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Mélanges de la Casa de

Velázquez
Nouvelle série

34-1 | 2004 :
Jóvenes en la historia
Jovenes en la historia

«El mundo ha llegado a ser


consciente de su juventud como
nunca antes»
Juventud y movilización política en la Europa de entreguerras
« Le monde est devenu conscient de sa jeunesse comme jamais auparavant ». Jeunesse et mobilisation politique
dans l’Europe de l’entre-deux-guerres
«The World has Become Aware of the Young as Never Before». Young People and Political Mobilisation in Europe
Between the Wars

SANDRA SOUTO KUSTRÍN


p. 179-215

Résumés
Español Français English
El artículo analiza el proceso de movilización política de la juventud en la Europa de entreguerras. Se
considera la juventud como un periodo de la vida del ser humano construido social e históricamente,
para continuar analizando la evolución de los estudios sobre ella y la realidad concreta de la
movilización juvenil en el periodo planteado, los factores que la determinaron y sus características.
Se destaca la importancia de la situación internacional y de la interrelación entre las diferentes
organizaciones europeas, y se muestra cómo, a pesar de las diferencias entre los distintos países
europeos, hubo muchas características comunes, enfatizando la importancia de estudiar la
movilización política de los jóvenes en un marco comparativo.

L’article analyse le processus de mobilisation politique de la jeunesse dans l’Europe de l’entre-deux-


guerres. L’auteur considère la jeunesse comme une période de la vie de l’être humain construit
socialement et historiquement, puis analyse l’évolution des études sur celle-ci et la réalité concrète
de la mobilisation juvénile dans la période étudiée, les facteurs qui l’ont déterminée et ses
caractéristiques. L’article souligne l’importance de la situation internationale et de la relation entre
les différentes organisations européennes, et montre comment, malgré les différences entre les pays
européens, on retrouve de nombreuses caractéristiques communes, en insistant sur l’importance
d’étudier la mobilisation politique des jeunes dans un cadre comparatif.

The article analyses the process of mobilising young people politically in Europe between the wars.
Youth is considered as a period in the life of a human being shaped both socially and historically, to
continue analysing the evolution of studies about it and the concrete reality of the mobilisation of
young people in the period in question, the factors which defined it and their characteristics. The
importance of the international situation and of the inter-relationship between the different
European organisations is highlighted. Evidence is also given that, in spite of the differences
between the various European countries, there were many common features, which shows the
importance of studying the political mobilisation process of young people in a comparative
framework.

Entrées d’index
Palabras clave : Europa de entreguerras, Movilización política, Movimientos juveniles

Texte intégral
1 La frase que da título a este artículo1 no se escribió, a pesar de lo que se pueda pensar,
en los años 60 del siglo XX, sino que justificaba las razones por las que el gobierno
estadounidense había patrocinado y publicaba un estudio sobre la situación de la juventud
en el mundo… en 19372. Pero el mundo en ese entonces era más «reducido» que en la
actualidad: los sucesos «importantes» ocurrían en Europa, Estados Unidos y en algunos
otros lugares más como Japón o China. Y en todos estos sitios hubo importantes
movimientos juveniles en el periodo comprendido entre las dos guerras llamadas
mundiales3. En concreto, la juventud desempeñó un papel muy importante en la
conflictividad social y política de la Europa de entreguerras —incluida España—, pero éste
es un fenómeno muy poco estudiado historiográficamente en su interrelación y
complejidad.
2 El crecimiento de un sector de la población joven con problemas específicos y que
participaba crecientemente en conflictos sociales y políticos llevó a gobiernos, partidos
políticos e instituciones diversas (desde sindicales a eclesiásticas) a desarrollar políticas
concretas, directas o indirectas, hacia la juventud, desde la regulación de su participación
en la política o el tratamiento diferencial de la delincuencia juvenil hasta la utilización de
la juventud en las luchas económicas, sociales o políticas con diferentes fines. Obviamente,
las variadas políticas llevadas a cabo por gobiernos o instituciones de diverso carácter
político e ideológico y con distintos objetivos influyeron de diferente forma en el carácter y
desarrollo de las organizaciones juveniles y, a la vez, la politización creciente de la
juventud influyó en las políticas adoptadas desde las distintas instituciones.
3 Por esto, se plantea analizar en este artículo ese proceso de movilización política de la
juventud en el ámbito europeo en este periodo, con especial referencia a Alemania,
Austria, España, Francia, Italia y Reino Unido, como países representativos de los
distintos «entornos» de la Europa Occidental, que, a pesar de las diferencias, vivieron en
muchos casos procesos análogos. En Italia y Alemania se produjeron fenómenos similares
de encuadramiento de la juventud desde arriba, por parte del Estado, con los regímenes
fascistas. Algo que también pasó en Austria tras la fracasada insurrección socialista de
febrero de 1934 y el establecimiento de la dictadura del canciller Dollfuss, y, sobre todo,
con el Anschluss de 1938; procesos de encuadramiento de los jóvenes que tienen muchas
similitudes con la organización juvenil creada por Franco tras su victoria en la guerra civil:
el Frente de Juventudes4. En Austria, además, antes de febrero de 1934 se había producido
un proceso de paramilitarización de la juventud similar al producido, entre otros países,
en la España de los años 30. El Reino Unido, por su parte, seguía siendo una isla no sólo
geográficamente, pero la niebla no era tan densa como para que no se viera afectada por
esta movilización juvenil de ámbito casi mundial, y fuera influida e influyera en ella.
4 En primer lugar, se va a delimitar qué se entiende por juventud y el marco teórico más
adecuado para estudiar su movilización política. En segundo lugar, se analizará el estado
de la investigación sobre ella tanto en Europa en general como en España en particular.
Por último, se tratará la problemática y la movilización juvenil en la Europa de
entreguerras, para concluir con un breve análisis de la movilización no gubernamental de
los jóvenes en algunos países europeos durante la Segunda Guerra Mundial y su
significado.

