You are on page 1of 130

Prof. ARNALDO B.

CHRISTIANINI
Direclor Editorial d e la C a s a Pufclicadora B rasileña

Radiografía
del Jehovismo
LA VERDAD QUE SALVA
Y LOS TESTIGOS DE JEHOVA

EDICIONES INTERAMERÍCANAS
BOGOTA — CARACAS — GUATEMALA — PANAMA
M EX ICO D. r . — SAN JOSE, C. K. — MADRID — BARCELONA
SAN JUAN. ? . 3 . — SANTO DOM INGO
( .. i.

PaeiTn Ti- i

i .in . i
l’HIU.K \< I- • ' 1
D i v i s i ó n 1 1i s | 11.i <I ' I . » ' ' 1 1 '■ 1 <m ¡ ¡ u i o n
1 3 5 0 Vili: » .S................... ............ "in !-

s-i;....i - ■
45.000 i‘jt 1111il m.
I'M

Spanish- -'■¥ R o y o f Jdfoz'ij¡n> ‘ M M -l itt U.S.A .


Propósito de esta Obra
Este libro no es un ataque, ni tiene el fin Ar. condenar
a los testigos de Jehová, entre los cuales hay m ucha since­
ridad; sino el de exam inar algunas de sus doctrinas a la
luz de la Santa Biblia.
E n esta obra se estudia la Palabra de Dios con cuidado,
para que resplandezca la luz celestial, que trae gozo y sal­
vación al alma. E ntre otros puntos, ofrece hermosas revela­
ciones acerca de los siguientes asuntos:
1. ¿Q uién es Jehová? ¿Quién es el ángel de Jehová? ¿Es
Cristo realm ente divino y eterno, nuestro am ante Salvador
y Benefactor?
2. ¿Quién es el E spíritu Santo? ¿Cómo nos ayuda él a
resolver nuestros problemas, y a cum plir el maravilloso
plan de Dios para nuestra vida?
3. ¿Ha regresado Cristo a esta tierra en forma invisible,
o ha de volver en breve? ¿Empezará el dantesco Armage-
dún antes de 1984?
4. ¿Cuál es el reposo de Dios? ¿Cómo alcanzarlo en
nuestra vida?
Este ilum inador trabajo es fru to del talento y la erudi­
ción del Prof. Arnaldo B. Christianini. Primero apareció
en portugués; y debido a su valor, se vierte ahora al es­
pañol.
E l lector hallará en esta obra: llaneza, honrada lógica
y una amplia docum entación bíblica, que le perm itirá la
seguridad de encontrar la verdad pura, que salva y dig­
nifica a los sinceros en Cristo Jesús.
Los E d i t o r e s
Contenido
1. Q ué Creen los Testigos de | e h o v á ...................... 6
2. “Y el V erbo era D i o s " ..................................................10
3. ¿Quién es el “Yo s o y " ? ........................... ..... 20
4. “ ¡Señor nu'o y Dios m í o ! " .......................................27
5. U na A lentadora Verdad . . . . 29
6. Dos Objeciones Explicadas ................................. 35
7. “ En Forma de Dios" ........................... 39
8. ¿Quién es el “tira n D io s'V ............................44
9. La “Sabiduría" Eierna . . . . 47
10. El N om bre Sagrado ........................... 52
11. ¿Es Cristo Jehová? . ...................... 59
12. “ El Angel de Jehová" ............................66
13. La D eidad de Cristo . . . . 69
14. ¿Quién es el E spíritu Sanio? . . . 74
15. La D ivina T r i n i d a d ........................... . . . 78
16. Las T ransfusiones de Sangre . . . . . 85
17. ¿“Presencia Invisible” o Regreso Visible? . . . 90
18. El Salvador Regreso de C r i s t o ................................. 94
19. T res Extraños Esquemas P r o f é t i c o s ...................... 100
20. La Creación en 42.000 A ñ o s ................................. 112
21. Cómo Alcanzar el Reposo de D i o s ...................... 120

4
1
Qué Creen los Testigos
de Jehová
LA N O T A tónica de los testigos de Jehová es su me-
sianismo. Se juzgan predestinados, de tento res de los orácu­
los divinos. Im buidos de ese espíritu carismàtico, se con­
sideran “ enviados divinos”, con la misión de restaurar el
nom bre de Dios, que, según ellos, sufrió una deform ación
causada por los “ religionistas”.
El intocable nom bre de “Jehová” fue sustituido por el
de “Señor” , y creen que ésta es la mayor ignom inia de la
historia. Para vindicar ese agravio, dicen ellos, surgieron
profèticam ente los testigos de Jehová, que se em peñan en
esa tarea rehahilitadora.
Ahora tienen una edición especia! de las Escrituras,
hecha a la m edida poi ellos mismos. En ella tom an en
cuenta puntos de vista |i: restablecidos, especialm ente de
sabor arri ano. Insisten en usar la palabra Jehová. Escri­
ben E spíritu Santo con inicial m inúscula. Y en el Nuevo
T estam en to (que ellos llam an “ Escrituras Griegas Cris­
tianas”) , los textos que se refieren a la T rin id a d y a la
divinidad de Jesús, están deformados. En los próximos
capítulos analizaremos los principales de esos textos.
A u n q u e ahora tienen su propia versión de la Biblia,
que llam an “del N uevo M u n d o ” , cuando ello los favo­
rece se sirven tam bién de otras versiones. Afirman q u e su
traducción sigue el original paso a paso. Sin em bargo ella
no procede directam ente del original, porque su prefacio
5
declara q u e es u n a nueva traducción dé.la versión inglesa
del Nuevo M undo. P or lo tanto, es una obra de segunda
m ano; y da pena leerla por su pobreza franciscana.
E ntre corchetes, hay palabras q u e pretenden suplir
la deficiencia del original, pero no es raro encontrar que
fuerzan el sentido, las más de las veces tendenciosam ente.
P retendiendo poner el texto ai día en Apoc. 22: 15, consig­
nan: “A fuera están los perros y los q u e practican el espi­
ritism o. . cuando en el original, no dice “espiritism o”
sino “hechiceros” . Esto no es traducir, es interpretar.
El prefacio de la versión interlineal T h e K ingdom In ­
terlinear Translation of thc Greek Scriptures (El Nuevo
T estam ento en griego y en in g lés), edición 1969, afirma
que las versiones existentes de la B iblia tienen el vicio
de las traducciones religiosas q u e falsean el pensam iento
de los escritores sagrados. En la página 8 de ese prefacio,
dice: “La Comisión de T raducción de la B iblia N uevo
M undo se ha esforzado por evitar las tram pas del tradicio­
nalism o religioso” .
De esa forma los “ testigos” procuran in fu n d ir la idea
de que a ellos exclusivamente, únicos y verdaderos testi­
gos de Dios, se les reservó la tarea de restaurar en el texto
del N uevo T estam ento, el divino nom bre de “Jehová” ,
om itido p or los “religionistas” .
En la página 17, el citado prefacio agrega: . . el texto
original de las Escrituras Griegas Cristianas, ha sido alte­
rado, así com o el texto de la V ersión de los LX X . Y por
lo menos desde el tercer siglo de nuestra era en adelante,
el divino nom bre en tetragrama, ha sido elim inado del tex­
to por los copistas. . . En su lugar pusieron las palabras
Kirios (generalm ente traducida por 'Señor’) y Theós,
que significa D ios”.
En esa cita hay una inform ación destituida de funda­
m ento. En ese prefacio, los traductores del N uevo M undo
7
se refieren a un rollo de papiro de la V ersión de los LX X ,
d escubierto recien tem ente en tre los rollos del M ar M u er­
to, q u e co n tiene la segunda m itad del lib ro de D eutero-
nom io, y q u e registra el tctragram a “Jehová” .
Además, en abono de su tesis, citan a A quila (128 AD)
y a Orígenes, diciendo q u e am bos usaron el tetragram a
( J H W H ) , aq u él en su Versión y éste en la H exapla. Y
finalm ente dicen q ue en el cuarto siglo, Jeró n im o m en ­
cionó q u e el no m b re Jehová se encontraba en ciertos es­
critos griegos au n en su tiem po. Y basándose en esta pe­
queñ a colección de “evidencias'' fragm entarias, los testigos
de Jehová llegan a la siguiente conclusión:
“Eso p ru eb a q ue el original de la V ersión de los L X X
contenía el no m b re divino cada vez (¡ue aparecía en el
original hebreo. C onsiderando q u e sería un sacrilegio usar
algún sustituto, com o Kh¡<>\ o i h e ó s , los escribas in serta­
b an el tetragram a en su debido lugar en el texto de la
versión griega” (Id., pág. 12) .
El que conozca .m uque sr.i los elem entos de la historia
de los m anuscritos sagiados, percibe en seguida la d eb i­
lidad de esas afirmaciones. Para ese error, q u e hem os re ­
producido de sus libros, basta lo siguiente:
1. M illares de m anuscritos griegos del N uevo T esta­
m ento —literalm en te m illares—, no contienen ni u n a vez
el tetragram a: ni aun el Evangelio de San M ateo que, como
se cree, fue orig in alm ente escrito en hebreo o aram eo, y
por consiguiente sería el más propenso a conservar los ves­
tigios del n om bre Jehová. Sin em bargo, no ocurre así. Los
famosos códices unciales y los m illares de códices cursivos,
no usan el no m b re Jehová.
2. El ya citado papiro de la últim a m itad del libro de
D euteronom io, de la versión de los LX X , al co n ten er el
nom bre divino, sólo pru eb a q u e un ejem plar contenía ese
nom bre; m ientras que —y esto es de sum a im portancia—
8
otros ejemplares existentes de la mi^ma Versión em plean
las palabras K írios y Theós.
3. Los testim onios de A quila, O rígenes y Jerónim o,
apenas dem uestran que el nom bre divino se usaba algu­
nas veces. Mas la verdad general, sostenida por los eru­
ditos, es que la Versión de los L X X o Septuaginta, salvo
rara excepción, siem pre em plea Kírios y Theós en lugar
del tetragram a. Y el N uevo 'Testamento de la Versión de
los /.X X jamás em plea el tetragrama. Esto derrum ba la
cindadela “ jehovista”.
4. No es verdad que los m anuscritos antiguos tuvieran
obligadam ente el tetragram a 1EVE, y m ucho menos que
los “testigos" sean com isionados por Dios para restablecer
el nom bre divino.
Las "p ru eb as” que rilan son inconsecuentes. Da pena
que se preocupen tanto de la nomenclatura. Sostienen
que no se deberían usar las palabras “ Dios” y “Señor", sino
únicam ente Jehová. No debiera existir la palabra “cruz” ,
sino estaca de tortura. No se debe decir “m aestro” , sino
sólo instructor o líder. Nada de Biblia, sino Escrituras H e ­
breas y Griegas Cristianas. Los capítulos siguientes estu­
diarán cuidadosam ente algunos de los dogmas de los “tes­
tigos".

9
"Y el Verbo era Dios"
U N O de los pasajes bíblicos q u e en forma explícita y ca­
tegórica revela la naturaleza divina del H ijo de Dios se
halla en Juan 1: 1, y reza así: “ En el principio era el V er­
bo, y el V erbo era con Dios, y el Verbo era Dios’’.
A pesar de la m eridiana claridad de este texto, la tra­
ducción “jehovista” del Nuevo M undo lo vierte alterado y
alam bicado de la siguiente m anera: "E n (el) principio la
Palabra era, y la l’alalna estaba con Dios, y la P alabra era
un dios”.
Y la F.mphalic />/«/;/<»//' lo vierte así: “ En el princi­
pio era el Verbo, y el Veil*o esiaba con Dios, y un dios era
el verbo".
Pues bien, sobre esas dos equívocas traducciones, que
escriben con inicial miniist ida el ,uij*iisio y divino nom ­
bre de Jesucristo, reb.ijándolo ,isí ,i la categoría de los
dioses paganos, los "jehovislas" |>iocuian arm ar el frágil
baluarte de su equivocado uniiaiism o.
¿Existe realm ente base para tal desacierto lingüístico?
¿Por qué trad u cir “ un dios era el verbo”? ¿Estarán real­
m ente erradas todas las traducciones clásicas y aceptadas
de la Biblia, q u e nos han llegado desde el descubrim iento
de la im prenta? ¿Por qué sólo ahora surge esa “ innova­
ción"? ¿Merece crédito?
Un cuidadoso análisis
Analicem os ese texto, tal como se encuentra en el ori­
ginal griego, con la traducción literal puesta entre líneas:
1. V ersió n del N uevo T estam ento con el le x to interlineado en griego y en inglés.
El tra d u c to r al inglés fue H cnjam in W ilsu n ; y u n a vez com pleta, esa obra se p u ­
blicó por prim era ve* cu N u ev a Y ork vi» 1864. A h o ta es propiedad de la Sociedad
de los T estigos de Jehová.

10
“En arche hén hó Lògos, kai hó Lògos hén
En el p rin cip io era el Verbo, y el Verbo era
pros tón T h eó n , kai Theós hén hó Lògos”.
con Dios y Dios era el Verbo.
En este párrafo hay tres oraciones, que vamos a analizar
en detalle para su m ayor claridad:
1. E n arche hén hó Logos (En el principio era el V er­
bo) . A quí se observa lo siguiente: a) que Lògos (o Ver­
bo) es el sujeto de la oración, b) y eso queda determ inado
por el artícu lo hó.
2. Kai hó Lògos hén prós tón T heón (y el Verbo era, o
estaba, con Dios) . A quí se observa el mismo hecho de la
prim era oración. Porque Lògos es tam bién el sujeto de esta
segunda oración.
‘5. Kai Theós hén lió Lògos (y Dios era el Verbo) . Esta
oración se halla en orden inverso, pero se traduce correcta­
m ente así: “Y el V erbo era Dios”. ¿Por q u é esta traducción
es correcta? P orque Theós (Dios) allí es el predicado y no el
sujeto, pues el sujeto de la oración todavía es Lògos (Ver­
bo) , ya q ue es la palabra que tiene el artículo hó ( e l) . Lo
cierto es que Theós califica a Lògos, indicando que Lògos
es el sujeto. En otras palabras, T heós (Dios) es lo que se
afirma acerca de Lògos.
Los gram áticos helenistas enseñan, y ése es un principio
elem ental de la sintaxis griega, q u e cuando el adjetivo va
antes del artículo es predicado; tam bién que cuando el ad­
jetivo va después del sustantivo, sin uso de artículo, es
predicado.
Pues bien, esta regla de la sintaxis se aplica a la últim a
oración Theós hén hó Lògos; porque la palabra Theós está
antes del artículo hó. Por lo tanto, T heós ejerce la función
de adjetivo calificativo de Lògos.
Además, la palabra Lagos está precedida del artículo hó,
que la señala como sujeto de la oración. Entonces necesa­
11
riam ente, Lógos es el sujeto y l itros es el predicado. Y la
traducción correcta, única e irreversible de esa oración es:
“ El Verbo era Dios” .
Salta a la vista que ningún articulo se necesita para
Theós, y que trad u cir esa palalna por “ un dios” es un
craso error gram atical; porque Theós <s <■! predicado nom i­
nal de era, y necesariam ente se rclieie al sujeto. Así. queda
explicado el error del Em phalic I .
T am b ién está equivocada la 1 1 aduc ¡ ión del Nuevo
M undo, p o rque está calcada del D iarjoll y conserva la ex­
presión errada “ un dios”, al dism i..... i la divinidad de Je­
sucristo, y reducirlo a una entidad se< uinl.n i.i, creada, de
poder lim itado, no de la misma n.itm.ilc/.i del Padre.

El argumento de los tonliqos


El Nuevo T estam ento del Nuevo M undo en inglés, lla­
m ado Interlinear Translation, de l'Ki'l. en un apéndice
que se halla en las páginas LIÍÍN .1 I ICiU. .......m i desautori­
zar el texto griego. Los testigos de |el»ivá .11 j......... que
el hecho de que aparezca el arlít ido del.....lo tón (T heón)
en la segunda oración de Juan I: I \ m >.1p .11 e/i .1 <011 Theós
en la tercera oración, denoia uu.i dii. n m i i y van más
lejos aún al decir que esa “dilciem 1.1 m . I |>iimer caso
significa el único Dios verdadem ( |el»>vá) ; y en el segundo
caso significa apenas “ un dios", " im que no <-s el prim ero,
inferior a él; y q ue este últim o 'dm'," |esu< listo. ¡Eso
es un contrasentido, además de un ..» ideólo! No hay n in ­
guna base lingüística | >.11.1 id de..» m id o

C om paración con otrou panojes


La omisión del ai t (culo 11u >1 <>,1 I heos, de 11 mgún modo
significa “ un dios” d iíciem e del I >1(is ve 1 1 ladero. Basta
exam inar otros pasajes bíblicos en los cuales tampoco
aparece el artículo con l itros, paia i onveucerse de la
im procedencia de esa ficción. Veamos tres ejemplos:
Mat. 5: 9. “ Ellos serán llam ados hijos de Dios” .
Luc. 1: 35. “ Será llam ado H ijo de Dios”.
J u a n 1: 6. “ U n hom bre enviado de Dios”.
H onestam ente, ¿se pueden trad u cir esos pasajes: “ L la­
mados hijos de un Dios” , “u n hom bre enviado de un Dios”?
A unque en estos pasajes, T h eo ú signifique “ de Dios” , caso
genitivo del mismo nom bre, ni los mismos testigos de Jeh o ­
vá los trad u cirían diciendo: “de un Dios” .
La traducción de estos tres últim os textos citados, no
está así n i en el i)iaglott ni en la B iblia N uevo M undo. E n­
tonces, ¿por qué debía estar sólo en Ju an 1: 1?

La cita incompleta
U no de los m uchos apéndices de la traducción in terli­
neal del N uevo 1’eslam ento. Nuevo M undo, m enciona una
reconocida autoridad del griego, al D r. R obertson. En la
página 1.159 de este N uevo T estam ento, citan estas pala-
bras del Dr. R obertson: “E ntre los antiguos escritores, el
'l'heós se em pleaba para designar el dios de la religión ab­
soluta, distinguiéndolo de los dioses m itológicos” . E inten-
cionalm ente dejan de citar la siguiente sentencia, en ia
cual el Dr. R obertson agrega: “Con todo, en el Nuevo
T estam ento, au n q u e tengam os pros tón T heón (Juan 1:1),
es m ucho más com ún encontrar sencillam ente Theós, es­
pecialm ente en las epístolas” .
Eso destruye todo el castillo de naipes construido por los
"jehovistas” sobre la om isión del artículo en J u a n 1:1.
P orque lo q u e el erudito Dr. R obertson quiso decir, es que
los escritores del N uevo T estam ento, no em plean con fre­
cuencia el artículo con Theós, y aun así el sentido es perfec­
tam ente claro; o sea, q u e aun sin el artículo, significa el
único verdadero Dios.
13
Teoría insostenible
Exam ínense las siguientes referencias, en las cuales en
versículos sucesivos y hasta en la misma sentencia, se em­
plea el artículo en relación con I ’heós; Mar. 12: 26, 27;
Hech. 5: 30; 7: 2; y la conclusión será que la teoría “jeho-
vista" es insostenible. Especialmente en Luc. 20: 36-38
no hay articulo. Y sin em bargo e ste pasaje se refiere evi­
dentem ente a Jehová, el "Dios de A brahán, Dios de Isaac
y Dios de Jacob". Esto anula la pretensión de los "tes­
tigos” .
C onviene repetir el fundam ento gram atical en que nos
basamos, para evidenciar el grave error considerado. En
griego, el predicado generalm ente va sin artículo, pero
el sujeto casi siem pre lo lleva. Y cuando un nom bre está
cum pliendo la función de predicado en relación con otro
nom bre, el nom bre que hace de predicado, no lleva ar­
tículo. - t i
Diez renombradas autoridades
Para que resplandezca nítidam ente la verdad, vamos a
docum entar más a fondo lo que hemos afirmado. Invoca­
remos a diez renom brados gramáticos y reconocidos eru ­
ditos del griego.
1. Eti su gram ática Beginners of the Greek N eiv Testa-
m en t, página 63, W illiam H. Davis es term inante. Escribe:
“Obsérvese q u e el sujeto se diferencia del predicado, p o r­
que el sujeto lleva el artículo y el predicado no. Ejem plo:
H ó '¡'hcós, agripe, eslin. Dios es am or. En este caso, agripe
es el predicado, p o rque no lleva artículo, al paso que Theós
lo lleva".
2. Los autores de Beginner’s Greek B ook, A lien R. Bert-
ner y H erbert YV. Sinyth, en la página 50, declaran: “ El
predicado sustantivo o nom inativo generalm ente no lleva
artículo. Ejem plo: Strategós hén hó Kúros. C iro era ge­
n eral” .

14
3. A. Freire, en la página 178 de su Gramática Grega
(en p o rtu g u é s), confirma: “D elante del nom bre predi­
cado del sujeto, se om ite el artículo. Ejem plo: H óutos
henos hetairos hén. Este era un com pañero’’.
4. En la página 145 de Nogoes da L ingua Grega, Ar-
naldo de Souza Pereira, dice sentenciosam ente: “ En gene­
ral, el predicado no lleva artículo. Ejem plo: Kúros egéne-
to Basileús ton Pérson. C iro llegó a ser rey de los persas”.
5. El profesor E. C. Colwell, catedrático de la U niver­
sidad de Chicago, es considerado una de las mayores auto­
ridades del m undo en griego. En un extenso trabajo titu ­
lado: “A D efinite R ule for the N T Greek A rticle Usage”
(U na regla definida para el uso del artículo en el griego
del N T ) , afirma:
"U n predicado nom inal definido lleva artículo sólo
cuando va después del verbo. En el prim er versículo del
Evangelio de San Juan, se encuentra uno de los m uchos pa­
sajes q u e conform e a esta regla, sugiere la traducción de
un predicado com o n om bre definido. La ausencia del ar­
tículo antes de '¡'heos, no co n v ien e esc predicado en inde­
finido, p o rque éste va antes del verbo hén. En esa posición
podrá ser definido cuando lo requiera el contexto. Pero
en el Evangelio de San Ju an , el contexto no justifica tal exi­
gencia; p orque esa declaración, de ningún m odo puede juz­
garse extraña al prólogo del Evangelio, que llega a su
pu n to culm inante en la confesión de Tom ás, m encionada
en el capítulo 20: 28: ‘¡Señor m ío, y Dios m ío!’ ”
Esa afirmación, procedente de una de las mayores au ­
toridades en la m ateria, pulveriza el extravío “jehovista” ,
que insiste en la tendenciosa traducción: “el V erbo era un
dios”.
6. Invoquem os ahora el testim onio de otro profundo
helenista, el profesor Bruce M. Metzger, especializado en
el griego del N uevo T estam ento, profesor em érito del Se­
15
m inario Princeton, de Estados Unidos, que en su tra ­
bajo Jehovah W itnesses and Christ, com enta:
“Al em plear el artículo indefinido ‘u n ’, los traductores
[de la B iblia N uevo M undo] despreciaron el bien conocido
hecho de que, en la gram ática griega, los nom bres pue­
den ser definidos p or varías razones, sea que esté presente
el artículo definido o no. U na liase prepositiva, en la cual
el artículo no está expresado, en griego puede ser definida,
como realm ente ocurre en |u a n 1: I”.
7. O tro gram ático griego de renom bre universal es el
profesor J. W. W hite. En su lamoso l'irst Greek B ook,
página 266, define con propiedad la regla de la sintaxis
del artículo, al decir: "l In adjel ivo, ora preceda al artículo,
ora vaya después del sustantivo sin tener artículo, es siem­
pre predicado-adjetivo" |(l predicado nom inal].
Y para ilustrar esa tegla. <1 piolesot W hite cita una
frase griega lom ándola de dos versiones. M ikrai (pequeñas)
hdi (las) oikíai (casas) cisca (e i.m ). q u e s i g n i f i c a :
“ Las casas eran pequeñas". T u griego el orden es inverso.
Se nota que el adjetivo m il;mi (pequeñas) viene antes del
artículo (hdi) (las). Allí el adjetivo es el predicado.
Sin em bargo, hay otra m anera de esii ibir esa misma ora­
ción: H ái (las) oikíai (casas) m ikrai (pequeñas) eisen
(eran) . Y escrita así, esa m isma frase tam bién significa:
“ Las casas eran pequeñas". Sin embargo, se ve que el ad­
jetivo m ikrai está sin artículo y va después del sustantivo
precedido del artículo (hái oikíai, las casas) .
E n ambos casos, el sustantivo es siem pre oikíai (casas),
y el adjetivo m ikrai es infaliblem ente el predicado-adje­
tivo o predicado nom inal.
Ahora bien, a la últim a sentencia de Ju a n 1 :1 , se
aplica esta regla. Ante este hecho irrefutable, es evidente
q ue B. W ilson, au to r del E m phatic D iaglott, com etió un
craso erro r al trad u cir kai Theós én hó Lógos por “y u n dios
16
era el V erbo”. ¿Por qué? Lo repetim os. P orque Theós
(Dios) es predicado nom inal, que va antes del artículo
hó. El sujeto es Lógos. De esto no hay escapatoria. E nton­
ces, lo correcto es: “y el Verbo era Dios” .
8. W. M artin y N. Klann, tam bién doctos en griego,
en su obra Jehovah of ihe W ntchtow er, página 50 en ade­
lante, com entan la insostenible pretensión ruselita del
texto de Juan 1: 1, y llegan a la siguiente conclusión:
"C o ntrariam ente a las traducciones del E m phatic Día-
glott y del 'N uevo M undo’, la construcción gram atical
griega no deja n inguna duda de que esta traducción [la clá­
sica traducción "el Verbo era Dios”] es la única posible.
El sujeto de la oración es ‘V erbo’, y el verbo es ‘era’. No
puede haber objeto directo después de ‘era*; porque según
la regla gram atical, los verbos intransitivos no adm iten ob­
jeto. En cambio, piden predicado nom inal, el que se rela­
ciona con el sujeto, que en este cuso es ‘V erbo’ (Lógos) .
“Salta a la vista q ue Theós no necesita ningún articulo.
Y traducirlo por ‘un dios’, no sólo es una incorrección gra­
matical, sino tam bién un griego distorsionado, porque en
esa tercera oración de Ju an 1:1, l íteos es el predicado no­
m inal de era, y ciertam ente se relaciona con el sujeto, que
es Verbo (Lógos) ” .
9. W. C. T aylor, en su conocida hitrodugáo ao Estudo
do N I ' Grego, afirma: “ C uando se em plea el artículo, el
sustantivo es definido; cuando no se emplea, puede ser de­
finido o indefinido. . . N unca se debe hablar de ‘om isión del
artícu lo ’. El griego no om itió. . . sino que escribió según su
propia índole. No hay artículo, porque no era natural
usarlo. . .
“En general, el sujeto lleva artículo, pero el predicado
no lo lleva. H ó Theós agapé estin (Dios es am or, en 1 S.
Juan 4: 16). Dios es amor, pero el am or no siem pre es
Dios. En Ju an 1:1, Theós én hó Lógos, traducim os ‘La Pa-
17
J - R .D .J
labra era D eidad', y no ‘Dios era la P alabra’. P orque el
adjetivo sin artículo generalm ente es el predicado” (E di­
ción 1932, p;íg. 195).
10. La m ayor autoridad del idiom a heleno, tal vez sea
el profesor A. T . Robertson, quien además de su m onu­
m ental gram ática, escribió m ucho sobre cuestiones de lin ­
güística. y un tratado especial acerca del artículo. H a­
blando del uso del artículo y de su ausencia en Juan 1: 1,
llega a esta conclusión: “En el N uevo T estam ento. . . a u n ­
que aparece pros ton T heón, es m uchísim o más com ún en­
contrar el T h e os (sin a rtíc u lo ), especialm ente en las epís­
tolas” .
Una comparación iluminadora
Los testigos de (ehová insisten en que su traducción
“ un dios” es correcta, debido a la ausencia del artículo.
Pues bien. En Ju an 1: 18 dice: “A Dios nadie le vio ja­
más”. En el griego está textualm ente así: T heón oydeis
eóraken popote.
Analicemos esta frase. T heón ([a] Dios, en el acusativo
griego) , oydeis (nadie) , eóraken (vio) , popote (jamás) .
Como se nota, en esta frase no hay artículo. Por la ló­
gica de los “jehovistas”, Theós debería ser indefinido y
traducirse “ un dios”. Sin em bargo, en su Biblia N uevo
M undo, ellos trad u jeron ese texto así: “A Dios nin g ú n hom ­
bre lo ha visto jam ás” . Y no tradujeron “u n dios”, m enor,
creado, el Rey Jesús.
Debemos agregar que al pie de la página 1.159 de T h e
K ingdom Interlinear Translation, de 1969, de los testigos
de Jehová, con el propósito de apoyar su errada traducción
de Ju an 1:1. hay una larga lista de 35 pasajes de Juan, en
los cuales el nom bre predicado en griego tiene el artículo
definido. Con cs.is i iias quieren probar que la ausencia del
artículo en Ju.iu I: I, significa que allí Theós se debe tra­
ducir por “ un dios".
IX
Sin em bargo, se verifica que ninguno de esos 35 ca­
sos es sim ilar al de Juan 1 :1 ; porque en cada uno de esos
ejemplos, el nom bre predicado va después del verbo; y por
consiguiente apropiadam ente lleva el artículo, conform e
a la regla q u e ya citamos y que repetim os: “ U n predicado
nom inal definido lleva artículo cuando va después del
verbo” (F.. C. C o lw ell).
En ú ltim o análisis, esos 35 ejemplos, en vez de ser con­
trarios a la traducción usual y aceptada de que “ el Verbo
era Dios” , la confirm an, porque reconfirm an la regla del
debido em pleo del artículo definido en griego.

