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Centro Reina Sofía

para el Estudio de la Violencia

Abuso sexual infantil


Evaluación de la credibilidad del testimonio

Estudio de 100 casos

Serie
DOCUMENTOS

Blanca Vázquez (coord.) 6


Edita: DISEÑARTE - Goaprint, s.l.
Diseño e impresión: DISEÑARTE
Revisión estilística y de datos: Alejandra Blundell y Ángela Serrano
I.S.B.N.: 84-932539-6-0
Depósito Legal: V-1076-2004
Índice

Agradecimientos ........................................................................................... 5

Introducción, por José Sanmartín ................................................................ 7

Capítulo 1 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual

infantil, por María José Catalán Frías ......................................... 9

Capítulo 2 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la

personalidad y la memoria, por Blanca Vázquez Mezquita ..... 35

Capítulo 3 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos

de abuso sexual a menores, por Pilar de Paúl Velasco ........... 45

Capítulo 4 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso

sexual infantil, por Alma Mª Casado del Pozo, Rosa Mª Romera

Sanz, Blanca Vázquez Mezquita, Marisa Vecina Jiménez y Pilar de

Paúl Velasco ............................................................................... 73

Capítulo 5 La dificultad de inventar la mentira: estudio comparativo

de un caso creíble y otro increíble, por María Paz Ruíz Tejedor 107

Índice de tablas y gráficos ............................................................................. 145

“Protocolo forense Madrid 2002” ................................................................ 147

Bibliografía ................................................................................................... 149

Direcciones de Internet ................................................................................. 155


Agradecimientos

Las autoras de este informe quieren destacar la labor de todo el equipo de profesionales del Centro
Reina Sofía para el Estudio de la Violencia en la revisión y maquetación de este texto, bajo la siempre
atenta dirección de doña Helen Blundell. A todos/as los que han intervenido, con su esfuerzo, paciencia
y sugerencias, gracias.

Al profesor Sanmartín, al que admiramos, y quien desde el principio se interesó por nuestro trabajo,
queremos trasmitirle nuestro afecto.

El doctor Francisco Javier Pera Bajo, director de la Clínica Médico-Forense de Madrid, puso a nuestra
disposición, además de su autorización, un despacho, ficheros, material y apoyo del personal de la
Secretaría de la Clínica Médico-Forense. Sin la ayuda desinteresada y la comprensión de todas estas
personas, auxiliares y agentes, este trabajo no se hubiera realizado.

Finalmente debemos reconocer la disposición favorable de los Jueces Decanos de los Juzgados de
Madrid, don Fernando Fernández Martín y don José Luis González Armengol que también aportaron su
aprobación a la investigación y a la realización de ésta en la Sede de los Juzgados de Madrid mientras se
recogió la muestra, entre los años 2000-2002.

En Madrid, septiembre de 2003


Introducción

Hace unos años me presentaron a Blanca Vázquez. Quedé muy impresionado por la sensatez de sus
opiniones y por la firme decisión con que las sustentaba. Me habló de Javier Rosado (el asesino del rol),
a quien había diagnosticado como psicópata. Creo que su diagnóstico, defendido con valentía frente a
otros forenses de larga tradición, era correcto.

Hoy es para mí un honor y un placer prologar este Informe sobre Abuso sexual Infantil: Evaluación
de la credibilidad del testimonio, coordinado por Blanca. Contiene, entre otros trabajos, un estudio
pionero en su género en España: una investigación de campo con una muestra amplia (100 casos) que
tiende a contrastar una hipótesis de gran relevancia, a saber es muy difícil inventar una mentira que pase
como verdad y, sobre todo, lo es cuando se trata del abuso sexual infantil. A este respecto conviene
señalar que, en los relatos, suelen aparecer ciertos rasgos que permiten identificar cuándo se trata de una
invención y cuándo, en cambio, se están contando hechos reales.

Pues bien, en esta investigación se han utilizado, de forma novedosa, algunos de los instrumentos
más contrastados a escala internacional para evaluar la credibilidad de testimonios de abuso sexual
infantil. Se han aplicado a 100 casos, para cada uno de los cuales se ha realizado, finalmente, una
evaluación interjueces. Y se ha podido mostrar que, aunque se tiende a pensar que los niños mienten
cuando dicen haber sufrido abuso sexual, casi ocho de cada diez testimonios pueden considerarse
creíbles.

Estos resultados hacen que el Centro Reina Sofía se enorgullezca de haber colaborado con la Clínica
Forense de Madrid y con sus tres psicólogas (Blanca Vázquez, María Paz Ruiz Tejedor y Concepción de la
Peña) en la realización de este estudio sistemático y riguroso, cuyas investigadoras de campo (Alma María
Casado y Rosa María Romera) fueron becadas por nuestra institución.

Además de esta investigación de campo, el presente Informe incluye unos magníficos análisis del
concepto de abuso sexual y de sus repercusiones psicológicas a corto y largo plazo. Creo que, por eso
mismo, está llamado a convertirse en una herramienta imprescindible para los profesionales de la
psicología, el trabajo social o el derecho, que tengan la responsabilidad de evaluar, tratar o decidir sobre
el futuro de un menor que puede haber sufrido este tipo de maltrato.

José Sanmartín
CAPÍTULO 1

Concepto y repercusiones psicológicas


del abuso sexual infantil
por María José Catalán Frías*

1. Introducción
El abuso sexual infantil es un problema que cada día está más presente en nuestra sociedad. Así,
tanto en el ámbito general como en el profesional, se demanda una preparación más específica y se
plantea la necesidad de una colaboración multidisciplinar que permita mejorar la calidad de la
intervención con los menores.

En esta línea de especialización se enmarca este informe. El presente capítulo pretende ser una
recopilación de las nociones básicas relativas al abuso sexual infantil. En él se abordará la definición,
algunos datos estadísticos sobre su incidencia y prevalencia, las falsas creencias existentes sobre el tema,
los indicadores que suelen acompañar a este tipo de maltrato y que ayudan a su detección, las
repercusiones psicopatológicas, los modelos explicativos, los trastornos a corto y largo plazo, etc.

En definitiva, el presente capítulo servirá para analizar este tipo de maltrato a través de la recopilación
de los datos publicados por otros autores en España relacionados con el abuso sexual infantil (Vázquez,
1995; López y Del Campo, 1997; Cantón y Cortés, 1997 y 2000; Echeburúa y Guerricaecheverría, 2000;
Horno, Santos y Molino, 2001; Lameiras Fernández, 2002; Centro Reina Sofía, 2002).

2. Concepto de abuso sexual infantil

2.1 Encuadre

En ocasiones el abuso sexual infantil se produce en combinación con otros tipos de maltrato. El
informe Maltrato Infantil en la Familia, editado en 2002 por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la
Violencia, mostró que casi todos los tipos de maltrato aparecen combinados entre sí.

El maltrato infantil se define como toda acción, omisión o trato negligente, no accidental, que priva
al niño de sus derechos y su bienestar, que amenaza y/o interfiere su ordenado desarrollo físico, psíquico
o social, y cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad.

En cuanto a la tipología, se establece la siguiente:

Maltrato físico: Cualquier acción, no accidental, realizada por parte de los cuidadores o padres, que
provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo.

Negligencia y abandono físico: Situación en la que las necesidades físicas básicas del menor
(alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia, educación y/o cuidados de salud) no son
atendidas, temporal o permanentemente, por ningún miembro del grupo que convive con el niño
(Arraubarrena y De Paúl, 1999). Esta definición pone el énfasis en las necesidades del niño no
cubiertas y no tanto en el comportamiento de los padres.

* Psicóloga de la Audiencia provincial de Murcia. mjcatalan@cop.es

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 9


Maltrato emocional: Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de
abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles por parte de cualquier
miembro adulto de la familia.

Abandono emocional: Falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa, etc.), expresiones
emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño; y falta de
iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura adulta estable.

Síndrome de Munchausen por poderes: Cuadro patológico en el que el padre o la madre


(mayoritariamente las madres) generan voluntariamente lesiones al niño, para hacerle pasar
constantemente por enfermo. Pueden llegar hasta el extremo de ocasionarles la muerte.

Maltrato institucional: Cualquier legislación, programa o procedimiento, ya sea por acción o por
omisión, procedente de los poderes públicos o privados, y de la actuación de los profesionales al
amparo de la institución, que vulnere los derechos básicos del menor, con o sin contacto directo con
él. Se incluye la falta de agilidad en la adopción de medidas de protección o recursos.

Una cuestión trascendente en la definición de abuso sexual infantil es que sus distintas
conceptualizaciones dificultan el estudio y la estimación de la incidencia del problema. Entre todas estas
aproximaciones teóricas, sin embargo, se produce consenso a la hora de considerar que el abuso sexual
supone una grave interferencia en el desarrollo evolutivo del niño, aunque se producen divergencias
respecto a la delimitación de la edad de la víctima y el agresor, al tipo de conductas que se incluyen en
el comportamiento abusivo, etc.

Según indican Echeburúa y Guerricaechevarría (2000), en lo que se refiere a la edad, algunos


especialistas exigen para considerar la existencia de abuso sexual que el agresor sea mayor que el menor,
con una diferencia de cinco años cuando éste tenga menos de doce, y de diez años si supera dicha edad.
Otros, sin embargo, no tienen en cuenta esta variable ya que ello puede servir para enmascarar, en
algunos casos, los abusos sexuales entre menores (el 20% del abuso sexual en la infancia está provocado
por otros menores). Desde esta perspectiva, se hace hincapié en la existencia de una relación de
desigualdad entre una persona con mayores habilidades para manipular y otra que no las posee al mismo
nivel.

Existen también divergencias en cuanto a las estrategias empleadas para llevar a cabo la relación de
abuso. Para algunos la mera conducta sexual entre un niño y un adulto es siempre inapropiada. En
cambio, según otros autores, se requiere el criterio de coacción (mediante fuerza física, presión o engaño)
o de sorpresa –además de la asimetría de edad– para calificar una conducta de abuso sexual. En la
mayoría de los casos la forma de presión utilizada es un sutil pacto de secreto.

Horno y otros (2001) señalan que las estrategias utilizadas por el agresor para conseguir el silencio
del menor, suelen ser de tres tipos:

Agresiva: Está asociada a la violencia física o verbal, y produce ansiedad y reacciones de temor en
el menor.

Atención privilegiada: El agresor hace sentir al menor que es un ser especial para él, y le genera
profundos sentimientos de culpa.

Hipercontrol: El agresor controla cualquier movimiento y comentario del menor, lo que dificulta el
proceso de socialización del niño o adolescente.

10 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


Por último, las conductas que deben considerarse como abusivas también han sido objeto de
controversia. Algunos autores incluyen desde el contacto anal, genital y oral hasta el exhibicionismo, el
voyeurismo o la utilización del niño para la producción de pornografía. Otros, por el contrario, excluyen
de la categoría de abuso sexual aquellas conductas que no impliquen un contacto físico directo.

2.2 Concepto

A pesar de las divergencias mencionadas, sí que existe consenso en los dos criterios necesarios para
que se dé abuso sexual infantil: una relación de desigualdad –ya sea en cuanto a edad, madurez o
poder1– entre agresor y víctima, y la utilización del menor como objeto sexual. Este último punto incluye
aquellos contactos e interacciones con un niño en los que se le utiliza para la estimulación sexual del
agresor o de otras personas (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000).

Se parte del supuesto de que un niño dependiente e inmaduro desde un punto de vista evolutivo no
debe implicarse en actividades sexuales que no comprende plenamente o para las que no está capacitado
para dar su consentimiento. Esta perspectiva ética tiene la ventaja de no hacer necesaria la demostración
del daño resultante del abuso (Cantón y Cortés, 2000).

Estos dos criterios ya aparecían específicamente recogidos en la definición propuesta por el National
Center on Child Abuse and Neglect (NCCAN) en 1978. Según esta agencia federal norteamericana se da
abuso sexual: “En los contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa
al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual también puede
ser cometido por una persona menor de 18 años cuando ésta es significativamente mayor que el niño (la
víctima) o cuando (el agresor) está en una posición de poder o control sobre otro menor”.

Dentro de esta concepción del abuso sexual, suelen distinguirse las siguientes categorías:

Abuso sexual: Cualquier forma de contacto físico, con o sin acceso carnal, realizado sin violencia o
intimidación y sin consentimiento, y que puede incluir la penetración vaginal, oral y anal, digital,
caricias o proposiciones verbales explícitas.

Agresión sexual: Cualquier forma de contacto físico, con o sin acceso carnal, con violencia o
intimidación y sin consentimiento.

Exhibicionismo: Categoría de abuso sexual en la que no se produce contacto físico.

Explotación sexual infantil: Categoría de abuso sexual infantil en la que el abusador persigue un
beneficio económico y que engloba la prostitución y la pornografía infantil.

2.3 Falsas creencias

Alrededor del abuso sexual infantil se han construido y mantenido una serie de ideas erróneas
relativas a la frecuencia de los actos y las características de las personas implicadas en los hechos (víctima,
abusador y familia). De este modo, el abuso sexual infantil sigue siendo un tema tabú sobre el que existen
falsas creencias que contribuyen a ocultar el problema y también a tranquilizar a quienes no desean

1 Una persona tiene poder sobre otra cuando le obliga a realizar algo que ésta no desea, sea cual sea el medio que utilice para ello: la
amenaza, la fuerza física, el chantaje, etc. La persona con poder está en una situación de superioridad sobre la víctima que impide a ésta el
uso y disfrute de su libertad. El poder no siempre viene dado por la diferencia de edad, sino por otro tipo de factores, por lo que no debemos
obviar la existencia de abuso sexual entre iguales.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 11


afrontarlo. Todas estas creencias erróneas deben ser superadas si se pretende abordar de forma adecuada
este tema.

Tabla 1. Errores y verdades sobre el abuso sexual (López, 1997; en Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000, ampliada por aportaciones
recogidas en Alonso y Val, 1999)

Falso Verdadero

Los abusos sexuales son poco En España, el 23% de las mujeres y el 15% de los hombres han
frecuentes sido víctimas de algún tipo de abuso sexual en la infancia
Sólo los sufren las niñas El 40% de las víctimas de abuso sexual son niños
Quienes los cometen están locos; son Los abusadores son personas con apariencia normal, de estilo
personas conflictivas y extrañas; o convencional, de inteligencia media y no psicóticos, siendo
han sufrido abuso en su infancia imposible detectar una tendencia desviada a simple vista
Sólo se dan en determinadas clases El abuso sexual puede darse en cualquier nivel socioeconómico
sociales o cultural, aunque se detecta con más frecuencia en ambientes
socio-culturales bajos
Los niños no dicen la verdad Los niños no suelen mentir cuando realizan una denuncia de
abuso sexual. Según señalan diferentes estudios sólo el 7% de
las declaraciones resultan ser falsas. Este caso se produce en
ocasiones como una forma de apartar una figura no deseada
del entorno del menor, o como justificación del fracaso escolar
o del absentismo académico
Los menores son responsables de los La responsabilidad única de los abusos es del agresor
abusos
Los menores pueden evitarlo Los niños pueden aprender a evitarlo, pero generalmente
cuando les sucede les coge por sorpresa, les engañan o les
amenazan y no saben reaccionar adecuadamente
Si ocurriera a un niño cercano, nos Sólo un 2% de los casos de abuso sexual familiar se conocen al
enteraríamos tiempo en que ocurren
Los agresores frecuentemente son Los agresores pueden ser tanto familiares o conocidos de la
personas ajenas al entorno del menor víctima (65-85%) como personas desconocidas (15-35%),
aunque predomina el primer grupo
Los abusos van acompañados de Sólo en un 10% de los casos los abusos vienen asociados a
violencia física violencia física
Los efectos son casi siempre muy Un 70% de las víctimas presentan un cuadro clínico a corto
graves plazo y un 30% a largo plazo. No obstante, la gravedad de los
efectos depende de muchos factores y, en ocasiones, algunos
actúan como amortiguadores del impacto
En la actualidad se producen con Ahora se conocen mejor, antes no se estudiaban ni se
mayor frecuencia denunciaban. Han existido en todas las épocas. Hoy sí existe
una mayor conciencia y sensibilización al respecto
Un comportamiento hipersexuado es En ocasiones este comportamiento se da porque el menor
siempre indicio de la existencia de presencia escenas sexuales protagonizadas por sus adultos de
abuso referencia (padres y hermanos mayores, principalmente).
También se presenta como forma de demanda de atención o
como compensación de carencias afectivas

2.4 Prevalencia

Las tasas de prevalencia señaladas en relación con el abuso sexual en la infancia, en los estudios
retrospectivos de la población adulta llevados a cabo en España y Estados Unidos, oscilan entre el 15% y
el 30% de la muestra estudiada. Estas cifras se refieren a un concepto muy amplio de abuso (cualquier
conducta no consentida con una finalidad explícitamente sexual: desde un roce intencionado hasta una
penetración anal o vaginal). Sin embargo, desde una perspectiva clínica, lo que interesa especialmente es
el abuso sexual percibido, es decir, el tipo de conductas sexuales impuestas que generan un grado de

12 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


malestar significativo en el niño y que interfieren negativamente en su desarrollo psicológico. Con este
enfoque más restrictivo, pero de mayor significación clínica, la tasa de prevalencia se puede situar entre
el 4% y el 8% de la población infantil (Sanmartín, 1999).

Según un informe elaborado por Finkelhor y otros (1990) –primera encuesta nacional de Estados
Unidos, llevada a cabo con adultos, sobre su historia de abuso sexual–, el 27% de las mujeres y el 16%
de los hombres reconocían retrospectivamente haber sido víctimas de agresiones sexuales en la infancia.

En 1998 se celebró en Valencia el seminario europeo Rompiendo silencios, dedicado a debatir sobre
la prevención de los abusos sexuales a menores. En sus conclusiones finales se recordó que el 23% de las
niñas y el 15% de los niños de España sufren abusos sexuales antes de los 17 años (el 19% de la
población). Félix López (1994) ya había apuntado estos datos. De los menores víctimas de abuso sexual,
el 60% no recibe ayuda (Save the Children, Horno y otros, 2001), y el 46% son víctimas que han sufrido
abuso sexual más de una vez.

Las víctimas de abuso sexual suelen ser más frecuentemente mujeres (59,9%) que hombres (40,1%)
y se sitúan en un franja de edad entre los 6 y 12 años. Hay, asimismo, un mayor número de niñas en el
abuso intrafamiliar (incesto), con una edad de inicio inferior a la mencionada (7-8 años) y un mayor
número de niños en el extrafamiliar (pedofilia), con una edad de inicio posterior (11-12 años) (Echeburúa
y Guerricaechevarría, 2000).

La mayoría de las investigaciones coinciden en señalar que el agresor suele ser un conocido de la
víctima. Se constata que un 20% de los casos denunciados de incesto son contactos padre-hija (este tipo
de abuso es el más traumático porque supone la disolución de los vínculos familiares más básicos). El
incesto entre padrastro e hija tiene lugar entre el 15%-20% de los casos. El 65% restante implica a
hermanos, tíos, hermanastros, abuelos y novios que viven en el mismo hogar. La inmensa mayoría de los
agresores son varones, oscilando los porcentajes entre un 80 y un 92%. López y otros (1995) llegaron a
la conclusión de que los agresores son varones en el 86,1% de los casos, situando la tasa de mujeres
autoras de abuso sexual infantil en el 13,9% (casos relacionados en general con situaciones de relaciones
sexuales entre adolescentes y mujeres adultas).

Tabla 2. Parentesco entre víctima y agresor (porcentajes) (Garrido y otros, 1996)

Niñas víctimas Niños víctimas

Padre 36% Tío 13,6%


Tío 9% Padre 9%
Padrastro 9% Amigo 4,5%
Abuelo 4,5% Madre 4,5%
Hermanastro 4,5% Hermanastro 4,5%
Otros. Sin parentesco 37% Otros 63,9%

Debemos destacar igualmente la prevalencia mayor del abuso sexual infantil entre los niños con
discapacidad física o psíquica. Un niño con este tipo de características tiene tres veces más probabilidades
de sufrir un abuso sexual que cualquier otro niño. El estudio llevado a cabo por el Centro Reina Sofía
(2002) mostró que las víctimas con minusvalías psíquicas tienen porcentajes superiores a los de la
población global en todos los tipos de maltratos. También se puso de manifiesto una asociación
significativa en el caso del abuso sexual.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 13


Los abusos sexuales se cometen en todas las clases sociales, ambientes culturales o razas. Los
estudios epidemiológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en función de la clase
social, del nivel cultural o de la etnia a la que pertenece la familia de la víctima. No obstante, sí se ha
detectado un mayor número de casos de abuso sexual en familias con un estatus socioeconómico bajo,
pero esto puede explicarse por el mayor contacto que tienen estas familias con los servicios sociales
(Cantón y Cortés, 1997).

A pesar de las cifras ofrecidas existe poca unificación en los criterios de investigación. Muchos de los
estudios utilizan para su muestra sólo casos denunciados, que suponen un porcentaje mínimo de los
casos de abuso sexual. En otras no se especifica si los datos se refieren a casos detectados aunque no
denunciados o a casos conocidos aunque no evaluados, etc. Esto hace que muchas veces se trabaje con
estimaciones de las cifras de incidencia.

Los estudios desarrollados sobre abuso sexual infantil han seguido fundamentalmente tres
metodologías:

– Estudios retrospectivos en los que se pregunta a los adultos si sufrieron abuso sexual en la infancia.

– Estudios sobre casos detectados por servicios sociales, y las denuncias presentadas.

– Estudios sobre casos detectados en programas de tratamiento.

Estas metodologías conllevan una limitación de acceso a los datos reales, pero constituyen, por
ahora, el único modo válido de acceso a los mismos.

Cabe destacar, en la línea de los estudios realizados entre los casos detectados por Servicios Sociales,
el trabajo realizado por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia. Este trabajo se enmarca
dentro de un ambicioso Programa Nacional de Epidemiología del Maltrato en el Ámbito Familiar. En la
investigación se analizaron 32.741 expedientes abiertos en los servicios de protección de menores de toda
España en los años 1997 y 1998. De los expedientes analizados se encontraron 10.777 con maltrato
confirmado, con un total de 11.148 víctimas, resultando una prevalencia de 7,16 por 10.000 menores.
Los datos sobre abuso sexual infantil señalan que la incidencia es de 396 casos (el 3,6% de las víctimas,
con una prevalencia de 0,25 por 10.000 menores). En la muestra analizada del número total de víctimas
que ha padecido abuso sexual el 18,69 % son chicos y el 81,06% chicas.

Dentro del análisis de los agresores se encuentran 385 agresores que han causado abuso sexual (el
3,9% del total de agresores). De ellos, el 86% son hombres y el 13,8 % mujeres. En cuanto al análisis de
parentesco, el número más alto de agresores se encuentra entre los padres biológicos, siendo dignos de
mención los casos encontrados de padre no biológico, hermanastro y sobre todo tío.

En el estudio de las características del agresor aparece una asociación significativa con el abuso de
alcohol, siendo inferior el porcentaje de agresores que sufren trastorno psiquiátricos dentro del abuso
sexual con respecto al resto de los abusos.

En un estudio de similares características (Wang y Daro, 1998), elaborado por el National Commitee
to Prevent Child Abuse detectó, en 1997 en Estados Unidos, un total de 3.195.000 denuncias relativas a
maltrato infantil. De ellas se confirmaron 1.054.000 casos, lo que representa una tasa de prevalencia de
15 menores por cada 1.000 (esta prevalencia resulta 20 veces mayor a la obtenida en España). En este
estudio los casos de abuso sexual representaban el 8% del total de los maltratos confirmados.

14 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


2.5 Tipología

Hay que insistir en que ni todos los abusos son iguales ni afectan de la misma manera a la integridad
psicológica de la víctima (Vázquez y Calle, 1997). En cuanto al agresor, en unos casos el abuso sexual
infantil puede ser cometido por familiares (es el incesto propiamente dicho) o por personas relacionadas
con la víctima (profesores, entrenadores, monitores, etc.). En uno y otro caso, que abarcan del 65 al 85%
del total y que son las situaciones más duraderas, no suelen darse conductas violentas asociadas.

En otros casos los agresores son desconocidos. Este tipo de abuso se limita a ocasiones aisladas que,
sin embargo, pueden estar ligadas a conductas violentas y amenazas. Al margen de ciertas características
psicopatológicas de los agresores, lo que suele generar violencia es la resistencia física de la víctima y la
posible identificación del agresor. Se pone de manifiesto que los niños no ofrecen resistencia
habitualmente y tienen dificultades para identificar a los agresores (Echeburúa y Guerricaechevarría,
2000).

Por lo que se refiere al acto abusivo en sí, puede ser sin contacto físico (exhibicionismo, masturbación
delante del niño, observación del niño desnudo, relato de historias sexuales, proyección de imágenes o
películas pornográficas, etc.) o con contacto físico (tocamientos, masturbación, contactos bucogenitales
o penetración anal o vaginal). El coito es mucho menos frecuente que el resto de actos abusivos (Saldaña,
Jiménez y Oliva, 1995). La penetración, cuando tiene lugar en niños muy pequeños, suele resultar
traumática por la desproporción anatómica de los genitales, y producir lesiones.

Tabla 3. Diferentes tipos de abuso sufridos por las víctimas. Sólo se contempla la conducta más grave (López y otros, 1994).

Tipos de abuso Porcentajes

Caricias por debajo de la cintura 39,75%


Caricias por encima de la cintura 11,87%
Exhibicionismo 15,73%
Masturbación 9,79%
Sexo oral 6,23%
Coito vaginal 4,93%
Coito anal 1,78%

2.6 Situaciones de riesgo

Factores de riesgo son aquellas circunstancias que favorecen que el menor sea víctima de abuso
sexual. No puede establecerse una relación directa causa-efecto, pero sí una asociación indicativa de un
mayor riesgo o probabilidad de sufrir abusos sexuales. Siguiendo a Echeburúa y Guerricaechevarría
(2000), nos encontramos los siguientes elementos:

En cuanto al sexo, los diferentes estudios coinciden en señalar la mayor incidencia de agresiones
sexuales en niñas (2-3 niñas por cada niño), especialmente en los casos de abuso sexual intrafamiliar. Esta
asociación puede deberse principalmente al hecho de que la mayoría de los agresores son varones,
predominantemente heterosexuales.

Las edades de mayor riesgo son las comprendidas entre los 6 y 7 años y los 10. Parece que más del
doble de casos de abusos sexuales a menores se dan en la prepubertad. Esta es una etapa en la que
comienzan a aparecer las muestras del desarrollo sexual, pero los menores siguen siendo aún niños y
pueden ser fácilmente dominados.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 15


En cuanto a las características del propio menor, los niños con mayor riesgo de victimización son
aquellos que cuentan con una capacidad reducida para resistirse o revelarlo, como son los que todavía
no hablan y los que muestran retrasos del desarrollo y minusvalías físicas y psíquicas. Según otros autores,
son también sujetos de alto riesgo los niños que se encuentran carentes de afecto en la familia, que
pueden inicialmente sentirse halagados por la atención de la que son objeto, al margen de que este
placer con el tiempo acabe produciendo en ellos un profundo sentimiento de culpa.

Por lo que se refiere a determinadas situaciones familiares, los niños víctimas de malos tratos –en
cualquiera de sus formas– son más fácilmente susceptibles de convertirse también en objeto de abusos
sexuales. Desde la perspectiva de los adultos, cuando éstos han roto sus inhibiciones para maltratar a un
niño y muestran un incumplimiento de sus funciones parentales, se hace más fácil hacer extensivo este
maltrato al ámbito sexual. Desde la perspectiva de los niños, el abandono y rechazo físico y emocional
por parte de sus cuidadores les hacen vulnerables a la manipulación de los mayores, con ofrecimientos
interesados de afecto, atención y recompensas a cambio de sexo y secreto.

La ausencia de los padres biológicos, la incapacidad o enfermedad de la madre, el trabajo de ésta


fuera del hogar y los problemas de la pareja, constituyen también factores de riesgo que aumentan las
posibilidades de victimización. Asimismo, son familias de alto riesgo las constituidas por padres
dominantes y violentos, y las formadas por madres maltratadas.

Tabla 4. Características del abusador y de la familia en que se produce el abuso sexual (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000)

Características del abusador Características de la familia

Extremadamente protector o celoso del niño Familias monoparentales o reconstituidas


Víctima de abuso sexual en la infancia Familias caóticas y desestructuradas
Con dificultades en la relación de pareja Madre frecuentemente enferma o ausente
Aislado socialmente Madre emocionalmente poco accesible
Consumidor excesivo de drogas o alcohol Madre con un historial de abuso sexual infantil
Frecuentemente ausente del hogar Problemas de hacinamiento
Con baja autoestima o con problemas psicopatológicos Hijas mayores que asumen las responsabilidades de la familia

2.7 Detección e indicadores

Como veíamos en la tabla 1, sólo un 2% de los casos de abuso sexual familiar se conocen al mismo
tiempo en que ocurren. Según nos explican Echeburúa y Guerricaechevarría (2000), existen diferentes
factores que pueden explicar los motivos de esta ocultación por parte de la víctima, por ejemplo, el hecho
de obtener ciertas ventajas adicionales; el temor a no ser creída o a ser acusada de seducción; el miedo
a que la familia se desintegre o a que el agresor cumpla sus amenazas; etc. Por parte del abusador las
razones del ocultamiento son obvias, y entre ellas encontramos la pérdida de actividad sexual, la posible
ruptura del matrimonio y de la familia, el rechazo social, y las consecuencias legales del abuso.

A veces la madre conoce lo sucedido y tampoco lo denuncia. En ocasiones calla por temor al marido
o el miedo a perderlo; porque se siente incapaz de sacar adelante; o por la desestructuración familiar a
la que se enfrenta.

El descubrimiento del abuso suele tener lugar bastante tiempo después (meses o años) de los
primeros incidentes (Vázquez y Calle, 1997). Habitualmente, el proceso de revelación por parte del menor
suele seguir cuatro momentos progresivos: a) fase de negación; b) fase de revelación, al principio
mediante un reconocimiento vago o parcial; al final mediante la admisión explícita de la actividad sexual

16 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


abusiva; c) fase de retractación en la que el niño puede desdecirse por la presión familiar o por la
percepción del alcance de la revelación; y d) fase de reafirmación en la que, tras una distancia temporal,
el menor vuelve a sostener la afirmación anterior acerca del abuso experimentado. Este proceso, aunque
relativamente frecuente, es meramente orientativo y no está presente en todos los casos.

En general se ha encontrado que los varones tienen más dificultades para reconocer que han sido
agredidos sexualmente. A ello contribuye principalmente las dudas y miedos que les surgen en torno a
su identidad sexual en el caso de que el agresor sea también varón y la creencia socialmente aceptada de
que sólo las niñas son víctimas de abuso sexual.

Asimismo, son muy pocos los casos que se denuncian formalmente. Según datos recogidos en el
Teléfono del Menor (Fundación ANAR, 1999), sólo en el 11% de los casos registrados se habían
presentado denuncias. Este porcentaje es significativamente menor que el detectado en otros tipos de
maltrato, donde se denuncia un 24% de los casos. El ocultamiento y secretismo que caracterizan las
historias de abuso sexual, junto con la dificultad de probar legalmente lo ocurrido y la falta de confianza
en el sistema judicial, constituyen las principales razones de este bajo índice de denuncias.

En relación con esta dificultad de probar lo ocurrido nos encontramos que, en general, no se dan
manifestaciones físicas inequívocas de la existencia de abuso sexual. De ahí que el interés en la detección
de signos e indicios de la existencia de abuso sexual vaya en aumento.

Sin embargo, tenemos que tener claro que no hay síntomas vinculados exclusivamente al abuso,
aunque sí ciertos síntomas asociados a su existencia, y que por ello deberemos valorar de una manera
global y conjunta cada caso, ya que no se puede establecer una relación directa entre un solo síntoma y
el abuso. A la hora de interpretar estos indicadores, debemos descartar cualquier otra causa antes de
pensar en el abuso sexual (López y Del Campo, 1997).

Indicadores en los menores víctimas de abuso (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000):

INDICADORES FÍSICOS

• Dolor, golpes, quemaduras o heridas en la zona genital o anal

• Cerviz o vulva hinchadas o rojas

• Semen en la boca, en los genitales o en la ropa

• Ropa interior rasgada, manchada y ensangrentada

• Enfermedades de transmisión sexual en genitales, ano, boca u ojos

• Dificultad para andar y sentarse

• Enuresis o encopresis

• Problemas de sueño o alimentación

• Embarazo en adolescentes

INDICADORES COMPORTAMENTALES

• Pérdida de apetito

• Llantos frecuentes sobre todo en referencia a situaciones afectivas o eróticas

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 17


• Miedo a estar sola, a los hombres o a un determinado miembro de la familia

• Rechazo al padre o a la madre de forma repentina

• Cambios bruscos de conducta

• Resistencia a desnudarse y bañarse

• Aislamiento y rechazo de las relaciones sociales

• Problemas escolares o rechazo a la escuela

• Fantasías o conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse en la cama, etc.)

• Tendencia al secretismo

• Agresividad, fugas o acciones delictivas

• Autolesiones o intentos de suicidio

INDICADORES EN LA ESFERA SEXUAL

• Rechazo de las caricias, los besos y el contacto físico

• Conducta seductora

• Conductas precoces o conocimientos sexuales inadecuados para su edad

• Interés exagerado por los comportamientos sexuales de los adultos

• Agresión sexual de un menor a otros menores

3. Valoración psicopatológica del abuso

3.1 Encuadre

La agresión sexual es un acontecimiento traumático para el menor, ante el que puede reaccionar con
una serie de efectos psicológicos negativos a corto plazo (si su aparición es anterior a los dos años
siguientes del abuso) y a largo plazo (si se producen con posterioridad). Los niños y adolescentes víctimas
de abuso sexual tienen, asimismo, un mayor riesgo de desarrollar problemas interpersonales y
psicológicos.

Como apuntábamos anteriormente, se calcula que la tasa de prevalencia de abusos sexuales con
implicaciones clínicas para los menores afectados se encuentra entre el 4% y el 8% de la población.

También se ha señalado que no todos los menores presentan alteraciones psicológicas como
consecuencia del abuso, ya que en la respuesta del menor intervienen una serie de factores que
amortiguan o agravan el impacto emocional.

Entre los modelos explicativos desarrollados en torno a la sintomatología asociada a los abusos
sexuales en la infancia destacan el modelo traumatogénico y el modelo del trastorno de estrés
postraumático.

18 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


a) Modelo del trastorno de estrés postraumático

Algunos autores (Wolfe, Gentile y Wolfe, 1989) consideran las consecuencias del abuso sexual como
una forma de estrés postraumático. El abuso sexual en la infancia cumple los requisitos de trauma
exigidos por el DSM-IV-TR para el diagnóstico de este cuadro clínico y genera, al menos en una mayoría
de las víctimas, los síntomas característicos de dicho trastorno: pensamientos intrusivos, evitación de
estímulos relacionados con la agresión, alteraciones del sueño, irritabilidad, dificultades de concentración,
etc. Puede ir acompañado también de un comportamiento desestructurado o agitado y presentarse con
síntomas físicos (dolores de estómago, jaquecas, etc.), o en forma de sueños terroríficos.

Entre las ventajas de ese modelo hay que señalar que facilita una descripción operativa de los
síntomas derivados del abuso, y permite por ello un diagnóstico conocido por todos los profesionales.

Para otros estudiosos del tema este modelo presenta algunas limitaciones en el ámbito del abuso
sexual infantil (Finkelhor, 1997; Vázquez y Calle, 1996), ya que sólo puede ser aplicado a algunas
víctimas, no recoge las diferentes etapas del desarrollo evolutivo y no incluye algunos de los síntomas,
como por ejemplo el miedo, la depresión o la culpa, los problemas sexuales derivados, la distorsión en las
creencias sobre uno mismo y los demás, etc.

b) Modelo traumatogénico

El modelo traumatogénico es más específico, ya que su sintomatología está asociada a cuatro


variables: sexualización traumática, pérdida de confianza, indefensión y estigmatización. Estas variables
constituyen la causa principal del trauma al distorsionar el autoconcepto, la visión sobre el mundo y las
capacidades afectivas de la víctima. Estos factores se relacionan con el desarrollo de un estilo de
afrontamiento inadecuado y con la aparición de problemas de conducta en el niño (Finkelhor, 1997;
Cantón y Cortés, 1997). Lameiras (2002) y Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) explican estas cuatro
variables:

• La sexualización traumática hace referencia a la interferencia que la experiencia abusiva tiene en


el adecuado proceso madurativo/sexual del menor, que va a condicionar la presencia de
sintomatología sexual tanto a corto como a largo plazo. El menor aprende a utilizar determinadas
conductas sexuales como estrategia para obtener beneficios o manipular a los demás y adquiere
aprendizajes deformados de la importancia y significado de determinadas conductas sexuales, así
como concepciones erróneas sobre la sexualidad y la moral sexual. Asimismo, la víctima tiene
dificultades para establecer relaciones de intimidad y para integrar las dimensiones afectivas y
eróticas.

• Los sentimientos de traición hacia el agresor que desencadena el abuso, y la generalización que
se hace a otros adultos, pueden interferir en el adecuado desarrollo de las relaciones
interpersonales.

• Los sentimientos de estigmatización derivan del sentimiento de culpa y vergüenza vinculados a


la experiencia abusiva y pueden tener una gran influencia en la autoimagen del menor y, por
tanto, en su autoestima. Estas variables son fundamentales para un adecuado desarrollo de la
personalidad del menor. El mantenimiento en secreto del abuso sexual puede reforzar la idea de
ser diferente y, con ello aumentar el sentimiento de estigmatización (Cortés y Cantón, 1997).

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 19


• Los sentimientos de indefensión provocan en el menor la pérdida de control e imposibilidad de
frenar el abuso, y generan una actitud de retraimiento y pasividad, incrementando con ello su
vulnerabilidad a las experiencias abusivas. Además, estos sentimientos provocan que el niño no
sepa cómo reaccionar ante las diversas situaciones que se plantean en la vida y tenga escaso
control sobre sí mismo y sobre lo que le sucede. Todo ello le crea una sensación de desamparo y
un temor hacia el futuro, provocando actitudes pasivas, poco asertivas y de retraimiento.

3.2 Consecuencias psicológicas

Según señala Blanca Vázquez: “Una de las cosas que han de quedar claras es que no todas las
personas que sufren abuso sexual en su infancia quedan ‘marcadas’ o ‘traumatizadas’. La elaboración de
una vivencia como ésta es individual, y como tal, el curso puede variar enormemente de una persona a
otra. Hay factores que juegan un papel esencial en la asunción del abuso por parte de quien lo vive: tener
o no una red de apoyo psicosocial; la actitud de esta red psicosocial ante la revelación del abuso; recibir
o no un apoyo psicológico; la identidad del abusador; el verse obligado o no a seguir conviviendo con el
abusador; la prontitud y efectividad de las medidas sociales y judiciales tomadas por el entorno del
menor; la revictimización secundaria que puede vivir durante el procedimiento penal, etc.”.

Algunos estudios indican que sólo el 8% de las víctimas y sus familias reciben tratamiento. Expertos
como Félix López se muestran totalmente contrarios a la idea de que todas las víctimas reciban
tratamiento terapéutico, ya que la postura intervencionista puede sobredimensionar los efectos de los
abusos. Lo que sí precisan todas las víctimas es de ayuda, una ayuda que el 60% no recibe. En este
sentido resulta fundamental la actitud que adopte la persona o personas a las que la víctima comunique
la experiencia (Horno, Santos y Molino, 2001).

Centrándonos en las secuelas negativas de la víctima, no existe un cuadro diferencial del abuso sexual
infantil. De hecho, del abuso se derivan consecuencias que permanecen e, incluso se agudizan con el
paso del tiempo, que pueden llegar a configurar patologías definidas. Por ello la atención que se le
dispensa a un niño víctima de abuso sexual no debe centrarse únicamente en el cuidado de sus lesiones,
sino que debe estar coordinada por los distintos profesionales implicados –prestando atención
psicológica, manteniendo un seguimiento a corto y medio plazo, y proporcionando atención y apoyo al
menor y a la familia– (Horno, Santos y Molino, 2001).

a) A corto plazo

Entre un 20 y un 30% de las víctimas permanecen emocionalmente estables después de la agresión


(Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000). Cantón y Cortés (2000), por su parte, indican que el 40% de los
niños abusados no parecen presentar problemas emocionales. Asimismo, entre el 17 y el 40% sufren
cuadros clínicos concretos y el resto experimenta síntomas variados.

Todos los autores coinciden en apuntar que las consecuencias más graves están vinculadas al nivel de
contacto físico; la frecuencia y duración del abuso; a que este sea cometido por algún familiar o persona
próxima afectivamente al menor; y al empleo de la fuerza o violencia. El peor pronóstico de recuperación
es aquel en el que nos encontramos con un menor apoyo y mayor conflicto intrafamiliar.

Un resumen de los principales síntomas a corto y largo plazo viene recogido en la tabla 5, donde se
pueden comprobar las notables diferencias que se producen en las reacciones de los menores,

20 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentren y del sexo. Por ejemplo, los niños muy
pequeños (Educación Infantil), al contar con un repertorio limitado de recursos psicológicos, pueden
mostrar estrategias de negación y disociación. En los niños un poco mayores (Educación Primaria) son más
frecuentes los sentimientos de culpa y de vergüenza ante el suceso. El abuso sexual adquiere una especial
gravedad en la adolescencia porque se puede intentar el coito, existe un riesgo real de embarazo y el
adolescente toma conciencia del alcance de la relación. Por ello podemos encontrar en este período
conductas graves como huidas de casa, consumo abusivo de alcohol y drogas, e incluso intentos de
suicidio. En general, las niñas tienden a presentar reacciones ansioso-depresivas; los niños, fracaso escolar
y dificultades no específicas de socialización (Vázquez, 1995). Los niños tienen mayor probabilidad de
exteriorizar problemas de comportamiento, como por ejemplo, agresiones sexuales y conductas violentas
en general.

Entre las consecuencias a corto plazo, Horno, Santos y Molino (2001) destacan el Síndrome de
Acomodación al abuso sexual infantil, que tiene muchos paralelismos con el Síndrome de Estocolmo, y
que incluye cinco fases:

Impotencia. Los niños víctimas de abuso sexual generan un fenómeno de indefensión aprendida,
puesto que sus intentos por evitar el abuso resultan vanos. Poco a poco dejarán de intentarlo
siquiera.

Mantenimiento del secreto. La manipulación y la amenaza a la que son sometidos les obliga a
mantener, especialmente en los casos de abuso intrafamiliar, una doble vida para preservar el secreto
y evitar la revelación.

Entrampamiento y acomodación. Si el abuso se prolonga en el tiempo, el niño irá asumiendo poco


a poco el papel de pareja del agresor.

Revelación espontánea o forzada. Cuando se llega a la revelación esta suele darse con un igual,
de manera espontánea, o forzada por un adulto al valorar los indicios.

Retracción. Si no hay una intervención efectiva –y a veces incluso habiéndola–, la retracción es


frecuente, por culpa, vergüenza o miedo.

b) A largo plazo

Todos los estudiosos del tema indican que los efectos a largo plazo del abuso sexual en la infancia
tienden a disminuir con el paso del tiempo, aunque también se ha comprobado que en otros el mero
paso del tiempo no implica la resolución del trauma, sino el tránsito de un tipo de sintomatología a otra,
en función del momento evolutivo en que se realice la evaluación. Lameiras (2002) aporta resultados de
estudios recientes; a través del meta-análisis realizado por Rind, Tomovitch y Bauserma (1998) se
comprobó que alrededor de 2/3 de los hombres y 1/3 de las mujeres que habían mantenido actividad
sexual con otros adolescentes y/o adultos durante la infancia no mostraban sintomatología clínica en la
edad adulta.

La información actualmente disponible no permite señalar la existencia de un único síndrome


específico ligado a la experiencia de abusos sexuales en la infancia y adolescencia. Sí se observa, no
obstante, que frecuentemente se dan diversas alteraciones en la esfera sexual –inhibición erótica,
disfunciones sexuales y menor capacidad de disfrute–; depresión; el conjunto de síntomas característicos
del trastorno de estrés postraumático; y un control inadecuado de la ira (en el caso de los varones volcada

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 21


hacia el exterior en forma de violencia y en el de las mujeres canalizada en forma de conductas
autodestructivas). En algunas ocasiones se ha detectado a más largo plazo (cuando las víctimas se
convierten en padres) una actitud obsesiva e hipervigilante con los hijos o, por el contrario, la adopción
de conductas de abuso o de consentimiento. Sin embargo, ninguno de estos elementos puede
generalizarse, ya que no aparecen en todos los casos.

Desde el punto de vista del trauma en sí mismo lo que predice una peor evolución a largo plazo es
la duración prolongada de la exposición a los estímulos traumáticos, la alta intensidad de los síntomas
experimentados inmediatamente y la presencia de síntomas disociativos en las horas y días posteriores al
suceso. Ciertas condiciones y características personales agravan la sintomatología.

Los problemas de una víctima en la vida adulta (depresión, ansiedad, abuso de sustancias, etc.)
surgen en un contexto de vulnerabilidad generado por el abuso sexual en la infancia, pero provocados
directamente por circunstancias próximas en el tiempo (conflictos de pareja, aislamiento social, problemas
en el trabajo, etc.). De no darse estas circunstancias adversas pueden no darse problemas
psicopatológicos en la edad adulta (Finkelhor, 1997), aun habiendo sufrido abuso sexual en la infancia.

Tabla 5. Sintomatología asociada a la experiencia de abusos sexuales durante la infancia, a corto y largo plazo (adaptado de Lameiras, 2002)

Tipos de efectos A corto plazo A largo plazo

Físicos –Problemas de sueño (pesadillas) –Dolores crónicos generales


–Cambios en los hábitos de comida –Hipocondría y trastornos de somatización
–Pérdida del control de esfínteres –Alteraciones del sueño (pesadillas)
–Problemas gastrointestinales
–Trastornos de la alimentación, especialmente bulimia

Conductuales –Consumo de drogas o alcohol –Intentos de suicidio


–Huidas del hogar –Consumo de drogas y/o alcohol
–Conductas autolesivas o suicidas –Trastorno disociativo de identidad (personalidad
–Hiperactividad múltiple)
–Bajo rendimiento académico

Emocionales –Miedo generalizado –Depresión


–Hostilidad y agresividad –Ansiedad
–Culpa y vergüenza –Baja autoestima
–Depresión –Estrés postraumático
–Ansiedad –Trastornos de personalidad
–Baja autoestima y sentimientos de estigmatización –Desconfianza y miedo de los hombres
–Rechazo del propio cuerpo –Dificultad para expresar o recibir sentimientos de
–Desconfianza y rencor hacia los adultos ternura y de intimidad
–Aislamiento
–Trastorno de estrés postraumático

Sexuales –Conocimiento sexual precoz o inapropiado para su –Fobias o aversiones sexuales


edad –Falta de satisfacción sexual
–Masturbación compulsiva –Alteraciones en la motivación sexual
–Excesiva curiosidad sexual –Trastornos de la activación sexual y del orgasmo
–Conductas exhibicionistas –Creencia de ser valorado por los demás únicamente
–Problemas de identidad sexual por el sexo
–Mayor predisposición a sufrir abusos sexuales en la
edad adulta y a entrar en la prostitución

Sociales –Déficit en habilidades sociales –Problemas en las relaciones interpersonales


–Retraimiento social –Aislamiento
–Conductas antisociales –Dificultades en la educación de los hijos
–Dificultades de vinculación afectiva con los hijos
–Mayor probabilidad de sufrir revictimización por
parte de la pareja

22 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


3.3 Variables mediadoras en el abuso: factores de protección y de vulnerabilidad

Los efectos psicológicos del abuso sexual infantil (a corto, medio y largo plazo) dependen de las
variables que condicionan el impacto sufrido por la víctima y explican las diferentes respuestas dadas por
cada individuo. Por ello es interesante analizar, por una parte, los factores que resultan amortiguadores
del impacto del abuso sexual en el desarrollo emocional posterior y contribuyen a metabolizarlo, y por
otra, aquellos que propician una mayor vulnerabilidad psicológica y favorecen el desarrollo de
consecuencias psicopatológicas.

Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) distinguen tres grupos de variables entre los factores que
modulan el impacto de la agresión: el perfil individual de la víctima, las características del acto y las
consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso.

a) Perfil de la víctima

La presencia o no de determinados síntomas parece depender de la edad o estadío evolutivo. Hay


algunos efectos que pueden presentarse durante toda la infancia y otros que son específicos de una
determinada etapa, por ejemplo, los adolescentes son especialmente vulnerables a problemas
psicológicos relacionados con la regulación del afecto y la autoevaluación (Cantón y Cortes, 2000).

Existen grandes divergencias en los resultados de los estudios en cuanto a si resultan más afectados
los niños más pequeños o los que tienen más edad: algunos estudios señalan que cuanto más joven es
el niño más vulnerable resulta frente a la experiencia de abusos y mayor es la probabilidad de desarrollar
síntomas disociativos; en otros se apunta que precisamente la ingenuidad y la falta de entendimiento
protegen al niño pequeño y minimizan el impacto. Además, a mayor edad, mayor probabilidad de que
se lleve a cabo la penetración y de que se emplee para ello la violencia física, ya que existe una mayor
capacidad de resistencia en la víctima, siendo estos factores concomitantes de peor pronóstico.

Respecto al sexo de la víctima, los estudios realizados no han permitido llegar a una conclusión
definitiva sobre si los niños y niñas se diferencian en la gravedad de la sintomatología experimentada.

En cuanto al funcionamiento de la familia, los estudios señalan que un ambiente familiar


disfuncional, caracterizado por la conflictividad y la falta de cohesión, puede aumentar la vulnerabilidad
del niño a la continuidad del abuso y a las secuelas psicológicas derivadas del mismo (Cantón y Cortes,
2000).

Las características de personalidad del niño, variables como su asertividad o sus habilidades sociales
y cognitivas modulan a su vez los efectos de la vivencia del abuso sobre el niño.

Según recogen Cantón y Cortés (2000) recientes formulaciones teóricas han propuesto que los
efectos del abuso sexual infantil se encuentran mediatizados por la formación de valoraciones cognitivas.
Al respecto, se pone el acento en la importancia de variables cognitivas tales como las evaluaciones,
atribuciones o estrategias de afrontamiento, que se supone actúan como mediadoras entre la experiencia
abusiva y sus consecuencias psicológicas o comportamentales. En este sentido, las estrategias de
afrontamiento pueden ser un objetivo importante a conseguir en la intervención en terapias cognitivas
de abuso sexual.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 23


En las revisiones de los estudios realizados por estos autores se ha encontrado que:

• Se produce un incremento de los síntomas en el caso de las víctimas que:

– tienden a autoinculparse

– perciben el abuso sexual como una mayor amenaza para su seguridad física o imagen corporal

– enfatizan la evitación cognitiva como una forma de afrontar los abusos

• Los adolescentes víctimas de incesto que realizaban atribuciones internas sobre el abuso se
encontraban significativamente más deprimidos y tenían una menor autoestima que las otras
víctimas que realizaban atribuciones externas.

• La sensación de tener escaso poder sobre el ambiente que rodea a la víctima se relaciona con la
formación de síntomas después de producirse la revelación.

• En cuanto al efecto del tratamiento, se ha encontrado que los niños que tienen más dificultades
para recuperarse son los que presentan unos patrones de negación y evitación.

b) Características del acto abusivo

Por lo que respecta a las características del acto abusivo, los resultados de las investigaciones son
concluyentes: la severidad de las secuelas está en función de la frecuencia y duración de la experiencia,
así como del empleo de la fuerza y amenazas, y de la gravedad de los actos. De este modo, cuanto más
crónico e intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de indefensión y vulnerabilidad y
más probable resulta la aparición de síntomas (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Cantón y Cortés,
2000).

Respecto a la relación de la víctima con el agresor, lo que importa no es tanto el grado de parentesco
entre ambos, sino el nivel de intimidad emocional existente. Así, a mayor grado de intimidad, mayor será
el impacto psicológico, que se puede agravar si la víctima no recibe apoyo de la familia o se ve obligada
a abandonar el hogar.

Por otro lado, por lo que se refiere a la edad del agresor, los abusos sexuales cometidos por
adolescentes resultan, en general, menos traumáticos para las víctimas que los efectuados por adultos.
En principio, la diferencia de edad es un agravante, porque acrecienta el abuso de poder y dificultan la
revelación.

c) Consecuencias asociadas al descubrimiento o a la revelación

En cuanto a las consecuencias derivadas de la revelación del abuso, el apoyo parental –creer al menor
y protegerlo–, especialmente por parte de la madre, es un elemento clave para que las víctimas
mantengan o recuperen su nivel de adaptación general. Probablemente la sensación de ser creídos es uno
de los mejores mecanismos para predecir la evolución hacia la normalidad de los niños víctimas de abuso
sexual.

Por el contrario, una inadecuada respuesta del entorno del menor entorpece el proceso de
recuperación. La evolución psicológica negativa de la víctima, que afecta especialmente a la autoestima,

24 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


va a depender de las dudas suscitadas por el testimonio, la significación afectiva de las personas
incrédulas y la falta de apoyo emocional y social (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000).

En ocasiones, los sentimientos de vergüenza y culpa, de cólera y pena, de miedo y ansiedad pueden
afectar a los padres de tal manera que se muestran incapaces de proteger al niño adecuadamente. La
adaptación psicológica de las propias madres de las víctimas es importante. Son reacciones comunes la
autoinculpación y los sentimientos ambivalentes en relación a la víctima y el agresor (Cantón y Cortés,
2000). Al respecto, diversas investigaciones revelan que los padres se sentían solos y desbordados por los
problemas que, en su día, debieron afrontar. La mayoría de los padres manifestó que habría necesitado
ayuda durante la fase inmediata a la revelación, sobre todo en los aspectos relativos al cuidado del niño.
Evidentemente, la adaptación emocional de los padres y sus consiguientes actitudes y reacciones influyen
en la recuperación de las víctimas.

Por otro lado, se ha encontrado que el apoyo de la madre depende del tipo de abuso que sufra el
niño, su edad y, especialmente, de los sentimientos de la madre hacia el agresor. En este sentido, las
madres de familias incestuosas se sienten atrapadas en una situación conflictiva en la que su deseo de
proteger al niño choca con otras necesidades, lealtades y sentimientos. Y cuanto más intenso es el
conflicto de lealtades más difícil les resulta tomar medidas para proteger a los hijos.

También interfieren las situaciones de estrés adicionales y, en concreto, la posible ruptura de la pareja,
la salida del agresor o de la víctima del hogar (única vía que existe a veces para garantizar su seguridad,
pero que supone un coste emocional y de adaptación importante) y la implicación en un proceso judicial.

Respecto al proceso judicial, los juicios largos, las testificaciones reiteradas y los testimonios puestos
en entredicho suponen una victimización secundaria y ofrecen un peor pronóstico para la víctima. En este
punto Lameiras (2002) recalca que la experiencia más nociva de la judicialización es la sobreexposición
del menor a un rosario de evaluaciones-entrevistas. Los efectos negativos de este peregrinaje evaluativo
vienen dados por dos razones principalmente: en primer lugar, por el efecto negativo derivado de la
repetición del relato, que fuerza al menor a tener que revivir y reexperimentar las emociones negativas
asociadas, y que dificulta la resolución no traumática de dicha experiencia; y, en segundo, el
cuestionamiento de su credibilidad al comprobar que ha de repetir su declaración ante distintos
profesionales, en su mayoría desconocidos, lo que supone de por sí una fuente de estrés que hace
disminuir la autoestima del menor. En los estudios revisados por Cantón y Cortés (2000) se ha encontrado
una relación significativa y positiva entre el número de entrevistas y el nivel de trauma. Exigirle a un niño
que repita una y otra vez los incidentes abusivos supone que tenga que recordar hechos dolorosos, lo que
puede reforzar sus sentimientos de culpa y vergüenza, y consolidar la estigmatización y disociación de los
recuerdos y los afectos.

Por otro lado están los efectos negativos del juicio en sí, especialmente cuando se prolonga y el
menor ha de testificar en varias ocasiones, y sus declaraciones son rebatidas por el abogado de la
defensa. En general, el menor sufre un absoluto desconocimiento del medio en el que declara y la forma
en la que tiene que hacerlo. Al respecto, si se le prepara adecuadamente para la comparecencia
experimenta menos estrés psicológico. En sus revisiones, Cantón y Cortés (2000) han encontrado que,
aunque el ambiente del juzgado puede despertar temores en el niño, sus efectos se pueden reducir en
gran parte a través de una relación de confianza con un profesional y una adecuada preparación de su
comparecencia. De ahí la importancia de que los profesionales del sistema establezcan una relación cálida
con la víctima.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 25


En el polo opuesto nos encontramos que una buena adaptación escolar (en el ámbito académico,
social o deportivo) y unas relaciones adecuadas con el padre en la infancia o con los chicos en la
adolescencia, así como el apoyo de unas amigas íntimas y de una pareja apropiada (incluso de un trabajo
gratificante) tienen un efecto positivo sobre la autoestima y contribuyen a amortiguar el impacto de la
victimización al constituirse en factores de protección (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000).

d) Modelo ecológico del abuso sexual infantil

En esta misma línea se encuentra el modelo ecológico del abuso sexual infantil (Horno y otros, 2001).
El marco ecológico integra los contextos de desarrollo del niño (microsistema, macrosistema y
exosistemas), y estructura los factores que intervienen en la etiología del maltrato:

Desarrollo del individuo. El desarrollo de la persona es evolutivo, gradual y basado en la interacción


con los demás. Desde ahí, la experiencia previa que los padres traen de su propia vida a la hora de
abordar la paternidad va a condicionar el desarrollo del niño, al igual que cualquier lesión o
discapacidad que tenga.

Microsistema. Es el entorno más cercano al niño, en el que desenvuelve su vida diaria y con el que
está en contacto permanente, y del que depende. El núcleo socializador prioritario en este nivel es la
familia e influyen factores como la composición de ésta, el ajuste marital o las características del niño.

Exosistema. Está compuesto por los sistemas sociales que rodean al sistema familiar (escuela,
trabajo, vecindario, amistades, etc.) cuyos valores y creencias configuran los del niño, puesto que
limitan o enriquecen sus propias vivencias y conforman su mundo relacional.

Macrosistema. Son los valores de la cultura en la que se desarrolla el individuo. En la crianza de los
niños influyen los conceptos sobre la paternidad y los roles de género, la concepción de los derechos
de la infancia, etc. Todos estos valores configuran a su vez el enfoque de la vida individual, por
ejemplo, a través de los medios de comunicación.

Estos sistemas relacionales interactúan constantemente, creando una serie de circunstancias o


factores que producen un riesgo o una protección real frente al maltrato infantil en cualquiera de sus
formas. Es importante conservar esta perspectiva para evaluar cada caso individualmente y entender que
las circunstancias vitales de cada persona definen tanto sus posibilidades como sus limitaciones.

26 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


Tabla 6. Factores de protección y de vulnerabilidad

Niveles Factores de riesgo Factores de protección


ecológicos Predisponentes Precipitantes Predisponentes Precipitantes
Desarrollo del –Introversión –Trastorno de la –Habilidades –Reconocimiento de la
individuo –Discapacidad física/psíquica conducta interpersonales de experiencia de maltrato
–Historia previa de abuso –Enfermedades o comunicación y en la infancia
–Baja autoestima lesiones del niño resolución de –Adquisición de
–Pobres habilidades de –Complicaciones en problemas habilidades de
comunicación y de resolución de el periodo perinatal –Alta autoestima autodefensa
problemas –Asertividad
–Falta de asertividad y sumisión –Desarrollo normalizado
–Ser mujer –Educación afectivo-
–Desconocimiento sobre la sexual adecuada
sexualidad –Apego materno/
–Ser hijo no deseado paterno
–Trastornos congénitos
–Nacimiento prematuro
–Falta de habilidades de
autodefensa

MICROSISTEMA –Trastornos físicos/psíquicos –Enfermedades/ –Ambiente familiar no –Satisfacción en el


(ansiedad y depresión incluidas) lesiones de algún violento desarrollo del niño
de algún miembro de la familia miembro de la –Experiencia en los –Resolución de conflictos
–Drogodependencias de algún familia cuidados del niño familiares
familiar –Conflictos –Planificación familiar –Constitución o
–Familia monoparental conyugales –Satisfacción personal fortalecimiento de
–Madre joven –Violencia familiar de los miembros de la vínculos afectivos
–Historia familiar de abuso –Falta de control de familia –Salida del hogar del
–Falta de afectividad en la impulsos –Educación afectivo agresor intrafamiliar
infancia de los padres –Excesiva proximidad sexual adecuada en la –Escasos sucesos vitales
–Desarmonía familiar en el nacimiento de familia estresantes
–Ausencia de vínculos afectivos los hijos –Apego materno/ –Intervenciones
–Abandono familiar paterno al hijo terapéuticas familiares
–Elevado tamaño familiar –Armonía marital

EXOSISTEMA –Dificultades en el acceso a –Desempleo –Satisfacción laboral –Encontrar trabajo


a) Sociolaboral recursos sociales y económicos –Conflicto laboral –Acceso a recursos –Resolución del conflicto
–Insatisfacción laboral –Fracaso en el acceso sociales y económicos laboral
a recursos sociales –Éxito en el acceso a
recursos sociales

b) Vecindario –Aislamiento social –Frecuente cambio de –Red de apoyo –Integración en grupos de


domicilio psicosocial amplia iguales
–Participación en
asociaciones y
actividades vecinales
–Apoyo social ante una
problemática

MACROSISTEMA –Alta criminalidad –Alta movilidad –Políticas igualitarias. –Puesta en marcha de:
a) Sociales –Baja cobertura de los Servicios geográfica –Aplicación adecuada programas de
Sociales –Fácil acceso a las de las penas a los prevención, de
–Desempleo víctimas agresores tratamiento de víctimas y
–Marginalidad –Aplicación de las –Procedimiento penal agresores, de mejora de
–Inhibición social a la hora de la penas mínimas a los protector de la víctima redes de apoyo e
denuncia agresores integración social de
–Fácil acceso a la pornografía –Ausencia de control familias con mayor
infantil prenatal y perinatal riesgo, programas
–Políticas discriminatorias –Conflictos bélicos sanitarios y de
–Falta de relación afectiva entre investigación
los hombres y los niños durante –Registro unificado de
la crianza casos
–Procedimiento penal –Constitución de redes de
exclusivamente protector de los trabajo interdisciplinar
derechos del agresor

b) Culturales –Aceptación del castigo corporal –Fracaso de los –Actitud positiva hacia –Éxito de los programas
–Valoración del niño como programas de la infancia, la mujer y de sensibilización social
propiedad de los padres sensibilización social la paternidad –Asunción de la
–La familia como un ámbito de –Sensacionalismo en –Concepción del niño protección eficaz de la
privacidad aislado los medios de como persona infancia por parte de la
–Concepción del niño como comunicación independiente y con sociedad
proyecto de persona, no como derechos –Implementación de la
persona –La familia como un Convención sobre los
–Tolerancia con todas las formas ámbito social integrado Derechos del Niño de
de maltrato infantil –Consideración del niño Naciones Unidas
–Negación de la sexualidad como miembro de la –Cambio de modelos de
infantil familia, no como crianza y familiares
–Mito de la familia feliz propiedad de los –Actitud respetuosa y
–Sexismo: fomento de la idea de padres protectora hacia los
poder y discriminación niños de los medios de
–Subcultura patriarcal comunicación

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 27


4. Agresores sexuales de menores

4.1 Características generales de los abusadores

La pedofilia es una perversión en la que un adulto siente interés sexual por un menor prepúber.
Aunque en principio estas personas pueden excitarse con ambos sexos, suele ser más frecuente su
atracción por las niñas. En ocasiones los pedófilos son personas con una orientación sexual hacia los
adultos que, movidos por unas circunstancias especiales, realizan actividades sexuales con niños en un
momento dado.

Aunque no existe un prototipo de abusador, sí que se han encontrado algunos elementos comunes
a todos ellos:

ƒ Son mayoritariamente varones (los porcentajes oscilan en torno a un 80 y un 92%, según


diversas investigaciones.

ƒ La edad más comúnmente encontrada es entre los 30 y los 50 años, aunque la mayoría de los
agresores cometió su primer abuso antes de los 16 años, y cada vez son más frecuentes las
agresiones por parte de adolescentes.

ƒ Habitualmente eligen víctimas del otro sexo.

ƒ Suelen ser reincidentes y actúan más en las ciudades que en las zonas rurales.

ƒ Aparentemente son personas normales (no psicóticos), pero presentan problemas de


neuroticismo, introversión, inmadurez, socialización y serias carencias de valores sociales.

ƒ La mayoría no busca tratamiento ya que no presentan ningún sentimiento de culpa.

ƒ Tienen una escasa capacidad para ponerse en el lugar de otros y compartir sus sentimientos
(empatizar).

ƒ Los agresores suelen estar casados y ser, o miembros de la familia nuclear o extensa de la víctima
o personas de su entorno (educadores o vecinos), lo que les permite un fácil acceso al niño, con
quien suelen tener una relación de confianza anterior al incidente sexual.

ƒ Sólo en un 10% de los casos emplean la violencia. Habitualmente recurren al engaño; tratan de
ganarse la confianza de las víctimas; se aprovechan de la confianza de la familia; o les amenazan
o dan premios y privilegios de diferentes tipos. Los agresores de menores tienden a recurrir al
engaño y la seducción y se valen de su posición de superioridad sobre una víctima conocida.

ƒ Las distorsiones cognitivas en relación con el sexo suelen ser intensas y específicas, y tienden a
justificar lo ocurrido y a negar la comisión del delito.

Las distorsiones cognitivas se han detectado como elementos desinhibidores importantes en las
agresiones sexuales a niños. Las más frecuentes son:

• Las caricias sexuales no son realmente sexo y, por ello, no se hace ningún mal a nadie.

• Los niños no lo dicen debido a que les gusta el sexo.

• El sexo mejora la relación con un niño.

• Cuando los niños preguntan sobre el sexo significa que desean experimentarlo.

28 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


• La práctica sexual es una buena manera de instruir a los niños sobre el sexo.

• La falta de resistencia física significa que el niño desea el contacto sexual.

• El menor disfruta con la relación sexual.

• Los contactos sexuales son una muestra de cariño.

• Si no hay violencia, el menor no va a desarrollar trastornos.

4.2 Tipos de abusadores

Existen dos tipos de agresores sexuales (Echeburúa y Guerricaechevarría 2000):

Primarios

Se trata de sujetos con una orientación sexual dirigida principalmente a los niños, sin apenas
interés por los adultos, y con conductas compulsivas no mediatizadas por situaciones de estrés.
Generalmente poseen un campo limitado de intereses y actividades, lo que les lleva a menudo a
una existencia solitaria.

Consideran sus conductas sexuales apropiadas y las planifican con antelación. Con frecuencia
poseen distorsiones cognitivas y no presentan sentimientos reales de culpa o vergüenza por estas
actividades sexuales.

Secundarios o situacionales

Son personas que tienen contactos sexuales aislados con niños como reflejo de una situación de
soledad o estrés. El consumo excesivo de alcohol u otras drogas puede actuar de desinhibidor de
estas conductas. Normalmente se relacionan con adultos heterosexuales (relaciones en las que
suelen darse alteraciones tales como impotencia ocasional, falta de deseo y algún tipo de tensión
o conflicto).

A nivel cognitivo, suelen percibir este tipo de conductas como anómalas y las ejecutan de forma
episódica e impulsiva más que de un modo premeditado y persistente. Por ello, pueden aparecer
posteriormente intensos sentimientos de culpa y vergüenza.

4.3 Explicación de la conducta

Tabla 7. Tipos de abusadores y características (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000)

Primario o preferencial Secundario o situacional

Etiología Orientación sexual dirigida preferentemente hacia niños Soledad


Estrés (conyugal, familiar, laboral, etc.)

Ejecución de Persistente Episódica


la conducta Compulsiva Impulsiva
Premeditada

Percepción de Apropiada sexualmente Anómala (con vergüenza y remordimiento


la conducta posterior)

Distorsiones Atribución de la conducta a la “seducción” del niño


cognitivas Mera muestra de cariño
Carácter inofensivo de los contactos sexuales

Ante el Falta de reconocimiento del problema Buena respuesta


tratamiento Recaídas frecuentes

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 29


Aunque no se dispone de una información exhaustiva sobre las causas que pueden llevar a este tipo
de comportamiento, sí que se distinguen entre aquellas características que podrían estar en el origen de
la conducta y aquellas que actuarían como desencadenantes de la misma. Echeburúa y
Guerricaechevarría (2000) analizan estas causas:

Factores causales

El origen de esta anomalía puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes negativas
extremas sobre la sexualidad, con el abuso sexual sufrido en la infancia, con sentimientos de
inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales de tipo heterosexual.
También suelen encontrarse en estos individuos trastornos de personalidad, sobre todo referidos
al control de los impulsos y al desarrollo de una autoimagen deficiente. A su vez, la repetición de
masturbaciones acompañadas de fantasías pedofílicas ayuda a mantener el trastorno.

Los agresores sexuales presentan un cierto grado de vulnerabilidad psicológica, que arranca
frecuentemente de la ruptura de lazos entre padres e hijos. Los vínculos paternofiliales inseguros
generan en el niño una visión negativa sobre sí mismo y sobre los demás, y facilitan la aparición
de una serie de efectos negativos: a) falta de autoestima; b) habilidades sociales inadecuadas; c)
dificultades en la resolución de problemas; d) estrategias de afrontamiento inapropiadas; e)
escaso control de la ira, y f) egoísmo y ausencia de empatía. En último término, el fracaso en
establecer relaciones íntimas –más acusado si el agresor ha sido víctima de abuso sexual– genera
soledad crónica, egocentrismo y agresividad, así como una tendencia a abusar del alcohol.

Factores precipitantes

El abuso sexual se produce cuando coinciden una serie de factores (Finkelhor, 1984):

• Gratificación sexual.

• Superación de las inhibiciones internas para cometer el abuso sexual. Los desinhibidores
externos (alcohol) o internos (distorsiones cognitivas) contribuyen a conseguir este objetivo.

• Eliminación de las inhibiciones externas, lo cual se consigue debido al alejamiento del niño
de la madre o de otras figuras protectoras.

• Superación de la resistencia del niño, lo cual se logra a través de la seducción o de otras


formas más o menos sutiles de presión.

5. El incesto
El incesto se produce cuando se dan relaciones sexuales entre miembros de la familia. Estas relaciones
están prohibidas de forma expresa por las costumbres sociales, el tabú y las leyes. A continuación vamos
a exponer las características de los miembros de las familias incestuosas en las que las relaciones sexuales
se producen entre el padre y la hija (Vázquez Mezquita, 1995):

30 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


5.1 La familia incestuosa

El término “familia cohesionada patológicamente” es el que mejor expresa el complicado


funcionamiento de la familia incestuosa. Este tipo de familia, unida en torno a las necesidades no
satisfechas de sus miembros, y en especial de los padres, es incapaz de emancipar a los hijos. Asimismo,
en este tipo de familias no se suelen establecer relaciones fuera de su seno.

Se cree que esta cohesión es una necesidad para la pervivencia del incesto sobre el que, a su vez, se
fundamenta la familia. En el momento en el que los hijos salgan al exterior, el mantenimiento del
“secreto” se hace menos seguro. En esta familia la negación del incesto es muy fuerte y afecta a todos
sus miembros. El hecho de que la hija denuncie el incesto no garantiza que vaya a ser asumido. En
muchos casos se aparta a la hija del sistema familiar y la familia sigue negándolo y se mantiene
cohesionada. Se habla de que a menudo los hermanos/as de la víctima pueden presentar reacciones
emocionales aún más graves que la hermana afectada.

Diversos estudios realizados al respecto muestran una serie de conclusiones en torno a la familia
incestuosa:

ƒ Existencia de roles difusos e invasivos entre unos miembros y otros, posibilitando la imposición de
lo que los otros deben decir o pensar.

ƒ Las habilidades para la negociación aparecen muy disminuidas. Los miembros son poco claros en
la comunicación y se encuentran poco dispuestos a aceptar la responsabilidad por sus acciones,
pensamientos y sentimientos.

ƒ Son poco permeables a las demandas e influencias del exterior.

ƒ Enmascaran y constriñen sus sentimientos, evitando su expresión cuando de esto se derive algún
grado de sufrimiento.

ƒ El tono vital de sus miembros tiende a ser “cínico y desesperado”, evitando y oscureciendo el
conflicto.

ƒ Aparece una coalición destructiva entre los padres que revierte en un doble mensaje:
rechazo/sobreimplicación en los hijos.

ƒ Atención sexual inapropiada en la relación padres-hijos.

5.2 El padre

El retrato robot del padre incestuoso es un hombre de entre 30 y 40 años cuando se inicia la relación
abusiva, con una inteligencia normal, sin antecedentes penales y que no presenta una psicopatología
grave. El inicio del abuso suele coincidir con la etapa prepuberal de la niña (8 a 12 años).

No se ha establecido un rango de nivel socioeconómico definido. Lo que sí aparece en estos padres


es una historia de deprivación emocional/económica, con pobres relaciones parentales en la infancia y, en
algunos casos, con una historia previa de incesto, bien como víctima directa, bien como testigo (más
común).

En muchas familias incestuosas es precisamente la figura del padre quien realiza a la vez las funciones
de apoyo y maternaje eludidas por la madre, por lo que si eliminamos al padre del sistema familiar, éste
se hunde automáticamente.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 31


En su inmensa mayoría los padres incestuosos niegan o minimizan los hechos para proteger su
autoestima y como mecanismo de defensa ante sentimientos de vergüenza, culpa y humillación. Esta
negación es aún mayor cuando interviene el sistema legal.

5.3 La madre

La pasividad y la dependencia se consideran los dos rasgos principales de la madre de la familia


incestuosa. Esta es una pieza clave en todo el entramado del incesto. Algunos autores la han descrito
como una madre ausente físicamente o emocionalmente, y poco accesible tanto a los hijos como al
padre.

Entre las hipótesis causales que se barajan para explicar esta situación se encuentra la de que ella
misma ha podido sufrir abuso en su infancia, lo que explicaría su aparente tolerancia ante el incesto.
También se argumenta una situación de depresión crónica, que provoca la pérdida de facultades para
proteger a sus hijos.

En todo caso, se señala que la madre tiene una fuerte dependencia emocional del padre, con quien
por otra parte, mantiene una relación marital muy defectuosa, con unas relaciones personales y sexuales
nulas o muy insatisfactorias.

Por otra parte, es habitual que la madre conozca el incesto aunque prefiera ignorarlo para mantener
a la familia unida y continuar creyendo que sus necesidades básicas de dependencia respecto a su marido
siguen estando cubiertas.

Con la hija víctima mantiene una conducta ambivalente, pues al mismo tiempo que está aliada con
ella en la unión de la familia, también la considera competidora. Madre e hija no hablan jamás del incesto.
Cuando se descubre, la madre se suele mostrar incrédula y/o punitiva con la menor. Esta reacción de la
madre tendrá una repercusión negativa muy importante en la hija de cara a su recuperación emocional
tal y como hemos indicado anteriormente.

5.4 La hija

Cuando comienza a producirse el incesto, la niña (que suele tener una edad de entre 8 y 12 años)
reacciona con confusión. Esta reacción primitiva va transformándose a lo largo del tiempo en un
sentimiento de miedo, angustia y culpa, a medida que crece y empieza a entender la verdadera
naturaleza del incesto. Las consecuencias emocionales suelen ser devastadoras ya que no se produce un
franco rechazo del padre, sino que este sentimiento se entremezcla con el afecto.

Otro aspecto interesante es que la hija adquiere un poder especial dentro de la familia, pues del
mantenimiento del secreto de su incesto depende a su vez la subsistencia del sistema familiar. La fuerza
del secreto es tan grande, que incluso cuando el incesto afecta a varias hijas, se mantiene el secreto
incluso entre las propias hijas.

A consecuencia de esta situación, la hija tiene unas relaciones problemáticas con la madre, que ha
fallado en su protección frente al padre y que además la rechaza pasivamente. Estas relaciones suelen
estar marcadas por los celos, el resentimiento y la ambivalencia.

32 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil


El incesto y el secretismo que le rodea también afectan a las relaciones exteriores de la menor,
dañando seriamente sus posibilidades de desarrollo en el grupo de iguales y afectando gravemente sus
relaciones con el otro sexo.

La víctima es forzada a adoptar el sistema de creencias distorsionado de la familia y este hecho dará
origen al empleo de un tipo de defensas individuales no adaptativas como, por ejemplo, la disociación,
la negación, la disonancia cognoscitiva o la distorsión de la realidad y del yo.

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil 33


CAPÍTULO 2

Etiopatogenia del abuso sexual infantil:


efectos en la personalidad y la memoria
por Blanca Vázquez Mezquita*

1. Introducción
Las ciencias sociales han experimentado un cambio trascendental en lo que se refiere al estudio de
los trastornos de la conducta humana. Si el siglo XIX se definió por el triunfo de la ciencia positivista, y
en este sentido, todas las enfermedades y alteraciones psicológicas se consideraban producto de causas
endógenas, el siglo XX dio paso a un enfoque ambientalista, en el que conductismo y psicoanálisis eran,
sólo aparentemente, corrientes antagónicas que buscaban fuera del organismo el origen de lo que
socialmente se consideraba desviado.

De este modo, si hace un siglo se hubiera llevado a cabo una investigación sobre las consecuencias
del abuso sexual infantil, con toda probabilidad no se habrían tenido en cuenta las variables ambientales
que influyen en el organismo (la crianza, la reacción familiar al descubrimiento del abuso sexual, la
influencia del grupo social o factores tales como la nutrición) y sí, en cambio, la herencia genética, la
vulnerabilidad individual y la estructura corporal. Es más, ni siquiera se habría tenido en cuenta el abuso
sexual para explicar determinadas psicopatologías que desarrollan algunas personas adultas.

Prueba de ello es que Freud es quien tiene en cuenta por primera vez el abuso sexual infantil, aunque
minimiza su importancia real para centrarse en el problema de las imaginaciones de sus pacientes. Y, en
cierto modo, Freud tenía razón. Como veremos más adelante, por lo que sabemos sobre cómo las
vivencias traumáticas influyen en el organismo, no son los hechos en sí mismos sino la forma en la que
el organismo los integra, lo que conforma lo que llamamos trauma.

Así, hasta hace poco el abuso sexual infantil se resolvía negándolo. Y, aún hoy en día, los peritos nos
enfrentamos a la pregunta de los tribunales: “¿Se trata de un niño fabulador?; ¿dice la verdad?”.
Algunos tribunales, al menos los españoles, esperan que el experto certifique que la víctima de un
determinado delito –la supuesta víctima ya que no hay víctima sin delito declarado en una sentencia– no
forma parte del grupo de fabuladores, cuya existencia viene avalada por una leyenda social sin base
científica. Por oscuros motivos se suele creer que los niños mienten más que los mayores, aunque no hay
un solo estudio que avale tal suposición, y sí la contraria: los adultos saben y pueden mentir mejor que
los niños. Otra cosa es que un niño –dependiendo de su nivel de desarrollo moral– entienda
defectuosamente, o no entienda en absoluto, las posibles consecuencias de una mentira, e incluso que
determinados menores en edad preescolar sean fácilmente inducidos a creer que sucesos sugeridos por
terceras personas les han ocurrido. Pero lo bien cierto es que, en lo que respecta al abuso sexual infantil,
a los adultos les resulta mucho más fácil inventar sucesos que a los niños. Al respecto, y anticipándonos
a lo que se pondrá de manifiesto a lo largo de nuestro estudio de cien casos extraídos de una población
forense, los niños pequeños (de 10 años o menos) poseen una tasa de invención nula.

De hecho, cuando se produce una invención, ésta viene inducida o impuesta por los adultos del
entorno, y tiene su propia dinámica, donde hay que tener en cuenta los beneficios colaterales que se

* Psicóloga de la Clínica Médico-Forense de Madrid. bvazquezmezquita@yahoo.es.

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria 35


obtienen con esa falsa acusación. En la valoración forense siempre tenemos en cuenta que es posible que
una denuncia sea falsa, y será considerada una simulación o sobresimulación de síntomas. En cualquier
caso, como se demuestra en el último capítulo de este libro, una mentira es muy difícil de inventar.

2. Los efectos psicopatológicos del abuso sexual infantil en la formación de


la personalidad
En este informe consideramos el abuso sexual infantil como un suceso anómalo en la vida de un
menor, dadas sus consecuencias adversas a corto plazo, y como un suceso para el que el menor no posee
estrategias de afrontamiento adecuadas. Así, el abuso sexual es un suceso anómalo y negativo –no
siempre igual de negativo y perjudicial–, y un hecho violento, independientemente de sus características.

Se define al abuso sexual como un acto violento ya que comparte características con otros delitos
violentos, y esta conceptualización nos sirve para entender sus efectos dentro del modelo de estrés
postraumático.

Sin embargo, la violencia en el abuso sexual infantil raramente se expresa abiertamente, ya sea física
o verbalmente. Su naturaleza violenta radica en que interfiere en el desarrollo psicoevolutivo del menor,
ya que altera su normal desarrollo sexual, y al hacerlo, puede influir en el desarrollo de su personalidad.

El desarrollo psicosexual está relacionado con conceptos tan importantes como la construcción de la
propia identidad, la autoestima, el autoconcepto, la confianza en los demás, la capacidad para la
intimidad y, en general, con muchos de los constructos psicológicos que conforman los cimientos sobre
los que se construye la personalidad futura del menor.

Hasta la fecha se ha considerado el abuso sexual infantil como un suceso traumático, sin que se
conociera muy bien cómo influía este trauma en la personalidad. La palabra trauma posee connotaciones
que van más allá de lo psicológico e invaden el campo del juicio social.

A la hora de extender un certificado de no fabulación, los tribunales de justicia a veces malinterpretan


–o, simplemente, no entienden– que se pueda producir un abuso sexual sin que se den secuelas
psicológicas palpables (en el ámbito del Derecho Penal es muy difícil admitir hechos que no estén basados
en pruebas tangibles). De este modo, si se considera el abuso sexual como un delito que lesiona los
derechos básicos de la víctima, a la fuerza se entenderá que este delito ocasiona un daño objetivo. Pero
nosotros sabemos que esto no siempre ocurre así. En este problema es evidente que la Psicología y el
Derecho deberían dialogar para entenderse, y ese diálogo se viene dando, con mayor o menor éxito, en
los tribunales de justicia.

El perito psicólogo experto en temas de abuso sexual debe tener en cuenta, por tanto, el contexto
en el que se mueve, y asumir que en un juicio penal siempre se le van a pedir pruebas de aquello que
señala en su dictamen y en su ratificación oral.

El conocimiento actual sobre el abuso sexual infantil no se debe, no obstante, a los estudios que se
han llevado a cabo sobre él, sino al avance en la comprensión de la conducta violenta en general, es decir,
a los acusados. Si queremos comprender a la víctima, tendremos que entender la violencia no sólo en su
sentido clásico de fuerza o coacción, sino en un sentido más amplio, es decir, como aquella conducta que
no respeta la individualidad y los derechos de una persona concreta, tal y como indica Corsi (2000),
cuando explica la génesis y el mantenimiento del maltrato en la pareja adulta.

36 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria


El abuso sexual infantil ocurre en el contexto global de una sociedad violenta, donde los derechos
individuales se sacrifican en función de una teórica paz social y los conflictos entre las personas siguen
resolviéndose mediante la imposición de unos sobre otros, fundamentalmente de los hombres sobre las
mujeres, de los adultos sobre los niños, de los países ricos sobre los países pobres, de los grupos de
presión sobre una mayoría desfavorecida, etc. En este ambiente no es extraño observar que algunas
personas se consideren legitimadas para abusar sexualmente de un menor, y así lo expresen mediante
diversas racionalizaciones.

En cuanto a la definición de maltrato, hoy en día sigue vigente la aportada por Kempe (1978) que
indica que abuso sexual infantil es toda conducta sexual entre personas cuyo desigual estatus
psicoevolutivo provoca que al menos una de ellas no posea la capacidad de consentimiento necesaria.

Por otra parte, el hecho de conceptualizar el abuso sexual como una conducta violenta, significa que
automáticamente el menor víctima comparte las secuelas, actitudes y prejuicios con el propio abusador y
con otras víctimas de violencia interpersonal.

Pese a lo expuesto anteriormente, en realidad sabemos muy poco sobre el impacto del abuso sexual
infantil en las víctimas, ya que la mayoría de estudios realizados hasta la fecha sólo aportan
especulaciones o datos estadísticos parciales que poco ayudan a la comprensión de un caso concreto. El
motivo principal de este desconocimiento es que el abuso sexual infantil contiene en su propia dinámica,
como toda conducta abusiva, un componente de secretismo que, unido a otros factores –intimidad;
dificultad para la investigación retrospectiva; y escaso índice de denuncias, sólo uno de cada cinco casos
de agresión contra la libertad sexual es denunciado (Redondo, 1994/2000)–, conforma un panorama
donde lo menos conocido son las secuelas emocionales (a corto y largo plazo) verbalizadas por las
víctimas e interpretadas desde diferentes contextos clínicos.

También sabemos muy poco sobre las causas que hacen del abuso sexual una experiencia crítica, que
de alguna forma puede mediatizar el desarrollo psicoafectivo y comprometer el grado de vulnerabilidad
de una persona a desarrollar síntomas clínicos en la edad adulta asociados a los trastornos de ansiedad y
sus complicaciones, como el abuso de sustancias –principalmente alcohol–, o los trastornos de
personalidad.

Al respecto cabe señalar que no todas las personas que han sufrido abuso sexual infantil desarrollan
secuelas a largo plazo. Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) aporta las cifras de un 70% de niños con
secuelas a corto plazo, y un 30% de adultos que fueron víctimas de abuso sexual durante su infancia.

Existen cuatro factores asociados a la gravedad de las secuelas emocionales a corto y largo plazo,
independientes de las variables propias del menor (edad, sexo, personalidad previa, antecedentes
psicopatológicos, etc.). Estos factores son:

1. Gravedad del abuso

2. Duración y/o cronicidad del abuso

3. Utilización de violencia física durante el abuso

4. Relación de parentesco con el agresor

Aunque la implicación negativa de estos cuatro factores se sabía desde hace tiempo, hasta ahora no
existían estudios en los que esta relación causa–efecto estuviese tan claramente definida (Vázquez y Calle,
1997).

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria 37


La investigación que nos ocupa ha tenido en cuenta dos conceptos principalmente desde el punto
de vista de las consecuencias del abuso. El primero hace referencia a la vulnerabilidad emocional ante el
estrés en la edad adulta; y el segundo, menos estudiado, tiene que ver con las secuelas más graves e
incluye la posibilidad de que la experiencia abusiva tenga consecuencias patológicas definitivas en la
conformación de la personalidad de la víctima. Esta segunda consecuencia es innegable, al menos en
casos extremos de abuso sexual (Vázquez, 2000).

Partiendo de lo anteriormente expuesto, se hace necesario un marco teórico de referencia desde el


que intentar entender el acto abusivo en su conjunto, y no sólo las secuelas y trastornos mentales, más
o menos cuantificables. En el caso del abuso sexual se ha superado la etapa en la que se debían demostrar
sus repercusiones negativas, aunque curiosamente éste sea uno de los argumentos que la mayoría de
agresores emplean para racionalizar el abuso y negar, por tanto, el daño infligido al menor.

Desde este punto de vista, el presente estudio se centra, no ya en las características externas del
abuso (autor, cronicidad, severidad, grado de violencia, etc.), sino en cómo se ha producido éste, ya que
el abuso sexual siempre se da en el seno de una relación personal entre la víctima y el agresor.

De este modo, hay que afrontar la conducta abusiva como una relación entre un adulto y un menor
fundamentada en creencias culturales aceptadas por ambos. Entre ellas, cabe destacar las siguientes: el
adulto sabe más que el niño incluso sobre el propio niño; el adulto quiere el bien del niño; el adulto
siempre tiene razón, etc. De hecho, el agresor suele jugar con todas estas creencias –en principio válidas
para cualquier menor– en su propio beneficio. Así, cuando el adulto castiga, o se impone a un menor, se
da por sentado que lo hace por el bien del menor.

De lo anteriormente expuesto se desprende que el ser humano funciona a partir de una serie de
creencias que articulan su organización social. Estas creencias son, casi siempre, funcionales. Nuestro
sistema educativo, por ejemplo, se cimienta precisamente en esa disimetría niño/adulto, y el proceso de
socialización y culturización consiste, precisamente, en aplicar esa disimetría a la obtención de la máxima
uniformidad. A ese grado de adaptación a la normativa social lo llamamos adaptación social. Sin
embargo, ese proceso de socialización implica el uso de la violencia en mayor o menor medida.
Supongamos, por ejemplo, que todos los niños de siete años tienen que saber leer, aunque no todos los
niños de esa edad estén emocional o intelectualmente preparados para ello (algunos lo pueden hacer
mucho antes, otros después, y otros, dejados a su libre albedrío, quizá no lo hagan nunca), pero a todos
ellos, sin distinción, se les exigirá un rendimiento y una conducta iguales según su edad cronológica.

El anterior ejemplo pretende ilustrar cómo para que un menor se adapte a su entorno social debe
asumir los mismos valores y creencias que los adultos de su entorno sociocultural. Pero además de estas
obligaciones arbitrarias que le impone el entorno cultural, el niño necesita obtener la aceptación
incondicional afectiva por parte de aquellos adultos que son importantes en su vida y con los que se
identifica activamente. Y la cuestión de la aceptación incondicional es de vital importancia para entender
la génesis del trauma.

El niño construye durante la infancia su autoimagen, es decir, intenta continuamente responder a la


pregunta de ¿quién soy yo? Aunque la respuesta a este interrogante nunca se completa del todo, sus
rasgos centrales se terminan de definir en la adolescencia en el seno del grupo de iguales. Durante esta
etapa la identidad del menor es muy frágil y depende en gran medida del juicio externo. Así, su
autoimagen no puede construirse a partir de la nada, sino que se nutre de la interacción del niño con la

38 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria


imagen en el espejo que las figuras de referencia o identificación le devuelven. El inicio de la identidad
personal depende de que este proceso se lleve a cabo satisfactoriamente.

Cuando el menor es sometido a una experiencia abusiva en la que su individualidad y sus necesidades
no son respetadas, aprende en espejo a no respetarse, e incluso a identificarse con su agresor. De ahí la
extrema dificultad a la que nos enfrentamos cuando trabajamos con adultos que de niños fueron víctimas
de abuso sexual al tratar de construir una autoestima adecuada que impida la aparición de conductas
autodestructivas.

El principal problema psicoterapeútico es que algunas víctimas poseen una imagen tan devaluada de
sí mismas que harán todo lo necesario para mantener esta identidad negativa –pero segura y conocida–,
aunque se les ofrezcan posibilidades vitales más positivas. Al respecto, algunos menores tienden a
entablar relaciones abusivas destructivas con los demás. Lo más sorprendente es que, pese a que estas
personas ya adultas se den cuenta de lo anómalo de su conducta, no pueden evitar repetirla una y otra
vez. De alguna manera se han quedado ancladas en esa fase crítica del abuso.

El abuso sexual se compone de dos efectos psicopatológicos principalmente. El primero tiene que ver
con el trauma que supone sufrirlo y sus consecuencias emocionales directas: vergüenza, culpa,
aislamiento social, estigmatización, autoestima negativa y una sensación vaga de ser “diferente”,
directamente derivada de la dinámica abusiva y el secreto impuesto. El segundo efecto está relacionado
con los mantenedores de la situación anterior, entre los que cabe destacar la memoria y su cohorte de
signos asimilables al estrés postraumático: reexperimentación, evitación e hiperalerta, que mantienen los
síntomas clínicos que refuerzan la autoestima negativa de la víctima. De hecho, si el abuso no actuara de
alguna forma sobre la memoria, no dejaría huella ni influiría en la personalidad.

Según el diccionario, trauma es un choque o impresión emocional que deja una huella subconsciente
duradera. Esto es lo que, de una forma más intuitiva que clínica o experimental, se ha observado en
personas que han vivido experiencias traumáticas como, por ejemplo, la reclusión en un campo de
concentración. Por definición, estas experiencias tienen en común el hecho de que la persona implicada
ha sentido en peligro su integridad física o moral, y no ha tenido ningún control sobre ese riesgo. Además,
los traumas son experiencias anómalas e infrecuentes dentro de la historia natural del ser humano.

La palabra trauma expresa, asimismo, la posibilidad de que la persona afectada no sea consciente del
todo, o no lo sea en absoluto, de la vivencia de ese trauma, lo que genera el interesante fenómeno de la
disociación en la memoria. Este mecanismo de defensa, unido a la represión, pueden explicar el olvido
involuntario de ciertos hechos.

La disociación consiste en la separación o desintegración del afecto negativo y el recuerdo, de manera


que la víctima sólo recuerda el afecto negativo, separado de todos los recuerdos, o al menos de parte de
ellos (y en especial, de los relacionados con el suceso traumático). Como finalmente el suceso que ha
dado origen al afecto negativo desaparece total o parcialmente de la conciencia, en la práctica, el efecto
sobre la memoria sería similar a la llamada represión.

Cuando observamos las consecuencias del abuso sexual y de otros delitos violentos crónicos, los
expertos coinciden en señalar que la disociación es uno de los efectos inmediatos en la víctima. Se
produce una disociación –y no represión– cuando en la víctima sí permanece el afecto negativo que
acompaña al recuerdo. Más adelante se explicará en qué consiste esta disociación, cuáles son sus bases
neurobiológicas y sus efectos en la memoria y, en consecuencia, qué influencia tiene en la conformación
de los síntomas clínicos que se dan a largo plazo.

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria 39


En cuanto al efecto perverso del abuso sexual en la personalidad, cabe señalar que víctima y
victimario comparten algunos elementos que tienen que ver con el concepto actual de disociación y otros
síntomas relativos al trastorno de estrés postraumático (Dutton, 1998).

Los síntomas del trauma relacionados con la vergüenza –la sensación de ser diferentes, malos, o de
merecer lo ocurrido–, son en ocasiones comunes en los agresores y sus víctimas. La presencia de una
figura paterna hostil, ambivalente y con tendencia a avergonzar al menor en privado y en público parece
ser la causa de esta fijación infantil. Además, algunos estudios sostienen que una parte de los niños
víctimas de abuso sexual se convierten en agresores, en la llamada recapitulación de la experiencia
abusiva. Algunos estudios realizados en Inglaterra sitúan la tasa de este fenómeno en un 13%, aunque
son cifras de difícil constatación.

En cuanto a la culpa como factor que afecta al normal desarrollo de la personalidad, cabe destacar
que la actitud conciliadora –melancólica– de muchas niñas víctimas de abuso sexual interfiere en el
desarrollo de su personalidad. Es cierto que poseer rasgos dependientes, o melancólicos, no supone en
sí mismo un defecto estructural de la personalidad, sino una forma de ser que está más extendida entre
la población femenina por razones culturales. Sin embargo, no debemos pasar por alto el riesgo que esta
actitud implica a la hora de sufrir procesos victimizadores o revictimizadores (Hirigoyen, 1998).

