Professional Documents
Culture Documents
Velázquez
Nouvelle série
34-1 | 2004 :
Jóvenes en la historia
Jovenes en la historia
Résumés
Español Français English
El artículo analiza el proceso de movilización política de la juventud en la Europa de entreguerras. Se
considera la juventud como un periodo de la vida del ser humano construido social e históricamente,
para continuar analizando la evolución de los estudios sobre ella y la realidad concreta de la
movilización juvenil en el periodo planteado, los factores que la determinaron y sus características.
Se destaca la importancia de la situación internacional y de la interrelación entre las diferentes
organizaciones europeas, y se muestra cómo, a pesar de las diferencias entre los distintos países
europeos, hubo muchas características comunes, enfatizando la importancia de estudiar la
movilización política de los jóvenes en un marco comparativo.
The article analyses the process of mobilising young people politically in Europe between the wars.
Youth is considered as a period in the life of a human being shaped both socially and historically, to
continue analysing the evolution of studies about it and the concrete reality of the mobilisation of
young people in the period in question, the factors which defined it and their characteristics. The
importance of the international situation and of the inter-relationship between the different
European organisations is highlighted. Evidence is also given that, in spite of the differences
between the various European countries, there were many common features, which shows the
importance of studying the political mobilisation process of young people in a comparative
framework.
Entrées d’index
Palabras clave : Europa de entreguerras, Movilización política, Movimientos juveniles
Texte intégral
1 La frase que da título a este artículo1 no se escribió, a pesar de lo que se pueda pensar,
en los años 60 del siglo XX, sino que justificaba las razones por las que el gobierno
estadounidense había patrocinado y publicaba un estudio sobre la situación de la juventud
en el mundo… en 19372. Pero el mundo en ese entonces era más «reducido» que en la
actualidad: los sucesos «importantes» ocurrían en Europa, Estados Unidos y en algunos
otros lugares más como Japón o China. Y en todos estos sitios hubo importantes
movimientos juveniles en el periodo comprendido entre las dos guerras llamadas
mundiales3. En concreto, la juventud desempeñó un papel muy importante en la
conflictividad social y política de la Europa de entreguerras —incluida España—, pero éste
es un fenómeno muy poco estudiado historiográficamente en su interrelación y
complejidad.
2 El crecimiento de un sector de la población joven con problemas específicos y que
participaba crecientemente en conflictos sociales y políticos llevó a gobiernos, partidos
políticos e instituciones diversas (desde sindicales a eclesiásticas) a desarrollar políticas
concretas, directas o indirectas, hacia la juventud, desde la regulación de su participación
en la política o el tratamiento diferencial de la delincuencia juvenil hasta la utilización de
la juventud en las luchas económicas, sociales o políticas con diferentes fines. Obviamente,
las variadas políticas llevadas a cabo por gobiernos o instituciones de diverso carácter
político e ideológico y con distintos objetivos influyeron de diferente forma en el carácter y
desarrollo de las organizaciones juveniles y, a la vez, la politización creciente de la
juventud influyó en las políticas adoptadas desde las distintas instituciones.
3 Por esto, se plantea analizar en este artículo ese proceso de movilización política de la
juventud en el ámbito europeo en este periodo, con especial referencia a Alemania,
Austria, España, Francia, Italia y Reino Unido, como países representativos de los
distintos «entornos» de la Europa Occidental, que, a pesar de las diferencias, vivieron en
muchos casos procesos análogos. En Italia y Alemania se produjeron fenómenos similares
de encuadramiento de la juventud desde arriba, por parte del Estado, con los regímenes
fascistas. Algo que también pasó en Austria tras la fracasada insurrección socialista de
febrero de 1934 y el establecimiento de la dictadura del canciller Dollfuss, y, sobre todo,
con el Anschluss de 1938; procesos de encuadramiento de los jóvenes que tienen muchas
similitudes con la organización juvenil creada por Franco tras su victoria en la guerra civil:
el Frente de Juventudes4. En Austria, además, antes de febrero de 1934 se había producido
un proceso de paramilitarización de la juventud similar al producido, entre otros países,
en la España de los años 30. El Reino Unido, por su parte, seguía siendo una isla no sólo
geográficamente, pero la niebla no era tan densa como para que no se viera afectada por
esta movilización juvenil de ámbito casi mundial, y fuera influida e influyera en ella.
4 En primer lugar, se va a delimitar qué se entiende por juventud y el marco teórico más
adecuado para estudiar su movilización política. En segundo lugar, se analizará el estado
de la investigación sobre ella tanto en Europa en general como en España en particular.
Por último, se tratará la problemática y la movilización juvenil en la Europa de
entreguerras, para concluir con un breve análisis de la movilización no gubernamental de
los jóvenes en algunos países europeos durante la Segunda Guerra Mundial y su
significado.
La juventud en la Europa de
entreguerras: un estado de la cuestión
20 En el ámbito europeo, como hemos dicho, los estudios sobre la juventud en la época de
entreguerras comenzaron a desarrollarse a principios de los años 70. Pero esto no quiere
decir que en el mismo periodo analizado no hubiera un interés creciente por la juventud y
lo que se empezaba a llamar «problema generacional»23, tanto en ámbitos académicos
como sociales y políticos, principalmente en los años 30.
21 Estos estudios reflejaban tanto los problemas reales a que hacía frente la juventud (por
ejemplo, el creciente desempleo, sobre todo tras la crisis de 1929, afectó principalmente a
los jóvenes, como veremos) como la preocupación o el interés por la movilización política
que esta juventud llevaba a cabo. Así, se publicaron en los años 30 numerosos artículos y
libros más o menos «académicos» sobre el conflicto de generaciones y los movimientos
juveniles en Europa. Pero también se realizaron, en Europa en general y en España en
concreto, escritos políticos desde distintos ámbitos ideológicos, sobre el problema de la
movilización de la juventud, con llamamientos claros a ésta en sus títulos. Por ejemplo, en
1935 —con motivo de la invasión de Etiopía por Italia—, un folleto británico se titulaba «la
juventud puede parar la guerra»; ya en 1942, se hablaba de «juventud para la victoria». En
España hubo muchos llamamientos a la juventud en los dos bandos enfrentados en la
guerra civil, pero ya en los años 20, por ejemplo, se realizaban hagiografías de religiosas
poniéndolas como modelo para las jóvenes obreras24.
22 Casi desde la subida de los nazis al poder, pero principalmente durante la Segunda
Guerra Mundial, abundaron en los países aliados los análisis sobre la juventud y los
movimientos juveniles en Alemania: se consideraba que uno de los aspectos más
importantes del «problema alemán» era la educación de la juventud, que había sido
socializada en el nazismo: era el grupo social más «completamente pervertido por las
doctrinas nazis», pero por otro lado, representaba «el futuro», la posibilidad de una
Alemania democrática. Seguramente porque la iniciativa bélica había partido de Alemania
y por su mayor importancia, tanto económica y política como militar, frente a los otros
países del Eje, la preocupación por la juventud italiana, por ejemplo, fue menor, a pesar de
estar ya largamente socializada en el fascismo. La traducción de algunos títulos de la época
muestra esta preocupación: Problemas del futuro. El mal de la juventud alemana (1940);
Juventud de Alemania: ¿una generación perdida? (1945) o La reconstrucción de la
juventud alemana (1945)25.
23 También durante los primeros años de la posguerra se mantuvo cierto interés por la
juventud, a la vez que se desarrollaban más ampliamente políticas dirigidas hacia ella: la
ampliación del derecho de voto, que convirtió en «ciudadanos» con plenos derechos a
gente cada vez más joven, o la ampliación de la educación obligatoria hasta incluir la
enseñanza secundaria26. Pero pronto los estudios sobre la juventud se fueron
abandonando hasta el gran boom iniciado en los 60, influido, como ya hemos dicho, por la
movilización juvenil de esa década: de finales de los 60 y principios de los 70 son obras
como las de Esler, Feuer y Gillis ya citadas. Por países, nuevamente, el principal interés
volvió a centrarse en Alemania, que sigue, podríamos decir, «acaparando» en gran medida
la atención en la historia de los movimientos juveniles. Esto no es sólo debido a la
importancia de la movilización juvenil desarrollada por el nazismo, sino a características
propias del movimiento juvenil alemán, ya que la movilización de la juventud en este país
tiene una larga historia, que se remonta a los años de la Confederación Germánica creada
tras el Congreso de Viena de 1815. Alemania fue, además, uno de los primeros países en
desarrollar un importante movimiento juvenil organizado y dirigido por los propios
jóvenes: el llamado Wandervögel o «pájaros migratorios», fundado en 189627. También se
han desarrollado investigaciones sobre la situación de la juventud y las organizaciones
juveniles en países como Francia, Italia y el Reino Unido, principal y respectivamente,
sobre el encuadramiento de la juventud realizado por el régimen de Vichy y el papel de los
jóvenes en la Resistencia francesa, las organizaciones juveniles del fascismo italiano y los
boy-scouts ingleses.
