Professional Documents
Culture Documents
Estrés y salud
¿El estrés es causa de enfermedades? ¿Una actitud positiva puede curar o
hacer más lento el progreso del cáncer?
“Sabemos que el 50 por ciento de las muertes tienen una relación directa con conductas
humanas, y aún así dedicamos poco tiempo a hacer investigación y a poner en práctica
programas relacionados con ellas,” afirmó David Satcher, Secretario de Salud de
Estados Unidos (Satcher, 1999, p. 16). Los médicos y los psicólogos coinciden en que
el manejo del estrés es una parte esencial de los programas para prevenir la enfermedad
y promover la salud.
La biología del estrés
Para entender cómo responde nuestro cuerpo al estrés, examine la forma en que reaccionamos
al peligro. Suponga que una noche, ya tarde, está caminando solo por una
calle desconocida cuando advierte que un desconocido sospechoso lo está siguiendo.
De repente, su corazón comienza a latir de prisa, su respiración se incrementa y siente
que tiene el estómago revuelto. ¿Qué le está sucediendo? El hipotálamo, un centro en
la parte profunda del encéfalo está reaccionando a su percepción del peligro organizando
una respuesta generalizada que afecta a varios órganos del cuerpo (figura 12-2).
Casi de inmediato, el hipotálamo estimula a la rama simpática del sistema nervioso autónomo
y a las glándulas suprarrenales para liberar en la sangre hormonas del estrés
como la adrenalina y la norepinefrina, lo que da lugar a los incrementos en el ritmo cardiaco,
la presión sanguínea, la respiración y la transpiración. También responden otros
órganos, como el hígado, que incrementa la cantidad de azúcar disponible en la sangre
para contar con energía adicional, y la médula ósea, que incrementa el conteo de glóbulos
blancos para combatir infecciones. Por el contrario, disminuye la tasa de algunas
funciones corporales, como la tasa de la digestión, cuya importancia es obviamente
menor cuando enfrentamos un peligro inminente y que, por cierto, explica la sensación
de tener el estómago revuelto.
El renombrado fisiólogo Walter Cannon (1929) describió los elementos básicos de
esta secuencia de eventos como una respuesta de lucha o escape porque parecía que su
propósito principal era preparar a un animal para responder a amenazas externas atacándolas
o huyendo de ellas. Cannon también observó que esta movilización fisiológica
adoptaba la misma forma independientemente de la naturaleza de la amenaza. Por
ejemplo, la respuesta de lucha o escape se dispara por un trauma físico, por temor, activación
emocional o simplemente porque un incidente realmente malo sucedió en el
trabajo o la escuela. Para Cannon, era obvio que el significado adaptativo de la respuesta
de lucha o escape era que aseguraba la supervivencia de los primeros humanos
al enfrentar el peligro.
Afrontamiento directo
Cuando estamos amenazados, frustrados o en conflicto, tenemos tres opciones básicas
de afrontamiento directo: confrontación, negociación o retirada. Podemos encarar de manera
directa una situación e intensificar nuestros esfuerzos para recibir lo que deseamos
(confrontación). Podemos renunciar a una parte de lo que queremos y persuadir a
otros de que renuncien a parte de lo que desean (negociación). O podemos admitir la
derrota y dejar de luchar (retirada).
Considere el caso de una mujer que ha trabajado duro durante años y que no ha recibido
ningún ascenso. Se entera de que la razón es que ha manifestado su renuencia a
trasladarse temporalmente de la sede de la compañía a una sucursal situada en otra parte
del país para adquirir más experiencia. Su negativa a trasladarse se interpone entre
ella y su meta de progresar en su carrera. Esta mujer dispone de varias opciones.
Confrontación Se llama confrontación al hecho de reconocer que existe un problema
que requiere solución, y hay que encararlo y avanzar con decisión hacia la meta.