El surgimiento de la juventud como


grupo social
5 Las relaciones de edad son construcciones sociales y, por tanto, históricas, porque el
significado que tienen en una sociedad depende del orden económico, social y político de
ésta, aunque también hay componentes biológicos y de desarrollo. Se puede definir la
juventud como el periodo de la vida de una persona en el que la sociedad deja de verle
como un niño pero tampoco le da un estatus, funciones y papeles completos de adulto. Su
forma, contenido, duración y periodo en el ciclo de la vida son diferentes y determinados
por las distintas culturas y sociedades. En términos de conducta, se define por los papeles
que se espera que la persona desempeñe, los que se le permiten, aquellos a los que se les
obliga o se le prohíben. Pero el desarrollo de la juventud como un grupo de edad definido
no es un fenómeno universal, sino que depende de su localización histórica y del modo en
que «la juventud» es construida en una sociedad5. En 1800, por ejemplo, no había
ninguna experiencia común entre la juventud china y la alemana, pero estas «fronteras»
se fueron diluyendo progresivamente al avanzar la Edad Contemporánea.
6 Aunque hay distintas opiniones entre los investigadores6, se tiende a considerar que el
proceso de definición de la juventud como grupo social, como un grupo de edad definido,
se inició entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, como consecuencia de los
cambios producidos por la modernización económica, social y política, no sólo por factores
exclusivamente demográficos7. En la definición de la juventud fue muy importante el
desarrollo del Estado moderno, con sus mecanismos burocráticos, su creciente
racionalización y su capacidad de clasificar, controlar, castigar y movilizar a la población.
Este proceso, de cara a la juventud, se reflejó en la regulación de las condiciones laborales,
las reformas educativas, el establecimiento de diferentes sistemas penitenciarios o la
creación de sistemas de servicio militar obligatorio.
7 En su conjunto, estos procesos aumentaron el periodo de dependencia de los jóvenes. El
desarrollo del trabajo asalariado y el mercado laboral separó a los jóvenes de la economía
tradicional y familiar; la extensión de la educación universal distinguió a los niños de los
adultos capacitados para entrar en el mercado de trabajo; la ampliación del derecho de
voto supuso la definición de quiénes se consideraban ciudadanos plenamente socializados
capaces de ejercer una elección política y fueron identificados por la edad. La
concentración física de la población y la regulación del trabajo por tiempo y salario,
consecuencia de la industrialización, hicieron que la gente joven pasase a ser un grupo
menos regulado, principalmente en las ciudades. Así, en muchas partes de Europa la
juventud surgió en primer lugar como un fenómeno urbano8.
8 El proceso de modernización, además, tuvo una cronología diferente en los distintos
países de Europa. Esta cronología también varía con relación a la temática juvenil. La
educación universal fue introducida en Austria por la monarca ilustrada María Teresa en
el siglo XVIII, antes de la industrialización. La primera ley que restringió el trabajo infantil
se aprobó en Prusia en 1839: prohibía trabajar a los menores de nueve años. En 1853 la
edad se elevó hasta los doce años y la jornada laboral se limitó a seis horas hasta los
catorce años. En 1871 la ley se extendió a todo el Imperio alemán y en 1891 se prohibió el
trabajo hasta los catorce años y entre los catorce y los dieciséis años la jornada se limitó a
10 horas por día. La dificultad de establecer una ley que limitara el trabajo de los niños se
refleja, por ejemplo, en Francia, donde en el siglo XIX se sucedieron tres leyes sobre el
trabajo infantil (1841, 1874 y 1892). Más difícil fue aún en España e Italia. En este último
país, en 1902 se aprobó una ley que establecía la edad para entrar a trabajar en los doce
años, frente a los nueve anteriores, con una jornada de 11 horas diarias. En España hasta
1900 no se aprobó una ley que prohibía el trabajo de niños menores de diez años y que
limitaba la jornada de trabajo para aquellos entre diez y catorce años a 6 horas en la
industria y 8 en el comercio9.
9 Especialmente tras la Comuna de París de 1870, se temió que la gente joven,
concentrada en grandes ciudades, con tiempo libre y que no necesariamente tenía trabajos
regulares, apoyase movimientos subversivos, y se planteó el problema del control social.
Esto llevó al desarrollo de medidas penitenciarias especiales para la juventud: en Gran
Bretaña se establecieron organizaciones especcíficas para jóvenes delincuentes entre
dieciséis y veintiún años en los últimos años de la primera década del siglo XX y en los
primeros años de la década de los 20. En España, a lo largo del periodo 1880-1918, se
desarrolló un movimiento de reforma penitenciaria, potenciado por las clases medias de la
burguesía, que fijó su primer objetivo en la formulación de un sistema correccional para la
juventud, desarrollando el cuerpo teórico que daría lugar a la creación de los tribunales de
menores10.
10 Aunque no hay unos límites claros y definidos, se tiende a considerar jóvenes a las
personas comprendidas entre los catorce y los veinticinco-treinta años. Hay que tener en
cuenta no sólo consideraciones sociológicas o psicológicas —ya Ortega estableció los
límites de la juventud entre esos años—, sino también que las mismas organizaciones
juveniles de la época establecían los límites de edad para la pertenencia a ellas entre estas
edades: La Liga de la Juventud Laborista inglesa (Labour League of Youth), por presiones
de los propios jóvenes, elevó en 1926 el límite de edad máximo de los veintiuno a los
veinticinco años (la edad mínima para entrar en ella eran los catorce años). El Komsomol
leninista soviético, fundado en 1918, establecía la edad de sus miembros entre los dieciséis
y los veintiséis años11.
11 En cuanto a España, la Federación de Juventudes Socialistas (FJS) permitía pertenecer
a ella hasta los treinta y cinco años, aunque se recomendaba el ingreso en las
Agrupaciones Socialistas a los veintitrés, y este ingreso era obligatorio a los treinta años si
se llevaba más de tres meses de afiliado. Las Juventudes de los partidos republicanos de
izquierda (Juventudes Radical Socialistas y de Acción Republicana) fijaban los límites de
edad entre los dieciocho y los veintitrés años, pero al constituirse Izquierda Republicana se
optó por el tope de los treinta años. La anarcosindicalista Federación Ibérica de
Juventudes Libertarias (FIJL) nunca fijó un límite de edad y «el grupo más activo de los
jóvenes ácratas excedía», en 1936, los treinta y cinco años12.
12 Fueron las organizaciones juveniles de los dos estados fascistas las que establecieron un
límite de edad menor, probablemente por la rígida estructura organizativa existente que
impedía que los que podríamos llamar «jóvenes adultos» dejaran de estar encuadrados en
alguna organización fascista: La Juventud Hitleriana (Hitlerjugend, HJ), fundada en 1922
con el nombre de Liga de Trabajadores Jóvenes Alemanes, agrupaba a jóvenes entre
catorce y dieciocho años —veintiuno en la organización juvenil femenina, la Liga de
Muchachas Alemanas (Bund Deustcher Mädel, BDM). Los Fascios Juveniles de Combate
(Fasci Giovanili di Combattimento) y posteriormente, la Gioventù Italiana del Littorio,
agrupaban a hombres entre dieciocho y veintiún años, aunque los Grupos Universitarios
Fascistas (Gruppi Universitari Fascisti), al igual que su equivalente la Asociación de
Estudiantes Alemanes —que se convirtió en la única organización de estudiantes
universitarios autorizada desde 1933, con menor número de miembros pero más
importantes como creadores y reproductores de las elites fascistas—, agrupaban a jóvenes
de más edad (en el caso italiano, a hombres y mujeres entre dieciocho y veintiocho años).
Otra cosa era, además, la edad de sus dirigentes: por ejemplo, en Alemania, Baldur von
Schirach fue nombrado Líder de la Juventud del Reich Alemán (Jugendführer des
Deutschen Reiches) en junio de 1933, a la edad de veintisiete años. Le sucedió, ya en 1941,
el similarmente «joven», Arthur Axmann. En 1938, la edad media de los responsables de
la unidad administrativa más importante de la HJ (los Obergebietsführer) era de unos
treinta años, y la de los cargos intermedios, de veinticinco años13.
13 A pesar de su individualización como grupo social, los jóvenes no han formado nunca un
todo homogéneo sino que han reflejado las divisiones económicas, sociales y políticas
existentes en la sociedad14. La ampliación de la edad de dependencia fue un proceso que
tuvo distinto ritmo en las diferentes clases sociales. Se inició entre las clases altas y medias
y esto es lo que explica que los primeros movimientos juveniles en el siglo XIX fueran
principalmente movimientos estudiantiles universitarios. Las primeras organizaciones
juveniles obreras surgieron en gran parte por el agrupamiento de los propios jóvenes por
sus derechos, no por la decisión de sus respectivas organizaciones de adultos. Por ejemplo,
en Francia se formaron grupos independientes de jóvenes obreros, como el grupo de
estudiantes colectivistas de París, fundado en 1893, que posteriormente se integraría en la
Section Française de l’Internationale Ouvrière (SFIO), el partido socialista francés15.
14 Esta falta de homogeneidad de la juventud en función de su origen social hace ver con
espíritu crítico a los teóricos de las generaciones. Éstos, por una parte, destacan el papel
del periodo de la adolescencia y los primeros años de la vida adulta en la afirmación de la
mayoría de los criterios personales, y en la adquisición de una identidad propia por parte
de las generaciones, definidas como «un grupo de personas que siendo contemporáneas y
coetáneas presentan cierta relación de coexistencia, es decir, que tienen intereses
comunes, inquietudes analógicas o “circunstancias” parecidas». Pero, por otra parte, salvo
excepciones, tienden a ver las generaciones como un todo homogéneo o diferencian dentro
de ella a «los individuos selectos y los vulgares», a la «minoría» de la «masa»16.
15 El cuestionamiento de los valores tradicionales por la gente joven ha producido
tensiones en todas las sociedades, pero los movimientos juveniles como organizaciones de
jóvenes creadas para llevar a cabo o resistir el cambio social, surgieron desde principios
del siglo XIX, y en algunos países de población eminentemente joven, como Estados Unidos
o Australia, no se de- sarrollaron hasta el siglo XX. Se distinguen los movimientos juveniles
creados, organizados y dirigidos por los adultos y las organizaciones para gente joven
creadas, organizadas y dirigidas por los mismos jóvenes, lo que ha llevado a algunos
autores a parafrasear a Marx y hablar de «juventud en sí» y «juventud para sí». Los
movimientos juveniles pueden ser el resultado de una organización sistemática y
deliberada o pueden surgir de forma espontánea; pueden ayudar a integrar a la juventud
en la sociedad y el estado, como muestran organizaciones tan diferentes como los Boy-
Scouts, la Hitlerjugend o el Komsomol, o pueden reclamar cambios políticos y sociales a
través de la reforma o de la revolución. Pero esto no implica valorar la juventud como la
fuerza de cambio por excelencia de la sociedad: como dice Abrams, al estar los jóvenes
afectados por otras diferenciaciones sociales, los llamamientos a la juventud por sí sola no
suelen lograr una propuesta ampliamente aceptable, viable o alternativa al orden social
existente17.
16 Aunque hay estudios anteriores, principalmente realizados durante la época de
entreguerras, el análisis sistemático de los movimientos juveniles se inició a partir de las
grandes movilizaciones estudiantiles de los años 60 del siglo XX. En general, se partía de
las teorías psicológicas sobre la adolescencia desarrolladas desde finales del siglo XIX, que
definían la juventud principalmente en función de procesos biológicos y psicológicos y
consideraban que era un periodo de la vida caracterizado por un estado de confusión
interna e incertidumbre, comúnmente expresado en conductas egoístas, crueles o
criminales. Esto se reflejó en los primeros estudios sobre los movimientos juveniles,
capaces de plantear entre sus objetivos, por ejemplo, mostrar «los componentes
irracionales y autodestructivos de la historia de los movimientos estudiantiles, lo que
permitiría vencerlos o superarlos al menos en parte». Estos análisis conectaban con las
teorías psicosociológicas sobre los conflictos sociales en auge en esos momentos,
influenciadas también, entre otros factores, por el desarrollo de los movimientos juveniles
de los años 6018.
17 Frente a estos planteamientos, se fueron desarrollando las teorías de los movimientos
sociales entendidas en sentido amplio —movilización de recursos, oportunidades políticas,
nuevos movimientos sociales o construcción cultural de los movimientos— que son
consideradas como las más útiles a la hora de analizar la conflictividad social y política.
Estas teorías parten del concepto de acción colectiva y definen una serie de elementos que
influyen en ella y la conforman: las organizaciones existentes, la estructura de
oportunidades políticas, los recursos, tanto materiales como culturales, a disposición de
los actores, las definiciones compartidas de la realidad social y las identidades colectivas19.
Estos elementos influyen en la tipología de acciones posibles a los grupos. Con relación a
las formas de protesta, hay que destacar que son los jóvenes, menos habituados a las ya
conocidas o tradicionales, uno de los grupos sociales que más puede influir en el desarrollo
de nuevos tipos de acción colectiva o en los cambios e innovaciones en las ya existentes.
Pero también aprenden de las formas de protesta de los adultos: por ejemplo, para el caso
inglés, se ha destacado que las características principales de las huelgas escolares, como el
amplio uso de piquetes de alumnos y marchas y manifestaciones callejeras, derivaban de
las formas de acción colectiva del emergente movimiento obrero20.
18 La posibilidad de una participación convencional en la política, por medio de acciones
institucionalizadas, generalmente crece con la edad, mientras que la dirección opuesta
prevalece con respecto a la conducta de protesta. Estas variaciones han sido explicadas por
características sociales ligadas a la edad, más que por simples características biológicas o
psicológicas: la posibilidad de tiempo libre, la diferente vulnerabilidad a represalias
económicas y sociales o el grado de integración y de influencia en la sociedad. Como dice
Abrams, «no todo aquel que carece de autoridad es joven, pero virtualmente todo aquel
que es joven carece de poder». Los estudiantes universitarios han tenido un papel
importante en el desarrollo de los movimientos juveniles, por condiciones estructurales
como la concentración de jóvenes o la facilidad de difusión de ideas. Por su educación,
además, están más preparados para entender sistemas ideológicos abstractos y «a menudo
son más receptivos hacia causas y movimientos orientados ideológicamente». Se ha
destacado también que la participación política convencional está limitada por la edad en
que está establecido el derecho de sufragio, ya que la protesta es, a ciertas edades, la única
forma posible de actividad política eficaz. Pero esta idea resulta, en la práctica, poco
explicativa ya que la edad de los participantes en acciones de protesta durante los años 30,
por ejemplo, excedía la establecida para el derecho de voto e incluso, en las protestas más
contemporáneas a la actualidad, cuando la edad establecida para tener derecho a votar es
cada vez más baja, la participación de los jóvenes sigue siendo importante21.
19 Los movimientos juveniles, al igual que los movimientos sociales en general,
rararamente son formas de conducta política constante. Su surgimiento y desarrollo
depende de numerosos factores económicos, sociales, políticos y culturales: crecimiento
del número de jóvenes y de la educación, desempleo, status marginal de la juventud en la
sociedad, cuestiones de nacionalismo, autodeterminación, ciudadanía, etc.22. Muchos de
estos elementos se entrelazaron en la Europa de entreguerras dando lugar a uno de los
periodos de movilización juvenil más importantes de la historia del continente. Este
fenómeno fue percibido —y utilizado— por los mismos contemporáneos, pero, como ya
hemos dicho, ha sido objeto de escasos análisis por parte de la historiografía. De ambos
aspectos vamos a hablar a continuación.

