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VIOLENCIAS Y DESPLAZAMIENTO FORZADO EN COLOMBIA

Harvey Danilo Suárez Morales1

Fuente: Consultoría para los Derecho Humanos y el Desplazamiento CODHES 2002.

Colombia atraviesa por uno de los momentos más complejos de su historia reciente. La
profundización de la crisis social se revela en indicadores de exclusión, según los
cuales más del 60 por ciento de la población se encuentra en condiciones de pobreza
absoluta, "más de 11 millones bajo la línea de indigencia, es decir [...] no dispone de
un ingreso de un dólar diario para garantizar unas condiciones vitales mínimas de
alimentación y nutrición. Además, el 80 por ciento de la población rural es pobre y
cerca del 60 por ciento indigente"2. En ese marco, el escalamiento del conflicto
armado interno y la presencia histórica de otras formas de violencia hacen del
desplazamiento forzado uno de los problemas de mayor impacto social, económico,
político, cultural y ambiental 3.

"La construcción social violenta"4 del raído tejido social a lo largo de nuestra historia -
desde la conquista española, la colonia, la república y en la actualidad sociopolítica- se
ha caracterizado por la salida falsa de carácter violento a los diversos conflictos de una
sociedad compleja y fragmentada, signada por profundos desequilibrios estructurales
que generan inconformismo social y un régimen político con claras tendencias a la
inestabilidad que no pocas veces centra sus esfuerzos en la represión a ultranza, más
que en la resolución de las causas que propician el deterioro de las relaciones sociales
en un clima de guerra, terror de diverso signo y violencia generalizada.

Constantes agresiones a la población civil por parte de diversos actores armados: los
bloqueos, confinamientos, amenazas y atentados a la población civil; la impunidad; la
desprotección en la que están inmersas personas, familias y comunidades enteras; la
imposibilidad de solicitar, brindar y recibir ayuda humanitaria; la desinformación; la
desintegración del tejido social 5; el creciente deterioro del nivel de vida 6 y la
precaria, regresiva y cada vez mas reducida respuesta del Estado, configuran algunos
de los elementos de las Crisis Humanitaria que aqueja al país.

El propósito, apenas en borrador en este texto es el del intentar dar cuenta de las
condiciones de posibilidad de multiplicidad de agresiones, del destierro, el despojo y la
diáspora y cómo se han convertido en contextos de reiterada socialización que
irrumpen como referentes del ciclo vital que se suman a la exclusión, la marginación,
la segregación y el empobrecimiento como vivencias intergeneracionales que han
marcado la vida individual y colectiva. Aquello que en síntesis denomináramos en otro
texto como "la experiencia histórica de la exclusión y el aplazamiento"7 de la mayoría
de la población frente a "la experiencia de la realización de los derechos y el ejercicio
de la plena ciudadanía" de una muy escasa minoría.

Violencia, guerra y desplazamiento forzado son registros sociales fuertemente


instalados en la experiencia y en la memoria colectiva de millones de mujeres y
hombres, niñas y niños en Colombia. Cerca de tres millones de personas en los últimos
dieciocho años han sido forzadas a huir de sus lugares habituales de residencia o
trabajo en el marco del conflicto armado interno y otras formas de violencia que se
arropan a su sombra. ¿Cómo explicar la persistencia y expansión de tan diversas
violencias en Colombia? ¿En qué contextos y bajo qué condiciones el desplazamiento
forzado surge como estrategia violenta?

El desplazamiento forzado encuentra en la aplicación de diversas formas de violencia


uno de sus principales signos descriptores y uno de sus referentes causales más
inmediatos. Multiplicidad de violencias convergentes hacen parte de los contextos en
los cuales se presentan eventos de desplazamiento forzado.

Sin embargo, estas afirmaciones resultan insuficientes para dar cuenta de la


complejidad que implica abordar el desplazamiento forzado como experiencia
individual o colectiva, objeto de conocimiento, problemática social y, por ende, tópico
de una agenda de política pública. Cada una de estas categorías referidas a los
intereses de las personas en situación de desplazamiento, de la academia y agentes de
políticas públicas.

En otros términos, plantear que hay desplazamientos forzados porque existe violencia
resulta simplista y, más que esclarecer causalidades, identificar procesos y proponer
alternativas, esta lectura confunde y oculta poderosos intereses y propósitos que
acuden al desplazamiento como estrategia central de control poblacional, territorial y
de recursos en la lógica de imponer ciertos órdenes locales, regionales e incluso
nacionales.

Son muy diversas las líneas de interpretación teórica sobre las causas de la
emergencia, existencia y expansión del conflicto armado en Colombia. Sin pretender
ahondar en una historiografía de largo aliento sobre la violencia, el conflicto armado
interno o el desplazamiento forzado en Colombia, nos interesa referenciar y contrastar
aquellos enfoques teóricos y trabajos de constatación empírica que permitan
establecer marcos de interpretación que relacionen los contextos en donde se acude a
distintas formas de violencia como recurso estratégico y las dinámicas y tendencias del
desplazamiento forzado.
A continuación de manera esquemática se presentan los principales enfoques
explicativos sobre la violencia en Colombia. Es preciso aclarar que el análisis no se
limita al intento de comprender la relación de causalidad existente entre el conflicto
armado interno y el desplazamiento forzado. La razón principal de ampliar el marco de
análisis a otras formas de violencia obedece a las tendencias y dinámicas que
demuestran que no todos los casos de desplazamiento obedecen de manera mecánica
y exclusiva al desarrollo de las hostilidades en el marco de la guerra interna en
Colombia y que otras disputas referidas a intereses económicos, políticos, sociales y
culturales se mueven bajo el manto opaco de la guerra o sacan provecho de su
existencia a través del desplazamiento.

