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CONTROLA TU AMAXOFOBIA

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ÍNDICE

1.) Hablemos del miedo


1.2) Componentes de la respuesta de miedo
1.3) ¿Qué se piensa?
1.4) ¿Qué se siente?

2.) ¿CÓMO ACTÚA EL MIEDO?


2.1). El miedo: un adversario o un aliado
2.2) ¿Qué hace el miedo?

3.) LAS CONSECUENCIAS DEL MIEDO A CONDUCIR


3.1) El miedo a conducir
Test de autoestima
Cuestionario para medir la propensión al miedo
3.2) Las consecuencias del miedo a conducir

4.) ¿CÓMO INFLUYE EL MIEDO EN LA CONDUCCIÓN?


4.1) La conducción, características y definición
4.2) La conducción como sistema de respuestas
4.3) Factores emocionales y su influencia en la conducción
4.4) El miedo y la conducción. Conclusiones
Cuestionario de situaciones de tráfico que nos asustan
Análisis del miedo a conducir

5. NUESTROS PENSAMIENTOS Y EL MIEDO A CONDUCIR

5.1) Pensamientos y miedo


5.2)) Ideas erróneas sobre la circulación
Cuestionario de actuación cómo conductor
5.3) La influencia del entorno social en la conducción
5.4) Cambia tus pensamientos inadecuados
Ejemplo de debate racional de pensamientos
5.5) Registro de situaciones conflictivas

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5.6) Las distorsiones cognitivas

6.) El control del miedo


6.1) Autoinstrucciones
6.2) Autoinstrucciones de motivadoras y de apoyo
6.3) Autoinstrucciones para seguir procedimientos
6.4) Autoinstrucciones para ejecutar movimientos básicos con el
vehículo
6.5) Detención del pensamiento
6.6) Cómo combatir las distorsiones cognitivas
6.7) Estrategias para la disputa
6.8) La valoración del riesgo
6.9) La relajación

7 ÉL FENÓMENO DEL ESTRÉS

7.1) ¿Qué es el estrés? El estrés positivo y negativo


7.3) Él síndrome general de adaptación
7.4) Nuestra reacción interna
7.5) Estrés y conducción
¿Está usted estresado?

8) CONTROLA TU MIEDO

8.1) Mi compromiso
8.2) La planificación
8.3) La Habituación
8.4) La Elección
Registro de plan de ensayos
8.5) Recaídas

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1. HABLEMOS DEL MIEDO
1.1) Hablemos Del Miedo.
Los seres vivos tienen almacenado en sus genes la capacidad de
elaborar una respuesta emocional de alerta para detectar los estímulos
potencialmente amenazantes, con el fin de preservarse y/o defenderse
de ellos. Frente al peligro, activamos emociones intensas que nos
predisponen a la acción.

Pongamos un ejemplo, cualquier animal huirá de su depredador natural y


esa experiencia emocional, el haber experimentado miedo en una
situación concreta, le ayuda para aprender aquellos lugares de su
entorno que son potencialmente peligrosos para su supervivencia.

Los “hombres” también compartimos estas respuestas de alerta, aunque


en nosotros cobran una dimensión diferente. Las peculiaridades de
nuestro Sistema Nervioso, especialmente la conciencia y el lenguaje,
hacen que se configuren de manera distinta a la de otros animales.
Podemos prever el futuro, por tanto, podemos sentir miedo de algo
que esperamos que ocurra sin estar presente el estímulo temido

Nuestro medio ambiente no es el de nuestros antepasados. Las


amenazas cotidianas, en nuestra sociedad occidental tampoco se
parecen a las que ellos tuvieron que soportar.

No obstante, aún manifestamos respuestas innatas a los ruidos


imprevistos o a estímulos visuales inesperados. De niños mantenemos el
miedo a la soledad y al abandono. La oscuridad crea un vago temor,
presente en muchos de nosotros a pesar de ser adultos y las
serpientes, en general, producen “escalofríos”.

Sin embargo, podríamos afirmar, teniendo en cuenta ciertas


excepciones, que en la mayoría de los casos, el objeto de nuestro miedo
se aprende de la cultura y el medio social en que nos desenvolvemos
como personas.
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En este sentido, nuestra experiencia personal conforma el conjunto de
situaciones, reales, potenciales o imaginarias, a las que tenemos miedo.
La intensidad del mismo y la causa que ha motivado la respuesta de
temor a un evento concreto es producto de la trayectoria vital de cada
uno.

El miedo es individual y subjetivo, nadie lo siente de la misma manera.


Somos influenciables por nuestro entorno, a él respondemos elaborando
una reacción propia, ya que nunca se dan las mismas circunstancias en
dos personas distintas.

Al margen de los distintos motivos y las distintas situaciones que


favorecen en cada individuo la aparición o no de la respuesta de miedo,
una vez desencadenada, por ser instintiva, se parece lo que sentimos, lo
que pensamos y lo que tendemos a hacer.

Cuando decimos de alguien que es “muy miedoso”, las características


que nos llevan a ese juicio hacen referencia a que aquella persona se
asusta en situaciones que a los demás nos dejarían indiferentes. Es
decir, no le diferencia el miedo que siente, sino su aparición, que
juzgamos cómo inadecuada. Todos identificamos, sin dificultad, las
manifestaciones comportamentales de una persona asustada

Por una especie de consenso común, las culturas van definiendo los
grados de miedo adecuados para las distintas circunstancias,
considerándose “anormales” las reacciones que se alejan demasiado, en
sentido negativo o positivo a la media del grupo de referencia.

Cuando nos enfrentamos a lo cotidiano, el miedo se dirige a personas


concretas, situaciones particulares o hacia determinadas actividades.
También, los humanos reaccionamos a nuestros estímulos internos, sean
nuestras reacciones fisiológicas, nuestros recuerdos, los pensamientos
anticipatorios etc.

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Vemos el mundo al procesar el conjunto de estímulos internos y
externos que llegan a nuestro cerebro (aproximadamente 700 por seg.),
ese volumen ingente de información no llega a nuestra conciencia. Una
serie de filtros derivan parte de esa información hacia áreas
automáticas encargadas de dar respuesta a estos estímulos. Solo
aquellos relevantes o que puedan determinar información para la acción,
que en ese momento desarrollemos, son a los que prestamos atención
consciente

Cuando estos filtros detectan señales interpretadas cómo peligrosas,


se desencadenan estados de alerta y defensa. La actuación de estos
sistemas de “supervivencia” pueden activar esa emoción múltiple y
compleja que denominamos miedo, antes de ser conscientes de la
presencia del peligro.

El miedo”, puede ser investigado, analizado junto a la persona que lo


sufre y puede convertirse en una “emoción llevadera”, aunque incómoda,
que se va atenuando en la medida en que nos ponemos en contacto con la
fuente que ocasiona nuestro temor. Es decir, cuando somos capaces de
afrontarlo de una manera directa

1.2) Componentes De La Respuesta De Miedo

La respuesta de miedo se activa cuando el organismo es alterado por los


estímulos que nos indican la presencia de un peligro. Ahora bien ¿Qué
determina la señal de alarma? Aunque la respuesta parece evidente,
pues serán los acontecimientos que nos rodean, esta es una apreciación
precipitada, pues la experiencia nos demuestra que ante la misma
situación de riesgo, las personas reaccionan con distintos grados de
temor e incluso con mayor o menor capacidad para resolver la situación.

Esto es debido a la experiencia acumulada por la persona. Cuando el


sistema de alerta se activa y pasa a la conciencia del sujeto, una serie

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de elementos se ponen en marcha y van a determinar la respuesta final
del individuo, la cuál puede ser diferente de otra persona sometida a la
misma situación.

Hay pues una respuesta individual, determinada por la interpretación


que efectuamos del contexto. Las personas difieren en la manera de
afrontar una misma amenaza de riesgo porque percibimos de distinta
manera la realidad. Los elementos que nos diferencian serían, en
términos generales, los siguientes:

¾ Qué elementos del problema procesa, que tiempo dedica a cada


uno y en que orden los interpreta. En la vida no hay situaciones
simples, compuestas de un solo elemento, sino que en general, se
compone de varias partes, en ocasiones relacionadas y en otras no.

¾ Que operaciones mentales aplica para encontrar la resolución del


mismo

¾ Grado de riesgo atribuido y por tanto grado de temor


experimentado

¾ Experiencia previas con el fenómeno

¾ Grado de ansiedad general

¾ El estado psicofísico del sujeto

Por tanto los hechos en si mismos no determinan linealmente la


conducta del sujeto, pues la realidad para una persona es la “percibida”
no la existente. Nuestras interpretaciones no son objetivas siempre. La
emoción, nuestro estado de ánimo, nuestra experiencia nos condiciona.
En ocasiones seremos más objetivos que en otras. Esta diferencia entre
la realidad objetiva y la percibida ha sido una de las aportaciones más

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importantes de la psicología y numerosos estudios científicos así lo
demuestran

Además, estamos acostumbrados a asociar situaciones y emociones, es


decir, aprendemos un “código emocional” que en nuestra cultura se
considera adecuado. Así, reaccionamos con pena o con alegría, de
manera automática a diversas situaciones que en otras culturas
producen sentimientos antagónicos a los nuestros, por eso cuesta
entender al otro y por eso esperamos que los demás reaccionen cómo
nosotros, olvidándonos de que el sentimiento es individual.

El manejar “categorías”, para interpretar la realidad, tiene la ventaja


de la rapidez. Es decir “juzgamos a primera vista” los acontecimientos,
decidiendo si estos son amenazantes o no. Si de esta evaluación
primaria deducimos un riesgo, nuestro sistema de alerta se pondrá en
marcha para agudizar el análisis y preparar las respuestas defensivas
adecuadas. También tiene un inconveniente, actuamos usando unas pocas
señales del entorno para efectuar estos juicios

El organismo, para ser eficaz, debe seleccionar las respuestas


pertinentes a la situación, para ello dependerá en gran medida de su
propio repertorio, de su experiencia con la situación y la confianza que
tenga en su capacidad para resolver el problema o emprender la huida.

Los miedos exacerbados, es decir “las fobias”, se caracterizan porque


el organismo escoge cómo única opción la huida, es decir, la medida más
extrema de las que disponemos para el afrontamiento de una situación.
Además la huida tiene una recompensa inmediata, nos reduce la angustia
producida al experimentar el miedo que nos hace escapar. Por tanto es
eficaz para evitar el riesgo y para devolvernos el equilibrio emocional,
con una salvedad, siempre y cuando la reacción esté ajustada a la
realidad, es decir sea adaptativa para evitar una situación de riesgo.

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La segunda característica de las fobias es que son excesivas para el
motivo que las provoca. Este juicio de valor es capaz de emitirlo la
persona “fóbica” que experimenta su miedo como algo irracional, pero
que no puede evitar.

Hay otro efecto “perverso” en la reacción fóbica, cómo retiene en la


memoria los estímulos “señalizadores” de la situación temida. En
adelante el organismo reaccionará ante los estímulos señal sin esperar
la aparición del estímulo temido. Si estos estímulos señal indican un
peligro real tienen un enorme poder preventivo.

Ahora bien, en un entorno tan complejo y variable como el nuestro,


estos estímulos pueden ir asociados a otras situaciones que no
desemboquen en la situación temida. Por lo cuál, empezamos a
reaccionar con excesiva alarma frente a eventos que no justifican esa
reacción porque no “señalizan” una situación alarmante.

Pero no nos quedamos en esta fase, el ser humano tiende a reunir los
estímulos en grupos que consideramos similares por compartir una serie
de elementos comunes, formamos, cómo ya dijimos categorías. En las
reacciones fóbicas suele ocurrir que los estímulos asociados en la misma
categoría que los estímulos señal acaban también sirviendo de aviso al
miedo, de manera, que al final de este proceso, nos asustamos por
señales distintas que las originales y más numerosas.

En muchas ocasiones, la clasificación de estos eventos exteriores se


realiza de manera “automática”, es decir sin darnos cuenta, de manera
“inconsciente”. Seguramente, esta automatización fue una ventaja
evolutiva, para un mundo que continuamente nos sometía a una
estimulación compleja y continua.

No basta con esta “evaluación primaria” referida a los estímulos para


tener miedo. Sino ¿por qué algunas personas no se asustan mientras

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otras lo hacen? ¿Por qué el grado del temor varía de persona a persona
independientemente de que la situación sea similar?

Hay otro factor individual que determina la intensidad de la respuesta


del miedo, la valoración que efectuamos de nuestras capacidades
para resolver el problema. La experiencia, el conocimiento del
fenómeno, la práctica en solución de problemas, los niveles individuales
de ansiedad, la edad, el tipo de tarea, etc. Todos ellos son factores que
varían individualmente y determinan el nivel “presente” de temor ante la
situación que nos provoca miedo.

Por ello, repetiremos una de las frases más célebres de la psicología:


“No son los hechos, sino la interpretación de los mismos lo que nos
perturba”. Es decir, el significado de la realidad es una construcción
individual.

Es evidente que desde este planteamiento, el miedo se transforma, más


allá de que su respuesta esté condicionada genéticamente, en una señal
cognitiva de alerta que despierta una respuesta fisiológica de lucha y/o
huida, acompañada de un sentimiento de urgencia y miedo intenso.

En resumen, el miedo se compone de cuatro componentes básicos:

¾ Una forma de percibir e interpretar el entorno

¾ Una respuesta emocional

¾ Una respuesta fisiológica

¾ Una respuesta motora, es decir una acción observable

Estos “distintos” componentes no guardan una relación lineal, no se


activan uno detrás de otro, todos actúan y se entrelazan entre sí, a
veces uno de los componentes es más intenso que otros, a veces la

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persona percibe en primer lugar su intranquilidad en el cuerpo y luego a
nivel de la conciencia y otras veces la emoción se desencadena en forma
de un miedo que se espera “inevitablemente” aunque no haya hecho su
aparición, nos asustamos al pensar lo que “creemos” sucederá.

El miedo puede aparecer por diversas causas, entre las más frecuentes
mencionaremos las siguientes:

¾ Un recuerdo traumático que actúa consciente o inconscientemente

¾ Un suceso inesperado

¾ Un suceso que se espera que ocurra y al que se teme

¾ Por no creernos capaces de afrontar una situación y considerar


que no podemos escapar de ello.

Una de las formas características del miedo es el anticipatorio. La


persona conoce que se expondrá a una situación que no le gusta, que le
intimida. Su necesidad de huir de la situación suele tomar la forma de
“excusas creíbles” para no acudir al evento En su interior ronda un
pensamiento repetitivo y representa su creencia de que
“inevitablemente” lo pasará mal, que no podrá soportar la situación y si
se insiste un poco en ello llegará a formular el juicio último, “para
pasarlo mal mejor no acudir....”

Es decir, el miedo acaba cumpliendo una función “protectora,” pasa de


ser una emoción en tiempo presente, asustarnos de lo que ocurre, para
tener un carácter anticipatorio, asustarnos por algo que no ha ocurrido.
Se podría pensar que este carácter protector es beneficioso para el
individuo, así evitará los peligros presentes y futuros, ¿pero y si esa
expectativa no es “real” y nos impide disfrutar de la vida? Otra de las
características de las fobias es la reducción del número de actividades
donde la persona se siente a gusto y no amenazada.

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Que duda cabe que el miedo tiene un papel moderador de la conducta y
un carácter protector, pero en su justa medida. La excesiva facilidad
para asustarse tiene el inconveniente de reducir la experiencia a
márgenes muy estrechos y juzgar la vida sin contacto directo con ella.
Sin mencionar los trastornos que su carácter exagerado puede
producir. La angustia está en la base de numerosos trastornos
psicológicos y psiquiátricos.

Si la persona tiene experiencia en la situación, interpreta de manera


diferente las “señales” que recibe del medio, además, si sabe cómo
resolver el problema y se siente competente con la tarea a realizar,
experimentará “nervios”, pero no miedo. Incluso la activación facilitará
la aparición de la respuesta correcta. No debe confundirse atención con
estrés.

El miedo genera una necesidad inmediata de huida, de esconderse, de


huir, de no enfrentarse. El individuo reconoce su incapacidad para
resolver el problema, advierte un riesgo para su integridad e intenta
protegerse alejándose de la fuente de temor o si la huida no es posible,
paralizándose e intentando pasar desapercibido. Una emoción intensa,
negativa, irracional en el sentido de que nubla el razonamiento, invade
al sujeto, que se bloquea y es incapaz de pensar y decidir
adecuadamente.

Su alerta es máxima y en ocasiones la respuesta fisiológica y emocional


es de tal calibre que el individuo siente que puede morirse, que se
desvanece, que pierde el control y cómo si una nube difusa le alejara de
la realidad. Es el denominado “ataque de pánico”, experiencia traumática
que condiciona un miedo exacerbado a la posibilidad de que se repita,
miedo a volver a sentir el descontrol físico y mental que tal experiencia
conlleva. Afortunadamente los ataques de pánico no son frecuentes,
pero una “subida”excesiva de la ansiedad, sin llegar al ataque de pánico
es suficiente para huir de cualquier posibilidad de padecerlo.

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El ataque de pánico se define, siguiendo los criterios del DSM IV, de la
siguiente forma. (El DSM IV es un manual donde se especifican los
síntomas clínicos de los diferentes trastornos psicológicos, siendo la
clasificación de referencia)

“Un episodio de intenso miedo o molestia, durante el cual aparecen


bruscamente y alcanzan el pico en los diez minutos al menos cuatro
de los siguientes síntomas” (APA, 1994, esta organización es la
Sociedad americana de Psiquiatría)

¾ Palpitaciones o ritmo cardiaco acelerado.


¾ Sudoración
¾ Temblor o sacudidas musculares
¾ Respiración dificultosa o sensación de asfixia
¾ Dolor o molestias en el pecho
¾ Nauseas o malestar abdominal
¾ Vértigo, inestabilidad o pérdida de conciencia
¾ Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización
(sentirse separado de sí mismo)
¾ Miedo a perder el control o volverse loco
¾ Miedo a morir
¾ Sensaciones de adormecimiento o cosquilleo
¾ Ráfagas de frío o calor

1.3) ¿Qué se piensa?

Suele cometerse un error al creer que cuando una persona se asusta no


piensa. No hay que confundir que lo pensado sea “poco” razonable, con
que ese pensamiento no exista. Es más, la mayoría de nuestros
pensamientos no están ajustados a la “lógica”, sino que funcionan, en
especial aquellos con los que interpretamos los estímulos percibidos,
con arreglo a “reglas” estadísticas aceptables, es decir, aprendemos a

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relacionar determinados estímulos con una interpretación
esteriotipada.

Por ejemplo, puedo deducir que si alguien me insulta y me grita está


enfadado conmigo aunque carezca de razón para ello. Juzgamos a la
personas, según demuestran los estudios realizados, en los primeros
segundos de interacción, a primera vista. Todos sabemos la importancia
del “aspecto” cuando deseamos conocer a alguien por primera vez.
Intentamos imaginar cómo le “agradaremos más” e intentamos
aparentar el estereotipo que imaginamos tiene esa persona o que
nosotros tenemos respecto a lo que es correcto.

Somos jueces y somos juzgados en base a expectativas aprendidas. De


forma que, en breves segundos, adoptamos una determinada actitud
frente a una persona de la que desconocemos prácticamente todo.

De los indicios que deducimos, interpretamos los mismos aplicándoles


una categoría que nos permite clasificar la información y responder a
ella, según las reglas que tenemos aprendidas.

Por eso, a veces, los expertos nos sorprenden indicándonos que aquello
que creíamos cómo verdadero no lo es. No hay nada más complicado de
cambiar que una creencia. La creencia es un pensamiento, que
naturalmente lleva aparejada una emoción. Pero es un pensamiento
estereotipado sobre lo que significan las situaciones, las personas y los
objetos del mundo que nos rodea.

También denominamos pensamientos a las ideas e imágenes con que


acompañamos nuestros diálogos mentales. Son los pensamientos que
interpretan las señales que llegan a nuestro cerebro los responsables
de activar las distintas emociones asociadas. El que algo nos guste o nos
disguste depende de cómo lo queramos ver. Imagínese a dos personas,
una con miedo a los perros y otra que tiene uno de compañía, ¿verdad

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que no reaccionan igual frente a un perro suelto que se encuentren en la
calle?...

Queremos decir con este ejemplo la importancia que nuestra manera de


pensar tiene en el miedo. Si observamos a nuestro alrededor, es fácil
comprobar cómo los miedos se transmiten en las familias, de padres a
hijos. Igual que otras “costumbres”, educamos en el temor y en el
bienestar a nuestros hijos, de forma que si su experiencia no varía,
adquieren una impregnación duradera, cuyo origen olvidamos y que con
el paso del tiempo integramos tan íntimamente en nuestro sistema de
creencias y emociones que acabamos refiriéndonos a ellos con
expresiones del tipo “yo soy así...” “Fulano es muy sensible...” etc.

Así mismo, la seguridad o la inseguridad en nosotros mismos se


adquieren en el contacto con los demás, cuando somos valorados por los
otros, en especial por las personas significativas, de manera que, en
cierta medida, las personas nos valoramos a nosotros mismos en
relación con las opiniones de los demás.

Durante la infancia y la adolescencia las creencias sobre nosotros


mismos se consolidan y además esta consolidación de la idea sobre
quienes somos, ocurre en una fase del desarrollo en que la capacidad de
reflexionar sobre nosotros mismos no está suficientemente
desarrollada. Por ello, tendemos a creernos la opinión de nuestros
“mayores”, no podemos juzgar el mensaje que sobre nuestra persona
nos trasmiten los demás.

Si desde pequeños nos habitúan a asustarnos, a sentirnos incapaces de


resolver y decidir, por estar superprotegidos o lo contrario, nadie
valora nuestros aciertos y recibimos la misma recompensa por nuestro
esfuerzo o por su carencia, no adquiriremos una autoconciencia
adecuada de nuestros recursos.

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En otras ocasiones, las personas reciben un castigo continuado, de
manera que hagan lo que hagan, son tildados de “inútiles” en más
ocasiones de las debidas, esa persona tendrá una autoimagen de
incapacidad. Estamos ayudando a desarrollarse diversos trastornos de
ansiedad e indefensión que harán que esa persona sea más asustadiza
que otras que hallan recibido una imagen de si mismos más positiva.

Hay que considerar un aspecto complementario. La persona que


experimenta ansiedad, desarrolla un gran esfuerzo en buscar indicios
en el medio que “justifiquen” su ansiedad. Otro de los grandes
principios de psicología nos demuestra que nuestros actos, nuestras
conductas están destinadas a un objetivo.

Las personas ansiosas son personas que se perciben así mismos


vulnerables, continuamente deben proteger su debilidad explorando, “a
veces compulsivamente” el entorno para estar prevenidos.

Se desgastan y el cansancio les afecta antes que a otras personas. Este


esfuerzo continuado de exploración del entorno hace que su “agudeza”
disminuya, perciben más estímulos, pero el tiempo que dedican a su
análisis es inferior al de otras personas, como resultado, sus
conclusiones son tan precipitadas cómo su búsqueda.

Otra de las características de las fobias es la incapacidad para


distinguir lo superfluo de lo importante. A la hora de resolver los
problemas este inconveniente tiende a que la persona lo vea todo como
un obstáculo insuperable.

Siempre se podría alegar ¿qué tiene de malo procesar con rapidez la


información cuando hay muchas situaciones de riesgo que requieren una
respuesta rápida? Ese es un buen argumento. Pero la cuestión no es esa,
sino ¿a que situaciones debemos aplicar un análisis intenso? ¿A todas?
Volvemos a insistir, el problema no es la respuesta, sino el que se emita
en situaciones que lo requieran. (La interpretación de la situación

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determina el tipo de procesamiento que aplicamos a la información
recibida)

Los criterios que pueden usar, al dedicar menos tiempo de análisis a los
estímulos, necesariamente son más estereotipados y poco flexibles. No
hay tiempo para ello, los estímulos han de ser interpretados
rápidamente, es decir, se clasifican, la maquinaria de análisis ha de
quedar vacía para poder manejar tanta información, por ello, la memoria
no es muy a largo plazo.

¿Qué podemos deducir de todo esto? Quizás lo más importante sea


concluir que las decisiones basadas en esos datos conllevarán más
errores que los basados en un análisis más profundo. La probabilidad
de acertar con la respuesta adecuada se reduce. Es fácil que al final se
acaben justificando sus temores. Mejor no probar que ser “agredido”.

Vemos entonces que la ansiedad afecta no solo al procesamiento de los


estímulos sino que también determina el número de estímulos utilizados,
que en general sobrepasa el adecuado para nuestro sistema cognitivo.
Además, el miedo dirige la atención de manera selectiva, no hacia
las señales adecuadas sino hacia las que indiquen el motivo de
nuestro miedo. Es normal, en estas condiciones, perder información
relevante para el problema.

Cualquiera puede distinguir a una persona que “está de los nervios” con
observarla pues la vemos acelerada de movimientos, acelerada en su
manera de hablar, en la forma que explora visualmente su entorno, en
ciertos comentarios que efectúa etc. Nos choca de ella el que notamos
su inadecuación a la realidad, pues siempre reacciona con cierta
“desmesura”, es decir, sus acciones están ligeramente desencajadas,
precipitadas, poco “medidas”.

Intuitivamente aplicamos un juicio razonable sobre la realidad; lo


cambiante que es. Lo mismo que nos choca una agitación constante o

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una depresión continuada, todos sentimos que el estado de ánimo varía,
que a veces hay que tener prisa y en otras ocasiones las cosas requieren
más tiempo de reflexión. Aprender a distinguir lo urgente de lo
importante, lo sencillo de lo simple, son matices que se pierden si
siempre aplicamos el mismo criterio a todo lo que nos sucede. Puesto
que admitimos que las “cosas” cambian, deberíamos modificar nuestras
respuestas, según la situación.

Una persona miedosa se caracteriza por experimentar miedo cuando la


situación no lo requiere y además hacerlo en un número suficiente de
situaciones que le hagan experimentar un malestar vital y una dificultad
para desenvolverse con normalidad.

Las consecuencias del miedo a la hora de procesar e interpretar los


estímulos que detectamos a través de la percepción del ambiente están
determinadas por la propia alteración emocional que el miedo nos
provoca. Esta alteración se produce en cualquier persona que se ve
atemorizada. La diferencia entre el miedo y la fobia es una frontera
que se determinada por las siguientes características:

¾ Estímulos que lo desencadenan

¾ Duración de la respuesta, cuanto tiempo permanece activado el


sujeto.

¾ Intensidad de la respuesta, la activación fisiológica y emocional.

¾ Frecuencia de la respuesta, el nº de veces que la persona se


siente amenazada.

¾ La irracionalidad percibida del miedo sufrido, incluso por el


sujeto que la experimenta,

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Hay más un factor cuantitativo que cualitativo, aunque naturalmente,
los incrementos de intensidad y frecuencia determinan consecuencias
más negativas a largo plazo que la duración de la respuesta, que en
ocasiones tiene que ver con la duración de la situación estresante.

Aquellas personas enfrentadas a un miedo “fóbico”, relatan su


experiencia en términos de descontrol, de pensamientos catastrofistas
que circulan por su cabeza, concretados, en ocasiones en la percepción
de riesgo de muerte para él o personas significativas para él. Los
pensamientos de responsabilidad, de incompetencia, de vergüenza por lo
que sienten, de incomprensión por parte de las personas que les rodean,
de un sentimiento pesimista sobre su capacidad de resolver el conflicto,
forman parte, habitualmente de los pensamientos experimentados.

1.4) Que se siente:

Lo más característico de las fobias es el deseo de huir de la situación.


De hecho, una de las formas más “cruentas” del miedo es la denominada
agorafobia, donde el hecho de no haber huida, posibilidad de escapar es
lo que determina la conducta del sujeto, siendo la evaluación de la
posibilidad de escape el criterio elegido para aceptar o no aceptar una
situación.

La vulnerabilidad que el sujeto experimenta puede variar en los


distintos miedos, pero la necesidad de escapar se da en todos. La huida
representa el alejamiento de nuestra fuente de temor. Por ello, cuando
es posible soslayar las situaciones que nos asustan, la respuesta
adquiere la forma de una evitación cada vez más manifiesta de la
situación temida.

Esa es una de las características que el miedo tiene en nuestra


experiencia humana, somos capaces de prever nuestro futuro, lo que
vamos a hacer, por ello, si tenemos miedo a una serie de situaciones,
podemos planificar acciones que nos permitan evitar esos escenarios.

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En ocasiones, cuando las personas no saben cuando aparecerá su miedo,
la solución será mantener una “alerta” constante, con el desgaste que
ello conlleva, esa situación de alerta supone tal esfuerzo que para
evitarla el sujeto irá restringiendo cada vez más sus actividades en las
que no tenga una seguridad de evitar los estímulos que le infunden
temor.

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2. CÓMO ACTÚA EL MIEDO
2.1). El miedo: un adversario o un aliado
Tener miedo es una respuesta natural y positiva, forma parte de la
herencia genética que la evolución de la vida en la tierra nos ha dejado.

Es una emoción, que cuando se genera transforma nuestro estado de


ánimo, ocupando nuestra atención y nuestro pensamiento, con el objeto
de defendernos de una posible amenaza. Hace que nuestra percepción
del entorno se centre en el suceso que lo desencadena.

Tiene una misión de ayuda, nos alerta cuando aparecen sucesos


inesperados, no previstos y considerados cómo una amenaza. También
aparece cuando nos enfrentamos a una situación previsible, que
sabemos o creemos que va a suceder y en la que carecemos de
experiencia ¿quién no ha experimentado el miedo a la “primera vez”?.

Ahora bien, para que se convierta en una respuesta preventiva, debe


adaptarse a las necesidades y “retos” que el entorno determina. Un
miedo no justificado nos volverá extremadamente miedosos y una
ausencia de miedo nos podría volver demasiado “atrevidos”.

Disponemos de dos mecanismos de aprendizaje para adaptar nuestro


miedo, para evaluar las situaciones cómo amenazante o no, en función de
las consecuencias que los sucesos de la vida nos proporcionen

La Habituación: Se produce cuando lo inesperado deja de serlo


por volverse cotidiano, por repetido. Un ejemplo es cuando cambiamos
de vivienda y la nueva tiene un nivel de ruidos diferente, tardamos un
tiempo en habituarnos y en no prestar atención a los nuevos sonidos
porque cocemos al experimentarlos, su significado.

La experiencia, que nos pone en contacto con nuestro entorno, hará que
las respuestas emocionales vayan siendo atenuadas y poco a poco, el
miedo a lo nuevo va desapareciendo, cuando comprobamos que no ocurre

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nada, que nuestros recursos nos permiten “salir airosos” de estas
situaciones.

En la conducción se transforma en el tópico de “se aprende a conducir


cuando se aprueba el carnet”. En realidad, lo que ocurre es que
transcurrido un tiempo, el conductor novel está habituado a la
circulación, atenuándose su sorpresa ante la diversidad del tráfico,
cuando su conocimiento de las vías y de las reacciones de los demás le
permite disminuir su sensación de incertidumbre.

Cuando esto no ocurre, e incluso el miedo inicial aumenta,


estableciéndose con la sintomatología propia de las fobias, deberemos
pensar que algo ha salido mal y que por alguna razón, esa habituación
natural no se ha producido.

