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PRÓLOGO

Impresiones de doña Serafina en Roma

Fuera el radiante sol que blanqueaba los cúmulos destacados


como poderosos cuellos liga.dos a troncos de hombres muscu­
losos y perfectos en el azul cielo romano, o los macizos de flores
brillantes que parecían decir, bajo las altas palmeras, "ivive!,
igoza!"; fuera la impresión claroscura que recibió al cruzar
pórticos y columnatas bajo la mirada de héroes y caballos y anti­
quísimos dioses de desnuda piedra; fuera la turbamulta de léperos
y de prostitutas, de baldados y de pordioseros que se arremoli­
naba a la entrada de todos los umbrales o a la sombra de todas las
ruinas, sus bocas desdentadas y sus miradas enfermas o voraces,
como las cabras que cuidaban; fuera esa falta de perspectiva que
le ocasionaban los pisos de mármoles entrecruzados, tan per­
fectos y pulidos que de pronto parecía perder pie hasta que se
encontraba con una columna de pórfido fría tras la cual se divi­
saban paredes cubiertas de frescos que simulaban ventanas,
puertas, tapicerías y perspectivas de fachadas y de columnatas o
las bóvedas que la mareaban porque parecía que allí se rompía la
gloria, o fueran las muchas estatuas de blancura patinada por
l:ts eras, los torsos y brazos rotos de colosales héroes, la pro­
fosi6u de jnrrones y tiborcs ngalanados con delicadas rosas

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arracimadas, los cuadros que llenaban cualquier hueco con es­ tu cariño; mucho de lo que voy a contar me cuadra y me gusta
cenas mitológicas, históricas y hagiográficas; fueran las reliquias y otro tanto ni me cuadra ni me gusta; y, además, ocurrió hace
de tantísimo santo o fueran los cardenales de púrpura y rojo tanto tiempo que tal vez te preguntes ¿qué tiene todo esto que
fulgurante, y los príncipes, duques, condes, marqueses, baro­ ver conmigo? Yyo te diría que mucho: pues todo comienza
nes, obispos, padres, frailes, secretarios, guardias, lacayos, men­ antes.
sajeros y vividores, todos vestidos de brillantes colores 'y los más
ataviados con joyas y cruces esmaltadas, que aguardaban en el
piano nobile, hablando en latín, en italiano o en francés, y la
profusión de jóvenes de delicado rostro, encendidos labios,
miradas penetrantes, anchos espaldares, piernas con vibrantes
muslos de jinete ceñidos con esas calzas de moda; fuera la
emoción que la embargaba al saber que ella, una viuda mexica­
na, venida de allende los mares, iba a ser recibida por el roma­
no pontífice; fuera pues lo que fuese, el caso es que, al entrar al
último e inmenso salón público del palacio del Quirinal, a
doña Serafina le dio un sofoco tal que la hizo caer en brazos de
su hijo; éste buscó una silla donde dejarla, para permitirle vol­
ver en sí y recomponerse mientras un lacayo de buscona mira­
da, a un gesto del influyente amigo del hijo de la viuda, grave
y burlonamente, al mismo tiempo, iba por agua y vino, o por
sales de oriente, o algún mejunje romano para traer de nuevo
color a sus mejillas pálidas. Y cuando supo que incluso el
Sumo Pontífice se había interesado por la salud de la dama
mexicana que se había desmayado en su antecámara, se des­
mayó de nuevo.
Si quisiera uno saber qué hacía doña Serafina en Roma,
justo antes de la revolución de Francia y sus consecuencias, el
relator tendría que retraer la historia a una noche de 1766, una
noche de truenos y relámpagos en que diremos que diluviaba.
Narrar, pues, es lo que haré, con tu venia, lector, advirtiéndo­
te que vas a encontrar en las páginas que siguen amor, lealtad y
alegría, pero también atrocidades y delirios, deslealtades, eje­
cuciones, envidias, errores, fiebres, intentos de asesinato,
mentir:is, monstruos, motines, persecuciones, picardías, plei­
t·ós, prisiones, rumores y traiciones. Te pido paci nri:1 y tal vez
ron unos sollozos y luego una enfermedad muy grande, que
hasta Juana se llenó de miedo y llegó a pensar que iba a morir.
Su padrino Alarid vino a persuadido, y a pintarle lo buena que
sería su vida si lograba la vacante que había en Azogues, o si per­
sistía en el deseo de ser sacerdote, la primorosa vacante que él
tenía prometida para alguno de sus validos en la riquísima Pue­
bla. Pero ni aun así cambiaría Pablo su voluntad de entrar por la
puerta angosta, pareciéndole todo lo demás la ancha y espaciosa
senda que lleva a la perdición; lo que él deseaba era hacerse nada
para hacer mucho. CAPÍTULO III

Tepotzotlán. El descubrimiento del saber. Grandes maestros


y maestros medianos. Los condiscípulos. Las palabras deJosé
María de Castañiza. Un libro peligroso. Una visitafami­
liar. ¿Qué hacer?