La juventud en la Europa de
entreguerras: un estado de la cuestión
20 En el ámbito europeo, como hemos dicho, los estudios sobre la juventud en la época de
entreguerras comenzaron a desarrollarse a principios de los años 70. Pero esto no quiere
decir que en el mismo periodo analizado no hubiera un interés creciente por la juventud y
lo que se empezaba a llamar «problema generacional»23, tanto en ámbitos académicos
como sociales y políticos, principalmente en los años 30.
21 Estos estudios reflejaban tanto los problemas reales a que hacía frente la juventud (por
ejemplo, el creciente desempleo, sobre todo tras la crisis de 1929, afectó principalmente a
los jóvenes, como veremos) como la preocupación o el interés por la movilización política
que esta juventud llevaba a cabo. Así, se publicaron en los años 30 numerosos artículos y
libros más o menos «académicos» sobre el conflicto de generaciones y los movimientos
juveniles en Europa. Pero también se realizaron, en Europa en general y en España en
concreto, escritos políticos desde distintos ámbitos ideológicos, sobre el problema de la
movilización de la juventud, con llamamientos claros a ésta en sus títulos. Por ejemplo, en
1935 —con motivo de la invasión de Etiopía por Italia—, un folleto británico se titulaba «la
juventud puede parar la guerra»; ya en 1942, se hablaba de «juventud para la victoria». En
España hubo muchos llamamientos a la juventud en los dos bandos enfrentados en la
guerra civil, pero ya en los años 20, por ejemplo, se realizaban hagiografías de religiosas
poniéndolas como modelo para las jóvenes obreras24.
22 Casi desde la subida de los nazis al poder, pero principalmente durante la Segunda
Guerra Mundial, abundaron en los países aliados los análisis sobre la juventud y los
movimientos juveniles en Alemania: se consideraba que uno de los aspectos más
importantes del «problema alemán» era la educación de la juventud, que había sido
socializada en el nazismo: era el grupo social más «completamente pervertido por las
doctrinas nazis», pero por otro lado, representaba «el futuro», la posibilidad de una
Alemania democrática. Seguramente porque la iniciativa bélica había partido de Alemania
y por su mayor importancia, tanto económica y política como militar, frente a los otros
países del Eje, la preocupación por la juventud italiana, por ejemplo, fue menor, a pesar de
estar ya largamente socializada en el fascismo. La traducción de algunos títulos de la época
muestra esta preocupación: Problemas del futuro. El mal de la juventud alemana (1940);
Juventud de Alemania: ¿una generación perdida? (1945) o La reconstrucción de la
juventud alemana (1945)25.
23 También durante los primeros años de la posguerra se mantuvo cierto interés por la
juventud, a la vez que se desarrollaban más ampliamente políticas dirigidas hacia ella: la
ampliación del derecho de voto, que convirtió en «ciudadanos» con plenos derechos a
gente cada vez más joven, o la ampliación de la educación obligatoria hasta incluir la
enseñanza secundaria26. Pero pronto los estudios sobre la juventud se fueron
abandonando hasta el gran boom iniciado en los 60, influido, como ya hemos dicho, por la
movilización juvenil de esa década: de finales de los 60 y principios de los 70 son obras
como las de Esler, Feuer y Gillis ya citadas. Por países, nuevamente, el principal interés
volvió a centrarse en Alemania, que sigue, podríamos decir, «acaparando» en gran medida
la atención en la historia de los movimientos juveniles. Esto no es sólo debido a la
importancia de la movilización juvenil desarrollada por el nazismo, sino a características
propias del movimiento juvenil alemán, ya que la movilización de la juventud en este país
tiene una larga historia, que se remonta a los años de la Confederación Germánica creada
tras el Congreso de Viena de 1815. Alemania fue, además, uno de los primeros países en
desarrollar un importante movimiento juvenil organizado y dirigido por los propios
jóvenes: el llamado Wandervögel o «pájaros migratorios», fundado en 189627. También se
han desarrollado investigaciones sobre la situación de la juventud y las organizaciones
juveniles en países como Francia, Italia y el Reino Unido, principal y respectivamente,
sobre el encuadramiento de la juventud realizado por el régimen de Vichy y el papel de los
jóvenes en la Resistencia francesa, las organizaciones juveniles del fascismo italiano y los
boy-scouts ingleses.
24 Casi todos estos estudios plantean problemas importantes: en primer lugar, los jóvenes
se estudian desde muy diversas perspectivas que no se integran entre sí. Hay
investigaciones centradas en la educación, en la familia, en el ocio o en la delincuencia
juvenil, por poner algunos ejemplos. Por otra parte, los estudios sobre la situación de la
juventud han tendido a centrarse en los hombres jóvenes y ha sido principalmente desde
la historia de las mujeres desde la que se iniciaron los análisis de la situación, muy
diferente, de la mujer joven28. Hay, por tanto, pocos tratamientos de síntesis y se habla
mucho de la juventud en estudios que no tratan monográficamente sobre ella. Sobre los
movimientos juveniles en sí mismos existe un problema parecido y —salvo excepciones
importantes, como la Juventud Hitleriana, los Boy-Scouts ingleses o las diferentes
organizaciones fascistas italianas— no hay un gran número de monografías sobre ellos,
sino que se incluyen en los estudios sobre las organizaciones de adultos respectivas, o en
estudios generales sobre la sociedad o la conflictividad del periodo. Éste es el caso, por
ejemplo, de la Federación Juvenil Comunista Italiana, de las Juventudes del Partido
Radical francés, o de la Liga de la Juventud Laborista inglesa. Sobre la evolución de las
Internacionales Juveniles Socialista y Comunista durante el periodo de entreguerras
apenas hay estudios.
25 En cuanto a España, los estudios sobre la juventud, las políticas dirigidas hacia ella, sus
formas de vida y sus organizaciones en el periodo anterior a los años 70 del siglo XX son
escasos. Algo más numerosas son las obras sobre las políticas educativas de los diferentes
gobiernos y sistemas políticos. Los análisis sobre los movimientos juveniles y su
participación en la conflictividad son aún más escasos. Poco se sabe sobre el desarrollo de
los boy-scouts o de las organizaciones juveniles partidistas. No hay, por ejemplo, ninguna
historia completa de las Juventudes Socialistas, aunque desde su origen y a pesar de la
guerra civil, de su convergencia con la juventud comunista en las Juventudes Socialistas
Unificadas (JSU) y del exilio, tuvo una existencia bastante continuada. Sí se ha estudiado
el papel de los estudiantes en la caída de la monarquía de Alfonso XIII, papel destacado ya
por los contemporáneos. No existe ningún análisis global del papel de la juventud y de sus
organizaciones en la Segunda República, a pesar de que fue un periodo decisivo para la
configuración de movimientos sociales específicamente juveniles y en el que destacó el
papel de los jóvenes en los fenómenos conflictivos. Las obras existentes tratan
principalmente sobre algunas organizaciones concretas y hacen más hincapié en su
organización y en la evolución de sus posiciones ideológicas, que en su papel en el
desarrollo de las formas de acción colectiva o en la conflictividad en sí misma. Algo más
abundantes son los análisis sobre la JSU, aunque no hay ninguna síntesis global sobre esta
organización29. Existen también algunos estudios regionales, principalmente sobre
Cataluña, como los que se citan en otras partes de este artículo.
26 Los análisis comparativos entre los diferentes países europeos son aún más escasos. En
los libros generales o números monográficos publicados en diversas revistas no hay
síntesis comparativas, sino estudios independientes sobre diferentes países. Pero la
comparación no es sólo útil para establecer características generales en la historia, sino
que es un procedimiento adecuado para evitar establecer características particulares
nacionales o locales empíricamente injustificadas, a las que, por cierto, tan dada ha sido la
historiografía española tradicional30.

Juventud y movilización política


27 Como han situado algunos teóricos sociales, «la juventud es, en muchos aspectos, una
caja de resonancia del cambio social y refleja, en una forma más dramática, las luchas que
se producen en la sociedad». Por esto, los movimientos juveniles suelen cobrar fuerza en
momentos de crisis y cambio social y político. Sucesos históricos importantes, como una
depresión económica o una guerra, afectan a todos los miembros de una sociedad, pero se
considera que tienen un especial impacto en las actitudes políticas de los jóvenes que están
en una etapa formativa de su aprendizaje político31. El periodo de entreguerras fue una
época de crisis de los sistemas liberales parlamentarios, enfrentados al auge de los
movimientos fascistas y al modelo representado por la revolución rusa. A esto se sumaron
las repercursiones económicas de la Primera Guerra Mundial y, después, de la crisis
económica de 1929. El fascismo y el comunismo se configuraron como ejemplos —
positivos o negativos en función de los grupos— para el desarrollo de acciones colectivas
tanto por parte de jóvenes como de no tan jóvenes.
28 La Primera Guerra Mundial y las condiciones económicas bloquearon o debilitaron los
elementos principales de socialización de los jóvenes. Se produjo la desintegración de la
familia y la eliminación o debilitamiento de toda una generación adulta: muchos niños y
jóvenes se quedaron huérfanos. Además, al estar los adultos en el frente, muchos jóvenes
asumieron responsabilidades que antes no tenían, lo que les hizo madurar más
rápidamente. Se produjo también la desaparición de los restos de las sociedades
tradicionales, principalmente en las zonas rurales, y un desquiciamiento del sistema
educativo en muchos países. La crisis económica afectó principalmente a los jóvenes, no
sólo porque el desempleo fue importante entre ellos, sino porque las respuestas a éste y a
la crisis económica también les afectaban: las familias retiraron a sus hijos de los centros
de enseñanza, los gobiernos recortaron sus presupuestos para becas, etc.32.
29 En Europa, incluyendo España, fue en este periodo cuando se produjo una creciente
politización de los jóvenes, un crecimiento de las organizaciones juveniles y de su
autonomía, y la juventud desempeñó un papel destacado, e incluso protagonista, en la
conflictividad social y política. La actividad juvenil no se limitó a una minoría de
privilegiados sino que se extendió a buena parte de la juventud de clase media y clase
obrera urbana y rural.
30 Se hizo patente un creciente interés de los grupos políticos por la juventud y la
programación sistemática de actuaciones dirigidas a captar los estratos juveniles de la
población. Tras la devastación producida por la guerra en casi todos los países
beligerantes, los grupos políticos esperaban que la joven generación fuera la fuerza
dirigente de un futuro renacimiento. Estos llamamientos a la juventud se basaban en gran
medida en la idea de que era relativamente más fácil asegurarse su apoyo que el de los
adultos, ya que la juventud no estaba contaminada por los errores del pasado, tenía una
especie de «virginidad» intelectual y política.
31 No estaba «deformada», porque no estaba formada y era susceptible de recibir una
formación ideológica clara. Esta idea se refleja en todo el espectro político y geográfico,
desde los llamamientos a la juventud del Partido Laborista inglés en los años 30 a los
intentos de organizar a la juventud en la Francia de Vichy siguiendo el modelo de la
Hitlerjugend. Koon destaca que el mito creado en torno a Mussolini tendía a destacar su
aparente juventud perpetua; recoge que, en su diario, Ciano enfatizó, el 31 de mayo de
1931, la determinación del Duce de preservar su imagen juvenil y llega a hablar de una
«mística de la juventud» en el fascismo italiano. No hay que olvidar que su himno se
llamaba Giovinezza33. Y es que, como dijo Léon Blum, era:

Una época en que todo el mundo se arroga el derecho de hablar en nombre de la


juventud, en que se la disputa […]. Parece que es de su asentimiento, de su
participación, de lo que depende hoy el éxito decisivo, para un partido, para una idea
o para una formación social.

