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PLATÓN

F I L E B O - T I M E O - CRITÍAS
CARTAS

INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS D E

M . ÁNGELES DURAN, FRANCISCO LIS!,


8

JUAN ZARAGOZA Y PILAR GÓMEZ CARDÓ

BIBLIOTECA GREDOS
FILEBO
© EDITORIAL GREDOS, S A , Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 1982,
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302 C A R T A S I N T R O D U C C I Ó N 30;5

que el p r i m e r o de ellos a c e p t a r í a m á s tarde la V I I y la viaje ya en el reinado de Dionisio I I (el Joven), cuando


XIII. c r e y ó llegado el m o m e n t o de poner en p r á c t i c a l a reforma
del Estado (326c-328c). T e r m i n a esta parte c o n el destierro
Carta VII de D i ó n p o r D i o n i s i o , que, sin embargo, retuvo al filóso-
fo a su lado (328c-330b). ¡
Esta carta está dirigida p o r P l a t ó n a los amigos y aso-
A q u í se i n t e r r u m p e l a e x p o s i c i ó n de acontecimientos y
ciados de D i ó n cuando d e s p u é s de ser éste asesinado p u -
el narrador reflexiona sobre l o que constituye l a parte p r i n -
dieron apoderarse de Siracusa en el a ñ o 353 a. C . A l pare-
cipal de l a carta, los consejos a p r o p ó s i t o de l a s i t u a c i ó n ,
cer, responde a u n a p e t i c i ó n de c o l a b o r a c i ó n , pero se t r a -
que constituyen u n a d i g r e s i ó n . P l a t ó n parte del principio
ta claramente de una carta abierta dirigida a una a m p l i a
de que n o hay que imponer j a m á s u n consejo, que s ó -
audiencia, probablemente t a n t o a atenienses como siracu-
l o hay que d á r s e l o a quienes e s t á n dispuestos a seguirlo.
sanos. Es la m á s larga de todas y, c o n m u c h o , la m á s
A n t e t o d o , hay que evitar la violencia. Y a a Dionisio le
i m p o r t a n t e de las cartas y la que disfruta de un mayor
Babia aconsejado rodearse de amigos virtuosos y empezar
reconocimiento de autenticidad p o r parte de los críticos ' .
por controlarse a sí m i s m o , sin que el t i r a n o le hiciera ca-
A u n q u e la carta pasa p o r ser u n mensaje de consejo so, l o que o c a s i o n ó los males de Sicilia, que P l a t ó n empie4
a los amigos de D i ó n , en realidad contiene u n a completa za a contar en una nueva d i g r e s i ó n . Sigue hablando de
d e s c r i p c i ó n y una j u s t i f i c a c i ó n de la p a r t i c i p a c i ó n de Pla- la discordia entre Dionisio y D i ó n , el destierro de éste, l a
t ó n en los asuntos de Sicilia. l i b e r a c i ó n de Siracusa, el asesinato d e D i ó n y l a personali-
Empieza exponiendo en un exordio (323c-326b) su dis- dad de sus asesinos. Vuelve a l tema y responde a esta
p o s i c i ó n a colaborar en los proyectos de r e s t a u r a c i ó n de pregunta: ¿ q u é debemos hacer para llevar a cabo los pla-
D i ó n , que conoce perfectamente, y hace u n resumen de nes de D i ó n ? H a y que r e f o r m a r a los ciudadanos, hacer
su p r o p i a f o r m a c i ó n p o l í t i c a , sus experiencias juveniles y que recuperen los valores morales, convocar u n a asamblea
su c o n v i c c i ó n final de que u n a buena p o l í t i c a exige en su que establezca u n a c o n s t i t u c i ó n , p r o m u l g u e leyes equitati-^
base una f o r m a c i ó n filosófica. vas y destruya el r é g i m e n a r b i t r a r i o de l a t i r a n í a . A s í rei-
Sigue hablando de su amistad con D i ó n , la muerte de n a r á n en l a c i u d a d una « i g u a l d a d y u n a c o m u n i d a d de
D i o n i s i o I , el regreso de P l a t ó n a Atenas y su segundo derechos para t o d o s » (330c-337c), (

Precisamente esta e x p r e s i ó n (pásin koiná agathá) consr


tituye una de las partes m á s p r o b l e m á t i c a s de la carta:
1 N . G U L L E Y , « T h e Authenticity o f the Platonic E p i s t l c s » , Pseude-
pigrapha, I , Ginebra, 1 9 7 2 , págs. 103-130; G . J . D . AALDERS, «The M ü l l e r , p o r e j e m p l o , considera que h a y u n a seria incon-j
2

Authenticity of the Eighth Platonic Epistle R e c o n s i d e r e d » , Mnem. s. I V , sistencia entre esta a f i r m a c i ó n y el c a r á c t e r p r a g m á t i c o , '
22 ( 1 9 6 9 ) , p á g s . 2 4 7 y 2 5 5 ; R . S. B L U C K , Piato's Seventh and Eighth
Letters, Cambridge, 1 9 4 7 , p á g . 1 1 2 ; G . P A S Q U A L I . Le lettere di Platone,
Florencia, 1 9 3 8 ; E . G . C A S K E , «Against Piato's Seventh Letter», Cl. Phil. 2 G . M Ü L L E R , rec. de L . Edelstein, Piato's Seventh Letter, G. G. A.
69 (1974), págs. 220-227. 221 (1969), p á g . 191.
304 CARTAS
INTRODUCCIÓN 305
«realpolitische», del- consejo político. Otros críticos, con pletamente legal, y alude a 337c, donde se cita td Csonfkai
una lectura detenida de la frase entera, llegan a la conclu- tó koinón como «distribución equitativa de justicia para
sión de que. lo que hay que entender es «en beneficio de todos los ciudadanos». Platón se había negado a dar con-
todos» y que Platón no pensaba en el Estado descrito en sejos cuando las leyes no eran las mismas para todos los
la República, sino un régimen de segunda clase, como el ciudadanos. Según Diógenes Laercio (III 23), Platón no
que inspiran las Leyes. quiso colaborar en las legislaciones de Tebas y Arcadia por-
Sin embargo,-según L. de Blois 3, el consejo que da que no eran isonomía.
Platón en la Certa. Vil tiene otra naturaleza, y 'consiste El autor de la carta, ya trazado el plan, reanuda la
en una serie.de indicaciones prácticas que están directa- :j narración de sus viajes (el tercero) y expone cómo tuvo
mente relacionadas con la situación-,de Siracusa en ese mo- que ceder a las instancias de Dionisio y de Dión. Platón
mento. El mismo autor cree que el propósito de tales avi- se dedica a explicarle al príncipe en qué consiste su verda-
sos prácticos era introducir un mínimum de estabilidad, d e r a filosofía, a cuya austera pedagogía no fue capaz de
sin la que cualquier intento de reformas demayor alcance plegarse el tirano que, sin embargo, se llamaba filósofo
estaba condenada.-al fracaso. Por ello, la Carta VII; viene y que incluso había escrito un manual con sus primeros
a dar una serie de precondiciones que hay que cumplir pa- j principios.
ra-conseguir dicha estabilidad y llegar, a un punto de parti- Sigue una larga digresión filosófica sobre la teoría del
da para reformas platónicas más radicales.... conocimiento, terminada la cual Platón llega a la conclu-
Platón sabía que .estas condiciones (autocontrol, .conci- sión de la falta de aptitud de Dionisio para la filosofía.
liación, sobriedad,, mantenimiento de la lev v renuncia a En 342a dice: «Me gustaría extenderme con mayor am-
conseguir el lucro>-habia desaparecido progresivamente: de plitud en este tema, pues tal vez al obrar así quedará más
Atenas- después del 403 a. C , y en- especial después de la clara mi intención». Así empieza el pasaje que habría que
muerte de- Sócrates en el 399 a. C , y no tenia deseos de estudiar detenidamente, pues si Dión murió en el 354 y
participar en la vidaeolítica f324c-325e). En la Carta VII Platón en el 347, en el 353 tendría unos setenta y cinco
advierte, contra Ja aceptación del puesto de consejero en años, de modo que, de ser auténtica esta carta, se trata
Estados tan corruptos. Ya en la República y las Leyes ha- de su último testamento filosófico, así como la última de-
bía expresado la importancia que daba al- cumplimiento claración en su propio nombre. Se considera a menudo
de tales'precondiciones. - como «digresión filosófica», pero, para Guthrie. Platón
En 326d y 336d-se invoca-'la isonomfa. empleada en el introduce este pasaje como una parte entera de un con-
sentido antitiránico opuesto a dynasteí& y tyrannís. Aalders junto cuidadosamente compuesto. La carta es nada menos
cree que aquí significa gobierno republicano limpio, com- que una breve apología de su vida y de su pensamiento
entero.
3 L. DE BLOIS, «Some Notes on Plato's Seventh Epistle», Mnem. s.
IV, 32 (1979), fase. 3-4, págs. 268-283.
Platón plantea una cuestión epistemológica: ¿Cómo es
posible el conocimiento de las realidades objetivas y cuáles
306 CARTAS I N T R O D U C C I Ó N 307

s e r í a n las precondiciones necesarias? E n o t r o sentido, p o - Reanudando su historia, el a u t o r recuerda las peripe-


d r í a llamarse a esto u n planteamiento de los papeles res- cias de sus ú l t i m o s días en Sicilia, sus diferencias cada vez
pectivos de la i n t u i c i ó n y el pensamiento discursivo o me- mayores c o n el tirano y la completa r u p t u r a . S ó l o le quef
t ó d i c o de la filosofía p l a t ó n i c a . L a respuesta de P l a t ó n da regresar a Atenas, d e s p u é s de muchos o b s t á c u l o s . S é
a la pregunta sobre el conocimiento es que requiere la pre- detiene en el Peloponeso, en O l i m p i a , donde encuentra a
sencia de cinco (factores): en p r i m e r lugar, u n n o m b r e D i ó n con sus partidarios.
(para el que pone como ejemplo el c í r c u l o ) ; en segundo T e r m i n a la carta con reflexiones parecidas a sus conse-
lugar, una definición (lógos), u n compuesto de nombres jos y se despide de sus corresponsales e x c u s á n d o s e p o r l a
con otras partes del discurso. E n tercer lugar, una repre- e x t e n s i ó n de la carta (337e-350e).
s e n t a c i ó n sensible (eídólon, « i m a g e n » ) , c o p i a ' imperfecta
y n o permanente de las realidades, ejemplificadas por los
Carta VIII
c í r c u l o s o ruedas. P l a t ó n los utiliza como ejemplos, por-
que la creencia p i t a g ó r i c a en la i m p o r t a n c i a c ó s m i c a de la Esta carta cuya autenticidad es generalmente aceptada,
verdad m a t e m á t i c a le ayudaba m á s a resolver el problema está d i r i g i d a a los mismos corresponsales que la V I I y p a i
s o c r á t i c o del conocimiento enunciando la existencia de las rece escrita pocos meses d e s p u é s que ella, poco antes d«;
ideas. Pero, como seguidor de S ó c r a t e s , e x t e n d í a su t e o r í a que C a l i p o , el asesino de D i ó n , fuera expulsado del podei}
m u c h o m á s allá de las m a t e m á t i c a s , y especialmente en por H i p a r i n o , h i j o de Dionisio I y s o b r i n o de D i ó n .
el campo é t i c o . E n ella se presenta P l a t ó n como el conciliador que siem--
E n cuarto lugar, el conocimiento (de los tres p r i m e r o s ) . pre h a b í a querido ser. E l filósofo trata de poner de acuer-
C o n este encabezamiento, P l a t ó n agrupaba al m i s m o tiem- do a los dos partidos en lucha, el de D i ó n y el de D i o n i -
p o el conocimiento o ciencia (epist&me), el noüs y la cre- sio, sin d i s i m u l a r la dificultad de l a empresa. Empieza re-
encia verdadera. H a b r í a que remontarse al Fedro, el So- cordando t o d o l o que debe Sicilia a la casa real de D i o n i -
fista, el Político y las Leyes para seguir la e v o l u c i ó n de sio y h a c i é n d o l e s ver que el resultado de una guerra c i v i l
P l a t ó n en este sentido, a ñ a d i e n d o t a m b i é n en algunos as- sería una nueva esclavización de Sicilia p o r los cartagine-
pectos el Filebo, el Teeteto, Menón y Fedón. E n q u i n t o ses. Todos los griegos deben unirse para evitar la c a t á s t r o -
lugar aparecen las realidades, que constituyen los genuinos fe, a b o l i r el r é g i m e n t i r á n i c o y c o n v e r t i r l o en m o n a r q u í a
objetos del conocimiento. E n todos sus planteamientos, la constitucional, parecida a la que i n s t i t u y ó L i c u r g o . Que
lección de los d i á l o g o s concuerda c o n la Séptima Carta el p a r t i d o popular se abstenga de intentar establecer u n
(343e y 344b-c). L o s cuatro elementos (objeto sensible, su r é g i m e n de absoluta libertad, cuya consecuencia es inevita-
n o m b r e , definición y clasificación científica) ú n i c a m e n t e blemente u n a r e a c c i ó n t o t a l i t a r i a .
pueden decirle a la mente q u é clase de cosa es cada i n d i v i - C o m o consejos p r á c t i c o s , hablando en nombre de Dión,i
d u o , es decir, clasificarlo, pero n o diferenciar entre m i e m - sugiere que establezcan una a u t o r i d a d responsable a cargo
bros de la misma Ínfima species. de tres jefes: H i p a r i n o , el hijo de D i o n i s i o el Viejo y Dion
345

CARTA V I I

P L A T Ó N DESEA BUENA SUERTE A L O S PARIENTES


Y AMIGOS D E D I Ó N

Me mandasteis una carta diciéfídome que debía estar


1 convencido de que vuestra manera de pensar coincidía con
la de Dión y que, precisamente por ello, me invitabais a
que colaborara con vosotros en la medida de lo posible, 324
tanto con palabras como con hechos. Pues bien, en lo
que a mí se refiere, yo estoy de acuerdo en colaborar si,
efectivamente, tenéis las mismas ideas y las mismas aspira-
i dones que él, pero, de no ser así, tendré que pensármelo
muchas veces. Yo podría hablar de sus pensamientos y de
• sus proyectos, no por mera conjetura, sino con perfecto
'conocimiento.;de causa. En efecto, cuando yo llegué por
primera vez a Siracusa , tenía cerca de cuarenta años;
1

l ¡Dión tenía la edad que ahora tiene H i p a r i n o , y las con-


2

'ivicciones que tem'a entonces no dejó de mantenerlas du- d


'rante toda su vida: creía que los siracusanos debían ser

1 Platón cuenta más adelante su viaje a Siracusa en tiempos de Dio-


1 nisio I el Viejo, cuando Dión tenia poco más de veinte años, en los
años 388-387 a. C.
2 Se trata del hijo (y no sobrino) de Dión y Arete, que debió de
nacer hacia el 373 a. C., si la carta está escrita en el 353.
i

