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Editor:
COSUDE/DFAE con la colaboración de la Oficina Federal de los Asuntos Eco-
nómicos Exteriores (OFAEE/DFE), de la División Política II (DFAE), de la
División Política IV (DFAE), de la Dirección del Derecho Internacional Públi-
co (DFAE) y de la Oficina Federal de la Justicia (DFJP).
Redacción:
Grupo de trabajo “Derechos humanos/Estado de derecho”
Consultora:
Erika Schläppi, Universidad de Berna, Instituto de Derecho Público
1 Informe del Consejo Federal del 7 de marzo de 1994 sobre las relaciones Norte-Sur
de Suiza en los años 90
2 Informe del Consejo Federal del 29 de noviembre de 1993 sobre la política exterior
suiza en los años 90
3 Ver composición del grupo de trabajo en el Impressum
4 Promoción de los derechos humanos y cooperación al desarrollo, Líneas directri-
ces,1998 5
I Estado de derecho y desarrollo:
algunos principos
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Este último – el respeto de los derechos humanos – está inextricable-
mente ligado a los otros elementos del Estado de derecho. En el plano
judicial, p.ej., las exigencias de respeto de los derechos humanos con-
cretan, en ciertos aspectos, el principio de una justicia independiente y
eficaz. La igualdad ante la ley y el principio de la no discriminación
no sólo constituyen un elemento central de la protección de los dere-
chos humanos, sino también una parte autónoma del concepto de Esta-
do de derecho. Mientras que el objetivo de los derechos humanos es
garantizar sobre todo los derechos del individuo o de ciertos grupos
sociales ante el Estado, los otros elementos del concepto de Estado de
derecho apuntan de manera más general a la organización del Estado
y a la gestión de los asuntos públicos (governance). Sin embargo,
ambos enfoques persiguen el mismo fin; es decir, obligar a los pode-
res públicos a respetar los principios jurídicos de primordial impor-
tancia y limitar sus poderes discrecionales.
En ese sentido, los criterios del Estado de derecho revisten una gran
importancia incluso en un contexto no europeo. No obstante, no se tra-
ta de incorporar nociones y métodos jurídicos occidentales a las estruc-
turas sociales y políticas complejas de un determinado país. En todos
los continentes, el Estado de derecho adoptará la forma de un conjun-
to de principios aplicables a la organización del Estado y del sistema
jurídico, así como a la estructuración de las relaciones entre el gobier-
no y su población. Ello da lugar a aplicaciones originales y diferencia-
das en función de las condiciones y necesidades específicas del país
concernido.
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II Estado de derecho y cooperación al desarrollo:
las experiencias de la práctica
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■ Organizaciones contraparte no gubernamentales: para que los prin-
cipios del Estado de derecho cumplan realmente su finalidad, se requie-
re que se apliquen no sólo a las instituciones públicas, sino que tam-
bién – y quizás ante todo – estén presentes en el seno de la sociedad
civil, la cual considera al estado como una empresa de prestación de
servicios y exige de sus autoridades que se comporten en consecuen-
cia. Las organizaciones no gubernamentales son idóneas para promo-
ver esa conciencia del derecho, ya sea cooperando con instituciones
locales o a través de organizaciones privadas sin fines de lucro, de las
cuales algunas ya poseen larga experiencia en la materia. En casos en
que la negativa a emprender reformas en dirección del Estado de dere-
cho imposibilite la cooperación con los círculos gubernamentales, pro-
gramas o proyectos no gubernamentales constituyen el único medio
para mejorar a largo plazo los fundamentos del Estado de derecho para
el desarrollo.
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■ Coordinación y cooperación: COSUDE ya posee experiencia en
algunos programas o proyectos consagrados a la promoción del Esta-
do de derecho. Otras instituciones donadoras y países donadores dis-
ponen de una experiencia más vasta y más sistemática, que se puede
aprovechar para la elaboración de métodos de trabajo operacionales
sobre el terreno. Asimismo, es importante asegurar la coordinación y
la cooperación con otras instancias donadoras a nivel de cada país
beneficiario, a fin de evitar duplicación de esfuerzos y poder inter-
cambiar experiencias locales. Esta cooperación puede resultar espe-
cialmente fructuosa en el grupo de países que comparten concepcio-
nes análogas en materia de desarrollo.
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