Con ser hermosos y magníficos, el Colegio Máximo, y San


Gregorio y San Ildefonso y La Profesa, y los templos y colegios
de la Compañía en Pátzcuaro, Valladolid, Guadalajara, Puebla,
San Luis Potosí o en Zacatecas, ninguna joya de toda la fábrica
jesuita era más insigne, ningún fruto del árbol sazonado de
México más perfecto, ninguna nave de piedra más cumplida,
que el Colegio de Tepotzotlán, con su capilla de Loreto (inau­
gurada en la navidad de 1733) enclavada en su seno y la iglesia
de San Francisco Javier que parecía su proa.
Era Tepotzotlán un lugar salubre y ameno, distante unas
siete leguas al norte de la ciudad de México, en la jurisdicción de
Coaotitlán. Se hallaba entre hermosas praderías y magueyales,
circunscrito por varios ríos, lagunillas y arroyos (y que siempre
ha sido lugar de agua lo prueban los topónimos nahuas del lu­
gar: Atlahua, Atlacoya); al sur lo bordeaban el río Chico y La
l.., agnna; al norte limita el pueblo la calle de La Columna y el
Antiguo Camino de Las Animas; y al oeste el río Hondo de

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Tepotzotlán y el Camino Real a Querétaro. Este lugar escogió López de Priego; Pedro Retes, de talento para gobiernos y mi-
la Compañía para establecer una doctrina de indios (pues no nisterios, varón de gran prudencia y sufrimiento que pasó
sólo había nahuas, sino otomíes), el noviciado, la casa de pro- veintiocho años misionando entre coras y tepehuanes; y tantos
bación y el curato y en la primera construcción recibió la ayu- otros; a este templo y colegio y doctrina y curato llegó Pablo
da del cacique don Martín Maldonado, por lo que el primer Rayón, seguido pocos días más tarde por Jerónimo de Celada,
colegio fue puesto bajo la advocación de aquel San Martín que corriendo el año de 1766, para e~pezar su primer año de pro-
partió su capa para ofrecerla a un anciano en los fríos caminos bación.
de Francia. A Pablo todo le impresionó: la grandeza de los edificios, la
Poco a poco, con el tesón y la unidad de miras que caracte- amplitud de las huertas, la riqueza de la iglesia y las capillas,
rizaron siempre a la Compañía, se compraron terrenos anexos, pero, sobre todo, la seriedad alegre de sus profesores, y, por pri-
se edificaron molinos de trigo para ayudar al sustento de doctri- mera vez en su vida, el sentimiento de que podía comprender,
na y colegio hasta que, año tras año, década tras década, siglo tras pues hasta entonces no había mostrado demasiada aptitud para
siglo, Tepotzotlán se convirtió en una de las naves de piedra sus estudios; pero allí, de repente, como de una crisálida sale
mejores que hubiesen sido. una papalota, se sintió libre. Por primera vez en su vida pensaba
Allí estudiaron españoles, criollos, indios y mestizos; de que podía pensar, pensar realmente; sus profesores lo creían
allí salieron los misioneros a Sinaloa, la Pimería, Sonora, la Alta ~ también y lo animaban a tomarse en serio la vida y el estudio, y
y la Baja Californias, allí hicieron su noyiciado hombres de tal casi cada día alguno de ellos le sugería ideas brillantes que Pablo
calibre como Carlos de Sigüenza y Góngora, poeta, matemá- hasta entonces no sólo no había considerado, sino que ni dtvisa-
tico, filósofo, historiador y anticuario (aunque hubieron de se- ba siquiera: aquello que aseguró un padre copiando lo dicho por
pararlo de la Compañía en 1667, y "bien despedido está el her- Clavijero, de que (refiriéndose al nahua, la lengua común) "no
mano Carlos de Sigüenza y Góngora, que salió de noche varias es tan fácil encontrar una lengua más apta que la mexicanapara
veces", se dijo entonces); Francisco Javier Alegre, quien fue el tratar materias de metafísica" lo indujo a acercarse por primera
más grande conocedor de las lénguas clásicas; Francisco Javier vez en su vida con p~sión al estudio de una lengua indígena. Ver
Clavijero, el fundador de la historia mexicana como disciplina, que, si bien se respetaba la escolástica como un conocimiento
un hombre cuya dureza de cara, pues tenía los pómulos muy heredado, en el cual muchos hombres se habían esmerado y ha-
salientes lo mismo que nariz y barbilla, están compensados por bían contado con el agrado y el concurso de Dios, podía investi-
esa mirada suya de ser alguien que comprende; Antonio Cavo, garse libremente sin tener que aceptar siempre el principio de
historiador; Diego José Abad, Rafael Landívar; Juan Luis Ma- autoridad. Oír hablar de Homero, de Jenofonte, de Alejandro,
neiro; Francisco Javier Lazcano, filósofo de fuste, aunque de de César, de San Agustín, de Santo Tomás, de Cicerón, de los
lenguaje emperifollado; Juan Francisco López que "presentó I Ioracios y los Metelos, y los Gracos, con pasión, recitándose en
grandes escritos contra las calumnias de don Juan de Palafox"; clase coa patéticos acentos sus versos o sus venturas. Por prime-
Luis María Marciano, misionero en Sonora·, Francisco Miranda , ra vez comprender que México era un gran reino y nación y, de
que dejó un catecismo en lengua otomí;JuanAntonio Oviedo, de lnbios de un magnífico filósofo, Guevara, oír un elogio de Dcs-
óptima inteligencia, que poseyó talento para todo, y dejó veinte r:u tes, de milord Bacon y de N ewton. Y de viva voz una conde-
libros por él escritos e innumerables manu scritos ; Autonio 11 ,, .,hso l11t:t de la csclavitnd de boca del padre Fabri, de qnkn
escuchó por vez primera el nombre de Pedro Claver, aborreci- lugar de "los pomposos tropos" comenzaba a hablarles del mar-
do por los negreros, santo para los esclavos. tirio de los jesuitas franceses a manos de las naciones indias en la
Y además oír hablar de las matemáticas en China, la utopía América del Norte, y de cómo a uno le habían ido cortando los
en Paraguay, la política en Francia, el martirio en Japón, la cor- dedos y luego le habían frito un brazo y una pierna, y como,
te en Austria, la conversión en las Siete Naciones, la expulsión después de incontables sufrimientos, ya muertos, los jefes de
en Portugal, el triunfo en Trento, el reino en Polonia, lo subte- estas naciones habían comido sus corazones, para impetrarse de las
rráneo en Inglaterra, lo severo en España, la piedad en Roma, el valerosas cualidades que habían mostrado los de Loyola duran-
deseo por Jerusalén ... te su prolongado martirio. Y volvía a ello a la mañana siguiente.
Su corazón estaba lleno, sus pensamientos fluían a su ato- Tres novicios le impresionaron sobremanera en cuanto
londrada cabeza y rezaba fervorosamente, sintiéndose un igno- entró y, sobre todo del primero que hablaremos, se hizo amiguí-
rante pero deseoso de aprenderlo todo. simo. Éste era un muchacho alto y fino, de hermosos ojos negros,
Claro que no todo era miel sobre hojuelas. Por ejemplo, la fuerte porte y elegantes maneras, que pronto sería profesor.
clase de teología moral la daba un jovencito mexicano pedante y Hasta el día en que lo conoció Pablo se había creído rico, pero
cruel, que se complacía en humillar a cualquier alumno que no este muchacho, apenas unos años mayor que él,José María de
se supiese a la perfección, no los argumentos teológicos de San Castañiza, no era rico, sino un Creso, aunque claro que a todo
Buenaventura, sino sus propias palabras exactas, y iay de quien había renunciado. De niño podía ir en su elegante calesa, tirada
estuviera distraído o no fuera lo suficientemente despierto y rá- por los caballos más hermosos que Pablo hubiera visto jamás, de