346 CARTAS CARTA VII 347

libres y d e b í a n regirse p o r las leyes mejores, de m o d o que en poco t i e m p o hicieron parecer de o r o al antiguo r é g i -
no es nada sorprendente que a l g ú n dios haya hecho coinci- j n g n ; ) e n t r e otras cosas, e n v i a r o n a m i querido y viejo a m i -
dir sus ideales p o l í t i c o s c o n los de a q u é l . Merece la pena go S ó c r a t e s , de quien n o t e n d r í a n i n g ú n reparo en a f i r m a r e
que tanto los j ó v e n e s c o m o los que n o l o son se enteren que fue el h o m b r e m á s j u s t o de su é p o c a , para que, a c o m -
del proceso de g e s t a c i ó n de estos ideales; p o r ello v o y a p a ñ a d o de otras personas, detuviera a u n ciudadano y l o
intentar e x p l i c á r o s l o desde el principio, ya que las circuns- condujera violentamente a su e j e c u c i ó n , con el f i n e v i - 325
6

tancias presentes me dan o c a s i ó n para ello. dente de hacerle c ó m p l i c e de sus actividades criminales
A n t a ñ o , cuando yo era j o v e n , s e n t í l o m i s m o que les t a n t o si q u e r í a como si n o . Pero S ó c r a t e s no o b e d e c i ó y
pasa a otros muchos. T e m a la idea de dedicarme a l a po- se a r r i e s g ó a t o d a clase de peligros antes que colaborar en
lítica t a n p r o n t o c o m o fuera d u e ñ o de mis actos, y las cir- sus iniquidades. V i e n d o , pues, c o m o d e c í a , todas estas cor-
cunstancias en que se me presentaba la s i t u a c i ó n de mi sas y a u n otras de la m i s m a gravedad, me i n d i g n é y me
c p a í s eran las siguientes: al ser acosado p o r muchos lados -.abstuve de las v e r g ü e n z a s de aquella é p o c a . Poco t i e m - 7

el r é g i m e n p o l í t i c o entonces existente, se p r o d u j o una re- p o d e s p u é s c a y ó el r é g i m e n de los T r e i n t a c o n t o d o su sis-


v o l u c i ó n ; al frente de este cambio p o l í t i c o se establecie-
3
tema p o l í t i c o . Y otra v e z , aunque c o n m á s t r a n q u i l i d a d ,
r o n c o m o jefes cincuenta v u n hombres *: once en la ciu- me a r r a s t r ó el d e s e ó de dedicarme a l a actividad p o l í t i c a .
dad y diez en el Pireo (unos y otros encargados de la Desde luego, t a m b i é n en aquella s i t u a c i ó n , p o r tratarse de
a d m i n i s t r a c i ó n p ú b l i c a en el agora y en los asuntos m u - una é p o c a turbulenta, o c u r r í a n muchas cosas indignantes, b
nicipales), mientras que treinta se constituyeron con plenos y ( n o es nada e x t r a ñ o que, en m e d i o de u n a r e v o l u c i ó n , fj W * ^
d poderes como a u t o r i d a d suprema. O c u r r í a que algunos de algunas personas se t o m a r a n venganzas excesivas de sus ^ry
ellos eran parientes y conocidos m í o s y , en consecuencia,
5
enemigos. Sin embargo, los que entonces se r e p a t r i a r o n
me i n v i t a r o n al p u n t o a colaborar en trabajos que, s e g ú n se c o m p o r t a r o n con u n a g r a n m o d e r a c i ó n . Pero l a ca-
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ellos, me interesaban.! L o que me o c u r r i ó n o es de ex- sualidad quiso que algunos de los que ocupaban el poder 9

t r a ñ a r , dada m i j u v e n t u d : yo creí que i b a n a gobernar la hicieran comparecer ante el t r i b u n a l a nuestro amigo S ó -


ciudad s a c á n d o l a de u n r é g i m e n injusto para llevarla a u n crates, ya citado, y presentaran c o n t r a él l a a c u s a c i ó n m á s
sistema j u s t o , de m o d o que puse una enorme a t e n c i ó n en inicua y m á s inmerecida: en efecto, unos hicieron c o m p a - c
ver l o que p o d í a conseguir. E n realidad, l o que v i es que recer, acusado de i m p i e d a d , y otros condenaron y d i e r o n
muerte al h o m b r e que u n d í a se n e g ó "a colaborar e n l a
3 L a del arlo 4 0 4 a. C , en que l a tiranía de los T r e i n t a se i n s t a u r ó
en Atenas. 6 P a r a este pasaje puede verse Apología 32c, así como el final del
4 N ú m e r o discutido, y a que los Diez del Pireo y los Once de la capi- Fedón.
tal eran m á s bien funcionarios nombrados por los T r e i n t a . 7 Puede ser u n a a l u s i ó n a l a e j e c u c i ó n de T e r á m e n e s por o b r a de
3 Critias, uno de los Treinta m á s odiados por su extremismo, era pri- Critias.
mo de la madre de P l a t ó n , y t í o suyo, por consiguiente; y C á r m i d e s , 8 Se trata de los d e m ó c r a t a s a las ó r d e n e s de Trasibulo y T r a s i l o .
tío carnal materno de! f i l ó s o f o , era uno de los Diez del Pireo. ' Meleto y Á n i t o , los acusadores de S ó c r a t e s .
348 CARTAS CARTA VII 349

detención ilegal de un amigo de los entonces desterrados, Ésta es la manera de ver las cosas que yo tenía cuan-
cuando ellos mismos sufrían la desgracia del exilio! Ál-ób- , do llegué por primera vez a Italia y a S i c i l i a . En aque-
11

servar yo estas cosas y ver a los hombres que llevaban la lia ocasión no me gustó en absoluto la clase de vida allí
política,.así como las leyes y las costumbres, cuanto, más considerada feliz, atiborrada de banquetes a la manera
atentamente lo estudiaba y más i b a avanzando en edad, italiana y siracusana ; hinchándose de comer dos veces
12

d tanto más difícil i me-parecía administrar bien los asuntos al día, no dormir nunca sólo por la noche, y todo lo que
públicos. Por una parte, no me parecía que pudiera ha- acompaña a este género de vida. Pues con tales costum- c
cerlo sin la ayuda de-amigos y colaboradores de confian- bres no hay hombre bajo el cielo que, viviendo esta clase
za, y no; era fácil encontrar a quienes lo fueran, ya que de vida desde su niñez, pueda llegar a ser sensato (nadie
la ciudad ya no se regía según las costumbres y usos de podría tener una naturaleza tan maravillosamente equili-
nuestros antepasados, y era imposible adquirir otros, nue- brada): ni siquiera podría ser prudente, y, desde luego, lo
vos con alguna-facilidad., Por otra, parte, tanto [la letra de „ mismo podría decirse de las otras virtudes. Y ninguna ciu-
las leves como las- costumbres se.-iban corrompiendo hasta dad podría mantenerse tranquila^bajo las leyes, cuales-
tal punto q u e y o , que al principia estaba lleno de un gran quiera que sean, con hombres convencidos de que deben
entusiasmo para^-trabajar en actividades públicas, al dirigir dilapidar todos sus bienes en excesos y que crean que de-
la mirada a Ja situación y ver que todo iba a la deriva ben permanecer totalmente inactivos en todo lo que no d
por todas partes, acabé por marearme. Sin embargo, no sean banquetes, bebidas o esfuerzos en busca de placeres
dejaba de reflexionar, sobre la posibilidad de mejorar la I amorosos. Forzosamente, tales ciudades nunca dejarán de
situación'y> ^en consecuencia, todo el sistema político)^ pero ¡ cambiar de régimen entre tiranías, oligarquías y democra-
326 sí dejé.deesperaFeontinuamente las ocasiones-para actuar, ¡ cias , y los que mandan en ellas ni soportarán siquiera
1 3

y(^al'fmal-llegué a comprender que todos los Estados ac- oír el nombre de un régimen político justo e igualitario.
tuales e s t á n mal ¡gobernadosl pues su legislación casi no
;
Durante mi viaje a Siracusa, yo m e ' h a c í a estas consi-
tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a feli- deraciones, añadidas a las anteriores, tal vez guiado por
ces circunstancias.(Entonces me sentí obligado a recono- el destino. Parece, en efecto, que algún dios preparaba e
cer, en alabanza de la filosofía verdadera, que-sólo a par- entonces el principio de los sucesos que ahora han ocurri-
tir de etta es-posible distinguir lo que es justo, tanto en *
el terreno de la vida.pública como en la privada. Por ello,
11 Hacia el año 388 a. C , en que Platón tenía unos cuarenta años.
no cesarán los males del género humano hasta que ocupen w (
12 Cf. Rep. 404d. Era famoso en la Antigüedad el lujo de los ban-
b el poder los filósofos puros y auténticos o bien los que \ quetes italianos y siracusanos, que describe Ateneo (VII 527) para referir-
ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos se a los refinamientos de los sibaritas. Pueden verse también Gorgias
verdaderos^ , gracias a un especial favor divino.
10 (518b), o Aristófanes, fr. 216.
13 Son las tres formas defectuosas de gobierno, que contrastan con
'ó Es una de las ideas básicas de Platón, contenida en República los tres tipos correctos: monarquía, aristocracia y república constitucio-
473d y 501e. nal. Cf. Político 291d ss., 302b ss.
350 CARTAS C A R T A VII 351

do, referentes a D i ó n y a S i r a c u s a , y t o d a v í a pueden


14
vida c o m o la del resto de los siracusanos l l e g a r í a a ser
temerse males mayores en el caso de que n o a t e n d á i s mis el colmo de la felicidad. A d e m á s de esto, p e n s ó que y o
instrucciones al actuar c o m o consejero p o r segunda vez . 1 5
d e b í a acudir a Siracusa a l a m a y o r brevedad p o r todos
Pues bien, ¿ c ó m o puedo decir que m i llegada a Sicilia los medios posibles, c o m o c o l a b o r a d o r de estos planes,
fue el principio de t o d o l o que o c u r r i ó ? A l entablar en- recordando con q u é facilidad nuestras relaciones le h a b í a n d
tonces yo relaciones con D i ó n , que era u n j o v e n , y expli- llevado al deseo de u n a v i d a m á s hermosa y m á s feliz.
carle en mis conversaciones l o que me p a r e c í a mejor para Y si esto m i s m o , t a l c o m o l o intentaba, llegaba a conse-
los hombres, a c o n s e j á n d o l e que l o pusiera en p r á c t i c a , es guirse en D i o n i s i o , t e n í a grandes esperanzas de que, sin
posible que n o me diera cuenta de que de alguna manera matanzas n i c r í m e n e s n i las desgracias que se h a n p r o d u c i -
estaba preparando inconscientemente la f u t u r a c a í d a de la do actualmente, l l e g a r í a a establecer en t o d o el p a í s una
t i r a n í a . Porque D i ó n , que t e n í a una gran facilidad para vida verdaderamente dichosa.
aprender en general, y la t u v o especialmente para las ense-
C o n estas acertadas convicciones, D i ó n l o g r ó persuadir
ñ a n z a s que entonces r e c i b i ó de m í , las a s i m i l ó con tanto
a D i o n i s i o de que me m a n d a r a l l a m a r , y él personalmente
interés y entusiasmo c o m o ninguno de los j ó v e n e s c o n los
me m a n d ó u n mensaje p i d i é n d o m e que acudiera a la ma-
que tuve r e l a c i ó n y d e c i d i ó llevar en adelante u n g é n e r o
yor brevedad, por cualquier p r o c e d i m i e n t o , antes de que
de vida distinto al de la m a y o r í a de los i t á l i c o s y sicilia-
otras personas que rodeaban a D i o n i s i o i n f l u y e r a n so-
1 8

nos, dando m a y o r i m p o r t a n c i a a la v i r t u d que al placer


bre él para apartarle hacia o t r o g é n e r o de v i d a que no
y a cualquier o t r o t i p o de sensualidad; p o r ello su vida
fuera perfecto. Y me l o p e d í a con estas palabras, aunque e
se hizo odiosa, especialmente para los que viven s e g ú n
tenga que extenderme demasiado: « ¿ Q u é o c a s i ó n m e j o r
las normas del r é g i m e n t i r á n i c o , hasta que se p r o d u j o la
podemos esperar que esta que ahora se presenta p o r una
muerte de D i o n i s i o . D e s p u é s de este suceso, se propuso
1 6
especial gracia d i v i n a ? » M e d e s c r i b í a el i m p e r i o de I t a l i a
no guardar s ó l o para él esta manera de pensar que h a b í a
y de Sicilia y su especial influencia en él, hablaba de la 328
adquirido gracias a rectas e n s e ñ a n z a s , y al ver que estos
j u v e n t u d de Dionisio y de su especial i n t e r é s p o r l a filoso-
ideales t a m b i é n estaban arraigados en otras personas, no
fía y p o r la e d u c a c i ó n , me d e c í a asimismo que sus so-
1 9

en muchas, desde luego, pero sí en algunas, p e n s ó que


brinos y parientes se m o s t r a b a n m u y inclinados hacia
2 0

uno de ellos p o d r í a ser D i o n i s i o , c o n la c o l a b o r a c i ó n


1 7

de los dioses, y c o n s i d e r ó que, si ello o c u r r í a , t a n t o su


1 8 Entre los filósofos y sofistas que rodeaban a Dionisio estaban,'se-
g ú n se dice, Aristipo de Cirene, Esquines el S o c r á t i c o y P o l í x e n o . i
1 4 Se refiere al asesinato de D i ó n y a los d e s ó r d e n e s ocurridos en 1 9 M á s bien por vanidad y a m b i c i ó n de gloria que por verdadera
Siracusa, descritos por Plutarco en Timoleón 1. v o c a c i ó n f i l o s ó f i c a , según se desprende de los hechos que cuentan las
1 3 L a primera fue cuando P l a t ó n se e n c o n t r ó con D i ó n en Olimpia cartas.
en el 360 a. C . 3 0 N o puede tratarse de H i p a r i n o , que entonces seria un n i ñ o , sino
1 6 Dionisio I el V i e j o m u r i ó en el 367 a. C . de hijos de los hermanos de Dionisio I , ambos casados con hermanas
1 7 Dionisio I I . de D i ó n .
352 CARTAS CARTA VII 353

