguaje silencioso en el que incluso se realizan
89
movimientos musculares atenuados, aunque permanezcan a un nivel de habla subvocal. El pensamiento
es idéntico al lenguaje.
B. Chomsky: La especificidad del lenguaje
Nuestra percepción del mundo se ve determinada en parte por el lenguaje que poseemos para
referirnos a él. Analizamos el mundo en función del lenguaje, por lo que nuestra percepción del mundo
está determinada por la estructura de él.
Los experimentos de Köhler con animales han puesto de manifiesto que puede haber una inteligencia
en ausencia de lenguaje. Hay al menos una forma de pensamiento que antecede al lenguaje.
Piaget (1936) afirmaba que el pensamiento tiene sus orígenes en la acción y no en el lenguaje,
siendo éste un producto más de ese desarrollo intelectual. Al final del segundo año de vida se produce
la función simbólica, basada en la interiorización de la acción. Piaget considera el lenguaje como uno de
los cuatro factores fundamentales del desarrollo cognitivo, que, junto a la transmisión social, es un
factor necesario para el desarrollo de las estructuras operacionales, en especial las formales.
En cierto modo, Piaget se contaría entre los autores que consideran el pensamiento como
independiente del lenguaje y el lenguaje como subordinado al pensamiento.
Chomsky sugiere que en el lenguaje, al tratarse de una capacidad específica, es preciso postular
la existencia de un mecanismo innato: Dispositivo de Adquisición del Lenguaje (DAL) que al entrar en
contacto con las muestras del lenguaje de los adultos, es capaz de generar en su totalidad la gramática
del lenguaje correspondiente a la comunidad a la que pertenece. La sintaxis y los mecanismos que
caracterizan al lenguaje constituyen un conjunto de estructuras específicas, distintas a cualquier
estructura cognitiva.
90
Bruner (1983) estudió la interacción y comunicación con el niño, llamando formatos de
comunicación a las formas de interacción entre el niño y los adultos. Estos formatos hacen referencia
a especie de juegos que poseen una estructura determinada, cambiantes con la edad y que aportan un
contexto ideal para aprender a hablar. Además, Bruner aportó el concepto de SAAL: Sistema de
Ayuda para la Adquisición del Lenguaje , constituido por todas las rutinas de interacción que los
adultos crean con los niños y que favorecen el desarrollo de las capacidades innatas (LAD) que
postulaba Chomsky.
91
VII.
MUNDO SOCIAL Y DESARROLLO MORAL
92
El niño es un ser eminentemente social, ya que necesita de los demás para sobrevivir. Asimismo,
la sociedad necesita de él para perpetuarse, por lo que cubre sus necesidades y le transmite su cultura,
sus valores, costumbres...., es decir, todo lo que el grupo social ha acumulado a lo largo de su historia.
También es importante el grupo de iguales, dentro del cual, el niño comenzará a competir,
afirmarse y vivir experiencias de su propia elección. Estas relaciones son relevantes en cuanto le aportan
un apoyo social, unos modelos de imitación, unos criterios de autovaloración a través de la
comparación, oportunidades de aprender y ejercer diferentes roles, etc.
Dunn (1988) comprobó que durante el segundo año de vida el niño empieza a experimentar con
las situaciones sociales, lo mismo que ha ido experimentando con el mundo físico. En el primer año ha
aprendido a realizar juegos sociales y a obtener gran placer en las interacciones. En esa experimentación
sobre las relaciones sociales, el niño se resiste a los otros para ver sus respuestas, se salta prohibiciones,
trata de engañar deliberadamente (actitud egocéntrica). El niño experimenta de esta forma el mundo
social, explora lo que puede decir, hasta dónde se pueden decir cosas contrarias a la evidencia, etc.
Otras actividades que interesan al niño para explorar son las relacionadas con el desorden (ruptura del
orden y de la normalidad impuesta por los adultos), la suciedad (que se puede relacionar con el
desorden). El niño descubre la noción de responsabilidad, de que uno tiene que dar cuenta de los
propios actos que conducen a alteraciones, y a veces trata de transferir esa responsabilidad a otros.
Progresivamente, realiza una amplia exploración de las reglas, descubriendo cómo se aplican
éstas. Hacia el tercer año se da cuenta de que las reglas no se aplican igual a todos, preguntando por qué
los demás no están sometidos a la misma regulación.
93
Las reacciones emocionales de los adultos ante la conducta del niño es un buen índice para él de
la importancia de las reglas.
Además, el niño aprende en la interacción con los adultos la moralidad de las conductas. Así,
hacia los 18-20 meses comprenden que los actos que causan daño a los otros están prohibidos. La
oposición de los otros y los límites a los propios deseos y actos contribuyen profundamente a que el
niño construya una noción de sí mismo y de los otros. La resistencia de los demás le hace tomar
conciencia de sí mismo.
A partir del primer año, los niños desarrollan el interés por otros niños. Desde los 2-3 años
necesitan estar en contacto con otros niños y lo exigen. Las relaciones con los otros son diferentes a las
relaciones que mantienen con las de los adultos, siendo más simétricas y tendentes a competir y
colaborar en el mismo plano.