32 A través de la politización de sus organizaciones, los jóvenes dejaron de ser las personas
con problemas a las que había que proteger para ser el origen del futuro, los
transformadores de la sociedad. Por ejemplo, en el caso francés, se ha destacado que en
todas las organizaciones «había una esperanza común de que el mañana no sería como el
ayer y que la juventud proporcionaría el ímpetu para los cambios, revolucionarios o no,
que Francia necesitaba». Así, los jóvenes mantuvieron sus organizaciones recreativas
tradicionales, que lograron un gran crecimiento, pero también renacieron o se formaron
organizaciones políticas juveniles34.
33 Quienes movilizaron de forma más efectiva a los jóvenes fueron los movimientos
comunistas y fascistas, que identificaban claramente a la juventud con el cambio social —
se ha llegado a decir que «sin la aportación juvenil, estos dos movimientos no hubieran
podido llegar a ser lo que fueron, ni ejercer la influencia determinante que ejercieron»35.
La atracción de los movimientos extremistas entre la gente joven en el periodo de
entreguerras ha sido interpretada como una consecuencia del desempleo juvenil. Estudios
sobre Alemania en los años de la depresión han mostrado que la gente joven era menos
tendente a caer en la pasividad política frente a sus colegas mayores en una situación de
desempleo. En estas circunstancias, los partidos comunista y nazi, especialmente sus
organizaciones paramilitares de activistas, proveían de estructuras llenas de significado
para la vida diaria de los jóvenes. Proveían también de un sentido de camaradería y
pertenencia y, quizá más importante, de la idea de que tenían una misión dirigida contra el
sistema que les había fallado. Hitler llamaba expresamente a la juventud a participar en la
«reconstrucción de Alemania», frente a los partidos y políticos tradicionales y mayores
que gobernaban la República de Weimar y que no contaban con los jóvenes36.
34 Porcentualmente, el NSDAP (Partido Nazi) era la organización política que atraía más
jóvenes. Se ha planteado que llegó al poder como un partido de la juventud y lo que sí es
seguro es que su crecimiento electoral se debió en parte a que fue capaz de atraer a un
gran número de jóvenes votantes. El SPD (Partido Socialdemócrata), el más democrático
de los partidos alemanes, sólo tenía un 19,3% de militantes entre los dieciocho y los treinta
años y un 8% menor de veinticinco. El NSDAP, en cambio, tenía un 37,6% de militantes
entre dieciocho y treinta años en 1931 y un 42,2% en 1932. También los activistas nazis
eran jóvenes: en torno a un 80% de los miembros de las SA (tropas de asalto) eran
menores de treinta años37.
35 Pero la Hitlerjugend tenía, en octubre de 1932, algo más de 100.000 miembros cuando
la población de Alemania de entre catorce y veintiún años era de algo más de 10 millones.
Las Juventudes Socialista y Comunista tenían en torno a 100.000 afiliados también, y el
Comité Nacional de Organizaciones Juveniles, que representaba a la mayoría de las
organizaciones juveniles alemanas en la República de Weimar, aunque no a las políticas,
abarcaba aproximadamente a 4 millones de miembros en 1930. Por tanto, fue el triunfo de
los nazis lo que dio a la HJ la preponderancia en el movimiento juvenil alemán. Tras su
«oficialización», mucha gente joven disfrutaba siendo parte de ella, pero en relativamente
pocos casos esto era resultado de la convicción política. Los chicos eran atraídos por la
camaradería, la posibilidad de participar en actividades deportivas, de empezar una
carrera profesional… Para muchas chicas, podía ofrecer una independencia desconocida
del ambiente tradicional. También las mujeres italianas, jóvenes durante el periodo de
entreguerras, califican su participación en alguna de las organizaciones fascistas como
«evasión», «innovación» y/o «oportunidad para emanciparse». Y es que aunque los
movimientos fascistas buscaban asegurar el sistema socioeconómico tradicional, su
movilización de masas podía tener efectos modernizadores38.
36 El importante papel de comunistas y fascistas en la movilización juvenil no quiere decir
que los partidos políticos e instituciones tradicionales no intentaran atraer a la juventud,
aunque no fueran capaces de hacerlo en la misma medida que los primeros. Por ejemplo,
en Francia, a partir de la Asociación Católica de la Juventud Francesa surgieron en la
segunda mitad de los años 20 la Juventud Obrera Católica (JOC) —influida por su
homóloga belga—, la Juventud Agrícola, la Juventud Estudiante y la Juventud
Independiente, seguidas por sus equivalentes organizaciones femeninas pocos años
después. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial casi el 15% de los jóvenes franceses
estaban afiliados a movimientos católicos39.
37 Como se puede ver por esta cronología, en Francia fue también el periodo de
entreguerras el de florecimiento de las organizaciones juveniles: aunque algunas existían
con anterioridad, la mayoría nació entre 1925 y 1935. Aparte de las organizaciones
católicas, en estas fechas se creó, a partir de grupos ya existentes, la Federación de
Juventudes Laicas y Republicanas, que tenía como presidente a un miembro del Partido
Radical y que contó, entre 1926 y 1928, con entre 60.000 y 70.000 miembros. Dada la
influencia que ejercía en esta organización, el Partido Radical francés no crearía su propia
organización juvenil hasta 1933. A principios de los años 20 se creó la Juventud
Comunista y en esa década se produjo la reorganización de la Federación de Juventudes
Socialistas de Francia, que había sido fundada en 1913. En los años 30, estas dos
organizaciones se consolidaron40.
38 En España, como ya se ha planteado, el establecimiento de un régimen democrático con
la Segunda República favoreció un auge de las organizaciones juveniles. Características
destacadas de la vida política fueron la presencia de organizaciones específicamente
juveniles vinculadas a los distintos partidos y el desarrollo de organizaciones estudiantiles
con diferentes simpatías políticas: la Federación Universitaria Escolar (FUE); la
Asociación de Estudiantes Tradicionalistas o el SEU (Sindicato Español Universitario,
falangista). Como ejemplo de este crecimiento se puede decir que la Federación de
Juventudes Socialistas tuvo en la República su momento de mayor desarrollo: pasó de
reconocer unos 1.500 afiliados en su congreso de 1929 a 12.000 en su cuarto congreso, en
febrero de 1932 y a más de 20.000 en el quinto (abril de 1934)41.Pero se ha destacado el
desarrollo de movimientos juveniles y su importancia en el periodo de entreguerras no
sólo en los casos de Gran Bretaña, Francia, Alemania o España, sino también en países
como Holanda, Hungría o Checoslovaquia. En este último caso se habla del «inusual grado
de organización de la juventud» en este periodo42.
39 Una característica común a todas las organizaciones juveniles políticas era su carácter
más radical frente a las organizaciones partidistas respectivas, producido en gran medida
por la crisis económica, social, política e ideológica de la época y la búsqueda de nuevos
caminos y soluciones, y por el abandono de los valores sociales tradicionales por parte de
los jóvenes, que creían que las fórmulas de los adultos habían fracasado. Así, los conflictos
entre partidos y organizaciones juveniles fueron comunes. En Checoslovaquia se ha
destacado que las organizaciones juveniles eran más radicales y adoptaban posiciones
críticas hacia los representantes de sus propios partidos en el gobierno y en el parlamento.
En Bélgica, en agosto de 1934, se realizó un acuerdo de frente único entre las juventudes
socialdemócratas, comunistas ortodoxas y trotskistas frente a la postura de sus respectivos
partidos. El mismo proceso de mayor radicalismo de la juventud frente al partido
respectivo se puede ver en la Juventud Socialista Obrera Austríaca y en la danesa. Esta
última consideró su derecho, e incluso su deber, criticar lo que consideraba
«desviaciones» del partido. A finales de 1937 el bureau nacional de la organización juvenil
del Partido Radical francés fue disuelto y cada federación departamental quedó bajo la
dirección de la correspondiente federación del partido porque, al igual que en otros casos,
en esos momentos la organización juvenil «estaba en trance de convertirse en una fuerza
autónoma que amenazaba con escapar del control del partido». El dirigente de la
Juventud Socialista francesa, René Dumon, que tuvo un gran papel en la deriva hacia la
izquierda de la Internacional Juvenil Socialista (IJS), consideraba que «los viejos partidos
han fallado y la generación joven no puede fácilmente estar de acuerdo en permanecer
prisionera de fórmulas que han probado ser ineficaces en la defensa del proletariado
contra el fascismo». También la Federación Juvenil Socialista italiana, que ya había sido,
como en tantos otros países de Europa, el origen del Partido Comunista en este país,
estaría en el ala izquierda de la IJS, defendiendo la unidad con los comunistas43.
40 La radicalización de las organizaciones juveniles ha sido destacada también para el caso
español: se ha escrito mucho sobre la radicalización de la juventud socialista, pero
también las Juventudes de Acción Popular (JAP), la organización juvenil de la CEDA
(Confederación Española de Derechas Autónomas), eran más radicales que su referente
adulto, acercándose a las características de los movimientos fascistas. La Juventud de
Acción Republicana y la Juventud Radical Socialista Independiente decían, en una
octavilla en noviembre de 1933, que no podían permanecer en silencio ante «la labor
antirrepublicana y antipatriótica» que se realizaba desde el gobierno y declaraban que
«antes que Alemania, preferimos para nuestro país un régimen análogo al de Rusia»44.
41 Frente a los llamamientos expresos y la participación activa de la juventud en las filas
dirigentes comunistas o fascistas, los partidos socialistas y socialdemócratas y la misma
Internacional Obrera Socialista (IOS) no querían dar un papel importante a sus
organizaciones juveniles, considerando que no debían realizar actividades políticas y
expresar opiniones propias: debían dedicarse a educar a la juventud en los valores del
socialismo, subordinarse a los partidos y aceptar las decisiones políticas de éstos45. Esto
llevó a constantes problemas entre partido y organización juvenil en diferentes países
europeos.
42 El caso británico es, en este sentido, casi paradigmático: El Partido Laborista no creó
una organización juvenil nacional propia hasta 1924, cuando aceptó su creación por las
presiones de las organizaciones juveniles existentes en los ámbitos locales y por el éxito de
la organización juvenil creada previamente por el Partido Laborista Independiente, uno de
los grupos fundadores del Partido Laborista que en los años 30 se separaría de éste. Aun