pido en su clase!Yhabía otro hombre, que, como dice Gamarra, la ciudad de México a sus haciendas de LaJordana y de Toxi, sin
era de esos que "hay que saben una cosa muy bien, o que han abandonar su mayorazgo más que en el tramo de Xalpa, que era
descubierto algún secreto útil, pero celosos de esta su ciencia, una hacienda de la Sociedad de Jesús. Primogénito del primer
no quieren comunicarla a nadie, y si a algo responden pregun- marqués de Castañiza, había renunciado a su mayorazgo en
tados, es con tal obscuridad y con tal misterio, que ~dan bien a 1761 para poder entrar a la Compañía. Si Pablo lo hubiera cono-
entender que sólo hablan para no ser entendidos. Esta es una cido antes de su renuncia, y hubiera comparado sus posesiones,
crueldad contra sus propios hermanos. Quien ha adquirido hubiera sabido que si él tuvo como gran reliquia un pedacito de
noticias útiles a la sociedad, debe volverlas a la misma, que es la capa de San Juan Nepomuceno, el relicario de José María, una
por quien se las ha concedido el Padre de las luces, y sin el cual obra maestra de la platería mexicana, contenía reliquias de todos
acaso no las habrían tenido jamás"; y así se le figuraba a Rayón, y cada uno de los santos y beatos jesuitas, desde el propio San
pero también a Jerónimo, este profesor que tenían que sólo Ignacio hasta Estanislao Kotska; si uno tenía un aguamanil de
hablaba enrevesadamente de hieroglíficos y cosmografías. Tam- talavera, de muy buena factura, el del otro era de plata pura; sus
bién la clase de retórica era poco querida entre él y sus compa- camisas eran de batista traída de Europa, y poseyó también una
ñeros; la daba un viejecito español, manco de un brazo, que ape- amplia capa toledana. De todos sus bienes le quedaban dos ob-
nas y podía con su alma, y hablaba arrastrando las palabras, tan jetos: un Cristo de marfil de exquisitos rasgos orientales y una
quedito, pero tan quedito, que tan sólo aquellos que estaba n Dolorosa, un precioso estofado de Santiago de los Caballeros de
sentados en los primeros lugares dizque entendían lo que hahb- G11atem:1b, t nn los cuchillitos que rasgaban su Inmaculado Co-
ba. Tendía además, como suelen hacer los viejos, a divagar, y, t.'ll 1.11 1Hl trnh, d, 11q~1.1 plata mexknua. Cast:1fíiza era desprendido