La actividad social varía de acuerdo al desarrollo de las capacidades cognitivas. Durante los
primeros meses no parecen manifestar un interés específico por los otros niños, según Rubin (1980)
los otros niños son un objeto más que explorar, hablando de relación social auténtica cuando los
compañeros se distinguen de los objetos inanimados. Durante estas relaciones, limitadas generalmente a
dos niños, empiezan a aparecer conductas recíprocas y preferencias por unos compañeros a otros.
Con la entrada del niño a la escuela, cambia su entorno, entrando en su ámbito vital nuevos
objetos de referencia, con los que intentará establecer lazos sociales: el personal docente y los
compañeros. El cambio y la adaptación al mismo, puede resultarle al niño un tanto difícil; estas
dificultades de adaptación serán mayores cuanto más intensa sea la vinculación a sus padres y menos
ocasiones haya tenido el niño, hasta entonces, de relacionarse con sus semejantes y con otros adultos
no pertenecientes a la familia.
94
Según Nickel (1978), las experiencias de aprendizaje por parte del escolar, dentro del grupo de
niños de su edad, afectan, sobre todo, a cuatro sectores del desarrollo de la personalidad:
1. El niño aprende la esencia de las interacciones sociales, de trascendental importancia, con vistas
a su adultez futura, tales como la adaptación, cooperación y enfrentamiento a las agresiones y
afán de predominio ajeno, así como la experiencia, en el comportamiento de líder, o en la
aceptación de una dirección.
2. Los éxitos y fracasos, dentro del grupo, así como el grado de aceptación o de rechazo de los
compañeros, constituyen una dedicación indispensable para el afianzamiento de la seguridad en
sí mismo, o por el contrario, para la aparición de sentimientos de inferioridad; suponen así,
factores condicionantes de la autoimagen y autoestima posteriores.
3. El grupo de coetáneos favorece la asimilación del correspondiente estereotipo de género.
4. El grupo de coetáneos dicta normas y ofrece juicios de valor, que pueden influir, sobre el
posterior comportamiento. Dichas normas y evaluaciones no han de coincidir, necesariamente,
con la gratificación de las personas responsables de la educación. En caso de conflicto, con
frecuencia resultan más apreciados la aceptación y el reconocimiento por parte de los iguales
que por parte de los padres y profesores, comportándose así los niños, según las normas y
expectativas de sus iguales.
Para Bronson (1975) la sociabilidad de los niños significa hacer cosas juntos más que estar juntos. A
partir del tercer año se producen cambios en las conductas y preferencias. Los otros aparecen como
compañeros de juego intercambiables, es la etapa del juego simbólico, o juegos motores rudos. La
presión social de los compañeros es grande para que se hagan tareas típicas propias del sexo del niño.
Los niños han de reafirmarse en su identidad rechazando a los del sexo contrario.
A partir de los 6-7 años empiezan los juegos de reglas y a través de ellos el niño se descubre
socialmente, creando sus propias situaciones sociales. A través del grupo de iguales, el niño se socializa:
mientras se somete a las normas sociales, adquiere un sentimiento de pertenencia a una comunidad con
la que participa en las actividades. Durante un buen periodo de tiempo los miembros del grupo son del
mismo sexo, habiendo diferencias entre los grupos de niñas y niños. Al llegar a la adolescencia los
grupos se van abriendo y se participa en actividades mixtas que se buscan para explorar al otro sexo.
95
3. Hay reciprocidad en la relación, hay una cooperación en las dos direcciones- 6-12 años
4. Relaciones íntimas mutuamente compartidas. 9 y 15 años.
5. Amistades autónomas e independientes, donde la amistad no excluye otras relaciones y la
amistad se basa sobre la confianza del otro. 12 años-edad adulta.
Rubin(1980) ha observado cómo las relaciones con niños de diferentes edades complementan
de forma beneficiosa las relaciones entre niños de la misma edad.
Pero muchos de los intercambios de los niños son agresivos. Hartrup (1974) señala la
diferencia entre agresión instrumental , para recuperar un objeto o lugar (4-6 años) y la agresión
hostil, dirigida contra otra persona (chicos de más edad). Muchos estudios psicológicos han puesto de
manifiesto la relación entre agresividad y frustración. Se han postulado tres grupos de factores
interconectados:
• relativos al propio sujeto (aspecto físico, habilidades sociales, nivel hormonal, etc.)
• relativos a la familia (prácticas de crianza, formas de interacción entre los miembros, grado de
tensión)
• relativos a la cultura y comunidad. La influencia del medio social y las reacciones de los otros son
entonces factores determinantes de la agresión.
2. EL DESARROLLO MORAL
El desarrollo de la conducta moral puede seguirse, desde sus comienzos, durante la infancia, hasta la
adolescencia. No podemos afirmar, sin embargo, que el desarrollo de la moral termine en este punto de
la vida. Desde pequeños, los niños van asimilando las primeras normas de comportamiento, a cargo de
los padres, las cuales tienden a limitar y regular las necesidades y suelen asociarse a los términos
“bueno” y “malo”.
Las normas sociales pertenecen a tres categorías básicas:
96
Se ha de establecer, sin embargo, una diferencia entre conciencia y conocimiento moral y la
conducta moral: un individuo puede considerar importantes una serie de normas morales pero luego no
actuar de acuerdo a ellas.
