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INDICE
RESUMEN ................................................................................................................................. 1
Introducción ............................................................................................................................... 2
España y las intervenciones en el extranjero .............................................................................. 3
Episodios en Asia durante los siglos XVI y XVII ..................................................................... 4
El apoyo de España en la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1779-1781)............... 5
España en las Guerras Napoleónicas (1807-1813). .................................................................... 6
La expedición a Italia (1849-1850) ............................................................................................ 7
Las intervenciones en México y Santo Domingo. ...................................................................... 8
La campaña de Cochinchina (1858-1862) ................................................................................. 9
Los observadores militares ....................................................................................................... 10
Teorías actuales sobre la intervención ..................................................................................... 11
Las intervenciones humanitarias .............................................................................................. 12
Las primeras boinas azules ....................................................................................................... 13
Españoles en la Guerra del Golfo (1991-1992) ........................................................................ 14
El futuro de las operaciones de intervención ........................................................................... 15
Bibliografía y webgrafía........................................................................................................... 24
Anexo ....................................................................................................................................... 25
RESUMEN
Podríamos decir que esta obra, reúne las principales misiones en las que, desde la Edad
Media, ha participado el ejército español en el extranjero; en ella se intercalan episodios con
datos muy contrastados juntos a otros menos conocidos.
El libro comienza con las intervenciones militares llevadas a cabo en el siglo XIV por
la Compañía Catalana, compuesta por los almogávares, que conquistó los ducados de Atenas
y Neopatria; y la Compañía Navarra, que ocupó el ducado albanés de Durazzo.
En los siglos XVI y XVII, España luchó con otras potencias europeas por la hegemonía
comercial y económica en los territorios del continente asiático.
Más adelante, junto a Francia, se intervino en la Guerra de la Independencia Americana y en
las Guerras Napoleónicas, destacando la expedición a Dinamarca y la campaña de Rusia.
Durante los siglos XVIII y XIX, aumenta el número de intervenciones militares como la de
Italia, en defensa del Papa, Marruecos, Cochinchina, México y Santo Domingo. Después de
éstas comienzan a utilizarse los observadores militares, cuya presencia abarca desde la Guerra
Ruso – Turca de 1877 hasta la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de la Gran Guerra
destaca la labor humanitaria llevada a cabo por España en la asistencia a los prisioneros y
heridos de ambos bandos.
A mediados del siglo XX, el ejército español efectúa una serie de intervenciones con el
objetivo de asistir a poblaciones necesitadas, destacando las realizadas en Vietnam, donde
prestaron servicio sanitario durante la contienda; y Túnez, para ayudar a restablecer las
comunicaciones del país después de grandes temporales.
Ya en las décadas finales del siglo XX, dentro de organizaciones supranacionales, se
interviene en la transición hacia la emancipación de Namibia, y en el conflicto desatado en
Angola entre grupos rivales después de su independencia en 1975.
Más tarde se participará en la Guerra del Golfo de 1991.
A comienzos del siglo XXI la ONU incrementó sus misiones por todo el mundo, aunque
encontró serias dificultades para justificar algunas de las intervenciones. El ejército español
colaboró en las campañas que, contra el terrorismo internacional, se realizaronen Afganistán e
Irak, tras el atentado contra las Torres Gemelas.
Según los datos que tenemos, alrededor de 50.000 militares de los tres ejércitos (tierra, mar y
aire) han participado en 710 misiones de la ONU hasta el año 2004.
Introducción
Esta obra va dedicada a todas aquellas intervenciones del Ejército Español fuera de nuestras
fronteras en misiones de ayuda u observación, que han sido realizadas sin ánimo de conquista
o colonización. El libro intercala narraciones de hechos con testimonios que han dejado por
escrito algunos de los participantes en ellas.