sR
hasta el ridículo, y parecía no ver todas estas cosas maravillosas,
sino una aún más maravillosa que llevaba dentro, y estaba fuera -La Santa Religión es amor, hermano. Pablo decía que sin
y estaba escondida y se había revelado y estaba en la comunidad, Resurrección vana era nuestra Fe; pero también escribió que
rodéandola de amor: Dios. sin amor es uno como un címbalo vacío, áecuerdas? No te es-
Otro de los amigos que hizo recién entrando a Tepot- candalices de lo que te diré: todas las devociones, todos los re-
zotlán, y que no hubiera podido presentar mayor contraste con zos, jaculatorias y rosarios no sirven de nada, fijate bien, de
José María de Castañiza, era Rafael de Zelis, un veracruzano, nada, si no están hechos por amor. La Religión no es un senti-
dos años mayor que Pablo. Era ya un humanista consumado, miento, aunque pueda sentirse, y sentirse plenísimamente; es
que sabía más de la Galia que César y más de Germanía que Tá- una, ¿cómo decirte?, es una voluntad, sí, una voluntad de amor
cito, y aunque era muy joven, ya había ganado premios en los que quiere corresponder al amor de Cristo Jesús.
concursos poéticos novohispanos. Veracruzano al fin, era cho- La carta de su hermana Juana en la que le avisaba de la
carrero y decidor, y lo mismo sabía improvisar macarrónicos próxima visita de su familia a Tepotzotlán vino a perturbar el
discursos sobre las bellezas (y horrores) del puerto de Veracruz disciplinado equilibrio que Pablo había alcanzado y lo llenó de
que componer décimas al vuelo. Él y Jerónimo muy pronto se ansiedad; iba en el bulto que don José se había encargado de ha-
entendieron. cerle llegar, con pañuelos y camisas nuevas, y en el cual también
Y por fin el tercero era un muchacho llamado José Arsde- iban una custodia de plata para que Pablo la entregase al templo
kin, de su misma clase, también en pri~er año de probación, y entre otros varios libros, uno de obsequio para Castañiza.
pecoso y pelirrojo (era el primer hombre así que Pablo veía), Ylo llenó de ansiedad por las razones siguientes; la prime-
fuerte y chaparro, nacido en México, pero de ascendencia irlan- ra era el tener que volver a enfrentarse a su madre, que detesta-
desa. Y, al hacerse amigos, comenzó a enseñarle a Pablo rudi- ba a la Compañía y que seguramente volvería por sus fueros con
mentos de inglés, que era entonces una lengua que nadie cono- la misma cantaleta que siempre le escribía; la segunda era un
cía en el mundo. Sabía muchísimo de ingeniería, y siempre que poco, diremos, más recóndita: él sabía que era de una familia
podía andaba tras el hermano Rodríguez, administrador de la principal, la más principal tal vez, de aquellos lares, pero aquí,
hacienda, proponiéndole ingeniosas poleas para los molinos, en Tepotzotlán, donde todo era jesuita, es decir, cosmopolita;
nuevas maneras de hacer girar la noria, nudos nuevos que se aquí donde "México al mundo por igual divide, y como un sol
había inventado o que había descubierto, y otras mejoras, atosi- la tierra se le inclina y en toda ella parece que preside", 6 donde
gando al buen hombre sin saberlo; y algunas de las cosas que tantos santos padres se ofrecían en oblación, donde él estudiaba
propuso se hicieron; otras no; y algunas tuvieron gran éxito, en la Compañía a la que su propia madre tenía ojeriza, en fin,
pero no todas. aquí, donde habitaba su amigo, el admirable Castañiza, descen-
De todos ellos era José María a quien más quería Pablo, diente de condes y de otras altezas y despreciador del mundo .. .
pues era un hombre muy espiritual, que pasaba las horas le- es triste decirlo, pero aquí su ansiedad estribaba en que pensaba
yendo o rezando, y que, cuando hablaba, era siempre para pro- que su familia resultaría tal vez demasiado lerda, demasiado
vecho de sus semejantes. Y Pablo gustaba mucho de oírlo, sobre provinciana, demasiado ignorante. Le parecía que venían de las
todo cuando le decía, tutéandolo (cosa que no hacía con nadie
más, pues él también quería mucho a Pablo):
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Hibueras o de las Batuecas. Y como Jerónimo lo viera un día la Compañía que hubiese visto la luz jamás, y se puso _a su dis-