Piaget (1932) no se centró en las valoraciones morales que hacen los individuos o ni en
conducta moral, sino en estudio del razonamiento moral. Consideró que las normas a las que se
adapta un individuo, pueden ser impuestas por otros o interiorizarse y hacerse propias. En el juego
simbólico encontró normas propiamente infantiles, en el juego de reglas encontró una serie de etapas
en la práctica y conciencia de las reglas. De ahí siguió estudiando las intenciones de las acciones, la
mentira, la responsabilidad y la noción de justicia. Estudiando los juicios de los niños sobre la
culpabilidad mayor o menor de los protagonistas de unas determinadas situaciones que se les
presentaban, encontró que a los siete años los niños valoraban la situación en función de la acción y no
las intenciones (responsabilidad objetiva ). En otro estudio encontró que el juicio sobre las sanciones
ante las malas acciones evoluciona de las sanciones expiatorias (niños más pequeños eligen adoptar la
penalización) a las sanciones por reciprocidad (los niños de más de siete años eligen sanciones dirigidas
a reparar las consecuencias del acto).
Al mismo tiempo, intenta dilucidar si los niños creen en la existencia de una justicia
inmanente (se producen sanciones por la propia naturaleza de las cosas). Las respuestas a favor de la
existencia de una justicia inmanente disminuyen con la edad. Lo niños parecen creer más bien en la
existencia de sanciones en la naturaleza, que la justicia es perfecta y siempre se aplica, debiéndose
castigar al culpable.
Además, comprueba que con la edad aumentan las respuestas que defienden la reciprocidad de
las conductas (ej.: devolver una ofensa).
Piaget sostiene que el valor de las normas en los niños pequeños (en la etapa preescolar) está
ligado a las personas que las dictan, los adultos (moral heterónoma ). Desde esta posición se va
97
pasando a otra en la que el niño es capaz de juzgar las normas en función de su bondad o maldad,
independizándose de quien las dicte (moral autónoma ).
La moral heterónoma se caracteriza por que las obligaciones y los valores están determinados
por la norma independientemente del contexto y las intenciones, es lo que se denomina realismo
moral (estructura de carácter preoperatorio). La autonomía moral está basada en el respeto mutuo
entre los individuos y la reciprocidad. El realismo moral, según Delval (1994) se caracteriza por:
• La heteronomía lleva a no plantearse el valor de las normas morales, ya que son valiosas
en sí mismas porque provienen de los adultos.
• Tomar las normas en su sentido más literal sin tener en cuenta las condiciones en las
cuales debe aplicarse.
• La responsabilidad objetiva.
Piaget encuentra que hasta los 7-8 años el niño subordina la justicia a la autoridad adulta; entre
los 8 y 11 años va adquiriendo un igualitarismo progresivo y a partir de los 11-12 años las ideas
igualitarias se van convirtiendo en apoyos a la noción de equidad o de justicia racional. Por tanto la
moral se desarrolla en el intercambio con los otros y en las relaciones cada vez menos egocéntricas y de
cooperación entre iguales.
1. Nivel preconvencional: la moral está determinada por las normas externas dictadas por los
adultos. Aquello que puede ser objeto de castigo es malo.
98
pragmático. La perspectiva social es individualista y concreta. Separa sus propios intereses de todo lo
demás. El bien es relativo. Los intercambios individuales se tratan como intercambios instrumentales de
servicios, una reciprocidad pragmática y concreta de que si hago algo por otro, el otro lo hará por mí.
2. Nivel convencional o conformista: El niño acepta las normas sociales porque sirven para
mantener el orden y considera. Considera, así, que las normas sociales no deben ser violadas
porque ello traería consecuencias negativas. El orden social es importante.
a. Orientación hacia el contrato social, la utilidad y los derechos del individuo: La acción
correcta tiende a definirse en términos de derechos generales, sobre los que está de acuerdo la sociedad
en su conjunto. Hay un énfasis en el punto de vista legal, pero las leyes no son eternas, sino
instrumentos flexibles para profundizar en los valores morales, que pueden y deben cambiarse para
mejorarlas. El contrato social supone la participación voluntaria en un sistema social aceptado, porque
es mejor para uno mismo y los demás que su carencia. Reconoce el punto de vista moral y el punto de
vista legal, pero los integra con dificultad.
99
principios morales abstractos que trascienden las leyes, como la igualdad de los seres humanos y el
respeto por la dignidad de cada persona. Aparece una forma abstracta de considerar las perspectivas de
todas las partes y de tratar de organizarlas con principios generales. Es la perspectiva de un individuo
racional que reconoce la esencia de la moralidad, el respeto por la persona como un fin en sí misma y
no como un medio.
Kohlberg presentaba una serie de dilemas en los cuales el sujeto debía juzgar si una conducta
era adecuada o inadecuada. Ej.: El dilema de Heinz (un hombre decide robar una medicina para su
mujer al no tener suficiente dinero para comprarla). Lo importante en las respuestas son las razones que
da para justificar las mismas. En las respuestas a estos dilemas encuentra estadios de desarrollo que se
suceden en un orden invariable y sin saltarse etapas. Un individuo se puede detener en un estadio pero
nunca se invierte el orden. Las respuestas a los distintos problemas suelen coincidir con un mismo nivel
(al menos el 50% de los juicios emitidos) por lo que Kolhberg lo denomina estadio dominante,
perteneciendo el resto de las respuestas a los estadios colindantes.
