Professional Documents
Culture Documents
1. Introducción
Desde el punto de vista ambiental, uno de los más importantes significados consiste en
reconocer la existencia de diversos modelos de organización de los sistemas naturales,
regulados por principios y mecanismos biofísicos y que encuentran su expresión en los
principales sistemas y paisajes naturales, tales como montañas, cuencas o bordes
costeros. Cada una de estas porciones de territorio desencadenan continuos procesos
para mantener su equilibrio metaestable, en especial a través de los flujos de energía,
materia e información. Los sistemas territoriales están ordenados naturalmente y es
tarea de la sociedad cuidar que sus perturbaciones no alteren irreversiblemente los
mecanismos de tolerancia a los cambios que impidan su regeneración permanente y el
mantenimiento de la calidad y cantidad de los recursos naturales y servicios
ambientales que ofertan.
Por otro lado, la noción misma de territorio implica una apropiación del espacio por
parte de la sociedad ya sea en forma directa, a través de las perturbaciones
introducidas sobre el funcionamiento de los sistemas naturales, o bien en forma
indirecta, mediante la construcción de imágenes y representaciones que dan cuenta de
los objetivos socio-culturales de cada comunidad humana. En el primer caso, la
distribución espacial de los objetos y procesos económicos, demográfico-sociales y
culturales, persigue diferentes objetivos según sea el grupo de actores interesados y
con capacidad de control político. Lo cierto es que el valor del suelo, la consideración de
1 Las informaciones contenidas en este ensayo para Santiago y ciudades intermedias son producto de los Proyectos Fondecyt 1970470
y 1000828.
1
las aglomeraciones urbanas como mecanismos adecuados de optimización del espacio
económico o la segregación socio-espacial de los habitantes de las ciudad y el campo,
son todas estrategias destinadas a representar no sólo los objetivos políticos locales,
sino que también los intereses hegemónicos de las fuerzas globales, capitales
regionales, circuitos comerciales u otros tipos de actividades destinadas a obtener
beneficios de la localización de los objetos y factores.
Una tercera interpretación dice relación con el creciente interés desplegado por la
relación entre desarrollo sustentable y ordenamiento territorial, en torno a la cual,
lamentablemente, no se aprecia la existencia de principios, instrumentos y acuerdos
entre los diversos actores involucrados. En efecto, quienes están interesados en el
crecimiento económico propugnan órdenes territoriales destinados a favorecer el
acceso a las fuentes de recursos naturales y a los mercados espaciales de bienes y
servicios, mediante, por ejemplo, la construcción de complejas redes de transportes y
comunicaciones destinadas a aumentar la utilidad de los lugares y la conectividad entre
los núcleos de oferta y demanda de recursos. Por el contrario, los interesados en la
equidad social diseñan territorios favorables a la integración social, privilegiando la
proximidad y conectividad, evitando que la distancia física (y social) sea empleada
como eficaz mecanismos para segmentar el espacio en áreas de mercado equivalentes
a los estratos socio económicos.
Por último, los interesados en la conservación del medio ambiente, postulan que las
áreas que posee caracteres prístinos de la naturaleza o bien partes y funciones
fundamentales para el sistema de soporte de la vida, deben ser mantenidos en su
estado natural o bien gestionados con medidas especiales de protección.
Demás está indicar que las prioridades que se otorgan a cada uno de los componentes
de la sustentabilidad, varían considerablemente en grado y relevancia según sean los
actores sociales involucrados en la adopción de decisiones sobre el dónde, cómo y para
qué usar el territorio. Ello desemboca en tensiones y conflictos que afectan
severamente la consecución de dichos objetivos. Ante ello, es necesario fortalecer los
aspectos institucionales y valóricos del ordenamiento territorial. Institucionalmente, es
especialmente importante que los diferentes actores sociales expliciten ante la sociedad
sus intereses territoriales y las medidas que adoptarán para compensar y negociar las
superposiciones en el espacio con otros actores. De igual manera es necesario conocer
los objetivos y alternativas propuestas explícitamente por la política pública, puesto que
es ella quien debe representar democráticamente los usos y prioridades sobre le
territorio del país, regiones, paisajes y ciudades.
El territorio posee muchos atributos que forman parte del bien común, tales como el
mantenimiento de la calidad de las aguas, del aire, de los suelos y de la diversidad de
las especies biológicas y sus hábitats, para los futuros habitantes, sin discriminar su
condición social y económica. De igual manera, el territorio está formado por
numerosos "comunes" o componentes indivisibles para los servicios que prestan a toda
la sociedad, que son valorados en su integridad y cuya violación o destrucción genera
sanciones morales colectivas. Los “comunes” no son sólo un conjunto de recursos y
bienes productivos, sino también, una compleja red de servicios ambientales, cuyo valor
2
total es difícil de establecer, pero cuyo conjunto constituye el sistema de soporte de la
vida que debe ser respetado por todos.
La política pública debe esmerarse por definir criterios y objetivos que garanticen la
permanencia de los “comunes”, reconociendo explícitamente servicios tales como los
que ofertan las áreas verdes al conjunto de la sociedad sólo en virtud de su existencia:
reciclamiento del aire y aguas, control de las islas térmicas y de la infiltración de las
aguas que recargan los acuíferos, hábitats para las comunidades biológicas y sociales,
representación de las cosmovisiones colectivas.
El presente trabajo analiza desde una óptica crítica la forma explícita e implícita en que
se están llevando a cabo acciones de ordenamiento territorial a escala regional y
urbana en el Chile actual. En primer lugar se presentan situaciones observadas en las
regiones del Norte del país, considerando las colisiones espaciales que plantean las
formas modernas de ocupación del territorio, en particular respecto a la confrontación
entre las actividades productivas y las áreas de conservación de la biodiversidad y de la
sociodiversidad.
3
de la naturaleza, tales como parques nacionales y reservas naturales altoandinas, y las
continuas extracciones de agua de las fuentes superficiales y subterráneas. Los
conflictos existentes exigen definiciones y estrategias de parte de los sectores público y
privado y especialmente, de las comunidades indígenas y rurales directamente
afectadas por las actividades económicas modernas. Algo similar sucede con las
regiones semi-aridas, donde la competencia por el agua incluye a los sectores de
conservación, minero, agrícola y urbano
En la región norte de Chile se localiza el Desierto de Atacama (uno de los lugares más
áridos del mundo) y la Puna de Atacama, las tierras altas donde tienen lugar escasas e
irregulares lluvias durante el verano. Debido a la alta evaporación y mínimo
escurrimiento superficial prevalecientes, la mayor parte de los ríos y quebradas
originados en las montañas desaparecen antes de alcanzar el mar (Fig.1: regiones I y II
con proyectos y comunidades). Al interior del Desierto de Atacama, la absoluta aridez y
la falta de escurrimiento superficial (excepción hecha del Río Loa), hace que el agua
deba ser obtenida de fuentes subterráneas o bien trasladada por cientos de Km. Sobre
las montañas, donde su ubican los cuerpos de agua (lagos, lagunas, bofedales o
humedales, salares), él hasta ahora poco interés económico, permitió la instalación de
varias áreas de conservación y protección de la naturaleza, en sectores donde las
poblaciones indígenas han residido por los últimos diez mil años.