meditabundo, y cabizbajo, y lanzando tamaños suspirotes, le posición.
preguntó con voz cansada de fiebres, la causa de su pena. Pablo, El rector tomó el libro esa misma noche y lo que leyó lo
que se avergonzaba mucho de sí mismo, se lo dijo, aunque a llenó de espanto. Era un libro escrito con malísima intención
duras penas. y lleno de calumnias. Todas las supuestas profecías de la santa
A pesar de la calentura,Jerónimo se sonrió y le dijo: acerca del fin de los tiempos estaban aplicadas a la Compañía.
-Amigo Pablo, se equivoca usted. Aquí no es casa de juz- Para muestra, se dice, basta un botón. Así, por ejemplo, la santa
gar, aquí es casa de oración. dizque había escrito que ''.Arraigará el diablo en sus corazones
Pero antes de que llegaran sucedió un hecho extraño, que cuatro vicios principales; la lisonja, de que ellos usarán para
dio de qué hablar. Entre los libros que le habían llegado a Ra- obligar a los hombres a que les hagan grandes liberalidades; la
yón, libros como la Carta Provincial del padre Ceballos 7 sobre la envidia, que hará que ellos no puedan sufrir que se haga bien a
apostólica vida y virtudes del padre Fernando Kolsag, insigne misionero ningún otro que a los suyos; la hipocresía, con la cual se cubri-
de la California, o El poder sobre las aguas, dado a nuestra Patrona la rán para engañar al mundo; la maledicencia, que no cesarán de
Virgen Santísima en su divina imagen de Guadalupe, un sermón pre- emplear para hacerse recomendables, diciendo mal de todos los
dicado por el padre Luis Beltrán en 1765, o el antiguo Sermón en otros". Y, en seguida, el comentario: "No hay hombres en el
la solemne dedicación del templo ... de Tepotzotlán del padre Francis- mundo que lisonjeen y canonicen tanto a sus devotos y a todos
co de Florencia, del año de 1682 o las curiosas Siestas dogmáticas aquellos de quienes necesitan, como los jesuitas. Basta que un
en las que con estilo dulce, claro y llano, por un niño, es cabalmente ins- hombre sea de su congregación para que lo alaben como un san-
truido un ranchero en las cuatro partes principales de la Doctrina Cris- to, aunque sea un usurero público. Y por otra parte, entre ellos
tiana, o el monumental Enchiridion canonico-morale de confessario, o ninguno pasa por santo si no es de sus amigos. Dicen mal de la
el Libro Quarto de N ebrija, venía el regalo para Castañiza y otro doctrina y también de las personas de los santos, para desacredi-
librito que decía Comentario del venerable jerónimo Bautista de La- tarlos y elevarse sobre ellos, haciendo ver que tienen más auto-
nuza, obispo de Albarracín, después obispo de Barbastro, a las profecías ridad; que han enseñado cosas que los santos no supieron. He
de Santa Hildegarda, impreso en Évora en 1766, mismo que aquí lo que uno de los suyos dijo en un acto público: Debemos
Castañiza le pidió prestado. Al día siguiente, estaba demudado, dar infinitas gracias a Malina por haber inventado lo que San Agustín no
y, sin hablar ni ver a Pablo Rayón, se presentó ante el rector del pudo hallar. Es conversación muy común entre ellos que las otras
Colegio. No le dijo cómo había llegado a sus manos dicho libro órdenes religiosas no son más que una escoria vil, un barro des-
pero se lo entregó diciéndole que era el peor ataque en contra de preciable; que son árboles que ya no dan frutos; que ellos han
venido en su lugar, llenos de ese espíritu nuevo que había en un
principio en las otras órdenes religiosas, ahora en decadencia". Y
7
El padre Ceballos fue el mismo que en 1766 " . .. creciendo las calumnias si la abadesa de Bingen escribía que "Harán amistad con las
y rumores de explotación en grande, que hacían los jesuitas con el buceo mnj crcs y les enseñarán a engañar a sus maridos, las que les da-
de las perlas en California y de las minas ocultas en Sonora, re unió a los
d n sns bien es a escondidas", el supuesto obispo comentaba que
consultores y les preguntó si no sería mejor entregar de una vez al clero
secular unas misiones que a la Compañía costaban tanto y ~xch,1h¡111 t,1n " Est ,l pmfrr i,t r •, l:ln ch,r:i que por poco que se conozca a los je-
tos apetitos", Gérard Dccormc. ·, iut.1·,1 1111 la,, lll 11 ·.1d,1d dt· c·xplir:1rl.i". Y1o<lo c-1 tonlit o cr:i de