Los antecedentes de la persona, la forma de enfrentarse a lo novedoso


y a aquellas situaciones que exigen decisiones, cómo puede ser la
conducción, llevan, inevitablemente, un periodo en que lo novedoso nos
genera un esfuerzo atencional de mayor intensidad, hasta que la
habituación a la situación nos acaba reduciendo la intensidad emocional
de nuestras respuestas de atención.

En personas con respuestas ansiógenas, este miedo puede no atenuarse


en aquellas situaciones especialmente estresantes cuando la
autoconfianza no esté en buen estado o se vea deteriorada por diversas
circunstancias de naturaleza variable.

La Sensibilización: Se produce cuando a un suceso le sigue una


consecuencia inesperada y dañina. Se nos “graba” en la memoria y nos
recuerda que no debemos hacerlo. Es una forma de aprendizaje normal.

El miedo hacia lo que nos puede producir daño es una forma de


protección, el problema se presenta cuando nos “sensibilizamos” a
estímulos que no producen consecuencias dañinas.

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A veces, la intensidad del riesgo vivido es “tan real” que la persona
queda afectada por un único suceso traumático, pero no es lo normal. De
todas formas la sensibilización excesiva representa un temor tan
intenso que la persona califica su capacidad para afrontar la situación
de nula, descartando su afrontamiento sin apenas haberlo intentado. De
nuevo habrá que referirse a la historia personal para determinar el
porqué de su sensibilización.

Podemos utilizar un ejemplo bastante corriente dentro de las fobias a


los animales, el miedo a los perros, una de las formas más corrientes.

Pensemos en el ejemplo de una persona que de niño ha sido agredido por


un perro. El miedo le hará pensar de una forma generalizada sobre
todos los perros. De esa forma, si cada vez que vea uno de esos
animales piensa que le puede agredir, está contribuyendo a defenderse
de esa posible amenaza. Una forma de pensar que intenta evitar la
posibilidad de que vuelva a ocurrir. (No nos extrañemos, si lo analizamos
todos con mayor o menor frecuencia en nuestra vida cotidiana
utilizamos expresiones del tipo tod@s l@s ........ son iguales.)

Es decir, agrupamos a tod@ l@s miembros del grupo en una misma


categoría, sin conocerlos individualmente e identificando al grupo por
uno de sus miembros. En los miedos estas generalizaciones son
habituales, de manera que al no distinguir entre sí los estímulos
individuales y agrupándolos en una sola cetegoria generalizamos, sin
darnos cuenta, la respuesta de miedo a cada vez más situaciones, a
todas aquellas que tengan un componente que nos permita incluirlas en
el grupo de las que nos asustan. Cada vez “engorda” más y más, cada vez
nuestro miedo aparece con más frecuencia, con más intensidad y con
menos criterio discriminativo, con más incapacidad para distinguir lo
peligroso de lo que no lo es. Al final tod@s l@s ........ son iguales

Ambas formas de aprendizaje (habituación y sensibilización) equilibran


nuestra experiencia, tener cierto nivel de miedo frente a lo

23
desconocido aumenta nuestra alerta y favorece la atención, siempre y
cuando no inhiba, por exagerado, nuestra capacidad de reacción. La
sensibilización bien entendida nos permite distinguir aquellos elementos
de nuestra experiencia que realmente no son iguales a los demás y que
representan un peligro auténtico.

Es importante una adecuada proporción entre ambos mecanismos,


porque nos ayuda a desenvolvernos con eficacia en nuestro entorno.
Cuando esta armonía se rompe y la habituación se inhibe por la
sensibilización, las fobias aparecerán perjudicando el normal
desenvolvimiento de nuestro existir.

El miedo protege ante lo potencialmente arriesgado o peligroso, nos


proporciona cierta cautela frente a lo desconocido, nos recuerda que
somos inexpertos. Es una guía que puede ayudarnos a descubrir lagunas
en nuestra experiencia, para no asumir riesgos innecesarios hasta que
aprendamos a valorar, adecuadamente los estímulos ambientales.

Pero cuando el miedo no nos protege, sino que nos impide afrontar las
actividades que tenemos que hacer nos provoca una emoción claramente
negativa e improcedente. Por ejemplo, haber tenido experiencias
casuales negativas nos puede hacer que adjudiquemos un nivel de riesgo
excesivo a situaciones que no son tan arriesgadas

No debemos olvidar, que al vivir rodeados de otras personas desde que


nacemos (que nos protegen y nos educan); se nos ha enseñado el valor
de las cosas, somos educados sobre lo positivo y lo negativo, lo
peligroso, los riesgos, lo que debemos evitar y a lo que es bueno
acercarse.

La influencia recibida puede aumentar o disminuir nuestra capacidad de


experimentar los sucesos novedosos de un modo positivo y adaptado.

Sin duda personas educadas en el temor, van a desarrollar una mayor

24
facilidad para sentir riesgo, su tiempo de habituación será más
prolongado y tendrán más facilidad a la sensibilización. Si nos situamos
al extremo contrario, encontraremos personas en las cuales el sentido
del peligro está muy disminuido, asumen riesgos en situaciones que no
conocen o no saben como resolver.

Así mismo, algunas personas reaccionan frente al miedo generando


respuestas de agresividad contra los otros o contra las situaciones que
le asustan. Cómo una forma “expeditiva” de afrontamiento: su
eliminación

2.2) ¿Qué hace el miedo?

El miedo es, cómo se ha dicho, una respuesta psicológica que


desencadena una serie de cambios fisiológicos con una finalidad
defensiva frente a una amenaza percibida.

La respuesta del miedo hace que el cerebro (el hipotálamo, para ser
exactos, una parte del cerebro ligada a los procesos de aprendizaje y
de la memoria) segregue una sustancia (ACTH) que activa las
denominadas glándulas suprarrenales (llamadas así por encontrarse
encima de los riñones). En dichas glándulas, la llegada de este producto
cerebral activa la producción de la adrenalina y de los glucocorticoides.
Estas hormonas producen una serie de cambios en el funcionamiento del
corazón (activándolo), de los pulmones (que aumentan la absorción de
oxígeno) del sistema muscular (tensándolo), sobre la vista (dilatando las
pupilas), aumenta el flujo sanguíneo a ciertas zonas del cuerpo y las
suprime en otras, etc.

Estos cambios a corto plazo, son producto de la adrenalina, que tiene un


efecto inmediato. Los glucocorticoides tienen un efecto más lento. Sus
principales efectos tienen que ver con el metabolismo de la glucosa, la
supresión de ciertas funciones cómo es la disminución de actividad del
sistema inmunitario y ligeras alteraciones en el equilibrio químico del

25
cerebro (altera las cantidades de neurotransmisores). Estos efectos a
largo plazo, cuando el estrés y el miedo se instauran de forma
permanente, conllevan una gradual debilidad, mayor propensión a las
infecciones y un decaimiento en el estado de ánimo que puede provocar
una depresión reactiva...

Todos hemos experimentado los efectos del miedo, alguna vez, en


nuestra vida, especialmente de niños se experimentan estas crisis de
miedo intenso, alguna vez se manifiesta en sueños “terroríficos” que nos
causan una emoción intensa.

Pero los efectos del miedo pueden adoptar formas más sutiles, más
complejas. El ser humano puede experimentarlo no solo por estímulos
externos, sino también por estímulos internos (piense en las pesadillas).
Estos estímulos internos se manifiestan cómo ideas intrusivas, a veces
no percibibles de una manera consciente, pero que sin embargo, son
capaces de desencadenar las respuestas fisiológicas del miedo, sin que
sepamos porqué.

A veces, el miedo se experimenta frente a previsiones, nos asustamos


de situaciones que todavía no hemos vivido y a las que sin embargo
tenemos “pánico” sin haberlas experimentado. Tal vez por la
información que tenemos o nos han comunicado sobre el fenómeno.

Es decir, el miedo se desencadena tanto por estímulos del exterior, de


pensamientos catastrofistas no percibidos conscientemente o de
expectativas negativas sobre hechos venideros.

Una persona asustada, estará en un estado de alerta más o menos


intenso, esto supone que parte de su atención estará ocupada en
filtrar, buscar e intentar detectar aquellos estímulos que indiquen
la presencia real de su miedo. Lógicamente, nuestra capacidad de
atención estará orientada en la búsqueda de información, de tal manera
que es muy probable cometer errores al perder capacidad para

26
detectar la información sobrante, que sin embargo puede ser la
determinante para afrontar la situación de forma efectiva.

No negamos que hay situaciones que requieren esta respuesta de alerta.


Naturalmente, si tenemos esa respuesta en nuestro bagaje genético es
porque cumple un papel en la supervivencia. Pero no hay que olvidar el
medio ambiente en el que se formó esta respuesta de alerta. Estas
respuestas están estructuradas para cesar cuando la situación que la
justifica acaba. Pues no es el estado natural de un ser vivo, menos en un
primate (un mono superior) cómo somos los humanos.

Ahora bien, nuestra sociedad nos somete a desencadenar respuestas de


alerta y defensa con alta frecuencia. No necesariamente grandes
acontecimientos traumáticos, sino pequeños incidentes. Imagínese el
lector circulando con prisa, porque no llega a una cita importante de
trabajo en un tráfico denso. Intentará obtener todas las ventajas de la
situación para ganar tiempo, cambios continuados de carril, intentos de
sobrepasar vehículos, sortear obstáculos antes que otros conductores,
apurar al máximo los semáforos, descartar el detenerse en los pasos de
peatones, etc.

No hay grandes sustos, pero sí un continuo de respuestas defensivas.


Llega un momento en que se cronifica este estado de alerta mantenida.
Los glucocorticoides, (especialmente el llamado “cortisol”), se
mantienen activados y van limando fisiológica y psicológicamente. Se
activan sustancias que normalmente solo lo hacen en contadas
ocasiones. Sometemos al cuerpo a un sobreesfuerzo de activación del
que nos resentimos.

Nuestro sistema nervioso, cargado de activadores internos y externos


empieza a desencadenar respuestas anómalas, insomnio, incapacidad de
“desconectar”. La vida se transforma en un “problema” puesto que
nuestro cerebro solo procesa problemas, con lo que cada vez tendemos
a verlo todo con un filtro de contrariedad, nuestro humor cambia.

27
Es verdad que el miedo acaba interfiriendo en nuestra vida porque es
una emoción que nos indica que frente a todos esos pequeños problemas
no podemos defendernos, porque no nos sentimos capaces de hacerlos
frente, nos sentimos frágiles y susceptibles de recibir daños de ese
ambiente que nos rodea. Los demás empiezan a ser considerados cómo
posibles “enemigos” que además pueden atacarnos sin previo aviso.

La sensación de desesperanza, de angustia que produce el miedo es una


experiencia subjetiva, que puede variar de persona a persona.

Tenga en cuenta que lo que nos proporciona la genética y lo que depende


del ambiente conforman nuestra particular forma de ser. Nadie es igual
a nadie, pero también todos formamos una misma especie, una sola raza
y un solo tipo de humanos. Somos “homo sapiens” y eso nos hace
parecernos mucho los unos a los otros. Además, cómo nunca se repiten
las misma genética ni las mismas experiencias, todos somos en algunos
aspectos diferentes.

28
3) EL MIEDO A CONDUCIR

3.1) El miedo a conducir:

Definir El Miedo a Conducir no deja de ser un ejercicio complejo;


podemos manifestar cuales son los síntomas frecuentes cuando una
persona se ve presa de este temor, pero siempre nos queda la pregunta
que los clientes a los que tratamos de este miedo nos formulan ¿por qué
tengo miedo?

A través de la información que hemos recopilado podemos definir el


perfil típico de la persona con síntomas de fobia a la conducción cómo
mayoritariamente mujeres de una edad comprendida entre los 30 y los
40 años de edad. Un 25% aproximadamente son hombres con edades en
torno a los 35 años.

En general son conductores habituales, lo han sido hasta la aparición del


miedo. En muchas ocasiones usan el automóvil ocasionalmente en vías
urbanas, siendo lo característico el pánico a las carreteras,
especialmente las autovías y autopistas.

En este miedo, las situaciones más estresantes son:

Puentes
Túneles
Grandes Bajadas,
Circular en vías con varios carriles
Curvas
Muros De Separación

En todas ellas, hay varias características comunes:

La velocidad a la que se circula


La densidad de tráfico

29
La falta de una salida a la situación
La percepción de riesgo
Este miedo suele comenzar en épocas de estrés vital y su primer
síntoma suele ser un episodio intenso de angustia, que en ocasiones
desencadena ataques de pánico (como los descritos en el capítulo
anterior) aunque no necesariamente.

Esta angustia suele ser la expresión de un deseo de huida de la


situación, se acentúa cuando la persona percibe la imposibilidad de
detener el vehículo y cesar en la conducción.

Este episodio inicial de ansiedad suele ser suficiente para que la


persona desarrolle un miedo al tráfico que, en última instancia,
representa el temor a que se repita la crisis de ansiedad.

Si este miedo no se corrige, aumentará por generalización de la


ansiedad a distintas situaciones de tráfico. La persona se vuelve más
frágil a esta angustia.

Algunos clientes manifiestan además, que este pánico alcanza tal


magnitud que sienten vértigo, mareos y sensación de desmayo.
Generalmente son síntomas de hiperventilación por el aumento
exagerado del ritmo respiratorio, provocado por la acción de la
adrenalina.

Este ataque inicial de pánico es suficiente para condicionar una


respuesta de ansiedad al tráfico. Las personas afectadas manifiestan
que “fue desde...., cuando empecé a ir cada vez peor.”

Es decir, de un momento puntual en el que se padece el primer ataque


de angustia, las situaciones se empiezan a generalizar, primero se
repite la aparición de la angustia en situaciones parecidas, después a
otras que se asemejan menos.

30
En realidad, la persona se vuelve muy “sensible” a la angustia, cualquier
pequeño síntoma se convierte en un pensamiento inequívoco de que el
ataque de pánico se va a desencadenar de nuevo de manera inminente.

¿Cuál es el origen de este miedo a conducir? No podemos dar una


respuesta contundente y simplista. Siempre queda la duda de si la
persona estaba predispuesta por otros factores psicológicos a la
aparición del mismo. En cualquier caso, de las entrevistas y
cuestionarios remitidos por Internet de más de 300 personas
afectadas encontramos tres situaciones desencadenantes

Aparición de ataques de pánico conduciendo


Accidentes de tráfico
Preparación deficiente cómo conductores

Ataques de pánico: En este grupo, se encuentran la mayoría de las


personas que se han puesto en contacto con nosotros. En torno a un
68% nos han descrito que el miedo apareció cuando llevaban varios años
conduciendo sin haber experimentado, en ese tiempo, síntomas de
angustia.

El episodio de intenso miedo surgió inesperadamente cuando iban


circulando. A partir de este episodio, cada vez que se encontraban en
una situación vial semejante, se repetía una crisis de ansiedad creciente
que les obligaba a detenerse.

Aunque la súbita aparición de la crisis de angustia la perciban como


inesperada, del análisis de los antecedentes a este episodio suele dar
cómo resultado que estaban viviendo un periodo de estrés, en la mayoría
de los casos.

La evolución del problema fue la de generalizarse a situaciones más


dispares y más numerosas, instaurándose una reducción significativa del
tipo de vías y de situaciones de tráfico en las que conducían.

31
Tres manifestaciones del pensamiento se van desarrollando:

Miedo a volver a experimentar un ataque de pánico

Pensamientos ansiógenos en presencia de estímulos de la vía o del


tráfico.

Pensamientos de pesimismo acerca de la capacidad de controlar su


miedo y sobre uno mismo

Esta forma de pensar “beneficia” el mantenimiento del miedo y a su vez,


la respuesta de huida se refuerza como solución a la angustia
experimentada. Conviene pensar que en los fenómenos psicológicos las
interacciones entre los distintos factores que los afectan son de tipo
circular, no lineal, de manera que todas actúan como causas y a su vez
cómo consecuencias.

Al final de este proceso la persona afectada ha reducido el uso del


automóvil de forma muy significativa, que se transforma en un problema
cuando se da cuenta de que comienza a renunciar a implicarse en
actividades que impliquen el uso del automóvil, actividades que
anteriormente a la aparición de la fobia, realizaba sin dificultad. En
muchas ocasiones estas personas disfrutaban de la conducción.

Este menoscabo en su libertad y capacidad de movimientos, el verse


culpable por ello, acaba menoscabando la autoestima.

Accidentes de tráfico: Estos sucesos, de por sí traumáticos, no


siempre provocan los mismos resultados en las personas accidentadas.
Según la intensidad es normal sufrir una crisis aguda de estrés, de
relativa corta duración (inferior a un mes) y en otras la duración y la
intensidad de los síntomas serán más duraderas instaurándose un
trastorno denominado como de Estrés Postraumático.

32
Siguiendo el DSM IV (APA 1994) se define el Estrés Postraumático de
la siguiente manera:

A.) La persona ha estado expuesta a un suceso traumático con las


siguientes características:
o Ha sido expuesta a sucesos que implican un riesgo
grave de uno mismo o de otras personas,
o La persona reacciona con respuestas intensas de miedo,
indefensión o de horror

B.) El acontecimiento se reexperimenta por lo menos en una de las


siguientes formas
o Recuerdos desagradables, recurrentes e intrusivos,
incluyendo imágenes, pensamientos o percepciones
o Sueños desagradables y recurrentes
o Conductas o sentimientos que aparecen como si el
suceso estuviera ocurriendo de nuevo
o Malestar intenso cuando es expuesto a estímulos
externos o internos relacionados con algún aspecto del
acontecimiento traumático
o Reactivación fisiológica cuando se expone a estímulos
que recuerden el suceso

C.) Evitación persistente de los estímulos asociados con el trauma y la


falta de capacidad general de respuesta que se ponen de
manifiesto en, al menos, tres de los siguientes fenómenos
o Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o
conversaciones asociados con el trauma
o Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas
que recuerden el suceso
o Incapacidad para recordar aspectos importantes del
trauma

33
o Disminución de interés o participación en actividades
significativas
o Sensación de distanciamiento o extrañamiento
respecto a los demás
o Limitación de la capacidad afectiva (por ejemplo,
incapacidad de enamorarse)
o Sensación de acortamiento de futuro (no confiar en
realizar una carrera, casarse, vivir una vida larga, etc.)

D.) Síntomas persistentes (no existentes antes del trauma) que se


ponen de manifiesto en al menos dos de los siguientes fenómenos
o Dificultad para conciliar o mantener el sueño
o Irritabilidad o explosiones de ira
o Dificultades de concentración
o Hipervigilancia
o Respuesta de alarma exagerada
E.) El trastorno ocasiona un malestar clínico o causa una alteración
significativa en áreas importantes de la vida

Estos síntomas se agudizan cuando se atribuye la causa del accidente a


causas personales y no ambientales (incluyéndose a uno mismo). Además
hay una clara afectación de la autoestima. En nuestro trabajo con
afectados, no hemos encontrado diferencias significativas cuando la
atribución fue personal o a otros, aunque esto puede ser debido a que
solicitan ayuda psicológica aquellas personas que desarrollan el
trastorno) y no existen estadísticas fehacientes sobre esta cuestión.

Es difícil saber si primero se desencadenan las respuestas fisiológicas o


los pensamientos negativos. Cuando se observan en directo, en sesiones
de exposición al tráfico la sensación que se obtiene es la de una
respuesta múltiple y circular entre ambos factores. Ambos refuerzan la
respuesta de huida y evitación, que al ponerse en marcha, estas
respuestas, rememoradas situacionalmente, se atenúan.

34
Formación deficiente cómo conductores: Este otro tipo de miedo,
cuando se ha tenido mala preparación, tanto si la enseñanza fue
deficiente, cómo si no se supo generar la autoconfianza necesaria, suele
producir que las personas conduzcan muy poco tiempo y lo acaben
dejando por no sentirse seguros de lo que hacen, la propia sensación de
descontrol, la evaluación negativa de los propios recursos, generan
miedo a la conducción.

Este miedo es razonable, cuando algo no se sabe hacer es lógico pasar


miedo al ejecutarlo, más si hablamos de una actividad psicomotora cómo
la conducción.

Sin embargo, la mayoría de los conductores pasan esa fase inicial,


hemos detectado que a veces, la aparición de estos temores tan
tempranos conllevan asociada una baja tolerancia a la frustración, es
cómo si se hubiera esperado que una vez aprobado el permiso todo iría
sobre ruedas, cuando la realidad es otra, este desajuste entre
expectativas y realidades suele conducir a un sentimiento de
frustración , miedo , inseguridad, perdida de autoestima en la que
debemos sospechar que la falta de capacidad está ligada con otros
problemas de orden psicológico.

Cuando se analiza el historial como conductores de estas personas suele


encontrarse que la ansiedad existía durante su fase de aprendizaje,
casi el 90% de las personas que hemos entrevistado calificaban su
enseñanza como un periodo indeseable, describiendo a sus profesores
en términos poco agradables. Esta ansiedad, en vez de disminuir con el
tiempo, se incrementa. Una vez obtenido el permiso de conducir y
comienzan a circular el incremento de la ansiedad es espectacular en
cada ocasión en que usan el automóvil, llegando un momento en que
abandonan la actividad.

Realmente si la preparación ha sido deficiente, sentir miedo es


razonable, que tenga consecuencias negativas y no se supere es otra

35
cuestión. En general se detecta una atribución del problema a factores
personales, la autoconfianza está muy “limada”. También hemos
observado la influencia negativa de personas del entorno más próximo.

Otro aspecto a considerar es la predisposición al miedo de cada


persona. Cuando hablamos de predisposición queremos decir que no
todas las personas que sufren experiencias cómo las referidas tendrán,
necesariamente, que producir una fobia a la conducción, ni mucho
menos. Los estudios sobre problemas relacionados con la ansiedad,
parecen apuntar a que en torno a un 12-16% de la población sufrirá
episodios de ansiedad considerados cómo problemáticos.

A lo largo de la vida se sufren distintas vicisitudes favorables y


desfavorables, malas y buenas, alegres y tristes. Pero muchas son
capaces de superar estos momentos tras un plazo de tiempo razonable,
otras, no superan estos problemas y terminan desarrollando trastornos
comportamentales.

El miedo, es una de las emociones que más impiden realizar diversas


tareas de nuestra vida, dentro de los trastornos de ansiedad, las fobias
ocupan un lugar destacado porque suponen un impedimento para el
bienestar de quien las padece y del círculo próximo que les rodea.

Tradicionalmente, el miedo a conducir se ha considerado cómo una


manifestación, entre otras de un trastorno más general denominado
cómo agorafobia, que resume aquellas manifestaciones de angustia
excesiva que producen las situaciones que no permiten escapar a ellas.

Se ha caracterizado el ataque de pánico cómo un síntoma inequívoco de


la agorafobia, sin embargo el ataque de pánico puede aparecer de una
manera subliminal, de forma que pase desapercibido a la persona que lo
padece. Pudiera ser que la persona no lo califique cómo tal y por tanto
no le de categoría de síntoma.

36
Los lugares “sin salida”, suelen ser calificados por las personas con
miedo a conducir como los más temidos. Estos pacientes los señalan
cómo aquellos lugares donde no se puede parar el vehículo, y se nos
obliga a seguir circulando, es decir, a estar en la situación temida sin
posibilidad de escape, lo que más angustia es que si se produce el ataque
de pánico no pueden abandonar la conducción y el miedo de que ocurra
cualquier cosa en ese estado.

Cómo decíamos anteriormente, no todas las personas sometidas a


situaciones estresantes van a sufrir trastornos fóbicos. Las
características personales que más se repiten suelen ser

Antecedentes de trastornos de ansiedad y depresión


El nivel de estrés soportado
La edad
Fragilidad emocional
Baja autoestima
Baja autoconfianza
Bajo nivel de tolerancia a la frustración
Rigidez mental
Alto nivel de autoexigencia
Susceptibilidad al miedo

Cómo en el capítulo anterior, queremos ofrecerte la posibilidad de que


midas, por medio de dos cuestionarios tu nivel de autoestima y tu
susceptibilidad al miedo, por ser dos de los parámetros importantes

Test de Autoestima

“No hay juicio de valor más importante a la persona humana, no hay


factor más decisivo en su desarrollo psicológico y su motivación, que
la evaluación que uno hace de sí mismo”

N. Branden
37
Cada una de las siguientes proposiciones, se puede calificar con las
palabras nunca (1), a veces (2), frecuentemente (3) o siempre (4).
Escoge la palabra que mejor te cuadre y marca el nº correspondiente

1 2 3 4
Cuando me siento ofendido lo expreso
Los otros valoran mis opiniones
Me considero inteligente
Me considero digno de los dones que se
me ofrecen
Estoy satisfecho con mi desarrollo personal
Considero que compararme con otras personas
para ver quien vale más, es una pérdida de
tiempo
Disfruto conociendo y hablando con gente nueva
Me siento cómodo en reuniones sociales
Soy feliz de ser quien soy y no quisiera
ser otro
La presente situación de mi vida me
satisface
Estoy satisfecho de la manera cómo vivo
mi vida
Me gusta el lugar donde resido
Disfruto de mi trabajo
La gente me admira
Soy considerado y cortés con los demás
Me siento bien cuando me levanto por la mañana
No dependo de los demás
Contribuyo positivamente a la vida de los demás
Disfruto cuidándome razonablemente y
satisfaciendo mis necesidades de alimentación,
ejercicio físico, etc.
Procuro vivir una vida equilibrada: suficiente
descanso, trabajo, esparcimiento, etc.
38
Disfruto de la soledad
Estoy satisfecho de mí
Siento respeto por mí mismo
Me considero una persona de buen parecer
Me aprecio, me valoro
Me considero una persona atractiva al otro sexo
Pienso que soy una persona cariñosa
Pienso que soy una persona generosa
Tengo confianza en mi mismo
Me considero un triunfador

TOTAL COLUMNA

TOTAL

“Verdadero Amor de sí mismo y egoísmo, son dos polos opuestos”


Erich Fromm

Interpretación:

La puntuación máxima es 120 y la mínima es 30

Si es menor de 40 Autoestima baja


Si es entre 41 y 80 Medianamente alta
Si es entre 81 y 120 Alta

Las respuestas puntuadas con 1 o 2 son aspectos de la autoestima que


hay que mejorar

Las respuestas puntuadas con 3 o 4 son aspectos adecuados de tu


autoestima

39
Cuestionario de medida de la propensión al miedo

SI NO

¿Le preocupa olvidarse de apagar las luces,


y de cerrar la puerta con llave?

¿Se preocupa de sus efectos


personales?

¿Le preocupa no tener siempre la


casa limpia y ordenada?

¿Le preocupa su salud?

¿Se preocupa de hacer las cosas a


su debido tiempo?

¿Tiene a veces que contar las cosas varias


veces o que repasar
mentalmente cantidades?

40
¿Es una persona que sienta
remordimientos de conciencia por
las cosas ordinarias?

¿Se ha visto asaltado alguna


vez por determinados pensamientos
de daño físico hacia usted o los suyos
(pensamientos que llegan y se van
sin razón alguna?

¿Le preocupa que las cosas frágiles


que hay en su casa puedan
caerse y romperse

¿Ha tenido alguna vez la idea


persistente de que alguien que
conoce ha sufrido un accidente
o le ha ocurrido algo malo?

¿Teme ser atacado/a o violado/a?

41
¿Piensa en las cosas que ha hecho,
preguntándose como podía haberlo hecho
mejor?

¿Le preocupan los microbios?

¿Tiene que darle vueltas a las


cosas una y otra vez antes de
tomar una decisión?

¿Se cuestiona muchas de las cosas


que hace, o tiene dudas sobre ellas?

¿Hay algunas cosas determinadas


que intente evitar porque sabe que el
hacerlas va a suponerle un trastorno?

¿Se preocupa mucho por el dinero?

42
¿Piensa a menudo que las cosas
no van a arreglarse y que en
cambio, si pueden empeorar?

¿Se siente irritado o de mal humor


cuando alguien no hace las cosas con
cuidado o correctamente?

¿Piensa mucho en el detalle de las


cosas?

¿Le vuelven a la memoria una y


otra vez recuerdos con sentimientos
de culpabilidad?

¿Tiene sentimientos repetidos de


celos o de miedo a que le abandonen?

¿Lee los accidentes de tráfico?

43
¿Se encuentra a menudo pensando
de nuevo en sus antiguos errores?

¿Se pone nervioso cuando piensa


en que puede encontrarse solo?

¿Se ha sentido alguna vez


preocupado por los cuchillos,
martillos, hachas o demás armas
peligrosas?

¿Le preocupa el hecho de verse


atrapado en una multitud, en un
ascensor, etc.?

Clave de corrección:

Para tener una medida de su tendencia a sentir o percibir miedo sume


las respuestas positivas que haya emitido y compare su puntuación con
los siguientes valores

44
Puntuación Significado

28-21 Mucho

21-14 Bastante

14-7 Poco

7-0 Nada

Tenga en cuenta que la percepción de miedo solo indica si tiende


asustarse con facilidad. Recuerde que el miedo es resultado de
considerar que no somos capaces de resistir la situación. Por ello, la
percepción de si mismo está oculta en estos trastornos.

3.2) Las consecuencias del miedo a conducir.

Estos cuestionarios son solo aproximaciones para poder hacernos una


idea de dos parámetros importantes en la calidad de la vida psicológica
de un individuo, es obvio que en caso de duda o si tiene la sospecha de
que estos resultados le están informando de la presencia de un
trastorno, no dude en consultar a un especialista en psicología clínica.

Al final, la persona que comienza a desarrollar miedo a conducir, sentirá


su autoconfianza mermada y una desconfianza en los otros conductores,
que se perciben, en una u otra medida, cómo “enemigos” que nos
amenazan.

45
La reducción en el uso del vehículo provoca cambios en la forma y estilo
de vida de los afectados. Muchos de ellos han manifestado los
siguientes inconvenientes de su situación.

¾ “Tengo menos libertad de movimientos, pues ahora no voy a los


sitios si ello me supone circular por determinadas vías”

¾ “Ahora, dependo de otros, amigos, familiares, del transporte


público para desplazarme a ciertos lugares”

¾ “Procuro hacer desplazamientos que eviten las carreteras, o las


autopistas, eso me lleva a invertir más tiempo en los recorridos
para ir de un lugar a otro “

¾ “Me siento inferior a otras personas que siguen conduciendo sin


dificultad, a veces tengo que improvisar excusas para no coger
el coche y que no se note el miedo que sufro”

¾ “He rechazado más de una oferta de trabajo por este


problema, te informan de que has de viajar de un lugar a otro o
que has de desplazarte a lugares del extrarradio urbano, ¡que
se yo!, he rechazado trabajos por no tener que conducir”.

Téngase en cuenta que algunos de estas ideas vienen influidas por el


cambio de valor que sufrimos en la imagen personal. La incapacidad para
efectuar una conducta que, hasta la aparición del problema, era
habitual, trastoca nuestra autopercepción.

Se podría pensar que ha de haber primero una pérdida de autoestima y


después se provocaría la pérdida de confianza. El trato con afectados lo
que indica es un sistema circular, en que la influencia de varios
factores, juntos en el tiempo, desencadenan los cambios que se
observan.

46
Cuando se “hurga” en los antecedentes del problema aparece la
ansiedad cómo uno de los factores personales más determinantes,
cómo no podía ser de otra manera.