4
En la región semiárida, como consecuencia de la ocurrencia de lluvias de invierno y de
la acumulación de nieve en las cimas cordilleranas, una serie de ríos bien desarrollados
conectan los Andes con el Océano Pacífico (Fig.2: agricultura y comunidades Norte
Chico) . A lo largo de las laderas y sobre las llanuras de los valles fluviales se han
instalado comunidades agrícolas tradicionales y asentamientos comunitarios que datan
desde el siglo XVII.
Las tierras altas han sido ocupadas históricamente por agricultores y ganaderos
pertenecientes a las etnias originarias (aymarás y atacameños), que han usado los
pastizales y pequeños oasis alrededor de las áreas de conservación y a lo largo de
quebradas y ríos.
5
estimada en 18 años. Para cumplir con estos propósitos destinados al mercado global,
se debe extraer el agua necesaria para la producción y transporte del mineral
(mineroducto) desde las áreas montañosas de Piedra Pómez. Esta es una zona de
recarga de los cuerpos de agua que justifican la existencia de dos parques nacionales:
Nevado Tres Cruces y Laguna del Negro Francisco. Aguas abajo, se encuentran 11700
hás. de pastizales que han sido usadas tradicionalmente por los descendientes de la
etnia “kollas”, un grupo asociado al Imperio Inca de Tiahuanaku, que han ocupados los
valles y laderas del Río Jorquera (tributario del Copiapó) desde el siglo XIX. Las
comunidades locales se han unido con los agricultores modernos dedicados a producir
uva de exportación para los mercados europeos y asiáticos, y a los habitantes urbanos
de la ciudad de Copiapó para proteger los recursos de agua de la escasez que
provocará su extracción y de la contaminación que causará el uso minero. El promedio
anual de lluvias en el valle de Copiapó es menor que 30 mm y por ello, nuevamente el
desarrollo de la zona depende de las torres de agua de los Andes, ahora severamente
amenazadas.
Otra importante colisión entre el desarrollo de las tierras altas y bajas se puede apreciar
entre las comunidades agrícola-ganaderas tradicionales y los modernos empresarios
agrícolas exportadores, asociados a las compañías comercializadoras globales, a lo
largo de las laderas y fondos de los valles de los ríos Huasco, Elqui y Limarí. La
existencia de pastos como producto de las lluvias invernales más abundantes ha
explicado la presencia de comunidades agrícola-pastoriles tradicionales desde la
colonia. Ellos han desarrollado un complejo sistema espacial que vincula a la
agricultura bajo riego con la de secano (llamadas “lluvias” porque sólo se puede
producir cuando llueve) y a la ganadería practicada en invierno en las tierras bajas y en
verano en las tierras altas. La transhumancia ha sido una de las prácticas de
adaptación que ha confrontado el riesgo de las sequías, vinculando la explotación de
los diversos pisos ecológicos andinos. La agricultura moderna orientada a los mercados
globales ha quebrado el sistema al adquirir la mayoría de las tierras y los derechos de
agua, cercado los campos y apropiándose de tierras y bienes comunes. El éxito
económico que ha situado a Chile como principal exportador de fruta en el Hemisferio
Sur sirve nuevamente para ilustrar la colisión entre lo global y lo local y entre las tierras
altas y bajas.
6
3. El Crecimiento de la Ciudad de Santiago y sus Efectos sobre la Pérdida de
Servicios Ambientales
7
tierras bajas (aumento de caudales y sedimentos, impactos sobre la flora y fauna,
limitaciones para el uso humano de las aguas).
Sin embargo, cuando predomina la inversión térmica, las capas de aire más frío se
ubican inmediatamente sobre la superficie, especialmente en otoño e invierno, mientras
que el aire más cálido lo hace en altura. Ello implica la estratificación de las capas de
aire y como resultado, la imposibilidad de reemplazar el aire contaminado, que
permanece dentro de los límites de la cuenca hasta que la llegada de una perturbación
atmosférica mayor logre removerlo.
La situación se agrava durante los días en que se localiza frente a la costa del país, la
llamada "Vaguada Costera" que es un centro de baja presión atmosférica relativa
respecto a los centros de alta presión que se ubican en la vertiente argentina de la
Cordillera de los Andes, y que determina una acentuación de los flujos descendentes de
aire y con ello un aumento de las inversiones térmicas, todo lo cual, desencadena los
episodios más severos de contaminación atmosférica, que abarcan a toda la cuenca.
8
distancias entre las residencias, los lugares de trabajo y los centros de servicios. El
mayor consumo de combustible que demanda cubrir las distancias crecientes, se
relaciona directamente con el aumento de la contaminación atmosférica, de igual forma
que lo hacen las urbanizaciones de baja densidad y el uso del automóvil privado como
principal medio de transporte.
Santiago está creciendo a una tasa superior a las 1.000 Hás por año y adoptando un
tipo de urbanización que se localiza espacialmente en lugares cada vez más alejados
de los límites de la ciudad. Las urbanizaciones que se están estableciendo en lugares
alejados de los centros de empleo y de servicios son uno de los factores principales de
la mantención de las altas tasas de contaminantes atmosféricos en Santiago, tanto por
el aumento del consumo de combustible debido al incremento de las distancias
recorridas, como por el aumento del número de viajes realizados diariamente. Ello es
especialmente el caso de las sub-urbanizaciones para residentes altos ingresos, que
además disponen de varios automóviles en sus hogares.
Urbanizar el piedemonte andino, por ejemplo, puede tener efectos muy severos sobre la
contaminación atmosférica de Santiago, en la medida que el aire descendente de las
cordilleras sea contaminado por emisiones vehiculares, chimeneas domiciliarias o
instalaciones industriales, o bien, mediante los aportes de polvo resuspendido que
produce la circulación del tránsito por calles pavimentadas y sin pavimentar. Por otro
lado, al reemplazar las cubiertas de vegetación nativa o cultivada por viviendas,
estacionamientos, calles pavimentadas, etc. se acentúa la producción de lodo, que es
una de las fuentes del polvo en suspensión en la atmósfera.
Por otro lado, en las cordilleras se acumulan las mayores cantidades de lluvias y
también las nieves y glaciares, que producen las aguas recargan los acuíferos, o bien el
escurrimiento superficial y subsuperficial, a través de los ríos, quebradas y arroyos. En
el caso de Santiago, el almacenaje de agua es un proceso fundamental para su
subsistencia, dado que las condiciones climáticas de tipo mediterráneo determinan un
promedio de 20 días de lluvias al año, los que pueden descender a menos de diez
durante la ocurrencia de años secos, de los cuales se presentan a lo menos 3 cada
diez años. Durante una sequía prolongada, el 80% del agua disponible procede del
derretimiento de nieves y glaciares.