,,
importancia, aunque, como siempre decía "dejo a ustedes en li-
este cariz; todas las calumnias, los rencores, los ataques, funda- bertad de corregirme".
dos o infundados, a que se había visto sometida la Compañía, -¿Nos deja usted en libertaq de corregirle? Pues tenga us-
estaban aquí compendiados, en letra de imprenta, circulando li- ted a bien atenderme --dijo Baver-. Este tipo de "obras" son
bremente por México. peligrosísimas; mire usted que se escuda el cobarde autor en las
Castañiza preguntó a Pablo de dónde había salido el libro profecías de una abadesa medieval; y nadie sabe a ciencia cierta si
que le había prestado, y Pablo le dijo que venía en el bulto que dicha abadesa tuvo o no el don profético; y luego, para abundar en
desde su casa le habían enviado y que había traído desde Xalmo- la burla y el escarnio a la Santa Religión, lo supone compuesto por
longa don José. Pero no le dijo nada más, y cuando Pablo le pre- un tal obispo de Albarracín, que vaya usted a saber si siquiera exis-
guntó si el libro era bueno, tan sólo contestó: "Regular", y se te; Barbastro sí, y es sede episcopal, pero, ¿en qué mente perversa
pusieron a hablar de otras cosas. El rector luego preguntó a cabría recopilar todos estos denuestos e infundios?
Castañiza si alguien más, aparte de él, había mirado o leído el -Pero padre, si son acusaciones viejísimas a las que nadie
libro, y Castañiza le dijo que no. El rector le cuestionó cómo presta atención salvo alguna mente alocada ...
había llegado el libro a sus manos, y José María le dijo que no _¿y las mentes alocadas de Diderot y de Alembert, no
podía decírselo, entendiendo el rector que le había llegado de prestan atención acaso?
manos amigas, y tal vez impolutas; pero él deseaba conocer la • -No digo que no, no digo que no ... Pero a fin de cuentas
manera en que un libelo de tal naturalrza había escapado a las Europa está muy lejos. Además, Reverendo Padre -dijo, vol-
censuras y revisiones de Veracruz (a menos que hubiera llegado teando a ver al rector-, quiero saber, si es posible, si la cuestión
por Acapulco, pero eso era muy improbable); y estaba preocu- que usted nos plantea es de orden disciplinario, ítem, si debe ser
pado, y pensó en escribir a México para advertirles, y tal vez a castigado el novicio por poseer un libro nocivo, o si es de orden
Roma, y en su duda acerca de cómo proceder adecuada y cristia- general, a saber, ¿qué debemos hacer frente a la existencia de un
namente (pues por nada del mundo quería hacerle algún daño a libro tal? Pues son dos cuestiones muy distintas.
Castañiza, al que, como muchos en Tepotzotlán, admiraba) Brevemente dijo el rector que no era un caso disciplina-
compartió su preocupación con otros dos varones de notable rio, pues el novicio había entregado personalmente el libro en
juicio. Y ocurre con harta frecuencia que cuando se consulta el momento en que había advertido su peligrosidad, y que ha-
acerca de una decisión o, de hecho, acerca de cualquier asunto, bía procedido así con toda conciencia y siguiendo su libre vo-
a dos personas diferentes, dan, no sólo pareceres distintos, sino luntad.
opuestos. Uno era el padre Miguel Baver y el otro el padre Vi- -Siendo así, yo creo, señor rector, que lo mejor será po-
llamil. El primero provenía de Maguncia, el otro de México; ner anónimamente sobre aviso al Tribunal del Santo Oficio y a
ambos eran ciudadanos del mundo. Pero el alemán, pudiera ser la aduana de Veracruz, y santo remedio.
que por haber visto con sus propios ojos los desastres en Euro- -Europa está cerca, padre Villamil, demasiado cerca. ¿No
pa, aconsejó investigar a fondo el asunto, obligar al novicio a dar está hoy México lleno de soldados herejes, calvinistas y hasta
nombres, y no parar sino hasta saber exactamente por qué ma- ateos?
nos había pasado ese libro antes de llegar a las manos del rector: - C uidado padre Baver - dijo el padre Villamil-, que
el padre Villamil, por el contrario, pensaba en elJo casi como son tropas <ll' Sn Majestad.
una niñería, y sin dnd:i no le p.ir n u'i 110 :1s1111to de: p.n t 1, 111.11
-Sea, pero de que hay herejes, los hay. Y todo esto refirió Castañiza, evitando los nombres, pues
-Puede usted estar seguro de corregirme, pero yo digo, 1 dice el pecado, mas no el pecador, al rector del Colegio. Y en-