El sello distintivo del “estilo de confrontación” consiste en hacer intensos esfuerzos
por afrontar el estrés y lograr los propósitos (Morris, 1990). Esto puede implicar el
aprendizaje de habilidades, obtener ayuda de otros o esforzarse más. O tal vez requiera
que se den pasos para cambiar uno mismo o la situación. La mujer que hemos descrito
antes puede decidir que si en verdad quiere progresar en la compañía tiene que
aceptar la reubicación. O podría tratar de cambiar la situación de diversas maneras.
Podría cuestionar la suposición de que trabajar en la sucursal le daría el tipo de experiencia
que su supervisor piensa que necesita. También podría tratar de convencer a su
jefe de que está lista para ocupar un mejor puesto en la oficina central.
La confrontación también incluye expresiones de enojo. Este último puede ser
efectivo, sobre todo si en realidad hemos sido tratados de manera injusta y expresamos
nuestra molestia con mesura en lugar de estallar en cólera. Una revista estadounidense
reportó en una ocasión un ejemplo divertido y efectivo de enojo controlado en respuesta
a un pequeño y fastidioso problema. Un automovilista que llegó a una intersección
tuvo que detenerse para permitir que una anciana cruzara la calle. El conductor del
carro detrás de él tocó el claxon con impaciencia mientras que el primer conductor
apagó el motor, sacó la llave, caminó hacia el otro carro y se la entregó al segundo
conductor. “Tómala,” dijo, “atropéllala tú. Yo no puedo hacerlo. Me recuerda a mi
abuela”.
Estrategias de afrontamiento
Los individuos usan diversas estrategias de afrontamiento en diferentes combinaciones y
de maneras distintas para manejar los eventos estresantes. Resulta tentador concluir que
los estilos de afrontamiento, al igual que la personalidad, residen dentro del individuo.
Pero diversas investigaciones indican que la cantidad de estrés que la gente encuentra y
la forma en que lo afronta dependen en grado significativo de la situación, así como de
su ambiente físico, social, económico y cultural (S. E. Taylor y Repetti, 1997).
Mantenerse saludable
¿Cómo nos ayuda a controlar el estrés un estilo de vida saludable?
Métodos para reducir el estrés
Los científicos no tienen una explicación sencilla para el resfriado común, mucho menos
para el cáncer, pero sí han dado consejos sobre distintas maneras de reducir el estrés
y mantenerse saludable.
Tranquilícese El estrés puede ser parte de la vida, pero existen formas comprobadas
para reducir el impacto negativo sobre su cuerpo y su salud. El ejercicio es una. Correr,
caminar, montar en bicicleta, nadar o cualquier ejercicio aeróbico que usted disfrute regularmente
disminuye el ritmo cardiaco en reposo y la presión sanguínea, de modo que
su cuerpo no tenga una reacción muy fuerte al estrés y se recupere con mayor rapidez.
Más aún, numerosos estudios demuestran que la gente que hace ejercicio de manera regular
y está en buenas condiciones físicas tiene una mayor autoestima que quienes no lo
hacen; tiene menor probabilidad de sentirse ansiosa, deprimida
o irritable y sufre menos achaques y dolores, así como
menos resfriados (Biddle, 2000; Sonstroem, 1997).
También el entrenamiento de relajación elimina el estrés.
Varios estudios indican que las técnicas de relajación disminuyen
el estrés (Pothier, 2002) y mejoran el funcionamiento
inmunológico (Andersen, Kiecolt-Glaser y Glaser, 1994).