Para que las aguas estén disponibles en las estaciones y años secos es fundamental
que se almacenen en el suelo y subsuelo, lo que depende del proceso de infiltración. La
infiltración de las aguas requiere la existencia de suelos "no sellados", es decir con la
9
porosidad y permeabilidad necesarias para permitir el almacenaje de las aguas en su
interior. La capacidad de almacenamiento del agua en el suelo depende a su vez de la
textura y estructura de los suelos, la pendiente y, esencialmente, de la cubierta
superficial o uso del suelo. Los terrenos cubiertos con vegetación nativa y densa
pueden llegar a infiltrar o almacenar sobre el 90% de las aguas lluvias. Inversamente,
los terrenos urbanizados de alta densidad pueden infiltrar menos del 10% de las aguas
lluvias.
Urbanizar el piedemonte y las partes altas de la cuenca puede llegara a tener efectos
dramáticos sobre el comportamiento de las aguas que caen sobre las laderas
cordilleranas y son encauzadas por quebradas y ríos. Al deforestar las laderas y más
aun, al reemplazar las cubiertas de vegetación natural o cultivada por superficies
urbanizadas aumenta el escurrimiento superficial de las aguas lluvias y con ello las
probabilidades de que se produzcan inundaciones sobre las tierras bajas El aumento
del escurrimiento es especialmente crítico ante los flujos provocados por tormentas, en
que la lluvia se concentra en pocas horas, como sucede en los climas de tipo
mediterráneo.
La protección de las riberas de los ríos y quebradas ante los riesgos de inundación, así
como la de las laderas frente a los de remoción en masa, exigen especiales cuidados
ante los cambios de usos del suelo, de rurales a urbanos. La urbanización, al sellar los
suelos, aumenta los flujos superficiales y con ello la capacidad erosiva de las aguas
lluvias.
10
sobre los bordes de los ríos y quebradas como consecuencia de la acumulación de
humedad en el suelo. De igual manera es indispensable que se controle el Area de
Impermeabilización Total, parámetro constituido por la suma de áreas en que se sella el
suelo como consecuencia de la urbanización, es decir, debido a la implantación de
calles pavimentadas, senderos y caminos transitados con suelos compactados, techos
y otras cubiertas duras, que impiden la infiltración de las aguas. Dependiendo de la
sensibilidad de las áreas urbanizables, es necesario, disponer de sitios destinados a
facilitar la infiltración y contener el escurrimiento, incluyendo pozos y acequias, así
como parques y jardines destinados explícitamente a estos fines.
Por otro lado, las islas de calor generadas por la urbanización, pueden dar origen a
áreas locales de convergencia de masas de aire provenientes de otros lugares
relativamente más fríos, que pueden estar contaminadas, trasladando de esta forma la
polución hacia áreas que al mantenerse como rurales, frías y exentas de
contaminación, poseían o generaban aire limpio, para beneficio de esos lugares o bien
para su exportación hacia la ciudad durante el predominio de los flujos de periferia a
centro urbano.
La ciudad ejerce también un "Efecto de Rugosidad" sobre los flujos de aire, que
consiste en obstaculizarlos o frenarlos debido a la presencia de construcciones y
edificios que bloquean el viento o bien lo orientan en diferentes direcciones.
11
Las cuencas y subcuencas andinos, son por otro lado, los componentes principales de
la Ecología del Paisaje de Santiago. Debido a la aridez predominante y a la presencia
de altas pendiente y suelos escasos, las zonas riparianas que bordean los ríos y
quebradas se constituyen en los corredores principales a través de los cuales circula la
biodiversidad, al mismo tiempo que son sede de los hábitats más sensibles de vida
silvestre. En el caso de Santiago, las zonas riparianas de ríos y quebradas
interconectan los parches de biodiversidad de la alta cordillera con los de la llanura.
Dicha conexión es fundamental para mantener la interacción y complementariedad
entre las especies que habitan los diversos pisos ecológicos, así como para generar los
sitios en que se concentran las actividades de residencia, reproducción y alimentación
de la vida silvestre.
12
Los ríos y quebradas que mantienen sus bordes naturales cubiertos de vegetación son
los mejores corredores ambientales y pueden sostener importantes hábitats de
especies silvestres en la medida que se mantengan alejados de la urbanización.
Cuando se localizan urbanizaciones en las cercanías de sus lechos, se deben introducir
franjas sucesivas de protección de las zonas riparianas que actúen como filtros
biológicos para impedir la contaminación de las aguas y los hábitats.
Existe la tendencia a suponer que los territorios que no son declarados como reserva
ecológica no cumplen funciones o prestan servicios ambientales significativos. Las
áreas vegetadas, sean en forma natural o cultivada, mitigan las islas de calor, humedad
y ventilación, aseguran la infiltración, controlan el escurrimiento y la erosión y actúan
eficazmente como corredores y parches vegetales.
Las áreas que han sido destinadas a la preservación ecológica y ambiental requieren
en sus alrededores de buffers de amortiguación de las presiones más fuertes, como la
13
urbana, para lo cual las áreas vegetadas, cultivadas o forestadas, pueden ser de
trascendental importancia. La selección de las cuencas que pueden ser urbanizadas
exige una cuidadosa evaluación de las condiciones naturales y de los impactos de la
urbanización sobre los ecosistemas sensibles que puedan contener. Desde luego que
son situaciones muy distintas, la existencia de una cuenca que aún conserva
importantes cubiertas vegetadas respecto a una que por sus condiciones de aridez o
urbanización ya las ha perdido. O bien una cuenca que actúa como eficaz corredor
entre parches de alto valor ecológico o paisajístico, en comparación a una cuenca
aislada o desconectada de las fuentes de biodiversidad, agua o aire limpios. Una
cuenca que mantiene parte de sus estructuras y formas naturales manifestada a través
del número, superficie, conectividad y convolución de sus parches y corredores
vegetales es de mucho mayor valor de conservación que una cuenca deforestada,
fragmentada y erosionada. En este sentido no es un argumento válido asegurar que se
debiera autorizar la urbanización de una cuenca o subcuenca aludiendo al hecho de
que ello haya ocurrido con anterioridad. Tampoco es suficiente el contar con las
modificaciones en los planes reguladores, como sucede con la reciente proposición de
liberar 90.000 Hás a la eventual ocupación urbana en la Cuenca de Santiago. Para
ello se deberá evaluar detalladamente la sensibilidad ambiental de las eventuales áreas
de urbanización y se deberán considerar en las condicionantes no sólo las que resultan
de incorporar los costos de la urbanización y el equipamiento, sino que esencialmente
las condicionantes que derivan de incluir los costos y servicios ambientales y
ecológicos.