Unas breves notas metodológicas y una aproximación necesaria

Antes de adentrarnos someramente en los más significativos enfoques de análisis de la


violencia en Colombia, es preciso aclarar la necesidad de comprender que por razones
metodológicas y expositivas se presentan de manera separada enfoques teóricos y
registros que en la vida cotidiana de las personas, familias, comunidades y sectores en
riesgo o en situación de desplazamiento aparecen indiferenciados y apretujados en
diversas violencias que se conjugan en su contra. En otras palabras, a las acciones
individuales y colectivas de integrantes de grupos armados organizados legales e
ilegales (fuerza pública, guerrillas, paramilitares,) se suma negativamente la acción de
otros actores violentos (narcotraficantes, bandas organizadas, y otras formas de
delincuencia común).

Del mismo modo, resulta necesario plantear un esquema analítico multicausal y


multifactorial de la(s) violencia(s), desde una perspectiva histórica que pueda dar
cuenta tanto de los procesos y las dinámicas de codeterminación de las estructuras y
condiciones que propician acciones violentas así como los marcos de interpretación y
los marcos decisionales de actores individuales y colectivos que acuden a la violencia
como estrategia.

Pese a esta aclaración, en este texto hacemos énfasis en los procesos y efectos de la
"configuración y consolidación de agentes especializados en el uso político de la
violencia"8 , así como en la violencia sociopolítica ejercida por "actores organizados de
violencia":

Entendiendo por éstos las organizaciones constituidas con algún fin, sea de lucro
económico, de disputa o defensa de poderes sobre territorios o poblaciones, o con
cualquier otro fin, que usan la violencia como recurso para alcanzar sus metas,
actuando muchas veces a través de terceros. La llamaremos "violencia organizada",
para distinguirla: a) de la violencia espontánea, asociada a la agresividad, que surge
en la interacción cotidiana y es fruto mayormente de las pasiones; b) de la violencia-
recurso que usa la muerte para conseguir beneficios, pero procede artesanalmente, sin
organización interpuesta [. . . ] Es un hecho que la violencia organizada, la que se
utiliza como recurso (de negocio o de poder) obedeciendo a un cálculo más racional y
consciente de costo-beneficio, violencia en la cual median capital, tecnología,
infraestructura e información, ha ido creciendo en Colombia, generalizándose y
banalizándose 9.
En este orden de ideas asumimos el sentido de "lo político" respecto de los actores
organizados de violencia elaborado Cubidez, Olaya y Ortiz (1998) al definir el tipo de
actor político como "aquél que persigue, en últimas, fines políticos, o sea relacionados
con la distribución del poder, factual o formal, en el ámbito de lo público. Esta
tipificación se entiende que procede independientemente de los contenidos
programáticos o ideológicos, de los fines filantrópicos o no, del carácter "primitivo" o
"moderno", del grado de legitimidad o de intimidación, de legalidad o de ilegalidad, de
los actores en forcejeo".

Nos parece de la mayor pertinencia este abordaje de la violencia política, definida a


partir de "la disputa de espacios de poder en el ámbito de lo público" puesto que nos
permite abarcar un ámbito más amplio de comprensión de causas, eventos y
consecuencias de la violencia en Colombia. Así las cosas, es necesario establecer una
mirada histórica, por ende dinámica en términos espacio-temporales respecto de las
condiciones estructurales y los fines, estrategias y acciones de los grupos organizados
de violencia.

Tal como señalan Cubidez, Olaya y Ortiz (1998) actores organizados violentos con
propósitos con marcado acento económico pueden devenir en "agentes especializados
en el uso de la violencia política" -como se menciona en la más reciente publicación del
Centro de Investigación y Educación Popular Cinep10 - sí consideran pertinente y
necesario disputar espacios de poder y no solamente lucrarse de un negocio ilícito,
como en el caso de organizaciones de narcotraficantes coaliados con grupos
paramilitares encargados de controlar administraciones locales e incluso espacios de
decisión del orden nacional, como ocurrió: "en el caso de los narcotraficantes del grupo
de Medellín entre 1984 y 1991, al enfrentarse al gobierno en busca de hacer eliminar
la extradición y recurrir, para ese fin, a los magnicidios y al narcoterrorismo"11 . Algo
similar ocurre con los casos de intolerancia social en los que actores organizados "se
abrogan la defensa de un orden moral que pretenden preservar, y se representan a sí
mismos como ejecutores de una función de poder en el ámbito público: "limpiar",
"embellecer" la sociedad, así sea a costa de la violación de los derechos humanos de
algunos ciudadanos"12, y en consecuencia aplican mecanismos de intensa agresión y
eliminación de las personas catalogadas como indeseables o peor aún como
"desechables" -indigentes, débiles mentales, exconvictos, o personas explotadas
sexualmente-. Estas violencias en ocasiones conexas a las dinámicas del conflicto
armado, en otras desconectadas de las lógicas e intereses de los actores organizados
de violencia se convierten en factores que en algunos casos motivan el desplazamiento
forzado de población en las zonas de expulsión o incrementan las condiciones de
deprivación en los ámbitos de reasentamiento o tránsito e incluso generan nuevos
desplazamientos forzados.

Explicar entonces la persistencia del conflicto armado y otras formas de violencia


política en relación con los reclamos de legitimidad de los fines perseguidos por
determinados grupos organizados de violencia; o a partir del análisis del momento de
surgimiento de los mismos, o exclusivamente por las acciones de éstos; sin revisar las
continuidades y discontinuidades del régimen político, los mecanismos de represión
legal e ilegal, las dinámicas y procedimientos de imposición de determinadas
formaciones societales y órdenes prevalecientes o en disputa hegemónica en los
espacios locales o regionales, puede conducir a conclusiones reductivas y simplistas
respecto de la complejidad que es preciso desentrañar.
Conflictos y violencias en colombia: la necesidad de la explicación multicausal

Los distintos y algunas veces coincidentes estudios sobre el conflicto armado en


Colombia -percibidos en conjunto- reconocen la contigüidad e interacción de conflictos
sociales, económicos, políticos y culturales históricamente no resueltos y
sistemáticamente negados como el entorno que configura las condiciones objetivas y
subjetivas de persistencia del conflicto armado interno y de otras formas de violencia
en Colombia.

