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H.C. ELÍAS
El Lenguaje del Alma
H.C. ELÍAS
Desde la perspectiva aramea uno no tiene o posee un alma, uno mismo es el alma, por lo
que desempeña el papel de un continuum que vincula lo “celestial” – shem, o aspecto
oscilatorio, con lo “terrenal – yo soy, o aspecto de partícula del ser.
El napsha representa el aspecto del alma o yo interior que con frecuencia se percibe a sí
mismo del lado “terrenal” – imagen- del continuum. Es justamente en este lado de ese
continuum donde se representan muchos desórdenes y traumas emocionales, esto
ocasiona que para la mayoría de las personas, su apreciación de la orientación espiritual,
parezca estar separada del ser subconsciente.
Del capítulo anterior recordemos que Hokhmah, la sabiduría, busca vincular nuestra
percepción del yo al yo soy, en tanto, la Sagrada Espíritu, en su manifestación como Halito
Sagrado enlaza nuestra respiración personal, y ambas nos guían en el camino de retorno
hacia la percepción consciente de nuestra conexión con la Unidad Sagrada – AlaHa.
Por tanto no se trata de que tengamos que vaciar o depurar nuestro napsha de todos los
elementos problemáticos, sino más bien, de permitir que cada elemento encuentre su
lugar en la mesa de Hokhma y en el dominio de ALaHa.
Todo tiene un propósito y una ubicación, de esta forma, no se trata de destruir, sino de
ubicar para lograr orden y unión.
Cuando estamos armando el rompecabezas, empezamos por las piezas que son más
fácilmente identificables y las colocamos en el lugar que a cada una corresponde, luego
juntamos en grupos las que son similares y por último agrupamos y dejamos en un olvido
momentáneo aquellas que no podemos identificar ni siquiera vagamente.
Algo así ocurre en las profundidades del alma, donde sus misterios más ocultos
trascienden cualquier lenguaje humano.
Tal vez si recordamos lo ocurrido en los primeros versículos del Génesis hallemos una
pista para resolver el problema, pues en cierta forma el estado caótico y desordenado en
el que se encuentran las partes del yo subconsciente que no podemos identificar para así
proceder a integrarlas, es similar a lo descrito en Génesis 1:2. Inmediatamente después de
que se ha descrito tal situación, en Génesis 1:3 se nos refiere la primer declaración
explícita de el Di-ses: “Vayomer Elohim Yehi or, va Yehi or”, esto es: …y dijo el Di-ses, sea la
luz, y fue la luz. Esa condición anterior, encontró su sitio en la creación a partir de lo
descrito en este versículo, en el que, si lo analizamos, involucra dos cosas luz y sonido. La
primera se menciona dentro del versículo, en tanto la segunda representa la mención
misma.
Entonces, el lenguaje que debemos utilizar para poder comunicarnos con las partes del yo
subconsciente más profundas y cercanas al olvido es el de la vibración, o en otras palabras
mediante el shem.
Para hacer contacto con las partes que son más difíciles de integrar y que pertenecen al
napsha debemos desarrollar un lenguaje que involucre una respiración rítmica, una
combinación adecuada de sonidos ya sea utilizando la semántica aramea, y/o notas
musicales, luz en sus diferentes frecuencias (colores) y la forma, la cual en cierta manera
está vinculada al NOMBRE.
Por extraño que parezca, la parábola del hijo pródigo relatada en Lucas 15:11-32, se
refiere justamente a este proceso de integración. En resumen, después de despilfarrar su
herencia el hijo “prodigo”, que en este caso representa la parte del ser que aún no
despierta, que todavía piensa que sólo ella existe y que no pertenece a algo mucho más
grande que ella, se encuentra en el fondo, literalmente sentado entre los cerdos. Cuando
al fin se libera de todo lo que pensaba que era, incluso su orgullo, está listo para regresar
al lugar al que realmente pertenece, en donde se le perdona y se le da la bienvenida a
casa. Sin embargo no todo es júbilo, puesto que el hijo que se quedó en casa y se encargó
de los negocios, reacciona con ira ante la fiesta de bienvenida que ofreció su padre a su
hermano que ha regresado.
Esto nos enseña que cuando una parte está lista para integrarse al lugar que le
corresponde dentro del napsha, las otras partes como tales deben ajustarse, que la
integración conlleva un periodo de reajuste, pero cuando este ajuste se logra, el napsha
está listo para expresar con plenitud su naturaleza divina.
Veamos algunos ejemplos de la forma e intención que encierra el uso que YESHÚA hace
del vocablo napsha-alma en los siguientes versículos.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Marcos 12:30-31
Veamos significados alternos de otras de las palabras usadas en esta cita de Marcos,
rehem que se tradujo como amor, representa un tipo de amor o compasión que puede
brotar desde lo más profundo de nuestro ser. Por su parte el vocablo mare que
generalmente se traduce como señor es una palabra cuya raíz sugiere poder y grandeza
fehacientes, pero también está vinculada con el aspecto de lo sagrado que capta nuestra
atención sin necesidad de recurrir al razonamiento o a la lógica.
