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DEBATE

Weimar, ¿y después?
Umberto ROMAGNOLl

Occidente está sucediendo todo esto, es natural que


el bouleversement sufrido por el derecho del trabajo
Existen muchos y excelentes motivos que no per- haya alcanzado ya dimensiones de tal naturaleza
mitirían a ninguno de nuestros antepasados recono- como para desaconsejar a los operadores, jurídicos
cerse en el mundo contemporáneo. Ni a los asaltan- o no, aceptar su herencia genética sin beneficio de
tes de la Bastilla, ni a los conquistadores del Pala- inventario: lo que ha impulsado dinámicas inimagi-
cio de Invierno, ni a los incomparables maestros ar- nables hasta hace algún tiempo.
tesanos que hicieron famoso el laboratorio Weimar. Así pues, hijo de una concepción optimista del
No obstante, el mundo en que vivimos lo conside- conflicto como vehículo de transformación social,
ramos al menos un poco nuestro, aunque no nos ahora al derecho del trabajo ya no está seguro de
guste del todo, y de vez en cuando quisiéramos arre- tener una madre virtuosa; se pregunta, antes bien,
glarlo, sin la pretensión, por otra parte, de derribar- si una conflictividad sin reglas podría provocar tal
lo. Nos contentaríamos con cambiarlo, por lo menos vez en la colectividad más daños que cuantas injus-
un poco, lo suficiente para impedir el retorno del re- ticias fuera capaz de suprimir.
mordimiento. Es decir, para no volver a escuchar el Frenar los ritmos de la acumulación del beneficio
áspero reproche que Julien Benda dirigió a los inte- de empresa era una de sus ideas fijas, y de vez en
lectuales de su época por haber renunciado a ser la cuando lo ha conseguido de diversas maneras. For-
conciencia crítica de la sociedad. taleciendo los cinturones de seguridad del trabaja-
El reproche, doloroso para cualquier intelectual de dor como contrayente débil y moderno capite demi-
cualquier época, sería realmente insoportable para nutus; atenuando la exigibilidad de sus obligaciones;
los intelectuales que hoy se ocupan profesionalmen- impulsando el asedio del poder empresarial por me-
te del derecho del trabajo; y ello porque, después de dio de contrapoderes organizados en el lugar de tra-
haber contribuido al bienestar del hombre que tra- bajo, equivalentes a poderes de veto. Mas ahora tie-
baja, valorado su dignidad, garantizado su seguri- ne que redeterminar sus márgenes de compatibili-
dad, en los umbrales del año 2000, está obligado a dad con la exigencia de hacer cuadrar los balances
responder a inquietantes e inesperados interrogan- empresariales, dejando de realizar -en el hombre
teso Interrogantes que ponen en tela de juicio su pro- que trabaja- el papel de ciudadano en menoscabo
pia legitimación histórica y lo apremian a reproyec- del papel de productor; y ello precisamente para dar,
tar su futuro. Ahora que, en todos los países de Eu- al hombre que trabaja, la posibilidad de adquirir el
ropa occidental, el derecho del trabajo está cami- paquete estándar de bienes cuya posesión le per-
nando con compañeros de viaje decididos a modifi- mite ejercer de manera aceptable el derecho de
car formas y contenidos del proceso de juridificación ciudadanía.
del que él mismo es un monumento insigne. Ahora Premiar y patrocinar las exigencias de emancipa-
que capitalistas triunfantes y comunistas arrepenti- ción y redención del movimiento sindical era uno de
dos juran que el viento de la historia sopla -y no sus objetivos más importantes; ahora, en cambio,
cesará nunca de soplar- en las velas de las nacio- tiene que habérselas con la declinante representati-
nes burguesas, de sus sistemas económicos ya sin vidad de un sindicalismo de aparatos, tan extendi-
rivales y de su organización político-institucional li- dos como inmutables, y con una imprevisible antro-
bre ya de contestararios. Ahora que, fenecidas las pología social compuesta por sujetos que no llaman
ideologías, se corre el riesgo de no tener tan siquie- siquiera a la puerta del sindicato, o que si entran en
ra las ideas. La propia Iglesia católica, a pesar de él, se comportan como huéspedes transgresores,
su vocación salvadora y universalista, ante los pro- mal educados, desenfrenados. Para las viejas ge-
blemas abiertos en el mundo no tiene soluciones sis- neraciones, el sindicato se ha convertido en una es-
temáticas y definitivas que proponer y ondea la ban- pecie de agencia de servicios, y las nuevas genera-
dera de un pragmatismo vigilante, como se puede in- ciones -como lo atestiguan muchos investigadores
ferir de la última encíclica social. sociales- no se adhieren al sindicato sin discutir.