Las efectuadas hasta el siglo XIX únicamente fueron operaciones militares, a éstas se les han
sumado posteriormente las que han tenido por objetivo contribuir al restablecimiento de la paz
en zonas de conflicto armado. Inicialmente han sido misiones humanitarias, para después
añadírseles las intervenciones en acciones preventivas para la lucha contra el terrorismo. Junto
a las operaciones más conocidas, se relatan otras acciones cuyas empresas son poco conocidas
por el público en general. A partir del siglo XX éstas se llevan a cabo dentro de
organizaciones supranacionales.
Este capítulo resume todas las misiones llevadas a cabo por el ejército español.
Los primeros ejemplos datan del siglo XIV; en ellos participaron los miembros de la
llamada Compañía Catalana, conocidos como los almogávares, al conquistar los ducados de
Atenas y Neopatria en 1311; y por la Compañía Navarra, durante la ocupación de Durazzo
(Albania) en 1375.
En el siglo XVI, nos relata las intervenciones realizadas a partir de la conquista de Filipinas; y
durante el siglo XVIII la participación en la Guerra de la Independencia de las colonias
norteamericanas (1776), bajo la dirección de Bernardo de Gálvez.
En el siglo XIX España colabora con Napoleón en sus guerras europeas, con la expedición a
Dinamarca y en la campaña de Rusia.
Durante el reinado de Isabel II, bajo el gobierno de O’Donnell, España realizó numerosas
intervenciones por Europa, Asia, África y América, como la guerra contra Chile y Perú en
1866, y las actuaciones en México y Santo Domingo; en África, la guerra de Marruecos
(1859-60), narrada por Galdós yAlarcón; en Europa, la poco conocida de Italia (1849-50); y
en Asia, la campaña de Cochinchina.
Más adelante durante la Guerra Ruso – Turca y la de Crimea comienza nuestra participación
como observadores en distintos frentes.
A comienzos del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, solo se realizan
intervenciones de carácter humanitario, pero en la Segunda, sí hubo combatientes españoles
tanto en el bando aliado como el del Eje.
Entre 1966 y 1970 España desarrolló misiones humanitarias en Vietnam y Túnez. También
estuvo en la supervisión de independencia de Namibia y Angola, bajo la ONU.
Durante los años 90 participó en la Guerra del Golfo y realizó misiones de apoyo, observación
e intervención en los Balcanes, aportando 600 hombres a la fuerza multinacional
UMPROFORT – OTAN. También colaboró en la Operación KFORT en Kosovo, dentro de la
OTAN, junto a 35 países más. Asimismo intervino en la Operación Alba, en Albania, bajo
mandato de la ONU; y en la Essential Harvest y Amber Fox, en Macedonia.
Por último el libro aborda una serie de acciones de guerra preventiva llevadas a cabo en
Afganistán e Irak, concluyendo con la situación a fecha de 2005.
Cien años después de la unión de los reinos de Castilla y Aragón, y utilizando como punto de
partida Filipinas, España intenta establecerse o influir en los países del entorno de estas islas.
Después del descubrimiento del archipiélago filipino por Magallanes en 1521 comienza su
conquista y colonización en 1571; cuando Legazpi funda Manila, las Filipinas quedan
vinculadas al virreinato de Nueva España a través de la ruta descubierta por el fraile
Urdaneta, que recorre el Galeón de Manila, desde Acapulco a esta ciudad y a la que se
denominó tornaviaje. En Filipinas existían diferentes etnias y los pocos españoles que vivían
en estas islas eran llamados “castillas”. Desde allí, se comercia con China y se exporta a
México y Perú.
A comienzos del siglo XVII, tuvo lugar una guerra de mercados que trajo consigo
numerosos episodios violentos y piratería alrededor del comercio de la seda y las especias;
esto ocasionó un conflicto entre España y Holanda por ocupar Formosa (Taiwán), además de
rivalidades con los países asiáticos, a los que Europa superaba en técnicas de navegación.
España fue el introductor de metales preciosos en China, especialmente plata, desde América.