Otro de los ejes de análisis de los estudios sobre el conflicto es el que aborda desde
una mirada estructural -también en clave histórica- las particularidades de la
configuración estatal colombiana, así como del sistema y el régimen político que se
han movido entre opciones democráticas formales, prácticas autoritarias e incluso
totalitarias de gobernabilidad a lo largo de la historia republicana del país.

Sobre estas dos líneas de interpretación se mueven las reflexiones de este texto que
intenta plantear un marco básico de comprensión de la presencia del desplazamiento
forzado como estrategia histórica de acumulación de capital y ejercicio del poder, que
se intensifica con inusitada crudeza en los últimos 20 años 13.

1. Las causas objetivas de la violencia

Bajo este enfoque muchos estudios abordan los factores de exclusión y


desigualdad económica, política, social y cultural como determinantes de la
violencia en Colombia. Algunas de sus vertientes abarcan la configuración
estatal, el análisis del sistema y el régimen político, la eficacia del sistema
judicial y las condiciones de vida de la población como algunas de las posibles
claves para entender y atacar las causas profundas de la violencia.

2. El vacío de poder y el Estado débil

Los argumentos más primarios de este enfoque señalan cómo el Estado


colombiano es débil porque existen grupos armados ilegales y a su vez se
señala que estos grupos operan por la debilidad del Estado 14 . Dicha tautología
más que anular la utilidad del concepto de debilidad del Estado exige su
reformulación y contextualización desde una perspectiva más integral

Estado fuerte, Estado débil, Estado frágil, Estado colapsado15:


algunas claves de desciframiento desde la perspectiva de los Derechos
Humanos

De manera general podemos caracterizar como débiles aquellos estados y sociedades


signados por la exclusión creciente de amplios sectores sociales; atravesados por
conflictos históricamente no resueltos; con regímenes políticos y configuraciones
institucionales mayoritariamente corruptas e incapaces de satisfacer siquiera las
necesidades básicas y las legítimas aspiraciones y reivindicaciones de la población.
Los Estados débiles adolecen de una precaria legitimidad social, son tendencialmente
autoritarios; con una fuerte presencia sistémica de estrategias violentas de
acumulación vertiginosa e ilegal de capital; en donde la violencia sustituye a la ley
como referente de mediación de la vida social, económica, política y cultural.

Estas sociedades se encuentran asediadas por grupos criminales inscritos en poderosos


circuitos de tráfico ilegal de drogas, armas, divisas e incluso personas. Los Estados
débiles establecen finanzas públicas cimentadas en tributos injustos e inequitativos
para la mayoría de la población y con economías sometidas al poder de organismos
multilaterales de crédito o al poder de algunos países del Norte convertidos en los
principales socios comerciales y militares de las élites gobernantes. Con una
característica aún más particular, pertenecientes a la geografía de los Estados con
soberanías precarias o casi inexistentes.

Contrario sensu, un Estado fuerte es un Estado que garantiza y promueve la


democracia real, que está basado en un consenso legitimado socialmente en clave de
inclusión social, económica, política y cultural. Un Estado fuerte es un Estado que
facilita, promueve y garantiza las libertades públicas y garantiza la libertad en ámbitos
privados; que garantiza el ejercicio y realización de los derechos a través de políticas
incluyentes y participativas; que permite, promueve y facilita el acceso a bienes y
servicios públicos; que está fundado y funciona bajo los postulados de la primacía del
interés público, el respeto por la diferencia y el derecho a disentir.

El Estado fuerte no solo garantiza discursivamente los derechos sino que los realiza
concreta y efectivamente. En ese sentido somos un país sui generis, tenemos
prácticamente para cada problema social un corpus de derechos garantizado en el
discurso, en el texto constitucional, en el texto legal, pero con muy bajos niveles de
realización material de los derechos concernidos en cada caso concreto. En
consecuencia no basta con la promulgación de normas, además éstas deben aplicarse,
ganar eficacia material.

Un Estado fuerte despliega la capacidad de generar consensos no solo en el ámbito


legislativo sino sobre todo en los espacios locales y regionales. Es un Estado que
asigna recursos para consolidar una política social que pone en marcha un régimen
fiscal y tributario justo, equitativo, transparente y bajo rendición de cuentas: El Estado
fuerte mantiene su soberanía, es un Estado donde la aplicación universal de la justicia
es fundamento de la legitimidad, es decir, que tiene como lucha principal reducir los
márgenes de impunidad, sobre todo de los delitos relacionados con violación de los
Derechos Humanos y la normativa humanitaria, que mantiene el monopolio legítimo de
la fuerza y actúa dentro del marco internacional aceptado por los pueblos.

El Estado débil, es un Estado disfuncional para la gran mayoría de la población. Es un


Estado que genera mayor exclusión y sobre todo población desplazada y refugiados; el
sistema burocrático es deficiente y corrupto, hay un control relativo del Estado en
términos territoriales, hay una vigencia parcial, desdibujada o reducida del Estado de
derecho. En los Estados débiles y frágiles las economías paralelas e ilegales proliferan,
hay poderosos sectores que sacan provecho de la crisis es decir, la guerra no
solamente genera perdedores, también genera ganadores. La lógica de la guerra no es
una lógica irracional, es una lógica montada sobre una economía de la guerra que
reditúa para unos pocos y excluye a la mayoría.
Entre tanto el Estado débil 16 reúne una serie de características, que en razón a las
limitaciones de espacio textual, resumiré en los siguientes aspectos: se trata para el
caso latinoamericano de Estados no consolidados, atravesados por los intereses de
poderosas mafias que permean el poder político, económico y financiero, con un
precario control sobre "poderosos actores no estatales como son las corporaciones
transnacionales o las mafias [y que no logran] imponer un sistema de impuestos a las
actividades económicas que le permitan obtener recursos para actividades públicas"17.
En ese marco de escasa capacidad de regulación estatal "el bienestar de las personas
está por debajo de los objetivos económicos, y los Estados cada vez más desregulados
y actuando como actores privados no se sienten obligados a buscar ese bienestar"18