Otra prueba m ás
I.os “testigos” dan m ucho énfasis a la om isión del artícu ­
lo definido griego ju n to a la palabra "D ios”, en la frase “y el
Verbo era Dios” . Sin embargo, ignoran que esta form a de
om isión es com ún en griego con los sustantivos (nombres)
en una construcción predicativa. Allí, el em pleo del ar­
tículo haría q u e “V erbo” y “ Dios” fueran iguales; su om i­
sión refuerza el sentido: “ y el m ism o Verbo era Dios” .
El artículo om itido en Juan 1:1 , está om itido tam bién
en otras construcciones de ese mismo capítulo. Eso ocu­
rre cuatro veces, en los versículos 6, 12, 13 y 18; y en cada
caso se refiere a Dios mismo, y no a “ un dios”.
En Juan 13: 3 hay un hecho curioso y revelador, que
reduce a trizas la pretensión de los testigos. H ablando
de Jesús, dice: “ H abía salido de Dios, y a Dios iba”. A quí
la palabra “ Dios” ocurre dos veces; y en el original grie­
go, la prim era vez no lleva artículo y la segunda vez, lo
lleva. Sin em bargo, sería absolutam ente insostenible tra-
ilucir la prim era ocurrencia por “un dios”.
De la misma m anera, au n q u e la tercera frase de Ju an
I : I no lleva artículo, su correcta traducción es: “ el Verbo
era Dios”. Lo q ue prueba la deidad de Cristo.
11)
¿Quién es el "Yo soy"?
C O N SID ER E M O S otro claro texto del Nuevo T estam en­
to, que sin som bra de duda proclam a la preexistencia del
H ijo de Dios, y al cual los actuales ruselitas dan una in ter­
pretación m uy particular, para elu d ir la divinidad de
Jesús. Se en cu en tra en Juan 8: 58, y dice: “ Jesús les dijo:
De cierto, de cierto os digo: Antes que A brahán fuese, yo
soy’’.
Para evadir el sentido irreversible de la divinidad de
Cristo, claram ente explícita en las palabras "Yo Soy”, los
“testigos” recurren a un expediente reprobable. Sencilla­
m ente inventan un tiem po verbal inexistente en griego, al
que denom inan “ tiem po perfecto indefinido”, y le hacen
al texto decir: “Antes que Abrahán viniese a existir, yo he
sido”. Sin la m enor cerem onia elim inan la form a presente
del verbo “ser” , esto es, el “Yo soy” .
En la traducción “ jehovista” Interlinear Translation
en inglés, edición 1969, en la página 467, hay una nota
que de m anera dogm ática, declara (pie la expresión griega
Egó eim i (Yo soy) usada en ese lugar, se debe traducir en
el “ tiem po perfecto indefinido” , “Yo he sido” , y no “Yo
soy”.
Esa es una afirm ación atrevida sin el m enor funda­
m ento. R eproduzcam os el texto griego de Juan 8: 58:
E ipen aytois ho Jesús A m én am én légo hym in.
Les dijo Jesús: De cierto, de cierto os digo:
prín Ahraám genésthai Egó eimi.
Antes que A brahán fuese, yo soy.
20
De paso, notem os el em pleo de genésthai, q u e indica
nacim iento, engendram iento, es atrib u id o a A brahán. En
cam bio a Jesús se aplica eim i, q u e significa "ser existen te".

Tres ejemplos bíblicos


El gran gram ático Dr. R obertson, declara que eim i es
absoluto, lo q u e sencillam ente q uiere decir que no hay pre­
dicado expresado en él. Ese m ism o em pleo de eim i ocurre
tres veces más en el mismo Evangelio de San Ju an :
8:2 4 . “Si no creéis que yo soy (Egó e im i) , en vues­
tros pecados m oriréis”.
13:19. “ Desde ahora os lo digo antes que suceda, para
que cuando suceda, creáis que yo soy (Egó eimi)
18: 4 , 5. “ Jesús. . . se adelantó y les dijo: ¿A q uién bus­
cáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo:
Yo soy (Egó eim i) ”.
P ruebe el lector de alterar esos tres textos, y de leerlos
con la expresión “yo he sido”, y verá q u e el cam bio es
un contrasentido.
En todos esos lugares (Juan 8: 58; 8: 24; 13: 19 y
18: 5 ), la expresión griega es la misma. T am b ién es la
misma expresión usada por la versión griega de los LX X
o Septuaginta, en los textos de D eut. 32: 39, Isa. 43: 10 y
otros. T odos esos textos están en tiem po presente; y más
aún, indican un presente perdurable, sin fin; especialm en­
te en Juan 13: 19, donde Jesús dice a sus discípulos algunas
cosas antes que sucedan, para q u e cuando éstas ocurran,
ellos creyeran q u e “yo soy” (Egó eim i) .

Cristo se identifica con Jehová


Jehová es el único que conoce el fin “desde el p rin ­
cipio" (Isa. 46: 10) . De donde se llega a la conclusión de
q u e cuando Jesús dijo: “ Egó eim i”, se estaba identificando
con Jehová, estaba enunciando su deidad.
21
F.l idiom a griego jamás adm itiría la violencia de tradu­
cir esa expresión por ‘‘Yo he sido” . La única traducción
posible de Egó eim i es “Yo soy”. Y siendo que Jehová es el
único “Yo soy” (Exo. 3: 14; Isa. 44: 6) , se deduce q u e él y
Cristo son “u n o ” en sustancia, poder y eternidad. Esto es lo
q u e revela la Biblia, y debemos p referir creer en ella.
Los testigos de Jehová argum entan tam bién que en
Juan 8: 58, la frase “Yo soy” puede estar em pleada en el
llam ado “ presente histórico”. Ese es otro error, porque
au n q u e existe el tiem po verbal denom inado “presente his­
tórico” , de n in g ú n m odo se puede aplicar a este texto. Sen­
cillam ente p o rque Jesús no estaba narrando. Estaba ha­
blando, discutiendo, advirtiendo a sus oyentes. De acuer­
do con la regla gram atical, el presente histórico se em plea
sólo en las narraciones y no en el discurso com ún.

El "Yo soy” en la Septuaginta


Exam inem os en la Septuaginta, o Versión de los LXX,
la expresión “ Yo soy”, q u e se refiere a Jehová. En varios
textos, como en Gén. 17: 1, Sal. 35: 3, Isa. 43: 10-13, Jer.
3: 12, 23: 23 y otros, se usa la expresión Egó eim i. En la
m ayoría de los casos, sencillam ente es la traducción del
pronom bre hebreo personal, prim era persona singular, ani
(y o ). ¿Por qué? Porque en hebreo este pronom bre perso­
nal tiene dos formas, la forma sim ple ani, y la llam ada for­
ma reforzada o enfática anoki.
En la gram ática hebrea de J. T ouzard, en francés, pá­
gina 158, está la siguiente observación: “ Las formas hebreas
de los verbos incluyen el sujeto; y por esta razón, los pro­
nom bres personales separables (ani y anoki) no se em ­
plean, sino cuando se quiere dar énfasis o realce al autor
de la acción expresada por el verbo”.
De ahí se deduce que en los m encionados pasajes bí­
blicos, el p ronom bre personal ani (yo) aparece separado,
22
con el propósito de dar énfasis a la Persona, q u e en los
textos m encionados es Jehová. Necesariam ente la traduc­
ción de “Egó eim i” es correctísim a, y significa “Yo soy” .

Sentido exacto del "Yo soy"


J. H. B ernard, en la página 118 del tom o 2 de su Cri-
tical and Exegetical C om m enlary of St. John (C om entario
crítico y exegético de J u a n ) , al com entar Ju an 8: 58, dice:
“ El ‘Egó eim í’ (Yo soy) usado por Jesús refleja la ma­
nera apropiada y peculiar en que Dios habla de sí mismo
en el A ntiguo T estam ento. En boca de Jesús, refiriéndose
a su propia persona, esta expresión implica su divinidad,
y es exactam ente eso lo que Jesús quiere dar a en ten d er”.
No hay duda de que al decir “Yo soy” , Jesús quiso decir
a los judíos: “Yo soy Jehová” ; porque así lo entendieron
ellos. Y tan bien lo entendieron así, que quisieron ape­
drearlo, p o rque abiertam ente Jesús se proclam aba Dios,
en igualdad con Jehová. Y eso los judíos lo consideraban
una blasfemia, pecado punible con la m uerte, de acuerdo
con su ley civil (Lev. 24: 1 6 ).
A nte este hecho innegable, los testigos de Jehová dicen
que los judíos quisieron apedrear a Jesús, porque él los
llam ó hijos del diablo (Juan 8: 44). Si esto fuera cierto,
¿por q u é no intentaron apedrearlo en otra ocasión en que
los trató de “serpientes, generación de víboras” (Mat. 23:
33) ? La respuesta es sencilla. Fue porque en esta ocasión
no había base legal para apedrearlo. Por dura que fuera
esa reprobación, no im plicaba crim en de blasfemia.
Esta cuestión queda inapelablem ente aclarada con las
palabras de los mismos judíos, registradas en Juan 10: 33:
“ R espondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te
apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú siendo hom ­
bre, te haces Dios”. A nte esto, no hay argum ento que valga.
Pero los “ testigos” no se dan por vencidos, y vienen con
23
frivolidades que nada prueban. A n a lic e m o s algunas:
a) Dicen que cierta Traducción Am ericana vierte el
texto en discusión, de esta m anera: “Yo existía antes que
A brahán n aciera”. Esta traducción, de ningún m odo fa­
vorece la teoría unitaria. El pasado im perfecto “ existía”,
denota co n tin u id ad indefinida anterior al nacim iento de
A brahán. ¿C uánto tiem po antes de que surgiera A brahán
existía Cristo? De eso no hay m edida.
b) C itan la versión de Stage, que reza: "A ntes que
A brahán viniese a la existencia, Yo era”. Tam poco esto
abona la tesis arriana. Esta traducción confirma la pre­
existencia de Cristo de m odo ilim itado.
c) T am b ién citan a Lamsa: “Antes que A brahán na­
ciera, Yo era”. Eso no establece ninguna época en que Je­
sús hubiera sido creado; tan sólo afirm a la preexistencia
del H ijo de Dios.
En suma, esas versiones dicen que Cristo ha existido
desde un tiem po rem oto, inm ensurable. Allí A brahán era
sólo un p u n to de referencia, porque los judíos preguntaron
a Jesús: “¿Aún n o tienes cincuenta años, y has visto a
A brahán?” Si h u b iera m encionado a Satanás, Jesús h u b ie­
ra dicho: “Antes que Satanás fuese, yo soy” ; y “yo ya exis­
tía ”, o “yo era” —lo que al fin da lo mismo.
Los “testigos” alegan tam bién que dos traductores he­
breos adm itieron la traducción “ yo he sido”. Esto nada
prueba. El q ue dos traductores hayan vertido “yo he sido” ,
cuando esa traducción es inadm isible; sum ado a que los
“jehovistas” inventaron un tiem po verbal inexistente en
griego, no destruye el hecho de q u e la traducción correcta,
única, irreversible, es: “Yo soy”.

Un elocuente paralelo
Nótese este interesante paralelo. En Ju an 8: 58 se lee:
"A ntes que A brahán fuese, yo soy” (Egó e im i) . La Ver­
24
sión de los L X X vierte el Sal. 90: 2 así: “Antes q u e los
m ontes viniesen a la existencia, desde la eternidad hasta la
eternidad, tú eres (eimi) Dios” .
Ahí está el mismo verbo, em pleado en form a sem ejante.
¿Por q u é los “testigos” no alegan q u e aquí tam bién se debe­
ría traducir: ‘‘tú has sido Dios”?
En su traducción N uevo M undo, en español, los “ testi­
gos” vierten la parte final de este texto: “ tú eres Dios”, y no
“tú has sido Dios” .
Exo. 3: 14 consigna q u e Jehová respondió a Moisés:
"Yo soy el que soy. . . Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy
me envió a vosotros” .
En este texto en hebreo, está la palabra eheieh, com­
puesta del pronom bre y del verbo “ser”, y significa “Yo
soy”. A quí tam bién se nota q u e la traducción “Yo he
sido” no cuadra. Los más autorizados diccionarios hebreos
aplican esa expresión a Dios, con el sentido “Yo soy” , o “ El
que existe por sí m ism o” .

Otro recurso pobre


Los “ testigos” inventaron otro recurso al decir q u e la
Septuaginta vierte este texto de Exo. 3: 14 por “ho ón”;
es decir “ el ser”. Sin em bargo, "ho ón” significa “el que
es” , o “el q u e está” , o “el que existe” . Hay algunos usos
tales en el N uevo T estam ento, q u e confirm an este signifi­
cado, en tre ellos los dos siguientes:
1. Juan 1: 18. “ El unigénito H ijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer” , (En griego: M onoge-
ntfs huios ho ón éis ton kólpon toú patrós). Este texto
se refiere a Cristo como “ el que existe” , o “el que es”, o “el
que está” en el seno del Padre como Dios e H ijo U nigénito.
Eso no favorece al unitarism o; al contrario, refuerza la
deidad de Cristo. Porque la expresión ho ón (el que exis-
25
lo) es un títu lo de la Deidad, como en Exo. 3: 14; y puede
perfectam ente aplicarse a Cristo.
Por lo tan to , au n q u e la Septuaginta haya vertido ho ón
por “ el Ser”, eso no destruye el hecho de que Cristo recla­
mó para sí idéntico título.
2. Juan 3: 13. ‘‘Sino el que descendió del cielo” (En
griego: E i m é ho ek toú ouranoú katabás) , A quí está la for­
ma ho ek, q u e significa “que procede”, "el que viene" del
cielo. Este texto tam bién afirma el divino origen de Je­
sús, “el que descendió” del cielo.

26
"¡Señor mío y Dios mío!"
EL P R O P O S IT O de este capítulo es reafirm ar la divini­
dad de Jesús, nuestro grandioso Salvador y Sanador. Con­
sideremos aquí la pronta y decisiva respuesta del apóstol
T om ás, ante la evidencia concreta de la resurrección del Se­
ñor, esa resurrección q ue certificó su divinidad.
El relato se halla en Juan 20: 28, y dice: “ Entonces T o ­
más respondió y le dijo: ¡Señor m ío, y Dios m ío!” Ese fue
un acto de adoración q u e T om ás rindió a “Dios m anifes­
tado en carn e”.
La sim ple lectura de este texto: “ ¡Señor m ío, y Dios
m ío!”, no deja duda acerca de la divinidad de Cristo, pro­
clam ada por T om ás de m odo categórico, formal e incisivo.
Analicem os el texto en su original griego, traducién­
dolo literalm ente:
A p ek rith e T hom ás kai éipen autó ho K írios m oy
Respondió T om ás y dice le: ¡el Señor mío
kai ho T heós moy.
y el Dios mío!
Esta expresión de Tom ás: "H o Theós m oy”, sólo se
puede trad u cir por “ ¡Dios m ío!” T a n to es así, q u e hasta
el mismo E m phatic Diaglott traduce el “ho Theós m oy”
por “ ¡oh Dios de m í!”, o “ ¡Dios m ío!” .
Hasta el lector lego puede notar en el original griego,
la presencia del artículo ho, tanto antes de Kírios (Señor)
como antes de Theós (Dios) .
La presencia del artículo definido en este lugar es m uy
significativa, p o rque —de acuerdo con el argum ento dog­
27
m ático de los mismos testigos de Jehová— la existencia del
artículo distingue al Dios verdadero y único Jehová, de un
“dios” secundario e inferior. Entonces, tenem os aquí una
prueba acabada, que ellos mismos proveen, de que T om ás
se dirigió al Dios único: a Jesús, uno con Jehová.
Eso mismo se com prueba tam bién en la traducción al
español de la B iblia jehovista N uevo M undo, que vierte la
exclamación de Tom ás, así: “ ¡Mi Señor y m i Dios!” Esta
es una confesión de que T om ás reconoció que Cristo era
Jehová Dios en persona.

Cristo confirma su deidad


A pesar de todo, los testigos reiteran su doctrina arriana
y niegan la divinidad de Cristo, insistiendo en que él es
“ un dios” de segunda categoría, creado en tiem po remoto.
Para ver la hermosa verdad acerca de la naturaleza d i­
vina de Crislo, basta este sencillo razonam iento. Al Cristo
resucitado, T om ás lo llamó: Dios-Jehová (en vista del ar­
tículo definido ho antes de T heós, como lo quieren los tes­
tigos) . Y Cristo no protestó, ni negó esa calificación d i­
vina, sino que la confirm ó plenam ente al decir, en el ver­
sículo 29: “ P o rq u e me has visto, Tom ás, creiste; bienaven­
turados los q u e no vieron, y creyeron”. Entonces ninguna
distorsión del texto podrá alterar el pensam iento básico;
a saber, q ue Cristo Jesús es Jehová Dios.
El p u n to capital es éste: ¿Existe otro “dios” además
de Jehová? Las Escrituras dan la respuesta: “No hay más
Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de
mí. M irad a m í, y sed salvos, todos los térm inos de la tie­
rra, porque yo soy Dios, y no hay m ás” (Isa. 45: 21,22.
Ver tam bién Isa. 37: 16-20; 4 4 :6 ; etc.).
Cristo es Dios —uno con el Padre, en sustancia, en na­
turaleza y poder. Al decir: “ ¡Dios m ío!” , T om ás adoró a
Cristo, la encarnación resucitada de la Deidad.
28
Una Alentadora Verdad
HAY un texto del apóstol Pablo q u e exalta la soberanía
de Cristo y lo considera como augusto agente de la crea­
ción. En forma inequívoca proclam a su divinidad. Dice en
Col. 1: 15 al 17: "El es la im agen del Dios invisible, el p ri­
m ogénito de toda creación. P orque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en ios cielos y las q u e hay en
la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios,
sean principados, sean potestades; todo fue creado por me­
dio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y to­
das las cosas en él subsisten” .
Siendo que vamos a tratar con un grave atentado con­
tra este texto, reproduzcam os su original griego, con la tra­
ducción literal en tre líneas:
H ós estin eikón toú T h eo ú toú aorátou,

El cual es im agen del Dios del invisible,


protótokos pases ktiseos, hoti én autó
prim ogénito de toda creación, porque en él
ektislhe la pdnta la en tois ouranóis
fueron creadas todas las cosas en los cielos
kai epí tés gés. . . T á p á n ta di autoú
y sobre la tierra. . . T odas las cosas por m edio de él
kai eis autón éktistai. Kai autos estin pró
y para él fueron creadas. Y él es antes de
pánton. Kai tá pdnta en autó sunésteken.
todas las cosas. Y todas las cosas en él subsisten.
29
Palabras que no existen
Da pena ver la alteración de este claro texto divino
en la traducción N uevo M undo, en inglés y castellano, con
palabras agregadas, como se verá a continuación: “El es
la imagen del Dios invisible, el prim ogénito de toda la crea­
ción; p o rque p o r m edio de él todas (las otras) cosas fue­
ron creadas en los cielos y en la tierra, las cosas visibles y
las cosas invisibles, 110 im porta q u e sean tronos, o señoríos,
o gobiernos, o autoridades. T odas (las otras) cosas han sido
creadas m ediante él y para él. T am b ién él es antes de to­
das (las otras) cosas y por m edio de él se hizo que todas
(las otras) cosas ex istieran”.
En este pasaje, las palabras “las o tras”, que no constan
en el original, fueron insertadas cuatro veces sin ninguna
justificación. Esas palabras son un agregado sin ningún
sentido, a no ser sugerir la errónea cristología arriana.
Para justificar este atrevido atentado contra la Palabra
de Dios y contra su A utor, la traducción N uevo M undo en
inglés, en una de sus ediciones, trae una nota al pie, que
alude a Lucas 13: 2 ,4 , pasaje que no tiene ni la más re­
mota relación con el texto paulino considerado.
Leyendo esos textos de Lucas en el griego, se verifica que
las palabras “ las otras” , no existen en absoluto, a pesar de
que alguna versión las consigna. T am poco constan en la
Biblia jehovista N uevo M undo en español. Ese agregado
—“las otras”— podría adm itirse en el texto de Lucas, don­
de Jesús contrasta ciertos galileos con otros galileos; pero
en Col. 1: 15 al 17, jamás se podrá adm itir ese agregado,
sólo para p ro b ar un punto doctrinal.
Esas palabras agregadas son totalm ente inadecuadas, y
no se puede citar ninguna autoridad en griego en abono
de tal desacierto. Además, todo el contexto es una exal­
tada y superlativa descripción de Jesús, imagen del Dios
.SO
invisible. Leyendo Ju an 1 :3 y Heb. I: 1-3, se tiene el
sentido exacto de lo que Pablo afirm a en Col. 1: 15-17.
Si Pablo hubiera querido decir “las otras” , hubiera
escrito (ta) álla, pero no lo hizo. La adición de las palabras
"las otras”, aun colocadas entre paréntesis, tiene el sólo
propósito de igualar a Jesús a las demás cosas creadas. La
Riblia conm ina con las plagas apocalípticas a los que agre­
gan a la Palabra de Dios (Apoc. 22: 18).

¿Qué significa el primogénito?


Conviene que nos detengam os un poco en dos expresio­
nes m uy usadas p o r los testigos para justificar que Cristo en
su existencia preterrestre, fue "creado” por Dios, el Padre.
La prim era expresión es la frase: “ El prim ogénito de to­
da creación” (Col. 1: 15). Y la segunda está en Apoc. 3: 14,
donde dice: "El principio de la creación de Dios” . Los tes­
tigos procuran u n ir estos dos textos con Ju a n 1: 1, de su tra­
ducción deform ada, con lo cual quieren llegar a la conclu­
sión de que Cristo fue “creado”, que "tuvo un principio”.
Los jehovistas q u ieren que “prim ogénito” signifique
única y exclusivam ente “creado prim ero ”, antes de la crea­
ción general. Si fuese realm ente así Pablo hubiera escrito
protóktistos, que es la palabra griega q u e significa exacta­
m ente “creado p rim ero” . Pero Pablo escribió protótokos,
q u e significa cosa muy diferente, “prim ogénito”.
Nótese que la palabra “prim ogénito” tiene el elem ento
“ p rim o ”, que se refiere tanto a posición como a tiem po.
Esto es im portante. P orque Pablo se refiere no sólo a la
prioridad de Cristo sobre toda la creación, sino tam bién a
su soberanía sobre toda la creación. Lo que está im plicado
en el vocablo es una primacía sobre las cosas creadas. El
célebre J. H. T h y er, en su antiguo léxico griego-inglés, de­
clara que prótos es “prim ero, o eterno” . Idea de prioridad
y exaltación.
31
Los textos que estudiam os de nin g ú n m odo indican que
Cristo fuera un ser creado, a no ser en el sentido físico, en
ocasión de su encarnación (Juan 1: 14; Luc. 1; 35).
Agreguemos tam bién que en m uchos casos, prim ogéni­
to encierra la idea de importancia y no de prioridad. Por
ejem plo, en Exo. 4: 22, a Israel se lo llam a prim ogénito; y
sin embargo, Esaú nació antes que él. En Jer. 31: 9, a
F.fraín se lo llam a prim ogénito, au n q u e Manasés nació an­
tes que él. Es evidente que el sentido de “prim ogénito”
es de im portancia, dignidad, em inencia, y no la circunstan­
cia del nacim iento.
Más aún. De la misma fuente etimológica, viene la pa­
labra “prim icias”, q u e se traduce por “ prim eros frutos”.
En 1 Cor. 15: 20, Jesús es llam ado “ prim icias de los que
d u rm iero n ”, no por haber sido el prim ero en resucitar,
porque hubo resurrecciones anteriores a la de Cristo. El
sentido es de dignidad, exaltación, em inencia, soberanía.
E n el N uevo T estam ento, “prim ogénito” se em plea con
el sentido de la m áxim a exaltación de Cristo, el H ijo de
Dios. En Rom. 8: 29 leemos: "P ara que él sea el prim ogé­
nito en tre m uchos herm anos”. Y esto es nada más que
un énfasis de la posición privilegiada y honradísim a de
Cristo, en su calidad de H erm ano m ayor de la fam ilia re ­
dim ida por él. No se avergüenza de llam arlos “herm anos”
(H eb. 2: 11).
Hay tam bién una “congregación de los prim ogénitos”
(H eb. 12: 23) ; esto es, de los creyentes, q u e por haber na­
cido de nuevo, form an la iglesia de Cristo. Así, la primo-
g en itu ra indica siem pre la elevada posición de Cristo, y no
que él haya sido creado.

Sentido real de “Unigénito"


O tra palabra de la que abusan los testigos, es “ unigé­
n ito ”, q u e es la traducción del griego monogenés. Ellos
32
sostienen q u e significa “el único engendrado”, “el único
hijo ’’ nacido de Dios.
P artiendo de esa idea errónea, sugieren: Puesto que
cinco veces el N uevo T estam ento aplica esa palabra a
Cristo, él es una criatura. Y com o prueba citan el texto de
Juan 1: 18, tal como se halla en el Códice A lejandrino: “El
único Dios engendrado” .
M ientras tanto olvidan q u e los más autorizados léxicos
y gramáticos vierten m onogenés por “solo y único m iem bro
de una raza o u na especie, de ahí un ser único (mono) ”.
Esta definición, la más autorizada, fue extraída de L id d el
and Scolt Grcek L exicón, tom o 2, página 1.144.
Para reforzar la verdad de los hechos, citarem os tam ­
bién a los ilustres M oulton y M illigan, que en la página
416 de su vocabulario del griego del N uevo T estam ento,
traducen monogenés así: “El único de una especie. Solo.
Singular” .
Entonces, “ u n ig én ito” indica: Unico, singular, espe­
cial, alguien que es objeto de especial cariño. T a n to en el
griego clásico com o en el koiné, el griego del N uevo T es­
tam ento, el térm ino m onogenés trae la idea de “ único, so­
litario, solo, único m iem bro de una fam ilia p articu lar”.
A esta altu ra conviene n o tar que la Septuaginta —tan
del agrado de los testigos— tam bién em plea la palabra
monogenés con la equivalencia del adjetivo hebreo “ya-
chid”, que significa “solitario”. Así está en el Sal. 68: 6,
VM, por ejem plo. Esto denota que los traductores de la Sep­
tuaginta vieron en m onogenés el sentido de singular; de
ahí el realce q u e pusieron en “único”, “solo” , “ u n o ”
(m o n o ), y no en genus.
Si “u n ig én ito ” quisiera decir tan sólo “el único en­
gendrado” , como insisten los testigos de Jehová, entonces,
¿cómo in terp retan el texto de H eb. 11: 17, que afirm a
que Isaac fue el “ unigénito” de Abrahán? Pues la Biblia
33
í— R.D .J.
registra q u e A b rah án tuvo por lo menos ocho hijos: Is­
mael, el prim ero, nacido de Agar; Isaac, nacido de Sara; y
seis hijos más nacidos de C etura (Gén. 25: 1 ,2 ).
Pese a todo, Isaac fue denom inado “u nigénito”, no por
ser el único hijo, el único engendrado, ni por ser el hijo
mayor; sino por ser el hijo dilecto, el hijo de la promesa, y
p or eso A brahán lo amaba de m odo especial.
Lo mismo dijo Dios de Cristo: "Este es mi H ijo am ado,
en q u ien tengo com placencia” (M at. 3: 17). "H e aquí mi
siervo, a q u ien he escogido; mi Amado, en quien se agra­
da mi alm a” (M at. 12: 18). F.ste es el sentido de “ unigé-
n ito ”.
El principio de la creación
A ludiendo a Cristo, Apoc. 3: 14 usa la fiase: “ El p rin ­
cipio de la creación de Dios”. (En griego: H e arjé tés
kliseos toú T h e ú u ) .
H u b o tiem po en que los rusel itas (testigos de Jehová)
interpretaban esta expresión, com o si C risto dijese de sí
mismo q u e había sido “creado por Dios”. Pero esta tra ­
ducción es insostenible, debido al artículo ton, que en la
forma genitiva como está, equivale al español “de” . Si el
sentido fuera "creación por Dios” , estaría obligadam ente
la preposición ypo, lo que no ocurre.
Además, la palabra arjé puede ser correctam ente tra­
ducida por “o rig en ”, y el sentido exacto sería: "el origen
de la creación de Dios”. T a n to es éste el sentido de arjé,
que en su versión inglesa N uevo M undo de 1950, los tes­
tigos de Jehová traducen Juan I: 1 así: “ O riginariam ente
era el V erbo” . Así, arjé, con el sentido de principio, da la
idea de origen, fuente prim aria.
Q ueda refirm ada nuestra creencia bíblica y cristiana:
¡Cristo es Dios, la segunda persona de la T rin id ad !
N o ta del traductor. El sig u ie n te capitulo ofrece m uy significativas consideraciones
ac erca de “ en g e n d ra d a” , ‘'prim ogénito’* y la eternidad de C risto, n u estro D ios y
S alvador.