España apoyó la independencia de EEUU desde el territorio de Luisiana, cedido por Francia,
que se extendía entre Canadá y el Golfo de México, y que había recibido de esta nación por el
Tratado de París de 1763.
Las trece colonias británicas de Norteamérica se reunieron en el Congreso de Filadelfia para
proclamar la independencia de Estados Unidos el 4 de julio de 1776, hecho que supuso su
ruptura con Gran Bretaña; España entra en la guerra en 1779 para intentar recuperar los
territorios de Gibraltar y Menorca, ambos perdidos con la firma del Tratado de Utrecht en
1713, y ocupar Jamaica, Florida y las Bahamas; casi todo se consigue excepto Gibraltar y
Jamaica. Hubo una serie de contactos entre España, Francia y EEUU para, por medio de
agentes diplomáticos, hacer llegar toda clase de suministros, aunque el Conde de Aranda
piensa que en el futuro será este país el que dispute a España sus posesiones en el continente.
En marzo de 1766, después de la cesión, se organiza una expedición a Nueva Orleans dirigida
por el gobernador español Antonio Ulloa, pero los criollos franceses se sublevan
expulsándole, por lo que España reacciona enviando al teniente general Alejandro O’Reilly
junto a 2.000 soldados más. Allí se establece el Batallón fijo de la Luisiana, constituido por
ocho compañías con12 oficiales españoles y 24 franceses.
Este apartado comienza con la intervención de las tropas españolas en Portugal, junto
a franceses e ingleses, en 1847; todos forman la Cuádruple Alianza, y actúan en apoyo de la
reina María II. Se envía un cuerpo expedicionario de 19.000 hombres, comandado por Manuel
Gutiérrez de la Concha, cercando y rindiendo Oporto.
La Santa Sede nombra al conde De Rossi gobernador de los Estados Pontificios, pero
es asesinado por los republicanos, que toman el Palacio del Quirinal y proclaman la república
romana, lo que provoca la huida de Pío IX de Roma con la colaboración del embajador
español Francisco Martínez de la Rosa.
El Papa solicita la ayuda de Francia, Austria, Nápoles y España, que intenta coordinar las
operaciones, pero cada nación tiene sus propios intereses. Narváez envía tropas a Gaeta y
ocupa Terrracina y otras localidades rodeando Roma, provocando que Garibaldi huya hacia la
Toscana; los franceses conquistan Civitavecchia y se enfrentan a Garibaldi, permitiéndoseles
la entrada en Roma para que no destruyan los edificios históricos con su artillería; y Nápoles
ocupa el valle de Frossinone. Finalmente Napoleón III entrega las llaves de Roma al Papa.
El 15 de marzo de 1851 se firma el concordato entre la Santa Sede y el gobierno español, lo
que les supone legitimidad frente a los carlistas.
Desde que México consiguió su independencia en 1824, España reclama indemnizaciones por
los daños causados a sus ciudadanos; en 1827, durante el gobierno de Benito Juárez se firma
la Ley General de Expulsión que afecta a españoles y extranjeros.
Como consecuencia de los continuos enfrentamientos entre los partidos por conseguir el
poder, México aumenta su endeudamiento a base de préstamos; España, Francia e Inglaterra
le exigen el pago de los créditos, y en la Convención de Londres de 1861, las tres potencias
acuerdan enviar una expedición conjunta a México para negociar la devolución del dinero.
O’Donnell designa como comandante en jefe de la operación a Juan Prim, y cuando éste llega
a la Habana el Capitán General de Cuba, Serrano, ya había ocupado Veracruz junto con los
franceses; éstos, al contrario de lo que se acordó en Londres, intentan poner como regente de
México a su protegido Maximiliano de Austria.
El 10 de enero de 1862 el general Prim obliga a firmar a los jefes de las fuerzas aliadas un
manifiesto en el que asegura a los mexicanos que sus intenciones no son anexionistas,
firmándose un preacuerdo conocido como los Preliminares de la Soledad.