Llama la atención los peligros y desafíos que implica el paso de los Estados débiles a
los frágiles y de allí a los colapsados. En los Estados frágiles la violencia substituye la
Ley, las fuentes de legitimidad se erosionan, las instituciones no funcionan, los
armados asumen funciones publicas y procesos de mediación social e institucional; se
reducen las condiciones estructurales de la economía; se rompen los equilibrios
interculturales. La disputa entre sectores busca la eliminación o exclusión del otro o de
los otros, surgen entonces respuestas sociales adaptativas: la pasividad, la huida
(desplazamiento y refugio), la integración al sistema corrupto y violento, en algunos
casos la resistencia pacífica o en otros la aparición o el incremento de la rebelión
armada 19.

En los Estados fallidos o colapsados el Estado es incapaz de "proveer a su población el


marco mínimo de estabilidad política y social, la protección de la propiedad (y otras
formas de tenencia) y libertad política e individual"; y garantizar una política
económica que articule la búsqueda del beneficio privado, la gestión pública y las
necesidades sociales" 20. Un denominador común a todos los Estados frágiles es el de
la "generación de sectores vulnerables y crisis humanitarias"

Un estudio realizado por el United Nations University World Institute for Development
Economic Research y el Queen Elisabeth House (Oxford) indica que entre las raíces de
las crisis se encuentran:

• las desigualdades en el acceso al poder político, a los recursos, a los recursos


sociales y a la educación
• políticas de algunos gobiernos que promueven la exclusión en vez de la
inclusión;
• un bajo ingreso económico per capita;
• el colapso del crecimiento económico;
• la mala gestión de la política y la corrupción;
• la militarización de la sociedad 21.

a. El uso de los órganos legítimos de la violencia estatal para fines privados, y


la utilización de esos medios como instrumentos para sus estrategias de
acumulación de capital.

b. La existencia de una estructura de poder oculta, colectiva que rodea y


controla los puestos oficiales en la administración y la política y que se beneficia
del uso de la privatización de los medios legítimos del uso de la fuerza,
especialmente a través de la formación de bandas armadas;
c. La participación de esta estructura de poder colectiva y semiclan-destina en
actividades ilegales;

d. La inserción de esas actividades económicas ilegales en redes internacionales


del crimen internacional;

e. La interacción u ósmosis entre las actividades ilegales en determinados


países y su inserción en los procesos de globalización 22.

El esbozo antes descrito ilustra en buena medida una de las más profundas crisis
Humanitaria y de Derechos Humanos en la cual se ven inmersas tantas poblaciones,
comunidades y sectores sociales. Crisis que desnuda y expresa la debilidad del Estado
colombiano. El paso de la debilidad estatal a la fragilidad o incluso al colapso estatal
deben ser temas que se afronten con mayor profundidad y que además deberían hacer
parte de las distintas agendas institucionales y sociales.

En uno de los momentos más complejos de la vida nacional, con uno de los picos más
altos de violencia en los últimos 20 años, con posturas radicalizadas respecto de la
"salida militar" y como ya lo mencionábamos líneas atrás, con la cifra de
desplazamiento más alta desde 1985, se configuran además condiciones
estructurantes que obscurecen este panorama . Dentro de estas condiciones-que son a
su vez causa y consecuencia del conflicto armado interno que agravan la problemática
del desplazamiento forzado en Colombia se encuentran la crisis humanitaria y de
derechos humanos, y la debilidad estructural del Estado colombiano.

b. Una necesaria contextualización de la debilidad del Estado colombiano

La estructura partidista constituida sobre la base de una "federación de caciques"


sustituyó al precario Estado surgido de la Independencia mediante redes de clientela.
De esta manera, los partidos se convirtieron en parte de la estructura estatal como vía
para obtener lo que una sociedad débil y desorganizada no podía lograr directamente.
La adscripción, más o menos hereditaria [redes familiares], a las subculturas que
conformaron los partidos tradicionales estuvo marcada por la exclusión e intolerancia
frente al "otro" lo cual marcó frecuentemente la confrontación partidista con el signo
de la violencia.24

Una de las lecturas mayoritarias sobre la presencia histórica de la violencia en


Colombia con mayúsculas y en singular- desde diversas miradas señala como factores
determinantes los siguientes aspectos:

La construcción fallida de una democracia real que transforme las estructuras de


exclusión de un régimen político con escasa capacidad de representación de los
intereses antagónicos propios de una sociedad compleja, aspectos que generan un
importante déficit de legitimidad estatal, impunidad, clientelismo, corrupción y vacíos
de gobernabilidad local y regional que son asumidos por actores locales que recurren
en muchas ocasiones a la mediación de la violencia para el logro de sus objetivos.

La concentración de oportunidades sociales, económicas políticas y culturales en unos


pocos segmentos de intereses, propia de un régimen exclusivo [excluyente] tiende a
alentar la violencia ejercida tanto desde arriba como desde debajo de la estructura
social. Desde arriba, porque en éstos regímenes predominan gobiernos débiles que,
dada la estrechez de los campos de conformación de la civilidad real, le restan al
Estado reconocimiento y apoyo, o sea poder, y la pérdida de poder es, en últimas, un
permanente incentivo en los sectores dirigentes para llenar con las violencia los vacíos
de gobernabilidad resultantes. Desde abajo, porque la dinámica de marginalización
social creciente, propia de estos regímenes, representa también una pérdida de poder
de logro de los sectores excluidos y, en consecuencia, estimula el uso de la violencia
como un medio para forzar la capacidad de representación y participación social"
(Ramírez, 2001).