las doctrinas y sistema de vida que yo predicaba, y que interpelara con estas palabras : «Platón, vengo a ti como
2 3

eran los más adecuados para atraer a Dionisio, de modo exiliado, no porque me faltaran hoplitas o fuerzas de ca-
que más que nunca podría realizarse la esperanza comple- ballería para defenderme contra mis enemigos, sino discur-
b ta de que llegaran,a coincidir en las mismas personas los sos persuasivos, con los que yo sabía que tú mejor que
filósofos y los conductores de grandes-ciudades. Éstas eran nadie puedes orientar a los jóvenes hacia el bien y la jus-
las exhortaciones que me dirigían y otras muchas pareci- ticia y establecer entre ellos vínculos de afecto y amistad.
das, pero el miedo se apoderaba de mis pensamientos res- He carecido de ellos por tu culpa, y ahora he tenido que e
pecto a los jóvenes,sobre lo que podría ocurrir algún día, abandonar Siracusa y me encuentro aquí. La vergüenza
pues sus ambiciones son volubles y cambian con frecuen-
: que supone para t i mi situación es lo de menos, pero la
cia en sentido contrario. En cambio, sabía que Dión tenía filosofía, a la que estás continuamente ensalzando y que
un carácter naturalmente serio y que era de una edad ya t ú afirmas que está despreciada por el resto de los hom-
m a d u r a . Por ello, al reflexionar lleno de dudas sobre
21 •^.bres, ¿acaso no la has traicionado, juntamente conmigo,
c si debía ir o qué debía hacer, lo que. hizo inclinar lá ba- ¡en lo que de t i ha dependido? Porque si acaso hubiera- 329
lanza fue la idea de que, s i alguna vez había que intentar ¡mos vivido en M é g a r a , seguro que habrías acudido a
24

llevar a cabo las ideas pensadas acerca de las leyes y la ayudarnos en lo que yo te hubiera pedido, o te habrías
política, éste era el momento de intentarlo, pues si podía considerado el más miserable de los hombres. Pero, dada
convencer suficientemente a un solo-hombre, habría pon- ; la realidad de las cosas, ¿piensas que poniendo como pre-
seguido la realización de toda clase de bienes. texto la duración del viaje, la importancia y penosidad de
Con esta disposición de ánimo me, aventuré a salir de ila travesía va a librarte en el futuro de ser tenido como
mi patria, no por los motivos que algunos imaginaban, jun cobarde? De ninguna manera». Si se me dijeran estas
sino porque estaba muy-avergonzado ante mis propios ojos ¡palabras, ¿qué respuesta decente podría darle? Ninguna.
de que pudiera parecer sin más únicamente como un char- fPor ello acudí, por motivos razonables y justos, en la
latán de feria a quien no le gustaba atenerse a la realidad .medida en que pueden serlo los humanos; abandoné por
de las cosas y que iba a arriesgarme a traicionar en pri- eliomis propias ocupaciones, que no eran baladíes, y fui ¿>
mer lugar los vínculos .de hospitalidad y de amistad.¡con a ponerme a las órdenes de un régimen tiránico que no
d Dión, en un momento en que se encontraba en una si- parecía adecuado ni a mis enseñanzas n i a mi persona.
tuación realmente crítica . Ahora bien, si llegaba a ocu-
n Con m i viaje me liberé de responsabilidad ante Zeus hos-
rrirle algo, si desterrado por Dionisio y por sus enemigos pitalario y desempeñé irreprochablemente mi papel de
2 5

en general viniera a refugiarse a mí en su destierro y me


Transición al estilo directo, muy propia de Platón.
2 3

2 4Ciudad, cercana a Atenas en la que se refugiaron los discípulos


2 1 Por este tiempo debía tener unos cuarenta años. de Sócrates después de la muerte del maestro.
2 2 Los dos temores-de Platón son traicionar la amistad de Dión y 2 3Se menciona aquí el Zeus protector de los huéspedes porque el
traicionar igualmente la causa de la filosofía, tal como aparece en 328e. propio Platón era un huésped amigo de Dión.
354 CARTAS CARTA VII 355

filósofo , que h a b r í a sido censurable si yo hubiera incu-


2 6
nos que él l o ordenara personalmente enviando a alguien
r r i d o en una falta vergonzosa p o r ceder a las comodida- con m i permiso de salida. T a m p o c o h a b í a u n solo merca-
des y a la c o b a r d í a . der n i funcionario encargado de l a vigilancia de fronteras
A l llegar, pues n o hay que extenderse demasiado, me que me hubiera sorprendido abandonando solo el p a í s sin
e n c o n t r é con una s i t u a c i ó n llena de intrigas en t o r n o a detenerme al m o m e n t o y c o n d u c i r m e de nuevo a la presen-
Dionisio y de calumnias contra D i ó n ante el t i r a n o . L e cia de Dionisio, sobre t o d o cuando ya se h a b í a d i f u n d i d o
c d e f e n d í en la medida de mis fuerzas, pero m i influencia el r u m o r , completamente c o n t r a r i o al anterior, en el senti-
era p e q u e ñ a , y a los tres meses aproximadamente, a c u s ó do de que D i o n i s i o tema u n a e x t r a o r d i n a r i a estima hacia
Dionisio a D i ó n de conspirar contra la t i r a n í a , le hizo em- P l a t ó n . ¿ Q u é h a b í a de cierto en ello? H a y que decir l a 330
barcar a b o r d o de u n barquichuelo y l o d e s t e r r ó i g n o m i - verdad. C o n el t i e m p o , él m e i b a estimando cada vez m á s ,
niosamente. Consecuentemente, todos los amigos de D i ó n a medida que se i b a f a m i l i a r i z a n d o c o n m i manera de ser
e s t á b a m o s temerosos de que acusara y castigara a cual- v ^ r m i c a r á c t e r , pero p r e t e n d í a que y o l o elogiara m á s que
quiera como c ó m p l i c e de su c o n s p i r a c i ó n . Concretamente a D i ó n y que l o considerara m u c h o -más a m i g o que a éste,
en m i caso, incluso c o r r i ó el r u m o r en Siracusa de que y p o r f i a b a enormemente para conseguirlo. E n cambio, re- 1

h a b í a muerto por o r d e n de D i o n i s i o , como responsable celaba en utilizar el procedimiento m e j o r p a r a ello, si es


d de t o d o l o que h a b í a o c u r r i d o entonces. Pero él, d á n d o s e que h a b í a d e ® í ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ É S ó ^ p | p j ^ b l e ; es decir, con-
cuenta de la s i t u a c i ó n de alarma en que nos e n c o n t r á b a - : V Í v ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ o y e n t e ^ ^ a ^ n ^ a -
mos y temiendo que nuestros temores se tradujeran en he- í f p s ^ f e l & s ^ ^ ó s t pues t e m í a , s e g ú n los argumentos de los b
chos m á s graves, intentaba captarnos con amabilidad, y, calumniadores , verse cogido en u n a t r a m p a y que t o d o
2 8

desde luego, a m í en particular me animaba, me invitaba fuera o b r a de D i ó n . P o r m i parte, yo l o aguantaba t o d o ,


a tener confianza y me p e d í a insistentemente que me que- fiel a los planes que en u n p r i m e r m o m e n t o me h a b í a n he-
dara. E n efecto, o c u r r í a que, si y o l o á b a n d ó h a b ^ a y w l F ;
cho acudir allí, pendiente de que sintiera el deseo de vivir
h a c í a n i n g ú n favor, pero sí el quedarme, y precisamente de acuerdo con la filosofía; pero p r e v a l e c i ó su resistencia.
e por eso fingía pedírmeloL.con t o d o i n t e r é s . Pero ya sabe- É s t a s fueron las vicisitudes, entre las que t r a n s c u r r i ó
mos que los ruegos de los tiranos e s t á n mezclados con la p r i m e r a é p o c a de m i viaje a Sicilia y m i estancia en
imposiciones: D i o n i s i o t o m ó sus medidas para evitar que ella . D e s p u é s de esto y o s a l í de l a isla , pero tuve que c
2 9 3 0

i
me marchara, me hizo conducir a la a c r ó p o l i s y alojar-
2 7

me allí, de donde n i n g ú n c a p i t á n de barco h a b r í a p o d i d o


Filísto y los partidarios de l a continuidad y enemigos de las refor-
sacarme, no ya c o n t r a la v o l u n t a d de Dionisio, sino a me- 2 8

mas alegaban que D i ó n estaba conspirando contra el tirano con la ayuda


2 6 Pueden verse expresiones parecidas en Protdgoras 322a y en Cri- de P l a t ó n .
tias 121a. 29 Se refiere a su primera estancia en l a corte de Dionisio I , anterior;
2 7 P l a t ó n fue alojado en ia ciudadela de Siracusa durante sus dos a su primer viaje a Sicilia en tiempos de Dionisio I I .
visitas; allí lo tenía e! tirano a l a vista en prisión h o n o r í f i c a (349c-d). 3 0 D e b i ó salir de la isla a causa de l a guerra entre Sicilia y L u c a n i a .
L o cuent^i con m á s detalle en la Carta I I I 317a.
356 CARTAS CARTA VII 357

volver de nuevo ante las llamadas con la mayor insistencia, pre, yo al hombre que soportara tales consultas lo tendría
de Dionisio. Hasta q u é punto fueron razonables y justos por un cobarde, y por hombre cabal al que no las tolera-
los motivos por los que obré así y las actividades que rea- ra; Teniendo yo esta manera de pensar, cuando se me
licé, os lo explicaré posteriormente para responder a los solicita consejo sobre un punto importante referente a
que me preguntan qué me p r o p o n í a cuando volví por se- la propia vida, como, por ejemplo, la adquisición de bie-
gunda vez, pero antes voy a aconsejaros sobre lo que de- nes o el cuidado de su cuerpo o su espíritu, si yo creo
béis hacer a partir de los recientes acontecimientos para que.su conducta habitual se ajusta a ciertas exigencias, o
evitar que lo accesorio de m i relato se convierta en el pun- si pienso que al aconsejarle yo estará dispuesto a someter-
to p r i n c i p a l . Esto es lo que tengo que decir: el conseje-
31 se en las materias que me consulta, le aconsejo de todo
ro de un hombre enfermo, lo primero que tiene que ha- corazón y no me limito a librarme de él descargando mi
cer, siel enfermo sigue un régimen perjudicial para su sa- conciencia. Pero si no se me pide consejo en absoluto o
lud, es hacerle cambiar su género, de. vida; si el enfermo •salta a la vista que al aconsejar no me va a obedecer, yo
está dispuesto a obedecerle, debe darle nuevas prescripcio- me dirijo a esa persona por propia. iniciátiva para darle
N

d nes. y, si se niega, yo consideraría hombre de bien y un consejos y, desde luego, no voy a coaccionarla, ni aunque
buen médico a quien no se prestase a nuevas-consultas, se tratara de mi hijo. A m i esclavo sí le daría consejos,
mientras que si persistiese, por el contrario, lo considera- y, si se resistiera, se los impondría. Pero a un padre o a
ría tan carente de .hombría como de ciencia . Lo mismo 32 una madre no me parece lícito coaccionarles, no siendo
ocurre con la ciudad, tanto si tiene uno como si¿ tiene mu- que estén afectados por una enfermedad m e n t a l , y si 33

chos jefes. Si caminando normalmente, por el camino rec- ocurre que llevan un género de vida que les gusta a ellos
to de gobierno, solicita un consejo sobre u n punto útil, y no a mí, no me parece conveniente irritarlos inútilmente
e es propio de un hombre sensato dar consejo, pero si,,por pon reproches ni tampoco adularlos con mis elogios para
el contrario, carninan enteramente fuera de un correcto, go- darles gusto, procurando facuitarles sus deseos que yo por
bierno y no están dispuestos en absoluto a seguir sus hue- mi parte no querría vivir tratando de alcanzarlos. Precisa-
llas y previenen a su consejero que deje la constitución mente con este criterio respecto a su propia ciudad debe
i tranquila y que no toque-nada, bajo peligro de muerte si \jivir el hombre sensato; si creyera aue su ciudad no está
lo toca, y le ordena que aconseje sirviendo a sus propias bien gobernada, debe decirlo, siempre que no vaya a ha-
voluntades y caprichos, indicándoles por qué medio todo blar con ligereza o sin ponerse en pehgro de muerte , pe- 34

sería m á s fácil y m á s c ó m o d o y más expeditivo para siem- ro,no;debe, emplearJa violencias-contra su patria para cam-
:

biar el régimen político cuando no se pueda conseguir el

3 1Está claro que el principal objetivo de la carta es aconsejar a los


amigos de Dión. 3 3El tema de la piedad filial está tratado en Critón 51c y Leyes
3 2Pueden verse otras-comparaciones entre -el consejero político y el 717b ss,
I médico en Rep. 425e y Leyes 720a ss. Cf. Carta V 322b.
3 4
358 C A R T A S C A R T A V I I 359

mejor sino a costa de destierros y de muertes; debe mante- buen rey, ya que, gracias a las ley^s que p r o m u l g ó , con-
nerse t r a n q u i l o y rezar a los dioses por su p r o p i o bien y s e r v ó hasta nuestros días el i m p e r i o persa. E s t á t a m b i é n
el del p a í s . el caso de los atenienses; ellos n o c o l o n i z a r o n p o r sí mis-
Es, pues, de esta manera c o m o yo p o d r í a daros conse- mos muchas de las ciudades griegas invadidas p o r los b á r -
jos, y es así como se los d i a Dionisio de acuerdo con baros, sino que las ocuparon c u a n d o t o d a v í a estaban po-
D i ó n : le r e c o m e n d é ante t o d o que viviera cotidianamente bladas, a pesar de l o cual conservaron el d o m i n i o durante c
de m o d o que llegara a ser cada vez m á s d u e ñ o de sí mismo setenta a ñ o s , ya que h a b í a n conseguido hacerse partida-
3 7