Como las potencias no se ponen de acuerdo, deciden actuar independientemente; Francia
corona a Maximiliano de Austria como Emperador de México, a lo que españoles e ingleses
se oponen, por lo que España regresa a Cuba. Esta situación es aprovechada por Juárez, que
captura y fusila a Maximiliano en 1867.
En estas fechas y para conseguir prestigio también se interviene en La Española, lo que
termina en un fracaso y con numerosas pérdidas humanas.
El motivo de esta misión es el asesinato de varios misioneros españoles y franceses por las
autoridades del imperio de Annam, que decretan una persecución de cristianos, por lo que se
organiza una expedición punitiva franco-española. Por un lado, Francia tiene interés en
establecerse en la zona, mientras que España utiliza el conflicto para contrarrestar la presencia
inglesa que pone en peligro el comercio de su colonia de Filipinas.
El capítulo está dedicado a los oficiales de países neutrales invitados como observadores en
conflictos bélicos; su primera intervención fue en el siglo XVIII durante la Guerra de los Siete
Años (1756 y 1763).
Tanto las potencias del Eje, como las aliadas tuvieron observadores militares
españoles durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) donde nuestro país, a pesar de su
neutralidad, llevó a cabo una intensa labor humanitaria. Con el apoyo de Alfonso XIII se
constituyó la Oficina Procautivos dedicada a la asistencia y atención, en los campos de
internamiento, de prisioneros enfermos y heridos; bajo tutela española llegaron a estar un
millón de cautivos en 1915, y diversos campos de prisioneros fueron visitados por toda
Europa. La oficina fue desmantelada en 1921, y en ella se atendieron 150.000 casos, además
de conseguir 102 indultos de pena de muerte. El conjunto de toda esta intervención española
se ha denominado Neutralidad activa.
El siguiente apartado intenta clarificar algunos conceptos sobre las intervenciones en países
extranjeros, ya sea en calidad de observadores neutrales o como fuerzas militares que intentan
influir en el desarrollo de los conflictos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja dice que los actos humanitarios son aquellos que
previenen y alivian el sufrimiento, aunque la valoración de este concepto ha ido variando con
el paso del tiempo; la intervención humanitaria sin el uso de la fuerza es ahora mismo un
rasgo característico de las organizaciones internacionales y los Estados, cuyo orden se rige
bajo los principios de igualdad, independencia y no intervención.
Hoy en día, los países actúan dentro de organizaciones supranacionales como la ONU,
organización que sustituyó a la SDN, y que fue fundada el 26 de junio de 1945; este
organismo fue creado para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Naciones
Unidas empezó a utilizar personal militar en 1947, actuando en misiones de paz en Palestina y
el Congo, y en 1965 impone una serie de condiciones que permitan efectuar operaciones que
contribuyan al mantenimiento de la paz. En 1956 los cascos azules intervienen por primera
vez en el conflicto del Canal de Suez. Los países que participan en este tipo de operaciones lo
hacen bajo el término genérico de fuerza de paz, y son unidades militares que pueden contar
con componentes civiles y policiales.
Según los datos que se conocen, la primera intervención española realizada dentro del marco
de una fuerza internacional fue en la Crisis de Shanghai de 1858, pero no se han encontrado
pruebas suficientes que lo corroboren.
Hasta el año 2004, 50.000 soldados españoles han participado en 710 misiones de la ONU.
A comienzos de los años ochenta, Naciones Unidas propuso al gobierno español su
participación en el Grupo de Asistencia a la Transición en Namibia, aunque ésta no se produjo
hasta 1989, por lo que la primera misión realizada bajo el paraguas de la ONU fue la que se
llevó a cabo dentro del Grupo de Verificación de las Naciones Unidas en Angola,
participando como observadores militares, éstos también son conocidos con el nombre de
boinas azules.