El vocablo mente re´yana, se relaciona por su raíz con un verbo que significa apacentar o
alimentar. Este aspecto de la mente sigue y capta las cosas como por instinto. O en otras
palabras comprender a través de una inteligencia intuitiva.
La palabra jaye que por lo general se traduce como vidas, aquí toma el significado de
fuerza, ya que significa fuerza vital o energía.
Estos significados nos permitirán ver con claridad la manera en la que YESHÚA nos
muestra como estos mandamientos denotan un proceso que involucra todas las partes
del alma.
Deja que el amor compasivo fluya desde lo más profundo de tu ser subconsciente para que
establezca un vínculo con el aspecto de lo sagrado que capta nuestra atención sin
necesidad de recurrir al razonamiento o a la lógica, a la Unidad Sagrada, abarcándolo
todo, interior y exterior. Envía esta compasión desde tu ser mental emocional, desde los
lugares más misteriosos y profundos de tu ser subconsciente, desde la totalidad de tu
mente intuitiva y con toda tu energía vital.
Cuando se involucra todo nuestro ser en esta clase de amor compasión profunda, se
puede lograr una integración durante un cierto periodo de tiempo de nuestra
personalidad o yo´s.
En otras palabras, el tipo de amor que debe surgir desde lo profundo de nuestro ser, es un
amor no razonado, libre, compasivo y espontáneo.
Deja que el amor compasivo fluya desde lo más profundo de ti, hacia aquellas partes no
muy conocidas de tu propio ser interior, de igual forma y con la misma intensidad deja que
ese mismo amor fluya hacia todo cuanto te rodea, sean hombres, animales, plantas,
galaxias, arena, mares, ríos, rocas,…
Es por esto que el prójimo no es más que la diversidad en todas y cada una de sus
manifestaciones.
No podemos amar la Unidad y solo amar algunas formas de diversidad, si amamos el Todo
debemos amar su completa manifestación en la totalidad de la diversidad.
Porqué tanto amó Di-s al mundo que dio a su Hijo único, para quien crea en el no perezca,
sino que tenga vida eterna.
Evangelio de Juan
La palabra para creer, etamen viene de la misma raíz que amen y sugiere un sentimiento
de seguridad, confianza o firmeza proveniente de un lugar arraigado. La palabra para
perecer, ebad también significa descomponerse, desaparecer, o perderse.
La expresión que se traduce como vida eterna es jaye d´lalam, nuevamente la traducción
griega tal vez con el afán de simplificar y acoplar esta frase a su propia concepción del
mundo en su cultura, cambia por completo el significado original de la frase, pues jaye es
una palabra en plural que significa vidas y d´lalam, del Eterno.
De esta forma la expresión no debe traducirse como vida eterna, sino vidas del Eterno.
La palabra aramea para vida es "jaye", (Y*X) los dos puntos sobre la letra YOD, indican
plural. Si no estuvieran los dos puntos sería singular. Se vería así YX.
Además d´lalam está compuesta de la letra dalet, d que significa de ó del y el adjetivo
lalam – eterno, que está en género masculino. Por tanto debe traducirse como “del
eterno”.
Ligada al adjetivo eterno está la noción de eternidad, que en arameo se representa con la
palabra alma y que proviene de una raíz que significa juventud o novedad, es decir, puede
representar todo aquello que surge como nuevo de manera constante, en diversidad y en
los universos de la forma. De esta misma raíz se deriva la expresión Al´alim, que significa,
el conocimiento de todos los mundos.
Porqué la Unidad tanto amo a la diversidad, esto es, a todos las manifestaciones de la
forma, que envió su presencia a través de su Hijo, alguien pleno en todos los aspectos del
ser, para que quien deposite su confianza en el Maestro, y con firmeza unifique sus yo´s en
su yo soy y luego en el YO SOY a través del trabajo de Hokhmah, su forma no se
desvanezca o se pierda en el olvido, sino que continúe de mundo en mundo participando
de las Vidas del Eterno.
Cada mundo o plano de existencia está embebido de Energía Vital del Eterno y es de esa
Energía o Fuerza de Vida de la que participamos por el solo hecho de ser. Pero cuando
despertamos y somos capaces de percibir nuestra pertenencia a la Unidad de forma
consciente, estamos preparados para la transformación de la forma, mientras seguimos
participando de las Vidas del Eterno en mundos o niveles de “realidad” distintos.
Con esta traducción reafirmamos aquello que de cualquier manera resultaba claro para
algunos, que la vida no nos pertenece, sin embargo abre otra puerta cuyo interior no nos
habíamos detenido a observar, y es que la forma puede transformarse o desvanecerse y
perderse en el olvido, pero la Energía Vital siempre permanecerá igual, porque la Energía
no está ligada a la forma, es la forma la que está ligada a la energía.
