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ESPECIAL ILUSTRACIÓN
yectoria que las letras obligan a seguir y el ma- personaje a partir de la contradicción entre los
terial fónico que constituye esta primera frase; dos vocablos reunidos y a partir también de los
en la ilustración de cubierta, los signos proxé- conocimientos que el lector tiene sobre el lo-
micos y gestuales de los personajes, el color y bo, común antagonista en los cuentos infanti-
tono usados en la cubierta, etc. les. De esta información, y de la mostrada por
la ilustración en la cubierta, que redunda, am-
La información que un lector atento puede plía o completa estos datos, puede suponerse
extraer de la cubierta es amplia. En ella pueden cuál es el conflicto, a partir del rasgo más nota-
encontrarse prácticamente completos los si- ble y característico del protagonista (miedo, ti-
guientes datos: protagonista, tema, conflicto, midez, soledad, marginación, diferencia): ¡El
tono, género literario, intención, referencias lobo ha vuelto!, de G. de Pennart, Barcelona:
intertextuales, tipo de relación intertextual. Es- Corimbo, 2003; Solo en el bosque, de I. Beck,
tos indicios desplegados ante los ojos del lec- Barcelona: Juventud, 2001; ¡Vaya rabieta! y
tor/espectador de un álbum permiten a veces ¡No, no y no!, ambos de M. d'Allancè, Barcelo-
una anticipación directa, sin fisuras. El tema, o na: Corimbo, 2000 y 2001. Otras veces, el con-
un motivo crucial y recurrente, puede ser indi- flicto sólo puede anticiparse a partir de la rela-
cado, por ejemplo, en el título, o deducirse de ción establecida entre el título y la ilustración
lo que muestra la imagen en la cubierta: amor, de cubierta (De verdad que no podía, de G. Ke-
muerte, marginación. El protagonista puede selman, Madrid: Kókinos, 2001).
ser individualizado con un nombre propio en
el título, y en él o en la ilustración de cubierta La cubierta suele también dar información
darse información sobre la especie a la que fidedigna acerca de los modos narrativos. La
pertenece (de lo cual se deducen algunos ras- narración autodiegética o heterodiegética (na-
gos –ya sean biológicos o literarios/legenda- rrador-protagonista o narrador-testigo, en pri-
rios–) o sobre su carácter. mera persona), cada vez más habitual en los ál-
bumes, a veces va acompañada de la ficción de
El conflicto puede anticiparse en el título una situación de enunciación –habitualmente,
(o en el subtítulo, como en La mosca. Un día por cierto, ligada a la comunicación oral, no a la
perfecto puede llegar a ser una pesadilla, de escrita–: una conversación entre el narrador-
Gusti, Barcelona: Serres, 2005). En El lobo protagonista dirigida directamente al lector real,
sentimental, de G. de Pennart, por ejemplo extradiegético, o bien a un auditorio también
(Barcelona: Corimbo, 2004), el título ayuda a fingido. La presencia de un narrador-protago-
captar el posible conflicto en que se halla el nista puede ser sugerida en el título: Un chico
Figura 1: Mamá fue pequeña antes de ser mayor, guarda primera. Figura 2: Mamá fue pequeña antes de ser mayor, guarda segunda.
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valiente como yo, de H. Wilhelm, Barcelona: Ju- su humorístico contenido, parecen hechas con
ventud, 1992; Si yo fuera muy alto, de A. Mota los excrementos de ese insecto. Por otro lado,
y A. Letria, Pontevedra: Kalandraka, 2004; Co- los colores, la tonalidad, la técnica utilizada por
sas que me gustan, de A. Browne, México: FCE, el ilustrador, avisan y predisponen a la lectura de
1992, pero también anticiparse en la imagen una obra de tono amable, intimista, dramático, y
con la apelación directa al espectador/lector. La hasta podríamos predecir la existencia de un fi-
mirada hacia el espectador, en la cubierta, se ha nal feliz o no (Colomer, 2002).
convertido en lugar común en muchos libros
para niños: es una forma de presentar al prota- Y aún puede aportarse mucha otra infor-
gonista y puede indicar simplemente focaliza- mación sólo a partir de estos primeros indi-
ción sobre el personaje. En cambio, el uso de cios: por ejemplo, el género, subgénero o tipo
este recurso en el interior, especialmente en las de cuento en el que puede insertarse la obra,
primeras páginas, es un signo inequívoco de dependiendo, claro está, no de nuestra teoría
coincidencia entre narrador y protagonista o de los géneros, sino del intuitivo aprendizaje
testigo (Cosas que me gustan; Víctor Pedete, de que cualquier lector realiza a partir de la obser-
D. Pelot, Barcelona: Beta, 2002; Cómo se puede vación de similitudes y recurrencias. La presen-
ser un cerdito perfecto, de N. Ward, Barcelona: cia de ciertos animales, de ciertos motivos en la
Timun Mas, 1999; Mamá fue pequeña antes de cubierta, de ciertas tonalidades, permite crear
ser mayor, de V. Larrondo y C. Desmarteau, expectativas en un lector experimentado, ha-
Madrid: Kókinos, 2001), aunque la apelación al ciéndole suponer que está ante un cuento fan-
espectador tiene muchos otros usos –aspecto tástico o de animales o de experiencias cotidia-
del que por razones de espacio no nos ocupare- nas, e incluso puede avisar de su intención:
mos aquí– que, en general han de relacionarse pedagógica, enseñanza de valores... Tanto el tí-
con el contrato de lectura, incluso en su apari- tulo como la ilustración de la cubierta pueden
ción ocasional, como señala Williams (1996: señalar de inmediato que la obra leída hace re-
574-575) en Donde viven los monstruos, de Sen- ferencia a un hipotexto e incluso el tipo de re-
dak. Por el contrario, la representación en la cu- lación intertextual que se establece: parodia, ci-
bierta y las primeras páginas de escenas de con- ta. La relación entre título e ilustración en
junto, en plano general, o con el protagonista Romeo y Julieta, de M. Ramos (Barcelona: Co-
en situación frontal pero con la mirada no diri- rimbo, 2005), puede sugerir que la historia tra-
gida hacia el espectador parecen predisponer a ta acerca de los amores... entre un elefante y un
sacar la conclusión de que estamos ante una na- ratón; en La verdadera historia del perro Salo-
rración en tercera persona, a través de un na- món, de M. Fernández-Pacheco y J. Serrano
rrador externo, heterodiegético. (Madrid: SM, 2000), es la ilustración la que nos
remite a la obra de Velázquez1.