No obstante, en 1979 y fuera del ámbito de esta organización, el ejército del aire preparó un
enlace aéreo entre Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, y la isla de Anobón, que mantuvo
hasta 1994.
Otra de las primeras actuaciones en las que estuvieron militares españoles fue en las
llevadas a cabo dentro del Grupo de Observación de las Naciones Unidas en Centroamérica
(ONUCA), que desarrolló diferentes misiones.
España participó en este conflicto en calidad de misión humanitaria apoyando a los refugiados
kurdos que habían huido de Irak tras verse acosados por el régimen de Saddam Hussein; esta
fue la primera vez que las unidades de combate del ejército de tierra intervinieron dentro de
Naciones Unidas. La ONU condenó la agresión de Irak a Kuwait, decretando un embargo que
hizo cumplir la UEO.
Nuestro país también aportó una fuerza naval conocida como Agrupación Bravo, compuesta
por la fragata Santa María y las corbetas Descubierta y Cazadora, cuya participación fue de
gran eficacia, siendo relevadas más adelante por otros buques; a esto se sumó el ejército del
aire, desplegando aviones de transporte.
La Guerra del Golfo concluyó con la firma de la Paz de Safwan el 3 de marzo de 1991,
aunque más adelante se produjeron revueltas en las zonas chiíes y kurdas, provocando entre
éstos el éxodo masivo hacia Irán y Turquía. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
condenó la represión llevada a cabo por Irak, organizando el trasporte de suministros de
emergencia a los campamentos de refugiados, dentro de la denominada Operación Provide
Comfort. El contingente español del ejército de tierra, que se envió como respuesta a la
petición de ayuda solicitada por la región del Kurdistán se denominó Alfa-Kilo, y estaba
compuesta por la agrupación táctica Alcalá, constituida a su vez por miembros de la BRIPAC,
la EMAT y la FAMET. Finalmente el 25 de abril de 1991 se llegó a un acuerdo, por el cual se
reconocía la autonomía de la región kurda.
El Estado debe garantizar la protección de los derechos fundamentales del individuo, por lo
que se consideran lícitas aquellas intervenciones realizadas en casos de extrema necesidad,
como la ya nombrada Provide Comfort; la Operación Restore Hope, realizada en Somalia
entre 1992 y 1993; y la Guerra de Bosnia-Herzegovina de 1993, en la que el Consejo de
Seguridad declaró Srebrenica y otras ciudades como áreas seguras libres, siendo protegidas
por las fuerzas de UMPROFORT. No obstante existen opiniones que ponen en duda la
legalidad de estos actos. Entre 1990 y 2000 la ONU aumentó sus misiones por todo el mundo,
pero tuvo serios problemas para justificar su credibilidad para constituirse como fuerza que
garantice la paz y la seguridad; en 2004 el Consejo de Seguridad aumentó de 15 a 24 su
número de miembros, y ese mismo año se redactó un informe en el que se proponía aplicar la
doctrina de actuar anticipadamente en legítima defensa. Las Naciones Unidas reconocen el
derecho a realizar intervenciones preventivas cuando haya un peligro inminente.
España, como miembro de la OSCE desde el 25 de junio de 1973, colaboró entre los
años 1992 y 2000 en misiones realizadas en Georgia, Chechenia, Armenia, Croacia,
Azerbaiyán, Moldavia, Belgrado y Kosovo.
Entre 2001 y 2003, tras el atentado contra las Torres Gemelas, se llevaron a cabo en
Afganistán e Irak campañas contra el terrorismo internacional denominadas justicia infinita y
libertad duradera. España participó dentro de la Fuerza Internacional de Asistencia y
Seguridad en Afganistán (ISAF), cuyo primer contingente llegó a la ciudad de Tampa el 25 de
enero de 2002; más adelante se desarrolló la operación Peacein the World y otra de apoyo
humanitario en Irak, denominada Plus Ultra, hasta el 2004.