Bajo estas primeras aproximaciones es posible desde ya identificar el carácter


multicausal de las distintas violencias presentes en Colombia y los conflictos no
resueltos que subyacen a su eclosión.

c. La ausencia del monopolio estatal de la fuerza y la justicia: las soberanías


locales y regionales.

El producto histórico de estas fallas estructurales provenientes del procesos de


consolidación del Estado-Nación ha sido la segmentación del territorio y la existencia
de ordenes locales que se disputan poblaciones, recursos y territorios, que ejercen su
propia justicia, controlan circuitos económicos legales e ilegales y establecen sistemas
de regulación social e incluso de ciertas formas de redistribución de la riqueza través
de "la adhesión ideológica, la presión militar y un aparato de inteligencia, sobre la
población residente en un área específica"25

Múltiples violencia proliferan en escenarios en donde es escaso o casi nulo el control


territorial efectivo por parte del Estado, frente a la existencia de "soberanías
territoriales de los actores armados"26 , y la "privatización de la territorialidad"27 que
redistribuye y reorganiza territorios, recursos y población a costa de la soberanía
estatal en dos versiones la de los territorios paraestatales y la de los territorios
contraestatales. Las condiciones de posibilidad de irrupción y afianzamiento de actores
organizados de violencia encuentran terreno abonado en lugares:

[. . . ] donde el Estado no puede reclamar el monopolio de la fuerza y donde tampoco


existe el dominio sedimentado de las redes regionales y locales de poder que
normalmente sirven como base social para la implantación de los partidos
tradicionales. Allí los grupos armados pueden jugar un papel importante en la
incipiente implantación de un cierto orden o alguna regulación de la convivencia social,
ya que esos grupos han desempeñado un importante papel en los procesos de
colonización, no tan diferente del que tuvieron los Partidos liberal y conservador en el
pasado. En cambio, muy diferente es la situación de las regiones y localidades donde
ya existe un poder consolidado, que la guerrilla amenaza y trata de desplazar 28

Es precisamente en los escenarios de disputa territorial entre órdenes y soberanías


antagónicas, donde se presentan los mayores índices de expulsión individual, familiar o
masiva de población. Áreas de expulsión que corresponden a zonas de colonización,
zonas de frontera y territorios de disputa entre actores estatales, paraestatales,
guerrillas, narcotraficantes y otras agrupaciones. Estas zonas corresponden, tal como
lo señala el más reciente informe anual de la Consultoría para los Derechos Humanos y
el Desplazamiento CODHES 29 a las regiones del país con mayores tasas de expulsión
(número de personas expulsadas por cada cien mil habitantes) corresponde a
municipios y regiones con las características antes anotadas:

En las regiones de mayor disputa por el control de territorios, poblaciones y recursos


se hace más evidente una de las principales características del sistema político
colombiano "dentro del cual la ideología y la práctica partidista se nutren de una
oposición beligerante, proclive a las armas e incapaz de suscitar recursos contractuales
alrededor de proyectos nacionales que rebasen las estrechas perspectivas de los
intereses privados [. . .] El creciente poder local de las fuerzas insurgentes y
contrainsurgentes ilegales no es, pues, un resultado exclusivo del poderío militar y sus
variadas formas de coacción política sino también el fruto de los vacíos de legitimidad
y gobernabilidad que desde el nacimiento de la República han afectado el poder público
colombiano"30 .

Principales Regiones expulsoras en 2002

Fuente: Consultoría para los Derecho Humanos y el Desplazamiento CODHES 2002.

d. La relación entre pobreza, exclusión, desigualdad y violencia: la cuestión agraria en


el centro del enfoque

Otro de los enfoques interpretativos mayoritarios sobre la violencia en Colombia


propone que las zonas pobres son las que presentan mayores índices de violencia,
dicho de otra forma que las zonas más violentas y en donde se presentan más
desplazamientos son las de mayor pobreza. Mientras se plantean estos debates las
evidencias empíricas de presencia, afianzamiento o expansión de diversas violencias
desplegadas por agentes organizados "se localizan geopolíticamente en las zonas con
mayores fuentes de riqueza"31 y que paradójicamente, o para ser más exactos, desde
la paradoja funcional de la exclusión, representan los mayores índices de desigualdad
social.
La ecuación pobreza igual violencia presenta serios reparos. Esta asociación no es
necesariamente correcta tal como lo demuestran los estudios de Gaitán (1995) y
Bejarano (1995) al señalar como la relación entre pobreza y violencia es contrafáctica
y que la presencia de violencia se debe más al "aumento rápido y desigual de la
riqueza en determinadas áreas. Donde es visible el contraste entre pobres y ricos, y
escaso control estatal"32 que a la pobreza en sí misma.

De acuerdo con los estudios de Montenegro y Posada (2001) La falsación empírica de


la relación causal directa entre pobreza y violencia corre por cuenta de los datos que
demuestran que "solo un porcentaje mínimo de los homicidios (entre el 6% y el 12%)
se explican por variables socioeconomicas y condiciones objetivas [de exclusión]
mientras que el casi 90% restante está relacionado con la presencia de actores
armados, la ineficacia de la justicia y el narcotráfico" 33. Por el contrario los estudios
precitados encontraban una estrecha relación entre el crecimiento económico de
ciertas regiones y departamentos del país y el aumento de las tasas de homicidios.

Las zonas de expansión de la frontera agrícola, regiones de colonización, zonas de


inversión en grandes obras de infraestructura o megaproyectos agroindustriales en
dónde predominan formas precarias de tenencia segura de la tierra y de la propiedad,
en relación con una presencia asimétrica del Estado (baja inversión social y esporádica
pero intensa presencia represiva) conforman los escenarios apropiados para la acción
de agentes especializados de violencia.