La presentación del lugar y del tiempo en
que transcurre la historia, el cronotopo, tam-
bién suele mostrarse en la ilustración de cubier-
D E S B O R D A M I E N TO N A R R AT I V O :
ta, o en el título, mediante la indicación de un
lugar; la ambientación es, en ese esquematismo ¿CUÁNDO COMIENZA
característico de la Literatura Infantil, por lo LA NARRACIÓN?
común, imprecisa, atemporal; a lo sumo, dirige
a dos posibles momentos: el actual o un pasado Hemos insistido especialmente en la infor-
más o menos indeterminado, al que se remite mación que la cubierta proporciona al lector,
mediante el vestido u otra referencia histórica. pero el proceso de lectura, para ser efectivo, re-
quiere la posterior confirmación o refutación
De todos estos datos puede deducirse tam- de lo avanzado o anticipado, y ello puede ha-
bién cuál será el tono empleado: el título puede cerse extrayendo información de los paratextos
avisar directamente (El libro triste, de M. Rosen que se ofrecen a continuación ante el lector: la
y Q. Blake, Barcelona: Serres, 2004), o incluso, contracubierta, la guarda primera, la portada, la
el material fónico que lo configura: en la Litera- página de créditos, con la dedicatoria, la página
tura Infantil es muy habitual que los títulos con- 7 ó 9 (es decir, la página en que se diría que co-
tengan rimas o paronomasias que hacen esperar mienza la narración propiamente dicha, si no
cierto comportamiento de las narraciones: Tino, se tuviera en cuenta todo lo dicho acerca de la
el cochino. Y ello sin contar con la tipografía o la función de los paratextos iniciales, más los ca-
dirección que siguen las letras, como las del títu- sos de álbumes en los que la narración empie-
lo La mosca, de Gusti, que, coherentemente con za propiamente en la cubierta).
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Las guardas suelen tener una mera función –figura 3–; La cabra boba, de P. Bruno y R.
decorativa, a la par que protectora del libro. Olmos, Pontevedra: OQO, 2006; Tino el cochi-
No obstante, son numerosos los casos (y los no, ya mencionado, o ¡Puf !, ¿has sido tú,
creadores y editoriales que han hecho suyo este Tino?, también de D. Roberts, Madrid: RBA,
criterio) en los que éstas son sólo aparentemente 2004) o sus aficiones o el tipo de relación que
ornamentales, pues presentan como motivo mantiene con los demás (en Sofía, la vaca que
pictórico un elemento relacionado con la his- amaba la música, por ejemplo, las guardas
toria: entre muchísimos otros que podrían ci- muestran un desordenado montón de fotos en
tarse están la escalera de ¿Dónde perdió Luna las que se reconoce a sus familiares y amigos,
la risa?, de M. Sánchez y F. Fernández (Ponte- junto a un carné de musico o curriculum, anti-
vedra: Kalandraka, 2001), o las orejas y las pa- cipando datos cruciales para la narración).
tas del protagonista y su auxiliar en El pequeño
conejo blanco, de X. Ballesteros y O. Villán Los libros –todos los libros, sean para
(Pontevedra: Kalandraka, 1999). En estos dos adultos o para niños– repiten, tras la guarda
ejemplos, como en otros muchos (El pájaro y primera y la página o páginas de cortesía (pá-
la princesa, de A. Ventura y T. Novoa, México: ginas en blanco, inexistentes en los álbumes),
FCE, 2001; Siempre te querré, de D. Gliori, la portadilla y la portada –respectivamente, en
Barcelona: Timun Mas, 2000; Mamá fue peque- las páginas 1 ó 3 y 3 ó 5–, en las que se recoge
ña antes de ser mayor –figuras 1 y 2–), guardas nuevamente el título, más fiable aquí. Si bien
primera y segunda no son idénticas, y repre- en muchos casos la portada se limita a repro-
sentan simbólicamente el antes y el después, ducir nuevamente la cubierta (el título más la
planteamiento y desenlace (Díaz Armas, 2003), ilustración, en el caso de los álbumes), no son
lo cual invita a encontrar un porqué en el pro- pocos los ejemplos en los que, curiosamente,
cedimiento, sólo posible tras la lectura. La la narración comienza aquí, o continúa lo que
guarda primera puede, en otros casos, presen- ya había empezado en la cubierta o las guar-
tar el cronotopo o acentuar rasgos del perso- das. En ocasiones, incluso la página de crédi-
naje ya mostrados en cubierta: su suciedad, por tos, portadora de información editorial (copy-
ejemplo (Cómo se puede ser un cerdito perfecto right, ISBN, etc.), lugar en el que parece haber
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Figura 7: Hay un oso en el cuarto oscuro. Portada. Figura 8: Hay un oso en el cuarto oscuro. Página de créditos.
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