24 Casi todos estos estudios plantean problemas importantes: en primer lugar, los jóvenes
se estudian desde muy diversas perspectivas que no se integran entre sí. Hay
investigaciones centradas en la educación, en la familia, en el ocio o en la delincuencia
juvenil, por poner algunos ejemplos. Por otra parte, los estudios sobre la situación de la
juventud han tendido a centrarse en los hombres jóvenes y ha sido principalmente desde
la historia de las mujeres desde la que se iniciaron los análisis de la situación, muy
diferente, de la mujer joven28. Hay, por tanto, pocos tratamientos de síntesis y se habla
mucho de la juventud en estudios que no tratan monográficamente sobre ella. Sobre los
movimientos juveniles en sí mismos existe un problema parecido y —salvo excepciones
importantes, como la Juventud Hitleriana, los Boy-Scouts ingleses o las diferentes
organizaciones fascistas italianas— no hay un gran número de monografías sobre ellos,
sino que se incluyen en los estudios sobre las organizaciones de adultos respectivas, o en
estudios generales sobre la sociedad o la conflictividad del periodo. Éste es el caso, por
ejemplo, de la Federación Juvenil Comunista Italiana, de las Juventudes del Partido
Radical francés, o de la Liga de la Juventud Laborista inglesa. Sobre la evolución de las
Internacionales Juveniles Socialista y Comunista durante el periodo de entreguerras
apenas hay estudios.
25 En cuanto a España, los estudios sobre la juventud, las políticas dirigidas hacia ella, sus
formas de vida y sus organizaciones en el periodo anterior a los años 70 del siglo XX son
escasos. Algo más numerosas son las obras sobre las políticas educativas de los diferentes
gobiernos y sistemas políticos. Los análisis sobre los movimientos juveniles y su
participación en la conflictividad son aún más escasos. Poco se sabe sobre el desarrollo de
los boy-scouts o de las organizaciones juveniles partidistas. No hay, por ejemplo, ninguna
historia completa de las Juventudes Socialistas, aunque desde su origen y a pesar de la
guerra civil, de su convergencia con la juventud comunista en las Juventudes Socialistas
Unificadas (JSU) y del exilio, tuvo una existencia bastante continuada. Sí se ha estudiado
el papel de los estudiantes en la caída de la monarquía de Alfonso XIII, papel destacado ya
por los contemporáneos. No existe ningún análisis global del papel de la juventud y de sus
organizaciones en la Segunda República, a pesar de que fue un periodo decisivo para la
configuración de movimientos sociales específicamente juveniles y en el que destacó el
papel de los jóvenes en los fenómenos conflictivos. Las obras existentes tratan
principalmente sobre algunas organizaciones concretas y hacen más hincapié en su
organización y en la evolución de sus posiciones ideológicas, que en su papel en el
desarrollo de las formas de acción colectiva o en la conflictividad en sí misma. Algo más
abundantes son los análisis sobre la JSU, aunque no hay ninguna síntesis global sobre esta
organización29. Existen también algunos estudios regionales, principalmente sobre
Cataluña, como los que se citan en otras partes de este artículo.
26 Los análisis comparativos entre los diferentes países europeos son aún más escasos. En
los libros generales o números monográficos publicados en diversas revistas no hay
síntesis comparativas, sino estudios independientes sobre diferentes países. Pero la
comparación no es sólo útil para establecer características generales en la historia, sino
que es un procedimiento adecuado para evitar establecer características particulares
nacionales o locales empíricamente injustificadas, a las que, por cierto, tan dada ha sido la
historiografía española tradicional30.
32 A través de la politización de sus organizaciones, los jóvenes dejaron de ser las personas
con problemas a las que había que proteger para ser el origen del futuro, los
transformadores de la sociedad. Por ejemplo, en el caso francés, se ha destacado que en
todas las organizaciones «había una esperanza común de que el mañana no sería como el
ayer y que la juventud proporcionaría el ímpetu para los cambios, revolucionarios o no,
que Francia necesitaba». Así, los jóvenes mantuvieron sus organizaciones recreativas
tradicionales, que lograron un gran crecimiento, pero también renacieron o se formaron
organizaciones políticas juveniles34.
33 Quienes movilizaron de forma más efectiva a los jóvenes fueron los movimientos
comunistas y fascistas, que identificaban claramente a la juventud con el cambio social —
se ha llegado a decir que «sin la aportación juvenil, estos dos movimientos no hubieran
podido llegar a ser lo que fueron, ni ejercer la influencia determinante que ejercieron»35.
La atracción de los movimientos extremistas entre la gente joven en el periodo de
entreguerras ha sido interpretada como una consecuencia del desempleo juvenil. Estudios
sobre Alemania en los años de la depresión han mostrado que la gente joven era menos
tendente a caer en la pasividad política frente a sus colegas mayores en una situación de
desempleo. En estas circunstancias, los partidos comunista y nazi, especialmente sus
organizaciones paramilitares de activistas, proveían de estructuras llenas de significado
para la vida diaria de los jóvenes. Proveían también de un sentido de camaradería y
pertenencia y, quizá más importante, de la idea de que tenían una misión dirigida contra el
sistema que les había fallado. Hitler llamaba expresamente a la juventud a participar en la
«reconstrucción de Alemania», frente a los partidos y políticos tradicionales y mayores
que gobernaban la República de Weimar y que no contaban con los jóvenes36.
34 Porcentualmente, el NSDAP (Partido Nazi) era la organización política que atraía más
jóvenes. Se ha planteado que llegó al poder como un partido de la juventud y lo que sí es
seguro es que su crecimiento electoral se debió en parte a que fue capaz de atraer a un
gran número de jóvenes votantes. El SPD (Partido Socialdemócrata), el más democrático
de los partidos alemanes, sólo tenía un 19,3% de militantes entre los dieciocho y los treinta
años y un 8% menor de veinticinco. El NSDAP, en cambio, tenía un 37,6% de militantes
entre dieciocho y treinta años en 1931 y un 42,2% en 1932. También los activistas nazis
eran jóvenes: en torno a un 80% de los miembros de las SA (tropas de asalto) eran
menores de treinta años37.
35 Pero la Hitlerjugend tenía, en octubre de 1932, algo más de 100.000 miembros cuando
la población de Alemania de entre catorce y veintiún años era de algo más de 10 millones.
Las Juventudes Socialista y Comunista tenían en torno a 100.000 afiliados también, y el
Comité Nacional de Organizaciones Juveniles, que representaba a la mayoría de las
organizaciones juveniles alemanas en la República de Weimar, aunque no a las políticas,
abarcaba aproximadamente a 4 millones de miembros en 1930. Por tanto, fue el triunfo de
los nazis lo que dio a la HJ la preponderancia en el movimiento juvenil alemán. Tras su
«oficialización», mucha gente joven disfrutaba siendo parte de ella, pero en relativamente
pocos casos esto era resultado de la convicción política. Los chicos eran atraídos por la
camaradería, la posibilidad de participar en actividades deportivas, de empezar una
carrera profesional… Para muchas chicas, podía ofrecer una independencia desconocida
del ambiente tradicional. También las mujeres italianas, jóvenes durante el periodo de
entreguerras, califican su participación en alguna de las organizaciones fascistas como
«evasión», «innovación» y/o «oportunidad para emanciparse». Y es que aunque los
movimientos fascistas buscaban asegurar el sistema socioeconómico tradicional, su
movilización de masas podía tener efectos modernizadores38.
36 El importante papel de comunistas y fascistas en la movilización juvenil no quiere decir
que los partidos políticos e instituciones tradicionales no intentaran atraer a la juventud,
aunque no fueran capaces de hacerlo en la misma medida que los primeros. Por ejemplo,
en Francia, a partir de la Asociación Católica de la Juventud Francesa surgieron en la
segunda mitad de los años 20 la Juventud Obrera Católica (JOC) —influida por su
homóloga belga—, la Juventud Agrícola, la Juventud Estudiante y la Juventud
Independiente, seguidas por sus equivalentes organizaciones femeninas pocos años
después. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial casi el 15% de los jóvenes franceses
estaban afiliados a movimientos católicos39.
37 Como se puede ver por esta cronología, en Francia fue también el periodo de
entreguerras el de florecimiento de las organizaciones juveniles: aunque algunas existían
con anterioridad, la mayoría nació entre 1925 y 1935. Aparte de las organizaciones
católicas, en estas fechas se creó, a partir de grupos ya existentes, la Federación de
Juventudes Laicas y Republicanas, que tenía como presidente a un miembro del Partido
Radical y que contó, entre 1926 y 1928, con entre 60.000 y 70.000 miembros. Dada la
influencia que ejercía en esta organización, el Partido Radical francés no crearía su propia
organización juvenil hasta 1933. A principios de los años 20 se creó la Juventud
Comunista y en esa década se produjo la reorganización de la Federación de Juventudes
Socialistas de Francia, que había sido fundada en 1913. En los años 30, estas dos
organizaciones se consolidaron40.