Sin embargo, la relajación es algo más que dejarse caer en el
sillón con el control remoto de la televisión. La relajación
física saludable requiere tenderse tranquilamente y, de manera
alternada, tensar y relajar todos los músculos voluntarios
del cuerpo (de la cabeza a los dedos de los pies) con la
finalidad de aprender a reconocer la tensión muscular y para
aprender a relajar el cuerpo. Los ejercicios de respiración
tienen el mismo efecto: si una persona está tensa, la respiración
rítmica y profunda es difícil, pero aprender a dominarla
Capítulo 12 Estrés y psicología de la salud 491
En tanto que beneficia a su sistema cardiovascular, el ejercicio aeróbico regular
ayuda a su cuerpo a reaccionar con menos intensidad al estrés y a recuperarse
con más rapidez cuando surge el estrés inevitable.
La conducta altruista, como las demostraciones
por una causa, ayuda a canalizar
los sentimientos personales de dolor en una
acción constructiva.
alivia la tensión corporal (vea también el capítulo 4, Estados de conciencia, donde encontrará
un análisis de la meditación, y el capítulo 5, Aprendizaje, donde se describe la
biorretroalimentación; ambos temas son de utilidad para la relajación y reducción del
estrés).
Extienda la mano Una sólida red de amigos y familiares que proporcionen apoyo social
puede ayudar a mantener la buena salud (Uchino, Cacioppo y Kiecolt-Glaser,
1996). Una revisión de la literatura concluyó que la relación positiva entre el apoyo
social y la salud está a la par con la relación negativa de la salud con factores de riesgo
bien establecidos como la inactividad física, el tabaquismo y la presión sanguínea alta
(House, Landis y Umberson, 1988). No queda clara la razón exacta por la que la presencia
de un sistema fuerte de apoyo social se relaciona con la salud. Algunos investigadores
afirman que el apoyo social afecta directamente nuestra respuesta al estrés y la
salud produciendo cambios fisiológicos en el funcionamiento endocrino, cardiaco e
inmunológico (Uchino et al., 1996).
Cualquiera que sea el mecanismo subyacente, casi todas las personas recuerdan
momentos en que otros individuos hicieron una diferencia en su vida al darles un buen
consejo (apoyo de información), ayudarles a sentirse mejor consigo mismas (apoyo
emocional), proporcionarles ayuda con los deberes y responsabilidades o ayuda financiera
(apoyo tangible) o simplemente “estando” con ellas (apoyo de pertenencia)
(Uchino, Uno y Holt-Lunstad, 1999; R. B. Williams et al., 1992). Sin embargo, no todas
las relaciones son iguales. Conocer a mucha gente o tener una pareja puede ser o no
un amortiguador del estrés; lo que importa son las características de los amigos y compañeros
y la calidad de las relaciones (Hartup y Stevens, 1999). Por ejemplo, algunos
estudios han encontrado que las parejas casadas que pelean de manera hostil (utilizando
la crítica, la denigración o el insulto) muestran una supresión de la función inmunológica
en comparación con parejas que interactúan de maneras más constructivas,
por ejemplo, escuchando los puntos de vista del otro, buscando un terreno común y el
compromiso, y usando el humor para romper la tensión (Hobfoll, Cameron, Chapman
y Gallagher, 1996; Kiecolt-Glaser, Malarkey, Chee, Newton y Cacioppo, 1993; Kiecolt-
Glaser, Bane, Glaser y Malarkey, 2003).
Religión y altruismo Los psicólogos de la salud también están investigando el papel
que juega la religión en la reducción del estrés y el reforzamiento de la salud (Rabin y
Koenig, 2002; Siegel, Anderman y Schrimshaw, 2001; Smith, 2000). Por ejemplo, la
investigación ha encontrado que la gente anciana que reza o asiste a servicios religiosos
de manera regular disfruta de mejor salud y de tasas muy inferiores de depresión
que los que no lo hacen (Koenig, 1997; Koenig et al., 1997). Otros estudios han demostrado
que tener un compromiso religioso ayuda a moderar la hipertensión (Levin
y Vanderpool, 1989).
No queda claro exactamente por qué existe una asociación entre la salud y la religión.