Puesto que en todos los países desarrollados de Es preciso convencerles de que el sindicato es una

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necesidad, más o menos como si se tratase de un echar una ojeada a su alrededor en busca de una
seguro de vida o contra el robo. barca. Y permaneció inmóvil mientras esperaba en-
En el mismo arco de tiempo, el derecho del tra- contraria. Pero cuando se persuadió de que no ha-
bajo ha asistido -prácticamente sin poder reaccio- bía ninguna barca a la vista, abandonó aquella es-
nar- a una importante reestructuración capitalista peranza y confío en que el agua no subiría más. Sólo
que ha diseñado de nuevo la geografía de las acti- cuando el agua le hubo llegado al mentón, abando-
vidades productivas, junto con la tipología de las for- nó también esta esperanza, y se puso a nadar. Ha-
mas de empleo de la mano de obra, intervenido la bía comprendido que él mismo era una barca».
economía y desbaratado el mercado del trabajo; En resumen, el calor de las viejas certidumbres
mundializado los mercados de los productos y trans- ya no calienta a las nuevas generaciones, entre las
formado, por obra de las nuevas tecnologías, inclu- cuales, caso de que se afirme una ética, es la de un
so las características de los trabajos más tradi- individualismo sin principios, hadonista, consumista.
cionales. Mientras los nuevos modelos culturales aún no se-
Con no menos angustia ha asistido finalmente al ducen a las viejas generaciones, que han visto su
desembarco desordenado, en el archipiélago de la sistema de valores significativos resquebrajantes
economía informal, de trabajadores expulsados de ante la fragmentación de la sociedad.
empresas en crisis o quebradas, de hombres y mu- En adelante, el concepto de colectivo se ha laici-
jeres desocupados, en particular jóvenes y escolari- zado, el pegamento de las desmesuradas solidari-
zados, de subocupados y desocupados residentes dades de intereses ha saltado; las sedes de las
sobre todo en regiones caracterizadas por un déficit grandes soldaduras orgánicas ya no están señala-
estructural de demanda de trabajo, de jubilados que das en los mapas del común de los mortales.
no se resignan al destino de la tercera edad legal Por eso, para una cantidad incalculable de pobres
porque la biológica se ha prolongado, de emigran- desdichados, el «día después» del derecho del tra-
tes de los continentes subdesarrollados que sustitu- bajo ya ha comenzado. Y será preciso que alguien
yen a los europeos en los trabajos desagradables o lo reescriba también para ellos.
poco remunerados.
A estas multitudes de desbandados y a los pro-
blemas sin límites nacionales que acompañan su
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crecimiento, nuestro derecho del trabajo ha dado
hasta ahora respuestas parciales, apresuradas, de
breve período, o sea, como se continúa repitiendo En realidad, hace setenta años que se está escri-
hasta la saciedad, «de emergencia». También la biendo el derecho del trabajo, aunque sea entre en-
persistente ausencia de una estrategia comunitaria conados contrastes y compromisos de bajo perfil.
ha contribuido a aumentar su retraso. A decir ver- La primera vez sucedió con la constitución de Wei-
dad, las técnicas reguladoras más difundidas pare- mar, la cual, aunque no quedó aislada en el pano-
cen extraídas de un manual del arte de ajustarse; un rama de las constituciones europeas postliberales,
manual que, si estuviese comercializado, sería un tampoco se puede decir que produjese un efecto de
best-seller y, tal vez, llevaría un título en lengua es- imitación generalizado. Por tanto, desde este punto
pañola: «deslaborización». de vista, la experiencia histórica ha dado la razón a
El neologismo es feo; en compensación, es ex- Franz Neumann, el cual, a Otto Kircheimer, que en
presivo. Ha sido inventado para decir que, en el ar- 1932 se preguntaba en tono amargamente provoca-
chipiélago en el cual han desembarcado, los recién tivo: «Weimar, ¿y después?», le replicaba así: «En-
llegados pueden escoger solamente entre activida- tretanto, y ante todo, Weimar».