Es entonces cuando la "cuestión agraria" cobra fuerza como una de las causas
estructurales de la aplicación de diversas violencias. Como lo indican Fajardo (1986,
1993 y 2001), Reyes Posada (1998) y González (1998) la problemática agraria en
Colombia está referida a las dinámicas generadas por la dinámica agraria dominante
de signo latifundista, con altísimos niveles de concentración de la riqueza y de la tierra
agrícola más apta. Todos estos procesos atravesados por intensas dinámicas de
colonización y migración forzada, paramilitarismo y el recurso a la violencia para
resolver reclamaciones sociales referidas a la tierra. Estructuras fuertemente afincadas
en economías basadas en modelos de desarrollo desigual concentrado en ciertas zonas
del país, principalmente en los centros urbanos más grandes. A lo anterior se suma la
presencia problemática del narcotráfico como catalizador de la violencia local y regional
y a los narcotraficantes como agentes de acumulación vertiginosa y violenta de capital.

La territorialización y dinámicas geopolíticas del conflicto armado interno encuentran


en esta lógica dos tendencias en disputa: los procesos iniciales de copamiento histórico
de la las guerrillas de zonas marginales y periféricas y las incursiones y disputas en
zonas de fuerte explotación-inversión agrícola, minera, petrolera e industrial, incluso
en zonas urbanas de alto intercambio comercial y de otro lado los procesos de disputa
territorial de los grupos paramilitares que intentan defender o disputar el control
insurgente de circuitos económicos legales e ilegales que incluyen zonas de cultivos de
uso ilícito, procesamiento o distribución de drogas ilícitas. En este sentido las zonas de
mayor expulsión de población a través del desplazamiento forzado corresponden a lo
que Echandía (1998) denomina como "zonas para la captación de recursos" y "áreas
de confrontación armada".

Es necesario entonces correlacionar la existencia de modelos económicos, políticos y


societales que agudizan la pobreza, la exclusión y la desigualdad como causas
estructurales de la diversidad de violencias en Colombia, especialmente de los
procesos de colonización armada34 y en últimas del conflicto armado interno.
II. Las condiciones subjetivas del uso político de diversas violencias
en Colombia

Las lecturas desde la geografía de la guerra: la disputa por el control


territorial, poblacional y de recursos

El propósito de este enfoque es el de examinar la acción colectiva de los agentes que


recurren al uso de la violencia como estrategia de control territorial, de dominación,
sometimiento, cooptación, expulsión o eliminación de la población y del control y
beneficio de circuitos económicos legales e ilegales necesarios para el desarrollo de los
intereses tanto del actor violento como de sus patrocinadores.

Además de revisar las "elecciones racionales" de los agentes violentos esta perspectiva
examina los intereses, las "condiciones de posibilidad" o "las estructuras de
oportunidad"35 propicias para la emergencia, despliegue, afianzamiento y expansión
de proyectos colectivos o societales que acuden a estrategias violentas para el logro de
sus propósitos. En este sentido, no todos los proyectos se plantean controles de la
misma escala, aún cuando se presentan conjugaciones de intereses coyunturales o de
largo plazo que acercan agendas aparentemente antagónicas. Así las cosas, objetivos
de control parciales (grupos delincuenciales locales) se pueden articular de manera
coyuntural o en el mediano plazo con grupos armados organizados con vocación
hegemónica y que en consecuencia se propone la disputa del poder local, regional o
nacional.

Nos parece pertinente poder revisar algunos de los intereses de los agentes
desplazadores con el propósito de entender cómo de alguna manera acercarse al
desplazamiento forzado como revelador analítico devela los recorridos de los actores
armados y los intereses de otros agentes especializados en el uso político de la
violencia:

a. Intereses, estrategias y prácticas de desarraigo y despojo

Desde una lectura estructural se correlacionan guerra y desplazamiento como dos


caras de la misma moneda, en donde la existencia, prolongación, intensificación y
degradación de la primera explican la pervivencia y crecimiento de la segunda. Ambos
registros guardan simetría: a más guerra, mayor desplazamiento. Así, la conclusión
parece inevitable: sin guerra no habría más desplazamiento. Sin duda esta
representación social del desplazamiento forzado es necesaria pero insuficiente frente
a la multicausalidad de un proceso tan complejo como el que ocupa el hilo conductor
de estas líneas.

La migración forzada provocada por la aplicación de distintas formas de violencia en el


marco de la confrontación armada, ha servido de telón de fondo para ocultar proyectos
menos visibles pero no menos efectivos de control territorial, poblacional y de
recursos. El desplazamiento forzado funciona como estrategia de diversos "usos" al
amparo del manto opaco de la guerra y los elevados niveles de impunidad que no
desestimulan la comisión de delitos 36, así como el deficiente funcionamiento del
aparato judicial 37, característicos de la forma Estado y de las relaciones societales
que han configurado históricamente muchos de los poderes locales, regionales y
nacionales.
Entre tanto, las cifras como referencia de una situación crónica que afecta a cada vez
más personas, familias, y sectores resultan ilustrativas pero insuficientes para develar
el drama cotidiano de quienes tuvieron que dejar tras de sí buena parte de sus
ilusiones, pertenencias, relaciones y procesos significativos.

Desde una perspectiva integral e integradora, el análisis histórico, contextual y


situacional del desplazamiento forzado se convierte en un "revelador" de la existencia
y funcionamiento de una serie de conflictos e intereses antagónicos que se desatan en
múltiples violencias. Esta situación genera un creciente saldo de víctimas y distintos
niveles de afectación personal, familiar, comunitaria y social, aún por establecer en sus
verdaderas dimensiones.

Por medio de variadas dinámicas de expulsión y repoblamiento que responden a muy


concretos intereses de orden económico, político, social y cultural se han intentado
consolidar ciertos y determinados órdenes locales y regionales, cuando no proyectos
de mayor calado con vocación hegemónica nacional. El desplazamiento como
materialización de una serie de violencias, formas de dominación y prácticas de
exclusión y/o eliminación física y simbólica, se ha constituido dentro de la agenda de
muy poderosos sectores como una "herramienta política multiusos" puesta en obra en
los más diversos escenarios locales y regionales.