3. EL RAZONAMIENTO PROSOCIAL
Eisenberg (1977) ha estudiado la conducta prosocial (acciones que tratan de ayudar o beneficiar
a otra persona o grupo de personas sin que el actor anticipe recompensas externas y que implican a
menudo algún costo para el actor). En sus estudios, presentó diferentes dilemas prosociales (elegir entre
satisfacer sus propios deseos/necesidades y los de otros) para examinar estas conductas. De sus
resultados, estableció cinco estadios:
1. Orientación hedonista : El sujeto se preocupa por las consecuencias para él mismo más que
por consideraciones morales. Las razones para ayudar a otro se refieren a beneficios para él
mismo, reciprocidad futura o interés por el otro porque le necesita o quiere. Preescolar y
comienzo de la escuela primaria.
2. Orientación hacia las necesidades de los otros : El sujeto se preocupa por las necesidades
físicas, materiales o psicológicas de los otros, aunque piense que entran en conflicto con las
propias. Preescolar y escuela primaria.
3. Orientación centrada en la aprobación y/o orientación estereotipada : Las imágenes
estereotipadas de las personas buenas y malas y las consideraciones de la aceptación y
aprobación de los otros se usan para justificar conductas prosociales o su ausencia. Escuela
primaria y secundaria.
100
4. Orientación empática : El razonamiento refleja un énfasis en la adopción de perspectivas y
sentimiento empático por la otra persona. Final de la escuela primaria y secundaria.
5. Orientación hacia valores interiorizados : Las justificaciones para la elección moral se basan
en valores interiorizados, normas o responsabilidades, el deseo de mantener obligaciones
contractuales individuales y la creencia en la dignidad, derechos e igualdad de todos los
individuos.
101
VIII.
EL COMPLEJO MUNDO DE LA ADOLESCENCIA
1. ¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?
A. Cambios biológicos
B. Cambios sociales
C. Cambios psicológicos
2. TEORÍAS SOBRE LA ADOLESCENCIA. DELVAL (1994)
A. Psicoanalítica
B. Sociológica
C. Piaget
3. EL DESARROLLO DE LAS OPERACIONES FORMALES
A. Críticas del pensamiento formal de Inhelder y Piaget
B. Conclusiones
4. EL MUNDO SOCIAL DEL ADOLESCENTE
A. La búsqueda de identidad
B. Desarrollo vocacional
102
Se ha llegado a afirmar que la adolescencia es sólo un producto cultural y que su carácter más o
menos suave o agitado es sólo una de las consecuencias de las experiencias que cada cultura aporta a
sus miembros jóvenes. También se ha afirmado que la adolescencia no es fundamentalmente una época
llena de tensiones. Pero junto a esta visión optimista de la adolescencia, existen algunos datos que son
incuestionables y que tienen que ver con abandono escolar, suicidio o tentativas de suicidio, embarazos
precoces indeseados, dificultades importantes de ajustes en la familia, etc. Probablemente haya algo de
verdad en ambas consideraciones de la adolescencia y es posible que la mayor parte de los adolescentes
se sitúen en algún punto intermedio entre el rosa y el negro.
No obstante, en la entrada al siglo XXI, encontramos una especial preocupación por los
adolescentes, con unas dimensiones familiares, educativas y sociales. El incremento del consumo de
alcohol y otras drogas, la disminución en la edad de inicio de este consumo, las conductas delictivas,
entre otros, son algunos ejemplos de crisis en este tramo de edad adolescente.
1. ¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?
La palabra adolescencia procede del verbo latino adolesce, que significa “crecer” o “llegar a la
madurez”. La adolescencia es un periodo de crecimiento que comienza en la pubertad y termina con el
inicio de la vida adulta. En general, la duración de la adolescencia se ha prolongado conforme en las
sociedades industriales se ha incrementado el periodo de dependencia de los progenitores o cuidadores.
La pubertad es periodo o edad en que una persona alcanza la madurez sexual y adquiere la
capacidad biológica de procreación.
Se utiliza el término pubescencia para denominar la totalidad del periodo en que tienen lugar
los cambios físicos relacionados con la madurez sexual. La pubertad no implica sólo cambios
biológicos, sino cambios psicológicos y sociales (Adans, Day, Dyk y Frede, 1992; Lerner, 1992).
103
Margaret Mead en un trabajo sobre adolescentes en Samoa, trata de mostrar cómo la
adolescencia no tiene que ser un periodo tormentoso caracterizado por tensiones, sino que eso se debe
a que se tienen que enfrentar a un medio social que pone limitaciones y donde los adultos no les
proporcionan los instrumentos adecuados para ellos.
Otros autores que son los cambios sociales de las sociedades occidentales los responsables de
las dificultades con las que se enfrentan los adolescentes.
Otros autores, como Norman Keil (1964), han insistido en la naturaleza universal de la
adolescencia. Este autor está de acuerdo con Ausubel (1954), quien considera que la adolescencia es un
estadio bien diferenciado en el desarrollo de la personalidad, dependiente de cambios significativos en
el estatus biosocial del niño. Como consecuencia de tales cambios, son necesarias amplias
reorganizaciones de la estructura de la personalidad, que muestran, por otro lado, ciertas uniformidades
básicas de una cultura a otra.