des clasificables a mitad de camino entre trabajo au- Sin embargo, este célebre intercambio de pala-
tónomo y trabajo subordinado, cuya proliferación bras entre dos renombrados juristas weimarianos no
constituye una consecuencia de las políticas de flexi- es tan sencillo de interpretar. Desde un punto de vis-
bilidad productiva y organizativa hechas factibles, ta diferente, tampoco Kircheimer estaba equivoca-
cómodas y convenientes por las nuevas tecnologías, do. Y ello porque una cosa es tener un derecho
además de por la incapacidad crónica de un Esta- ~omo, por ejemplo, el derecho de propiedad- que
do, para el cual la descentralización de la produc- existe y es actual en cuanto está reconocido y pro-
ción siempre ha sido un rebus, y por la prolongada tegido, y otra cosa tener la promesa de un derecho
contumacia de sindicatos para los cuales el acceso futuro: un derecho que ~omo el derecho al traba-
al área de las pequeñas empresas está prohibido. jo, por ejemplo- expresa un tener que ser, pero que
En efecto, todo lo que el derecho del trabajo pue- -para ser- necesita la intervención pública al ob-
de ofrecer a los recién llegados es una historia vivi- jeto de preparar las infraestructuras necesarias para
da al día, con un pasado detrás que sepultar y un su ejercicio, un largo apoyo democrático y una inin-
mañana por delante que podría no ser el mejor: lo terrumpida lucha social. Por algo las normas cons-
que prevalece es la retórica del presente. Un pre- titucionales que lo glorifican han sido llamadas en to-
sente que, si proporciona alguna ventaja, se espera das partes -«púdicamente», ha escrito hace poco
que dure, y con eso basta. Precisamente como le Norberto Bobbio- normas programáticas. Incluso
ocurrió al protagonista del apólogo de las Historie- se diría que la discutible y discutida fórmula clasifi-
tas brechtianas: «el señor K. caminaba por un valle catoria ha hallado precisamente en esta zona del or-
cuando de repente notó que sus pies se hundían en denamiento su territorio de elección.
el agua. Entonces comprendió que su valle era en Esto no quita que el moderno derecho del trabajo
realidad un brazo de mar y que se acercaba la hora haya nacido en Weimar, y que haya sido una trage-
de la marea alta. Se detuvo inmediatamente para dia olvidar Weimar.

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Monografías Aranzadi
11 CÓDIGO PENAL
Editorial Aranzadi
Obra dirigida por: Arroyo de las Herao;y MuñOl Cuesta· 1991
17.(JOOpta<;.silVA· 18.020 pta<;.cMA 1.512 págs.
Contiene la legislación concordada y acrualizada al mes de diciembre de 1991, incluida la Ley
13/1991, de 20 de diciembre, del Servicio Militar, por la que se añade una nueva sección al
Caplrulo segundo bis, del Tirulo Primero del Libro Segunclo del Código Penal relativa a 'De
105delit05 contra el deber de presentación del servicio militar'.
La obra conriene los extracros de jurisprudencia más importantes aplicable a 105diferenres
anículos de la obra, y referenciaoo. al Repertorio de Jurisprudencia Aranzadi.
Esta obra monográfica contiene un sistema de Indices muy completo y de fácil manejo y
consulta.

11 LEY DE ENJUICIAMIENTO
CRIMINAL
Editorial Aranzadi
Obra dirigida por: Arroyo de las Heras y Muñoz Cuesta· 1991
14.(JOOpta<;.s/IVA . 14.840 pta<;.cM A 840 págs.
Esta obra recoge la Ley de Enjuiciamiento Criminal actualizada y concordada a 30 de mayo de
1991. Además contiene, en forma de extracto, la jurisprudencia más sobresaliente extracrada y
con referencia al Repertorio de Jurisprudencia Aranzadi, habiéndose cerrado su esrudio a final
de 1990.
Contiene un sistema de índices muy completo y de fácil manejo y consulta .