34
Dos Objeciones Explicadas
la . Objeción: "Te he engendrado hoy"
La declaración “T e he engendrado hoy” , de Heb. 1: 5,
se refiere a Cristo, pero no en el sentido de haber sido crea­
do, ni de un nacim iento espiritual ocurrido en ocasión de
su bautism o. Nótese que la Escritura aplica esa expresión
a varios eventos de la vida de nuestro Salvador:
1. A su encarnación. Heb. 1: 5, 6. “ Mi H ijo eres tú, yo
te he engendrado hoy” .
2. A su resurrección. Hech. 13: 32, 33. “Dios ha cum ­
plido. . . resucitando a Jesús: como está escrito tam bién en
el Salmo segundo: Mi H ijo eres tú, yo te he engendrado
hoy ”. Se puede leer tam bién Rom. 1: 3,4.
3. A su sacerdocio. Heb. 5: 5. “T am poco se glorificó a
sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo:
T ú eres mi H ijo, yo te he engendrado hoy”.

En su segu nda venida


Hay expositores que ven en “ T e he engendrado hoy” ,
de Heb. 1: 5, una aplicación a la segunda venida de Cristo.
W. E. Vine, en su Expository Dictionary of N ew Tes-
lamen t Words, tom o 4, página 49, dice: “ [En H ebreos 1: 6,
la palabra pálin, que significa ‘nuevam ente’] se em plea co­
rrectam ente en la Revised Versión. Esa versión la tradu­
ce así: ‘C uando él nuevam ente introduzca al prim ogénito
e n el m u n d o ’. Esto señala su segunda venida, que es puesta
cu contraste con la prim era, cuando Dios por primera vez
introdujo a su prim ogénito en el m undo” .
35
R otherdam , traductor muy citado por los testigos, tra­
duce H eb. 1: 6 de esta m anera: “C uando él q u iera intro­
ducir nuevam ente a su prim ogénito en la tierra h ab itab le”.
En este texto, la palabra griega pálin (que q u iere de­
cir, “de nuevo” , “otra vez”) se em plea en relación a
eisagáge (que significa “in troduce”) . Entonces, no hay
duda de q u e se refiere precisam ente a la segunda venida
de nuestro Señor.
Alguien podrá preguntar: Entonces, ¿no se refiere al
bautism o de Cristo? Es cierto que podemos tam bién in­
ferir una alusión al bautism o. No es una afirm ación di­
recta. En Luc. 3: 22, leemos: “T ú eres mi hijo amado;
en ti tengo com placencia”.
La versión R evised Standard com enta: “ ‘Hoy te en­
gendré’. Los principales códices no contienen esta frase,
excepto el de Reza. A lgunos Padres de la Iglesia se refie­
ren a este códice, como Justino, en su Diálogo con T rifo ,
capítulo 103; y C lem ente de A lejandría, en su Instructor,
capítulo 6. Pero estas bases son precarias”.
Notem os este hecho. Los testigos de Jehová rechazan la
legitim idad del texto de 1 Juan 5: 7. por no estar en los
códices antiguos. La misma precariedad existe para la de­
claración “ hoy te engendré” , de Luc. 3: 22. Y au n q u e se
aplique al bautism o de Jesús, no es exclusiva del bautism o,
ni prueba u n “nacim iento espiritual” de Cristo.

2a. Objeción: El Primogénito


R etornem os al tem a de Col. 1: 15 para u n a aclaración
adicional. “ P rim ogénito” (Del griego: protótokos) nunca
significó exclusivam ente, “el prim ero en nacer” ; sino que,
en v irtud de los privilegios de la prim ogenitura, pasó a de­
signar u n a persona em inente, dotada, respetable, digna de
especial atención; y eso desde antiguo. Ejemplos:
36
1. Exo. 4 :2 2 . “ Israel es mi hijo, m i prim ogénito
A pesar de que Esaú había nacido antes de Jacob (Isra e l).
Se prefiere al pueblo israelita; el sentido es de predilec­
ción. No se trata de prim ogenitura física.
2. Jer. 31:9. “ Efraín es m i prim ogénito”. A u n q u e Ma-
nasés nació antes, Efraín fue considerado prim ogénito sin
serlo físicamente. El sentido es dado de un m odo enfá­
tico en Jer. 31: 20, donde leemos: "E fraín hijo precioso” .
P rim ogénito significa predilección, honra especial.
3. Sal. 89: 20 y 27. “ H allé a David mi s ie r v o ;... lo
pondré por prim ogénito”. Sin em bargo, David era el ú l­
tim o de los ocho hijos de Isaí. Entonces, ¿por qué llegaría
a ser prim ogénito? No por la descendencia.
4. / Crón. 26:10. “Simri. . . no era el prim ogénito,
mas su padre lo puso por jefe”. De donde se ve que protó-
tokos significa más q u e descendencia física.
5. 1 Crón. 5: 2. José fue considerado prim ogénito, a u n ­
que era el undécim o hijo.
Com parem os la p rim ogenitura y sus privilegios con
Cristo, pata com prender m ejor por qué él es designado
“ prim ogénito” :
P R IM O G E N IT U R A C R IS T O
1. El p rim o g é n ito gozaba del rlc- 1. El señorío y el d o m in io perte-
recho del señorío, a u to rid a d necen al M esías. G en . 49: 50;
igual a la del p a d re sob re los R om . 8: 29.
h erm an o s. G en . 25: 23; 27: 29.

2. El p rim o g é n ito ten ía el priví- 2. C risto es el sacerdote. Sal. 110:


legio del sacerdocio. Nú,m, 3: -1; Heli, 5: (i; 7: 21; 4: 14,
12, 13; 8; IR,
! I I p rim o g é n ito era el h ere d e- 3. C risto es el in d iseu tid o h e re ­
je preferencia!, con u n a p a rte d e ro de todas las cosas. H eb.
m ayor q u e la de los dem ás. 1: 2; R om . 8: 17.
D cut. 21: 17.
Entonces, la p rim ogenitura de Cristo no significa q u e él
fu ria el prim er hijo, sino que en él se reúnen todos los pri­
37
vilegios de la prim ogenitura. El señorío, la parte doble de
la herencia, la respetabilidad, el sacerdocio; todo eso fue
atrib u id o a Jesús en el más am plio y com pleto sentido.
Conviene recordar que la palabra “p rim ero” viene del
latín “ prim us"; y q u e además de ser u n núm ero ordinal,
tiene tam bién el sentido de em inencia, distinción, privile­
gio, favor, prestigio. El p rim er alum no de una clase es el
más distinguido y aplicado. El jefe del gabinete en
los regím enes parlam entarios, es llam ado p rim er m inistro.
Porque la palabra prim ero indica preem inencia, y su au to ­
ridad sin n in g ú n carácter ordinal.
Así, la expresión griega de Col. 1: 15, “protótokos pases
ktiseos”, puede ser correctam ente traducida: “El Señor
de toda la creación” , com o la trad u jo Erasmo; o sea, prim er
au to r, p ro d u cto r original.
En Rom. 8: 29 aparece la palabra “ prim ogénito” apli­
cada a Cristo, dem ostrando de m anera inequívoca su pre­
em inencia; y nunca, ni rem otam ente, la idea de ser la
prim era criatu ra hecha por Jehová Dios. “ Para que él sea
el prim ogénito en tre m uchos herm anos” . N o dice “ el
prim ogénito de los herm anos”, sino “ entre m uchos herm a­
nos”. ¿Puede esto significar q u e Jesús sea el prim ero n a ­
cido en tre m uchos hermanos? En ningún caso.

Importante razonamiento
Ju an 1: 3 declara: “T odas las cosas por él fueron he­
chas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” .
Notem os la últim a parte: “Sin él [sin Cristo] nada de lo
que ha sido hecho, fue hecho” . O tra vez, reparem os bien:
nada fue hecho. Nada fu e creado sin Cristo. Entonces, él
mismo no fu e creado, porque él creó todo cuanto fue crea­
do, sin excepción de cosa alguna, de nada. Nada fue hecho
sin él, a no ser que él se creara a sí mismo. Pero Dios no
fue creado. Así, tam poco el H ijo fue creado.
38
"En Forma de Dios"
O T R O grandioso pasaje bíblico, q u e dem uestra la dei­
dad de Cristo y su inefable am or, y al cual los testigos de
Jehová dan un cariz arriano, se halla en Fil. 2: 6. R efirién­
dose a Cristo, ese texto dice: “ El cual, siendo en form a de
Dios, no estim ó el ser igual a Dios como cosa a que afe­
rrarse”.
Para m ayor claridad, vamos a exam inar el texto origi­
nal, con su traducción interlineal:
Hos en m orphé T h eo ú updrjon ouj
El cual en form a de Dios subsistiendo no
arpagmón hegésalo to (Hnai isa Theó.
usurpación juzgó el ser igual Dios.
Esa frase, debidam ente ordenada según el castellano,
quedaría con absoluta corrección así: “ El cual, subsistien­
do en forma de Dios, no juzgó que fuera una usurpación
ser igual a Dios”.
Salta a la vista el claro sentido de esta frase, es a saber,
que Cristo, teniendo la naturaleza de Dios, no consideró
que este hecho fuera para él una usurpación, algo inde­
bido a lo cual no tuviera derecho. P or eso, el siguiente ver­
sículo agrega: “Se despojó a sí mismo, tom ando form a de
siervo, hecho sem ejante a los hom bres” . Es decir, sin per­
der su divinidad, ad q u irió la hum anidad.
F.i helenista W illiam C. T aylor, en su obra didáctica,
lutrodug&o ao Esludo do Grego do N ovo T estam ento, edi­
ción de 1948, página 363, traduce Fil. 2: 6, en estas pala­
39
bras: “ El cual, existiendo esencialm ente en la naturaleza
de Dios, no consideró que era una presa [que retener]
estar en igualdad con Dios”.
Y a continuación, explica la razón de haber usado la
palabra “presa”. Agrega: “Presa (codiciar y retener, como
la leona asegura su presa o el salteador su despojo) ” .
El sentido de la palabra griega arpagmón tiene una
am plitud q ue es difícil traducir exactam ente. La versión
inglesa T h e L iv in g Bible, expresa este versículo en form a
llana y hermosa, al decir: “A unque era Dios, no dem andó
sus derechos a ser Dios ni se asió de ellos” .

Traducciones forzadas
A despecho de la m eridiana claridad de este texto en
el original y en las versiones clásicas, los testigos, en su sub-
traducción N uevo M undo, en castellano, lo vierten di­
ciendo: “ Q uien, au n q u e existía en la form a de Dios, no
dio consideración a un arrebatam iento, a saber, que debiera
ser igual a Dios”.
¿Nota el lector que el sentido es del todo diferente?
Con esa deform ación, los testigos procuran forzar la idea de
q u e Cristo desprecia la divinidad, q u e no le interesa ser
igual a Dios.
En su traducción Interlinear Translation of the Greek
Scriptures, de 1969, vierten el pensam iento paulino de
una m anera aun peor, a saber: “Q uien, aunque estaba exis­
tiendo en form a de Dios, no dio consideración a una cap­
tu ra; a saber, que él debiera ser igual a Dios” .
Así tuercen el lenguaje para forzarlo a fin de que con-
cuerde con su unitarism o, o sea, para dar la idea de que
Cristo no era igual a Dios, y de que hasta despreció ser
igual a él.
D escendiendo al terreno de la argum entación, los tes­
tigos de Jehová sostienen que la expresión “en form a de
40
Dios”, significa m eram ente “semejanza", ‘‘una figura ex­
tern a” .
Con eso parecieran desconocer la índole y la fuerza
de expresión del griego. El au to r ya citado, W . C. T aylor,
en la misma obra y en la página 393, afirma acerca de este
texto: ‘M o rp h é’ significa form a, im plicando el carácter
y la naturaleza esenciales. C ontrasta con ‘sjém a’, q u e sig­
nifica figura, semejanza exterior y efímera. En Fil. 2: 6 y 7,
‘m orphé’ destaca la naturaleza divina y la real hum anidad
de jesús; y ‘sjém a’ hace resaltar la fase pasajera de su h u ­
m illación”.
La palabra “ form a” q u e aparece en Fil. 2: 6, es exacta­
m ente ‘'m orphé”, lo q u e indica la naturaleza de Cristo.
En el versículo 7, la palabra para designar la figura h u ­
m ana de Cristo, es "sjém a”. Entonces, es preciso “ buscar
la sabiduría” y ver ‘‘con los ojos del en ten d im ien to ”.
Lo que escribió Sabatini Laíli, reafirm a lo q u e estamos
diciendo acerca de la divinidad de Cristo. En su obra
0 Logos E terno, en portugués, página 38, él explica: “En
eí texto de Eil. 2: 6-11, ocurren dos palabras cuyo sentido
se debe notar, p o rque revelan el definido propósito de
Pablo. Son ‘m orphé’ y ‘sjé?na’. La palabra ‘m orphé’ signi­
fica ‘form a’, y envuelve tam bién la idea de ‘sustancia’ o
‘esencia’. P or otro lado, la palabra ‘sjéma' tiene, entre
otros, el sentido de ‘form a’, ‘apariencia’, ‘sem ejanza’ y ‘fi­
gu ra’.
“Sófocles, por ejem pio, em plea la palabra ‘sjém a’ al
escribir; ‘ Tirannon sjém.a éjein’ (T iene aire o aparien­
cia de rey) . Esto significa que una persona puede te-
iier ‘aire o apariencia de rey’ sin serlo necesariam ente.
1V i o la palabra ‘m orphé’ (en contraste con sjéma )
denota la forma, la expresión interna de determ inada sus­
tancia, una forma íntim am ente relacionada con la natura-
lc/;i de esa su stan cia..,
41
"Al decir (versículo 7) que Cristo se 'despojó de sí
m ism o’, Pablo no está diciendo que Cristo renunció a su
naturaleza divina, sino que renunció tan sólo a la forma
o al m odo de su existencia como Dios. Como Lógos asarkós
(Verbo no e n c arn a d o ), Cristo es Dios en la forma, en el
modo de la existencia divina; como Logos ensarkós (Verbo
encarnado) , Cristo es Dios en la forma, en la esencia o sus­
tancia de la naturaleza hu m an a”.
Además, en su obra ya citada, página 309, T ay lo r afir­
ma que la palabra “uparjón, gerundio del verbo upárjo
(que significa: soy, e x isto ), indica una condición esencial u
original que perd u ra; en contraste con lo fugaz y acciden­
ta l”. Así, es correcta la traducción “subsistiendo an terio r­
m en te” , “existiendo esencialm ente”, porque tal es el im ­
plícito sentido del griego.

Admirable abn egación de Cristo


Un p rofundo helenista, J. 11. T haycr, en la edición de
1889 de su famoso T hayer’s C.rec.h English L exicón of the
N ew T esta m en t, explica el pasaje de Fil. 2: 6 de la si­
guiente m anera:
Cristo Jesús “au n q u e (cuando previam ente era Lógos
asarkós) tuvo la forma (en q u e aparecía a los habitantes
del cielo) de Dios (el Soberano, opuesto a m orphé dóulou ) ,
aun así, no juzgó que debía reten er o asegurar celosamente
esa igualdad con Dios” (pág. 418, colum na b ) .
Esta traducción es significativa, especialm ente porque
los jehovistas citan a T hayer com o autoridad, y realm ente
lo es. Pues entonces consideren la elocuente exposición
q u e él hace de este pasaje.

Otras versiones hermosas


A rth u r S. Way, hábil traductor de los clásicos griegos,
en T h e Epislles o) St. Paul, edición de 1921, página 55,
42
traduce esa parte así: “ El mismo, cuando subsistía en for­
ma de Dios, no se asió egoístam ente de su prerrogativa de
igualdad con Dios”.
Y el eru d ito G. R. Phillips, en la página 113 de su
Epistles to N ew Churches, de 1948, en una traducción pe­
rifrástica, vierte el texto así: “P orque él, q u e siem pre fue
Dios p or naturaleza, no se atuvo a sus prerrogativas de
igualdad con Dios; sino q u e se despojó de todo privilegio,
consintió en volverse esclavo por naturaleza y nació como
hom bre m o rtal” .
El reciente T h e M odern Layiguage N ew T estam ent,
New Berkeley Versión, de 1971, tiene ese pasaje tradücido
de este modo: “Q uien, aunque existía en form a de Dios,
no consideró q u e su igualdad con Dios era algo de lo cual
asirse”.
Así, la traducción que todas estas autoridades dan de
Fil. 2: fi, m uestra inequívocam ente que Cristo es Dios,
q u e depuso su exaltada gloria divina, y se rebajó a tom ar
la forma hum ana, para restaurarnos a la fam ilia de Dios.
¿Quién es el "Gran Dios"?
C O N T IN U E M O S escudriñando las anom alías de la tra ­
ducción publicada por los testigos de Jehová. E xam ina­
remos otros dos sutiles errores que han com etido en el
Nuevo T estam ento.
El prim ero de estos errores es el que han com etido en
T ito 2: 13. En su traducción N uevo M undo, en caste­
llano, consta: “ M ientras aguardam os la feliz esperanza y
la gloriosa m anifestación del gran Dios y del Salvador
nuestro Cristo Jesús”.
Con un poco de atención se podrá observar que el em ­
peño de esta traducción errónea consiste en forzar el texto
para que establezca dos “m anifestaciones” distintas y sepa­
radas; a saber:
a) “Del gran D ios”, por una paite,
b) “y del Salvador nuestro Cristo |esús”, por la otra.

El porqué de ese grave error


¿Por qué los testigos com etieron esa tergiversación en
su traducción, que viola flagrantem ente el sentido natural,
lógico y gram atical del texto? Sencillam ente, para elu d ir la
divinidad de Jesús. Porque la correcta traducción de ese
pasaje en las Biblias clásicas, señala una sola “m anifesta­
ció n ”, pues dice: “La m anifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo”. Se refiere a una sola p er­
sona. ¿La prueba? A nte todo copiemos el texto original
con stt traducción:
Prosdejóm enoi ten makarían elpida kai
A guardando la bienaventurada esperanza y la
44
epipháneian tés dóxes tou megálou T heoú kai
m anifestación de la gloria del gran Dios y

sotéros hem ón Jristoú lesoú.


Salvador nuestro Cristo Jesús.
A quí está el sentido natural, sin forzar ni desvirtuar
nada: “N uestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Una
sola entidad.
Una regla segura
La traducción que separa “el gran Dios’’ de “Salvador
nuestro Cristo Jesús”, además de abandonar la exactitud
del texto, entra en conflicto con la conocida “ regla de
Sharp”. Los que estudian griego saben que esta regla gra­
m atical establece: “C uando la conjunción copulativa kai
[que corresponde a ‘y’, en español], une dos nom bres del
mismo caso, si el articulo va antes del prim er nom bre y no
se repite antes del segundo nom bre, este últim o siempre
se refiere a la misma persona descrita por el p rim er nom ­
bre”.
D entro de este canon lingüístico del griego, es evidente
que para ser absolutam ente correcto, este verso de la carta
paulina a T ito , necesariam ente se refiere a una sola Perso­
na, a “ nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. ¡N in­
guna otra traducción es adm isible, ninguna otra cuadra!
El gran eru d ito helenista Bruce M. Metzger, catedrá­
tico norteam ericano, en su trabajo Jehovah’s W itnesses and
Christ, página 86, considera am pliam ente este caso, y
llega a la siguiente docum entada conclusión:
“ En apoyo de la traducción ‘nuestro gran Dios y Salva­
dor Jesucristo’, podem os citar em inentes gram áticos del
griego del N uevo T estam ento, entre ellos, los siguientes:
“ 1. P. V. Schmiedel, G ram m atik Des N eutestam entli-
<lien Sprach-ldioms, pág. 158.
45
"2. G. H. M oulton, A G ramm ar of Greek N ew Tes-
Inm ent, tam o 1, pág. 84.
"3. A. T . Robertson, A Gram m ar of the Greek N ew
T estam ent in the L ig h t of Historical Research, págs. 785
y 786.
"4. Blass-Debrunner, G ram m atik Des N eutestam entli-
chen, párrafo 276, 3.
“ Estos eruditos concuerdan en afirm ar q u e T ito 2: 13
se refiere a tina sola Persona, y por lo tanto sólo puede ser
traducido: 'N uestro gran Dios y Salvador Jesucristo' ” .
Y para term in ar la aclaración de ese desacierto, invo­
quem os la traducción F.mphalic Diaglott, m uy citada y
propagada por los mismos testigos de Jehová. Allí se vierte
T ito 2: 13 en estas palabras: “ Esperando la bendita espe­
ranza, el mismo aparecim iento de la gloria de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo”. Así, con sus propias palabras,
queda verificado su error.

Segundo error sutil


Pero los testigos no paran allí. R epiten el mismo
erro r en 2 Ped. 1: 1, últim a parte. En su traducción N uevo
M undo, en español, consignan: “ . . . por la justicia de nues­
tro Dios y del Salvador Jesucristo” .
De nuevo, pese a la regla de Sharp, hablan de dos jus­
ticias, una de “nuestro Dios”, y la otra “del Salvador Je­
sucristo”. Sin em bargo, en griego, este pasaje de la Biblia,
dice sencillam ente:

D ikaiosúne toú T h co ú hem ón kui Soleros


Justicia del Dios nuestro y Salvador
Jesoú Christoú.
Jesucristo.
Lo cual indica q u e se trata de la misma persona.
40
9
La "Sabiduría" Eterna
EN F.E octavo capítulo de los Proverbios, Salomón com­
pone una interesante alegoría para describir la excelencia
de la sabiduría. En lenguaje figurado, describe el surgi­
m iento de la sabiduría, su inescrutable antigüedad, su par­
ticipación en la creación, su inapreciable valor y su rego­
cijo con los hombres.
Ese es el pasaje del A ntiguo T estam ento que los testi­
gos de Jehová usan para trata r de dem ostrar que Cristo fue
creado. La traducción hecha por ellos, dice así: “Jehová
mismo me produjo com o el principio de sus cam inos”
(Prov. 8: 22, N uevo M u n d o ).
Con esa traducción quieren seguir la Versión de los
LXX, o Septuaginta, toda en griego, que consigna: “ El
Señor me creó. . y de la cual los arrianos del siglo cuar­
to de nuestra era tanto abusaron, con el fin de defender su
estram bótico unitarism o.
De esta forma fuerzan el verbo hebreo qdndh (que en
el texto aparece en forma im perfecta y pronom inal, qa-
n a n i), para q u e tenga el sentido de “crear” o “hacer”.
T o d o esto es insostenible. Podemos afirm ar con absoluta
seguridad q u e esa traducción es equivocada, tanto en la
Versión de los LX X como en la de los testigos de ¡ehová.
Los especialistas en lenguas semíticas, entre los cuales
se destaca el docto E. C. Barney, afirman que el verbo he-
I qánáh tiene el sentido de "engendrar” (cosa bien di-
Icirn te de crear, como veremos en seg u id a), “o b ten er”, y
< .|>ci ialm ente el sentido de “poseer” . Pero nunca significa
47
'hacer” o ‘crear". Se trata, pues, de un error de la V er­
sión de los LX X , adoptado por los jehovistas.

El texto original
Para com prender m ejor este punto, vamos a recons-
triiir los tres versículos en debate en el original hebreo, con
su traducción verbal:
Y cha ve qana ni rci’shith darkó
El Señor (me) poseía (en el) principio (de su) cam ino
(¿nedhen miphnlaiv m é ’az. M c ’olam
(déla) antigüedad (sus) obras desde. Desde la eternidad
rnissakti m ér’ish, m iqqadm ei’rec,
fui ungida desde el origen,antes del comienzo (de la) tierra,
b e’yn-tehim óth chó lalti.
cuando (no había) profundidad fui engendrada.
R educiendo los térm inos a su orden lógico, tenemos:
“ El Señor me poseía desde el principio de su cam ino, desde
sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui ungida, desde
el origen, antes q ue existiese la tierra. Fui engendrada a n ­
tes que hubiese abismos” .

Eternidad de la sabiduría
La clave del sentido se halla en la exacta traducción de
los verbos. Analicem os los tres casos en consideración:
I. En el versículo 22 aparece el verbo qán&h, cuya tra
ducción más exacta es “ poseer”, en el im perfecto. A pro­
pósito, O Novo Comentario da Biblia, de F. Davidson, con­
siderando este versículo, afirma:
“Poseía, es la traducción que dan las versiones p o rtu ­
guesas. (La versión de Valera, en español, traduce ese
verbo con el mismo sentido: poseía ) . Esto significa que
desde el principio la sabiduría de Dios estaba con él; . . .
48
“A quí no se refiere a que la Sabiduría fuera lo prim ero
en ser creado; p o rque l a sabiduría de Dios, lj s ciertam ente
inseparable de él. Por el contrario, debemos entender
q u e la Sabiduría estaba con él desde toda la eternidad”.
2. En e) versículo 23 aparece el verbo nassak, que algu­
nos vierten por “establecer” . Lo traducim os en forma de
participio pasivo. Los mejores léxicos hebreos le dan va­
rios sentidos: I) derram ar, 2) ofrecer iibaciones, 3) ins­
talar, 4) tejer, y 5) ungir.
El com entario bíblico de Davidson tiene la siguiente
explicación del versículo 23: “Ungida puede referirse a
que Dios nom bró a la sabiduría para realizar su tarea. Esa
palabra se usa con el sentido de consagrar. , . La sabiduría
precedió a todos los seres creados, y aun hasta las p rim iti­
vas profundidades. Pero eso todavía no es todo. La sabiduría
no sólo estuvo presente en la creación, sino que sirvió de
m edio de la creación” .
3. El versículo 24 tiene el verbo chul, al cual los buenos
diccionarios dan el sentido de “ retorcer” , “ agitar” , “tem ­
b la r” , y en poquísim os casos, “engendrar”.
C ualquiera q u e sea el sentido de chul (chólalti, debido
a la desinencia) , no cabe darle el sentido de nacim iento
físico, por el hecho de que todo el pasaje es una especie de
parábola. El sentido es m etafórico, figurado, y es im portan­
te tener esto en cuenta.
T am b ién estaría d entro de la lógica del hebreo, trad u ­
cir ese verso así: “Antes que hubiera abismos, yo vi­
bré” . Creemos q u e lo que Salomón quiso decir al referirse
a la Sabiduría de Dios fue esto: "Y o estaba con Dios en el
principio (y esto concuerda con Ju an 1: 2: “Este era en el
¡>i inripío con Dios”) , o en el principio de sus caminos o de
ln1' planes de la insondable econom ía divina. Desde la
'■/rniidad fu i ungida, desde el principio. . . Aparecí antes
iii ■|no hubiese abism os” .
49
i i; i i j
Todo revela inconm ensurabilidad de tiempo, pues el
lenguaje m etafórico del texto indica la eternidad de la
Sabiduría, o de Cristo: siem pre presente en Dios, en todo
tiem po presente con Dios, desde la eternidad presente con
Dios, fusionada con él.

¿Fue creado Cristo?