Finalmente, en este capítulo abordaremos cómo el abuso sexual afecta negativamente a la


autoestima de la víctima, entendida ésta como la cantidad de afecto que una persona siente hacia sí
misma. Es evidente que no todas las personas poseen un mismo substrato biológico, ni se desarrollan en
un entorno social de similares características. Este hecho hace que los niveles de estrés entre unos y otros
varíen. Sea como sea, a iguales circunstancias, una persona con una mayor autoestima será capaz de
resistir más ante determinadas situaciones de estrés psicosocial. De este modo, la autoestima no depende
de cuestiones objetivas externas al sujeto, sino de factores internos ligados a la construcción de la propia
imagen que se produce durante la infancia. Si un sujeto no posee autoestima, perderá su equilibrio vital
fácilmente, ya que los problemas implican siempre un grado mayor o menor de estrés y frustración.

En relación a esto último, lo perverso de la relación abusiva es que normalmente el agresor se las
ingenia para convencer a la víctima de que ella ha buscado, propiciado o deseado el abuso. Y la visión
negativa que ésta asume de sí misma –y el autodesprecio por su implicación– es lo que a la larga influye
tan poderosamente en su autoestima. De hecho, muchos agresores sexuales pagan a la víctima con
regalos, atenciones, o con un supuesto afecto. Así, los maltratadores menos generosos y más
abiertamente hostiles son, a la larga, menos perjudiciales.

En el momento en que la víctima acepta los regalos, el afecto o la atención del agresor, queda
enredada en el marasmo de la culpa, que imposibilita su recuperación a través de la conciencia. Como
nos encontramos inmersos en una cultura donde la noción de pecado y culpa es trascendental, es muy
difícil para la víctima, aun comprendiendo racionalmente que no es la responsable del suceso, librarse de
este sentimiento. El constructo de culpa ofrece además la ventaja de devolver el control a las personas,
haciendo comprensible un mundo en el que, desde un punto de vista filosófico profundamente
voluntarista, premio y castigo son las consecuencias de nuestras acciones.

Si además tenemos en cuenta que el concepto de sexo siempre ha estado ligado a lo prohibido y
pecaminoso, cualquier relación donde el menor haya sentido la más mínima sensación de agrado físico
se hará inexpugnable para cualquier abordaje terapéutico del problema.

40 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria


3. Definición y efectos de la disociación en la memoria
El primer investigador que señaló los efectos de la disociación en el momento del trauma es Janet.
Para él, la disociación actúa como una reacción patológica que conlleva un incremento en el riesgo de la
aparición de una psicopatología a largo plazo. En la actualidad no se considera la disociación como un
efecto patológico en sí mismo, sino como una estrategia de afrontamiento o como un mecanismo de
defensa de la víctima. Solamente en el caso de que esta forma de afrontamiento se establezca de forma
crónica e inflexible empezamos a fijar la aparición de un riesgo claro de psicopatología a corto o largo
plazo.

Antes de proseguir conviene establecer de la forma más precisa posible a qué nos referimos cuando
hablamos de disociación. Para ello, adoptaremos el modelo de Brenmer (2000), quien tomando para su
estudio una serie de investigaciones, definió la disociación como una disfunción de la memoria normal,
consciencia o identidad.

Otros autores (Keane, Kaufman y Kimble, 2000) señalan que el interés por la disociación como
síntoma se intensifica durante los años 80, cuando la comunidad científica reconoce y acepta la realidad
del abuso infantil y sus secuelas psicológicas. Las dos ideas clave sobre las que gira la investigación parten
de este concepto.

En primer lugar, se entiende la disociación como una estrategia de afrontamiento y no un signo


psicopatológico per se (aunque pueda ser un síntoma en casos extremos); y en segundo lugar, como un
mecanismo de defensa de la víctima y, en consecuencia, como una medida adaptativa cuyos efectos
inmediatos influyen en la memoria. En este punto surge una disyuntiva, ya que la memoria es una función
cognitiva, no un síntoma emocional y, por tanto, tiende a ser neutra. Para que esta función se altere
tendremos que aceptar que, en mayor o menor medida, el contenido emocional del recuerdo puede
afectar de alguna manera a la memoria, como en efecto se ha demostrado que ocurre a lo largo de esta
investigación de campo.

De hecho, las alteraciones de la memoria están relacionadas con daños cerebrales, demencias y otros
procesos orgánico-cerebrales, en los que se manifiesta algún tipo de déficit fisiológico estructural y/o
funcional. La diferencia entre estas alteraciones de la memoria con síntomas orgánicos, y los trastornos
de origen disociativo se debe a la alteración selectiva del recuerdo disociativo.

En conclusión, se puede señalar que las alteraciones de la memoria de origen orgánico,


independientemente de la existencia de una disfunción física, se manifiestan a través del olvido
asistemático y generalizado de determinados recuerdos y la consecuente incapacidad de adquisición de
hábitos nuevos. Sin embargo, el olvido es un proceso normal, e igualmente adaptativo. De alguna manera
el cerebro necesita tener presente en cada momento lo esencial para la subsistencia del organismo. Si
esto es así, ¿cómo distinguir un proceso de olvido disociativo de un proceso de olvido normal?

Para poder hablar de amnesia u olvido disociativo, se debe tener en cuenta que existan en el
individuo lagunas en la memoria no debidas a olvidos normales (Bremner, 2000). Por olvidos normales se
entiende el decaimiento de la huella mnémica producto del tiempo transcurrido desde el suceso; el olvido
de los detalles periféricos y sensoriales; y todos aquellos procesos cognitivos relacionados con este olvido.
Existe al respecto una controversia sobre si se pueden recuperar los sucesos olvidados y sobre el problema
de la falsa memoria. Es poco defendible que sucesos olvidados puedan recuperarse mucho tiempo
después de sucedidos ya que no existe ninguna prueba de que queden huellas en la memoria a escala

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria 41


cognitiva. Si esto es así, sería imposible recuperar lo que simplemente no está en ninguna parte (Diges,
1997).

La limitación de los estudios de la memoria en el ámbito experimental es que no son aplicables al


abuso sexual infantil ya que tratan casos relativos al olvido normal o manipulado de la memoria, y no al
selectivo y espontáneo, que es el que nos ocupa. Este proceso de olvido selectivo o disociación aparece
ligado no sólo a las víctimas de abuso sexual, sino a cualquier tipo de víctima, siempre que se cumplan
una serie de condiciones:

1. El suceso anómalo se ha repetido de forma crónica.

2. La víctima no tiene control, o no puede anticipar cuándo va a ocurrir el suceso estresante.

3. El suceso supone una amenaza subjetivamente percibida para la integridad física o moral de la
víctima.

4. La víctima no puede escapar del suceso.

El que se cumplan estas cuatro condiciones a la vez puede significar que cualquier acto violento,
cuando tiene lugar en el seno de la familia o entorno inmediato, puede generar procesos disociativos.
Este hecho explicaría por qué las víctimas de abuso intrafamiliar suelen manifestar más secuelas
psicológicas a largo plazo y por qué la severidad del abuso y su frecuencia son también factores de riesgo.

Es difícil que una víctima pueda escapar del suceso si éste ocurre en la familia. El grado de amenaza
reiterada percibida por el menor es lo que subyace al posible incremento en el proceso de disociación.

En definitiva, un proceso disociativo es algo más que un trastorno selectivo en la memoria. Para
Bremner (2000), las experiencias disociativas vienen acompañadas asimismo de:

– Experiencias extracorporales y otras distorsiones relativas al cuerpo (despersonalización).

– Distorsiones en la percepción visual: ver los acontecimiento como a través de un túnel, o en


blanco y negro (desrrealización).

– Fragmentación del sentido del yo (distorsión de la identidad).

Para entender cómo la disociación en la memoria acarrea la aparición de síntomas clínicos de estrés
postraumático, hay que explicar asimismo el modo en que el estrés traumático afecta a la química y la
estructura cerebral, dado que el estrés tiene efectos a largo plazo en las áreas cerebrales que intervienen
en la memoria y en los sistemas neurohormonales y neurotransmisores que median en sus respuestas.

Existen dos áreas cerebrales directamente implicadas en lo que llamamos trastorno de estrés
postraumático: el hipocampo y la corteza media prefrontal. El hipocampo juega un importante papel en
la función de la memoria. El daño inducido al hipocampo debido al estrés podría jugar un papel
determinante en los síntomas de disociación que tienen que ver con la memoria.

Por su parte, la corteza media prefrontal interviene en la modulación del valor atribuido a
determinados recuerdos, a través de la inhibición de la amígdala (que media las respuestas de miedo). Se
han observado disfunciones cerebrales en el cortex medio prefrontal en pacientes afectados de trastorno
de estrés postraumático, lo que explicaría la imposibilidad de acabar con determinadas conductas de
miedo ante ciertos estímulos en estos mismos pacientes.

Como explica Yehuda (2002), los estudios más recientes identifican la existencia de alteraciones
neuroanatómicas en la amígdala y el hipocampo en pacientes con trastorno de estrés postraumático. La

42 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria


reactividad de la amígdala y de la región anterior del sistema límbico aumentan ante ciertos estímulos
relacionados con el trauma, mientras que la actividad del cíngulo anterior y la zona orbitofrontal se
reduce. El interés de lo anteriormente expuesto reside en que estas áreas cerebrales se encuentran
implicadas en las respuestas de miedo.

Esta misma autora ha encontrado también diferencias en el funcionamiento del hipocampo, lo que
sugiere la existencia de un substrato anatómico para los recuerdos intrusivos y otros problemas cognitivos
típicos del trastorno de estrés postraumático. Algunos estudios aportan datos que parecen apoyar la
hipótesis de que el trastorno de estrés postraumático ocurre por un fallo en la reducción del impacto
biológico cuando ocurre el suceso. De ese fracaso inicial se deriva una cascada de alteraciones que
provocan una reviviscencia intrusiva del trauma y síntomas de hiperalerta. En estudios prospectivos
(Yehuda, 2002), se ha comprobado que pacientes con trastorno de estrés postraumático desarrollan
niveles más bajos de cortisol en los momentos inmediatamente posteriores al trauma. Este efecto podría
explicarse por la posible exposición anterior al hecho traumático. Las víctimas también poseen tasas
cardíacas más altas en los momentos inmediatos al suceso y una semana después.

Además de la mayor activación del sistema nervioso autónomo, los niveles más bajos de cortisol
pueden influir positivamente en el efecto de la norepinefrina, tanto a nivel cerebral como periférico, lo
que, a su vez, consolidaría el recuerdo del incidente traumático.

La activación adrenérgica en presencia de niveles bajos de cortisol facilita el aprendizaje y, en


consecuencia, el reflejo condicionado ante el hecho estresante. En personas traumatizadas podría ocurrir
que el recuerdo del suceso no sólo fuera más fuertemente codificado sino que estuviera más
estrechamente asociado a sentimientos subjetivos de afecto negativo. En cualquier caso, es el hipocampo
(o una disfunción en el hipocampo) el que tendría un efecto directo en la integración o desintegración
de los diferentes aspectos de un recuerdo en el momento de su codificación inicial (Brenmer, 2000), es
decir, cuando el suceso traumático está ocurriendo.

Así, se considera que el hipocampo es el responsable de la localización del recuerdo en un tiempo,


lugar, y contexto determinados. Del mismo modo, diversos estudios indican que algún tipo de daño en
el hipocampo podría ser el responsable de la desintegración del recuerdo y, en consecuencia, de la
aparición de los síntomas disociativos. Desde este punto de vista, la disociación, que de producirse en el
momento del trauma se considera un factor asociado a la aparición de síntomas de estrés postraumático
a largo plazo, no se entiende como un factor de riesgo, sino como el inicio del trastorno de estrés
postraumático en sí mismo.

Brenmer (2000) lanza la hipótesis de que la disociación en el momento del trauma representa la
sensación subjetiva de las personas, provocada por el deterioro del hipocampo en el momento del trauma
(dado el papel que juega el hipocampo en la codificación y en la recuperación del recuerdo).

En conclusión, se podría decir que la corteza media prefrontal es incapaz de controlar la irrupción de
recuerdos traumáticos fragmentarios en la consciencia. Estos recuerdos vienen mediados por estímulos
de la amígdala y del tálamo, de forma retroalimentaria. La amígdala, a su vez, revive el estado disociativo
en conexión con el tálamo, el hipotálamo y la corteza, influyendo en estas estructuras.

En el hipocampo se originarían entonces los recuerdos fragmentados traumáticos que influyen en la


amígdala y el tálamo, lugar donde se originarían las distorsiones de la percepción (desrrealización y
despersonalización) que, a su vez, afectan a la corteza, la amígdala y el hipocampo. La única estructura
que recibe directamente las señales sensoriales es el tálamo.

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria 43


El cortisol y la norepinefrina son las dos sustancias que se encuentran directamente implicadas en una
posible disfunción o atrofia del hipocampo. Como explica Sanmartín (2002), en una situación de alarma,
antes que un estímulo sea analizado de forma completa, la amígdala y el hipocampo darán órdenes
contrarias al hipotálamo en lo que se refiere a la inducción de secreción de corticotropina, lo que influye
en la cantidad de cortisol circulante. Cuando la cantidad de cortisol circulante es excesiva porque el
equilibrio se ha roto se pueden dañar partes del encéfalo y, en particular, del hipocampo.

4. Víctimas de abuso sexual infantil: por qué son más vulnerables en la


edad adulta
La investigación sobre el tema ha experimentado con mujeres víctimas de abuso sexual infantil y con
otro tipo de personas sujetas a catástrofes naturales y que presentan trastorno de estrés postraumático.
Casi todos los estudios concluyen que la cantidad de cortisol circulante en orina es mayor en estos
individuos que en los del grupo control.

Lo anteriormente expuesto, unido al hecho paradójico de que en el momento del trauma el nivel de
cortisol circulante es menor precisamente en aquellas personas que después van a desarrollar el trastorno
de estrés postraumático (Yehuda, 2002), plantea la existencia de una posible regulación biológica
anómala de la capacidad de hacer frente a los estímulos estresantes en personas previamente expuestas
a ellos.

Como la propia Yehuda (2002) sugiere, la habituación es el motivo de que aquellos que van a
desarrollar trastorno de estrés segreguen menos cortisol en el momento del suceso estresante, es decir,
aquellos que más cantidad de estrés han sufrido tienen menos capacidad para afrontarlo. Esto es un
hecho clínicamente constatado en pacientes psiquiátricos con antecedentes de abuso sexual infantil.

Es difícil saber, y no existen estudios al respecto, el impacto biológico que el abuso sexual infantil
tiene en las víctimas en el momento del suceso: ¿existe algún tipo de daño cerebral como se sugiere en
estudios retrospectivos realizados con adultos?; ¿hay algún equivalente biológico entre estas víctimas y
las que padecen el llamado “síndrome del zarandeo”?

5. Conclusiones
La primera conclusión que se puede extraer de lo anteriormente expuesto es la necesidad de reducir
las conductas violentas que los adultos infligen a los niños. Entre estas conductas violentas, el abuso
sexual es una de las más negativas por muchas razones, entre ellas porque los agresores suelen ser
individuos investidos de un poder social importante para el niño. El hecho de que personas que deberían
apoyar incondicionalmente el desarrollo adecuado del menor adopten una doble posición y lo
estigmaticen, provoca unos efectos de difícil superación en la autoestima y la autoimagen del menor,
alterando el normal desarrollo de su personalidad. En esta situación, la víctima se ve obligada a crecer con
una rémora impuesta desde el exterior de una forma injusta. Además, el hecho de que un niño sea
sometido a abuso sexual en la infancia aumenta su vulnerabilidad al estrés, es decir, de alguna manera
sus defensas biológicas merman, ya que el estrés postraumático implica una alteración de las estructuras
cerebrales y del funcionamiento de los neurotransmisores.

44 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria


CAPÍTULO 3

Evaluación de la credibilidad del testimonio en


supuestos de abuso sexual a menores
por Pilar de Paúl Velasco*

1. El Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA)

1.1 Introducción

Tradicionalmente se ha dudado de la veracidad del testimonio de un niño que declara haber sufrido
abusos sexuales. Este cuestionamiento se debe, en gran medida, a determinados aspectos como la
incompetencia cognitiva del menor, la alta susceptibilidad de éste a la sugestión (Ceci y Bruck, 1993) y la
incapacidad que manifiesta a la hora de diferenciar entre realidad y fantasía. Sin embargo, existen datos
que ponen en duda la validez de estos puntos de vista (Bull, 1998). Algunos autores (Poole y Lamb, 1998)
subrayan que las declaraciones falsas o inexactas no son consecuencia de los posibles déficit cognitivos
de los menores, sino del modo en que se realizan las entrevistas (cuyas respuestas pueden estar inducidas)
o de determinadas sugerencias realizadas por los adultos.

Cuando se denuncia un abuso, frecuentemente ocurre que la única prueba disponible es la


declaración del propio menor; en estos casos se hace imprescindible contar con un modo fidedigno de
evaluar si dicha declaración se corresponde o no con la realidad. Es muy importante llevar a cabo este
análisis de la forma más objetiva posible, sin enjuiciar de antemano la falsedad o autenticidad de la
declaración.

La mayoría de los menores prefiere revelar los abusos sufridos a algún adulto de su familia antes que
a un extraño. En ese momento, el adulto puede –intencionalmente, o no– introducir información sobre
algún detalle que pueda distorsionar los recuerdos del menor. Si éste no recuerda el origen de ese detalle,
podría estar convencido de haberlo experimentado realmente (Poole y Lamb, 1998).

Es evidente que los niños tienen la capacidad de mentir y de ocultar información. Bussey, Lee y
Grimbeek (1993) ponen de manifiesto la disposición de los menores a mentir cuando se lo solicita un
adulto, bien para que acuse falsamente a otro sobre un abuso sexual o bien para que oculte un abuso
que ha tenido lugar. Junto a la capacidad de los menores para mentir, hay que señalar la escasa capacidad
de los adultos para detectar esa mentira. De hecho, se puede afirmar que la capacidad de detectar el
engaño a partir de indicadores no verbales es bastante imprecisa en los adultos (Masip y Garrido, 2001).
Aunque en el caso de los contenidos verbales se supone que la precisión aumenta. Sin embargo, un
estudio de Jackson y Granhag (1997) prueba lo contrario. En él se indica que la probabilidad de que
abogados y estudiantes sean capaces de diferenciar entre las declaraciones verdaderas y las falsas
realizadas por menores no supera las meras probabilidades del azar. En este estudio se puso de manifiesto
que la precisión en la detección de declaraciones verdaderas y falsas no aumentó cuando las
declaraciones se presentaban en vídeo en vez hacerlo por escrito.

* Profesora de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. ppaulvel@psi.ucm.es.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 45


La cuestión se complica si tenemos en cuenta que la víctima de un abuso sexual no manifiesta
conductas específicas que la distingan de otro tipo de víctimas. Lamb (1994) señala que no existen
síndromes conductuales y que la presencia o ausencia de signos de estrés postraumático no es un factor
de utilidad para discriminar a las víctimas de abuso de las que no lo son. Asimismo, aunque las conductas
sexualizadas suelen ser comunes entre las víctimas de abuso, también pueden darse entre menores que
no han sufrido tales abusos, dependiendo del contexto cultural y familiar.

Si tenemos en cuenta lo anteriormente expuesto, se hace patente la necesidad de disponer de una


técnica que permita evaluar la veracidad de la declaración del menor. Este es el objetivo de la técnica
conocida con sus siglas en inglés como CBCA: Análisis de contenido basado en criterios, técnica central
del Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA).

El verdadero origen del CBCA hay que situarlo a mediados del siglo pasado. Tras la Segunda Guerra
Mundial, se produjo en Alemania una reforma del Sistema de Administración de Justicia que incluyó,
entre otros aspectos, la creación de tribunales especiales para los casos en los que la víctima y/o el agresor
fuese menor de 21 años. En aquella época se consultó a un psicólogo alemán, Udo Undeustch, sobre los
recursos existentes para evaluar la credibilidad de un testigo menor de edad. Undeustch señaló la
conveniencia de entrevistar al testigo fuera del entorno judicial, grabar esa entrevista y analizarla después.
Estas indicaciones abrieron las puertas de los tribunales a los psicólogos jurídicos alemanes. A partir de la
experiencia acumulada entrevistando testigos menores de edad, se fueron elaborando una serie de
criterios de realidad que eran indicadores de la veracidad de la declaración en los casos de abuso sexual
infantil. Undeustch fue el primero en resaltar que las declaraciones basadas en algo ocurrido realmente
diferían sustancialmente de aquéllas fruto de la imaginación (Hipótesis de Undeustch). En 1957 se
publicaron por primera vez los criterios del primero de los procedimientos: Análisis de la realidad de las
declaraciones (SRA). Este procedimiento se basa en dos conjuntos de datos: los obtenidos a través de la
entrevista en la que el menor hace su declaración formal y los de las declaraciones realizadas previamente.
Sin embargo, esta técnica no empezó a gozar de prestigio hasta los años 80, cuando Undeustch publicó
sus trabajos en inglés, y las líneas de investigación de Köhnken y Steller se unificaron con el fin de integrar
en un único sistema los diferentes criterios. A las aportaciones de estos investigadores hay que añadir las
de psicólogos forenses alemanes como Arntzen y Szewczyk, quienes recogieron información sobre casos
reales a lo largo de 30 años de investigación. De este modo, se creó el citado sistema CBCA. Steller
contactó con Raskin en Estados Unidos, quien se encargó de introducir el CBCA en aquel país. Todas estas
investigaciones confluyeron en el desarrollo del protocolo de análisis conocido como Sistema de análisis
de la validez de las declaraciones (SVA).

El planteamiento central de este protocolo es considerar que una declaración será veraz si muestra
criterios que indiquen que está basada en hechos experimentados directamente por el que declara,
independientemente de la mayor o menor precisión de tal declaración. Una declaración no será válida si
se basa en invenciones (mentiras); o si obedece a la influencia de otras personas, ya sea directa e
intencionalmente (instruyendo para que realice una declaración falsa) o indirecta y no intencionalmente
(a través de la sugestión). El SVA incluye:

• Una entrevista que no sesgue las respuestas del niño

• La aplicación de los 19 criterios del CBCA a la transcripción de la entrevista. Cuantos más criterios
se den, más veraz puede considerarse la declaración.

46 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


• El llamado “Listado de criterios de validez” que evalúa la adecuación de la entrevista, la
correspondencia entre el lenguaje empleado y el desarrollo cognitivo del niño, la ausencia de
contradicciones, etc.

1.2 La entrevista

El objetivo de la entrevista es obtener la mayor cantidad de información posible sin sesgar las
respuestas del menor. En la medida en que las circunstancias lo permitan, es aconsejable que entre el
momento de la entrevista y los hechos relatados transcurra el menor tiempo posible. Aunque los
elementos centrales del incidente de abuso se suelen recordar durante mucho tiempo, los elementos
periféricos tienden a olvidarse. Por otro lado, cuanto mayor sea la demora, mayor será la probabilidad de
que el menor haya sido entrevistado con anterioridad (por padres, policías, abogados, psicoterapeutas,
etc.) y, en consecuencia, será más posible que éstos, con sus preguntas, hayan sesgado el recuerdo
infantil.

Así, el procedimiento más efectivo es provocar la narración libre del menor para posteriormente
clarificar, a través de preguntas lo más abiertas posibles, determinados aspectos que precisen ser
aclarados. Este procedimiento es muy efectivo porque se puede obtener una mayor cantidad de
información con una menor interferencia del entrevistador.

El entrevistador debe abordar los tres aspectos clave de la entrevista:

• La hipótesis principal (la validez de las alegaciones) y las alternativas (por ejemplo; se ha
fantaseado; la alegación se debe a la venganza; las alegaciones son válidas pero hay elementos
adicionales inventados, etc.).

• Contrastar lo que dice el menor con la información adicional que se tiene del caso (se confirma;
hay elementos contradictorios; omisiones, etc.).

• Valorar si la información obtenida es suficientemente detallada y si presenta contradicciones.

Raskin y Esplin (1991), por su parte, recomiendan el siguiente tipo de preguntas:

1. Preguntas que supongan una invitación a la narración libre. Se pretende que el menor facilite
toda la información posible sobre el suceso. En los casos en los que el abuso haya sido
continuado es posible que la narración sea poco detallada. En estos casos conviene sugerirle que
aporte detalles de un episodio concreto. El entrevistador no debe referirse explícitamente al
abuso sexual ni al presunto perpetrador.

2. Preguntas focalizadas: Se centran en un episodio concreto. Sirven para completar descripciones


de acontecimientos mencionados con anterioridad.

3. Preguntas directas. Se orientan hacia algún hecho específico de un episodio. Suelen utilizarse
cuando la declaración es ambigua o inconsistente.

4. Preguntas para el contraste de hipótesis alternativas. No deben realizarse este tipo de preguntas
si la hipótesis principal tiene suficiente consistencia. Sí son útiles, sin embargo, cuando la
información que facilita el menor entra en contradicción con otras informaciones de las que ya
se dispone; cuando se ha relatado algo improbable o si se sospecha que la declaración está

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 47


influida por terceras personas. En cualquier caso, el procedimiento para este tipo de preguntas
consiste en que el entrevistador simule confusión y pida aclaraciones al menor.

5. Preguntas sugerentes. Si se introducen debe ser al final de la entrevista, ya que es fácil que
contaminen las respuestas. Su objetivo es averiguar hasta qué punto el niño es sugestionable
sobre algún aspecto o situación específica. Este tipo de preguntas hacen referencia a hechos no
creíbles o que se sabe que no han sucedido. Sin embargo, no se puede ser muy concluyente al
respecto. Puede ser que se haya dado cuenta de que el hecho no es creíble y negarlo o puede
que indique que no acepta una sugestión. Si acepta el hecho, hay que formular una pregunta
abierta. Pero con esa aceptación se tiene simplemente una información orientativa. Puede que
un menor acepte esa sugestión y que sus alegaciones sean válidas.

6. Cierre de la entrevista. Es importante, en esta etapa, liberar al menor de la carga emocional


negativa que puede experimentar y agradecerle su colaboración.

Lamb, Sternberg, Esplin, Hershkowitz y Orbach (1997) valoraron positivamente la efectividad de los
procedimientos explicados anteriormente en los casos en que estaban implicados menores de 15 años,
ya fuera como testigos, víctimas o agresores. En su estudio analizaron las grabaciones en audio de dichas
entrevistas y observaron que la conducta del entrevistador podía describirse según cinco categorías:

1. Invitaciones: Preguntas o afirmaciones que pretenden conseguir una respuesta abierta,


habitualmente para obtener más información de algún aspecto que el menor ha mencionado
anteriormente.

2. Facilitadores: Intervenciones no sugerentes que animan al menor a continuar con su declaración.

3. Observaciones directas: Centran la atención en algún aspecto ya mencionado por el menor.

4. Observaciones directivas: Centran la atención en algún aspecto que el menor no ha mencionado.

5. Intervenciones sugerentes: Aquellas en las que el entrevistador guía la respuesta del menor o
asume detalles que no se han mencionado.

Del estudio de estas entrevistas los investigadores concluyeron que las preguntas abiertas y las
invitaciones producían respuestas más largas y con más información que las preguntas directas, directivas
o sugerentes. Además, cuando en la entrevista se utilizan invitaciones por parte del entrevistador, es más
probable encontrar criterios del CBCA que cuando se utilizan facilitadores, preguntas directas, directivas
o sugerentes (Hershkowitz, Sternberg y Esplin, 1997). Dicho de otro modo, cuanto más abiertas sean las
entrevistas, mayor será la posibilidad de aplicar los criterios al contenido a fin de discriminar entre
declaraciones verdaderas y falsas. Ahora bien, esto puede llevar a cuestionarse, tal y como hacen Lamb y
otros (1997), que si la estrategia del entrevistador de utilizar invitaciones es la que provoca respuestas
ricas en los criterios, utilizar ese procedimiento en una entrevista realizada a un menor que describe
hechos falsos, daría lugar a respuestas cuyo contenido sería interpretado como válido. Los datos de
algunas investigaciones que han comparado declaraciones creíbles con declaraciones no creíbles parecen
indicar que ese peligro no existe. Por ejemplo, Orbach y Lamb (1999) señalaron que se cumplen más
criterios del CBCA en las declaraciones creíbles y que las intervenciones abiertas, directas y directivas
generaban narraciones en las que se cumplían más criterios pero sólo en el caso de los menores cuyas
declaraciones eran plausibles.

La conclusión fundamental respecto a cómo realizar la entrevista es la necesidad de utilizar preguntas


abiertas, pero no sólo para las cuestiones centrales del relato, sino también desde la fase inicial de la

48 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


entrevista, ya que cuando se utilizan preguntas abiertas en la fase introductoria se está facilitando que el
menor aporte más detalles en las preguntas abiertas que se realicen posteriormente. Como señalan
Garrido y Masip (2001) parece que el menor asume que lo que se espera de él es que sea lo más narrativo
posible. Sin embargo las preguntas abiertas tienen un problema: a veces los menores, especialmente los
más pequeños, dan respuestas breves o que aportan poca información. Algunas investigaciones indican
que frecuentemente existe una escasez de detalles sobre el contexto en el que se ha producido el abuso
(De Voe y Faller, 1999; Wood, Orsak, Murphy y Cross, 1996). En estas circunstancias, el entrevistador
debe utilizar preguntas específicas. El problema es que, si hacen referencia a algún dato que el menor no
ha codificado o no recuerda, aumenta la posibilidad de que sus respuestas puedan ser inducidas (Poole
y Lamb, 1998). En cualquier caso, cuando se emplean preguntas específicas es importante que éstas no
sean sugerentes (por ejemplo: cuéntame algo más sobre la primera vez que pasó; ¿quién estaba?, etc.).

Raskin y Esplin (1991), por su parte, señalan que el rango de edad en que los niños pueden ser
entrevistados siguiendo las pautas del SVA se sitúa entre los 2 y los 17 años, aunque advierten de la
dificultad que representa las limitadas habilidades cognitivas, sociales, verbales y atencionales de los niños
menores de 4 años, así como el amplio conocimiento sexual de los adolescentes. En cualquier caso, el
listado de criterios de validez también tiene en cuenta las características individuales del entrevistado.

En cuanto a la utilización de accesorios tales como los muñecos anatómicos existe bastante
controversia. En general, se desaconseja su uso (Yuille, 1988), aunque sí pueden utilizarse como último
recurso en casos en los que la corta edad y el nivel de desarrollo del niño no permitan la comunicación
verbal, o también con el fin de superar los problemas de timidez y vergüenza (Katz, Schonfeld, Carter,
Leventhal y Cicchetti, 1995). Los reparos existentes a la utilización de muñecos anatómicos se deben a
que se considera que estos accesorios son sexualmente sugestivos e, incluso, provocativos, y que pueden
alterar la memoria del menor. Algunos estudios consideran que los muñecos favorecían las declaraciones
inexactas en niños menores de tres años, y sugerirían la realización de juegos sexualizados que podían
interpretarse erróneamente como prueba de que el abuso había tenido lugar (Bruck, Ceci y Hembrooke,
1998). Por tanto, al carecer de la fiabilidad y validez necesarias, no existe modo alguno de llegar a una
conclusión válida a partir de cómo juega el menor con los muñecos.

En la Clínica Médico-Forense de Madrid se ha diseñado un procedimiento alternativo para abordar la


situación de los menores con un desarrollo verbal bajo, o la de los que carecen del vocabulario necesario
para explicar una supuesta situación de abuso. Este procedimiento consiste en la utilización de diversos
muñecos no anatómicos, pero con forma humana, que representan a personajes de diversas
características (adultos, niños, varones y mujeres) así como de una casa de muñecos. De este modo, en
casos extremos en que existan dudas sobre el relato del niño, se pueden utilizar estos muñecos para
representar el episodio de abuso sufrido, evitando la intromisión de la sugerencia sexual que implican los
muñecos anatómicos.

Asimismo, es imprescindible que la entrevista se grabe y, a ser posible, en vídeo. Esto permite
examinar posteriormente si se ha realizado correctamente, así como registrar literalmente su contenido y
redactar su transcripción. Además, también se evita que el menor sea sometido a interrogatorios
posteriores, reduciendo así una victimización secundaria. Cabe, no obstante, tener en cuenta que la
presencia del equipo de grabación no debe ser intrusiva. Así, si se cree necesario que otros expertos sigan
el desarrollo de la entrevista, deben hacerlo mediante un espejo unidireccional o a través de un circuito
cerrado de televisión.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 49


Antes de concluir con los aspectos relativos a la entrevista, es necesario mencionar la técnica de la
entrevista cognitiva diseñada por Geiselman y Fisher (1989/94), elaborada con el objetivo de mejorar
cuantitativa y cualitativamente la información obtenida sobre las víctimas y/o testigos. Este tipo de
entrevista consta de cuatro técnicas generales (para facilitar la recuperación de recuerdos) y de varias
técnicas específicas. Las técnicas generales son:

1. Solicitar la reconstrucción de las circunstancias (que la víctima piense en el entorno, la


iluminación, los olores, los objetos, así como lo que sentía en el momento del suceso).

2. Solicitar todos los detalles posibles (que no elimine nada en su relato, incluso cosas que crea que
no son importantes).

3. Solicitar que recuerde los hechos en un orden diferente (que repase los hechos en orden inverso,
o que empiece por el elemento que más le impresionó del suceso y de ahí prosiga hacia adelante
o hacia atrás).

4. Solicitar cambios de perspectiva (que adopte la perspectiva de otras personas presentes y piense
qué deben haber visto esas personas).

Habitualmente, el punto 1 y 2 se solicitan antes de que el sujeto narre lo ocurrido y los dos últimos
una vez el testigo ha finalizado su relato. Además de esas técnicas generales, se puede solicitar
posteriormente información más concreta sobre la apariencia física del agresor o las características de su
habla y algún dato relevante como nombres (que intente recordar un nombre repasando el alfabeto), o
números (que intente recordar cuántos dígitos, etc.).

Geiselman y Fisher (1989/1994) han subrayado la efectividad de la entrevista cognitiva en testigos


infantiles, aunque parezca menos efectiva que con adultos, quizá por las menores habilidades cognitivas
de los primeros, lo que dificulta la comprensión de algunas de las técnicas o la capacidad de contestar a
los requerimientos de un modo efectivo. En este sentido, Poole y Lamb (1998) señalan que el uso de la
entrevista cognitiva con niños menores de siete u ocho años puede plantear problemas en lo que se
refiere a la técnica de repetir recuerdos, recordar en distinto orden y hacerlo desde distintas perspectivas.
Así, cuando se pide al menor que repita lo sucedido, éste puede interpretar que su anterior respuesta no
era adecuada. Es difícil que un niño de esa edad haya desarrollado totalmente la capacidad de recordar
en distinto orden o de narrar desde distintas perspectivas.

Steller y Wellershaus (1996), por su parte, llaman la atención sobre el hecho de que la entrevista
cognitiva puede incrementar artificialmente la presencia de algunos de los criterios del CBCA. El problema
del estudio llevado a cabo por estos investigadores es que, como advierten Garrido y Masip (2001), no
comparan los resultados de las declaraciones obtenidas mediante entrevista estándar con los obtenidos
con entrevista cognitiva (comparan los resultados de la entrevista estándar con la suma de los resultados
de la entrevista estándar y la cognitiva). Por tanto, es más lógico encontrar más criterios cuando se
analizan dos declaraciones que cuando se analiza exclusivamente una. Köhnken, Schimossek,
Aschermannn y Höfer (1995) compararon las declaraciones obtenidas mediante entrevista estructurada
con las obtenidas a través de una entrevista cognitiva y concluyeron que la entrevista cognitiva no afecta
negativamente a la precisión de las clasificaciones del CBCA. Estos investigadores admiten, sin embargo,
la posibilidad de que exista un sesgo en las evaluaciones, dado que algunos criterios estaban más
presentes en las declaraciones realizadas a través de una entrevista cognitiva: “detalles
malinterpretados”, “admisión de falta de memoria”, “dudas sobre el propio testimonio”, “detalles
inusuales” y “detalles superfluos”.

50 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


Steller y Wellershaus (1996) concluyen que cuando se cuestiona la veracidad de la declaración no
debe utilizarse la entrevista cognitiva, puesto que el objetivo de ésta es incrementar la exactitud y la
cantidad de información. Sin embargo, el proceso de reconstrucción de los hechos que permite la
entrevista cognitiva puede incrementar el número de matices que afectan al criterio “cantidad de detalles
superfluos”. Al respecto, otros criterios también se verían afectados, como por ejemplo el relatar el hecho
en orden diferente, lo que afectaría al criterio “producción no estructurada”, el cambio de perspectiva,
que haría que el sujeto asumiera otro rol, etc. En definitiva, la entrevista cognitiva puede tener efectos no
deseables en el Análisis de contenido basado en criterios. En todo caso se desaconseja su utilización en
niños pequeños, por todos los inconvenientes que ya hemos referido.

1.3 El Análisis de contenido basado en criterios (CBCA)

1.3.1 Descripción del Análisis de contenido basado en criterios

El procedimiento consiste en aplicar a la transcripción verbal de la grabación de la entrevista un


conjunto de criterios que, de estar presentes, apoyan la veracidad del testimonio, es decir, confirman la
creencia de que la declaración se basa en algo directamente experimentado. Sin embargo, el psicólogo
forense debe saber que la entrevista no es una técnica de detección de mentiras y que la ausencia de los
criterios de veracidad en la declaración no implica necesariamente que el abuso no haya tenido lugar.

Partiendo de la Hipótesis de Undeutsch (las declaraciones basadas en algo ocurrido realmente


diferían sustancialmente de aquéllas fruto de la imaginación) se puede afirmar que, en general, cuando
un menor víctima de abusos explica los hechos, se dan las siguientes características: la narración se aleja
de un esquema estereotipado (lineal, ordenada y desprovista de detalles); presenta elementos
idiosincrásicos o particulares; y tiende a ser detallada. Además, normalmente se espera que los recuerdos
generados a partir de hechos vividos difieran cualitativamente de otros surgidos de fantasías o derivados
de sugerencias externas.

Steller y Khönken (1989) elaboraron un sistema de 19 criterios agrupados en 5 categorías. Esta


clasificación retomaba la anterior propuesta por Arntzen, a la que se añadieron las aportaciones parciales
de otros autores.

Categoría 1: Características generales


1. Estructura lógica
2. Elaboración no estructurada
3. Cantidad de detalles

Categoría 2: Contenidos específicos


4. Incardinación en contexto
5. Descripción de interacciones
6. Reproducción de conversaciones
7. Complicaciones inesperadas durante el incidente

Categoría 3: Peculiaridades del contenido


8. Detalles inusuales
9. Detalles superfluos

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 51


10. Incomprensión de detalles relatados con precisión
11. Asociaciones externas relacionadas
12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor
13. Atribuciones al estado mental del agresor

Categoría 4: Contenido relacionado con la motivación


14. Correcciones espontáneas
15. Admisión de falta de memoria
16. Dudas sobre el propio testimonio
17. Autodesaprobación
18. Perdón al agresor

Categoría 5: Elementos específicos de la agresión


19. Detalles característicos

Los criterios referidos a la Categoría 1 Características generales, se aplican al conjunto de la


declaración, y evalúan la coherencia y la cantidad de información aportada. La declaración será
considerada de baja calidad si no se dan criterios de este grupo. A diferencia de lo que ocurre con el resto
de las categorías, cuyos criterios se puede analizar teniendo en cuenta fragmentos del testimonio
transcrito, para calificar los tres criterios de esta categoría deberemos considerar el testimonio del menor
en su totalidad:

1. Estructura lógica. Este criterio se cumple cuando el testimonio tiene sentido global, es decir,
lógica y coherencia interna, y sus diferentes partes no son contradictorias sino que se combinan
en un todo. Hay que tener en cuenta que ni el criterio 7 “complicaciones inesperadas durante el
incidente” ni el criterio 8 “detalles inusuales” tienen por qué interferir necesariamente en la
estructura lógica. Hay que señalar que una declaración basada en un esquema y no en lo
directamente experimentado suele presentar también una estructura lógica. Las variables que
influyen en la estructura lógica son: el tiempo que transcurre entre el momento en que el
episodio ocurre y el momento de la declaración, el número de veces que el menor lo ha relatado
y la complejidad del suceso.

Steller y Köhnken (1989/1994) añaden que en el caso de testimonios especialmente amplios, se


debe examinar con detenimiento su consistencia lógica y homogeneidad contextual. El criterio
de homogeneidad se cumple cuando los diferentes detalles en una declaración describen el
mismo curso de sucesos.

2. Elaboración no estructurada. Este criterio se cumple cuando la información específica sobre el


abuso se encuentra dispersa a lo largo de la declaración, desde el principio hasta el final. Por
contraste, las historias inventadas suelen ser más lineales y estructuradas, ya que se basan en un
esquema o script. De este modo, cabe esperar que los testimonios inventados y las fantasías se
ajusten a un tipo de presentación continua y rígida; no se alteren desde la primera declaración
(ni siquiera para mejorarla); presenten una narración cronológica (sin digresiones); y el testigo se
esfuerce en demostrar las conexiones causales. Por el contrario, es probable que la narración

52 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


basada en la experiencia directa sea desestructurada y poco lineal; presente digresiones
cronológicas y posea elementos que no apoyen la declaración, aunque se presenten
yuxtapuestos a ella (estos son los “detalles superfluos” y los contextuales). Este criterio,
combinado con el anterior, caracteriza a las declaraciones válidas, desde el punto de vista de la
investigación actual. Es decir, para que se cumpla este criterio es necesario que, a pesar de la falta
de estructura lineal, se puedan unir los fragmentos formando un todo coherente y estructurado
lógicamente. Un psicólogo forense con experiencia sabe que a veces pueden aparecer elementos
importantes o novedosos de la declaración justo al final de la entrevista. De ahí el interés de
respetar hasta el final de la entrevista el principio de relato libre sin sugerencias

3. Cantidad de detalles. La abundancia de detalles en una declaración se da cuando, por ejemplo,


se describe el lugar exacto en que el incidente tuvo lugar, los distintos aspectos de las personas,
o cuando se relata la sucesión de acontecimientos paso a paso (Steller y Köhnken, 1989/1994);
todo ello apunta a la veracidad de la historia, ya que para la mayoría de las personas es difícil
elaborar un relato falso con muchos detalles. Al respecto, sólo debe contabilizarse cada detalle
una vez, independientemente de las veces que el entrevistado lo cite.

Los criterios englobados en la Categoría 2 Contenidos específicos no se refieren a la declaración


como un todo, sino a elementos concretos que pueden aparecer en algunas partes del testimonio;
atienden, principalmente, a la presencia o fuerza de ciertos tipos de descripciones. Este grupo de criterios
se centra en la evaluación de la capacidad cognitiva de los menores. A este respecto se considera que en
las declaraciones inventadas estos contenidos no se presentarán, dadas las limitaciones cognitivas de los
menores.

4. Incardinación en contexto o adecuación contextual. Los sucesos reales se enmarcan en unas


coordenadas espaciales y temporales , así que este criterio evalúa si el contenido de la declaración
encaja en estas coordenadas, es decir, atiende a las alusiones que hace el menor a momentos y
lugares concretos (sucesos diarios, hábitos, familiares, conocidos o relaciones de vecinos). En una
declaración falsa no se espera que se mencionen detalles periféricos de esta índole (Steller y
Köhnken, 1989/1994). Sin embargo, no se puede esperar que toda declaración creíble cumpla
este criterio ya que un relato de un suceso corto que no guarda relación directa con el abuso
puede relatarse sin especificaciones ni de espacio ni de tiempo. Dentro de este criterio hay que
tener en cuenta que a los niños pequeños les resultará más difícil aportar un testimonio que
contenga este tipo de detalles contextuales.

5. Descripción de interacciones. Este criterio se cumple cuando en la declaración se hace


referencia a las acciones y reacciones del testigo y del agresor. Raskin y Esplin (1991) señalan que,
como mínimo, deben describirse al respecto tres elementos: una acción, la reacción a la misma
y otra acción en respuesta a esta última (Steller y Köhnken, 1989/1994).

6. Reproducción de conversaciones. Este criterio difiere del anterior en que, para que se cumpla,
es necesario no sólo mencionar una interacción verbal, sino también reproducir alguna parte de
esa interacción verbal (en forma de diálogo en estilo directo). En ocasiones este criterio puede
resultar muy revelador porque el menor reproduce el lenguaje del agresor, incluye razonamientos
utilizados por éste así como expresiones o palabras de uso poco común en un menor. No es

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 53


necesario que exista réplica en el diálogo, pero sí que se distingan los distintos interlocutores. En
este sentido, Steller y Köhnken (1989/1994) consideran que las insinuaciones del agresor que el
niño relata, pero que no entendió en su momento, son ejemplos bastante sólidos de este criterio.

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente. Este criterio se cumple si en la declaración


aparecen detalles relativos a situaciones imprevistas que surgieron en el momento del suceso
descrito: las interrupciones repentinas, o los problemas o dificultades que detuvieron el curso
habitual o la finalización natural del episodio de abuso (por ejemplo, que alguien llamara a la
puerta). La limitación de este criterio es que las complicaciones descritas pueden no ocurrir en un
episodio de abuso real, y por tanto, su ausencia en la declaración no aporta información sobre
la veracidad o no de ésta.

Los criterios incluidos en la Categoría 3 Peculiaridades del contenido hacen referencia a aspectos
cualitativos de la descripción que, a juicio de Steller y Köhnken (1989/1994), están más acentuados en
las declaraciones que estén basadas en experiencias vividas. Son aquellas características que aumentan la
concreción, viveza y calidad del contenido verbal, y que pueden aparecer en distintos puntos de la
declaración.

8. Detalles inusuales. En acusaciones inventadas es poco probable que se mencionen este tipo de
detalles: aspectos concretos mencionados por el menor en relación con el agresor, referencia a
objetos, etc., que puedan resultar sorprendentes o extraños, aunque no irreales. Este criterio
puntúa cuando el menor es capaz de aportar un dato sobre el abuso que parece poco frecuente
y que se considera muy por encima de la capacidad de invención del menor, sobre todo en el
caso de los niños pequeños.

9. Detalles superfluos. Este criterio se refiere a la mención de elementos que no forman parte del
curso de los acontecimientos abusivos, sino que son periféricos y poco relevantes para apoyar la
acusación. Normalmente, al mentir no se inventan detalles irrelevantes que no contribuyan a
afirmar el suceso.

10. Detalles descritos con precisión e inadecuadamente interpretados. Este criterio se cumple
cuando el menor da detalles del episodio que están más allá de su comprensión debido, por
ejemplo, a sus escasos conocimientos sexuales (en su declaración puede confundir los gemidos
del agresor con dolor o el semen con orina).

11. Asociaciones externas relacionadas. Este criterio se cumple cuando en la declaración se


realizan referencias a otros acontecimientos o conversaciones de tono sexual fuera del episodio
específico. Por ejemplo, conversaciones previas, o posteriores, entre el agresor y el testigo, o
entre éste y una tercera persona. Es uno de los criterios que presenta mayor dificultad en lo que
se refiere a su descripción. Steller y Köhnken (1989/1994) explican que, en el relato de una
relación incestuosa, este criterio puede estar presente si el testigo (la hija) describe una
conversación con el acusado (el padre) en la que hablaron de las experiencias sexuales de la hija
con otras parejas. La asociación es externa al suceso, pero está relacionada con su contenido.
Otro ejemplo puede ser cuando el agresor habla a la víctima de futuras experiencias sexuales que
aún no se han llevado a cabo entre ellos, y lo hace fuera del contexto de la agresión, ya que si
se diera en el contexto de la agresión estaríamos ante conversación y/o interacción.

54 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor. Este criterio se cumple cuando en la
declaración se describen pensamientos y sentimientos de la víctima durante el incidente (miedo,
asco, pensar cómo escapar mientras el suceso ocurre, etc.). Para la evaluación de este criterio hay
que tener en cuenta el desarrollo de las emociones y sus cambios durante el curso de los
acontecimientos abusivos.