• LEYES PENALES ESPECIALES


Editorial Aranzadi
Obra dirigida por: Arroyo de la<;Herao;y Mui\oz Cuesta· 1992
14.132 ptas. s/IVA • 14.980 pta<;.cM A 1.568 págs.
Contiene toda la normativa penal especial, tanto sustantiva como procesal, salvo la militar,
actualizada y concordada a 31 de marzo de 1992.
Libro compuesto por treinta y nueve Leyes y sus respectivos Reglamentos; desracan, a tirulo
meramente enunciativo, la Ley Ománica del Poder judicial, Ley de Contrabando, de
Emigración, Ley y Reglamento de Extranjería, Control de Cambios, Ley y Reglamento de
Prisiones, finalizado por la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, de ~"dad Ciudadana, y la
Ley 3/1992, de 20 de marzo, sobre medidas de corrección de la Ley 38/1988, de 28 de dICIembre,
de Demarcación y de Planta judicial.
Esta obra monográlica contiene un sistema de índices, muy complero y de fácil maneJo y
consulta.

------~------------------------------------,
R,flOM. C U P O N O E P E DIO O
Deseo recibir lo obro:
D Código Penal. D Ley de Enjuiciamiento Criminal ARANZADI
D Leyes Penales Especiales. EDITORIAL
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Carretero de Aaiz, Km. 3,5 Elcano (Navarro)
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............ C. Poslol. . Tinos: (948) 33 18 11 - 33 02 26 Fax: (948) 3309 19
Ci..dod.
Antes de Weimar, la idea de constitución había ex- 11I
presado fundamentalmente la oposición de la socie-
dad burguesa al arbitrio del poder que se ejercita a Llegados a este punto, preveo la pregunta, que es
través de la coerción de los aparatos estatales. An- también una objeción.
tes de Weimar, dominaba la convicción de que los Dado que la constitución de Weimar representó
derechos de los individuos no podían ser sofocados un temerario «intento de organizar jurídicamente la
o negados si no por el poder del Estado, y que, por lucha de clases y hacer de ella un elemento esen-
tanto, era suficiente regular su ejercicio para cons- cial de la evolución del derecho positivo» (G. Kahn-
truir una sociedad de hombres libres e iguales. An- Freund), ¿qué tiene Weimar que ver? En efecto, en
tes de Weimar, en suma, las constituciones libera- los países de civilización industrial más madura, un
les expresaban una concepción solamente formal y largo proceso de homologación parece haber hecho
reductiva del poder. No por miopía, sino por un in- de la clase media el tema general, y también por
terés objetivo de la clase social que las había im- esto el papel de motor de la historia se ha despla-
puesto a los detentadores de los privilegios feuda- zado del conflicto entre las clases al conflicto para
les suprimidos. La burguesía sustituyó al orden mi- la paridad -entre otras cosas- de los sexos, al
lenario del Ancíen régíme, una sociedad basada en ecológico, al existente entre el Norte rico y con bajo
la pareja libertad-propiedad individual con el único índice de natalidad y el Sur pobre y exportador de
objetivo de legitimar la utilización privada de los re- mano de obra.
cursos para fines que dependían de la voluntad ex- A pesar de todo, si alguien formulase hoy la pre-
clusiva de su propietario. Por tanto, no podía haber gunta: «Weimar, ¿y después?», a una distancia de
razón alguna para preocuparse de que la propia so- medio siglo también yo volvería a contestarle: «En-
ciedad civil, y no sólo el Estado absoluto, pudiese tretanto, y ante todo, Weimar».
generar formas de dominio no menos opresivo y de Su constitución, en efecto, no ha envejecido. Es
que las libertades civiles, si bien garantizadas de la lectura de su constitución la que tiene que ser
modo abstracto para todos, pudiesen consolidar y puesta al día. Lo que se precisa es una lectura no
hasta profundizar las desigualdades entre los hom- ideologizada, adecuada a los tiempos irreversibles
bres. Y, en efecto, el modelo de gobierno de la fá- cambiados y saneada de las manipulaciones inter-
brica era precisamente el del monarca por derecho pretativas que la han dejado fuera de juego o bien
divino. irreconocible. Una lectura que puede crear algún
Corresponderá a una nueva clase, antagonista de embarazo o alguna pena, pero que al fin y al cabo
la burguesía, descubrir en las relaciones privadas de no requiere esfuerzos heroicos.