No todas las personas llegan a experimentar un ataque de pánico, pero


la mayoría se aproxima, quedando marcada la situación en que se
produce, cómo la más temida.

Una autoestima basada en el perfeccionismo, en la rigidez de


pensamiento, en vivir a los demás cómo los causantes de nuestros
problemas, el sentir que el destino nos persigue, la fragilidad emocional
frente a la frustración, son previos a la aparición del problema.

Ni siquiera el resultado de padecer accidentes de tráfico produce el


mismo efecto en unos o en otros afectados. La intensidad y la
persistencia son los valores objetivos que definen el trastorno. Es
decir, no tanto el tipo de respuesta, que es común a muchas personas
sino diferencias cuantitativas en:

¾ La magnitud de la respuesta fisiológica


¾ La frecuencia de aparición de la respuesta
¾ La no disminución de la misma con el paso del tiempo, sino que
tiende a aumentar
¾ El aumento de situaciones en que se manifiesta el miedo
¾ La sensación de incontrolabilidad sobre la misma
¾ La enorme necesidad de huida que llega a nublar la capacidad de
razonar.

Estas características, vividas por la persona cómo un problema


limitante, irracional y generador de un sentimiento de malestar y
limitación en la forma de vida es lo que define la “amaxofobia” cómo un
trastorno.

47
Nuestros estudios parecen confirmar que la autoestima, es un factor
importante frente a los miedos. Una autoestima saludable nos hará
percibir las dificultades cómo problemas que pueden solucionarse,
aunque no resulte fácil, una autoestima baja nos predispone a aumentar
la magnitud percibida del problema de manera, que acaba por percibirse
cómo irresoluble.

48
4. ¿CÓMO INFLUYE EL MIEDO EN LA CONDUCCIÓN?

4.1) La conducción, características y definición:

En este apartado hablaremos de la conducción en cuanto actividad e


intentaremos describir los procesos psicológicos que en la misma se
producen, para poder entender cómo el miedo afecta a esta habilidad y
cómo ejercer una influencia positiva para intentar mejorar nuestro
control sobre el miedo

La conducción es una actividad compleja. El conductor debe realizar


múltiples operaciones, que se basan en lo que ve y en lo que oye a su
alrededor. Después, su inteligencia determina que hacer con los datos
que la visión y otros sentidos han recogido y ejecuta esas decisiones, a
través de acciones motoras, que realiza con los pies y las manos.

La finalidad de conducir es llevar nuestro vehículo de un lugar a otro.


Nos movemos por unas vías que son públicas, es decir, compartidas con
otras personas que, al igual que nosotros, se dirigen a un destino propio.

Para la organización de este flujo de intereses existen normas legales,


más o menos respetadas y otras no escritas, asumidas por los usuarios,
que dependen de las condiciones locales donde se desarrolla el tráfico.
En la conducción, nos vemos sometidos a las ventajas y a los
inconvenientes del lugar particular en el que residimos y por donde
transitamos.

Estas normas legales que suponemos conocidas por todos los


conductores, deberían ser comunes, iguales en todos los núcleos
urbanos y en las carreteras. Sin embargo, todos sabemos que en cada
lugar, en cada comunidad autónoma, los conductores se comportan, en
algunos aspectos, de forma distinta, como si no se interpretaran las
normas de circulación de la misma manera.

49
Existe un código no escrito, dependiente de las costumbres, que aplican
los conductores por simple imitación. Los nuevos conductores se
adaptan, poco a poco a ese conjunto de hábitos locales de manera
imperceptible, incorporando o asimilando lo que observan.

La circulación de vehículos hace que la conducción, como actividad


humana, tenga unas características, que conviene tener en cuenta para
entender la dificultad que, actualmente, tiene el tránsito rodado.

Las más significativas de las mencionadas características son:

La complejidad

Intervienen múltiples estímulos a los que atender. El procesamiento de


tanta información debe hacerse adecuadamente, por ser los datos
sobre los que el conductor tomará las decisiones oportunas. Los estados
emocionales afectan la percepción y viceversa, la percepción que se
origina con nuestra observación puede desencadenar un estado de
ánimo determinado. La percepción es en realidad lo que atendemos, el
limitado conjunto de estímulos que tomamos para elaborar nuestra
visión del mundo.

La socialización

El conductor novel se introduce en una actividad social. Códigos de


conducta nuevos y en parte distintos a los adquiridos. Una de las quejas
habituales de los conductores inexpertos es “Nadie hace lo debido”, y
tienen razón, aunque solo en parte.

La adaptación al medio social del tránsito rodado exige que la


preparación previa proporcione mecanismos flexibles y adecuados.

Determinadas características individuales influyen, como no podía ser

50
de otra manera, en el comportamiento social del conductor.

La Decisión

Es el factor central de la actividad del conductor, Por ello dedicaremos


una atención especial más adelante. En la toma de decisiones los
estados de ánimo influyen de manera determinante.

La Psicomotricidad

Nos referimos a cómo el conductor efectúa sobre los mandos del


vehículo, las decisiones tomadas.

Es a través, de las manos y de los pies, de la coordinación entre los


miembros derechos e izquierdos de nuestro cuerpo y la pericia en los
movimientos que ejecutamos, con lo que controlamos el vehículo.

Otro aspecto fundamental de la psicomotricidad tiene que ver con las


primeras fases del aprendizaje y las auto expectativas del conductor
sobre su capacidad como tal. Si no consigue que el vehículo responda
adecuadamente a sus deseos, es probable que sienta una incapacidad
para actuar como conductor. Nunca se olvide que la capacidad del
conductor es, en última instancia, que la ejecución sea la adecuada. Si la
expectativa de resultados es exagerada, la sensación de incapacidad
aumenta.

La finalidad

Se conduce con un propósito, normalmente llegar a un lugar


determinado. Para ello, debe realizar múltiples acciones sobre el
vehículo para desplazarse, entre otros automóviles hasta su meta.

El estrés, que la complejidad del tráfico, y de la sociedad, generan en el


conductor, hace que a veces se olvide del objetivo prioritario; llegar en

51
condiciones de seguridad.

El control emocional y una atención adecuada permitirán controlar estas


incidencias evitando caer en estados nerviosos que nos impidan actuar
de forma correcta.

Podríamos definir la conducción como: “Una habilidad compleja,


desarrollada en un medio social y compartido, en la que se pone en
marcha un sistema de respuestas cognitivas, emocionales y
psicomotoras en continuo cambio e interrelación con el objetivo de
desplazarnos en automóvil de un lugar a otro”.

4.2 La conducción como sistema de respuestas:

Lo que un conductor hace para lograr su fin; llegar a lugar prefijado,


es, en primer lugar, trazar un mapa mental del desplazamiento. Puede
ocurrir que el trayecto sea muy largo, poco definido. Imagínese que
piensa en Madrid - A Coruña, dicho así se vienen casi 700 kms “de
golpe”. Lo normal es que el conductor, a veces sin darse cuenta, reparta
el itinerario es etapas más cortas “de tal sitio a tal otro y allí tomamos
café” “luego hasta... y comemos”, etc. De esa manera, al cubrir cada
etapa el tiempo se siente de manera diferente.

Cuando se ha elaborado “el mapa mental” la conducción se convierte en


ir resolviendo una sucesión de problemas puntuales, que surgen del
hecho de no circular solo. La mayoría requieren ajustar la velocidad o la
posición del vehículo, o ambas a la vez.

La mayoría de las soluciones que un conductor aplica al tráfico


presentan rasgos comunes que permiten agruparlas en categorías
genéricas cómo son las comúnmente denominadas cómo “maniobras”. Así
la propia Ley de Tráfico habla de los Adelantamientos, de los Cambios
de Carril, los llamados Cambios de Dirección o de Sentido, de las
Paradas y Estacionamientos. Indicando con ello, que si bien las

52
circunstancias particulares en las que se realizan las maniobras son
diferentes, estas, se ajustan a unas normas comunes de seguridad.
Estos procedimientos son un conjunto de instrucciones que permiten
“secuenciar” la acción que queremos desarrollar para, atendiendo a la
seguridad vial, se resuelva eficazmente la situación.

Cómo ejemplo utilizaremos el cambio de carril:

Al efectuar un cambio de carril se puede seguir un guión prefijado que


habrá que adaptar a cada caso concreto, pero que, incluirán unas
instrucciones fijas como mirar los espejos, valorar distancias y
velocidad de los demás vehículos, señalizar y ejecutar. Variará la
presencia, o no, de otros automóviles, la velocidad del tráfico, las
condiciones de la calzada, pero las medidas de seguridad, el “guión” será
similar

Si pudiéramos encontrar el procedimiento más elemental, el más


general de todos, el que siempre se debe aplicar en cualquier situación

53
que suponga variar la velocidad y/o la posición, se representaría por la
siguiente secuencia:

“VER” “PENSAR” “HACER”

Esta secuencia es la conducta básica que debe determinar el sistema


de respuestas que deberíamos iniciar al ejecutar maniobras. Por ello la
analizaremos con detenimiento.

VER:

Visión frontal del conductor

Ángulo muerto Ángulo muerto

Visión Visión
Lateral Lateral

Visión Trasera

Este término expresa que la fuente principal de obtención de datos,


para tomar decisiones, conduciendo, es el sentido de la vista. Toda la
información que necesitamos son, fundamentalmente, estímulos visuales
y está ahí, a nuestro alrededor.

Observe la figura anterior. En ella se representa la visión de un


54
conductor. Si se fija, tanto con la visión directa, cómo la que
proporcionan los espejos, permite controlar una zona, alrededor del
automóvil en la que puede existir un riesgo próximo. Además, es en ese
entorno donde nuestro automóvil, si le variamos la posición (por
ejemplo, desplazándolo lateralmente) o la velocidad (bien porque
tengamos que frenar o tengamos que acelerar) puede provocar riesgo a
otros conductores que transiten en nuestras proximidades.

Esta limitación de visión por parte del conductor impone dos actitudes
de seguridad básicas:

Primero No vaya más rápido con su automóvil de lo que determine su


campo de visión
Segundo Limite la velocidad a su capacidad de observación, porque no
todas las personas procesan la información visual a la misma
velocidad

Dicho así parece sencillo, “mira, decide y ejecuta”. Sin embargo, ver,
mirar, quizás no sea lo que realmente parece.

Nuestro sentido de la vista no actúa como una cámara fotográfica que


registra de manera objetiva y completa nuestro entorno. ¿Quién no ha
sentido alguna vez la decepción al comprobar una foto? Uno miraba a
través del visor y pensaba ¡qué maravilla! Luego, al contemplar la
fotografía descubre que lo que la cámara ha reflejado, tiene poco que
ver con lo que habíamos creído observar con nuestros ojos. Nuestra
visión no es, por naturaleza, objetiva. Los profesionales tienen que
aprender a desprenderse de lo que se quiere ver para contemplar la
realidad tal cómo es.

La percepción visual es una interpretación de la realidad, no vemos lo


que los ojos contemplan, sino la imagen que nuestra mente construye
con los datos recogidos por los sentidos, no solo de la vista. La

55
percepción está influenciada, entre otras cosas, por el estado
emocional.

Cuando estamos circulando, hay un número de causas y razones, tanto


externas cómo internas, por las que este acto de observación puede
resultar inadecuado, nuestra vista no es un espejo pasivo de la realidad.

Uno de ellos es la abundancia de estímulos, “¡no me da tiempo a verlo


todo!”, “¡no puedo ver todo a la vez!”. Estas y otras, son expresiones
habituales en los conductores poco experimentados ¡y tienen razón!

No se puede, ni se debe mirar todo, y desde luego no da tiempo. El


cerebro humano no es capaz de atender el gran conjunto de estímulos
visuales que aparecen ante él, ya que tiene una capacidad limitada de
atención. Numerosos estudios de psicología, así lo demuestran.

Mi experiencia con conductores asustados me indica que, esta falta de


capacidad para verlo todo, provoca una sensación de desasosiego
importante, como si cualquier dato que se pierde, que no se “procesa”,
pueda dar origen a una situación de riesgo. Nadie puede sobrepasar un
número determinado de estímulos a la vez.

Si nuestra capacidad de atención es limitada lo que debemos de hacer


es administrar mejor los recursos de que disponemos. Las estrategias
que podemos usar para este fin son:

Discriminar lo importante de lo accesorio:


De todo lo que rodea a un automóvil solo unos pocos vehículos son
significativos. Aprender a fijar la atención resolverá parte del
problema. A veces confundimos lo importante con lo superfluo. Lo
fundamental es mantener el control sobre nuestra zona de
incertidumbre (aquel espacio que rodea al vehículo y en el cual las
variaciones de posición o velocidad podrían afectar a otros usuarios).

56
No sobrecargar la atención:
Determinadas emociones, como la ira, la preocupación, el miedo,
centran nuestra atención en nosotros mismos, en como nos sentimos y
que pensamos. Como nuestra capacidad es limitada, fijarnos en ellas nos
resta eficacia para atender al entorno viario al ocupar con estos
sentimientos y pensamientos parte de nuestros recursos atencionales.

No sesgar la información:
Vemos aquello que estamos predispuestos a ver y eso varía con nuestro
estado de ánimo y las expectativas. Cuando conducimos con miedo,
tendemos a percibir más peligros de los que existen.

El conductor asustado buscará indicios de riesgo a su alrededor,


desviará algunos de sus recursos atencionales en esa tarea y perderá,
por ello, parte de su capacidad en información irrelevante.

Aprender a “guiar” la atención, seleccionando e interpretando las


acciones de los otros en términos objetivos, no contaminados por el
miedo u otros estados emocionales intensos, es un requisito necesario
que debe adquirirse con un entrenamiento adecuado.

La rapidez con la que decide un conductor experimentado radica en la


práctica de la atención selectiva, no en cualidades innatas. El haber
aprendido a fijarse en lo importante le facilita la tarea de buscar
soluciones. Saber “qué” hay que mirar, que información buscar, permite
decidir en menos tiempo.

PENSAR:

La información obtenida por el conductor, a través de la atención, ha de


interpretarla si quiere resolver los dilemas que se presentan circulando.
Para conseguir solucionarlos, ha de responder a las siguientes
cuestiones:
57
Que deseo hacer Que ocurre Que hago

Con la información sobre la situación conseguimos además, una


valoración del riesgo y con ello deducimos como ha de ser la respuesta
para resolver la disparidad entre lo que quiero hacer y las
circunstancias concretas en las que circulo. No hay recetas mágicas
para actuar, aunque las circunstancias sean parecidas la respuesta
debería estar adaptada a cada situación concreta. El conductor ha de
ser flexible

El miedo nos vuelve rígidos y viceversa, ser rígidos en nuestros


criterios, esperar que los demás se comporten con la máxima exactitud,
con arreglo a la “Ley”, es no contemplar la realidad...

Las personas con miedo tienden a exagerar el peligro percibido y por


tanto, la urgencia y el tipo de respuesta es diferente a la de aquellos
que no lo tienen.

Este análisis para buscar soluciones concretas, llega a ser automático.


La repetición de los procedimientos genera hábitos mentales, que si
bien facilitan el procesamiento de información, pueden provocar fallos
en las decisiones. Estos hábitos de respuesta es lo que “vulgarmente” se
denominan “reflejos”. Cuando le preguntas a un conductor porqué actúa
de cierta manera suelen responder: “yo no pienso cuando tengo que
hacer algo, lo hago...”.

Damos por hecho lo que va a pasar, actuando rutinariamente. Nuestros


deseos de que las cosas fueran tal cómo las habíamos previsto han
hecho que reaccionemos automáticamente, perdiendo la objetividad,
puesto que hemos supuesto lo que otros iban a hacer. La conducción
requiere una atención consciente, para evitar que nuestros deseos nos
impidan captar la realidad. La frase más repetida, cuando surgen esos
pequeños golpes urbanos, esos sustos tan cotidianos, es la de “yo creía

58
que usted... ”.

En definitiva, el término pensar, lo utilizamos para referir la elección


de una respuesta adecuada a una situación concreta. Pero, no olvidemos,
que para escoger una respuesta adecuada, habrá que procesar
información relevante.

HACER:

Es el último paso de la secuencia de decisión por parte del conductor.


Se desencadena una respuesta motora, asociada a la elección con unas
características que conviene comentar, porque parte de los problemas
de los conductores con miedo, tienen que ver con estas particularidades
de las respuestas motóricas.

Es el momento en el que, tras decidir lo que vamos a hacer, actuamos


sobre los mandos del vehículo.

Esta respuesta “motora” tiene unas características que conviene


reseñar.

Podríamos esquematizarlas de la siguiente forma:

ƒ Son “hábitos” que se estructura al inicio de la conducción. Es


decir, la secuencia de movimientos, la calidad de los mismos, el
control que ejerce el conductor sobre su cuerpo, se establecen en
las primeras fases del aprendizaje. Es entonces cuando se
configuran los hábitos físicos del conductor. Marcándose una
tendencia para el futuro. La coordinación de movimientos, la
destreza, son habilidades psicofísicas que se aprenden.

ƒ La secuencia de movimientos se suele mantener por la práctica.


Es decir, si no se modifican cuando se realizan, la repetición
tiende a perpetuar el hábito, sea este correcto o incorrecto. No

59
debemos confundir la “soltura” de movimientos con la eficacia del
mismo. Repetir durante un numero de veces suficiente un
movimiento, implica que su ejecución se realice con menos
esfuerzo, pero si estos movimientos no son los adecuados, la
soltura al efectuarlos no garantiza que cambien a otros más
correctos. Hay conductores que perpetúan sus errores año tras
año.

ƒ La velocidad de ejecución es independiente de la calidad. Es


más, son dos caracteres de la respuesta en sí independientes y
que requieren ser aprendidos de forma independiente, pero lo que
es claro es que sin coordinación nunca se ejecutan respuestas
eficaces. De otra parte, deben de aprenderse primero la
coordinación y luego la rapidez, que se adquiere con el paso del
tiempo, sin necesidad de proponerse como un objetivo a corto
plazo.

ƒ Los hábitos motores son persistentes, especialmente si se han


automatizado. Es más difícil modificar un hábito que crear uno
nuevo.

ƒ Cuándo se desencadena una respuesta de estas características


(una secuencia de movimientos) cuesta pararla, normalmente la
secuencia se efectúa completa. Nos damos cuenta al final, pero
no mientras los efectuamos de los errores cometidos en la
ejecución.

ƒ La práctica favorece la rapidez de ejecución de la respuesta


elegida, pero la calidad y validez de la misma depende de su
correcto aprendizaje. No olvidemos se trata de un hábito
adquirido por repetición

Aunque los eventos se parecen, no son iguales. Un buen conductor es


aquél que posee varias alternativas para solucionar una misma categoría

60
de problemas. Conviene huir de reglas fijas de actuación del tipo
“siempre que..., hago...,” por que el tráfico no se ajusta a normas
matemáticas. Es más ambiguo, más borroso, circulando 2+2 puede ser 3
y en otras ocasiones 5 y hasta 4.

Hay que acostumbrarse a ser flexible, porque no serlo nos puede


predisponer al error. Una interpretación estricta provoca un
desequilibrio con la realidad, que en materia de tráfico es, además, muy
variable.

Las situaciones de la vida social no acostumbran a ser “blanco o negro”


“todo o nada”, sino que poseen matices y aspectos que las hacen únicas.

Nuestras respuestas físicas deben ser graduales, adaptativas. Es


importante aprender a manejar el automóvil dando prioridad a la
coordinación de los movimientos y no a su rapidez, de forma que
podamos adaptarnos a esa rica variedad de situaciones que se
presentan al conducir. La rapidez en la ejecución debe ser resultado de
una buena sincronización de los movimientos y no de un retraso en la
toma de decisiones.

En la “amaxofobia”, la ansiedad condiciona el denominado tiempo de


reacción. Por el se entiende lo que tarda un conductor desde que
detecta un suceso y emite la respuesta motora, es decir el tiempo que
tardamos en percibir y en decidir que hacer. La ansiedad provoca que
usemos más tiempo antes de iniciar la respuesta, por eso la conducción
suele ser brusca, al haberse iniciado más tarde de lo conveniente. El
miedo y la indecisión suelen ir “parejas”.

4.3. Factores emocionales y su influencia en la conducción.

El tráfico es un gran juego interactivo. Cada acto nos lleva a un cambio


de velocidad y/o posición, o de ambos a la vez. Pero cuando lo hacemos
afectamos también a nuestro entorno, a nuestra zona de incertidumbre,
61
excepto que circulemos solos, algo, hoy en día, difícil de verdad.

Por tanto, la atención continua es una necesidad. Por la misma razón es


también una necesidad que el conductor piense en qué está haciendo y
no sea necesario pensar en cómo lo está haciendo. Queremos decir que
si se adquiere una buena ejecución, el conductor invertirá su tiempo y
su atención en pensar “que tengo que hacer para resolver esta
situación” y no en cómo hacerlo. Hay que automatizar las respuestas
motoras y no la elección de la respuesta

Conducimos en un medio social, somos influidos e influimos en la


conducta de los otros. Observar a los demás sin interpretar
erróneamente lo que el otro pretende, forma parte de la instrucción
que la práctica proporciona. El tráfico es un reflejo más de la condición
humana y de su comportamiento en sociedad. Proyectamos en los actos
motores la personalidad y los conflictos (piénsese en el uso de la
“grafología” tanto a nivel laboral cómo judicial).

Las personas no cambian cuando suben a conducir un automóvil,


actuamos de acuerdo a quien somos, a que pensamos y a que sentimos.
La soledad de la conducción, el aislamiento que nos proporciona el
automóvil puede conducir a perder, momentáneamente nuestros
“controles sociales”, aquellas conductas que en condiciones normales,
permiten que nos relacionemos con desconocidos en interacciones
sociales.

La ansiedad del tráfico facilita esta pérdida de control, así cómo el


miedo y a veces emitimos conductas agresivas. Es fácil, en ese recinto
privado que representa el automóvil que podamos confundir nuestros
deseos con la realidad y sentirnos frustrados por los “otros”, pudiendo
llegar a agredir a esos “indeseables” que no nos dejan hacer lo que
queremos. La idea de “educación vial” debe encerrar la del respeto a los
otros, la consideración de que etimológicamente próximo y prójimo son
la misma palabra, y no solo el conocimiento de una Ley de Tráfico.

62
Pero, ¿podemos llegar a ser objetivos cuando intentamos entender al
otro? No del todo, porque estamos condicionados por nuestros
sentimientos y emociones, que son “el color del cristal” con que miramos
el mundo. La Psicología viene demostrando que nuestro estado emocional
provoca que juzguemos el comportamiento ajeno de forma que, sea
coherente con nuestro estado de ánimo.

Así, una persona enfadada tenderá a ver en los demás agresiones


aunque no las haya. Una persona alegre interpretará las equivocaciones
ajenas como errores mientras que una persona contrariada las vivirá
como signo de incompetencia.

Las emociones también configuran nuestros recuerdos y su intensidad,


por ello, a veces se puede recordar un momento malo y olvidar los
buenos o viceversa.

En la conducción, las emociones afectan de diversas maneras, que para


nuestro interés podemos concretar en las siguientes:

9 En la actitud hacia los demás y en la interpretación de la


situación. Esta actitud guiará nuestra atención hacia lo que sea
coherente con ella.

9 Puede afectar a la valoración del riesgo y por tanto al tipo de


respuesta elegida.

9 La activación física asociada a la emoción influye en nuestra


capacidad psicomotora, factor determinante en la ejecución de
los movimientos de la respuesta elegida.

Cómo resumen a esta reflexión sobre la conducta de conducir, dejar


apuntadas una serie de ideas:

63
¾ Los “reflejos” del conductor no existen como cualidad innata.
Hemos adquirido un hábito que nos permite generar acciones
automáticas. Si hay diferencias en el tiempo de reacción de cada
individuo. Adopte una velocidad en la cual disponga de tiempo para
desarrollar una respuesta adecuada. Cuando la automatice podrá
circular más rápido.

¾ La conducción mejora si planificamos la acción. Procure


interpretar con antelación lo que ocurre. Haga de la observación
un hábito automático. Intente descubrir los indicios de lo que
puede suceder, pero siempre como hipótesis que hay que
comprobar y contrastar, no lo de por hecho. Nadie adivina el
pensamiento ajeno.

¾ No todo lo que sucede a su alrededor es importante, tan solo


aquello que afecte a lo que quiere hacer es relevante.

¾ El vehículo es una máquina que obedece a sus órdenes. No hay


que controlar al vehículo, todo lo que este hace es resultado de
los movimientos de sus brazos y piernas. Controle sus
movimientos, desarrolle coordinación y flexibilidad y controlará el
vehículo.

¾ La velocidad del vehículo depende del conductor. Adopte la


velocidad que le permita “Ver-Pensar-Hacer”, no se preocupe si va
despacio, la práctica es lo que le permitirá ir más deprisa,
necesita tiempo y entrenamiento

4.4) El miedo y la conducción. Conclusiones

La capacidad de asustarse de un conductor, es el resultado de factores


personales y del entorno familiar y social.

Los factores personales, que más influyen en la intensidad del miedo a

64
la conducción son:

ƒ El nivel de ansiedad y el desarrollo de trastornos psicológicos


relacionados

ƒ El grado de autoeficiencia y de asertividad

ƒ La edad de inicio a la conducción

ƒ La necesidad de conducir

Si además, en las primeras experiencias como conductor se producen:

9 Aprendizajes inadecuados que impidan resolver situaciones


cotidianas de tráfico.

9 Sobre exigencia, por pretender alcanzar un comportamiento de


experto, sin la experiencia suficiente. Actitud que conlleva el
aceptar situaciones para las que no se está preparado, en
consecuencia se experimentan sentimientos de incapacidad

9 Inseguridad en uno mismo, que transforma nuestra percepción,


las situaciones fáciles se viven como dificultades, aumentando así,
la sensación de incompetencia.

9 Los accidentes de tráfico, que en función de su gravedad,


pueden aparecer secuelas psíquicas en la persona, que le “obliguen”
al abandono del tráfico.

La influencia del miedo se manifiesta en la realización de respuestas


psicomotoras poco adaptadas (por exceso o por defecto) a la situación.
El conductor siente impotencia y su temor se incrementa, puesto que no
es capaz de resolver la situación.

65
El vehículo se adapta mal a la circulación, ya que las órdenes del
conductor se efectúan incorrectamente. No desarrolla sentimientos de
autocontrol, cada vez se fía menos de si mismo.

La urgencia por emular a los conductores expertos, o las del experto


porque el aprendiz reproduzca su comportamiento, termina por
provocar un sentimiento de fracaso y el manejo inadecuado del vehículo,
en las personas con poco experiencia.

Las “regañinas”, las críticas, los sustos, etc., terminan convirtiendo la


conducción en una vivencia estresante. Esta asociación (entre conducir
y estrés) lleva a que el hecho de sentarse al volante produzca el estado
de ansiedad antes, incluso, de incorporarse al tráfico. Algunas personas
manifiestan que la activación aparece con solo pensar en la posibilidad
de tener que conducir.

La interpretación en torno al tráfico, que un conductor asustado


efectúa, tiende a confirmar su expectativa, de manera que sucesos no
relacionados con él, son interpretados cómo consecuencia de su propia
actuación. Por ejemplo, las personas ansiosas, con miedo a conducir, es
habitual que piensen que cualquier “pitido” que se oiga, está destinado a
su persona.

Cada situación conflictiva, cada error ajeno, los sucesos que no


comprende, tenderá a verlos como peligrosos. Vivirá el comportamiento
de los otros conductores como una agresión a su persona, y efectuará
maniobras evasivas, en general injustificadas, que por su inseguridad
terminan provocando situaciones de riesgo.

Recuerde qué:

¾ El miedo es una reacción natural frente a lo desconocido, no un


enemigo sino un amigo. Es una respuesta de protección a lo que
puede causarnos daño.

66
¾ Se aprende a “qué” tener miedo, se asocia a situaciones neutras,
haciendo que se vivan como peligrosas y por ello, a veces,
terminamos transformándolas en lo que pensamos que son, no en
lo que en realidad son.

¾ El miedo es individual, pero hay formas de enfrentarlo y terminar


con él.

¾ Conocer que situaciones tememos y porqué, nos ayuda a


combatirlo. Tú eres el mejor instrumento para solucionarlo.

En ocasiones, cuando alguien se “queja” de padecer miedo a conducir,


está haciendo una generalización excesiva, en ocasiones, este miedo a
conducir se manifiesta con mayor o menor intensidad, según la situación
en que nos encontremos. El siguiente cuestionario está destinado a
reconocer nuestro miedo a situaciones concretas de tráfico. Procure
rellenarlo rememorando cómo se sintió la última vez que se enfrento a
ellas.

CUESTIONARIO DE SITUACIONES DE TRÁFICO QUE NOS


ASUSTAN

Instrucciones:

Puntúe entre el 5 (mucho) al 0 (ninguno) el grado de temor que le


producen las siguientes situaciones de tráfico.

1. Arrancar en cuesta [ ]

2. Incorporarse a las autopistas [ ]

3. Al estacionar, provocar la detención de otros


vehículos [ ]
67
4. Circular en paralelo a un autobús [ ]

5. En un cruce que aparezca lateralmente


otro vehículo [ ]

6. Circular con motos o bicicletas cerca [ ]

7. Circular con lluvia o niebla [ ]

8. Bajar puertos de montaña [ ]

9. Rebasar obstáculos en calles estrechas [ ]

10. Circular de noche [ ]

11. Circular con tráfico denso [ ]

12. Ver peatones cruzando la calzada [ ]

13. Un vehículo asomando en un cruce [ ]

14. Ser adelantado en una carretera estrecha [ ]

15. Adelantar en una vía de doble sentido [ ]

16. Que se cale el vehículo entorpeciendo la


circulación [ ]

17. Las cuestas abajo prolongadas [ ]

18. Los túneles [ ]

19, Las carreteras con más de dos carriles [ ]

68
20. Los puentes y pasos elevados [ ]

21. Otras situaciones no especificadas [ ]

Sume la puntuación obtenida y compárela con el baremo siguiente

80-60 Mucho

60-40 Algo

40-20 Poco

20-0 Nada

Ahora intente analizar el porque su miedo es mayor en unas situaciones


que en otras, sobre todo fíjese en aquellas que halla valorado entre 3 y
5. Utilice el siguiente esquema de preguntas para cada situación:

Análisis del miedo a conducir

¿Qué me da miedo de esta situación?

¿Qué necesitaría saber para estar más tranquilo?

69
¿Cómo obtengo los datos necesarios?

¿Qué pienso cuando me encuentro en esta situación?

¿Qué podría pensar para sentirme mejor?

Le proporciono un ejemplo:

Imagínese que ha contestado con un “5” a la situación nº “2”

Incorporarse a una autopista

Las respuestas al cuestionario anterior podrían ser las siguientes

¿Qué me da miedo?
Me da miedo calcular mal y provocar un accidente con un vehículo que
circule por la autopista

¿Qué necesitaría saber para estar más tranquilo?


La distancia y la velocidad de los vehículos que circulan por la autopista

¿Cómo obtengo los datos necesarios?


70
A calcular mejor por los espejos retrovisores y saber aumentar la
velocidad más deprisa

¿Qué pienso cuando me encuentro en esta situación?