13. Atribuciones al estado mental del agresor. Este criterio es similar al anterior, pero referido a
los pensamientos, sentimientos y motivos que el menor atribuye al supuesto autor del abuso. El
estado mental, así como las reacciones afectivas y fisiológicas del agresor suelen aparecer en el
testimonio con las siguientes expresiones: “estaba nervioso”, “le temblaban las manos”,
“respiraba muy fuerte”, etc.

Los criterios adscritos a la Categoría 4 Contenidos relacionados con la motivación se basan en las
causas que llevan al menor a hacer la declaración. De este modo, si el testimonio es falso se omitirán
determinados elementos que lo debiliten. Sin embargo, cabe tener en cuenta (Bekerian y Dennet, 1992)
que un menor que dice la verdad puede también obviar ciertos detalles del relato que, a su juicio,
indiquen falta de seguridad en lo que narra. Los criterios de este grupo, como se mencionará más
adelante, tienen una baja fiabilidad interjueces, quizá debido a que se pasen por alto en el transcurso de
la entrevista, más que a la falta de claridad de las definiciones. Se denominan “criterios de credibilidad”
porque se evalúan exclusivamente con el contenido verbal de las declaraciones del testigo.

14. Correcciones espontáneas. Son las rectificaciones o apostillas que el menor realiza de forma
espontánea durante la entrevista. De producirse se pone en duda que el relato sea
completamente ficticio o que esté influido por una tercera persona ya que, normalmente, una
persona que miente no varía su testimonio, ni siquiera para mejorarlo. Este criterio no se aplica
cuando una corrección o añadido no es espontáneo, sino que es consecuencia de la influencia o
de las sugerencias del entrevistador.

15. Admisión de falta de memoria. Este criterio es muy similar al anterior (Steller y Köhnken,
1989/1994). Las personas que aportan deliberadamente testimonios falsos responden
íntegramente a las preguntas y no admiten el olvido de ciertos detalles. Por tanto, si un testigo
confiesa no recordar algún dato es una prueba de la credibilidad del testimonio.

16. Plantear dudas sobre el propio testimonio. Steller y Köhnken (1989/94) toman como
referencia la idea de Undeutsch de que plantear dudas sobre la exactitud del propio testimonio
es un indicio de su veracidad. Es lógico pensar que una persona que está intentando ser creíble
cuando miente no planteará dudas sobre la credibilidad de su declaración.

17. Autodesaprobación. El hecho de mencionar detalles autoincriminatorios y desfavorables en


una declaración también indica la veracidad de la misma. Undeutsch afirma que la autocrítica
sobre la propia conducta favorece la credibilidad del testigo. Esta confesión no se espera en el
testimonio que pretende incriminar falsamente al acusado (Steller y Köhnken, 1989/1994).

18. Perdonar al autor del delito. Si una declaración tiende a favorecer al acusado (se añaden
explicaciones o exoneraciones de su conducta), o si el testigo no hace uso de su posibilidad de
incriminarlo en otras acciones, debe considerarse como una indicación de la veracidad de la
declaración.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 55


La Categoría 5 engloba un sólo criterio: Elementos específicos de la agresión. Este criterio evalúa la
aparición o no de los detalles propios de un episodio de abuso sexual. Aquí nos estamos refiriendo a
detalles que son los habituales en la dinámica abusiva y que de alguna forma contrarían el común
conocimiento que tienen sobre el abuso sexual infantil las personas que no son expertas en estos temas.

19. Detalles característicos. Este criterio hace referencia al contenido de detalles que son
especialmente relevantes desde un punto de vista criminal. Por ejemplo, una descripción de una
relación incestuosa en la que la víctima no opone resistencia, que se describe como larga y
continuada y que comenzó con conductas sexuales inocuas (elementos habituales en este tipo
de abuso), puede parecer poco veraz a las personas que no están familiarizadas con los datos
empíricos existentes sobre este tipo de delito sexual, pero para los expertos constituye un signo
de credibilidad. Otros detalles característicos son, por ejemplo, el secretismo impuesto al niño;
los intentos por implicarlo en la acción a cambio de regalos, atención y afecto; la sustitución de
las figuras paternas por parte del abusador; las argumentaciones sobre lo inocuo y normal del
abuso sexual, etc.

1.3.2 Aplicación

El análisis de la veracidad del suceso debe realizarse sobre la transcripción de la entrevista. Se deben
tener en cuenta solamente los contenidos referidos al incidente sexual. Las informaciones que se repiten
sólo se contabilizan una vez. También hay que tener en cuenta que una misma información puede
aplicarse a más de un criterio (por ejemplo, es habitual que la información que sirve para el criterio
“descripción de interacciones” se ajuste también al criterio “reproducción de conversaciones”).

Steller y Köhnken (1989/1994) señalaron la existencia de dos opciones para evaluar los resultados de
la entrevista: la primera consiste en tomar decisiones dicotómicas sobre la presencia o ausencia de los
criterios; la segunda en valorar el grado en que se considera que cada criterio está presente.
Habitualmente se diferencia la ausencia (0 puntos), la presencia (1 punto) o la fuerte presencia (2 puntos)
del criterio. Obviamente, este segundo procedimiento hace más difícil la aplicación y merma la fiabilidad
interjueces. Ahora bien, facilita la interpretación ya que cuantos más criterios y con más fuerza aparezcan,
mayor veracidad tendrá la declaración.

En cualquier caso, la evaluación de la entrevista deben llevarla a cabo dos psicólogos expertos que
analizarán rigurosa e independientemente cada uno de los criterios para tomar una decisión global de la
validez del testimonio. Posteriormente ambos psicólogos deben hacer una puesta en común de las
evaluaciones y conclusiones. El informe final es producto del acuerdo interjueces.

A la hora de llevar a cabo el análisis global, Steller y Köhnken (1989/94) advierten que la calidad del
contenido de la declaración depende de las capacidades cognitivas del testigo y de la naturaleza del
suceso. Cuanto mayores sean las capacidades cognitivas y menor sea la complejidad del suceso, más
difícil será el análisis de la declaración basado en criterios. Un resultado positivo derivado de la presencia
de varios criterios puede ser irrelevante si las capacidades cognitivas y verbales del testigo están altamente
desarrolladas. Del mismo modo, un resultado negativo debido a la ausencia de determinados criterios es
poco significativo si el suceso es muy breve y poco complejo. Por otra parte, la cantidad de criterios que
se cumplen depende de la extensión de la declaración, lo cual indica de nuevo la importancia de que la
entrevista se realice adecuadamente.

56 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


1.3.3 Investigaciones sobre el CBCA

Garrido y Masip (2001) han analizado las diferentes investigaciones que desde los años 80 se han
venido realizando sobre los criterios del CBCA. Estos autores han clasificado los estudios dependiendo de
si eran experimentos de laboratorio o estudios de campo con casos reales. En el caso de los experimentos
de laboratorio, se cuenta con la certeza de la autenticidad o falsedad de la declaración, sin embargo,
presentan el inconveniente de que los casos carecen de realismo. En el segundo tipo, el problema
principal es que se carece de la certeza de si la declaración es verdadera o falsa. Este hecho implica la
necesidad de incluir casos en los que hay otras pruebas que confirman inequívocamente la declaración
(por ejemplo, informes médicos, confesiones, declaración incriminatoria de otro testigo, etc.). Por otro
lado, en muchos casos reales se carece de grabación de la entrevista o, si existe, no es accesible. Por
último, también puede darse la circunstancia de que la entrevista no se haya conducido correctamente;
en ese caso no se podrían aplicar los criterios.

Los autores también diferencian los estudios que han revisado en función de si el objetivo era analizar
la fiabilidad, la validez u otros aspectos. Este capítulo se referirá únicamente a los estudios que han
aportado resultados relevantes y, dadas las características de la investigación, se centrará exclusivamente
en los estudios con casos reales.

1. El estudio de Litman y Szewczyk (1983), citado en Steller y Köhnken (1989/1994), analiza


mediante el CBCA, 173 declaraciones de abuso sexual de menores de entre 5 y 18 años, concluyendo
que el 42% podía considerarse sinceras, el 35% engañosas y el 23% restante parcialmente sinceras.
Estos investigadores desestimaron este último grupo y analizaron la distinta frecuencia con la que se
presentaban los criterios en los dos primeros tipos de declaraciones. Entre las conclusiones principales se
observó que algunos criterios aparecían con la misma frecuencia en las declaraciones sinceras y en las
engañosas. Otro problema que encontraron es la baja frecuencia de algunos criterios (“correcciones
espontáneas” y “cantidad de detalles”).

2. Esplin, Boychuk y Raskin (1988) también analizaron la validez del CBCA en casos reales, que
diferenciaron en confirmados y no confirmados. Para ello utilizaron un método que les permitió evitar el
procedimiento circular del estudio anterior (Litman y Szewczyk diferencian las declaraciones sinceras de
las engañosas aplicando el CBCA y posteriormente analizan la presencia de los criterios). Esplin y otros
(1988), sin embargo, consideran que el caso está confirmado cuando existe algún criterio como la
confesión del agresor, informes médicos o la declaración incriminatoria de otros testigos. Los casos que
se consideraron no confirmados presentaban características como: ausencia de informes médicos,
desestimación judicial, informe psicológico sobre la baja probabilidad de que se hubiera dado el abuso y
resultados de polígrafo indicando la inocencia del agresor. De este modo, aplicaron el CBCA a 20 casos
considerados confirmados y a 20 considerados no confirmados, puntuando los criterios como ausentes
(0 puntos), presentes (1 punto) o fuertemente presentes (2 puntos). La media para los casos confirmados
fue del 24,8 y para los no confirmados de 3,6. Los criterios que tenían un mayor poder de discriminación
fueron: “detalles inusuales” y “detalles superfluos”, “correcciones espontáneas”, “elaboración no
estructurada”, en primer lugar, y “descripción de interacciones”, “reproducción de conversaciones” y
“complicaciones inesperadas durante el incidente”, en segundo. Los menos discriminatorios, por
presentarse con baja frecuencia incluso en las declaraciones confirmadas, fueron la “incomprensión de
detalles narrados con precisión”, “asociaciones externas relacionadas”, “levantar dudas sobre el propio
testimonio” y “autodesaprobación”. Wells y Loftus (1991) señalaron que entre sus limitaciones se
encontraban, por ejemplo, la posible influencia de las diferencias de edad entre los casos confirmados y

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 57


los no confirmados (las edades iban de 3 años y medio a 17 y había más declaraciones de menores de 5
años en el grupo de no confirmados) y el empleo de un solo psicólogo evaluador, lo que no permite
calcular la fiabilidad interjueces.

3. Boychuk (1991), por su parte, clasificó los casos en tres grupos: “claramente confirmados”
(confesión, evidencia médica y condena), “fuertemente confirmados” (confesión y condena) y “muy
dudosos” (ausencia de evidencia médica, resultado de inocencia en el test del polígrafo, ausencia de
confesión, evaluación de expertos indicando que el abuso probablemente no había ocurrido y
desestimación del caso en los tribunales). Posteriormente, agrupó a los dos primeros y descubrió que 13
de los 19 criterios del CBCA estaban más presentes en éstos dos que en el grupo dudoso. Estos 13
criterios fueron: los tres de características generales, los cuatro de contenidos específicos, cinco de los
criterios referidos a particularidades del contenido (“detalles inusuales”, “detalles superfluos”,
“asociaciones externas relacionadas”, “alusiones al estado mental subjetivo del menor” y “atribuciones
al estado mental del agresor”) y los criterios “correcciones espontáneas” y “perdón al agresor”, del grupo
de contenidos referentes a la motivación.

4. Anson, Golding y Gully (1993) examinaron la fiabilidad interjueces mediante un estudio de campo
de las declaraciones realizadas en 23 casos reales de abuso sexual en los que se consideraba confirmada
la culpabilidad del acusado. De 2 a 4 evaluadores familiarizados con la aplicación del CBCA analizaban
las grabaciones de las declaraciones. Cada evaluador analizaba aproximadamente la mitad de las
grabaciones. Utilizaron tres procedimientos para medir la fiabilidad: proporción de acuerdo, índice Kappa
de Cohen y coeficiente de acuerdo del error aleatorio de Maxwell (RE). Este último estadístico asume que
los aciertos debidos al azar pueden darse por igual en las decisiones de presencia y en las de ausencia.
En función de este coeficiente, los autores agruparon los criterios en tres grupos. El primero estaba
formado por aquellos que presentaban una fiabilidad adecuada (RE>.50), “perdón al agresor”, “dudas
sobre el propio testimonio”, “atribuciones al estado mental del agresor”, “incomprensión de detalles
relatados con precisión”, “autodesaprobación”, “reproducción de conversaciones”, “cantidad de
detalles”, “estructura lógica” y “complicaciones inesperadas durante el incidente”; el segundo, por los
criterios que presentaban una fiabilidad marginal (.30>RE <.50), “detalles superfluos”, “incardinación en
contexto”, “detalles inusuales” y “correcciones espontáneas”; y el tercero por los que presentaban una
fiabilidad inadecuada (RE<.30), “admisión de faltas de memoria”, “asociaciones externas relacionadas”,
“descripción de interacciones”, “alusiones al estado mental subjetivo del menor”, “producción no
estructurada” y “detalles característicos”. Estos investigadores también encontraron que la edad en el
momento de la entrevista correlaciona con seis de los criterios: “estructura lógica”, “adecuación
contextual”, “descripción de interacciones”, “reproducción de conversaciones”, “perdonar al agresor “y
“detalles característicos”. Uno de los problemas del estudio es que aplican el CBCA a los vídeos y no a
las transcripciones, como suele hacerse en casos reales.

5. Lamers-Winkelman y Buffing (1996), por su parte, estudiaron el efecto de la edad del menor en
la presencia de los criterios del CBCA. Para ello, trabajaron con las declaraciones de niños con edades
comprendidas entre los 2-3 años hasta los 9-11 y hallaron que, en los casos de niños más pequeños, se
presentaban con menor frecuencia los criterios: “incardinación en contexto”, “descripción de
interacciones”, “reproducción de conversaciones”, “detalles superfluos”, “admisión de falta de
memoria” y “detalles característicos”. Los datos encajan con los estudios sobre el desarrollo cognitivo,
aunque podrían estar contaminados por el hecho de no diferenciar declaraciones verdaderas de las falsas.

58 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


6. En el estudio de Horowitz, Lamb, Esplin, Boychuk, Krispin y Reiter-Lavery (1997) tres observadores
entrenados en el CBCA analizaron cien transcripciones de casos reales de abuso en dos momentos
diferentes. La segunda evaluación se producía aproximadamente siete meses después de la primera. Se
calculó la fiabilidad interjueces y la fiabilidad test-retest. Los criterios que presentaron una mayor
fiabilidad interjueces fueron: “estructura lógica”, “incomprensión de detalles relatados con precisión”,
“dudas sobre el propio testimonio”, “autodesaprobación” y “perdón al agresor”. Los que presentaron
menor fiabilidad fueron: “admisión de falta de memoria”, “detalles superfluos” y “correcciones
espontáneas”. Para calcular la fiabilidad test-retest emplearon el porcentaje medio para cada criterio
(promediado para los tres evaluadores). Esta fiabilidad resultó alta (porcentajes medios de acuerdo entre
el 74% y el 98%), aunque los índices más bajos correspondieron a: “correcciones espontáneas”,
“admisión de falta de memoria” y “detalles característicos”. Los autores plantearon que algunos criterios
que presentaban una baja fiabilidad interjueces deberían ser eliminados o descritos de forma más precisa:
“detalles superfluos”, “admisión de falta de memoria”, “correcciones espontáneas”, “detalles
inusuales” y “asociaciones externas relacionadas”.

7. Lamb, Sternberg, Esplin, Hershkowitz, Orbach y Hovav (1997) realizaron un estudio de campo con
98 entrevistas a víctimas de abuso sexual provenientes de archivos legales de Israel. En función de la
información disponible, clasificaron los casos en un continuo: desde muy probable hasta bastante
probable, cuestionable, bastante improbable y muy improbable. Es su estudio sólo utilizaron 14 criterios
del CBCA. Las mayores puntuaciones se obtuvieron en el grupo de declaraciones “muy probables”. Los
criterios que diferenciaban las declaraciones plausibles (muy probables y probables) de las no plausibles
(bastante improbables y muy improbables) fueron “elaboración no estructurada”, “cantidad de detalles”,
“incardinación en el contexto”, “descripción de interacciones” y “reproducción de conversaciones”.

Como principales conclusiones de estos estudios cabe señalar que los criterios que tienen más poder
discriminatorio son: “cantidad de detalles”, “incardinación en el contexto”, “reproducción de
conversaciones” y “elaboración no estructurada”, ya que estos criterios estaban más presentes en las
declaraciones verdaderas que en las falsas (Esplin y otros, 1988; Boychuk, 1991; Lamb y otros, 1997). Por
el contrario, entre los criterios menos discriminatorios estaba la “autodesaprobación”. Otros criterios
poco útiles a la hora de dar por verdadera una declaración son: “atribuciones al estado mental del
agresor” y “dudas sobre el propio testimonio”.

No obstante, en general, el sistema presenta una fiabilidad interjueces adecuada (Horowitz y otros,
1997). También los estudios confirman que las declaraciones de los menores de más edad son más ricas
en criterios (Boychuk, 1991; Horowitz y otros, 1997).

De esta línea de investigación también hay que destacar que se incrementa la precisión al utilizar el
CBCA para evaluar la credibilidad cuando se analizan las transcripciones en lugar de la información
audiovisual. Como señalan Garrido y Masip (2001), el CBCA fue creado para aplicarse a transcripciones
y el uso del vídeo supone un riesgo de contaminación de los evaluadores, ya que pueden verse influidos
por la información no verbal.

1.4 Listado de criterios de validez

A pesar de que en algunos estudios sólo se emplean los 19 criterios del CBCA, para completar la
valoración del testimonio es necesario tener en cuenta otros criterios que constituyen el denominado
“Listado de criterios de validez”. Su aplicación supone valorar 11 aspectos diferenciados en 4 categorías:

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 59


Características psicológicas
01. Lenguaje y conocimientos adecuados
02. Adecuación del afecto
03. Susceptibilidad a la sugestión

Características de la entrevista
04. Preguntas sugestivas, directas o coercitivas
05. Adecuación global de la entrevista

Motivación para informar en falso


06. Motivos para declarar
07. Contexto de la revelación o informe original
08. Presiones para informar en falso

Cuestiones de la investigación
09. Consistencia con las leyes de la naturaleza
10. Consistencia con otras declaraciones
11. Consistencia con otras pruebas

Estas cuatro categorías pretenden valorar los resultados obtenidos al aplicar el CBCA con el fin de
alcanzar una conclusión definitiva respecto a la validez, o no, de la alegación (Raskin y Esplin, 1991). El
primer grupo de criterios hace referencia a las características psicológicas del menor:

1. Lenguaje y conocimientos adecuados. Hay que tener en cuenta si las habilidades cognitivas
del entrevistado, sus expresiones y el conocimiento que muestra, encajan con lo habitual para su
edad y experiencia. Para valorar adecuadamente este aspecto, se debería llevar a cabo una
evaluación de las capacidades cognitivas del menor con el fin de averiguar si ha tenido acceso a
informaciones de naturaleza sexual.

2. Adecuación del afecto. Este apartado tiene en cuenta si las expresiones emocionales durante
la entrevista son las predecibles en esta situación. Este aspecto es problemático. Garrido y Masip
(2001) señalan que no siempre está claro cuál es la reacción emocional que cabe esperar. En
ocasiones se considera que las víctimas deben presentar una alta expresividad emocional, aunque
también es adecuado un estilo inhibido. Por otro lado, hay que tener en cuenta la dificultad para
detectar una expresión emocional simulada.

3. Susceptibilidad a la sugestión. Se debe valorar de forma orientativa si durante la entrevista el


menor ha aceptado sugestiones del entrevistador o ha realizado preguntas que le indicaran qué
debía decir. Como ya se comentó al hablar de la entrevista, el aceptar una sugestión no indica
que la alegación no sea válida.

El siguiente grupo de información se refiere a las características de la entrevista:

4. Preguntas directivas, sugestivas o coercitivas. La razón para tener en cuenta este aspecto es
que las preguntas de este tipo pueden influir sobre el contenido de la declaración.

60 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


5. Adecuación global de la entrevista. Consiste en evaluar si la entrevista ha seguido las
directrices del Sistema de análisis de la validez de las declaraciones.

Respecto a la motivación para informar en falso, hay que tener en cuenta los siguientes criterios:

6. Motivos para declarar. Valorar si con la información que se tiene del caso puede pensarse que
hay razones que justifiquen una acusación falsa.

7. Contexto de la revelación o informe original. Si es el menor el que revela la información a


alguien de su entorno, la validez se ve reforzada, en comparación con situaciones en las que es
un adulto el que revela el hecho, sobre todo si éste puede beneficiarse del testimonio.

8. Presiones para informar en falso. Valorar la posible influencia ejercida sobre el menor (a través
de la sugestión, la inducción o la presión psicológica) para que realice la declaración.

El último grupo de criterios a tener en cuenta son las cuestiones de la investigación:

9. Consistencia con las leyes de la naturaleza. Si los acontecimientos descritos son realistas o
si, al ser contrarios a las leyes de la naturaleza, indican que son producto de la fantasía.

10. Consistencia con otras declaraciones. Si algún elemento central contradice otras
declaraciones del menor o de otros testigos. Al respecto, hay que advertir que si el menor ha
aprendido de memoria una historia falsa, sus declaraciones pueden ser idénticas. Por otra parte,
cuando un menor relata en más de una ocasión hechos que realmente ha vivido, tampoco hay
que esperar que la consistencia sea total, pero al menos, se darán puntos en común en el
acontecimiento central, el papel que desempeñó el menor y el lugar de los hechos.

11. Consistencia con otras pruebas. Es necesario contrastar la información obtenida en la


entrevista con otros datos del caso (pruebas médicas, pruebas de que el presunto agresor no
podía estar dónde el menor dice, etc.).

1.5 Conclusiones

Antes de emitir una valoración final sobre el testimonio, hay que tener en cuenta, además de la
información obtenida a través del CBCA y del listado de criterios de validez, toda la información adicional
del caso: documentación, valoración del estado psicológico y emocional, observaciones conductuales,
gestos que acompañan a la descripción del acto, historia familiar, etc. Una vez se hayan tenido en cuenta
los datos, se debe determinar la credibilidad global del testimonio. Las posibilidades para expresar esa
valoración final se ajustan a las siguientes cinco categorías: muy probablemente creíble, probablemente
creíble, indeterminado, probablemente increíble, muy probablemente increíble.

Como puede observarse, para aplicar el Sistema de análisis de la validez de las declaraciones es
necesario disponer de la suficiente cantidad de información al respecto aunque, en situaciones reales de
abuso, esto no siempre es posible. A este respecto cabe señalar que existen algunos impedimentos con
los que puede encontrarse el evaluador, como por ejemplo, las imposibilidad legal para desarrollar
adecuadamente el procedimiento de la entrevista o para acceder a más información sobre el caso.

A pesar de todo ello, las ventajas del sistema son claras. El CBCA integra aproximaciones diferentes
a la hora de valorar el testimonio: en una primera fase se considera el testimonio en su totalidad y,

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 61


posteriormente, se centra la atención en aspectos específicos del mismo. El método permite, además,
disponer de una estructura clara para analizar el testimonio así como las conclusiones.

Por último, hay que recordar que este sistema es un medio para analizar el testimonio, no un detector
de mentiras. Así, este método permite evaluar si un determinado caso se ajusta a los criterios que se han
dado en casos reales de abuso sexual. Además, hay que tener en cuenta que el concepto de “verdad”
en esta técnica se concibe de diferentes formas al igual que en otras que se basan en el análisis de
contenidos. Una de estas formas, es diferenciar los relatos que provienen de hechos reales de los que
provienen de hechos imaginarios. Otro modo es considerar la intención de decir la verdad y la intención
de mentir del entrevistado y un tercero se centra en distinguir entre los relatos que contienen información
correcta y aquéllos que contienen errores. Estos planteamientos no son mutuamente excluyentes, pero si
se pone el énfasis en la coherencia entre lo narrado y los hechos reales, es posible que determinados
errores, intencionados o no, se asocien a testimonios ficticios o falsos. Esto implicaría que el testimonio
de un menor que intencionalmente declara en falso no se diferenciaría de aquel en el que,
espontáneamente, se aporta una información falsa (Bekerian y Dennet, 1992).

De todos modos, como advierten Raskin y Seller (1989), a medida que las habilidades cognitivas de
un testigo se incrementan debido a su edad, nivel educativo, factores sociodemográficos, etc., y la
complejidad de los hechos disminuye, la aplicación del sistema produce resultados menos concluyentes.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la fase de la entrevista es fundamental ya que el número de
criterios que se cumplen depende de la cantidad de información que aporte el menor, y ésta, a su vez,
de la técnica empleada en la entrevista. Por último, como ya se ha señalado, existen criterios que plantean
dificultades por su baja fiabilidad interjueces. Como señala Sporer (1997), la validez de los criterios
también se ve amenazada por el hecho de que el evaluador puede verse inclinado a apreciar la presencia
de uno de los criterios al haber observado la presencia de otro. Por ejemplo, si aparece el criterio
“cantidad de detalles” es más fácil para el evaluador apreciar el criterio “detalles superfluos”, lo que
sugiere que algunos criterios covarían entre sí más que otros. Este mismo autor señala que algunos
criterios presentan dificultades a la hora de contabilizarlos. Por ejemplo, el criterio “incardinación en
contexto” hace referencia a si el menor menciona o no elementos espaciales y temporales relacionados
con la vida cotidiana. Al no diferenciar, en la clasificación, las referencias espaciales de las temporales, no
queda claro si el criterio debe codificarse si aparecen los dos aspectos o si con mencionar uno sólo es
suficiente. Esto apunta a la necesidad de una definición más precisa de los criterios del CBCA. Bekerian
y Dennet (1992), por su parte, cuestionan la validez teórica de algún criterio del CBCA. Por ejemplo,
esperar una elaboración desestructurada en una declaración veraz, supone pensar que las
intencionalmente falsas están basadas en esquemas rígidos y son más lineales. Sin embargo, si un suceso
se experimenta con cierta regularidad, convirtiéndose incluso en un ritual, puede narrarse de forma
estructurada y esquemática, ajustándose a lo que los expertos llaman memoria re-episódica. Asimismo,
Lamb, Sternberg y Esplin (1994) señalan que el paso del tiempo entre lo experimentado y el recuerdo
aumenta la tendencia a basarse en guiones. En conclusión, estos aspectos deberían investigarse más, a
fin de conocer bajo qué circunstancias el criterio de “elaboración no estructurada” es un buen indicador
de la veracidad.

A pesar de esas dificultades, se considera que el Sistema análisis de la validez de las declaraciones es
útil aunque sea necesario continuar desarrollando investigaciones. Raskin y Steller (1989) aconsejan que
se lleven a cabo estudios que evalúen la fiabilidad interjueces de los criterios de fiabilidad, así como la
realización de análisis de múltiples variantes para determinar la importancia relativa de los diferentes

62 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


criterios para discriminar entre las declaraciones veraces y las inventadas. En ese sentido, aunque no
existen reglas específicas sobre el número de criterios que tienen que estar presentes, parece que dos
criterios clave para la veracidad de la declaración son los de “estructura lógica” y “elaboración no
estructurada” (Yuille, 1988).

2. Otros procedimientos basados en el análisis de las declaraciones

2.1 Modelo de control de la realidad de los recuerdos (Reality Monitoring)

Johnson y Ray (1981) proponen tener en cuenta cuatro aspectos (contextuales, sensoriales,
semánticos y cognitivos) para distinguir la información almacenada en la memoria de origen interno
(recuerdos autogenerados o imaginados) de la de origen externo (percepciones). Los recuerdos de origen
externo tienen más atributos contextuales (espacio-temporales), sensoriales (colores, ruidos, iluminación,
etc.) y más detalles semánticos que los de origen interno. Estos últimos, sin embargo, presentan más
atributos cognitivos (referencias a procesos cognitivos, menciones idiosincrásicas como “pensé”, “sentí”,
“estaba asustado”, etc.).

Alonso-Quecuty (1990), al aplicar este modelo, comprobó que los relatos verdaderos tienen más
información contextual y sensorial. El autor consiguió discriminar entre las declaraciones reales y las
sugeridas a través de un procedimiento similar al empleado en el estudio de Schooler y otros (1986), con
información post-evento. El estudio no confirmó, sin embargo, que los relatos falsos-sugeridos tuvieran
más referencias idiosincrásicas que los verdaderos, aunque sí subrayó la influencia de la demora, que
dificulta distinguir entre ambos tipos de recuerdos (con el paso del tiempo, las declaraciones verdaderas
tienen más información idiosincrásica, mientras que las falsas presentan más detalles contextuales y
sensoriales). De este modo, el sujeto que engaña y tiene tiempo para elaborar su relato, no puede ser
detectado a través de la aplicación de la técnica de Johnson y Ray.

Sin embargo, Alonso-Quecuty (1995) señala la dificultad que supone la aplicación del modelo de
control de la realidad de los recuerdos a las declaraciones de menores de entre ocho y diez años, ya que
los niños tienen menos problemas que los adultos para generar fantasías que tengan un carácter vívido.
En estos casos las declaraciones falsas son más ricas en información semántica y contextual, lo que
dificulta diferenciar entre los relatos generados externamente y los que lo son internamente.

Sporer (1997), por su parte, utiliza los planteamientos de la técnica del Reality Monitoring (RM) y los
criterios del CBCA con el fin de evaluar la validez discriminatoria de estos dos instrumentos y comprobar
si el uso conjunto de ambas técnicas ayuda a diferenciar con mayor precisión entre las declaraciones que
provienen de hechos experimentados y las que son fruto de la fantasía del sujeto. El estudio evalúa las
transcripciones de declaraciones llevadas a cabo por estudiantes universitarios y se aparta, por tanto, de
nuestra investigación sobre abuso sexual infantil. Sin embargo, los resultados son interesantes ya que
ponen de manifiesto la utilidad de complementar el CBCA con otras técnicas que también se basen en
el análisis del contenido de las declaraciones. En el citado estudio se emplean únicamente 13 criterios del
CBCA, dado que los criterios del 14 al 19 (contenidos relacionados con la motivación y elementos
específicos de la agresión) no se consideran relevantes porque los sujetos del estudio no relatan ninguna
agresión. Además, se pide a los evaluadores que juzguen el carácter positivo o negativo de la experiencia
relatada, el grado de implicación y la sensación de pérdida de control experimentada. Pese a que estos
aspectos no constituyen criterios de credibilidad, Sporer (1997) los incluye para valorar la adecuación del

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 63


CBCA, ya que la aplicación del instrumento es más apropiada en la medida en que lo que se relata es
psicológicamente similar a las experiencias de abuso sexual en menores. En el estudio se utilizan asimismo
las ocho subescalas de Sporer y Kuepper (1995) derivadas de las escalas del Cuestionario para evaluar las
características de la memoria de Johnson y otros (1988) utilizado en la técnica del Reality Monitoring. Esas
subescalas son: claridad, experiencias sensoriales, información espacial, información temporal, emociones
y sentimientos, reconstrucción de la historia, realismo y operaciones cognitivas.

Aplicando un análisis factorial a los criterios de ambos instrumentos, a fin de conocer las dimensiones
del CBCA y del RM, obtiene cinco factores que se interpretan del siguiente modo:

1) Consistencia lógica y realismo. Al margen de estas dos variables, la de “reconstrucción de una


línea histórica” satura altamente en este factor, y negativamente los “detalles inusuales” y
“complicaciones inesperadas”.

2) Cantidad de detalles e incardinación en el contexto. En este factor se incluyen también los


“detalles superfluos” y el criterio de información espacial y temporal.

3) Sentimientos y pensamientos. En este factor saturan el criterio de “alusiones al estado mental


subjetivo” y los criterios “operaciones cognitivas” y “emociones y sentimientos”.

4) Claridad. Al margen de la alta presencia del criterio “claridad” del RM, en este factor satura
altamente el criterio de “reconstrucción”, lo que hace difícil considerarlo como un criterio del
factor “consistencia lógica” o como un criterio de este factor de claridad.

5) Interacciones verbales y no verbales. Ninguno de los criterios del Reality Monitoring satura en
este factor y sí los tres del CBCA (“descripción de interacciones”, “reproducción de
conversaciones” y “atribuciones al estado mental del agresor”).

Este análisis factorial podría contribuir a la formulación de una teoría socio-cognitiva de la detección
de mentiras que unificara ambas aproximaciones. Sin embargo, existen algunas dimensiones que sólo
están presentes en el CBCA y no en el Reality Monitoring, por ejemplo, el criterio “descripción de
interacciones”. Lógicamente, cada técnica tiene un origen distinto. La primera proviene del ámbito
forense, donde cobra relevancia la interacción entre la víctima y el agresor. La segunda, sin embargo,
proviene de la investigación cognitiva.

Sporer (1997) señala en sus conclusiones que, dado que los evaluadores aplican ambas técnicas a las
declaraciones (los criterios del RM después de los del CBCA), no es de extrañar que las valoraciones que
éstos realizan de las declaraciones no sean independientes, es decir, que cabe esperar que haya un efecto
de contaminación. Por ejemplo, es lógico que si se identifican pocos criterios del CBCA en una
declaración, al aplicar los criterios del RM a la misma declaración, las clasificaciones sean también bajas.
De todos modos, utilizando los criterios del CBCA también pueden darse estos efectos de contaminación.
De cualquier forma, si se emplean dos técnicas, es adecuado trabajar también con dos grupos de
evaluadores: uno de ellos entrenado en el CBCA y el otro en los criterios del RM. De esta forma se podría
evaluar independientemente la presencia de cada conjunto de criterios y establecer la fiabilidad
interjueces para cada grupo. El problema es que para los objetivos del estudio (comparar la validez de las
dos técnicas) las diferencias en los resultados podrían atribuirse a las diferencias en sensibilidad y a otras
características personales de los respectivos evaluadores.

64 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


Sporer (1997) encuentra en su estudio un dato que contradice lo expuesto en la investigación de
Alonso-Quecuty (1992): es más fácil discriminar entre los relatos que provienen de algo experimentado y
los que provienen de algo inventado cuando los sujetos han tenido un tiempo para preparar la narración.
De todos modos, el procedimiento de los estudios no es comparable.

2.2 Escala para evaluar la credibilidad de las partes (Sexual Abuse Legitimacy)

El objetivo de esta escala desarrollada por Gardner (1987) es ayudar a los entrevistadores a objetivar
su informe para que la declaración presente ciertas garantías. La escala es útil en los casos en lo que
puede entrevistarse al presunto agresor. Las preguntas se formulan de modo que, cuantas más sean las
respuestas afirmativas, mayor es la probabilidad de que el abuso se haya cometido. Se evalúan las
declaraciones del menor, una serie de criterios aplicables al acusador (especialmente cuando es la madre)
y una serie de criterios aplicables al acusado (especialmente cuando es el padre). Vemos, por tanto, que
la escala Sexual Abuse Legitimacy (SAL) está pensada especialmente para aquellos casos en los que el
agresor es el padre y la denuncia ha sido presentada por la madre.

2.2.1 Evaluación de las declaraciones del menor

Criterios con alto valor diferenciador

1. Indecisión en la revelación del abuso, debido a que las víctimas reales pueden sentirse
avergonzadas o amenazadas, lo que provoca que no sean espontáneas cuando exponen el
abuso.

2. Miedo a la venganza. Cuando el menor dice sentir temor por haber recibido amenazas, contra
él o contra su madre, o el agresor amenaza con suicidarse.

3. Sentimientos de culpa, manifestados explícitamente, por las consecuencias de su testimonio


sobre el acusado.

4. Culpabilidad por su participación en las actividades sexuales. Es decir, que a lo largo de la


declaración el menor manifieste que ha participado en conductas que le hacen sentir culpable.

5. Aportación de detalles específicos sobre la actividad sexual, el lugar y otras circunstancias.

6. Descripción creíble del abuso. La declaración debe ajustarse a lo que se considera “razonable”
en un episodio de abuso.

7. Consistencia de la descripción. Cuando el menor tiene una imagen mental de la experiencia,


la puede utilizar como referencia para describir lo sucedido, lo que le llevaría a ser consistente
en sus explicaciones en sucesivas entrevistas. Hay que tener en cuenta que, al desvanecerse
los recuerdos con el paso del tiempo y especialmente en los niños más pequeños, puede
perderse la consistencia. Por tanto, es preferible tener en cuenta este criterio cuando el tiempo
transcurrido entre el abuso y la entrevista es menor.

8. Episodios frecuentes de excitación sexual. Observar un comportamiento sexualizado en el niño


o considerar creíble la descripción que de este tipo de conductas hacen los padres.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 65


9. La existencia de daños físicos en los genitales del menor o que éste se sienta dañado debido
a la percepción social de las actividades sexuales.

10. Juego de desensibilización en el hogar o durante la entrevista. Los menores traumatizados por
el abuso se suelen enfrentar al trauma reviviendo la experiencia de una manera manifiesta o
bien simbólica.

11. Amenazas o soborno para que no revele el abuso formuladas por el supuesto agresor.

12. Ausencia del síndrome de alienación parental. La no existencia de este síndrome incrementa
las posibilidades de que la declaración se haya realizado de buena fe.

13. No hay disputa por la custodia del menor, lo que elimina posibles motivaciones a declarar en
falso.

Criterios con valor moderado

14. La descripción no es una letanía ensayada. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es
posible que una declaración real parezca un discurso ensayado tras explicarla varias veces.

15. La descripción no está tomada de otras personas o fuentes. Para ello, hay que tener en cuenta
la terminología utilizada. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo transcurrido desde la
denuncia hasta la entrevista, mayor es la probabilidad de que una víctima real incorpore
terminología empleada por los adultos.

16. Presencia de síntomas depresivos. Hay que considerar, no obstante, que esos síntomas son
consecuencia del abuso y no de otros conflictos familiares como, por ejemplo, de decisiones
sobre la custodia.

17. Retraimiento, que puede darse durante la entrevista o en el hogar. Hay que evaluar cuáles son
las causas de ese retraimiento.

18. Personalidad sumisa. En ocasiones la víctima puede desarrollar ese tipo de personalidad,
mientras que los menores que han sido entrenados, suelen mostrarse más asertivos y coléricos
durante la declaración.

19. Desórdenes psicosomáticos. La tensión y la ansiedad consecuencia del abuso pueden


traducirse en componentes somáticos tales como náuseas, vómitos y dolores estomacales.

20. Conducta regresiva. Como consecuencia del trauma, algunos niños pueden presentar
enuresis, encopresis y ansiedad por la separación.

21. Sentimientos de haber sido traicionados por el agresor, que los explotó y utilizó. En ocasiones
estos sentimientos también pueden dirigirse hacia la madre por no haberle protegido del
abuso.

Criterios de bajo valor diferenciador

22. Trastornos del sueño.

23. El abuso se prolongó durante un periodo de tiempo extenso. En el caso de historias


inventadas, es más probable que se relaten pocos incidentes.

66 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


24. Retractarse por miedo a represalias por parte del acusado. En este caso no se retracta por
sentimiento de culpa a las consecuencias de la declaración, sino por la presión que el agresor
ejerce sobre el menor para que guarde silencio. El entrevistador debería ser capaz de
diferenciar el motivo por el cual el menor se retracta, lo que hace que en muchas ocasiones
este criterio sea difícil de aplicar.

25. Pseudomadurez en el caso de las niñas. Hace referencia a que, como consecuencia del abuso
por parte del padre, ésta se implique en las tareas del hogar, el cuidado de los hermanos, etc.,
actuando como si fuera la esposa del padre. Parece que este tipo de reacciones son más
probables cuando el abuso se produce con el consentimiento de la madre.

26. Conducta seductora con el acusado en el caso de las niñas. Se aplica el criterio cuando esa
conducta es observada por el propio entrevistador o cuando se considere creíble la descripción
que hace la madre de esta conducta.

Como vemos, algunos criterios se extraen de la declaración del menor y otros de los conocimientos
que el entrevistador tiene sobre el caso o sobre la conducta del menor.

2.2.2 Criterios aplicables al acusador

Criterios con alto valor diferenciador

1. El acusador inicialmente niega o minimiza el abuso.

2. La alegación no se realiza en un contexto de litigio por la custodia del menor.

3. Siente vergüenza por la revelación del abuso. El criterio se cumple cuando se sabe que el
abuso se ha mantenido en secreto.

4. No existe una intención manifiesta de destruir, humillar o vengarse del acusado.

5. No se ha buscado a un profesional de la salud mental o a un abogado. Recurrir a esos


profesionales parece ser más habitual en el caso de historias inventadas.

6. No interfiere en la narración del menor durante la entrevista conjunta.

Criterios de valor moderado

7. Es consciente del trauma que puede suponer para el menor la repetición de las entrevistas.

8. Aprecia la importancia de la relación entre el menor y el acusado. En los casos de las madres
que inducen a mentir, no se manifiesta el deseo de salvar la relación.

9. Poseen un historial de abuso sexual en la infancia. En ocasiones, las madres de los menores
abusados fueron, a su vez, víctimas de abuso.

10. Pasividad y/o inadecuación. En los casos de alegaciones falsas, las madres suelen mostrarse
asertivas y dominantes.

Criterios de bajo valor diferenciador

11. Aislamiento social. Es más probable que las madres estén aisladas socialmente en casos reales
de abuso.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 67


2.2.3 Criterios aplicables al acusado

Criterios con alto valor diferenciador

1. Soborno y/o amenazas al menor para que guarde secreto.

2. Negación débil y/o realizada con poco convencimiento.

3. La alegación no se produce en el contexto de una disputa por la custodia.

4. Presencia de otras desviaciones sexuales.

Criterios de valor moderado

5. El agresor posee un historial de abuso sexual en su infancia.

6. Se muestra reacio a someterse al detector de mentiras.

7. Historial de consumo de drogas y/o alcohol.

8. Baja autoestima. Este criterio se basa en el hecho de que elegir un menor para perpetrar el
abuso es un síntoma de baja autoafirmación y autoestima.

9. Tendencia a experimentar regresiones en períodos de estrés. El padre que abusa de sus hijos
suele tener dificultades para manejar situaciones de estrés en las relaciones igualitarias entre
adultos.

10. Elección de una profesión que le permite estar en estrecho contacto con los menores.

Criterios de bajo valor diferenciador

11. Ser moralista. En ocasiones los agresores incestuosos imponen normas de conductas
moralistas en su entorno familiar, compensando así el sentimiento que albergan de ser
personas inmorales.

12. Ser controlador. Conductas dominantes en la familia. El abuso es una muestra más de ese
patrón de conducta.

13. No ser el padre biológico del menor, aunque sí tiene acceso directo al menor. A medida que
se elimina el tabú del incesto, se incrementa la probabilidad de agredir sexualmente.

2.3 Modelo conceptual para la evaluación de la credibilidad

De Young (1992) propone una guía de pasos a seguir en la investigación de los abusos, señalando el
tipo de información que se debe tener en cada caso antes de emitir un juicio sobre la credibilidad de las
declaraciones.

2.3.1 Alegación de abuso sexual

1. Claridad. Teniendo en cuenta los conocimientos sobre el desarrollo infantil, los niños pequeños (de
2 a 5 años) se caracterizan por un pensamiento preoperatorio que puede influir sobre el relato, de modo
que éste carezca de lógica y resulte poco claro. Por otra parte, un niño mayor puede presentar un relato
confuso debido a las amenazas recibidas o a que alguien lo esté manipulando.

68 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


2. Rapidez de la revelación. Que la declaración no se lleve a cabo inmediatamente después de que
se produzcan los hechos no indica necesariamente que ésta sea falsa. El retraso podría explicarse por el
miedo de la víctima al agresor o a que no le crean.

3. Seguridad. Es un criterio difícil de evaluar. No es extraño que el menor víctima de abuso se muestre
durante la entrevista tímido e inseguro. Por el contrario, una alegación apasionada se interpreta como un
intento de compensar la mentira.

4. La consistencia a través del tiempo es un indicador de credibilidad. Sin embargo, una víctima puede
retractarse al observar la reacción de otros. Por tanto, la consistencia no es un criterio suficiente.

2.3.2 Elaboración de detalles

La segunda fase del modelo consiste en conseguir que el menor aporte detalles sobre el supuesto
abuso sexual:

1. Detalles específicos. Una cuestión a tener en cuenta sobre este criterio es que se debe investigar
por qué un menor posee conocimientos sexuales inapropiados para su edad. Hay que tener en cuenta,
además, que es difícil que el menor que está inventando el abuso pueda describir adecuadamente cómo
avanzan las distintas actividades sexuales (desde los tocamientos iniciales hasta la penetración vaginal y/o
anal).

2. Detalles contextuales. Información sobre el autor y el lugar en que tuvo lugar el supuesto abuso.
Si no se aportan estos detalles, o son contradictorios, es más probable que se trate de una denuncia falsa.
Hay que tener en cuenta también que los niños más pequeños se pueden sentir desorientados si los
abusos se han producido en distintos lugares y ocasiones.

3. Detalles sobre el secreto. Se debe indagar sobre las posibles estrategias de presión a las que ha
sido sometido el menor que explican por qué no habla libremente (amenazas, abandono, culparle del
abuso, etc.)

4. Detalles afectivos. Tener en cuenta las reacciones emocionales que experimenta la víctima. Cuanto
más se correspondan los sentimientos con las características del abuso, más creíble resultará la
declaración. De todos modos, hay que tener en cuenta que se pueden dar sentimientos ambivalentes,
especialmente si el agresor pertenece al entorno familiar. Es más probable que un menor que inventa el
abuso exprese de forma directa emociones negativas.

5. Pruebas que avalen los detalles aportados. Obtener información sobre si había otras personas
presentes o si conoce a otros menores que también fueran víctimas del supuesto agresor.

2.3.3 Indicadores de abuso sexual

1. Vulnerabilidad del menor. Valorar hasta qué punto el menor es vulnerable a la manipulación, el
chantaje o el soborno. Para esta valoración se pueden manejar criterios como el escaso conocimiento
sexual del menor, un vínculo débil con los padres, ausencia de la madre o aislamiento familiar.

2. Motivación para mentir. El contexto de un divorcio o conflicto por la custodia o el protagonismo


de un adulto en la acusación (especialmente cuando ese adulto resulte beneficiado con la declaración)
incrementa la probabilidad de que se trate de una acusación falsa.

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 69


2.4 Modelo de procesamiento de la información

O’Donohue y Fanetti (1996) aportan un conjunto de hipótesis relativas a los diferentes modos en que
el menor procesa las informaciones del abuso y de la entrevista, así como los posibles sesgos del
entrevistador:

1. Hipótesis respecto a cómo el menor procesó el abuso: que no lo haya sentido y, por lo tanto, no
tenga un esquema de haber sido abusado (por ejemplo, porque haya sido drogado); que perciba
o codifique inadecuadamente el suceso, asimilando una experiencia abusiva a otro esquema
(estar jugando); que perciba incorrectamente un episodio no abusivo como si lo fuera (por
ejemplo, un enema por prescripción médica); que tenga problemas para distinguir sucesos reales
de sucesos imaginados; que su declaración pueda estar contaminada por alguna fuente externa
(por la intervención de otro profesional o la interferencia de alguna entrevista previa); y que la
cantidad de detalles (ausencia o presencia) sea acorde a las capacidades evolutivas del menor.

2. Hipótesis relativas al procesamiento de la información por parte del menor durante la entrevista:
no comprende el objetivo de la misma; la falta de rapport le hace sentir incómodo; hay una
motivación externa (amenazas) que distorsiona las respuestas; algunas preguntas son coercitivas;
el menor parece preocupado por agradar al entrevistador (figura de autoridad); y algunos
aspectos de la comunicación no verbal (postura o expresión facial) no encajan con la respuesta
verbal.