producción las formas reales del poder legitimado Por consiguiente, si algún día se nos invitase a
del Estado de derecho, y crear los mecanismos ju- enumerar las ideas, nobles y generosas, que alimen-
rídico-institucionales más eficaces para combatirlas. taron nuestra juventud, honradamente tendríamos
Y esta clase comenzó a hacerlo precisamente en que poner en el lugar de honor a aquella -de ma-
Weimar, sancionando «el paso definitivo del dere- triz weimariana- que reconocía en el constituciona-
cho del trabajo de la fase privatística a la fase cons- lismo empresarial el sendero a recorrer por los ha-
titucional» (G. Vardaro). bitantes del planeta Empresa para participar en el
Por eso, Weimar señala un cambio en la concep- gobierno del mismo.
ción del poder y en la historia de las constituciones Lo que es auténtico y a la vez falso.
modernas. Las limitaciones y los controles del poder empre-
Con Weimar, la constitución deja de ser única- sarial de mando no cabe duda de que se han mul-
mente la ley suprema del derecho público, regula- tiplicado. Sin embargo, no han efectuado el milagro
dora de las relaciones entre Estado y ciudadanos; de eliminar los vínculos de vasallaje. Han disciplina-
se convierte también en la ley fundamental del de- do el ejercicio del poder; lo han devuelto a sus jus-
recho privado, reguladora de las relaciones entre tas dimensiones; lo han racionalizado. La normati-
ciudadanos privados (F. Galgano). Ya decir verdad, va, en suma, ha trazado el cuadro de las coheren-
sólo después de Weimar el derecho del trabajo ad- cias que impiden al poder privado corromperse con
quirirá autoridad y conciencia de su identidad, en- arbitrariedades y, si bien legalizando la disensión
trambas necesarias para escoger los materiales con también colectiva de los gobernadores, impiden
los cuales se está edificando. Materiales extraídos cambiar sus manifestaciones por los dolores de par-
de los yacimientos de una sociedad partida en dos, to de una gravidez revolucionaria; esto es todo.
como Europa después de Yalta, cuando cada uno Equivale a decir que la empresa es republicana:
de los duelistas -burguesía y clase obrera- pen- nunca puede ser democrática en el sentido de que,
saba que la extinción del adversario sólo proporcio- mientras la dialéctica Gobierno-oposición presupo-
naría ventajas a la sociedad entera y, para imponer ne en los regímenes auténticamente democráticos
su propia hegemonía, actuaba con el propósito de in- la regla de la alternancia, en la fábrica la inversión
troducir en el cuerpo social, en los diarios del país de los papeles es inadmisible (R. Dahrendorf). Des-
legal y en los repertorios jurisprudenciales, cuotas pués de todo, en nuestro ordenamiento, la propie-
crecientes de valores universales. dad privada de los medios de producción no puede
dejar de tener la función de consentir al propietario
que controle las modalidades concretas del trabajo
desarrollado por los productores inmediatos y que
oriente la actividad productiva hacia finalidades res-
pecto a las cuales su voluntad cuenta poco o nada
(E. Ghiozzi).

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Está bien ser idealistas, pero sin ilusiones y au- ras ceremonias para condecorar a todos los hom-
toengaños. Como lo hacen, los Tribunales constitu- bres que trabajan -no importa dónde, cómo ni para
cionales de nuestro país. Como lo ha hecho recien- quién- con medallas que reproducen indefectible-
temente el Tribunal italiano, con una declaración que mente la imagen de una criatura angelical.
tiene todo el aire de querer ser considerada una ca- Quizá sea porque la luz -que se encendió en
jita de buenas intenciones; reconfirma, sí, la inviola- Weimar- se ha apagado con rapidez, pero el he-
bilidad del «área de los derechos destinados al de- cho es que en el territorio interior cultural de nuestro
sarrollo de la personalidad moral y civil del trabaja- derecho del trabajo no ha habido sitio para un aná-
dor», pero -vamos, piensa y dice el Tribunal- al- lisis severo de las perversas consecuencias causa-
guna manumisión es «tolerable», con tal de que sea das por la aplicación obtusamente uniforme e indi-
«justificable» y de cualquier modo «razonable» ferenciada de una disciplina modelada a tenor de las
(sent. núm. 103/1989). exigencias del trabajo remunerado en la gran indus-
La cosa no es sorprendente. Desde siempre en tria. Por tanto, si la sociedad de los países más avan-
las venas de la jurisprudencia -y la constitucional zados se ha convertido en la sociedad de los dos ter-
no es una excepción- circula el factor R, entendién- cios, el derecho del trabajo no es del todo inocente.