Que me puedo matar

¿Qué podría pensar para sentirme mejor?


Que si mejoro en la observación reduzco el riesgo

Es decir, procure aprender del análisis de su conducta, no se plantee


consecuencias o causas extrañas y metafóricas, descienda a lo
inmediato, a lo que realmente ocurre.

Con frecuencia, en las personas que sufren de este miedo, la valoración


de las situaciones de tráfico se hace con un carácter catastrofista,
siendo habitual la confusión entre el riesgo que encierra la
circunstancia particular de tráfico con las consecuencias negativas que
se derivan de este riesgo potencial. Veamos un ejemplo:

Juan es un conductor que tras 12 años de conducción sin problemas


importantes, empezó a sufrir crisis de ansiedad, cada vez más
crecientes circulando por autovía. Cualquier movimiento del vehículo,
era interpretado con la idea de que la dirección del automóvil estaba a
punto de romperse, con lo que llegó a desarrollar una sensibilización
exagerada y precisó de varios visitas a distintos talleres en los cuales
le insistieron en que a su automóvil no le pasaba nada.

Le hicimos rellenar el cuestionario anterior y de aquellos ítems en que


superaba el nivel 3 le planteamos la siguiente pregunta “¿Cuál es, en tu
opinión el riesgo que entraña esta situación?

Supongamos que Juan hubiera puntuado 4 en los ítems relacionados con


cruces, con lo que le preguntamos acerca de los cruces, del riesgo que
tienen los cruces, Juan, cómo otros pacientes con “amaxofobia” sin

71
dudar concluyo que el riesgo de accidente. Respuesta que en principio
resulta coherente... con su miedo, pero no con la realidad. Veamos, el
riesgo de un cruce está en que dos conductores no se vean entre sí y
entre otras consecuencias, la peor sería que no tuvieran tiempo a
reaccionar y colisionaran.

Fíjese la diferencia entre considerar que el riesgo es el accidente o la


falta posible de visibilidad, porque frente a un accidente yo no puedo
hacer nada, pero frente a la falta de visibilidad si que puedo actuar,
adaptando la velocidad de mi automóvil a la visibilidad del cruce de
manera que, pudiera ver la aproximación de otro conductor y por ello,
reduciendo el límite de las posibles consecuencias a resultados tan
nimios como detener mi coche.

Use el siguiente registro para intentar diferenciar los riesgos de las


consecuencias, observando que ha de hacer para disminuir el riesgo
posible.

Cómo situación, utilice los ítems del cuestionario que halla puntuado con
3, 4 o 5

SITUACIÓN RIESGO CONSECUENCIAS QUE


HACER

72
5. NUESTROS PENSAMIENTOS Y EL MIEDO A CONDUCIR

5.1 Pensamientos y miedo

Hemos hablado del miedo como una emoción que puede condicionar la
manera en la que interpretamos los sucesos que nos encontramos.

Son varias las razones para que se produzca esta situación;

Altera la atención: Centra nuestra atención en aquellos estímulos


vinculados con el miedo, impidiendo, por ello, que
atendamos a otros que pueden ser más
relevantes para resolver la situación con éxito

Altera la percepción: Puesto que los estímulos están seleccionados,


respondemos de forma inconsciente la
interpretación que se da a la situación será
incorrecta y parcial

Altera la respuesta: El miedo dificulta la coordinación de nuestros


movimientos, modifica el tiempo de reacción, lo
acorta o lo alarga

Altera la situación: Al resultar una respuesta inadecuada o


desadaptada, cambian las consecuencias y la
situación de tráfico

¿Pero por qué las emociones afectan la “visión” de la realidad? ¿A


través de qué mecanismos actúan?

En muchas ocasiones, nos encontramos personas que para contarnos su


estado de ánimo comienzan relatándonos lo que les ha sucedido, cómo si
el acontecimiento fuera el responsable de sus sentimientos. Muchas

73
veces pensamos que la realidad es así, “comprenderás que después de
esto solo tenia una alternativa....”. Creemos que sonm los
acontecimientos, directamente, los que provocan nuestra respuesta. De
tal manera, que las personas buscamos la justificación de nuestras
reacciones fuera de nosotros, cómo si respondiéramos directamente a
los acontecimientos. Esquemáticamente:

Acontecimiento----------------------Sentimiento

Pero la psicología parece demostrar que entre lo que nos sucede y


nuestra emoción, hay un intermediario, un “mecanismo” interno, ajeno a
la realidad, que es la interpretación que hacemos de los
acontecimientos, de tal manera que la emoción, el sentimiento, está
determinado por la interpretación, que para nosotros, tenga ese hecho.

Acontecimiento-----------Interpretación-----------Sentimiento

Si estoy convencido de que los gatos son “traicioneros”, cada vez que
vea uno, no me fiaré de él. Es decir, para que exista el miedo es
necesario que interpretemos los acontecimientos cómo amenazantes. No
es el acontecimiento objetivo quién determina nuestra respuesta, sino
la interpretación cognitiva que el sujeto efectúa de la realidad.

Estas ideas predisponen nuestras acciones, pensamos en “como hacer”


las cosas, Nos preparan para responder a lo que esperamos que suceda.
Todos disponemos de “guiones” preestablecidos sobre los
acontecimientos, de tal manera que no dedicamos tiempo a reflexionar
sobre la realidad, esta queda definida, automáticamente, por estas
“expectativas” previas sobre lo que las cosas, los sucesos y las personas
significan para nuestra vida.

Usamos el pensamiento para sobrevivir, necesitamos interpretar la


realidad para actuar, nos gusta prevenir para planificar las acciones, a
diferencia del comportamiento animal, más anclado en los instintos y en

74
el instante presente. Nosotros “sentimos” el “futuro” pudiéndolo
imaginar cómo si estuviera sucediendo.

Cuando una persona toma una decisión, no “suele equivocarse”, hay una
concordancia entre lo que hace y lo que piensa que va a suceder. La
acción escogida no es el error, éste puede estar en la interpretación
que desencadena esta acción.

Si al ver a un perro, pienso que me va a morder, es lógico que cambie de


acera y me aleje del animal, la pregunta es ¿qué criterios he utilizado
para pensar que iba a ser agredido por el animal?

Esa interpretación se manifiesta en pensamientos de la situación


temida que se disparan automáticamente, cuando nos encontramos en
presencia de nuestro miedo, alterando nuestros sentimientos y
reacciones fisiológicas.

Estos pensamientos automáticos proceden y se forman con nuestra


experiencia y el medio cultural en el cual crecemos. Aprendemos “un
estilo de pensamiento”, de manera que estas ideas actúan, no se olvide,
cómo hábitos mentales

Hemos aprendido a temer una situación determinada y ello se concreta


en un conjunto de ideas que se activan “inconscientemente”, sin darnos
cuenta. Apenas se perciben. Cruzan nuestra mente en forma de frases
cortas “no soy capaz de conducir”, palabras o imágenes fugaces, cómo
por ejemplo, el recuerdo de un accidente. Son negativas o peligrosas.
Por un lado generan un deseo de huir y evitar la situación, por otra,
toda una gama de reacciones corporales que identificamos con la
sensación de miedo.

A veces creemos que pensar y sentir son aspectos diferentes de


nosotros mismos. Se oye tanto decir “el sentimiento sale del corazón”,
“no hay razón que lo justifique”, “por más vueltas que le doy no consigo

75
saber porque siento así”. Es difícil invertir los términos de estos
tópicos, pero si queremos superar el miedo a conducir, no tenemos más
remedio que hacerlo. La pregunta básica es que la forma en que
interpretamos y juzgamos las situaciones, y a nosotros mismos,
determina el tipo de emoción experimentada.

Le propongo una prueba que le ayudará a entender la relación entre


pensamiento y sentimiento.

Cierre los ojos y piense en una situación triste o de miedo. Mantenga la


imagen en su cabeza durante unos diez segundos, después vuelva a abrir
los ojos.

¿Cómo se ha sentido? ¿Ha experimentado tristeza o miedo? Con


frecuencia el resultado es un sentimiento de desconsuelo. Los
recuerdos incorporan, en su estructura el sentimiento experimentado.
La expresión “deja de pensar en ello o vas a terminar mal”, que todos
hemos dicho a un amigo en un momento de tristeza, nos indica que
“recordar”, pensar en las cosas tristes que nos suceden, nos lleva a que
nuestro estado de ánimo se contamine del sentimiento evocado.

Vuelva a cerrar los ojos, pero en esta ocasión intente recordar la última
vez que sonrió, que se divirtió. Repita el procedimiento anterior.

¿Se siente mejor? ¿Volvió a sonreír? Con seguridad, que si el recuerdo


es reciente puede, incluso, haber sonreído.

Recuerde el principio que mencionamos, el pensamiento influye en


nuestro estado de ánimo y nuestras emociones son el resultado de lo
que pensamos, imaginamos, recordamos y anticipamos.

A veces es bueno considerar que los pensamientos no son solo las


expresiones lógicas de nuestro razonamiento. El pensamiento, la forma
en que nuestro cerebro interactúa con la realidad, es una herramienta

76
que nuestra evolución biológica selecciono cómo un recurso para la
supervivencia. Mejorando la capacidad de comprensión por encima de la
de otros animales

Los pensamientos automáticos se comportan cómo hábitos de nuestra


mente y como ocurre con otros hábitos, no nos damos cuenta de ellos.
La manera en que caminamos, la forma de saludar, son acciones que
realizamos de manera mecánica.

Piense en las veces, que al comenzar el día se encuentra con el vecino en


el rellano de la escalera. Se han saludado. No hizo falta pensarlo:
dijimos lo típico, lo de siempre, mientras mirábamos, interesadísimos,
como cambiaban los números que indican la planta en que se encuentra
el ascensor.

Aunque estas ideas tienen un origen diverso, poseen unas


características comunes que, si aprendemos a detectar, nos permitirán
identificarlas, paso previo para sustituirlas por otras mas adecuadas. Si
las “ideas” marcan la emoción y pudiéramos sustituirlas por otras más
“adecuadas”, es fácil colegir que las emociones pueden ser modificadas

Si cambiamos el contenido de los pensamientos que sustentan el miedo a


conducir por otros más adaptados a la situación, conseguiremos
afrontar mejor el tráfico y sentir el temor razonable de cualquier
conductor y no el “pánico” que nos impide actuar.

Nos resistimos en admitir que gran parte de nuestro comportamiento


se base en hábitos de los que no somos conscientes o en tópicos que
admitimos cómo ciertos. Es más, tenemos tan integradas estas ideas,
que su cuestionamiento, su cambio, se considera como perder la
identidad.

Sin embargo, no hay nada que nos impida más acercarnos a la verdad
como el interpretar la realidad basándonos en verdades axiomáticas que

77
nadie ha contrastado, y mucho menos nosotros mismos. Estos axiomas
culturales pueden evitar que observemos lo evidente, porque guían
nuestros sentidos para encontrar aquello que las corrobore y no
percibir lo que las desvirtúa.

Conozcamos las características más relevantes de estas ideas


automáticas:

ƒ Su naturaleza drástica, absolutista, sin termino medio y


contienen expresiones como “nunca”, “siempre”, “lo peor”, “lo más
horrible”....

ƒ Nos hacen interpretar las situaciones temidas como


“insoportables”. Nada es peor que el propio sentimiento. Nadie lo
pasa tan mal como yo.

ƒ Contienen autoexigencias, imperativos, “debería”, “tendría”, a


veces tan rígidos e irreales que acaban transformándose en
conclusiones del tipo “como no lo haga tan bien como debo mejor,
no hacerlo”. Es cómo si una persona que midiera 1’60 de altura,
quisiera, para poder ser feliz en esta vida, llegar a jugar de pívot
en la NBA. Desde luego las posibilidades de conseguirlo son “0”,
con lo que nunca podría ser feliz

ƒ Por lo anterior derivan en expectativas” derrotistas y pesimistas


sobre uno mismo “nunca podré, nunca lo haré”.

ƒ Son a veces “catastrofistas”, evocan imágenes de peligro muy


vividas, con sentimientos de miedo y culpa por los daños que
podemos ocasionar a otros y a nosotros mismos.

ƒ Además, se activan con tan solo pensar en la situación temida,


creando una ansiedad anticipatoria.

78
ƒ No motivan ni aleccionan, devalúan nuestra imagen, en términos
de “soy un inútil”, “soy un peligro para los demás”.

ƒ Tienden a sobregeneralizar, “si hago algo mal, lo haré todo mal”.

ƒ Pueden parecer coherentes porque justifican la frustración y los


sustos que acumulamos.

Aprenda a detectar estas ideas, para ello, debe fijarse en si mismo,


como en un experimento, este al acecho, en esos momentos en que por
cualquier motivo, porque circula en automóvil y sienta ansiedad, cuando
escuche hablar de conducir o cuando sabiendo que tiene que hacerlo
note cómo su cabeza se ocupa en pensar en ello y en las negativas
consecuencias de tener que conducir.

Toda emoción va acompañada de un pensamiento sobre lo que sucede o


sucederá. Intente atrapar sus ideas, las que en “ese” momento crucen
por su mente, son privadas, nadie va a tener acceso a ellas, no las
rechace, déjelas aparecer. Por ridículas que le parezcan, están en la
base de la emoción negativa o positiva.

Utilice una hoja con una plantilla como la siguiente:

QUE PASÓ QUE SINTIÓ QUE PENSÓ

79
Que paso: En esta columna debe describir la situación que le produjo
la emoción negativa

Que sintió: No necesita mucha explicación, pero sea descriptivo

Que pensó: Aquí tenemos la clave, intente describir lo que pasó por su
cabeza, imágenes, frases, pensamientos, ideas etc.
Descríbalo todo, he intente encontrar que características
de las que hemos mencionado se puede aplicar al
pensamiento que tuvo. Le brindo un ejemplo.

QUE PASÓ QUE SINTIÓ QUE PENSÓ


Circulo con tráfico Miedo y cobardía Soy un cobarde
denso Puedo matarme

Cuando se encuentre pensando alguna idea sobre sí mismo o el tráfico,


con alguna de las características indicadas, hágase las siguientes
preguntas.

ƒ ¿Dónde está la evidencia de que esto es como yo lo pienso?

ƒ ¿Puedo probar esto que me estoy diciendo?

ƒ ¿Por qué esto que pienso es verdad?

ƒ ¿Es eso una buena prueba de lo que pienso?

ƒ ¿Me es rentable pensar como pienso?

80
ƒ ¿Me ayuda a vencer el miedo pensar de ese modo?

ƒ ¿Qué ventajas tendría pensar de otro modo’

ƒ Si fuera cierto ¿qué necesito hacer para cambiarlo?

Además, de cómo juzgamos la situación, debemos tener en cuenta las


ideas que tengamos sobre nuestra capacidad para enfrentarnos al
suceso. En el sentido de que, aunque lo vea cómo amenazante si me
siento capaz, viviré la situación con tensión, pero a la vez cómo un reto
que puedo superar.

La importancia de cómo nos vemos a nosotros mismos, de cómo


valoramos nuestra competencia de afrontar este reto, es que explica
porque el miedo a conducir se puede producir en personas con
experiencia en el tráfico, a veces de 15 o más años. Individuos que no
manifestaron este problema a su inicio en la conducción y que en algún
momento de su vida experimentan este temor.

El análisis de la conducta de estas personas suele revelar intensos


episodios de estrés, tendencias agorafóbicas o accidentes o “cuasi”
accidentes que provocan una reacción postraumática. De inseguridad y
la “idea” de que no son capaces de conducir en determinadas
circunstancias o dejan de conducir definitivamente porque sienten una
angustia que les bloquea y temen no poder afrontar la situación.

En resumen

9 El miedo es resultado de las ideas que lo desencadenan, y


estas ideas activan una serie de reacciones emocionales,
fisiológicas y motoras que se manifiestan en una conducta de
evitación de la situación temida. Estas ideas condicionan:

81
9 Cómo interpretamos las situaciones: Recuerde que el miedo se
instala sobre expectativas que guían la percepción y determinan la
manera en que procesamos la información

9 Cómo valoramos nuestra capacidad y habilidad para


resolverlas: No verme capaz de resolver una situación que he
juzgado cómo peligrosa hará que me sienta inseguro, temeroso,
con ansiedad creciente. Cualquier aumento del estrés puede
generalizar esta inseguridad a cada vez más situaciones.

Otra prueba a favor de la intervención central del pensamiento en el


mantenimiento del miedo nos la proporciona que las personas con
“amaxofobia”, establecen una “predicción anticipatoria” sobre lo que van
a sentir si tuvieran que conducir. Esta anticipación suele ser muy
negativa, a veces dramática, del tipo de:

¾ Me voy a poner “atacado”

¾ Voy a ser un problema, todos me querrán adelantar.

¾ Iré estorbando y “cabreando” a todos

¾ No seré capaz

¾ Lo voy a pasar muy mal.

¾ Tendré un estado de nervios que puedo provocar un accidente.

¾ Nunca podré hacerlo...

Ellos no responden a las situaciones inesperadas, es decir poniéndose


nerviosos cuando reciben un susto, sino que dan por hecho que eso va a
ocurrir incluso antes de que halla pasado nada ya están nerviosos,

82
porque predicen que se van a asustar, de forma irreversible, no se les
ocurre que podrán conducir a pesar de los nervios.

Esta anticipación y la firme creencia en su inevitabilidad es la


característica central cognitiva de la amaxofobia. ¿Quién no se pondría
nervioso creyendo eso?

Con la exposición directa al tráfico pueden vencerse las respuestas


anómalas al mismo, puede ayudar a reducir la magnitud de sus
predicciones, rebajando el grado de malestar que prevén padecer, pero
la eliminación de la predicción resulta muy trabajosa sin ser capaz de
modificar las creencias que las mantienen.

.5.2) Ideas “erróneas” sobre la circulación:

En este apartado vamos a seleccionar unas ideas habituales detectadas


en las personas que tienen miedo a conducir. Estas conclusiones pueden
agruparse en las siguientes categorías:

Ideas sobre el tráfico.

Ideas sobre el vehículo

Ideas sobre el conductor.

Ideas sobre el tráfico:

La mayoría giran en torno a la percepción de que el tráfico es un


fenómeno incontrolado y peligroso. ¡Nadie respeta a nadie!, las vías
públicas son una jungla de asfalto, un medio agresivo, el que si no
espabila no puede conducir, etc.

Es cierto que el tráfico tiene algo de incontrolado para el que empieza a


“sumergirse” en él, hay muchos vehículos y como en toda actividad
83
social, se regula por leyes, su grado de cumplimiento es variable y
además existen normas informales, costumbres, comportamientos
implícitos que los expertos conocen y los inexpertos aprenderán con la
práctica.

Otro factor añadido, es el desconocimiento del medio por parte del


conductor novel, ignora la colocación más adecuada, la posición de las
señales, los itinerarios. El conductor con poca experiencia debe ir
pendiente del recorrido y de los otros usuarios. Con lo que su atención
aún está retenida en “datos” que para los expertos han dejado de ser
incógnitas a resolver, no precisan prestarles atención.

Supongamos, ahora, que somos expertos y padecemos un susto muy


fuerte, en una situación en la que estamos cansados, distraídos, o con
nuestra autoconfianza disminuida por diversas razones. Dependiendo de
nuestro estado de ánimo, en ese momento, podemos efectuar distintas
atribuciones a la causa de ese “susto”. En la mayoría de los casos
nuestra reacción será la de restar importancia a lo sucedido, circular
durante un rato con el “miedo en el cuerpo” y al cabo de unas horas
recuperar nuestra situación de estabilidad.

Pero, en ocasiones, esto no es así, cuando se confabulan una serie de


factores todos juntos, este incidente puede desencadenar un proceso
de evitación de aquellas situaciones parecidas a la que nos alteró. El
sentido de la eficiencia propia comienza a disminuir, pero a la vez el no
enfrentarnos nos resuelve la ansiedad experimentada. Fíjese en la
contradicción, el evitar la ansiedad a corto plazo, disminuye al cabo
nuestra autoestima, perpetuando el problema

A su vez, este inicio de evitación reduce el “universo” automovilístico de


este conductor. Las situaciones de tráfico es raro que se reduzcan a un
lugar concreto o a una vía determinada, con lo que la evitación comienza
a extenderse a más vías, itinerarios o a estímulos parecidos.

84
Una de las distorsiones que acompañan al miedo a conducir es un
“catastrofismo creciente”, que va provocando una ansiedad anticipatoria
en aumento. Al principio se reduce a la situación asociada al primer
ataque de ansiedad, pero cómo decíamos en el párrafo precedente, se
va generalizando a cada vez más situaciones, con lo que entramos en una
espiral de mayor catastrofismo con un aumento de la ansiedad
anticipatorio a más estímulos circulatorios. Todo ello con una evitación
creciente que limita más y más nuestro uso del automóvil.

¿Por qué se produce este “catastrofismo creciente? Partiendo del


principio de que las conductas y los pensamientos cumplen una función,
es decir, no son arbitrarios, aunque su fin nos parezca difícil de
averiguar, podríamos pensar que con ellos justificamos la evitación y
huimos de sentir malestar.

Intentamos ajustar nuestros pensamientos, nuestro sentimiento y


nuestra conducta. Distorsionamos nuestra manera de pensar para que la
interpretación de los hechos y nuestras acciones no “chirríen” entre sí,
necesito una razón para sentir miedo y que mi negativa a afrontarlo sea
coherente.

Por otra parte, si la persona se ve a sí misma cada vez más limitada,


comenzará a extraer conclusiones sobre su comportamiento. Analizará
lo que hace y es probable que piense:

“Esto cada vez es peor..., no tengo remedio”

“Soy un inútil, otros le echan valor y yo sin embargo...”

“Mejor no contarlo, que van a pensar de mí”

Este sentimiento, en un principio se resuelve con excusas del tipo:

“Mejor me voy en transporte público, allí no hay quien aparque

85
“Ganas de pasarlo mal conduciendo”

“Llévalo tu, estoy cansad@...”

“Cada vez me gusta menos conducir...”

Para el conductor inexperto es importante conocer el itinerario a


seguir. Aprender a colocarse en el carril adecuado a tiempo, para poder
efectuar los giros y los cambios de vía con la mayor tranquilidad, sin
verse necesitado de intentar maniobras rápidas, peligrosas y hechas a
destiempo.

Los conductores expertos tienen un tiempo de reacción más corto que


un “novel”, con lo que las reacciones tardías de estos les sorprenden

El conocimiento de la vía, del vehículo, de las reacciones de los demás, y


la repetición de las mismas situaciones explican esta diferencia en el
modo de afrontar el tráfico. Lógicamente el inexperto puede extraer
conclusiones cómo las indicadas, pero la incapacidad de soportar el
esfuerzo, de aceptar la inexperiencia, nos indica que algo no anda bien.
No tiene una buena tolerancia a su propia frustración.

Estimamos que entre un 3 al 8% de los conductores noveles, no


soportan esta iniciación al tráfico. Es una estimación provisional pues no
existen datos “oficiales” sobre este problema

Si un conductor experto comienza a dudar de sus”automatismos” y


comienza a revaluar su comportamiento, volverá a sentir una ansiedad
que tenía olvidada desde que comenzó a conducir, para el inexperto la
ansiedad es algo habitual hasta que deje de serlo, pero para una
persona que superó esa etapa el sentirse nervioso, agitado, incómodo,
asustado, etc, le servirá de señal de que algo está fallando, de que no es

86
el mismo de antes. Comenzarán sus dudas.

La velocidad a la que circula está desajustada a su estado de indecisión,


por lo que comenzará a disminuirla, todo unido a una creciente sensación
de inseguridad, lo que antes era habitual comienza a parecer peligroso,
pensamientos del tipo “¿cómo podía actuar de esa manera?”, una cierta
temerosidad de ir con otros conductores, una desconfianza en la
capacidad de los otros van conformando el miedo a conducir.

Este sentimiento de intranquilidad creciente, se compagina con el


recuerdo de que “esto no me pasaba a mí”. Inician así una cadena
“especulativa” sobre lo que les sucede. La atención se focaliza en uno
mismo, se produce una sensibilización creciente a los estímulos
internos, sobre los sentimientos propios. La ansiedad irá en aumento, en
paralelo a una mayor desconfianza personal.

De manera que, estas personas circularán relativamente más tranquilas


por zonas urbanas que por carretera.

Ideas sobre el vehículo:


Estas ideas giran sobre la percepción de que el vehículo necesita ser
controlado, como si fuese un ser vivo. Una idea reflejada en muchos
anuncios de automóviles, donde mujeres y hombres intrépidos suben a
sus máquinas.

¡Dejémonos de historias! Los coches son máquinas obedientes y tontas,


por mucho que nos digan. Tontas, porque aún no saben evitar las
órdenes inadecuadas, no corrige las situaciones de riesgo, no detecta
los errores del conductor y ni si quiera nos aplaude cuando acertamos.

Nunca toman decisiones, por más que digamos “se fue”, “se caló”,
“patinó” etc., cualquier movimiento del vehículo, cualquiera de sus
reacciones, reflejan los movimientos de nuestros pies y brazos. El
control del automóvil es el reflejo de nuestro autocontrol psicomotor y

87
emocional. (Por ello el cambio de máquina conlleva un breve tiempo de
indecisión y de errores, incluso en conductores expertos).

Algunos automovilistas , especialmente los impacientes y agresivos,


suelen justificar su actitud y su comportamiento con “argumentos” del
tipo de “es que este coche necesita ir deprisa para que vaya bien”, o “te
pide que le pises”, “va más seguro si anda más rápido”, ¿cómo podemos
creer que una máquina tenga deseos?

El control psicomotor es lo que producirá la sensación de dominio sobre


la máquina, cuando sienta como obedece a sus movimientos, considerará
el automóvil como un instrumento útil, no un “enemigo” que nunca hace lo
que uno quiere. Detecte sus errores psicomotores conduciendo y
corríjalos.

Sólo usted tiene el control sobre su propio cuerpo. Recuerde que


conducir es un ejercicio físico en el que coordinamos piernas y brazos.

Todo lo que hacemos sobre los mandos del automóvil, a través de manos
y pies, es dar órdenes al vehículo. Tal como yo me muevo, así responde
el automóvil. Si no aprende a coordinar sus movimientos, el vehículo no
llevará una marcha adecuada.

Fíjese bien y observe que hace correctamente y que debe mejorar. Si


ha llegado a obtener el permiso de conducir es porque demostró
determinada competencia. El tan difundido tópico de que las personas
aprenden a conducir después de obtener el permiso es exactamente
eso, un tópico.

No cabe duda que la práctica mejora cualquier actividad. Igualmente,


conducir solo, sin una persona que pueda resolver nuestros errores (el
profesor de auto-escuela), supone una situación nueva, pero usted no
parte de “cero”.

88
Distinga bien, las actitudes negativas sobre nosotros mismos se
mantienen porque generalizamos nuestros errores, por ejemplo, si se
me “cala” el coche, es que soy un desastre y no hago nada bien. No
exagere y centre el problema. Conducir supone un conjunto variado de
respuestas, debo saber que aspectos tengo que mejorar

Para ello le propongo que rellene el siguiente cuestionario que le


ayudará a valorar las distintas actuaciones de un conductor.

Cuestionario De Actuación Cómo Conductor:

Instrucciones:

Puntúe del uno al cinco su capacidad para efectuar correctamente las


siguientes operaciones con el vehículo. Intente ser objetivo, si puede,
pida la opinión de alguna persona que le haya visto conducir en una
situación tranquila de tráfico.

1 2 3 4 5
NUNCA CASI NUNCA AVECES CASI SIEMPRE SIEMPRE
0% 25% 50% 75% 100%

Arrancar en llano, de forma suave

Arrancar en rampa, de forma suave

No calar el motor al arrancar en llano

No calar el motor al arrancar en cuesta

Frenar, sin desplazar a los ocupantes hacia adelante

89
No calar el motor, al detener el vehículo

No detenerse, demasiado cerca, del vehículo


que le precede

No detenerse, demasiado lejos, del vehículo


precedente

Tomar una curva y cambiar de marcha a la vez

Cambiar de marcha durante un adelantamiento

No mirar la palanca de cambios, para efectuar un


cambio de marcha o una reducción

No mirar el mando del limpiaparabrisas para


conectarlo

Cambiar el alumbrado de carretera a cruce,


sin necesidad de que me avisen de ello

Reducir de marcha al prever frenadas o detenciones

Usar los indicadores, izquierdo y derecho, antes y


después de los cambios de carril

Arrancar en los semáforos, sin que me avisen los


vehículos traseros

No equivocarse al estacionar, con el tamaño


del hueco elegido
No se me cala marcha atrás

Controlar el embrague al estacionar, mientras


90
giro el volante

No rozar los bordillos en las vías estrechas al


efectuar giros

En atascos, no tengo que frenar brusco, tras


arrancar, para no “colisionar” con el vehículo
precedente

Al girar, no me llevo sustos porque veo a


las motos y ciclomotores que circulan en
paralelo a mi vehículo

Percibir las distancias a la que circulan los


vehículos, cuando miro los espejos retrovisores

Éste es un ejemplo de cómo concretar nuestra actuación. Si obtuvo una


puntuación elevada enhorabuena, su problema no es de competencia
técnica.

Si su puntuación es baja, entrene aquellas operaciones en las que la


puntuación obtenida sea inferior a “2”

Ideas sobre el conductor:

Son las que utilizamos como modelo de cómo queremos ser al volante.
¿Agresivos?, ¿tranquilos?, ¿seguros? ¿Quién es su modelo?, si quiere mi
opinión, el conductor adecuado es el que se centra en la tarea de
conducir, con un talante frío y vigilante, sosegado, no confunda el ser
“competente” con ser competitivo, ni la seguridad con la agresividad. Ni
la rapidez con las prisas.

Los conductores deben ser rápidos en la decisión, pero no en la

91
ejecución, los conductores que desarrollan respuestas bruscas, suelen
ser tardos en la observación, les queda poco tiempo para reaccionar y
por ello lo hacen con brusquedad, pero a veces eso se confunde con los
reflejos, uno ve como se mueven y piensa ¡qué rápido! ¡Qué control!

Pero no se deje engañar, un buen conductor es suave en sus


movimientos, y no impresiona porque no llega nunca tarde, el vehículo se
desplaza y apenas se nota la velocidad a la que se mueve, porque las
variaciones son lentas. Moverse mucho en un vehículo denota falta de
planificación o previsión, de una mala conducción, no de rapidez.

La seguridad tiene gran relación con evitar reacciones bruscas sobre


los neumáticos, por ello la conducción tiene que ajustarse a esos
requisitos, aprenda a tratar a la máquina con mimo, aumentará la
seguridad de sus desplazamientos y conseguirá que sus acompañantes
vayan más cómodos y relajados.

Busque una forma adecuada para usted. ¿qué puede haber de malo en no
hacer las cosas exactamente igual que otro?. Recuerde que la
experiencia ofrece solvencia en lo que se hace, pero no en la “bondad”
de lo que se hace, no por efectuar lo mismo mucho tiempo tiene que ser
adecuado. Hemos observado la influencia negativa de personas cercanas
con hábitos de conducción agresiva.

Este tipo de conductores viven el tráfico considerando que “todos” los


demás son malos conductores, que no tienen ni idea. De tal manera, que
su actitud agresiva se manifiesta con acciones bruscas, violentas,
forzando a otros conductores a “respetar” sus maniobras.