e y consiguiera amigos y camaradas fieles, para que no le rios en todas ellas. E n cambio, D i o n i s i o , que h a b í a con-
ocurriera c o m o a su padre, quien, d e s p u é s de a d q u i r i r m u - centrado t o d a Sicilia en una sola ciudad y que p o r su
3 8

chas grandes ciudades de Sicilia que h a b í a n sido devas- engreimiento no se fiaba de nadie, a duras penas pudo
tadas p o r los b á r b a r o s , n o fue capaz, d e s p u é s de reor- mantenerse, porque era pobre de amigos y de personas de
ganizarlas, de establecer en ellas gobiernos de confianza confianza, y no hay muestra m á s evidente de l a v i r t u d o
formados con partidarios suyos, elegidos entre extranjeros m a l d a d de u n hombre que la abundancia o escasez de ta-
332 de cualquier procedencia o entre sus hermanos , a quie- 3 5 les personas. É s t o s eran precisamente los consejos que le
nes h a b í a criado él m i s m o porque eran m á s p e q u e ñ o s y d á b a m o s a Dionisio D i ó n y y o , y a que p o r culpa de su d
a los que de simples particulares h a b í a convertido en jefes padre le faltaba la sociabilidad que p r o p o r c i o n a l a educa-
y de pobres en hombres inmensamente ricos. A n i n g u n o c i ó n y la que emana de unas relaciones adecuadas; nos-
de ellos c o n s i g u i ó convertirle en colaborador de su gobier- otros le a n i m á b a m o s a que se interesara p o r hacerse otros
no, a pesar de sus esfuerzos mediante la p e r s u a s i ó n , la i n - amigos entre sus parientes y camaradas de su m i s m a edad
f o r m a c i ó n , los favores y los afectos familiares. E n este as- que estuvieran de acuerdo entre sí para l a a d q u i s i c i ó n de
pecto se m o s t r ó siete veces i n f e r i o r a D a r í o , quien no se la v i r t u d , pero ante t o d o para q u e se pusiera de acuer-
c o n f i ó a hermanos n i a personas criadas p o r él, sino ú n i c a - do consigo m i s m o , ya que tema u n a e n o r m e necesidad de
mente a aliados de su v i c t o r i a sobre el eunuco medo, d i - ello. N o se l o d e c í a m o s a s í de claro (esto h a b r í a sido peli-
b v i d i ó su reino en siete partes , cada u n a de ellas m a y o r
3 6 groso), sino con palabras encubiertas, manteniendo firme-
que toda Sicilia, y e n c o n t r ó en ellos colaboradores fieles mente que es así como u n h o m b r e puede guardarse a sí
que n i le atacaron a él n i se atacaron entre sí. D i o c o n m i s m o y a las personas a las que gobierna, mientras que
ello ejemplo de l o que debe ser u n buen legislador y u n el obrar de otra manera consigue resultados totalmente e
opuestos; que siguiendo el c a m i n o que nosotros le i n d i c á -
3 3 A l u s i ó n a los dos hermanos de Dionisio el Viejo, Leptines y T e á - bamos y c o m p o r t á n d o s e como u n h o m b r e reflexivo y sen-
ridas, a los que c o n f i ó el mando de la armada siracusana.
3 6 D a r í o , con la ayuda de otros seis magnates persas (cf. Leyes 587b
ss.), l i b e r ó a su patria del usurpador, el mago G a u m a t a , que tomando 3 7 Contados a partir de la Batalla de S a l a m i n a (480 a. C ) .
el nombre de Esmerdis h a b í a ocupado el poder. L o s datos numéricos 3 8 Idea contraria al sistema de la polis griega, y censurada por P l a -
no coinciden con H E R Ó D O T O ( I I I 89). tón.
360 CARTAS CARTA Vil 361

sato, si reconstruía las ciudades devastadas de Sicilia y las bierno y lo dejara en sus manos, para usurparlo él con
asociaba entre ellas por medio de leyes y constituciones, engaño y expulsar del poder a Dionisio. Estas calumnias
de modo que se estrechara su unión entre sí y con el pro- prevalecieron entonces y lo mismo ocurrió por segunda
pio Dionisio para defenderse contra los bárbaros, podría vez cuando se difundieron en Siracusa: victoria, por lo de-
no ya duplicar el imperio de su padre, sino que en reali- más, absurda y denigrante para sus autores.
333 dad lo multiplicaría. |En efecto, si tal, cosa ocurría, estaría De lo que ocurrió entonces deben enterarse los que re-
mucho más en condiciones de someter a los cartagineses claman mi ayuda en la situación actual. Yo, un ateniense <¿
de lo que se había hecho en tiempo de G e l ó n , mientras
3 9 amigo de: P i ó n y aliado suyo, me presenté ante el tirano
que ahora su. padre, por. el contrario, se había visto obli- para convertir la discordia en amistad, pero sucumbí en f»»
gado a pagar u n tributo a los bárbaros. Éstas eran las pa- mi lucha contra los calumniadores. Y cuando Dionisio tra-
labras y los consejos que nosotros le dábamos a Dionisio tó de convencerme con ¡honores y riquezas-para ponerme de
cuando conspirábamos,según los rumores.que circulaban , s i m p a r t e c o n y e r r i r m e e ñ y : t e s t i g o y amigo suyo para con-
c

por muchas partes y que, al encontrar acogida en Dioni- tribuir a darle buena apariencia al destierro de Dión, to-
sio, provocaron el destierro de Dión y a nosotros nos pu- dos sus esfuerzos fracasaron. Más tarde, al regresar Dión
sieron en: estado de temor. Pero, para poner f i n al rela- a su patria, llevó consigo desde Atenas a dos hermanos , 41

mí to de numerosos acontecimientos que ocurrieron en poco cuya amistad con él no procedía de la filosofía, sino del e
tiempo., -Pión volvió; del. Eelopone.so y de Atenas y dio a compañerismo habitual propio de la mayoría de los ami-
Dionisio, una lección, con Jos, hechos. . Pues bien, después
40 gos que surge de los vínculos de hospitalidad o de las re-
de liberar su ciudad y devolvérsela dos veces a los siracu- laciones entre iniciados en los diversos grados de los mis-
sanos, éstos tuvieron la misma reacción que había tenido terios . Éstos fueron, efectivamente, los dos amigos que
4 2

Dionisio cuando, D i ó n intentaba educarle y hacer de él un le acompañaron en el regreso, que llegaron a ser cámara-
rey digno del mando-, esforzándose para colaborar con él das suyos por los motivos ya citados y por la ayuda que
c en una completa familiaridad de vida: Dionisio prefirió le prestaron para el viaje de vuelta. Y cuando llegaron a
hacer caso de lc>& calumniadores que.acusaban a Dión de Sicilia y se dieron cuenta de que los mismos sicilianos a 334
atentar contra la tiranía en todas sus actividades de aque- los que había liberado le acusaban calumniosamente de
lla época, con-la pretensión de que Dionisio, dejando ¡se- conspirar para convertirse en tirano, no sólo traicionaron
ducir su atención por la cultura, se desentendiera del go- a su amigo y huésped, sino que, por así decirlo se convir-
tieron en autores materiales de su asesinato, asistiendo y
3 9Gelón, tirano de Gela, sucedió a Hipócrates hacia el 490 a. C. ayudando personalmente a los asesinos con las armas en
Más tarde tomó Siracusa y la convirtió en capital, derrotó a los cartagi-
neses en Hímera en el 480 y firmó con ellos un tratado de paz, reci-
biendo una indemnización de dos mil talentos. Dionisio, en cambio, tuvo Calipo y Filóstrato.
4 1

que pagar mil a los cartagineses vencedores. Después de los Pequeños Misterios de Eleusis, el iniciado es un
4 2

4 0Es decir, con una campaña militar (357 a. C ) . mystés, y se convierte en vidente (epoptés) después de los Grandes.
362 CARTAS CARTA VII 363

la m a n o . N o quiero o m i t i r esta a c c i ó n vergonzosa y sa-


4 3 en tercjfr lugar, a vosotros. Escuchadme pues, p o r amor
crilega, n i tampoco v o y a volver sobre ella, p u e F y a son a Z e u s ^ e r c e r s a l v a d o r , p o n i e n d o t a m b i é n la m i r a d a en
43

muchos los que se h a n preocupado de repetirla y se encar- D i o n i s i o y D i ó n , el p r i m e r o de los cuales n o me e s c u c h ó


g a r á n de hacerlo t a m b i é n en el f u t u r o , pero rechazo ter- y vive ahora indignamente y el segundo me hizo caso e
4 6

b minantemente l o que se dice de los atenienses, que estos y ha m u e r t o c o n h o n r a , pues a W^é^^^élJ'sóloMí^'


dos individuos m a n c h a r o n de i n f a m i a l a c i u d a d : a f i r m o . bien' ^
^^^
^^^
^^^
^^^
^^^
^^^
^^y
en efecto, que t a m b i é n fue ateniense el que nunca traicio- ^ j Í s t # ^ S g ^ ' ' ^ i n g u n o " de nosotros ha nacido i n m o r -
n ó a D i ó n , aunque hubiera p o d i d o hacerlo a c a m b i o de t a l , y si alguien llegara a serlo, n o p o r ello sería feliz, co-
recibir riquezas y t o d a clase de honores,. Y es que n o les m o piensa m u c h a gente, pues n o h a y m a l n i bien digno
u n í a u n a amistad v u l g a r , sino u n a c o m ú n e d u c a c i ó n libe^ de t a l n o m b r e para l o que n o tiene a l m a , sino que s ó l o
r a l , que es en l o ú n i c o en que debe confiar u n h o m b r e puede darse en el alma, u n i d a al cuerpo o separada. H a y 335
sensato, m á s que en cualquier afinidad espiritual o física. que creer verdaderamente y siempre en las antiguas y sa-
c De m o d o que no es j u s t o que los dos asesinos de D i ó n gradas tradiciones que nos r e v e l a n ^ q u e el alma es i n -
47

se conviertan en o p r o b i o p a r a l a ciudad, c o m o si alguna m o r t a l , y que e s t a r á sometida a jueces y s u f r i r á terribles


vez hubieran sido hombres dignos de tenerse en cuenta. castigos cuando se separe del cuerpo. Precisamente p o r
H e dicho t o d o esto para que sirva de advertencia a los ello debemos considerar c o m o u n maT m e n o r el ser vícti-
amigos y parientes de D i ó n . Sobre l o ya d i c h o , renuevo mas de grandes c r í m e n e s o injusticias que el cometerlos . b 4 8

por tercera vez el m i s m o consejo c o n las mismas palabras E l h o m b r e ansioso de riquezas y p o b r e de e s p í r i t u n o es-
a vosotros, que sois los terceros en r e c i b i r l o : no>some- 4
44
cucha estos razonamientos, y si los oye, piensa que debe
tais Sicilia n i n i n g u n a o t r a c i u d a d , a d u e ñ o s ¡ a b s o l u t o s ^ burlarse de ellos y se lanza sm p u d o r p o r todas partes,
4 9

—al menos é s a es m i o p i n i ó n — , j i n o a las ¿leyese y a que como u n a n i m a l salvaje, sobre t o d o l o que sea capaz de
ello n o es bueno n i para los que someten n i para los so- comer o de beber, o sobre l o que pueda p r o p o r c i o n a r l e
d metidos, n i para ellos n i para sus hijos, n i para los des- hasta l a saciedad ese placer rastrero y b u r d o m a l l l a m a d o
cendientes de sus h i j o s . Es incluso una empresa absoluta- a m o r . E s t á ciego y n o ve el m a l t a n grande u n i d o a ca-
5 0

mente nefasta, y s ó l o a los e s p í r i t u s mezquinos y serviles


les gusta r a p i ñ a r en semejantes ganancias, gentes i g n o r a n -
4 5 A l u s i ó n a la costumbre de ofrecer l a tercera y ú l t i m a copa en los
tes p o r completo de l o bueno y de l o justo entre los h o m - banquetes como l i b a c i ó n a Zeus S ó t e r .
bres y los dioses, t a n t o en l o que se refiere al p o r v e n i r 4 6 Dionisio, expulsado de Siracusa por D i ó n , se h a b í a refugiado en
como al presente. Es de esto de l o que p r i m e r o i n t e n t é Locros, donde fue muy m a l acogido por sus habitantes.
convencer a D i ó n , en segundo lugar a D i o n i s i o , y ahora, 4 7 C f . Fedón 70c, que evoca l a t r a d i c i ó n órfica.
4 8 T e m a tratado t a m b i é n en el Gorgias (459b ss.) y. en la República;
v é a s e t a m b i é n Lisis 217b.
4 3 C f . P L U T A R C O , Dión 57. 4 9 L p mismo dice en Carta I I I 319b.
4 4 Antes h a b í a dado el mismo consejo a D i ó n y a Dionisio. 5 0 C f f Gorgias 493e, Fedón 81b, Filebo 12b.
364 CARTAS CARTA VII 365

da uno de sus delitos, la impiedad que acompaña a sus entera y liberarla de los barbaros, expulsando a unos y
latrocinios, impiedad que necesariamente debe arrastrar al sometiendo a otros con más facilidad que Hierón . Y una 5 1

delincuente mientras ande dando vueltas por la tierra y vez que esto se hubiera convertido en realidad gracias a
cuando regrese a las moradas subterráneas, en un viaje un hombre justo y valeroso, al mismo tiempo que sensato
vergonzoso y miserable totalmente y en todas partes. Con y,filósofo, habría nacido en la generalidad de las gentes b
c estos razonamientos y otros parecidos, yo trataba de con- la misma opinión sobre la virtud que, si me hubiera he-
vencer-a Dión, y cpn toda justicia podría indignarme cpn- cho caso Dionisio, se habría extendido entre todos, por
tra los que lo mataron casi tanto como contra Dionisio así decirlo, y los habría salvado. Pero, en realidad, algún
: pues entre todos me causaron a m í el daño más grave, demonio, algún espíritu maligno irrumpió con el desprfirín
y podría decirse que. a toda la humanidad: los primeros, a.¡la ley, con, el ateísmo y. lo que es peor, con la audacia
por haber dado muerte a un hombre que quería emplear la que nace de la ignorancia , en la que echan raíces todos
52

justicia; el segundo, por no querer utilizarla durante todo Jgs males, y crecen y a continuación producen un fruto
d su reinado. Tema el poder absoluto, y si hubiera reunido amarguísimo a quienes los engendraron; esta ignorancia
realmente en una misma persona la filosofía y el poder, fue la que por segunda vez lo arruinó v lo destruyó todo.
habría hecho brillar entre todos los griegos y bárbaros y Pero ahora debemos pronunciar palabras de buen agüe- c
habría implantado suficientemente entre otros la recta opi- ro, para evitar esta tercera vez los presagios . No por 53

nión de que no hay ciudad .ni individuo que puedan;, ser ello voy a dejar de aconsejaros a vosotros, sus amigos,
felices sin llevar una vida de sabiduría bajo las normas que imitéis a Dión, tanto en su amor a la patria como
de la Jusücia,,^aotorgue; posean estas,jvirtudes por sj mis- la sensatez de su vida, y que procuréis cumplir sus deseos
mos, ya .porque hayan sido criados y educados, debidamen- con mejores auspicios; cuáles eran dichos deseos me lo ha-
te en las costumbres de piadosos maestros. Este es el da- béis oído decir con toda claridad. Y si alguno no es ca-
e ño que causó-Dionisio.,. Todos los demás cuentan poco; pa- paz de vivir a la manera dórica de acuerdo con las costum-
ra mí al lado de éste. Y en cuanto a l asesino de Dión, bres tradicionales, sino que aspira a seguir el género de
sin darse cuenta ha hecho exactamente lo mismo que Dio- vida de los asesinos de Dión y las costumbres sicilianas , 54

nisio. Porque yo tengo la completa certeza, hasta donde no pidáis su colaboración ni penséis que puede actuar al- d
un hombre puede responder de otro, de que Dión, si hu- guna vez con lealtad y honradez. Invitad, en cambio, a
biera alcanzado el poder no lo habría orientado a otras
T