3. En cuanto a las hipótesis relativas al sesgo confirmatorio del entrevistador hay que señalar la
importancia de no reforzar respuestas que vayan en una determinada dirección, así como no
ignorar los datos contradictorios.

Como vemos, este sistema propone una evaluación de la fase de la entrevista incidiendo en la
necesidad de tener en cuenta ciertos factores, aunque éstos no sean criterios de credibilidad.

2.5 Guía para la evaluación de la credibilidad y la validez

Mapes (1995), por su parte, propone analizar la declaración, tener en cuenta la conducta de los
entrevistadores y las técnicas de entrevista, investigar si otras personas significativas han podido influir en
el menor, los factores ambientales y la presencia de síntomas o psicopatologías.

1. La declaración del menor. Contrastar las diversas declaraciones existentes a fin de comprobar si el
menor ha sido expuesto a información post-suceso. Este podría ser el caso de la evolución de
declaraciones iniciales –en las que se describe una conducta relativamente inocua hacia otras
declaraciones posteriores en las que se describen conductas muy abusivas o improbables–.

Asimismo, hay que prestar atención a los detalles aportados en la declaración. Para evaluar este
criterio se hace necesario tener en cuenta el desarrollo cognitivo del menor; a menos edad se incrementa
el número de detalles periféricos en relación a los centrales y, a mayor edad, se incrementa la cantidad
de detalles contextuales y temporales. En cualquier caso, la validez de la declaración aumenta si el menor
menciona complicaciones inesperadas y si informa de que el agresor le ha presionado para que guarde
silencio.

Por otra parte, aunque la declaración en su conjunto debe guardar una estructura lógica, cabe
esperar declaraciones con digresiones y con correcciones espontáneas. También hay que prestar atención

70 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores


al vocabulario utilizado, para ver si está en consonancia con la etapa evolutiva del menor. Como vemos,
la propuesta de Mapes respecto al análisis del contenido de la declaración no difiere en exceso de los
criterios propuestos por Steller.

2. Entrevistadores y técnicas de entrevista. Es necesario identificar a las distintas personas que han
hablado con el menor sobre el abuso (familiares, policías, profesores, etc.) con el fin de comprobar si
alguna de ellas ha podido influir en su declaración. Asimismo, hay que analizar si en esas conversaciones
o entrevistas previas se actuó de forma neutral. También se debe indagar sobre el posible uso de técnicas
reconstructivas (preguntas tendenciosas, repetición de preguntas, etc.) y posibles instrumentos de ayuda
(cómo se le presentaron y si el entrevistador sobreinterpretó las reacciones del menor).

3. Análisis de otras personas significativas. También es necesario evaluar hasta qué punto las personas
del entorno habitual del menor han podido influir sobre sus recuerdos y, por tanto, en la declaración.
Frecuentemente los padres del menor se muestran reacios a admitir el abuso. En el caso del incesto
cometido por el padre, la madre puede mostrarse ambivalente respecto a la necesidad de no perder
completamente el contacto con el progenitor. Por otra parte, hay que saber hasta qué punto los padres
son susceptibles de percibir abusos en situaciones de la vida cotidiana que otras personas consideran
normales, ya que estas actitudes podrían habérselas trasmitido a sus hijos e influir en las alegaciones y en
los recuerdos. En esa misma línea es interesante saber si alguno de los padres ha sufrido abusos en la
infancia y, en caso afirmativo, si lo ha superado.

Asimismo, hay que evaluar si la reacción de los padres ha sido la de buscar la verdad de forma
agresiva. Si este fuera el caso, el menor se habría visto expuesto a preguntas tendenciosas y habría
observado la severidad de los padres contra el supuesto agresor. Todo esto influiría en la conducta del
menor.

4. Factores ambientales. Es necesario indagar sobre los conocimientos sexuales que poseía el menor
antes de revelar el abuso, así como sobre el contexto en que se produce la declaración (por ejemplo, si
es en el marco de un proceso de separación o divorcio).

5. Sintomatología y psicopatología. Uno de los síntomas más habituales es la conducta sexualizada.


Sin embargo, tanto este síntoma como otros que puede presentar el menor pueden ser efecto de otros
factores, de modo que se hace necesario indagar sus causas de aparición (ambiente familiar conflictivo,
problemas escolares, etc.). También es frecuente que el menor manifieste represión o reacción disociativa.
No obstante, la ausencia de estos síntomas no indica que el abuso no haya tenido lugar. Si el niño es
demasiado pequeño puede considerar que el acto no reviste gravedad o no saber que es inapropiado y,
en consecuencia, puede que no se produzca disociación. Por otra parte, hay que indagar sobre las
razones que hacen que el menor se muestre reacio a contar el episodio (amenazas, deseo de terminar la
entrevista, carencia de habilidades, etc.).

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores 71


CAPÍTULO 4

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos


de abuso sexual infantil
por Alma Mª Casado del Pozo*, Rosa Mª Romera Sanz**, Blanca Vázquez Mezquita***,
Marisa Vecina Jiménez**** y Pilar de Paúl Velasco*****

1. Introducción
El objetivo de este capítulo es exponer la investigación desarrollada en la Clínica Médico-Forense de
Madrid sobre cien casos de abuso sexual infantil. Este estudio se ha llevado a cabo gracias al esfuerzo
conjunto de la Clínica Médico-Forense de Madrid –que ha prestado su apoyo material y disponibilidad–,
de las tres psicólogas de la Clínica Médico-Forense: Blanca Vázquez Mezquita, Mª Paz Ruiz Tejedor y
Concepción de la Peña Olivas y de dos investigadoras de campo, patrocinadas durante seis meses por el
Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, durante el periodo en que ha tenido lugar la
investigación (2000-2002): Alma Casado del Pozo y Rosa Mª Romera Sanz.

Las dos investigadoras se han encargado de la recogida de datos de una muestra previamente
seleccionada por las tres psicólogas. Posteriormente, estas investigadoras llevaron a cabo la
protocolización de los datos y el análisis estadístico, tarea que realizaron en colaboración con Marisa
Vecina Jiménez, profesora de la Universidad Complutense de Madrid. En este capítulo se describirán las
variables observadas, los resultados obtenidos y, finalmente, se analizarán y discutirán los resultados. En
la revisión de todo el capítulo colaboró Pilar de Paúl Velasco. La idea original y coordinación de este
estudio es de Blanca Vázquez Mezquita, sobre estudios anteriores de muestras más limitadas (Vázquez y
otros, 1998).

2. Objetivos
• Analizar las variables sociodemográficas y las propias del abuso para, más adelante, estudiar las
relaciones existentes entre ellas.

• Estudiar las relaciones existentes entre las variables propias del abuso y la valoración de la
credibilidad del testimonio realizada dentro del ámbito forense.

• Investigar las frecuencias de aparición y la diferencia de medias de los criterios del CBCA1 y los
criterios incluidos dentro del listado de criterios de validez1 (Método de Steller de valoración de
la credibilidad del testimonio).

• Identificar los criterios predictores de la credibilidad del método de Steller, a través del método
de regresión logística dentro de una muestra forense.

* Máster en Psicología clínica legal y forense en la Universidad Complutense de Madrid. almacdelpozo@yahoo.es.


** Máster en Psicología clínica legal y forense en la Universidad Complutense de Madrid. rosamrom@yahoo.es.
*** Psicóloga de la Clínica Médico-Forense de Madrid. bvazquezmezquita@yahoo.es.
**** Profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. mvecina@psi.ucm.es.
***** Profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. ppaulvel@psi.ucm.es.
1 Para más información, revisar capítulo 3 del presente informe.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 73


3. Metodología

3.1 Muestra

La muestra está compuesta por 100 sujetos (28 varones y 72 mujeres) de edades comprendidas entre
4 y 18 años, con una media de 11,49 años (excluyendo 3 sujetos de 29 y 30 años).

3.2 Instrumento

Se ha diseñado el Protocolo forense Madrid 20022 con el fin de recoger información sobre las variables
sociodemográficas y psicológicas asociadas al abuso sexual infantil. Para escoger las variables relevantes
hemos recurrido a estudios anteriores realizados en la Clínica Médico-Forense de Madrid y a datos
recogidos de la práctica clínica con niños que han sufrido abuso sexual. Así, por ejemplo, hemos incluido
variables como “demora en la interposición de la denuncia” o “informes anteriores”, propios de la
práctica forense y que no se incluían en otros estudios con muestras similares. Aunque estas variables son
ajenas a la práctica en psicología clínica, son útiles para verificar la credibilidad del testimonio del menor.

El segundo instrumento que hemos empleado es el SVA1. En la presente investigación se han


recogido datos relativos a los 19 criterios del CBCA1 y a los 11 de validez1. Estos datos aparecerán en sus
correspondientes tablas en forma de variables discretas (presente/ausente) junto con la valoración de la
credibilidad total del testimonio en tres categorías: creíble, increíble e indeterminado. A continuación se
definen las variables contenidas en este instrumento.

3.2.1 Protocolo Forense Madrid 2002

• Variables sociodemográficas relativas al menor


1. Sexo
2. Edad
3. Nivel de desarrollo cognitivo. Esta variable se examinó a partir de las entrevistas mantenidas
con el paciente, así como por el estudio de la documentación sobre anteriores valoraciones
del coeficiente de inteligencia (C. I). Se trata de una variable dicotómica que incluye los
valores de “normal” (capacidad cognitiva adecuada) y “deficitaria” (capacidad cognitiva no
adecuada).
4. Antecedentes personales. Esta variable se define como aquellas dificultades o déficits del
individuo que, de forma aislada o en conjunto, puedan suponer alguna merma en el
desarrollo del menor y que existían antes de la detección del abuso sexual. En este sentido,
es necesario discriminar cronológicamente entre aquellos déficits que son previos al inicio del
abuso y aquellos que pueden ser consecuencia de éste. Esta variable guarda una estrecha
relación con los llamados factores de riesgo. Así, si las dificultades existían previamente al
abuso se denominarán antecedentes personales y si, por el contrario, aparecían
posteriormente al inicio del abuso se denominarán secuelas.

2 El lector puede encontrar el Protocolo forense Madrid 2002 (Vázquez Mezquita, Ruiz Tejedor, Casado del Pozo y Romera Sanz) en el anexo
de este libro.

74 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Dentro de esta variable se encuentran:

– Trastornos del desarrollo evolutivo: Dificultades de memoria, lenguaje y atención (retraso


en el aprendizaje), retraso del desarrollo, dificultades perinatales (anoxia en el parto), etc.

– Antecedentes de trastornos psicológicos o psiquiátricos: hiperquinesia, trastornos


afectivos (hipertimia, inseguridad afectiva, etc.), rechazo al contacto social, escasa
socialización, eneuresis, dislexia, trastornos en conducta, agresividad, intento autolítico,
automedicación (aunque no constituye un trastorno, se supone consecuencia del
mismo), etc.

– Maltrato: Considerado como cualquier acción u omisión, voluntariamente realizada, que


dañe o pueda dañar física o psíquicamente al menor, referida por el mismo menor o por
los adultos responsables que han aportado información al respecto.

– Retraso escolar: Pérdida de algún curso en la normal progresión académica.

• Variables sociodemográficas relativas al contexto familiar

1. Antecedentes familiares de interés: Esta variable recoge los datos referidos a la


disfuncionalidad del entorno familiar aportados por el menor o por sus responsables
directos. Hay que tener en cuenta que es muy probable que la información que los
implicados consideran negativa se oculte o minimice, dado el contexto judicial en el que han
sido recabados los datos.

– Antecedentes psicológicos o psiquiátricos: en este apartado se incluyen todos los


trastornos o síntomas (observados o documentados) que precisen, o no, de tratamiento
(intentos autolíticos, alteraciones emocionales, agresividad, etc.).

– Problemas de adicciones a cualquier sustancia tóxica (medicamentos, alcohol, etc.).

– Niveles bajos de C. I. en progenitores.

– Antecedentes de agresión sexual en la familia.

– Problemas conyugales tales como dificultades de comunicación, de relación, frecuentes


disputas, verbalización de deseos de separación, etc.

– Ausencia de una de las figuras parentales.

– Desestructuración familiar con roles no establecidos, límites de relación difusos, no


asunción o declinación de responsabilidades por parte de alguno de los padres,
relaciones de dependencia patológica, etc.

– Condiciones de hacinamiento en el hogar.

– Maltrato intrafamiliar (dirigido a miembros que no estén directamente implicados en el


caso de abuso); incluye maltrato físico confirmado.

– Antecedentes penales, documentados o informados, de algún miembro de la familia


nuclear.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 75


2. Procedencia cultural. Se distribuyó la muestra atendiendo al nivel de estudios de los
progenitores, a tenor de lo cual se contemplan los siguientes rangos:

– Alto: Estudios universitarios.

– Medio: Estudios de 2º Ciclo (Bachiller o Formación Profesional).

– Bajo: Estudios primarios o sin estudios.

3. Situación de los progenitores. Variable que recoge la relación de convivencia establecida


entre los progenitores en el momento de la evaluación. Se establecen las siguientes
categorías: pareja estable de hecho o de derecho; separados (divorcio, separación o ruptura);
y un sólo progenitor (madre o padre soltero, viudedad, etc.).

• Definición de variables relativas al abuso


1. Tipo de abuso: Atendiendo a la frecuencia y duración del mismo, se ha dividido la muestra
en los siguientes casos:

– Aislados: Un único episodio de abuso.

– Varios episodios: Episodios ocurridos en un periodo inferior o igual a dos meses.

– Crónico: Episodios ocurridos en un periodo superior a dos meses.

2. Severidad del abuso: Atendiendo a la naturaleza de la agresión diferenciamos tres categorías,


establecidas de menor a mayor gravedad en relación a lo invasivo del contacto:

– Abusos sin contacto físico: Presenciar el acto sexual entre adultos, exhibicionismo,
proposiciones sexuales, exposición a material pornográfico (mostrar, por parte del
agresor, películas, fotografías o dibujos de carácter sexual).

– Abusos con contacto físico (tocamientos): Caricias con carga sexual llevadas a cabo por
parte del agresor hacia el menor y/o exigidas a éste por parte del agresor.

– Penetración: Esta categoría incluye el coito vaginal y anal, la felación, así como la
penetración digital y con objetos.

3. Uso de violencia concomitante. Dentro de esta variable distinguimos:

– Física: La agresión física puede ser un instrumento para la consecución del abuso o una
pauta habitual de conducta en la dinámica de la relación.

– Psicológica: El agresor utiliza la violencia psíquica, normalmente en forma de amenazas,


para llevar a cabo el abuso o para mantenerlo en secreto. También se contempla en esta
categoría la agresión psicológica a través de la cual se persigue denigrar a la víctima.

4. Tipo de agresor. Atendiendo al tipo de relación existente entre víctima y agresor, esta variable
incluye:

– Desconocido: El agresor no guarda ningún tipo de relación con la víctima previamente


al abuso.

– Conocido: El agresor forma parte del contexto social del menor. Existen, al respecto,
diferentes grados de confianza; personas del entorno que no ejercen autoridad directa

76 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


sobre el menor (vecinos, amigos, etc.), adultos con una posición de autoridad sobre la
víctima (profesionales de la educación, vigilantes, etc.), etc.

– Familiar: El agresor forma parte del entorno familiar del menor, ya sea de la familia
nuclear o de la extensa. A este respecto, distinguimos entre: relación incestuosa
endogámica (cuando existen lazos de sangre entre los implicados) y exogámica (no hay
relación genética entre ellos).

5. Eclosión del conflicto. Esta variable se define en función del contexto, momento y personas
implicadas en el descubrimiento de los hechos objeto de la consecuente denuncia.
Atendiendo a la muestra recogida, la eclosión puede darse por:

– Narración espontánea: El menor víctima del abuso cuenta los hechos espontáneamente.

– Narración por parte de testigos: La situación de abuso se descubre a través de indicios o


terceras personas, a raíz de lo cual se interroga al menor sobre los supuestos hechos.

– Evidencia física: Pruebas o indicios físicos compatibles con agresión sexual, entre los que
se incluyen casos de embarazo, enfermedades venéreas, etc.

6. Demora desde que ocurren los hechos hasta que se formula la denuncia. Esta variable
contempla el tiempo transcurrido desde el comienzo del abuso hasta la interposición de la
denuncia. Se divide en las siguientes categorías:

– Inmediata

– Días (menos de una semana)

– Semanas (menos de un mes)

– De un mes a seis meses

– De seis meses a un año

– Más de un año

7. Demora desde la eclosión hasta la denuncia: Esta variable tiene en cuenta el tiempo
transcurrido desde que eclosiona el conflicto hasta que se interpone la denuncia:

– Inmediata

– Días (hasta una semana)

– Semanas (hasta un mes)

– Meses (hasta un máximo de seis meses)

8. Informes previos: Variable referida a la existencia, o no, de informes elaborados por otros
profesionales, previos al informe sobre la credibilidad del testimonio del niño que se emite
en la Clínica Médico-Forense, siempre que tengan como objeto el abuso en sí, en cualquiera
de sus manifestaciones (informes médicos, de trabajadores sociales, psicológicos, etc.). Estos
informes versan sobre el testimonio del menor, de forma directa o indirecta (verbalizaciones
que ha realizado el niño frente a otros adultos, síntomas referidos al abuso sexual, etc.),
sobre los hechos acaecidos, independientemente de que se haya realizado una valoración de
la credibilidad.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 77


9. Secuelas: Esta variable incluye los cambios disfuncionales de conducta observados en el
menor y atribuibles a los hechos objeto de la denuncia. Se agrupan en diferentes categorías
según la manifestación de síntomas en la víctima. Incluyen tanto los cambios presentes en el
momento de la entrevista, como los informados por los padres u otros adultos, aunque en
el momento de la exploración hayan desaparecido.

La diferente sintomatología se agrupa en las siguientes categorías o problemas (dependiendo


de las áreas del individuo que se vean afectadas):

– Físicos: problemas de sueño (pesadillas), pérdida de peso, somatizaciones, etc.

– Conductuales: conductas de evitación, conductas negativas y desafiantes,


hiperactividad, llamadas de atención, merma en el rendimiento escolar, etc.

– Emocionales: síntomas de ansiedad (hipervigilancia, angustia, etc.) y depresión


(infravaloración, merma de autoestima, sentimientos de culpa, etc.), miedos
generalizados, desconfianza y rencor hacia los adultos, etc.

– Sexuales: rechazo a mantener relaciones sexuales con el otro sexo o desinhibición sexual.

– Sociales: retraimiento/inhibición social, conductas desadaptativas, etc.

3.2.2 El Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA)

Además de las variables sociodemográficas que se han detallado anteriormente, el análisis de la


muestra incluye otras variables: las relativas al Sistema de análisis de la validez de las declaraciones de
Steller (SVA), formado por los 19 criterios del CBCA y los 11 del listado de criterios de validez descritos
ampliamente en el capítulo 3 de este informe.

3.3 Procedimiento

Los casos incluidos en la muestra han sido obtenidos a partir de la totalidad de las denuncias por
abuso sexual infantil remitidas a la Clínica Médico-Forense para que ésta llevara a cabo la evaluación
psicológica de la credibilidad del testimonio infantil. En este sentido, se solicitó que se evaluaran aspectos
tales como la capacidad de fabulación del menor, la capacidad para distinguir entre fantasía y realidad,
la evaluación psicológica, etc. El objetivo final del tribunal era obtener una valoración sobre la veracidad
del testimonio.

Para llevar a cabo esta valoración existen diversos modelos. En la Clínica Médico-Forense se
emplearon los dos componentes del SVA: el CBCA y el listado de criterios de validez. Así, de la totalidad
de los casos se seleccionó una muestra de cien, en función de si los testimonios eran suficientemente
extensos para que se pudiera aplicar el sistema.

Para interpretar mejor los resultados, se incluyó la muestra en un contexto más amplio, ya que no se
puede pasar por alto que ésta es tan sólo la punta del iceberg, es decir, un extracto de la población. Al
respecto, se considera que sólo en el 50% de los casos el menor revela los abusos; que únicamente el
15% se denuncia ante las autoridades; y que un escaso 5% acaba en proceso judicial. Nuestra muestra
pertenece a ese 5%.

78 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Los testimonios de los menores víctimas de abuso sexual empleados para la elaboración de este
informe han sido evaluados por las tres entrevistadoras mencionadas en la introducción –con una media
de más de diez años de experiencia en el área– de la Clínica Médico-Forense de Madrid. Los casos, que
se evaluaron por separado y en dos ocasiones, fueron adjudicados aleatoriamente a cada una de ellas.
Tras esta doble evaluación, llevaron a cabo una puesta en común para llegar a una conclusión definitiva
sobre la credibilidad de los testimonios que asegurara la fiabilidad interjueces.

El método de trabajo empleado por el equipo de psicólogas comprende los siguientes pasos:

– Estudio del expediente judicial del caso.

– Entrevista con los progenitores u otros adultos que puedan aportar información pertinente.

– Entrevistas y observación de la conducta del menor.

– Aplicación de pruebas de personalidad, ajuste, valoración de secuelas psicológicas, capacidad


cognitiva, etc., dependiendo de cada caso.

– Grabación en vídeo de la narración libre del menor.

– Aplicación del SVA al testimonio, llevada a cabo por dos evaluadores independientes a los que
se les asignó el caso.

– Puesta en común de los resultados para la valoración final del mismo.

4. Resultados

4.1 Análisis descriptivo y frecuencias de las variables sociodemográficas y del abuso

• Variables sociodemográficas relativas al menor

1. Sexo: La muestra se divide en 28% varones y 72% mujeres.

Gráfico 1. Sexo de las víctimas de abuso sexual (porcentajes)

Varones
28%

Mujeres
72%

2. Edad: Se tomó como referencia la edad del menor en el momento de la entrevista. En


consecuencia, esta variable no ofrece información sobre las frecuencias de edad en que los
abusos tuvieron lugar, sino sobre el momento en que estos abusos fueron denunciados ante la
instancia judicial. El rango de edad se encuentra entre los 4 y 18 años. Estos límites se establecen
atendiendo a las condiciones de aplicación del método, esto es, que sean menores de edad (o
asimilables, es decir, adultos con una limitación intelectual que les sitúa en un nivel de desarrollo

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 79


cognitivo adecuado para la muestra) y que tengan suficientes habilidades cognitivas para aportar
un testimonio que pueda ser analizado. Así, se establece el límite inferior atendiendo no sólo a
la edad cronológica del menor, sino también al momento evolutivo en el que se encuentra, es
decir, al grado de desarrollo de sus estrategias cognitivas, lingüísticas y psicológicas.

El límite superior, por su parte, es la mayoría de edad, aunque en este punto conviene ser
precavidos ya que, con la edad, se incrementan los recursos cognitivos. Los casos que superan
este límite (tres en total) se han añadido a la muestra como asimilables.

Gráfico 2. Edad de las víctimas de abuso sexual (porcentajes)

15%
4 años 1% 9 años 11% 14 años 8%

10% 5 años 3% 10 años 6% 15 años 8%

6 años 2% 11 años 11% 16 años 5%


5%
7 años 4% 12 años 5% 17 años 5%

0% 8 años 15% 13 años 7% 18 años 6%


4 6 8 10 12 14 16 18

Como se observa en el gráfico 2, la mayor frecuencia de casos se concentra en primer lugar a los
8 años de edad (15% de los casos) y, en segundo, a los 9 y 11 años (11% de casos en ambas
edades). Para no invalidar los resultados, se consideró oportuno suprimir a los tres adultos (dos
de 29 y uno de 30 años) al sacar la media de edad (11,49 años, con un N=97). Esta media
coincide con la de otros estudios.

3. Nivel de desarrollo cognitivo: El 86% de los sujetos posee un desarrollo cognitivo normal y el
14% por debajo de lo previsible para su edad (aunque suficiente para proporcionar un
testimonio analizable). Un dato interesante es que ninguno de estos 14 casos aportaron un
testimonio de los considerados increíbles. Se confirma el hecho de la mayor vulnerabilidad de los
menores deficientes a sufrir cualquier tipo de maltrato (véase capítulo 1).

Gráfico 3. Nivel de desarrollo cognitivo de las víctimas (porcentajes)

C. I. deficitario
14%

C. I. normal
86%

80 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


4. Antecedentes personales. En el 66% de los casos no se ha constatado ningún tipo de
antecedente personal de los descritos anteriormente. El 18% de los casos presentan uno de los
antecedentes expuestos; el 15%, dos antecedentes y el 1%, tres. Entre los antecedentes
personales el que aparece más habitualmente es el fracaso escolar (18%), seguido de problemas
en el desarrollo y problemas psicológicos (14% en ambos casos).

Gráfico 4. Víctimas con antecedentes personales (porcentajes)

Fracaso escolar 18%

14%
Antecedentes psicológicos

Antecedentes en el desarrollo 14%

5%
Antecedentes de maltrato

0% 2% 4% 6% 8% 10% 12% 14% 16% 18% 20%

• Variables relativas al contexto familiar

1. Antecedentes familiares de interés: En un 62% de los casos no se informa de ningún


antecedente familiar de interés; en un 16,5% de un antecedente; y en un 6,2% de dos. El
antecedente familiar que se detecta con más frecuencia es la desestructuración familiar (27 de
los 38 casos informados), seguido de problemas psicológicos (15 casos), abuso de sustancias y
maltrato en el hogar (10 casos en cada antecedente).

Gráfico 5. Víctimas con antecedentes familiares (porcentajes)

27%
Desestructuración
15%
Antecedentes psicológicos
10%
Abuso sustancias
10%
Maltrato
9%
Sin un progenitor
9%
Problemas conyugales
6%
Hacinamiento
6%
Antecedentes de agresión sexual
5%
Antecedentes pensales
5%
C. I bajo

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30%

2. Procedencia cultural: El 57% de la muestra posee un nivel cultural bajo, el 33% medio, y el 10%
alto. En la muestra no se han detectados casos provenientes de estratos sociales marginales.

Gráfico 6. Procedencia cultural de las víctimas (porcentajes)

Alto
10%

Bajo Medio
57% 33%

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 81


3. Situación de los progenitores: El 60% de los casos incluidos en la muestra pertenecen a la
categoría de pareja estable, el 32% son separados, y el 8% poseen un sólo progenitor.

Gráfico 7. Situación de los progenitores (porcentajes)

Un progenitor
8%
Separados
32%

Pareja estable
60%

• Variables propias del abuso

1. Tipo de abuso: Un 49% de los casos de la muestra analizada se incluyen en la categoría de


abusos crónicos, el 45% son episodios aislados, y sólo el 6% incluye varios episodios.

Gráfico 8. Tipo de abuso sufrido (porcentajes)

Aislado
Crónico
45%
49%

Varios episodios
6%

2. Severidad del abuso: La muestra se distribuye de forma similar en cuanto a la severidad del
abuso; el 49% informan de tocamientos, el 47% de penetración, y el 4% (casi inexistente) de
abusos sin contacto físico.

Gráfico 9. Severidad del abuso sufrido (porcentajes)

Sin contacto físico


4%
Con contacto físico
Penetración
49%
47%

82 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


3. Uso de violencia concomitante: El 30% fueron víctimas de violencia psíquica, y tan sólo el 11%
de física.

Gráfico 10. Uso de violencia concomitante (porcentajes)

30%
Violencia psíquica

11%
Violencia física

0% 10% 20% 30% 40%

4. Tipo de agresor: En el 62% de los casos el agresor era conocido de la víctima; en el 31% era un
familiar; y en el 7% restante, un desconocido.

Gráfico 11. Tipo de agresor (porcentajes)

Desconocido
7%
Conocido
62%

Familiar
31%

5. Eclosión del conflicto: En un 58% de los casos el conflicto eclosiona a partir de la narración
espontánea de la víctima; en un 39% por la de otros testigos; y en un 3% por las evidencias
físicas de que el suceso ha ocurrido.

Gráfico 12. Eclosión del conflicto (porcentajes)

Evidencias físicas
3%

Narración espontánea
de la víctima
58%
Narración
de los testigos
39%

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 83


6. Demora desde los hechos hasta la denuncia: La frecuencia más común es la demora de años
entre el comienzo del abuso y la denuncia (48%), seguido de la denuncia inmediata (22%) y la
demora entre 6 y 12 meses (11%).

Gráfico 13. Demora desde que se producen los hechos hasta que se denuncian (porcentajes)

Semanas Días
2% 8% 1 a 6 meses
9%
Años
48% 6 a 12 meses
11%

Inmediatamente
22%

7. Demora desde la eclosión hasta la denuncia: En un 77% de casos la denuncia se produce


inmediatamente después de tener conocimiento del abuso, y en un 11% transcurren unos
meses.

Gráfico 14. Demora desde que se produce la eclosión hasta que se interpone la denuncia (porcentajes)

Semanas Días
3% 9%
Inmediatamente Meses
77% 11%

8. Informes previos: En 89% de los casos estudiados no existían informes previos. Del 11% restante
en el que sí había informes previos, 4 casos eran creíbles (un 5% del total de creíbles), y 6
increíbles (un 35% del total de increíbles).

Gráfico 15. Informes previos (porcentajes)

Presenta informes
previos
11%

No presenta
informes previos
89%

84 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


9. Secuelas: El 37% de las víctimas no padece secuelas, el 22% presenta secuelas de tres tipos, y el
20% de dos. El 21% restante padece uno o cuatro tipos de secuelas. Desglosadas las secuelas,
se ha constatado en este estudio que el 57% de la muestra presenta secuelas emocionales, el
35% conductuales, el 25% físicas, el 17% sociales y el 8% sexuales.

Gráfico 16. Tipos secuelas sufridas por las víctimas (porcentajes)

Emocionales 57%

Conductuales 35%

Físicas 25%

Sociales 17%

Sexuales 8%

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70%

4. Relación entre variables sociodemográficas y propias del abuso


Para establecer la relación entre las diversas variables del estudio, se han empleado las correlaciones
de Pearson3. En primer lugar, se ha hallado una correlación positiva (0.294) entre la edad del menor en
el momento de la evaluación y el tiempo transcurrido desde que se descubrieron los hechos hasta que
fueron denunciados (demora desde la eclosión). Es decir, cuanto más mayor era la víctima de abuso
sexual, más tiempo transcurría hasta que se formulaba la denuncia. Esta relación puede explicarse porque
el descubrimiento de este tipo de hechos en niños de menor edad conlleva una mayor alarma en su
entorno, lo que a su vez hace que disminuya el tiempo de interposición de la denuncia.

Asimismo, se ha encontrado una correlación positiva (0.294) entre el nivel cultural de los progenitores
y la existencia de informes previos relativos al hecho denunciado. Este dato podría deberse a que un
mayor nivel cultural supone también un mayor conocimiento y acceso a los recursos de apoyo en estas
situaciones.

También se ha encontrado una correlación positiva (0.288) entre la situación de los progenitores y el
tipo de agresor. Esta correlación quizá se deba a que, cuando se denuncia a familiares de la víctima, estos
suelen ser los progenitores, quienes están separados o en proceso de separación. Así, este dato se
relaciona con el hecho de que la categoría “familiar” de la variable tipo de agresor se refiere
principalmente a la figura del padre.

Igualmente, se ha encontrado que existe una relación entre el tipo de abuso y el tipo de agresor; la
severidad del abuso y la demora de la denuncia desde los hechos (0.328, 0.302 y 0.683,
respectivamente). La hipótesis explicativa de estos resultados podría ser que el abuso por parte de un
familiar tiende a ser más crónico debido a la facilidad del agresor para acceder a la víctima. Además,
cuanto más tiempo se mantenga el abuso (y teniendo en cuenta que las conductas abusivas se

3 Las correlaciones de Pearson permiten establecer asociaciones significativas, tanto positivas como negativas, entre dos variables.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 85


caracterizan por incrementarse con el paso del tiempo), será más severo. Asimismo, cuanto más tiempo
transcurre, más se enquista la situación. Este hecho y la relación de parentesco entre ambos hace que se
incremente la dificultad para formular la denuncia.

En el mismo sentido se puede explicar la correlación encontrada entre el tipo de agresor y el tiempo
transcurrido desde los hechos hasta su denuncia (0.344).

También se ha encontrado una correlación significativa (0.369) entre el mayor número de


antecedentes familiares con el tipo de agresor. Esto se explicaría por las características disfuncionales de
la familia incestuosa, donde las relaciones entre sus miembros se encuentran sustancialmente alteradas.
La máxima expresión de esta alteración es precisamente el abuso sexual. Así, en familias con mayor
número de antecedentes, el agresor suele ser un familiar de la víctima.

Es natural encontrar que en los casos en los que se está dando violencia psíquica concomitante con
el abuso sexual (amenazas, secretismo impuesto, etc.) es menos frecuente la narración espontánea por
parte de la víctima. En la muestra de este estudio se establece una correlación entre tipo de eclosión y
uso de violencia psíquica (0.334). Existe asimismo una relación entre los casos que presentan violencia
psíquica y los que presentan violencia física concomitante con el abuso (0.258); relación lógica si tenemos
en cuenta que la violencia física implica violencia psíquica.

Entre las correlaciones halladas destaca la establecida entre secuelas sociales y edad. El número de
casos que presentan secuelas sociales aumenta cuanto más mayores son los niños (0.264). A medida que
el niño amplía su círculo social con la edad, exterioriza más las secuelas que el abuso le ha producido. Del
mismo modo, se relaciona positivamente secuelas sociales con severidad del abuso (0.289) y uso de
violencia física (0.266). Se ha encontrado también una correlación positiva entre secuelas sexuales y uso
de violencia psíquica (0.290). Sin embargo, las secuelas emocionales correlacionan de forma negativa con
la existencia de informes previos (–0.276). En su conjunto, la presencia de secuelas correlaciona
positivamente con el tipo de abuso (0.278) y el uso de violencia psíquica (0.273). Estos resultados indican
que cuanto más crónico es el abuso y además va acompañado de violencia psíquica se suele dar una
mayor variedad de secuelas.

5. Relaciones entre variables propias del abuso y credibilidad


Existe una correlación negativa entre tipo de agresor y credibilidad (-0.299). Estos resultados pueden
obedecer a que, en la mayoría de testimonios considerados increíbles, se denuncia a un familiar (64,7%
de los casos) y en los casos considerados creíbles, el porcentaje mayor se encuentra en la denuncia a
conocidos (69,6% de los casos). En cuanto al grupo de desconocidos, no se encuentran casos increíbles.

Asimismo, también se da una correlación negativa entre informes previos y credibilidad (-0.372). Este
resultado indica que un gran número de casos increíbles vienen acompañados de informes previos (el
35% de los casos increíbles tiene informes previos, frente al 5% de los casos creíbles). Ante estos datos
se pueden establecer dos hipótesis explicativas. Por un lado, estos resultados pueden deberse a que, una
vez repetido ante distintas instancias el mismo testimonio, resulte estructurado y sin la esperada
resonancia emocional. Por otro lado, podría tratarse de casos en los que, por algún tipo de ganancia
secundaria, se haya recurrido a otros profesionales con el fin de dar mayor credibilidad a una falsa
denuncia.

86 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


La valoración de credibilidad correlaciona positivamente con las secuelas conductuales (0.285),
emocionales (0.441) y con el sumatorio de los diferentes tipos de secuelas (0.401). Si bien es cierto –como
señalan otros estudios– que el abuso sexual no presenta síntomas característicos, el presente estudio ha
constatado que en los testimonios considerados creíbles las víctimas padecen más secuelas. Al respecto
cabría indicar que, teniendo en cuenta que el porcentaje de casos creíbles que no presentan secuelas es
de un 26,6%, el hecho de no encontrar una sintomatología específica no implica que el abuso no haya
tenido lugar.

Diferencia de medias entre el grupo de testimonios creíbles (1) y el grupo de testimonios


increíbles (0)4

Efectuados los correspondientes contrastes de medias, se observan diferencias significativas en todas


las variables (criterios de credibilidad y criterios de validez) entre el grupo de testimonios considerados
creíbles y el grupo de testimonios considerados increíbles, excepto en el criterio perdón al agresor, donde
no se aprecian diferencias significativas entre ambos grupos.

4 Se incluyen en el grupo 1 los testimonios considerados creíbles e indeterminados, a efectos estadísticos.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 87


Tabla 1. Estadísticos de grupo

más menos Error típ. de


N Media Desviación típica
8 criterios la media

Estructura lógica Increíble 0 17 0,29 0,470 0,114


Creíble 1 83 0,98 0,154 0,017
Elaboración no estructurada 0 17 0,35 0,493 0,119
1 83 0,89 0,313 0,034
Cantidad de detalles 0 17 0,53 0,514 0,125
1 83 0,96 0,188 0,021
Incardinación en contexto 0 17 0,59 0,507 0,123
1 83 1 0 0
Descripción de interacciones 0 17 0,76 0,437 0,106
1 83 1 0 0
Reproducción de 0 17 0,29 0,470 0,114
conversaciones 1 83 0,80 0,406 0,045
Complicaciones inesperadas 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,30 0,462 0,051
Detalles inusuales 0 17 0,24 0,437 0,106
1 83 0,48 0,503 0,055
Detalles superfluos 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,69 0,467 0,051
Incomprensión de detalles 0 17 0 0 0
relatados con precisión 1 83 0,25 0,437 0,048
Asociaciones externas 0 17 0,24 0,437 0,106
relacionadas 1 83 0,59 0,495 0,054
Descripción estado mental 0 17 0,29 0,470 0,114
niño 1 83 0,81 0,397 0,044
Estado mental agresor 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,39 0,490 0,054
Correcciones espontáneas 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,24 0,430 0,047
Admisión de falta de memoria 0 17 0,35 0,493 0,119
1 83 0,66 0,476 0,052
Dudas sobre el propio 0 17 0 0 0
testimonio 1 83 0,17 0,377 0,041
Autodesaprobación 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,39 0,490 0,054
Perdón al agresor 0 17 0,06 0,243 0,059
1 83 0,14 0,354 0,039
Detalles característicos 0 17 0,53 0,514 0,125
1 83 0,98 0,154 0,017
Lenguaje y conocimientos 0 17 0,41 0,507 0,123
adecuados 1 83 0,98 0,154 0,017
Adecuación del afecto 0 17 0,12 0,332 0,081
1 83 0,92 0,280 0,031
Ausencia de susceptibilidad a 0 17 0,18 0,393 0,095
la sugestión 1 83 0,94 0,239 0,026
Ausencia de motivación para 0 17 0,24 0,437 0,106
mentir 1 83 0,92 0,280 0,031
Presión para denunciar en 0 17 0,41 0,507 0,123
falso 1 83 0,95 0,215 0,024
Preguntas directivas 0 17 1 0 0
1 83 1 0 0
Adecuación de la entrevista 0 17 1 0 0
1 83 1 0 0
Consistente con leyes 0 17 0,41 0,507 0,123
naturaleza 1 83 0,95 0,215 0,024
Consistente con otros 0 17 0,24 0,437 0,106
testimonios 1 83 0,72 0,450 0,049

88 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Tabla 2. Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene para Prueba T para la


la igualdad de varianzas igualdad de medias
F Sig. t gl Sig. Diferencia Error típ. de 95% Intervalo de
(bilateral) de medias la diferencia confianza para la
diferencia
Inferior Superior

Estructura lógica V = 79,209 0 -10,829 98 0 -,68 ,063 -,807 -,557


V ≠ -5,920 16,713 0 -,68 ,115 -,925 -,438
Producción no estructurada 18,249 0 -5,805 98 0 -,54 ,093 -,723 -,354
-4,333 18,727 0 -,54 ,124 -,799 -,278
Cantidad de detalles 101,470 0 -6,051 98 0 -,43 ,072 -,577 -,292
-3,435 16,883 ,003 -,43 ,126 -,701 -,167
Incardinación en contexto 2530,578 0 -7,546 98 0 -,41 ,055 -,520 -,303
-3,347 16,000 ,004 -,41 ,123 -,673 -,151
Descripción de 208,873 0 -5,003 98 0 -,24 ,047 -,329 -,142
interaccinesones -2,219 16,000 ,041 -,24 ,106 -,460 -,010
Reproducción de 2,085 ,152 -4,513 98 0 -,50 ,111 -,721 -,281
conversaciones -4,096 21,176 ,001 -,50 ,122 -,755 -,247
Complicaciones 38,086 0 -2,101 98 ,038 -,24 ,115 -,471 -,013
inesperadas -3,122 43,836 ,003 -,24 ,078 -,399 -,086
Detalles inusuales 30,420 0 -1,881 98 ,063 -,25 ,131 -,507 ,014
-2,063 25,473 ,049 -,25 ,120 -,493 -,001
Detalles superfluos 43,795 0 -5,386 98 0 -,63 ,117 -,859 -,397
-8,051 44,471 0 -,63 ,078 -,785 -,471
Detalles mal entendidos 51,615 0 -2,375 98 ,019 -,25 ,107 -,464 -,042
-5,270 82,000 0 -,25 ,048 -,349 -,158
Asociaciones externas 14,010 0 -2,745 98 ,007 -,36 ,129 -,612 -,098
-2,980 25,155 ,006 -,36 ,119 -,600 -,110
Descripción estado mental 2,732 ,102 -4,705 98 0 -,51 ,109 -,730 -,297
niño -4,207 20,935 0 -,51 ,122 -,767 -,259
Estado mental agresor 103,385 0 -2,677 98 ,009 -,33 ,122 -,569 -,084
-4,100 47,421 0 -,33 ,080 -,487 -,166
Corrección espontánea 18,715 0 -1,687 98 ,095 -,18 ,108 -,396 ,032
-2,414 40,030 ,020 -,18 ,075 -,335 -,030
Admisión de falta de ,056 ,813 -2,431 98 ,017 -,31 ,127 -,562 -,057
memoria -2,375 22,535 ,026 -,31 ,130 -,580 -,040
Dudas sobre el propio 21,281 0 -1,839 98 ,069 -,17 ,092 -,351 ,013
testimonio -4,079 82,000 0 -,17 ,041 -,251 -,086
Autodesaprobación 103,385 0 -2,677 98 ,009 -,33 ,122 -,569 -,084
-4,100 47,421 0 -,33 ,080 -,487 -,166
Perdón al agresor 4,360 ,039 -,953 98 ,343 -,09 ,090 -,264 ,093
-1,217 31,809 ,233 -,09 ,070 -,229 ,058
Detalles característicos 157,923 0 -6,675 98 0 -,45 ,067 -,579 -,314
-3,546 16,594 ,003 -,45 ,126 -,713 -,180
Lenguaje apropiado 139,497 0 -8,515 98 0 -,56 ,066 -,696 -,433
-4,542 16,611 0 -,56 ,124 -,827 -,302
Afecto apropiado ,716 ,400 -10,379 98 0 -,80 ,077 -,951 -,645
-9,258 20,896 0 -,80 ,086 -,977 -,619
Ausencia de susceptibilidad 9,324 ,003 -10,600 98 0 -,76 ,072 -,906 -,620
a la sugestión -7,721 18,504 0 -,76 ,099 -,971 -,556
Ausencia de motivación 11,036 ,001 -8,222 98 0 -,68 ,083 -,845 -,516
para mentir -6,163 18,766 0 -,68 ,110 -,912 -,449
Presión para denunciar en 65,875 0 -7,134 98 0 -,54 ,076 -,690 -,390
falso -4,310 17,200 0 -,54 ,125 -,804 -,276
Consistente con leyes 65,875 0 -7,134 98 0 -,54 ,076 -,690 -,390
naturaleza -4,310 17,200 0 -,54 ,125 -,804 -,276
Consistente con otros ,553 ,459 -4,087 98 0 -,49 ,119 -,724 -,251
testimonios -4,168 23,490 0 -,49 ,117 -,729 -,246

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 89


6. Análisis descriptivo y frecuencia de aparición de los criterios de
credibilidad y validez
Se han analizado los testimonios de la muestra teniendo en cuenta los criterios de credibilidad y
validez. Se ha evaluado la presencia de cada criterio de acuerdo con dos valores: presente o ausente. La
presencia de criterios indica que existe una probabilidad alta de corresponderse con un hecho real,
mientras que su ausencia no es un indicador de la falsedad del testimonio.

Así, cada caso se ha puntuado a partir de tres variables diferentes:

– Puntuación directa del CBCA, según la cual todo testimonio se puntúa en una escala de 0 a 19 de
acuerdo con el número de criterios presentes.

– Puntuación directa del listado de validez, según el cual todo testimonio es puntuado en una escala
de 0 a 10 de acuerdo con el número de criterios presentes (ha sido suprimido de esta puntuación
el criterio contexto original de la eclosión dado que al ser una variable cualitativa no se puede
codificar para el análisis estadístico).

– Valoración general de la credibilidad. Su resultado depende del acuerdo interjueces realizado a


partir de la evaluación individual de los criterios de credibilidad y de validez (en este caso se han
tenido en cuenta los 11 criterios de validez) y su posterior consenso. A tenor de esta valoración,
los testimonios se han codificado en tres grupos: creíbles, indeterminados e increíbles.

• Criterios de credibilidad

Los criterios que más frecuentemente aparecen en la muestra total son, por este orden: descripción
de interacciones, incardinación en contexto, detalles característicos de la agresión y cantidad de detalles.
Asimismo, los criterios que aparecen con menor frecuencia son: perdón al agresor, levantar dudas sobre
el propio testimonio, corrección espontánea e incomprensión de detalles relatados con precisión (los dos
últimos en la misma proporción).

Tabla 3. Porcentaje de criterios de credibilidad

Criterios de credibilidad Porcentaje

Estructura lógica 86%


Producción no estructurada 80%
Cantidad de detalles 89%
Incardinación en contexto 93%
Descripción de interacciones 96%
Reproducción de conversaciones 70%
Complicaciones inesperadas 26%
Detalles inusuales 44%
Detalles superfluos 58%
Incomprensión de detalles relatados con precisión 21%
Asociaciones externas 53%
Descripción del estado mental del niño 72%
Estado mental agresor 33%
Corrección espontánea 21%
Admisión de falta de memoria 61%
Dudas sobre el propio testimonio 14%
Autodesaprobación 33%
Perdón al agresor 13%
Detalles característicos 90%

90 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Obsérvese que los criterios que aparecen menos son los relativos a la categoría de contenidos
relacionados con la motivación, criterios que no suelen recogerse en estudios referentes al CBCA.

El siguiente gráfico refleja la distribución de la muestra en porcentajes según el número de criterios


de credibilidad que presenta cada caso. Así, se observa que el mayor número de casos se sitúa en torno
a los 11 criterios (18%), seguido de 13 criterios (17%), y de 9 criterios (15%). No aparece ningún
testimonio que puntúe uno, dos ni siete criterios.

Gráfico 17. Distribución de la muestra según el número de criterios de credibilidad presentes (porcentajes)

20%
18%
18% 17%

16% 15%

14% 13%

12% 11%

10%
8%
8% 7%

6%
4%
4% 3% 3% 3% 3% 3%

2% 1% 1%
0% 0% 0%
0%
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17

• Criterios de validez

Como se observa en la tabla 3, los porcentajes de aparición de los criterios de validez son bastante
altos a excepción de la consistencia con otras evidencias, que aparece sólo en el 13% de los casos. Este
dato resulta previsible ya que para comprobar la consistencia con otras evidencias es necesario que éstas
existan y es poco frecuente que así suceda dadas las características que definen este tipo de abuso (no
suele emplearse la violencia; el abuso puede no dejar lesiones; la demora en la denuncia puede eliminar
las pruebas, etc.).

Generalmente, si existe evidencia física, no se suelen analizar las declaraciones. Este grupo de
víctimas está, por tanto, ausente de esta investigación. Del mismo modo sucede con el criterio
consistencia con otros testimonios; si puntúa negativamente puede deberse a que existe inconsistencia
con testimonios previos o a que tales testimonios no existen.

