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Jorge Martín Posadas

Historia Militar Contemporánea


Martínez se va a la guerra
Intervenciones militares de España en el extranjero

INDICE

RESUMEN ................................................................................................................................. 1

Introducción ............................................................................................................................... 2
España y las intervenciones en el extranjero .............................................................................. 3
Episodios en Asia durante los siglos XVI y XVII ..................................................................... 4
El apoyo de España en la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1779-1781)............... 5
España en las Guerras Napoleónicas (1807-1813). .................................................................... 6
La expedición a Italia (1849-1850) ............................................................................................ 7
Las intervenciones en México y Santo Domingo. ...................................................................... 8
La campaña de Cochinchina (1858-1862) ................................................................................. 9
Los observadores militares ....................................................................................................... 10
Teorías actuales sobre la intervención ..................................................................................... 11
Las intervenciones humanitarias .............................................................................................. 12
Las primeras boinas azules ....................................................................................................... 13
Españoles en la Guerra del Golfo (1991-1992) ........................................................................ 14
El futuro de las operaciones de intervención ........................................................................... 15

COMENTARIO CRÍTICO ...................................................................................................... 16

Bibliografía y webgrafía........................................................................................................... 24
Anexo ....................................................................................................................................... 25

Jorge Martín Posadas Historia Militar Contemporánea


Martínez se va a la guerra
Intervenciones militares de España en el extranjero

RESUMEN

Podríamos decir que esta obra, reúne las principales misiones en las que, desde la Edad
Media, ha participado el ejército español en el extranjero; en ella se intercalan episodios con
datos muy contrastados juntos a otros menos conocidos.

El libro comienza con las intervenciones militares llevadas a cabo en el siglo XIV por
la Compañía Catalana, compuesta por los almogávares, que conquistó los ducados de Atenas
y Neopatria; y la Compañía Navarra, que ocupó el ducado albanés de Durazzo.
En los siglos XVI y XVII, España luchó con otras potencias europeas por la hegemonía
comercial y económica en los territorios del continente asiático.
Más adelante, junto a Francia, se intervino en la Guerra de la Independencia Americana y en
las Guerras Napoleónicas, destacando la expedición a Dinamarca y la campaña de Rusia.
Durante los siglos XVIII y XIX, aumenta el número de intervenciones militares como la de
Italia, en defensa del Papa, Marruecos, Cochinchina, México y Santo Domingo. Después de
éstas comienzan a utilizarse los observadores militares, cuya presencia abarca desde la Guerra
Ruso – Turca de 1877 hasta la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de la Gran Guerra
destaca la labor humanitaria llevada a cabo por España en la asistencia a los prisioneros y
heridos de ambos bandos.
A mediados del siglo XX, el ejército español efectúa una serie de intervenciones con el
objetivo de asistir a poblaciones necesitadas, destacando las realizadas en Vietnam, donde
prestaron servicio sanitario durante la contienda; y Túnez, para ayudar a restablecer las
comunicaciones del país después de grandes temporales.
Ya en las décadas finales del siglo XX, dentro de organizaciones supranacionales, se
interviene en la transición hacia la emancipación de Namibia, y en el conflicto desatado en
Angola entre grupos rivales después de su independencia en 1975.
Más tarde se participará en la Guerra del Golfo de 1991.
A comienzos del siglo XXI la ONU incrementó sus misiones por todo el mundo, aunque
encontró serias dificultades para justificar algunas de las intervenciones. El ejército español
colaboró en las campañas que, contra el terrorismo internacional, se realizaronen Afganistán e
Irak, tras el atentado contra las Torres Gemelas.
Según los datos que tenemos, alrededor de 50.000 militares de los tres ejércitos (tierra, mar y
aire) han participado en 710 misiones de la ONU hasta el año 2004.

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Intervenciones militares de España en el extranjero

Introducción

Esta obra va dedicada a todas aquellas intervenciones del Ejército Español fuera de nuestras
fronteras en misiones de ayuda u observación, que han sido realizadas sin ánimo de conquista
o colonización. El libro intercala narraciones de hechos con testimonios que han dejado por
escrito algunos de los participantes en ellas.
Las efectuadas hasta el siglo XIX únicamente fueron operaciones militares, a éstas se les han
sumado posteriormente las que han tenido por objetivo contribuir al restablecimiento de la paz
en zonas de conflicto armado. Inicialmente han sido misiones humanitarias, para después
añadírseles las intervenciones en acciones preventivas para la lucha contra el terrorismo. Junto
a las operaciones más conocidas, se relatan otras acciones cuyas empresas son poco conocidas
por el público en general. A partir del siglo XX éstas se llevan a cabo dentro de
organizaciones supranacionales.

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España y las intervenciones en el extranjero.

Este capítulo resume todas las misiones llevadas a cabo por el ejército español.

Los primeros ejemplos datan del siglo XIV; en ellos participaron los miembros de la
llamada Compañía Catalana, conocidos como los almogávares, al conquistar los ducados de
Atenas y Neopatria en 1311; y por la Compañía Navarra, durante la ocupación de Durazzo
(Albania) en 1375.
En el siglo XVI, nos relata las intervenciones realizadas a partir de la conquista de Filipinas; y
durante el siglo XVIII la participación en la Guerra de la Independencia de las colonias
norteamericanas (1776), bajo la dirección de Bernardo de Gálvez.
En el siglo XIX España colabora con Napoleón en sus guerras europeas, con la expedición a
Dinamarca y en la campaña de Rusia.
Durante el reinado de Isabel II, bajo el gobierno de O’Donnell, España realizó numerosas
intervenciones por Europa, Asia, África y América, como la guerra contra Chile y Perú en
1866, y las actuaciones en México y Santo Domingo; en África, la guerra de Marruecos
(1859-60), narrada por Galdós yAlarcón; en Europa, la poco conocida de Italia (1849-50); y
en Asia, la campaña de Cochinchina.
Más adelante durante la Guerra Ruso – Turca y la de Crimea comienza nuestra participación
como observadores en distintos frentes.

A comienzos del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, solo se realizan
intervenciones de carácter humanitario, pero en la Segunda, sí hubo combatientes españoles
tanto en el bando aliado como el del Eje.
Entre 1966 y 1970 España desarrolló misiones humanitarias en Vietnam y Túnez. También
estuvo en la supervisión de independencia de Namibia y Angola, bajo la ONU.
Durante los años 90 participó en la Guerra del Golfo y realizó misiones de apoyo, observación
e intervención en los Balcanes, aportando 600 hombres a la fuerza multinacional
UMPROFORT – OTAN. También colaboró en la Operación KFORT en Kosovo, dentro de la
OTAN, junto a 35 países más. Asimismo intervino en la Operación Alba, en Albania, bajo
mandato de la ONU; y en la Essential Harvest y Amber Fox, en Macedonia.
Por último el libro aborda una serie de acciones de guerra preventiva llevadas a cabo en
Afganistán e Irak, concluyendo con la situación a fecha de 2005.