La política pública debe asegurar la calidad de vida y para ello, la calidad ambiental que
requiere la totalidad de la sociedad que ocupa los territorios de las cuencas, respetando
la comunalidad de los servicios ambientales tales como el rol de las formaciones
vegetales en la generación de aire limpio, la protección que ejercen las cubiertas
vegetadas frente a los riesgos naturales como inundaciones y remoción en masa, la
protección de los suelos y el control de los procesos de erosión y las funciones que
aseguran la biodiversidad, como uno de los componentes fundamentales de la
heterogeneidad y diversidad territorial, sin duda uno de los principios más valiosos a la
hora de evaluar la calidad ambiental de una cuenca o de una ciudad.
14
ciudades y controlar las densidades de construcciones, lo cierto en que dichos Planes
Reguladores Metropolitanos, Intercomunales y Comunales, se encuentran
normalmente obsoletos o han sido objeto de tantas modificaciones, presionados por el
crecimiento y transformación de las ciudades, que resultan irreconocibles, además de
contradictorios.
Cualquiera sea el caso, resulta evidente que los argumentos hasta ahora utilizados para
proteger las áreas verdes al interior y alrededor de las ciudades, y para justificar su
salvaguarda teórica en los planes reguladores, han fracasado, y que las regulaciones
no han sido socialmente compartidas ni asumidas, permaneciendo como obligaciones
15
formales permanentemente violadas y en el caso de las áreas verdes urbanas, jamás
implementadas por los servicios públicos. De esta forma existen medio ambientes
estrictamente dependientes de los niveles de ingreso de los residentes y sus
municipios, y por ello, enormemente diferenciados socialmente entre aquellos que
pueden diseñar, construir y mantener las áreas verdes como tales, y aquellos que se
cubren de “áreas café” ante las imposibilidades económicas de hacerlo,
transformándose en sitios eriazos y suelos desnudos, vertederos ilegales de residuos
domiciliarios y de la construcción, núcleos de contaminación y centros de inseguridad
ciudadana .
Las más recientes mediciones indican que la Ciudad de Santiago agregó a sus 50.000
hás de superficie urbanizada algo más de 12.000 hás en la última década, y que
debería adicionar otras 35 o 40.000 hás en los próximos 25 años, lo que excedería con
creces las 10.000 hás que restarían para alcanzar el límite urbano establecido por el
Plan Regulador Metropolitano sólo en 1994. Las autoridades del sector y los
investigadores coinciden en que estas tasas se crecimiento son irreversibles, y que, en
consecuencia, el dilema no es sí crecer o no, sino disminuir los efectos adversos de
dicho crecimiento sobre la calidad de vida de la población.
16
No existe en la literatura un consenso respecto a la definición de servicios ambientales.
Parece ser necesario distinguir entre servicios, funciones y bienes ambientales. Los
bienes ambientales corresponderían a productos de la naturaleza que pueden ser
directamente aprovechados por los hombres, tales como la madera. Las funciones
ambientales serían los procesos de la naturaleza que pueden ser posiblemente usados
por el hombre. Por último, los servicios ambientales serían los usos posibles o
potenciales que hace la sociedad, de las funciones ambientales, entre las cuales se
encuentran la generación y mantenimiento de los flujos e interacciones entre sus
componentes abióticos y bióticos: energía, materia, momento e informaciones.
Por otro lado, la EAE trabaja sobre la base de los efectos ambientales acumulativos de
las intervenciones sociales y en horizontes de plazos medianos y largos, lo que permite
considerar en forma adecuada a las transformaciones globales que provocan el
desarrollo de la ciudad sobre los sistemas ambientales naturales y sociales, en
17
horizontes temporales y espaciales equivalentes a los que proponen los planes
reguladores territoriales, que por su naturaleza deben ser entendidos también como
estratégicos.
18
anuales por hectárea en Santiago) , muchos de los cuales son presentados como
supuestas áreas verdes por los planes reguladores. Si a ello se suman los costos
ecológicos asociados a la plantación y mantención de áreas verdes (suelos, riego,
fertilizantes y plaguicidas), se comprende la imposibilidad de restaurar los hábitats al
nivel de biomasa, productividad vegetal y biodiversidad que poseían previamente en
forma natural. Con ello se torna muy dudosa la decisión de haber arrasado parches y
corredores de vegetación remanente de los bordes de las ciudades.
Si bien existen numerosos atributos espaciales que permiten evaluar los efectos
ambientales positivos de la presencia de parches y corredores vegetales al interior de la
ciudad (número, superficie, proximidad, área interior, convolución, etc.), en este análisis
sólo se ha considerado su número y superficie, y por ello tamaño. La reducción del
tamaño de los parches y corredores, aunque aumente el número de los mismos,
implica una fragmentación espacial que repercute por lo general, en forma negativa
sobre las condiciones ambientales de la ciudad, en especial en términos de servicios
ambientales y biodiversidad.
Mientras mayor sea el número y tamaño (superficie o área) de los parches, mayor será
la cantidad y diversidad de las especies biológicas y mayor la cantidad y calidad de los
servicios ambientales que presten al funcionamiento de la matriz urbana. El tamaño del
parche es el atributo de mayor importancia ecológica (Sukkop, 1991; Dramstad et al.,
1996; Forman, 1997). Los parches de tamaño grande protegen la calidad de los
acuíferos y del agua, conectan las especies y flujos de bajo orden, son hábitat para
sustentar las poblaciones interiores y fuente de especies y servicios ambientales, así
como amortiguadores contra la extinción de éstos durante el desarrollo de los cambios y
las perturbaciones. Los parches pequeños, si bien no cumplen las mismas funciones
que lios grandes, son eficaces hábitat, fuentes y escalones para la dispersión de las
19
especies y los flujos a través de la matriz urbana. Se trata de hábitats que protegen en
forma dispersa a especies raras, y alojan especies que requieren parches pequeños
para sobrevivir o que están adaptadas a los bordes.
Existe una relación directa entre el tamaño de los parches, la riqueza de las especies y
las funciones ambientales, las que corresponden en este caso a los “servicios
interiores”. En los parches pequeños estas funciones son reemplazadas por los
“servicios de borde”. En el caso de las especies de borde se trata de aquellas que
permanecen cerca del perímetro de un elemento del paisaje, por ejemplo las aves
depredadoras que establecen patrones lineales de caza y se abastecen desde el
exterior. Las especies interiores son aquellas que se mantienen alejadas del perímetro,
ocupando el área del centro de los parches y que son las más vulnerables ante las
perturbaciones externas provenientes de la matriz urbana.