Tabla 4. Porcentaje de criterios de validez

Criterios de validez Porcentaje

Lenguaje apropiado 88%


Afecto apropiado 78%
Ausencia de sugestionabilidad 81%
Ausencia de motivación para mentir 80%
Ausencia de presiones para denunciar en falso 86%
Ausencia de preguntas directivas 100%5
Adecuación de la entrevista 100%5
Consistencia con las leyes de la naturaleza 86%
Consistencia con otros testimonios 64%
Consistencia con otras evidencias 13%

5 Ambos criterios aparecen en todos los casos puesto que dependen de la profesionalidad del entrevistador y de que éste se ciña a las
exigencias del método. Así, todos los testimonios de la muestra cumplen estos criterios y, por tanto, la puntuación en validez es 2 en toda
la muestra.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 91


El siguiente gráfico representa la muestra distribuida en relación al número de criterios de validez
puntuados. Así, el 49% de los casos cumple 9 criterios (la frecuencia más alta), mientras que sólo en el
2% de los casos aparecen 6 o 7 criterios (la más baja).

Gráfico 18. Distribución de la muestra según el número de criterios de validez presentes (porcentajes)
60%

49%
50%

40%

30%

21%
20%

10% 8%
6% 5%
4% 3% 2% 2%
0% 0%
0%
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

• Valoración de la credibilidad

En cuanto a la variable de valoración de la credibilidad, la muestra se distribuye en tres categorías


cuyos porcentajes en escala son 79% de casos considerados creíbles, 17% de casos considerados
increíbles, y 4% de casos considerados indeterminados.

Gráfico 19. Valoración de la credibilidad de los testimonios (porcentajes)

Increíble
17%
Indeterminado
Creíble
4%
79%

7. Análisis de diferencia de medias de los criterios de credibilidad y de


validez
La aplicación de los criterios de credibilidad permite valorar el contenido verbal de las declaraciones
de los menores; mientras que los de validez los elementos adyacentes al mismo (fundamentalmente
aspectos cualitativos del testimonio). El proceso consiste en analizar, en primer lugar, si aparecen, o no,
los 19 criterios de credibilidad; y en segundo, si ese testimonio cumple, o no, los criterios de validez. Por
ejemplo, es posible que un menor presente muchos criterios de contenido (CBCA) y que, a la vez, el
testimonio viole las leyes de la naturaleza o su lenguaje sea incongruente con el esperado para su
momento evolutivo.

92 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Por lo tanto, ambos análisis son independientes y evalúan elementos diferentes de un mismo caso.
No obstante, lo esperable es que cuando se crucen los datos de ambos análisis, se produzca una
correlación significativa. Para probar esta hipótesis se halló la correlación de Pearson entre la puntuación
directa en los criterios de credibilidad y la puntuación directa en los de validez, y se obtuvo un valor
elevado de 0,729 (con una significación bilateral de 0).

La puntuación general de credibilidad establecida en consenso por los evaluadores tiene como base
la puntuación directa en credibilidad y en validez. De este modo, cabría esperar que la correlación entre

Esta credibilidad global valorada por expertos y el sumatorio de los ítems de ambos instrumentos
fuera también elevada.

Los resultados arrojados por la correlación de Pearson confirman esta hipótesis, ya que establecen
una correlación positiva de 0,776 entre la credibilidad global valorada por expertos obtenida a través de
la suma de ítems (puntuación directa) y los criterios de credibilidad del CBCA, y de 0,911 entre la
credibilidad total global y la validez en puntuación directa (significación bilateral de 0).

Para poder realizar una comparación ínter grupos (creíbles/increíbles), se procedió a eliminar los
testimonios considerados indeterminados (N=4) para así establecer dos grupos diferenciados. Los dos
grupos resultantes constan de 17 casos (el grupo de increíbles) y de 79 casos (el grupo de creíbles).

Tabla 5. Comparación de testimonios considerados creíbles/increíbles en función de las puntuaciones directas

Testimonios creíbles Testimonios increíbles

Puntuación directa credibilidad Media 11,8228 4,9412


Desviación típica 2,1108 2,3041
P. máxima 17 9
P. mínima 8 0
Puntuación directa validez Media 8,7595 3,4118
Desviación típica 0,7200 1,1757
P. máxima 10 6
P. mínima 6 2

En la tabla 5 aparece la comparación entre el número de criterios presentes en testimonios creíbles y


en testimonios increíbles. La puntuación media resultante para testimonios creíbles es de 11,82 (Sd6.
2,11), y para testimonios increíbles de 4,94 (Sd. 2,30). El primer estudio de campo realizado a partir del
CBCA lo llevaron a cabo Esplin, Boychuk y Raskin en 1988. En él se analizaron 40 declaraciones (20
confirmadas por pruebas externas y 20 muy dudosas y sin posibilidad de confirmación). A cada uno de
los criterios se le asignó una puntuación de 2, 1 y/o 0 según la fuerza de la presencia o ausencia del
criterio. Se obtuvo una puntuación media de 23,7 para el grupo confirmado y una puntuación de 3,6
para el grupo altamente dudoso. La diferencia de medias, por tanto, era significativa entre el grupo
creíble y el increíble, y lo que era más importante, las categorías no presentaban una tendencia estadística
a superponerse.

El método pues, se mostraba válido en su conjunto (servía para diferenciar entre testimonios veraces
e inciertos), aunque en él no se diferenciaba el diferente peso específico de cada uno de los 19 criterios.
Además, en otros estudios no se tenían en cuenta los criterios de validez.

6 Desviación típica.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 93


La presente investigación ha obtenido unos resultados muy similares a la de Esplin, Boychuk y Raskin,
salvando la diferencia en la forma de puntuación; sólo se ha puntuado la presencia o ausencia de criterios
0-1 y no la fuerza de la presencia de ellos 0-1-2. En cualquier caso, la diferencia encontrada en la media
de puntuación entre creíbles e increíbles confirma la validez del método utilizado.

La media de las puntuaciones obtenidas en validez para el grupo de casos creíbles es de 8,75 (Sd.
0,72) y para los increíbles de 3,41 (Sd. 1,17). Estos resultados (tabla 5), al igual que los obtenidos en los
criterios de credibilidad, proporcionan dos grupos claramente diferenciados.

Teniendo en cuenta que los criterios de credibilidad y validez evalúan elementos diferentes y que, por
ello, son métodos complementarios, el hecho de que ambos diferencien igual de eficazmente entre
testimonios creíbles e increíbles, apoya la validez de cada método y también la validez de su uso conjunto.
Tabla 6. Porcentaje de criterios de credibilidad en los grupos de creíbles e increíbles

Criterios de credibilidad Creíbles Increíbles

Estructura lógica 100 23,5


Producción no estructurada 93,7 23,5
Cantidad de detalles 98,7 41,2
Incardinación en contexto 100 58,8
Descripción de interacciones 100 76,5
Reproducción de conversaciones 81 29,4
Complicaciones inesperadas 30,4 5,9
Detalles inusuales 49,4 23,5
Detalles superfluos 67,1 11,8
Incomprensión de detalles relatados con precisión 26,6 0
Asociaciones externas 60,8 17,6
Descripción del estado mental del niño 79,7 41,2
Estado mental agresor 36,7 17,6
Correcciones espontáneas 22,8 11,8
Admisión de falta de memoria 65,8 41,2
Dudas sobre el propio testimonio 17,7 0
Autodesaprobación 40,5 0
Perdón al agresor 12,7 17,6
Detalles característicos 98,7 52,9

En la tabla 6 y sus correspondientes gráficos se muestra la frecuencia de aparición de cada criterio.


Para la presentación en gráficos se han dividido los criterios en categorías:

• Características generales: estructura lógica, producción no estructurada y cantidad de detalles.

• Contenidos específicos: incardinación en contexto, descripción de interacciones, reproducción de


conversaciones y complicaciones inesperadas.

• Peculiaridades del contenido: detalles inusuales, detalles superfluos, incomprensión de detalles


relatados con precisión, asociaciones externas, descripción del estado mental del niño y del
estado mental del agresor.

• Contenidos relacionados con la motivación: corrección espontánea, admisión de falta de


memoria, dudas sobre el propio testimonio, autodesaprobación, perdón al agresor y detalles
característicos de la agresión a menores.

Entre los casos creíbles, los criterios con mayor porcentaje de aparición (100%) son “estructura
lógica”, “incardinación en contexto” y “descripción de interacciones”, seguidos de “cantidad de
detalles” y “detalles característicos de la agresión” (98,7%).

94 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


En cuanto a los casos increíbles, lo más destacable son los criterios que no aparecen en ninguno de
los casos, constituyéndose así en criterios diferenciadores: “incomprensión de detalles relatados con
precisión”, “dudas sobre el propio testimonio” y “autodesaprobación”.

Hay que tener en cuenta que la información que arrojan estos porcentajes debe ser interpretada
dentro del contexto general del método de análisis por criterios. Así, la aparición o no de los criterios por
separado, no es suficiente para evaluar un testimonio; es necesario valorarlos en su conjunto. De esta
forma, y con la interpretación de los resultados, el evaluador puede inclinarse hacia una evaluación u otra
del testimonio, en relación con la aparición, o no, de estos criterios, pero nunca debe determinar su
consideración final.

Gráfico 20. Criterios de credibilidad: características generales (porcentajes)


150%

100% 99%
94%
100%

41%
50%
24% 24%

0%
Estructura lógica Inestructura Cantidad de detalles

Increíbles 24% 24% 41%

Creíbles 100% 94% 99%

Gráfico 21. Criterios de credibilidad: contenidos específicos (porcentajes)


120%
100% 100%
100%
81%
77%
80%
59%
60%

40% 29% 30%

20% 6%
0%
Descripción de Reproducción de Complicaciones
Incardinación
interacciones conversaciones inesperadas

Increíbles 59% 77% 29% 6%

Creíbles 100% 100% 81% 30%

Gráfico 22. Criterios de credibilidad: peculiaridades del contenido (porcentajes)

90%
80%
80%

70% 67%
61%
60%
49%
50%
41%
40% 37%

30% 27%
24%
20% 18% 18%
12%
10%
0%
0%
Alusiones al Atribuciones al
Detalles Incomprensión de Asociaciones
Detalles inusuales estado mental del estado mental del
superfluos detalles externas
menor agresor
Increíbles 24% 12% 0% 18% 41% 18%
Creíbles 49% 67% 27% 61% 80% 37%

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 95


Gráfico 23. Criterios de credibilidad: contenidos referentes a la motivación y elementos específicos a la ofensa (porcentajes)

120%
99%
100%

80% 66%
60% 53%
41% 41%
40%
23%
18% 18%
20% 12% 13%
0% 0%
0%
Correcciones Admisión de Dudas sobre el Autodesaprobación Perdón al agresor Detalles
espontáneas falta de memoria propio testimonio característicos

Increíbles 12% 41% 0% 0% 18% 53%

Creíbles 23% 66% 18% 41% 13% 99%

Tabla 7. Porcentaje de criterios de validez en los grupos creíbles e increíbles.

Criterios de validez Creíbles Increíbles

Lenguaje apropiado 98,7 41,2


Afecto apropiado 96,2 0
Ausencia de sugestionabilidad 97,5 11,8
Ausencia de motivación para mentir 96,2 11,8
Ausencia de presiones para denunciar en falso 98,7 29,4
Ausencia de preguntas directivas 100 100
Adecuación de la entrevista 100 100
Consistencia con las leyes de la naturaleza 98,7 29,4
Consistencia con otros testimonios 75,9 11,8
Consistencia con otras evidencias 13,9 5,9

Al igual que con los criterios de credibilidad, en esta investigación se ha hallado el porcentaje de
aparición de los criterios de validez para los casos creíbles e increíbles (tabla 7). En los creíbles, los criterios
que más se han dado (98,7%) son: “lenguaje apropiado”, “ausencia de presión para denunciar en falso”
y “consistencia con las leyes de la naturaleza”. Cabe destacar que el criterio de “afecto apropiado” no
aparece en ninguno de los testimonios considerados increíbles.

Gráfico 24. Criterios de validez por categorías (porcentajes)

120%
99% 96% 98% 96% 99% 99%
100%

80% 76%

60%
41%
40% 29% 29%

20% 12% 12% 12% 14%


0% 6%
0%
Lenguaje y Ausencia de Ausencia de Consistencia Consistencia Consistencia
Adecuación del Susceptibilidad
conocimientos motivos para presiones para con las leyes de con otras con otras
afecto a la sugestión
adecuados declarar declarar la naturaleza declaraciones evidencias
Creíbles 99% 96% 98% 96% 99% 99% 76% 14%
Increíbles 41% 0% 12% 12% 29% 29% 12% 6%

En nuestro estudio –siguiendo la tradición de anteriores investigaciones realizadas con muestras no


forenses– se planteó como objetivo primordial determinar cuáles eran los criterios discriminantes. En el
apartado siguiente se analiza mediante regresión logística la probabilidad de obtención de testimonios
creíbles en función de la presencia o ausencia de cada uno de los criterios del CBCA, de validez y de la
combinación de ambos modelos.

96 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


8. Análisis de regresión logística7
Para llevar a cabo un análisis de regresión logística es preceptiva la organización de dos grupos
diferenciados. En este estudio los grupos se han creado de forma artificial en función del número de
criterios presentes del CBCA .

• Objetivo general

Identificar predictores de credibilidad, definida ésta como una variable dicotómica donde (1) significa
presencia de más de 8 criterios de credibilidad y (0) presencia de 8 criterios o menos.

• Objetivos específicos

1. Estimar la probabilidad de obtención de un testimonio creíble en función de la presencia o


ausencia de cada uno de los criterios de validez del CBCA.

2. Estimar la probabilidad de obtención de un testimonio creíble en función de la presencia o


ausencia de cada uno de los criterios de credibilidad del CBCA.

3. Estimar la probabilidad de obtención de un testimonio creíble en función de la presencia o


ausencia de cada uno de los criterios de credibilidad y de validez del CBCA.

• Metodología

Para conseguir los objetivos planteados se llevaron a cabo tres análisis de regresión logística. El uso
de esta técnica está indicado en investigaciones en las que la variable dependiente toma únicamente dos
valores (variables dicotómicas). Además, no requiere de los supuestos de normalidad, homoscedasticidad
y linealidad exigidos por los modelos de regresión múltiple y por el análisis discriminante.

Los modelos de regresión logística permiten estimar a partir de variables predictoras la probabilidad
de que un suceso caiga en un grupo previamente definido. En este trabajo se estimará concretamente la
probabilidad de que un testimonio sea incluido en el grupo de los casos definidos operativamente como
creíbles.

El programa estadístico utilizado fue el SPSS (versión 11.0) y el procedimiento utilizado en la


construcción del modelo fue secuencial hacia delante (forward) con el estadístico de contraste de Wald8.

• Resultados

Criterios de validez como variables predictoras

En el primer análisis de regresión logística se consideran como variables predictoras cada uno de los
criterios de validez del CBCA. La variable dependiente a predecir es la credibilidad, definida
operativamente como la presencia de más de 8 criterios de credibilidad.

7 Este tipo de análisis busca crear un modelo que permita predecir el valor de la variable dependiente, realizando estimaciones entre dos
variables, teniendo en cuenta otros factores.
8 Es posible que las supuestas variables explicativas no sean explicativas, es decir, que no tengan ningún efecto sobre la variable respuesta,
para discriminarlas.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 97


En la siguiente tabla se pueden observar las variables incluidas en el modelo, “lenguaje apropiado”
y “ausencia de susceptibilidad a la sugestión”, así como el valor de sus coeficientes y su significación
estadística. El peso específico de ambos predictores es significativo (p<.05).

Tabla 8. Variables incluidas en el modelo (lenguaje apropiado y ausencia de susceptibilidad a la sugestión)

Variable B Error típico Wald Df Sig Exp (B)

Lenguaje apropiado 3.415 1.163 8.626 1 .003 30.414


Ausencia de susceptibilidad
a la sugestión 3.843 0.913 17.697 1 .000 46.653
Constante -3.519 1.216 8.367 1 .004 0.030

Este modelo de dos variables predictoras parece conseguir un buen ajuste global. Las variables
seleccionadas como predictoras son “lenguaje apropiado” y “ausencia de susceptibilidad a la sugestión”.

La medida final de ajuste del modelo es el valor de Hosmer y Lameshow, que mide la correspondencia
de los valores reales y predichos de la variable dependiente. En este caso, el mejor ajuste del modelo viene
indicado por una menor diferencia entre la clasificación observada y la predicha. El valor de chi-cuadrado
no significativo (sig=0,815) indica que no hay diferencia en la distribución de los valores dependientes
reales y predichos, de los que se infiere nuevamente un buen ajuste del modelo.

En cuanto a la R cuadrado de Cox y Snell y a la R cuadrado de Nagelkerke, comparables a la medida


R cuadrado de la regresión múltiple, se observan valores de 0,4219 y de 0,700. Considerando que la R
cuadrado de Nagelkerke oscila entre 0 y 1 se puede considerar que la predicción es bastante elevada.

Vistos los anteriores datos, se puede concluir que la presencia de lenguaje apropiado y la ausencia de
susceptibilidad a la sugestión, ambos criterios de validez, resultan ser los mejores predictores de la
credibilidad de los testimonios.

Criterios de credibilidad como variables predictoras

En el segundo análisis de regresión logística se consideran como variables predictoras cada uno de
los criterios de credibilidad del CBCA. La variable dependiente sigue siendo credibilidad, definida
operativamente como presencia de más de 8 criterios de credibilidad.

En la tabla 9 se muestra el valor y significación estadística de los coeficientes del modelo. El peso del
único criterio predictor es significativo (p<.05).

Tabla 9. Valor y significación estadística de los coeficientes del modelo

Variable B Error típico Wald Df Sig Exp (B)

Estructura lógica 4.539 0.892 25.878 1 .000 93.60


Constante -1.792 0.764 5.504 1 .019 0.167

La única variable que resulta ser un buen predictor de credibilidad es “estructura lógica”, de lo que
se deduce que la presencia de estructura lógica en un testimonio discriminaría significativamente entre
testimonios considerados creíbles y testimonios considerados increíbles.

Las medidas de ajuste del modelo se pueden considerar aceptables. Así, el valor –2ll del modelo que
incluye una variable es de 30.87 y la bondad de la medida de ajuste presenta un valor de 40.771. Las
pseudo-Rcuadrado de Cox y Snell y de Nagelkerke presentan valores de 0.457 y 0.755, respectivamente.

98 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil


Por tanto, se puede concluir que la presencia de estructura lógica en los testimonios es el mejor
predictor de credibilidad.

Criterios de credibilidad y de validez como variables predictoras

En el tercer análisis de regresión logística llevado a cabo se consideran como variables predictoras
todos los criterios de credibilidad y todos los criterios de validez, conjuntamente.

Los criterios que resultan ser mejores predictores de credibilidad son dos: “estructura lógica” y
“lenguaje apropiado”. El primer criterio es de credibilidad y el segundo de validez.

El ajuste del modelo, obtenido en el segundo paso, es bueno. El valor –2ll del modelo que incluye
dos variables es de 33.95. Los valores de las pseudo-R cuadrado de Cox y Snell y de Nagelkerke son 0.436
y 0.728, respectivamente.

En la siguiente tabla se pueden observar las variables incluidas en el modelo, el valor de sus
coeficientes y su significación estadística. Los pesos de ambos predictores son significativos (p<.05).

Tabla 10. Variables incluidas en el modelo (estructura lógica y lenguaje apropiado).

Variable B Error típico Wald Df Sig Exp (B)

Estructura lógica 4.644 1.083 18.391 1 .000 104.007


Lenguaje apropiado 4.139 1.136 13.283 1 .000 62.759
Constante -5.086 1.380 13.588 1 .000 .006

De los anteriores datos se puede concluir que la presencia de “lenguaje apropiado” y de “estructura
lógica” en los testimonios de los menores son los mejores predictores de credibilidad, definida ésta como
presencia de más de 8 criterios de credibilidad.

9. Análisis y discusión de datos


Los resultados obtenidos en esta investigación son similares a los de otros estudios sobre las variables
sociodemográficas y las relativas al abuso. La muestra escogida es representativa de lo que significa el
abuso sexual infantil en el ámbito de Madrid y, por extensión, de España. En este sentido, conviene
señalar que no estamos hablando de adultos que dicen haber sido víctimas de abuso sexual (en estudios
retrospectivos), sino de niños que están denunciando en ese momento, y por esta razón, presentan las
reacciones, secuelas y problemas en el presente actual o en un pasado cercano. Nuestros casos son sólo
una parte del total de los registrados en el estudio epidemiológico sobre maltrato infantil elaborado por
el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia y publicado en el 2002. En este documento se estima
que la tasa de abuso sexual infantil en la Comunidad de Madrid es de un 3,53 por cada 10.000 niños.

Normalmente en los estudios forenses de abuso sexual infantil se produce una distribución varón-
mujer. En todos los estudios epidemiológicos con población general la prevalencia de la mujer supera
significativamente la del varón; esto se confirma en nuestra población forense, en la que un 28% son
varones y un 72% son mujeres. Este dato ya estaba presente en un estudio anterior de Vázquez y Calle
(1996), con población forense. Así, la proporción que habitualmente se baraja de 1 niño por cada 2 o 3
niñas se confirma en nuestro estudio: 1 niño por cada 2,5 niñas.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 99


La dinámica del delito pone en evidencia que el agresor pederasta de varones actúa habitualmente
en serie, mientras que el agresor de niñas suele ser de tipo incestuoso. Por esta razón, cuando el agresor
(habitualmente varón) agrede a niños varones, la investigación policial suele detectar más de una víctima.
Este hecho provoca que se amplíe la cifra de víctimas varones que, en otras circunstancias, no habrían
interpuesto denuncia. En el análisis cualitativo de nuestra muestra hemos hallado que las víctimas de un
mismo agresor en serie suelen tener una proporción similar entre sexos, sin embargo, en un análisis de la
muestra total de niñas (significativamente mayor), la proporción de víctimas de agresor en serie es mucho
menor en comparación a la de niños.

Diversas investigaciones han hecho hincapié en los factores de riesgo –tanto individuales como del
entorno– que propiciarán que un niño sea víctima de abuso sexual. Estos factores de riesgo no han
aparecido como variables en nuestro estudio, aunque sí hemos prestado atención a los antecedentes
personales y familiares que pueden ser asimilables y se incluyen a continuación.

Tabla 11. Antecedentes personales

Tipos de antecedentes personales % de casos

Ninguno 66
Fracaso escolar/antecedentes en el desarrollo 10
Antecedentes psicológicos 9
Fracaso escolar 4
Antecedentes de maltrato 3
Fracaso escolar/antecedentes psicológicos 3
Antecedentes en el desarrollo 2
Antecedentes en el desarrollo/antecedentes psicológicos 1
Antecedentes de maltrato/antecedentes en el desarrollo/antecedentes psicológicos 1
Fracaso escolar/antecedentes de maltrato 1
Total 100

Tabla 12. Antecedentes familiares.

Tipos de antecedentes familiares % de casos

Ninguno 62
Desestructuración 6
Antecedentes psicológicos 3
Sin un progenitor/desestructuración 3
C.I bajo 3
Antecedentes de agresión sexual 2
Problemas conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos 2
Abuso sustancias/maltrato/hacinamiento/problemas conyugales/antecedentes penales/desestructuración/antecedentes psicológicos 2
Antecedentes penales/desestructuración 1
Antecedentes de agresión sexual/desestructuración 1
Sin un progenitor/antecedentes psicológicos 1
Sin un progenitor/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Sin un progenitor/antecedentes penales/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Sin un progenitor/antecedentes de agresión sexual/problemas conyugales/desestructuración 1
Hacinamiento/antecedentes psicológicos 1
Hacinamiento 1
C.I. bajo/maltrato/antecedentes agresión sexual/problemas conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Alcoholismo 1
Abuso sustancias/problemas conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Abuso sustancias/sin un progenitor/antecedentes penales/desestructuración 1
Abuso sustancias/maltrato/desestructuración 1
Abuso sustancias/maltrato/sin un progenitor/problemas conyugales/desestructuración 1
Abuso sustancias/maltrato/hacinamiento/problemas conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Abuso sustancias/maltrato/hacinamiento/antecedentes agresión sexual/desestructuración 1
Abuso sustancias/CI bajo/maltrato/desestructuración/antecedentes psicológicos 1
Total 100

100 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil
En la muestra encontramos un grupo de niños que en una etapa previa al abuso presentaban ciertas
deficiencias estructurales en forma de bajo desarrollo cognitivo (14%), así como otros problemas de
índole funcional personal como el fracaso escolar (18%), problemas psicológicos, etc. La tasa total de
estos problemas en la muestra es de un 34%, una proporción muy superior a la que cabría esperar en un
estudio de una muestra de población infantil escogida al azar.

La tasa de incidencia de abuso sexual entre niños con discapacidad es 1,75 veces superior a la de los
niños no discapacitados (National Center on Child Abuse and Neglect, 1993). En general, los diferentes
autores consideran que el retraso mental es un factor de riesgo para sufrir abuso sexual.

Por otro lado, y siendo los niños especialmente dependientes de su entorno social, los estudios
empíricos han encontrado que las familias de las víctimas de abusos presentan una menor cohesión,
mayor desorganización y son, en general, más disfuncionales que las de los niños que no han sufrido tales
abusos (Elliot, 1994; Fleming, Mullen y Bammer, 1997).

En este sentido, y también en la lógica de lo previsible, encontramos antecedentes de problemas


familiares en un 38% de los casos. La situación de desestructuración familiar es la que más influye en la
aparición del abuso. En la misma línea, sólo un 60% de estos niños viven con los dos progenitores.

Es decir, si se tuviera que trazar el perfil del niño vulnerable al abuso con los datos de que disponemos
se tendría que decir que se trata de un niño desfavorecido en su desarrollo personal en comparación con
su grupo de edad y que carece de la suficiente cobertura familiar para amortiguar estas deficiencias. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que hablamos de la tendencia estadística y que, en la realidad,
cualquier menor es susceptible de sufrir un abuso en un momento determinado.

En lo relativo a las variables sociodemográficas se confirma algo que se ha repetido hasta la saciedad
en las publicaciones sobre el abuso sexual infantil: la importancia de los factores de riesgo como
predictores y mantenedores de cualquier conducta abusiva así como del abuso sexual en niños. En
nuestra muestra de cien casos podemos afirmar que todos los menores, sin excepción, se encontraban
en riesgo.

Algunos estudios epidemiológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en


función de la clase social o del nivel educativo de las familias de la víctima. Sin embargo, sí se ha
encontrado una relación entre padecer abuso sexual y el bajo estatus socioeconómico (Cantón y Cortés,
2000). Según Finkelhor (1993), la explicación puede ser que a los profesionales les resulta más fácil
detectar estos casos y les plantea menos problemas el diagnóstico de abuso sexual con estas familias en
desventaja social. Aunque los niños y jóvenes en riesgo pueden pertenecer a cualquier clase social, como
se observa en nuestra investigación, hay una especial incidencia en los niveles culturales más bajos, donde
se tiende a denunciar más como forma de solucionar el conflicto.

En cuanto a las variables propias del abuso cabe comentar, en consonancia con otros estudios, que
el tipo de abuso más frecuente (49% de los casos) es el crónico. Sin embargo, en el estudio de López y
otros, (1994), el 55% de las víctimas padecieron en una sola ocasión abuso sexual, mientras que el 44,2%
lo sufrieron entre 1 y 25 veces.

En esta misma línea la severidad del abuso suele conllevar, en casi la mitad de la muestra, algún tipo
de penetración. Es de sobra conocido el carácter progresivo de las conductas abusivas, que suelen
aumentar el grado de invasión a medida que se cronifica la situación de abuso. Según un estudio de
Devoe y Faller (1999), la gravedad de los supuestos abusos aumenta progresivamente: un primer grado
sería la exposición a actividades sexuales, el segundo sufrir tocamientos y el tercero la penetración. En

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 101
este estudio se encontró que el 23% de los casos consistían en tocamientos, y el 53% en algún tipo de
penetración (en la presente investigación este dato era del 47%).

En cuanto a la variable referida a la violencia concomitante los datos son previsibles. En los casos de
abuso sexual infantil no suele mediar violencia física, ya que la posición de poder de la figura adulta suele
ser suficiente para ejercer el control. Sí es más común, sin embargo, la violencia psíquica en forma de
amenazas, ofrecimiento de afecto, o la mera implicación del niño en el abuso a través de regalos y otros
refuerzos que son suficientes para perpetuar una situación abusiva una vez iniciada y mantener en secreto
los hechos. Según el estudio llevado a cabo por López y otros (1994) en el 8,93% de los casos mediaron
amenazas y en el 9,79% medió violencia física. En nuestra muestra estos porcentajes son ligeramente
superiores, en especial el referido a la violencia psíquica.

El tipo de eclosión es una variable que depende en gran medida de la violencia física y psíquica. La
ausencia del primer tipo de violencia evita que existan marcas que puedan delatar la situación, y la
segunda asegura que el menor no explique su situación a ningún adulto. Así, resulta lógico que la
existencia de pruebas físicas sea la forma de eclosión menos común, dado que en este tipo de agresiones
no suele mediar violencia que permita observar lesiones u otro tipo de pruebas, como fluidos corporales,
etc. De este modo, es normal que la narración espontánea sea la forma de descubrimiento más común.

En cuanto al tipo de agresor, el 62% eran conocidos de la víctima. Este resultado es previsible, en
primer lugar, porque los agresores suelen encontrarse en el círculo de personas que tienen acceso al
menor; y en segundo, porque es más difícil denunciar a un familiar por las múltiples implicaciones
familiares y afectivas que unen a víctima y agresor. Sin embargo, esto implica que debemos suponer que
la cifra oculta de incestos será mayor que la cifra oculta de agresores conocidos. Mian, Marton y Lebaron
(1996) realizaron un estudio en el Hospital Sick y obtuvieron los siguientes resultados: en el 55% de los
casos el agresor era el padre o la figura que asumía el rol de padre (74% padre biológico, 7% padrastro
y 19% compañero sentimental de la madre); en el grupo extrafamiliar, alrededor del 36% de los casos el
agresor era el cuidador del niño, el 11% el novio de la madre, el 23% un conocido, el 4% un pariente
lejano, el 7% un extraño y el 18% pertenecían a categorías distintas de las mencionadas.

En cuanto a la correlación hallada entre tipo de agresor y credibilidad es interesante prestar atención
a la alta tasa de testimonios valorados como increíbles en hijos de padres separados, en vías de separación
y que tienen un divorcio contencioso (con un enfrentamiento por la guarda y custodia del menor, o por
la supresión del régimen de visitas).

Un dato interesante que aparece en nuestro estudio y que confirma la tendencia ya expresada en
otras investigaciones es el hecho de que todos los agresores son varones. Por esta razón no hemos
contemplado en nuestra investigación la variable “sexo del agresor”.

Nuestro estudio evalúa un aspecto importante, que no se contempla en estudios anteriores: la


existencia de informes previos. Esta variable atiende a la cantidad de profesionales que intervienen con
anterioridad a que se formule la denuncia. Estos informes aparecen sólo en once casos de los cien
analizados; cuatro de ellos han sido considerados creíbles y seis increíbles. Este reducido número de casos
en los que se dispone de informes previos a la denuncia indica que en el abuso sexual es infrecuente que
los menores sean llevados por sus padres o cuidadores a profesionales especializados. Esto forma parte
de una tendencia general de la población española que se muestra renuente a solicitar ayuda cuando se
tienen problemas emocionales o psicosociales. En este sentido, es previsible la correlación que se ha
encontrado entre la aparición de estos informes y el nivel cultural de los progenitores, ya que la

102 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil
probabilidad de que las denuncias vengan acompañadas de otros informes aumenta a la par que el nivel
cultural de las familias. Sin embargo, también hemos constatado que el porcentaje de casos con informes
previos que han sido evaluados como increíbles es superior al que se da en el resto de la muestra. Esto
es probablemente consecuencia de la contaminación del testimonio. Cuanto más se repite un hecho, más
se estructura la elaboración del mismo, por lo que resulta menos espontánea y pierde resonancia
emocional; estos son dos factores que puntúan negativamente en la credibilidad de lo narrado. Hay que
tener en cuenta este fenómeno no sólo en estos casos, también cuando el menor haya sido sometido a
terapia.

Los profesionales deben considerar este hecho a la hora de enfrentarse a una situación de posible
abuso, ya que, de la asepsia con la que traten el tema (no viciando con continuas peticiones de narración
de los hechos) dependerá la posibilidad de que el testimonio del menor llegue lo más intacto y completo
posible a los profesionales que lo valorarán posteriormente. Del mismo modo, la utilización del método
de Steller debe realizarse con la máxima reserva y sólo tras una formación específica en dicho protocolo.

Por otro lado, es un problema a analizar con una muestra mayor la sospecha de que las denuncias
preparadas se apoyen en ocasiones en escritos de profesionales de la salud como forma de fundamentar
las mismas.

Otra de las cuestiones que se pone de manifiesto es que la aparición de secuelas puede apoyar la
sospecha de que se ha producido el abuso, mientras que su ausencia no tiene por qué indicar que éste
no haya existido. Asimismo, la presencia de síntomas puede obedecer a que el menor esté sufriendo otro
tipo de conflictos, y por esta razón, convendría estudiar el contexto general del menor, con el fin de
adscribir, o no, estos síntomas a un caso de abuso.

En la presente investigación se puso de manifiesto que en el 26,6% de los casos considerados creíbles
no se manifestaban secuelas, mientras que los increíbles no presentaban secuelas en un 82,4%. Este
hecho apoya la hipótesis de que en los casos considerados creíbles se evidenciaban un mayor número de
secuelas.

En cuanto al tipo de secuelas que presentan los menores, los datos de este estudio arrojan una mayor
frecuencia de las secuelas emocionales (57 % del total). Por su parte, las secuelas sociales y sexuales son
las que tienen menor presencia dentro de la muestra en el análisis global (17% y 8%, respectivamente).
Al realizar un análisis cualitativo de la muestra, se encontró que el tipo de secuelas varía en función de la
edad, siendo nula o escasa la presencia de estos dos tipos de secuelas en las víctimas con menos de 12
años, y aumentando considerablemente a partir de los 13 años, tanto en niños como en niñas.

Estos resultados pueden deberse a la importancia del momento evolutivo del menor cuando se
produce el abuso sexual. Además de que la víctima mediatiza la interpretación de los sucesos, cuando el
hecho ocurre el menor manifestará unos déficits u otros dependiendo de sus experiencias vitales.

Entre los resultados más interesantes de la presente investigación se encuentran, en primer lugar,
que los criterios del CBCA se dan con diferente frecuencia en los testimonios creíbles e increíbles. Así,
en el contraste de medias realizado, se obtiene que todos los criterios –tanto de validez como del
CBCA– excepto “perdón al agresor”, resultan significativos si comparamos los testimonios
considerados como creíbles e increíbles. El criterio en el que se aprecia una mayor diferencia de
aparición es “estructura lógica”. Se trata de un criterio que ha aparecido como esencial en diferentes
investigaciones sobre el método. También cabe destacar los criterios que no aparecen puntuados en

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 103
ninguno de los testimonios increíbles: ”detalles malentendidos”, “levantar dudas sobre el propio
testimonio” y “autodesaprobación”.

En cuanto a los criterios de validez, hay que subrayar que para complementar el apartado de validez
del método es necesario realizar una evaluación global de la situación en la que se interpone la denuncia,
y de determinados aspectos que no se refieren exclusivamente al contenido de la declaración. A este
respecto este grupo de criterios es muy ilustrativo, puesto que los porcentajes en los diferentes criterios
se diferencian ampliamente las declaraciones creíbles de las increíbles. El dato más destacado que aporta
el análisis de los porcentajes de aparición, es la ausencia en todos los testimonios increíbles del criterio
“afecto apropiado”.

Es muy difícil evaluar si se cumple o no el criterio “afecto apropiado” ya que la manifestación de los
sentimientos es heterogénea en el ser humano. Sin embargo, lo verdaderamente difícil es el control de
las emociones (ya sea en su manifestación o en su ocultamiento). Así, sufrir abuso sexual, recordarlo y
tener que verbalizarlo es una situación altamente traumática; si sumamos a esto el hecho de que los
menores tienen menos barreras que amortigüen la expresión de sus sentimientos y que modulen su
conducta nos encontramos con que es muy probable que durante la declaración de un caso real, el menor
no controle sus emociones y que, por tanto, las manifieste abiertamente. A la inversa, cabe esperar que
la afectación emocional no se demuestre (indiferencia afectiva) o se demuestre de forma incongruente
en testimonios que no se corresponden con una situación experimentada por el menor.

Hasta el 80% de los casos de nuestra muestra se consideraron creíbles, sin embargo, esta es una tasa
muy baja si la comparamos con los resultados de otros estudios. Por ejemplo, en el estudio llevado a cabo
por Echeburúa y Guerricaecheverría (2000) se considera que la tasa de “falsa alegación” es mucho menor
al 20% (resultado obtenido en esta investigación). Así, la lógica nos indica que ninguna o casi ninguna
ganancia secundaria se deriva de una falsa alegación, excepto en el ámbito forense, donde sí se pueden
obtener beneficios. Steller (1989), desde una orientación forense, nos dice que la tasa de alegaciones
veraces se sitúa (al menos) en torno al 70%.

El análisis de regresión logística nos indica que el criterio de “estructura lógica” (dentro de los
criterios del CBCA) es discriminante, en el sentido de que si está presente en una declaración es muy
probable que aparezcan al menos 8 o más criterios (contando con éste) de credibilidad en su testimonio
(lo que indica una alta posibilidad de ser considerado creíble en su conjunto). Dentro de los criterios de
validez se ha hallado que los criterios “lenguaje apropiado” y “ausencia de susceptibilidad a la sugestión”
son discriminantes, es decir, si estos dos criterios están presentes es muy probable que el testimonio
contenga 8 o más criterios del CBCA.

Por último, al tener en cuenta el instrumento en su totalidad (SVA: CBCA más el listado de validez)
se puede predecir que si se da una “estructura lógica” y un “lenguaje apropiado” es muy probable que
la declaración cumpla, al menos, otros 7 criterios del CBCA y, por tanto, que el testimonio sea
considerado creíble en su conjunto.

Los estudios que se han realizado hasta la fecha no se basaban en el SVA, únicamente en el CBCA,
omitiendo los criterios relativos a la motivación (los más infrecuentes), así como el listado de validez. Se
intentaba delimitar qué criterios del CBCA serían discriminantes entre “credibilidad” y “no credibilidad”,
siendo que la credibilidad global jamás se basa en los criterios CBCA aisladamente de la realidad forense,
como sí se hace en estudios experimentales.

104 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil
Otro motivo por el que hasta ahora no se ha llegado a ninguna definición válida sobre la capacidad
discriminante del método se debe a las muestras utilizadas en los estudios, retrospectivas sobre
testimonios que nunca o casi nunca han sido recogidos de forma apropiada (entrevistas con relato libre
por personas expertas en el método) (Lamb,1997).

Los resultados de estos estudios son importantes, pero en ningún modo determinantes. Como ya se
señaló en el apartado correspondiente, no dictaminan la valoración de un testimonio, ni es suficiente la
presencia o ausencia de cualquier criterio por separado. Se hace, por tanto, necesaria la evaluación global
de las declaraciones y del resto del contexto para establecer su credibilidad.

El método no es, ni pretende ser, un test psicológico con una baremación bien determinada. Se trata
de una escala de validación aplicada a menores de diferentes edades y bajo diferentes tipos de abuso.

Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil 105
CAPÍTULO 5

La dificultad de inventar la mentira:


Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
por María Paz Ruiz Tejedor*

En el presente capítulo expondremos dos casos de agresión sexual extraídos de nuestra práctica
pericial; en ambos la demanda judicial versa sobre el estudio de la credibilidad del testimonio.

De la extensa muestra con la que contamos en la Clínica Médico-Forense de Madrid, hemos


seleccionado estos dos expedientes por el marcado paralelismo que existe entre ambos:

• Las víctimas son de sexo femenino.

• Ambas tienen edades parecidas, 17 y l8 años.

• El abuso alegado es un incesto, presuntamente cometido por el padre biológico.

• El incesto es de curso crónico.

• Existe coincidencia en cuanto al inicio de los presuntos hechos, que se sitúa en la etapa
preadolescente.

Caso número 1

1. Información preliminar
El primer caso es el de Cristina, de 17 años de edad. La demanda judicial concreta fue la emisión de
un informe psicológico sobre la menor “en relación con la veracidad de las declaraciones vertidas contra
su padre e imputado”. A estos efectos, aplicamos la técnica del SVA (explicada en el capítulo 3 de este
informe).

La exploración se practicó en una única sesión. En primer lugar, entrevistamos a la madre, con el
objetivo de recabar datos relativos a los antecedentes familiares y personales del caso. A este respecto,
hay que señalar que la madre rehusó acudir a una segunda citación. Posteriormente entrevistamos a la
menor y recogimos en vídeo el relato de los presuntos hechos. Sin embargo, antes de realizar la entrevista
llevamos a cabo un estudio pormenorizado de la documentación de que disponíamos.

* Psicóloga de la Clínica Médico-Forense de Madrid. MARIPAZ.RUIZ@terra.es

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 107
1.1 Antecedentes familiares

La familia se compone de los progenitores y de cinco hijos. Cristina es la primogénita de los


hermanos, tres de los cuales son de sexo femenino. El menor presenta un problema de autismo. Según
la información aportada por la madre, el matrimonio resultó disfuncional desde el principio, aunque los
problemas de la pareja se agravaban generalmente cuando surgían dificultades económicas. A este
respecto se mencionó la existencia de malos tratos físicos por parte del padre hacia la esposa e hijos, con
interposición de una denuncia que se retiró posteriormente. Se describe al supuesto agresor como un
individuo con problemas psíquicos (de tipo depresivo) y de alcoholismo.

1.2 Antecedentes personales

El desarrollo psicoevolutivo, la escolarización y el proceso de socialización de la explorada resulta


normal: a los 16 años abandonó los estudios, después de realizar un curso de garantía social que le
permitió obtener el título de graduado escolar. En el momento de la exploración Cristina trabajaba como
dependienta en una panadería, ocupación que le satisfacía.

1.3 Exploración psicopatológica

– Se muestra dispuesta y colaboradora con la perito; entre ambas se establece un clima de empatía.

– No manifiesta ninguna objeción a ser grabada en vídeo.

– Se muestra psicológicamente lúcida, orientada y coherente.

– Manifiesta un desarrollo cognitivo-intelectivo dentro de la media.

– Se encuentra compensada anímicamente cuando abordamos tópicos de contenido neutral, si bien


se pone de manifiesto un cambio conductual al adentrarnos en el tema que motiva nuestra
intervención, aflorando inicialmente el llanto.

– En cuanto a los rasgos que marcan su perfil personal, Cristina se muestra como una adolescente
sociable, comunicativa, sensible y afectiva con los que la rodean y, en general, adaptable.

1.4 Eclosión y desarrollo del conflicto

Los presuntos abusos se iniciaron en la prepubertad, cuando Cristina tenía unos diez años. La
información aportada por la madre indica que el agresor pudo aprovechar el momento en que ella fue
hospitalizada –en el sexto mes de gestación de su último embarazo– para dar inicio a los abusos que, a
partir de este momento, se repitieron hasta que la víctima alcanzó los 14 años de edad. Cristina
proporcionó un relato extenso y rico en detalles, describiendo cómo el agresor se vio obligado a pactar
la finalización del abuso.

Durante estos cuatro años Cristina omitió hablar del tema, es decir, mantuvo en secreto los presuntos
abusos hasta que la situación celotípica del agresor provocó altercados y enfrentamientos que implicaron
agresiones físicas y amenazas de muerte. Con ocasión de uno de estos altercados, la menor alertó a sus
dos hermanas de los hechos y dos días más tarde se lo comunicó a la madre, aunque, según afirma, no
le aportó detalles. El relato pormenorizado de los abusos se lo proporcionó a una tía materna, quien

108 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
posteriormente informó a la madre. En ese momento se interpuso la denuncia que motiva la intervención
pericial.

Según afirma Cristina, cuando concluyó la situación incestuosa, se exacerbó la reacción celotípica del
agresor hacia la menor; a través de constantes reproches respecto a los contactos y las relaciones que ésta
mantenía con el otro sexo y de una situación de espionaje y acoso continuo. En este contexto se
produjeron episodios de descargas incontroladas de pulsiones agresivas por parte del supuesto agresor.

2. Transcripción literal del relato


Pregunta: ¿Cuántos años tienes, Cristina?

Respuesta: 17.

P: ¿Estás estudiando, trabajando, qué estás haciendo?

R: Estoy trabajando en una panadería como dependienta.

P: ¿Y qué tal?

R: Bien, trabajo muy poco, sólo 6 horas al día y libro un día a la semana, sábados por la mañana y
domingos por la tarde.

P: ¿Cuándo dejaste de estudiar?

R: A los 16 años me salí del instituto y luego me metí en un curso de Garantía Social, me saqué el
graduado y el título de peluquería.

P: ¿Tienes muchos amigos?

R: Sí.

P: ¿Tienes novio?

R: Sí.

(...)

P: ¿Sabes por qué te hemos hecho venir aquí?

R: No.

P: ¿No lo sabes?; ¿Has tenido algún problema?

R: Sí, lo de mi padre, ¿no?

P: Quiero que nos cuentes todo lo relacionado con el tema. Dices que has tenido algún
problema con tu padre, ¿no?

R: Sí.

P: Cuéntanos cuándo empezó el problema.

R: Es que el problema empezó con mi madre más que conmigo. Me acuerdo que cuando yo era pequeña,
discutían mucho y se gritaban. Y yo recuerdo que más de una vez la pegó a mi madre. No lo recuerdo
bien porque delante mía no, pero yo cuando estaba durmiendo, bueno, no dormía claro, yo les
escuchaba gritarse y a mi padre pegar a mi madre.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 109
Y luego ya, yo era más mayor, tenía 10 años y mi madre dio a luz a mi hermano pequeño y yo hacía
gimnasia rítmica, y siempre ensayaba en la cocina, que era muy grande y siempre bailaba yo sola ahí y
mi padre se metió en la cocina. Y… me dijo que me quitara la ropa, y yo me la quité. Yo no sabía lo que
iba a hacer ni nada, y que me abriera de piernas como hacía en gimnasia rítmica. Yo lo hice y me empezó
a tocar y él me preguntaba que si me gustaba (llora), y yo le decía que no, que me dejara de hacer eso
ya. Y luego se enfadó porque me decía que él no quería hacerme daño, pero yo sabía perfectamente que
él estaba loco, yo lo sabía ya.

P: ¿Desde el primer día?

R: No, desde eso no, de antes de eso…

P: ¿Recuerdas el primer día que sucedió?

R: Sí.

P: ¿Ese día concreto lo recuerdas?

R: Sí.

P: ¿Nos lo podrías describir con todos los detalles?

R: Es que me acuerdo de eso nada más.

P: Recuerdas que te decía que abrieras las piernas, ¿dónde estabas, cómo?

R: Pues en la cocina.

P: ¿Y cómo estabas, de pie, sentada, tumbada?

R: Yo estaba bailando y me dijo que me sentara y me abriera de piernas, como…

P: O sea, que tú te sentabas.

R: Sí, claro.

P: Ah, sentada, ¿no?

R: Sí, pero en el suelo.

P: Entonces, empezó a tocarte y te dijo si te gustaba, y tú le dijiste…

R: Que no. Y desde ahí empezó a entrar…

P: ¿Cómo terminó la situación?; ¿Ese día concreto, cómo terminó?; ¿Te acuerdas?

R: No.

P: Y a partir de ahí, ¿qué?

R: A partir de ahí venía casi todas las noches, entraba en mi habitación.