Cuando acompañan a conductores inexpertos, van continuamente


descalificándoles y exigiendo un comportamiento similar al suyo.

Expresiones del tipo “Corre más, que así eres un peligro” tan habituales
en estas personas, expresan más su necesidad de no sentirse

92
estorbados que a una realidad objetiva.

No sea usted así, no merece la pena, ellos terminan provocando más


accidentes que los otros conductores. Personas competentes para
circular a 100 kms hora tienen la sensación de ser peligrosos por lo
escuchado a individuos agresivos.

Un conductor con veinte años de experiencia tendrá soltura


¡naturalmente!, pero puede llevar veinte años cometiendo un error; (y
tendrá una gran soltura en su error)

En realidad, vemos el resultado de la experiencia con los ojos del


inexperto y normalmente no tendremos un criterio de evaluación para
juzgar, o comparar lo que otro conductor hace. Por ello, es frecuente,
que muchas personas empiecen a experimentar temor yendo en coche
cuando inician su aprendizaje de conducir, es entonces cuando empiezan
a apreciar la dificultad que encierra la conducción (sobre todo para
ellos) y la proyectan en los otros.

Es frecuente que el miedo a conducir se extienda al hecho de ir en


automóviles conducidos por otras personas, precisamente porque, sin
querer, proyectamos nuestra inseguridad a los otros conductores,
infiriendo que asumen riesgos por el hecho de que uno mismo no se
atrevería. En especial cuando la conducción del otro se considera
agresiva o muy rápida.

Es difícil no sentir este miedo cuando a nosotros nos asusta conducir.


Pero una buena forma de ayudarnos es intentar mandarnos mensajes de
tranquilidad, cuando vamos con otros conductores. También es posible
comunicar al conductor que modifique la velocidad cuando seamos sus
pasajeros.

93
5.3) La influencia del entorno social en la conducción

Las ideas sobre el tráfico, como muchas otras, proceden del medio
social y cultural en el que nos desenvolvemos, especialmente las
difundidas por los medios de comunicación.

En la actualidad, la propaganda publicitaria no favorece el autocontrol


de los conductores. Anuncios que contienen mensajes del tipo “esto es
control”, “visto y no visto, esto es magia”, “no hay distancias”, no
contemplan la responsabilidad personal. La idea que transmiten es que
no importa la actitud del conductor si no la fiabilidad de la máquina.

Es frecuente encontrar en los medios de comunicación afirmaciones del


tipo “la lluvia fue causa de numerosos accidentes”. Sin duda, muchas
personas lo creen así y no aciertan a percibir la irracionalidad de este
comentario.

¿Por qué no se alude a la causa principal; la no adecuación de la


conducción a las condiciones ambientales?. Tal vez la respuesta es
obvia, es más fácil rechazar la posibilidad de ser responsables de un
accidente que aceptarla

Si la naturaleza, las inclemencias del tiempo son las responsables “nada


tiene que ver conmigo”. Es como apostar a la ruleta, si te toca, te toca.

Estas creencias erróneas, impiden que el conductor comprenda que la


conducción es una actividad social y responsable. Aunque la mayoría de
las veces no existe intención de ocasionar un accidente, ello no exime
de la responsabilidad de contribuir a que se produzca.

La Dirección General de Tráfico (D.G.T.), de manera continuada,


invierte un buen dinero en campañas televisivas para mejorar la

94
seguridad vial, con un resultado insatisfactorio. A mi parecer, el escaso
impacto de estos mensajes se debe a que los conductores no se
identifican con las actitudes y comportamientos que las imágenes
ofrecen, ni con las consecuencias.

Por otro lado, las asociaciones de automovilistas advierten del riesgo


que supone asustar a los usuarios con estas campañas informativas. Si
además, culpabilizamos a la administración (central, autonómica o
municipal) por la peligrosidad de nuestras vías, difícilmente se puede
asumir la responsabilidad personal en los accidentes.

El gobierno tiene un compromiso para adecuar el tráfico a las


necesidades sociales, pero si no lo cumple, habrá que adaptarse al tipo
de carreteras e infraestructuras existentes.

Si analizamos con mayor detenimiento estos mensajes, encontraremos


que esconden ideas como las siguientes:

¾ La responsabilidad del tráfico corresponde a la administración y


no al ciudadano.

¾ Los accidentes se producen por circunstancias ajenas al


conductor, especialmente por variables climatológicas.

¾ El tráfico depende de la construcción de mejores carreteras y


vehículos, no del aumento de la responsabilidad y habilidad de los
conductores.

¾ Los vehículos son suficientemente seguros, el conductor solo tiene


que exigirles velocidad y potencia

¾ La eficacia al conducir se asocia con la competitividad y no con la


destreza.

95
No olvidemos que en la cultura actual se valora, sobre todo, la
velocidad. Se confunde la agresión con el control de la situación.

El tráfico actual es incómodo, las vías se saturan y los conductores se


frustran, por no llegar a su destino en el tiempo que habían calculado.
La realidad, sin embargo, impide satisfacer las expectativas que nos
hacemos al querer ir en automóvil. Por eso es necesario conducir de una
manera menos agresiva y más realista.

5.4) Cambia tus pensamientos inadecuados

Si ha recogido sus pensamientos, habrá detectado la presencia de ideas


acerca de su incapacidad o sobre la peligrosidad del tráfico. Si todavía
conduce, habrá experimentado algunos pensamientos intrusivos,
repetitivos e indeseados. Pensamientos que reaparecen cómo imágenes
de situaciones de riesgo, de sustos repentinos, etc.

Combatir este tipo de “rumiaciones”, este darle vueltas al miedo


requiere técnicas de las que hablaremos en el próximo capítulo.

Pero hay una serie de pensamientos más estructurados, ideas


axiomáticas sobre las que elaboramos y mantenemos nuestro miedo. Nos
interesa fijarnos en ellos porque afectan a nuestra propia autoestima.

Para ello recuerde que debemos, cuando aparezcan estos pensamientos


que nos hacen sentirnos mal y dudar de nosotros mismos, cuestionarlos
o comprobarlos preguntándonos acerca de:

9 La verosimilitud de los pensamientos

9 Si son realistas

9 Las conclusiones que se derivan de ellos.

96
Por cultura o “por motu propio”, tendemos a creer más ciertas las
predicciones negativas que las positivas. Las que confirman nuestros
temores son más creíbles que las que son opuestas. Cómo indicamos,
todos buscamos la coherencia interna, si yo tengo un miedo es porque
está justificado que así sea. De esa manera, prestamos más atención a
los acontecimientos a favor que a los acontecimientos en contra.

Además, si lo que yo espero o deseo que ocurra no es realista,


entendiendo por ello que no se ajusta de forma adaptada a mi entorno,
puede que me sienta frustrado con suma facilidad.

Hay una tendencia a considerar que nuestra inseguridad es una


respuesta natural al entorno. El pesimismo es una expresión a que la
felicidad se quiebre, “es preferible no conocer que echar de menos”

Por ejemplo, si piensa que tener un automóvil o conducirlo nos dará


felicidad, independencia personal, hacernos pertenecer a una categoría
distinta de seres humanos (esos que envidiamos porque ellos hacen algo
que nosotros nos creemos incapaces de realizar) o que para ser buen
conductor hay que actuar como un experto, sin experimentar nunca
temor o sustos, siempre con absoluta tranquilidad y control, se va a
sentir frustrado necesariamente. Sus expectativas no se ajustan a la
realidad. Ningún conductor es así, en todo caso se aprende a ser así.
Ese esfuerzo ¿está dispuesto a pasarlo?

No podemos impedir que otros usuarios cometan errores o cometerlos


nosotros mismos. ¿qué podemos hacer? Interpretar las “cosas” de
manera diferente, con otro estilo de pensamiento, menos negativo y
más flexible, retirar expectativas y estar expectante a lo que ocurra.

Puede ser importante saber el cómo y el cuando empezó su problema, es


decir, porqué comenzó a ver el tráfico cómo una amenaza que le asusta
y que cambió en su vida para que se produjera esa modificación en la
manera de verlo. Si siempre tuvo miedo y no lo superó ¿porqué fue así?

97
Si ha comprendido la relación existente entre nuestras emociones y
nuestros pensamientos está en camino de cambiar su forma de sentir.

Ejemplo de debate racional de pensamientos

A continuación, le presento una serie de pensamientos habituales en las


personas que sufren amaxofobia, alguna de ellas puede que usted las
piense también o las haya experimentado mientras conducía. Observe
cómo en cada uno de ellos, estamos evaluando la verosimilitud, el
ajuste a la realidad y las conclusiones que se derivan.

“SOY UN INÚTIL, NO PUEDO”

Fíjese en la expresión “soy”, estamos admitiendo una generalización, de


la falta de habilidad para la conducción, hacemos una afirmación global
sobre nosotros mismos.

Hágase la siguiente pregunta ¿existe alguien a quién conozca que sea un


inútil en todo? Observe que trampas nos descubre el lenguaje (y este no
miente) seguramente quería decirlo solo de la conducción, pero en el
fondo nos creemos esa afirmación global.

Si lo piensa, no hay nadie capaz de tamaña hazaña. Generalizar es una


de las formas de pensamiento que debe modificar si comete este
“error” cognitivo. Las cosas no son tan simples como para ser abarcadas
con expresiones generales del tipo “nunca”, “siempre” etc.

Para comprobarlo nada mejor que revise los cuestionarios que ha


efectuado “Situaciones de Tráfico que nos asustan” y “Competencia
cómo conductor” ¿Todos los ítems son negativos? En alguna faceta
serán más positivos que en otros.

98
No es lo mismo identificar que áreas de nuestra competencia deben
mejorar que concluir por ello que somos inútiles. Lo que habrá que hacer
es reconocer lo que no se “controla” bien para mejorarlo.

Acote los problemas, como si quitara las capas de una cebolla.


Identifique lo que hace correctamente de lo que debe mejorar centre
su esfuerzo por aprender. Si es necesario recurra a un profesional
(profesor de autoescuela) Solo con sentirse más competente mejorará
el problema. Si no, busque la manera, en lugares tranquilos, para
mejorar sus condiciones técnicas. No espere aprender sin esfuerzo, que
no es lo mismo que hacerlo ansioso.

Por otra parte, somos mucho más que simples conductores, nuestra vida
personal es más amplia y si en otras actividades somos competentes
¿qué nos impide serlo en esta otra con un buen entrenamiento?

Cuando se presente en el tráfico la dificultad entrenada dígase a sí


mismo:

“Esto lo se hacer, lo acabo de practicar, solo tengo que


concentrarme y recordarlo” y atento “la próxima vez lo haré mejor”
La práctica siempre mejora nuestro rendimiento

“SIEMPRE ME PITAN LOS DEMÁS”

¿Qué significa esta afirmación? Si la observa con detenimiento, esta


expresión resume perfectamente el cómo, una persona asustada,
interpreta la experiencia de tráfico.

¿Qué piensa cuando se impaciéntale conductor del vehículo que le sigue?


Si le ocurre intente, en ese mismo instante fijarse en usted e intentar
retener la idea que cruza por su cabeza. Nuestra experiencia con
personas aquejadas de este problema nos lleva a sugerir unas cuantas.

99
9 ¿Qué he hecho ahora? (En ocasiones, basta oír un claxon para
que atribuyamos a nosotros el motivo del pitido)

9 Estará pensando de mí que soy...

9 No podré, se va a calar

9 Viene por mí...

9 ¡Ya voy, ya voy!

9 ¿Ahora que hago?

En muchas afirmaciones de este estilo, encerramos el miedo a la crítica,


a no dar la talla, es más proyectamos en los demás ideas que tenemos
sobre nosotros mismos. Interpretamos el pensamiento ajeno, cómo si
conociéramos al otro. Observe bien la realidad, le sugiero un sencillo
experimento que le ayudará a verificar de si ese “siempre” es o no
auténtico.

Salga a la calle, dé un paseo, por ejemplo de diez minutos, por su barrio.


Cuente, (y anótelo en un papel), el número de veces que oye sonar el
claxon de algún vehículo.

Ahora circule con su automóvil ese mismo tiempo y por las mismas
calles, anote el número de veces que el vehículo que circula detrás de
usted le “pita”.

Habrá comprobado que no suena mucho más el claxon cuando usted


circula, que cuando lo hace cómo peatón. Pero el impacto que nos genera
“ser pitados” es mucho mayor ¿porqué? La respuesta hay que buscarla
de nuevo, en el modo de interpretarlo.

100
Los conductores más experimentados lo toman como una “ofensa”,
molesta igualmente, pero nuestra estima sufre menos. El tráfico es
incómodo en muchas ocasiones, provoca impaciencia, nervios y una forma
de “descarga” es la de usar el claxon. No es necesario que exista un
motivo.

La segunda prueba objetiva con relación a este pensamiento tiene la


finalidad de saber si “todos” me pitan.

Circule unos veinte minutos en unas condiciones de tráfico sencillas,


llévese a un ayudante, la misión de su acompañante será anotar el
número de distintos vehículos que han circulado detrás de usted y
cuantos de ellos han pitado, es fundamental que se indique el porqué han
usado el claxon. (Por ejemplo, “el semáforo se puso verde y cómo
tardaste en arrancar el de atrás te pitó”)

Pueden utilizar un ”modelo de registro” como el siguiente

Tipo de vehículo ¿Uso del claxon? Motivo

Obtenemos la relación entre los que han ido detrás sin pitar y los que lo
han hecho. Eche una mirada a las cifras.... Si lo hizo, en una situación de
tráfico relativamente cómoda, habrá comprobado que no fueron tantos.

Intente calcular el % de los vehículos que le pitaron según la siguiente


fórmula:

101
Nº vehículos que pitaron x 100
Nº vehículos totales

Además, ha obtenido una descripción de las situaciones que han


impacientado a los demás. Esta sencilla observación nos está
“marcando” posibles áreas de mejora. Los demás nos pueden “servir”
como testigos de aquellos momentos que aún no resolvemos bien,
¡tiempo al tiempo!

Use esta información para planificar una sesión de entrenamiento de


situaciones habituales y practique en situaciones de bajo riesgo.

Si repite esta experiencia con regularidad notará cómo el número de


personas a las que ha “incordiado” se estabiliza en un % determinado. El
número de “irreductibles” de la violencia se manifiesta en cualquier
actividad, incluida el tráfico. No es bueno ser de esa “banda”.

“ME SIENTO INFERIOR POR NO CONDCIR”

¿Piensa eso cada vez que no ha conseguido un objetivo? ¿le ayuda a


resolver el problema pensar de este modo? ¿piensa que los conductores
expertos se sienten superiores al resto del mundo?

Según este pensamiento la respuesta sería afirmativa. Pero no es


cierto. La conducción es un acto habitual para un experto, tan poco
significativo cómo el ducharse a diario o ir al trabajo. La actividad es
rutinaria, no se le da más valor del que tiene, Porque no es un referente
en relación a la calidad personal. Es cierto que hay una minoría que
piensa de ese modo, que se sienten únicos porque van asustando a los
demás, pero cómo dijo un sabio; “La violencia es el último recurso del
incompetente”.

Se siente inferior porque cree, en ese momento que es inferior


(razonamiento emocional) pero sentir así no garantiza que lo sea. La
102
conducta de conducir la efectúan personas de muy diversas
capacidades. (No crea todo lo que sienta. Recuerde que percibimos
“selectivamente”)

Esta es otra forma de “distorsionar” la realidad. Pretender ser un buen


conductor es un buen objetivo. Pero vencer el miedo no es una franja
que divida a los seres superiores de los inferiores. Es un “error” creer
que los “valientes” no tienen miedo ¿claro que lo tienen! Pero aprenden
a controlarlo, igual que llegará usted a dominar sus reacciones. Una cosa
es tener miedo y otra es asustarse cuando hay motivo para ello.

Creer que si no conduzco “cómo todos” nos convierte en personas


inferiores y débiles es un pensamiento irracional que perturba su
bienestar y socava su autoestima.

No se sienta inferior. ¿No sabe que Einsten siempre tuvo chofer?

“NUNCA PODRÉ IR TAN RÁPIDO COMO VAN LOS OTROS”

¿Tiene necesidad de ello? Cómo siempre, lo importante no es cómo


circulan los otros de rápido, sino encontrar una velocidad en la que, sin
generar riesgo, podamos desplazarnos de un lugar a otro.

Cuando se siente miedo a la velocidad, estamos proyectando nuestra


inseguridad en los demás conductores, no confiar en los otros nos lleva
a verlos cómo enemigos, cómo personas irracionales que nos acosan y
perturban.

Considere el tiempo que “ellos” llevan conduciendo y el que lleva usted.


De se cuenta, la comparación no es razonable. Si su caso es la pérdida
progresiva de velocidad, poco a poco volverá a recuperarla. Pero tendrá
que aguantar, durante un tiempo, la impaciencia ajena, es algo a lo que
todos los conductores hemos sobrevivido. ¿O es otro el problema?
¿Pensamos que los demás no controlarán su vehículo?

103
Si la cuestión es que no se atreve a ir tan..., a lo mejor es prudente
que no lo haga si experimenta alguno de los siguientes pensamientos:

9 No se siente seguro

9 No confía si tuviera que frenar deprisa

9 Le da miedo no controlar la dirección

La velocidad no es tan importante en valor absoluto cómo el que seamos


capaces de mantenerla con cierta constancia, sin grandes altibajos.

De otra parte ¿ha pensado lo difícil que es saber si realmente está


capacitado si no lo hace? “Cómo soy incapaz no lo hago...”, sustitúyalo
por: “Cómo no lo hago, no “puedo” saber si soy capaz...”. Se puede
argumentar “Vale ¿Y si descubro que no lo soy y sufro un accidente...?”

La respuesta no es una invitación a la irresponsabilidad. La respuesta es


intentar mantener una velocidad constante a la que nos sintamos
seguros para, poco a poco, ir incrementando (de 10 en 10 kms/h) la
velocidad y no pasar a una superior hasta haber sido capaces de
disminuir la ansiedad en cada estadío. Si lo piensa no es tanto la
velocidad lo que nos asusta cómo el no ser capaces de controlar el
vehículo. Además, con frecuencia, los “clientes” manifiestan un miedo
más soterrado y más preocupante: ¿Y si me da un ataque de ansiedad
yendo deprisa y no puedo controlar el vehículo? He ahí otra razón
para pensar en ella.

Lógicamente, nadie se expone a esa posibilidad, pero atento, está


desplazando el problema a uno de los extremos ¿qué garantía tiene de
que eso va a ocurrir? Su respuesta será: “Ya me ha pasado”

Otra vez tomamos de un hecho puntual una generalización extrema, ni


tiene porque volver a ocurrir y ni en el caso de que ocurra su pérdida de

104
control será tan grande como para no controlar el vehículo (si no
hubiera sido así, no estaría leyendo esta guía)

Si acepta la experiencia que le propongo, la de probarse así mismo a


velocidad moderada para luego ir incrementándola, el problema se
plantea en términos de “¿Seré capaz de conducir a 70 kms/h si
experimentar ansiedad? No se ponga cómo meta inicial los 120, primero
pruebe a 80, 90, 100, 120). No se autoengaño con una meta tan
descabellada que le sirva de excusa para tener razón y no intentarlo.

Anote sus progresos en el siguiente registro:

Velocidad Tiempo Ansiedad

El tiempo que ha de conseguir oscila entre 40 a 60 minutos.

El grado de ansiedad se mide de 0 a 10, ha de conseguir un nivel menor


de 3 para aumentar la velocidad.

Repita tantas veces cómo necesite los itinerarios hasta que sienta la
reducción de la ansiedad. Hágase acompañar para ir más sosegado.

La velocidad no es lo más importante al principio, todos hemos sido


lentos al comenzar a circular. Su velocidad aumentará hasta en nivel
razonable en función de la práctica.

105
Tampoco es necesario imitar a “los más rápidos del condado”, sitúe la
velocidad en el término medio, y tenga en cuenta su capacidad; cuando
aumente una la otra lo hará también.

Con el paso del tiempo irá adquiriendo confianza y dejará de


preocuparse por lo que los demás piensen de usted.

“NO ME ATREVO A IR SOLO”

¿Por qué no se atreve? ¿Piensa que no cuenta con la destreza


necesaria? Si así fuera, en este momento sería una actitud adecuada.
Aprenda a manejar su automóvil y verá como ese temor disminuye.

Otra causa habitual, del temor a ir solo en el automóvil, es el


desconocimiento del itinerario. En esta ocasión, la mejor alternativa es
hacerse acompañar hasta conocer el recorrido. Después, si es posible,
efectúe el mismo trayecto siguiendo a otro conductor que le guíe.
Luego, atrévase a realizarlo solo, eso si, en un día y a una hora de poco
tráfico.

Hemos recopilado informes de nuestros clientes los cuales, con la mejor


voluntad, se iniciaron en el tráfico en las peores condiciones, siguiendo
algún consejo del tipo “lo que necesitas es echarle valor...”, la
experiencia, en general, fue calamitosa

Aproveche cuando vaya de pasajero con otros conductores, para fijarse


y aprender las vías de su ciudad.

Imagínese el peor escenario posible: se ha perdido y cree que al


vehículo “le pasa algo”. Use la tecnología, deténgase en condiciones de
seguridad y use el móvil, comunique con algún servicio de ayuda en
carretera. No olvide, que hoy en día, disponemos de muchos recursos
para esas situaciones.

106
La necesidad de compañía, en ocasiones se apoya en una idea poco real
sobre la ayuda que el acompañante puede prestarnos, es más una
cuestión de que la compañía nos distrae de nuestro miedo y el llevar una
persona al lado nos permite eliminar tensión hablando. Pero en realidad
el control del automóvil sigue dependiendo de quien lleva los mandos.

También la compañía tiene la ventaja de motivarnos positivamente.


Aunque cómo hemos indicado, algunas compañías pueden mermar
nuestra auto estima, cuando usan cómo forma de “alentar” al otro la
descalificación o el reproche continuo

El ejercicio que, a continuación, le sugiero, le ayudará a reducir su


miedo a “ir solo”.

ƒ Un domingo, a primera hora, que hay poco tráfico, quede con un


amigo a desayunar.

ƒ Escoja un lugar conocido, que esté situado a diez-quince minutos


en automóvil. Cuanto más claro tenga el itinerario se sentirá más
tranquilo. (Si lo necesita, practique acompañada el recorrido antes
de hacerlo sola)

ƒ Cuando llegue regálese unos “churros” por haberlo logrado, aunque


se sienta alterado no se preocupe, disfrute el momento, la
próxima vez, lo pasará menos mal.

ƒ Procure que su “cómplice” sepa conducir, si después del desayuno


no le apetece, no se preocupe, que conduzca él. Vuelva a repetirlo
tantas veces cómo sea necesario hasta que no experimente
ansiedad.

ƒ Luego selecciones otros itinerarios de interés y proceda de


manera similar

107
ƒ Selecciones experiencias fáciles y positivas y aumentará su
autoconfianza.

“¿Y SI PROVOCO UN ACCIDENTE?”

El hecho de pensar o imaginar la posibilidad de un accidente no implica


que vaya a producirse. ¡No sea catastrofista! ¿Cuántas veces ha
pensado que le tocaría la lotería y no ha ocurrido? Sin darnos cuenta,
solemos dar más credibilidad a estas “predicciones” negativas que a las
positivas. Es cómo el refrán de “piensa mal y acertarás”. Se acierta,
naturalmente, a veces, pero ignoramos la cantidad de errores que
cometemos. Lo que creemos o deseamos, para bien o para mal, no se
produce necesariamente.

Todos asumimos un riesgo al conducir, pero también en otras


actividades de nuestra vida. Los accidentes de tráfico no ocurren
“porque si”, en la mayoría de las ocasiones, dependen de la actitud del
conductor y de más factores de los que en ocasiones consideramos.

Saber que existe el riesgo nos permite adoptar un comportamiento


adecuado. Recuerde que el miedo puede ser su aliado. Sin ánimo de
“sermonear”, cuantas veces los adultos aceptamos cierto nivel de
peligro, en nuestra vida cotidiana, sin renunciar por ello a vivir.

Conducir ofrece la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida. El


balance entre beneficios y riesgo es lo que hace que el automóvil siga
siendo el medio de transporte más usado.

Lo que nos permite actuar es que “a pesar del riesgo”, podemos


controlar la situación. El pánico empieza cuando creemos perder el
control.

Siempre se plantea, al llegar a este punto un argumento que parece


difícil de responder. De acuerdo con la estadística, en la mayoría de la

108
producción de accidentes, la actitud del conductor es muy determinante
en la producción de un accidente, pero estos accidentes implican a otros
conductores que circulaban con una actitud adecuada por la vía y que se
vieron accidentados por otros conductores sin tener ninguna “culpa”.

No podemos negar la realidad, pero si bien ese riesgo existe, imagínese


un camión sin frenos, un vehículo que invade el sentido contrario, un
conductor que se duerme, etc. Ahora bien, este tipo de accidentes,
pese a su espectacularidad y a que son los más difundidos por los
medios de comunicación, representan un porcentaje muy bajo en los
accidentes.

Estadísticamente, la posibilidad de que sea nuestro coche el que esté


allí, en el momento adecuado para recibir el impacto es de 1 a 20
millones. Es más probable que le toque la lotería (1 a 60.000). ¿Y si me
toca? Pues que se le va hacer, tiene más probabilidad de sufrir un
accidente casero y no por ello ha dejado de ducharse.

Todos tenemos una responsabilidad; no crear las condiciones para que el


accidente se produzca.

“LO PASO MUY MAL, NO ME COMPENSA”

Tal vez habría que preguntarse: ¿es tan atroz?, ¿es realmente
insuperable? ¿De verdad le parece tan insoportable, tan horrorosa la
experiencia?

Si no encuentra una buena razón, tal vez no esté dispuesto a pasarlo


mal. ¿es este su caso?, ¿no encuentra un buen motivo para enfrentarse
a su miedo? El temor, si existe el deseo y la firmeza de superarlo,
puede controlarse a través de una exposición programada y acorde a
cada persona. Pero requiere una buena “motivación”

109
Haga una lista con los objetivos que desea conseguir con el vehículo.
Sea concreto y específico, por ejemplo “para ir a...”, “para llevar a... “,
por ahorrarme tiempo al ir hasta...” Después, describa los
inconvenientes cotidianos de no poder desplazarse en automóvil. De
nuevo, procure ser preciso. Por último describa lo que le impide, para
cada objetivo usar su automóvil, por ejemplo, debo atravesar una plaza
y me asusta, tendré que circular por la autopista, etc. Intente ser
descriptivo, se trata de saber si merece o no merece la pena.

OBJETIVOS QUE INCONVENIENTES DE QUE ME IMPIDE


QUIERO CONSEGUIR NO USAR EL AUTOMÓVIL USAR EL AUTOMOVIL

De nuevo disponemos de una forma de saber que es lo que nos frena.

Compare ambas listas y decida que prefiere... Pero antes, recuerde


como superó el miedo en otras actividades de su vida, en las que pudo
sentir miedo. A medida que nuestra sensación de competencia mejora
gradualmente, el temor al tráfico va desapareciendo poco a poco.

Conociendo el origen de nuestro temor, cambiando nuestra actitud,


mejorando nuestros recursos y analizando nuestros errores
conseguiremos corregir aquello que no hacemos bien todavía.

110
5.5 registro de situaciones conflictivas:

Por último le recomiendo que observe las situaciones que le provocan


una sensación “crítica” al volante. Si su destreza técnica es
insuficiente, empiece por reeducar sus hábitos de conducción con
profesionales adecuados. Asuma la imposibilidad de hacerlo todo bien,
¡Admítalo! Cualquiera que empieza una nueva actividad comete errores.

Si lo que le ocurre es que va dejando de realizar actividades con el


vehículo que, anteriormente, no ofrecían dificultad recuerde que si ha
sido capaz, también ahora, podrá efectuarlo

Con la observación y control de situaciones críticas se pretende que, en


vez de “flagelarse” el ánimo por su “incompetencia”, actúe para
modificar las cosas. La mejor manera es descomponer el problema en
datos verificables y que se refieran a lo que ha ocurrido.

Cuando circulando se asuste, recuerde el suceso y analice los motivos.


Use para ello el siguiente modelo de registro, es una sucesión de
preguntas que nos ayudará a delimitar el problema de tráfico o el miedo
que experimentó en ese momento.

MODELO DE REGISTRO DE SITUACIONES CONFLICTIVAS:

Para este ejercicio, le proporciono un ejemplo de cómo debe rellenarlo,


utilice un registro para cada situación, recuerde que lo importante es
transformar el temor en sus componentes, tanto emocionales, cómo
pensamientos y acciones.

¿Dónde?-- Lugar, ¿era una calle, carretera, un cruce urbano, una


incorporación...?

¿Cuándo?-- Día y hora

111
¿Cómo fue la intensidad de su miedo?-- Puntúe de 1 a 10

Antes del hecho -- Me sentía bien, iba ya nervioso. ¿Qué paso


exactamente?-- Sea descriptivo

¿Cuándo empezó a sentir miedo?-- Situelo dentro de la descripción


anterior

¿Qué hizo para resolver la situación? -- Que pensó, que decisión


tomo, como actuó con los mandos del vehículo, que sintió.

¿Si considera que se equivoco, qué salió mal? –

ƒ Error de observación- Señales, tráfico, espejos


ƒ Error de señalización- Uso de indicadores, luces
ƒ Error de ejecución- Pedales, volante, cambio...

¿Qué sentimientos le produjo?--Sea detallista, sintió inutilidad, se


descalificó por pensar que se había equivocado, tristeza o pena por no
hacerlo mejor, enfado o rabia ante el error, etc.

¿Qué pensamientos tuve? – Intente atrapar las ideas “irracionales”


que se activen, “soy un inútil”, “un día pasa algo...”

¿Qué debería haber hecho? -- Este es el punto más importante, si ha


desmenuzado la situación, si ha situado el error en el acontecimiento
podrá pensar que podía haber hecho, “observar...”, “pensar que...”,
“actuar sobre... para...”

¿Qué podría pensar? -- Reconozca su error, positivice el incidente


cómo experiencia de aprendizaje, dígase, por ejemplo; “Si hubiera
mirado...” “la próxima vez no se me olvida...”, podría haber sido...”

112
Modelo De Registro De Situaciones De Tráfico:

¿Dónde?—

¿Cuándo?--

¿Cómo fue la intensidad de su miedo?—

Antes del hecho –

¿Cuándo empezó a sentir miedo?—

¿Qué hizo para resolver la situación? –

¿Si considera que se equivoco, qué salió mal? –

ƒ Error de observación-
o Señales, tráfico, espejos
ƒ Error de señalización-
o Uso de indicadores, luces claxon
ƒ Error de ejecución-
o Pedales, volante, cambio, otros mandos.

¿Qué sentimientos le produjo?

¿Qué pensamientos tuve?

113
¿Qué debería haber hecho?

¿Qué podría pensar?

Construya el siguiente pensamiento

Cuando iba hacia..., me pasó ..., yo hice... y ocurrió..., hubiera sido mejor
si hubiese actuado..., la próxima vez tendré cuidado con... y haré...,
quiero seguir intentándolo.