38 En España, como ya se ha planteado, el establecimiento de un régimen democrático con
la Segunda República favoreció un auge de las organizaciones juveniles. Características
destacadas de la vida política fueron la presencia de organizaciones específicamente
juveniles vinculadas a los distintos partidos y el desarrollo de organizaciones estudiantiles
con diferentes simpatías políticas: la Federación Universitaria Escolar (FUE); la
Asociación de Estudiantes Tradicionalistas o el SEU (Sindicato Español Universitario,
falangista). Como ejemplo de este crecimiento se puede decir que la Federación de
Juventudes Socialistas tuvo en la República su momento de mayor desarrollo: pasó de
reconocer unos 1.500 afiliados en su congreso de 1929 a 12.000 en su cuarto congreso, en
febrero de 1932 y a más de 20.000 en el quinto (abril de 1934)41.Pero se ha destacado el
desarrollo de movimientos juveniles y su importancia en el periodo de entreguerras no
sólo en los casos de Gran Bretaña, Francia, Alemania o España, sino también en países
como Holanda, Hungría o Checoslovaquia. En este último caso se habla del «inusual grado
de organización de la juventud» en este periodo42.
39 Una característica común a todas las organizaciones juveniles políticas era su carácter
más radical frente a las organizaciones partidistas respectivas, producido en gran medida
por la crisis económica, social, política e ideológica de la época y la búsqueda de nuevos
caminos y soluciones, y por el abandono de los valores sociales tradicionales por parte de
los jóvenes, que creían que las fórmulas de los adultos habían fracasado. Así, los conflictos
entre partidos y organizaciones juveniles fueron comunes. En Checoslovaquia se ha
destacado que las organizaciones juveniles eran más radicales y adoptaban posiciones
críticas hacia los representantes de sus propios partidos en el gobierno y en el parlamento.
En Bélgica, en agosto de 1934, se realizó un acuerdo de frente único entre las juventudes
socialdemócratas, comunistas ortodoxas y trotskistas frente a la postura de sus respectivos
partidos. El mismo proceso de mayor radicalismo de la juventud frente al partido
respectivo se puede ver en la Juventud Socialista Obrera Austríaca y en la danesa. Esta
última consideró su derecho, e incluso su deber, criticar lo que consideraba
«desviaciones» del partido. A finales de 1937 el bureau nacional de la organización juvenil
del Partido Radical francés fue disuelto y cada federación departamental quedó bajo la
dirección de la correspondiente federación del partido porque, al igual que en otros casos,
en esos momentos la organización juvenil «estaba en trance de convertirse en una fuerza
autónoma que amenazaba con escapar del control del partido». El dirigente de la
Juventud Socialista francesa, René Dumon, que tuvo un gran papel en la deriva hacia la
izquierda de la Internacional Juvenil Socialista (IJS), consideraba que «los viejos partidos
han fallado y la generación joven no puede fácilmente estar de acuerdo en permanecer
prisionera de fórmulas que han probado ser ineficaces en la defensa del proletariado
contra el fascismo». También la Federación Juvenil Socialista italiana, que ya había sido,
como en tantos otros países de Europa, el origen del Partido Comunista en este país,
estaría en el ala izquierda de la IJS, defendiendo la unidad con los comunistas43.
40 La radicalización de las organizaciones juveniles ha sido destacada también para el caso
español: se ha escrito mucho sobre la radicalización de la juventud socialista, pero
también las Juventudes de Acción Popular (JAP), la organización juvenil de la CEDA
(Confederación Española de Derechas Autónomas), eran más radicales que su referente
adulto, acercándose a las características de los movimientos fascistas. La Juventud de
Acción Republicana y la Juventud Radical Socialista Independiente decían, en una
octavilla en noviembre de 1933, que no podían permanecer en silencio ante «la labor
antirrepublicana y antipatriótica» que se realizaba desde el gobierno y declaraban que
«antes que Alemania, preferimos para nuestro país un régimen análogo al de Rusia»44.
41 Frente a los llamamientos expresos y la participación activa de la juventud en las filas
dirigentes comunistas o fascistas, los partidos socialistas y socialdemócratas y la misma
Internacional Obrera Socialista (IOS) no querían dar un papel importante a sus
organizaciones juveniles, considerando que no debían realizar actividades políticas y
expresar opiniones propias: debían dedicarse a educar a la juventud en los valores del
socialismo, subordinarse a los partidos y aceptar las decisiones políticas de éstos45. Esto
llevó a constantes problemas entre partido y organización juvenil en diferentes países
europeos.
42 El caso británico es, en este sentido, casi paradigmático: El Partido Laborista no creó
una organización juvenil nacional propia hasta 1924, cuando aceptó su creación por las
presiones de las organizaciones juveniles existentes en los ámbitos locales y por el éxito de
la organización juvenil creada previamente por el Partido Laborista Independiente, uno de
los grupos fundadores del Partido Laborista que en los años 30 se separaría de éste. Aun
así, el comité nacional elegido por los jóvenes tenía sólo un carácter asesor, y la dirección
efectiva la realizaba un comité nombrado por el Partido. Se ha llegado a decir que el
comité ejecutivo nacional del Partido Laborista prefería tener un pequeño movimiento
juvenil atado a él o ningún movimiento juvenil, «que el movimiento de masas que
seguramente hubiera sido construido si se hubiera dado a los jóvenes socialistas más
libertad y autoridad»: el Partido Laborista sólo estaba preparado para afiliar grupos
jóvenes si eran leales, no criticaban al partido y no intervenían en política. Pero la Liga de
la Juventud evolucionó hacia la izquierda en los años 30, principalmente tras la derrota
electoral del Partido Laborista en 1935, considerando que los líderes del partido estaban
más preocupados en proyectar su anticomunismo que en promover programas
antifascistas. En 1936 el partido decidió suspender la dirección nacional juvenil, pasando
las organizaciones locales a estar directamente controladas por el partido, se volvió a bajar
la edad máxima a veintiún años y se suspendió el periódico juvenil. El comité nacional fue
restablecido en 1938 con la mitad de sus miembros elegidos por el partido, pero en julio de
1939 muchos dirigentes y militantes de la juventud laborista se integraron en la comunista
y el inicio de la Segunda Guerra Mundial supuso la total desintegración de la organización
juvenil del partido46.
43 Esta concepción del papel de la juventud en los partidos socialistas y socialdemócratas
se reflejó también en la IJS, surgida en 1923 de la fusión de las dos organizaciones
internacionales juveniles —la Unión Internacional de Organizaciones Socialistas Juveniles
y la Internacional de Obreros Jóvenes— surgidas de la división socialista durante la
Primera Guerra Mundial. El programa de la IJS se centraba en la lucha por la mejora de la
situación económica de los jóvenes, su educación política en el marxismo y la lucha contra
la guerra y el militarismo. Su crecimiento en el periodo de entreguerras fue importante: de
los 82.000 jóvenes ligados a la Internacional Juvenil Socialista en 1914, se pasó a 305.000
en 1932. Ya en el congreso de 1929, su ala izquierda, compuesta por franceses, belgas y
españoles, defendió un papel político especial para la juventud como la sección más
progresiva y revolucionaria de la clase obrera. A partir de 1933 también la IJS sufrió la
división entre quienes apoyaban la unidad de acción con los comunistas, como los
italianos, los belgas y los franceses, y los que estaban en contra de cualquier relación con
ellos. En el congreso de 1935 el delegado francés llegó a defender y a establecer como
objetivo la dictadura del proletariado, postura no muy diferente a la de la FJS española. El
pacto de Munich dividió profundamente a la IJS, hasta el punto de que su ejecutiva no
pudo acordar una declaración unificada y la organización perdió importancia47.
44 La Internacional Juvenil Comunista, creada en 1919, desarrolló entre otras actividades,
abundantes campañas antimilitaristas. Aunque éstas encubrieran otros intereses, como la
defensa de la URSS frente a los países occidentales, dieron fuerza a estos movimientos. A
principios de los años 30, la respuesta inicial de algunos sectores juveniles al rearme y a la
agresión abierta, como la invasión de Etiopía por Italia, fue rechazar el militarismo en sus
propios países y oponerse a un rearme que podría llevar a otra guerra como la Primera
Guerra Mundial. Ésta era recordada entre los jóvenes ingleses bajo el lema «nunca más»
(never again) y se hizo famoso el llamado «Juramento de Oxford» de febrero de 1933, en
el que la Unión de estudiantes de esta universidad se comprometió a no luchar ni por el
rey ni por la patria en ninguna guerra, resolución que fue aprobada posteriormente por
otras universidades. También en España, a pesar de las difíciles condiciones del periodo
posterior a la insurrección de octubre de 1934, las organizaciones juveniles socialistas y
comunistas realizaron octavillas conjuntas contra la guerra tras la invasión de Etiopía.
Pero la guerra civil española y la invasión nazi de Checoslovaquia llevaron al rechazo de la
política de apaciguamiento y, como algún autor ha destacado para el caso francés,
convirtieron el pacifismo en antifascismo48.
45 Los uniformes y las banderas, la paramilitarización en definitiva, de las organizaciones
juveniles, era una característica común a todos los países y a todos los grupos, desde los
scouts a la extrema derecha y la izquierda en Francia, las «Camisas Negras» de la Unión
Británica de Fascistas (British Union of Fascists [BUF]) o la sección juvenil de la Legión
Obrera comunista inglesa, pasando por las distintas organizaciones alemanas e italianas o
la uniformización de las organizaciones españolas —tanto la JAP, como la FJS, la UJCE o
la Falange49.