R eplican los testigos de Jehová que las expresiones
“ya de an tig u o ”, “antes de sus obras”, “antes de la tie rra ”
y otras sem ejantes, indican un tiem po en que Cristo sur­
gió; y que p o r lo tanto, fue creado. Veamos dos ejem plos
bíblicos q u e refu tan esta suposición.
F.l comienzo del Salmo 90 se refiere a Jehová de esta
forma: “Señor (el original dice Jehová), . . . antes q u e na­
ciesen los m ontes y formases la tierra y el m u n d o ,. . . tú
eres Dios”.
Pero los testigos no interpretan el Salmo 90 como que
Jehová haya sido creado en algún tiem po antes de la for­
mación del m undo.
En Dan. 7: 9 y 13, a Dios el Padre, suprem o Juez, se lo
describe com o el “Anciano de días”. A pesar de eso él es
eterno. N adie adm itiría que porque a Dios se lo describa
m etafóricam ente com o un personaje “de días” , él haya
tenido un comienzo o nacim iento. Lo mismo se aplica a
Cristo. La Biblia se debe in terp re tar con buen juicio e
im parcialidad, diferenciando el lenguaje figurado del
real.
El eru d ito Bruce Metzger, refiriéndose a las ideas de
los “testigos” acerca de Proverbios 8: 22, aduce: “Es un caso
flagrante de exégesis estrábica, abandonar la presentación
que el N uevo T estam ento hace de Jesucristo como de un ser
no creado, y echar mano de una interpretación discutible
de un versículo del A ntiguo T estam ento, como si ese texto
fuera la única descripción satisfactoria de Cristo. La apro­
50
piada m etodología, consiste en em pezar con el N uevo T es­
tam ento, y buscar en él los símbolos, vislum bres y profecías
cum plidos en Cristo Jesús” (.Jehovah Witnesses and Christ,
pág. 87).
Cómo entender la Biblia
Juiciosam ente, el Seventh-day A dventist B ible Com­
m entary (C om entario B íblico Adventista del Séptim o Día)
dice lo siguiente acerca de Proverbios, capítulo ocho:
“ Este pasaje es alegórico, y se debe cuidar de no for­
zar una alegoría más allá de lo q u e el escritor tenía en
vista. Las interpretaciones q u e se extraigan, siem pre de­
ben estar en arm onía con el resto de las Escrituras.
“Algunos han q u erido encontrar aquí apoyo a la idea
de que hubo un tiem po en que Cristo no existía, que fue
creado o engendrado por el Padre, al principio de la obra
que éste hizo de establecer un universo ordenado y h abi­
tado. Las conclusiones dogmáticas que se extraigan de pa­
sajes figurados o parabólicos son injustificadas. Los enga­
ñosos resultados de una conducta tal se dem uestran en la
in terpretación popular de la parábola del rico y Lázaro
(Luc. 16: 19-31).
“ Las pruebas de creencias doctrinales se deben buscar
siem pre en las declaraciones literales de la Biblia. A lgu­
nas declaraciones literales acerca de la eternidad de Cris­
to, se hallan en M iq. 5: 2; Ju a n 1: 1; 8: 54; 17: 5.
“ ‘En Cristo hay vida original, no prestada ni derivada’.
‘El Señor Jesús, el divino H ijo de Dios, existió desde la
eternidad, como persona distinta del Padre, y sin em bargo
era un o con él' ” (T om o 3, pág. 973) .
Entonces, llegar a la conclusión de que la alegoría de
Prov. 8 prueba la creación o el nacim iento de Cristo, o
es una desviación exegética, o una oposición a la verdad
bíblica de q ue el H ijo de Dios es divino, es decir, es Dios
(Juan 1 :1 ).
51
10
El Nombre Sagrado
EN E STE capítulo aparecen algunas aclaraciones elem en­
tales para evaluar m ejor la verdad de la Palabra de Dios.

Un idioma sin vocales


El idiom a hebreo se escribía con consonantes desnu­
das. No había vocales. El sonido de las palabras —su pro­
nunciación— se transm itía oralm ente por los rabinos, y eso
en los tiem pos bíblicos. Después, el hebreo cayó en desuso,
por m uchos años, debido a factores históricos inevitables.
T a n sólo en el siglo sexto de nuestra era em pezaron a
surgir eruditos en el idioma hebreo, llamados “ m asoretas”
(Del hebreo massorah, q u e significa, tradición) , q u e esta­
blecieron un sistema de puntos y señales para representar
las vocales, o m ejor dicho, los sonidos vocales abiertos y
cerrados. P or eso se las llam a “señales m asoréticas”. Se
colocaban debajo, encim a y hasta en tre las consonantes.
C onviene recalcar que esas anotaciones vocales no for­
man parte del texto sagrado original de la Biblia. El texto
del A ntiguo T estam ento se com pone de puras consonantes.
Por esa razón, la palabra que se conoce como Jehová, cons­
taba sólo de cuatro letras, esto es, de cuatro consonantes
hebreas: la iod, la hé, la van, y de nuevo la hé; las que for­
m an la palabra Y H V H o JH V H . Se acostum braba llam ar­
las el tetragram a, del griego, que q uiere decir “cuatro
letras”.
Pronunciación perdida
Es equivocado afirm ar q u e la pronunciación actual del
texto m asorético es exactam ente la misma que la de los
52
tiem pos bíblicos. Como ya dijim os, por diversos motivos
hubo una acentuada declinación del idiom a hebreo, a con­
secuencia de las dispersiones del pueblo hebreo, que pro­
du jero n un largo período de casi com pleto desuso de su
idioma. Además ocurrió un aflojam iento de las tradicio­
nes en tre los israelitas y aparecieron transform aciones na­
turales que el tiem po opera en un idioma.
La declarada razón de ser de los testigos de Jehová es
ésta: R eh abilitar el sagrado nom bre de Jehová, que ellos
proclam an que es exclusivo y específico de la Deidad; nom ­
bre despreciado y alterado por los “religionistas”. En vista
de eso, es juicioso conocer los hechos que giran en torno a
ese nom bre divino. Para eso citarem os a unas cuantas re­
conocidas autoridades.
En hebreo hay una palabra, qerí, que significa “lo que
se debe leer’’, y los masoretas la usaron escribiéndola al
m argen, para indicar correcciones del texto m anuscrito de
la Biblia. A propósito, el docto profesor G uillerm o Kerr,
dice en su Gramática Elem entar da L ingua Hebraica, pá­
ginas 90 y 9 1:
“C uando el escriba encontraba una palabra equivocada,
la m arcaba con un asterisco, colocaba sobre ella las vocales
de la palabra correcta, y al m argen escribía qerí (lo que se
debe le e r ), y entonces escribía la palabra correcta. . .
“ El qerí más com ún era el tetragram a del nom bre de
Dios, del pacto de Israel (J H V H ), que era considerado
inefable por el supersticioso escrúpulo de los hebreos para
pronunciarlo. Para evitar que alguien lo profanase, co­
locaban debajo de él las vocales a, o, a, de la palabra A donai
(S eñ o r). Eso se volvió tan com ún que no era preciso co­
locar más al m argen las consonantes de la lectura deseada.
El tetragram a con sus vocales. . . obligaba al lector a decir
en el acto: A donai”.
Y a continuación el profesor K err presenta la siguiente
53
sorprendente revelación: “Jehová no es el nom bre del
Dios de Israel, sino que resultó de u n error de leer el tetra-
grama inefable con las vocales de Adonai, cuando se reco­
menzó el estudio del hebreo durante el R enacim iento y la
R efo rm a ’’.
Antes de esa época, los m asoretas sólo colocaban las se­
ñas vocálicas debajo del tetragram a JH V H , au n q u e no se
conocía su pronunciación. Con todo, du ran te el R ena­
cim iento, cuando se reavivó el estudio de la lengua hebrea,
se cristalizó la forma Jehová.
El profesor K err concluye así: “Ya no se sabe cuáles
eran los verdaderos sonidos (pie se daban a ese nom bre; y
se supone por la etim ología q u e la forma original debería
ser Jave, tercera persona del verbo ayah (ser) ”.

No hay objeción a Jehová


A continuación transcribim os otra valiosa observación,
de los eruditos M artin y K lann, que consta en la obra
Jehovah of the W atchtow er, página 146:
“N in g ú n estudioso sensato de la Biblia objetará el
em pleo del térm ino Jehová en el Santo Libro. Sin em bargo,
en vista de q ue en el original sólo constan las consonantes
hebreas JH V H , sin vocales, su pronunciación es in d eter­
m inada, y al no tenerse certidum bre de ella, el fijar dog­
m áticam ente que su pronunciación sea Jehová, es ir más
allá de los lím ites de la verdad lin g ü ística ...
“T o d o estudiante del hebreo sabe que entre las con­
sonantes J-H-V-H se puede insertar cualquier vocal. Así,
teóricam ente, el nom bre divino podría ser Jeheva como
Jih ivi, sin com eter la m enor lesión a la gram ática del
idiom a”.
Para reforzar este hecho, citem os al erudito John D.
Davis, clásico lexicógrafo bíblico, q u e entre otras cosas
afirma: “Jehová, pronunciación com ún del tetragram a he­
54
breo Y H V H , uno de los nom bres de Dios, Exo. 17:15. El
nom bre original era ocasionalm ente em pleado por los
escritores más distanciados de la época mosaica, como Nehe-
mías. . . Era costum bre enLre los hebreos, cuando lo leían,
pronunciar la palabra A donai, Señor, en lugar de Jehová. . .
“A p artir del tiem po en que las señales masoréticas
se colocaron sobre las consonantes del texto hebreo, las
vocales de la palabra A donai fueron agregadas al tetra-
gram a YHVH. La puntuación de las vocales dio lugar a
la pronunciación ‘Jehová’, que se generalizó desde los
días de Petrus G alatinus, confesor de León X, en 1518. . .
Se cree que el tetragram a se pronunciaba la v e " .
En la declaración antecedente tenem os una inform a­
ción más precisa de la época en que surgió la pronunciación
Jehová, al comienzo de la Reform a religiosa del siglo XVI.

Un testimonio adventista
Veamos todavía algunas valiosas porciones del Seventh-
day Bible Commentary:
“H u b o grandes diferencias entre los eruditos acerca del
origen, la pronunciación y el significado de la palabra
Y H W H . Posiblem ente, Y H W H es una form a del hebreo
'ser’: y en este caso significaría ‘el E terno’, ‘el Existente’ ”
(tomo 1, pág. 172).
"Sin embargo, no se debiera pasar por alto q u e la
pronunciación conocida a través del texto bíblico hebreo
actual, es la que dieron los masoretas del siglo V II de la
era cristiana; que como sabemos ahora, difiere u n poco del
período del A ntiguo T estam ento” (Id., 34) .
“ Los judíos consideraban tan sagrado el título Y H W H
que no lo pronunciaban ni aún cuando leían las E scritu­
ras. . . . En su lugar leían Adonai. En consecuencia, la ver­
dadera pronunciación de Y H W H , que ahora se cree ser
Yalive, se perdió” (Id., pág. 172)
55
‘‘D u rante siglos, los judíos devotos, por tem or a p ro ­
fanar el santo nom bre, 110 lo pronunciaban. En su lugar,
cuando llegaban a la palabra Y H W H , leían 'Adonai, Se­
ñor'. . . T o d o lector judío principiante, al llegar a esta pa­
labra, leía ‘A donai’; aunque tenía sólo las vocales de la
palabra A donai, las agregaba a las consonantes de Y H W H .
Como este principio no fue entendido por los cristianos
que aprendieron a leer la Biblia hebrea a principios de la
Reforma, el divino nom bre de Dios se traducía por ‘Jehová’
y se pronunciaba de esa m anera” (Id., pág. 35).

Pronunciación incierta
Si los testigos de Jehová pretenden hoy restaurar la p ro ­
nunciación de “Jehová”, están construyendo una fábula;
porque procuran restaurar un vocablo incierto. Si q u ieren
restaurar un hecho acerca del uso de tctragrama, deberían
evitar pronunciarlo, sustituyéndolo por la palabra “Señor”,
cosa que estableció la cristiandad.
Si pretenden restau rar sólo el tctragram a, entonces de­
berían escribir apenas las consonantes JH V H en sus tra­
ducciones de la Biblia, dejándolas com o una expresión im ­
pronunciable. De cualquier m anera, nunca tend rán ellos
la seguridad de la exactitud del nom bre que pretenden
restaurar. Resum iendo el contenido de este capítulo, tene­
mos los siguientes hechos irrefutables:
1. En la Biblia hebrea original, sólo consta el tetragra-
ma JH V H , que aparece por prim era vez en Gén. 2: 4.
2. N o se conoce cuál ha sido la pronunciación exacta
de JH V H , y queda el desafío de probar lo contrario.
3. Por lo menos seis siglos después de Cristo surgie­
ron los masoretas, que idearon la escritura de las voca­
les hebreas; y entonces, debajo del tetragram a, colocaban
las mismas vocales de la palabra A donai, que significa
Señor.
56
4. El tetragram a llegó a ser leído “A donai” , por te­
m or a que fuera profanado o por superstición.
5. Apenas en el R enacim iento y al comienzo de la Re-
Corma se acuñó la escritura y pronunciación de la palabra
Jehová. A ún así, no se consideraba que fuera el único
nom bre de Dios.
6. Sólo con el relativam ente reciente brote del arria-
nismo de los testigos de Jehová surgió la agitación de usar
específicamente el nom bre de Jehová.

Siete nombres de Dios


Los testigos com eten un erro r al sostener que el único
y específico N om bre divino liaya sido siem pre Jehová; y
que ahora, en el siglo veinte, sean ellos comisionados a
“restau rar” ese nom bre.
La B iblia atribuye varios nom bres a la D ivinidad, to­
dos válidos y solemnes: JH V H , Adonai, Elohim , El, Elion,
El-Saddai. No creemos que haya u n nom bre privativo de
Dios, el creador de los cielos y la tierra, el autor del plan
de redención. Las razones que presentan los testigos en
defensa de la exclusividad del nom bre específico de Jehová
son débiles e inestables.
¿H abrá sido el nom bre de Jehová el prim ero en apare­
cer en la Biblia? ¡No! El prim er capítulo del Génesis m en­
ciona 28 veces el nom bre de Dios, pero en hebreo es
Elohim . Ejemplos: Gén. 1: 1, “ En el principio creó E lohim
los cielos y la tie rra ’’. En el versículo 2: “El E spíritu de
Elohim se movía sobre la faz de las aguas”. Versículo 3:
“Y dijo E lo h im : . . . Versículo 4: “Y vio E lohim que la luz
era b u en a”. Y así sucesivamente.
Gén. 1: 27 m enciona que Elohim creó al hom bre. Gén.
3: “ B endijo E lohim el sábado. Apenas en Gén. 2: 4
aparece p or prim era vez el nom bre Jehová; y aún así, va
asociado con Elohim. Dice ahí: “ El día que Jehová E lohim
57
hizo la tierra y los cielos” . Y en el versículo 7 se repite:
“Jehová E lo h im ” formó al ho m b re”.
P or lo tanto, a pesar de los nom bres, la D ivinidad es la
misma. Más adelante se encuentra la palabra “Jehová”
sola. En otros lugares se encuentra el nom bre A donai, en
otros El, y hasta E lion, El-Saddai, Jehová-Sabbaoth (El
Señor de los ejército s).
Citemos el caso de Juec. 13: 8. “Entonces oró M anoa
a Jehová (S eñ o r). y dijo: A donai (Señor) mío, yo te ruego
q u e aquel varón E lohim (Dios) que nos enviaste, vuelva
ahora a venir a nosotros” .
Para finalizar preguntam os: ¿A cuántos dioses se refiere
ese texto de Jueces 13: 8? ¿Cuántos seres divinos están in ­
volucrados en él?
La verdad es q ue Jehová, Elohim y A donai designan
a la misma persona de Dios, el único verdadero Dios, crea­
d o r y sostenedor de los m undos, y au to r del plan de reden­
ción. En vista del texto hebreo, no se justifica ninguna
diferencia de Persona basada en la diferencia de nom bre.
La palabra Jehová parece no haber salido de labios
de Cristo, y tam poco fue usada por sus seguidores inm e­
diatos. Cristo y los escritores del N uevo T estam ento cita­
ban las Sagradas Escrituras hebreas, y tam bién la V ersión
Septuaginta,' que vierte el tetragram a por K úrios (Señor,
en g rie g o ), con m ucha propiedad, ya que éste no se podía
p ro n u n ciar por tem or a la superstición de los rabinos.
Entonces, aq u í cabe la pregunta final. Si la Septuagin­
ta, o Versión de los LX X , fue vertida del hebreo al griego
por un grupo de eruditos judíos, ¿por qué esos celosos ju ­
díos no dejaron intacto el tetragram a; sino q u e en lugar
de eso, lo vertieron por K úrios (S eñ o r), como se ve en los
ejem plares disponibles de esa Versión?

1. E s tem erario a firm a r, como asunto indiscutible, que el te tra g ra m a ex istiera


en la Se]»tuaKÍnta original.

58
11
¿Es Cristo Jehová?
DESDF, la caída del hom bre y su enajenación de Dios,
el que siem pre ha tratado con los seres hum anos, tanto
du ran te el A ntiguo como du ran te el N uevo T estam ento,
ha sido Cristo Jesús. El mismo Em anuel que anduvo
sobre esta tierra, que dio su vida para salvarnos, es el que
la B iblia identifica con Jehová. Con suma frecuencia, el
nom bre Jehová alude al mismo Cristo. Veamos:

La crucifixión
JEHOVA CRISTO
“En aquel día, dice Jeho­ 1. Refiriéndose a Cristo: “Mi­
vá , . . . mirarán a mí, a rarán al que traspasaron”
quien traspasaron” (Zac. ( [uan 19: 37).
12:4,10).

La preparación del camino


“Voz que clama en el de­ “Voz que clama en el de­
sierto: Preparad camino a sierto: preparad el cami­
Jehová; enderezad calzada no del Señor” [En griego:
en la soledad a nuestro Kúrios, refiriéndose a Cris­
Dios” (Isa. 40: 3) . to] (Mat. 3 :3 ).

La piedra de tropiezo
“A Jehová de los ejércitos, 3. “Acercándoos a él [a Cris­
a él santificad; . . . él se­ to], piedra viv a,. . . pie­
rá. . , piedra para trope­ dra de tropiezo, y roca pa­
zar, y por tropezadero pa­ la hacer caer” (1 Ped. 2:
ra caer” (Isa. 8: 13, 14). 4, 8) .
59
Toda rodilla y toda lengua
JE H O V A CRISTO
4. "Por mí misino (Jehová) 4. “En el nombre de Jesús se
hice ju ram en to ,. . . a mí doble toda rodilla.. . y to­
se doblará toda rodilla, y da lengua confiese que Je­
jurará toda lengua” (Isa. sucristo es el Señor" (Fil.
45: 2 3 ). 2 : 10, 11) .

El escudriñador
5. "Yo Jehová, que escudri­ 5. “El Hijo de D ios,. . . dice
ño la mente, que pruebo esto:... toda 5 las iglesias
el corazón, para dar a ca­ sabrán que yo soy el que
da uno según su camino, escudriña la mente y el co­
según el f r u t o de sus razón; y os daré a cada
obras” (Jer. 17: 10). uno según vuestras obras”
(Apoc! 2: 18, 23).

La cautividad
6. "Subiste a lo alto, cauli- (i. “. . . del don de Cristo.
vaste la cautividad, tomas­ I’or lo cual dice: Subien­
te dones para los hom­ do a lo alto, llevó cautiva
bres” (Sal. 68: 18) . la cautividad, y dio dones
a los hombres” (Efe. 4:
7. 8) .

El Primero y el Ultimo
7. “Así dice Jehová.. . Yo 7. Jesús dijo: ‘‘No temas; yo
soy el primero, y yo soy soy el primero y el últi­
el postrero” (Isa. 44: 6). mo”. "El primero y el
postrero, el que estuvo
muerto y vivió” (Apoc.
1 :1 7 :2 :8 ).

El Alfa y la O m ega
8. “Yo soy el Alfa y la Orne- 8. Jesús dice: “Vengo pron-
ga, dice Jehová Dios, el to, y el galardón que doy
60
JEHOVA CRISTO
que es y que era y que vie­ está conmigo, . . . Yo soy
ne, el T o d o p o d e r o s o ” el Alfa y la Omega, el pri­
(Apoc. 1: 8, Traducción mero y el último, el prin­
Nuevo M undo). cipio y el fin” (Apoc. 22:
12, 13, Traducción Nuevo
Mundo) .

El gran 'Yo soy"


9. Dijo Jehová a Moisés: 9. " jesús le dijo: De cierto,
“Yo soy el que soy. Y dijo: tic cierto os digo: Antes
Así dirás a los hijos de Is­ que Abrahán fuese, Yo
rael: Yo soy me envió a soy” (Juan 8: 58).
vosotros” (Exo. 3: 14) .

Los cielos, obra de Dios


10. "Jehová. . . Desde el prin- 10. “Mas al Hijo dice:. . . tú,
cipio tú fundaste la tie­ olí Señor, en el principio
rra, y los cielos son obra fundaste la tierra, y los cie­
de tus manos. Ellos pere­ los son obra de tus manos.
cerán, . . . pero tú eres el Ellos perecerán,. . . pero tú
mismo, y tus años no se eres el mismo, y tus años
acabarán” (Sal. 102: 22, no acabarán” (Heb. 1: 8,
25-27). 10- 12 ) .

Rey de reyes
11. A Jehová el Padre se lo 11. De Cristo: “Pelearán con­
llama: “Bienaventurado y tra el Cordero, y el Corde­
solo Soberano, Rey de re­ ro los vencerá, porque é!
yes, y Señor de señores” es Señor de señores y Rey
(I Tim . Ci: 15, 16) . de reyes” (Apoc. 17: 14).

El nombre de Jehová
“Todo aquel que invoca­ 12. “Si confesares con tu bo­
re el nombre de Jehová ca que Jesús es el Se­
será salvo; porque en el ñor, . . . serás salvo”. “T o­
monte de Sion y en Jeru- do aquel que invocare el
61
JEHOVA CRISTO
salén habrá s a lv a c ió n ” nombre del Señor, será
(Joel 2: 32). salvo” (Rom. 10: 9,13).

La bondad de Jehová
13. "Gustad, y ved que es bue- 13. “Si habéis gustado la be-
no Jehová; d ic h o s o el nignidad del Señor, acer
hombre que confía en él” cándoos a él [a Gristó],
(Sal. 34: 8). piedra viva” (1 Ped. 2:
3, 4).

Palabras eternas
14. La palabra de Jehová es 14. La palabra de Jesús es
eterna: "Sécase la hierba, eterna: “El cielo y la tic-
marchítase la flor; mas la ira pasarán, pero mis pa-
palabra del Dios nuestro labras no pasarán” (Mat.
permanecerá para siem- 21: 35).
pre” (Isa. 40: 8).

El perdón de los pecados


15. “Dice Jeh o v á;... peído- 15. “/Quién puede perdonar
naré la maldad de ellos, y pecados sino sólo Dios?”
no me acordaré más de su “ El llijo del hombre tiene
pecado”. “Bendice alma potestad en la tierra para
mía, a Jehová, . . . quien perdonar pecados” (Luc.
perdona todas tus iniqui- 5: 21, 24).
dades” (Jer. 31:34; Sal.
103: 2, 3).

El Redentor
1(>. “Oh Jehová, roca mía, y 16. “Su amado Hijo, en quien
redentor mío”. “Nuestro tenemos redención por su
Redentor, Jehová de los sangre”. “La redención
ejércitos es su nombre, el que es en Cristo Jesús”
Santo de Israel” (Sal. 19: (Col. 1: 14; Rom. 3: 24).
14; Isa. 47: 4).
62
JEHOVA CRISTO

El Esposo divino
17. “En aquel tiempo, dice 17. Comparándose al esposo,
Jehová, me llamarás Ishi “Jesús les dijo: ; A caso
(mi m a r i d o ) “Como el pueden los que están de
go/.o del esposo con la es- bodas ayunar mientras es­
posa, así se gozará conti- tá con ellos el esposo?"
go el Dios tuyo” (Ose. 2: (Mar. 2: 19, 20).
16; Isa. 62: 5).

El buen pastor
18. "Jehová es mi pastor; na- 18. Dijo Jesús: "Yo soy el
da me faltará”. “Yo apa- Imen pastor; y conozco
centare a mis ovejas, yo mis ovejas, y las mías me
les daré aprisco, dice Jeho- conocen,. . . y pongo mi
vá” (Sal. 23: 1; E/e. M: vida por las ovejas” (Juan
15). 10:14,15).

La luz de la vida
19. ‘‘Jehová es mi luz y mi 19. “Jesús les habló, diciendo:
salvación”. “Jehová te se- Yo soy la luz del mundo;
rá por luz perpetua” (Sal. el que me sig u e ,... ten-
27: 1: Isa. 60: 19). drá la luz de la vida”
(Ju an 8: 12).

La Roca, la Piedra
20. “Jehová, roca mía y casti- 20. De Cristo se dice: “Pongo
lio mío”. “J e h o v á ;... la en Sion la principal pie-
roca de nuestra salvación” dra del ángulo, escogida,
(Sal. 18: 2; 95: 1). preciosa”. “La roca era
C risto " (1 l’ed. 2 : 6 ; 1
Cor. 10: 4).
El Salvador
21. “Yo Jehová, . . . soy tu Sal- 21. “Un Salvador, que es Cris-
vador”. “Yo Je h o v á , y lo el Señor”. “Porque no
fi3
JEHOVA CRISTO
fuera de mí no hay quien hay otro nom bre.. . en que
salve” (Isa. 43:3, 11). podamos ser salvos" (Luc.
2: 11; Hech. 4: 12).

La verdad
22. “El nombre de Jehová 22. “Jesús le dijo: Yo soy el
proclam aré... D ios de camino, y la verdad, y la
v e rd a d ,... justo y recto” vida; nadie viene al Padre,
(Deut. 32: 4). sino por mí” (Juan 14:
6).

Dios inmutable
23. "Yo Jehová no cambio; 23. “Jesucristo es el mismo
por esto ,. . . no habéis si- ayer, y hoy, y por los si­
do consumidos” (Mal. 3: gl°s” (Heb. 13:8).
6).
El justo
24. "Jehová es justo”. “Justo 24. “Jesucristo el justo”. “El
es Jehová en todos sus ca- es fiel y justo para perdo-
minos” (Sal. 129: 4: 145: nar nuestros pecados” (1
17). Juan 2: 1: 1:9 ).
Digno de adoración
25. “No te has de inclinar a 25. Acerca de Cristo, Dios or-
ningún otro dios, p u e s dena: “Adórenle todos los
Je h o v á ,... Dios ce lo so ángeles de Dios”. "Que
es” (Exo. 34: 14). en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla” (Heb.
1: 6; Fil. 2: 10).

Omnipotente
2(>. “El Dios omnipotente te 26. “Jesús se acercó y les ha-
bendiga”. “El Todopode- bló diciendo: Toda po­
roso” (Gén. 28: 3; Apoc. testad me es dada en el
1 :8 ). cielo y en la tierra” (Mat.
28: 18) .
64
JEHOVA CRISTO

Dios eterno
27. Abrahán "invocó allí el 27. De Jesús se profetiza: “Un
nombre de Jehová Dios niño nos es nacido,. . . y
eterno*'. “¿No has oído se llamará. . . Admirable,
que el Dios eterno es Jeho­ Dios fuerte, Padre eter­
vá?” (Gen. 21: 33; Isa. no”. “Sus salidas son des­
4 0 : 28 ) . de. . . los días de la eter­
nidad” (Isa. 9: 6; Miq.
5 : 2) .

