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La batalla entre Monos y Cangrejos. She UES, Sefior, un dia se en- | contraron frente 4 frente un ff mono y un cangrejo, que iban | rondando por la montaiia. SS > SHRI i = o> pe te SeeR iH = El mono llevaba f una popita de habia encontrado, y el cangrejo un pedazo de torta de arror tostada, ‘Al ver esto el muy Indino del mo- no, se Je ocurtié al momento ha- cer un buen negocio, y le dijo al cangrejo: “Mira, cangrejo, sé bueno ¥ cambiame esa torta de arror por esta pepita de kaki,” El bonda- doso cangrejo entregé sin protesta su torta, tomé la pepita, fué 4 su huerta y la sembré, Al poco tien po nacié una planta y se legé hacer un arbol tan alto que para ver la copa habia que mirar al cie- Jo. El maravilloso arbol estaba cuajado de kaki, pero el infeliz eangrejo ; cbmo hubiera podido subir & aquella alturat En mala hora tuvo la idea de Hamar al mono para que le alcan- zaye las rieas frutas. EI astuto animal, subido en una rama del arbol, se puso tranguilamente & comerse las maduras, con feroz malicia arrojaba las verdes contra el confiado cangrejo, y su cinismo Hegé hasta guardar en su saco pa- ra més tarde las que no pudo co mer en aquel momento. El pobre cangrejo, triste y con el caparazén magullado, aun se dié por satisfecho con Hegar vivo i & su agujero, donde tuvo que per- manecer varios dias, melaneélico y dolorido. Los parientes y amigos del can- grejo supieron lo ocurrido con la nataral mezela de ira y-sorpresa, € inmediatamente ‘declararon la guerra y atacaron al mono; el cual, al frente de una numerosa tropa, hizo frente 4 los airados enemigos. Los cangrejos, incapaces de ven- cer y aun de resistir aquella fuer- ma, se retiraron 4 su cueva, més irritados y rabiosos que antes, Enseguida celebraron un conse- jo de guerra. A esta reunién asise tieron, como consejeros y alindos, tun mortero de arro, Ia mano del mismo, una avispa y un huevo. Entre todos, con rara unanimidad, quedé concertado un habilisimo plan de venganza, que se puso en ejecucién inmediatamente y al pie de ia letra. Para empezar, pidieron paz 4 sus enemigos; gracias 4 esta hAbil ma- niobra, pudieron conseguir que el rey de los monos entrase sin es colta en la cueva de los cangrejos, Jos cuales Ie reeibieron con apa- iin y le hicieron sen- tar en el sitio de honor. EI mono, ajeno por completo & Jamaquinacién, cogié los hibashi 6 tenaras del brasero, y empexd 4 atizar el fuego, cuando en esto jpaft estalla el huevo, que se ha- Haba escondido entre la ceniz, y chamusca el brazo del mono. Asus- tado éste y aturdido, trata de aliviar el escoror de Ia quemadura, metiendo el brazo dolorido en el ‘parril de los eneurtidos; pero ape- nas abre la tapa, la avispa, que estaba alli dentro en acecho, cla- va cruelmente su aguijén en la cara, ya mojada por las lagrimas, del angustiado mono, et cual, sin idarse de espantar 4 la avispa, trata de ganar Ja salida como alma que lleva el diablo, ‘Mas en aquel momento sus pies se enredan en unas algas, y cae al suelo; la mano del mortero se deja cuer sobre I desde un vasar, y por iltimo el pesado mortero, que esperaba la ocasién subido en el tejado del portén, cae sobre el desdichado, le rompe el espinazo y le deja tan déhil que no puede moyerse, En aquel oportuno mo- mento Hegaron en tropel los can- gtejos, blandiendo en el aire sus pinzas, y pellizeos devoraron al infeliz rey de los monos. Ey

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