El libro finaliza explicando cómo el gobierno español utiliza a las Fuerzas Armadas a
modo de un instrumento de su política exterior, basándose en la legalidad internacional
reconocida por Naciones Unidas. Para que nuestras Fuerzas Armadas actúen fuera del
territorio nacional, hace falta una petición previa de la ONU o de otra organización
supranacional de la que España forme parte, y que ésta sea aprobada en el Parlamento
español.
COMENTARIO CRÍTICO
Los temas que aborda el autor podríamos dividirlos en varias partes; por un lado, los
siete primeros capítulos, dejando aparte el primero que solo enumera las misiones, se ocupan
de narrarnos cronológicamente las intervenciones militares del ejército español fuera de
nuestras fronteras en apoyo de otros países, o como respuesta a peticiones de colaboración o
ayuda hechas por dignatarios extranjeros. Si bien, en algunas ocasiones, los verdaderos
motivos que llevaron a efectuar tales operaciones fueron los de preservar los intereses
económicos y políticos de nuestro país, como las expediciones que partieron de las islas
Filipinas en un intento de consolidar nuestra presencia allí desarrollando las relaciones
mercantiles con los países del entorno, lo que al mismo tiempo se intentó que sirviese para
contrarrestar la presencia de otras potencias europeas que trataban de hacerse con el control
del comercio de las especies en aquellas zonas del lejano Oriente; eso sí, muchas veces estas
acciones tenían como excusa proporcionar protección a los misioneros que intentaban difundir
la religión cristiana en esos países que tan distantes de nosotros estaban.
También se apoyó la revolución americana, pero no por motivos altruistas, sino buscando
recuperar los territorios perdidos en guerras anteriores, y al mismo tiempo, compensar los
agravios recibidos por las derrotas sufridas a manos de los ingleses. Además, España estaba
obligada a intervenir como consecuencia de los Pactos de Familia firmados entre las dinastías
de los reyes Borbones franceses y españoles.
A partir del capítulo octavo, se nos relata un tipo de intervenciones distintas a las
anteriores en las que también estuvieron soldados españoles. En un principiolo hicieron como
observadores militares neutrales, aunque en algún caso su entusiasmo les llevó a participar
activamente en ellas, como hizo la comisión enviada a Turquía al mando del mariscal Prim
durante la Guerra de Crimea; no obstante, su objetivo era aprender tácticas y técnicas que
luego se aplicarían en nuestros ejércitos. En el siglo XX, comienza la cooperación dentro de
organizaciones de tipo supranacional, en la ejecución de misiones de mediación y ayuda
humanitaria en países donde se estaban desarrollando conflictos bélicos, algunas de las cuales
se siguen cumpliendo en la actualidad. Por último, se hace referencia a la cooperación que
prestan nuestras tropas en las acciones preventivas que se están efectuando contra el
terrorismo internacional en aplicación de las directrices del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, tanto en Afganistán como en Irak, las cuales han causado una gran división
de opiniónentre la sociedad española, pues a unos les parece justificable, mientras que otros lo
ven como un acto propio de países imperialistas.
Otra de las actuaciones, para mí desconocida hasta ahora, ha sido la realizada durante
la guerra que en ese mismo país se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX, y que acabó
con la derrota por abandono del hasta entonces invencible y poderoso ejército estadounidense;
creo que la asistencia prestada a los heridos por un equipo médico formado por militares
españoles en el Hospital Provincial de Co Gong, fue un caso de intervención humanitaria que,
aunque se hiciese durante la dictadura del general Franco, merece la pena ser tenida en cuenta
por ser una de las primeras acciones de este tipo que España realizó desde su admisión como
miembro de la ONU en 1955.
1
Sintes, Luis A. “La guerra de la Cochinchina”. Edhasa, Barcelona, 2006.
En algunas de las actuaciones, sobre todo las de los primeros capítulos, habría que
preguntar a los habitantes de los países donde se desarrollaron, la opinión que ellos tienen de
2
https://gaceta.es/opinion/las-operaciones-militares-espanolas-exterior-20170910-1743/
3
Ibidem.