Omnipresente
28. “Oh Jehová, . . . si subiere 28. Cristo “ todo lo llena en
a los cielos, allí estás tú; y todo”. “ Donde están dos
si en el Scol hiciere mi es­ o tres congregados, allí es­
trado, he aquí, allí tú es­ toy en medio de ellos”.
tás”. “En él vivimos, y nos “Yo estoy con vosotros to­
movemos, y somos” (Sal. dos los días, hasta el fin
139: 1, 8; Hech. 17: 28). del mundo” (Efe. 1:23;
Mat. 18: 20; 28: 20).
Nuestro Creador
29. “Así dice Jehová Dios, 29. “Todas las cosas por él
Creador de los cielos,. .. fpor Cristo] fu e ro n he­
el que extiende la tierra; chas, y sin él nada de lo
el que da aliento al pue­ que ha sido hecho, fue he­
blo que mora sobre ella” cho” (Juan 1:3 ).
(Isa. 42: 5).
Dios Omnisciente
30. “Los ojos de Jehoi'á están 30. Cristo “sabía lo que había
en todo lugar, mirando a en el hombre”. “Y cono­
los malos y a los buenos”. ciendo Jesús los pensa­
“Todas las cosas están des­ mientos de ellos, . . .” “Sa­
nudas. .. a los o jo s de bía quién le iba a entre­
a q u e l . . . ” (Prov. 15:3: gar” (Juan 2: 25; Mat. 9:
Heb. 4: 13) . 4; Juan 13: 11).
65
12
"El Angel de Jehová"
O T R A im p o rtan te inform ación escriturística accrca de
la deidad de Cristo y de su identidad con Jehová se halla
en el hecho de que no se encuentra una distinción entre
Jehová y el ángel de Jehová. Se presentan como Uno, y
sin em bargo distintos el tino del otro.
En esas m anifestaciones Dios asum e la forma de un
ángel o de un hom bre, con títulos divinos, y acepta adora­
ción, que los ángeles com unes rechazan (Apoc. 22: 8, 9).
A veces el “ángel” , a veces "el ángel de Jehová", otras ve­
ces "el varó n ” , o "el ángel de su presencia” , o "el siervo” ,
se confunde con el mismo Dios,
N o vamos a citar todos los casos bíblicos, porque son
muchos: sólo algunos para ilustrar la tesis.
I. Aparece a Agar. Gén. 1 6 :7 ,9 -1 1 ,1 3 . “ La halló el
ángel de Jehová ju n to a una fu e n te ... Y le dijo el A ngel
de Jehová: Vuélvete a tu señora, . . . Le dijo tam bién el A n ­
gel de Jehová: M ultiplicaré tan to tu descendencia,. . . Ade­
más le dijo el A ngel de Jehová: l i e aquí que has concebido,
y darás a luz 1111 hijo, y llam arás su nom bre Ismael, porque
Jehová ha oído tu aflicción. . . Entonces [ella] llam ó el
nom bre de Jehová q u e con ella hablaba: T ú eres Dios que
me ve”.
A quí el “ángel de Jehová” se m enciona cuatro veces.
En el versículo 13 se lo llam a “ Jehová que con ella habla­
ba” : y finalm ente, allí mismo se lo identifica con Dios. N o
•se trataba de un ángel com ún, pues su lenguaje y sus a tri­
butos no son los de un mero ángel.
66
2. Aparece a Abrnhán. Gen. 22: 11.12. “ Entonces el
A age! de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abra-
h án ” . En seguida el ángel se llam a Dios a sí mismo, al de­
cir a A brahán: “ Ya conozco que temes a Dios, por cuan­
to no m e rehusaste tu hijo” .
3. Libra a Jacob. Gen. 48: 15, 16. Jacob “bendijo a
José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis
padres A brahán e Isaac, . . . el A ngel q u e me liberta de
todo mal, bendiga a estos jóvenes”. E) Dios de A brahán,
Isaac * Jacob es Jehová, y a él Jacob lo llamó “el ángel” .
La prueba está en Exo. 3: 4, 6.
4. Aparece a Moisés. Exo. 3: 2, 4. 6. 14. “Se le apareció
el Angel de Jehová en una llama de fuego, en m edio de una
zarza” . “Viendo Jehová q u e Moisés iba a ver, lo llam ó
Dios desde la zarza, y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre".
“Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros”.
Además, en todo Exodo 4 se llam a a Jehová “el ángel”.
5. Aparece a Gedeón. Juec. 6: 12, 14, 16, 21, 22, 23. “El
A ngel de Jehová se le apareció” a Gedeón. “M irándole
Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza”. “Jehová le dijo:
C iertam ente estaré contigo”. ”Y el ángel de Jehová desapa­
reció de su vista”.
“Viendo entonces Gedeón q u e era el ángel de Jehová,
dijo: Ah. Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová
cara a cara. Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor,
no m orirás” .
fi. El ángel del Sinaí. En Hecli. 7: 38. Esteban explica
que fue “el ángel” el que habló con Moisés en el Sinaí, y
que le dio “ las palabras de vida” , los oráculos divinos con­
tenidos en la ley.

El "Angel" es Cristo
L. B oettner dice: “A la luz del N uevo Testam ento, ese
ángel de Jehová que aparece en los tiem pos del A ntiguo
T estam ento, q u e habla como Jehová, que ejerce su poder,
q ue recibe adoración, y tiene autoridad de perdonar peca­
dos, no puede ser sino el Señor Jesucristo, quien, al igual
que ese ángel,
“ 1. Procede del Padre. Juan 16: 28.
“2. H abla por el Padre. Juan 3: 34; 14: 24.
“ 3. Ejerce el poder del Padre. Mat. 28: 18.
“4. Perdona pecados. M at. 9: 2, 6.
“5. Recibe adoración. Mat. 14: 33; Juan 9: 38.
“Sí ese Angel no fuese Cristo, entonces la pregunta:
¿Q uién será ese misterioso personaje, ese ángel? no ten­
dría respuesta” .
Así, este Angel de Jehová, no es otro sino Cristo, el
H ijo de Dios, el único m ediador entre Dios y los hombres.

68
13
La Deidad de Cristo
N O FU E sino trescientos años después que el Evangelio
de p r is to se estuvo predicando, en los términos puros del
N uevo Testamento, cuando “alguien” se propuso atacar la
creencia de los cristianos en la deidad de Cristo. El que
inició ese ataque fue Arrio, de A lejandría.
La m anera insólita de sus ataques dem ostró que hasta
aquella época, los cristianos creían en la divinidad de Cris­
to, sin n ing u n a sombra de duda. Era asunto exacto y cierto.
Mas los argum entos arríanos, en la forma en que fueron
elaborados, no eran la corrección de una herejía, sino una
objeción a una creencia prevaleciente. Ante este hecho, el
unitarism o es una herejía —una herejía que distancia al
hom bre de la gracia divina, y puede hacerle perder la sal­
vación que se halla en Cristo Jesús.

Cualidades com unes


Dice la Biblia: “ Jehová m ata, y él da vida” {1 Sam. 2: 6).
P or lo tanto, el poder de dar o q u ita r la vida es ele Jehová.
Y la misma Biblia declara acerca de Cristo: “Com o el Padre
levanta a los m uertos, y les da vida, así tam bién el H ijo a
los que q u iere da vida" (Ju a n íi: 21).
Alguien dirá que el Padre otorgó ese poder a Cristo,
Eso es m irar desde un ángulo errado, ia función del H ijo
y su subordinación. El salió, fue enviado, a ejercer la fun­
ción tem poral en la tierra, mas sin perder las virtudes inhe­
rentes a la D ivinidad. El L ibro inspirado dice más: “ El
postrer A dán”, Cristo, es “espíritu vivificante” (1 Cor.
69
15: 4 5 ). Esto corrobora la deidad del H ijo de Dios.
Con ánim o libre de prejuicio, reflexionem os en las si­
guientes afirmaciones, perfectam ente docum entadas con
textos bíblicos:
1. H o n ra r al H ijo es honrar al Padre. Ju an 5: 23.
2. Ver a Cristo es ver al Padre. J u a n 14: 7-9.
3. C onocer a Cristo es conocer al Padre. Juan 14: 7.
4. C reer en Cristo es creer en el Padre. Ju an 12: 44.
5. Cristo hace lo que hace el Padre. Juan 5: 19.
6. C risto resucita a los m uertos, igual que el Padre.
J u a n 5: 21.
7. Cristo tiene vida en sí, com o el Padre. Juan 5: 26.
8. T o d o lo q u e tiene el Padre es de Cristo. Juan 16: 15.
9. Cristo y el Padre son uno. Juan 10: 30.
Inevitablem ente esto lleva a la conclusión de que Cristo
es divino. Especialm ente las últim as dos declaraciones su­
madas, significan que, si Cristo posee lodo cnanto el Padre
posee, entonces, ¿por qué no puede poseer los títulos del
Padre, y por ellos participar tam bién de su intrínseca d i­
vinidad?

Los cam inos de Jehová


Las Escrituras revelan que Juan el Bautista preparó el
terren o para el m inisterio de Cristo. Vino antes que él, y le
preparó el camino.
Pues bien, Zacarías, el padre de Ju an el Bautista, en
su canto de alabanza, se refiere a Jesús como Jehová. Así
reza, hasta en la traducción de la Biblia N uevo M undo,
donde dice, en Luc. 1: 76: “En cuanto a ti, n iñ ito [Juan el
Bautista], serás llam ado profeta del Altísimo, porque irás
por adelantado ante Jehová para alistarle sus cam inos”.
Si los caminos de Jesús y de Jehová son los mismos, en­
tonces Jesús y Jehová son los mismos.
70
El Padre y eI Hijo unidos
Con el espíritu libre de prejuicio, pensemos en lo si­
guiente. En su prim era carta a los corintios, Pablo no
cesa de revelar notables vislum bres de la misteriosa pero
real relación que existe entre el eterno Dios y su idéntico
Hijo. En el prim er capítulo, Pablo declara que Cristo es
“Poder de Dios, y Sabiduría de Dios” . Por otro lado, Juan
escribió que Cristo “es el verdadero Dios, y la vida etern a”.
Estas (ios declaraciones unidas, identifican a Cristo como
Dios.
Ahora, si como sostienen los buenos testigos de Jehová,
Cristo, el “p o d er” y la “sabiduría de Dios”, no existieron
siempre, sino que tuvieron comienzo en algún tiem po,
entonces, en algún tiempo al l ’adre le faltó p len itu d y per­
fección. Porque si el H ijo de Dios, el Verbo, no fuera eter­
no, lógicamente, ni el Padre poseería eterna sabiduría y
eterno poder, debido a que Cristo es la plenitud de esas dos
virtudes. Veamos cóm o este argum ento se vuelve inexpug­
nable, al cotejar los siguientes cuatro versículos:
1, “Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”. 1 Cor.
I: 24.
2. Cristo “es el verdadero Dios y la vida eterna”.
1 Ju an 5: 20.
3. Cristo es “el resplandor de su gloria [de Dios], y la
imagen misma de su sustancia [de Dios], y q u e sustenta
todas las cosas con la palabra de su poder [el de C risto]”.
H eb, 1 :3 .
4, En Cristo “habita corporalm ente toda la plen itu d
de la D eidad”. Col. 2: 9.
La conclusión es inevitable: N inguno puede disociar­
se del otro; ni el Padre del H ijo, ni el H ijo del Padre; por­
que el “vaciam iento” del uno sería el “vaciam iento” del
otro.

71
La misma gloria
Isaías 42: 8 afirma: “Yo Jehová; este es mi nom bre; y a
otro no daré mi gloria” . Esta ú ltim a declaración se reitera
en Isa. 48: 1 1. Pero en Juan 17: 5, en su oración, Jesús re­
vela lo siguiente: “Padre, glorifícam e tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes que el m u n d o fuese".
El prim er texto destaca que la gloria divina es in h eren ­
te e intransferible, es parte de la sustancia de Dios. No se
puede dar a otro. N o se puede com partir.
todo, en su oración. Cristo proclam a que será glo­
rificado con la gloria del Padre; gloria que no le era nueva,
pues dice q ue ya la poseía ron el Padre.
En algunas ocasiones Cristo m ostró alguna vislum bre de­
esa gloria. D urante su transfiguración (Mat. 17: 2) . C uan­
do a la tu rb a que venía a prenderlo, le dijo: “Yo soy”
(Egó eimi) . Juan 1K: (i describe (pie esa m anifestación tu m ­
bó a sus captntadores en tierra. Y la misma gloriosa re ­
surrección de Cristo, fue prueba de su divina gloria.
Un testigo de Jehová quiso evadir esta verdad diciendo
que la palabra griega para, en Juan 17: 5, quiere decir
“a través d e ” . Pero eso es incorrecto. “ A través de” en grie­
go, sería diá. La palabra para en este texto, está en el caso
dativo y jam ás se puede traducir por “a través d e”. El mis­
mo T h ay er la traduce "con", “ junto con”. Entonces sería:
“ La gloria que tuve ju n to contigo” .
Esto pues re fi.-r/a la divinidad de Jesús.

¿Fue Esteban idólatra?


C uando los encolerizados judíos estaban apedreando a
Esteban, el p rotom ártir del cristianism o, él invocaba a
Dios, diciendo: ‘‘Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hcch.
7: 59).
Es inadm isible, y sobre todo pecaminoso, orar a quien
no sea Dios. Por lo tanto, si la opinión de los testigos de
72
Jehová fuese correcta, esto es, si Jesús fuera un espíritu
creado, entonces Esteban fu e un idólatra cuando oró a
quien no era realm ente Dios, a alguien q u e era una cria­
tura. Luego, Cristo es Dios, ele la misma naturaleza del
Padre.
La gloria de Cristo
En la visión que el profeta Isaías relata en el capítulo
seis de su libro, él vio en el tem plo la gloria de Jehová,
qu ien apareció acom pañado de un séquito de serafines.
¡Una escena inefable!
En Juan 12: 41 y 42 la Escritura revela que lo que vio
Isaías en aquella ocasión fue ln gloria de C risto, y habló
acerca de él. Pero la única gloria q u e presenció Isaías y
que relata en su libro, fue la gloria de Jehová.
Por lo tanto, la conclusión es que Jehová es el mismo
Jesús, y la gloria de ambos es la misma gloria.

Loor y dominio para siempre


En el libro del Apocalipsis, principalm ente en los capí­
tulos 1: 6 y 5: 13, el P adre y el H ijo se asocian en la recep­
ción de los loores, de la gloria, del dom inio por los siglos
de los siglos, y de la adoración, en absoluta igualdad. ¡Esto
es im presionante!
Sin embargo, el clím ax de esa asociación ocurre en la
últim a visión juanina, en la cual Dios y el C ordero se ha­
llan en un mismo trono. Apoc. 22: 1 lo expresa herm osa­
m ente en estas palabras: “ Después me m ostró un río lim ­
pio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía
del trono de Dios y del Cordero”. Esto indica unidad de
esencia.

73
14
¿Quién es el Espíritu Santo?
LOS testigos de Jehová enseñan que el Espíritu Santo es
una influencia, una fuerza activa de Dios, y nada más. No
adm iten su personalidad, y en consecuencia, su divinidad.
Con todo, las Escrituras enseñan algo m uy diferente.
Revelan q u e el Espíritu Santo es una Persona, y que ella
es divina. Lo seguro es quedar con las Escrituras, que pre­
sentan al E spíritu de Dios con características y cualidades
de una persona. Veámoslo.

24 Atributos del Espíritu Santo


1. T ien e voluntad, posee q u erer y determ inación. Rom.
8: 27.
2. Es agente consolador, abogado, instructor, am para­
dor. Juan 14: l(¡; 16: 7; 1 Juan 2: 1.
3. Se lo trata con el pronom bre personal “¿1”. Juan
16: 14.
4. Se lo nom bra entre otras personas. Hech. 15: 28;
Mat. 28: 19: 2 Cor. 13: 14.
5. Es otro Consolador: esto es, además de Cristo. Juan
14: 16. Siendo q ue Cristo es una persona, el E spíritu San­
to tam bién lo es.
6. T ie n e conocim iento y sabe las cosas divinas. 1 Cor.
2: II.
7. Enseña. Luc. 12: 12: Ju a n 14: 26.
8. Convence. Ju an 16: 8; (Jen. 6: 3.
9. Escudriña. 1 Cor. 2: 10, 11.
10. Im pide, prohíbe. Hech. 16: 6, 7.
74
11. Concede, perm ite. Hech. 2 :4 .
12. A dm inistra, distribuye. 1 Cor. 12: 11.
13. Habla. H ech. 10: 19; 13: 2; J u a n 16: 13.
14. T om a decisiones. 1 Cor. 12: 11.
15. Guía. Gál. 5: 18.
16. Anuncia. Juan 16: 14, 15.
17. P uede ser entristecido. Efe. 4: 30.
18. Intercede. Rom. 8: 26.
19. Llama. Apoc. 22: 17.
2(J. Puede ser resistido. Hech. 7: 51.
21. Se agrada. Hech. 15: 28.
22. Comisiona, Hech. 13:2.
23. Puede ser tentado. Hech. 5: 9.
24. Puede ser blasfemado. Mac. 12: 31, 32.
Se podrían agregar otras características de una perso­
nalidad, pero los rasgos m encionados son suficientes, para
probar de m odo innegable la personalidad del Espíritu
Santo; o sea, que es una Persona, un ser personal.

Deidad del Espíritu Santo


Acerca de la deidad del E spíritu Santo transcribim os
ocho puntos del excelente tratado del profesor Elem er Has-
se, L u z sobre o Fenóm eno Pentecostal, páginas 10 y 11:
"1. Es eterno como Dios. Heb. 9: 14.
“2. Es om nipresente como Dios. Sal. 139: 7-10.
“ 3. Es om nisciente como Dios. 1 Cor. 2: 10, 11.
“4. Es om nipotente como Dios. Sal. 139.
“ 5. Es creador como Dios. Job 33: 4; Sal. 104: 30.
“6. Es re-creador como Dios. Juan 3 :5 .
“ 7. Es Jehová como Dios. Com párese Jer. 31: 33, 34 con
Heb. 10: 15, 16; y tam bién Isa. 6: 3-10 con Hech.
28: 25-27.
“ 8. Es igual a Dios. H ech 5: 3,4. Y en 1 Cor. 2: 10 se
afirma que ‘el Espíritu Santo todo lo escudriña,
■75
aun lo profundo de Dios’. N ada inferior al mismo
Dios, podría escudriñarlo”.
Con todas estas evidencias bíblicas, los testigos de Jeh o ­
vá sinceros y libres de prejuicio, no podrán creer más que
el Espíritu Santo sea una m era ‘‘fuerza activa”, o una “em a­
nada influencia” , sino una Persona divina.

Otro Consolador
Cristo prom etió enviar a sus seguidores otro Conso­
lador. Pero era necesario esperar el retorno de Cristo al
seno del Padre, para enviar al otro Consolador. Si el Espí­
ritu Santo fuese una “ fuer/a activa” , no se necesitaría es­
perar nada, pues esa fuer/a ya estaría en todas partes y n e­
cesariam ente en la tierra.
La misma designación de "fuerza activa” para identifi­
car el Espíritu Santo conspira contra la tesis de los testigos
de Jehová. Si el Espíritu de Dios fuera tan sólo u n a fuer­
za activa, ¿tendría sentido decir: ‘‘C ualquiera q u e blasfe­
me contra la (u n z a activa [el Lexlo dice “ E spíritu Santo”],
no tiene jam ás perdón, sino q u e es reo de juicio etern o ”?
(Mar. 3: 2 9 ).
Si em pleáram os la nom enclatura de los testigos, ten­
dríam os que cam biar el pasaje de M at. 28: 19, para que
rezara así: "Bautizándolos en el nom bre del Padre, y de
un dios', y de la ‘fuerza activa’ ” , Usando esa nom encla­
tura, ¿tendrían lógica los siguientes textos?:
1. H ech. 15:28. ‘‘Ha parecido bien a la ‘fuerza activa’
y a n o so tro s..
2. H ech. 21:11. "Esto dice la ‘fuerza activa’: . .
3. Efe. 4: 30. “N o contristéis a la ‘fuerza activa’ . .
4. H ech. 5 :3 . "P ara q u e m intieseis a la ‘fuerza acti­
va’, . .
5. H ech. 13: 2. “D ijo la ‘fuerza activa’: A partadm e a
B ernabé".
76
De ninguna m anera, todo eso quedaría sin sentido.
Por lo tanto, ¡el E spíritu Santo es Dios, la tercera Persona
de la T rin id ad !

Cuadro sucinto de la Trinidad


Para abarcar, de una m irada, los atributos de las tres
Personas de la T rin id ad , notem os el siguiente cuadro:
El P ad re F1 H ijo E l E s p í r i tu S a n to
1. P 'jn Dios Isa . 40: 28 Rom, 9 : 5 H ech, 5 : 3 , 4
2. Son eternos D eut. 3 3 : 27 Isa. 9 : 6 lle b . 9 :1 4
j . Son creadores Isa. 42: 5 Ju an 1: 3 G en, 1 :2 ; Job 3 3 :4
4. Son om niscientes P r o v . 15: 3 M at, 9: 1 1 ( 'o r . 2 : 10, 11
5. S on om nipotentes (ién. 28: 3 M at. 28: 18 SaL 139
6. S on recreadores Isa. 65: 17 2 C o r. 5 : 1 7 J u a n 3: 16
7. T ien en m ente Rom. 11: 34 1 ( ’o r. 2 : 16 Rom. 8: 27
8. Son santos Tsa. 6 : J 3: 14 2 Cor. 13: 14
9. Son verdad D eut. 3 2: 1 J u a n 14: 6 J u a n 16 : 13
10. S o n re v e la d o re s D an. 2: 28 M a t. 1 1 : 27 1 C o r. 2 : 10
11. C o n o c e n el f u tu r o I s a . 4 6 : 10 J u a n 13 : iy H ech. 1 :1 6

Por cierto, hay m uchos otros rasgos de las Personas di­


vinas. Pero éstos son suficientes para ver la arm onía y la
unidad de atributos. ¡La divina T rin id a d es una m aravi­
llosa revelación de la Escritura!

77
15
La Divina Trinidad
AL C R E E R que Jesús es Dios, hacemos profesión de fe
trin itaria. Y la doctrina de la T rin id a d es verdadera, no
porque podamos entenderla, sino porque es u n hecho de
la Revelación. Y para los que creemos, esto pone fin al
asunto. No conseguimos entender el origen del mal, cómo
Lucifer se convirtió en Satanás, ni la m ilagrosa obra
del E spíritu Santo, ni tantos otros hechos. ¡Pero esos te­
mas son m ateria de Revelación divina, y eso basta!
Es infantil rechazar la doctrina de la T rin id a d por­
que ese térm ino 110 existe en las Escrituras. E 11 el libro
divino tam poco se encuentran las palabras Biblia, m ile­
nio, teocracia y otras, que no por eso rechazamos; por­
que lo que buscamos en las Escrituras son los hechos y no
la nom enclatura.
O tra falta de sentido es rechazar la doctrina de la T r i­
nidad tildándola de m isterio. Dios es un m isterio. Con
T rin id a d o sin ella. Dios es un m isterio. Cristo es un
m isterio, como lo dice en Col. 1: 26: “ El m isterio que ha­
bía estado oculto. . Con hum ildad aceptamos la revela­
ción q u e hacen las Escrituras, sin negar ni torcer las lím ­
pidas e inequívocas declaraciones de la Biblia acerca del
Padre, del H ijo y del E spíritu Santo.
La D eidad se halla constituida por tres Personas, todas
eternas, todas iguales, todas divinas; que son Una en esen­
cia, en propósito, en función. Dicho de otro modo, la T r i­
nidad es el organism o de la Deidad, es el m edio por el cual
se m anifiesta en relación con el hombre.
78
Por qué se niega la Trinidad
La negación de la T rin id a d proviene prim ero de un
gran error, el de conceptuar a las personas divinas como se
conceptúa a las personas hum anas.
"En teología, como en cualquier otra ciencia, existe la
necesidad absoluta de usar algunos térm inos técnicos.
C uando decimos que en la D ivinidad hay tres personas
distintas, no querem os decir con eso que cada una de ellas
sea tan separada de las otras com o un ser hum ano está se­
parado de los demás. A unque se diga q u e las tres Perso­
nas se am an, se oyen, oran la una a la otra, se envían la una
a la otra, testifican una de la otra; no hace sin embargo, que
ellas sean independientes entre sí. La autoexistencia y la
independencia son propiedades, no de las personas in d ivi­
duales, sino del Dios triu n o ” (L. B oettner, '¡'he T rin ity,
pág. 59).
En segundo lugar, la negación de la Trinidad viene por
la aplicación errada de textos bíblicos que hablan de la
subordinación del H ijo al Padre. Sin em bargo, Cristo
—q u e es Dios— fue hom bre tam bién. De ahí que se diga
que su naturaleza es divino-hum ana. Esa subordinación,
no es de esencia, sino de orden y operación. Cada una de
las Personas divinas tiene su esfera de acción, “como si fuese
una sociedad bien organizada”.
O tra razón de la negación de la doctrina de la T rin id a d
es la ignorancia o el prejuicio de ciertos escritores arríanos,
qu e suponen que creemos en tres dioses. Por ejem plo, en
la página 81 del libro jehovista Sea Dios Veraz, dice: “ La
doctrina, en breve, es que hay tres dioses en u n o ”.
A lo sumo, ésa es una conclusión q u e los testigos
quieren extraer; pero nunca es la creencia cristiana. Eso
nunca fue escrito o adm itido por ningún cristiano, en
ninguna época. Esa acusación de triteísm o es arbitraria. En
79
cambio, al jehovism o se lo podría acusar de biteísmo.
Al afirm ar (pie Jehová es el Dios todopoderoso, y que Cris­
to es un dios poderoso, ellos están creyendo en dos dioses.
U n Dios mayor que engendra a un dios m enor. Por lo
lauto, dos dioses, no im porta la categoría que procuran
darles.
Naturaleza incom parable
En la D eidad encontram os, por así decirlo, una forma
de personalidad sui generis, sin térm inos de com paración,
totalm ente diferente de lo «pie se llalla en el hom bre. La
Revelación asevera que cada mía de las Personas de la
T rin id a d posee en forma total, num éricam ente, la m ism a
sustancia. A q u í van los textos de prueba. Acerca de Cris­
to se afirma: “ En él habita corporalm ente toda la p len itu d
de la d eidad”. "Y o soy en i'l Pudre, y el Padre en m í” . "Yo
y el Padre uno somos". (Col. 2: Juan 14: 11; 10: 30).
A un cuando estaba en la tierra encarnado, Jesús es­
taba como Dios en la tierra y como Dios tam bién en el
cielo. Juan 1:18 confirma esta declaración. “ El unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Al h ablar con Nicodemo, C risto em plea el tiem po presente
del verbo. “ N adie subió al cielo, sino el que descendió
del cielo; el H ijo del hom bre, que está en el cielo” (Juan
3: 13) .
Es verdad q ue m ediante la razón jam ás llegaríamos a
una com prensión integral de la T rin id a d ; pero los que
“andan por fe y no por vista”, aceptan lo que la R evela­
ción presenta.

Diez pruebas de la deidad de Cristo


Jesucristo es Dios, p orque las Escrituras expresam ente
lo designan Dios. Enum erarem os los principales textos:
1. Juan 1: 1. “ En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios”.
80
2. Mat. 1: 23. “ Llam arás su nom bre Em anuel, que tra ­
ducido es: Dios con nosotros” .
3. Isa. 9: 6. “ U n n iñ o nos es n a c id o ,. . . y se llam ará su
nom bre. . . Dios fuerte, Padre Eterno".
4. Rom . 9:5. “Cristo, el cual es Dios sobre todas las
cosas, bendito por los siglos”.
5. Juan 20: 28. “T om ás respondió y le dijo: ¡Señor mío,
y D ias m ío l”
6. T ito 2:13. “ La m anifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo”.
7. Heb. 1: 8. “ Mas al \ lijo dice: T u trono, oh Dios, por
el siglo del siglo”.
8. 1 Juan 5:20. “ Jesucristo. Este es el verdadero Dios,
y la vida etern a”.
9. 2 Ped. 1: 1. “La justicia de nuestro Dios y Salva­
d or Jesucristo”.
10. Juan 10: 33. “T ú , siendo hom bre, te haces Dios”.

La fórmula bautismal
El texto trin itario más citado es sin duda, M at. 28: 19:
“ Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos
en el nom bre del Padre, y del H ijo, y del E spíritu Santo” .
Se m encionan claram ente las tres personas de la Dei­
dad: y sin embargo, la palabra “n o m b re” está en singular.
N o dice: Bautizándolos en los nom bres del Padre, y del
H ijo, y del Espíritu Santo” , para destacarlos como tres
seres separados. N ada de eso. Al contrario, reú n e a los tres
dentro de un solo nombre único.
Para los discípulos que recibieron esa gran comisión,
el único sentido que aprendieron fue, que de ahí en ade­
lante, Jehová pasaría a ser conocido por el nuevo nombre:
“Del Padre, y del H ijo, y del Espíritu Santo”.
81
Un saludo paulino
En 2 Cor. J.3: 14 se registra la bendición apostólica para
el uso litúrgico en las iglesias, expresada así: “La gracia
del Señor Jesucristo, el am or de Dios, y la com unión del
E spíritu Santo sean con todos vosotros”.
Se reú n en aquí las tres Personas de Dios, y se les atri­
buyen bendiciones redentoras.

Otras m enciones de la Trinidad


F.n 1 Ped. 1: 2 se lee: ‘'Elegidos según la presciencia de
Dios Padre, en santificación del Espíritu, para obedecer y
ser rociados con la sangre de Jesucristo”.
Las tres Personas surgen juntas en expresiones de espe­
ranza cristiana. Y sin em bargo, se refieren a un solo Dios.
En fud. 20 y 21 dice: ‘‘O rando en el Espíritu Santo,
conservaos en el am or de Dios, esperando la m isericordia
de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”.