A. Cambios biológicos
Al llegar a la pubertad, el chico o chica se enfrentan a una serie de cambios morfológicos y fisiológicos
determinados por un proceso madurativo de las gónadas que les convertirán en adultos. Veamos
algunos de estos cambios:
Tales procesos madurativos suelen durar unos 4 o 5 años y están influidos, en cierta medida,
por factores sexuales, psicológicos, sociales e individuales. Por ejemplo, las chicas a alcanzan la
pubertad antes que los chicos.
104
B. Cambios sociales
Se adoptan nuevos roles sociales y se forman nuevas expectativas. Según Havigurst (1972) el
adolescente se ha de enfrentar a una serie de tareas evolutivas:
La consecución de tales objetivos puede verse entorpecida por ciertos problemas, entre otras
cosas, porque el adolescente se encuentra en una sociedad demandante que no le proporciona los
recursos adecuados para estas nuevas adaptaciones.
En esta etapa adquiere especial relevancia el grupo de iguales, y la aceptación en el mismo será
una de las preocupaciones del individuo. Aumenta el interés por establecer nuevas amistades, sentirse
bien en su grupo de camaradas y aprender a relacionarse con individuos del sexo opuesto. Según López
(1985) el grupo de iguales se convierte especialmente ahora en un refugio frente a los conflictos
familiares y sociales.
C. Cambios psicológicos
105
En cuanto al desarrollo de la personalidad, asume Piaget, que, acompañando al cambio
cognitivo se produce una nueva forma de egocentrismo. Esto es, el adolescente, que cuenta con
nuevas y mejores habilidades intelectuales, considera omnipotente su propia capacidad de pensamiento
y razonamiento. Elkind (1970) ha estudiado dos aspectos específicos de este egocentrismo:
A. Psicoanalítica
La adolescencia es el resultado del desarrollo de las pulsiones que se producen en la pubertad y que
modifican el equilibrio psíquico, lo que produce una vulnerabilidad de la personalidad. Junto a ello hay
un despertar de la sexualidad que lleva a buscar objetos amorosos fuera de la familia, modificando los
106
lazos con los padres. Hay una probabilidad de que se produzca un comportamiento desadaptado, con
cambios en el estado de ánimo, inestabilidad en las relaciones, depresión e inconformismo.
B. Sociológica
C. Piaget
Las tareas que se presentaban a los sujetos estaban relacionadas con la física, química y otras
disciplinas. Los sujetos podían manipular diversos materiales a modo de experimentos, al mismo
107
tiempo que verbalizaban sus pensamientos y acciones. El objetivo era determinar si el niño y el
adolescente poseían una determinada habilidad o estrategia cognitiva.
La resolución de estas tareas en los sujetos de diferentes edades (5-16 años) se distribuye en tres
estadios:
108
cálculo de proposiciones. No es que sepan lógica, sino que se comportan como si dispusieran
de esas operaciones lógicas.
Los sujetos, a medida que crecen, van objetivizando el problema y experimentando activamente
para descubrir sus causas. Utilizan finalmente un esquema consistente en variar un solo factor y dejar
todos los demás inalterados, observando qué efectos se producen, siendo capaz de generar todas las
combinaciones posibles.
Inhelder y Piaget (1955) resumen el estadio de las operaciones formales en una serie de
características:
1. Funcionales: Rasgos generales que representan enfoques o estrategias para resolver problemas.
109
16 tipos distintos y cada una de ellas es caracterizada por una tabla de verdad). Con
independencia de lo aprendido en la escuela el niño es capaz de llegar a procedimientos que le
permiten formar las permutaciones o las combinaciones de los elementos. Se realizan
operaciones de segundo orden que consisten en operaciones sobre los resultados de
operaciones anteriores, trabajando no sólo con los objetos reales sino con representaciones
proposicionales de los objetos.
1. Operaciones combinatorias .
2. Proporciones.
110
3. Coordinación de dos sistemas de referencia y la relatividad de los movimientos o las
velocidades . Compresión de dos clases de movimientos simultáneos, coordinando dos sistemas
de referencia, uno móvil y otro inmóvil.
4. Esquema del equilibrio mecánico. Supone la distinción y coordinación de las dos formas
complementarias de reversibilidad: la inversión y la reciprocidad.
5. Esquema de probabilidad . Deriva de los esquemas de proporción y combinatoria.
6. Esquema de correlación . Procede del esquema de probabilidad y de proporción.
7. Compensaciones multiplicativas . Relacionadas directamente con el esquema de proporción.
8. Formas de conservación que van más allá de la experiencia . Hay esquemas de
conservación que la experiencia no permite falsear, como el movimiento rectilíneo uniforme,
sino que se ha de alcanzar mediante deducciones a partir de los obstáculos que se opondrían a la
verificación.
El adolescente, pues, tiene un mayor gusto por lo abstracto y un mayor dominio de las
abstracciones. Incluso se podría decir que posee un gusto general por el razonamiento, con
independencia de sobre qué se razona, un gusto por extraer las consecuencias de una posición que se
adopta en un determinado momento.
El niño depende de las relaciones fácticas para emitir sus juicios en cada momento, sin
relacionarlos mucho entre sí, mientras que el adolescente consigue subordinar los datos fácticos a
modelos de relaciones que tiene en la mente y que, según Piaget, son isomorfas a operaciones lógicas.
