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Patología del Curso del Pensamiento

Las alteraciones del pensar pueden ser estudiadas en dos aspectos: a) En la


estructura que se refiere a su contenido y b) En lo que se refiere a su estructura formal.
Dentro del primer punto de vista el psicopatólogo tiene que ocuparse especialmente de las
ideas delirantes y sobrevaloradas, que serán el material del próximo capítulo,
concretándonos en éste solamente de la forma o curso del pensamiento.

Cabe advertir que no se trata en los fenómenos que van a ocupar nuestra atención en
este capítulo de una perturbación limitada exclusivamente al curso de la actividad
pensativa, sino solamente que son destacados en este terreno, pero sin olvidar que
simultáneamente están alteradas en el mismo sentido toda lea vida psíquica, o por lo menos,
algunas de sus otras funciones como la afectividad.

Los desórdenes más frecuentes en la forma o curso del pensamiento son los
siguientes: lentitud o rapidez que pueden llevar a la inhibición y fuga, respectivamente;
perseveraciones y esteriotipias; detallismo y verbosidad (frondosidad); disgregación e
incoherencia.

Inhibición del pensamiento: las ideas emergen con gran dificultad y en escaso
número de la conciencia del enfermo, y se encadenan o asocian entre sí lenta y difícilmente.
El sujeto necesita esforzarse para vencer la pesadez o resistencia de sus ideas, y el curso del
pensamiento progresa lento, pero sin discontinuidades bruscas, como ocurre en el
“blocaje”. Además las pocas ideas (oligodeismo o aún monoideismo) que afloran a la mente
son opacas, desteñidas, sin vitalidad afectiva ni impulsiva. Esto mismo demuestra que la
afectividad, la instintividad y la psicomotilidad están enlentecidas y deprimidas en igual
sentido que el pensamiento. En efecto, la tristeza y la inhibición de la actividad motora
acompañan a este síndrome. La inhibición de las ideas es una manifestación de los estados
depresivos, y donde se la ve más típicamente es en la melancolía, pero también en estados
de embotamiento de la conciencia (confusión mental estuporosa)

Fuga del pensamiento: (Fuga de ideas) el sujeto dispone con facilidad, sin ningún
esfuerzo y prontamente de un gran número de ideas que emergen vivaces a su conciencia.
Se asocian, se atraen y se suceden vertiginosamente unas a otras. El curso del pensamiento
se determina por las simples leyes de la asociación (semejanza, simultaneidad,
espacialidad) y en especial por la similitud de las palabras (consonancias). A trechos, el hilo
asociativo se interrumpe y toma otra dirección, atraído por alguna ocurrencia interior o
alguna impresión exterior llamativa: el pensamiento es, pues, muy desviable o distraíble.

Por el hecho de que no hay en ningún momento una representación (ideas) superior
que sirva de guía o de tarea al pensamiento, no tienen vigencia las tendencias determinantes
o seleccionadoras de ésta, y cualquier elemento pensativo puede atraer a la conciencia
cualquier otro, bastando que halla alguna conexión superficial entre ambos. Esto explica
que el sujeto comience a hablar sobre un tema y pronto se desvía hacia otros sin volver a su
primitiva dirección pensativa; y también que en los grados extremos, aunque se mantenga

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la relación, entre contenidos inmediatos, no haya entre los mediatos, o sea, entre el
antecedente y el subsiguiente absolutamente ninguna relación, lo que no podría de ningún
modo acontecer si los elementos estuviesen asociados en relación, o mejor dicho, para dar
cumplimiento a una meta pensativa. Schopenhauer ha comparado la sucesión de los
contenidos en la fuga de ideas con la colocación de las piezas en el juego de dominó.
Naturalmente que en casos más acentuados, aún de “ideofugación”, cuando el lenguaje no
tiene la suficiente velocidad para seguir al pensamiento, se omite la expresión de concepto
de la cadena asociativa, y el discurso aparece inconexo, no siéndolo en la realidad: es la
pseudoincoherencia. Otras veces el sujeto no puede hablar, porque tan pronto comienza una
frase, ya sus pensamientos están ocupados en otro tema.

La fuga de ideas: se da en los estados de excitación psíquica y en su forma más pura


y clásica, en la manía. En este último síndrome se acompaña de euforia y de gran actividad
psicomotora.

Blocaje: es la interrupción brusca y por un momento del curso de las ideas; se ve en


la esquizofrenia: más detalles en la Segunda Parte: Alteraciones del pensamiento en la
esquizofrenia.