O de manera equivalente, nosotros no poseemos vida eterna, sino que por el contrario,
participamos de las Vidas del Eterno.
Esto también lo esclarece Malaquías 3:6 que dice,
Otro versículo en el que se utiliza la palabra jaye para vida en lugar de napsha es Juan
10:10, en el que YESHÚA dice:
Evangelio de Juan
Yo he venido para que participen de la Energía Vital en cada mundo, y para que tengan
toda la abundancia que esta trae consigo.
Para cerrar, la imagen e ideas detrás del uso que YESHÚA hace de la palabra napsha, Él
mismo nos dice,
Porque todo el que desee salvar su alma, la perderá, pero todo el que pierda su alma por
causa de mí y de mi Evangelio, la salvará, porque, ¿qué provecho obtendrá el hombre si
ganara el mundo entero, pero perdiera su alma?
Según la traducción Reina Valera 1960, en el lugar de alma en las dos primeras frases,
aparece la palabra vida. Sin embargo en este caso la versión aramea usa la palabra napsha
y no jaye en ambas. Por lo que la traducción de la Biblia Peshitta resulta más precisa.
La palabra usada en este versículo para perder es ebad, la cual ya vimos anteriormente,
pero en este contexto también puede significar irse por mal camino, destruirse o
arruinarse, sin embargo, en términos de su raíz invoca la imagen de algo que ha crecido
hasta el grado máximo de su desarrollo doblegándose después al servicio de lo que es más
grande, en cierta forma, encierra un proceso de abandono de sí mismo.
Jaya que significa salvar comparte su raíz con jaye que como vimos significa fuerza vital,
de tal suerte que salvar, equivale a dar energía vital.
De esta forma, salvar el alma significa dar energía vital al napsha, pero hacer esto nos lleva
a perderla. ¿Cómo puede ser esto? Pues parece paradójico. Para resolver esta cuestión
simplemente basta ver la situación con ojos arameos y apoyarnos en el significado de
ebad.
Al alimentar el napsha con energía vital se desarrolla, pero este desarrollo en esencia
implica que cada uno de los miembros que la conforman renuncien a su propio sentido de
individualidad, una especie de abandono de su propia identidad en pos de algo mayor en
este caso, el Yo soy, de la misma forma este Yo soy parecerá extinguirse dentro de un
proceso de transformación como parte de un mayor YO SOY.
Evangelio que en arameo se dice sabarta significa buena nueva, pero si nos remitimos a
su raíz, entonces evoca la idea de contener fuego sagrado, lo cual implica que dicho fuego,
en lugar de extenderse fuera de control, está proporcionando calidez y calor durante un
periodo de tiempo.
La palabra usada para ganar es yitar que también puede significar superar, exceder o
tener algo en abundancia. La palabra usada en la última parte del versículo para el vocablo
perder es diferente de la usada anteriormente (ebad), esta es hasar, misma que puede
traducirse como carecer, tener necesidad de, o estar incompleto.
En este versículo aparece tres veces la palaba perder, en las dos primeras corresponde a la
palabra ebal, aunque en la primera frase se debe entender como en el versículo, anterior,
en la segunda, de acuerdo a la explicación anterior, y en la tercera, tal como lo mencione
en el párrafo anterior, como vinculada a la palaba hasar.
Tomando todo esto en cuenta, los discípulos de YESHÚA habrían escuchado así esta
enseñanza,
Continuemos con la idea del rompecabezas, desde la perspectiva de esta analogía algunas
piezas que parecen no encajar en ningún lado, eventualmente logran hacerlo debido al
acomodo de otras piezas cuyos lugares se pueden identificar más fácilmente. Aquí la
pregunta, es ¿se requiere de una imagen de referencia para poder integrar a cada parte
en el lugar que le corresponde?, o ¿es posible realizar el rompecabezas en su totalidad sin
recurrir a esa guía?
Estoy seguro que sin la guía algunas piezas pueden colocarse, pero recuerden que
estamos hablando de un enorme rompecabezas, por lo que considero en extremo poco
probable lograr armarlo sin una imagen guía.
Esa imagen guía sin duda es el Yo Soy de YESHÚA. Si cada pieza en lugar de verse a sí
misma o ver a las demás, reconoce su lugar mirando esta imagen, de inmediato toma
conciencia de que pertenece a algo mucho más grande que ella, esta toma de conciencia
facilita su integración al yo soy del individuo.
En última instancia, cada parte del ser desvanecerá su identidad, el punto es, si lo hará a
favor de pertenecer a algo más grande que ella misma, o se perderá en el olvido usando la
energía vital para fortalecer su propia individualidad, creyendo cada vez más
vehementemente que solo ella existe y por tanto apartándose consistentemente de las
demás, relegándose ella misma a su propio olvido.