dose aquí R por Racionalidad. El mismo factor, em- En conjunto, en efecto, su capacidad de distinguir
pero, parece haber acentuado su actitud de no per- y seleccionar los tratamientos corresponde a una in-
turbar lo existente después de la primera revolución terpretación aproximativa y superficial del principio
índustrial, a propósito de la cual el autor de Prome- constitucional de igualdad. Sin duda, el derecho del
teo liberado ha escrito que ésta provocó efectos si- trabajo no ha sabido o no ha querido corregir las dis-
milares a los del gesto de Eva cuando mordió el fru- criminaciones que se ocultan en toda reglamenta-
to del árbol del conocimiento: «después, el mundo ción que concede no sólo menos, sino también más
ya no ha sido el mismo» (D. Landes). He aquí por garantías y protecciones de cuantas puede admitir
qué nuestros jueces, que son ante todo hombres ra- un principio jurídico que impone, con el descarnado
zonables, creen que los márgenes de la elasticidad lenguaje del empirismo racional, la igualdad formal
de las relaciones de poder característicos de la or- de tratamiento de las situaciones sustancial mente
ganización del proceso productivo en la forma his- iguales y que, por tanto, es enemigo de los pri-
tórica de la empresa capitalista son los que son y, vilegiados.
por tanto, no se pueden dilatar hasta el punto de Es como si, para lavar sus culpas, este sector del
destrozar sus equilibrios internos. sistema jurídico tuviese que excluir del universo en
El mundo, no obstante, ha conocido profundas adelante hipertrófico del trabajo dependiente tanto a
evoluciones gracias también a la irracionalidad del las figuras sociales que siempre le han sido estruc-
derecho del trabajo, a sus inquietudes reivindicati- turalmente ajenas como a aquellas otras que, poco
vas, a su impaciencia por romper los esquemas del a poco, han ido convirtiéndose en extrañas. Al mis-
conformismo renunciatario. mo tiempo, debería prever una extensión articulada
El comentario mejor a estas propensiones del de- de los estándares protectivos a los sujetos sociales
recho del trabajo lo ha escrito, sin saberlo, que viven la más paradójica de las contradicciones:
G. B. Shaw, según el cual «el hombre razonable se pertenecen a la época de las maravillas postindus-
adapta al mundo; el hombre irrazonable tiende a triales, pero están obligados a hacer y deshacer de
adaptar el mundo a sí mismo; por eso, todo progre- manera dilettante e improvisada proyectos de auto-
so depende de los hombres irrazonables». desarrollo de su propia existencia.
En efecto, contrariamente a cuando consideran Se podrá decir que no hay nada de extraño en
aquellos que critican sólo o ante todo sus excesos esto, puesto que también sus antepasados del pe-
de velocidad, el derecho del trabajo ha causado los ríodo paleoindustrial se comportaban así. Sí; pero
peores males cuando ha caído en la pereza de la precisamente por esto una democracia de masas no
routine cotidiana. puede permitirse dirigir una situación de este tipo
Paradigmática es la pereza que ha permitido a ge- con instrumentos promocionales de petits boulots, y
neraciones de sindicalistas y operadores jurídicos afrontarla con un cúmulo de normas que «degradan
ver por doquier trabajadores merecedores de la al nivel de rebaño falto de pastor». Esta no es creí-
máxima tutela endurecida por garantismo de toda ble cuando afirma que sólo de este modo es posible
especie, y no percibir la difusa expectativa de igua- satisfacer las exigencias de la modernización capi-
litarismo crítico que se expresa en la petición de pro- talista. En realidad, sólo se da el caso de que en eco-
porcionar la normativa a la variable y diversificada ti- nomía prevalece el neoliberalismo, y, en política, las
pología de los contratos de trabajo. ideologías neoconservadoras.