Se acude al desplazamiento forzado mediante diversas prácticas violentas para


expulsar del espacio social y así controlar a reales o presuntos colaboradores del bando
adversario; someter poblaciones contrarias al dispositivo imperante (orden local
hegemónico). Igualmente se recurre al desplazamiento forzado como estrategia para
reducir los costos de negociación de un cierto proyecto económico; acallar disidencias
incómodas; apropiarse de bienes, tierras y territorios que de otra forma estarían fuera
de alcance de los desplazadores, frente a la resistencia de comunidades fuertemente
cohesionadas, o bajo protección jurídica especial como es el caso de territorios
colectivos indígenas o afrocolombianos.

Así mismo, por la vía del desplazamiento forzado se desarticulan organizaciones


comunitarias y movimientos sociales proclives a resistir al embate de iniciativas legales
e ilegales que lesionan intereses colectivos y derechos adquiridos; se monopolizan
mercados, implantan economías paralelas a las dinámicas de la guerra, o agudizan
esquemas de desigualdad, inequidad, exclusión y explotación.

De forma un tanto esquemática las distintas estrategias de los agentes


desplazadores38 obedecen a intereses: i.) Político-militares y geoestratégicos de las
partes en confrontación -contrainsurgencia legal, contrainsurgencia ilegal y guerrillas-
por controlar enclaves, zonas emblemáticas, corredores de tránsito de tropas, armas,
narcóticos, zonas de abastecimiento y zonas de repliegue y retaguardia; ii. )
Económicos. Tienen como objetivo controlar circuitos y zonas de producción,
comercialización o exportación de materias primas, o el tráfico de mercancías ilegales
como base de estrategias de acumulación vertiginosa y violenta de capital a través del
despojo, el reordenamiento territorial y la concentración de la propiedad o su
usurpación como resultados esperados del desplazamiento forzado. iii.) Político-
ideológicos. La expulsión de sectores o personas concretas que ejercen un contra-
poder "peligroso" para los grupos dominantes locales o regionales reporta resultados
que sin el desplazamiento forzado serían más "costosos". iv) Socio-culturales. El
proyecto local o regional violento con vocación hegemónica, concentra sus esfuerzos
en estandarizar las prácticas sociales a partir de la expulsión de los moradores
tradicionales y el repoblamiento con habitantes afines a sus intereses. Las posibles
combinaciones de intereses hacen más complejo 39 el análisis del desplazamiento
forzado como fenómeno migratorio, que transforma el poder local y las relaciones
sociales producto de la migración forzada.

Grosso modo, esos intereses y valores se manifiestan violentamente en el


desplazamiento forzado como objetivos de los agentes desplazadores, al intentar: i.)
Ejercer control territorial y poblacional estable, que permita afianzar y expandir el
proyecto particular del agente desplazador. ii.) Implantar un modelo de orden
funcional a los intereses-valores particulares de los agentes desplazadores o de sus
patrocinadores. iii.) Este control intenta a toda costa imponer la "cooperación" de la
población con el proyecto del actor local o regional dominante; y iv.) Domesticar los
conflictos presentes y latentes en el área de influencia del grupo desplazador por
medio de la fuerza, la violencia y/o el terror 40.

En síntesis, no sólo se desplaza para garantizar las condiciones de posibilidad,


afianzamiento y expansión de un determinado proyecto de orden local, regional o
nacional centrado en intereses militares y geopolíticos. En algunos casos, se
entremezclan además intereses económicos, sociales y culturales con el objetivo de
implantar regímenes de orden total, sociedades unidimensionales como señala Alain
Touraine, en las cuales el control de la vida individual y colectiva obedece a los
criterios, premisas y procedimientos fijados por quien mayor capacidad de fuerza,
violencia o poderío está en capacidad de desplegar.

El Estado y la sociedad colombianas, podríamos concluir a manera de colofón parcial


de esta discusión podrían ser catalogados como un Estado y una sociedad paradójicas.
Con altísimos niveles de inclusión social y ciudadanía plena para un muy reducido pero
poderoso segmento de la población -los íntimos del poder-, con la mayoría de la
población en condiciones de pobreza y miseria; con las tasas de homicidios,
desplazamiento y secuestros más altas del mundo, mientras se cuenta con uno de los
corpus constitucionales más avanzados del mundo en derechos humanos. En síntesis,
una sociedad y un Estado inmersos en más de 50 años de un conflicto armado interno
localizado espacial y temporalmente con episódicos ciclos de intensa violencia, que
deben asumir decisiones en uno de los momentos más complejos de la geopolítica y la
geoeconomía nacional y mundial en donde sectores de gran influencia y poder apelan
intentan imponer las medidas de fuerza para resolver los conflictos consubstanciales a
la vida social.

El trasfondo de estas lecturas es el de los conflictos económicos, políticos, sociales,


culturales y ambientales no resueltos como germen de la guerra en Colombia. En ese
línea de análisis la resolución política del conflicto armado y el trámite de los conflictos
subyacentes al mismo, implican una transformación profunda del régimen político
colombiano, de la estructura de la propiedad en Colombia con claros derroteros
redistributivos y en últimas una sociedad y un sistema político y económico más justo,
incluyente, equitativo y participativo, en donde desde luego todos y todas tengamos
lugar, voz y oportunidades.