Utilice este mismo guión para identificar sus acciones positivas, seguro
que también ha resuelto en ese mismo recorrido algunas situaciones que
a usted le resultan difíciles.

Tan importantes como los errores son los aciertos, (lo que hace bien y
lo que hace mal). La circulación es una sucesión de momentos que el
conductor resuelve, a veces el balance entre aciertos y errores no es
tan malo como parece.

El uso de este modelo de registro le permitirá confirmar que:

¾ Hay situaciones que se repiten, por tanto el tráfico es más


previsible de lo que, a veces, imaginamos,

¾ Además detectará sus momentos conflictivos.

¾ Incorpore las técnicas para modificar el pensamiento

Estos datos le permitirán decidir sus itinerarios en función de su propio


progreso. En cualquier caso, recuerde, no se lo ponga difícil al principio.

5.6) Las distorsiones cognitivas:

Por último queda una pregunta por resolver ¿porqué algunas personas

114
desarrollan este tipo de problemas, asociados a estas ideas y otras no?
¿por qué personas que no tenían este problema lo acaban desarrollando?

Las ideas automáticas se desarrollan por la manera de interpretar los


acontecimientos de la realidad y de nuestras posibilidades para
afrontarlos. Hemos aprendido los valores y los modelos sociales que
imitamos, respetamos o nos gustaría lograr, en contacto con nuestra
familia, amigos y compañeros de trabajo.

Pero este conjunto de pensamientos, que nadie discute y que aceptamos


cómo “verdades”, se manifiestan en determinadas maneras de
interpretar la realidad. Supongamos una persona que desde pequeño ha
sentido que no “valía” nada, que su importancia cómo persona era
pequeña y por tanto no suele opinar en público porque considera que no
tiene nada interesante que decir.

La manera en que nos vemos a nosotros mismos en relación con los


demás y con nuestra propia capacidad, determina que interpretemos la
realidad a través de unos filtros mentales que seleccionan los
acontecimientos para que seamos conscientes de aquellos que confirman
nuestras “ideas centrales”.

A estos razonamientos, a estas formas peculiares de “ver” la realidad,


que no es otra cosa que la manifestación de nuestras ideas más intimas,
las denominamos cómo distorsiones cognitivas.

Han sido estudiadas por muchos investigadores y se ha podido


demostrar la relación existente entre los distintos estados de ánimo y
el tipo de distorsiones que utilizan las personas.

Estas distorsiones se instalan cómo hábitos de pensamiento, a veces las


denominamos cómo “prejuicios”, “tópìcos”, “refranes” etc. Para quién las
incorpora a su pensamiento funcionan cómo realidades que no se

115
cuestiona, a modo de “principios morales” juzgan los acontecimientos y
sus conclusiones se dan por válidas, normalmente sin constatación
previa.

Los investigadores han demostrado su importancia en los estados de


ánimo, en la depresión y en la ansiedad. Por ello, descubrir en nosotros
estas deformaciones del razonamiento, averiguar si nuestras ideas se
asientan en ellas, nos puede ayudar al control del miedo, que no deja de
ser una forma extrema de la ansiedad.

Las distorsiones que más frecuentemente aparecen en los trastornos


de ansiedad son:

9 Filtraje: Tomar detalles negativos, se magnifican y no se


consideran aspectos, positivos.

9 Pensamiento polarizado: No existe término medio, las cosas


blancas o negras.

9 Sobregeneralización: Extraer conclusiones generales de un solo


incidente. Si algo ocurre en una ocasión, sucederá siempre.

9 Interpretación de pensamiento: Saber que piensan y sienten los


demás, sin preguntarlo o comprobarlo.

9 Visión catastrofista: Esperar que algo salga mal al inicio del


problema, anticipando el peor resultado.

9 Personalización: Compararse con los demás. Lo que la gente hace o


dice es contra ella o por ella.

116
9 Falacia de control: Pensar que hay que ser capaz de controlar
todos los acontecimientos para poder estar tranquilo, el cambio no
depende de las circunstancias y se puede mantener las cosas como
están

9 Culpabilidad: Los demás son los culpables de su sufrimiento, o se


siente culpable de todos los problemas ajenos.

9 Razonamiento emocional: Creer que lo que se siente tendría que


ser verdadero. Si me siento estúpido, es que soy estúpido

9 La falacia del cambio: La persona espera que los demás cambien


en la dirección por ella deseada.

9 Las etiquetas globales: Es una forma extrema de generalización,


en lugar de describir su error, la persona se adjudica un juicio
global negativo.

9 Tener razón: Continuamente probar que sus acciones y opiniones


son correctas. Es imposible equivocarse.

La relación entre pensamientos inadecuados y las distorsiones consiste


en que, aunque podamos cuestionar un pensamiento, especialmente si es
repetitivo, es decir “obsesivo”, presentándose con frecuencia, no dude
en seguir las técnicas mencionadas. Pero si quiere profundizar más e
intentar corregir los algoritmos que utiliza piense que las distorsiones
se convierten en causa última de su forma de pensar.

A continuación proponemos ejemplos de ellas experimentadas por


personas con “amaxofobia”

Ejemplo de filtraje: Algunas personas tienen miedo a elementos


determinados de las vías, o bien esos elementos se configuran cómo los
más significativos. Por ejemplo, un caso extremo es que después de 10

117
años conduciendo con normalidad un solo susto haya sido capaz de
anular toda la experiencia anterior.

Ejemplo de polarización: La persona siente su experiencia al volante de


la siguiente manera, cualquier malestar por pequeño que sea significa
que la experiencia es negativa, pues para considerarse positiva no
tendría que haber ningún incidente

Ejemplo de sobregeneralización: Cómo una vez sufrí un accidente, este


siempre se puede repetir, se usan términos absolutos, “nadie” “nunca”,
“siempre” “todos,” “ninguno”.

Ejemplo de Interpretación de pensamiento: Ponernos a pensar que


irán deduciendo los demás sobre nosotros, es decir, vemos a otros
conductores detrás de nosotros y empezamos a generar afirmaciones
del tipo , pensará que soy un petardo, estará nervioso por lo lento que
circulo, querrá adelantarme, dentro de poco empezará a pitarme, me
agredirá, etc, es decir además de creer que el otro va pensando en
nosotros, es frecuente que además proyectemos lo que nosotros
pensaríamos en su cabeza, esto puede hacer que nos equivoquemos con
frecuencia, ya que opinamos de alguien que ni siquiera conocemos y
además atribuimos sus reacciones a causas que en el fondo
desconocemos.

Ejemplo de Visión catastrofista: Cuantas veces cualquier pequeño


incidente se transforma en una predicción de catástrofe y muerte.

Ejemplo de Personalización: Un conductor con miedo suele compararse


a las personas que conducen y además sus conclusiones suelen ser
negativas para uno mismo, es decir, la comparación nos sirve para
devaluar nuestra propia imagen, creándose por tanto más inseguridad y
más propensión al miedo al sentirnos más inseguros. Es frecuente
también el creer que las cosas suceden para uno mismo, se oye un pitido

118
y es por nosotros, se cierra un semáforo y alguien piensa que todos le
tocan a él, se cruza un peatón y ha sido para fastidiarle.

Ejemplo de Falacia de control: Creer que podemos controlar los


acontecimientos y que cuando no lo hacemos estamos perdidos, por eso
el tráfico asusta, porque no es controlable al cien por cien. Bueno,
pensar que podemos controlar los acontecimientos y que si no lo
hacemos no podemos estar tranquilos es un error, puesto que los
acontecimientos dependen en muchas situaciones de otras personas que
reaccionan y actúan en función de sus propios intereses y no de los
nuestros, por ello, debemos conformarnos con ser capaces de controlar,
en la medida de lo posible las consecuencias de los hechos que ocurren,
queramos o no, sin nuestro control. Solo la seguridad se alcanza cuando
uno se siente capaz de resolver las circunstancias que originan los
cambios de nuestro ambiente, pero no los cambios.

Otra consecuencia de esta falacia de control es pensar que debemos


ser responsables de todo lo que sucede, en este caso el fracaso en la
tranquilidad es evidente, seamos responsables de nuestros actos pero
no de los de otros.

Ejemplo de Falacia de Justicia: Aplicar las normas del derecho, es


muy frecuente oír a los conductores ¿y ese que hace? ¿te has dado
cuenta? Esperar que los demás se comporten siempre correctamente
con arreglo a las normas y no entender que las personas se mueven en
función de sus intereses más que por normas rígidas, previsibles y
estáticas. Es un deseo de que no existan las incertidumbres porque
todo es previsible si se aplican las normas.

Ejemplo de Razonamiento emocional: Un conductor con miedo pensará


que su miedo es real y que sus emociones son la realidad. No es posible
que eso sea cierto, las emociones dependen de nuestros pensamientos y
la realidad no. Que yo me sienta inútil, recuerde, no quiere decir que lo
sea.

119
En el siguiente ejercicio, intente identificar que distorsión se
encuentra en el origen de los siguientes pensamientos. Para facilitar el
trabajo utilizaremos los mismos que en el apartado anterior.

PENSAMIENTO TIPO DE DISTORSIÓN

LO PASO MUY MAL, NO ME


COMPENSA:

¿Y SI PROVOCO UN ACCIDENTE?

NO ME ATREVO A IR SOLO:

NUNCA PODRÉ IR TAN RÁPIDO

COMO VAN LOS OTROS

ME SIENTO INFERIOR POR


NO CONDCIR

“SIEMPRE ME PITAN LOS DEMÁS

SOY UN INÚTIL, NO PUEDO

120
Si es capaz de identificar las distorsiones en estos pensamientos
pruebe a efectuar la identificación en los suyos, en los que se le vienen
a la cabeza cuando se plantea el conducir o cuando lo consigue, o cuando
no lo logra.

En el próximo capítulo veremos la manera de ajustar estas distorsiones


y adquirir un estilo de pensamiento más positivo y eficaz para nuestros
propósitos.

121
6.) EL CONTROL DEL MIEDO:

Hemos centrado el problema, usted tiene miedo porque sus


pensamientos sobre el tráfico y su capacidad para controlar el vehículo
concluyen en que no está capacitado para la conducción porque:

¾ Piensa que en cualquier momento se le puede repetir un ataque de


ansiedad/pánico y por tanto sufrir un descontrol total.

¾ Le asusta que no sea capaz de poder controlarlo todo

¾ Piensa que los demás, en cualquier momento, pueden descontrolar


y usted verse envuelto en un accidente, sin poder hacer nada.

¾ No se siente capaz de hacer las cosas correctamente y le asusta


la velocidad y la “rapidez” que piensa exige el tráfico.

¾ Ha tenido un accidente y el recuerdo de que vuelva a repetirse


le impide pensar en otra cosa mientras conduce.

Puede que halla otros pensamientos más, pero en general todos estos
están en la base del miedo a conducir. No olvide que en muchas
ocasiones, el miedo a conducir es un síntoma, una manifestación, entre
otras, de problemas de ansiedad más graves y que si no son atajados a
tiempo, pueden generalizarse y acabar siendo un problema en su vida.

Recuerde que tener miedo es algo natural, que su respuesta es


adecuada, en la medida en que usted juzga el tráfico y la conducción
cómo una situación de alto riesgo, donde no se puede ir tranquilo, sino
que requiere una tensión nerviosa que usted no se siente capaz de
soportar.

El miedo no atiende a razones, se instala cómo una respuesta

122
condicionada que se ve aliviado exclusivamente cuando cedemos
huyendo y poniéndonos a resguardo. Por tanto, la manera de atajar
nuestro miedo, debe atender a mejorar los siguientes aspectos:

¾ Controlar la respuesta de huida, normalmente manifestada por


una necesidad imperiosa de parar el vehículo.

¾ Parar los pensamientos de angustia y miedo que se manifiestan


durante la conducción, tenga en cuenta que hay lugares y
circunstancias de la vía que agravan los síntomas de ansiedad,
actuando cómo señales que sirven de disparo al miedo y la
respuesta de huida

¾ Reorientar la atención hacia la tarea. Los pensamientos


ansiógenos copan nuestra atención durante las crisis de miedo, eso
nos impide pensar con la debida concentración y claridad en la
tarea que debemos resolver, es decir, pensamos más en nuestras
sensaciones y miedos que en lo que tenemos que hacer. Por ello,
habrá que ser capaces de centrarnos en la tarea.

¾ Disponer de respuestas que nos favorezcan la sensación de


control y no la de descontrol que nos lleva a la huida.

¾ Mejorar nuestra capacidad de conducción. Dado que el miedo


nos impide circular en determinadas circunstancias, generalmente
vías en las que se circule deprisa, sean espacios abiertos, donde no
es posible la huida (autopistas, autorías, grandes avenidas, etc)
perdemos capacidad y habilidad, por falta de uso de nuestros
conocimientos, recuerde siempre que la conducción, cómo
cualquier otra habilidad psicomotora requiere de la práctica y que
una conducción típicamente urbana no es igual que una conducción
por carretera.

123
¾ Cambiar las distorsiones que aplicamos al tráfico y a nosotros
mismos.

¾ Mejorar nuestra autoestima y nuestra autoconfianza.

¾ Aprender a controlar los pensamientos anticipatorios,


normalmente ansiógenos siendo capaces de aprender a relajarnos
y descender nuestro nivel de ansiedad en general.

¾ Si estamos estresados, reducir nuestros estímulos estresores y


cambiar , en la medida de lo posible nuestro estilo de vida,
buscando una forma mas tranquila y gratificante de forma que nos
sintamos más a gusto y confiados en nosotros mismos.

¾ Practicar la conducción para mejorar y afrontar nuestro estilo de


conductores.

6.1 Autoinstrucciones:

La primera de las estrategias que vamos a tratar son las


Autoinstrucciones. Son mensajes verbales, dirigidos a uno mismo, con el
objetivo de recuperar y fomentar el control consciente de nuestros
actos. Es decir, “guiones”, que nos acostumbran a resolver los
problemas, en el sentido de dirigir nuestra atención al mismo,
estableciendo pautas de actuación en esos momentos

Las autoinstrucciones servirán para fijar la atención en la tarea y como


“claves” en la toma de decisiones. Para aquellas personas que necesiten
reaprender las operaciones básicas del vehículo, son también la
herramienta más eficaz para automatizar las secuencias de
movimientos más comunes con los mandos del automóvil.

En función de los objetivos y dificultades a superar, utilizaremos


autoinstrucciones para tres fines distintos:

124
9 Ofrecer apoyo y motivación

9 Seguir procedimientos

9 Ejecutar secuencias de movimientos.

6.2) Cómo elaborar autoinstrucciones

Piense en una situación de tráfico que le asuste y fíjese en cómo


construir una autoinstrucción, siguiendo las etapas que se especifican a
continuación.

Fije su objetivo.

No generalice. Por ejemplo, no utilice “tengo miedo a ir circulando por


las calles de las ciudades”, sino intente especificar más lo que
verdaderamente le preocupa; “me da miedo un autobús cerca del lateral
del vehículo”, “en los cruces no sé quien tiene que pasar primero”, “me
asusta ver un peatón en la calzada”, etc.

Construya una frase breve y textual

Que incluya un mensaje con la conducta a seguir, por ejemplo “si yo veo
al autobús el también me verá”,”puedo usar el claxon y avisar al peatón”,
etc.
Diga en voz alta el mensaje

Expresándolo verbalmente, hasta memorizarlo. Procure relajarse y


asocie la sensación de calma a la situación

Repetir mentalmente la autoinstrucción

Cuando se presente el suceso para el que la hemos diseñado repita el


125
mensaje, no importa que al principio se sienta extraño o no le surta
demasiado efecto.

6.3). Autoinstrucciones motivadoras y de apoyo.

Son mensajes de aliento y ánimo que usaremos cuando el temor nos


comience a afectar y tengamos la sensación de “ponernos de los
nervios” y de “empezar a perder el control”. No hablamos de un suceso
que no sepa resolver, sino de esos momentos en que, sin un motivo
aparente, el estar conduciendo nos asusta.

Son el primer dique de contención para los síntomas del miedo, actúan
como un parche para ganar tiempo y recuperar el dominio de la
situación.

A veces será suficiente su utilización para recuperar la calma, en otras


nos concederán un respiro, facilitando la puesta en marcha de otras
estrategias para resolver el problema.

Es importante detectar la aparición de las primeras “señales” del miedo,


porque su control es más fácil al inicio que una vez activado.

Comprobará que a menudo, las reacciones fisiológicas del miedo se


detectan más fácilmente que los signos psíquicos. Cuando aparecen
perturban nuestra seguridad, disminuyen nuestro control y conducimos
peor. Cómo el miedo es una respuesta circular, se alimenta del miedo a
tener miedo y de la sensación de no ser capaz de controlarlo.

La ansiedad comienza a manifestarse por el aumento del ritmo cardiaco,


una ligera sensación de calor en la piel, acompañada de una incipiente
sudoración. La respiración incrementa la frecuencia, si es fumador
querrá encender un cigarrillo. Experimentará una cierta irritación y
pequeños sobresaltos.

126
Por su “cabeza” comenzará a rondar la idea de que no tiene “ojos para
todo”. Notará respuestas más bruscas en el vehículo, los demás
comenzarán a parecerle peligrosos, tendremos a veces, la sensación de
“quedarnos en blanco”.

No olvide que debemos esperar que surjan los pensamientos


automáticos que mantienen su miedo como:

9 No podré hacerlo

9 Ya empezó otra vez...

9 No sabré hacerlo

9 Me pongo nervioso

9 Me pitarán todos

9 Se me “calará el vehículo...

9 ¿Qué hará ese vehículo...?

¡ATENTO! Es el momento de usar sus autoinstrucciones. Como ejemplo,


de las que puede usar, le “brindo” unas cuantas que suelen ser efectivas.
¿Cuál usar? Utilice aquellas que se adapten mejor a las características
de su respuesta emocional, (físico, anímico, cognitivo).

9 “¡Calma! Relaja los codos y los hombros, afloja las piernas, apoya la
espalda. Respira”.

9 “Puedes hacerlo. Solo tienes que fijarte en lo que ocurre”.

9 “No es peor que hace un momento y lo hiciste bien”.

127
9 “Me estoy asustando, cálmate”.

9 “Pierde un poco de velocidad, tranquilo”.

9 “¡Ánimo!. No pasa nada”.

9 “Siente el vehículo y atento a las señales”.

9 “Esto ya lo hice, ahora también puedo”.

Cuando vuelva a conducir, vaya acompañado por una persona que le


inspire confianza y que siendo tranquila, le ayude a poner en práctica
estas autoinstrucciones, de manera que, si usted no es capaz de
recordarlas, se las repita con calma.

Llévelas escritas en una tarjeta, que su acompañante se las lea. Úselas


para desviar su atención de la emoción de temor, para eso es bueno que
las repita en voz alta (¡Alta!), de manera que usted se oiga a sí mismo.
Es muy difícil prestar atención a dos cosas a la vez, su estado de ánimo
y el tráfico, este no depende de usted, pero su estado de ánimo sí.

Vuelva a la tarea de controlar el tráfico, ¡recuerde!, priorice la


observación, adapte su velocidad a las circunstancias concretas. No
olvide que hay que centrarse en lo que tiene que hacer, procure dejar
de lado lo que siente.

Si lo practica empezará a surtir efecto en poco tiempo. Le situará de


nuevo en su objetivo, el control de la situación vial.

No dude en usar este último truco, sobre todo al inicio. Corte por lo
sano la mala sensación, no deje que crezca, no permita la sensación de
verse indefenso en medio del tráfico.

Poco a poco intente ir aguantando un poco más, hasta que note que

128
aumenta su tolerancia. Lo importante es que persevere, asuma que al
principio sus sensaciones serán muy variables; pasará de sentirse bien y
controlado a tener, segundos después, la impresión de susto y
descontrol.

Cada situación que “remonte”, le acercará más y más a su objetivo. No


se pretende que el miedo desaparezca “por arte de magia”, sino por
aprender a controlarlo.

¡No tiene porqué gustarle conducir! Se trata de hacer de esa actividad


un uso racional, como cualquier otro instrumento, el automóvil, puede
ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida. Ahora bien, si además
llegara a resultarle agradable mejor para usted.

6.4) Autoinstrucciones para seguir procedimientos.

Su utilización es muy eficaz en situaciones de incertidumbre, en las


que dudamos sobre que hacer y cómo hacerlo, lo que provoca una
percepción de indefensión muy estresante. Este tiempo perdido en la
duda, hará que actúe tarde.

Estas autoinstrucciones son una cadena de acciones encaminadas a


proporcionar una guía, paso a paso, de que hacer para solucionar un
problema.

Para el empleo de estas autoinstrucciones habitúese a pensar en voz


alta cuando conduzca sobre lo que ocurre, que hará usted y porqué. Si
dispone de un acompañante experto, contraste sus decisiones con él.

Le parecerá un juego de niños, en ocasiones “un diálogo de besugos”, por


que muchos de sus comentarios parecerán muy obvios.

Estructure los comentarios sobre sus acciones de la siguiente manera.

129
1º ¿Qué ocurre?-
Describa que suceso activa su respuesta; por ejemplo, “el de delante
indica que va a girar a la izquierda”, “cambia a rojo el semáforo”, “el
autobús se va a parar, está indicando a la derecha y frena”.
Acostúmbrese a pensar en términos de conductor, haga inferencias muy
simples, divida la situación en elementos puntuales

2º ¿Qué hago?-
Describa lo que ha pensado hacer; siguiendo con el mismo ejemplo,
“pierdo velocidad y atento por si se detiene”, “comienzo a frenar”, Como
no veo el sentido contrario me detengo y espero, no le paso”.

El adiestramiento de la observación es imprescindible para ser y


sentirse un conductor seguro. Comprobará, si utiliza este
procedimiento, la relación entre indicios y sucesos y cómo se pueden
llegar a predecir muchas de las decisiones de los otros conductores.

Cuantos más detalles contemple, mejor. No olvide incluir las señales.


Utilice a su acompañante como un cómplice, ¡involúcrele!, ¡juegue a ver
quién de los dos ve más señales!

Estas estrategias tan sencillas son altamente eficaces para adquirir


habilidades de observación y decisión. Si las practica se irán
convirtiendo en hábitos automáticos de procesar la información,
adquiriendo destreza y rapidez. Se irán convirtiendo en rutinas.

El objetivo de estas autoinstrucciones es centrarse en lo que ocurre,


no en usted mismo. La atención tiene una capacidad limitada, úsela para
el tráfico, no para consolarse o pensar en su propia incapacidad.

La concentración, en el “espacio circulatorio” causa cierta fatiga. Es


normal, poco a poco adquirirá “fondo” y resistencia. Se verá así mismo

130
hablando con su acompañante mientras va resolviendo los problemas
habituales de tráfico.

Recuerde, cuando uno no sabe muy bien que hacer hay que plantearse
¿Qué ocurre? ¿Qué quiero? ¿Qué puedo hacer? Y hágalo, el
vehículo sigue en movimiento, no se detiene por el pensamiento, actúe.

Con los siguientes ejercicios le propongo unas secuencias de


autoinstrucciones para utilizar en las maniobras básicas. Es decir, cómo
se efectúan, desde un punto de vista de la seguridad vial.

Es importante que las instrucciones se practiquen siempre en el mismo


orden; la finalidad de hacerlo así es la creación de un hábito de
comportamiento.

Recuerde que VER – PENSAR – HACER: era el esquema básico de


seguridad. Los siguientes procedimientos seguirán dicho esquema

Iniciar La Marcha:

Imagine su vehículo estacionado en la calle, entre otros dos. Usted


quiere iniciar la marcha.

La primera medida al ocupar su puesto de conductor será, colocar el


asiento, revisar los espejos y ajustar el cinturón de seguridad.

A continuación sigua esta secuencia:


ƒ Preguntarse si es posible salir de frente o retroceder un poco.
Ante la menor duda retroceda.

ƒ Compruebe la circulación, no importa si tarda un poco, si no


distingue bien la distancia de los demás vehículos, contraste la
imagen del espejo con una mirada directa.

131
ƒ Señalice a los demás su intención, reducirá la incertidumbre.

ƒ Arranque despacio (ver instrucciones de cómo arrancar en caso de


duda)

Cambiar De Carril:

Imagínese circulando por una vía con varios carriles por sentido. En
algún momento decide cambiar su posición en la vía. Sigua esta
secuencia.

Nunca lo haga sin mirar los espejos, nunca sin utilizar los indicadores de
dirección.

ƒ Mire los espejos retrovisores, (ahora la mayoría de los modelos


utilizan espejos convexos, lo que ve a través de ellos está un poco
más cerca de lo que parece).

ƒ Calcule si tiene tiempo, porque la distancia a la que se encuentra el


otro vehículo no basta para decidir, debe tener en cuenta también
la velocidad a la que se le aproxima el otro vehículo.

ƒ Alterne la mirada al espejo y al frente, los conductores poco


experimentados suelen prolongar demasiado tiempo la atención en
el espejo, pudiendo desviar la dirección del vehículo hacia el lado
al que mira.

ƒ Además, si circula detrás de otro automóvil, su conductor puede


verse obligado a frenar. Es preferible mirar varias veces al
espejo.
ƒ Si piensa que puede hacerlo realice la maniobra sin demorarse
excesivamente, si duda es mejor que espere.

132
ƒ Mueva el volante con suavidad

ƒ Adapte la velocidad al nuevo carril, ¡atención! No siempre es


necesario aumentarla, a veces el carril al que acaba de cambiarse
puede ir más lento que el anterior.

Si no está habituado a calcular las distancias por los espejos, aplique la


siguiente estrategia.

ƒ Circule por vías de dos carriles, al menos en el mismo sentido.

ƒ Vaya por el carril derecho y observe algún vehículo que circule por
el carril izquierdo.

ƒ Cuente los segundos que transcurren entre que usted lo vea por el
espejo y el momento en que circule en paralelo a usted.

De esta manera apreciará cuanto tarda el vehículo en aproximarse, si ha


pasado tiempo o ha sido más inmediato.

Observe la siguiente figura:

133
Efectuar Un Giro Para Cambiar De Vía:

Los cambios de dirección son maniobras complejas para el conductor


inexperto, puesto que requieren controlar simultáneamente los pies y
los brazos, así como dedicar atención a las señalizaciones.

Facilita la ejecución de esta maniobra, utilizar, al inicio, itinerarios


conocidos, porque así no tendrá dudas sobre la colocación del vehículo o
de la presencia de las señales de tráfico.

Colóquese en el lugar adecuado, procure hacerlo con antelación


suficiente para no verse agobiado

ƒ Regule la velocidad de aproximación al cruce en función de:

o Visibilidad de la intersección, cuanto menor sea, más


despacio
o ¿Hay o no señales que digan quién pasa primero?
o Si no hay señales deberá reducir la velocidad un poco más
que si está regulado, por ejemplo, por semáforos.

ƒ Si hay semáforos en la vía por la que circula recuerde que al girar


y cambiar de vía, a menudo encontrará un semáforo en rojo, para
que los peatones crucen la calle, mire las señales.

ƒ Los semáforos cambian de color, evite frenazos bruscos de última


hora

ƒ Observe el tráfico que lleva detrás y avise el giro con tiempo, no


les sorprenda, los conductores entienden que cuando un vehículo
va a girar suele disminuir la velocidad. (Recuérdelo cuando circule
detrás de otro vehículo)

134
ƒ Controle los pedales con suavidad al mover el volante y no se
apoye en los pies para hacer fuerza al girar la dirección.

Parar y Estacionar:

Imagínese circulando y decide buscar un sitio para estacionar.

Es muy importante seleccionar un lugar donde pueda retirar su vehículo


hacia el bordillo para no molestar.

No se olvide, además, que otros conductores pueden estar circulando


detrás de usted, no podemos interrumpir la circulación así como así.

Siga la siguiente secuencia.

ƒ Mire los retrovisores y señalice con el indicador

ƒ Pierda velocidad suavemente. Nunca frene antes de avisar. Los


otros conductores no entenderán que ocurre. Si previamente ven
135
el indicador y luego las luces de frenado, la mayoría entenderá
qué quiere hacer y mantendrán la distancia adecuada.

Algunas veces alguien se quedará cerca de su vehículo cuando de


marcha atrás para estacionar, en esa situación no se alarme.

En ocasiones, a pesar de haber indicado con tiempo, alguien puede


haber frenado tarde, quedando tan cerca de su vehículo que no le
permita iniciar el estacionamiento.

ƒ Hágale un gesto amable indicándole con la mano de que espere


(hacer gestos amables en situaciones difíciles es de gran ayuda,
las personas suelen reaccionar cooperando)

ƒ Avance dos metros y espere a que le rebase. Luego inicie el


estacionamiento.

Incorporaciones En Autopista Y Autovía:

Imagínese circulando por un carril de aceleración para entrar en una vía


de circulación rápida.

Hay carriles de aceleración más largos que otros, use la tercera


velocidad si el carril es largo, si son cortitos circule en segunda.

ƒ Utilice los indicadores de dirección y mire su espejo interno y el


externo

ƒ En cuanto empiece a circular en paralelo busque un sitio para


incorporarse al tráfico. Es decir, un hueco entre los vehículos que
circulan por la vía

ƒ Si escoge salir detrás de un vehículo que esté próximo a usted:

136
o Levante un poco el acelerador para en cuanto le esté
rebasando acelere con decisión y salga detrás de él

o No le importe apurar un poco el cambio, no se apresure a


poner una velocidad más larga de la que lleve hasta haber
aumentado la velocidad de su automóvil

ƒ Si decide incorporarse delante de otro vehículo acelere con


decisión

Recuerde que los carriles de aceleración cumplen la función de


aumentar la velocidad en las incorporaciones, pero para ello tiene que
comprobar la velocidad de los vehículos que circulan por la vía a la que
se incorpora.

Una incorporación es parecida a un cambio de carril, pero los carriles de


aceleración tienen una longitud limitada.

Rebasar Obstáculos

Imagínese una de las situaciones más habituales en vías urbanas es la


necesidad de rebasar (con más frecuencia de lo deseable) a vehículos
estacionados en doble fila, zanjas u obstáculos municipales de obras,
etc...

Si tiene que cambiar de carril o invadir el sentido contrario para poder


continuar la marcha, considere que conductores que circulen en sentido
contrario o en el carril al que quiere cambiarse, tienen preferencia de
paso.

137
ƒ Mire los retrovisores y ponga el indicador izquierdo.

ƒ Si está invadiendo el sentido contrario asegúrese de que tiene


tiempo para rebasar el obstáculo sin molestar a los que vienen de
frente.

ƒ Si piensa que tiene tiempo, haga la maniobra prestando atención a


la distancia lateral derecha entre su vehículo y el obstáculo.

ƒ Los errores más frecuentes son:

o Iniciar el rebasamiento excesivamente cerca del obstáculo.


Eso provocará que tenga que girar más el volante y hacerlo
más lento que si inicia el desplazamiento lateral a una
distancia mayor.

o No comprobar el tráfico en sentido contrario.

138
Procure estar en paralelo al obstáculo un poquito antes de comenzar a
adelantarlo.

Túneles, Puentes Y Pasos Elevados, Cuestas Abajo:

En muchos clientes hemos observado que cuando el miedo está muy


desarrollado, aparecen situaciones especialmente difíciles de superar
cómo son los Túneles, puentes y pasos elevados y cuestas abajo. En
estas manifestaciones se caracterizan por los efectos visuales sobre la
conducción, los fallos de atención y los pensamientos perturbadores del
conductor y el hecho de ser puntuales en las carreteras y por ello
difícilmente habituantes.