¿cómo podrían un puñadito de herejes de nada, zafios y pán- hlllces se preocupó el rector de veras, y escribió a México, y
filos, hacer daño a esta nación que se halla bajo la especial pro
\
puso una denuncia anónima en el Tribunal del Santo Oficio, y es-
te<i:ción de Nuestra Señora de Guadalupe? ' 1 tbió al general de los jesuitas, el padre Ricci, en Roma. Pero la

' -El asunto es grave. Un puñadito, como dice~usted, dr lrn menta ya estaba encima de ellos.
frailes se rebelaron en su soberbia y quince años después se ha~ Luego Castañiza tuvo la satisfacción de ser enviado como
bía perdido media Alemania, toda Escandinavia, y poco falt6 11•ofesor al Colegio Máximo y, aunque le entristecía dejar Te-
para que Polonia y Hungría se hicieran luteranas . .. potzotlán, nada dijo; y a su amigo Pablo le regaló un cruciftjo de
Y así siguieron discutiendo buena parte de la cena, hasta 111arfil en el que el Señor, con sus ojos achinados, daba y pedía
que ambos callaron, pues el rector no había pronunciado un:1 111 tscricordia, y era una hermosa talla.

sola palabra. Eso fue lo que ocurrió en los primeros meses de don Pablo
Por fin intervino, dándose cuenta de que ambos habían yn H:iyón en la casa de probación.
externado su opinión, y en silencio esperaban su veredicto, di-
ciendo:
-Convengo en la gravedad del caso, pero me resisto a
creer que el novicio del que les hablé pudiera mentir. Intentart
persuadido de que me diga por qué medios llegó este libro a sus
manos, pero, y me atengo a mi juicio, no lo violentaré. Aunque
porfío en lograrlo. En cuanto al libro, lléveselo, padre Villamil,
y enciérrelo con los otros en el baúl de los prohibidos, a que
acumule polvo hasta que se inflame por sí solo el día del Juicio.
Sucedió que cuando llegó la visita de su familia a la que
tanto temía Pablo y que fue bastante desagradable, pues su ma-
dre se empeñó en hacerle una escena, Castañiza decidió pre-
guntarle por el famoso libro, pues estando allí quien hiciera el
paquete , y también don José, podría saber él de dónde habfa
salido. Juana tenía muy claro qué libros había mandado, y no
recordaba haber incluido ninguno de profecías o de cosa pareci-
da, ni don José había añadido nada al bulto que llevara de X'll-
molonga a Tepotzotlán. Y de pronto recordó esa noche de lluvi:t
y la glacial carcajada de los soldados, y cayó en cuenta que, si al
guien podía haber dejado e] impreso en sns :i1fo1:j:'1s, por li11 n :.1
tenía que h aber sido un o de los n íit i,,lt•:, dd 11·1•,it11 it·11t11 d ~
Ultonia o de los M igudeH·s
al amparo de la noche, e incluso en los refectorios de los con-
ventos de moda, iban apareciendo las fisuras, como brotes de
brea en el campo, minando mucho con su contacto la tierra
buena.
Y las cortes se habían transformado en teatros y salones
por la influencia de uno que se comparaba con el sol, bailes de
máscaras y en discutideros pseudofilosóficos por la influencia
de un insigne enredador, al que volveremos. Era como la obra
negra, la cimentación de todo lo que iba a venir.
CAPÍTULON ¿Dónde comenzó todo? ¿cuándo? No lo sé. Pero en Lis-
boa se maquinó el primer golpe, allí se fraguó, de manos del
La negra conjura. El vandálico decreto. Ferney. El Real "Nerón portugués, P.-l marqués de Pombal", un "tipo de excep-
Pecho. El sueño de la razón produce monstruos. Apuntes cional perversidad entre los muchos estadistas despóticos, fríos
sobre la historia. y cautelosos que abortó aquella centuria [siendo] un hombre de
estrecho entendimiento, de terca e imperatoria voluntad, de pa-
siones mal domeñadas aunque otra cosa aparentase; de odios y
Pero lejos de Tepotzotlán, con su curato, su doctri~a, s~ casa de rencores vivísimos, incapaz de olvido ni misericordia; en sus
venganzas insaciable, como quien hacía vil aprecio de la sangre
probación, su templo de portada barroca y su cole~~' ~eJos .de la
hacienda de Xalmolonga en, diríamos, perpetuo httgio con al- de sus semejantes; empeñado en derramar a viva fuerza y por los
guno de sus vecinos, lejos del Colegio !"1áxim~ de San P~dro Y eficaces medios de la cuchilla y de la horca la ilustración y la
tolerancia francesas; reformador injerto en déspota; ministro
San Pablo en la populosa Venecia me:x1cana, leJOS del ~ahuac
y su aire transparente y sus almas sencillas, donde a nadie se le universal empeñado en regular lo máximo como lo mínimo con
hubiera ocurrido llamar a los jesuitas "los granaderos del fana- ese pueril lujo de arbityariedad que ha distinguido a ciertos tira-
tismo y la intolerancia", como los llamó Alembert u otro grajo nuelos de América". 8 El dictó la orden de expulsión de los jesui-
gabacho; sí, lejos, en otros lares, en Lisboa, en París'. en Nápole~, tas de Portugal; y la historia de esta expulsión "parece la historia
en Madrid, en la misma Viena, el vendaval demomaco ascend1a de un festín de caníbales . .. El 5 de octubre de 1759 se ftjó en las
de sus esferas de negra nada, oscureciendo ánimos yvoluntade~, iglesias un edicto del cardenal Saldanha, patriarca de Lisboa, por