La remoción de parches causa la pérdida de los hábitats y con ello de las especies
biológicas y de los servicios ambientales que ofrecen a la ciudad: islas de aire frío y
generación de brisas locales que diluyen la contaminación atmosférica, filtros biológicos
que controlan la contaminación del aire, agua y suelos; infiltración de las aguas lluvias
y recarga de los acuíferos, protección del suelo ante la erosión y de los riesgos de
inundación, etc.
A lo menos dos grandes parches son necesarios para mantener la diversidad y riqueza
de las especies, pero el número mínimo dependerá de su calidad ambiental y capacidad
de sostener la riqueza biológica. Los grandes parches de vegetación natural son las
únicas estructuras del paisaje que protegen los acuíferos e interconectan las redes de
cauces fluviales, generan flujos limpios de aire y agua, protegen el suelo, sostienen
poblaciones viables de especies interiores y proveen de hábitat centrales y coberturas
de escape para los vertebrados de más amplio rango de residencia, y permiten
regímenes de perturbaciones cercanos a lo natural (Dramstad et al., 1996).
Los bordes corresponden a la porción exterior de los parches que separan las
condiciones existentes al interior y fuera de ellos. El efecto de borde incluye al conjunto
de condiciones que difieren del interior y exterior de los parches. El que los bordes sean
rectilíneos o curvilíneos influye también en las interacciones con el exterior y por ello en
la calidad y cantidad de los servicios ambientales que prestan los parches.
Mientras mayor sea la superficie de los parches, se desarrollará una área interior más
amplia, donde podrán generarse y conservarse mejor los servicios ambientales y las
especies biológicas. Al fragmentarse los parches en unidades de menor superficie
disminuirán las funciones propias del interior y aumentarán los efectos de borde.
20
duros. Un borde recto canaliza los flujos a lo largo, mientras que uno curvilíneo
favorece los movimientos a través de él. Un parche de bordes convoluído tendrá una
mayor proporción de hábitats, especies y funciones de borde disminuyendo las
funciones de las áreas interiores, tales como conservación de especies y generación de
aire limpio. Mientras mas convolucionada sea la forma de un parche, y por lo tanto
mayor el número de lóbulos, mayores serán también las interacciones, positivas o
negativas, entre los parches y la matriz de su alrededor.
El crecimiento del espacio continuo de la ciudad (es decir, exceptuando las parcelas de
agrado ubicadas aisladamente en las áreas rurales) sugiere los límites que tendría la
ciudad en el futuro, reafirmando la existencia de una segunda orbital paralela a Américo
Vespucio que dará cuenta del relleno intersticial de los espacios remanentes de
superficies agrícolas y naturales existentes en especial entre San Bernardo y Puente
Alto y entre éstas ciudades y la carreteras Panamericana Sur. Otro tanto sucederá con
los espacios remanentes ubicados entre las rutas 78, 68 y Panamericana Norte. Por
21
otro lado, los corredores urbanos de mayor vigorosidad se aprecian a lo largo de la
Carretera Panamericana Norte y del estero Colina.
El río Maipo se ha estructurado hasta ahora como una eficaz barrera natural para frenar
el crecimiento de la mancha urbana hacia las tierras agrícolas del sur de la cuenca,
donde se ubica Pirque.
Durante los 12 años recientes analizados, 6.308 Hás. de suelos con capacidad óptima
de uso agrícola (clases I, II y III) han sido cubiertos por la urbanización (tabla 3). La
pérdida más relevante de suelos de la más alta calidad, es la que ha ocurrido entre las
rutas 68 y 78 en el sector de Maipú (Fig.5), que ha afectado casi exclusivamente, a
22
suelos caracterizados por pendientes planas, gran profundidad, excelente contenido
orgánico y adecuado drenaje. Debido a dichas características, la pérdida de estos
suelos de primera categoría mundial no sólo daña el patrimonio agrícola sino que
además elimina sus significativos servicios ambientales, en especial sobre el sistema
hídrico, atmosférico y biogeográfico.
23
La pérdida de 1.522 Hás de humedales en los años recientes no sólo altera a fases
significativas del ciclo hidrológico, tales como la evapotranspiración y el escurrimiento,
sino que, fundamentalmente significa perturbar ecosistemas que son muy relevantes en
particular cuando se trata de pasajes áridos y semi-áridos. Por razones hidrológicas,
ecológicas y ambientales los humedales deben ser objeto de protección bajo alguna
categoría de conservación, así como de especiales prácticas de gestión cuando deben
ser intervenidos. El mantenimiento de los humedales no depende sólo del cuerpo de
agua en sí mismo sino que de la salud ambiental de la cuenca o subcuenca que lo
sostiene. Las áreas ambientalmente más sensibles se localizan preferentemente en las
cercanías de los cauces fluviales o bien en depresiones inundadas por éstos.
24
Variación Térmica Superficie Afectada (Hás,)
Disminución térmica mayor a 4°C 1.98
Disminución térmica de entre 2 a 4°C 10.08
Disminución térmica menor a 2°C 40.23
Temperaturas estables (variaciones menores a 2°C) 662.49
Aumento térmico menor a 2°C 5,993.37
Aumento térmico de entre 2 a 4°C 5,140.71
Aumento térmico mayor a 4°C 1,344.42
Tabla 6. Cambios de temperatura de emisión entre 1989 y 2001.
La figura 9 presenta los 1667 polígonos formados por parches y corredores vegetales
que existían en la ciudad de Santiago en 1989, ocupando 818, 37 Hás dentro de sus
límites. Como se aprecia en la tabla 7, el año 2001 la superficie ocupada por éstos
había disminuido ligeramente a 737,28 Hás pero lo más significativo era que los
polígonos habían aumentado de 1667 a 3849, lo que implica una substancial
fragmentación de los mismos.
25
4. Desarrollo sustentable de las ciudades intermedias
De esta forma, en prácticamente todos los países latinoamericanos, son las ciudades
intermedias las que alcanzaron las más altas tasas de crecimiento demográfico durante
las últimas décadas (Rodríguez y Villa, 1998) . Numerosas actividades económicas se
han trasladado hacia las ciudades de tamaño medio que rodean las metrópolis,
impulsadas por la revolución de los medios de transporte y comunicaciones, mientras
que las empresas transnacionales y nacionales dedicadas a la exportación de materias
primas o productos industriales semielaborados han construido instalaciones y
adquieren numerosos insumos en las ciudades principales de sus áreas de producción.
Al mismo tiempo, la necesidad de aumentar crecientemente los mercados globales de
bienes y servicios, las han incorporado rápidamente en sus redes de consumidores. A
lo menos en Chile, es posible encontrar en todas las ciudades intermedias sucursales
de las redes nacionales de supermercados, tiendas por departamento, farmacias,
bancos, compañías de seguros, clínicas hospitalarias, etc., junto con conexión a las
redes de telefonía celular, televisión por cable, satélite e internet. La presencia de un
mall o shopping center ha llegado a constituirse en el principal símbolo de modernidad y
progreso para la ciudad intermedia.