Túneles

En los túneles siempre se produce un efecto visual de que la calzada se


estrecha además de una tendencia del conductor a exagerar la
separación de las paredes, especialmente de la derecha y una sensación
de angustia típica de claustrofobia.

El conductor con temor pierde velocidad exageradamente, provocando


la presión de otros conductores que le siguen , aumentando la sensación
de “acoso” habitual en estos conductores, sensación que refleja una
preocupación sobre la opinión que los demás tengan de él y
presuponiendo que el enfado de los demás puede llegar a la agresión o
situaciones similares.

Es fundamental insistir, antes de entrar en un túnel en repetirse,


insistentemente, que “ en los túneles no disminuyen la anchura de los
carriles” y al circular por ellos, tener en cuenta que el cambio de
iluminación no debe asustarnos, solo debemos seguir con nuestra vista
la dirección de nuestro carril, centre la atención en su carril no en las
paredes, Por último repítase la siguiente idea “cuanto más tiempo pasa,

139
mas cerca estoy de la salida, aunque no la vea tengo que saber que los
túneles se acaban”.

Si el túnel es un accidente habitual en los recorridos que usted utiliza


con frecuencia, intente aprender su interior, busque señales,
instalaciones del interior del túnel de forma que aprenda a saber en que
tramo de túnel se encuentra, comience por sentir que es un lugar
conocido, calcule su longitud, cronometre el tiempo que permanece en su
interior, hágalo de la siguiente manera. “Tiempo estimado” y “Tiempo
Real”. Calcule mentalmente cuanto tarda en pasarlo y luego fíjese en el
reloj del automóvil y compare ambas medidas. Descubrirá que el tiempo
real es menor que el tiempo estimado.

Eso es frecuente en los miedos, la duración del estimulo que nos asusta
se percibe “alargando” el tiempo. Saber el valor real del tiempo nos
permite objetivar nuestras sensaciones y poder evaluarlas de una
manera más realista.

Puentes y pasos elevados:

La altura se usa como estímulo del miedo, curiosamente es muy difícil


percibir la altura desde el asiento del conductor, si se percibe la cuesta
que suele acompañarles cuando se abordan y cuando están en las
carreteras tipo autopista, la altura se intuye al mirar el entorno y
adivinar el desnivel que “salva” el puente o el paso elevado.

Para afrontar este miedo, es importante no desviar la vista hacia los


parapetos que lo delimitan, intente mantener la vista en el centro del
carril por el que circula. Intente mirar muy lejos, no mire cerca de
usted, el coche tiende a seguir la dirección de nuestra vista.

Además recuerde que los coches no tienen vértigo y no se desvían así


cómo así. Recuerde las mismas instrucciones que en el caso de los
túneles, acostúmbrese a ellos.

140
Cuestas abajo

En estas situaciones la vista provoca sensaciones diversas. Las dos más


características son:

9 Sensación de que la cuesta va aumentando su ángulo de inclinación.

9 Sensación de que la velocidad del vehículo aumenta


indiscriminadamente

A nivel de pensamientos, las personas con este miedo suelen indicar los
siguientes:

ƒ Me voy a marear.

ƒ Me caigo, me caigo

ƒ El coche va solo, se descontrola

ƒ No podré pararlo

ƒ Se me irá la dirección

ƒ Tengo que parar, tengo que parar

Lo normal, a nivel de actuación, es pisar el freno exageradamente


provocando, en ocasiones situaciones de riesgo por sorprender a los
conductores que le siguen.

Estos pensamientos suelen acompañarse de pensamientos anticipatorios


cuando empiezan a circular cuesta arriba, dado que, las cuestas arriba
suelen seguirse de cuestas abajo, o cuando circulando en llano,

141
especialmente en espacios muy abiertos, como autopistas y autovías, se
perciben a lo lejos.

Estos pensamientos anticipatorios son catastrofistas en el sentido de


que prevén la peor situación posible, tanto respecto a como se sentirán
ellos, abundando aquellos pensamientos que incluyan predicciones sobre
lo mal que se van a sentir, la dificultad de la cuesta, “será enorme”,
sobre las respuestas del vehículo “no podré controlar su velocidad” o
sobre las consecuencias “nos daremos un golpe”.

Una táctica es, otra vez, centrar la atención sobre nuestro carril,
evitando el fijarnos en el entorno de la carretera, además de intentar
reconocer la distorsión visual que nos produce la bajada, para ello,
habitúese a evaluar las cuestas de la siguiente manera.

Circule de pasajero por aquellas cuestas que le asusten y utilice el


siguiente registro para anotar el grado de inclinación de la vía, la
velocidad que usted estima a ala que se puede circular, longitud de la
pendiente y el tiempo que tarda en recorrerla.

GRADO DE VELOCIDAD EN LONGITUD DE TIEMPO


INCLINACIÓN KMS/H LA PENDIENTE
1 2 3 4 5

Después haga usted el recorrido, y su acompañante que vaya anotando


lo que ahora estima usted, cuando la percepción cómo conductor supere
a los valores que indicó cómo pasajero, su acompañante debe indicarle la

142
diferencia entre ambas, intente valorar esas diferencias cómo
alteraciones de percepción que el miedo le provoca.

Debe además, aprender a controlar la tendencia al frenado, cómo esta


está motivada por su creencia irracional sobre la incapacidad para
controlar la velocidad del vehículo reacuérdese que el automóvil circula
a la velocidad que el conductor decide.

Los errores que favorecen esta sensación suelen ser la de mantener la


misma presión en el acelerador en el llano y en la cuesta abajo, aunque
lo haga muy despacio en el llano, al llegar a la pendiente el vehículo, al no
tener que hacer esfuerzo, aumentará su velocidad, por eso, si no quiere
que esto ocurra, suelte el acelerador del todo y notará cómo la
velocidad se estabiliza e incluso disminuye.

Lo importante es que no pise el freno, aguante hombre, todavía le queda


un recurso importante, reduzca de marcha en la caja de cambios, si
circula en cuarta baje a tercera e incluso a segunda, pero no frene,
deje que el vehículo circule, simplemente con el cambio conseguirá que
se estabilice, no se preocupe si al inicio va despacio, no se preocupe,
pero no frene, si lo cree necesario encienda las luces de emergencia
para indicar que va lento, pero no frene.

De otra parte, el error más habitual es “empecinarse” en pasar


sistemáticamente por el sitio que más nos asusta. Es bueno habituarse a
diversas situaciones, cuanto más diferentes mejor, la autoconfianza se
adquiere con el incremento de la resolución, de tal manera que
enfrentándose a diversas situaciones le será más fácil resolver la que le
asusta, porque dejará de verla cómo excepcional y habrá aprendido a
controlar sus pensamientos en circunstancias que le provocan menos
ansiedad.

Fracasar en un mismo lugar frustra y confirma nuestra idea de


incapacidad para el problema. No se engañe, ese empecinamiento suele

143
ocultar el deseo de fracasar para evitar enfrentarse a otras
situaciones parecidas.

6.5) Autoinstrucciones para ejecutar movimientos básicos con el


vehículo.

Son para usar en aquellas ocasiones puntuales, en las que, por los
“nervios”, nos quedemos “bloqueados”, sin saber como hacer las cosas.
Los conductores inexpertos relatan que, en ocasiones, se han
encontrado tan nerviosos, que no sabían como reaccionar.

Su aplicación, también es eficaz para aquellas personas que dudan en


cómo manejar el vehículo, por falta de práctica.

Estas cadenas de movimientos le permitirán automatizar las


operaciones básicas, siempre y cuando tenga en cuenta lo siguiente:

9 Hay que repetir muchas veces

9 Seguir siempre el mismo orden

9 Verbalizar en voz alta

9 Verbalizar mentalmente

Si practica acompañado, que su “cómplice” se las vaya leyendo hasta que


usted sea capaz de repetir y hacer la secuencia en el mismo orden. Si
no dispone de acompañante tendrá que memorizarlas con anterioridad

Para aprender una secuencia no busque la rapidez, sino la coordinación.


La agilidad vendrá con la práctica y la coordinación se adquirirá
poniendo cuidado y actuando sin prisas.

El vehículo es una máquina, no hay que controlarlo, pues no decide nada,

144
siempre hace lo que le indicamos, con nuestros pies y manos. Recuerde
siempre esto, es muy importante porque en lo que tiene que centrar sus
pensamientos es en controlar sus propios movimientos.

A continuación se especifican las secuencias de las operaciones más


elementales y más usuales que los conductores efectúan con los mandos
del vehículo.

ARRANCAR EN LLANO Y RAMPA.

Arrancar en llano:

Para arrancar un vehículo es fundamental que preste atención a su pie


izquierdo. Haga lo siguiente:

ƒ Manteniendo el embrague pisado coloque la primera velocidad.


ƒ Ahora situé el pie derecho en el acelerador, pero no lo pise.
ƒ Vaya levantando el embrague muy lentamente, (recuerde, muy
lentamente) notará una vibración en el motor y cómo éste se cala
No se preocupe, lo importante es si ha notado la vibración del
motor en su pié izquierdo, porque ese punto del recorrido del
pedal nos da la señal para arrancar de forma adecuada.(Se
denomina punto de fricción del embrague al instante descrito)
ƒ Vuelva a empezar, pero ahora, cuando note la vibración del motor
detenga el movimiento del pie izquierdo y comience a acelerar muy
suavemente, si dispone de tacómetro en su vehículo, suba las
revoluciones del motor hasta 1500 y manteniéndolas siga
levantando el pie izquierdo despacio, su vehículo empezará a
moverse.

Si atiende, notará la relación entre el movimiento de pié izquierdo y el


inicio de la marcha de su vehículo. Practique la arrancada hasta que
consiga que comience la marcha sin vibraciones ni brusquedades. No se
impaciente, puede necesitar unos 25 ensayos hasta que lo consiga.
145
Arrancar cuesta arriba:

Busque, para empezar, pendientes muy ligeras, y a medida que lo


controle hágalo en pendientes mayores. Aplique este procedimiento.

ƒ Mantenga el freno pisado con el pie derecho, con el izquierdo pise


el embrague y coloque la 1ª velocidad.

ƒ Ahora lleve el pié derecho al acelerador. Notará como el vehículo


se desplaza hacia atrás. ¡no se alarme!, ¡no pise el acelerador!,
porque no sirve de nada. La solución está en su pie izquierdo.

ƒ Levante lentamente el pie izquierdo, cuando llegue al mismo punto


de la vibración (punto de fricción) el vehículo dejará de
desplazarse hacia atrás, pero si en ese momento no aumenta poco
a poco su aceleración, el motor se calará.

Si inicia el ejercicio en una rampa muy suave lo conseguirá y aprenderá


a controlar el recorrido del pedal del embrague de su vehículo (En cada
automóvil el recorrido del pedal de embrague entre estar a fondo y el
punto de fricción es diferente). Nunca practique este ejercicio hasta
arrancar en llano de forma adecuada.

CAMBIO DE MARCHAS

Es recomendable, para este ejercicio, que lo haga en una vía con una
cuesta abajo muy ligera, luego lo practique en terreno llano y después lo
haga en vías con una ligera cuesta arriba. (se llama cambiar a pasar de
una velocidad más corta a otra más larga)

El cambio más complicado es el de primera a segunda velocidad, ello es


debido a que los motores en velocidades cortas tienen respuestas
bruscas a los cambios de aceleración, por este motivo es normal que las

146
primeras veces su automóvil tenga un comportamiento brusco, la
práctica le devolverá la coordinación necesaria.
ƒ Lleve la mano derecha a la palanca de cambios, no la mueva ni
altere la aceleración de su vehículo
o Error a evitar: Un error frecuente en los cambios es
desacelerar antes de tiempo

ƒ Lleve el pié izquierdo al pedal del embrague, no lo pise, situelo y


mantenga el acelerador.

ƒ Ya está preparado, ahora levante el acelerador totalmente y


presione con decisión, hasta el “fondo” , el pedal del embrague
o Error a evitar: Tardar en pisar el embrague, hacerlo sin
haber soltado del todo el acelerador y mover la palanca de
cambios antes de terminar de pisar a fondo el embrague

ƒ Mueva la palanca en dos tiempos, no necesita hacerlo rápido.


Quite, primero la velocidad y luego conecte la velocidad
consecutiva.
o Error a evitar: mover la palanca con brusquedad o
precipitación, no confunda el movimiento del pie izquierdo,
que ha sido rápido, con el de la mano derecha, que debe ser
suave y sin apresurarse

ƒ Levante completamente el pedal del embrague, luego acelere con


suavidad
o Error a evitar: es confundir los movimientos de los pies
cuando estamos arrancando con los que se ejecutan al
cambiar, las diferencias son: el embrague se levanta
completamente, no es necesario retenerlo como al arrancar y
no debe de acelerar hasta haber terminado de levantar el
pie izquierdo.

147
No se preocupe si tarda un poco, en los cambios debe primar la
coordinación sobre la rapidez.

REDUCCIONES DE MARCHAS:

Se denomina así el pasar de una velocidad más larga a una más corta.
Saber reducir es tan importante como el saber cambiar.

Las reducciones se usan tanto, para aumentar la potencia y la


respuesta del motor cuando ha perdido revoluciones (bien por haber
tenido que perder velocidad o bien en las rampas si el motor no tiene
potencia suficiente) o cuando le conviene frenar con el motor en las
detenciones previsibles.

Entre hacer un cambio o una reducción, la diferencia fundamental


estriba en el movimiento de embragar (levantar el pedal de embrague),
que ha de hacerse un poco más lento.

Al hacer una reducción, fíjese en el ruido del motor al levantar el pie


izquierdo, justo en el momento de la conexión del cambio
(aproximadamente en la mitad del recorrido ascendente del pedal, en el
denominado punto de fricción) notará como el motor agudiza su sonido.
En ese instante, haga una pequeña pausa en el movimiento del embrague
(dos segundos) con ello conseguirá que el vehículo reduzca con más
suavidad que si levanta de una sola vez el pedal de embrague.

Si emplea las reducciones al efectuar una detención, sigua esta


secuencia.

ƒ Lleve siempre el pie derecho al pedal del freno. No olvide que son
los frenos, los que detienen al vehículo. La reducción le ayudará a
frenar.

148
ƒ Luego coloque la mano derecha en la palanca (le permitirá saber en
que cambio circula el motor y que marcha ha de utilizar)

ƒ Busque el pedal del embrague, recuerde hacerlo con el pie


derecho en el freno, sin levantarlo (eso lo haríamos al cambiar de
marcha, levantamos el pie derecho del acelerador, pero en las
reducciones para frenar con el motor la acción sobre el freno se
mantiene)

ƒ Pise con decisión el embrague y mueva la palanca de cambios


(atento, no presione el freno igual que el embrague, este siempre
llega al fondo de su recorrido, el freno, sin embargo, tiene un
movimiento más corto y más brusco)

ƒ Levante el pié izquierdo del todo, si no el cambio no se llegará a


conectar)

ƒ Mantenga la frenada y si la velocidad del vehículo es tan lenta que


pudiera calarse el motor, pise el embrague.

DETENCIONES

Son una técnica básica, recuerde que la detención pretende inmovilizar


el vehículo, ante situaciones que así lo requieran, por ello , al circular
debe ir atento a los avisos de frenada (luces rojas de frenado) del
vehículo que le precede, si pudiera sigua un consejo muy simple: Cuando
vaya detrás de un vehículo, si puede, observe al que ese vehículo lleve
delante, frene cuando observe que frena el que va delante del que lleva
delante, la introducción de la tercera luz de freno en los turismos (esa
que llevan en el cristal trasero) está pensada para ser vista a través del
vehículo que le precede (cuando se trate de otro turismo).

149
Primero el freno, pisar primero el embrague hará que su vehículo
mantenga la inercia y dificulta, alargando las distancias de frenado del
vehículo

No se precipite, recurra a reducir de velocidad si tiene tiempo para


ello, una reducción es eficaz si podemos levantar el embrague, sin no da
tiempo a ello, es preferible abstenerse de hacerlo.

Pisar el embrague evitará que se cale el motor de su automóvil, pero no


ayuda a la perdida de velocidad, por eso la recomendación es de no
usarlo hasta que la pérdida de revoluciones del motor sea notoria y el
automóvil vaya controlado de frenada.

MARCHA ATRÁS

Una serie de consejos que puede utilizar en las situaciones en que sea
necesario utilizar la marcha atrás, son los siguientes:

Cuide, en primer lugar, su postura. Es conveniente girar las caderas


para facilitar el movimiento del tronco y mirar por la ventanilla
trasera, si dispone de visibilidad para ello.

Si la posición fuera exageradamente forzada para su estatura o las


características del vehículo, use los retrovisores, pero deberá
aumentar sus precauciones, puesto que su visión no será tan amplia
como si mira de modo directo.

Antes de iniciar la marcha deténgase a pensar para qué lado quiere que
se desplace el vehículo. La dirección debe ir en el mismo sentido. Piense
siempre mirando hacia atrás, no hacia a delante, podría equivocarse al
juzgar hacia donde debe girar el volante.

Si quiere que su vehículo se desplace hacia la derecha o a ala izquierda,


gire el volante al mismo sentido. Un “truco” es, para no “liarse” con la
150
derecha o la izquierda, haga lo siguiente:

9 Mire hacia la ventanilla trasera de su vehículo, mire en esa


dirección.

9 Decida hacia donde quiere que se desvíe su vehículo y señale con


su mano a ese lado.

9 Gire el volante hacia el lugar señalado.

Mueva el vehículo lo más lentamente que puede y use el embrague con


cuidado. No dude en detenerse si algún peatón se pone cerca de usted.

Si fuera necesario practicar estas operaciones básicas, hágalo fuera de


la circulación. Cuando le resulten fáciles, circule.

6.5) Detención de pensamiento

Esta técnica se basa en la idea de que si se pueden controlar los


pensamientos, los niveles de estrés que experimenta la persona a causa
de ellos, pueden reducirse considerablemente.

En nuestro caso, estos pensamientos suelen ser “catastrofistas”, es


decir, anticipan el peor resultado posible. Bien pueden expresar dudas
sobre nuestra capacidad. Recuerde que nadie es adivino, nadie puede
aventurar que ocurrirá. Si pensamos que algo ocurrirá, podemos, sin
darnos cuenta, actuar para que se cumpla el pronóstico

Está recomendada su utilización cuando el problema de conducta radica


a nivel de pensamiento (obsesiones, dudas, miedos, ideas circulares), es
decir, cuando este tipo de pensamientos e imágenes son vividas de

151
forma desagradable y conducen a estados altamente emocionales, con
posible aparición de síntomas somáticos y cognitivos.

Pasos a seguir para la utilización de la técnica:

ƒ Concéntrese en los pensamientos no deseados.

ƒ Detenga los pensamientos desagradables mediante la orden STOP


en voz alta y acompañada de un ruido fuerte (golpe, chasquido de
dedos, etc.).

ƒ Repita la orden, tantas veces como sea necesario, si el


pensamiento vuelve antes de treinta segundos.

ƒ Autorefuércese por la parada de pensamiento.

ƒ Introduzca pensamientos sustitutivos agradables, autoafirmativos


o de autoaceptación (recuerdos, visualizar imágenes positivas,
decirse autoinstrucciones positivas...).

ƒ Repita esta operación cuando lo considere oportuno y en cualquier


momento. Recuerde que en la medida que obtenga práctica no será
necesario decir STOP en voz alta ni acompañarse de ruido alguno.
Al cabo de pocos ejercicios, encontrará facilidad para detener los
pensamientos diciéndose STOP mentalmente y visualizando la
palabra.

9 “Respetar” al automóvil no significa tener miedo, sino asumir


riesgos razonables en función de la experiencia de cada cual.

152
6.6.) Cómo combatir las distorsiones cognitivas

Ya hemos comentado la importancia que nuestra forma de pensar


provoca en nuestra conducta. Cada uno de nosotros tiende a tener
establecido un “patrón”, una forma idiosincrásica de interpretar la
realidad. En cada persona el tipo de distorsiones, la generalización de
las mismas varía.

Los pasos para cambiar nuestras distorsiones son:

Primero identificar que cometemos una distorsión al elaborar un


pensamiento. Para ello, debemos fijarnos en los diálogos internos que
tenemos en el momento en que comenzamos a sentirnos mal, nerviosos o
deprimidos.

Segundo, una vez identificados los pensamientos efectuados,


deberemos intentar clasificarla en relación al listado hecho
anteriormente.

Tercero, deberemos cambiar el pensamiento distorsionado por otro más


estimulante, usando para ello, el siguiente registro de distorsiones:

PENSAMIENTOS DISTORSIONES PENSAMIENTOS


NEGATIVOS Compare con la POSITIVOS
Anote los lista de Sustitúyalo por un
pensamientos que distorsiones pensamiento más positivo
le preocupan cognitivas y realista

153
Para rellenar la tercera columna, fíjese en los “consejos” para combatir
las distintas distorsiones.

Filtraje: No piense sólo en lo negativo de la situación. Intente


concentrarse en los aspectos positivos que existan. Usted escoge cómo
quiere sentirse.

Pensamiento polarizado: No perciba la situación de forma extremista.


Intente ser más específico y concreto. “Las cosas que nos ocurren no
son ni maravillosas, ni terribles”.

Sobregeneralización: Modifique los términos absolutos que aparezcan


en su pensamiento (“todo”, “nada”, “nunca”, “siempre”, “todos”, “nadie”),
no son verdaderos.

Interpretación de pensamiento: No proyecte su propio pensamiento en


los demás. Compruebe cómo se sienten y que piensan los demás de
usted.

Visión catastrofista: Prepárese para lo mejor. Intente ignorar la visión


de fracaso. El futuro está por venir y usted, tiene una gran
responsabilidad en cómo quiera percibirlo.

Personalización: No asocie lo que le pasa en su entorno consigo mismo.


No se valore comparándose con los demás, este hábito es muy dañino
para su autoestima.

Culpabilidad: Culpabilizar implica hacer responsable de nuestro


sufrimiento a otras personas, y no asumir la que nos corresponde. No se
apropie indebidamente de los problemas ajenos, usted no es culpable
de ellos.

154
Razonamiento emocional: Cuando detecte esta distorsión, desconfíe de
lo que siente. La emoción que experimenta no es verdadera. No olvide
que sus sentimientos son el resultado de lo que piensa.

La falacia del cambio: La única persona que está bajo su control es, si
así lo decide, usted mismo. No dirija su esfuerzo y su atención hacia los
demás. Busque el cambio y la mejora en sí mismo.

Las etiquetas globales: Compruebe la veracidad de la situación. No se


fíe de sus conclusiones erróneas e inexactas. No se descalifique
globalmente por tan solo un error.

Tener razón: No se ponga a la defensiva. No necesita demostrar que su


opinión es la única válida, intente escuchar a los demás.

Pongamos varios ejemplos:

En relación a lo cotidiano; use el siguiente registro para anotar aquellos


pensamientos y aquellas distorsiones asociadas que le vayan asaltando
día a día, no solo en relación a la circulación cómo fuente de ansiedad,
sino todas aquellas que vayan menguando su autoconfianza, intente
detectarlas por los síntomas emocionales que provocan,: nerviosismo,
inseguridad, agitación psicológica o física, miedo, deseo de huir etc,
aprenda a combatir estos pensamientos detectándolos e intentando
sustituirlos por otros más positivos:

PENSAMIENTOS DISTORSIONES PENSAMIENTOS


NEGATIVOS Compare con la POSITIVOS
Anote los lista de Sustitúyalo por un
pensamientos que distorsiones pensamiento más positivo
le preocupan cognitivas y realista

155
CUANDO CONTROLE MÁS
NUNCA PODRÉ GENERALIZACIÓN
MI MIEDO SÍ PODRÉ
HACERLO

Una forma de entrenarse en desmontar los pensamientos negativos es


debatir con uno mismo su idoneidad o su “racionalidad”, recuerde que su
estado de ánimo depende de la interpretación de los acontecimientos,
por ello, plantéese si estos pensamientos, de los que depende su
emocionalidad, son ajustados a la realidad o no. Recuerde que no es
“verdad” siempre lo que sentimos y lo que pensamos.

6.7.) Estrategias para la disputa

Ahora ya conoces mejor tu sistema de creencias, la forma en que tus


pensamientos inciden en tus emociones y conducta.

La disputa es el instrumento más importante para comprobar y


deshacer tus pensamientos irracionales y, en consecuencia, generar
emociones y conductas más adecuadas.

Para enfrentarte a las autoverbalizaciones negativas, utilizarás


fundamentalmente la “PREGUNTA”. Es decir, nos interrogamos a
nosotros mismos sobre los siguientes aspectos de nuestro pensamiento
distorsionado

Las que intentan evaluar la evidencia, la consistencia lógica

• ¿Dónde está la evidencia de que esto es como yo me lo digo?

156
• ¿Puedo probar esto que me estoy diciendo?

• ¿Puedo demostrarlo?, ¿Por qué es eso verdad?,

• ¿Dónde está escrito que eso es “así”?

Las que intentan evaluar las consecuencias ¿serían tan terribles?

• ¿Qué ocurriría si...?

• ¿Por qué sería tan terrible?

• ¿Puedo encontrarme bien aún cuando esto sea así?

• ¿Puedo estar contento/a incluso si no tengo lo que quiero?

Las que intentan analizar a que conduce pensar de esa forma

• ¿Me es rentable pensar como pienso?

• ¿Merece la pena arriesgarse?

• ¿Qué consecuencias tiene pensar de esta manera?

• Si pienso así, ¿soluciono mis problemas?

Fíjese que las preguntas no pretenden discutir su capacidad de


razonamiento, solo saber si es válido o no la conclusión. Esta distinción
es importante porque se corre el riesgo de intentar negar la evidencia
de lo que pensamos, la cuestión es más de fondo, no se buscar falsear el
razonamiento sino saber si es cierto o no, es decir si parte de unas
premisas adecuadas.

157
Por ejemplo, una persona que haya conducido muy poco por carretera,
pensará que no sabe circular por este tipo de vías, pero puede concluir
que por ello nunca será capaz de hacerlo. El problema no está en pensar
que no sabe, sino en concluir que no podrá aprender con un
entrenamiento adecuado.

Si bien es cierto que no “sabe” conducir por carretera, lo que falsea la


conclusión es “nunca podré...” por situar el problema en una incapacidad
permanente y no en la falta de hábito, una no sería posible modificarse,
el hábito se puede originar con entrenamiento, es decir con
aprendizaje.

Recuerde que no son los hechos objetivos los que crean nuestro
malestar, sino la interpretación que hacemos de los hechos en sí
mismos. Por ello, verifique si las conclusiones son las adecuadas,
preguntándose primero por la objetividad de los hechos, recuerde, lo
que ocurre es una realidad, lo que nos provoca es una interpretación
subjetiva de la realidad, esta construcción sobre la realidad es la que
tomamos cómo verdad objetiva y de ella derivamos nuestra
interpretación.

Los celtas creían que el cielo era una bóveda de piedra y algunos tenían
el miedo de que se viniese abajo y los matara. Uno se puede quedar
perplejo de la conclusión, pero es que ellos veían caer piedras del cielo
(los meteoritos) ¿no parece lógico pensar así cuando se desconoce la
realidad física del sistema solar?

6.8.) La valoración del riesgo:


Una forma de pensar que acompaña y ejemplariza lo que estamos
comentando, es la forma en que las personas con amaxofobia utilizan
para valorar el riesgo de las situaciones de tráfico.

158
Cuando preguntamos cual es el riesgo de las diversas situaciones de
tráfico que les asustan, es habitual que respondan con la peor de las
consecuencias posibles. Es decir de forma catastrofista y polarizada.

El riesgo de una situación podemos definirla como el elemento


fundamental que si no es controlado por el conductor puede provocar
consecuencias desagradables. Es decir, un accidente es la consecuencia
de no evaluar el riesgo, no la posibilidad normal de la conducción.

Si usted controla el riesgo, elimina el 90% de la probabilidad de que se


produzca un accidente. Por ejemplo, es habitual que nuestros clientes
contesten que el riesgo de un cruce es que se produzca un accidente.
Parece razonable ¿lo es? No, decididamente no.

El riesgo de un cruce es no ver a otro vehículo que se aproxime a la


intersección por otra vía, si el conductor controla el riesgo, ajustando la
velocidad a la visibilidad del cruce, de manera que disponga de tiempo
suficiente para observar , el riesgo desaparece y por tanto, entre otras
consecuencias, un posible accidente.

El choque sería consecuencia de un error, no de un azar extraño que


indique que en los cruces habrá un nº determinado de accidentes. La
pregunta que un conductor debe hacerse al evaluar su aproximación a un
cruce, es decir, evaluar el riesgo, es ¿a ala velocidad que circulo tengo
tiempo para reaccionar y detenerme si fuera preciso?

Las consecuencias negativas dependen de nuestra voluntad de evitarlas,


no son las únicas posibles, son consecuencia de nuestra conducta y por
tanto controlables, no son consecuencias inevitables a la situación.

159
Use sus respuestas del cuestionario de situaciones de tráfico que nos
asustan que haya puntuado con 3, 4 o 5.

Use el siguiente registro, usándolas para rellenar la primera columna,

SITUACIONES RIESGO QUE HACER

6.9.) La relajación.

La relajación es una técnica suficientemente contrastada y conocida,


que exige poca explicación, ¿quién no ha oído o tiene una idea de que
significa?

Toda persona nerviosa llega a estar cansada de oír expresiones cómo:


¡vamos, cálmate!, ¡no te pongas nervioso!...

Relajarse es un ejercicio de autocontrol, si se entrena está garantizado


el éxito. No basta con quererlo, hay que ejercitarse diariamente. Si así
lo hace, conseguirá, con el tiempo que con solo pensar en relajarse, su
cuerpo obedezca. No ocurre de la noche a la mañana o por hacerlo un
par de veces.

Nuestro sistema nervioso tiene un funcionamiento basado en las


costumbres, de esa manera, su actuación llega a ser más rápida. Cuando
las respuestas son habituales no desaparecen con solo un acto de
voluntad, especialmente las fisiológicas. Por tanto, no espere que
funcione como una pastilla o una receta mágica

160
Practique la relajación como un ejercicio más para mantener el control
de la situación. Permite reducir la intensidad de las respuestas
fisiológicas, por lo que su sensación de miedo será menor.

Al mejorar su autocontrol, se extinguirán los temores a conducir.

Lea con atención el siguiente apartado, donde se ofrece un guión de


relajación que le permita ir aprendiendo esta técnica.

La relajación progresiva

La técnica que le describimos a continuación está basada en la que


desarrollo el Doctor Jacobson en el inicio de los años 20, este médico la
usó para el tratamiento de los síntomas psicosomáticos.

El excelente resultado de la misma propició que los psicólogos la


incorporaran a la práctica clínica de la psicoterapia.

Hoy día es un procedimiento utilizado ampliamente por profesionales no


solo de la Psicología o de la Medicina, sino de cualquier actividad en la
que la tensión física, inducida por el estrés, afecte al rendimiento
psicofísico.