Perseveración: cuando un rendimiento pensativo adecuado a una situación


propuesta continúa pese a que las circunstancias han variado y exigen una diversa
respuesta, se habla de perseveración del pensamiento. Hay también, como se comprende,
perseveraciones en el terreno del lenguaje y de la acción psicomotora. Este síntoma refleja
una fatiga o un daño en el mecanismo productivo de la respectiva función, y lo más
frecuente es hallarlo en sujetos lesionados orgánicamente del cerebro, por ejemplo,
afásicos, agráficos, agnósicos, apráxicos y también en epilépticos. Es sabido que estos
últimos tienen dificultad para evocar la idea o la palabra (afasia amnéstica o amnesia
verbal) que necesitan en el momento oportuno y de aquí que incurran en perseveraciones.
El mecanismo renditivo que se montó una vez sigue funcionando, porque hay dificultad
para vializar otros o se hace lento o difícil desmontarlo y sustituirlo. Además de la amnesia
evocativa verbal y de concepto, hay en el epiléptico otro hecho psicopatológico que explica
la perseveración y es la viscosidad del pensar.

Estereotipias: se trata aquí también de la repetición de un mismo pensamiento, pero


no por déficit del mecanismo renditivo de un mismo pensamiento o expresivo como en el
caso de la perseveración, sino en virtud de la manifestación de tendencias iterativas
profundas que se encuentran en ese momento desinhibidas. De lo dicho se comprende que
el pensar perseverativo sea adecuado a resolver en el primer momento una situación
planteada, mientras que el estereotipado no lo es en ningún momento y se le advierte como
una impulsión que surge de la impulsividad del ser sin ninguna finalidad, por lo menos a la
luz de la conciencia. Como en el caso de la perseveración, hay también estereotipias de
palabras y de movimientos. Esta manifestación psicopatológica es propia sobre todo de los
cuadros esquizofrénicos.

Detallismo: el individuo normal desarrolla de los pensamientos que pasan a su


conciencia solamente los elementos importantes e indispensables para el cumplimiento de
la tarea pensativa propuesta; los secundarios los deja en silencio. Hay, sin embargo,

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personas que piensan y expresan de cada contenido no sólo los elementos esenciales, sino
también todos los accesorios. Esta es una particularidad del pensar epiléptico y se ve, en
general, en todo individuo capaz de distinguir lo principal de los detalles en su contenido
psicológico, pero también en personalidades obsesivas y en inseguros de que la omisión de
un elemento les dejaría una sensación de incompletud; finalmente también en oligofrénicos.
El detallismo hace desviarse a cada momento el pensamiento de la línea recta que conduce
a la meta del discurso; pero luego que ha agotado los detalles de cada contenido, el sujeto
vuelve al hilo que conduce al cumplimiento de la tarea pensativa.

Frondosidad del pensamiento: (verbosidad) el pensar normal activo persigue el


cumplimiento de un objetivo y para ello es necesario que se seleccionen y pase al discurso
solamente aquellos contenidos que tienen atingencia directa y necesaria con el objetivo
propuesto; éste se logra merced a las tendencias determinantes o seleccionadoras que parten
de la tarea pensativa misma. Si estas tendencias son débiles, ocurre que continuamente se
intercalan en el discurso, junto a contenidos atingentes, otros que lo son menos, que son
innecesarios y que deberían haber sido excluidos para que la línea del pensar se hubiese
desarrollado con sencillez, rectitud, sobriedad y claridad; faltando estas cualidades por
insuficiencia de las tendencias determinantes, se produce el fenómeno psicopatológico de la
frondosidad, que hace complicado, rebuscado y exuberante el discurso, pero sin que se
llegue a perder la tarea del pensamiento. Este trastorno de la estructura formal de la
ideación se observa en la epilepsia.

Viscosidad del pensamiento: propia de la mentalidad epiléptica, que cambia


difícilmente de contenidos, queda adherido en lo que ya pensó, avanza lentamente; en
cambio, sobre el lenguaje el trastorno es menos pronunciado. Ocurre aquí lo inverso que la
fuga de ideas, donde la palabra se mueve más lentamente que el pensar. Lo dicho da cuenta
de por qué en la viscosidad son tan frecuentes las repeticiones, palabras de relleno, frases
explicativas y expresiones de rodeo. Acaso el retraso en la evocación de los conceptos (y
también de las palabras) está en dependencia de la viscosidad.

Pensamiento epiléptico: en mi opinión está caracterizado por los siguientes hechos


elementales: viscosidad, retardo evocativo, insuficiente distinción de lo esencial y los
detalles, debilidad de las tendencias determinantes de la tarea pensativa. Los elementos
citados explican la fenomenología completa del pensar epiléptico: lentitud, rigidez,
repeticiones, perseveraciones, palabras de relleno, frase rodeativas, detallismo y
frondosidad, pero sin que el enfermo, a pesar de este discurso exuberante, alambicado,
repetido, detallista, pierda la meta de su pensar. Quien es detallista se muestra también
ordenado en lo pequeño, y así se explica la conducta ceremoniosa y formalista del
epiléptico.