Sin embargo, una explicación sostiene que la religión proporciona a la gente un
sistema de apoyo social que incluye amigos cariñosos y la oportunidad de sostener interacciones
personales cercanas. Como se describió antes, una red fuerte de apoyo social
puede reducir el estrés de diversas maneras y, a su vez, la reducción del estrés se
relaciona con una mejor salud (Uchino et al., 1996, 1999). Sin embargo, es igualmente
probable que la gente que disfruta de buena salud tenga mayor probabilidad de rezar y
asistir a los servicios religiosos (Sloan, Bagiella y Powell, 1999).
El altruismo, que consiste en extender la mano y ayudar a los demás porque esto produce
placer a quien lo hace, es una de las formas más efectivas de reducir el estrés (Vaillant,
2000). Preocuparse por los demás tiende a sacar de la mente los problemas personales,
nos hace percatarnos de que hay otras personas en una situación peor que la nuestra y
fomenta el sentimiento de que estamos implicados en algo más grande que nuestra pequeña
porción de vida (Folkman, Chesney y Christopher-Richards, 1994). Un hecho interesante
es que el altruismo es un componente de la mayoría de las religiones, lo que sugiere que el
altruismo y el compromiso religioso podrían tener algo en común que
ayuda a reducir el estrés. El altruismo también puede canalizar la pérdida, el dolor o la
ira en la acción constructiva. Un ejemplo es la organización llamada Mothers Against
Drunk Driving (Madres contra los conductores ebrios o MADD, por sus siglas en inglés),
fundada por una madre cuyo hijo fue asesinado por un conductor ebrio.
Aprenda a afrontar de manera efectiva La forma en que valora los eventos de su
ambiente (y la forma en que valora su habilidad para afrontar eventos potencialmente
desestabilizantes e impredecibles) puede minimizar o maximizar el estrés y su impacto
en la salud.
El afrontamiento proactivo es el término psicológico para el hecho de anticipar eventos
estresantes y dar pasos para evitarlos o minimizar su impacto (Aspinwall y Taylor,
1997). El afrontamiento proactivo no significa “esperar lo peor”; la vigilancia constante
en realidad incrementa el estrés y daña la salud. Más bien, afrontamiento proactivo
significa (como en el lema de los Niños Exploradores) “Estar preparado”. Esto puede incluir
la acumulación de recursos (tiempo, dinero, apoyo social e información), reconocer
de antemano el estrés potencial y hacer planes realistas. Por ejemplo, un hombre
que acaba de enviudar anticipa que su primera Navidad sin su esposa será solitaria y
hace planes para pasar las fiestas con amigos. Una mujer que se está mudando a una nueva
ciudad sabe que la transición será estresante. Averigua todo lo que puede acerca de su
nueva ubicación antes de mudarse, por ejemplo, si sus amigos tienen amistades ahí,
dónde puede participar en actividades que disfruta (como tomar clases de dibujo o karate),
lugares y grupos u organizaciones donde puede conocer gente que comparta sus
intereses (una iglesia, los mejores clubes de jazz, el refugio local de animales), etcétera.
En muchos casos, es imposible modificar o escapar de las circunstancias estresantes,
pero es posible cambiar la forma de pensar acerca de las cosas. La revaloración positiva
ayuda a la gente a sacar el máximo partido de una situación tensa o dolorosa. Una
baja calificación puede interpretarse como un signo de advertencia, no como una catástrofe;
un trabajo detestado proporciona información acerca de las verdaderas aspiraciones
en la profesión; en lugar de amargarse por un comentario desagradable de su
hermana, pregúntese qué le dice esto acerca de ella. La revaloración positiva no requiere
que se convierta en una “Pollyanna” (la heroína de una novela que era optimista
al extremo de ser ridícula). Más bien, requiere encontrar un nuevo significado a una
situación, una perspectiva o insight que haya pasado por alto. Después de la muerte de
su pareja, un cuidador de personas con VIH dijo a los investigadores: “Su muerte dejó
algo de valor en mi conducta que es ‘Escucha, no sabes cuánto tiempo tienes. Acabas de
perder a otro. Pasa más tiempo con la gente que significa algo para ti’” (S. E. Taylor,
Kemeny, Reed, Bower y Gruenwald, 2000, p. 105).