111
A. Críticas del pensamiento formal de Inhelder y Piaget
A partir de la obra de Inhelder y Piaget (1955) se realizaron estudios descriptivos para apoyar la
posición piagetiana. King (1986) ha realizado una revisión sobre diversos estudios acerca de las
operaciones formales. Encontró una alta proporción de adultos que no alcanzaban el estadio de las
operaciones formales. En estos estudios se observa una gran variabilidad de las tareas utilizadas (11 de
las 15 expuestas por Inhelder y Piaget, 1955), siendo las más manejadas las tareas del péndulo y de la
combinatoria de líquidos. Al mismo tiempo señala la gran diversidad de edades estudiadas, fluctuando
el rango entre 18 y 79 años. Los resultados de los estudios confirmaban esta posición piagetiana
respecto al tipo de estrategias y niveles de respuesta, observándose un pensamiento cualitativamente
diferente al pensamiento concreto. Algunos trabajos que repetían las experiencias piagetianas
encontraban resultados distintos, otras críticas iban dirigidas a los formalismos lógicos utilizados por
Piaget, otros autores han propuesto otros mecanismos para explicar el pensamiento formal, y algunos
han señalado que la forma de razonar depende de los conocimientos previos negando un pensamiento
formal. aquí veremos algunos problemas respecto a algunos supuestos piagetianos como la edad de
adquisición, la supuesta estructura de grupo de las operaciones lógicas subyacentes a las tareas, o la
generalidad de este pensamiento más allá de la adolescencia.
112
muchos asuntos es necesario un entrenamiento que se pierde por falta de uso. (Piaget 1970) afirmaba
en una segunda formulación de la teoría que si el pensamiento formal no se alcanzaba sobre los 14-15
años, sí se lograría a los 15-20, y que los adultos, aunque no alcancen este estadio en todos los aspectos
y ámbitos, sí lo logran en las áreas en que están especializados.
Según Piaget, entonces, sólo razonamos formalmente en nuestro campo de interés. Piaget
plantea la existencia de estructuras cognitivas comunes a todos los sujetos pero que cada uno aplicaría y
diferenciaría en función de sus actividades particulares o intereses. Lo que Chomsky (1965) distinguía
como competencia (capacidad para hacer cosas) y actuación (lo que realmente hace). Pero, entonces,
esta idea va en contra de la idea básica del pensamiento formal, de una capacidad de razonar
deductivamente basándose en la forma de sus proposiciones y no en su contenido, viéndose afectada la
parte lógica de la teoría piagetiana con sus propias propuestas.
La dificultad de las tareas: La teoría piagetiana expone que las actividades intelectuales que
realiza el sujeto mantienen entre sí una relación determinada por el hecho de pertenecer a una
estructura de conjunto. Esto hace suponer que diferentes tareas basadas en operaciones lógicas
diferentes requerirán el mismo nivel de dificultad si realmente constituye una estructura. Pero ¿cómo
saber qué tipo de tareas utilizar para evaluar a los sujetos de este estadio si las operaciones formales no
constituyen una estructura de conjunto? Las investigaciones sobre si es o no una estructura de conjunto
parecen concluir, según Lawson (1985) que, aunque las tareas formales parecen generalmente
interrelacionadas, las operaciones psicológicas que gobiernan la ejecución se organizan en series de
esquemas separados, y parece que algo de naturaleza general controla la ejecución de las tareas, aunque
no necesariamente tiene que ser el grupo INRC y el sistema combinatorio, ni necesita ser una unidad
estructural, sino que puede ser de tipo funcional.
Las capacidades lógicas: Según Delval (1977), numerosos estudios han encontrado que los
sujetos tienen grandes dificultades para realizar razonamientos basándose sólo en la forma de las
premisas, cometiendo muchos errores, aceptando conclusiones con las que están de acuerdo, pero que
no se deducen formalmente de las premisas. Los sujetos no razonan, en muchos casos, basándose en
las relaciones de las premisas, sino que se apoyan en el contenido del razonamiento, como la teoría de
los modelos mentales de Johnson-Laird (1983). Siegler (1976) propone una explicación basada en
sistemas de reglas que los sujetos irían siguiendo para resolver los problemas (en concreto el problema
que se observa en los diversos estadios). Delval (1994), afirma que este tipo de descripciones, que
113
suponen una caracterización más funcional que estructural, son útiles para dar cuenta de los niveles de
la conducta de los sujetos, resultando muy específicos para cada tipo de problemas.
Algunos autores han señalado que sería más adecuado utilizar una lógica distinta de la de
proposiciones para describir la conducta de los sujetos:
La lógica dialéctica, en cambio, concibe las contradicciones como una operación básica del
razonamiento, describe el origen y desplazamiento del pensamiento sin pretender proporcionar
métodos para extraer inferencias congruentes e inequívocas como hace la lógica formal. La lógica
dialéctica es dinámica y evolutiva, mientras que la lógica formal es estática y sincrónica. Riegel (1978)
concibe el pensar en forma dialéctica como un proceso de transformar experiencias contradictorias en
momentáneas estructuras estables. El desarrollo supone que se relativicen las normas en forma
creciente, lo cual requiere un proceso de evaluación comparativa.
114
drásticamente entre sujeto y objeto, las operaciones posformales permiten al sujeto comprender que él
mismo influye en el objeto.