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Episodios en Asia durante los siglos XVI y XVII

Cien años después de la unión de los reinos de Castilla y Aragón, y utilizando como punto de
partida Filipinas, España intenta establecerse o influir en los países del entorno de estas islas.
Después del descubrimiento del archipiélago filipino por Magallanes en 1521 comienza su
conquista y colonización en 1571; cuando Legazpi funda Manila, las Filipinas quedan
vinculadas al virreinato de Nueva España a través de la ruta descubierta por el fraile
Urdaneta, que recorre el Galeón de Manila, desde Acapulco a esta ciudad y a la que se
denominó tornaviaje. En Filipinas existían diferentes etnias y los pocos españoles que vivían
en estas islas eran llamados “castillas”. Desde allí, se comercia con China y se exporta a
México y Perú.

En el siglo XVI tuvo lugar la primera expedición a Camboya, Laos y Tailandia; el


dominico fray Gabriel de San Antonio fue testigo directo de estos hechos, escribiendo la
Brevísima y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Camboxa. Durante ella se
nombra brevemente el descubrimiento de Angkor Bat en 1570, llegando hasta Cochinchina.
En 1598 comenzó la segunda expedición a Camboya, por la que se autoriza la presencia de
misioneros católicos en el país. Veinte años antes, se había realizado una expedición a Brunei
en la isla de Borneo, al mando del Capitán General Francisco de Sande consiguiendo
establecer relaciones comerciales.

A comienzos del siglo XVII, tuvo lugar una guerra de mercados que trajo consigo
numerosos episodios violentos y piratería alrededor del comercio de la seda y las especias;
esto ocasionó un conflicto entre España y Holanda por ocupar Formosa (Taiwán), además de
rivalidades con los países asiáticos, a los que Europa superaba en técnicas de navegación.
España fue el introductor de metales preciosos en China, especialmente plata, desde América.

Entre 1626 y 1642 se realizan expediciones a Formosa, reanudándose las disputas


entre España, Holanda y Japón. Los holandeses construyeron un fuerte con el nombre de
Zelandia en Formosa y los españoles fundan y fortifican varias factorías, entre ellas Kelung,
que se convierte en escala entre China y Filipinas. En 1642, los holandeses partieron desde
Zelandia con la intención de expulsar a los españoles, dominando la isla hasta 1662.

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El apoyo de España en la Guerra de Independencia de Estados Unidos


(1779-1781)

España apoyó la independencia de EEUU desde el territorio de Luisiana, cedido por Francia,
que se extendía entre Canadá y el Golfo de México, y que había recibido de esta nación por el
Tratado de París de 1763.
Las trece colonias británicas de Norteamérica se reunieron en el Congreso de Filadelfia para
proclamar la independencia de Estados Unidos el 4 de julio de 1776, hecho que supuso su
ruptura con Gran Bretaña; España entra en la guerra en 1779 para intentar recuperar los
territorios de Gibraltar y Menorca, ambos perdidos con la firma del Tratado de Utrecht en
1713, y ocupar Jamaica, Florida y las Bahamas; casi todo se consigue excepto Gibraltar y
Jamaica. Hubo una serie de contactos entre España, Francia y EEUU para, por medio de
agentes diplomáticos, hacer llegar toda clase de suministros, aunque el Conde de Aranda
piensa que en el futuro será este país el que dispute a España sus posesiones en el continente.
En marzo de 1766, después de la cesión, se organiza una expedición a Nueva Orleans dirigida
por el gobernador español Antonio Ulloa, pero los criollos franceses se sublevan
expulsándole, por lo que España reacciona enviando al teniente general Alejandro O’Reilly
junto a 2.000 soldados más. Allí se establece el Batallón fijo de la Luisiana, constituido por
ocho compañías con12 oficiales españoles y 24 franceses.

En 1776 comienza la guerra entre británicos y norteamericanos; el 3 de diciembre de


ese mismo año, Bernardo de Gálvez llega a Nueva Orleans, para ponerse al frente del
Batallón fijo, cargo que ostenta desde 1777 hasta 1783.
El 12 de abril de 1779 se celebra en Aranjuez un convenio secreto entre Floridablanca y el
Conde de Montmorin, en el que se acuerda la restitución de Gibraltar, Menorca, Pensacola y
Florida, una vez finalizada la guerra. Mientras, Gálvez se enfrenta a los británicos ocupando
Batton Rouge y Mobile. Al año siguiente se envía una expedición al mando de José Solano,
en apoyo de Bernardo de Gálvez, para conquistar Pensacola y Florida, que termina con la
capitulación de Pensacola el 10 de mayo de 1781. Al finalizar la contienda, como recompensa
por los servicios prestados, en 1785 Gálvez es nombrado virrey de México.
El capítulo finaliza con la firma del tratado de San Ildefonso de 1802, por el que España cede
a Francia la Luisiana, que será vendida un año más tarde a EEUU.

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España en las Guerras Napoleónicas (1807-1813).

En el primer episodio de este capítulo se relata la expedición a Dinamarca en 1806. España


forma un ejército de 14.000 hombres al mando del Marqués de la Romana y el mariscal Juan
Kindelán. Napoleón Bonaparte había solicitado a Carlos IV un ejército compuesto por 4.000
soldados de infantería, 10.000 de caballería, y 25 piezas de artillería, que finalmente se
estructuran en dos divisiones las cuales parten hacia Hamburgo en 1807, participando en el
asedio y conquista de Stralsund (Suecia).
El 2 de mayo de 1808 se produce el alzamiento contra los franceses; las Juntas regionales
ejercen la soberanía en nombre de Fernando VII y el 4 de julio de ese mismo año concluye la
guerra entre Inglaterra y España. Estos hechos dan lugar a que los soldados españoles sean
aislados, por lo que se decide enviar al clérigo James Robertson para que informe a la
Romana de la situación. Entre los soldados cunde el malestar por las noticias que llegan de la
Península a lo que se suma el intento de hacerles jurar fidelidad a José I produciéndose la
rebelión de los Regimientos Asturias y Guadalajara en Seeland.