P: ¿Casi todas las noches?

R: Sí, casi todas. Yo dormía con mis dos hermanas en tres camas que estaban juntas.

P: ¿En qué cama estabas?

R: Yo estaba en la cama de la derecha, estaba en la esquina, al lado de la pared, y siempre entraba. A


mis hermanas yo creo que no las hacía nada, pero en mi cama se sentaba y me metía la mano por debajo
del pijama. Yo creo que mi madre, no sé, mi madre alguna vez sospecharía, porque entraba o algo, y no

110 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
sé, intentaba estar el más tiempo posible para que mi padre no me hiciera nada. Pero no sé, no sé si
saberlo yo creo que no lo sabría. A veces por el día, cuando mi madre se iba a comprar o algo y me
quedaba yo en casa, pues igual. Y así estuvo hasta que cumplí yo los 14 años.

P: “Pues igual”, ¿qué?; o sea ¿entrando en la habitación?

R: Sí, o yo por ejemplo estaba bailando o algo, porque siempre estaba bailando y entraba, y una vez me
dijo que fuese a su cuarto y me tumbara en la cama de matrimonio, y me lo hizo con un aparato de
masajes.

P: ¿Qué te hizo, Cristina?

R: Pues me lo puso ahí.

P: ¿En la vagina?

R: Sí.

P: Pero, ¿cómo?, te lo puso encima, ¿o cómo?

R: Sí, era una cosa que se movía. Era eléctrico.

P: ¿Te lo puso encima, no te lo metió ni nada?

R: No.

P: ¿Te acuerdas de ese día?

R: Es que me acuerdo nada más de esas partes.

P: ¿Y qué pasaba cuando te hacía eso?

R: Pues yo lloraba. Él me decía que no quería que yo llorara, que él me quería ver sonreír y como si me
gustara. O sea hacer como si... y me decía a mí, que yo disimulara.

P: ¿Con esas palabras?

R: No, me decía: “tú haz como si te gustara”, pero yo no lo hacía.

P: Tú no lo hacías y ¿qué pasaba?

R: Pues, es que ahí no me pegaba, no… ¡hombre! Sí me forzaba, porque… me amenazaba y me decía
que me iba a pegar y eso, y me pegaba pero no en ese momento.

P: Te decía que te iba a pegar, pero ¿por qué?

R: Porque yo no me dejaba, porque yo le quitaba.

P: ¿Y le quitabas qué, que te hiciera qué?

R: Pues que me metiera la mano, que me tocara.

P: ¿Dónde te tocaba?

R: La vagina.

P: ¿Sólo?

R: Sí.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 111
P: Cuando te tocaba, ¿cómo estabas tú, cómo estaba él, cuál era la situación?

R: Yo no le veía la cara porque estaba la luz apagada. No hablaba ni nada. A veces, bueno eso fue una
vez pero ya era yo mayor, yo ya tenía 14 años y estaba yo en su piso ese de xxxxx, y yo dormía en un sofá
cama con mis dos hermanas, y se metía él en la cama. Decía que quería dormir con nosotras, y me ponía
yo en la esquina y se ponía al lado mío. Y me empezaba a tocar, y ahí era yo cuando más le decía cosas,
¿sabes? Le decía: “Para, que me pongo a chillar, ¿eh? Y se enteran”. Y ya es que cogía él y se enfadaba
y le decía: “Déjame en paz porque me voy a dormir a otro sitio”, y me salía y me iba a dormir al sofá de
al lado. Y ya se cabreaba y se iba a su cama.

Y a veces, un día empezó a decir: “Venga sólo un minuto, ya no te lo vuelvo a hacer nunca más, pero te
tienes que dejar y tienes que hacer como si te gustara, hacer o sea gritar como placer”. ¿Sabes? Y yo no
quería, vamos no, no le dejaba y empezaba a contar el 1, 2, 3, y si empezaba a llorar, empezaba desde
el principio otra vez. Y mi hermana se dio cuenta porque lo escuchó. Y luego al día siguiente mi hermana
me dijo: “¿Por qué llorabas y papá estaba contando?”, y le dije: “Porque me duele la tripa”. Y mi
hermana no es tonta y no se lo creyó.

P: Eso fue cuando estabas en xxxxx porque tus padres estaban separados en esa época…

R: Sí.

P: No se lo creyó, dices, ¿por qué?

R: Porque me lo dijo ella.

P: ¿Qué te dijo?

R: Me dijo: “Yo no me creo eso”.

P: ¿Y qué creía ella?

R: No, no me lo dijo. Pero luego más adelante yo se lo conté.

P: ¿Sí?, ¿se lo contaste?, ¿cuándo se lo contaste?

R: Pues un poquito antes de contárselo yo a mi madre.

P: ¿Y a tu madre cuándo se lo contaste?

R: Pues se lo conté el 13 de abril de 2001 y se lo conté a mi hermana un día antes o dos días antes.

P: ¿Y sabes qué le contaste exactamente?

R: Yo primero la dije, porque tuve una bronca con mi padre fuerte, y yo primero las dije a las dos, a mis
dos hermanas, que tuvieran cuidado con él, a ver si iba a abusar de ellas, si no lo había hecho ya.
Entonces mis hermanas me dijeron: “¿Tú estás loca, Cris? Papá no nos va a hacer eso. Pegarnos sí nos
ha pegado, pero tocarnos, nunca nos ha tocado”. Y yo les dije: “Pues a mí sí que me lo ha hecho”. Y las
empecé a decir: “¿Te acuerdas la noche esa de xxxxx cuando contaba? Pues era eso”. Y mi hermana sí
se lo creyó, claro, pero no querían decirle nada porque sabían que se iba a enfadar. Pero luego hubo otra
bronca y me tuve que ir a casa de mi tía y se lo conté a mi tía. Pero a mi tía con detalles y todo. Luego
fue mi tía quien se lo contó a mi madre ya mejor. Luego unos días después ya le denunciamos. Ya le
habíamos denunciado por pegarnos.

112 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: ¿Y a tu madre qué le contaste?

R: Pues a mi madre el primer día no le conté con detalle ni nada. Yo solamente le dije: “Yo no quiero vivir
con él porque ha abusado de mí y por las palizas que me ha dado”. Eso, las palizas, sí me las daba delante
de mi madre. Y mi madre me preguntó: “¿Cómo que ha abusado de ti?”. Y le dije que fue en xxx y mi
madre se pensó que sólo fue esa vez.

P: ¿Estaban separados tus padres?

R: Sí.

P: ¿Por qué no se lo creyó tu hermana?

R: Porque yo por un dolor de tripa no me pongo a llorar. Pero luego yo se lo conté a mi hermana, un
poco antes de decírselo a mi madre.

P: ¿Te acuerdas de la última vez? Para que nos cuentes un episodio entero.

R: La última vez me quedé yo a dormir en su casa, en xxxx. Era ya después de Reyes, me decía que me
iba a llevar a las rebajas, pero ya era por la noche. Nos metimos en una habitación con dos camas, pero
era un mueble que se sacaban las camas. Yo dormí en una cama, y le dije que yo no quería dormir con
él, que se fuera a otro cuarto. Pensaba que él se iba a quedar en el sofá-cama y yo me iba a ir a la
habitación. Al rato entró en la habitación y se metió en la cama de al lado. Y yo cuando él dormía cerca,
no podía dormir. No dormía. Me hacía la dormida, pero no dormía. Entonces él se metió en mi cama y
empezó otra vez a tocarme. Eso ya fue la última vez. Y ya le dije, no, no. Y encima había bebido él. Yo
le dije que no, que ya no me tocaba más.

P: ¿Qué le dijiste exactamente?

R: Que como me lo volviera a hacer, que ya no me iba a cortar en denunciarle ni nada. Pero me daba
mucho miedo decirle eso porque se enfadaba. Luego se quitó los pantalones y los calzoncillos y se
empezó a arrimar a mí. Y le dije que se los pusiera. Él se puso encima y salí corriendo a casa de mi tía.
Dije que me quería pegar, que estaba borracho, y que me llevaran a mi casa.

Luego hay otra cosa que no conté. Porque no sé, no lo vi... creo que es suficiente lo que dije.

P: Cuéntanos qué pasó.

R: Pero es que era todos los días lo que pasaba. Cuando estaban separados, yo al principio, nosotros le
dejamos de hablar, no le queríamos ni ver y él venía a buscarnos al colegio, se quería llevar a mis
hermanos. A mí no, porque yo me iba corriendo con mis amigas. Hubo una temporada que salía
corriendo detrás mía y de mis amigas con una cámara de fotos, tirándonos fotos. Ha entrado a la
discoteca a buscarme. Que ya a parte de las cosas que me ha hecho. A parte de palizas y abusos, ya
también es eso, de no dejarme en paz. O sea, ya era como si estuviera casada con él o algo, como si me
tuviera como su mujer, ¿sabes? Y yo, claro… él me dijo que estaba enamorado de mí.

P: ¿Cuándo te dijo eso?

R: Una vez fuimos al parque xxx, esto no lo he contado, yo con mi padre y mi hermana. Y había puestos
de las brujas esas con la bola y las cartas, y a mi padre le gusta todo eso y entró, entramos. Eligió la bola,
y la bruja esa le dijo que le iba muy mal con la familia, y con su mujer sobre todo, y que él se iba o ya
estaba, o se iba a enamorar de una rubia.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 113
A los pocos días, una noche que nos quedamos con él a dormir allí en xxxx, me dijo que estaba
enamorado de mí, y que le gustaría tener un hijo conmigo. Porque me parecía mucho a él. Yo soy la que
más me parezco a él. Y saldría como un clon suyo, como su hermano gemelo, que siempre había querido
tener un hermano gemelo.

P: ¿Eso cuándo te lo dijo?

En xxxx, una noche, en el salón, estaban mis hermanas, pero se fueron con mi abuela.

P: ¿Estabas sola con él?

R: Sí, pero ahí no me hizo nada.

P: ¿Cómo te tocaba?, ¿lo recuerdas?

R: No sé, movía el dedo.

P: ¿Con el dedo era?

R: Sí.

P: ¿Y eso sucedió desde que tenías esa edad hasta los…?

R: Los 14.

P: ¿Era por las noches normalmente? ¿Y a veces también cuando estabas haciendo gimnasia?

R: Haciendo gimnasia fueron 2 o 3 veces. Una vez fue cuando la primera vez. Otra vez cuando me dijo
que fuese a la habitación con el aparato de masajes. Con el aparato de masaje fueron dos veces.

P: Pero, ¿era un aparato de masaje?

R: Era como un palo así, con un redondel con forma como de deditos que se movían.

P: ¿Cuántas veces con el aparato?

R: Dos veces con eso. Una vez en mi cuarto y otra vez en su cuarto.

P: Cuando pasaba a la habitación, ¿qué hacías?

R: Yo los primeros días me hacía la dormida. Yo pensaba que así me iba a dejar en paz. Pero como no
me dejaba me ponía a llorar y me pegaba bofetones, pero no me quería dar muy fuerte, se notaba. Luego
ya por el día, por ejemplo una noche, salí a bajar a los perros con mi hermano, ¡ah!, y con dos amigos
de mi hermano. Pero eran niños, eran más pequeños que yo, y salió mi padre a buscarnos, llevábamos
cinco minutos en la calle. Bajó mi padre a buscarnos y nos vio. Me dijo: “¿Qué haces con chicos?”, no se
qué. Me subió para casa. Eso fue cuando empezó, los primeros días que empezó. Me subió para casa,
nos pegó a mi hermano y a mí con el cinturón pero fuerte, fuerte, fuerte. Nos dejó marcas. Cogió mi
madre y dijo: “Vamos a la comisaría”. Y él dijo: “¿Qué le vas a ir a enseñar el culo a los policías?”. No
fuimos al final. Y más veces que me haya pegado, en la calle ya cuando estaban separados, en mi barrio.
Volví por la noche a mi casa y le encontré, estaba abajo con mis hermanos y empezó a discutir conmigo
porque si iba a la discoteca, que si dejaba de ir, que si iba con chicos… y yo le decía que sí me iba con
chicos, que eran mis amigos, ¿o solamente me tengo que juntar con chicas? Yo le decía: “Mira yo ahora
vivo con mi madre y mi madre es la que me tiene que decir las cosas, porque tú no me tienes por qué
mandar”.

114 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: Y ¿qué pasó?

R: Que se enfadó tanto que me dejó marcadita, y luego me llevó al médico, después de pegarme. No,
primero fuimos al xxxxx a cenar, a que me tranquilizara. Luego me llevó al médico y se inventa que me
he caído por las escaleras. El médico me preguntó si era verdad y yo no dije nada, ni que sí ni que no.

P: ¿Y eso cuándo fue?

R: Eso fue el verano ese que se separaron mis padres, que él vivía en xxxx pero seguía viniendo a darnos
la plasta. Luego al final nos íbamos con él.

P: Durante más o menos cuatro años iba por las noches, ¿cuántas veces?

R: Venía una vez cada noche.

P: ¿Todas las noches?

R: Había alguna que no, pero casi todas. No sé por qué no venía todas.

P: ¿Tus hermanas estaban a tu lado?

R: Sí, estaban dormidas. Yo no sé si ellas se enterarían. Yo no estoy segura de que a ellas las haya hecho
algo. Yo pienso que no. Pero hay gente, por ejemplo mi tía y mi madre, pues tampoco se quedan
tranquilas. Igual que yo no dije nada, mis hermanas también se lo han podido callar.

P: ¿Por qué no dijiste nada?

R: Tenía miedo, me daba vergüenza, yo que sé, me sentía como si, no sé, como si no me fuese a creer
mi madre y encima me iba a regañar. Y luego encima otra cosa... ¡ya mi padre!

P: Además del día que has relatado ¿de qué día te acuerdas mejor?

R: Del primer día (llora).

P: Ese día eras pequeña ¿cómo te acuerdas?

R: Yo ya tenía cuerpo de mayor. Me vino la regla antes de los 10 años.

P: ¿Y él lo sabía?

R: Sí.

P: Ese primer día para ti, ¿cómo fue?

R: Muy malo. Aunque tuviera cuerpo de mayor era una niña, con mentalidad de niña, de ganas de jugar.

P:¿ Cómo viviste tú eso, qué pasó en ti?

R: No sé.

P: ¿Tenías conciencia de algo?

R: Yo sabía que eso estaba mal, y yo claro, yo qué sé…

P: ¿Te acuerdas menos del último día?

R: También me dijo una cosa, que si dejaba de fumar no me volvería a hacer nada.

Luego teníamos un kiosco, y fue cuando mis padres volvieron. Nos echaron del piso y tuvimos que volver
con él. En el kiosco me dijo que íbamos a olvidar el tema, todo lo que había pasado, pero que yo no tenía
que fumar más delante suya, porque si fumaba parecía más mujer y que no se le iban a quitar las ganas.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 115
Que delante suya no fumara más. Ya no me volvió a hacer nada, pero pegarme sí me ha pegado por
llegar tres minutos tarde. Delante de mis amigas me insultaba con “puta” o cosas así.

P: ¿Ahora cómo te sientes?

R: Pues mejor, lo que no me gusta es recordarlo. He estado con una psicólogo desde septiembre y le he
visto cuatro veces.

P: ¿Y qué tal?

R: Muy bien. La vi el mes pasado y me dijo que no hacía falta que volviera más.

P: ¿Estás mejor?

R: Sí.

P: ¿No le has vuelto a ver?

R: No. Bueno, una vez que quedó con mis hermanos. Yo estaba en una papelería con mi novio y él entró.
Se quedó mirando, pero nos fuimos tranquilamente. Estuve trabajando en una tienda de veinte duros y
cuando fui a trabajar estaba él en la puerta en el coche. Yo no me di cuenta. Tampoco sé si me siguió.
No le denuncié porque no se acercó, ni nada.

P: ¿Has estado con una psicóloga, de dónde?

R: La psicóloga es de los Servicios Sociales de donde vivo.

P: ¿Tienes algún informe?

R: No.

P: ¿El novio que tenías es el mismo?

R: Si, llevamos un año y tres meses.

P: ¿Está la relación consolidada?

R: Sí, pero ahora un poco mal porque no estamos tanto tiempo juntos. Él quiere salir más con sus amigos.
Y yo también salgo más con mis amigas. Y discutimos mucho.

P: ¿Tienes relaciones sexuales con él?

R: Sí.

P: ¿Qué tal?

R: Al principio muy mal, no me atrevía, me daba como miedo. Pero al final, no sé.

P: ¿Ahora más o menos bien?

R: Sí.

P: Eres una chica fuerte, lo has encajado bien, ¿no?

R: Sí.

P: ¿Qué crees que va a pasar con él?

R: Yo con tal de no verle, a mí me da igual. Yo quiero olvidarle, bueno olvidarle no voy a poder, pero lo
podré apartar.

116 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: ¿Qué explicación le encuentras tú?

R: Yo creo que él está enfermo. Yo creo que necesita ayuda y mucha. Yo también creo que ha sido en
parte por su familia. Eran testigos de Jehová, él se salió a los 18 años y le dio todo el mundo la espalda.
Y yo creo que empezó ahí la cosa. Y con mi madre se casó a los dos meses de novios, dos meses de
conocerse. Mi madre no conocía a mi padre y él tampoco. También mi madre tuvo parte de culpa. Mi
padre tenía 20 años y mi madre 28. Yo veo mucha diferencia de edad. Un hombre a los 20 años no es
un hombre, es un niño todavía.

P: ¿Crees que ha pasado porque tu padre no es maduro y ha vivido experiencias negativas en


su vida?

R: Yo creo que sí.

P: ¿Quieres decir alguna cosa más que no te hayamos preguntado?

R: No.

(...)

3. Aplicación de los criterios de contenido del CBCA

3.1 Características generales

1. Estructura lógica

Podemos decir que el relato posee estructura lógica, homogeneidad y consistencia interna. En
palabras de Trankell (1972): “Los detalles independientes de la declaración describen el mismo curso de
acontecimientos”.

2. Elaboración no estructurada

El relato resulta no estructurado, en el sentido en que no se aprecia rigidez en la exposición de los


hechos. Antes bien, se hace uso de un estilo expresivo libre, no encorsetado, que parece reflejar el modo
en que la menor va recordando diferentes episodios y detalles, a través de la reexperimentación de las
situaciones vividas; sin someter el relato a una secuencia cronológica. Esta falta de estructuración del
testimonio se refleja en expresiones como: “Luego hay una cosa que no lo conté”, relatando las
reacciones y conductas de acoso y celotipia del agresor. En otro momento expresa: “Yo, por ejemplo,
estaba bailando y entraba, y una vez me dijo que fuese a su cuarto y me tumbara en la cama de
matrimonio”, recuperando espontáneamente un episodio concreto.

En la misma línea, el siguiente extracto del relato refleja la producción no estructurada: “Yo no le veía
la cara… no hablaba ni nada. A veces, bueno eso fue una vez, pero ya era yo mayor”.

3. Cantidad de detalles

El relato de Cristina es muy rico en detalles, aporta numerosos datos sobre el lugar, la situación o las
personas: “Siempre ensayaba en la cocina, que era muy grande y siempre bailaba yo sola allí (...) y me
dijo que me abriera de piernas como hacía en gimnasia rítmica (...) me decía que él no quería hacerme
daño (...) venía casi todas las noches (...) se sentaba y me metía la mano por debajo del pijama (...) yo no

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 117
le veía la cara porque estaba la luz apagada (...) no hablaba ni nada (...) yo ya tenía cuerpo de mayor (...)
yo estaba bailando y me dijo que me sentara en el suelo y me abriera de piernas (...) yo creo que mi madre
alguna vez sospecharía, porque entraba o algo, y no sé, intentaba estar el más tiempo posible (...) nos
metimos en una habitación que había dos camas, pero era un mueble que se sacaban las camas (...) luego
se quitó los pantalones y los calzoncillos y se empezó a arrimar a mí (...) dije que me quería pegar, que
estaba borracho, y que me llevaran a mi casa (...) decía que quería dormir con nosotras, y me ponía yo
en la esquina y se ponía al lado mío”.

3.2 Contenidos específicos

4. Incardinación en contexto

La menor sitúa los hechos en un contexto espacio-temporal concreto, insertándolos dentro de su


rutina vital: “Yo ya era mayor (…) tenía l0 años (…) mi madre dio a luz a mi hermano pequeño (…) yo
hacía gimnasia rítmica, y siempre ensayaba en la cocina (…) mi padre se metió en la cocina (...) a veces
por el día, cuando mi madre se iba a comprar o algo, me quedaba yo en casa, pues igual (...) y una vez
me dijo que fuese a su cuarto y me tumbara en la cama de matrimonio y me lo hizo (…) ya era yo mayor,
yo tenía 14 años y estaba en su piso, ese de xxxxx, y yo dormía en el sofá cama con mis dos hermanas
(...) la última vez me quedé yo en su casa en xxxx, era ya después de Reyes, me decía que me iba a llevar
a las rebajas, pero ya era por la noche”.

5. Descripción de interacciones

La menor describe cadenas de acciones y reacciones entre víctima y agresor: “Entró mi padre y me
dijo que me quitara la ropa y yo me la quité (...) él me preguntaba que si me gustaba y yo le dije que no
(...) me decía tú haz como si te gustara, pero yo no lo hacía (...) pues yo lloraba, él me decía que no quería
que yo llorara (...) él se puso encima y salí corriendo a casa de mi tía (...) luego se quitó los pantalones y
los calzoncillos y se empezó a arrimar a mí, y le dije que se los pusiera”.

Observe el lector que en este último ejemplo la explorada describe tres elementos: una acción, la
reacción a la misma y otra acción, satisfaciendo las exigencias de Raskin y Esplin (1991).

6. Reproducción de conversaciones

Con respecto a este criterio, hemos de reflejar que no hay descripción de diálogos o conversaciones.
Sin embargo, sí hay réplica verbal de mensajes unidireccionales como los siguientes: “Le decía: para, que
me pongo a chillar, ¡eh! Y se enteran (...) y decía, déjame en paz porque me voy a dormir a otro sitio (...)
un día empezó a decir venga sólo un minuto (...) y dice ya no te lo vuelvo a hacer nunca más, pero te
tienes que dejar y tienes que hacer como si te gustara”.

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente

En el relato no aparecen.

El problema con este tipo de criterios es que no siempre aparecen en declaraciones veraces, como
ocurre en este caso.

118 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
3.3 Peculiaridades del contenido

8. Detalles inusuales

La riqueza o la calidad del testimonio analizado se pone de relieve en este tipo de detalles. Como
defienden Dettenborn y otros (1984), los detalles inusuales ocurren con baja frecuencia incluso en los
testimonios creíbles. De este modo, cabe concluir que difícilmente aparecerán tales detalles en
acusaciones falsas. En este testimonio hemos encontrado los siguientes ejemplos: “Y una vez me dijo que
fuese a su cuarto y me tumbara en la cama de matrimonio, y me lo hizo con un aparato de masajes (...)
yo no quería, vamos no, no le dejaba y empezaba a contar 1, 2, 3, y si empezaba a llorar, empezaba
desde el principio otra vez”.

9. Detalles superfluos

La valoración de este criterio resulta en ocasiones difícil y genera discrepancias entre los peritos. Tras
un análisis conjunto, llegamos a consenso al identificar un único ejemplo: “Me decía que me iba a llevar
de rebajas”.

10. Incomprensión de detalles relatados con precisión

No aparecen, pero resulta lógico dada la edad de la explorada.

11. Asociaciones externas relacionadas

También se cumple este criterio que, según nuestra práctica forense, aparece en contadas ocasiones.
Arntzen (1983) afirma no haberlo encontrado nunca en declaraciones falsas. En el relato se describe una
conversación mantenida con sus hermanas, que no forma parte del abuso, pero está relacionada con él:
“Yo primero las dije a las dos, a mis hermanas, que tuvieran cuidado con él, a ver si iba a abusar de ellas,
si no lo había hecho ya. Entonces, mis hermanas me dijeron: ‘¿Tú estás loca, Cris? Papá no nos va a hacer
eso. Pegarnos sí nos ha pegado, pero tocarnos, nunca nos ha tocado’. Y yo les dije: pues a mí sí que me
lo ha hecho. Y las empecé a decir: ‘¿Te acuerdas esa noche de xxxxx, cuando contaba? Pues era eso’. Y
luego, al día siguiente, mi hermana me dijo: ‘¿Por qué llorabas y papá estaba contando?’; le dije: ‘porque
me duele la tripa”.

En otro momento relata una conversación mantenida con el propio agresor sobre las relaciones con
el sexo contrario, que se refleja en el siguiente extracto: “Volví por la noche a mi casa y le encontré,
estaba abajo con mis hermanos y empezó a discutir conmigo porque si iba a la discoteca, que si dejaba
de ir, que si iba con chicos... y yo le decía que si me iba con chicos, que eran mis amigos, ¿o solamente
me tengo que juntar con chicas?”.

Por último, encontramos una tercera asociación externa: “A los pocos días, una noche que nos
quedamos con él a dormir allí en xxxx, me dijo que estaba enamorado de mí, y que le gustaría tener un
hijo conmigo. Porque me parecía mucho a él. Yo soy la que más me parezco a él, y saldría como un clon
suyo, como su hermano gemelo, que siempre había querido tener un hermano gemelo”.

12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor

La peritada describe de forma espontánea sentimientos y cogniciones: “Yo no sabía lo que iba a
hacer (...) yo lloraba (...) cuando él dormía cerca yo no podía dormir (...) me daba miedo (...) tenía miedo,

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 119
me daba vergüenza (...) me sentía como si, no sé, como si no me fuese a creer mi madre y encima me
iba a regañar (...) yo pensaba que él se iba a quedar en el sofá cama (...) pero me daba mucho miedo
decirle eso, porque se enfadaba (...) yo pensaba que así me iba a dejar en paz”.

13. Atribuciones al estado mental del agresor

También se cumple este criterio: “Yo sabía que él estaba loco (...) el se enfadó (...) se cabreaba (...) y
encima había bebido (...) y me pegaba bofetones, pero no me quería dar muy fuerte, se notaba”.

3.4 Contenidos relacionados con la motivación

14. Correcciones espontáneas

Aunque en sentido estricto no aparecen ejemplos de este criterio, no hemos renunciado a reflejar el
estilo expresivo de algunos párrafos, como el que a continuación transcribimos y en el que sin duda se
puede apreciar cómo la menor corrige y matiza espontáneamente la información: “No me pegaba,
amenazaba con pegar porque no me dejaba. Yo cuando él dormía cerca, yo no podía dormir. No dormía.
Me hacía la dormida, pero no dormía”.

15. Admisión de falta de memoria

Tan sólo hemos encontrado un ejemplo de este criterio: “Sólo me acuerdo de esas partes”. Hay que
explicar al respecto que en numerosas ocasiones hemos constatado la aparición de este criterio en
testimonios increíbles, ya que algunos menores tienden a utilizar la falta de memoria para llenar lagunas,
o improvisar respuestas a las preguntas del perito.

16. Dudas sobre el propio testimonio

No aparece.

17. Autodepreciación o desaprobación

Tampoco se ve cumplido este criterio. Sin embargo, el hecho de que la menor haya recibido terapia
o apoyo psicológico puede haber influido en este aspecto, ya que el objetivo prioritario de la terapia es
la reelaboración de las ideas irracionales de culpa que frecuentemente afloran en las víctimas.

18. Perdonar al agresor

Puede interpretarse que la menor exonera en parte de culpa al agresor a través de la siguiente
afirmación: “Creo que él está enfermo y necesita ayuda, y mucho (...) yo también creo que ha sido en
parte por su familia”.

3.5 Elementos específicos de la ofensa

19. Detalles característicos de la agresión

El abuso alegado resulta prototípico, ya que no es inusual que un adulto que goza de una relación
de familiaridad –en este caso el propio padre– se valga de su posición para imponer la conducta abusiva

120 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
sin necesidad de hacer uso de la intimidación o la violencia física. En este caso, el agresor vive tan
intensamente la relación perversa que llega a provocarle una reacción celotípica cuando la menor
comienza a relacionarse con el otro sexo.

Existen detalles característicos del incesto que aparecen reflejados en la declaración: “Él me decía que
no quería que yo llorara, que él me quería ver sonreír y como si me gustara”. En términos generales, se
puede afirmar que en este tipo de abuso el agresor persigue anular a la víctima. Hirigoyen, autora de El
acoso moral (2000), indica que el agresor es un “perverso narcisista”, para quien “el otro” –es decir,
aquel ajeno a él– no existe. En el caso que estudiamos, al agresor no le importa lo que piense o sienta su
víctima. En este sentido, no le importa que ella simule y por eso le pide que lo haga.

Del mismo modo, en el siguiente extracto del relato se pone de manifiesto la actitud posesiva y
celotípica del padre incestuoso: “Hubo una temporada que salía corriendo detrás mía y de mis amigas
con una cámara de fotos, tirándonos fotos (…) ha entrado a la discoteca a buscarme (...) aparte de palizas
y abusos ya también eso, de no dejarme en paz. O sea, es como si yo estuviera casada con él, o algo.
Como si me tuviera como su mujer”.

Asimismo, la descripción del abusador como un individuo perverso narcisista resulta extremadamente
clara en el relato de la informadora: “Me dijo que estaba enamorado de mí y que le gustaría tener un
hijo conmigo, porque me parezco a él y saldría como un clon suyo, como su hermano gemelo”.

4. Aplicación del listado de criterios de validez

4.1 Características psicológicas

1. El lenguaje y los conocimientos aportados por la menor en relación con los hechos resultan
coincidentes con los utilizados al abordar tópicos de contenido neutral.

2. Afecto apropiado: Se aprecia resonancia emocional al abordar los supuestos hechos.

3. Susceptibilidad a la sugestión: La menor no se muestra sugestionable, es decir, no cede a


preguntas contestando en el sentido en que se formulan. Por ejemplo, cuando le preguntamos:
“¿Y cómo estabas, de pie, sentada, tumbada?”, responde: “Yo estaba bailando, y me dijo que
me sentara y que me abriera de piernas”.

4.2 Características de la entrevista

Al abordar la exploración se han respetado los principios del relato libre y no la directividad en las
preguntas. Se han descartado, asimismo, aquellas verbalizaciones que la menor no aporta
espontáneamente o que responden a preguntas directas.

4.3 Motivación

De la entrevista no se desprende que exista algún tipo de motivación, beneficio o ganancia


secundaria. Contrariamente, la menor se resiste a desvelar los presuntos abusos, hasta el momento en
que la situación se hace absolutamente insostenible.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 121
4.4 Cuestiones de investigación

9. Consistencia con la leyes de la naturaleza: El testimonio analizado resulta consistente con las
leyes de la naturaleza. Asimismo, se aprecia consistencia con el testimonio aportado previamente
ante la instancia judicial.

5. Valoración final
Teniendo en cuenta la riqueza y calidad del relato analizado, así como la información derivada del estudio
de la documentación y la aplicación del listado de criterios de validez, valoramos el testimonio de Cristina
como ALTAMENTE CREÍBLE; es decir, le otorgamos el máximo grado de credibilidad.

Caso número 2

1. Información preliminar
En este segundo caso la instancia judicial solicita explorar a una presunta víctima de incesto, Begoña,
que acaba de cumplir 18 años (edad límite para poder utilizar la técnica del SVA). Según la denuncia que
formuló, su padre abusó de ella y la violó durante años. Los presuntos hechos se remiten a siete u ocho
años atrás. Como dato importante cabe destacar que el acusado, es decir, el padre biológico de Begoña,
tiene antecedentes de abusos sexuales a su hijastra, hermana por parte de madre de la testigo.

• La acusación particular solicita que evaluemos:


– La capacidad de discernimiento entre el bien y el mal
– La capacidad de fabulación
– Si se estima que su declaración es verídica
– Las consecuencias que, a su juicio, tiene el haber sufrido un mínimo de 10 agresiones sexuales
perpetradas por su propio padre y en una edad muy temprana (de 9 a 11 años)
– El tipo de trauma, caso de que exista, que sufrió la chica
– Qué efectos tendrá sobre su futuro, en cuanto al comportamiento afectivo y sexual
– El presumible estado psíquico cuando ocurrieron los hechos

• La defensa del acusado solicita nuestra opinión sobre:


– La madurez de Begoña, en el sentido de si es propensa a ser influida considerablemente por las
personas de su entorno
– Su nivel de dependencia respecto a su entorno familiar y, en especial, de su madre. A este
respecto, se nos pedía que estableciéramos el grado de temor que la figura materna suscitaba
en Begoña, y el miedo que ésta podía albergar a desobedecerla o defraudarla.

La exploración solicitada se abordó en dos sesiones. En un primer momento se entrevistó a la madre,


de quien se obtuvieron datos relativos a los antecedentes familiares, centrándonos específicamente en el
presunto abuso sufrido por la hermanastra de Begoña. Además, en esta entrevista se sondearon los
antecedentes personales de la víctima y se intentó delimitar cómo se inició y desarrolló el conflicto
psicolegal.

122 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
Este último punto resulta de interés especial en el presente caso puesto que, como posteriormente
señalaremos, no se puede descartar una posible motivación o beneficio secundario derivado de la
interposición de la denuncia. Más tarde se entrevistó a la testigo y se recogió y grabó en vídeo el
testimonio. Como en cualquier planteamiento pericial cuyo objetivo de intervención se centra en la
valoración del testimonio, en éste también tuvimos que realizar un estudio exhaustivo de la
documentación sobre el caso antes de la entrevista.

1.1 Antecedentes familiares

Se da una situación de pugna y enfrentamiento entre los progenitores, que se refleja en el historial
de denuncias y procesos contenciosos cruzados. En esta batalla, las hijas se sitúan de parte de la madre.
Begoña, en particular, mantiene un claro posicionamiento afectivo respecto a su madre, a quien define
como una persona “maravillosa, luchadora y con carácter”, aunque no se aprecia que exista una relación
de dependencia respecto a ella.

1.2 Anamnesis o antecedentes personales

La evolución psicomadurativa de la supuesta víctima se ajusta al grupo normativo; su trayectoria


académica es también normal; no se destacan problemas de rendimiento, ni de relación con sus iguales
o con las figuras de autoridad. Asimismo, no parecen existir dificultades o problemas de conducta a lo
largo de su trayectoria vital.

1.3 Exploración psicopatológica

La explorada se encontraba lúcida y orientada; se mostraba coherente; no manifestaba alteraciones


en el lenguaje; el contenido y curso de su pensamiento era normal; no tenía delirios, alucinaciones o
sintomatología de carácter psicótico; presentaba un desarrollo cognitivo-intelectivo dentro de la media;
su capacidad de juicio e idealidad eran adecuadas; conservaba la memoria de fijación y evocación; en la
primera exploración manifestó un estado de ánimo distímico, con incontinencia emocional y explosiones
de llanto; se mostró reticente y molesta por tener que someterse a una segunda entrevista, pero no
manifestó un desbordamiento emocional ni resonancia al abordar los supuestos hechos: Begoña se define
a sí misma como una persona cariñosa, simpática, divertida, “de ideas fijas”, distraída, sociable, con
tendencia a la introversión. La explorada no refiere antecedentes psicopatológicos personales, ni
problemas de adaptación a lo largo de su trayectoria vital.

1.4 Inicio y desarrollo del conflicto

Aparecen numerosas contradicciones en la información aportada respecto a la forma en que se inicia


y se desarrolla el conflicto psicolegal. La eclosión se produce en dos fases: la primera se refiere a cuando
su hermanastra revela que ha sufrido abusos sexuales por parte del acusado y la segunda cuando ella
misma afirma haber sido víctima del presunto incesto.

Según indica Begoña, el día de la boda de su hermana, ésta le comentó que cuando era más joven
su padre la violaba y le preguntó directamente si a ella también le había sucedido lo mismo. Begoña
contestó que no: “Le dije que no. No sé... por vergüenza”. Esta situación resulta bastante incongruente,
puesto que la confesión de su hermanastra podría considerarse como un momento propicio para realizar
una catarsis de vivencias traumáticas que, según se alega, se han ocultado durante tanto tiempo.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 123
Begoña afirma que su hermana Elena se negó a que el acusado (es decir, su padrastro) acudiera a su
boda por este motivo (los presuntos abusos). Así, Elena se confiesa víctima del incesto por primera vez el
día de su boda. Según afirma Begoña, fue precisamente tras esta revelación cuando el presunto agresor
se autodenunció. Esta información contrasta con la aportada por la madre. Según explica esta última,
Elena se negó a que su padrastro acudiera a la boda por motivos totalmente ajenos al problema: el
acusado se había gastado un dinero (enviado por la familia del novio) destinado a la reserva de
alojamiento. Por esta razón Elena prohíbe a su padrastro acudir a su boda.

También aparecen incoherencias respecto al momento en que el padre se autodenunció por el


presunto incesto. Si nos atenemos a la versión de Begoña, esta actuación se produce de forma
contingente al momento de la revelación por parte de la víctima, coincidiendo con la fecha de su boda.
Sin embargo, de la declaración de la madre se infiere que su esposo se autodenuncia para evitar la
situación de chantaje al que ella misma le venía sometiendo, probablemente desde que tuvo
conocimiento de la relación incestuosa mantenida con la mayor de sus hijas.

Con respecto a la documentación aportada se aprecian también inconsistencias, puesto que el


acusado ya había declarado sobre los hechos con anterioridad a la interposición de una denuncia por
parte de la hermana.

Asimismo, aparecen contradicciones respecto al momento en que el padre abandona el domicilio


familiar. Al principio, Begoña afirma que se fue al día siguiente de la boda. Sin embargo, posteriormente
duda: “Es que no me acuerdo si fue antes, porque él ya se iba yendo a Madrid y no sé si fue antes de la
boda o después, o... no, cuatro meses después...”.

En cuanto al momento y la situación en que Begoña desveló los supuestos abusos, la presunta víctima
menciona una conversación que mantuvo con su madre sobre la ruptura de la relación que venía
manteniendo con un chico. Su madre observó que estaba triste y le interrogó al respecto, a lo que ella
(Begoña) respondió: “Pregúntale a tu marido”. Según explicó la madre, en ese momento “imaginó que
la historia se había repetido”, aunque de hecho su hija no le había dado detalles sobre lo sucedido: “No
me ha contado nada de nada”.

Cuando se preguntó a la madre sobre su reacción tras enterarse, ésta contestó: “No me lo podía creer
(…) nunca noté nada raro (…) nunca sospeché nada”. Asimismo, afirma que se sintió “sorprendida”. Lo
cual, lógicamente, resulta altamente incongruente dados los antecedentes de abuso en el caso de la
hermana mayor.

2. Transcripción literal del relato

Pregunta: Dices que tu hermana ha tenido el mismo problema que tú…

Respuesta: Sí.

P: ¿Cómo lo sabes eso?, ¿te lo ha contado ella?

R: Me enteré el día de la boda de mi hermana de lo que pasó y me lo contó.

P: ¿Cuándo se casó tu hermana?

R: En xxx del 98, me parece.

124 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: ¿Entonces, te lo contó ese día?

R: No sé, dijo que no quería que fuera mi padre a la boda, entonces se ve que él se fue a autodenunciar.

P: ¿Cuándo se autodenunció?

R: Después de la boda, me parece.

P: ¿Sabes por qué se autodenunció?

R: Pues no sé por qué se fue a autodenunciar después de tanto tiempo.

P: No fue a la boda y ¿se denunció a sí mismo?

R: Sí...

P: ¿Cuándo se separaron tus padres?

R: Después de la boda.

P: ¿Ah! ¿se separan después de la boda?

R: Sí.

P: Cuando eclosiona el tema, ¿es cuando se casa tu hermana?

R: Sí.

P: Porque tu hermana dice que no vaya a la boda. Mientras tanto, ¿la convivencia era normal?

R: Hombre, normal, normal no, porque con mi padre... había un desprecio por parte de mi hermana, y
de parte mía también.

P: ¿Ella no dice por qué no quiere que no vaya a la boda?

R: No.

P: ¿Cuándo se fue a denunciar; ese mismo día, al día siguiente...?

R: Es que no sé si fue antes o después. Tampoco me acuerdo mucho porque yo me enteré un poco más
tarde, así que no me enteré mucho, ni de cuándo fue, ni...

P: ¿Tú lo supiste después de que él se autodenunciara?

R: Sí.

P: ¿Quién te lo contó?

R: Mi hermana.

P: ¿Cuándo te lo contó?

R: Después de la boda, hablando con ella.

P: ¿Ese día o después?

R: No, dos o tres días después.

P: ¿Te lo cuenta?

R: Sí, me lo cuenta y me preguntó si había pasado lo mismo conmigo.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 125
P: ¿Te contó lo que le había pasado?

R: Sí.

P: ¿Recuerdas un poco lo que te dijo?

R: No, porque fue todo muy por encima, porque tampoco hablamos mucho del tema, porque tampoco
nos atrevemos a hablar mucho del tema.

P: ¿Y te preguntó si tu papá te había tocado o qué te había hecho?

R: Sí, cuando éramos más jóvenes, después de la relación que había tenido ella, pues que si me había
pasado lo mismo.

P: Entonces, te preguntó ¿y tú le dijiste que sí?

R: Que no, al principio no.

P: Ese día ¿tú le dijiste que no?

(No contesta)

P: ¿Por qué le dijiste que no al principio?

R: No sé, por vergüenza más que nada, le dije que no, también está mi madre...

P: ¿Estaba tu madre presente?

(No contesta, afirma con la cabeza)

P: ¿Quizás ella no lo sabía?

R: Puede...

P: Es decir, que estaba tu madre presente y no se lo contaste, ¿no?

R: Sí.

P: Después ¿qué pasó?

R: Pues que él se fue de casa.

P: ¿A los pocos días, al día siguiente?

R: Al día siguiente.

P: ¿Al día siguiente de la boda?

R: Sí.

P: Pero, fue próximo a esta fecha cuando él se fue ¿o no?

R: Es que no me acuerdo si fue antes porque él ya se iba yendo a Madrid y no sé si fue antes de la boda
o después o... ¡no!, cuatro meses después de la boda. La boda fue en noviembre; sí, cuatro meses
después.

P: ¿Y qué pasó?

R: Pues nada... pues después estaba yo saliendo con un chiquito... total que, por causas, lo dejé con él.

P: Lo dejaste con él. ¿Cuánto tiempo llevabas?

R: ¿Eh? Un año.

126 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: Un año saliendo, una relación estable, seria, ¿no?

R: Sí.

P: ¿Y lo dejaste?

R: Sí.

P: ¿Habías tenido relaciones anteriores con otros chicos?

R: No.

P: ¿Habías tenido relaciones sexuales anteriores a este chico?

R: ¿Con este chico?

P: ¿Anteriores a él?

R: No.

P: ¿No?, ¿con él fue la primera relación sexual?

R: Sí.

P: ¿Cuándo más o menos, qué edad tenías tú?

R: ¡Ummm!.. O sea es que tampoco he tenido relaciones sexuales con este chico, justamente fue por eso
que él dijo ¿qué pasa con esto?

P: El dijo ¿qué pasa con esto? ¿no?

R: ¿Qué pasa con esto? Y... le dije: “Pues si no estás de acuerdo, pues mira...”, pero sucede que mi madre
pues pregunta, y pregunta, y pregunta...

P: ¿Te preguntó por qué has roto?

R: ¿Por qué has roto? Lo típico de una madre

P: ¿Porque a ella le gustaba ese chico?

R: Hombre pues sí, además me veía enamorada ¿eh?...

P: ¿Que estabas a gusto con él...?

R: Que estaba a gusto con él y tal... y por qué, por qué, y por qué, y al final se lo solté.

P: ¿Se lo soltaste?

R: Se lo conté todo, bueno no todo, no he hablado todavía ni de detalles con mi madre ni nada, ni con
mi madre ni con mi abogado todavía, nunca he hablado de detalles.

P: Pues ahora sí que vas a tener que hablar de detalles conmigo.

R: ¿Por qué?

P: Pues porque necesitamos tener cuanta más información mejor... Entonces, se lo contaste a tu
madre. ¿Qué le contaste en términos generales?

R: Pues le dije que me había hecho lo mismo que le había hecho a mi hermana.

P: ¿Eso le dijiste?

R: Así.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 127
P: ¿Porque tu hermana tampoco había contado...?

R: No.

P: Tampoco había detallado, ¿ella qué dijo exactamente?, ¿qué la habían...?

R: Que la había violado y... delante de mí, o sea no, nos entendemos por la mirada, nos entendemos,
pero no hemos sacado nunca el tema.

P: ¿No habláis, no?

(No contesta)

P: ¿Y qué pasó? ¿Cuando se lo contaste a tu madre dónde estabas?

R: En casa.

P: ¿Tú le contaste a tu madre eso, y qué pasó después?

R: Pues nada, me dijo que si quería denunciar...

P: ¿Te lo preguntó?

R: Me lo preguntó y contesté que bueno... que si teníamos que hacerlo para no... que más que nada que
no hiciera más daño a más gente porque también ha sido mi prima L., también, es más gente...

P: ¿Tu prima L. también? ¿Por qué lo sabes?

R: Porque cuando mi hermana fue a denunciar entonces... sí que leí el papel conforme estaba y mi
hermana estaba jugando y mi prima L. también.

P: ¿Entonces, también tú prima L. dijo que había abusado de ella?

R: No, porque ella no se enteró.

P: ¿Entonces por qué sabes que a ella también..?

R: Porque estaba mi hermana delante mientras que mi padre lo hacía y se ve que la había drogado con
pastillas... ella no se enteró, la que lo vio fue mi hermana, entonces yo leí el papel.

P: ¡Ah! O sea que tu hermana relataba que había abusado de la prima, pero que la prima no
tenía conciencia.

R: Sí, no tenía conciencia.

P: Bien, entonces tú pones la denuncia...

R: Fuimos a poner la denuncia, fuimos al juzgado de xxx, me parece que es o de xxx, pusimos la denuncia
y luego ya buscamos un abogado y hasta aquí...

P: Bien, ahora lo que tienes que hacer es rememorar tus experiencias. Debes hacer un esfuerzo,
e intentar relatarnos desde que tú recuerdas la primera vez que tu padre hizo algo inadecuado
contigo hasta la última vez, ¿entiendes?

R: Sí.

(Se aprecia un ligero desbordamiento emocional y aflora levemente el llanto)

P: Pero intenta darnos todo lujo de detalles ¿vale, Begoña?

R: Pues es que no... puff...

128 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: A ver, ¿tú que recuerdas?; ¿cuándo empezó esto con tu padre?; ¿en qué contexto estabas?
Cuéntanos.

R: Cuando estábamos en xxx tenía 8 años, 9 más o menos, y allí empezó todo.

P: ¿Cómo empezó?

R: Pues el toqueteo, y mi madre estaba muy mala, y se quedaba una semana o dos semanas sin salir de
la habitación, y nada, y mi hermana y mi hermano se habían ido también a Inglaterra, el mayor tenía una
novia, a veces bajaba.

P: ¿O sea que tu hermano estaba poco tiempo en casa, con lo cual estabais mucho tiempo solos
tu padre y tú?

R: Bastante.

P: ¿Entonces empezó con el toqueteo? ¿Toqueteo, dónde?

R: Toqueteo en pecho, piernas.

P: Al principio pecho, piernas. ¿Y cómo era la interacción? Cuéntanos: ¿cómo empieza a


tocarte?, ¿te hace algo?, ¿tú haces algo? Explícanos, es que nos lo tienes que explicar todo,
todo.

R: Pues yo al principio no lo veía normal, pero era joven. También entonces no sabes mucho lo que... lo
ves cuando ya eres más mayor, ¿no?, que dices pues no era normal lo que hacía, pero cuando eres joven
pues no te das cuenta. Te das cuenta después, cuando vas viendo a chicos, y vas viendo lo que las
personas normales hacen, los chicos y las chicas, y te das cuenta de que tu padre lo ha hecho contigo y
no es normal.