Algunos autores sostienen que las diferencias entre los sujetos se deben en buena medida a su
conocimientodel dominio de problemas de que se trate, siendo las diferencias más notables las
existentes entre expertos y novatos. Sin embargo, autores como Nisbert y Ross (1980) han
demostrado cómo esa familiaridad y experiencia pueden resultar un estorbo para la resolución correcta
de un problema, y que los humanos tendemos a mantener nuestras hipótesis e ideas previas a pesar de
que la realidad nos demuestre lo contrario. Esto parece indicar, según la psicología cognitiva (Keeil,
1981; de Vega, 1982-1983) que nuestro conocimiento del mundo responde más a aspectos funcionales
que a aspectos formales. Para la psicología del pensamiento esto supone que el conocimiento humano
se rige por criterios pragmáticos o funcionales (Pozo, 1987) en lugar de criterios estrictamente lógicos
como Piaget pretende. Estas explicaciones espontáneas son difíciles de modificar ya que explican
bastante bien las situaciones cotidianas y según Lakatos (1978) los seres humanos sólo cambiamos de
teoría cuando disponemos de otra más completa que considere no sólo lo que la anterior explica, sino
también otros fenómenos nuevos.
B. Conclusiones
1. Las operaciones formales de Piaget han sido consideradas la cumbre del desarrollo intelectual,
pero no son alcanzadas por la totalidad de los adultos normales, al menos en todas las áreas.
2. Las operaciones formales describen sólo un aspecto del desarrollo cognitivo (la habilidad para
utilizar el razonamiento hipotético-deductivo) y no dan cuenta de otras áreas (concepciones
éticas y epistemológicas) de aquel.
3. Las operaciones formales son un paso más en la secuencia del desarrollo intelectual, pero no el
último.
4. Mientras la trayectoria del desarrollo adopta formas similares desde categorías indiferenciadas
simples a otras más complejas y diferenciadas, las categorías (conceptos) que evolucionan en el
individuo están profundamente influidas por el ambiente y el momento histórico.
115
Los trabajos posteriores hacen pensar en la idea de que no sólo existe un pensamiento
avanzado, sino que parecen coexistir en el propio individuo otros modos de pensamiento
cualitativamente diferentes a las características propias del pensamiento formal. Estos modos se han
agrupado conjuntamente bajo el nombre de pensamiento posformal, considerándose como la capacidad
de poseer un conocimiento relativo que acepta la contradicción como un aspecto de la realidad y que
concibe un sistema más abierto de pensamiento que las representadas por la física newtoniana de las
tareas de Inhelder y Piaget. Es decir, en la vida adulta lo que se desarrollaría sería un pensamiento
posformal de carácter dialéctico-relativista, aunque no necesariamente, ya que también puede
desarrollarse un pensamiento lógico formal de tercer orden al posterior al pensamiento lógico-formal
de segundo orden. El pensamiento que se desarrolla en la edad adulta sería de orden superior y estaría
caracterizado por: no ser algorítmico, ofrecer múltiples soluciones, incluir tanto el juicio como su
interpretación, aplicar múltiples criterios, incorporar la incertidumbre... Las tareas formales son de
segundo orden, las tareas formales son de segundo orden, las tareas posformales de tercer orden y
serían del tipo: concebir la vida como un planeta imaginario, reflexionar sobre el principio de inercia,
etc.
Durante la adolescencia, el joven ha de construir un autoconcepto y una identidad nuevos, que incluyan
cómo se ve a sí mismo y cómo lo ven los demás. Ha de hacerse un hueco en la sociedad adulta, para lo
que encuentra resistencias de los adultos. En muchos casos se produce un rechazo hacia los padres y la
familia, en su lucha por ser independiente. Esta ruptura con la identificación con los padres se ve
compensada por la admiración hacia figuras alejadas que adquieren una dimensión simbólica, o incluso
mediante la identificación con creencias o ideales de vida más abstractos. Se produce el descubrimiento
del amor y de las relaciones sexuales.
A. La búsqueda de identidad
Para el adolescente temprano es muy importante la imagen corporal, y esto se debe a que:
116
• Los cambios físicos no ocurren al mismo tiempo en todos los adolescentes a la vez,
encontrándose diferencias en función del propio ritmo de desarrollo en comparación con los
demás. En algunos estudios se ha encontrado que los que maduran lentamente suelen ser más
inquietos y necesitan continuamente atraer la atención de los demás. En cambio, los que
maduran pronto suelen sentirse más seguros y convertirse en los individuos dominantes del
grupo. También es preocupante el peso, sobre todo en las chicas que quieren perder kilos, y en
algunos varones que quieren ganarlos y ensanchar.
• Adquiere especial relevancia la opinión de los otros sobre sí mismo, tendiendo el adolescente a
sentirse el centro de todas las miradas (egocentrismo social).
El autoconcepto es el conjunto de representaciones que el individuo elabora sobre sí mismo
que incluye aspectos corporales, psicológicos, sociales y morales.
Según Rosenberg (1986), el paso de la segunda infancia a la adolescencia está marcado por
cinco tendencias evolutivas conforme avanza la edad:
1. Disminuye la tendencia a concebirse a sí mismo a partir del exterior social (actividades, logros,
características físicas) y aumenta la tendencia a concebirse a partir del interior psicológico
(pensamientos, sentimientos interpersonales, deseos y aspiraciones).