Los británicos ofrecen embarcar a los españoles hacia la Península. El 10 de agosto


comienzan los preparativos, pero los Regimientos Algarbe, Asturias y Guadalajara son
detenidos. Las tropas se evacúan entre el 19 y el 21 de agosto, regresando 9.000 hombres a
Santander el 10 de octubre.
Los que permanecen prisioneros son llevados a Francia y algunos entran a formar parte del
Regimiento José Napoleón, al mando de Kindelán, que se había declarado leal a Napoleón.
Estos forman dos agrupaciones, el Cuerpo de Observación del Elba (división Friand), y el
Cuerpo de Observación de Italia (división Brousier), siendo enviados a Rostock en 1812. El
24 de junio, formando parte de la Grand Armée, inician la conquista de Rusia participando en
las batallas de Smolensko y Borodino, y llegan a Moscú. Ante los ataques de las tropas del
mariscal ruso Kutusow, se retiran estableciéndose los supervivientes en Coblenza y Globau, y
combatiendo en Alemania hasta 1813. Ese mismo año abdica Napoleón y el 25 de noviembre
se suprime el Regimiento, agrupando a sus integrantes en otro de zapadores.
El 16 de diciembre de 1814 se constituye el Regimiento Colonial Extranjero formado por los
zapadores españoles y la legión portuguesa. En 1815 Napoleón vuelve de Elba y forma el VI
Regimiento Colonial Extranjero, pero cuando regresa Luis XVIII lo disuelve constituyéndose
la Legión Real Extranjera.

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La expedición a Italia (1849-1850)

Este apartado comienza con la intervención de las tropas españolas en Portugal, junto
a franceses e ingleses, en 1847; todos forman la Cuádruple Alianza, y actúan en apoyo de la
reina María II. Se envía un cuerpo expedicionario de 19.000 hombres, comandado por Manuel
Gutiérrez de la Concha, cercando y rindiendo Oporto.

A continuación, tomando como modelo el relato de Fernando Fernández de Córdoba,


se narra la intervención de España en las guerras de unificación de Italia.
Las revueltas producidas en los estados de la Iglesia, provocan que el papa Gregorio XVI
contrate tropas suizas para defenderse. Asimismo se llevan a cabo movimientos
independentistas contra los austriacos que ocupan parte de la península italiana y contra el
Papa.
En 1848 se sublevan Venecia y Milán, que piden al rey Carlos Alberto de Piamonte–Cerdeña
que encabece la independencia; el Papa Pío IX envía tropas en apoyo de los piamonteses, para
después retirarlas, y tras la victoria de Carlos en Goito, se unen a Piamonte, Parma, Venecia y
Módena, pero son derrotados por el mariscal austriaco Radeztky. Finalmente se proclama la
República de Venecia.

La Santa Sede nombra al conde De Rossi gobernador de los Estados Pontificios, pero
es asesinado por los republicanos, que toman el Palacio del Quirinal y proclaman la república
romana, lo que provoca la huida de Pío IX de Roma con la colaboración del embajador
español Francisco Martínez de la Rosa.
El Papa solicita la ayuda de Francia, Austria, Nápoles y España, que intenta coordinar las
operaciones, pero cada nación tiene sus propios intereses. Narváez envía tropas a Gaeta y
ocupa Terrracina y otras localidades rodeando Roma, provocando que Garibaldi huya hacia la
Toscana; los franceses conquistan Civitavecchia y se enfrentan a Garibaldi, permitiéndoseles
la entrada en Roma para que no destruyan los edificios históricos con su artillería; y Nápoles
ocupa el valle de Frossinone. Finalmente Napoleón III entrega las llaves de Roma al Papa.
El 15 de marzo de 1851 se firma el concordato entre la Santa Sede y el gobierno español, lo
que les supone legitimidad frente a los carlistas.

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Las intervenciones en México y Santo Domingo.

Desde que México consiguió su independencia en 1824, España reclama indemnizaciones por
los daños causados a sus ciudadanos; en 1827, durante el gobierno de Benito Juárez se firma
la Ley General de Expulsión que afecta a españoles y extranjeros.
Como consecuencia de los continuos enfrentamientos entre los partidos por conseguir el
poder, México aumenta su endeudamiento a base de préstamos; España, Francia e Inglaterra
le exigen el pago de los créditos, y en la Convención de Londres de 1861, las tres potencias
acuerdan enviar una expedición conjunta a México para negociar la devolución del dinero.
O’Donnell designa como comandante en jefe de la operación a Juan Prim, y cuando éste llega
a la Habana el Capitán General de Cuba, Serrano, ya había ocupado Veracruz junto con los
franceses; éstos, al contrario de lo que se acordó en Londres, intentan poner como regente de
México a su protegido Maximiliano de Austria.
El 10 de enero de 1862 el general Prim obliga a firmar a los jefes de las fuerzas aliadas un
manifiesto en el que asegura a los mexicanos que sus intenciones no son anexionistas,
firmándose un preacuerdo conocido como los Preliminares de la Soledad.
Como las potencias no se ponen de acuerdo, deciden actuar independientemente; Francia
corona a Maximiliano de Austria como Emperador de México, a lo que españoles e ingleses
se oponen, por lo que España regresa a Cuba. Esta situación es aprovechada por Juárez, que
captura y fusila a Maximiliano en 1867.
En estas fechas y para conseguir prestigio también se interviene en La Española, lo que
termina en un fracaso y con numerosas pérdidas humanas.

Por la paz de Ryswick de 1697, España cede a Francia la parte occidental de La


Española, y en 1795 el resto de la isla, formándose Haití y Santo Domingo. En 1801 se
declara la independencia, pero siete años después los dominicanos reclamarán volver a
pertenecer a España. En 1821 se separan nuevamente, siendo reconocidos por España en
1855, para cinco años más tarde ofrecerse como provincia o protectorado otra vez. En 1861 se
envían tropas desde Cuba, pero se produce el levantamiento de la ciudad de Moca y una
invasión desde Haití. En 1863 estalla una guerra llamada de restauración, hasta que el
gobierno de Narváez suspende las operaciones.
El 3 de enero de 1864 los dominicanos solicitan la independencia, anulándose la anexión al
siguiente año.

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La campaña de Cochinchina (1858-1862)

El motivo de esta misión es el asesinato de varios misioneros españoles y franceses por las
autoridades del imperio de Annam, que decretan una persecución de cristianos, por lo que se
organiza una expedición punitiva franco-española. Por un lado, Francia tiene interés en
establecerse en la zona, mientras que España utiliza el conflicto para contrarrestar la presencia
inglesa que pone en peligro el comercio de su colonia de Filipinas.