Desde luego que no se trata de considerar como ciudades intermedias sólo a aquellas
cuya población se encuentra entre determinados umbrales cuantitativos de población,
sino que por el contrario, seleccionar aquellas ciudades que presentando una población
mucho menor que las grandes metrópolis, y superior a las ciudades pequeñas de las
jerarquías nacionales, ejercen un conjunto de funciones de intermediación entre las
capitales globales y los hinterlands subregionales (Mertins, 2001a y 2001b). El
desarrollo sustentable de las ciudades intermedias es fundamental para difundir y
aterrizar los beneficios de la globalización a escala nacional y regional (Azócar et al.,
2003; Boissier, 2001; Mertins, 2001, Stadel, 2001, Sassen, 1998).
26
en el sector templado austral, fuertemente impactadas por el desarrollo de las
actividades de exportación agrícola, forestal e industrial del país.
Las ciudades intermedias se han transformado en áreas de interés prioritario para los
inversionistas del sector privado y en consecuencia, sus límites, estructura y funciones
crecen y se complejizan permanentemente. Los efectos de la globalización se hacen
sentir en la presencia de barrios, sub-urbanizaciones y centros de abastecimiento y
servicios exclusivos para quienes son empresarios y profesionales de alto nivel de
especialización, empleados en las actividades globalizadas. En forma paralela, la
mayoría de la población permanece únicamente vinculada a los empleos de bajos
salarios que sirven a las empresas globales, y en las actividades orientadas al mercado
interno y a satisfacer las necesidades domésticas de bienes y servicios.
Debido a su tamaño menor, las ciudades intermedias no habían utilizado hasta ahora el
distanciamiento físico como principal elemento de segregación socio-cultural,
convergiendo sus habitantes en general en los edificios y espacios públicos
principalmente localizados en el centro histórico. Los rasgos del crecimiento más
reciente de las ciudades intermedias chilenas (Azócar et al, 2003 y 2002; Bordorf, 2001;
Toledo et al, 2001; Romero y Toledo, 2001; Romero et al., 2001; Rovira, 2001), indican
un importante incremento de la segregación social, aun entre barrios vecinos, un
aumento de las patologías sociales y la delincuencia y una creciente segmentación de
los servicios educacionales, sanitarios y comerciales, todo lo cual forma parte de un
inadvertido proceso de desintegración socio-ambiental.
27
En esta sección, el estado y cambios del medio ambiente de las ciudades
seleccionadas han sido analizados y clasificados mediante sistemas de información
geográfica que combinan imágenes satelitales, fotografías aéreas, planos urbanos y
mapas resultantes de encuestas aplicadas a la población, detectándose el desarrollo de
islas de calor, humedad y ventilación; pérdidas de biomasa y productividad vegetal,
reducción de la humedad del suelo, fragmentación y decrecimiento de los hábitats
biológicos y los servicios ambientales y segregación socio-espacial. Desde una
perspectiva integrada, las ciudades conforman crecientes mosaicos heterogéneos en
que las mayores diferencias de sus ambientes se encuentran en atributos que
corresponden a niveles de segregación social y ambiental.
Los paisajes están constituidos por mosaicos diversos y heterogéneos, cuya variación
espacial es uno de los principales atributos de sus funciones ambientales. en la medida
que estas propiedades determinan la complementariedad, conectividad y flujos de
compensación de las diferencias estructurales. Los mosaicos se comportan como
sistemas vivos y exhiben tres características principales: estructura, función y cambio
(Dramstad et al., 1996). La estructura corresponde al patrón espacial o la distribución de
los elementos del paisaje. La función es el movimiento de los flujos de animales,
plantas, agua, viento, materia y energía a través de la estructura y el cambio es la
dinámica o alteración de los patrones espaciales y las funciones a través del tiempo.
Los parches ocupados por vegetación y ubicados al interior de los límites de las
manchas urbanas de las ciudades seleccionadas son el objeto del presente trabajo. En
28
una primera parte se presenta el estado actual de los parches vegetales, identificados
sobre las fotos aéreas e imágenes satelitales del año 2000-2001, en términos de su
número. tamaño y localización. En una segunda parte, se examinan y evalúan los
cambios espacio-temporales registrados en la última década, comparando los planos de
información actuales con los registrados en Quillota, Chillán y Los Angeles en 1989 y en
el caso de Temuco, en 1987.
Los tipos de vegetación que cubren los parches es otra de sus características
relevantes. Un tipo de vegetación corresponde a la disposición particular en el espacio
de una formación vegetal. En este estudio los tipos dependen de la productividad
biológica (capturada a partir del Indice de Diferencia Vegetacional Normalizado, IDVN),
de la distribución vertical de la vegetación en capas o estratos, empleando la
clasificación propuesta por Danserau (1999, tabla 8) y de la estructura horizontal o
patrón de la vegetación, que corresponde a la distribución de las poblaciones de
especies, indicadas en la tabla 2.
Descripción Clase
Los diferentes individuos tienen contacto unos con Vegetación densa
otros
Existe espacio entre los individuos Vegetación semidensa
Existe gran cantidad de terreno sin vegetación entre Vegetación abierta
los individuos de la comunidad
Tabla 9. Clasificación de la estructura horizontal de los tipos de vegetación ,según
Danserau, 1999
29
a otros usos económicamente mas productivos, tienden a comandar las decisiones
actuales sobre tamaño, formas y funciones de las ciudades. Por otro lado, dada las
condiciones áridas y los erróneos conceptos culturales prevalecientes sobre calidad
paisajística, los costos económicos de generar, implementar y mantener áreas verdes
resultan prohibitivos para municipios y áreas pobres.
Los parches elongados y próximos entre sí, por su parte, deben contribuir a articular
corredores ambientales a través de los cuales fluyan la biodiversidad, el aire y las aguas
limpias, protegiendo los suelos y las áreas de recarga de los acuíferos y aumentando la
oferta de áreas recreacionales para la población. Por último, ciertas áreas remanentes
con vegetación agrícola u ornamental deben ser reconocidas como escalones entre las
áreas de refugio-fuentes apoyando la conectividad a través de los corredores.
30
Este trabajo es una contribución para conocer los cambios en las estructuras espaciales
e inferir su influencia en la pérdida de servicios ambientales y calidad de vida urbana, lo
que puede constituir un aporte a los argumentos de quienes cotidianamente deben
enfrentar los sesgos de decisiones puramente económicas o bien la hegemonía de
sectores específicos que adoptan decisiones sobre el futuro de las ciudades y de sus
habitantes.