46 Y se ha incluido a los scouts porque los principales estudios en el país en que tenían más
fuerza en la Europa de entreguerras, el Reino Unido, han destacado su papel en la
inculcación de valores y actitudes conformistas y conservadoras en materia de religión,
moral y política. Se ha comprobado que el Ejército valoraba mucho la labor de los Boy
Scouts en el carácter requerido para la defensa nacional, y que su organización fue
apoyada económicamente por grupos sociales y de presión ultraconservadores, tanto en
sus orígenes como en periodo de entreguerras. Así, el principal historiador británico de
estos movimientos, considera que hay que verlos «como una forma de control social
ejercida sobre los jóvenes por una colección de ex-soldados e imperialistas que querían
movilizarlos para acciones militares». Para contrarrestar su militarismo, antisocialismo y
ultranacionalismo, en los años 20 se intentaron crear organizaciones similares desde el
movimiento obrero, como el WoodcraftFolk, pero no lograron un gran desarrollo50. En
otros países europeos, los scouts no lograron tanta importancia, especialmente limitados
en países católicos por el recelo generado por un movimiento de origen protestante, como
se muestra en el caso francés en la división de los Scouts en tres grupos, los Exploradores
(éclaireurs) de Francia (neutrales, fundados en 1911); los Exploradores Unionistas de
Francia (protestantes) y los Scouts de Francia (católicos), fundados en 1920, que crearon
también sus respectivos grupos femeninos. A pesar de esta división, todos partían de
posiciones nacionalistas y lograron un especial florecimiento en el periodo de
entreguerras51.
47 En España surgieron en el ámbito nacional con el nombre de Asociación de
Exploradores de España, por iniciativa de militares y exmilitares y con el plácet de
Alfonso XIII (Real Orden de febrero de 1914). Ya en 1912 se habían creado los
Exploradores Barceloneses, pero un decreto de la Presidencia del Consejo de Ministros de
febrero de 1920 convirtió a Exploradores de España en la única organización autorizada, y
en la que se integraron los catalanes. Hay pocos datos sobre su desarrollo y entraron en
crisis en los años 30, crisis que se agudizó con la guerra civil. Su carácter conservador y
nacionalista se refleja en la descripción de sus objetivos: «desarrollar en la juventud el
amor a Dios y a la Patria, el respeto al Jefe del Estado y a las Leyes de la Nación, el culto al
Honor…»52.
48 El recurso a la movilización violenta afectó a todos los países, hasta a los no beligerantes
en la Primera Guerra Mundial, como España. La devastación y violencia provocadas por la
Primera Guerra Mundial, sin precedentes en la historia, y sus consecuencias, hicieron que
la violencia política fuera vista como normal. Influyeron también las numerosas
rebeliones, revoluciones, putschs y asesinatos políticos y el desarrollo de ideologías que
veían la violencia como una forma más de actuación política. Así, en toda Europa distintos
grupos de jóvenes marcharon por las calles uniformados y llevando armas, lo que dio lugar
a enfrentamientos entre grupos política e ideológicamente opuestos. Se han destacado los
continuos enfrentamientos entre jóvenes nazis y comunistas en Alemania:
aproximadamente el 84% de los arrestados por violencia política en Berlín entre 1929 y
1932 tenía menos de treinta años y un tercio tenía menos de veintiuno. También fue
importante la participación de la juventud en la Milicia Socialista Austríaca, la Schutzbund
o Cuerpo de Defensa Republicano, y en la insurrección vienesa de febrero de 1934. Pero
no hace falta irse tan relativamente lejos. Como he analizado en mi tesis doctoral, la
conflictividad violenta en Madrid en los años 30 fue protagonizada principalmente por
jóvenes de diferentes tendencias políticas, y la insurrección de octubre de 1934 en la
capital de la República, con todas sus limitaciones, fue realizada principalmente por
jóvenes, como eran la mayoría de los miembros de las Milicias Socialistas de Madrid53.
49 Aunque en el Reino Unido no hubo un auténtico movimiento juvenil de masas como en
otros países europeos, en el periodo de entreguerras se produjeron fenómenos similares a
los que estaban sucediendo en la Europa continental, aunque en una escala menor. La
juventud hizo su aparición como un fenómeno político y, en los años 30, las
organizaciones estudiantiles y partidistas crecieron. La Unión Británica de Fascistas (BUF)
logró su fuerza entre los jóvenes y sus líderes tenían entre veinticinco y treinta y cinco
años. A partir de mediados de los años 30, las manifestaciones antifascistas fueron
habituales y dieron lugar a alianzas poco comunes entre jóvenes comunistas y socialistas
en Londres, y a enfrentamientos en las calles que culminaron en «la batalla de Cable
Street», en agosto de 1936, cuando el intento de los fascistas de marchar hacia los barrios
judíos del East London fue rechazado por una multitud de 100.000 personas54.
50 Pero hay que rechazar la idea de que esta violencia juvenil fuera producto de una cultura
desviada o expresión de frustraciones personales de individuos con propensión a la
violencia, como han planteado algunos autores intentando explicar el éxito nazi en la
movilización de los jóvenes. Este éxito, por el contrario, como dice Bessel para el caso
alemán, fue debido a su capacidad de aprovechar valores y circunstancias sociales ya
existentes: las grandes cifras de desempleo, la ruptura de las lealtades políticas
tradicionales —característica, por ejemplo, de la política de la República de Weimar— o
una cultura que apoyaba valores violentos y agresivos55. Esta violencia alcanzaría su punto
culminante durante la guerra civil española y en la Segunda Guerra Mundial, cuando se
combinaron formas de acción violenta propias de guerras convencionales, con otros tipos
de actitudes, violentas y no violentas —movilización de masas, bandas juveniles,
movimientos de resistencia—, en las que también tuvieron un papel importante los
jóvenes.
Bibliographie
ABRAMS, Philip (1970), «Rites de Passage. The Conflict of Generations in industrial Society», Journal
of Contemporary History, 5 (1), número temático «Generations in Conflict»,pp. 175-190.
ALBA, Víctor (1979), Historia social de la juventud, Barcelona.
ALBERTINI, Georges (1943), «Un grand Ministère de la Jeunesse», en Roland SILLY y Georges ALBERTINI,
Pour sauver notre avenir, París, pp. 11-32.
ALTBACH, Philip G. (1970), «Students and Politics», en Joseph R. GUSFIELD (ed.), Protest, Reform, and
Revolt. A Reader in Social Movements, Nueva York, pp. 225-244.
AVILÉS FARRÉ, Juan (1985), La izquierda burguesa en la Segunda República, Madrid.
BALCELLS ILLA, Domingo (1925), Modelo de jóvenes obreras. Vida admirable de la sierva de Dios
Librada Ferrarons y Vivés, de la Tercera Orden del Carmen, que murió en olor de santidad,
Barcelona.
BASTID, Paul et al. (1964), Vichy et la jeunesse, número especial de la Revue d’histoire de la deuxième
guerre mondiale, 56 (octubre).
BECKER, George (1984), «The Wandervogel Movement. A Challenge to the Generational Conflict
Model», en Walter W. POWELL y Richard ROBBINS (eds.), Conflict and Consensus. A Festschrift in
Honor of Lewis A. Coser, Londres-Nueva York, pp. 71-97.
BECKER, Howard Paul (1946), German Youth: Bond or Free, Londres.
BEN-AMI, Shlomo (1979), «La rebellion universitaire en Espagne (1927-1931)», Revue d’histoire
moderne et contemporaine, 26 (julio-septiembre), pp. 365-390.
BENEWICK, Robert (1972), The Fascist Movement in Britain, Londres.
BENNETT, Mick (1942), Youth for victory, Londres.
BERR, Henri (1946), Problèmes d’avenir. Le mal de la jeunesse allemande,París.
BERSTEIN, Serge (1980 y 1982), Histoire du Parti radical (2 vols.),vol. 1: La recherche de l’âge d’or
(1919-1926), París.
BESSEL, Richard (1987), «Political Violence and the Nazi Seizure of Power», en Richard BESSEL (ed.),
Life in the Third Reich, Oxford-Nueva York, pp. 1-16.
BIANCHI, Bruna y FINCARDI, Marco (2001), «Giovani e ordine sociale. Miti e ruoli, in Europa e in Italia,
tra XIX e XX secolo», Storia e problemi contemporanei, 27, pp. 7-33.
BIDDISCOMBE, Alexander Perry (1995), «The Enemy of Our Enemy. A View of the “Edelweiss Piraten”
from the British and American Archives», Journal of Contemporary History, 30 (1), pp. 37-63.
BIRD, Arthur Henry [¿1935?], Youth Can Stop War, Londres.
BIZCARRONDO, Marta (1981), «Democracia y Revolución en la estrategia socialista de la II República»,
Estudios de Historia Social, 16-17, pp. 227-461.
BLUM, Léon (1936), La jeunesse et le socialisme. Conférence prononcée le 30 juin 1934 (Maison de la
Mutualité), París.
BORINSKI, Fritz y MILCH, Werner [¿1945?], Jugendbewegung. The Story of German Youth (1896-
1933), Londres.
BRAUNGART, Richard G. (1984 a), «Historical and Generational Patterns of Youth Movements. A
Global Perspective», Comparative Social Re search, 7, pp. 3-62.
BRAUNGART, Richard G. (1984 b), «Historical Generations and Youth Movements. A Theoretical
Perspective», Research in Social Movements, Conflict and Change, 6, pp. 95-141.