336 normas de gobierno que las siguientes: en primer lugar, 31 Hierón, hermano de Gelón, que le sucedió como tirano de Sirácu-
habría liberado, de la esclavitud a, Sirácusa, su patria,.la sa (47S-466 a. C ) , luchó con éxito contra etruscos y cartagineses y co-
habría revestido radiantemente de mujer libre; a continua- lonizó ciudades.
ción, habría puesto todos los medios posibles para dotar 3 2Sobre los efectos calamitosos de la ignorancia o «locura», cf. Le-
yes 688c y 863c ss.
a los ciudadanos de las leyes mejores y más adecuadas,
3 3Cf. nota a 334d.
y luego se habría interesado en la tarea de repoblar Sicilia 3 4Cf. 326b, c y nota.
366 CARTAS CARTA VII 367

los d e m á s a colaborar en la c o l o n i z a c i ó n de t o d a Sicilia ^ mejores informes, ante t o d o hombres de edad m a d u r a , 5 8

y en el establecimiento de una legislación igual y c o m ú n que tengan en su casa mujeres e hijos y cuyos ascendien-
para todos, tanto si proceden de l a misma Sicilia como 1 , f tes conocidos sean l o m á s numerosos posible y c o n bue-
si vienen de cualquier r e g i ó n del Peloponeso. Y n o t e m á i s I? na r e p u t a c i ó n , y que todos tengan f o r t u n a suficiente. (Si c
tampoco a A t e n a s , pues t a m b i é n allí hay personas que
J 5 la c i u d a d tiene diez m i l habitantes, será suficiente con
5 9

destacan sobre todos en v i r t u d y aborrecen a los osados cincuenta hombres que r e ú n a n estas condiciones). A estas
asesinos de sus h u é s p e d e s . Y si esta s i t u a c i ó n se retrasara, personas hay que atraerlas a base de ruegos y promesas
mientras de hecho os e s t á n apremiando las continuas sedi- [*. de los m á x i m o s honores p a r a que salgan de sus casas, y
ciones y discordias de todas clases que surgen a diario, luego hay que suplicarles y ordenarles, previa p r e s t a c i ó n
toda persona dotada del m á s p e q u e ñ o sentido de la recti- de j u r a m e n t o , que p r o m u l g u e n leyes que n o den m á s ven-
t u d p o r a l g ú n designio d i v i n o tiene que darse cuenta de tajas n i a vencedores n i a vencidos, sino que establezcan
que los males de las guerras civiles no t e r m i n a r á n hasta l a j g u a l d a d de derechos p a r a t o d a l a c i u d a d . T o d o de-
6 0

que los vencedores deien de vengarse con batallas, exilios . pende, efectivamente, de esto, del establecimiento de las
337 y matanzas y de lanzarse al castigo de sus enemigos; has- . leyes. Porque si los vencedores se muestran m á s sometidos d
ta que se controlen a sí mismos v establezcan leyes i m p a r - a las leyes que los vencidos, t o d o s e r á bienestar y felici-
daleg.jtan favorables para ellos cnmn para lns vencidos 5 6 dad y la ciudad q u e d a r á liberada de males; en caso c o n -
y^- y les obliguen a c u m p l i r dichas leyes mediante dos siste- t r a r i o , no p i d á i s m i c o l a b o r a c i ó n n i la de nadie para co-
jj ^ mas de c o a c c i ó n : el respeto y el t e m o r . E l t e m o r , demos- l a b o r a r con los que no atienden los presentes consejos.
trando la superioridad de su fuerza material; el respeto, T o d o esto, en efecto, guarda u n a estrecha afinidad c o n
p r e s e n t á n d o s e c o m o personas que d o m i n a n sus pasiones lo que D i ó n y yo intentamos, empujados p o r nuestro afec-
y prefieren estar al servicio de las leyes y pueden hacerlo. to hacia Siracusa, llevar a cabo en l a segunda tentativa . 6 1

¿ * De o t r a f o r m a no es posible que a l g ú n d í a cesen los ma-


b les de una ciudad en l a que reina la guerra c i v i l , sino que
L a p r i m e r a fue la que se e m p r e n d i ó con el p r o p i o D i o n i -
sio p a r a realizar l o que hubiera sido u n bien c o m ú n p a r a
las discordias, o d i o s , enemistades y traiciones suelen darse todos, pero una fatalidad m á s fuerte que los hombres l o
continuamente en el i n t e r i o r de las ciudades que se encuen- e c h ó t o d o a r o d a r . T r a t a d p o r ello vosotros de l l e v a r l o <?
t r a n en t a l s i t u a c i ó n • P o r ello, tos vencedores en cada
5 7

caso, si realmente desean la s a l v a c i ó n del Estado i deben


elegir entre ellos m i s m o s a los griegos de los que tengan

5 8 C f . Leyes 765d para responsables de e d u c a c i ó n a los nifios.


3 5 Aludiendo al origen de los asesinos de D i ó n y t a m b i é n al posible 3 9 P a r a este esquema, v é a s e Leyes 752d ss.
temor de los sicilianos de que Atenas se inmiscuyera en sus asuntos. 6 0 S o n indicaciones m u y generales, y a que no h a llegado t o d a v í a el
3 6 C f . Leyes 646e ss. y 6 7 I d . momento de poner en práctica su proyecto p o l í t i c o .
3 7 C f . Leyes 715a ss. 6 1 C f . Político 297d ss.
368 CARTAS CARTA VII 369

a cabo ahora más felizmente, con buena suerte y la ayu- sabía que con frecuencia los jóvenes pasan por situaciones
da divina . 6 2
parecidas respecto a la filosofía, a pesar de lo cual pensé c
Éstos son, pues,-mis consejos y recomendaciones , así 63
que era más seguro dejen de lado de momento a Dión y
como el relato de mi primer viaje a l a corte de Dionisio. a Dionisio, y ambos se ofendieron conmigo cuando les res-
En cuanto a mi segunda marcha y m i segunda travesía, pondí que ya me encontraba viejo y que nada de lo que
las personas a las que, esto interese podrán enterarse de se había hecho coincidía con nuestros acuerdos. A l parecer,
hasta q u é punto fue, lógico y conveniente. El primer pe- fue a continuación de esto cuando A r q u i t a s llegó ante
66

338 ríodo de m i estancia en Sicilia se desarrolló, tal como ya 'Dionisio (ya que, antes de marcharme, yo había estableci-
expliqué' -, antes de-exponer mis consejos a los parientes
64
do relaciones de amistad y hospitalidad entre Arquitas, los
y amigos d& Dión. A continuación, yo intenté convencer tarentinos y Dionisio); había también en Siracusa otras d
a Dionisio como pude para que me dejara marchar, y am- personas que habían recibido algunas enseñanzas de Dión
bos nos pusimos de acuerdo para cuando se restableciera y otros que las habían recibido de éstos, todos ellos atibó-
os
la paz,; pues.entonces había guerra en Sicilia . Dionisio
65
rrados de ideas filosóficas mal entendidas. Yo pienso que
aseguró que nos mandaría llamar, a Dión y a mí, una vez estos intentaron discutir estas ideas có& Dionisio convenci-
que hubiera reforzado su gobierno de modo más seguro dos de que éste había aprendido de mí todas mis ideas
para él, y el pidió a Dión que no. considerara como un filosóficas. Pero él, a quien la naturaleza no había negado
destierro lo que le había ocurrido en aquella ocasión, sino por completo la facultad de aprender, era muy vanidoso.
b como un cambio de residencia. Por mi parte, convine ¡en Por ello seguramente le gustaban tales rumores y le daba
regresar en-estas condiciones. Cuando se restableció la paz, vergüenza poner en evidencia que no había aprendido na-
me maridó llamar a mí, pero le dijo a Dión que esperara da durante m i estancia allí. De ahí le entró el deseo de e
un a ñ o m á s , mientras que a mí me pidió que acudiera a un aprendizaje más completo, al mismo tiempo que le im-
toda costa. Dión, por su parte, me empujaba y me pedía pulsaba a ello la vanidad. Las razones por las que no ha-
que zarpara; corrían, en efecto, insistentes rumores proce- bía seguido mis lecciones durante m i primera visita las
dentes de, Sicilia dando a entender que ;Dionisio había sen- detallé en el relato que hice anteriormente . Pues bien,
6 7

tido de nuevo entonces un extraordinario entusiasmo por después de regresar felizmente a m i patria y negarme a
la filosofía, motivo por el cual me rogaba Dión insistente- responder a su segunda llamada, como acabo de referir,
mente que no desatendiera la llamada. Por mi parte, yo me parece que Dionisio se sintió muy resentido en su amor
propio, temiendo que algunos pudieran pensar que yo le
6 2Alusión al intento de los amigos de Dión, dirigidos por Hiparino, despreciaba después de haber tenido ocasión de experimen- 339
para expulsar del poder al usurpador Calipo.
6 3Terminada.la parte parenética, continua el relato.
6 4Alusión retrospectiva, a 330c, d, antes de empezar sus consejos a 4 6Científico famoso y hombre de estado de Tarento. Cf. 350a, Car-
los amigos de Dión. ta XIII 360c.
« Cf. Carta III 317a. 6 7Cf. 330b.
370 CARTAS CARTA VII 371

tar su manera de ser, su c a r á c t e r y su g é n e r o de vida, y y D i o n i s i o y que era de g r a n i m p o r t a n c i a para el desarrollo


que, disgustado p o r ello, no q u e r í a volver a su l a d o . A h o - p o l í t i c o . Tales eran, en efecto, los t é r m i n o s de l a i n v i t a -
ra bien, es j u s t o que y o diga la verdad y que acepte que c i ó n que se me h i z o en aquella o c a s i ó n : los amigos de S i -
alguien, d e s p u é s de conocerse los hechos, desprecie m i f i - cilia y de Italia t r a t a b a n de arrastrarme, los de Atenas
losofía y estime l a sensatez del t i r a n o . E n efecto, Dionisio trataban de echarme materialmente casi con sus ruegos y e
me i n v i t ó p o r tercera vez y me e n v i ó una t r i r r e m e para
6 8 de nuevo se r e p e t í a la m i s m a consigna: n o hay que t r a i c i o -
facilitarme el viaje; e n v i ó t a m b i é n a A r q u e d e m o , el h o m - nar a D i ó n n i a los h u é s p e d e s y amigos de T a r e n t o . E n
bre de quien él pensaba que y o h a c í a m á s caso de t o d a m í mismo se m a n t e n í a l a idea de que n o t e n í a nada de
Sicilia, u n o de los d i s c í p u l o s de A r q u i t a s , y a otros sici- e x t r a ñ o que u n h o m b r e j o v e n , c o n buena capacidad para
lianos conocidos m í o s . Todos ellos me t r a í a n la misma aprender, oyendo hablar continuamente de temas elevados,
noticia, que D i o n i s i o h a b í a progresado extraordinariamen- sintiera u n amor apasionado p o r la v i d a perfecta. P o r ello
te en filosofía. M e e s c r i b i ó t a m b i é n u n a carta m u y larga, se h a c í a preciso c o m p r o b a r cuidadosamente l o que efecti-
conociendo bien m i p o s i c i ó n respecto a D i ó n y el interés vamente h a b í a de cierto en u n sentido u o t r o , n o eludir
de éste en que y o embarcara y me dirigiera a S i r a c u s a . 69 en m o d o alguno l a c u e s t i ó n n i asumir la responsabilidad
L a carta h a b í a sido redactada teniendo en cuenta todos de l o que sería verdaderamente una gran o f e n s a 7 0si es 340
estos datos; t e n í a este comienzo y d e c í a m á s o menos lo que efectivamente se h a b í a dicho con este r u m o r la ver-
siguiente: « D i o n i s i o a P l a t ó n » ; luego v e n í a n las f ó r m u l a s d a d . M e puse en c a m i n o , ofuscado c o n estos razona-
habituales de c u m p l i d o y a ñ a d í a sin m á s p r e á m b u l o : « E n mientos, con muchas aprensiones porque al parecer los
el caso de que te dejes convencer por m í y vengas ahora o r á c u l o s n o eran m u y favorables. L l e g u é , pues, y a Zeus
a Sicilia, en p r i m e r lugar los asuntos de D i ó n se resolve- Salvador ofrezco l a tercera copa, ya que en esto al menos
r á n de la f o r m a que t ú desees; estoy seguro de que tus de- tuve realmente é x i t o : v o l v í felizmente sano y salvo, y
7 1

seos s e r á n razonables y yo e s t a r é de acuerdo c o n ellos. Pe- esto tengo que a g r a d e c é r s e l o , d e s p u é s de los dioses, a D i o -
ro de no ser a s í , n i n g u n a de las cosas referentes a D i ó n , nisio, pues cuando h a b í a muchos que deseaban m i muerte,
a sus asuntos en general o a su p r o p i a persona, se resol- él l o i m p i d i ó y m o s t r ó cierto p u d o r ante mis asuntos.
v e r á a t u g u s t o » . C o n estos t é r m i n o s se expresaba; sería A m i llegada, p e n s é que ante t o d o d e b í a c o m p r o b a r b
largo e i n o p o r t u n o citar el resto. T a m b i é n me llegaron si D i o n i s i o estaba realmente i n f l a m a d o c o m o fuego p o r
otras cartas de A r q u i t a s y de los tarentinos, haciendo gran- la filosofía, o si el r u m o r que h a b í a llegado a Atenas en
des elogios de l a filosofía de D i o n i s i o y a ñ a d i e n d o que, este sentido c a r e c í a de f u n d a m e n t o . Pues bien, hay u n p r o -
si y o no a c u d í a entonces, e c h a r í a a perder p o r completo cedimiento bastante discreto para llevar a cabo esta prue-
la amistad que gracias a m í se h a b í a establecido entre ellos