Chillàn, por su parte, es una ciudad agrícola tradicional ubicada sobre el borde austral
de los climas tipo mediterráneos de lluvias concentradas en la estación invernal, 500
Km al sur de Santiago. Durante la época más reciente los cultivos tradicionales han
comenzado a ser reemplazados por plantaciones forestales y rubros de exportación
tales como berries, vinos y frutales.
Los Angeles, ubicada 100 Km más al sur, presenta climas templados con una mayor
estación lluviosa y por ello se ha constituido en el centro de la región de plantaciones
forestales exóticas de pinos y eucalyptus, orientados a la exportación de maderas y
celulosas.
31
CIUDADES HABITAN ÁREA Lluvia SUPERFICIE (Hás) AREAS ÁREAS Mt2/H
TES URBAN s Y PORCENTAGE VERDE (Hás) ab de
(1992) A anual DEL ÁREA S/HAB. VERDES áreas
(Hás) es URBANA (M2) MUNICIPA verde
CUBIERTA POR LES s
VEGETACIÓN
QUILLOTA 54.000 787 (1) 280 166 (21%) 25.9 3.5 Hás 0.64
mm
LOS 95.000 1.251 800 181 (14%) 19.0 52 Hás 5.4
(2)
ANGELES mm
CHILLÁN 146.000 2.052 700 295 (14%) 20.0 30 Hás 2.0
(2)
mm
TEMUCO 186.000 3.263 896 756 (23 %) 34.6 S.D S.D
(3)
mm
(1)
Imagen Satelital Landsat TM año 1998, (2) Imagen Satellital Landsat TM año 2000,(3)
Imagen Satellital Landsat TM año 2001
Tabla 10. Características de las ciudades intermedias chilenas seleccionadas
Las ciudades de Chillán y Temuco son las que disponen de parches en la totalidad de
los tamaños, mientras que Los Angeles concentra un 95% en tamaños menores a 5
Há. Quillota carece de parches en el tamaño de 15-20 Há.
32
Respecto al área interior (fig.14), predominan absolutamente los parches compactos
con superficies resguardadas menores que 0,81 Há., que superan en cientos de veces
a los parches de la siguiente categoría, comprendida entre 0,81 y 1,60 Há. Quillota y
Temuco poseen dos y cinco parches, respectivamente, que por su área interior superior
a 4,8 Há, pueden sostener con seguridad poblaciones, y ejecutar servicios ambientales
propios de los hábitats más protegidos de la matriz urbana.
En cuanto a elongación (fig. 15), predominan como se ha dicho las formas compactas,
con relaciones menores a 1:2 entre ancho y largo. Sólo siete parches en Los Angeles y
tres en Temuco alcanzan una proporción mayor a 1:3,8 entre el ancho y largo, debido a
la presencia de canales de riego y bandejones centrales de calles vegetadas, que
favorecen el intercambio e interacción espacial de los flujos, disminuyendo los efectos
adversos provocados por el aislamiento.
La proximidad (fig.16) está controlada por el predominio del ancho medio de las calles,
que con menos de 30 m de distancia entre los parches regula las posibilidades de
conectividad.
33
agrícolas de extraordinario valor y aun desplegando patrones de suburbanización,
mediante la instalación de residencias en medio de áreas rurales.
En Chillán y Los Angeles (fig.20 y 21), las áreas de calidad se localizan nuevamente al
interior de las casas-quinta, a lo largo de canales de riego y en parches remanentes de
actividades agrícolas. En Temuco (fig.22) se adicionan áreas muy significativas de
vegas y parches ribereños al río Cautín, campos deportivos municipales, recintos
universitarios y militares y extensas áreas residenciales que poseen antejardines y
patios interiores vegetados.
Las áreas totales ocupadas por parches vegetales han disminuido substancialmente en
todas las ciudades. En el caso de Los Angeles la disminución supera el 70%, seguido
por Quillota, con cifras sobre el 60%. Chillán y Temuco superan el 50%. Del total de los
parches vegetales que se han perdido, sobre el 70% han sido ocupados por la
expansión de las áreas urbanas en Los Angeles, sobre el 60% en Chillán y Quillota y
alrededor del 50% en Temuco.
34
El tamaño promedio de los parches vegetales también ha disminuido en todas las
ciudades, en forma dramática en el caso de Los Angeles, donde se ha reducido a cerca
de 1/5, respecto al tamaño que alcanzaban en 1989. Los tamaños de los parches
actuales respecto a los que alcanzaban 12 años atrás corresponden a menos del 50%
en Quillota y Temuco y cerca de un 40% en Chillán.
Otro tanto sucede con el área interior, que ha disminuido a 1/6 en Los Angeles, a 1/3 en
Quillota y Chillán y a cerca de la mitad en Temuco.
5. Conclusiones
35
Las ciudades chilenas, por su parte, han sido objeto de fuertes transformaciones
durante las últimas décadas como consecuencia de su participación en el proceso de
crecimiento económico, con escasas intervenciones y regulaciones estatales. Además
de experimentar importantes tasas de crecimiento demográfico y espacial, que las han
llevado a duplicar sus áreas urbanas, lo han hecho ocupando terrenos destinados
previamente a usos agrícolas o coberturas naturales.
El estado de los atributos espaciales permite asegurar que los principios y fundamentos
de la ecología de paisajes no ha formado parte de los argumentos que reconozcan,
articulen y prioricen las áreas verdes en función de objetivos ambientales explícitos. De
allí que las áreas verdes predominantes sean parches aislados y desconectados, y por
ello carentes de funciones ambientales específicas.
El análisis temporal permite comprobar que las ciudades chilenas han experimentado
importantes procesos de degradación ambiental como consecuencia de las pérdidas en
la superficie, tamaño medio, área interior, longitud y densidad de los bordes.
36
Bibliografía
Azócar, G.; Romero, H., Sanhueza, R., Henríquez, C., y Vega, C. (2003), Los patrones del
crecimiento en ciudades intermedias latinoamericanas y sus impactos sobre el reordenamiento
social del espacio urbano: Un caso de estudio en Santa María de Los Angeles, Chile Central (en
preparación).
Azócar, G., Sanhueza, R. y Henríquez, C. (2002), Análisis del cambio en los patrones de
cambio en los patrones de crecimiento urbano en una ciudad intermedia de Chile Central: un
caso de estudio en Chillán. Revista EURE, Santiago de Chile (en prensas).
Boissier, S. (2001), Crónica de una muerte frustrada: el territorio de la globalización. Notas del
expositor. En. www.ider.cl/archivos/Boisier,%20dos.pdf.
Borsdorf, A. (2001), El desarrollo urbano de Valdivia. Estudio de caso en una ciudad chilena.
Espacio y Desarrollo, Centro de Investigación en Geografía Aplicada, Pontificia Universidad
Católica del Perú Nº12, 2000: 45-82.
Dramstad, W., Olson, J. and Forman, R. (1996), Landscape Ecology Principles in Landscape
Architecture and Land-Use Planning. Published by Harvard University, Graduate School of
Design, Island Press and The American Society of Landscape Architects.