4
Ibidem.
esas acciones; por ejemplo, la que provocó la guerra de Marruecos de 1859-1860; Pedro
Antonio de Alarcón, en su Diario de un testigo de la Guerra de África, dice que en España
este conflicto se convirtió en una cuestión social, pero no dejaba de ser una empresa
nacionalista y en definitiva colonialista; tampoco debieron tener la misma opinión que
nosotros Chile y Perú durante el conflicto que nos enfrentó con ellos entre 1864 y 1866, solo
hay que hojear sus libros de historia para comprobar que las versiones y la interpretación de
los hechos son distintas; como siempre todo depende del punto de vista de cada uno.
Afortunadamente, hoy en día todas las operaciones que desarrollan nuestros ejércitos,
incluyendo a la Guardia Civil que se ocupa de adiestrar a otras fuerzas de seguridad, son de
colaboración para el desarrollo de las zonas donde van destinados. No obstante, éstas también
suscitan diversidad de opiniones, ya que la intervención humanitaria está ahora en boca de
todo el mundo, y aunque en general se acepta, sigue presentando numerosos problemas sobre
todo a la hora de decidir si a algunas de esas actuaciones se les puede aplicar tal calificativo.
5
http://www.centredelas.org/images/stories/informes/Informe_Operaciones_Militares_Exterior_RICIP.pdf
6
http://www.defensa.gob.es/misiones/en_exterior/
Las actuaciones humanitarias, además de servir para paliar los efectos de los
enfrentamientos entre habitantes de un mismo país, ejercen un papel mediador en conflictos
donde individuos de distintas etnias o nacionalidades luchan por defender o imponer sus
ideas, intentando evitar que se produzcan genocidios, y que se respeten los derechos humanos,
lo malo es que algunas veces son utilizadas por los gobiernos para justificar el
intervencionismo militar. Hay que tener una visión amplia de los conflictos y no focalizarlos
únicamente en las cuestiones más obvias, ya que éstas pueden estar manipuladas y esconder
los verdaderos motivos de una operación militar que, en principio, parezca justificable. A
veces, la palabra intervención es un eufemismo que se utiliza para disfrazar una provocación
que obligue al contrario a reaccionar violentamente, ya que “ningún Estado puede admitir que
está combatiendo en una guerra de agresión y justificar al mismo tiempo sus acciones” 7. Hay
pocos ejemplos de intervenciones que no tengan doble intención; por un lado, se intenta
auxiliar a la población que se ve privada de sus derechos y abocada a sufrir la violencia del
Estado o de grupos incontrolados; pero por otro, hay que tener en cuenta los intereses
económicos o geoestratégicos del país que acomete tal acción. Esto es de suma importancia a
la hora de descubrir el verdadero motivo y necesidad de las llamadas intervenciones
humanitarias; creo que un ejemplo bastante claro de este tipo de operaciones es la actuación
del gobierno ruso en el caso de Crimea, intentando justificar la ocupación de esta región
frente a los derechos nacionales ucranianos.
7
Walker, M. “Guerras justas e injustas”. Editorial Paidós, Barcelona, 2001, pág. 131.
Otro ejemplo podría ser la Guerra de Irak, iniciada supuestamente porque el dictador
de ese país, Saddam Hussein, estaba fabricando armas de destrucción masiva, las cuales luego
no han aparecido, pero este motivo verdadero o no, fue utilizado para ocupar una zona que
debido a la producción de petróleo es de alto valor geoestratégico y económico.
Ya en el Imperio Romano las guerras tenían que ser justas, por lo que antes de comenzarlas el
Senado exigía que hubiese habido la violación de algún tratado pero, como es de suponer, si
ésta no se había producido se inventaba o se provocaba para poder iniciarla legalmente; y
entonces es cuando se produce lo de, siguiendo las máximas romanas, “Inter arma
silentleges”8.