1 Director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento. CODHES.


Abogado, especialista en Ética y Derechos Humanos. Candidato a Magíster en
Antropología Social.
2 Luis Jorge Garay, Colombia entre la exclusión y el desarrollo. Propuestas para la
transición al Estado social de Derecho, Bogotá, Contraloría General de la República,
2002, pág. 25.
3 SUÁREZ MORALES, HARVEY DANILO. "Desarraigo, despojo y orden social". En: Le
Monde Diplomatique. Año II, número 13, junio de 2003.
4 Ver: URIBE, MARÍA VICTORIA Y VÁSQUEZ, TEÓFILO. Enterrar y callar. Comité
Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos. Santafé de Bogotá, 1995.
Volumen I. P-34-37
5 La ruptura del tejido social que implica la des-estructuración de las redes personales,
familiares, comunitarias y sociales, dificulta el intercambio económico, social y cultural;
el autoabastecimiento de recursos; la sostenibilidad de sistemas productivos
tradicionales; la posibilidad de participar activamente en la vida pública y afianzar
procesos individuales y colectivos de manera autónoma.
6 El nivel de vida se relaciona con (i) alimentación, vivienda, salud, educación y
vestuario adecuados, (ii) la tenencia segura de la tierra y de la propiedad, (iii) el
mejoramiento constante de dicho nivel (iv) la superación de la pobreza, entre otros
aspectos. SUÁREZ (2002)
7 SUÁREZ (2003, a)
8 GONZÁLEZ, BOLÍVAR Y VÁSQUEZ (2002).
9 CUBIDEZ, OLAYA Y ORTIZ (1992).
10GONZÁLEZ, BOLÍVAR Y VÁSQUEZ (2002). Op,cit.
11Ibídem, pág,
12Ibídem. pág, 7.
13 Entre 1985 y 2002 -periodo reciente de sistematización de las dimensiones del
desplazamiento forzado en Colombia, ya son más de 2.900.000 personas internamente
desplazadas en el marco del conflicto armado interno y otras formas de violencia.
CONSULTORÍA PARA LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DESPLAZAMIENTO. CODHES. La
otra guerra, destierro y desplazamiento. Informe sobre desplazamiento forzado,
conflicto armado y Derechos Humanos en el 2002. Boletín N° 44, 28 de abril de 2003.
14 Dos de los críticos más radicales de este enfoque -Rubio (1999) y Peter Waldman,
citado por Pizarro (1996) abordan una lectura reduccionista del concepto de Estado
débil que los ubica en la tautología descrita líneas atrás.
15 Segmento adaptado del texto: SUÁREZ MORALES, HARVEY DANILO. Desplazados,
migraciones y movilidad social. Desplazamiento forzado, crisis humanitaria y de
derechos humanos. Congreso Internacional "La Política social en la década del
noventa: balance y perspectivas". Universidad Nacional de Colombia. Octubre 10 de
2002.
16 Los planteamientos centrales de este apartado del texto se basan en el documento:
de Tamara Osorio y Mariano Aguirre. "Estados frágiles, ruptura de equilibrios y
exclusión". En: Cuadernos para el Debate, Médicos Sin Fronteras. sin fecha.
17 Ídem.
18 Ídem.
19 Ídem. Pág. 7.
20 Ídem. Pág. 8.
21 Ídem. Pág. 8.
22 Ídem. Pág. 5.
23 De hecho Colombia figura en el listado de Estados débiles: "Naciones Unidas califica
como Least Developed Countries al grupo de países que se caracterizan por ser los
más pobres y más económicamente débiles del sistema internacional. "Sus problemas
institucionales, sociales y económicos derivan de su ubicación geográfica por una parte
y de su exposición a desastres de origen tanto natural como humano por otra", según
establece este organismo internacional. En sus últimas clasificaciones la ONU
contabiliza alrededor de medio centenar de países (que engloban a unos 550 millones
de personas).
En la línea roja: Países Menos Desarrollados, débiles y frágiles: Afganistán, Angola,
Argelia, Bangladesh, Benin, Bután, Bosnia, Burkina Faso, Burundi, Camboya, Cabo
Verde, Colombia, República Centroafricana, Chad, Comoros, Yibuti, Guinea Ecuatorial,
Eritrea, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Haití, Kiribati, República Democrática
del Pueblo Laos, Leso-to, Liberia, Madagascar, Malawi, Maldivas, Malí, Mauritania,
Mozambique, Myanmar, Nepal, Níger, Ruanda, Samoa, Santo Tomé y Príncipe,
República Democrática del Congo, Sierra Leona, Islas Salomón, Somalia, Sudán, Togo,
Tuvalu, Uganda (temporalmente), Tanzania, Vanuatu, Yemen, y Zambia". Ídem. Pág.
6.
24 SÁNCHEZ (1994), GONZÁLEZ, BOLÍVAR Y VÁSQUEZ (2002). Op,cit.
25 Ramírez (1990: 241). Citado en: Ramírez (2001: 241).
26 GONZÁLEZ, BOLÍVAR Y VÁSQUEZ (2002). Op,cit. Pág, 318.
27 RAMÍREZ (2001: 241).
28 GONZÁLEZ, BOLÍVAR Y VÁSQUEZ (2002). Op,cit. Pág, 317.
29 CODHES 2002.
30 Ramírez (2001: 246).
31 Cubidez, Olaya y Ortiz (1992); González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit. Pág, 29;
Deas y Daza (1995).
32 González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit. Pág, 31.
33 Citados en: González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit. Pág, 31
34 Ramírez (2001).
35 Pizarro (1996). González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit.
36 Rubio (1999), González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit.
37 Montenegro (1995). Citado en: González, Bolívar y Vásquez (2002). Op,cit.
38 análisis basado en. HARVEY DANILO SUÁREZ MORALES. "Vínculos y territorialidad.
Un enfoque del desplazamiento forzado en Colombia". En: Documentación de Pastoral
Social. Los desplazados en Colombia. N° 187. Octubre- Diciembre de 1999.
39 Al referirnos al concepto de complejidad hacemos alusión a que: "una relación es
compleja cuando se compone de tantos elementos que sólo puede entrar en relación
entre sí a través de un proceso de selección" (Delgado Juan Manuel y Gutiérrez Juan,
Coord. 1994. Métodos y técnicas cualitativas de investigación social, Ed. Síntesis,
psicología). En éste caso el proceso de selección corresponde a un modelo analítico
que contempla una multiplicidad de actores, intereses, escenarios, estrategias en
interacción conflictiva desbordada en diversidad de violencias que generan
desplazamientos forzados.
40 Suárez Morales, Op.Cit, 1999.

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