BRAUNGART, Richard G. y BRAUNGART, Margaret M. (1986), «Life-Course and Generational Politics»,
Annual Review of Sociology, 12, pp. 205-231.
BRAUNGART, Richard G. y BRAUNGART, Margaret M. (1993), «Historical Generations and Citizenship:
200 Years of Youth Movements», Research in Political Sociology, 6, pp. 139-174.
BRAX, Ralph S. (1981), The First Student Movement. Student Activism in the United States during
the 1930’s, Londres-Port Washington (N. Y.).
BRITISH YOUTH PEACE ASSEMBLY [¿1937?], Youth in Britain Today. A Survey in Six Parts: A Programme
for Advance — «For Peace and Social Justice», Londres.
CANNISTRARO, Philip V. (1982), Historical Dictionary of Fascist Italy, Westport (Conn.).
CASTERÁS ARCHIDONA, Ramón (1974), Diccionario de organizaciones políticas juveniles durante la
Segunda República, La Laguna.
CHALINE, Nadine-Josette (1992), «Addendum. La Jeunesse et le Pacifisme en France», en Joël
COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe
siècles, París, pp. 117-119.
CHALINE, Nadine-Josette, DEMIER, Francis y LE BEGUEC, Gilles (1992), «Jeunesse et Mouvements de
Jeunesse en France aux XIXe et XXe siècles. Influence sur l’évolution de la société française», en Joël
COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe
siècles, París, pp. 95-116.
COHEN, Yolande (1989), Les jeunes, le socialisme et la guerre. Histoire des mouvements de jeunesse
en France, París.
COLTON, Joël (1992 a), «Définition de la Jeunesse et des Mouvements de Jeunesse. La Jeunesse et la
paix», en Joël COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux
XIXe et XXe siècles, París, pp. 3-14.
COLTON, Joël (1992 b), «Introduction», en Joël COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements.
Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe siècles, París, pp. XIII-XVIII.
COMTE, Bernard (1992), «Les organisations de jeunesse», en Jean-Pierre AZÉMA y François BÉDARIDA
(dir.), Le régime de Vichy et les Français, París, pp. 409-421.
Constitution and Rules of the National Young Labour League and Rules for Branches, s. l., s. f.
COOKE, Douglas (ed.) (1962), Youth Organizations of Great Britain (1944-1945), Londres.
COUTROT, Aline (1970), «Youth Movements in France in the 1930’s», Journal of Contemporary
History, 5 (1), número temático «Generations in Conflict»,pp. 23-35.
CRUBELLIER, Maurice (1979), L’enfance et la jeunesse dans la societé française (1800-1950), París.
DAVIS, John (1990), Youth and the Condition of Britain. Images of Adolescent Conflict, Londres-
Atlantic Highlands (N. J.).
DEGL’INNOCENTI, M. (1986), «Mercato del lavoro, occupazione giovanile e conflittualitá sociale in Italia
dalla fine dell’800 agli anni ’70», en Dieter DOWE (ed.), Jugendprotest und Generationenkonflikt in
Europa im20. Jahrhundert. Deutschland, England, Frankreich und Italien im Vergleich. Vorträge
eines internationalen Symposiums des Instituts für Sozialgeschichte Braunschweig (Bonn und der
Friedrich-Ebert-Stiftung vom17.-19.Juni1985in Braunschweig), Bonn, pp. 83-109.
DELLA PORTA, Donatella y DIANI, Mario (1999), Social Movements. An Introduction, Oxford.
DEREYMEZ, Jean-William (dir.) (2001), Être jeune en France (1939-1945), París.
DRAPER, Hal (1967), «The Student Movement of the Thirties. A Political History», en Rita James
SIMON (ed.), As We Saw the Thirties. Essays on Social and Political Movements of a Decade, Urbana
(Illinois), pp. 151-189.
EBELING, Hans (1945), The German Youth Movement. Its Past and Future, Londres.
ELORZA, Antonio y BIZCARRONDO, Marta (1999), Queridos Camaradas. La Internacional Comunista y
España (1919-1939), Barcelona.
ESLER, Anthony (1971), Bombs, Beards and Barricades: 150 Years of Youth in Revolt, Nueva York.
FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA (1932), Memoria del IV Congreso, Madrid.
FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA (1934), Memoria del V Congreso, Madrid.
[FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA] (1977), «Octubre. Segunda Etapa», en Marta
BIZCARRONDO, Octubre del 1934. Reflexiones sobre una revolución, Madrid, pp. 83-156 (folleto
original de 1935).
FEDERACIÓN NACIONAL DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS (1932), Estatutos de las Juventudes Socialistas,
Madrid.
FEIERABEND, Ivo K., FEIERABEND, Rosalind L. y GURR, Ted Robert (eds.) (1972), Anger, Violence, and
Politics. Theories and Research, Englewood Cliffs (N. J.).
FEUER, Lewis Samuel (1969), The Conflict of Generations. The Character and Significance of Student
Movements, Londres.
FISCHER, Conan J. (1986), «Unemployment and Left-Wing Radicalism at the End of the Weimar
Republic», en Peter D. STACHURA (ed.), Unemployment and the Great Depression in Weimar
Germany, Basingstoke, pp. 209-225.
FISCHER, Ernst (1967), Problemas de la generación joven. Entre la impotencia y la responsabilidad,
Madrid.
FODE, Henri (1992), «Young People and their Movements. Influence on Societies Evolution. Lines
and Aspects from the Danish Society (1875-1950)», en Joël COLTONet al., La jeunesse et ses
mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe siècles, París, pp. 51-63.
FOOT, Michael, FREEMAN, Richard Gavin, HARDIE, Frank y STEEL-MAITLAND, Keith (1934), Young Oxford
and War (Essays), Londres.
FRANKE, Vera (1945), Youth of Germany. A lost Generation?, Nueva York.
GENDRON, François (1993), The Gilded Youth of Thermidor, Buffalo-Kingston-Londres-Montreal.
GERMANI, Gino (1969), «La socializzazione politica dei giovani nei regimi fascisti: Italia e Spagna»,
Quaderni di Sociologia. Nuova Serie, 1 (2), pp. 11-58.
GILLIS, John Randall (1973), «Conformity and Rebellion: Contrasting Styles of English and German
Youth (1900-1933)», History of Education Quarterly, 13 (3), pp. 249-260.
GILLIS, John Randall (1974), Youth and History. Tradition and Change in European Age Relations
(1770-Present), Londres-Nueva York-San Francisco.
GIOLITTO, Pierre (1991), Histoire de la jeunesse sous Vichy, París.
GÓMEZ MOLLEDA, María Dolores, GONZÁLEZ QUINTANA, Antonio, CASTERÁS ARCHIDONA Ramón y LÓPEZ
SANTAMARÍA, Jesús (1992), «Mouvements de jeunes et lutte politique dans l’Espagne contemporaine»,
en Joël COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et
XXe siècles, París, pp. 65-78.
GONZÁLEZ QUINTANA, Antonio y MARTÍN NÁJERA, Aurelio (1983), Apuntes para la Historia de las
Juventudes Socialistas de España, Madrid.
GOZZINI, Giovanni (1979), Alle origini del comunismo italiano. Storia della Federazione giovanile
socialista (1907-1921), Bari.
GRAHAM, Helen (1986), «The Socialist Youth in the JSU. The Experience of Organizational Unity
(1936-1938)», en Martin BLINKHORN (ed.), Spain in Conflict (1931-1939). Democracy and its Enemies,
Londres, pp. 83-102.
GRAHAM, Helen (2002), The Spanish Republic at War (1936-1939), Cambridge-Nueva York.
GRAHAM, Hugh Davis y GURR, Ted Robert (eds.) (1979), Violence in America. Historical and
Comparative Perspectives, Beverly Hills-Londres.
GRANDI, Aldo (2001), I Giovani di Mussolini. Fascisti convinti, fascisti pentiti, antifascisti, Milán.
GRUBER, Helmut (1991), Red Vienna: Experiment in Working-Class Culture (1919-1934), Nueva
York-Oxford.
GUÉRIN, Christian (1997), L’utopie Scouts de France. Histoire d’une identité collective, catholique et
sociale (1920-1995), París.
HALLS, Wilfred Douglas (1981), The Youth of Vichy France, Nueva York-Oxford.
HEER, Friedrich (1974), Challenge of Youth, Londres.
HERNÁNDEZ ZANCAJO, Carlos (1937), Tercera etapa de Octubre, Valencia.
HOLZNER, Burkart (1962), «Institutional Change, Social Stratification, and the Direction of Youth
Movements», Journal of Educational Sociology, 36 (2), pp. 49-56.
HORN, Gerd-Rainer (1996), European Socialist Respond to Fascism. Ideology, Activism and
Contingency in the 1930’s, Nueva York-Oxford.
HUMPHRIES, Stephen (1981), Hooligans or Rebelds? An Oral History of Working-Class Childhood
and Youth (1889-1939), Oxford.
JAEGER, Hans (1985), «Generations in History. Reflections on a Controversial Concept», History and
Theory, 24 (3), pp. 273-292.
JANSEN, Jon B. y WEYL, Stefan (Pseudónimos) (1943), The Silent War. The Underground Movement
in Germany, Filadelfia-Nueva York.