P: El te tocaba, ¿en qué contexto?

R: En bromas... ¡ay, qué tetas tiene ya la niña!... Luego ya empezó por la noche viniendo a la habitación
cuando tenía 9 años, entraba y primero empezaba a hablar, me preguntaba cosas del colegio y tal... pero
es que no me acuerdo tampoco muy bien porque es como si..., es como si estuviese un poco fuera de
mí. No estaba muy consciente de los hechos, igual que..., siempre hemos pensado que nos daba pastillas
para dormir o algo o para estar...

P: ¿Por qué?

R: Porque nos acordábamos pero es como si estuviésemos un poco atontadas, ¿no?, que no podíamos,
no teníamos fuerzas ni para defendernos. A mí, por ejemplo... yo sé que mi hermana en una declaración
dice que es como si estuviese atontada, y yo es que me... Cuando él nos agarraba, o sea a mí me
agarraba, me sentía un poco frágil, ¿no?, que no me podía mover... y no me acuerdo mucho.

P: Entonces, dices que iba por la noche y te hablaba...

R: Empezaba a tocarme todo el cuerpo y entonces ya me quitaba la ropa y a continuación... no puedo.

(Comienza a llorar)

P: ¿A continuación?

R: Él me cogía y me amenazaba de que si lo decíamos, cualquier cosa, nos iba a separar a todos. Oye,
esto es un mal trago, ¿eh?

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 129
P: Claro que es un mal trago, es algo muy desagradable, pero debes hacerlo. En cualquier caso
tendrá un efecto positivo... Muy bien, entonces dices que él te quitaba la ropa cuando iba a la
habitación, ¿llegaba a algo más?

R: Cuando empezó a venir a la habitación ya es cuando llegó a todo.

P: ¿Recuerdas la primera vez?

R: Sí.

P: ¿Podrías relatarnos un día concreto que recuerdes? El día que mejor recuerdes.

R: Pues un día que vino a la habitación y me despertó ¿no?, me dijo que si yo... que me acostaba con mi
cuñado, con el novio de mi hermana. Yo tenía 10 años.

P: ¿Te lo preguntó o te lo afirmó?

R: Me lo afirmó... Yo tenía 10 años y, claro, me hice la dormida, ¿no?, y comenzó a decir: “Venga, dímelo,
que lo sé...”, increíble, vaya y total nada. Luego dijo: “Bueno, da igual”, y comenzó a cogerme me
comenzó a tocar, me quitó todo.

P: ¿Te quitaba la ropa?, ¿toda la ropa?

R: No, sólo los pantalones del pijama y las bragas, y ya empezaba a tocarme y luego... no, no encuentro
las palabras.

P: No te preocupes.

R: Empezaba a chupar.

(Señala la parte genital)

P: ¿La zona genital?

R: La zona genital y me cogía de las manos, ¿no?, y ya hasta que llegaba la penetración.

P: ¿O sea primero empezaba a chuparte?

R: Sí.

P: ¿Cuál fue la primera vez?, ¿cuándo fue?

R: La primera vez, pues, no sé, fue entre los 8 años y medio o 9 hasta que tuve mi primer período a los
11 años.

P: Explícanos como fue la primera penetración.

R: Igual que todas, comenzaba a tocar, me chupaba y luego pues ya está, luego se iba, cogía la puerta.
Nos amenazaba tanto a mi hermana como a mí. Nos decía que si lo decíamos nos iba a separar, que a
mi madre la encerraría en un loquero, que estaríamos todos separados, que se despediría del trabajo, y
que nos moriríamos de hambre. Y soltaba el rollo y luego cogía la puerta y se iba.

P: Aclara el tema de la penetración.

R: ¿Qué hay que contar?

130 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: Cuéntanos todos los detalles. La primera vez pasaría algo diferente, especial, cuéntanos.

R: Fue algo bastante doloroso, le costó muchísimo porque yo también me defendía un poco, ¿no? Pero
yo estaba atontada, y yo sé que no tenía fuerzas para nada, y un poco también lo sorprendida. Y me
acuerdo que también cerraba las piernas y, nada, muy doloroso, me dolía muchísimo. Era como si te
hubiesen arrancado algo de dentro... y nada... Tampoco duró mucho, porque al doler tanto, ¿no?,
supongo que a él también le dolería ahora que soy más mayor y lo entiendo... no duró, no... acabó.
Fueron tres minutos y se fue porque yo también chillé.

P: ¿Chillaste?

R: Sí.

P: ¿Recuerdas eso?

R: Sí, y entonces cogió y se fue.

P: ¿Cómo chillaste?

R: Chillé, dije mamá, pero claro, tampoco al estar, es que la habitación está bastante separada de la suya,
o sea, estaba al lado pero la cabecera mía estaba en la otra puerta de la habitación, y como mi madre
también está tonta y toma pastillas para dormir, pero él al tener miedo, porque mi hermano estaba
durmiendo en la habitación de al lado, entonces se fue.

P: ¿Tú crees que se fue porque pensaba que tu hermano le iba a escuchar?

R: Supongo.

P: ¿Cómo recuerdas esa primera vez?

R: La recuerdo, recuerdo todo el dolor, la angustia, estaba muy angustiada, y muy... y muchas ganas de
vomitar, de todo, ¿no?, de los nervios, de todo lo que te pasa por la cabeza en esos momentos que
tampoco lo entiendes, ¿no?

P: ¿Qué pensaste?

R: No lo entendía, llega un momento que no... dices bueno toqueteo vale, pero es que luego ya si que
no lo entendía. Lo entendí más siendo más mayor.

P: ¿Le preguntaste algo?

R: Le pregunté por qué hacía eso.

P: ¿Cuándo se lo preguntaste?

R: Pues cuando comenzó ya a entrar.

P: Cuéntanos la conversación.

R: No hubo conversación, le dije que por qué lo hacía y no me contestó, no dijo nada, me dijo cállate y
me amenazó.

P: ¿Cuándo te amenazó?

R: El primer día, cuando... cuando, que... qué hacía y por qué lo hacía, me dijo que lo hacía porque quería
y que no dijese nada. Luego yo al notar tanto dolor pues...

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 131
P: Eso, ¿cuándo te lo dijo, antes de penetrarte?

R: Mientras, luego ya las otras veces ya lo decía después, y que si lo decía pues que nos iba a separar a
todos. Y entonces luego ya fue cuando me hizo mucho, mucho daño y grité, entonces él ya salió y se
fue.

P: ¿Cómo gritaste?

R: Grité como puede gritar una niña, grité ¡mamá!

P: ¿Te acuerdas?

R: Sí.

P: ¿Estás segura de que hubo una penetración completa?

R: Hombre, creo que sí porque me dolió muchísimo, hombre era niña así que no llego a entender, o sea,
en esos momentos no sabes si es...

P: El primer día, ¿pasó algo más?

R: El primer día él salió y se fue, o sea del dolor, de yo cerrar y al gritar pues el cogió y se fue.

P: Luego, ¿cómo evolucionó la situación?, ¿qué pasó al día siguiente?

R: ¿Al día siguiente? Al día siguiente como si nada, hola buenos días y desayunar.

P: ¿Cuándo sucedió nuevamente?

R: Pues cuando le apetecía, una vez a la semana, dos, cuando se iba de viaje, luego cuando volvía.

P: ¿Algún día ocurrió algo especial?

R: No. Era siempre igual, siempre lo mismo. Luego ya no dolía tanto, dolía al hacer el esfuerzo, pero luego
ya era como si estuviésemos, o sea, estaba muy atontada, hay veces que hasta se me mezclan cachos con
otros. No me acuerdo tampoco de..., o mi mente tampoco se quiere acordar de muchas cosas.

P: ¿Cuándo tuviste conciencia de una penetración completa?

R: Tuve conciencia de que... es que era penetración completa supongo, es que si lo que me estáis
pidiendo es que si él... luego si...... ¿cómo se dice, si eyaculó?, no lo sé, porque como era pequeña no
sabía lo que era, así que no os puedo decir si acababa o no acababa porque como al ser pequeña no
sabes lo que es, no te das cuenta. Lo único que quieres es que se vaya y girar, darte la vuelta y... cuando
ya se iba te dabas la vuelta y a lo tuyo.

P: ¿Por qué sabes que había penetración completa con el pene?

R: Hombre lo sé porque lo notaba, una mujer normalmente cuando la penetran lo nota ¿no? Yo estaba
atenta, notaba molestia, muchísima molestia.

P: Pero, ¿pudo haber sido con la mano?

R: Las manos me las tenía cogidas, o sea con las manos no podía ser porque me las tenía a mí cogidas,
con las manos no podía ser.

P: ¿Y cómo estaba él?

R: Desnudo.

132 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: ¿Y tú?

R: Yo con la parte de abajo, o sea me quitaba la parte de abajo, la parte de arriba no, con el pijama o la
camiseta. Tampoco me acuerdo si se me movía o no se me movía cuando me tocaba por arriba, pero
quiero decir que me lo dejaba puesto.

P: Dices que te hizo daño la primera vez, ¿y luego?

R: Luego ya me hacía daño porque yo sí que cerraba siempre. Pero luego llega un momento que ya
tampoco tienes fuerzas para..., que haga lo que tenga que hacer y que se largue. (Comienza a llorar de
nuevo). Luego te lavas y al día siguiente pues igual.

P: ¿Cómo quedaba tu zona genital?

R: Pues con picores, tenía infecciones de orina, muchísimas, al orinar me picaba, y tomaba manzanilla
siempre, desde que era muy pequeña.

P: ¿Alguna vez te hizo mucho daño, pasó algo, sangraste?

R: La primera vez, luego ya pues no sé tampoco me acuerdo. El primer día del mismo dolor yo me fui al
lavabo después a orinar, y sí que... no sangrar de sangre.. era un poco rojizo. Pero como tampoco fue
mucho tiempo... no creo que me hiciera daño, es que tampoco sé cuándo una persona deja de ser virgen,
no sé si sangras mucho, poco... era rojizo cuando me fui a limpiar. Y al orinar, el picor y salía rojizo.

P: ¿Eso la primera vez y luego?

R: Luego igual, rojizo, siempre era rojizo. Pero para mí que era por el dolor, o al desgarrarlo...

P: ¿Tenías heridas?

R: Sí, como granitos, o por dentro como si tuviese cosas que pinchan.

P: ¿No fuiste al médico?

R: No.

P: ¿Por qué no?

R: Porque no, tampoco entendía lo que pasaba y no sabía si yendo al médico se iban a enterar o no,
entonces, no. No lo veía normal, y vergüenza, ¿no? No sabía tampoco lo que iba a pasar y si lo decía,
luego se enteraba y nos iba a separar a todos.

P: ¿Y lo de la manzanilla cómo era?

R: Al orinar, cuando tenía picores, se ve que iba bien la manzanilla, no sé, mi madre me daba manzanilla.

P: ¿Tu madre sabía que tenías picores?

R: Al orinar me costaba orinar, al principio se lo dije, luego ya no y me la hacía yo sola.

P: O sea, ¿tenías problemas para orinar?

R: Tenía problemas cuando orinaba, tenía picores, entonces con la manzanilla...

P: ¿Algún día ocurrió algo distinto, especial, diferente? ¿La conversación fue distinta?

R: No, aparte de aquel día que me dijo si me acostaba con mi cuñado, pero no, luego siguió igual.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 133
P: ¿Siempre fue la misma posición?

R: Sí.

P: ¿Cuál era la rutina?

R: La rutina era: me tumbaba, me chupaba, me tocaba y luego ya me amenazaba... y luego con las
mismas se largaba.

P: ¿Cómo era la posición?

R: Yo tumbada y él encima, me cogía las manos.

P: ¿Te besaba?

R: No, nunca.

P: ¿Nunca te ha besado?

R: Nunca, iba al lavabo, me limpiaba porque me picaba, me dolía, y con el agua me hacía, me relajaba.

P: ¿Cuántas veces ocurrió esto, aproximadamente?

R: ¿Cuántas?, no puedo, cuando le apetecía, si digo 50, 100, 150, sería una barbaridad.

P: ¿Con tu hermana también ocurrió muchas veces?

R: No lo sé, nunca le he preguntado.

P: ¿ Nunca lo habéis hablado?

R: No. Lo que hemos leído en los papeles.

P: ¿Y con tu madre has hablado más del tema?

R: No.

P: ¿Tu recuerdas cuándo terminó esto?

R: Cuando tuve mi primera regla ya no vino más, porque bueno, pues normal, cuando una chica tiene la
regla, se lo dice a su hermana mayor, su hermana mayor se lo dice a su madre y luego pues ya lo sabe
todo el mundo ¿no? Entonces él ya no volvió.

P: ¿ El se enteró por tu madre?

R: El se enteró por la familia.

P: ¿Nunca volvió?

R: Nunca.

P: ¿Recuerdas la última vez?

R: No, es que eran siempre iguales. La última vez, no puedo, eran siempre las mismas.

P: Dices que él estaba desnudo, pero ¿cómo era?, ¿él llegaba...?

R: Me tocaba, no decía nada, me sujetaba, y ya era la rutina, cogía se volvía a ir... Venía en calzoncillos a
la habitación, se los quitaba, luego se los ponía y se volvía a ir, tal cual.

134 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
P: Cuando estaba pasando todo esto, ¿cómo era el comportamiento que tú tenías con él, y él
contigo?

R: Él como si nada, tan tranquilo por la vida. Se levantaba, se iba a trabajar, volvía, un comportamiento
normal.

P: ¿Se comportaba como un padre normal?

R: Un padre normal.

P: ¿Qué interacciones tenía contigo?

R: No, no he tenido, desde muy pequeña no tenía, nunca le he preguntado nada ni le he contado nada
de lo que he hecho en el cole, ni...

P: ¿Y eso que has dicho de que al principio te hablaba del cole?

R: Sí, que cuando venía, y me preguntaba cómo había ido el cole.

P: ¿Pero eso cuándo?

R: Cuando entraba en la habitación.

P: ¿Siempre?

R: No me preguntaba siempre, no. Había días que no me decía nada, como había días que para
despertarme o... depende si estaba despierta o estaba dormida, y es que no sé son muchas veces, son
muchas cosas.

P: ¿O sea que a veces sí te preguntaba cosas y a veces no? ¿Y siempre te amenazaba?

R: Sí, cuando se iba siempre amenazaba, siempre.

P: ¿Qué notabas extraño en ti?

R: ¿Extraño?, sucia, bastante, no entendía porqué, pensaba que yo había hecho algo malo. Cuando eres
pequeño no entiendes, crees que has hecho algo malo. Pensaba que era una forma de castigar. Hasta
que no eres más mayor ya y empiezas a ver las relaciones que tienen los chicos con las chicas, y, entonces
ya te enteras más de lo que ha hecho y te sientes aún peor.

P: ¿Él siempre iba a tu habitación?

R: Sí.

P: ¿No pasaba nada en otros sitios?

R: No, no, el toqueteo de las tetas cuando había gente, siempre ha sido muy bromista en ese aspecto,
pero con amigas.

P: ¿Nunca ocurrió nada que lo interrumpiese?

R: No, nunca.

Le agradecemos el esfuerzo realizado y finalizamos la entrevista.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 135
3. Aplicación de los criterios de contenido del CBCA

3.1 Características generales

Esta categoría está integrada por tres criterios. Para la valoración de los mismos se precisa realizar un
examen de la globalidad del relato, como postulan Steller y Kohneken (1994).

1. Estructura lógica

Frente a la coherencia y consistencia interna del relato aportado por Cristina, observamos que el
testimonio de Begoña presenta numerosas incongruencias. Por ejemplo, se muestra contradictoria
respecto al momento en que tiene conocimiento del abuso presuntamente sufrido por su hermana. En
un primer momento afirma: “Me enteré el día de la boda de mi hermana de lo que pasó y me lo contó”.
Posteriormente, dice haberse enterado tres o cuatro días después de la boda. En otro momento, admite
que nunca ha hablado del tema con su hermana: “Nos entendemos por la mirada, pero no hemos sacado
nunca el tema”.

Sin embargo, al explicar los detalles del abuso, hace continuas alusiones a lo que ella y su hermana
pensaban o sentían: “Porque nos acordamos, pero es como si estuviésemos un poco atontadas, ¿no?,
que no podíamos, no teníamos fuerzas ni para defendernos (...) cuando él nos agarraba (...) siempre
hemos pensado “que nos daba pastillas para dormir o algo para estar”. Así, resulta incongruente y
contradictorio que exprese emociones y conocimientos compartidos con la hermana cuando –según
explica– nunca se han atrevido a abordar el tema.

En otro momento, al relatar la primera vez que presuntamente fue penetrada por el padre, señala:
“Le costó muchísimo porque yo también me defendía un poco”. De esta aseveración se debe inferir que
la víctima opuso tal resistencia física que incluso logró dificultar la penetración. Sin embargo, resulta
incongruente, contradictorio y atenta contra el sentido común, que en otro momento exprese: “Pero yo
estaba atontada, y yo sé que no tenía fuerzas para nada”. Asimismo, también resulta incongruente que,
a pesar de estar “atontada” mientras sufre la primera penetración, le pregunte al padre: “Le dije que qué
hacía y por qué lo hacía, y me dijo que lo hacía porque quería y que no dijese nada”.

Otras afirmaciones relativas a la primera penetración también resultan contradictorias, y entre ellas,
cuando alude reiteradamente a lo doloroso del suceso: “Fue algo bastante doloroso (...) nada muy
doloroso, me dolía muchísimo, era como si me hubiesen arrancado algo de dentro”. Sin embargo, en un
momento determinado indica: “Pero como tampoco fue mucho tiempo, no creo que me hiciera daño”.

En la misma línea, cuando explica cómo desveló el supuesto incesto aparecen numerosas
contradicciones: primero dice que estaba saliendo con un chico con el que mantuvo su primera relación
sexual (contesta afirmativamente a la pregunta) y, más tarde, se contradice cuando explica: “¡Ummm!...,
o sea, es que tampoco he tenido relaciones sexuales con ese chico“.

Además, al situar el inicio de los presuntos abusos, señala que ella y el padre estaban solos en muchas
ocasiones porque sus hermanos se encontraban fuera del domicilio (“se habían ido a Inglaterra”), pero
más adelante añade sobre el primer episodio abusivo: “Él, al tener miedo porque mi hermano estaba
durmiendo en la habitación de al lado, entonces se fue”.

Al respecto, el lector debe observar que el abuso alegado no es progresivo. Según la testigo los
abusos se inician con actos de violación en el interior de su habitación, y explica claramente que “el

136 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
toqueteo” se producía en presencia de terceros: “El toqueteo de las tetas, cuando había gente. Siempre
ha sido muy bromista en este aspecto, pero con amigas”. También entra en contradicción respecto a si
mantenía conversaciones con el acusado. Al principio del testimonio afirma que cuando éste entraba en
su habitación: “Primero empezaba a hablar, me preguntaba cosas del colegio y tal”, y después afirma:
“Nunca le he preguntado nada, ni le he contado nada de lo que he hecho en el cole”.

2. Producción no estructurada

La espontaneidad y el estilo narrativo libre del primer relato contrasta con la rigidez del segundo. Así,
a preguntas sobre la primera penetración, Begoña responde en la misma tónica que en todo el relato:
“Igual que todas, me comenzaba a tocar, me chupaba, y luego pues ya está”. En otro momento, cuando
indica que tras la primera vez salió algo rojizo de su zona genital, y se le vuelve a preguntar sobre esa
primera vez, reitera: “Luego igual, rojizo, siempre era rojizo”. En la misma línea responde a la pregunta:
“¿Algún día ocurrió algo distinto?” y contesta: “No aparte de aquel día que me dijo si me acostaba con
mi cuñado, pero luego siguió igual”.

Otro ejemplo de la elevada estructuración del relato se refleja en el siguiente extracto:

P: Entonces, ¿él siempre iba a tu habitación?

R: Sí.

P: ¿No pasaba nada en otros sitios?

R: No.

P: ¿Siempre fue la misma posición?

R: Sí.

Esta rigidez es propia de relatos inventados, aunque también puede encontrarse en testimonios de
episodios únicos. Sin embargo, resulta marcadamente desajustada en el presente caso, puesto que se
alega un abuso crónico que tiene lugar durante tres o cuatro años (desde los 8 o 9 hasta los 11 años).

3. Cantidad de detalles

La riqueza y calidad del testimonio de Cristina contrasta nuevamente con la parquedad y ausencia de
detalles del de Begoña, cuya declaración viene marcada por la tendencia a unificar todos los supuestos
episodios abusivos. Ni siquiera en las preguntas periciales enfocadas a explorar los efectos de primacía y
recencia de la memoria aporta detalles: “¿Recuerdas la última vez?”; “No, es que eran siempre iguales”.
Al preguntarle por la última vez responde: “No puedo, eran siempre las mismas”.

Según el análisis realizado, ninguno de los tres criterios que integran esta primera categoría se
cumple. Por esta razón, convenimos con Honts (1994) que esta declaración puede considerarse, en
principio, de baja calidad. Por otra parte, según demuestra nuestra propia experiencia y basándonos
también en el planteamiento de Raskin y Yuille (1989), se puede afirmar que si el testimonio carece de
estructura lógica y la producción está estructurada, difícilmente podremos considerar válida una
declaración.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 137
3.2 Contenidos específicos

4. Incardinación en contexto

En el testimonio de Begoña no se ve cumplido este criterio, ya que tan sólo afirma: “Cuando
estábamos en Francia, tenía 8 o 9 años”. Por contraste, Cristina sitúa los distintos episodios abusivos en
el tiempo y en el espacio, y los inserta en el curso de su rutina, hábitos, sucesos diarios y relaciones con
el entorno. Así, se puede afirmar que para que una declaración sea veraz la descripción de los hechos
debe quedar entretejida con las circunstancias externas (Arntzen, 1983).

5. Descripción de interacciones

En el relato de Begoña no se encuentran descripciones claras de cadenas de acciones y reacciones.


Tan sólo hemos hallado un ejemplo de esto último cuando describe la primera penetración e indica que:
“Fue algo bastante doloroso, le costó muchísimo, porque yo también me defendía un poco... y se fue
porque yo también chillé (...) sí y entonces cogió y se fue”.

6. Reproducción de conversaciones

En el testimonio de Begoña no aparece este criterio, en contraste nuevamente con la riqueza del caso
anterior, valorado como creíble.

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente

En ninguno de los testimonios analizados encontramos cumplido este criterio.

3.3 Peculiaridades del contenido

8. Detalles inusuales

No se cumple.

9. Detalles superfluos

No se cumple.

10. Informe exacto de detalles malentendidos

No aparece, pero resulta congruente dada la edad y el nivel de desarrollo cognitivo-intelectivo de las
dos peritadas.

11. Asociaciones externas relacionadas

La riqueza de este criterio en el relato de Cristina contrasta nuevamente con su ausencia en el de


Begoña.

12. Descripción del estado mental del niño

Las verbalizaciones sobre su “estado mental subjetivo”, en el periodo en que supuestamente sufría
las violaciones, resultan incongruentes: “Pues yo al principio, no lo veía normal, pero era joven también,

138 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
entonces no sabes mucho... lo ves cuando ya eres más mayor, que dices... pues no era normal lo que
hacía, pero cuando eres joven pues no te das cuenta,... después cuando vas viendo a chicos, y vas viendo
lo que las personas normales hacen, los chicos y las chicas, y te das cuenta de que tu padre lo ha hecho
contigo y no es normal”.

Tampoco hay proporcionalidad, ni congruencia, entre la reacción psicofisiológica de intenso dolor


provocado por un abuso crónico con violaciones vaginales que le producían graves infecciones (“tenía
heridas, como granitos, como si tuviese cosas por dentro que pinchan”), y la expresión verbal que refiere:
“No lo veía normal”.

En la misma línea, al preguntarle si la penetración era completa, resulta incongruente que diga: “Yo
estaba atenta, notaba molestia, muchísima molestia”.

13. Atribuciones al estado mental del agresor

En el relato de Begoña sólo hemos encontrado un ejemplo que ilustra de forma indirecta cómo ella
atribuye la sensación de miedo en el agresor: “Chillé, dije mamá,... pero él al tener miedo, porque mi
hermano estaba durmiendo en la habitación de al lado, entonces se fue”. Aún así, resulta incongruente
que sólo se valga de esta poderosa arma en el primer episodio, puesto que cuando la empleó le sirvió
para liberarse del agresor. En el relato de Cristina, sí aparecen, por el contrario, varios ejemplos de este
criterio.

3.4 Contenidos relacionados con la motivación

14. Correcciones espontáneas

En el testimonio valorado como creíble no aparecen en sentido estricto ejemplos que nos permitan
valorar la presencia de este criterio. Aún así, como hemos indicado en el apartado correspondiente, las
matizaciones y el estilo expresivo resultan tanto o más significativas que una corrección espontánea
expresa. En el caso de Begoña, encontramos correcciones espontáneas que más que confirmar la
veracidad del relato parecen desacreditarlo, como en el ejemplo siguiente: “Cuando él nos agarraba...o
sea a mí me agarraba, me sentía un poco frágil...”.

15. Admisión de falta de memoria

Aunque en algún momento aparece este criterio, en el caso de Begoña no lo consideramos como un
indicador de la credibilidad del relato, sino como un instrumento para evitar concretar la descripción de
unos hechos que, probablemente no haya experimentado. Por ejemplo, a la pregunta: “¿Recuerdas la
primera vez?”, ella contesta: “No, es que eran siempre iguales”; y a la de: “¿Y la última vez?”, indica:
“No puedo, eran siempre las mismas”.

16. Levantar dudas sobre el propio testimonio

No se cumple.

17. Autodesaprobación

No se cumple.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 139
18. Perdonar al agresor

En el relato de Cristina se encuentra muy presente este criterio, frente al de Begoña en el que está
ausente.

19. Elementos específicos de la agresión

En el último de los criterios del CBCA se pone de manifiesto las enormes diferencias existentes entre
los dos casos del estudio. Mientras el relato de Cristina ilustra de forma clara cómo se establece la relación
perversa entre la víctima y el agresor, pudiendo inferirse el narcisismo y egocentrismo de éste y la reacción
celotípica asociada, nada de esto aparece en el relato de Begoña. Por el contrario, el abuso alegado se
aleja de las características diferenciales del incesto respecto de otros tipos de abusos:

– En este tipo de agresiones la severidad del abuso suele ser progresiva; en el caso que nos ocupa
el presunto agresor entraba desde el primer día en su habitación y la violaba.

– Es también común que el abuso se perpetre sin oposición o resistencia por parte de la víctima; en
este caso existe una resistencia activa (“me cogía las manos”).

– El incesto suele cronificarse con el paso del tiempo, hasta que la víctima instrumentaliza algún tipo
de arma y logra romper con la situación abusiva (en el caso de Cristina mediante la amenaza de
una denuncia); mientras que en el relato de Begoña es precisamente en el primer episodio abusivo
cuando grita y logra desasirse de su agresor (“Entonces fue cuando me hizo mucho daño, yo grité
y entonces salió y se fue”), pero curiosamente nunca más utiliza este arma.

– Asimismo, la descripción de la finalización del abuso resulta tan “aséptica” como poco ajustada a
la realidad: “Cuando tuve mi primera regla ya no vino más, porque bueno normal, cuando una
chica tiene la regla, se lo dice a su hermana mayor, su hermana mayor se lo dice a su madre y
luego ya lo sabe todo el mundo, ¿no?, entonces él ya no volvió”.

– Suele producirse sin amenazas directas como las que se relatan (sobre todo teniendo en cuenta la
edad de la presunta víctima): “Nos amenazaba, nos decía que si lo decíamos nos iba a separar,
que a mi madre la encerraría en un loquero, que estaríamos todos separados y que nos moriríamos
de hambre”. Los padres incestuosos suelen utilizar amenazas veladas o chantaje emocional, pero
no amenazas directas.

4. Valoración de los criterios de validez

4.1 Características psicológicas

1. Lenguaje y conocimientos apropiados

En el relato de Begoña se puede apreciar un claro paralelismo con lo declarado por su hermana,
según se extrae de la documentación aportada. Este hecho resulta cuanto menos contradictorio con la
afirmación de Begoña de que nunca habían mantenido conversaciones ni entrado en detalles sobre el
contenido y la forma de los abusos que ambas habían sufrido. Además, a lo largo de la entrevista se
aprecia un uso reiterado del plural, así como expresiones y términos que están recogidos en las
declaraciones de la hermana, como por ejemplo: “Siempre he pensado que nos daba pastillas, porque

140 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
nos acordamos pero es como si estuviéramos atontadas, que no teníamos fuerzas ni para defendernos”;
“Yo sé que mi hermana dice que es como si estuviéramos atontadas”. Sin embargo, manifiesta con
claridad que nunca han hablado del tema.

2. Afecto apropiado

Durante la primera entrevista Begoña se muestra desbordada emocionalmente y sufre explosiones de


llanto. En este sentido, podría decirse que se aprecia, de hecho, afectación emocional, aunque este tipo
de respuesta también puede darse cuando se produce una reacción distímica y defensiva, al relatar un
testimonio inventado.

No obstante, el dato importante de este relato se produce en la segunda sesión, cuando la presunta
víctima, pese a mostrarse ansiosa, no exhibe resonancia emocional al relatar los supuestos abusos, y sí un
tono emocional neutro.

Con respecto a la valoración de este criterio, estamos de acuerdo con Garrido y Masip (1998) en que
el estilo expresivo de los sujetos varía desde un elevado nivel de agitación o reactividad emocional hasta
una disposición de bloqueo o inhibición. Entendemos, por tanto, que la valoración de este criterio debe
realizarse teniendo en cuenta la individualidad del sujeto y la disposición emocional en el momento de la
exploración.

3. Susceptibilidad a la sugestión

La explorada cede en numerosas ocasiones a la sugestión, improvisando respuestas ante preguntas


aclaratorias. Por ejemplo, ante la cuestión: “¿Le preguntaste algo?”, la informada cede contestando: “Le
pregunté por qué hacia eso”, situando este extracto del diálogo precisamente mientras está sufriendo la
primera penetración del padre.

En otro momento, ante la pregunta: “¿Por qué sabes que era una penetración completa?”, contesta
dejándose arrastrar por el sentido de la pregunta: “Yo estaba atenta”. También cede a la pregunta
relacionada con el tipo de abuso sufrido por su hermana: “¿Ella qué dijo exactamente?, ¿que la habían
violado?”, a lo que responde que sí.

4.2 Características de la entrevista

En el caso de Begoña se utilizó un estilo directivo, dada la ausencia de relato libre y las incongruencias
del testimonio aportado. No obstante, se intentó recabar un recuerdo libre.

4.3 Motivación

Al respecto, es importante tener en cuenta la situación de pugna o enfrentamiento existente entre


los progenitores –con procesos contenciosos cruzados y, por tanto, con intereses contrapuestos–, por lo
que no se puede descartar la motivación o ganancia secundaria. Esta idea se ve avalada por la imprecisión
y las inconsistencia de la información aportada al describir la forma en que eclosiona el conflicto
psicolegal.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 141
Por otra parte, de la información facilitada por la madre respecto al abuso sufrido por su hija mayor,
se puede inferir una situación de chantaje (romper el silencio) al agresor, que le aboca finalmente a la
autodenuncia.

4.4 Cuestiones de investigación

9. Consistencia con las leyes de la naturaleza

Al relatar el primer episodio abusivo, fechado entre los ocho años y medio y los nueve años de edad,
afirma que la penetración resultó difícil por la oposición o resistencia que ella ofreció. Esto resulta
inconsistente si lo analizamos desde un punto de vista fisiológico, ya que contradice las leyes de la
naturaleza. La penetración a esa edad, aunque viable, resultaría muy dificultosa –y no porque la víctima
se resista físicamente–, además de dolorosa, por lo que difícilmente ella podría encontrarse atontada,
aunque se encontrara bajo los efectos de tranquilizantes. Por otra parte, es inconsistente que se describa
la primera penetración igual que las demás, y esto es lo que ella afirma; a preguntas sobre la primera
penetración responde: “Igual que todas”.

10. Consistencia con otros testimonios

El relato analizado resultó inconsistente en las diferentes fases de la investigación. En la fase previa a
nuestra exploración, la presunta víctima prestó declaración ante la instancia policial y judicial. En esta fase
afirmó que el último episodio de abuso fue un interrogatorio mantenido con el padre respecto a si
mantenía relaciones con su cuñado. En la entrevista que le realizamos, sin embargo, se refiere a este
como el único episodio abusivo que resultó diferente a los demás.

Curiosamente, excepto ese episodio –según refiere la explorada–, siempre se producía el abuso de la
misma forma, con la misma secuencia y con las mismas amenazas, por parte del padre. Por otro lado, el
testimonio de Begoña resulta inconsistente en relación con el aportado por su hermana. Según se refleja
en la documentación de que disponíamos, ésta se decide a denunciar los hechos:”Porque su hermana,
de quince años de edad, le ha comentado que su padre le sigue mucho, y tiene miedo de que lo sucedido
con ella, vuelva a ocurrir con su hermana”. Esto contrasta con lo relatado por Begoña, que en ningún
momento admite haber alertado a su hermana de este comportamiento por parte de su progenitor. Por
el contrario, dice que fue su hermana quien le preguntó sobre el supuesto abuso, a lo que ella respondió
negativamente.

5. Valoración final
– La peritada no presentaba ninguna psicopatología o trastorno mental que pudiera alterar la libre
capacidad de obrar y entender; que le impidiera discernir entre el bien y el mal; o que le pudiera
generar fantasías o fabulaciones patológicas. Es decir, se pudo concluir que si la explorada mentía
sabía que lo estaba haciendo.

– No se apreció relación de dependencia patológica con la madre, aunque sí un claro posicionamiento


afectivo a su favor.

– Con respecto a la valoración de la credibilidad de su testimonio, cabe señalar que el relato


espontáneo, es decir, el aportado de forma libre, resultó marcadamente pobre, excesivamante

142 La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble
escueto y parco en detalles que aportaran concretismo y viveza. Además, fue marcadamente rígido
y estructurado, carente de estructura lógica o sentido común.

– Los contenidos del abuso alegado no se ajustaban a los detalles característicos de las agresiones
sexuales infantiles incestuosas, tal y como se ha puesto de relieve en este informe.

– Por otra parte, el listado de criterios de validez no apoya la credibilidad del testimonio. Como ya se
ha señalado, no se apreció una reacción afectiva apropiada, y el lenguaje empleado tampoco era el
adecuado. Además, la testigo se mostró muy sugestionable. Con respecto a la motivación, dada la
situación de enfrentamiento, los antecedentes contenciosos entre los progenitores, y el claro
posicionamiento de la informada a favor de la madre, no se pudo descartar la existencia de una
motivación o ganancia secundaria.

– Además, el contenido del abuso alegado contradijo las leyes de la naturaleza. Se apreciaron
inconsistencias en el relato aportado por la informada ante distintas instancias. Resultaba asimismo
inconsistente en relación con otros testimonios.

– Por todo ello, valoramos el testimonio de Begoña, en términos de credibilidad, como ALTAMENTE
INCREÍBLE.

Entre ambos casos estudiados se aprecia que existen diferencias diametrales tanto en la información
que aporta la documentación externa, como en la extraída de la aplicación de los criterios del CBCA a las
declaraciones de las testigos (de los 19 criterios del CBCA ninguno se cumple en el caso de Begoña). Los
criterios de validez también confirman este contraste.

El contraste entre ambos casos ilustra la hipótesis de Undeutsch: “Las descripciones de eventos que
realmente hayan sucedido difieren en contenido, calidad y expresión de los que son fruto de la
imaginación, ficción o coerción”. De este modo, se ratifica la hipótesis de Undeutsch que pone de relieve
la dificultad de inventar la mentira.

La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble 143
Índice de tablas y gráficos
Capítulo 1

Tabla 1. Errores y verdades sobre el abuso sexual (porcentajes) .......................................................... 12


Tabla 2. Parentesco entre víctima y agresor ........................................................................................ 13
Tabla 3. Diferentes tipos de abusos sufridos por las víctimas .............................................................. 15
Tabla 4. Características del abusador y de la familia en que se produce el abuso sexual .................... 16
Tabla 5. Sintomatología asociada a la experiencia de abusos sexuales durante la infancia, a corto y
largo plazo.............................................................................................................................. 22
Tabla 6. Factores de protección y de vulnerabilidad ........................................................................... 27
Tabla 7. Tipos de abusadores y características .................................................................................... 29

Capítulo 4

Tabla 1. Estadísticos de grupo ............................................................................................................ 88


Tabla 2. Prueba de muestras independientes ..................................................................................... 89
Tabla 3. Porcentaje de criterios de credibilidad ................................................................................... 90
Tabla 4. Porcentaje de criterios de validez .......................................................................................... 91
Tabla 5. Comparación de testimonios considerados creíbles e increíbles en función de las
puntuaciones directas ........................................................................................................... 93
Tabla 6. Porcentaje de criterios de credibilidad en los grupos de creíbles e increíbles ......................... 94
Tabla 7. Porcentaje de criterios de validez en los grupos de creíbles e increíbles ................................ 96
Tabla 8. Variables incluidas en el modelo (lenguajes apropiado y ausencia de susceptibilidad a la
sugestión) ............................................................................................................................. 98
Tabla 9. Valor y significación estadística de los coeficientes del modelo ............................................. 98
Tabla 10. Variables incluidas en el modelo (estructura lógica y lenguaje apropiado) ............................. 99
Tabla 11. Antecedentes personales ...................................................................................................... 100
Tabla 12. Antecedentes familiares ....................................................................................................... 100
………
Gráfico 1. Sexo de las víctimas de abuso sexual (porcentajes) ........................................................... 79
Gráfico 2. Edad de las víctimas de abuso sexual (porcentajes) ........................................................... 80
Gráfico 3. Nivel de desarrollo cognitivo de las víctimas (porcentajes) ................................................. 80
Gráfico 4. Víctimas con antecedentes personales (porcentajes) .......................................................... 81
Gráfico 5. Víctimas con antecedentes familiares (porcentajes) ........................................................... 81
Gráfico 6. Procedencia cultural de las víctimas (porcentajes) .............................................................. 81
Gráfico 7. Situación de los progenitores (porcentajes) ........................................................................ 82
Gráfico 8. Tipo de abuso sufrido (porcentajes) .................................................................................. 82
Gráfico 9. Severidad del abuso sufrido (porcentajes) .......................................................................... 82
Gráfico 10. Uso de violencia concomitante .......................................................................................... 83
Gráfico 11. Tipo de agresor (porcentajes) ............................................................................................ 83
Gráfico 12. Eclosión del conflicto (porcentajes) .................................................................................... 83
Gráfico 13. Demora desde que se producen los hechos hasta que se denuncian (porcentajes) ............ 84

Índice de tablas y gráficos 145


Gráfico 14. Demora desde que se produce la eclosión hasta que se interpone la denuncia (porcentajes) 84
Gráfico 15. Informes previos (porcentajes) ........................................................................................... 84
Gráfico 16. Tipos de secuelas sufridas por las víctimas (porcentajes) .................................................... 85
Gráfico 17. Distribución de la muestra según el número de criterios de credibilidad presentes (porcentajes) 91
Gráfico 18. Distribución de la muestra según el número de criterios de validez presentes (porcentajes) 92
Gráfico 19. Valoración de la credibilidad de los testimonios (porcentajes) ............................................ 92
Gráfico 20. Criterios de credibilidad: características generales (porcentajes) ......................................... 95
Gráfico 21. Criterios de credibilidad: contenidos específicos (porcentajes) ........................................... 95
Gráfico 22. Criterios de credibilidad: peculiaridades del contenido (porcentajes) .................................. 95
Gráfico 23. Criterios de credibilidad: contenidos referentes a la motivación y elementos específicos a
la ofensa (porcentajes) ...................................................................................................... 96
Gráfico 24. Criterios de validez por categorías (porcentajes) ................................................................ 96

146 Índice de tablas y gráficos


PROTOCOLO FORENSE MADRID 2002
Vázquez, B.; Ruíz, M. P.; Casado, A. M. y Romera, R. M.

Nombre:

Fecha de nacimiento:

Fecha de entrevista:

DESCRIPCIÓN ESTUDIO
NIVEL CI Normal
Deficiente
ANTECEDENTES PERSONALES Trastornos del desarrollo
Retraso escolar
Antecedentes de trastornos psicológicos
Antecedentes de maltrato
ANTECEDENTES FAMILIARES Desestructuración familiar
Problemas conyugales
Falta de figura parental
Hacinamiento
Maltrato
Niveles bajos de CI
Problemas / drogas
Agresión sexual
Antecedentes psicológicos
Antecedentes psiquiátricos
Antecedentes penales
PROCEDENCIA SOCIOCULTURAL Alta
Edad, estudios, profesión del padre/madre, Media
Baja
SITUACIÓN DE LOS PROGENITORES Pareja estable
Separados
Un progenitor
TIPO DE ABUSO Crónico
(Cronicidad y frecuencia del abuso) Varios episodios
Aislado
TIPO DE AGRESOR Familiar
(Familiaridad con el agresor) Conocido
Desconocido
SEVERIDAD DEL ABUSO Exhibicionismo
(Actos en los que el menor se vio envuelto) Exposición material pornográfico
Tocamientos
Penetración
USO DE VIOLENCIA Física
(Concomitante al abuso) Psíquica
ECLOSIÓN Narración espontánea
Narración por testigos
Evidencia física
DEMORA Demora/hechos-denuncia
Cuando sucedieron los hechos Demora/eclosión-denuncia
Cuando eclosionó
Cuando denunció
INFORMES PREVIOS
SECUELAS Físicas
Conductuales
Emocionales
Sexuales
Sociales

Protocolo 147
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Bibliografía 153
Direcciones de internet

En España
http://www.gva.es/violencia/
Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia
Sus objetivos principales son: realizar y promover investigaciones científicas sobre los factores de la violencia;
desarrollar un Programa Nacional de Epidemiología del Maltrato en el Ámbito Familiar y promover actividades
docentes sobre estas materias.
En esta página se pueden encontrar enlaces de interés, estadísticas sobre violencia en sus diversas
manifestaciones, actividades, publicaciones, etc.

http://www.savethechildren.es/organizacion/infabuso.htm
Save the Children España
Save the Children es una Organización No Gubernamental (ONG) para la defensa y promoción de los derechos
de la infancia en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas. En España inició
su actividad en 1990 y en mayo de 1998 se unió a la Alianza Internacional Save the Children.
En esta página encontramos información detallada sobre el abuso sexual infantil, e informes elaborados por
este organismo.

http://www.unicef.org/spanish/events/yokohama/regional-dhaka.html
Unicef
Organismo de Naciones Unidas que opera en 162 países, regiones y territorios inspirándose en las normas y
principios de la Convención sobre los Derechos del Niño.
En esta página se encuentra información de todo tipo referente a la infancia y, en concreto, sobre cuestiones
relativas a cómo se puede combatir la explotación sexual infantil.

http://www.ub.es/psicolog/observatori/ep/
Prevención del abuso
Programa de prevención de abuso sexual y otros maltratos infantiles, de Alonso Varea, J. M.; Font, P.; Val, A.;
Rodríguez, J. Página incluida dentro de la Web de la Universidad de Barcelona.

http://www.um.es/~facpsi/maltrato/
AMAIM
Dentro de la web de la Facultad de psicología de la Universidad de Murcia se encuentra esta página de
Maltrato Infantil coordinada por AMAIM (Asociación Murciana para la Apoyo a la Infancia Maltratada). En ella
se aborda el tema del maltrato infantil en general.

http://derecho.org/comunidad/adima/new/new.htm
ADIMA - Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y la Prevención del Maltrato Infantil.

http://www.acim.es/
Asociación Catalana para la Infancia Maltratada (ACIM)
Organización española que vela por los derechos y las necesidades de la infancia, contra el maltrato infantil.
Ha creado una Red de Intercambios Profesionales sobre Maltrato Infantil (XIPMI).

http://agresionyfamilia/com
Instituto Español de Agresión y Familia
Entre sus objetivos se encuentran la formación y el asesoramiento a profesionales en temas como el abuso
sexual infantil, así como la elaboración de informes periciales relativos a esta materia y el trabajo terapéutico
con las víctimas.

Bibliografía 155
http://www.asociacion-acpi.org/info.htm
Asociación española contra la pornografía infantil
Además de otras informaciones relacionadas con el tema, nos aportan datos sobre cómo detectar el abuso
sexual infantil.
Cuenta también con un portal de ocio e información para niños menores de 15 años.

http://www.ecpat.net/es/
ECPAT España
Red internacional de organizaciones contra la explotación sexual comercial de la infancia
Lucha contra la prostitución infantil, la pornografía infantil y el tráfico de niños/as con propósitos sexuales.

http://www.violacion.org/abuso/default.html
Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS)
En esta página se esbozan las principales nociones sobre abuso sexual infantil, y se señalan estrategias de
actuación.

http://www.aepap.org/previnfad/Maltrato.htm
Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
Podemos encontrar artículos sobre la prevención y detección del maltrato infantil.

http://www.nodo50.org/mujeresred/abusos.html
Mujeres en Red
Portal de género creado como alternativa a la comunicación tradicional y que sirve de marco de comunicación
a más de 3.000 mujeres.
Dedica un espacio al abuso sexual infantil con varios enlaces que amplían la información.

http://www.servidorcentral1.com/abcsexologia/abusos_deteccion.htm
Portal de sexología (Instituto Espill de Valencia)
Se aportan artículos sobre la detección del abuso y el papel de los profesionales.

En Latinoamérica

http://www.arasi.cl/
Arasi: Alerta y respuesta contra el abuso sexual infantil
Corporación Chilena para el estudio, la prevención, el tratamiento, la sensibilización, etc., del abuso sexual
infantil.

http://www.fmmeducacion.com.ar/Recursos/abusosexual.htm
FMM Educación
Página Argentina dedicada a la educación en la que se pueden encontrar textos sencillos que explican en qué
consiste el abuso sexual, cuáles son sus indicadores, cómo debemos actuar, y los recursos de ese país.

http://www.mipediatra.com.mx/abuso.htm
Mi Pediatra
Información relacionada con la salud del niño.

156 Bibliografía
http://www.aap.org.ar/publicaciones/dinamica/Vol2/7/dinami07_02.htm
Asociación Argentina de Psiquiatría
En esta página podemos encontrar diversos artículos sobre el abuso sexual infantil.

http://www.hazpaz.gov.co/abuso.htm
Haz Paz
Política Nacional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar de Colombia.
En esta página nos encontramos con una extensa explicación tanto del abuso sexual infantil como del
maltrato infantil en general.

http://www.derechosinfancia.org.mx/Movimientos/dia_abuso_infantil.htm
Organización mejicana para la defensa de los derechos de la infancia
En esta página hay un apartado dedicado al tema del abuso, donde se estudia la incidencia del problema
tanto en México como en otros países latinoamericanos.

En Norteamérica
http://www.calib.com/nccanch/
National Clearinghouse on Child Abuse and Neglect Information
Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos. Es una Web para profesionales y no
profesionales que buscan información sobre abuso, negligencia y bienestar.

http://www.aacap.org/publications/apntsfam/sexabuse.htm
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP)
La American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP) representa a 6.500 psiquiatras de niños y
adolescentes (psiquiatras infantiles). En esta página encontramos información general sobre niños, y específica
sobre el tema de abuso.

http://www.childabuse.org/fs19.html
National Committee to Prevent Child Abuse (NCPC) (Estados Unidos)

http://www.who.org/inf/fs/fact150.html
Organización Mundial de la Salud. Fact Sheet Nº 150. Child Abuse and Neglect. Child Maltreatment Division
Web canadiense de salud, con un apartado para la infancia maltratada.

http://child-abuse.com/
Child Abuse Prevention Network (Estados Unidos)

http://www.ispcan.org/
International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect (ISPCAN) (Estados Unidos)

Bibliografía 157

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