Además, debemos tener en cuenta que el ordenamiento internacional no se ha
detenido en el Convenio 87 OIT al ocuparse de la libertad sindical. La propia Organización
Internacional del Trabajo ha producido otras normas sobre la materia, entre las cuales las más importantes son los Convenios 98 y 135 OIT, referidos sobre todo a la protección de ese derecho, para todos los trabajadores en general y con especial énfasis en los dirigentes sindicales, respectivamente. Por otro lado, en los ámbitos mundial y regional, los nuevos instrumentos internacionales de derechos humanos no han omitido a la libertad sindical en su listado de Prólogo La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación 18 derechos. La han reconocido, además, con un detalle mucho mayor que el de las declaraciones de 1984, aunque menor que el de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo. Aquí cabe destacar a los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos (artículo 22) y Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo 8), ambos de 1966; así como a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de 1969 (artículo 16) y su Protocolo Adicional en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1988 (artículo 8). Finalmente, ahora que el comercio mundial en una economía globalizada exige reglas claras y viene creciendo, el reclamo de cláusulas sociales que eviten las ventajas indebidas originadas en la desprotección laboral, un tema de consenso es el respeto irrestricto de la libertad sindical por todos los Estados. Faltan todavía muchas definiciones en este orden, pero podría llegarse a que la transgresión de la libertad sindical condujera a la imposición de sanciones comerciales. En esa dirección avanzan la Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento y los tratados de libre comercio que la recogen. Entre nosotros, como ocurre en verdad en forma muy extendida en el mundo, la libertad sindical tiene recepción constitucional. Nuestra Constitución la reconoce tanto de modo genérico, comprendida dentro de la libertad de asociación (artículo 2.13), como de modo específico, en el articulado laboral (artículo 28.1). Contamos, además, con una ley de desarrollo que es la llamada Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, básicamente referida al sector privado, y otras disposiciones para el sector público. La armonización de nuestro ordenamiento con el internacional, sin embargo, plantea varias dificultades, que están aún pendientes de solución. En este contexto, nos parece que las cuestiones a atender son principalmente las siguientes. Primero, ratificar el Convenio 135 OIT, que es el único de los fundamentales sobre esa materia que no hemos incorporado a nuestro derecho nacional. Segundo, adecuar nuestra legislación, tanto del sector privado como público -y mejor si se aprovecha para fusionarlas, en lo que sea posible-, a los tratados ratificados por el Perú. Para estos efectos no tenemos sino que ceñirnos a las recomendaciones del Comité de Libertad Sindical, emitidas al analizar nuestro ordenamiento. Tercero, revisar la legislación laboral en su conjunto, ya que algunas de las medidas adoptadas con el propósito de promover el empleo, como la formación laboral, la intermediación y tercerización y la contratación temporal, afectan severamente las bases sobre las que se podría constituir sindicatos sólidos. 19 Capítulo 1. Breve reseña histórica Tengamos en cuenta que hemos asumido compromisos internacionales que debemos honrar al suscribir numerosos tratados que consagran la libertad sindical. Esos tratados, además, son complementarios de nuestra propia Constitución, por decisión de ella misma (artículo 3 y Cuarta Disposición Final y Transitoria), y forman un bloque de constitucionalidad con ella. El artículo 3 configura una lista amplia y abierta de derechos y la Cuarta Disposición Final y Transitoria determina que la interpretación del texto constitucional debe hacerse a la luz de dichos tratados. Los organismos jurisdiccionales nacionales deben actuar en estricta conformidad con este mandato, como lo ha proclamado numerosas veces nuestro Tribunal Constitucional. A estas tareas pendientes deben dedicárseles, pues, los mayores esfuerzos, si consideramos que la libertad sindical es imprescindible para nuestro progreso económico y social, como fluye de la significación que le otorgan a ese derecho nuestra Constitución y los tratados ratificados. En este escenario, el profesor Alfredo Villavicencio Ríos nos ofrece esta estupenda obra sobre la libertad sindical en el Perú. Se trata de un estudio muy bien documentado sobre lo que no dudaría en calificar como la institución central del Derecho del Trabajo y una de las más importantes del Estado democrático y social de Derecho: la organización sindical. El autor se detiene en cada uno de los aspectos del conglomerado de derechos articulados en torno a la libertad sindical, y extiende su análisis al sistema de protección que permite garantizar el ejercicio efectivo de dichos derechos en el marco de enfrentamientos entre los antagonistas sociales, que pudieran llevar a la imposición de represalias contra los trabajadores. El estudio está elaborado desde una lectura avanzada de las normas, que es la alentada por nuestra propia Constitución cuando señala como clave interpretativa de su texto la remisión a los tratados sobre derechos humanos ratificados por el Perú. En este caso, el autor acude constantemente -como era indispensable- a los convenios internacionales del trabajo, así como a la abundante jurisprudencia sobre ellos emanada de los órganos de aplicación de la Organización Internacional del Trabajo. Desde ese prisma, y con la colaboración de la mejor doctrina sobre la materia, se analiza nuestra legislación sobre relaciones colectivas de trabajo, constatando sus pros y sus contras. Es difícil determinar -al menos para mí- si las apreciaciones del autor son objetivas -si pudieran serlo-. El profesor Villavicencio Ríos está hondamente comprometido con el tema. De un lado, imparte brillante docencia desde hace más de 23 años en Prólogo La