JANSEN, Nerina (1977), La teoría de las generaciones y el cambio social, Madrid.
JEFFERY, Charlie (1995), Social Democracy in the Austrian Provinces (1918-1934). Beyond Red
Vienna, Londres-Madison.
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis y LÓPEZ REY, José (1929), Juventud, Madrid.
JOYCEY, Geoffrey (1945), Venturing with Youth. A Practical Book for Youth Leaders, Londres.
KATER, Michael H. (1992), Different Drummers. Jazz in the Culture of Nazi Germany, Nueva York-
Oxford.
KELLERMANN, Henry J. (1946), The Present Status of German Youth. An Analysis and Description of
the Problems of German Youth After the Collapse, the Policies Pursued by the Several Occupying
Powers in Meeting these Problems, and a Survey of Current Conditions Among Youth
Organizations, Washington.
KOON, Tracy H. (1985), Believe, Obey, Fight. Political Socialization of Youth in Fascist Italy (1922-
1943), Chapel Hill-Londres.
KORALKA, Jiri (1992), «Spontaneity and Organization in Czech Youth Movements (1848-1938⁄39)», en
Joël COLTONet al., La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et
XXe siècles, París, pp. 217-229.
Notes
1 Este trabajo ha sido posible gracias a una beca posdoctoral del Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte disfrutada en la London School of Economics and Political Science y a otra beca posdoctoral
de la Comunidad Autónoma de Madrid.
2 WINSLOW, 1937, p. XI. La Administración Nacional de la Juventud que realizó este estudio sobre la
situación y organización de los jóvenes en 56 países de los diferentes continentes se había
establecido en 1935.
3 Sobre Japón, ver SHIMBORI, 1963 y 1964. Sobre China, HERR, 1974, pp. 200-203 y FEUER, 1969,
pp. 173 y ss. Sobre Estados Unidos, BRAX, 1981 y DRAPER, 1967. COLTON, 1992 b, p. XVI considera que,
probablemente, el movimiento juvenil más importante de la historia de Estados Unidos no fue el de
los años 60, sino el de la Unión de Estudiantes Americanos de los años 30, respuesta a la gran
depresión, el desempleo, el fascismo y el militarismo en Europa y Asia.
4 Ver SÁEZ MARÍN, 1988.
5 WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, pp. 9 y 29; WIN y WHITE, 1997, pp. 9 y ss. y MITTERAUER, 1992, pp. 2 y 17.
6 Se puede rastrear, como hacen algunos autores, el papel de la juventud prácticamente desde los
comienzos de la «historia», desde Grecia y Roma (ver, por ejemplo, HEER, 1974, pp. 7-8). Se ha
destacado el papel de los jóvenes por consideraciones de edad en diferentes procesos históricos,
desde la Revolución francesa a la Revolución de 1848 en Austria, por poner sólo algunos ejemplos
(GENDRON, 1993 y ESLER, 1971, pp. 97 y ss.).
7 GILLIS, 1974, pp. 65 y ss. y 95 y ss; RYERSON, STANLEY y FECTEAU, 1992, p. 17 y DAVIS, 1990, p. 24. Se
valora probablemente de forma excesiva el factor demográfico en MOLLER, 1968; UCELAY DA CAL, 1987,
pp. 17-19 y ALBA, 1979, p. 15. Para PÁLÓCZI-HORVÁTH, 1971, p. 41, antes de la Segunda Guerra Mundial,
la mayoría de los mayores de catorce y quince años no eran identificados como adolescentes o
jóvenes en Europa o Norteamérica, pero esto no es cierto: basta ver los informes y documentos
políticos, decisiones de los gobiernos y organizaciones o la misma prensa durante el periodo de
entreguerras.
8 También en la familia los papeles en función de la edad y del sexo se fueron definiendo por las
relaciones externas del mercado de trabajo y el sistema educativo. Ver WALLACE y KOVATCHEVA, 1998,
pp. 11-13; WIN y WHITE, 1997, p. 47 y MITTERAUER, 1992, pp. 70-71.
9 MITTERAUER, 1992, pp. 86-87; PIERRARD, 1987, pp. 55 y ss.; DEGL’INNOCENTI, 1986, p. 88 y MARTÍN
VALVERDE et al., 1987, pp. 65-66.
10 WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 13; NICOLAU, 1987, p. 237 y HUMPHRIES, 1981, p. 212.
11 ORTEGA Y GASSET, 1965, pp. 62 y 67. Estos límites de edad son también los usados, por ejemplo, por
JANSEN, 1977, p. 174 o BRAUNGART y BRAUNGART, 1993, p. 171 y SOLÉ I SERRATOSA, 1987, p. 40. WOOD PALMER,
1944, pp. 17 y ss.; THE LABOUR PARTY, 1931, p. 10; Constitution and rules of the National Young
Labour League, p. 3 y MARWICK, 1970, pp. 45-46.
12 FEDERACIÓN NACIONAL DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS, 1932, p. 9; AVILÉS FARRÉ, 1985, pp. 341-342 y LÓPEZ
SANTAMARÍA, 1983, p. 22. La Federació de Joves Cristians de Cataluña y las Joventuts Nationalistes
de la Lliga situaban sus límites de edad máxima en los treinta y cinco y los treinta años,
respectivamente (TAVERA, 1987, p. 141).
13 CANNISTRARO, 1982, pp. 568 y 571; GERMANI, 1969, pp. 11 y 19-25; OSTENC, 1980, pp. 233 y ss.; KOON,
1985, pp. 90 y ss.; BECKER, 1946, p. 163 y STACHURA, 1981 a, p. 131.
14 Se han destacado también otras divisiones como el género o la raza/etnia por la posición de las
diferentes minorías en una sociedad (WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 34). Como dicen WIN y WHITE,
1997, pp. 81-82, no existe el individuo en abstracto: la posición objetiva de la gente en el mundo
social (en términos de familia, clase, género, etnia…) influye en su posición subjetiva en ese mundo.
15 HUMPHRIES, 1981, pp. 13-14; WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, pp. 19-20. CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC,
1992, p. 101. FISCHER, 1967, p. 20, considera que: «La lucha de generaciones ha sido durante largo
tiempo […] un proceso interno de la burguesía».
16 La definición de generación en ZARCO y ORUETA, 1998, p. 109; el papel de los años jóvenes, en
MARÍAS y RINTALA, 1975, p. 92 y BRAUNGART, 1984 b, pp. 105 y 113; la distinción entre minorías y masas,
en ORTEGA Y GASSET, 1988, p. 57 y LAÍN ENTRALGO, 1945, p. 305. Esta idea es aceptada también, entre
otros, por JANSEN, 1977, pp. 47 y ss. Frente a estas posturas, Mannheim
y otros autores distinguen dentro de las generaciones, las llamadas «unidades generacionales» y no
consideran el conflicto generacional como el más importante dentro de las sociedades —idea
planteada, por ejemplo, por MARÍAS, 1970, p. 128—, destacando la existencia, al mismo tiempo, tanto
de conflictos inter como intrageneracionales (MANNHEIM, 1993; BRAUNGART, 1984 a, pp. 19 y 33 y
BRAUNGART, 1984 b, pp. 116 y ss.). Un análisis general sobre las diferentes teorías de las generaciones
y sus problemas se encuentra en JAEGER, 1985.
17 COLTON, 1992 a, pp. 7 y ss.; BRAUNGART, 1984 a, pp. 3-4; BRAUNGART y BRAUNGART, 1993, pp. 146-147.
De «juventud en sí» y «juventud para sí» habla ABRAMS, 1970, pp. 186-187; sobre las limitaciones de
la juventud como fuerza de cambio, ver ibid. p. 179. El surgimiento de movimientos juveniles para sí
depende de diferentes factores: el grado en que estos grupos de gente joven son objetivamente
víctimas del sistema social y su visión subjetiva de éste; la imposibilidad de otros símbolos o formas
de protesta y solidaridad o la existencia de lugares de interacción entre grupos de jóvenes.
18 La cita, en FEUER, 1969, p. VIII. Ver HUMPHRIES, 1981, p. 17. Las teorías psicosociológicas sobre los
conflictos sociales abarcan un amplio conjunto de autores (Gurr, Feierabend, Davies…) que
elaboraron sus obras en el periodo de la guerra fría. Ver, por ejemplo, GRAHAM y GURR (eds.), 1979 y
FEIERABEND, FEIERABEND y GURR (eds.), 1972. El rechazo a poner el peso de la explicación —en este caso
de los movimientos juveniles de la segunda mitad del siglo XX— en factores de psicología colectiva es
planteado por UCELAY DA CAL, 1987, p. 28. Para los funcionalistas, la juventud es el momento en que
las personas están en tensión entre los valores particulares de la familia y los valores universales de
la sociedad que están aprendiendo (ver WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 32). Pero esto nos llevaría,
nuevamente, muy cerca de las teorías psicológicas: los conflictos producidos por los jóvenes serían
producto de la anomia o de disfunciones de los individuos.
19 Síntesis de estas teorías se pueden ver en DELLA PORTA y DIANI, 1999 y MCADAM, MCCARTHY y ZALD
(eds.), 1999.