2. Disminuye la tendencia a concebirse a sí mismo en términos de vínculos interpersonales (la
conexión de sí mismo con otros específicos) y aumenta la tendencia a concebirse en términos
de sentimientos y relaciones interpersonales (los sentimientos de uno hacia los otros y de otros
hacia uno).
3. Se produce una disminución en la tendencia a concebirse a sí mismo en términos materiales
específicos y concretos y un aumento en la tendencia a concebirse en términos abstractos,
conceptuales.
4. Hay una disminución en la tendencia a concebirse a sí mismo de un modo global, simple y no
diferenciado y un aumento en la tendencia a concebirse como un objeto complejo, diferenciado.
5. Se produce una disminución en la tendencia a basar el autoconcepto en bases externas,
arbitrarias, y un aumento en la tendencia a fundamentarlo en bases lógicas, autónomas y
centradas en pruebas.
117
por debajo de sus compañeros, siendo una etapa de tanteos hasta encontrar el justo lugar y en la que
existe un gran miedo al ridículo.
1. Difusión de la identidad (crisis incierta, sin compromiso): el individuo no tiene todavía una
dirección ocupacional o ideología, no ha establecido un compromiso. Puede haber crisis pero no
se ha resuelto. Podría cambiar fácilmente su posición, que es inevitable.
2. Exclusión (anulación) (sin crisis, con compromiso): personas que están comprometidas con
posiciones ocupacionales e ideológicas, pero que no han experimentado una crisis. Las
posiciones han sido elegidas por otros (generalmente por los padres), sin que se haya producido
una elección propia. Se ha adoptado una posición que no se cambiaría fácilmente, sobre todo
por no desagradar a otros.
3. Moratoria (en crisis, compromiso impreciso): individuos enfrentados con los problemas
ideológicos u ocupacionales que están en una crisis de identidad que todavía no han resuelto.
Podría cambiar, pero no sabe hacia dónde ni cómo.
4. Logro de la identidad (con crisis, con compromiso): el individuo ha pasado el periodo de
toma de decisiones y ha resuelto la crisis por sus propios medios. Persigue una ocupación
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elegida por él mismo, así como objetivos ideológicos propios. No cambiaría fácilmente su
posición porque considera que su elección es acertada.
Las amistades adolescentes desempeñan un papel muy importante. Por un lado, son una
fuente de apoyo que permite compartir experiencias con otras personas que tienen los mismos
problemas y una posición semejante en el mundo. La influencia del grupo de coetáneos es muy
importante en magnitud y, a veces, puede ser perjudicial. Esa identidad gregaria que el adolescente
forma es compartida con los otros y lograda mediante identificaciones con personajes públicos. Estas
amistades cambian con la edad. Según Douvan y Adelson (1966) las niñas entre 11 y 13 años
(adolescencia temprana) centran sus amistades en la actividad, hacer cosas juntas. A los 14-16 años (la
adolescencia media) lo importante es la seguridad y la lealtad es un valor central. A partir de los 17 años
(adolescencia avanzada) las amistades se hacen más relajadas y seguras, no sintiendo tanto miedo a ser
abandonadas o traicionadas, valorándose la personalidad de la amiga y la posibilidad de compartir
puntos de vista. En cuanto al sexo, los muchachos sienten menos ansiedad frente a sus amigos y
valoran más la posibilidad de compartir experiencias y de obtener ayuda en caso de necesidad que la
sensibilidad o empatía. Las tensiones, celos y conflictos son más frecuentes entre las chicas (Coleman,
1980). Los chicos se orientan más hacia la acción y las chicas hacia las relaciones emocionales, lo cual
tiene que ver con la forma de socialización de cada sexo y con el papel que cada uno de ellos
desempeña en la vida social.
B. Desarrollo vocacional
Donald Super establece unas fases del desarrollo vocacional a lo largo del ciclo vital. Por medio
del trabajo el individuo desarrolla un autoconcepto vocacional que forma parte decisiva de su
autoconcepto global y que viene a ser una consecuencia de la adecuada puesta en práctica de las
capacidades y habilidades de diverso orden que se disponen progresivamente con el transcurso de los
años:
1. FASE DEL DESARROLLO (hasta los 14 años). Periodo general de desarrollo físico y mental.
a) Subestadio Provocacional (hasta los 3 años): no existe interés vocacional.
b) Subestadio de la fantasía (4-10 años): fantasía como base de la preocupación vocacional.
c) Subestadio del interés (11-12 años): las ideas vocacionales se basan en gustos personales.
d) Subestadio de la capacidad (13-14 años): la habilidad se convierte en la base de las reflexiones
vocacionales.
2. FASE DE LA EXPLORACIÓN (15-24 años). Exploración general del mundo del trabajo.
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a) Subestadio Tentativo (15-17 años): necesidades, intereses, capacidades, valores y
oportunidades se alzan como bases de las decisiones ocupacionales.
b) Subestadio de Transición (18-21 años): la realidad se va imponiendo como elemento central
en la actividad ocupacional.
c) Subestadio de Prueba (21-24): se emprende el primer trabajo después de que el individuo ha
realizado un compromiso.
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BIBLIOGRAFÍA
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