Un texto discutido
Las versiones clásicas de la B iblia rinden 1 T im . 3: 16
de esta m anera: ‘‘Dios fue m anifestado en carne”. U na
nota del E m phatic Diaglott dice: “ Casi todos los antiguos
m anuscritos y todas las versiones dicen: ‘A quel q u e fue
m anifestado en carne’, en lugar de decir ‘Dios’ ”.
Esa nota es inexacta. Por más cpie algunas traducciones
y revisiones fiayan aceptado la versión: “A quel q u e ..
no es verdad q ue “casi todos los antiguos m anuscritos y to­
das las versiones” registren esas palabras. La palabra “Dios”
en ese texto, se halla en cuatro de los pocos m anuscritos
unciales q u e todavía existen. Hay 262 m anuscritos cursi­
vos; y de ellos, 260 tienen la expresión “Dios fue m anifes­
tado en carn e” .
Esta expresión se encuentra en trein ta ejem plares de los
apóstoles, en las versiones H arcleana, G eorgiana y Eslava,
82
y en las obras de los siguientes padres: del tercer siglo, en
D ionisio de A lejandría. Del siglo cuarto, en Didim o,
G regorio Nazianceno, D iodoro de Tarso, en G regorio de
Niza (22 veces) , y en Crisòstomo (3 veces). De! siglo
quin to , en C irilo de A lejandría (2 veces), en Eutalio y
en M acedonio. Del siglo sexto, se halla en Severo de An-
tioquía. Del octavo siglo, en Juan Damasceno, en Epifanio
de Catania, en T eo d o ro Estudita, Osm enio, Teofilacto y
Eutim io.
Esos datos fueron extraídos de T h e Revisión Revise d,
del eru d ito Burgon, q u e escribió un trabajo abarcante so­
bre este asunto.

El "plural de majestad"
A nte el hecho de que el nom bre divino Elohim está en
plural, y ante otros pasajes bíblicos en que Dios habla en
plural, como cuando dice: “Hagamos al hom bre” , “descen­
damos”, “veamos”, “el hom bre es como uno de nosotros’’,
los que rehúsan ad m itir una unión de tres Personas en la
T rin id ad , apelan a una fórm ula denom inada “plural de
m ajestad”.
Esa es una mera invención hum ana, porque las Escri­
turas jamás autorizaron ese m odo de hablar denom inado
“plural de m ajestad” . Esa invención se atribuye a Gesenio,
quien lina vez presentó esa idea de q u e el plural era tan
sólo una m anera de Dios de presentarse en su m ajestad se­
ñorial, al m odo de los antiguos monarcas.
Sin embargo, más tarde se descubrió que esa tesis de
Gesenio era falsa, porque se com probó que ningún m onar­
ca usó ese sistema. Ni los faraones, ni n in g ú n m onarca de
Persia ni de ningún otro reino antiguo, hablaron jamás
en su nombre y en el de otros. Por ejem plo, en Gén. 41 :
44, dice Faraón: “Yo soy Faraón. . “T ú estarás sobre mi
casa”. Nada de plural de m ajestad.
83
La verdad es que cuando la Biblia usa el plural de la
prim era persona, cuando se esperaría el singular, es porque
alguna realidad está en juego. Ese plural indica p lu rali­
dad de las Personas de la Deidad.
El mismo Cristo em pleó el plural: “Lo que sabemos
hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís
nuestro testim onio” (Juan 3: 11). T am b ién en M at. 3: 15,
en ocasión de su bautism o, jesús le dijo a Juan: “Deja
ahora, p o rq u e así conviene que cum plam os toda justicia”.
Y en seguida después del bautism o, se oye la voz del Pa­
dre, y se ve al Espíritu Santo en forma de paloma. En ese
m om ento se manifiestan las tres Personas de la Deidad.
Si como quieren los jehovistas, se tratara de un plural
de m ajestad, entonces Cristo es el mismo Jehová, o Elohim ;
porque ellos tam bién usaron el plural de majestad. Veamos
otro ejem plo, jesús "decía tam bién: ¿A qué haremos se­
m ejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compara­
remos?" (M ar. 4: 30).
C uando el apóstol Pablo escribe de “nuestra trib u la ­
ción que nos sobrevino en Asia; pues fuim os abrum ados
sobrem anera más allá de nuestras fuerzas" (2 Cor. 1 :8 ) ; o
cuando dice: “Quisimos ir a vosotros,. . . pero Satanás nos
estorbó" (1 Tes. 2: 18), estaba asociando consigo a sus
com pañeros de viaje, de tribulación y de trabajo. P or eso
em plea el pronom bre "nos”.
No hay m anera de justificar el uso del pluralis majes-
batis; uso que en verdad, no existía. Lo que hay en reali­
dad es p luralidad de personas.
¡Y eso tam bién prueba la existencia de la T rinidad!

84
16
Las Transfusiones de Sangre
Nuevo dogm a
LA D O C T R IN A de que Dios veda las transfusiones de
sangre, que son una m edida eficaz para salvar vidas, es rela­
tivam ente nueva en el sistema jehovista. Russell ja­
más pensó en ella. R u therford tampoco. Pero en seguida
después de la m uerte del "[u ez” , ocurrida en enero de
1942, en los corredores de la sede de la T o rre del Vigía se
cuchicheaba algo acerca de la transfusión de la sangre. T o ­
davía era una vaga idea, q u e sólo tres años más tarde asu­
m iría definitivam ente form a de doctrina, para ser final­
m ente incorporada a los dogmas de la Sociedad.
Bajo la dirección de N athan H. Knorr, al principio tí­
m idam ente, se empezó a propalar el gran descubrim iento
de que las transfusiones de sangre están prohibidas por la
Biblia. Y sin tom ar en cuenta el hecho indisputable de
que la Biblia ni toca ese asunto, totalm ente desconocido en
los tiempos bíblicos, la revista The WatchUnver (La T o rre
del V igía), en su edición inglesa del 1" de julio de 1945,
anunció por prim era vez. en un artículo titulado ‘La santi­
dad de la sangre”, que "la transfusión de sangre hum ana
constituye una violación del pacto de Jehová, au n q u e esté
en juego la vida del pai irnlc". (Cursivas nuestras.)

El fundamento bíblico
El pensam iento jehovista sobre este asunto se basa
sólo en una interpretación errónea, antojadiza y entera­
m ente inapropiada, tom ada de las reglas del sacerdocio leví-
85
tico acerca de la sangre de los sacrificios de animales. C itan
los versículos aislándolos del contexto. Pasemos ligeram en­
te en revista los principales textos que se acostum bra citar
en contra de las transfusiones, y examinémoslos honesta­
m ente d en tro de su contexto:
Gen. 9 :4 . “ C arne con su vida, q u e es su sangre, no co­
m eréis”. ¿Dónde dice aquí q u e esto se refiere a la transfu­
sión de sangre?
Después del diluvio, com o no había suficiente vegeta­
ción para alim ento, Dios dijo a Noé que en esa contingen­
cia, podía usar carne como alim ento, cuidando de qu itarle
previam ente la sangre.
Ahí no hay n inguna alusión, ni rem ota, a la sangre h u ­
mana, y m ucho menos se refiere a la transfusión. T ra ta
sim plem ente de carne de animales. Trata de alim entación
por vía oral, que implica comer, digerir, alim entarse.
Lev. 3 :1 7 . “ E statuto perpetuo será por vuestras eda­
des, dondequiera habitéis, que ninguna grosura ni n in ­
guna sangre com eréis”. La traducción del N uevo M undo
de este pasaje es tam bién clara: “ No deben com er grasa
alguna ni sangre alguna”.
Prim ero, el adjetivo “p erp etu o ” em pleado en hebreo
es holam , y significa duración m ientras dure el hecho del
cual habla. Las fiestas judías, las nuevas lunas, la pascua y
el sacerdocio aarónico, etc., eran tam bién “estatuto per­
p etuo” , pero no se celebran más.
Segundo, la prohibición q u e se halla en este texto,
tam bién se aplica a la grasa anim al; y para ser consecuentes,
los jehovistas deberían establecer tam bién un dogma
contra la grasa.
T ercero, ese pasaje bíblico se refiere a “ofrenda encen­
dida a Jehová” (Véase Lev. 3: 14) ; parte de ella se debía
comer, excepto la grasa y la sangre.
Más adelante explicarem os estas razones, pero se ve que
86
la recom endación se refiere todavía a la alim entación por
vía oral, y carne de animales, grasa y sangre. N ada se
dice de sangre hum ana. N ada se habla de transfusión. Léa­
se el pasaje con su contexto —Lev. 3: 14-17 — y se verá el
sentido exacto.
Lev. 7: 27. “C ualq uier persona que com iere de alguna
sangre, la tal persona será cortada de entre su pueb lo”.
¿Por qué los testigos no presentan el contexto de este
pasaje? El versículo anterior dice claram ente que se trata
de sangre de animales: “N inguna sangre comeréis en n in ­
gún lugar en donde habitéis, ni de aves ni de bestias” (La
cursiva es n u e s tra ).
Lev. 1 7 :1 0 ,1 1 y /V. “Si cualquier varón de la casa de
Israel, o de los extranjeros que m oran entre ellos, com iere
alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que
com iere sangre, y la cortaré de entre su pueblo. P orque
la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para
hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la mis­
ma sangre hará expiación de la persona”.
“ Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto,
he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de
ninguna carne, p orque la vida de toda carne es su sangre;
cualquiera que la com iere será cortado”.
Los testigos acostum bran presentar estos tres versícu­
los juntos, y con m ucho énfasis, para probar su tesis contra
las transfusiones sanguíneas. Pero otra vez, ¿por qué om iten
el contexto? ¿Por qué pasan por alto el versículo 13, que
aclara el sentido, diciendo: “( aialquier varón. . . que cazare
anim al o ave que sea (le comer, derram ará su sangre y la
cu b rirá con tierra” . Allí está el correcto sentido: se refiere
a sangre de animales.
En ningún lugar de la Biblia se habla de comer sangre
hum ana; y esto porque no había canibalism o entre los is­
raelitas.

87
La ley de Dios m anda: "N o m atarás” . Y este m anda­
m iento lo viola inclusive el que perm ite que otros m ueran
cuando podría salvarles la vida con una transfusión.
Dios abom inaba y abom ina el canibalism o. “ El que
derram are sangre de hom bre, por el hom bre su sangre
será derram ada” (Gén. 9: 6) . A quí se refiere al hom ici­
dio y no a la transfusión. Dios prohíbe el sacrificio de per­
sonas a Moloc (Lev. 20: 1-5) . Por lo tanto. todos los sacri­
ficios aprobados por Jehová eran de animales, y la sangre
de esos anim ales no se debía ingerir como alim ento.
H ech. 15: 20, 29; 21: 25. Estos tres versículos del Nuevo
T estam ento enuncian idéntica recom endación: "Q ue se
les escriba que se aparten. . . de ahogado y de sangre”. “Q ue
os abstengáis de lo .sacrificado a ídolos, de sangre, de
ahogado. . "En cuanto a los gentiles que han creído, . . .
que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de
ahogado. . .”
¿Será que el apóstol Santiago, que transm itió estas reco­
m endaciones, estaba aconsejando a los cristianos a q u e se
abstuvieran de comer sangre humana? Si así hubiera sido,
entonces había canibalism o en la iglesia prim itiva. Esos
tres versículos tam bién se refieren a la carne anim al com ida
como alim ento.

Por qué no comer sangre


Resulta evidente que este equivocado dogma contra
la transfusión, se debe a una falsa interpretación de los
textos que se relacionan con la carne de animales. Es ver­
dad que Dios prohíbe com er sangre anim al, así como grasa
anim al. ¿Qué razón había y hay para esa recom endación?
Vamos a d ar la palabra a un hom bre de ciencia de re­
nom bre y cristiano, al docto profesor Flam ínio Fávero.
Dice él (las cursivas en las siguientes citas, son nuestras) :
1. ' F undam entalm ente (no se debe com er sangre) para
88
inspirar al hom bre respeto hacia la sangre. Así, es una
prescripción de carácter moral. P or la sangre se respeta la
vida, de la cual la sangre es un símbolo y hasta la sed e .. .
“Al toniar un anim al m uerto violentam ente y escurrir
su sangre, se tiene la im presión de que la vida late aún en
aquella carne caliente, y que esa vida se extingue precisa­
m ente al salir la ú ltim a gota de sangre”.
Son dos cosas diferentes: la una es alim entarse por vía
oral de sangre anim al, que debe pasar por la quím ica
digestiva, con peligro para la vida, y otra cosa m uy dife­
rente es renovar la corriente circulatoria, con el mismo
elem ento, del mismo tipo sanguíneo, reponiendo la sangre
perdida, para evitar la m uerte del paciente.
Las estadísticas de la Cruz Roja atestiguan que m illo­
nes de vidas preciosas fueron salvadas m ediante las transfu­
siones, al paso que m uchas vidas son segadas por falta de
transfusión.
La Biblia dice: ‘‘N o m atarás” . N egar voluntariam ente
una transfusión salvadora, es matar y transgredir la ley de
Dios. Jesús dijo: “ N adie tiene m ayor am or que éste, que
uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15: 13).
No hay q u e co n fu n dir ingestión con transfusión. “ La
Biblia condena ingerir sangre de anim ales, porque daña la
salud, y porque menoscaba el sim bolism o de la sangre de
Cristo vertida por nuestra salvación. Pero en ninguna
parte de la Palabra de Dios hay siquiera indicios de que
la transfusión de sangre hum ana, para salvar a otra vida,
sea prohibida. Más bien se infiere la bondad de la transfu­
sión, porque es un m edio de salvar vidas, así como Cristo
dio su sangre para salvar nuestra vida”.

89
17
¿"Presencia Invisible" o
Regreso Visible?
O T R A sutileza introducida por la traducción de la Biblia
del N uevo M undo, está en la m anera tendenciosa de verter
Mat. 24: 3: “ Estando él [Cristo] sentado en el m onte de los
Olivos, se acercaron a él los discípulos privadam ente, d i­
ciendo: Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la se­
ñal de tu presencia y la conclusión del sistema de cosas?”
(La cursiva es nuestra.)
El térm ino “presencia” se ha introducido aquí para per­
m itir la interpretación de este' pasaje como que se refiere
a una m anifestación invisible del regreso de Cristo, de
modo que este texto pueda arm onizar con la escatología
de los testigos de Jehová.
Es del todo conveniente reproducir el original griego
de este texto, intercalando la traducción, para que se vea
que la traducción de la T o rre del Vigía no cuadra:
Katheménon dé autoú epí toú órous tón
Estando sentados pues allí en el m onte de
Elaión prosélthon auto oi mathetái kat idian
Olivos se acercaron a él los discípulos en particular
légontes Eipé hem in póte táuta éstai, kai ti tó
le pidieron: Di nos, ¿cuándo esto sexá y cuál la
seméion tés sés PA R O USÍAS kai sunteléias toú
señal de la tu V EN ID A y fin del
aiónos.
tiempo?
90
Dogma básico de los testigos
C onviene recordar que uno de los dogmas básicos de
los actuales testigos de Jehová es que en el año 1914, ha­
biendo term inado “el tiem po de los gentiles” , empezó la
“segunda presencia” de Cristo; y a p artir de entonces, él
está preparando a los verdaderos cristianos, los que acep­
tan el sistema de doctrinas jehovista, para que sobrevi­
van a la grandiosa catástrofe del Arm agedón, en cuya opor­
tunidad los infieles serán barridos de la tierra.
Los testigos afirman que Cristo ya vino invisiblem ente,
y q u e tam bién invisiblem ente dirige la organización teocrá­
tica de ellos, con sede en Brooklyn, N ueva York. Reafir­
m an dogm áticam ente que Cristo ya vino, au n q u e nadie lo
haya visto, excepto los que “buscan sabiduría” y aplican
“el ojo del en ten d im iento”.
T o d o este castillo de naipes se basa en que ellos trad u ­
cen la palabra griega parousía por “presencia” , para llegar
a la conclusión de que esta “presencia” puede ser invisible.
Sin embargo, se puede afirm ar con absoluta seguridad,
que desde 1N71, cuando Russell estableció este extraño con­
cepto de "presencia invisible”, ese erro r ha sido den u n ­
ciado y refutado por muchos eruditos, después de cuida­
doso examen.

Nunca puede ser invisible


La legítima exégcsis bíblica es natural, sincera, im par­
cial, y no se atiene a esquemas prefabricados. En muchos
casos, el contexto d elennim i el exacto pensam iento del es­
critor sagrado.
D entro de algunos p ocos contextos, tal vez sea adm isi­
ble q ue parousía tenga el sentido de “ presencia”, pero
nunca de presencia invisible. N ingún erudito o traductor
de renom bre sostuvo que esa palabra griega signifique
presencia invisible.
91
Llegar a la conclusión de que “presencia”, aun adm i­
tiéndola en ciertos contextos, im plique necesariam ente in-
visibilidad, es un grave error. Veamos estos dos ejemplos:
T R A D U C C IO N N U E V O T R A D U C C IO N C O R REC -
M UNDO T A , V. V A LERA
1 Cor. 16: 17■ “M e regó- “ M e regocijo con la verti­
cilo por la presencia de Es- da de Estéfanas, de Fortuna-
téfanas y de F o rtu n ato y de to y de Acá ico, pues ellos
Acaico, p o r q u e ellos han han suplido vuestra ausen-
com pensado por el no estar cia”.
ustedes a q u í”.
2 Cor. 7 :6 . “Dios, q u e “ Dios, que consuela a los
consuela a los abatidos, nos hum ildes, nos consoló con la
consoló con la presencia de venida de l ito”.
T ito ”.
En estos textos, los testigos vertieron la palabra pa-
rousia por presencia. Pero esto va en contra de su argu­
m ento. P orque, ¿estarían Estéfanas, Fortunato, Acacio y
l ito “ invisibles” con su “presencia” ? ¿Será adm isible que
en Fil. 1: 2ü y 2: 12, la “presencia” del apóstol Pablo se
deba en ten d er como invisible?

Hablan tres autoridades


M artín y Klann, en la página 157 de su obra Jehovah
o f ihe IVatchtower, después de un exhaustivo estudio de
este pu n to , arriba a la conclusión: “Si los de la T o rre del
Vigía adm itieran por un m om ento (pie parousia se debe
traducir por 'v en id a’ o ‘llegada’ en los pasajes que hablan
del regreso de Cristo —cosa q u e todos los traductores de
categoría adm iten — entonces la presencia invisible’ de
C risto ,. . . estallaría en sus rostros” .
En apoyo del exacto sentido de parousia, vamos a citar
todavía a u na autoridad de la cual se valen los mismos
92
testigos cuando les conviene. Citarem os al Dr. Joseph F.
T hayer, tam bién u n itario corno ellos, pero no jehovista,
au to r de uno de los m ejores léxicos del griego del Nuevo
T estam ento. En la página 490 de ese diccionario, com en­
tando el térm ino parousia, dice: “. . . un regreso (Fil.
1 :2 6 ). En el N uevo T estam ento [esa palabra] se halla
especialm ente relacionada con el A dvenim iento; esto es,
con el futuro regreso visible de Jesús, procedente del cielo,
el Mesías que vendrá a resucitar a los m uertos, decidir el
últim o juicio, y establecer de m anera visible y gloriosa, el
reino de Dios”. (I,a cursiva es nuestra.)
El sentido de parousia se debe buscar en los grandes
lexicógrafos, especialm ente en Liddell v Scolt. Se verá
que el sentido p redom inante es precisam ente “venida”,
“llegada” ; y así se em plea exclusivam ente en el griego del
N uevo T estam ento.
T odavía hay otro p u n to más. Aun en el griego clásico,
el sentido de parousia es el de presencia visible. En los
papiros, generalm ente aparece la palabra parousia para de­
signar la visita de algún em perador o rey. Pero en el Nuevo
T estam ento, como ya se dijo, es el térm ino acuñado para
designar el segundo advenim iento de Cristo, y ni levem ente
sugiere una venida secreta.
¡Así se dem uestra la falacia de la “traducción” jeho­
vista de la Biblia N uevo M undo en otro p u n to más!

93
18
El Salvador Regreso
de Cristo
Este capitulo es una contribución de Nicolás Chaij, traductor
de esta obra

SESEN TA y seis veces el N uevo T estam ento m enciona la


vuelta de Cristo a esta tierra. Su regreso tiene el feliz pro­
pósito de term in ar con el pecado y el sufrim iento, y restau­
rar el m u n d o y la vida a su belleza original.
N otem os esa conm ovedora promesa afirmada tres veces
por Cristo mismo: I) “V endré otra vez y os tom aré a mí
m ism o’’. 2) “Vengo presto y mi galardón conmigo, para
recom pensar a cada u n o ”. 3) “C iertam ente vengo en bre­
ve” (Juan 14: 3; Apoc. 22: 12: 22: 20).

Qué sucederá cuando Cristo vuelva


C uando Cristo regrese ocurrirán dos espectaculares pro­
digios: 1) R esucitarán los justos m uertos. 2) Y ju n to con
los justos que estén vivos, aquéllos ascenderán a recibir
al Señor en el aire, para perm anecer siempre con él. Vea­
mos la prueba:
1) “ El Señor mismo. . . descenderá del cielo; y los m uer­
tos en Cristo resucitarán p rim ero” (1 Tes. 4: 1 6 ).
2) “ Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntam ente con ellos en las
nubes, para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siem pre con el Señor” (1 Tes. 4: 1 7 ).
T odavía los justos m uertos no resucitaron, ni fueron
94
llevados a recibir al Señor en el aire. Luego, es evidente
que Cristo no ha vuelto aún a la tierra. Su regreso está
en el futuro, en un fu turo inás cercano de lo que pen­
samos.
Cómo volverá Cristo
Cristo previno q u e en los últim os días habría muchas
lalsas doctrinas, hasta con apariencia bíblica. Satanás in ­
ventará la idea de que Cristo ha vuelto (M at. 24: 23-26) ,
de m odo que algunos d irán q u e Cristo ya regresó y está en
el desierto: y otros d irán que volvió “invisiblem ente” y está
dirigiendo la “teocracia”.
Para librarnos de estos sutiles engaños, Cristo explicó
que su regreso sería un evento im presionante, de proyec­
ción m undial; no sólo público y visible por todo el m undo,
sino audible; y tan potente que conm overía el cielo y la
tierra.
Los siguientes ocho textos bíblicos prueban que el Se­
ñor Jesús volverá en form a sensacional, audible y vi­
sible. l.o que vamos a leer a continuación, no es un len­
guaje figurado, ni simbólico. Su mismo sentido dice que
es un lenguaje literal y real:
1) Conmoverá rielo y tierra. Apoc. 6: 12 al 16 describe
los terribles cataclismos que sucederán en el m undo físico,
al regreso de Cristo. Dice que el cielo atm osférico que nos
rodea se replegará “como un pergam ino que se enrolla; y
todo m onte y toda isla’ se moverán de su lugar. Y entonces
los hom bres altivos glandes y pequeños-- se esconderán
“en las cuevas y end e las peñas de los m ontes”, y gritarán
a los montes: “Caed sobre nosotros, y escondednos del
rostro de aquel q ue está sentado sobre el trono y de la ira
del C ordero".
Luego, es im posible que el regreso de Cristo sea invisi­
ble. porque los efectos físicos serán tan potentes y de tal
m agnitud que trastornarán a todo el planeta.
95
2) Volverá audiblem ente. Los “que habrem os quedado
hasta la venida del Señor, no precederem os a los que d u r­
m ieron. Porque el Señor m ismo con voz de m ando, con voz
de arcángel, y con trom peta de Dios, descenderá del cie­
lo. . (1 Tes. 4: 15, 16).
3) Regresará visiblem ente. “ Entonces verán al H ijo del
hom bre, q u e vendrá en las nubes con gran poder y gloria”
(M ar. 13: 26).
4) Verán su majestad. Lucas repite esas palabras: “ E n­
tonces verán al H ijo del hom bre, q u e vendrá en una nube
con poder y gran gloria” (Luc. 21: 27).
5) T a n visible como el relámpago. "C om o el relám ­
pago q u e sale del o riente y se m uestra hasta el occidente,
así será la venida del H ijo del hom bre” (Mat. 24: 2 7 ).
6) Todos lo verán y lamentarán. “Entonces lam entarán
todas las trib u s de la tierra, y verán al H ijo del hom bre vi­
niendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”
(M at. 24: 30).
7) T odos los ángeles vendrán con él. “C uando el H ijo
del hom bre venga en su gloria, y todos los santos ángeles
con él, entonces se sentará en su tro n o ” (M at. 25: 31).
8) T odo ojo le verá. “Viene con las nubes y todo ojo le
verá, y los que le traspasaron: y todos los linajes de la tie­
rra h arán lam entación por él” (Apoc. 1 :7 ).
Estas palabras no pueden ser figuradas, para q u e signi­
fiquen que sólo los creyentes lo verán con los “ojos del en­
ten d im ien to ”. ¡No! P orque los textos citados declaran
q u e todos lo verán, tanto creyentes como incrédulos. Y los
rebeldes no tienen los ojos ilum inados para verlo con el
entendim iento.
Por lo tanto, esos textos afirman que Cristo será visto
por lodos los habitantes del inundo, con los ojos físicos;
po rq u e él vuelve en forma potente y estruendosa, audible
y visible. Y al verlo, todos los rebeldes lam entarán n o estar
96
preparados, y otros lam entarán haber seguido fábulas h u ­
manas, que parecían bíblicas, pero que eran contrarias a la
Palabra de Dios.
Conclusión. Como se ve, es im posible que el regreso
de Cristo sea invisible; porque será el más grandioso, y más
im ponente evento de todos los siglos, que sacudirá el cielo
y la tierra. Además, en ninguna parte de la Biblia hay u n
solo lugar siquiera, que diga q u e Cristo volverá en for­
ma invisible. T o d o lo contrario, en el lenguaje más di­
recto. más claro y más enfático posible, Cristo explica que
volverá con plena m ajestad y gloria, con todo su divino
poder, pública y visiblemente.
En los cielos de Dios, hay “m illones de m illones” de án­
geles (Dan. 7: 10). ¡Y notem os qué grandioso! Todos
esos billones de santos ángeles escoltarán a Cristo en su
triunfal regreso a esta tierra. Ese porten to será tan visi­
ble y deslum brante como el hiriente relám pago; tan visible
qu e todo ojo lo verá, tan público que todos los linajes de
la tierra lo observarán. Y además de ver su resplandor, lo
oirán y se lam entarán.

El pueblo que espera a Cristo


En estos últim os días, muchos están esperando el sal­
vador regreso de Cristo. Algunos dicen que ellos son los
únicos y exclusivos cristianos; y sin em bargo, niegan la
divinidad de Cristo y at usan a los demás cuerpos religio­
sos de ser de Satanás, O tros se consideran los santos, pero
rechazan la encarnación de Cristo y dos m andam ientos de
la eterna ley de Dios.
No basta que alguna Sociedad pretenda estar en la ver­
dad, y pretenda agrupar a los únicos escogidos de Jehová,
para que eso sea cierto. La Biblia previene: “No creáis
a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”
(1 Ju an 4: 1).
97
Entonces, en tre los centenares de cuerpos religiosos que
pretenden estar en la verdad, ¿cuál es, y cómo es. el ver­
dadero pueblo de Dios? Los siguientes tres rasgos respon­
den a esa pregunta:
1) Creerán que Cristo es divino. “ En esto conoced el
Espíritu de Dios: T odo espíritu que confiesa que Jesu­
cristo lia venido en carne, es de Dios; todo espíritu que no
confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios”
(1 Ju an 4: 2 ,3 ) .
Entonces, el que niega la encarnación de Cristo, no
es de Dios. El que niega la eterna deidad de Jesús, y lo
llama "un dios” , así con inicial m inúscula, rebaja al di­
vino Cristo a la categoría de los dioses lalsos, y se exalta
a sí mismo por encima de la Palabra divina. Ese espíritu
no es de Dios, sino del aiiticrislo.
2) Aceptan la Polaina de Dios. ‘ Bienaventurados los
que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Luc. 11: 28) .
El que atribuye más autoridad a los libros de los hom ­
bres que al L ibro de Dios, rechaza a su A utor. El que tu er­
ce la Biblia para apoyar ideas hum anas, se opone a Dios.
Así. el verdadero pueblo del Señor, acepta la Biblia
sin tergiversarla; la acepta entera y se apoya en ella, sin
agregarle nin g u n a interpretación personal.
3) Guardan los m andam ientos de Dios. Apoc. 14: 14
y 15 describe a Cristo en su regreso sobre una nube, para
cosechar la mies de la tierra; es decir, para llevar a sus fie­
les. Y dos versículos antes, señala dos rasgos esenciales de
este pueblo que espera su regreso, al decir: ‘‘A quí está la
paciencia de los santos, los que guardan los m andam ientos
de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14: 12).
R esum en. Por lo tanto, el verdadero pueblo de Dios de
los últim os días tendrá esas tres características: 1) Cree
que Cristo es el eterno H ijo de Dios, que se encarnó para
salvarnos, que volvió al cielo, y que de allí regresará a bus­
98
car a los suyos para darles la vida eterna. 2) Acepta la Bi­
blia como la suprem a autoridad de las verdades divinas.
3) Y guarda los m andam ientos de Dios, todos los m anda­
mientos.
Dónde está ese pueblo
Hace más de un siglo que Dios empezó a re u n ir a sus
lujos verdaderos, que todavía ahora se hallan esparcidos
cu todas las confesiones. Los está reuniendo en un pueblo
que rigurosam ente sigue su Palabra, cree en Jesús, guar­
da sus m andam ientos, y está anunciando esa esperan/a de
salvación por el m undo entero.
Para conocer cuál es ese pueblo, será una gran ben d i­
ción para el lector, que solicite de la editora que publica
esta obra, el curso bíblico por correspondencia, que se ofre­
ce gratis. Así, no sólo descubrirá dónde está ese pueblo
verdadero. D escubrirá tam bién la hermosa verdad de Dios
para este tiem po del fin, y podrá prepararse para disfrutar
de la salvación ahora y cuando Cristo regrese.