Una de las formas más efectivas de revaloración para aliviar el estrés es el humor.
Como planteó Shakespeare de manera tan acertada en Cuento de invierno: “Un corazón
alegre sigue todo el día/ Tu tristeza se cansa a la milla” (Acto IV, escena 3). Y el periodista
Norman Cousins (1981) atribuye su recuperación de una enfermedad que amenazaba
su vida a “dosis” regulares de risas. Creía que mirar películas cómicas clásicas reducía su
dolor y la inflamación de sus tejidos. Al respecto, escribió:
Lo importante acerca de la risa… no es sólo el hecho de que proporciona ejercicio
interno para una persona que yace sobre la espalda (una forma de trote para las entrañas),
sino que crea un estado de ánimo en que las otras emociones positivas se
ponen a trabajar también. En resumen, ayuda a hacer posible que sucedan cosas
buenas (pp. 145-146).
Los psicólogos de la salud están de acuerdo (por ejemplo, Salovey, Rothman, Detweiler
y Steward, 2000; Vaillant, 2000). Un cuerpo saludable y el sentido del humor van
de la mano.
Afrontar el estrés en la universidad Faltan dos semanas para los finales y tiene que
redactar dos trabajos y estudiar para cuatro exámenes. Está muy preocupado. No está
Capítulo 12 Estrés y psicología de la salud 493
solo. Para ayudar a los estudiantes a afrontar las presiones de la semana de exámenes
finales y, de hecho, con el estrés que muchos estudiantes sienten a lo largo del semestre,
muchas universidades ofrecen talleres de reducción del estrés, clases de aeróbicos
y consejería. En la Universidad de California en Los Ángeles, se enseña a los estudiantes
a visualizarse respondiendo tranquilamente las preguntas difíciles de los exámenes.
Incluso si usted no asiste a un programa especial para la reducción del estrés, puede
aprender técnicas que le ayuden a enfrentar las presiones de la vida universitaria.
1. Planee por adelantado. No posponga las cosas. Tenga las cosas listas antes de los
plazos fijados. Empiece a trabajar por adelantado en los proyectos importantes.
2. Establezca prioridades. Haga una lista de todo lo que tiene que hacer incluyendo
hasta el lavado de la ropa; luego marque con un asterisco las tareas de mayor
prioridad, las que en realidad tiene que hacer primero (un plazo que se avecina) o
las que requieren mucho tiempo. Concéntrese en las tareas de alta prioridad, táchelas
cuando estén listas y ajuste las prioridades de forma que las tareas más
apremiantes siempre estén señaladas.
3. Haga ejercicio. Practique cualquier actividad que disfrute.
4. Escuche su música favorita, vea un programa de televisión o vaya al cine como
descanso del estudio.
5. Hable con otras personas.
6. Medite o use otras técnicas de relajación. Es recomendable leer el libro The Relaxation
Response (Benson y Klipper, 2000).
Adoptar un estilo de vida saludable
Aunque es importante aprender cómo evitar y afrontar el estrés, el movimiento de la
psicología positiva ha estimulado a muchos psicólogos de la salud a explorar otras
formas de promover la buena salud mediante la adopción de un estilo de vida más saludable.
Para mantener la salud es importante desarrollar hábitos más saludables como
llevar una dieta bien balanceada, hacer ejercicio de forma regular, no fumar y evitar
conductas de alto riesgo (Friedman, 2002).