El reino de Annam se extendió por Tonkín y Cochinchina. España envía una


delegación para liberar a varios religiosos encarcelados, entre los que se encuentra el vicario
de Tonkín José María Díaz Sanjurjo, pero éste es ejecutado; entonces el cónsul general
español solicita el apoyo de Francia, organizándose un cuerpo expedicionario en Manila al
mando del coronel Bernardo Ruiz de Lanzarote. España y Francia contribuyen con 1.500
hombres cada uno, siendo el comandante en jefe de la expedición el francés Rigault de
Genouilly; desembarcan en Tourane (Da – Nang), y los franceses lo declaran dominio propio.
Para avanzar se barajan tres opciones; la primera hacia Hué, capital de Annam; otra hacia
Hanoi, capital de Tonkín; y una tercera hacia Saigón, capital de Cochinchina, optándose por
esta última que es conquistada en 1860. El gobierno francés comienza las conversaciones de
paz sin notificárselo al español, mientras el Teniente Coronel Palanca es nombrado nuevo jefe
de la expedición española y el contralmirante Page, de la francesa. A continuación se
abandona Touranee, y se evacúa a la mayor parte de las tropas.

La situación no mejora, Saigón sigue sufriendo numerosos ataques, y después de la


conquista de My-Tho, Francia proclama su soberanía sobre Saigón y Dinh-Anong.
El nuevo jefe francés Bonard solicita la participación de tropas españolas contra Bien – Hoa,
lo que provoca la huida de los annamitas y la ocupación de la ciudadela de Vinh-Luong. El
emperador Tu-Duc decide negociar y el 5 de junio de 1861 se firma un acuerdo de paz,
aunque siguieron los combates ya que las autoridades regionales se opusieron al pacto.
El 1 de abril de 1862 las tropas españolas regresan a Filipinas, y Napoleón III entrega al
Teniente Coronel Palanca la Legión de Honor. En 1873 Francia ocupa y declara protectorados
los territorios de Annam, Tonkín, Laos y Camboya, que formarán su imperio colonial en la
región de Indochina.

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Los observadores militares

El capítulo está dedicado a los oficiales de países neutrales invitados como observadores en
conflictos bélicos; su primera intervención fue en el siglo XVIII durante la Guerra de los Siete
Años (1756 y 1763).

Se podría plantear la pregunta de por qué razón los contendientes accedían a la


presencia de estos observadores; uno de los motivos es que eran individuos especializados que
formaban parte de los estados mayores, sirviendo su presencia para facilitar las relaciones
internacionales, aunque siempre actuaban amparados en su neutralidad. De ese modo, los
enviados ganaban experiencia para más adelante aplicarla en sus países de origen.
Los conocimientos adquiridos por los participantes en la Guerra de los Siete Años influyeron
posteriormente en la reforma del ejército llevada a cabo por Carlos III; se envió observadores
a los distintos ejércitos participantes, hasta que todos regresaron cuando España entró a
formar parte de la contienda.

En tiempos de Isabel II, se creó en España el cuerpo de oficiales de Estado Mayor,


participando como observadores en la Guerra de Crimea (1853-1856), donde se destinó una
misión al bando turco, encabezaba por el general Prim, dejando una satisfactoria impresión
entre los otomanos; éste intervino directamente recolocando las piezas artilleras en algunos
combates. También hubo misiones de observaciónen la guerra franco–prusiana (1870); la
ruso-japonesa (1904-1905); y en el conflicto turco-balcánico (1912-1913).

Tanto las potencias del Eje, como las aliadas tuvieron observadores militares
españoles durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) donde nuestro país, a pesar de su
neutralidad, llevó a cabo una intensa labor humanitaria. Con el apoyo de Alfonso XIII se
constituyó la Oficina Procautivos dedicada a la asistencia y atención, en los campos de
internamiento, de prisioneros enfermos y heridos; bajo tutela española llegaron a estar un
millón de cautivos en 1915, y diversos campos de prisioneros fueron visitados por toda
Europa. La oficina fue desmantelada en 1921, y en ella se atendieron 150.000 casos, además
de conseguir 102 indultos de pena de muerte. El conjunto de toda esta intervención española
se ha denominado Neutralidad activa.

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Teorías actuales sobre la intervención

El siguiente apartado intenta clarificar algunos conceptos sobre las intervenciones en países
extranjeros, ya sea en calidad de observadores neutrales o como fuerzas militares que intentan
influir en el desarrollo de los conflictos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja dice que los actos humanitarios son aquellos que
previenen y alivian el sufrimiento, aunque la valoración de este concepto ha ido variando con
el paso del tiempo; la intervención humanitaria sin el uso de la fuerza es ahora mismo un
rasgo característico de las organizaciones internacionales y los Estados, cuyo orden se rige
bajo los principios de igualdad, independencia y no intervención.

Hoy en día, los países actúan dentro de organizaciones supranacionales como la ONU,
organización que sustituyó a la SDN, y que fue fundada el 26 de junio de 1945; este
organismo fue creado para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Naciones
Unidas empezó a utilizar personal militar en 1947, actuando en misiones de paz en Palestina y
el Congo, y en 1965 impone una serie de condiciones que permitan efectuar operaciones que
contribuyan al mantenimiento de la paz. En 1956 los cascos azules intervienen por primera
vez en el conflicto del Canal de Suez. Los países que participan en este tipo de operaciones lo
hacen bajo el término genérico de fuerza de paz, y son unidades militares que pueden contar
con componentes civiles y policiales.

La OTAN, creada en 1949, incluyó a partir de 1999 la prevención de conflictos y


ayuda humanitaria; también la Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa
(OSCE) decidió en 1992 cooperar en la prevención de conflictos y ese mismo año llevó a
cabo su primera mediación en Macedonia.
Por el Tratado de la Unión Europea, que fue firmado en Maastricht en 1991, se hacen
compatibles las operaciones entre la OTAN y la UEO; y por el Tratado de Colonia de ocho
años más tarde se hizo efectiva la interdependencia entre la UE y la OTAN.

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Las intervenciones humanitarias

Según los datos que se conocen, la primera intervención española realizada dentro del marco
de una fuerza internacional fue en la Crisis de Shanghai de 1858, pero no se han encontrado
pruebas suficientes que lo corroboren.

Lo que sí está documentado es la petición realizada por el gobierno de Guatemala en


1894 a las autoridades españolas para que la Guardia Civil instruyese a sus fuerzas de
seguridad, pero ésta no fue atendida hasta el año 1960. Anteriormente, se realizaron otras
misiones de asesoramiento en El Salvador (1912); Colombia (1916-1919); Costa Rica (1920);
Perú (1921-1936); y Venezuela (1936-1940); todas estas intervenciones se efectuaron con el
objetivo de adiestrar a los cuerpos policiales de esos países.