7 0 A saber, no colaborar p a r a que Dionisio llegara a convertirse en


6 8 P l a t ó n h a b í a rechazado la segunda i n v i t a c i ó n : v é a s e 338e. un verdadero f i l ó s o f o aprovechando sus buenas condiciones.
4 9 C f . Carta I I I 317. C f . 334d.
7 1
372 CARTAS CARTA VII 373

ba, y además es muy adecuado para aplicarlo a tiranos, de hacer esfuerzos, de modo que no pueden acusar a su
sobre todo si están rebosantes de ideas mal asimiladas, maestro, sino a sí mismos, cuando no son capaces de se-
que es precisamente lo que yo advertí en Dionisio nada guir; todas las prácticas necesarias para la actividad filo-
más llegar. A esta clase de personas hay que explicarles sófica.
lo que es la obra filosófica en toda su extensión, y cuán- En este sentido me dirigía yo a Dionisio con mis pala-
c tos trabajos y esfuerzos exige. Porque si el oyente es un bras, pues ni le di explicaciones completas ni él tampoco
verdadero filósofo, apto para esta ciencia y digno de ella me:las pidió, ya que hacía como que sabía muchas cosas
porque tiene una naturaleza divina, el camino que se le y las más importantes, y presumía de estar ya bastante in-
ha enseñado, le parece maravilloso, piensa que debe em- formado gracias a las mal. entendidas enseñanzas recibidas
prenderlo inmediatamente y que no merece la pena vivir de otros. He oído decir que, posteriormente, incluso ha es-
de otra manera. Pone, en consecuencia,, todo su esfuerzo crito, a propósito de estas cuestiones que entonces apren-
con los del guía que le dirige y no afloja el paso hasta dió, un tratado que presenta como materia propia, y no
que ha alcanzado plenamente todos sus objetivos o consi- como fruto de las explicaciones recibidas, pero no tengo
gue fuerzas suficientes para poder, caminar sin su instruc- conocimiento cierto de ello. Ya sé que hay otros que han
d tor. Éste es el estado de ánimo con el que vive este hom- escrito sobre estos mismos temas, pero ni ellos mismos sa-
bre, dedicado a sus'.actividades ordinarias, cualesquiera que ben quiénes son . En todo caso, al menos puedo decir lo
7 3

sean, pero ateniéndose siempre en todo a la filosofía* y siguiente a propósito de todos los que han escrito y escri- c
á un sistema de. vida cotidiano que le confiere con la so- birán y pretenden ser competentes en las materias por las
briedad una inteligencia despierta, memoria y capacidad que yo me intereso, o porque recibieron mis enseñanzas
de reflexión. Toda conducta contraria a ésta no dejafde o de otros o porque lo descubrieron personalmente: en mi
horrorizarle. En: cambio, los que no son verdaderamente opinión, es imposible que hayan comprendido nada de la
filósofos, que tienen únicamente u n barniz de opiniones, materia. Desde luego, no hay ni h a b r á nunca una obra
como las personas cuyos cuerpos están-ligeramente quema- mía que trate de estos temas; no se pueden, en efecto,
dos por el sol, cuando ven que hay tanto que aprender , 72 precisar como se hace con otras ciencias, sino que después
el esfuerzo que hay que realizar y la moderación en el¡ ré- dé una larga convivencia con el problema y después de
e gimen de vida cotidiano que la empresa pide, considerán- haber intimado con él, de repente, como la luz que salta
dolo difícil e imposible para ellos, ñi siquiera son capaces
; deíla chispa, surge la verdad en el alma y crece ya es-
de ponerse a practicarlo, y algunos se convencen de que p o n t á n e a m e n t e . Sin duda, tengo la seguridad de que, d
74

341 ya han aprendido bastante de todo y que no necesitan tanto por escrito como de viva voz, nadie podría exponer
más esfuerzos. Ésta es una prueba evidente e infalible cuan-
do se trata de personas dadas a los placeres e incapaces
7 3Alusión tal vez a la proverbial máxima «conócete a ti mismo».
7 4Cf. Banquete 210e acerca del surgimiento repentino de la visión
7 2 Cf. República 531d. de la idea.
374 CARTAS CARTA VII 375

estas materias mejor que y o ; pero sé t a m b i é n que, si estu- jeto en sí, cognoscible y real. E l p r i m e r elemento es el b
viera mal expuesto, nadie se d i s g u s t a r í a tanto como y o . Si n o m b r e , el segundo es la d e f i n i c i ó n , el tercero, la imagen.
yo hubiera c r e í d o que p o d í a n expresarse satisfactoriamente el cuarto, el c o n o c i m i e n t o . Pongamos u n ejemplo aplica-
con destino al vulgo p o r escrito u oralmente, ¿ q u é o t r a
7 3 do a u n objeto determinado para comprender la idea y
tarea m á s hermosa h a b r í a p o d i d o llevar a cabo en m i v i - e x t e n d á m o s l o a todos los d e m á s . H a y a l g o l l a m a d o « c i r c u -
da que manifestar por escrito l o que es un supremo servi- l o » , cuyo n o m b r e es el mismo que acabo de p r o n u n c i a r .
cio a la humanidad y sacar a la luz en beneficio de todos E n segundo lugar viene la d e f i n i c i ó n , compuesta de n o m -
e la naturaleza de las cosas ? A h o r a bien, yo n o creo que
76 bres y predicados: « a q u e l l o cuyos extremos distan p o r t o -
la d i s c u s i ó n filosófica sobre estos temas sea, como se
7 7 das partes p o r igual del c e n t r o » s e r í a la d e f i n i c i ó n de l o
dice, un bien para los hombres, salvo para unos pocos que que se llama « r e d o n d o » , « c i r c u n f e r e n c i a » , « c í r c u l o » . E n c
7 9

e s t á n capacitados para descubrir la verdad p o r sí mismos tercer lugar, la imagen que se d i b u j a y se b o r r a , se t o r n a


con unas p e q u e ñ a s indicaciones. E n cuanto a los d e m á s , en c í r c u l o y se destruye, pero n i n g u n a de estas cosas le
a unos les c u b r i r í a de u n injusto desprecio, l o que es t o - ocurre al c í r c u l o mismo al que se refieren todas las repre-
talmente inadecuado, y a otros de una vana y necia sufi- sentaciones, pues es distinto a todas ellas. L o cuarto es
ciencia, convencidos de la s u b l i m i d a d de las e n s e ñ a n z a s el c o n o c i m i e n t o , l a inteligencia, l a o p i n i ó n verdadera rela-
recibidas. Y t o d a v í a se me ocurre extenderme m á s larga- tiva a estos objetos: t o d o ello debe considerarse c o m o una
mente sobre este aspecto: t a l vez alguno de los temas de sola cosa, que no e s t á n i -en las voces n i en las figuras
342 los que hable quede m á s claro una vez que hayan sido de los cuerpos, sino en las almas, p o r l o que es eviden-
expuestos. H a y , en efecto, u n argumento serio que se opo- te que es algo distinto t a n t o en l a naturaleza del círculo
ne a quien se atreve a escribir cualquier cosa sobre estas en sí c o m o de los tres elementos anteriormente citados.
materias, argumento ya expuesto p o r m í muchas veces, pe- De estos elementos es l a inteligencia l a que está m á s cerca d
ro me parece que debo r e p e t i r l o ahora una vez m á s . del q u i n t o p o r a f i n i d a d y semejanza; los otros se alejan
8 0

H a y en todos los seres tres elementos necesarios para m á s de él. Las mismas diferencias, p o d r í a n establecerse
que se produzca el c o n o c i m i e n t o ; el cuarto es el cono-
7 8
respecto a las figuras rectas o circulares, a s í c o m o a los
cimiento mismo, y hay que colocar en q u i n t o lugar el ob- colores, a lo bueno, lo bello y l o j u s t o , a t o d o cuerpo,
t a n t o si e s t á fabricado artificialmente c o m o si es n a t u r a l ,
al fuego, al agua y a todas las cosas parecidas, a toda
7 5 Sobre el peligro de poner por escrito tales doctrinas, Carta II
clase de seres vivos, a los caracteres del a l m a , a t o d a cla-
314c ss.
1 6 A q u í la palabra physis hay que atenderla en el sentido platónico se de acciones y pasiones. P o r q u e si en todas estas cosas e
de «el ser, la r e a l i d a d » . no se llegan a captar de alguna manera los cuatro elemen-
7 7 L a palabra epicheírésis aquí se acerca el sentido a r i s t o t é l i c o de
«exposición».
7 8 C f . Leyes 895d, donde se enumeran estos tres elementos: ónoma 7 9 P a r a la d e f i n i c i ó n de círculo, cf. Timeo 33n, Parménides 137e.
(nombre), lagos ( d e f i n i c i ó n ) y ousía (realidad o cosa en s í ) . 8 0 C f . República 490b.
376 CARTAS CARTA VII 377

tos, nunca se p o d r á conseguir una participación perfecta situación de inseguridad e incertidumbre. Ahora bien, en
del quinto. Además,, estos elementos intentan expresar tan- aquellos casos en que por culpa de nuestra mala educa-
to la cualidad de cada cosa como su esencia por u n me- ción no estamos acostumbrados a investigar la verdad y
343 dio tan débil como las palabras; por ello, ninguna persona nos hasta la primera imagen que se nos presenta, no hare-
sensata, se:arriesgará a confiar sus pensamientos en tal me- mos el ridículo mutuamente porque podremos preguntar
dio , sobre todo para que quedefijado, como ocurre con
8 1 y responder, con capacidad de analizar y censurar los cua-
los caracteres escritos. Éste es. también un punto que hay tro elementos. Pero cuando nos vemos obligados a con- ¿
que entender. Cada círculo- concreto, de los dibujados o testar y definir claramente el quinto elemento, cualquier
trazados en giro está lleno del elementó contrario al quin- persona capacitada para refutarnos nos aventaja si lo de-
to, pues está'en contacto por todas sus partes con la; lí- sea, y consigue que el que está dando explicaciones, sea
nea recta. En cambio, el círculo en sí. afirmamos que no
; con palabras o por escrito o por medio de respuestas, dé
contiene ni poco ni mucho de la naturaleza m n t r a r i a a Ja ¡impresión a la mayoría de los oyentes de que no sabe
la suva. Afirmamos también que el nombre de los objetos nada de lo que intenta decir por escrito o de palabra; a
b no tigne para ninguno de.-••ellos ninguna fijeza , y .nada 82 veces no se dan cuenta de que no eslía mente del escritor
impide que las cosas ahora llamadas redondas se llamen o ;del que habla lo que se refuta, sino la naturaleza de
rectas, y las r e c t a s , redondas, ni tendrán un valor menos cada uno de los cuatro elementos del conocimiento, que
significativo para los que las cambian/y las llaman con nom- es defectuosa por naturaleza. Sin embargo, a fuerza de e
bres contrarios. L o mismo puede decirse de la definición. manejarlos todos, subiendo y bajando del uno al otro,
PUeStO que e8tá compuesta de nomhres y p r p r l i r a r i n s - t n n a base de un gran esfuerzo se consigue crear el conoci-
hay en ella nada que sea suficientemente firme . Hay m i l
8 3 miento cuando tanto el objeto como el espíritu están bien
argumentos para demostrar la oscuridad de estos cuatro constituidos . Pero si por el contrario, las disposiciones
84

elementos, pero el-más importante es el que dimos un po- son malas por naturaleza, y, en su mayoría, tal es el esta-
co antes: que de los dos principios existentes, el ser y la do natural del alma, tanto frente al conocimiento como
c cualidad! el alma busca conocer no la cualidad, sino el a lo que se llama costumbres, si falla todo esto, ni el 344
ser, pero cada uno de los cuatro elementos le presenta mismísimo L i n c e o podría hacer ver a estas personas con
83

con razonamientos o con hechos lo que ella no busca, claridad. En una palabra, a la persona que no tiene ningu-
ofreciéndole una expresión y manifestación de ello que na afinidad con esta cuestión, ni la facilidad para apren-
siempre son fácilmente refutables por los sentidos, lo cual,
por así decirlo, coloca a cualquier hombre totalmente en
8 4 Gracias a esta comparación entre modos humanos y a este trato
81 Cf. Crátilo 438d, e. entre imágenes, nociones, definiciones, se llega a la intuición del inte-
8 2Cf. Crátilo 384d, c, para la idea de que los nombres no son fija- lecto (344b).
ciones naturales, sino convencionales. 8 5 Un argonauta, famoso por su agudeza visual, que aquí hiperbóli-
8 3Cf. Teeteto 208b ss., sobre la inestabilidad de las definiciones. camente se supone que también produce agudeza de visión.
378 CARTAS CARTA V I I 379

der n i la memoria p o d r í a n p r o p o r c i o n á r s e l a , pues en princi- racteres escritos estas reflexiones c o m o algo de gran i m -
pio no se da en naturalezas ajenas a dicha materia. De- portancia, « e n t o n c e s seguramente es que, no los dioses, d
m o d o que cuantos n o sean aptos por naturaleza y no ar- sino los hombres, le han hecho perder l a r a z ó n » . 8 9