En realidad, más que de una pereza genérica ha- Es al movimiento sindical -¿ya quién si no?-
bría que hablar de marxismo mal digerido en unión al que le corresponde hacer comprender que las in-
del populismo de párroco de pueblo. El primero, que novaciones normativas que se están experimentan-
se imagina el Estado burgués como agente del ca- do proponen dramáticamente, a la sociedad entera,
pital, y debe por ello hacerse perdonar quién sabe la búsqueda de nuevos valores comunitarios. Antes
qué pecados. El segundo, que se representa al em- o después, por tanto, tendrá que replantear el esta-
presario como un padre-patrón con una mano en la tuto jurídico del trabajo dependiente; proponer una
cartera y la otra sobre un corazón tan grande como carta de los derechos del trabajo desmenuzado, pre-
una casa. Un marxismo vulgar y un populismo indul- cario y ocasional, perdidO o no encontrado; impedir
gente que, cada uno con sus motivaciones, se han que, desvanecida toda idealización apologética del
coaligado con el propósito de organizar conmovedo- sentido totalizante del trabajo, las experiencias labo-

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rales en cuanto al no trabajo que como alternativa cho de solicitar del juez que los compruebe; y ello
se impone a tales derechos con creciente frecuen- porque la más grave de las sanciones que el dador
cia sea como los movimientos de una partida de ca- de trabajo tiene la autoridad de infligir puede cons-
nicas cuya historia es imposible de narrar (A. Gorz). tituir una irreparable "lesión de la dignidad» de quien
Es probable, en efecto, que las nuevas políticas la padece.
de trabajo puedan desarrollar la carga liberadora Como se ve, la novedad no es irrelevante. Es una
que pese a todo contienen, sólo a condición de re- brizna, un fragmento de democracia: de la democra-
novar el Estado social convirtiéndolo en un factor de cia empresarial posible, por difícil que sea. Pero para
reequilibrio con respecto a las fuerzas espontáneas quien no haya olvidado Weimar, no tiene nada de
del mercado, lo que sería un logro maravilloso, pero sorprendente.
a todas luces imperfecto. Por tanto, cuantos hayan participado en el debate
Sin embargo, no existe todavía un proyecto reali- sobre el significado del derecho del trabajo en los
zado; con un poco de buena voluntad, se puede de- umbrales del año 2000 no podrán narrar su expe-
cir que está apenas esbozado. riencia en el tono alucinado que empleó, para con-
En un arrebato de autocrítica, también el Tribunal tar la suya, un viajero de hace algunos siglos a su
constitucional italiano ha esbozado un significativo regreso de Rusia.
segmento, cuando ha comenzado a dudar de la Aquel viajero escribió en su diario que allí hacía
oportunidad de comprometer todo su prestigio en la tanto frío que, por mucho que una persona gritase
defensa a ultranza de la simetría entre pequeñas a la orilla de un río, en la opuesta -por muy cerca
empresas y pequeños derechos de los trabajadores, que estuviese- nadie podía oír nada. ¿Por qué? Se-
y por consiguiente ha comprendido que el derecho gún su explicación, extravagante e involuntariamen-
del trabajo podrá conservar, sin avergonzarse, la ló- te cómica, las palabras se congelaban en el aire:
gica concesivo-adquisitiva de los orígenes que jus- transformadas en trocitos de hielo, se bloqueaban
tificó su intervención integradora, correctiva y tam- apenas pronunciadas y no había forma de que lle-
bién sustitutiva con respecto a la autonomía privada garan a su destino.
justa y exclusivamente allí donde esta última es un Habrá quien piense que la inusual referencia lite-
recurso distribuido en medida inicuamente desigual. raria es extravagante. Mas no es así, porque da idea
Ha sucedido con la sentencia de julio de 1989, la de que la naturaleza del riesgo al que está expues-
cual, en vista de la coincidencia, también podría en- to un debate como el existente sobre el significado
tenderse como una contribución a las celebraciones actual del derecho del trabajo: el riesgo de conge-
del bicentenario de la Revolución francesa. larse en el aire.
Es un hecho que, después de esta sentencia, tam- Nuestras palabras, en cambio, se han desconge-
bién el dependiente de una minúscula empresa des- lado. Han atravesado el aire. Las hemos oído. Y fi-
pedido por motivos disciplinarios tiene por fin dere- nalmente hemos comprendido.

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