Dieta Una buena dieta basada en alimentos nutritivos es importante porque proporciona
la energía necesaria para mantener un estilo de vida vigoroso al mismo tiempo
que promueve el crecimiento y desarrollo saludables. Aunque existe cierto desacuerdo
acerca de qué constituye exactamente una dieta bien balanceada, el consenso entre
científicos acreditados coincide en que ésta debería:
• incluir una variedad de alimentos,
• contener al menos cinco porciones de frutas y vegetales al día,
• derivarse principalmente de fuentes vegetales, incluyendo abundancia de granos
enteros y
• ser complementada con pequeñas porciones de pescado y carne magra para obtener
proteínas.
La mayoría de los expertos recomienda comer una amplia variedad de frutas, vegetales,
nueces, panes de grano entero y cereales, acompañados de pequeñas porciones
de pescado y carnes magras. Por el contrario, se considera que no es saludable comer
cantidades excesivas de comidas grasosas, fritas, productos lácteos altos en colesterol,
como la leche entera y la mantequilla, y comidas altas en azúcares artificiales como los
refrescos y los dulces (que a menudo carecen de vitaminas y minerales) (Friedman,
2002).
Varios estudios han documentado que comer una dieta bien balanceada, similar a la
descrita antes, ayuda a mejorar la calidad de vida, incrementar la longevidad y disminuir
el riesgo de sufrir cardiopatías, cáncer y apoplejía (Trichopoulou, Costacou, Bamia y
Trichopoulos, 2003). Por desgracia, muchos estadounidenses consumen demasiadas comidas
rápidas (como hamburguesas, papas a la francesa y refrescos) y bocadillos (como
papas fritas y dulces) que son altos en grasas saturadas y azúcar y a menudo son deficientes
en vitaminas y minerales. Como resultado, a pesar de que en Estados Unidos
se tiene acceso abundante a alimentos nutritivos, los malos hábitos alimenticios son
responsables, en parte, de los niveles comparativamente altos de cardiopatías, cáncer y
apoplejía que se registran en ese país.
Sin embargo, el problema no sólo es la calidad de la comida que se consume en Estados
Unidos. Como analizamos en el capítulo 9 (Motivación y emoción), muchos estadounidenses
comen demasiado, lo que provoca obesidad, mientras que otros desarrollan
trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, que puede poner su vida en riesgo
por comer muy poco.
Ejercicio Está bien establecida la importancia del ejercicio aeróbico regular (como
trotar, caminar de manera enérgica o nadar) para mantener un cuerpo saludable. Además,
los psicólogos de la salud han demostrado que el ejercicio aeróbico regular también
ayuda a la gente a afrontar mejor el estrés, sentirse menos deprimida, más vigorosa y a
tener más energía. Por ejemplo, un estudio asignó al azar a universitarias con depresión
moderada a tres grupos. Un grupo realizó ejercicio aeróbico regular, otro grupo
recibió terapia de relajación, y el último grupo (un grupo control) no recibió ningún
tratamiento. Después de 10 semanas, las mujeres moderadamente deprimidas en el
grupo de actividad aeróbica reportaron un notable decremento de su depresión en
comparación con el grupo sin tratamiento. El grupo de relajación también obtuvo beneficios
de esta terapia, pero no fueron tan significativos como los del grupo que participó
en el programa de ejercicio aeróbico regular (McCann y Holmes, 1984). Muchos
otros estudios han demostrado también que existe un vínculo entre el ejercicio regular,
la reducción del estrés, el incremento de la confianza en sí mismo y la mejor calidad
del sueño (Gandhi, Depauw, Dolny y Freson, 2002; Rice, 1997; vea también Weinberg
y Gould, 1999).
Dejar de fumar Aunque en la actualidad hay menos estadounidenses que fuman
que en el pasado, y más de la mitad de los que fumaban han dejado de hacerlo, el tabaquismo
todavía supone una amenaza seria para la salud de los millones de personas
Capítulo 12 Estrés y psicología de la salud 495
que continúan fumando (Millis, 1998). Fumar se vincula con enfermedades pulmonares
crónicas, cardiopatía y cáncer. Además, fumar puede reducir la calidad de vida al
disminuir la eficiencia pulmonar. Esta disminución de la eficiencia pulmonar es la razón
por la cual los fumadores no pueden correr una maratón o participar en un programa
de ejercicios vigorosos.