monicen con la justicia y las d e m á s virtudes, p o r m u y El que haya seguido esta e x p o s i c i ó n y esta d i g r e s i ó n
bien dotados que e s t é n en otros aspectos para aprender c o m p r e n d e r á perfectamente que, si D i o n i s i o o cualquier
y recordar, así como quienes, teniendo afinidad espiritual, otra persona de mayor o menor c a t e g o r í a ha escrito u n
carezcan de capacidad intelectual y de memoria, ninguno l i b r o sobre las elevadas y p r i m o r d i a l e s cuestiones referen-
de ellos c o n o c e r á j a m á s la verdad sobre la v i r t u d y el v i - tes a la naturaleza, en m i o p i n i ó n es que no ha o í d o n i
cio en la medida en que es posible conocerla. Es necesa- aprendido doctrina sana alguna sobre los temas que ha tra-
r i o , en efecto, aprender ambas cosas a la vez, la verdad tado, ya que, de no ser a s í , h a b r í a sentido el m i s m o res-
y lo falso 8 6 del ser entero, a costa de mucho trabajo y pecto que y o hacia tales verdades y n o se h a b r í a atrevido
mucho tiempo, como dije al p r i n c i p i o . Y cuando des-
8 7
afianzarlas a u n ambiente discorde o inadecuado. T a m p o -
p u é s de muchos esfuerzos se han hecho poner en r e l a c i ó n co pudo escribirlo para que se recordara; pues no hay pe-
unos con otros cada u n o de los distintos elementos, n o m - ligro de que se olviden una vez que h a n penetrado en el «
bres y definiciones, percepciones de la vista y de los de- alma, ya que e s t á n contenidas en los m á s breves t é r m i -
m á s sentidos, cuando son sometidos a críticas b e n é v o l a s , nos ; s e r í a m á s bien p o r una a m b i c i ó n despreciable, tan-
9 0

en las que no hay mala i n t e n c i ó n al hacer preguntas n i to si expuso la doctrina como p r o p i a cuanto si p r e t e n d i ó
respuestas, surge de repente la i n t e l e c c i ó n y c o m p r e n s i ó n tener una f o r m a c i ó n de la que no era d i g n o , ambicionan-
de cada objeto con t o d a la intensidad de que es capaz do la g l o r i a que esta f o r m a c i ó n c o m p o r t a . Si una sola en- 345
la fuerza humana. Precisamente por ello cualquier persona trevista c o n m i g o se la d i o a D i o n i s i o , p o d r í a ser, pero c ó -
seria se g u a r d a r á m u y m u c h o de confiar p o r escrito cues- m o p u d o o c u r r i r , s ó l o Zeus l o s a b r á , como dice el te-
9 1

tiones serias , e x p o n i é n d o l a s a la malevolencia y a la i g -


8 8
bano. Y o tuve una entrevista con él u n a sola vez, c o m o
norancia de la gente. De ello hay que sacar una simple ya c o n t é , pero nunca m á s v o l v í a hacerlo. E n este m o -
9 2

c o n c l u s i ó n : que cuando se ve una c o m p o s i c i ó n escrita de mento debe enterarse, quienquiera que se interese p o r ave-
alguien, ya se trate de u n legislador sobre leyes, ya sea riguar c ó m o o c u r r i e r o n realmente los hechos, de los m o t i -
de cualquier otro tema, el autor no ha considerado estas vos p o r los que no seguimos las lecciones n i una segunda
cuestiones como m u y serias, n i él m i s m o es efectivamente vez, n i u n a tercera, n i ninguna o t r a . ¿ A c a s o D i o n i s i o , des-
serio, sino que permanecen encerradas en la parte m á s pre- p u é s de haberme o í d o una sola vez, pensaba que ya s a b í a b
ciosa de su ser. Mientras que si él hubiera confiado a ca-

8 9 H O M E R O , litada V I I 360, X I I 234.


8 6 C f . Leyes 816d. «o C f . Pedro 275d, 278a.
8 7 C f . 341c. 9 1 C f . Fedón, 62a.
8 8 C f . Leyes 769a, Político 294a. « C f . 341a.
380 CARTAS CARTA VII 381

bastante, y en efecto sabía lo suficiente, ya fuera por des- verano, y con ello los navios se hacían a la mar. Yo pen-
cubrimientos propios, o poTque había,aprendido antes de saba que no debía estar irritado contra Dionisio, sino más
otros maestros ? ¿ Q juzgaba que mis explicaciones care-
93 bien contra mí mismo y contra los que me habían forza-
cían de valor, o bien,/tercera hipótesis, que no estaban do, a cruzar por tercera vez el Estrecho de Escila e
a su altura, sino.que le superaban y realmente se sentía
para afrontar una vez más a la funesta Caribdis , 91
incapaz de llevar una.-vida entregada a la sabiduría y a
la virtud? Porque ^si-pensaba-.que carecían de valor, esto
y que debía decir a Dionisio que yo no podía prolongar
se contradice con muchos testigos que afirman lo contra-
mi estancia después del ultrajante trato de que había sido
rio y que en-estas materias serían jueces más competentes
víctima Dión. Pero él trataba de calmarme y me pedia que
que él. Si creía q u é h a b í a descubierto o aprendido conoci-
me quedara, porque pensaba que no era bueno para él
<: mientos, y que éstos eran valiosos para la educación de
que yo me marchara tan rápidamente siendo portador de
un alma libre, ¿cómo hubiera podidoy a no ser que se tra-:
semejantes noticias. Como no podía convecerme, dijo que
tara de un hombre extravagante, desdeñar tan fácilmente
quería preparar personalmente mi viajje. Yo, por m i parte, 346
a la persona quesera su guía y su maestro ? C ó m o , de
94
había pensado embarcarme en cualquier barco mercante , 9 8
hecho, me desdeñó voy a referirlo a h o r a . 95
porque estaba tremendamente irritado y dispuesto a arros-
Poco tiempo después de estos-acontecimientos, aunque
trarlo todo si se me ponían impedimentos, puesto que, evi-
hasta entonces h a b í a dejado a Dión la libre disposición
dentemente, yo no había hecho ofensa alguna, sino que
de sus bienes y el disfrute de sus rentas, prohibió que en
más bien la había recibido. Y él, al ver que yo no esta-
lo sucesivo se las enviaran su6 administradores al Pelópo-
ba dispuesto en absoluto a quedarme, imaginó la treta si-
neso, como si hubiera'olvidado completamente su carta;? ; 6
guiente para retenerme durante aquel período de navega-
pues decía que los bienes no pertenecían a Dión, sino, a
ción. A l día siguiente de la entrevista vino a verme y se
d su hijo, que « r a sobrino suyo, y por ley le correspondía
dirigió a mí con estas persuasivas palabras : «Que Dión
9 9

su tutoría. Éstos son los acontecimientos que ocurrieron


y; sus intereses dejen de ser un obstáculo entre tú y yo y ¿>
en aquella época hasta el momento de m i relato; en estas
un motivo de discordia permanente. Mira lo que en aten-
circunstancias, yo había visto con claridad el entusiasmo
ción a ti voy hacer por Dión. Le pido que se haga cargo
de Dionisio por la filosofía y tenía motivos para indignar-
dje sus bienes y resida en el Peloponeso, no como un exi-
me, tanto si quería como si no. Estábamos entonces en
liado, sino con la facultad de volver aquí cuando lo acor-
demos conjuntamente él y yo y vosotros sus amigos ° . 1 0

9 3Cf. Carla II 312b.


9 4Sé refiere al propio Platón. 97 Odisea XIII 428.
9 5Vuelve al relato del tercer viaje de Platón a Sicilia, interrumpido 9 8 O quizá el primer barco dispuesto a partir.
en 340b. 9 9 Paso al estilo directo, frecuente en Platón.
9 4En la que prometió a Platón que se arreglarían los asuntos de 100 parece ser, según Plutarco, que a Platón le acompañaban Espeu-
Dión según sus deseos si iba a Siracusa. sipo y Jenócrates. Es muy posible que fueran también otros discípulos.
382 C A R T A S C A R T A VII 383

Pero esto a c o n d i c i ó n de que no conspire contra m í . Res- ¿ h a b r á alguno dispuesto a t o m a r m e como pasajero una 1 0 2

p o n d e r é i s de ello vosotros, t ú y los tuyos, así como los vez que me haya escapado de la residencia de D i o n i s i o ? »
familiares de D i ó n que e s t á n a q u í ; que t a m b i é n él os d é Y o estaba alojado, en efecto, para m a y o r desgracia m í a ,
e a vosotros g a r a n t í a s . E l dinero que pueda recibir se de- en el j a r d í n contiguo al palacio, de donde el p o r t e r o n o
p o s i t a r á en el Peloponeso y en Atenas en manos de las me h a b r í a dejado salir de n i n g u n a manera sin recibir una
personas que vosotros d e c i d á i s ; D i ó n d i s f r u t a r á de los i n - orden dada por D i o n i s i o . « E n c a m b i o , si me quedo este
tereses, pero no p o d r á sin vuestro consentimiento disponer a ñ o , p o d r é escribir una carta a D i ó n d i c i é n d o l e l a situa-
del capital. E n cuanto a m í , no tengo demasiada confianza ción en que me encuentro y l o que i n t e n t o conseguir, y,
en que sea leal conmigo al disponer de estos bienes, pues suponiendo que Dionisio c u m p l a a l g u n a de sus promesas,
su i m p o r t e es considerable, y sí me f í o , en cambio, m á s m i a c t u a c i ó n no h a b r á sido completamente ridicula, ya
de t i y de los t u y o s . M i r a , pues, si te gusta esta oferta que la f o r t u n a de D i ó n , correctamente v a l o r a d a , no a l - A
y q u é d a t e a q u í este a ñ o c o n estas condiciones; acabado canza menos de cien talentos. Pero si las cosas se desarro-
este plazo 1 0 1 , p o d r á s marcharte, l l e v á n d o t e el dinero. Es- lian tal como ahora se presentan, c o m o es l ó g i c o que ocu-
toy seguro de que D i ó n te q u e d a r á m u y agradecido si ha- rra, no s a b r é q u é p a r t i d o t o m a r ; a pesar de e l l o , tal vez
d ees esto en su f a v o r » . Y o me d i s g u s t é al oír estas p r o - sea necesario aguantar u n a ñ o m á s y t r a t a r de demostrar
puestas, a pesar de lo cual le r e s p o n d í que lo p e n s a r í a y con hechos las a r t i m a ñ a s de D i o n i s i o » . U n a vez decidido,
que al d í a siguiente le c o m u n i c a r í a lo que hubiera deci- al d í a siguiente le d i . m i respuesta a D i o n i s i o : « H e decidi-
dido. T a l fue el acuerdo al que llegamos entonces. A con- do quedarme, pero a pesar de ello — a ñ a d í — , te p i d o que
t i n u a c i ó n me puse a reflexionar, ya que me s e n t í a m u y no me consideres como u n representante plenipotenciario
confuso; l o p r i m e r o que se me o c u r r í a era l o siguiente: de D i ó n y que le escribamos conjuntamente t ú y yo c o m u -
e « V a m o s a ver, si D i o n i s i o no piensa c u m p l i r ninguna de n i c á n d o l e las decisiones que hemos adoptado y p r e g u n t á n -
sus promesas, supongamos que, en el caso de marcharme dole si le parecen suficientes; en caso c o n t r a r i o , si desea
yo, le escribe una carta m u y convincente a D i ó n c o m u n i - y pide a l g ú n cambio, que l o haga saber cuanto antes; t ú
c á n d o l e lo que acaba de decirme, y ordena a otros de sus entre tanto n o debes t o m a r n i n g u n a m e d i d a que cambie
partidarios que hagan lo m i s m o , dando a entender que, su s i t u a c i ó n » . Esto fue l o que le dije y l o que acorda-
aunque él lo deseaba, f u i yo quien no quiso aceptar sus mos entre nosotros, m á s o menos en los t é r m i n o s expre-
proposiciones, d e s e n t e n d i é n d o m e de los asuntos de D i ó n ; sados . A c o n t i n u a c i ó n zarparon los barcos, y y a no era d
1 0 3

a d e m á s de esto, supongamos que n o desea m i p a r t i d a y , posible p a r t i r cuando Dionisio t u v o la ocurrencia de de-


347 sin dar ó r d e n e s personales a n i n g ú n c a p i t á n de barco, deja cirme que la m i t a d de los bienes d e b í a n considerarse de
entender f á c i l m e n t e a todos que n o le gusta que me vaya:

1 0 2 Este empleo de la palabra naútes puede verse en S Ó F O C L E S , Fi-


hetetes 901.

E s decir, dentro de un a ñ o . 1 0 3 P a r a estos detalles b i o g r á f i c o s , v é a s e Carta I I I 318a ss.