20 HUMPHRIES, 1981, p. 54.
21 BRAUNGART, 1984 a, p. 16; ALTBACH, 1970, p. 230; ABRAMS, 1970, p. 179 y OPP, 1989, pp. 181 y ss.
LARAÑA, 1999, pp. 140-151, destaca el papel de los jóvenes en los nuevos movimientos sociales
surgidos en Europa occidental durante los años 60. En España, durante la Segunda República, la
edad para poder votar estaba establecida en los veintitrés años. En Gran Bretaña, la ley electoral de
1918 concedió el derecho de voto a todos los hombres mayores de veintiún años y a las mujeres
mayores de treinta años (LAYBOURN, 2001, pp. 27-28).
22 Ver, por ejemplo, BRAUNGART, 1984 b, pp. 130 y ss.
23 NEUMANN, 1939.
24 Ver BIRD, [¿1935?]; BENNET, 1942 y BALCELLS ILLA, 1925. Dada la brevedad de este ar- tículo,
remitimos a la bibliografía incluida al final del trabajo, aunque no cubra, ni mucho menos, todos los
ejemplos existentes.
25 Sobre esta concepción ver KELLERMANN, 1946, pp. 2-3 o SIEBERT, 1945, p. 5. También BERR, 1946 y
FRANKE, 1945.
26 La preocupación existente en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se
refleja en libros como los de JOYCEY, 1945 y LAUNAY y MURAT, [¿1948?].
27 El desarrollo de los movimientos juveniles en Alemania fue muy complejo, dando lugar, además
de a organizaciones juveniles políticas propiamente dichas, a un entramado de asociaciones y
federaciones de asociaciones, deportivas, culturales o recreativas. Tanto el Wandervögel, como la
Freideustsche Jugend (1907) y la Bündische Jugend (1923) se configuraron como movimientos de
clase media que intentaron mantenerse alejados de la política, pero en los que se produjeron
numerosas divisiones internas por el desarrollo de diferentes corrientes ideológicas. Mientras tanto,
los jóvenes obreros se organizaron de forma independiente (ver BECKER, 1984 y BECKER, 1946, pp. 53 y
ss.; BORINSKI y MILCH, [¿1945?]; EBELING, 1945; LAQUEUR, 1962; MITTERAUER, 1992, pp. 214 y ss. y
STACHURA, 1981 a, pp. 13-117).
28 Hasta finales del siglo XIX los conceptos relacionados con los grupos de edad eran diferentes
según los géneros, y los cambios producidos en las relaciones entre trabajo adolescente y adulto por
la transición al trabajo remunerado fueron diferentes para hombres y mujeres, por no hablar de las
divergencias en el acceso a la educación. Las feministas han desarrollado su propia perspectiva de la
juventud, enfatizando el papel del género, la familia y la sexualidad en marcar las experiencias de la
gente joven (MITTERAUER, 1992, pp. 87 y 130).
29 Ver, entre otros ejemplos, GONZÁLEZ QUINTANA y MARTÍN NÁJERA, 1983; CASTERÁS ARCHIDONA, 1974; los
diversos estudios sobre las organizaciones juveniles durante la Segunda República están recogidos
en Studia Historica. Época Contemporánea, 5 (4), 1987; BEN-AMI, 1979 y VIÑAS, 1978. El papel de los
estudiantes ya fue destacado en JIMÉNEZ DE ASÚA y LÓPEZ REY, 1929.
30 LORENZ, 1999, p. 36.
31 Ver BRAUNGART, 1984 a, p. 4. También S. Tarrow establece que «en un período de rápida e intensa
movilización, las generaciones se suceden unas a otras muy rápidamente» (TARROW, 1989, p. 305).
BRAUNGART y BRAUNGART, 1986, p. 215.
32 ALBA, 1979, p. 177; BIANCHI y FINCARDI, 2001, pp. 16-17 y HOLZNER, 1962, pp. 49 y ss. Aunque las
estadísticas existentes de desempleo juvenil pueden no ser muy fiables, sí nos dan una idea de la
importancia del desempleo juvenil: el número de desempleados de entre catorce y veinticuatro años
en el Reino Unido en 1931 era de 683.781 (441.853 hombres y 242.928 mujeres) de un total de
2.524.514. Según las estadísticas del Instituto para el Bienestar Social fascista italiano, la proporción
de jóvenes entre todas las personas desempleadas que recibían subsidio de desempleo en 1932 era
de un 41%, el 32% entre los hombres y el 57% entre las mujeres. Las estimaciones de la época
consideraban que no menos de la mitad de los 6 millones de jóvenes de entre quince y veinticuatro
años estaban desempleados en Francia en 1934 (BRITISH YOUTH PEACE ASSEMBLY, [¿1937?], p. 18;
WINSLOW, 1937, p. 53 y HALLS, 1981, p. 132).
33 WEBB, 1935, pp. 1-2 y ALBERTINI, 1943, p. 13. También hay un llamamiento a la juventud, en este
caso desde posiciones comunistas, en REYNAUD, 1936, pp. 89 y ss., en un significativo apartado
titulado «Juventud, no tienes elección». Pero esto no es tan extraño si tenemos en cuenta que ya el
príncipe Kropotkin, que escribió un llamamiento a la juventud en 1884, había mantenido esta idea
(KROPOTKIN, 1907, p. 1). KOON, 1985, pp. 16 y 22 y LAQUEUR, 1962, p. 191. Ver también BIANCHI y FINCARDI,
2001, pp. 18 y ss.
34 BLUM, 1936, p. 3. Este reconocimiento no implicaba no realizar también un llamamiento a la
juventud: «Apelamos a la vez a su espíritu de negación, de rebelión, de revuelta, y a su espíritu de
entusiasmo…» (p. 20). COUTROT, 1970, p. 27.
35 ALBA, 1979, p. 117. Léon Blum decía en 1936 que los grandes movimientos políticos habían
ejercido y adquirido una influencia dominante sobre la juventud y que esta influencia había sido uno
de los elementos principales de su éxito (BLUM, 1936, p. 4).
36 FISCHER, 1986 y PEUKERT, 1987 b. Ver también STACHURA, 1981 b, p. 309, que concluye que, en cierto
modo, «el NSDAP llegó a ser la más drámatica y brutal manifestación de conflicto generacional en la
República de Weimar y la victoria del partido en 1933 simbolizó una metamorfosis en la
significación social y los papeles sociales y políticos aceptados de jóvenes y adultos».
37 LAQUEUR, 1962, p. 19; LOEWENBERG, 1971, pp. 1470-1471 y BESSEL, 1987, p. 12.
38 Con el triunfo de los nazis en 1933, la HJ se convirtió en la única organización juvenil autorizada,
en la Organización Juvenil del Estado y en 1936 la pertenencia a ella se hizo obligatoria para todos
los jóvenes. PEUKERT, 1987 a, pp. 150 y ss.; GRANDI, 2001, ver por ejemplo, pp. 331 y 350.
39 CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC, 1992, p. 103, de donde tomamos ese porcentaje; CRUBELLIER, 1979,
p. 317.
40 CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC,1992, p. 105; BERSTEIN, 1980, pp. 238 y ss. y COUTROT, 1970, p. 25.
41 Ver GÓMEZ MOLLEDA, GONZÁLEZ QUINTANA, CASTERÁS ARCHIDONA y LÓPEZ SANTAMARÍA, 1992, p. 66.
FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA, 1932 y 1934, pp. 6 y 13 respectivamente. En la década
de los años 30 el grupo de edad mayoritario en España era el de los quince-veinticuatro años (LÓPEZ
SANTAMARÍA, 1987, p. 153). Como muestra SAMPER I TRIEDU, 1987, también la mayoría de las
organizaciones juveniles catalanas surgieron en el periodo de entreguerras.
42 Ver los distintos informes recogidos en COLTONet al., 1992. La cita en KORALKA, 1992, p. 225. El
caso de Italia es más particular, dado que el establecimiento de la dictadura fascista de Mussolini en
1922 impidió un desarrollo independiente y libre de las organizaciones juveniles durante el periodo
de entreguerras.
43 KORALKA, 1992, p. 224; JEFFERY, 1995, p. 203; FODE, 1992, p. 57 y BERSTEIN, 1980, pp. 241-242 (la cita
es de esta última página); HORN, 1996, pp. 67 y 123, de donde entresacamos el texto correspondiente
a una carta de René Dumon a Erich Ollenhauer (20 de junio de 1934), conservada en el archivo de la
Sozialistische Jugend Internationale, en el International Institute of Social History (Amsterdam). El
14 de julio de 1935 se crearía en Francia el Frente Popular de la Juventud (TÉTARD, 1986, p. 186). Ver
GOZZINI, 1979 y LUZA, 1970, p. 46.
44 Sobre la FJS ver, por ejemplo, BIZCARRONDO, 1981, pp. 278 y ss. Sobre la JAP, MONTERO GIBERT, 1977,
vol. 1, pp. 623 y ss. y Archivo Histórico Nacional, Audiencia Territorial de Madrid, Criminal, leg.
205/1, juzgado n.º 18, causa 349/33, hoja clandestina.