Es recomendable, si los ejercicios no resultan fáciles de realizar, el


adquirir grabaciones donde se reproduzcan las instrucciones básicas de
la técnica. Sugerimos, por su calidad, obtener las editadas por la
U.N.E.D. Estas grabaciones pueden comprarse en las librerías que
venden los materiales de la Universidad a Distancia.

Las técnicas de relajación, para ser eficaces requieren por parte de los
practicantes, cumplir una serie de condiciones:

ƒ Esta práctica debe ser diaria.

161
ƒ Se deben realizar dos veces al día.

ƒ Disponer, al menos, de treinta minutos, de un lugar lo más aislado


que pueda.

Si cumple con estas condiciones, podrá controlar la respuesta de


relajación en unos meses.

Con la práctica cotidiana conseguirá inducir la relajación y suprimir la


tensión muscular innecesaria de su cuerpo.

Este procedimiento es eficaz no solo en los efectos cognitivos y


emocionales de la ansiedad sino para disminuir los síntomas físicos que,
con el paso del tiempo, acaban afectando el nivel general de salud.

La tensión muscular se adquiere como un hábito, sin que la persona se


dé cuenta de ello. Esta tensión pasa desapercibida y se acumula en
determinados grupos musculares. Esta técnica proporciona:

ƒ La identificación consciente de la tensión

ƒ La eliminación de la contracción muscular

ƒ La comparación entre la tensión y la relajación

ƒ La detección y corrección de la tensión muscular

1
Siguiendo el guión de Davis, McKay y Eshelman , desarrollamos el
procedimiento básico de relajación,

1) Mano, antebrazo y bíceps

1
Técnicas de Autocontrol Emocional ed. Martínez Roca 1985
162
Póngase en una posición cómoda y procure estar tranquilo. Ahora cierre
el puño derecho y apriételo más y más fuerte, observando la tensión que
se produce al hacerlo. Manténgalo cerrado y fíjese en la tensión que se
ha desarrollado en el puño, en la mano y en el antebrazo. Ahora
relájese. Sienta la flacidez de su mano derecha y compárela con la
tensión de hace unos segundos.

Repita con la mano izquierda y, por último, hágalo con las dos manos a la
vez.

A continuación, doble los codos y tense los bíceps, tanto como pueda,
observe la tensión, siéntala en los brazos. Relaje y estire poco a poco.
Compare la diferencia entre la sensación de tensión y la sensación de
relajación.

Repita estos ejercicios por lo menos una vez.

2) Cabeza, cara, cuello y hombros

En esta parte del cuerpo, se hallan grupos musculares muy relacionados


con nuestras emociones y sentimientos.

Arrugue la frente tanto como pueda, y después relájela. Repita la misma


operación con el entrecejo, cómo si estuviera enfadado.

Ahora cierre los ojos y apriételos, sienta la tensión. Relájelos y déjelos


cerrados suavemente.

Apriete la mandíbula, note la tensión de la zona. Después, al relajarla


sienta como los labios quedan entreabiertos. Recuerde, aprecie la
diferencia tensión-relajación.

163
Apriete los labios hasta hacer una “o”, luego, relájelos, recupere su
expresión.

Seguidamente, desplace la cabeza hacia atrás, tanto como pueda pero


sin hacerse daño. Enderece la cabeza y desplácela hacia delante, contra
el pecho. Observe la tensión que se siente. Después relájela y recupere
a una posición no forzada. Compare la sensación tensión-relajación

Encoja los hombros hasta que la cabeza quede “hundida” en ellos, ahora
báguelos y sienta como la relajación se extiende al cuello, nuca y
hombros, y cómo es más y más profunda.

3) Tórax, estómago y región lumbar

Déle la oportunidad a su cuerpo de sentir la comodidad y la dureza.


Inspire y llene de aire los pulmones, Sostenga la respiración y observe
la tensión que se produce, Espire, ahora, haciendo que el tórax se
deshinche y relaje, continúe respirando lentamente. Hágalo varias
veces.

Tense el estómago, manténgalo así unos segundos. Perciba la diferencia


que experimenta, al soltar el aire. Ahora arquee la espalda, sin llegar ha
hacerse daño. Concentre su atención en la parte baja de la espalda,
procure mantener el resto del cuerpo suelto. Ahora relájela, más y más
profundo.

Perciba la sensación de confort y descanso. Compárela con la tensión


anterior

164
4) Nalgas, muslo, pantorrillas y pies

Tense las nalgas y los muslos, apretando con los talones hacia abajo, tan
fuerte como pueda. Concentre su atención en la tensión y luego
relájese, perciba de nuevo la diferencia. Relájese y sienta la diferencia.

Flexione los dedos de los pies, tan fuerte como pueda, hasta tensar las
pantorrillas. Estudie la tensión que se produce. Relájese y disfrute de
esta sensación. Ahora realice el ejercicio contrario, extienda con
fuerza los dedos, dirigiendo la punta hacia arriba y perciba como se
contraen los músculos de las espinillas, relaje y aprecie el cambio.

Recomendaciones

ƒ La mayoría de las personas tienen escaso éxito al empezar a


practicar la relajación, pero es un mero problema de tiempo. Al
principio es normal que tras veinte minutos de ejercicio, solo logre
una relajación parcial, pero eso ya supone, en sí, un éxito. Más
adelante conseguirá relajar su cuerpo en breves momentos.

ƒ Cada vez que relaje un grupo muscular, potencie la profundidad de


la relajación repitiéndose la expresión “más y más”.

ƒ Hay que tener cuidado al tensar cuello y espalda, para no forzar la


columna.

ƒ Así mismo, al tensar los dedos de los pies hágalo con suavidad,
para no provocar un calambre muscular.

Persevere y mantenga su esfuerzo, no se desanime por los posibles


fracasos iniciales, va a experimentar altibajos, unos días pensará que
puede y otros que es un desastre. Pasito a pasito, la balanza se irá
inclinando hacia el lado positivo.

165
7. EL FENÓMENO DEL ESTRÉS

7.1) ¿Qué es el estrés?

Quizá no sabemos qué es y como explicarlo, lo cierto es que todos en


algún momento de nuestra vida profesional o personal lo hemos
experimentado, ¿no es verdad?
Muchos de nosotros, cuando pensamos en el estrés, acudimos a la
descripción de una gran cantidad de situaciones diferentes pero con un
denominador común a todas ellas, un cierto nivel de tensión, sobrecarga,
malestar, desagrado, en definitiva disconfort.
Si consideramos el estrés desde una visión más técnica, nos
encontramos con que el estrés es una reacción general del organismo
para adaptarse a los cambios y alteraciones que en nuestra vida se
producen. Como señala Hans Selye, pionero en el estudio e investigación
de este fenómeno, “es la respuesta general del organismo ante cualquier
estresor o situación estresante” (1926).
Desde esa fecha hasta la actualidad, son muchas las aportaciones que
desde distintos ámbitos científicos se han efectuado sobre el estudio
del estrés. Veamos otras formas de definirlo.

“Cualquier estimulación extrema e inusual, que representando


una amenaza, cause algún cambio significativo en la conducta”

(Miller 1953)
“Cualquier suceso al que las demandas ambientales o internas
sobrecargan o exceden las posibilidades adaptativas del individuo”
(Lazarus y Launier 1976)

166
“El estrés depende de las discrepancias entre las demandas del
medio externo o interno y la manera en que el individuo puede dar
respuesta a esas demandas”

(Bandura 1985)

“Es una relación particular entre el individuo y el entorno, que es


evaluada por este como amenazante o desbordante de sus
recursos y que pone en peligro su bienestar”

(Lazarus y Folkman 1986)

7.2) El estrés positivo y negativo

Aunque, en general, todos percibimos el estrés desde una perspectiva


nociva para nuestra salud y bienestar, es conveniente aclarar que el
estrés nos proporciona la activación necesaria para vivir y la posibilidad
de mejorar nuestros recursos a la hora de superar situaciones críticas
que inevitablemente a lo largo de la vida se nos presentan.

Por tanto, la respuesta de estrés en si misma no es negativa, al


contrario es la que nos permite afrontar sucesos o eventos conflictivos,
difíciles o desagradables en un momento dado.

Ahora bien, el estrés puede ser positivo o negativo, convertirse en una


vivencia agradable o aversiva dependiendo de cómo lo manejemos. Lo
importante pues, es controlar la cantidad de situaciones de estrés,
puesto que los trastornos y el malestar que ocasiona se producen por la
exposición mantenida y continuada, provocándonos angustia, desgaste y
tensión.

167
La conclusión, aunque paradójica a simple vista, no lo es: no podemos
vivir, crecer y desarrollarnos sin estrés, pero el exceso de estrés
perjudica de manera notable el bienestar psicológico y la salud física.

7.3) El Síndrome General De Adaptación

Hans Selye desarrollo un modelo explicativo para entender el proceso


del estrés que denomino “Síndrome General de Adaptación” (S.G.A.). En
este modelo se diferenciaron tres etapas: La Reacción de Alarma, El
Estado de Resistencia y El Estado de Agotamiento.

La reacción de alarma

La primera etapa implica aspectos fisiológicos propios de un estado de


alerta. Nuestro cuerpo se activa ante la expectativa de determinados
acontecimientos. El organismo se predispone para dar una respuesta en
la que todavía no aparecen síntomas negativos, tan solo indicios de
activación como las pupilas dilatadas, el incremento del ritmo
respiratorio, ligera elevación de la tensión muscular, etc.

El estado de resistencia

Después, el organismo mantiene la activación hasta que la situación es


controlada y recupera el nivel fisiológico anterior a la Reacción de
Alarma. No provocando esta activación temporal lesiones orgánicas.
Este mecanismo permite al individuo adaptarse a las demandas del
entorno.

Estado de agotamiento

A menudo nuestra respuesta se detiene en las dos primeras etapas y no


pasa de ahí, pero a veces nuestra capacidad de resistencia se ve
superada por la naturaleza del acontecimiento, la intensidad de la

168
reacción o el tiempo que la mantenemos, cayendo así en un estado de
agotamiento.

7.4) Nuestra reacción interna

La forma en que cada persona percibe un suceso, determina en gran


medida la manera de responder a esa situación y el modo en que se verá
afectada por el estrés.

La respuesta que cada uno emite es diferente y depende de la


interpretación que demos a la situación. Nuestro estilo de percibir la
realidad, nuestro lenguaje interno, nuestro pensamiento, determinan las
emociones, positivas o negativas, que experimentamos.

Acontecimientos

Modo de percibirlos

Lenguaje interno

Emociones

Nuestra forma de interpretar y vivir una experiencia dependerá por


tanto de varios factores:

ƒ Las experiencias anteriores.

ƒ Las características de nuestra personalidad.

ƒ La interpretación del “grado” de amenaza.

ƒ Nuestros hábitos y estilos de vida.

ƒ Los recursos personales y sociales disponibles.

169
Esto significa que nuestro organismo no preocesa lo que nos ocurre de
un modo totalmente automático, sino que es filtrado por nuestro
pensamiento.

De esta manera se explicaria como acontecimientos que angustian a


unas personas para otras suponen un motivo de superación o
simplemente no les conceden mayor importancia.

Este aspecto es de vital importancia para comprender nuestra


respuesta al estrés y para combatirlo adecuadamente.

7.5) Estrés y conducción.

El estrés negativo y prolongado, cómo hemos visto, puede originar un


comportamiento “miedoso”, de tal manera que empezamos a dudar de
nosotros mismos y un incipiente sentimiento de indefensión se va
apoderando del que lo padece.

Esta inseguridad creciente entre nuestra capacidad para afrontar os


problemas, puede ser el origen de las manifestaciones de la
“amaxofobia”. Aunque no sepamos muy bien porque, el estrés se
manifiesta en algunas personas en este miedo, es evidente su
repercusión en la forma de conducir.

Parte de nuestros clientes presentan una “correlación” entre


situaciones vitales de estrés, laboral o personal, en el origen de las
manifestaciones conductuales y cognitivas de su miedo a conducir.

Pensamos que la conducción es una conducta basada en la adquisición de


respuestas psicomotoras convertidas en hábitos de conducta. De tal
manera que el conductor experimentado, sólo piensa en que tiene que
170
hacer y no en cómo tiene que hacerlo. Este proceso de automatización
se basa en un estatus de confianza en que esas respuestas son las
correctas.

La inseguridad promovida en situaciones de estrés tal vez interfiera en


la autoconfianza que esta forma de conducta, la conducción, exige. Esta
ralentización del inicio de las respuestas debe provocar unas
consecuencias distintas de las esperadas, simplemente por que se han
iniciado más tarde.

La alteración de las consecuencias desencadena una percepción de


alerta en la persona, un aumento por tanto de la ansiedad con la
repercusión emocional subsiguiente. De repente la persona siente que
aquello que era una actividad normal, desprovista de un significado de
riesgo, deja de serlo para asociarse a una emoción negativa, creciente y
cuya intensidad se eleva.

Si estamos en una situación de estrés prolongado puede variar


nuestra forma de percibir los sucesos y nuestra capacidad de
afrontamiento. Por tanto se puede esperar que según las
características individuales y las circunstancias vitales que atraviese
la persona, esa situación vaya “in crescendo”, hasta surgir los
síntomas conductuales de la amaxofobia.

En cualquier caso, intente aliviar, en la medida de lo posible el estrés,


no dude en acudir a especialistas si observa que sus niveles son elevados
y practique las técnicas que le hemos relatado en estos capítulos para
rebajar sus expectativas negativas a la hora de afrontar los sucesos
que cotidianamente nos someten las circunstancias vitales.

171
Le proporcionamos, a continuación, una serie de pensamientos de
afrontamiento, para que los recuerde cada vez que se encuentre en
situaciones que requieran de usted atención y capacidad de decisión.

Esta estrategia se basa en el cambio de pensamientos, ya comentados


en capítulos precedentes y en toda esta guía. La actividad a desarrollar
podemos fraccionarla en varias etapas:

1ª Preparación En esta fase; previa a realizar la actividad, debemos


intentar rebajar nuestros niveles de ansiedad lo más posible, puesto
que la propia actividad engendrará en nosotros un estado de activación
emocional, conviene iniciarla con la mínima carga posible.

Controle su respuesta fisiológica con la relajación, intente olvidarse de


lo que no sea relevante para la tarea, especialmente de usted, deje de
prestarse atención así mismo. Active pensamientos relajantes y
motivantes, anímese a si mismo. Utilice alguno de los siguientes
pensamientos:

¾ No hay motivo para preocuparse

¾ Me siento perfectamente

¾ Ya lo resolví con éxito en otra ocasión

¾ ¿Qué debo hacer exactamente?

¾ Se que puedo hacer cada una de estas tareas

¾ Es más fácil cuando has empezado

172
¾ Voy a lanzarme y acertare

¾ Mañana ya habrá terminado

¾ No dejar lugar para los pensamientos negativos

2º Confrontación: En esta etapa, iniciamos la tarea, mantenga


ala calma, pueden aparecer pequeños brotes de ansiedad, no se
preocupe, utilice las sensaciones para activar sus recursos, use
sus autoinstrucciones, céntrese en la tarea, recuerde que todo lo
que necesita saber, para resolver el problema, está delante de
usted, busque la información relevante.

¾ Voy a mantener el control

¾ Lo tomaré con calma, sin prisas

¾ Puedo hacerlo, lo estoy haciendo

¾ La tensión que sienta es una señal para utilizar mis


pensamientos de afrontamiento

¾ Puedo conseguir ayuda si la necesito

¾ Si no pienso en el miedo, no lo tendré

¾ Si estoy tenso, respirar profundamente y me relajará

¾ Cometer errores es normal

3º Controlar la activación: Si, a pesar de todo, nota que


empieza a ponerse nervioso, no le de importancia, active

173
pensamientos tranquilizadores, use la respiración, retome la
atención, piense en alguna de las siguientes sentencias.

¾ Ahora me relajo

¾ Me concentraré en la tarea

¾ Puedo mantenerlo dentro de unos límites manejables

¾ He sobrevivido a esto y otras cosas peores

¾ La actividad disminuye el miedo

4º Razonamiento de éxito: Si consiguió realizar la tarea, a


pesar de todo y de lo mal que se sintió, habrá dado el primer paso
para la resolución de su problema, no lo dude, ha conseguido
realizar lo más difícil, por ello, se merece un premio, un regalo,
¡dígase algo bonito! :

¾ ¡Lo conseguí!

¾ La próxima vez no tendré que preocuparme tanto

¾ Tengo que decírselo a..........

¾ Es posible no estar asustado. Lo único que debo hacer es


dejar de pensar que estoy asustado.

174
¿Está usted estresado?

Lo primero que hay que hacer para vencer el estrés, es reconocer


su existencia. Mida su nivel de estrés con regularidad
contestando a las afirmaciones siguientes.
Marque las opciones más próximas a su experiencia, sume los
puntos obtenidos, cuanto más alta sea su puntuación más elevado
su nivel de estrés

Sea lo más sincero que pueda

1 = Casi Nunca 2 = A veces

3 = Con frecuencia 4 = Siempre

1 2 3 4

Cuando hay problemas en el trabajo, me culpo a mi


mismo

Me trago los problemas y después parece que me


vayan a explotar dentro

Me concentro en el trabajo para olvidar mis


problemas personales

Descargo mi enfado y mi frustración en las personas


cercanas a mí

175
1 2 3 4

Cuando me siento presionado, noto cambios negativos


en mi conducta

Me centro en los aspectos negativos de mi vida

Las situaciones nuevas me ponen incómodo

Siento que mi cometido en la empresa no tiene ningún


valor

Llego tarde al trabajo o las reuniones importantes

Reacciono negativamente ante las críticas personales

Me siento culpable si permanezco sentado sin hacer


nada

Me domina una sensación de urgencia aunque no esté


bajo presión

No dispongo de tiempo suficiente para leer con la


frecuencia deseada

176
1 2 3 4

Me impaciento cuando no me atienden de manera


inmediata

Evito expresar mis emociones, tanto en el trabajo


como en casa

Emprendo más tareas de las que puedo realizar

Me niego a aceptar consejos de “colegas” y


superiores

Hago caso omiso de mis limitaciones profesionales y


físicas

No me dedico a mis aficiones porque mis obligaciones


ocupan todo mi tiempo

Me enfrento a situaciones de manera irreflexiva

Durante la semana estoy muy ocupado para estar con


amigos

Postergo enfrentarme y resolver situaciones difíciles


cuando surgen
177
Las personas se aprovechan de mí cuando no actúo
con firmeza

Me da vergüenza decir que estoy abrumado por el


trabajo

Evito solicitar ayuda o delegar tareas

Me ocupo de las tareas antes de fijar prioridades

Tengo dificultades para negarme a solicitudes y


exigencias

Creo que tengo que acabar todo el trabajo pendiente


cada día

Creo que seré incapaz de enfrentarme a todo lo que


tengo que hacer

El temor al fracaso me impide tomar medidas

Mi vida laboral tiende a predominar sobre mi vida


familiar

Puntuación Total

178
A la hora de valorar una medida cómo esta, se dará cuenta de que puede
pensar que estas situaciones son comunes a todas las personas y que
todos actuamos de la misma manera. Es posible que en su “circulo” de
amistades se puedan estar dando comportamientos similares. No es de
extrañar, pues solemos juntarnos con personas que se nos parecen, por
compartir más “cosas” con ellos que con otras personas.

Valoración:

Nivel de estrés Puntuación


Alto 93-124
Medio 62-93
Bajo 31-62

Mire la página siguiente, cuando note que su estado emocional le acerca


a niveles de estrés alto, acérquese a la “máquina Anti-Estrés” y tómese
algo, dedicar un poco de tiempo a nosotros mismos es a veces, un
remedio barato, cómodo y gratificante de recordarnos que el objeto
último de la vida es la de estar satisfechos de nosotros mismos, pues si
no, no alcanzaremos un bienestar con los demás.

179
MÁQUINA DE REFRESCOS ANTI - ESTRÉS

O O
Hazte un regalo Charla con un amigo

O O

Juega con alguien Vete al cine

O O

Escucha música Haz deporte

O O

Date un paseo Vete de compras

180
8. CONTROLA TU MIEDO

Ya le hemos contado las diversas técnicas que puede emplear para


resolver las distintas manifestaciones del miedo a conducir, somos
conscientes de que una guía no podrá nunca sustituir a un terapeuta
entrenado. Pero la dificultad de encontrar psicólogos capaces de
controlar las distintas situaciones de tráfico para ayudar en el
afrontamiento en vivo y en directo

8.1) Mi compromiso

Firma un contrato contigo mismo. Un compromiso en el que se


especifique en que condiciones y con que recursos vas a reiniciar
tu experiencia como conductor. Para ello utiliza el siguiente
esquema:

ƒ Haz una lista de los objetivos que te gustaría conseguir con


el vehículo

ƒ Especifica las operaciones con el vehículo que consideres


debes mejorar

ƒ Escoge la persona adecuada entre tus conocidos, si no


tienes a nadie no dudes en acudir a los servicios de un
profesional

ƒ Empieza por sesiones cortas, especifica la duración y el


lugar

ƒ Póntelo fácil, un horario de poco tráfico, un sitio tranquilo

ƒ Fírmalo y dale una copia a la persona que hayas escogido


181
como cómplice.

No olvides que, el mejor compromiso será el que establezcas


contigo mismo para no volver a abandonar

8.2) La planificación:

Si has rellenado los cuestionarios que hemos ido introduciendo en esta


guía, deberás tener claras aquellas situaciones que más te perturban,
las operaciones con el vehículo que mejor realizas y aquellas que más
dificultades te producen.

A partir de aquí, el paso siguiente es el de controlar las respuestas


motoras en primer lugar, recuerda que es muy importante que el
conductor no tenga que pensar en cómo realizar un cambio de marcha,
eso debe estar automatizado, solo debe de pensar en efectuarlo, la
acción debe acompañar al pensamiento.

Conseguir este dominio sobre los mandos del vehículo requiere de una
práctica programada, sigua, si lo necesita, las autoinstrucciones que
hemos introducido. Repita muchas veces para conseguirlo, entrene, pero
en un lugar donde no tenga que complicarse pensando en el tráfico. En
todas las ciudades y barrios, existen lugares deshabitados o con mínimo
tráfico, aunque sea en los días de fiesta, donde puede hacerlo, busque,
o pegunte, pero no se complique, Primero controle el vehículo, luego
pase al tráfico.

Nunca deje un aprendizaje a medias, ni intente hacer varios a la vez.


Planifique las sesiones con media hora cómo mínimo de entrenamiento, y
a ser posible una sesión diaria, si no puede intente el máximo de veces
por semana.

182
Sea exigente, no se conforme, cuanto más control experimente, más
fácil afrontar el tráfico.

Puede seguir el siguiente orden de ejercicios:


Arrancar.
En llano y en cuesta. Cambie a segunda y detenga el vehículo.
Repita el ejercicio hasta conseguir:
¾ Que el vehículo se mueva sin brusquedades ni “tirones”. Intente el
ejercicio en una distancia de 40 metros y luego vaya reduciendo el
espacio hasta conseguir efectuar estas tres operaciones en una
distancia de 20 metros.
¾ Al arrancar en cuesta que el vehículo no retroceda más aya de 30
ctms.
¾ No escatime tiempo en estas operaciones, le darán un control de
los pedales excelente.
¾ No pase al siguiente hasta conseguir los objetivos y efectuarlos
sin experimentar ansiedad. Esto es fundamental, repita hasta
conseguir ejercitarse sin ansiedad.

Arrancar, segunda velocidad, tercera velocidad, reduzca a segunda


y detenga el vehículo:
Para este ejercicio sigua las pautas establecidas en el anterior y utilice
al final, una distancia de 80 metros. Inícielo con unos 130 metros de
margen, recuerde, es fundamental que lo realice sin experimentar
ansiedad.
Giros a derecha e izquierda:
Esta es la maniobra reina de la circulación por ciudad, por ello, intente
practicarla exhaustivamente, observará que lo más complicado es
controlar la velocidad y el volante a la vez.
183
Deberá ser capaz de ejecutarlos de dos formas.
a) Circule en tercera, reduzca a segunda antes de girar y efectúe
la maniobra controlando el freno y el embrague a la vez, consiga
reanudar la marcha, después del giro en segunda velocidad.
b) Circule en tercera velocidad, reduzca a segunda antes de girar
e intente, cuando halla girado el volante, cambiar a primera y
una reanude ala marcha tras girar en primera.
c) Estos dos ejercicios anteriores, repítalos en llano, cuesta
arriba y cuesta abajo. Notará que las respuestas del vehículo
varían mucho según la pendiente. Es mas fácil cuesta arriba
usar la primera velocidad, cuesta abajo, lo normal es que pueda
efectuar el giro en segunda (el motor necesita menos esfuerzo)
Recuerde, debe conseguir efectuar el ejercicio con seguridad, sin
sentir tensión en los brazos y sin ansiedad, entrene lo necesario.

Control de la dirección:
Fundamental para conducir por carretera, su vehículo ha de ser capaz
de mantener una trayectoria uniforme, sin zigzagueos innecesarios,
tenga en cuenta que al ser frecuente la circulación por vías de varios
carriles, ser capaz de mantener la posición en el carril.

Un útil ejercicio consiste en ser capaz de mantener la dirección en


rectas con el brazo izquierdo solamente sujetando el volante o solo con
el derecho. No crea que es más fácil con uno u otro, dependerá de la
“lateralidad” de cada persona.

8.3) La Habituación:
Será el proceso final, una vez que controle su vehículo sin ansiedad,
está en condiciones de afrontar el tráfico, para ello piense que

184
habituarse a una situación temida lleva aparejado la eliminación de la
ansiedad, de la respuesta, en definitiva, de alerta.

Use los pensamientos que comentamos para el control del estrés y


piense que ha condicionado la respuesta de ansiedad y que para
solucionarla se ha dedicado a huir de la situación que le provoca esa
ansiedad.

Ese no ha sido una buena idea, cada vez que se dejaba vencer por el
miedo, estaba favoreciendo que la respuesta de ansiedad se haga más
intolerable y la huida se produzca de manera más rápida.

Lo que ha de hacer es lo contrario, debe padecer la ansiedad hasta que


esta vaya disminuyendo por si sola. Para ello, las sesiones han de ser
breves, fáciles y que nos permitan tener éxito.

Para habituarse a la circulación planifique de manera que las sesiones


en tráfico no superen los diez minutos al principio, ¿de verdad no se
siente capaz de aguantar diez minutos?, si es su caso rebájelo a cinco.
Da igual, pero ha de comprometerse a soportar los nervios durante ese
periodo de tiempo, y ha de repetir el tiempo de exposición hasta que no
experimente ansiedad.

Luego aumente el tiempo de exposición de cinco en cinco minutos.


Teniendo en cuenta que no es bueno que incremente el tiempo hasta no
haber conseguido efectuar el ejercicio sin ansiedad.

Empiecen situaciones de muy poco tráfico, claro que requiere eso un


esfuerzo, los días de fiesta son ideales para ello, a horas tempranas.

185
No se ponga objetivos irreales, esos ya llegarán, sea sistemático y
regálese unas “flores” cada vez que consiga superar cada etapa.
Recuerde, no pretenda en unos días resolver un problema que puede
llevar enquistado meses o años.

8.4) La Elección.

Ahora le toca a usted decidir, somos conscientes , por nuestra


experiencia clínica, de que el miedo a conducir cuando alcanza las
características de una fobia, provoca un sentimiento de desconcierto en
las personas que lo padecen que les hace sentirse extraños,
desconcertados y sin , en muchas ocasiones, sentirse entendido por su
entorno, casi nadie comprende el miedo si no se padece, todos
admitimos el temor a otras situaciones excepcionales, pero nos cuesta
entender que una actividad que una persona desarrollaba con
naturalidad, se convierta en una acción casi imposible de efectuar.

La dificultad para entender este fenómeno es que la respuesta de


miedo, de huida, forma parte de nuestras respuestas mas innatas, más
ancladas en la biología, el instinto de supervivencia.

No es tan distinta la respuesta del miedo, lo que sorprende es que


aparezca en situaciones en que no debería surgir. Bueno, por ello no se
preocupe, el problema es que al ser instintiva no tiene fácil control ni es
interesante que desaparezca, porque puede encontrarse en situaciones
excepcionales que lo requieran, debe simplemente controlar el momento
de su aparición. Ahí radica el problema.

Descondicionar las respuestas no es un proceso lineal, la ansiedad actúa


como un péndulo cuando se va aboliendo, va de menos a más
cíclicamente, pero notará cómo la amplitud de ese vaivén va

186
disminuyendo, hasta unos niveles normales, en los cuales aparecerá
cuando existas un motivo para ello, y se extinguirá cuando la situación
halla desaparecido.

Por último, utilice un registro cómo el siguiente para planificar sus


ensayos.
Registro de plan de ensayos

Porqué

Qué

Cómo

Dónde

Cuándo

Con quién

Nº ensayos

Tiempo

187
Especifique claramente la tarea que desee efectuar. Supongamos un
caso en el que una persona tiene dificultades para efectuar cambios de
carril.

Registro de plan de ensayos


Porqué No me siento seguro cuando circulo con varios
carriles, creo que nunca podré cambiar de
carril
Qué Controlar distancia y velocidad de los otros
vehículos.

Cómo Usando el método de contar los segundos que


tardan los vehículos en aproximarse

Dónde En la carretera de... a ...

Cuándo El mejor día el Sábado o el Domingo por la


mañana

Con quién Intentaré hacerme acompañar por... o si no


puede llamará a ...

Nº ensayos Al menos 25 cambios de carril

Tiempo No menos de 45 minutos

Ahora le toca a usted.

188
Recaídas:
Una de las circunstancias con la que hay que contar es con la aparición
de brotes de ansiedad, aislados y frente a ello, tenemos que saber
reaccionar.

En primer lugar, conviene recordar que la ansiedad acaba


convirtiéndose en un hábito de comportamiento, cómo hemos venido
comentando, a lo largo de este manual. Los hábitos, cuando se suprimen,
están siendo sustituidos por una respuesta nueva, distinta a la anterior.
Esta supresión requiere por tanto un esfuerzo en recordar que la
conducción se puede vivir y experimentar de otra manera distinta a la
que estábamos acostumbrados.

La respuesta anterior, la ansiedad, no desaparece, está ahí, por ello, en


determinados momentos podemos volver a experimentarla. La
sustitución será cuestión de tiempo.

Si vuelve, no dude en aplicar todo el catálogo de “técnicas” que aquí le


hemos comentado, póngale cerco, y no se preocupe por ello, la
intensidad y sobre todo la duración de estas pequeñas crisis de
ansiedad será cada vez menor.

Tal vez no consiga volver a experimentar placer conduciendo de la


misma manera que lo sentía con anterioridad a la aparición del problema,
o tal vez no lo sintió nunca, pero logrará usar su automóvil cuando lo
necesite, cuando tenga una motivación suficiente para el cambio.

Recuerde, dese el tiempo que necesite, piense que si lleva varios años
comportándose con ansiedad y miedo frente a la conducción, necesitará
un tiempo proporcional para resolverlo, pero podrá resolverlo si
mantiene una constancia suficiente y acepta que aunque pueda pasarlo
189
mal durante un tiempo, este malestar ira disminuyendo y nunca será
tan fuerte cómo la vez anterior, cada ensayo que haga le acerca a su
meta.

190

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