así, el comité nacional elegido por los jóvenes tenía sólo un carácter asesor, y la dirección
efectiva la realizaba un comité nombrado por el Partido. Se ha llegado a decir que el
comité ejecutivo nacional del Partido Laborista prefería tener un pequeño movimiento
juvenil atado a él o ningún movimiento juvenil, «que el movimiento de masas que
seguramente hubiera sido construido si se hubiera dado a los jóvenes socialistas más
libertad y autoridad»: el Partido Laborista sólo estaba preparado para afiliar grupos
jóvenes si eran leales, no criticaban al partido y no intervenían en política. Pero la Liga de
la Juventud evolucionó hacia la izquierda en los años 30, principalmente tras la derrota
electoral del Partido Laborista en 1935, considerando que los líderes del partido estaban
más preocupados en proyectar su anticomunismo que en promover programas
antifascistas. En 1936 el partido decidió suspender la dirección nacional juvenil, pasando
las organizaciones locales a estar directamente controladas por el partido, se volvió a bajar
la edad máxima a veintiún años y se suspendió el periódico juvenil. El comité nacional fue
restablecido en 1938 con la mitad de sus miembros elegidos por el partido, pero en julio de
1939 muchos dirigentes y militantes de la juventud laborista se integraron en la comunista
y el inicio de la Segunda Guerra Mundial supuso la total desintegración de la organización
juvenil del partido46.
43 Esta concepción del papel de la juventud en los partidos socialistas y socialdemócratas
se reflejó también en la IJS, surgida en 1923 de la fusión de las dos organizaciones
internacionales juveniles —la Unión Internacional de Organizaciones Socialistas Juveniles
y la Internacional de Obreros Jóvenes— surgidas de la división socialista durante la
Primera Guerra Mundial. El programa de la IJS se centraba en la lucha por la mejora de la
situación económica de los jóvenes, su educación política en el marxismo y la lucha contra
la guerra y el militarismo. Su crecimiento en el periodo de entreguerras fue importante: de
los 82.000 jóvenes ligados a la Internacional Juvenil Socialista en 1914, se pasó a 305.000
en 1932. Ya en el congreso de 1929, su ala izquierda, compuesta por franceses, belgas y
españoles, defendió un papel político especial para la juventud como la sección más
progresiva y revolucionaria de la clase obrera. A partir de 1933 también la IJS sufrió la
división entre quienes apoyaban la unidad de acción con los comunistas, como los
italianos, los belgas y los franceses, y los que estaban en contra de cualquier relación con
ellos. En el congreso de 1935 el delegado francés llegó a defender y a establecer como
objetivo la dictadura del proletariado, postura no muy diferente a la de la FJS española. El
pacto de Munich dividió profundamente a la IJS, hasta el punto de que su ejecutiva no
pudo acordar una declaración unificada y la organización perdió importancia47.
44 La Internacional Juvenil Comunista, creada en 1919, desarrolló entre otras actividades,
abundantes campañas antimilitaristas. Aunque éstas encubrieran otros intereses, como la
defensa de la URSS frente a los países occidentales, dieron fuerza a estos movimientos. A
principios de los años 30, la respuesta inicial de algunos sectores juveniles al rearme y a la
agresión abierta, como la invasión de Etiopía por Italia, fue rechazar el militarismo en sus
propios países y oponerse a un rearme que podría llevar a otra guerra como la Primera
Guerra Mundial. Ésta era recordada entre los jóvenes ingleses bajo el lema «nunca más»
(never again) y se hizo famoso el llamado «Juramento de Oxford» de febrero de 1933, en
el que la Unión de estudiantes de esta universidad se comprometió a no luchar ni por el
rey ni por la patria en ninguna guerra, resolución que fue aprobada posteriormente por
otras universidades. También en España, a pesar de las difíciles condiciones del periodo
posterior a la insurrección de octubre de 1934, las organizaciones juveniles socialistas y
comunistas realizaron octavillas conjuntas contra la guerra tras la invasión de Etiopía.
Pero la guerra civil española y la invasión nazi de Checoslovaquia llevaron al rechazo de la
política de apaciguamiento y, como algún autor ha destacado para el caso francés,
convirtieron el pacifismo en antifascismo48.
45 Los uniformes y las banderas, la paramilitarización en definitiva, de las organizaciones
juveniles, era una característica común a todos los países y a todos los grupos, desde los
scouts a la extrema derecha y la izquierda en Francia, las «Camisas Negras» de la Unión
Británica de Fascistas (British Union of Fascists [BUF]) o la sección juvenil de la Legión
Obrera comunista inglesa, pasando por las distintas organizaciones alemanas e italianas o
la uniformización de las organizaciones españolas —tanto la JAP, como la FJS, la UJCE o
la Falange49.
46 Y se ha incluido a los scouts porque los principales estudios en el país en que tenían más
fuerza en la Europa de entreguerras, el Reino Unido, han destacado su papel en la
inculcación de valores y actitudes conformistas y conservadoras en materia de religión,
moral y política. Se ha comprobado que el Ejército valoraba mucho la labor de los Boy
Scouts en el carácter requerido para la defensa nacional, y que su organización fue
apoyada económicamente por grupos sociales y de presión ultraconservadores, tanto en
sus orígenes como en periodo de entreguerras. Así, el principal historiador británico de
estos movimientos, considera que hay que verlos «como una forma de control social
ejercida sobre los jóvenes por una colección de ex-soldados e imperialistas que querían
movilizarlos para acciones militares». Para contrarrestar su militarismo, antisocialismo y
ultranacionalismo, en los años 20 se intentaron crear organizaciones similares desde el
movimiento obrero, como el WoodcraftFolk, pero no lograron un gran desarrollo50. En
otros países europeos, los scouts no lograron tanta importancia, especialmente limitados
en países católicos por el recelo generado por un movimiento de origen protestante, como
se muestra en el caso francés en la división de los Scouts en tres grupos, los Exploradores
(éclaireurs) de Francia (neutrales, fundados en 1911); los Exploradores Unionistas de
Francia (protestantes) y los Scouts de Francia (católicos), fundados en 1920, que crearon
también sus respectivos grupos femeninos. A pesar de esta división, todos partían de
posiciones nacionalistas y lograron un especial florecimiento en el periodo de
entreguerras51.
47 En España surgieron en el ámbito nacional con el nombre de Asociación de
Exploradores de España, por iniciativa de militares y exmilitares y con el plácet de
Alfonso XIII (Real Orden de febrero de 1914). Ya en 1912 se habían creado los
Exploradores Barceloneses, pero un decreto de la Presidencia del Consejo de Ministros de
febrero de 1920 convirtió a Exploradores de España en la única organización autorizada, y
en la que se integraron los catalanes. Hay pocos datos sobre su desarrollo y entraron en
crisis en los años 30, crisis que se agudizó con la guerra civil. Su carácter conservador y
nacionalista se refleja en la descripción de sus objetivos: «desarrollar en la juventud el
amor a Dios y a la Patria, el respeto al Jefe del Estado y a las Leyes de la Nación, el culto al
Honor…»52.
48 El recurso a la movilización violenta afectó a todos los países, hasta a los no beligerantes
en la Primera Guerra Mundial, como España. La devastación y violencia provocadas por la
Primera Guerra Mundial, sin precedentes en la historia, y sus consecuencias, hicieron que
la violencia política fuera vista como normal. Influyeron también las numerosas
rebeliones, revoluciones, putschs y asesinatos políticos y el desarrollo de ideologías que
veían la violencia como una forma más de actuación política. Así, en toda Europa distintos
grupos de jóvenes marcharon por las calles uniformados y llevando armas, lo que dio lugar
a enfrentamientos entre grupos política e ideológicamente opuestos. Se han destacado los
continuos enfrentamientos entre jóvenes nazis y comunistas en Alemania:
aproximadamente el 84% de los arrestados por violencia política en Berlín entre 1929 y
1932 tenía menos de treinta años y un tercio tenía menos de veintiuno. También fue
importante la participación de la juventud en la Milicia Socialista Austríaca, la Schutzbund
o Cuerpo de Defensa Republicano, y en la insurrección vienesa de febrero de 1934. Pero
no hace falta irse tan relativamente lejos. Como he analizado en mi tesis doctoral, la
conflictividad violenta en Madrid en los años 30 fue protagonizada principalmente por
jóvenes de diferentes tendencias políticas, y la insurrección de octubre de 1934 en la
capital de la República, con todas sus limitaciones, fue realizada principalmente por
jóvenes, como eran la mayoría de los miembros de las Milicias Socialistas de Madrid53.
49 Aunque en el Reino Unido no hubo un auténtico movimiento juvenil de masas como en
otros países europeos, en el periodo de entreguerras se produjeron fenómenos similares a
los que estaban sucediendo en la Europa continental, aunque en una escala menor. La
juventud hizo su aparición como un fenómeno político y, en los años 30, las
organizaciones estudiantiles y partidistas crecieron. La Unión Británica de Fascistas (BUF)
logró su fuerza entre los jóvenes y sus líderes tenían entre veinticinco y treinta y cinco
años. A partir de mediados de los años 30, las manifestaciones antifascistas fueron
habituales y dieron lugar a alianzas poco comunes entre jóvenes comunistas y socialistas
en Londres, y a enfrentamientos en las calles que culminaron en «la batalla de Cable
Street», en agosto de 1936, cuando el intento de los fascistas de marchar hacia los barrios
judíos del East London fue rechazado por una multitud de 100.000 personas54.
50 Pero hay que rechazar la idea de que esta violencia juvenil fuera producto de una cultura
desviada o expresión de frustraciones personales de individuos con propensión a la
violencia, como han planteado algunos autores intentando explicar el éxito nazi en la
movilización de los jóvenes. Este éxito, por el contrario, como dice Bessel para el caso
alemán, fue debido a su capacidad de aprovechar valores y circunstancias sociales ya
existentes: las grandes cifras de desempleo, la ruptura de las lealtades políticas
tradicionales —característica, por ejemplo, de la política de la República de Weimar— o
una cultura que apoyaba valores violentos y agresivos55. Esta violencia alcanzaría su punto
culminante durante la guerra civil española y en la Segunda Guerra Mundial, cuando se
combinaron formas de acción violenta propias de guerras convencionales, con otros tipos
de actitudes, violentas y no violentas —movilización de masas, bandas juveniles,
movimientos de resistencia—, en las que también tuvieron un papel importante los
jóvenes.