A pesar de todo esto, cuando se produce una masacre entre los ciudadanos de un país o
incluso un ataque injustificado de un Estado contra otro, se nos plantea la duda moral de cómo
es posible aceptar tales agresiones sin que sintamos la necesidad de intervenir; lo malo en
estos casos es que muchas veces existe reciprocidad en ambos bandos, aunque solo uno se
lleve la peor parte. Y si en un supuesto de este tipo aceptamos la intervención, ésta debe
realizarse desde una posición lo más neutral posible intentando no tener que acudir al uso de
la violencia ni la imposición de sanciones, porque ¿con qué criterio se puede justificar el
castigo de un bando y la exoneración del otro? y ¿hasta qué punto es posible ser jueces
imparciales?
Las intervenciones militares, aunque sean por motivos humanitarios, deben sopesarse con
mucho cuidado antes de llevarse a cabo; porque, aunque hoy en día se supone que uno de los
principales objetivos es salvaguardar a la población civil, en la práctica no siempre es así;
enseguida se producen lo que se ha venido en llamar daños colaterales, los cuales parecen
justificar cualquier número de víctimas entre los no combatientes. El objetivo de estas
operaciones debe ser conseguir que el complejo momento por el que estén pasando los países
implicados revierta en una situación más justa para losafectados.
Después de la lectura de este libro podríamos empezar a forjarnos una opinión sobre el
valor que se les tiene que dar a las intervenciones humanitarias, e incluso preguntarnos si
España debe participar en este tipo de operaciones cuando lo demanda una organización
supranacional de la que nuestro país sea miembro, porque ¿en realidad contribuyen a
8
Walker, M. “Reflexiones sobre la guerra”. Editorial Paidós Ibérica, Barcelona, 2004, pág. 15.
solucionar los problemas internacionales?, también habría que pensar si no existe alguna otra
alternativa a la intervención militar ya que ésta generalmente comporta acciones violentas,
aunque esto último probablemente sea una quimera, ya que la mayoría de las veces, para
poder llevar a cabo estas operaciones se necesita aplicar alguna clase de represión.
El sistema de globalización mundial no suele dejar actuar individualmente, porque
generalmente los problemas que afectan a la defensa y seguridad de los países no se detienen
en sus fronteras, sino que sus consecuencias repercuten en la estabilidad mundial.
Para finalizar el comentario, me gustaría decir que creo que las Fuerzas Armadas
españolas han conseguido hacerse con el reconocimiento de la sociedad europea, participando
codo con codo y al mismo nivel profesional que los demás países; incluso, han llegado a no
ser considerados un elemento invasor, según afirma el periodista de ABC, Ramón
Villapadierna, “las tropas españolas han conseguido algo imposible: no ser consideradas
fuerzas de ocupación, como les ocurre a menudo a los franceses y británicos”9.
Querría pensar que, como dice Javier Noya, investigador del Real Instituto Elcano “como
consecuencia del trauma de la Guerra Civil, los españoles son de convicciones profundamente
pacifistas”10, aunque por desgracia algunas veces no lo parece.
Bibliografía y webgrafía
Feliu Ortega. L. (2010). “Las misiones de las Fuerzas Armadas Españolas en el exterior”.
En: [http://forosociedadcivil.org/Resources/file/Misiones_F_A_E__en_el_Exterior.pdf]
Noya, J. (2017). “La opinión pública española y las misiones de las Fuerzas Armadas en
el exterior”. En:
[http://realinstitutoelcano.org/wps/portal/!ut/p/a0/04_Sj9CPykssy0xPLMnMz0vMAfGjzO
KNg318fEKcHX1NTZz9QgKNXI0NDSBAvyDbUREAbg0Kqw!!/?WCM_GLOBAL_C
ONTEXT=/wps/wcm/connect/elcano/elcano_es/zonas_es/ari+121-2007] (Consultado:
noviembre 2017)
Anexo