99
II
Tres Extraños Esquemas
Proféticos
CITARLES T . RUSSKI.I, poseía una fértilísim a im agina­
ción, y elaboró muchos esquemas proféticos, que culm ina­
ban en fechas definidas para ciertos eventos bíblicos históri­
cos. Algunos de esos esquemas fueron rectificados y otros
abandonados totalm ente.
Joseph F. R utherford, el segundo dirigente de esa So­
ciedad, era de menos im aginación, pero más culto y sa­
gaz, y procuró m odernizar las teorías. N athan H. K norr,
el dirigente actual de los testigos, agregó poco a las bases
doctrinales del jehovismo, y se em peñó decididam ente en
darle bases científicas o fundam ento en las lenguas o ri­
ginales.
Considerem os sucintam ente las bases bíblicas de las
tres principales líneas proféticas en que procura basarse el
m ovim iento de los testigos.

Primer esquem a — La fecha de 1874


El año 1874 fue proclam ado por Russell com o la fe­
cha de la “segunda presencia de C risto”. R u th eífo rd lo
confirma en su libro Creación y en otros folletos de su
producción. Por m ucho tiem po fue un dogma intocable
de los testigos. A hora esa teoría está desacreditada entre
ellos mismos, pues entienden que la "segunda presencia”
ocurrió en 1918, cuando Cristo com pareció en el templo.
Russell consiguió la fecha de 1874 m ediante el siguien­
100
te artificio exegético. T o m ó el texto de Dan. 12: 12, que
dice: “B ienaventurado el que espere, y llegue a m il tres­
cientos trein ta y cinco días”. A doptando el principio de
un año por un día, arribó a 1.335 años. Entonces sólo le
faltaba u n pu n to de partida para ese período, y arb itra­
riam ente tom ó el año 539 de nuestra era para el principio
de esa línea profética, alegando el decreto de Jnstiniano
y el principio del poder tem poral del Papa en Italia. En­
tonces sum ó 539 a 1.335, lo que le dio 1874. Así fijó la
fecha de la segunda presencia de Cristo. Pero todo eso se
basa en falsas premisas.
P rim er error. El p u n to de partida del esquema es fal­
so, porque el decreto del em perador Jnstiniano en que re­
conoció al Papa por “cabeza de todas las iglesias” , fue em i­
tido en el año 533, y no en el 539.
Segundo error. E n el año 539 no ocurrió nada nota­
ble en la historia de la hum anidad. En 538 ocurrió la de­
rrota de los ostrogodos, que desm oronó el poder arriano
en Italia y despejó el cam ino para la suprem acía papal.
Pero nada significativo sucedió en el 539 DC.
I.a verdad. En el año 503 DC, nótese bien, sucedió el
prim er acontecim iento im portante, que fue la definición
histórica del papado. Según distinguidas fuentes históricas
(Councils, de lla n lo u in , tomo 2, pág. 983; Councils, de
Labbe y Cessari, tom o 1, col. 1.3ÓI; History of the Popes,
de Bower, tomo I. págs. :’>0 1 y 305') , en el año 503 salió el
decreto de un concilio olu ial de Roma declarando que “ el
Papa, por ser el sustituto de Dios, es juez y no puede ser
juzgado por ninguna persona”.
Además de ese hecho histórico de la m ayor resonancia,
se iniciaron en ese mismo año los m em orables hechos bé­
licos de Clodoveo, rey de los francos, que se extendieron
hasta el año 508, en defensa de las pretensiones papales.
Esa fecha, pues, 503 DC, puede ser el p u n to de partida
101
de los esquemas proféticos de Dan. 12, los 1.290 y los 1.335
años.
Si empezáramos este últim o período en 503, term ina­
ría en 1838. Si se lo iniciara en el 508, cuando acabaron
los hechos de Clodoveo, term inaría en 1843. El período
term inal de ese doble esquem a será 1838 a 1843. Y lo
único notable q ue ocurrió en el m undo religioso en esa
época, fue la sim ultánea eclosión en varios países de la
poderosa predicación m ilerita, (pie realzó la proxim idad
del juicio de Dios.
Com o se ve, nada de “segunda presencia” ; y m ucho m e­
nos que ese período prolético term inara en 1874.

Segundo esquem a — La fecha de 1914


Como dijim os en el capítulo anterior, desde el princi­
pio Russell profetizó par» 1914 el establecim iento visible
del rein o de Cristo. C uando pasó esa fecha, pensó en otra
interpretación, (pie fue coronada por R utherford: la veni­
da invisible de Cristo.
Al principio, la fecha de 1914 fue lijada por m edio
de cálculos cabalísticos, basados en las medidas de la G ran
Pirám ide de Egipto. Después, para confirm ar esa fecha,
el au to r engendró el siguiente raciocinio, a fin de dar apoyo
bíblico a sus conjeturas;
1. En el capítulo cuatro de D aniel halló que el sueño
de N abucodonosor relatado allí, debía tener una in terp re­
tación profética de largo alcance.
2. Dan. 4 :1 6 afirma (pie la locura del rey debía d u ra r
“siete tiem pos”. Y cada “tiem po” debe significar un año
judaico de 360 días, pensó Russell. I.uego, con una sim ple
m ultiplicación obtuvo: 7 x 360 es igual a 2.520 días. A pli­
cando el principio de año por día, da 2.520 años. Y ahora
sólo restaba hallar un pu n to de partida para esos 2.520
años.

102
3. Russell filosofa y encuentra la fecha inicial: la des­
trucción de Jerusalén por los babilonios en el año 606 an­
tes de Cristo. Ahora, con sólo descontar 606 de los 2.520,
llega a 1914. ¡Esa es la fecha! Posteriorm ente, verifican­
do que, con el cóm puto de los años completos, el cálculo
fallaba un año, m udó la fecha inicial al 607 AC. “Desde
esa fecha, los 2.520 años se extienden hasta el otoño de
1914” (Sea Dios Veraz, pág. 246) .
T am b ién hay aq u í una falta de arm onía que falla pol­
la base.
Prim er error. Ese sueño de N abucodonosor registrado
cu Daniel 4, no se puede aplicar a los tiempos finales de
la historia del m undo, al contrario de lo que sucede
con otro sueño registrado en el capítulo dos de Daniel.
En este sueño de D aniel 2, el profeta hizo la debida in ter­
pretación, ap u n tan d o nítidam ente a la sucesión de los
reinos, hasta llegar finalm ente a la “p iedra” q u e representa
a Cristo.
En cam bio en el sueño de Daniel 4, el mismo Daniel
dice en el versículo 24: “ Esta es la interpretación, oh rey,
y la sentencia del A ltísim o” . Y seguidam ente, en los ver­
sículos 25 y 26 declara q u e toda la interpretación se cum ­
ple en la locura del rey.
En este caso, los 'siete tiem pos”, inequívocam ente son
siete años literales, que se cum plieron en la locura del
rey; y por más que se procure, no hay ninguna m anera de
aplicarlos proféticam ente al fin del inundo.
Los más autorizados intérpretes antiguos y m odernos,
casi en su totalidad, dan a la palabra iddan, de Dan. 4: 16,
cpie se halla traducida por ‘ tiem po”, el sentido de año
literal.
La misma traducción de los I,X X . tan citada por los
testigos, traduce esa expresión exactam ente por “siete
años” . Por lo tanto, son realm ente siete años literales. E n­
103
tre los m uchos y más antiguos expositores que sostienen esta
interpretación, están Josefo (A n tiq u itie s, X, 10: 6) , Jeró ­
nim o, y los rabinos Rashi, Iben, Esdras y Jephet.
Segundo error. La fecha inicial de ese período de siete
años literales es incorrecta. Es arb itrario y es una fantasía,
em pezarlo en 606 ó 607 antes de Cristo; porque ese período
no tiene n inguna relación con la tom a de Jerusalén. C uan­
do N abucodonosor tuvo ese sueño del árbol, hacía treinta
años q ue Jerusalén había sido tom ada por los babilonios.
C ualquier comienzo profético, basado en este hecho, ten­
dría necesariam ente que em pezar cuntido comenzó la lo­
cura del rey.
Según el consenso de los com entadores, la proclam ación
de Nabucodonosor, reconociendo públicam ente la sobe­
ranía de Dios, registrarla en Dan. 4: 37, ocurrió precisa­
m ente u n año antes de la m uerte del rey. Los registros his­
tóricos sitúan esa m uerte al comienzo de 562 AC., lo que
hace que datem os la recuperación del juicio del rey a
principios del año 563 AC.
Por lo tanto, necesariam ente la fecha del comienzo de
la locura del rey no puede ser anterior al año 572 AC .
A llí em pezaría el período de los “siete años” , y nunca en el
606 ó 607. Para confirm ar lo que afirmamos, consúltese a
Adán Clarke, Clarke’s C om m entary, tom o 4, acerca de Da­
niel 4: 37; tam bién a Lirias Sm ith, Daniel and R evelation,
pág. 86.
I'ercer error. Decir que así como N abucodonosor, rey
de Babilonia, quedó “siete tiem pos” ausente y después vol­
vió al trono, tam bién Cristo, al fin de los “siete tiem pos”
proféticos (2.520 años) , volvió al trono en 1914, llega a ser
blasfemo. ¿Por qué? P orque el rey de B abilonia, de ningún
m odo podrá identificarse con Jesús o ser su sím bolo. En
ningún sentido, p o rque según la Biblia, el rey de Babi­
lonia es sím bolo de Satanás. La prueba está en Isa. 14: 4 y
104
12: “ Pronunciarás este proverbio contra el rey de Babi­
lonia, . . . ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero!”
Se puede leer todo el capítulo 14 de Isaías, y tam ­
bién F.zeq. 28: 12, donde otro rey pagano es com parado
a Satanás. F.n la Biblia, los reyes impíos simbolizan al de­
monio. Desafiamos a que se pruebe que un solo rey im ­
pío haya sido com parado con Jesús en la Biblia.
La verdad. Lo q u e pasó con N abucodonosor es algo ex-
iiaño, pero había un propósito divino en abatir su orgu­
llo. Ese rey fue acom etido de una forma de dem encia que
lo movió a creerse un anim al y a proceder de ese modo.
Kn la opinión de Davis, se trataba de licantropía. A propó­
sito, el Museo B ritánico conserva un ladrillo, que en carac-
leres cuneiform es, habla de un hom bre de la nobleza que
com ía hierba como un buey. M uchos juzgan que ésa es una
referencia a N abucodonosor en su dura prueba de los siete
años. Sin em bargo, nada sugiere que eso fuera un sím bolo
de un largo período profético que viniera a term inar en
1914.

Tercer esquem a — La íecha de 1925


Este esquema fue engendro de R utherford, y se halla de­
tallado en el folleto: “ Millones que ahora viven, no m ori­
rán jam ás”. Kn 1925, muchos fieles de la antigüedad, como
A brahán, Isaac y Jacob, deberían haber resucitado visi­
blem ente.
Y ¿cómo estableció R uiherlord esa fecha? Leyó en
Lev. 25: 11: "El año cincuenta os será jubileo” . E nton­
ces, cada cincuenta años habría un jubileo. Leyó tam bién
Jcr. 25: 11: “Servirán estas naciones al rey de Babilonia
setenta años” .
Ju n tan d o esos dos pasajes, que no tienen ni la más re­
mota relación entre si (uno trata del jubileo israelita de
los tiempos mosaicos, y el otro del cautiverio babilónico) ,
105
R u th erfo rd elaboró librem ente, sin ninguna norm a exe-
gética, la siguiente fantasía: "Las Escrituras dicen que se
deben observar setenta jubileos. Son setenta jubileos de
50 años cada uno. Por lo tanto, 70 x 50 es igual a 3.500
años”.
Ahora sólo faltaba buscar un pu n to de partida a esos
3.500 años. Pero eso no fue problem a. Decidió que la
fecha en que Israel entró en C anaán fuera el comienzo. Así
quedó resuelto el problem a, y no se discute. Según él cre­
yó, la entrada de Israel en C anaán ocurrió en el año 1575
antes de Cristo. Entonces, restando 1575 de 3.500, da exac­
tam ente 1925. ¡Listo! ¡Esa es la fecha en que debían resu­
citar A brahán, Isaac, Jacob y m uchos otros fieles!
N o hace falta refu tar nada. Sencillam ente, nadie resu­
citó en esa fecha, q u e perdió su valor en tre los testigos de
Jehová de ahora, quienes evitan hablar de ella. El libro
jehovista Sea Dios Veraz no la m enciona más.

Centenares de cambios
Según Schnell, au to r del folleto: T reinta años fu i escla­
vo de la Torre del Vigía, “entre los años 1917 y 1928, la
Sociedad de la T o rre del Vigía cam bió 148 puntos de doc­
trina e interp retació n”. ¡Eso dice mucho!
C onviene agregar q u e hay otros períodos proféticos de
m enor im portancia que fijaron los testigos de Jehová. Por
ejem plo, la fecha de 1878, año en q u e “los apóstoles de la
era evangélica resucitarían en forma de seres espirituales”
(Russell, Studies in the Scriptures, tom o 3, pág. 234). Hoy
los testigos no aceptan más eso.
T am b ién u na vez consideraron q u e 1915 sería el año
en q u e se cum pliría “el tiem po de los gentiles” (I.uc. 21:
24 ). Y eso fue porque 1914 no evidenció nada de los even­
tos que habían predicho. Entonces, en la edición de aquel
año de Studies in the Scripture, cam biaron la fecha de 1914
106
;i 1915. Posteriorm ente decidieron restablecer la fecha de
1914, dando una interpretación espiritualizada a los “acon-
tecim ientos” . A hora, ésta es la fecha de m ayor im portan­
cia profético-doctrinaria de los testigos de Jehová.
Alguien preguntará: ¿cuál es el origen de toda esa con­
fusión? Respondemos: T o d o eso se debe a la m anera anto­
jadiza y arb itraria de los testigos de in terp retar la Biblia,
sin la m enor consideración a los más sencillos principios
de exégesis; ju n tan d o asuntos dispares, ajenos entre sí, sin
la m enor relación entre ellos.
Acerca de ese m étodo, Bruce M. Metzger, en su trabajo
ya citado, declara: “ U niendo librem ente pasajes de la Es­
critura que no se deben unir, se puede probar cualquier
cosa con la Biblia. Por ejem plo, está escrito que Judas, des­
pués de traicionar a Cristo, ‘fue y se ahorcó’ (Mat. 27: 5 ) .
Kn otro Evangelio dice: 'Ve, y haz tú lo m ism o’ (Luc. 10:
3 7 ), y aun en otro lugar está dicho : ‘Lo que vas a hacer,
hazlo más p ro n to ’ (Juan 13: 2 7 )”.
¿Aconseja la Biblia el suicidio? Salta a la vista que las
explicaciones proféticas del jehovismo, se originan en esa
indebida com binación de pasajes bíblicos, a los que agre­
gan 95 % de im aginación.

M anía de las fechas


Mas la m anía de los testigos por las fechas no acabó.
Ahora predican abiertam ente que la feroz y final batalla
del Arm agedón, ha de librarse en esta generación, infali­
blem ente antes de 19HI. ¿Kn ipié se basan?
Esa fecha fue divulgada por prim era vez por la revista
norteam ericana Collier's, del 2 de noviem bre de 1946.
Más tarde, ese artículo fue reproducido por R eader’s Digesl,
de enero de 1947. LTn párrafo del artículo de Collier’s dice:
‘Los testigos profetizan que súbitam ente algún día, antes
de 1984, sonará la trom peta del arcángel M iguel, y enton-
107
res la voz de Cristo anunciará en alta voz el fin del m u n d o ” .
En estos días, esta idea está ganando consistencia y ya
es dogma establecido por los testigos de Jehová. El cono­
cido sem anario brasileño O Cruzeiro, del 13 de febrero de
19(55, inform aba un bautism o realizado por los testigos, y
decía q u e ahora ellos predican: ‘‘Por el año 1975 (una ge­
neración después de 1914) la tierra verá el fin de este sis­
tema de cosas” .
El fundamento
¿Cuál es el fundam ento de esa profecía? El cerebro de
la organización jehovisla. la Sociedad la T o rre del Vigía,
ubicada en N ueva York, drlcnnin<> i/ur tiene (¡ue ser asi,
¡y no se discute más! 1.os testigos de |elm vá sensatos, no se
oponen, sino (pie aceptan cabalm ente lo (pie dice su orga­
nización.
¿Cuál es el justificativo de esta nueva, fijación de fecha?
Inventaron una <iiiiilogia acerca de la palabra “generación” ,
(pie aparece en Mal. 21: 34. “ No pasará esta generación
hasta (pie todo esto acontezca” .
Y com o el serm ón ¡M ofético de Cristo tuvo un cum pli­
m iento parcial y local —la destrucción de Jerusalén en el
año 70 de nuestra era— entonces fijaron en setenta años
la duración m áxim a de una generación. Ahora, basta in tro ­
du cir ese cóm puto en la fecha básica del jehovismo, o
sea, en el año 1914, y el problem a está resuelto: 1914 más
70 años (el tiem po de una generación) es igual a 1984.
Se entiende que 1984 es el año lím ite para el estallido
del Arm agedón. Es exactam ente una ecuación m atem á­
tica. La generación de Cristo es al año 70, com o 1914 lo
es a 1984.
Fecha del iin del mundo
Ahora, ¿qué detalle indica (pie 1975 sea el año proba­
ble para el fin del m undo? Ellos explican así: El texto de
108
Mal. 24: ‘54 dice que no pasará la generación —esta genera-
* ¡ón cu la cual vivimos—; esto es, que no transcurrirá la
letalidad de su tiem po. Por eso no llegará a 1984. Enton-
( es el Armagedón tendrá que ocurrir un poco antes. De
ilií que arb itraro n la feclia de 1975.
Kn el libro Vida eterna y la libertad de los hijos de Dios ,
l<>', testigos procuran, con m ucha sutileza, dem ostrar que
1975 será el fin del sexto día de m il años, de la existencia
«leí hombre.
Sin prueba alguna, y contrariando las más acreditadas
■mitologías, afirman tpie Adán fue creado en el año 4026
\ ( !. Y como la duración del hom bre sobre la tierra es de
(¡.000 años, llegan a la conclusión de que en 1975 term i­
na ese plazo.
La teoría de los 6.000 años es una antigua especulación
extraída de las m itologías persa y etrusca. Zoroastro predi­
caba los seis milenios, al fin de los cuales surgiría Soksán
(o lib ertad o r). (Ver Zoroastrian Thcology, de M. N.
[llialla. Nueva York, 1914.) “ I.os restantes 6.000 años son
reservados para la historia del hom bre en la tie rra ” (.Enci-
eloprdia llalianti, edición 1949. tomo 14, pág. 521).
Pero toda esta argum entación es una m era fantasía que
u n reconoce ningún apoyo bíblico.

El esq u em a de la Pirámide
Ya en el prim ci tomo <le Sludies d i ihe Scriptures ,
Russell afirmaba que la ligma de Cristo, “ la piedra angu­
lar” , sólo se podía en ten der <on juste/a a través de la pirá­
mide egipcia. Y entonces, en el tercer tom o describe su
(enría, verdadero dogma (filtra d o en la pirám ide de Keops.
Russell había leído en Isa. 19: 19 y 20: “ En aquel tiem ­
po habrá altar para Jehová en m edio de la tierra de Egipto,
y m onum ento a Jehová junto a la frontera. Y será por se­
ñal y por testim onio a Jehová de los ejércitos en la tierra
109
de Egipto; porque clam arán a Jehová a causa de sus opre­
sores, y él les enviará salvador y príncipe que los lib re”.
Las expresiones m onum ento y altar quedaron resonando
en el im aginativo cerebro de Russell, y lo llevó a la conclu­
sión de que la G ran Pirám ide de G izéLcum plía esas espe­
cificaciones; por lo tanto, sólo podía haber sido obra del
mismo Jehová.
“ D escubrió” que la pirám ide, por su disposición y cons­
trucción, presentaba el plan de Dios y a Cristo, centro de ese
plan. “ D escubrió” además q u e esa pirám ide, a través de
sus medidas, revelaba los tiem pos y las fechas del plan
divino. Q uedó convencido principalm ente porque esa pi­
rám ide fue construida anies de q u e se escribiera parte al­
guna de la Biblia: y en una época en q u e nadie que no
fuera el mismo Jehová, conocía el plan divino y las indi­
caciones acerca del tiem po perlinente.
Russell afirma que la pirám ide en conjunto, presenta
a Cristo, “ la piedra an g u lar”, m encionada en el Salmo
118: 22; Zac. 4: 7; Mal. 21; 42; Hech. 4: 11; y l Ped. 2: 7.
Veamos sólo algunas de las ilaciones que Russell extrajo
de las m edidas de la pirám ide:
a) La hipotenusa del triángulo form ado por el espa­
cio que m edia entre la extrem idad n o rte del prim er pa­
sillo ascendente, y el p u n to de intersección de la línea
proyectada del piso de la cám ara de la reina con el prim er
pasillo ascendente, m ide 33,5 pulgadas piram idales. Eso in ­
dica los años que Jesús vivió en esta tierra, 33 años y medio.
b) La extensión que va desde el prim er pasillo ascen­
dente hasta la tapa de granito, tiene 1.647 pulgadas pira­
midales. Ese es el núm ero de años transcurridos entre la
entrega de la ley en el Sinaí hasta la m uerte de nuestro
Señor.

1. L a G r a n P ir á m id e e g ip c ia s e lla m a d e K v o p s , o ta m b ié n d e G iz é , p o r e s ta r u b i­
c a d a en e se lu g a r , a s i com o la s o tra s .

110
c) El tiem po para el segundo advenim iento de nuestro
Señor está sim bolizado por la distancia q u e hay desde la in ­
tersección de los pasajes ascendente y descendente, hasta
el foso q ue hay a lo largo de la línea del piso. Esa distan­
cia es de 3.385 pulgadas piram idales. Eso indica el tiem ­
po tran scu rrid o desde 1512 AC, hasta octubre de 1874 DC.
Por lo tanto, 1874 es la lecha de la “segunda presencia” .
P ero hay q u e considerai que la línea del pasillo descen­
d en te se prolonga 40 pulgadas más, en el m ism o ángulo
hasta alcanzar el loso. Entonces, se agregan 40 años a la
cifra an terio r, y se llega ,i la lecha incorregible de 1914,
fecha en q u e debía em pe/ai la angustia del m u n d o y su
destrucción.
H ay m uchas otras extracciones proféticas de las m e­
didas de la G ran P irám ide, pero eso es suficiente para que
se vea cóm o em pezó el jehovismo.
Esa teoría lúe poi nnu lm tiem po aceptada por R u th e r­
ford. P ero con el coi reí del tiem po, viendo lo insostenible
de esa idea, la aban d o n ó En los núm eros de W atchtoiuer,
del 15 de noviem bre y del I" de diciem bre de 1928, él re ­
p u d ia ab iertam en te m i u c e n c ia en el dogm a de la p irá­
m ide. Afirma textu alm ente: "I .am entam os haber creído
y dedicado tiem po al estudio de la Pirám ide de Gizé. N o
sólo abandonam os alioia ese estudio, sino q u e rogamos
a Dios que nos perdone poi liabci gastado tiem po en eso,
y q u e podam os m lim ii ese tiem po apresurándonos a obe­
decer sus m andam ientos".
M ientras Russell im aginó que la pirám ide de Keops
representaba a (a isló , k u th e ilo rd afirma (pie sin duda fue
¡construida p o r al dinhlol

111
20
La Creación en 42.000 Años
EL L IB R O Sea Dios Veraz, trac en las páginas 155 y 156,
el dogma de la cosmogonía “jehovista", según la cual nues­
tro m undo fue creado en 42.000 años, o en seis días de
siete mil años cada uno. De esa forma, el séptim o día, o
descanso de Dios, todavía está iranscurricndo, según ellos,
y está en pleno curso. H abiendo comenzado en Gén. 2: 2,
está ahora com pletando (i.000 años. Y los últim os mil
años de ese "descanso” empezarán pronto con el Armage-
dón. Así se iniciaría el reino m ilenario de Cristo, con Sa­
tanás atado. Y ellos señalan el año 1975 para el comienzo
de ese m ilenio.

Base de esa fantasía


¿En qué se asienta esa fantasía? Sencillam ente en el
hecho de haber cesado Dios la creación en el “séptim o d ía ’’.
T erm in a n diciendo que ese “séptim o” lleva a la conclu­
sión de q ue cada " d ía ” debe haber durado “siete m il años”.
Para esta fantástica interpretación, procuran buscar re­
fuerzo en Gén. 2: 4, donde la palabra “d ía” significa más
que un período de 24 horas.
Vamos a exam inar este “argum ento” , por demás gas­
tado, tan usado por los evolucionistas y los religiosos mo­
dernistas de todos los matices. Es la viejísima historia de
q u e la palabra hebrea yom , tiene un sentido elástico. C on­
cordamos. Sin em bargo, vamos a estudiar el asunto a
fondo.
Antes de seguir, conviene aclarar que la hipótesis de
112
los testigos de Jehová, de los días de la creación de siete
m il años cada uno, no les vino com o u n a revelación indis­
c u tib le e intocable. Surgió com o cosa im precisa, razona­
ble, verosím il, aceptable. Sólo en la fase actual de la So­
ciedad, ganó categoría de dogm a.
E n el lib ro Creación, escrito p o r R u th e rfo rd ,1 edición
de 1923, cu an d o todavía la Sociedad se llam aba “ E stu d ian ­
tes de la B ib lia” , al p rin cip io de ese lib ro se lee: “ Siendo
q u e el Señor dividió los períodos de la creación en siete,
es razonable a d m itir q u e éstos fu ero n de igual d u ra c ió n ” .
Esto no es n in g u n a evidencia ni prueba. Es u n a afir­
m ación to talm en te atrevida, tem eraria y fantaseosa, sin el
apoyo de u n “así dice Jehová” . P reguntam os: ¿Q ué re la ­
ción puede te n e r el hecho de q u e sean siete períodos, con
la h ip o tética d u ració n de cada uno? C on tal m étodo, se
pued e afirm ar atrev id am en te q u e el “d ía ” puede ten er
siete m il años, com o siete m illones de años, sin in c u rrir
en falta de lógica. Sobre todo, notem os la inseguridad con­
ten id a en la expresión “ es razonable. . .”
E n o tro lib ro d en o m in ad o L a verdad os hará libres,
p u b licad o p o r la “A sociación In tern acio n al de E stu d ian ­
tes de la B ib lia” , vuelven al asunto en la página 57, con
estas palabras tibias, vacilantes, inseguras: “ P or tan to , este
gran día de descanso del C reador en cu an to a la tierra,
aparece ser cerca de siete m il años de duración. El séptim o
‘d ía ’ siendo de tal d u ración, es razonable co n c lu ir q u e los
seis días creativos anteriores fueron cada u n o de la m is­
m a d u ra c ió n ” .
T a m b ié n aq u í, inseguro y vago, sin convicción y sin
certeza, el a u to r usa las expresiones, “aparece ser” y “es ra ­
zonable c o n c lu ir” , q u e le q u ita n toda a u to rid a d a la “doc­
trin a ” .

1. N o c o n f u n d i r c on u n í r a t a d o d e id é n tic o n o m b re , p u b lic a d o p o r lo s “ a u r o r i s t a s ” ,
te s t ig o s d e J e h o v á d i s id e n te s , q u e d e fie n d e n el d í a d e m il a ñ o s.