La Segunda Guerra Mundial. ¿Fin de la


movilización juvenil o nuevo comienzo?
51 El periodo de entreguerras, por tanto, vivió un fenómeno de movilización política de la
juventud sin precedentes anteriores en la historia europea. El desarrollo de las
comunicaciones y de las relaciones entre los diferentes países hizo cobrar importancia a
los contactos internacionales y dio lugar a influencias recíprocas entre los diferentes
países. Esto se refleja en el papel de la Internacional Comunista en la creación de las
diferentes organizaciones juveniles comunistas; la influencia de la JOC belga —la primera
en crearse— en el de- sarrollo de otras organizaciones juveniles obreras católicas, como la
francesa; en el papel como modelo de los boy-scouts ingleses en la creación de grupos
similares en otros países, o en la influencia del encuadramiento de la juventud en los
países fascistas en la creación del Frente de Juventudes español. Todo esto muestra la
importancia de analizar los movimientos juveniles del periodo de entreguerras de forma
comparada. Pero quedan muchos elementos por analizar y hay grandes lagunas en la
investigación, que sólo se han empezado a cubrir con este artículo.
52 Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo en muchos países beligerantes una
movilización importante y no gubernamental de la juventud: estudios recientes han
mostrado el papel de la juventud en la resistencia francesa y estudios no tan recientes,
pero bastante desconocidos en España, destacan el desarrollo en la Alemania nazi de
grupos «antisistema», es decir, contrarios al nacionalsocialismo, formados principalmente
por jóvenes.
53 Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la guerra civil española, destacó la
importancia de la movilización de la juventud, principalmente a través de las Juventudes
Socialistas Unificadas (JSU), que unió, no sin reticencias por parte de algunos miembros
de las juventudes socialistas, a las organizaciones juveniles socialista y comunista, y que
experimentó un gran crecimiento. La guerra civil supuso así el momento culminante de la
movilización juvenil desarrollada durante la Segunda República: la JSU fue una de las
fuentes más importantes de la movilización de masas defendida por el PCE durante la
guerra, del Quinto Regimiento de Milicias Populares y hasta del comisariado político. En
general, el reclutamiento de las milicias procedió de los jóvenes y a los líderes jóvenes se
les dieron importantes responsabilidades políticas —por ejemplo, se ha destacado la
juventud de muchos miembros del Consejo de Defensa de Madrid. En la zona rebelde, el
decreto de unificación que dio origen a FET y de las JONS, creó también una Organización
Juvenil, caracterizada por su formalismo militar, tanto en su organización como en sus
actividades, y que, a pesar de su improvisación, sería la base del Frente de Juventudes,
creado por ley de diciembre de 194056.
54 Aunque se ha destacado la participación de la juventud en la limitada resistencia
desarrollada por el movimiento obrero desde la misma subida de Hitler al poder y en los
primeros intentos por reorganizarlo clandestinamente, y el mantenimiento, aunque
limitado de las actividades de las anteriores organizaciones juveniles, estos grupos pronto
fueron barridos por la represión y las detenciones, aunque nunca eliminados totalmente.
La gente joven no entró en conflicto abierto con la HJ primero, y después con la Gestapo,
hasta finales de los años 30 y principios de los años 40: durante la guerra se produjo una
masiva oposición por parte de los jóvenes, que fue creciendo con el deterioro de las
condiciones de vida y las derrotas alemanas. Hasta Baldur von Schirach reconoció en 1942
que cada vez se formaban más grupos de gente joven fuera de la HJ y ya no se podía
justificar la existencia de estos colectivos por el condicionamiento de la República de
Weimar, dado que sus miembros habían sido socializados en el nazismo57.
55 Entre estos grupos, normalmente poco coordinados entre sí y compuestos por chicos y
chicas, hecho que les diferenciaba de las organizaciones oficiales, destacan los Edelweiss-
Piraten y el movimiento swing58. Aunque ambos eran movimientos urbanos, tenían
orígenes sociales diferentes y realizaban actividades distintas. Ninguno de ellos era
claramente antinazi en su origen: combinaban conductas que se desviaban de las normas
sociales, una cultura juvenil diferente a la defendida por el régimen y un rechazo
semipolítico del nacionalsocialismo, dado que éste se apoyaba en normas autoritarias,
jerárquicas y militaristas. Todo esto les llevó a continuos enfrentamientos, incluidos
conflictos violentos, con el régimen nazi y miembros de sus organizaciones. Muchos de los
miembros de estos grupos pasaron así de la conducta no conformista al rechazo consciente
del nazismo y de ahí a la resistencia política y a la protesta abierta. En algunos casos
contactaron con el movimiento político clandestino. La Gestapo y la HJ establecieron una
serie de medidas de represión que iban desde los avisos a la detención temporal y el
encierro en campos de trabajo o reformatorios, a la creación de un campo de
concentración específico para jóvenes y la condena a muerte59.
56 También en Francia los intentos de encuadramiento desde arriba de la juventud
realizados por el régimen de Vichy60 contrastaron con la importante participación de los
jóvenes en la resistencia francesa. Así, se ha planteado la posibilidad de analizar la
resistencia como un affaire de jóvenes. El «retrato tipo» del resistente es el de «un
hombre joven menor de treinta años». Entre otros ejemplos, se puede mencionar que dos
tercios de los miembros de Defensa de Francia (Défense de France) eran menores de
treinta años y reclutados exclusivamente en el medio estudiantil, y que la media de edad
de los responsables de Liberación (Libération) era de treinta años. Esta preponderancia de
los jóvenes se ha explicado tanto por factores objetivos como subjetivos: el rechazo a un
régimen que les encuadraba y que intentaba establecer sobre ellos un obtuso orden moral;
o una lucha generacional frente a la apatía de los mayores, a los que se consideraba
responsables de la derrota, como muestran muchas entrevistas orales. Pero también se ha
destacado la importancia de la socialización realizada en las organizaciones juveniles en el
periodo de entreguerras, que permitió a los jóvenes afirmar sus convicciones personales y
les dio una mayor autonomía61.
57 Se puede recordar también que ya antes de la guerra hubo claros movimientos de
disidencia entre los jóvenes italianos, dando lugar a diferentes grupos juveniles creados
muchas veces por iniciativa de los propios jóvenes, como el Movimiento de Unidad
Proletaria o los diferentes grupos de estudiantes comunistas, que en algunos casos se
ligaban a los partidos existentes antes de la subida de Mussolini al poder. También se ha
destacado la composición juvenil de las partidas guerrilleras de la Resistenza italiana de
1943 a 1945 y cómo muchos de los miembros de los Grupos Universitarios Fascistas,
aunque estuvieron durante un tiempo entre los más entusiastas apoyos del régimen de
Mussolini, acabaron en las filas de la resistencia62.
58 Aunque no se puede sobrestimar la importancia de algunos de estos movimientos,
tampoco hay que subestimarla como una clase de gangsterismo o delincuencia juvenil. En
la composición de la resistencia francesa influyeron seguramente otros factores, no sólo la
edad, y los grupos de Edelweiss fueron prácticamente inútiles para el esfuerzo de guerra
aliado63, pero tampoco la resistencia «tradicional» logró acabar con los regímenes
fascistas italiano y alemán, que sólo cayeron por la acción de las potencias aliadas.
Además, los estudios sobre la protesta social han mostrado la importancia de todo «acto
de resistencia», por pequeño que sea, para el mantenimiento o desarrollo de tradiciones,
conceptos culturales o ideologías en periodos de represión.
59 Se puede considerar, por tanto, que la Segunda Guerra Mundial concluyó el ciclo de
movilización juvenil iniciado precisamente tras los grandes cambios producidos por las
consecuencias de la Primera. Tras el final de la gran conflagración de 1939-1945 se
produjo un rápido declive de las antiguas estructuras de encuadramiento de la juventud.
Los años 50 fueron, entre los jóvenes, años de apatía y de retirada, no de militancia.
Después, ya nada sería igual: el desarrollo de los estados del bienestar, de la política de
bloques, la amenaza de una guerra nuclear, la descolonización y las revoluciones en el
Tercer Mundo, entre otros factores, supondrían el resurgimiento de los movimientos
juveniles sobre otras bases, dando lugar a la segunda gran oleada de movilización juvenil
que ha vivido el mundo occidental64.

