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Concepto
Entre las definiciones más completas del concepto de “concertación social” tenemos la
que ofrece el autor Américo Pla Rodríguez, quien expresa: “la concertación social evoca el
intento de lograr mediante un acuerdo entre el gobierno y los interlocutores sociales una
acción común en materia económico-social”. En este sentido, el autor explica que de este
concepto se desprenden tres componentes:
1. Los sujetos
2. El objeto
3. El alcance
El autor explica que más que lograr plena y definitivamente los objetivos de la
concertación, se persigue un esfuerzo acompañado de una verdadera voluntad de asumir
comportamientos que reflejen la tentativa de lograr los objetivos propuestos.
Como vemos, la concertación social contiene muchos aspectos que la hacen peculiar
como figura. Otros autores han explicado más detalladamente sobre su concepto,
agregándole otras características. Por ejemplo, los autores Ramón de Alós-Moner y
Antonio Martín Artiles exponen sobre la concertación como un mecanismo de producción
de normas donde se tiene como objetivo una regulación plural de las condiciones de
empleo donde interviene el Estado como poder público.
En la opinión de estos autores, la concertación social puede ser tanto bipartita (Estado-
trabajadores, o Estado-empleadores) como tripartita (Estado-empleadores-trabajadores),
dependiendo de las partes que intervengan, pero recordando que si fuese bipartita entre
trabajadores y empleadores se confundiría con la figura del convenio colectivo (previsto
en el artículo 2 del Convenio Internacional n° 154 de la OIT, en el numeral 2 del artículo 62
de nuestra actual Constitución, y en el artículo 103 del Código de Trabajo dominicano), el
cual es de naturaleza totalmente distinta, tal como expresa claramente la normativa
mencionada.
Orígenes
El autor Humberto Villasmil Prieto explica que las bases del diálogo y la concertación social
se encuentran en los inicios de la libertad sindical y la negociación colectiva. Explica que
entre los primeros pasos encontramos los preámbulos del Tratado de Paz de Versalles de
1919 donde se afirmaba el principio de la libertad sindical, y que posteriormente en su
desarrollo histórico, se iría materializando como un derecho fundamental. El siguiente
gran paso se ubica en la declaración de Filadelfia de 1944, la cual es hoy en día la carta
constitucional de la OIT. En su primera parte, cuando establece los objetivos principales de
la OIT, menciona en su literal “d” lo siguiente: “la lucha contra la necesidad debe
proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un esfuerzo
internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de
los empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los
gobiernos, participen en discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin
de promover el bienestar común”. Luego encontramos los tratados post segunda guerra
mundial, como el Convenio 87 de 1948 donde se estipula la libertad sindical, la
progresividad y no regresividad típica de los derechos fundamentales, y el Convenio 98 de
1949 sobre derecho de sindicación y de negociación colectiva, ratificados por todos los
países Centroamericanos (excepto El Salvador).
Ya en la Resolución de la Conferencia de la OIT sobre los Derechos Sindicales y su relación
con las Libertades Civiles de 1970, se asentaba el derecho sindical como un derecho
humano.
Mientras tanto, otros autores expresan una visión no tan optimista en cuanto al desarrollo
de la concertación social. El autor Ermida Uriarte explica de manera comparativa que la
difusión de la concertación social en Latinoamérica es inferior a la experimentada en
Europa, tanto en extensión como en intensidad. De igual forma, explica que la
concertación social en América Latina tiene limitaciones, ya que aunque han existido
éxitos parciales limitados en tiempo y objeto, realmente “no se habían verificado
experiencias exitosas de desarrollo sostenido y continuo de una política de concertación
social”. Entre las causas que este autor argumenta a dicho fracaso, establece:
Debilidad sindical
Estructura sindical descentralizada y a veces dividida
Falta de cohesión
Falta de representatividad
Las motivaciones gubernamentales en la convocación del diálogo
Dudosa autenticidad de algunos de los acuerdos suscritos con cierto grado de
corporativismo e identificación de algunas organizaciones sindicales y/o sector empleador
con el gobierno de turno o el partido gubernamental