A Túnez, y concretamente en el año 1969, se envió en misión humanitaria la primera


unidad de militares del ejército de tierra, a consecuencia de las lluvias torrenciales sufridas
por ese país con el objetivo de restablecer las comunicaciones terrestres. Además se participó
en la Guerra de Vietnam entre 1966-1971 prestando servicios sanitarios, solicitados por los
EEUU, en el hospital civil de Gon-Gong en Saigón; esta misión se denominó SMAG-V,
dejándose claro que se llevaba a cabo para apoyar a Vietnam del Sur y no a EEUU, tanto la
pediatría como la cirugía estuvieron en manos españolas.
El comienzo de la intervención de España bajo la responsabilidad de las Naciones Unidas fue
el 3 de enero de 1989 en operaciones para el mantenimiento de la paz.

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Las primeras boinas azules

Hasta el año 2004, 50.000 soldados españoles han participado en 710 misiones de la ONU.
A comienzos de los años ochenta, Naciones Unidas propuso al gobierno español su
participación en el Grupo de Asistencia a la Transición en Namibia, aunque ésta no se produjo
hasta 1989, por lo que la primera misión realizada bajo el paraguas de la ONU fue la que se
llevó a cabo dentro del Grupo de Verificación de las Naciones Unidas en Angola,
participando como observadores militares, éstos también son conocidos con el nombre de
boinas azules.
No obstante, en 1979 y fuera del ámbito de esta organización, el ejército del aire preparó un
enlace aéreo entre Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, y la isla de Anobón, que mantuvo
hasta 1994.

La participación en Namibia dentro del UNTAG se puso en marcha el 1 de abril de


1989 y finalizó en marzo de 1990, en ella colaboraron 214 militares del Ejército del Aire.
La intervención en Angola comenzó el 23 de diciembre de 1988, en esas fechas el futuro de
esta antigua colonia portuguesa se lo disputaban tres organizaciones: MPLA, UNITA y
FNLA, que en enero de 1975 habían firmado los Acuerdos de Alvor, aunque los combates
continuaron con la participación en ellos de tropas cubanas.
El 1 de abril de 1989 comienza a funcionar el UNAVEM, para verificar la retirada de las
tropas cubanas de Angola, finalizando un conflicto que había durado dieciséis años, con la
firma de los acuerdos de paz de Estoril.
Esta misión se enlazó con otra nueva denominada UNAVEM II, para la desmovilización de
los guerrilleros que habían formado parte de las tres organizaciones que participaron en los
combates. Después habría una operación UNAVEM III, pero en ella no intervinieron tropas
españolas.

Otra de las primeras actuaciones en las que estuvieron militares españoles fue en las
llevadas a cabo dentro del Grupo de Observación de las Naciones Unidas en Centroamérica
(ONUCA), que desarrolló diferentes misiones.

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Españoles en la Guerra del Golfo (1991-1992)

España participó en este conflicto en calidad de misión humanitaria apoyando a los refugiados
kurdos que habían huido de Irak tras verse acosados por el régimen de Saddam Hussein; esta
fue la primera vez que las unidades de combate del ejército de tierra intervinieron dentro de
Naciones Unidas. La ONU condenó la agresión de Irak a Kuwait, decretando un embargo que
hizo cumplir la UEO.
Nuestro país también aportó una fuerza naval conocida como Agrupación Bravo, compuesta
por la fragata Santa María y las corbetas Descubierta y Cazadora, cuya participación fue de
gran eficacia, siendo relevadas más adelante por otros buques; a esto se sumó el ejército del
aire, desplegando aviones de transporte.

La Guerra del Golfo concluyó con la firma de la Paz de Safwan el 3 de marzo de 1991,
aunque más adelante se produjeron revueltas en las zonas chiíes y kurdas, provocando entre
éstos el éxodo masivo hacia Irán y Turquía. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
condenó la represión llevada a cabo por Irak, organizando el trasporte de suministros de
emergencia a los campamentos de refugiados, dentro de la denominada Operación Provide
Comfort. El contingente español del ejército de tierra, que se envió como respuesta a la
petición de ayuda solicitada por la región del Kurdistán se denominó Alfa-Kilo, y estaba
compuesta por la agrupación táctica Alcalá, constituida a su vez por miembros de la BRIPAC,
la EMAT y la FAMET. Finalmente el 25 de abril de 1991 se llegó a un acuerdo, por el cual se
reconocía la autonomía de la región kurda.

Jorge Martín Posadas Historia Militar Contemporánea Página 14


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Intervenciones militares de España en el extranjero

El futuro de las operaciones de intervención

El Estado debe garantizar la protección de los derechos fundamentales del individuo, por lo
que se consideran lícitas aquellas intervenciones realizadas en casos de extrema necesidad,
como la ya nombrada Provide Comfort; la Operación Restore Hope, realizada en Somalia
entre 1992 y 1993; y la Guerra de Bosnia-Herzegovina de 1993, en la que el Consejo de
Seguridad declaró Srebrenica y otras ciudades como áreas seguras libres, siendo protegidas
por las fuerzas de UMPROFORT. No obstante existen opiniones que ponen en duda la
legalidad de estos actos. Entre 1990 y 2000 la ONU aumentó sus misiones por todo el mundo,
pero tuvo serios problemas para justificar su credibilidad para constituirse como fuerza que
garantice la paz y la seguridad; en 2004 el Consejo de Seguridad aumentó de 15 a 24 su
número de miembros, y ese mismo año se redactó un informe en el que se proponía aplicar la
doctrina de actuar anticipadamente en legítima defensa. Las Naciones Unidas reconocen el
derecho a realizar intervenciones preventivas cuando haya un peligro inminente.

España, como miembro de la OSCE desde el 25 de junio de 1973, colaboró entre los
años 1992 y 2000 en misiones realizadas en Georgia, Chechenia, Armenia, Croacia,
Azerbaiyán, Moldavia, Belgrado y Kosovo.
Entre 2001 y 2003, tras el atentado contra las Torres Gemelas, se llevaron a cabo en
Afganistán e Irak campañas contra el terrorismo internacional denominadas justicia infinita y
libertad duradera. España participó dentro de la Fuerza Internacional de Asistencia y
Seguridad en Afganistán (ISAF), cuyo primer contingente llegó a la ciudad de Tampa el 25 de
enero de 2002; más adelante se desarrolló la operación Peacein the World y otra de apoyo
humanitario en Irak, denominada Plus Ultra, hasta el 2004.

El libro finaliza explicando cómo el gobierno español utiliza a las Fuerzas Armadas a
modo de un instrumento de su política exterior, basándose en la legalidad internacional
reconocida por Naciones Unidas. Para que nuestras Fuerzas Armadas actúen fuera del
territorio nacional, hace falta una petición previa de la ONU o de otra organización
supranacional de la que España forme parte, y que ésta sea aprobada en el Parlamento
español.