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Notes
1 Este trabajo ha sido posible gracias a una beca posdoctoral del Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte disfrutada en la London School of Economics and Political Science y a otra beca posdoctoral
de la Comunidad Autónoma de Madrid.
2 WINSLOW, 1937, p. XI. La Administración Nacional de la Juventud que realizó este estudio sobre la
situación y organización de los jóvenes en 56 países de los diferentes continentes se había
establecido en 1935.
3 Sobre Japón, ver SHIMBORI, 1963 y 1964. Sobre China, HERR, 1974, pp. 200-203 y FEUER, 1969,
pp. 173 y ss. Sobre Estados Unidos, BRAX, 1981 y DRAPER, 1967. COLTON, 1992 b, p. XVI considera que,
probablemente, el movimiento juvenil más importante de la historia de Estados Unidos no fue el de
los años 60, sino el de la Unión de Estudiantes Americanos de los años 30, respuesta a la gran
depresión, el desempleo, el fascismo y el militarismo en Europa y Asia.
4 Ver SÁEZ MARÍN, 1988.
5 WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, pp. 9 y 29; WIN y WHITE, 1997, pp. 9 y ss. y MITTERAUER, 1992, pp. 2 y 17.
6 Se puede rastrear, como hacen algunos autores, el papel de la juventud prácticamente desde los
comienzos de la «historia», desde Grecia y Roma (ver, por ejemplo, HEER, 1974, pp. 7-8). Se ha
destacado el papel de los jóvenes por consideraciones de edad en diferentes procesos históricos,
desde la Revolución francesa a la Revolución de 1848 en Austria, por poner sólo algunos ejemplos
(GENDRON, 1993 y ESLER, 1971, pp. 97 y ss.).
7 GILLIS, 1974, pp. 65 y ss. y 95 y ss; RYERSON, STANLEY y FECTEAU, 1992, p. 17 y DAVIS, 1990, p. 24. Se
valora probablemente de forma excesiva el factor demográfico en MOLLER, 1968; UCELAY DA CAL, 1987,
pp. 17-19 y ALBA, 1979, p. 15. Para PÁLÓCZI-HORVÁTH, 1971, p. 41, antes de la Segunda Guerra Mundial,
la mayoría de los mayores de catorce y quince años no eran identificados como adolescentes o
jóvenes en Europa o Norteamérica, pero esto no es cierto: basta ver los informes y documentos
políticos, decisiones de los gobiernos y organizaciones o la misma prensa durante el periodo de
entreguerras.
8 También en la familia los papeles en función de la edad y del sexo se fueron definiendo por las
relaciones externas del mercado de trabajo y el sistema educativo. Ver WALLACE y KOVATCHEVA, 1998,
pp. 11-13; WIN y WHITE, 1997, p. 47 y MITTERAUER, 1992, pp. 70-71.
9 MITTERAUER, 1992, pp. 86-87; PIERRARD, 1987, pp. 55 y ss.; DEGL’INNOCENTI, 1986, p. 88 y MARTÍN
VALVERDE et al., 1987, pp. 65-66.
10 WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 13; NICOLAU, 1987, p. 237 y HUMPHRIES, 1981, p. 212.
11 ORTEGA Y GASSET, 1965, pp. 62 y 67. Estos límites de edad son también los usados, por ejemplo, por
JANSEN, 1977, p. 174 o BRAUNGART y BRAUNGART, 1993, p. 171 y SOLÉ I SERRATOSA, 1987, p. 40. WOOD PALMER,
1944, pp. 17 y ss.; THE LABOUR PARTY, 1931, p. 10; Constitution and rules of the National Young
Labour League, p. 3 y MARWICK, 1970, pp. 45-46.
12 FEDERACIÓN NACIONAL DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS, 1932, p. 9; AVILÉS FARRÉ, 1985, pp. 341-342 y LÓPEZ
SANTAMARÍA, 1983, p. 22. La Federació de Joves Cristians de Cataluña y las Joventuts Nationalistes
de la Lliga situaban sus límites de edad máxima en los treinta y cinco y los treinta años,
respectivamente (TAVERA, 1987, p. 141).
13 CANNISTRARO, 1982, pp. 568 y 571; GERMANI, 1969, pp. 11 y 19-25; OSTENC, 1980, pp. 233 y ss.; KOON,
1985, pp. 90 y ss.; BECKER, 1946, p. 163 y STACHURA, 1981 a, p. 131.
14 Se han destacado también otras divisiones como el género o la raza/etnia por la posición de las
diferentes minorías en una sociedad (WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 34). Como dicen WIN y WHITE,
1997, pp. 81-82, no existe el individuo en abstracto: la posición objetiva de la gente en el mundo
social (en términos de familia, clase, género, etnia…) influye en su posición subjetiva en ese mundo.
15 HUMPHRIES, 1981, pp. 13-14; WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, pp. 19-20. CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC,
1992, p. 101. FISCHER, 1967, p. 20, considera que: «La lucha de generaciones ha sido durante largo
tiempo […] un proceso interno de la burguesía».
16 La definición de generación en ZARCO y ORUETA, 1998, p. 109; el papel de los años jóvenes, en
MARÍAS y RINTALA, 1975, p. 92 y BRAUNGART, 1984 b, pp. 105 y 113; la distinción entre minorías y masas,
en ORTEGA Y GASSET, 1988, p. 57 y LAÍN ENTRALGO, 1945, p. 305. Esta idea es aceptada también, entre
otros, por JANSEN, 1977, pp. 47 y ss. Frente a estas posturas, Mannheim
y otros autores distinguen dentro de las generaciones, las llamadas «unidades generacionales» y no
consideran el conflicto generacional como el más importante dentro de las sociedades —idea
planteada, por ejemplo, por MARÍAS, 1970, p. 128—, destacando la existencia, al mismo tiempo, tanto
de conflictos inter como intrageneracionales (MANNHEIM, 1993; BRAUNGART, 1984 a, pp. 19 y 33 y
BRAUNGART, 1984 b, pp. 116 y ss.). Un análisis general sobre las diferentes teorías de las generaciones
y sus problemas se encuentra en JAEGER, 1985.
17 COLTON, 1992 a, pp. 7 y ss.; BRAUNGART, 1984 a, pp. 3-4; BRAUNGART y BRAUNGART, 1993, pp. 146-147.
De «juventud en sí» y «juventud para sí» habla ABRAMS, 1970, pp. 186-187; sobre las limitaciones de
la juventud como fuerza de cambio, ver ibid. p. 179. El surgimiento de movimientos juveniles para sí
depende de diferentes factores: el grado en que estos grupos de gente joven son objetivamente
víctimas del sistema social y su visión subjetiva de éste; la imposibilidad de otros símbolos o formas
de protesta y solidaridad o la existencia de lugares de interacción entre grupos de jóvenes.
18 La cita, en FEUER, 1969, p. VIII. Ver HUMPHRIES, 1981, p. 17. Las teorías psicosociológicas sobre los
conflictos sociales abarcan un amplio conjunto de autores (Gurr, Feierabend, Davies…) que
elaboraron sus obras en el periodo de la guerra fría. Ver, por ejemplo, GRAHAM y GURR (eds.), 1979 y
FEIERABEND, FEIERABEND y GURR (eds.), 1972. El rechazo a poner el peso de la explicación —en este caso
de los movimientos juveniles de la segunda mitad del siglo XX— en factores de psicología colectiva es
planteado por UCELAY DA CAL, 1987, p. 28. Para los funcionalistas, la juventud es el momento en que
las personas están en tensión entre los valores particulares de la familia y los valores universales de
la sociedad que están aprendiendo (ver WALLACE y KOVATCHEVA, 1998, p. 32). Pero esto nos llevaría,
nuevamente, muy cerca de las teorías psicológicas: los conflictos producidos por los jóvenes serían
producto de la anomia o de disfunciones de los individuos.
19 Síntesis de estas teorías se pueden ver en DELLA PORTA y DIANI, 1999 y MCADAM, MCCARTHY y ZALD
(eds.), 1999.
20 HUMPHRIES, 1981, p. 54.
21 BRAUNGART, 1984 a, p. 16; ALTBACH, 1970, p. 230; ABRAMS, 1970, p. 179 y OPP, 1989, pp. 181 y ss.
LARAÑA, 1999, pp. 140-151, destaca el papel de los jóvenes en los nuevos movimientos sociales
surgidos en Europa occidental durante los años 60. En España, durante la Segunda República, la
edad para poder votar estaba establecida en los veintitrés años. En Gran Bretaña, la ley electoral de
1918 concedió el derecho de voto a todos los hombres mayores de veintiún años y a las mujeres
mayores de treinta años (LAYBOURN, 2001, pp. 27-28).
22 Ver, por ejemplo, BRAUNGART, 1984 b, pp. 130 y ss.
23 NEUMANN, 1939.
24 Ver BIRD, [¿1935?]; BENNET, 1942 y BALCELLS ILLA, 1925. Dada la brevedad de este ar- tículo,
remitimos a la bibliografía incluida al final del trabajo, aunque no cubra, ni mucho menos, todos los
ejemplos existentes.
25 Sobre esta concepción ver KELLERMANN, 1946, pp. 2-3 o SIEBERT, 1945, p. 5. También BERR, 1946 y
FRANKE, 1945.
26 La preocupación existente en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se
refleja en libros como los de JOYCEY, 1945 y LAUNAY y MURAT, [¿1948?].
27 El desarrollo de los movimientos juveniles en Alemania fue muy complejo, dando lugar, además
de a organizaciones juveniles políticas propiamente dichas, a un entramado de asociaciones y
federaciones de asociaciones, deportivas, culturales o recreativas. Tanto el Wandervögel, como la
Freideustsche Jugend (1907) y la Bündische Jugend (1923) se configuraron como movimientos de
clase media que intentaron mantenerse alejados de la política, pero en los que se produjeron
numerosas divisiones internas por el desarrollo de diferentes corrientes ideológicas. Mientras tanto,
los jóvenes obreros se organizaron de forma independiente (ver BECKER, 1984 y BECKER, 1946, pp. 53 y
ss.; BORINSKI y MILCH, [¿1945?]; EBELING, 1945; LAQUEUR, 1962; MITTERAUER, 1992, pp. 214 y ss. y
STACHURA, 1981 a, pp. 13-117).
28 Hasta finales del siglo XIX los conceptos relacionados con los grupos de edad eran diferentes
según los géneros, y los cambios producidos en las relaciones entre trabajo adolescente y adulto por
la transición al trabajo remunerado fueron diferentes para hombres y mujeres, por no hablar de las
divergencias en el acceso a la educación. Las feministas han desarrollado su propia perspectiva de la
juventud, enfatizando el papel del género, la familia y la sexualidad en marcar las experiencias de la
gente joven (MITTERAUER, 1992, pp. 87 y 130).
29 Ver, entre otros ejemplos, GONZÁLEZ QUINTANA y MARTÍN NÁJERA, 1983; CASTERÁS ARCHIDONA, 1974; los
diversos estudios sobre las organizaciones juveniles durante la Segunda República están recogidos
en Studia Historica. Época Contemporánea, 5 (4), 1987; BEN-AMI, 1979 y VIÑAS, 1978. El papel de los
estudiantes ya fue destacado en JIMÉNEZ DE ASÚA y LÓPEZ REY, 1929.
30 LORENZ, 1999, p. 36.
31 Ver BRAUNGART, 1984 a, p. 4. También S. Tarrow establece que «en un período de rápida e intensa
movilización, las generaciones se suceden unas a otras muy rápidamente» (TARROW, 1989, p. 305).
BRAUNGART y BRAUNGART, 1986, p. 215.
32 ALBA, 1979, p. 177; BIANCHI y FINCARDI, 2001, pp. 16-17 y HOLZNER, 1962, pp. 49 y ss. Aunque las
estadísticas existentes de desempleo juvenil pueden no ser muy fiables, sí nos dan una idea de la
importancia del desempleo juvenil: el número de desempleados de entre catorce y veinticuatro años
en el Reino Unido en 1931 era de 683.781 (441.853 hombres y 242.928 mujeres) de un total de
2.524.514. Según las estadísticas del Instituto para el Bienestar Social fascista italiano, la proporción
de jóvenes entre todas las personas desempleadas que recibían subsidio de desempleo en 1932 era
de un 41%, el 32% entre los hombres y el 57% entre las mujeres. Las estimaciones de la época
consideraban que no menos de la mitad de los 6 millones de jóvenes de entre quince y veinticuatro
años estaban desempleados en Francia en 1934 (BRITISH YOUTH PEACE ASSEMBLY, [¿1937?], p. 18;
WINSLOW, 1937, p. 53 y HALLS, 1981, p. 132).
33 WEBB, 1935, pp. 1-2 y ALBERTINI, 1943, p. 13. También hay un llamamiento a la juventud, en este
caso desde posiciones comunistas, en REYNAUD, 1936, pp. 89 y ss., en un significativo apartado
titulado «Juventud, no tienes elección». Pero esto no es tan extraño si tenemos en cuenta que ya el
príncipe Kropotkin, que escribió un llamamiento a la juventud en 1884, había mantenido esta idea
(KROPOTKIN, 1907, p. 1). KOON, 1985, pp. 16 y 22 y LAQUEUR, 1962, p. 191. Ver también BIANCHI y FINCARDI,
2001, pp. 18 y ss.
34 BLUM, 1936, p. 3. Este reconocimiento no implicaba no realizar también un llamamiento a la