Forman, R. (1997), Land Mosaics. The ecology of landscape and regions. Cambridge University
Press.
Pauleit, S. & Duhme, F. (2000), Assessing the environmental performance of land cover types
for urban planning. Landscape and Urban Planning 52, 2000:1-20.
Romero, H., Toledo, X., Ordenes, F. y Vásquez, A. (2001), Ecología Urbana y Gestión
Ambiental Sustentable de las Ciudades Intermedias Chilenas. Ambiente y Desarrollo, Vol. XVII,
Nº4: 45-51.
37
Rovira, A. (2001), Puerto Montt: el paso de ciudad menor a centro de desarrollo intregional en
una ciudad del Sur de Chile. Espacio y Desarrollo, Centro de Investigación en Geografía
Aplicada, Pontificia Universidad Católica del Perú Nº12, 2000: 83-102.
Sassen, S. (1998). Whose city is it? Globalization and the Formation of New Claims.
International Conference on Divided Cities and Strategiies for Undivided Cities.. Göteborg,
Sweden, May 25-26 1998.
Sukkop, H. (1991). Nature in Cities; Development of Flora and Fauna in Urban Areas. Ediciones
MOPT, 222 p.
38
39
40
1000 3500
3263 1000 814
900
883 3000
363
314
800
2500
700 132
2052 100
Nº de Parches
600
2000 < 1.1 Hás
Hectáreas
50
Nº de Parches
41 1.1 Hás - 5 Hás
Nº de Parches
500 5.1 Hás - 10 Hás
Área Urbana
24 10.1 Hás - 15 Hás
1251 1500
400 15.1 Hás - 20 Hás
15
413 > 20 Hás
300 341 10
1000 7
787
5
200 4 4
3 3
500
100 153 2 2 2 2
0 0 0 1 1 0 1 0
1
Quillota Los Angeles Chillán Temúco
Quillota Los Angeles Chillán Temúco
Ciudades Ciudades
1000
702
1000
509 283 277
351
100 78
Nº de Parches
64
37
Nº de Parches
33
<2 27
22 23
2-3 < 31 m
13 14
15 4-5 31 m - 60 m
11
11
>5 10 8 61 m - 90 m
10 8 8
7
6 > 90 m
3
3
1
1 1
Quillota Los Angeles Chillán Temúco Quillota Los Angeles Chillán Temúco
Ciuades Ciudades
41
1000 854
1000 393
335
506
293 144
197195
177
100
129
< 0.81 Hás
Nº de Parches
100 74
64 0.81 Hás - 1.80 Hás
55
1.81 Hás - 2.80 Hás
Nº de Parches
3 3 3
2 2 2 2 2
2
1 1 0 1 1 0 0 0 0 0 1 1 0
1 1
Quillota Los Angeles Chillán Temúco Quillota Los Angeles Chillán Temúco
Ciudades Ciudades
1000 761
Nº de Parches
25 43
Alta
Muy Alta 1
14
12 19
11 16
14 2
10
7 9
10
3
3
Tipos de vegetación:
1: Vegetación abierta con predominio de césped
2: Vegetación semidensa con predominio de estrato
1 1
arbustivo
Quillota Quillota Los Angeles Chillán Temúco
3: Vegetación densaLos
conAngeles
predominio de estrato Chillán
arbóreo Temúco
Ciudades Ciudades
287874 m
288874 m
289874 m
290874 m
291874 m
732600 m
734600 m
735600 m
736600 m
737600 m
733600 m
Calidad de los Parches
Vegetacionales en Cuatro
DICIEMBRE 1998 Ciudades Intermedias Chilenas
N FEBRERO 2001
N
Calidad de los Parches Vegetacionales
como Hábitat de Especies :
500 mt. 0 0.5 1 1.5 km. ua
cag
on
Ac
Rio
500 mt. 0 0.5 1 1.5 km. Muy Baja
6361612 m
Baja
5847000 m Alta
6360612 m
Muy Alta
5846000 m
6359612 m
Simbología :
ag ua
5844000 m
6357612 m
5843000 m
232000 m
234000 m
236000 m
238000 m
702640 m
704640 m
706640 m
708640 m
710640 m
712640 m
5927000 m
NOVIEMBRE 2001
N
5925000 m
5710249 m
5923000 m
5 00 mt. 0 0 .5 1 1 .5 km.
5921000 m
5706249 m
43
286874 m
287874 m
288874 m
289874 m
290874 m
291874 m
732600 m
734600 m
735600 m
736600 m
737600 m
733600 m
Función de los Parches
Vegetacionales en Cuatro
DICIEMBRE 1998
Ciudades Intermedias Chilenas
N FEBRERO 2001
N
Leyenda :
500 mt. 0 0.5 1 1.5 km. ua
cag
on
Ac
6361612 m
Rio
500 mt. 0 0.5 1 1.5 km.
R Refugio
R C Corredor
6360612 m R 5847000 m
E
R E Zona de Escalones
6359612 m
5846000 m
R E C
C
ag ua
C
co nc
E E Simbología :
Quillota 5845000 m
Fig. 25: Ciudad de Los Angeles Río Principal
6358612 m
C Parche Vegetacional
6357612 m
5843000 m
232000 m
234000 m
236000 m
238000 m
702640 m
704640 m
706640 m
708640 m
710640 m
712640 m
5927000 m
NOVIEMBRE 2001
N
5925000 m
E
C
E
R 5710249 m
R
E
R C
5923000 m
R
C R
E Fig. 24: Ciudad de 5708249 m Fig. 26: Ciudad de Temuco C
R Chillán FEBRERO 2000
N
5 00 mt. 0 0 .5 1 1 .5 km.
5921000 m
5706249 m 44
291874 m
291874 m
289874 m
289874 m
288874 m
288874 m
733600
734600
735600
736600
733600
734600
735600
736600
6362612 m 6362612 m 5849000 5849000
ua ua
cag cag
on on
Ac Ac
Rio Rio 5848000 5848000
6361612 m 6361612 m
5847000 5847000
6360612 m 6360612 m
6359612 m 6359612 m
gua
gua
onca
onca
5845000 5845000
Rio Ac
Rio Ac
6358612 m 6358612 m
5844000 5844000
Leyenda : N
234000
236000
238000
232000
234000
236000
238000
704640 m
706640 m
708640 m
710640 m
712640 m
704640 m
706640 m
708640 m
710640 m
712640 m
5712249 m 5712249 m
5925000 5925000
5710249 m 5710249 m
5708249 m 5708249 m
5923000 5923000
5706249 m 5706249 m
5921000 5921000
Leyenda :
Leyenda : N N
45
The author has requested enhancement of the downloaded file. All in-text references underlined in blue are linked to publications on ResearchGate.