Jorge Martín Posadas Historia Militar Contemporánea Página 15


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Intervenciones militares de España en el extranjero

COMENTARIO CRÍTICO

El libro que esta vez me ha correspondido comentar me ha resultado muy entretenido, no he


tardado nada en terminarlo porque tiene una lectura muy cómoda con capítulos cortos que,
aunque todos están dentro de una misma temática, las historias que describe son lo
suficientemente variadas para que, a pesar de la gran cantidad de datos que aportan, lo que
narra no resulte tedioso sino que, por el contrario, anima al lector a seguir buscando otras
bibliografías, que complementen algunos de los hechos más interesantes.
A mi modo de ver, los hechos que contiene están redactados de forma que podrían ser
artículos de un periódico con noticias que, en algunos casos, presentan muchos rasgos
similares a las que podemos ver en cualquier diario actual, ya sea impreso en papel o en forma
digital.

Los temas que aborda el autor podríamos dividirlos en varias partes; por un lado, los
siete primeros capítulos, dejando aparte el primero que solo enumera las misiones, se ocupan
de narrarnos cronológicamente las intervenciones militares del ejército español fuera de
nuestras fronteras en apoyo de otros países, o como respuesta a peticiones de colaboración o
ayuda hechas por dignatarios extranjeros. Si bien, en algunas ocasiones, los verdaderos
motivos que llevaron a efectuar tales operaciones fueron los de preservar los intereses
económicos y políticos de nuestro país, como las expediciones que partieron de las islas
Filipinas en un intento de consolidar nuestra presencia allí desarrollando las relaciones
mercantiles con los países del entorno, lo que al mismo tiempo se intentó que sirviese para
contrarrestar la presencia de otras potencias europeas que trataban de hacerse con el control
del comercio de las especies en aquellas zonas del lejano Oriente; eso sí, muchas veces estas
acciones tenían como excusa proporcionar protección a los misioneros que intentaban difundir
la religión cristiana en esos países que tan distantes de nosotros estaban.
También se apoyó la revolución americana, pero no por motivos altruistas, sino buscando
recuperar los territorios perdidos en guerras anteriores, y al mismo tiempo, compensar los
agravios recibidos por las derrotas sufridas a manos de los ingleses. Además, España estaba
obligada a intervenir como consecuencia de los Pactos de Familia firmados entre las dinastías
de los reyes Borbones franceses y españoles.

Jorge Martín Posadas Historia Militar Contemporánea Página 16


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Dentro de las peticiones de colaboración o ayuda podríamos nombrar la realizada por


Napoleón para contribuir al desarrollo de sus campañas, aunque ésta sin duda alguna fue
forzada por las circunstancias ya que se efectuó bajo la amenaza que sus soldados ejercían
sobre nosotros, que en teoría éramos sus aliados. La que sí podría calificarse de ayuda
voluntaria fue la concedida a Pío IX para la restauración del papado en el siglo XIX, cuando
su autoridad sobre los Estados de la Iglesia se vio amenazada por las revueltas populares que
intentaban llevar a la Península italiana a la unificación por medio de la proclamación de la
república.

A partir del capítulo octavo, se nos relata un tipo de intervenciones distintas a las
anteriores en las que también estuvieron soldados españoles. En un principiolo hicieron como
observadores militares neutrales, aunque en algún caso su entusiasmo les llevó a participar
activamente en ellas, como hizo la comisión enviada a Turquía al mando del mariscal Prim
durante la Guerra de Crimea; no obstante, su objetivo era aprender tácticas y técnicas que
luego se aplicarían en nuestros ejércitos. En el siglo XX, comienza la cooperación dentro de
organizaciones de tipo supranacional, en la ejecución de misiones de mediación y ayuda
humanitaria en países donde se estaban desarrollando conflictos bélicos, algunas de las cuales
se siguen cumpliendo en la actualidad. Por último, se hace referencia a la cooperación que
prestan nuestras tropas en las acciones preventivas que se están efectuando contra el
terrorismo internacional en aplicación de las directrices del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, tanto en Afganistán como en Irak, las cuales han causado una gran división
de opiniónentre la sociedad española, pues a unos les parece justificable, mientras que otros lo
ven como un acto propio de países imperialistas.

Al ir leyendo el libro, me he encontrado con hechos que generalmente pasan


desapercibidos para algunos historiadores, ya que muchas veces se centran en los
acontecimientos más clásicos que son conocidos por casi todo el mundo, aunque se preocupen
de estudiarlos desde un punto de vista distinto cada vez y descubran matices interpretativos
que, con el paso del tiempo, seguramente irán cambiando; ese es uno de los motivos por los
que este volumen ha despertado mi interés por conocer en profundidad acciones que también
han sido llevadas a cabo los soldados españoles y que, en general, no se les ha dado tanta
publicidad como a otras.

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Intervenciones militares de España en el extranjero

Una de las que me han llamado la atención es la campaña llevada a cabo en la


Cochinchina en el siglo XIX, que dio origen a la colonización francesa del Sudeste Asiático;
la verdad es que no sabía que nuestras tropas hubiesen colaborado con las francesas de
Napoleón III en la colonización de lo que más tarde sería la nación vietnamita, aunque los
motivos de la intervención de nuestra nación fuesen diferentes. A raíz de la búsqueda de
información sobre este hecho, he descubierto otro libro que acabo de empezar a leer, y que
narra todas las vicisitudes que pasaron las tropas españolas al mando del coronel Carlos
Palanca durante esta operación; su autor es el general de Estado Mayor Luis Alejandre Sintes
(La guerra de la Cochinchina) y tiene el atractivo subtítulo de “Cuando los españoles
conquistaron Vietnam”1.

Otra de las actuaciones, para mí desconocida hasta ahora, ha sido la realizada durante
la guerra que en ese mismo país se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX, y que acabó
con la derrota por abandono del hasta entonces invencible y poderoso ejército estadounidense;
creo que la asistencia prestada a los heridos por un equipo médico formado por militares
españoles en el Hospital Provincial de Co Gong, fue un caso de intervención humanitaria que,
aunque se hiciese durante la dictadura del general Franco, merece la pena ser tenida en cuenta
por ser una de las primeras acciones de este tipo que España realizó desde su admisión como
miembro de la ONU en 1955.