Incoherencia: sabemos que en el sueño, a favor de la degradación de la conciencia,


los conceptos sufren una regresión, y se desintegran o disuelven en los elementos
representativos heterogéneos, a veces contradictorios, y siempre muy próximos a la
sensorialidad que los formaron. Representaciones concretas diferentes se piensan
aglutinadas con una sola significación conceptual (condensación), o bien, una parte del
concepto representa a éste todo entero o a su valor afectivo global (desplazamiento), o bien,
una figura concreta convencional que adquiere el valor afectivo de ese concepto toma su

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lugar (simbolismos). Desintegración de los conceptos con participación de los elementos en
forma alucinatoria visual constituye el pensamiento del sueño u onírico, caracterizado
además por incoherencia o inconexión lógica entre las representaciones. En la
psicopatología la incoherencia se ve en los estados oniroides, sea deliriosos o amenciales.

Disgregación: se da este nombre al conjunto de las alteraciones formales del pensar


que se ve en el esquizofrénico. Se advierte en estos enfermos un desorden en la estructura
lógica del pensar activo. Junto a contenidos que se conectan entre sí y con la tarea, se
intercalan otros que no hacen ni lo uno ni lo otro. El mismo sujeto experimenta que no
puede concentrar sus ideas en una determinada dirección. Ello se debe a que no capta el
sentido de la tarea; o bien, a que ésta es sustituída continua y abruptamente por otra; o bien,
que no ejerce a través de sus tendencias determinantes una eficaz selección que impida que
en uno u otro momento contenidos inadecuados no pasen al discurso y se mezclen a los
pertinentes. Aquí estaría la debilidad de las asociaciones de que hablaba Bleuler.

A esta insuficiencia se agrega otra que consiste en el hecho de que las reglas del
discurso lógico, en especial los principios de identidad y de no contradicción, han perdido
vigencia. Cosas que son simplemente parecidas o que han ocurrido simultáneamente o que
tienen alguna cualidad (particularmente afectiva) o denominación en común, son
identificadas. Las comparaciones, los símbolos, las metáforas no son para el esquizofrénico
figuras convencionales, sino la cosa misma a que aluden. El fuego no es un símbolo del
amor, sino el amor mismo. Identifican mujer y océano, porque ambos tienen “senos”.
Asimilando cosas o seres opuestos, como Dios y Demonio, hombre y mujer, pecan contra el
principio de no contradicción.

Lo anterior explica que en la esquizofrenia se piensa a menudo un concepto fuera de


la constelación o de la tarea pensativa que le corresponde en el momento. Bleuler cita a un
enfermo diciendo que “Bruto” fue un “italiano”. Otros, cuando necesitan agua para beber
dirigen su pensamiento a discurrir que el agua es un compuesto químico de hidrógeno y
oxígeno.

En etapas más avanzadas del trastorno algunos o muchos conceptos sufren el


proceso de la desintegración, que ya vimos a propósito del pensar onírico, pero sin que
exista en el esquizofrénico una degradación de la conciencia. Los conceptos se disuelven en
sus componentes primitivos, regresan a la historia de su formación y se presentan, por lo
tanto, incompletos, condensados, desplazados, sustituidos, simbolizados. Una parte o una
cualidad o un afecto está en lugar o simboliza al todo, o bien, éste sustituye a la parte, o al
momento siguiente es otro elemento del todo el que lo sustituye

Contribuye a hacer más caótico y enigmático el pensar esquizofrénico el hecho de


que los trastornos descritos no son estables, sino que tan pronto un mismo concepto se
piensa disgregado, como al instante siguiente se le tiene normal; lo mismo puede decirse
respecto a la intercalación de contenidos heterogéneos, identificaciones ilógicas,
desplazamientos, simbolizaciones, etc. Además junto a conceptos disgregados se dan otros
intactos; junto a una selección rigurosa del material pensativo hay fallas groseras; y todavía
conceptos disgregados suelen expresarse en palabras correctas y, a la inversa, conceptos
intactos en palabras disgregadas o neologísticas. Por otra parte, ideas normales se asocian

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con matices afectivos inadecuados. Todo lo dicho explica la irregularidad, el caos, la
discordancia que dominan en la vida psíquica del esquizofrénico.

En etapas iniciales de la disgregación, el enfermo siente su trastorno del pensar


como una incapacidad de concentrarse o como una confusión o “mareo” en su cabeza. Nota
que su discurso pensativo sufre interrupciones súbitas y momentáneas, al cabo de las cuales
puede continuar (blocajes), o que sus ideas se le escapan; o bien experimenta contenidos
inadecuados o extraños que se intercalan en su fluencia pensativa. Cuando estos últimos
fenómenos se vivencian como producidos por una acción extraña a su Yo (la alteración del
Yo indica un trastorno más avanzado) se interpretan como que se les “sustrae” o les
“sugieren” (imponen) pensamientos.

En resumen, son elementos muy característicos de la disgregación del pensamiento


esquizofrénico los siguientes: blocajes, ideas impuestas o sustraídas, desintegración de los
conceptos, incoherencia en estado de lucidez de conciencia.

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