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FACULTAD DE HUMANIDADES
CÁTEDRA “DIDÁCTICA I – DIDÁCTICA GENERAL”
LA PLANIFICACIÓN DIDÁCTICA1
En este sentido, y reforzando las ideas que estamos tratando, transcribimos un fragmento
de Eduardo Remedi (citado por Lucarelli, E.; 1998:31):
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AUTORA: MARÍA TERESA ALCALÁ. Año: 2005.
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En este apartado seguimos fundamentalmente los textos de LUCARELLI, E. (1998), y GIMENO SACRISTÁN, J. y PÉREZ
GÓMEZ, A. (1992).
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“(...) entenderemos a la planeación didáctica como la organización de los factores
que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje a fin de facilitar en un
tiempo x la reestructuración cognoscitiva, la adquisición de habilidades, los
cambios de actitudes en el alumno.
La planeación didáctica, así definida, puede aparecer señalada como momento
relevante e incidental al comienzo del proceso y previa a la realización.
Sin embargo, aquí la entenderemos no como momento temporal sino como
momento lógico, presente en todo el proceso, susceptible de modificaciones
continuas a partir de los datos o evidencias que nos ofrezca la realización y/o la
evaluación de la situación de enseñanza-aprendizaje.
Entender el concepto de planeación como momento lógico nos lleva a precisar
tres situaciones básicas en la que se desarrolla:
Los objetivos: son los orientadores del proceso didáctico, describen el por qué y para
qué de los aprendizajes. Se formulan en diversos niveles de generalidad, siempre
haciendo referencia a los alumnos, a los logros que se esperan alcancen a través de
las actividades y recursos propuestos. En ellos se sintetizan los contenidos y
conductas o procesos que constituyen los aprendizajes considerados valiosos. Cuando
los definimos es importante tener en cuenta todas las áreas del comportamiento
humano (cognoscitiva, psicomotriz, afectiva), de manera tal de evitar desequilibrios por
el predominio o desatención de algunas de estas áreas. Por eso, es importante tener
en cuenta la coherencia de los objetivos con los contenidos, actividades de
aprendizaje y evaluación que diseñamos. En este sentido, y repetimos, los objetivos
cumplen una importante función orientadora y de clarificación del proceso de
enseñanza y aprendizaje tanto para el docente como para los alumnos, padres,
directivos, otros docentes, etc.
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Los contenidos: constituyen el qué enseñar y aprender, son los productos culturales
que la escuela y el docente asumen que deben transmitir en función de su relevancia
epistemológica, actualidad, significatividad social y psicológica, funcionalidad y
posibilidad de transferibilidad a la vida cotidiana (éstos constituyen criterios de
selección de los contenidos como más adelante veremos).
Los contenidos son construcciones sociales, culturales e históricas, y por lo tanto, es
fundamental que el docente los maneje son rigurosidad y solvencia, así como realice
un continuo proceso de reflexión sobre por qué los enseña, desde qué enfoque
epistemológico o teórico de la disciplina lo hace; qué prioridades establece; qué
sentido tiene para los alumnos y para la formación académica de los mismos; cómo los
adapta para facilitar su comprensión, a través de qué materiales y recursos los
vehiculiza, etc.
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- Trabajos de grupos pequeños de discusión, de estudio, de elaboración de proyectos,
de investigación, y que pueden ser combinadas con otras técnicas estructuradas de
grupo como Phillips 66; Torbellino de Ideas; Desempeño de roles.
- Talleres;
- Laboratorios;
- Debates;
- Foros;
- Seminarios;
- Visitas en terreno;
- Juegos de simulación;
- Estudios de casos;
- Estudio dirigido y estudio independiente
- Técnicas audiovisuales;
- Uso de computadoras.
Para ampliar, se recuerdan también las “formas básicas de enseñar”, que Liliana Sanjurjo
recupera y resignifica a la luz de los aportes de las teorías constructivistas de la educación3:
- La narración;
- La explicación;
- El diálogo y el interrogatorio;
- El ejemplo, la analogía, la metáfora;
- Las apoyaturas visuales;
- Ejercicios y situaciones problemáticas.
La evaluación debe ser coherente con los objetivos propuestos, el tipo de contenido
trabajado y las actividades desarrolladas, sólo así cobra sentido y se constituye en una
herramienta de mejora de la enseñanza.
Las decisiones sobre los instrumentos o actividades de evaluación de los alumnos, deben
tener en cuenta el tipo de aprendizaje que se quiere evaluar. No es lo mismo evaluar la
capacidad para analizar un texto literario, o para diseñar un plan de investigación, que la
retención de datos puntuales. También, si se quiere evaluar la adquisición de una habilidad o
destreza motora, será necesario utilizar la observación directa del desempeño del estudiante
en esa actividad.
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Se recomienda ampliar este tema con los materiales bibliográficos de la cátedra “Didáctica I / Didáctica General”. Ver
SANJURJO, L. y RODRÍGUEZ, X. (2003). Volver a pensar la clase. Las formas básicas de enseñar. Rosario: Homo
Sapiens. Capítulo 3.
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contenidos y aprendizajes que desea que los alumnos logren, de los recursos materiales y
temporales que dispone.
Según sea lo que se planifique (el programa de una asignatura, de un curso, una
unidad didáctica, una clase), las etapas y tareas implicadas varían. Sin embargo, existen dos
acciones específicas de la planificación sea cual sea su alcance y aplicación. Ellas son la
selección y la organización de los componentes didáctico-curriculares y se realizan en
función de criterios.
- Selección:
En un apartado anterior ya hicimos referencia a los criterios de selección de contenidos y
los aspectos que integran la definición de los objetivos.
- Organización:
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Sobre los criterios para seleccionar actividades de aprendizaje, se recomienda consultar la ya clásica obra de RATHS, L.
E. y otros (1991). Cómo enseñar a pensar. Teoría y aplicación. Buenos Aires: Paidós Studio. Parte Cuarta., que resulta muy
orientadora y ejemplificadora respecto del análisis de las actividades, su selección y aplicación en orden de promover las
operaciones superiores del pensamiento.
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organizarse alrededor de un tema significativo, de un problema, de un proyecto de investigación.
Según cuál sea este eje y la forma de organización se diferencias estas “subdivisiones” del
programa de estudio en módulos; unidades temáticas; unidades didácticas, etc.”.
Cuando se organizan las unidades curriculares, adopten el formato que sea, una cuestión
fundamental es la definición de las secuencias de actividades o secuencias didácticas. Zabala
Vidiella (1998:16), las define como “un conjunto de actividades ordenadas, estructuradas y
articuladas para la consecución de unos objetivos educativos, que tienen un principio y un final
conocidos tanto por el profesor como por el alumnado”.
BIBLIOGRAFÍA:
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Se recomienda profundizar este tema en Zabala Vidiella, A. (1998). La práctica educativa: cómo enseñar; (4a. ed.).
Barcelona: Graó. Cap. 3 y 6.