También me ha resultado curioso saber que cuando en 1831 se constituyó la famosa


Legión Extranjera Francesa, ésta estaba compuesta en un principio por los soldados
supervivientes españoles y portugueses que habían luchado en el ejército francés durante las
Guerras Napoleónicas, mientras estos eran soldados profesionales y experimentados que
llegaron a adquirir la nacionalidad francesa, sus sustitutos fueron voluntarios extranjeros que,
dentro de esta unidad, contribuyeron a la expansión del Imperio Colonial Francés;
paradójicamente, su primera participación fue en tierras españolas durante la Primera Guerra
Carlista en apoyo del bando isabelino. En ella se inspiraría posteriormente el comandante
Millán-Astray para la formación de la Legión Española.

1
Sintes, Luis A. “La guerra de la Cochinchina”. Edhasa, Barcelona, 2006.

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En cuanto a la forma de describir los hechos, el autor les da un matiz bastante


personal, por lo que se apreciaque es un militar orgulloso de las actuaciones protagonizadas
por los soldados de nuestro país, ya que hace hincapié en varios momentos de la narración en
el buen recuerdo que suelen dejar nuestras tropas en los lugares donde les ha correspondido
intervenir; esto podría tacharse de parcialidad, pero yo creo que es cierto o, al menos eso
espero.
El General de División Francisco J. Zorzo, ha recopilado una serie de consideraciones de
profesores y periodistas sobre la impresión que han dejado las distintas actuaciones de las
Fuerzas Armadas Españolas en los lugares donde han estado destinadas, ensalzando la labor
humanitaria y profesional de nuestras tropas. Entre ellas, está la opinión de Marc Galeotti,
profesor de la Universidad de Keele (Londres) “los buenos resultados obtenidos por la AGT
Málaga es fruto de la forma en que España concibe este tipo de operaciones. Mientras las FAS
rusas, explicaba, intentan sin éxito encontrar en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz
una manera de evitar la descomposición de su antiguo imperio, otras potencias medias, como
España, se adaptan perfectamente al nuevo escenario de la guerra fría”2. Por otro lado,
Graham M. Kinaham, de la Universidad de Duke, afirma que “se ha pasado de estudiar el
despliegue español por exotismo, a buscar las razones de sus excelentes relaciones con los
habitantes de la zona”3, y Stephen Dalzell, del Departamento de Estudios Rusos de la BBC,
dice que “históricamente, el ejército español se ha asentado bien entre las facciones locales,
cualidad importante y de la que adolecen otras Fuerzas Armadas”4.

Aunque el análisis que realiza el autor de cada hecho no profundiza demasiado, ya


que con cada una de las misiones se podría confeccionar otro libro, son lo suficientemente
descriptivos en cuanto a fechas y número de efectivos empleados como para despertar el
interés de los que leemos y estudiamos libros de historia, porque muchas veces uno se cansa
de releer operaciones llevadas a cabo durante las Guerras Mundiales, u otras más actuales,
como la Guerra del Golfo.

En algunas de las actuaciones, sobre todo las de los primeros capítulos, habría que
preguntar a los habitantes de los países donde se desarrollaron, la opinión que ellos tienen de

2
https://gaceta.es/opinion/las-operaciones-militares-espanolas-exterior-20170910-1743/
3
Ibidem.
4
Ibidem.

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esas acciones; por ejemplo, la que provocó la guerra de Marruecos de 1859-1860; Pedro
Antonio de Alarcón, en su Diario de un testigo de la Guerra de África, dice que en España
este conflicto se convirtió en una cuestión social, pero no dejaba de ser una empresa
nacionalista y en definitiva colonialista; tampoco debieron tener la misma opinión que
nosotros Chile y Perú durante el conflicto que nos enfrentó con ellos entre 1864 y 1866, solo
hay que hojear sus libros de historia para comprobar que las versiones y la interpretación de
los hechos son distintas; como siempre todo depende del punto de vista de cada uno.
Afortunadamente, hoy en día todas las operaciones que desarrollan nuestros ejércitos,
incluyendo a la Guardia Civil que se ocupa de adiestrar a otras fuerzas de seguridad, son de
colaboración para el desarrollo de las zonas donde van destinados. No obstante, éstas también
suscitan diversidad de opiniones, ya que la intervención humanitaria está ahora en boca de
todo el mundo, y aunque en general se acepta, sigue presentando numerosos problemas sobre
todo a la hora de decidir si a algunas de esas actuaciones se les puede aplicar tal calificativo.

Creo que la trascendencia de este tipo de misiones es importante para la finalización


de los conflictos, que deben contar con el máximo apoyo de todos los países europeos, aunque
es necesario que sean lo más transparentes posible para que el gran público conozca los
peligros que deben afrontar los que intervienen en ellas, y la gran labor humanitaria que
llevan a cabo aún a riesgo de perder su vida. Más de cien mil militares de las Fuerzas
Armadas españolas han participado en operaciones internacionales desde 1989, y en ellas han
fallecido 159 hasta diciembre de 20105.
Según fuentes del Ministerio de Defensa nuestros soldados están participando actualmente en
dieciocho misiones en el exterior, con más de 2.600 militares y guardias civiles desplegados
en cuatro continentes6.
Las decisiones las toman los órganos de poder de las naciones, dispongan o no del apoyo del
resto de los partidos políticos, pero siempre es más conveniente tener su conformidad, por lo
que la opinión pública debe estar perfectamente informada y tener la seguridad de que,
cuando se decide la intervención en un conflicto de este tipo, sea estudiada antes con el mayor
de los detenimientos la conveniencia de llevar a cabo tal actuación.

5
http://www.centredelas.org/images/stories/informes/Informe_Operaciones_Militares_Exterior_RICIP.pdf
6
http://www.defensa.gob.es/misiones/en_exterior/

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España, como miembro de organizaciones supranacionales como la ONU o la Unión


Europea, tiene la obligación de participar activamente en el desarrollo de estas misiones;
además, ésta es una de las formas más eficaces de construir las relaciones internacionales, de
hecho hoy en día, son un instrumento más de las políticas exteriores que los gobiernos utilizan
para influir positivamente en conflictos que, como siempre, perjudican sobre todo a los
sectores sociales más desfavorecidos. Y para que todo esto sea aceptable a nivel ciudadano,
los políticos suelen presentar a los soldados en los medios de comunicación como agentes de
paz distribuyendo medicinas y alimentos entre las poblaciones afectadas.