384 CARTAS CARTA VII 385

Dión y. la otra mitad¡ de su hijo. Dijo que los iba a ven- ante los peltastas a la sazón reunidos. En seguida se
1 0 6

der y, una vez realizada la venta, me daría la mitad para divulgó el rumor de que Heraclides había sido el autor
1 0 7

que me la llevara y reservaría la otra m i t a d para el niño, de* todos estos acontecimientos. Cuando este rumor llegó
añadiendo que.esto era-lo m á s justo. Yo quedé consterna- a oídos suyos, Heraclides se quitó de en medio y se escon-
do por sus palabras,i.pezo me pareció que era completa- dió. Dionisio intentaba detenerle, pero, no sabiendo cómo,
mente, ridículo poner cualquier objeción; sin embargo, le llamó a Teodotes a su jardín, en el que casualmente me c
hice ver que debíamos esperar la carta de Dión y volver encontraba yo en ese momento paseando. Ignoro el resto
e a escribirle .comunicándole este cambio. Pero él se pusp de¡ su conversación, ya que no lo oí, pero sé y recuerdo
en seguida a vender descaradamente la totalidad de los bie- perfectamente las palabras que Teodotes le dijo a Dionisio
nes de aquél, de la forma.y manera que quiso y a quie- delante de m í : «Platón», dijo, «yo estoy intentando con-
nes quiso vender, sin decirme a mí,ni una palabra de ello; vencer a Dionisio para que, si consigo traer aquí a Heracli-
tampoco yo. volví a hablarle de los intereses de Dión, por- des para que responda de las acusaciones que se han lan-
que me daba cuenta de que era inútü. i zado contra él, en el caso de que no crea que debe dejarle
Hasta este momento, yo había estado acudiendo de es- vivir en Sicilia, le deje embarcar para el Peloponeso con d
ta manera en ayuda de la filosofía y de mis amigos; desde su> mujer y su hijo y pueda vivir allí disfrutando de sus
348 entonces, así-vivíamos Dionisio y yo: yo,, con la mirada bienes y sin atentar contra Dionisio. Tal es mi petición;
puesta en el- exterior^ como un p á j a r o ; q u e está-.deseando ya mandé a buscarle una primera vez y volveré a hacerle
volar de su jaula , y él intentando apaciguarme y sin
1 0 4
llamar, a ver si me hace caso a la primera o a la segunda
haberme devuelto ninguno de ios bienes de Dión; sin em- de mis llamadas. Pero pido y suplico a Dionisio que en
bargo, pretendíamos ser amigos ante Sicilia entera. Preci- e í x a s o de que se encuentre a Heraclides, sea en el campo
samente entonces intentó-Dionisio rebajar la paga de los o a q u í , que ñ o le ocurra ninguna otra cosa desagradable
soldados m á s veteranos,- contrariamente a las normas se- que la de ser desterrado del país hasta que Dionisio tome e
guidas por su padre, . L o soldados, furiosos, se reunie-
105
otra decisión». Y dirigiéndose a éste, añadió: «¿Estás de
b ron en asamblea y decidieron oponerse» Él intentó emplear acuerdo con esto?». «Estoy de acuerdo en ello —respon-
la fuerza cerrando las puertas d é l a acrópolis, pero los sol- d i ó - - , y aunque se le encuentre en los alrededores de tu
dados se lanzaron al punto contra las murallas vociferan- casa, no sufrirá otro daño que el que acaba de decirse».
do el pean de guerra de los bárbaros. Entonces Dionisio, Pues bien, al día siguiente por la tarde, Euribio y Teodotes
totalmente aterrorizado, cedió por completo, y a ú n más acudieron a mí presurosos y completamente turbados, y

104Una imagen muy¡ parecida puede verse en Fedro 249d. 108 Soldados de infantería ligera, así llamados por el escudo que lle-
"J Dionisio I mantenía un cuerpo de 10.000 soldados mercenarios. vaban.
Sus cuarteles estaban en la isla Ogigia, fuera de los muros de la acró- 107Para Heraclides, véase Carta III 318c, así como para Teodotes
polis. y Euribio.
386 CARTAS C A R T A VII 387

Teodotes me d i j o : « P l a t ó n , t ú fuiste ayer testigo del acuer- D e s p u é s de estos sucesos, D i o n i s i o p e n s ó que su anti-
do al que llegamos t ú y yo con D i o n i s i o a p r o p ó s i t o de guo proyecto de no devolverle sus bienes a D i ó n t e m a ya
H e r a c l i d e s » . « D e s d e l u e g o » , r e s p o n d í y o . « P u e s ahora u n m o t i v o convincente en sus relaciones inamistosas c o n -
— c o n t i n u ó — a n d a n peltastas corriendo p o r todas partes m i g o ; p r i m e r o me e c h ó de la a c r ó p o l i s con el pretexto de d
buscando a Heraclides para prenderle, y es posible que se que t e n í a n que celebrar u n sacrificio de diez d í a s de dura-
encuentre por estos alrededores, de m o d o que es absoluta- ción 1 0 9 en el j a r d í n donde yo habitaba. M e o r d e n ó , pues,
349 mente preciso que nos a c o m p a ñ e s para ver a D i o n i s i o » . pasar este tiempo fuera, en casa de A r q u e d e m ó n 0 . Estan-
Fuimos, en vista de ello, y comparecimos ante él; ellos do yo allí, Teodotes m a n d ó a buscarme; estaba m u y i n d i g -
dos se m a n t e n í a n de pie con l á g r i m a s en los ojos, y yo nado p o r todo l o que h a b í a o c u r r i d o y se estuvo quejan-
t o m é la palabra: « M i s c o m p a ñ e r o s tienen miedo de que do de D i o n i s i o . C u a n d o éste se e n t e r ó de que y o h a b í a
tomes medidas contrarias a nuestros acuerdos de ayer, pues ido a casa de Teodotes, se c o n v i r t i ó para él en o t r o m o -
parece que ha vuelto y se le ha visto p o r a q u í » . A l o í r t i v o de desacuerdo c o n m i g o , de la m i s m a naturaleza que
estas palabras, D i o n i s i o se e n c o l e r i z ó y su rostro p a s ó p o r el anterior. Por medio de u n mensajero me hizo preguntar e
b todos los colores, como le ocurre a una persona i r r i t a d a . si efectivamente me h a b í a entrevistado con Teodotes p o r
Teodotes c a y ó a sus pies, le c o g i ó la m a n o l l o r a n d o y se i n v i t a c i ó n de éste. « D e s d e l u e g o » , dije y o . « E n este caso
puso a suplicarle que no hicera nada parecido. Entonces — r e p l i c ó el mensajero—, me e n c a r g ó que te dijera que ha-
yo dije, t r a t a n d o de animarle: « T r a n q u i l í z a t e , Teodotes, ces m a l dando m á s i m p o r t a n c i a a D i ó n y a sus amigos
que Dionisio n o se a t r e v e r á a hacer nada quebrantando que a él m i s m o » . Esto fue l o que dijes y ya n o me hizo
sus promesas de a y e r » . Entonces Dionisio fijó en m í su llamar en m á s ocasiones a su palacio, c o m o si ya estu-
mirada y , con talante m u y p r o p i o de u n t i r a n o , me d i j o : viera perfectamente c l a r o que y o era amigo de Teodotes
« A t i yo n o te he p r o m e t i d o nada en a b s o l u t o » . « S í , p o r y de Heraclides y , en c a m b i o , enemigo suyo. A d e m á s , su-
los dioses — r e p l i q u é y o — , y precisamente lo m i s m o que p o n í a que yo n o p o d í a sentir s i m p a t í a hacia él, ya que
este hombre te e s t á p i d i e n d o » . Y con estas palabras me h a b í a dilapidado p o r c o m p l e t o los bienes de D i ó n . A par-
di la vuelta y me m a r c h é . A c o n t i n u a c i ó n , Dionisio prosi- tir de entonces y o h a b i t é fuera de la a c r ó p o l i s , entre los 350
c g u i ó su intento de cazar a Heraclides, pero Teodotes e n v i ó mercenarios. V i n i e r o n a verme, entre otros, unos remeros
emisarios e x h o r t á n d o l e a que huyera. E l t i r a n o l a n z ó en de origen a t e n i e n s e , conciudadanos m í o s , que me i n -
111

su p e r s e c u c i ó n a Tisias 1 0 8 al frente de Un destacamento f o r m a r o n de que yo estaba siendo d i f a m a d o entre los p e l -


de peltastas, pero Heraclides, s e g ú n se d i j o , se le a d e l a n t ó
por unas horas apenas y p u d o refugiarse en t e r r i t o r i o car-
taginés.
Se celebraban al comenzar la siembra, hacia octubre, las de D e -
1 0 9

meter, y al madurar las mieses las de C o r e , en abril.


1 1 0 V . nota a Carta I I 310b.
1 0 8 S ó l o citado en este lugar. 1 1 1 Remeros que a c u d í a n a Siracusa en busca de trabajo.
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tastas y que algunos habían proferido amenazas de


1 1 2 pudor en hacerlo. Por otra parte, yo ya no tengo edad
muerte contra mí si conseguían cogerme. Entonces se me para hacerme aliado de guerra de nadie, pero me uniré
ocurrió la siguiente estratagema para salvarme. Envié un a vosotros siempre que necesitéis reanudar vuestra amistad
mensaje a Arquitas y a mis otros amigos de Tarento ad- y favoreceros mutuamente; pero mientras estéis deseando
virtiéndoles de la situación ,en que me encontraba. Ellos, haceros mal, buscad otros aliados». Esto es lo que yo les
b presentándola como, una embajada, enviaron desde su ciu- dije, porque había llegado a aborrecer mis andanzas por
dad una nave de treinta remos con uno de ellos. La- S i c i l i a y m i fracaso. Pero ellos no me hicieron caso ni
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misco , que nada m á s llegar fue a ver a Dionisio para


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atendieron mis intentos de reconciliación, y se hicieron res-
interceder por mí, diciéndole que yo deseaba partir y pi- ponsables de todas las desgracias que ahora les han ocurri-
diéndole que no se Opusiera. Dionisio dio su consentimien- do. Nada de esto habría ocurrido, en la medida en que
to y me despidió, d á n d o m e dinero para los gastos de via- pueden conjeturarse los azares humanos, si Dionisio hu- e
je. En cuanto a los bienes de Dión, no yo se los reclamé %biera devuelto a Dión sus bienes, o se hubiera reconcilia-
ni él me dio nada. do por todos los medios con él, pues en ese caso yo ha-
Cuando llegué al Peloponeso encontré en Olimpia i a bría podido contener fácilmente a 0ión con mi voluntad
Dión, que estaba allí asistiendo a los juegos , y le conté
, u
y mi influencia. En cambio, ahora, al dirigirse uno contra
lo sucedido. Él, poniendo a Zeus como testigo, nos exhor- otro, han desencadenado toda clase de desastres. Sin em-
c tó inmediatamente a mí, a mis parientes y amigos a pre- bargo, Dión tenía las mismas intenciones que yo diría que 351
parar nuestra venganza contra Dionisio; nosotros, porque debería tener yo mismo o cualquier persona sensata; tanto
había traicionado a sus huéspedes (1° decía tal como ¡lo
;
en lo que se refiere a su influencia personal, como a sus
pensaba), y él, por<haber sido expulsado y desterrado i n - amigos, como a su patria, no tendría otra ambición que
justamente. Cuando, yo oí estas palabras, le invité a que prestarle los más grandes servicios y convertirse en una per-
solicitara la ayuda de-nuestros amigos, si es que estaban sona poderosa y honrada entre todos. N o es ése el caso
dispuestos a dársela, «Y en cuanto a mí, —añadí—, fue del que se enriquece a sí mismo, a sus partidarios y a su
casi forzado por t i y por los oíros como compartí la mesa, ciudad organizando conjuraciones y reuniendo conspirado-
la morada y los sacrificios de Dionisio. Éste tal vez creía, res, cuando se es pobre, no se tiene autodominio y uno
porque eran muchos los calumniadores, que yo de acuerdo es víctima cobarde de sus pasiones; cuando se da muerte
contigo conspiraba contra él y contra su régimen tiránico, a los ricos, llamándolos enemigos y dilapida sus bienes b 1 1 6

d a pesar de lo cual no me m a n d ó matar, sino que sintió e invita a hacer lo mismo a sus colaboradores y cómplices,
para que ninguno de ellos tenga que echarle en cara su
pobreza. Ése es también el caso del que es honrado por su
Al parecer, los mercenarios acusaban a Platón de. empujar a Dio-
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nisio a renunciar a la tiranía, con lo que ellos se quedarían sin trabajo. Puede ser una alusión a las andanzas de Ulises.
1 1 3

Este nombre no aparece claro en los manuscritos.


1 1 3 Dionisio el Viejo habla empujado al pueblo a confiscar los bie-
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Se trata del festival del año 360 a. C.


1 1 4 nes de los ricos y matar a sus dueños.
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ciudad como su bienhechor p o r haber d i s t r i b u i d o por de- D e s p u é s de lo que acabo de decir, mis consejos e s t á n 352
creto a las masas los bienes de unos pocos, o del que es- ya m á s o menos expuestos, y ya es suficiente. H e vuelto
tando al frente de u n a ciudad i m p o r t a n t e , que a su vez a reanudar el relato de m i segundo viaje a S i c i l i a 119 por-
preside a otras m á s d é b i l e s , adjudica a la suya los bienes que me p a r e c i ó necesario c o n t á r o s l o a causa del c a r á c t e r
de las ciudades m á s p e q u e ñ a s contra todo derecho. N i D i ó n absurdo o e x t r a ñ o que t o m a r o n los acontecimientos. P o r
c n i n i n g ú n o t r o a c e p t a r í a voluntariamente un poder que
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ello, si mis explicaciones actuales parecen razonables y se
sería eternamente funesto para él y para su raza, sino que j u z g a n satisfactorios los m o t i v o s que explican los hechos,
t e n d e r í a m á s bien a u n a c o n s t i t u c i ó n y a u n sistema legis- la e x p o s i c i ó n que acabo de hacer p o d r á considerarse ade-
lativo verdaderamente justo y bueno, conseguido sin n i n - cuada y discreta.
g ú n t i p o de matanzas o destierros. Eso es precisamente lo
que D i ó n trataba de llevar a cabo, y ha preferido sufrir Y a en tiempo de Dionisio I I .
injusticias a cometerlas " , y aunque t o m ó precauciones
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para n o sufrirlas, sin embargo s u c u m b i ó cuando estaba a


p u n t o de alcanzar la cumbre, la victoria sobre sus enemi-
gos. L o que le o c u r r i ó no tiene nada de e x t r a ñ o , pues u n
d hombre j u s t o , sensato y prudente, al tratar con hombres
injustos, no puede dejarse e n g a ñ a r sobre la manera de
ser de tales personas, pero t a m p o c o tiene tal vez nada
de e x t r a ñ o que le o c u r r a c o m o a un buen p i l o t o a quien
no puede pasarle desapercibido que se acerca una tempes-
tad, pero no puede prever su extraordinaria e inesperada
magnitud y , p o r n o preverla, forzosamente zozobra. Es-
to mismo fue t a m b i é n lo que hizo caer p o r m u y poco a
D i ó n . É l c o n o c í a m u y bien l a m a l d a d de los que le hicie-
ron caer, pero l o que no p o d í a prever era hasta q u é p u n t o
era p r o f u n d a su estulticia, su p e r v e r s i ó n y v o r a c i d a d . Este
e error le hizo s u c u m b i r , sumiendo a Sicilia en u n inmenso
duelo.

1 . 7 D e acuerdo con el dicho s o c r á t i c o de que « n a d i e peca volunta-


riamente».
1 . 8 E n Gorgias, en República y en Critón se repite esta f o r m u l a c i ó n .

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