juventud: «Apelamos a la vez a su espíritu de negación, de rebelión, de revuelta, y a su espíritu de
entusiasmo…» (p. 20). COUTROT, 1970, p. 27.
35 ALBA, 1979, p. 117. Léon Blum decía en 1936 que los grandes movimientos políticos habían
ejercido y adquirido una influencia dominante sobre la juventud y que esta influencia había sido uno
de los elementos principales de su éxito (BLUM, 1936, p. 4).
36 FISCHER, 1986 y PEUKERT, 1987 b. Ver también STACHURA, 1981 b, p. 309, que concluye que, en cierto
modo, «el NSDAP llegó a ser la más drámatica y brutal manifestación de conflicto generacional en la
República de Weimar y la victoria del partido en 1933 simbolizó una metamorfosis en la
significación social y los papeles sociales y políticos aceptados de jóvenes y adultos».
37 LAQUEUR, 1962, p. 19; LOEWENBERG, 1971, pp. 1470-1471 y BESSEL, 1987, p. 12.
38 Con el triunfo de los nazis en 1933, la HJ se convirtió en la única organización juvenil autorizada,
en la Organización Juvenil del Estado y en 1936 la pertenencia a ella se hizo obligatoria para todos
los jóvenes. PEUKERT, 1987 a, pp. 150 y ss.; GRANDI, 2001, ver por ejemplo, pp. 331 y 350.
39 CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC, 1992, p. 103, de donde tomamos ese porcentaje; CRUBELLIER, 1979,
p. 317.
40 CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC,1992, p. 105; BERSTEIN, 1980, pp. 238 y ss. y COUTROT, 1970, p. 25.
41 Ver GÓMEZ MOLLEDA, GONZÁLEZ QUINTANA, CASTERÁS ARCHIDONA y LÓPEZ SANTAMARÍA, 1992, p. 66.
FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA, 1932 y 1934, pp. 6 y 13 respectivamente. En la década
de los años 30 el grupo de edad mayoritario en España era el de los quince-veinticuatro años (LÓPEZ
SANTAMARÍA, 1987, p. 153). Como muestra SAMPER I TRIEDU, 1987, también la mayoría de las
organizaciones juveniles catalanas surgieron en el periodo de entreguerras.
42 Ver los distintos informes recogidos en COLTONet al., 1992. La cita en KORALKA, 1992, p. 225. El
caso de Italia es más particular, dado que el establecimiento de la dictadura fascista de Mussolini en
1922 impidió un desarrollo independiente y libre de las organizaciones juveniles durante el periodo
de entreguerras.
43 KORALKA, 1992, p. 224; JEFFERY, 1995, p. 203; FODE, 1992, p. 57 y BERSTEIN, 1980, pp. 241-242 (la cita
es de esta última página); HORN, 1996, pp. 67 y 123, de donde entresacamos el texto correspondiente
a una carta de René Dumon a Erich Ollenhauer (20 de junio de 1934), conservada en el archivo de la
Sozialistische Jugend Internationale, en el International Institute of Social History (Amsterdam). El
14 de julio de 1935 se crearía en Francia el Frente Popular de la Juventud (TÉTARD, 1986, p. 186). Ver
GOZZINI, 1979 y LUZA, 1970, p. 46.
44 Sobre la FJS ver, por ejemplo, BIZCARRONDO, 1981, pp. 278 y ss. Sobre la JAP, MONTERO GIBERT, 1977,
vol. 1, pp. 623 y ss. y Archivo Histórico Nacional, Audiencia Territorial de Madrid, Criminal, leg.
205/1, juzgado n.º 18, causa 349/33, hoja clandestina.
45 El Socialista, 21-XII-35, p. 1: «Los acuerdos del Partido. Llamada a las Juventudes» —con
motivo de la dimisión de Largo Caballero de la Ejecutiva del PSOE—, repetía varias veces la idea de
que las Juventudes Socialistas debían actuar «al servicio» del partido.
46 Ver SPRINGHALL, 1986, pp. 160-161; LAYTON-HENRY, 1976, pp. 275-285; SIROCKIN, [¿1960?], pp. 1-8 y
WILLIS, 1970 (la cita en p. 161); sobre la evolución de los jóvenes laboristas a finales de los años 30,
pp. 185 y ss. El autor fue dirigente de la organización juvenil del Partido Laborista y después
miembro del Partido Comunista Británico en los años 30. También se ha destacado cuánto esperaba
el Partido Socialista Obrero Austríaco de su juventud y la poca confianza que tenía en ella y que el
programa para ésta parecía estar dirigido a posponer la maduración de los jóvenes y su paso a la vida
adulta y era poco apropiado para jóvenes trabajadores que, en muchos casos, empezaban a trabajar a
los catorce años (GRUBER, 1991, p. 166).
47 LUZA, 1970, pp. 24-57. La guerra mundial, que sólo dejó un funcionamiento independiente y libre
a las organizaciones inglesa, sueca y suiza, acabó finalmente con la Internacional. Sobre las
posiciones de la FJS, ver [FEDERACIÓN DE JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA], 1977.
48 Ver Youth Unite for Peace, [¿1937?], páginas sin numerar; FOOT, FREEMAN, HARDIE y STEEL-
MAITLAND, 1934, páginas sin numerar; Archivo Histórico del PCE, film XIII (165). CHALINE, 1992,
p. 119. También es significativo que muchos de los italianos que eran jóvenes en el periodo de
entreguerras y que fueron entrevistados por GRANDI, 2001, pp. 212, 218-219, 244 y 298-299,
destaquen el papel de la guerra civil española en su adopción de posiciones antifascistas. El
antimilitarismo en los jóvenes tenía ya cierta tradición en algunos países europeos, principalmente
como rechazo al servicio militar obligatorio, como muestra el libro de COHEN, 1989, especialmente
pp. 167 y ss., con relación a Francia.
49 COUTROT, 1970, p. 31, destaca los uniformes y las banderas como comunes en los movimientos
juveniles franceses. FODE, 1992, p. 58, dice que en Dinamarca el uniforme se hizo general en los
años 30 en las organizaciones juveniles.
50 SPRINGHALL, 1971 (la cita, en p. 158); SPRINGHALL, 1977; WILKINSON, 1969 y GILLIS, 1973. Los Boy-
Scouts ingleses agrupaban, en distintas secciones, a chicos entre los ocho y los veintitrés años y su
equivalente femenino (Guirl Guides Association) a chicas entre los siete y los veintiuno (COOKE, 1962,
pp. 14 y 16). A mediados de los años 20, los scouts tenían una posición predominante entre los
movimientos juveniles ingleses. En 1938 agrupaban a 438.000 miembros (STEVENSON, 1984, p. 245).
Organizaciones generalmente de clase media, los obreros miembros de los scouts eran
principalmente parte de la llamada «aristocracia obrera» —trabajadores cualificados—, entre otras
razones, por el coste de los uniformes y por el tradicional antimilitarismo de la clase obrera. Sobre
los «scouts laboristas», ver PRYNN, 1983. También habían creado su propia organización scout en
1905 los socialistas daneses (Ver FODE, 1992, p. 57).
51 GUÉRIN, 1997, pp. 70 y ss. y LANEYRIE, 1985, pp. 103 y ss. Ver en esta última obra (pp. 106-107) la
curiosa tabla de las diferentes adaptaciones de la ley y la promesa scout realizadas por cada uno de
los tres grupos con respecto a la versión de Baden-Powell. En 1922 surgió el escultismo judío con los
Exploradores israelitas de Francia (CHALINE, DEMIER y LE BEGUEC, 1992, p. 104). PROST, 1986, p. 197,
destaca el papel del escultismo en la Francia de entreguerras como fuente de integración social.
52 SÁEZ MARÍN, 1982, pp. 36-49 (la cita en p. 40) y SAMPER I TRIEDU, 1987, p. 103. El Partido Radical
había creado en 1913, con escaso éxito, los Boy-Scouts radicales, frente a los conservadores
«Exploradores Barceloneses» (ibid., p. 70).
53 ROSENHAFT, 1983, p. 193; JEFFERY, 1995, pp. 208-209 y SOUTO KUSTRÍN, 2003.
54 SPRINGHALL, 1986, pp. 158 y ss.; PEARSON, 1986, p. 169; BENEWICK, 1972, pp. 108-129 y KUSHNER y
VALMAN, 2000.
55 BESSEL, 1987, pp. 13-14.
56 GRAHAM, 2002, sobre la JSU, pp. 75-76; sobre el papel de la juventud en la movilización en general
durante la guerra civil, pp. 176 y 181. Esto le lleva a calificar el proceso como una «verdadera
revolución» (p. 181). El rechazo de ciertos sectores de la FJS a la unificación se refleja en HERNÁNDEZ
ZANCAJO, 1937. Al igual que en otros procesos similares en el ámbito europeo, esta unificación fue
algo más que un asunto de marxismo-leninismo abstracto y de radicalización de la FJS: muchos
jóvenes veían al PCE, en la primavera de 1936, como una opción más excitante y atractiva que los
socialistas. Influía también la atracción que ejercía la URSS en la década de los años 30 (ELORZA y
BIZCARRONDO, 1999, pp. 79-99). Sobre la evolución de la JSU, ver GRAHAM, 1986 y MONTERRUBIO
RODRÍGUEZ, 1986. SÁEZ MARÍN, 1988, pp. 33 y ss. LÓPEZ SANTAMARÍA, 1983, p. 222, destaca el crecimiento
de la FIJL durante 1936 y 1937.
57 Ver JANSEN y WEYL, 1943, p. 145 y LEND, 1938, pp. 34 y 44 y ss. MERSON, 1985, destaca el papel de los
jóvenes en los cambios organizativos y de práctica política producidos en el Partido Comunista
Alemán clandestino (ver, por ejemplo, pp. 76, 151, 161 y ss.). PEUKERT, 1987 a, p. 86.
58 Para lo que sigue, ver EBELING, 1945; BORINSKI y MILCH, [¿1945?]; FRANKE, 1945; SIEBERT, 1945;
PEUKERT, 1980 a y b; 1987 a, pp. 145-174; BIDDISCOMBE, 1995 y KATER, 1992.
59 En cierta medida, estos enfrentamientos fueron también un conflicto generacional dado que los
Edelweiss, casi todos hijos de obreros, se encontraron con la incomprensión de los viejos
trabajadores, mientras que la situación de los miembros de los grupos swing era aun más disonante
porque procedían de los grupos de clase media y media baja que habían sido uno de los
componentes principales de las bases del nacionalsocialismo y que, aunque no estuvieran totalmente
fascistizados, se caracterizaban por su nacionalismo y conservadurismo.
60 Sobre la política de Vichy hacia la juventud y las organizaciones creadas para encuadrarlas, ver
entre una numerosa bibliografía, y como estudios más generales, BASTIDet al., 1964; COMTE,1992; los
distintos estudios recogidos en DEREYMEZ,2001, 2.ª y 3.ª parte («Vichy et la Jeunesse» y
«Organisations de Jeunesse, Organisations et Jeunesse»), pp. 129-237 y GIOLITTO, 1991.
61 VEILLON y SAINCLIVIER, 1997, p. 47. Las autoras concluyen que «en su conjunto, los resistentes son
más bien jóvenes adultos, aunque con matices en función de las organizaciones y de su fecha de
aparición» (p. 50). De «affaire de jeunes» habla WIEVIORKA, 2001, p. 241, que muestra también otros
ejemplos de organizaciones de la resistencia en que destacaba la juventud de sus miembros (pp. 242-
243). Para los factores que influyeron en esta movilización juvenil, ver ibid., pp. 242,248 y ss., así
como los demás estudios recogidos en el apartado «Jeunesse et Résistance» de DEREYMEZ, 2001,
pp. 239-290.
62 GERMANI, 1969, p. 32; KOON, 1985, p. 184 sobre los GUF. En pp. 223 y ss. analiza el desarrollo y la
evolución de estos grupos juveniles y la distinta influencia de los grupos y partidos exiliados en la
juventud italiana.
63 Probablemente el movimiento juvenil alemán antinazi con más contenido político fue el de la
Rosa Blanca, formado por estudiantes universitarios y que llegó a su final con las revueltas
estudiantiles universitarias de febrero a abril de 1943, que concluyeron con una nueva purga de las
universidades y con la ejecución de algunos estudiantes de la Universidad de Munich miembros de
este grupo (SCHOLL, 1994).
64 Sobre los años 50, ver ESLER, 1971, pp. 215 y 234.

Pour citer cet article


Référence papier
Sandra Souto Kustrín, « «El mundo ha llegado a ser consciente de su juventud como nunca
antes» »,Mélanges de la Casa de Velázquez, 34-1 | 2004, 179-215.

Référence électronique
Sandra Souto Kustrín, « «El mundo ha llegado a ser consciente de su juventud como nunca
antes» », Mélanges de la Casa de Velázquez [En ligne], 34-1 | 2004, mis en ligne le 24 février 2010,
consulté le 03 mai 2018. URL : http://journals.openedition.org/mcv/1190 ; DOI : 10.4000/mcv.1190

Auteur
Sandra Souto Kustrín
Consejo Superior de Investigaciones Científicas

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siglo XX [Texte intégral]
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Paru dans Mélanges de la Casa de Velázquez, 35-1 | 2005
Droits d’auteur
© Casa de Velázquez

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