Un hecho interesante es que la tendencia a empezar a fumar ocurre casi exclusivamente
durante los años de la adolescencia. Casi nadie mayor de 21 años adopta el hábito
por primera vez, pero los adolescentes que experimentan seriamente con cigarrillos
o tienen amigos que fuman tienen mayor probabilidad de empezar a fumar que los que
no lo hacen (Choi, Pierce, Gilpin, Farkas y Berry, 1997). Por estas razones, los psicólogos
de la salud se dan cuenta de que las iniciativas dirigidas a la prevención del tabaquismo
deberían concentrar sus esfuerzos principalmente entre los jóvenes.
La mayoría de los adultos que fuman desean dejar de hacerlo, pero su adicción a la
nicotina (analizada en el capítulo 4) lo hace muy difícil. Por fortuna, en los años recientes
se han desarrollado varios métodos alternativos para ayudar a la gente a dejar
de fumar. Por ejemplo, la prescripción de medicamentos antidepresivos como Zyban,
Wellbutrin y Effexor, que trabajan a nivel de los neurotransmisores, ha demostrado ser
útiles para ayudar a la gente a dejar de fumar. Los sustitutos de la nicotina, por lo regular
en la forma de goma de mascar, parches o inhaladores, también han arrojado resultados
alentadores. Muchas personas que intentan dejar de fumar consideran que es
importante modificar el ambiente que han llegado a asociar con el tabaquismo. Por
ejemplo, como la gente fuma a menudo en los bares o durante los recesos para tomar
café, resulta útil modificar las rutinas para evitar las señales que han quedado asociadas
con encender un cigarrillo. Y por supuesto, también existe el proceso de “dejar de fumar
en seco”, en el que la gente simplemente decide dejar de fumar y lo hace sin apoyo
externo o sin cambiar su estilo de vida. Independientemente de los recursos para dejar
de fumar, los estudios han demostrado que hacerlo por lo general agrega años a la vida,
así que cualquier cosa que se haga para abandonar el tabaquismo vale la pena.
Evitar las conductas de alto riesgo Todos los días tomamos docenas de pequeñas
decisiones, al parecer insignificantes, que tienen impacto en nuestra salud y bienestar.
Por ejemplo, decidir ajustarse el cinturón de seguridad cada vez que se sube a un automóvil,
aunque aparentemente se trata de algo fútil, es una de las cosas más importantes
que puede hacer para reducir el riesgo de sufrir lesiones y una muerte prematura. De
manera similar, abstenerse de tener relaciones sexuales sin protección reduce la posibilidad
de contraer enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el SIDA.
Para este fin, los psicólogos de la salud, en colaboración con organismos públicos,
están diseñando programas de intervención para ayudar a la gente a tomar decisiones
más seguras en su vida cotidiana. Por ejemplo, John Jemmott y sus colegas (Jemmott,
Jemmott, Fong y McCaffree, 2002) estudiaron el impacto de un programa de sexo seguro
que enfatizaba la importancia del uso del condón y otras prácticas de sexo seguro
en una muestra de 496 adolescentes afroamericanos de barrios pobres en alto riesgo.
Seis meses después de que se puso en marcha el programa, una evaluación de seguimiento
de los participantes reveló una menor incidencia de conducta sexual de alto
riesgo, incluidas las relaciones sexuales sin protección, que los adolescentes que no
participaron en el programa. Investigaciones como ésta ponen de relieve el papel decisivo
que pueden desempeñar los psicólogos de la salud para ayudar a la gente a evitar
conductas de riesgo y a mejorar la calidad de su vida.