45 El Socialista, 21-XII-35, p. 1: «Los acuerdos del Partido. Llamada a las Juventudes» —con
motivo de la dimisión de Largo Caballero de la Ejecutiva del PSOE—, repetía varias veces la idea de
que las Juventudes Socialistas debían actuar «al servicio» del partido.
46 Ver SPRINGHALL, 1986, pp. 160-161; LAYTON-HENRY, 1976, pp. 275-285; SIROCKIN, [¿1960?], pp. 1-8 y
WILLIS, 1970 (la cita en p. 161); sobre la evolución de los jóvenes laboristas a finales de los años 30,
pp. 185 y ss. El autor fue dirigente de la organización juvenil del Partido Laborista y después
miembro del Partido Comunista Británico en los años 30. También se ha destacado cuánto esperaba
el Partido Socialista Obrero Austríaco de su juventud y la poca confianza que tenía en ella y que el
programa para ésta parecía estar dirigido a posponer la maduración de los jóvenes y su paso a la vida
adulta y era poco apropiado para jóvenes trabajadores que, en muchos casos, empezaban a trabajar a
los catorce años (GRUBER, 1991, p. 166).
47 LUZA, 1970, pp. 24-57. La guerra mundial, que sólo dejó un funcionamiento independiente y libre
a las organizaciones inglesa, sueca y suiza, acabó finalmente con la Internacional. Sobre las
posiciones de la FJS, ver [FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA], 1977.
48 Ver Youth Unite for Peace, [¿1937?], páginas sin numerar; FOOT, FREEMAN, HARDIE y STEEL-
MAITLAND, 1934, páginas sin numerar; Archivo Histórico del PCE, film XIII (165). CHALINE, 1992,
p. 119. También es significativo que muchos de los italianos que eran jóvenes en el periodo de
entreguerras y que fueron entrevistados por GRANDI, 2001, pp. 212, 218-219, 244 y 298-299,
destaquen el papel de la guerra civil española en su adopción de posiciones antifascistas. El
antimilitarismo en los jóvenes tenía ya cierta tradición en algunos países europeos, principalmente
como rechazo al servicio militar obligatorio, como muestra el libro de COHEN, 1989, especialmente
pp. 167 y ss., con relación a Francia.
49 COUTROT, 1970, p. 31, destaca los uniformes y las banderas como comunes en los movimientos
juveniles franceses. FODE, 1992, p. 58, dice que en Dinamarca el uniforme se hizo general en los
años 30 en las organizaciones juveniles.
50 SPRINGHALL, 1971 (la cita, en p. 158); SPRINGHALL, 1977; WILKINSON, 1969 y GILLIS, 1973. Los Boy-
Scouts ingleses agrupaban, en distintas secciones, a chicos entre los ocho y los veintitrés años y su
equivalente femenino (Guirl Guides Association) a chicas entre los siete y los veintiuno (COOKE, 1962,
pp. 14 y 16). A mediados de los años 20, los scouts tenían una posición predominante entre los
movimientos juveniles ingleses. En 1938 agrupaban a 438.000 miembros (STEVENSON, 1984, p. 245).
Organizaciones generalmente de clase media, los obreros miembros de los scouts eran
principalmente parte de la llamada «aristocracia obrera» —trabajadores cualificados—, entre otras
razones, por el coste de los uniformes y por el tradicional antimilitarismo de la clase obrera. Sobre
los «scouts laboristas», ver PRYNN, 1983. También habían creado su propia organización scout en
1905 los socialistas daneses (Ver FODE, 1992, p. 57).
51 GUÉRIN, 1997, pp. 70 y ss. y LANEYRIE, 1985, pp. 103 y ss. Ver en esta última obra (pp. 106-107) la
curiosa tabla de las diferentes adaptaciones de la ley y la promesa scout realizadas por cada uno de
los tres grupos con respecto a la versión de Baden-Powell. En 1922 surgió el escultismo judío con los
Exploradores israelitas de Francia (CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC, 1992, p. 104). PROST, 1986, p. 197,
destaca el papel del escultismo en la Francia de entreguerras como fuente de integración social.
52 SÁEZ MARÍN, 1982, pp. 36-49 (la cita en p. 40) y SAMPER I TRIEDU, 1987, p. 103. El Partido Radical
había creado en 1913, con escaso éxito, los Boy-Scouts radicales, frente a los conservadores
«Exploradores Barceloneses» (ibid., p. 70).
53 ROSENHAFT, 1983, p. 193; JEFFERY, 1995, pp. 208-209 y SOUTO KUSTRÍN, 2003.
54 SPRINGHALL, 1986, pp. 158 y ss.; PEARSON, 1986, p. 169; BENEWICK, 1972, pp. 108-129 y KUSHNER y
VALMAN, 2000.
55 BESSEL, 1987, pp. 13-14.
56 GRAHAM, 2002, sobre la JSU, pp. 75-76; sobre el papel de la juventud en la movilización en general
durante la guerra civil, pp. 176 y 181. Esto le lleva a calificar el proceso como una «verdadera
revolución» (p. 181). El rechazo de ciertos sectores de la FJS a la unificación se refleja en HERNÁNDEZ
ZANCAJO, 1937. Al igual que en otros procesos similares en el ámbito europeo, esta unificación fue
algo más que un asunto de marxismo-leninismo abstracto y de radicalización de la FJS: muchos
jóvenes veían al PCE, en la primavera de 1936, como una opción más excitante y atractiva que los
socialistas. Influía también la atracción que ejercía la URSS en la década de los años 30 (ELORZA y
BIZCARRONDO, 1999, pp. 79-99). Sobre la evolución de la JSU, ver GRAHAM, 1986 y MONTERRUBIO
RODRÍGUEZ, 1986. SÁEZ MARÍN, 1988, pp. 33 y ss. LÓPEZ SANTAMARÍA, 1983, p. 222, destaca el crecimiento
de la FIJL durante 1936 y 1937.
57 Ver JANSEN y WEYL, 1943, p. 145 y LEND, 1938, pp. 34 y 44 y ss. MERSON, 1985, destaca el papel de los
jóvenes en los cambios organizativos y de práctica política producidos en el Partido Comunista
Alemán clandestino (ver, por ejemplo, pp. 76, 151, 161 y ss.). PEUKERT, 1987 a, p. 86.
58 Para lo que sigue, ver EBELING, 1945; BORINSKI y MILCH, [¿1945?]; FRANKE, 1945; SIEBERT, 1945;
PEUKERT, 1980 a y b; 1987 a, pp. 145-174; BIDDISCOMBE, 1995 y KATER, 1992.
59 En cierta medida, estos enfrentamientos fueron también un conflicto generacional dado que los
Edelweiss, casi todos hijos de obreros, se encontraron con la incomprensión de los viejos
trabajadores, mientras que la situación de los miembros de los grupos swing era aun más disonante
porque procedían de los grupos de clase media y media baja que habían sido uno de los
componentes principales de las bases del nacionalsocialismo y que, aunque no estuvieran totalmente
fascistizados, se caracterizaban por su nacionalismo y conservadurismo.
60 Sobre la política de Vichy hacia la juventud y las organizaciones creadas para encuadrarlas, ver
entre una numerosa bibliografía, y como estudios más generales, BASTIDet al., 1964; COMTE,1992; los
distintos estudios recogidos en DEREYMEZ,2001, 2.ª y 3.ª parte («Vichy et la Jeunesse» y
«Organisations de Jeunesse, Organisations et Jeunesse»), pp. 129-237 y GIOLITTO, 1991.
61 VEILLON y SAINCLIVIER, 1997, p. 47. Las autoras concluyen que «en su conjunto, los resistentes son
más bien jóvenes adultos, aunque con matices en función de las organizaciones y de su fecha de
aparición» (p. 50). De «affaire de jeunes» habla WIEVIORKA, 2001, p. 241, que muestra también otros
ejemplos de organizaciones de la resistencia en que destacaba la juventud de sus miembros (pp. 242-
243). Para los factores que influyeron en esta movilización juvenil, ver ibid., pp. 242,248 y ss., así
como los demás estudios recogidos en el apartado «Jeunesse et Résistance» de DEREYMEZ, 2001,
pp. 239-290.
62 GERMANI, 1969, p. 32; KOON, 1985, p. 184 sobre los GUF. En pp. 223 y ss. analiza el desarrollo y la
evolución de estos grupos juveniles y la distinta influencia de los grupos y partidos exiliados en la
juventud italiana.
63 Probablemente el movimiento juvenil alemán antinazi con más contenido político fue el de la
Rosa Blanca, formado por estudiantes universitarios y que llegó a su final con las revueltas
estudiantiles universitarias de febrero a abril de 1943, que concluyeron con una nueva purga de las
universidades y con la ejecución de algunos estudiantes de la Universidad de Munich miembros de
este grupo (SCHOLL, 1994).
64 Sobre los años 50, ver ESLER, 1971, pp. 215 y 234.
Référence électronique
Sandra Souto Kustrín, « «El mundo ha llegado a ser consciente de su juventud como nunca
antes» », Mélanges de la Casa de Velázquez [En ligne], 34-1 | 2004, mis en ligne le 24 février 2010,
consulté le 03 mai 2018. URL : http://journals.openedition.org/mcv/1190 ; DOI : 10.4000/mcv.1190
Auteur
Sandra Souto Kustrín
Consejo Superior de Investigaciones Científicas