Las actuaciones humanitarias, además de servir para paliar los efectos de los
enfrentamientos entre habitantes de un mismo país, ejercen un papel mediador en conflictos
donde individuos de distintas etnias o nacionalidades luchan por defender o imponer sus
ideas, intentando evitar que se produzcan genocidios, y que se respeten los derechos humanos,
lo malo es que algunas veces son utilizadas por los gobiernos para justificar el
intervencionismo militar. Hay que tener una visión amplia de los conflictos y no focalizarlos
únicamente en las cuestiones más obvias, ya que éstas pueden estar manipuladas y esconder
los verdaderos motivos de una operación militar que, en principio, parezca justificable. A
veces, la palabra intervención es un eufemismo que se utiliza para disfrazar una provocación
que obligue al contrario a reaccionar violentamente, ya que “ningún Estado puede admitir que
está combatiendo en una guerra de agresión y justificar al mismo tiempo sus acciones” 7. Hay
pocos ejemplos de intervenciones que no tengan doble intención; por un lado, se intenta
auxiliar a la población que se ve privada de sus derechos y abocada a sufrir la violencia del
Estado o de grupos incontrolados; pero por otro, hay que tener en cuenta los intereses
económicos o geoestratégicos del país que acomete tal acción. Esto es de suma importancia a
la hora de descubrir el verdadero motivo y necesidad de las llamadas intervenciones
humanitarias; creo que un ejemplo bastante claro de este tipo de operaciones es la actuación
del gobierno ruso en el caso de Crimea, intentando justificar la ocupación de esta región
frente a los derechos nacionales ucranianos.

7
Walker, M. “Guerras justas e injustas”. Editorial Paidós, Barcelona, 2001, pág. 131.

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Otro ejemplo podría ser la Guerra de Irak, iniciada supuestamente porque el dictador
de ese país, Saddam Hussein, estaba fabricando armas de destrucción masiva, las cuales luego
no han aparecido, pero este motivo verdadero o no, fue utilizado para ocupar una zona que
debido a la producción de petróleo es de alto valor geoestratégico y económico.
Ya en el Imperio Romano las guerras tenían que ser justas, por lo que antes de comenzarlas el
Senado exigía que hubiese habido la violación de algún tratado pero, como es de suponer, si
ésta no se había producido se inventaba o se provocaba para poder iniciarla legalmente; y
entonces es cuando se produce lo de, siguiendo las máximas romanas, “Inter arma
silentleges”8.

A pesar de todo esto, cuando se produce una masacre entre los ciudadanos de un país o
incluso un ataque injustificado de un Estado contra otro, se nos plantea la duda moral de cómo
es posible aceptar tales agresiones sin que sintamos la necesidad de intervenir; lo malo en
estos casos es que muchas veces existe reciprocidad en ambos bandos, aunque solo uno se
lleve la peor parte. Y si en un supuesto de este tipo aceptamos la intervención, ésta debe
realizarse desde una posición lo más neutral posible intentando no tener que acudir al uso de
la violencia ni la imposición de sanciones, porque ¿con qué criterio se puede justificar el
castigo de un bando y la exoneración del otro? y ¿hasta qué punto es posible ser jueces
imparciales?
Las intervenciones militares, aunque sean por motivos humanitarios, deben sopesarse con
mucho cuidado antes de llevarse a cabo; porque, aunque hoy en día se supone que uno de los
principales objetivos es salvaguardar a la población civil, en la práctica no siempre es así;
enseguida se producen lo que se ha venido en llamar daños colaterales, los cuales parecen
justificar cualquier número de víctimas entre los no combatientes. El objetivo de estas
operaciones debe ser conseguir que el complejo momento por el que estén pasando los países
implicados revierta en una situación más justa para losafectados.

Después de la lectura de este libro podríamos empezar a forjarnos una opinión sobre el
valor que se les tiene que dar a las intervenciones humanitarias, e incluso preguntarnos si
España debe participar en este tipo de operaciones cuando lo demanda una organización
supranacional de la que nuestro país sea miembro, porque ¿en realidad contribuyen a

8
Walker, M. “Reflexiones sobre la guerra”. Editorial Paidós Ibérica, Barcelona, 2004, pág. 15.

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solucionar los problemas internacionales?, también habría que pensar si no existe alguna otra
alternativa a la intervención militar ya que ésta generalmente comporta acciones violentas,
aunque esto último probablemente sea una quimera, ya que la mayoría de las veces, para
poder llevar a cabo estas operaciones se necesita aplicar alguna clase de represión.
El sistema de globalización mundial no suele dejar actuar individualmente, porque
generalmente los problemas que afectan a la defensa y seguridad de los países no se detienen
en sus fronteras, sino que sus consecuencias repercuten en la estabilidad mundial.

Para finalizar el comentario, me gustaría decir que creo que las Fuerzas Armadas
españolas han conseguido hacerse con el reconocimiento de la sociedad europea, participando
codo con codo y al mismo nivel profesional que los demás países; incluso, han llegado a no
ser considerados un elemento invasor, según afirma el periodista de ABC, Ramón
Villapadierna, “las tropas españolas han conseguido algo imposible: no ser consideradas
fuerzas de ocupación, como les ocurre a menudo a los franceses y británicos”9.
Querría pensar que, como dice Javier Noya, investigador del Real Instituto Elcano “como
consecuencia del trauma de la Guerra Civil, los españoles son de convicciones profundamente
pacifistas”10, aunque por desgracia algunas veces no lo parece.

8 Op. cit. https://gaceta.es/opinion/las-operaciones-militares-espanolas-exterior-20170910-1743/


10
http://realinstitutoelcano.org/wps/portal/!ut/p/a0/04_Sj9CPykssy0xPLMnMz0vMAfGjzOKNg318fEKcHX1NT
Zz9QgKNXI0NDSBAvyDbUREAbg0Kqw!!/?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/wps/wcm/connect/elcano/elcano
_es/zonas_es/ari+121-2007

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Bibliografía y webgrafía

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En: [http://forosociedadcivil.org/Resources/file/Misiones_F_A_E__en_el_Exterior.pdf]

Melero Alonso, E. (2012). “Las operaciones militares de España en el exterior”. En:


[http://www.centredelas.org/images/stories/informes/Informe_Operaciones_Militares_Ext
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“Misiones en el exterior”. En: [http://www.defensa.gob.es/misiones/en_exterior/]


(Consultado: noviembre 2017)

Noya, J. (2017). “La opinión pública española y las misiones de las Fuerzas Armadas en
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[http://realinstitutoelcano.org/wps/portal/!ut/p/a0/04_Sj9CPykssy0xPLMnMz0vMAfGjzO
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noviembre 2017)

Walker, M. “Guerras justas e injustas”. Paidós, Barcelona, 2001.

Walker, M. “Reflexiones sobre la guerra”. Editorial Paidós Ibérica, Barcelona, 2004.

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españolas en el exterior”. En: [https://gaceta.es/opinion/las-operaciones-militares-
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Anexo

Misiones internacionales en curso en 2017

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