113
Once claras razones
H abiendo hecho estos reparos, pasemos directam ente al
asunto:
1. Prim ero, conviene denunciar la flagrante falta de
lógica al tom ar un núm ero que indica orden (séptimo) ,
para transform arlo en cardinal, que indica cantidad (sie­
te) . Esto se aleja de todo principio establecido y consa­
grado de exégesis. F.sto, según el buen sentido y la ló­
gica, destruye la pretensión jehovista.
2. El que invoca las lenguas originales de la Biblia en
abono de su tesis, tendrá que aceptar todas las implicacio­
nes válidas y com probadas que estas encierran.
U n estudio im pan ial y m inucioso de los m anuscritos
hebreos revela e s t e hecho sorprendente: En todos los ca­
sos en que la palabra yom (día) e s t á acom pañada de un
num eral ordinal, el sentido es infaliblemente, un día de
24 horas. Para esto basta verificar las ocasiones en que
ocurre la palabra yom e n el texto sagrado. Este es el sen­
tido que se ve cuando la Biblia dice: “ El segundo yom dé­
la f i e s t a " , "el Lercei yom d e la jornada’’, “ el decim oséptim o
yom d e l mes’’, y así sucesivamente.
Esta regla se aplica a los versículos q u e hablan de los
días de la creación, en los cuales se verifica la existencia de
un num eral ordinal ju n to a esos períodos de tiem po. Por
ejem plo, se lee: “ El prim er d ía” (Gen. 1: 5 ), “el segundo
d ía” (versículo 8) , “el tercer d ía” (v. 13) , “el sexto y o m ”
(v. 31) , y así sucesivamente. Esto prueba, sin som bra de
duda, que en este registro, los días eran solares, de 24 horas;
y nunca largos períodos de siete mil años.
3. En un asunto como éste, no se puede despreciar el
testim onio de los grandes lexicógrafos hebreos, entre los
cuates señalamos a los destacados Buhl, Brown, D river y
Briggs. Todos son unánim es en sostener que los días m en­
114
cionados en el p rim er capítulo de Génesis, son días de 24
horas.
Igualm ente, no es despreciable la conclusión de re ­
nom brados investigadores y estudiosos de este asunto.
A ugust D illm an, en su celebrada obra D ie Genesis, rem ata
su com entario acerca de la creación con estas palabras:
“ Las razones esgrim idas por escritores antiguos y m o d er­
nos en u n esfuerzo por in te rp re ta r estos días com o largos
períodos de tiem po, son insostenibles”.
O tro desapasionado estudioso de este tem a, Jo h n S kin­
ner, en su conocido tratado Intern a tio n a l Critical C om ­
m entary, tom o 1, pág. 21, concluye así: “ La in terp retació n
de yom [hebreo] con el significado de aeon [griego] —re ­
curso favorito de los q u e q u iere n arm onizar la ciencia con
la R evelación— se opone al claro sentido del pasaje, y no
tien e n in g ú n apoyo en el em pleo gram atical del h eb reo ” .
P o r lo tanto, no hay por q u é in v en tar u n prolonga­
m ien to de tiem po indefinido, ni a u n de 7.000 años, cu an ­
do el “d ía ” es inequívocam ente solar.
4. Los últim os tres días de la creación, incuestionable­
m en te fueron controlados por el sol, q u e surgió en el
cu arto día. Pues bien, el texto se refiere a estos días exac­
tam en te en los mism os térm inos en q u e se refiere a los días
anteriores. Y el sol sólo puede m arcar días de 24 horas;
n u n ca de 7.000 años.
5. La m ism a redacción de la narración del original,
indica cortedad de tiem po, rapidez de la creación, hechos
instantáneos. Si no, veamos:
a) E n el caso de la luz, por ejem plo, hay u n fuerte
im perativo del verbo hebreo hayah (ser, to r n a r ) . “ ¡Sea la
luz!” Este “sea” no to lera dilación. “Y fue la luz”. T a m ­
bién en esta ú ltim a frase, es obligatorio el sentido de ins­
tan tan eid ad , y no de u n a dem ora de 7.000 años. N o cabe
un a dem ora tan larga para q u e surgiera la luz. ¿D ónde
115
quedaría el poder de Dios? El relato indica, que al m an­
dato divino hubo una ejecución inmediata.
b) O tro ejem plo del fuerte im perativo hebreo ocurre en
relación con el tercer día. Gén. 1:11 dice: “ Produzca la
tierra hierba verde” . El original dice literalm ente: “T ie ­
rra, produce renuevos”. Da’sha significa: \Haz brotar ahoral
Y el relato indica que inm ediatam ente la tierra produjo
hierba: pues dice: Y las plantas yatsa (b ro ta ro n ).
c) Lo mismo ocurre en ( ¿én. 1: 20. “Produzcan las aguas
seres vivientes”, m andó Dios. El original dice: “ ¡Agua, pro­
duce enjam bres!’' De nuevo allí está el im perativo para
desm entir la teoría de largos períodos.
d) La fraseología hebrea del capítulo 1 de Génesis
está confirmada de m odo inequívoco en el Salmo 33: 9,
donde al referirse a la creación se lee: “ P orque él dijo, y
fue hecho; él m andó, y existió". Este lenguaje es total­
m ente inadecuado para largos períodos de tiem po, por­
q ue lo q ue ese lenguaje dice, es q u e todo se produjo in­
m ediatam ente.
La term in an te conclusión es: Los días de la creación
fueron días solares, de 24 horas cada uno.
e) En su cristalino lenguaje, la biblia explica que en
cada día de la creación, hubo “tard e” y “m añana”.
En hebreo, mañana es la parte clara, o el día propia­
m ente dicho; al paso (pie tarde es la parte oscura, noctur­
na. Si en uno solo de esos días, hubo tarde y m añana, la
hipótesis jehovista nos llevaría fatalm ente a ad m itir que
esas 24 horas h ubieran tenido una extensión in in te rru m ­
pida de un larguísim o tiem po de 7.000 años: 3.500 años de
la p arte clara y 3.500 años de u n a interm inable noche.
Eso es un contrasentido. Imaginemos, ¡el sol brillando
d u ra n te 3.500 años seguidos! H ubiera quem ado todo. O si
el período com enzó con los 3.500 años nocturnos, el m u n ­
do vegetal hubiera perecido en la oscuridad.
116
P or o tro lado, afirm ar que los 7.000 años de cada “d ía ”
de la creación, no era un solo período, sino que se com po­
n ían de dos millones quinientos veinte m il días literales ,
com plica a ú n más la situación.
6. El hecho de q u e las plantas, la h ierba y los árboles
hayan surgido en el tercer día de la creación, y hayan con­
tin u ad o viviendo en los días subsiguientes, sirviendo de
alimento de los anim ales, prueba que esos días eran real­
m ente días solares, de 24 horas cada uno. P rim ero, p o rq u e
en el día inm ed iato surgió el sol; segundo, porque los a n i­
males creados en el q u in to y sexto días necesitaban la ve­
getación para sobrevivir.
7. N ótese bien este hecho, q u e es de la más alta im p o r­
tancia. E n el tercer día surgieron las plantas, al paso q u e los
anim ales surgieron en el quinto día. A hora, las que echan
flores dependen de los insectos para reproducirse, pues ellos
transfieren el polen. Las plantas fanerógam as se reprodu­
cen sólo por polinización, q u e realizan los insectos. ¿Cómo
pod rían esas plantas esperar 7.000 años (ó 2.520.000 días) a
los insectos? La verdad es que, apenas esperaron un día
de 24 horas, el cuarto día. N ada más. Pues en el q u in to
día ya h u b o insectos para polinizarlas. P orque ésa es la
ley de la naturaleza, q u e entró en vigor desde la creación,
com o la reproducción anim al.
C larke inform a que cierta vez llevaron unas plantas de
trébol berm ejo, de In g laterra a A ustralia. Un mes después,
las plantas m u riero n . ¿Por qué? P orque les faltó la poli­
nización. C on otra remesa de trébol, m andaron tam bién
las abejas polinizadoras. El resultado fue excelente, pues
h u b o ab u n d a n te producción.
Así, los días de creación fueron de 24 horas cada
uno.
8) El h om bre fue creado en el sexto día, día q u e se­
gún la concepción jehovista, tuvo una duración de 7.000

117
años. Les pediríam os a nuestros amigos que nos aclaren
los siguientes dos puntos:
Primero. Siendo q u e Adán nació en el sexto día, y vivió
930 años, ¿los vivió dentro del período de los 7.000 años
q ue d u ró el sexto “día” ? Si es así, ¿cómo puede la Biblia
relatar hechos de la vida de Adán efectuados después del
sábado (séptimo día) , y en años posteriores?
Segundo. Si el “sábado de la creación” , el séptim o día
todavía está en pleno transcurso, y según los testigos toda­
vía faltan más de mil años para q u e term ine, lógicam ente
Adán todavía estará viviendo. ¿Dónde está q u e no hay no­
ticias de él? Porque la Biblia dice q u e él vivió después del
sábado. Si el “sábado" no term inó aún, los acontecim ien­
tos posteriores no sucedieron todavía; ni la caída de Adán
sucedió, ni nacieron sus hijos, ni se formó la hum anidad.
9. En el libro Sea Dios veraz, fie los testigos de Jehová,
hay un capítulo titulado, “ Por (pié la evolución n o 'puede
ser verdad”. Allí atacan fuertem ente la evolución. Com­
baten la llam ada “selección natural de las especies” , y
dicen q u e todas las razas provienen de una pareja original.
Y para justificar su argum entación, en la página 81, escri­
ben textualm ente: “ La geología m uestra que complejos
organismos vivientes aparecen súbitame?ite y en gran va­
riedad de familias, como sería en el caso de la creación”
(pág. 83). (La cursiva es nuestra.)
Si confiesan (como es verdad) que las formas de vida
surgieron súbitam ente en la creación, entonces, ¿cómo van
ellos a arm onizar esa declaración con su otra declaración
de q u e cada “d ía” de la creación tuvo una duración de
7.000 años? En buen lenguaje, esto se llama contradicción.
Escriben que todas las razas provienen de una pareja
original, Adán y Eva, pareja creada en el sexto día, que
según ellos com prende siete milenios. Entonces, la crea­
ción de nuestros prim eros padres tom ó 7.000 años. Si la
118
vida hu m an a se h u b iera form ado en 7.000 años, por cierto,
no sería u na creación súbita de parte de Dios.
Si los testigos no aceptan esta conclusión, única posible,
entonces están en el d eber de p ro b a r en q u é “d ía ” de esos
largos 7.000 años surgió Adán.
10. A hora, considerem os la cuestión del sentido elásti­
co de yom (d ía ). Los jehovistas insisten en afirm ar y
reafirm ar con vehem encia, q u e en Gén. 2: 4, yom está em ­
pleado para abarcar los siete días. Y esto es verdad. P ero
om iten el hecho irrefu tab le de que en ese versículo no hay
numeral ordinal ju n to a yom,; pues dice: “ Estos son los
orígenes. . . el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cie­
los” . A hí, el sentido de “d ía” es tan poco relevante, que
algunas traducciones m odernas hasta h an om itido esa p a­
labra.
11. O tro hecho im p o rtante. El m andam iento del sá­
bado se refiere al séptim o día com o día solar de 24 horas,
y se rem o n ta a la creación. “ P orque en seis días hizo Je h o ­
vá los cielos y la t i e r r a ,. . . y reposó en el séptim o d ía ”
(Exo. 20: 11).
Sería ilógico y absurdo, gu ard ar u n día de 24 horas
com o conm em oración de seis días de 7.000 años cada uno.
Nótese especialm ente q u e en Lev. 23: 32, dice que el sá­
bado se debe gu ard ar “de tarde a ta rd e ”. Y aquí se em plea
la m ism a palabra h eb rea usada en Génesis, capítulo uno,
para la “ta rd e ” de cada día de la creación.
De todo esto se deduce q u e la teoría de la creación en
42.000 años es otra de las tantas fantasías que constituyen
la dogmática de los testigos de (chova.
En cam bio, es seguro y hermoso creer lo que dice la
Biblia: “P or fe entendem os haber sido constituido el u n i­
verso p o r la p alabra de Dios, de m odo que lo que se ve
fue hecho de lo q u e no se veía”.
¡Gracias a Dios q u e es así!

119
21
Cómo Alcanzar el Reposo
de Dios
LOS testigos de Jehová inventaron una extravagante teo­
ría acerca del sábado. Según ellos, el sábado tiene una d u ­
ración de siete mil años, a p artir del sexto día de la crea­
ción: es decir, que está todavía transcurriendo y aún no
term inó.
Sostienen que el “ reposo de Dios” empezó hace más de
4.000 años antes de Cristo. Afirman que en los días del
rey David, ya habían transcurrido .‘5.000 años. A ctualm ente
han pasado prácticam ente (i.000 años del sábado de la
creación, y antes del año 1984 se librará el dantesco Arma-
gedón y empezará el m ilenio de Cristo, q u e ocupa los ú lti­
mos mil años de los 7.000 de duración del sábado.

Ningún fundamento serio


¿Cuál es el fundam ento de estas especulaciones? No
existe n ingún fundam ento serio. M ediante una deform ada
interpretación de H eb. 3: 11 al 4: 11, dogm atizan lo si­
guiente: a) Q ue 1.500 años antes de Cristo, en el tiem po
de Josué, Dios jure') que los israelitas no en trarían en “el
reposo divino”, b) Q ue en el año 1077 AC., el rey David
dijo que el "reposo” no había sido alcanzado, c) Y si Pablo
dice que todavía "q ueda un reposo para el pueblo de
Dios", es porque n in guno entró en él.
Eso q u iere decir —argum entan— que el "reposo” está
en el futuro, y que ese fu tu ro tiene que ser el sábado, por
120
dos razones. P rim ero, porque etim ológicam ente, sábado
significa descanso. Y segundo, porque consta en el capí­
tulo cuatro de Hebreos, Y como el sábado semanal no cua­
dra con la interpretación de ellos, le dan un nuevo sen­
tido al sábado.
Finalm ente, para arm onizar todo eso y com binarlo con
los acontecim ientos finales, elaboraron la idea de los días de
la creación, de 7.000 años de duración cada uno. Así, el
sábado de la creación está transcurriendo en nuestros días
y desembocará en el m ilenio. En otras palabras, el m ilenio
com prende ios últim os m il años del sábado.

Tres descansos bíblicos


Para entender esta trem enda desviación de la verdad,
conviene recordar las razones presentadas en el capítulo
anterior de esta obra, en el cual quedó dem ostrado q u e los
días de la creación fueron días solares, de 24 horas cada uno.
Estudiarem os ahora el correcto significado de H eb. 3:
11 al 4; 11. Empecemos form ulando esta pregunta: ¿Qué
es el descanso? Es sosiego, tranquilidad, reposo, alivio, aflo­
jam iento de la tensión, recreación em ocional, recuperación
de la fatiga, despreocupación, paz, calma, seguridad, sere­
nidad, estado de beatitud, estado de gracia, estado de bien­
estar e íntim o placer, refrigerio espiritual y análogas vir­
tudes, ¿Cuántos descansos o reposos m enciona la Biblia?
M enciona tres.
1. El “descanso” del día sábado semanal, instituido por
Dios en el Edén, en beneficio del hom bre. Es un descanso
literal, caracterizado por el cese del trabajo y de las preocu­
paciones de la vida, por la adoración de Dios, y por la
realización de actividades espirituales benefactoras. Según
la Biblia, el sábado es una señal de santificación (Eze.
20 : 12).
2. Un “descanso” accidental e histórico, de tiem po
121
indeterm inado, que consistió en el establecimiento de los
israelitas en Canaán. Descanso de una penosa y larga pe­
regrinación; descanso de los em bates con los enemigos; des­
canso de las luchas a través del desierto, sin techo fijo ni
tranquilidad. A continuación van los textos de prueba:
a) Deut. 3: 20. "H asta que Jehová dé reposo a vuestros
herm anos, . . . y hereden ellos tam bién la tierra. . . al otro
lado del ]o rd án ” .
b) Deut. 12: 9.10. “ Hasta ahora no habéis entrado al
descanso y a la heredad que os da Jehová vuestro Dios. Mas
pasaréis el Jordán, y habitaréis seguros” .
c) Jos. 21:44. H ablando de la generación nacida en el
desierto, que entró en Canaán, dice: “Jehová les dio re­
poso".
d) Jos. 23: 1. “M uchos días después que Jehová diera
reposo a Israel de todos sus enemigos alrededor”.
Nótese bien que este “ reposo” , en Deut. 12: 9 es deno­
m inado el “descanso. . . que os da Jehová”. Es el reposo de
Dios. 1.a generación rebelde que salió de Egipto no entró
en ese reposo de Dios. Es un reposo y una herencia que Dios
les hubiera dado, como lo dio a los otros.
En el Sal. 95: 11 al decir: “ Juré en mi furor que no en­
trarían en mi reposo” , David se refiere a la entrada en Ca­
naán (y no a un sábado de 7.000 años que en su tiem po
estaría por la m itad) . Leyendo el contexto del salmo se ve
que se refiere al reposo literal de la generación israelita que
salió de Egipto, y por ser rebelde, no entró en el reposo
de Canaán.
‘i. Hay tam bién un “descanso espiritual” especial, que
Dios provee a sus hijos. O riginalm ente, lo había destinado
a la nación israelita eo conjunto. Ese descanso dependía
de una condición: de que Israel, el pueblo escogido, se in te­
grase a la gracia divina, cum pliera la misión de ser una
122
luz para el m undo, se identificara con Dios y llevara la sal­
vación de Jehová a los demás pueblos.
Pero Israel cayó en la m odorra espiritual, no cum plió
su parte, desdeñó esta gloriosa m isión, y así, en los días
de Josué, no en tró en este divino “descanso”.
A un en los días de David, Israel no había entrado en
ese singular descanso; y entonces, él les repite la invitación
para que lo hagan en esa ocasión. Este es el tem a del Sal. 95.
Mas a lo largo de la historia, Israel incurrió en una reitera­
da rebeldía, y así como Dios privó a la generación de Cades
Barnea de en trar en la C anaán literal, tampoco le perm i­
tió al pueblo de Israel el seguir siendo su pueblo escogido.
“ El reino de Dios —les dijo Jesús— será quitado de vosotros,
y será dado a gente q ue produzca los frutos de él” (Mat.
21: 4 3 ).
Por m edio de David, con el m ensaje: “Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis vuestro corazón”, Dios renovó la in­
vitación a su pueblo. Pero esto fue inútil. El pueblo no
correspondió, lo cual prueba el fracaso de Israel en en trar
en el “descanso esp iritu al”, tanto en los días de Josué como
posteriorm ente. A pesar de todo, aun en los mismos días
de David, Dios no había desistido de su propósito hacia la
nación de Israel.
Como es obvio, Josué no dio a Israel el “descanso” espi­
ritual. T an sólo le dio el descanso del éxodo, o sea el esta­
blecim iento en la tierra a la generación q u e había nacido
en el desierto.

Quién alcanza el descanso


Dios no cambia. C uando se propone realizar algún pro­
pósito, lo realiza, a despecho de los fracasos hum anos. La
invitación de Dios y su promesa no cesan de estar en vigor.
Siendo que el pueblo de Dios de entonces, Israel, no en­
tró en su “descanso” , lógicam ente queda un reposo para el
123
pueblo de Dios” (H eb. 4: 9 ) , y este pueblo está formado
ahora por los cristianos.
La conclusión del au to r de la C arta a los H ebreos es
q u e los cristianos pueden e n tra r en ese “reposo” , porque
pueden llegar “confiadam ente al trono de la gracia” (Heb.
4: 16) . donde C risto m inistra como “apóstol y sum o sa­
cerdote de nuestra profesión” (H eb. 3: 1). H allarán a
U no <pie se compadece de ellos y que les da oportuno so­
corro. Así en tran en el “descanso de Dios”, se convierten
en su propiedad particular, en su actual pueblo escogido,
nación santa, real sacerdocio. Esta es la conclusión que se
halla al fin del capítulo cuatro de I lebreos. Y esto significa
que la hermosa experiencia que rechazaron los israelitas
hace siglos, se convierte ahora en el privilegio de los cris­
tianos "fieles (H eb. 3: 13, 15).
Ese “descanso esp iritu al” ocurre en pleno reino de la
gracia, y se obtiene por la fe (H eb. 4: 1 ,2 ). Es el refrige­
rio del alm a rendida a Cristo, q u e disfruta del regocijo de
la salvación. El “descanso” en el cual tan to los cristianos
como los judíos convertidos en tran hoy, es el mismo “des­
canso esp iritu al” al cual Dios llam ó al antiguo Israel. Es
el alma cpie realiza el eterno propósito de Dios. Los siguien­
tes textos lo confirm an:
a) F.xo. 33:11. “Mi presencia irá contigo, y te daré
descanso”.
b) Sal. 91: I. “ El q u e habita al abrigo del A ltísim o, m o­
rará (descansará) bajo la som bra del O m nipotente” .
c) Isa. 30: 75. “En descanso y en reposo seréis salvos” .
d) Jer. 6:1 6 . “ P reguntad por las sendas antiguas, cuál
sea el bu en cam ino, y andad por él, y hallaréis descanso para
vuestra alma”.
e) M al. 11: 29. jesús dijo: “ A prended de m í ,. . . y ha­
llaréis descanso para vuestras alm as”.
124
Después de estas definiciones establecidas por la mis­
ma Biblia, ¿a qué descanso se refieren los capítulos 3 y 4
de Hebreos? Los dos prim eros “descansos” se m encionan
en esos capítulos a títu lo de comparación. A esta altura,
bastará leer esos capítulos con ánim o im parcial, y se verá
con grata sorpresa todo claro y lógico.

Una v e rd a d que se d e b e r e s ta u ra r
Según la Biblia, el sábado semanal de la creación (no
los descansos festivos de Israel) de ningún m odo es “sombra
de lo que ha de v en ir”, ni del m ilenio. Según la Biblia, el
sábado es un recordativo de un hecho pasado: la creación.
El m andam iento q ue nos recuerda la observancia del sába­
do, se rem onta a los días de la creación, y al séptimo día que
fue el “descanso” , un hecho consum ado en el pasado.
El sábado sigue en vigor en el presente, y se continuará
observando en la tierra nueva, donde “de sábado en sába­
do” todos adorarán al Señor. Aun la traducción del Nuevo
M undo de la Biblia lo expresa claram ente: “T al como los
nuevos cielos v la nueva tierra que estoy haciendo subsisten
delante de mí, . . . sucederá que. . . de sábado en sábado
vendrá toda carne para inclinarse delante de mí, ha dicho
Jehová” (Isa. 66: 22, 23 versión Reina-Valera, 1909).
El sábado —con el descanso espiritual que trae al a lm a -
fue instituido antes de la entrada del pecado. Era el recor­
dativo de la creación original, y en la tierra recreada conti­
n uará siendo el m onum ento conm em orativo y la señal de la
soberanía divina (Exo. 20: 8-11: E/e. 20: 12,20).

¿Dónde ocurrirá el milenio?


Según la Biblia, los salvados pasan el m ilenio en el
cielo, y du ran te su transcurso realizan el juicio de los im ­
píos. Sólo después de los mil años desciende la nueva
Jerusalén. ¿Las pruebas? A quí van:
125
Apoc. 20: 4 revela: “Vi tronos, y se sentaron sobre ellos
los que recibieron facultad de juzgar” . ¿Quiénes actuarán
en el juicio? En 1 Cor. 6: 2, 3, el apóstol Pablo aclara: "Los
santos han de juzgar al m u n d o ”.
Apoc. 2 0 :4 sigue diciendo: “Vivieron y reinaron con
Cristo m il años”. Esto sólo puede o cu rrir en el cielo, porque
Cristo lleva a los santos allá, al tiem po de su segunda veni­
da a esta tierra. El lo aclaró al decir en Ju an 14: 3: “Vendré
otra vez, y os tom aré a m í m ism o” .
Esta verdad aparece más clara aún en la visión de Juan.
E n Apoc. 7: 9 dice él: “ M iré, y be aquí una gran m u lti­
tud, . . . que estaban delante del trono y en la presencia del
C ordero”. Y el contexto, especialm ente los versículos 11
y 15, confirma q u e los santos estarán en el cielo. O tros tro­
nos fueron vistos allá, según Apoc. 4: 4. T am b ién Apoc.
20: 11 m enciona que el trono blanco y el juicio estarán en
el cielo.
Y sólo después de acabar el juicio realizado d u ran t
el m ilenio, la nueva Jerusalén desciende del cielo (Apoc.
2 1 : 2).
Una com paración iluminadora
El “descanso” m encionado en los capítulos 3 y 4 de H e­
breos no tiene la más rem ota relación con el sábado, ni con
un período de 7.000 años, y m ucho menos con el m ilenio.
N ada tiene de escatológico.
En verdad, el au to r de la Epístola a los H ebreos, en el
capítulo cuatro m enciona el séptim o día a m anera de
comparación con el “descanso” en el cual Dios q uiere que
en tren los cristianos. El sábado está em pleado ahí para ilus­
trar.
El séptim o día de la creación fue el reposo de Dios y del
hom bre. T e n ía más en vista el refrigerio espiritual del
hom bre, porque fue instituido en su beneficio. “ El sábado
126
vino a existir por causa del hom bre” (Mar. 2: 27, N.
M undo) , afirm ó Jesús, para bienestar del hom bre, para su
restauración física y espiritual.
En el original, sábado significa “descanso” . Por lo tanto
nada más adecuado q ue el sábado para com parar o ilustrar
el “reposo” . En este caso, de hecho el sábado es una ilus­
tración. El “descanso” es un refrigerio espiritual.
Algunos procuran explotar el hecho de que el apóstol
empleó dos palabras griegas diferentes para designar el
“descanso” : katdpausis y sabbatismós (ésta sólo ocurre en
H eb. 4: 9) . Pero este argum ento no im presiona, porque
lo que decide el sentido es el contexto, y las dos palabras
se usan aquí como sinónimos. Las dos dicen tan sólo “des­
canso”. ¿La prueba? Basta la lectura del texto. Veamos:
a) En vista de q ue Josué no pudo llevar a Israel a en trar
en el “descanso” espiritual (katdpausis, v. 8) , resta para
los cristianos un “descanso” (sabbatismós, v. 9) . La cohe­
rencia exige q u e lo que resta sea la misma cosa que había
en el principio. Como al principio no se trataba del descanso
sabático, tam poco el “descanso” actual es el descanso sabá­
tico. M ucho m enos se trata de un sábado de mil años, por­
que ni Josué ni David se refieren al m ilenio.
b) C onsiderando el contexto que se halla en los versícu­
los 1 y f> del capítulo 4 de Hebreos, la conclusión es
que el descanso que resta es un katdpausis; p orque afirm ar
q u e lo que resta para el “pueblo de Dios” sea el sábado mi-
lenial, equivaldría a afirm ar que Josué no consiguió in­
troducir a Israel en el sábado m ilenial, ¡lo que sonaría ab­
surdo!
Y agregamos: Ese “descanso espiritual” o “descanso de
Dios” , al cual Josué no consiguió llevar al pueblo de Dios
(en la época israelita) , es un “descanso” en el cual el pue­
blo podría haber entrado en aquel tiempo. N o entró en él
por razones evidentes, por rebeldía espiritual, hasta el pun
127
lo d e q u e el mismo Dios les im pidió finalm ente entrar.
N ada de m ilenial.

Seis requisitos para el reposo


c) En los días del apóstol Pablo, todavía se dirigía la
invitación a los cristianos venidos del judaism o. Im porta
n o tar que la Epístola a los H ebreos fue dirigida a los he­
breos, los judíos, israelitas de los tiem pos apostólicos; y su
au to r no les iba a decir que aun restaba un sábado que
debían guardar.
El mismo explica claram ente cóm o en tra r en el “descan­
so de Dios”. E ntram os en él:
—C uando consideram os a Jesús (H eb. 3; 1).
—C uando oímos su voz (3: 7, 15; 4: 7 ).
—C uando tenem os fe en él (4: 2, 3) .
—C uando desistimos de procurar salvarnos por las
obras (4: 10) .
—C uando retenem os nuestra profesión (4: 14).
—C uando nos acercamos al trono de la gracia (4:
16) ■
¡Bendito “descanso de Dios” ! ¡Se prepara aquí, en ple­
no reino de la gracia, aun antes de llegar al reino de la
gloria! ¡Y allá se d isfrutará del gozo perm anente de la vida
eterna!
Pablo en tró en ese “descanso”, y al experim entarlo ex­
clamó: “ ¡Ya no vivo yo, mas vive Cristo en m í!” T odas las
alm as que hagan u n pacto con Dios, con sinceridad e in te­
gridad, en tran en ese descanso. T odos los q u e en tran en ese
desear ¡so, serán llevados al cielo cuando vuelva Jesús en la
apoteosis de su gloria y poder.

128

You might also like