confundiendo a sabios y a ignorantes, cargándose con su temi- el cual se participaba a los súbditos de Su Majestad fidelísima
ble y sutil fuerza, arremolinándose como una de esas gra~des que desde aquella fecha quedaban exterminados, desnatural~zados,
nubes tiznadas que sueltan luego sus aguaceros, aunque sm su
proscritos y expelidos los padres de la Compañía".9
altura o su belleza o su obediencia, sino antes bien baja, fea,
rebelde. Era nomás la negra n ada exacerbándose y creciendo
con fuerza. Y en ciertas ciudades, ya fuera en la corte o en los " Martc lin<) Mcné11dcz Pclayo.
1
salones de la aristocrncin, en ciet tos p:uques o e11alg1111111,,u, io ' PI 1111s 11111 M 11 1 r-li110 Ml·11t<11clri Pd ,1yu, 11flll Ít•11, rnn l.1 vt•11ia tlt·l lec1or,
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Es sabido que el ejemplo arrastra, sea para lo bueno o sea Carlos III, cuya más absoluta confianza mereció siempre", 12 y
para lo malo, y cunde. Lo que antes parecía imposible, de pron- de ministros tuvo también a un irlandés renegado, Wall, y otros
to, parece no solamente posible, sino fácil. Es por ello por lo que dos italianos, Grimaldi y Esquilache, y los masonísimos Roda,
antiguamente se hacía leer en latín, no únicamente para que el Mora, y el conde de Aranda, al que Dios confunda, un "militar
hombre se puliese, sino para que encontrando las virtu~es he- aragonés, de férreo carácter, avezado al despotismo de los cuar-
roicas fielmente retratadas en los textos, tuviese algo bueno a teles, ordenancista inflexible, Pombal en pequeño, aunque mo-
que aspirar. Porque vida sin aspiración no es vida. ralmente valía más que él y tenía cierta honradez brusca a estilo
Primero fue Portugal, y luego lo siguió Francia: allí se re- de su tierra; impío y enciclopedista, amigo de Voltaire .. . ", en-
pitieron las antiguas calumnias, se atizó el fuego del nacionalismo tregado, sigilosamente primero y luego con gran descubrimien-
y, con pretexto de la primacía de la razón y del Estado, se come- to de sí mismo, pues, a "los principios que solapadamente pre-
tió un acto irracional que iba a minar tanto los fundamentos de paraban la ruina de la Iglesia".
esa monarquía, que no pasaron cuarenta años antes de que todo Diríamos que Carlos III fue el monarca más imbécil que
se convulsionara de forma espantosa, y aparecieran revueltas, ha gobernado España si no fuera por su hijo. La opinión de un
masacres,juramentos y guillotinas. Fue como si la monarquía se poeta del siglo anterior al que actualmente padecemos, ilustra
hubiese dado un pistoletazo en el pie, y mirara en derredor, estos asertos: "El Rey de España era un tonto, el Rey de N ápoles
mientras manaba la sangre, buscando la aprobación y la sonrisa un tonto; despachaban dos correos por semana para contarse, a
de los filósofos. "Bien, Sire, buen tiro", diremos que dijeron, través de mil millas, lo que habían cazado ... " 13
"ahora tan sólo os falta el otro pie." Y malhadadamente Francia ¿Qué pensar de un monarca que cultiva una planta adver-
había impuesto a España el "Pacto de familia", que comenzó tido ya de que es pura ponzoña, y, aún más, que sus espinas tie-
con la pérdida de La Florida, siguió con la expulsión de la Com- nen predilección por los reyes y por la aristocracia? ¿Qué pensar
pañía y acabó en Trafalgar y en Bayona. de un soberano que condesciende a cartearse con un proscrito,
Sobre España. Convengamos en que "desde que se borbo- y; no contento con ello, lo adula, lo cultiva, lo idolatra, lo pone
nizó, entraron en aquella cristianísima nación los gérmenes de por las nubes? Sí, cultivar peligro parece ser para muchos po-
males inmensos que aún hoy no se acaba de sacudir".1º A esta derdantes la única ocupación interesante porque creen que, cul-
nación llegó el contagio por tres partes. Una, por su vecino que tivándolo ellos, podrán siempre acotarlo y podarlo, que es me-
le cierra el Atlántico; otra por su vecino que le cierra Europa, y jor tenerlo a la vista en la propia tierra de uno para, si acaso la
otra más, con Carlos III, quien llegó "con sus detestables con- hidra creciese demasiado, desarraigarla con el mismo gesto sim-
sejeros de Nápoles y con un enjambre de volterianos, elemento plón y bobo con el que ordenaron plantarla y abonarla. Ilusos: el
todo muy propicio para que floreciese y dominase la maso- mundo estaba harto de ustedes, porque no sabían reinar, y deci-
nería"; 11 "instigador oculto de toda medida contra el clero era dieron complacer al mundo, y queriendo reinar más, reinaron
el marqués Tanucci, ministro que había sido en Nápoles de menos, reinando peor, y destacando entre toda su Corte ram-

to Mariano Cuevas. 12
Marcclino Mt•11éudcz Pelayo.
11 Jdem. 11 1
rii ra POI 11111, ( , 111/¡1 X-XXII.
plona, en la caza de modas y novedades. Poca piedad puede te- lica" como para poder hacer nada más que obedecer al rey
' 14
ner la historia de aquel que cava su tumba y espera pacien- Kadosh, como burlonamente llama a Voltaire, Coloma.
temente a que aparezcan los bandidos que ha citado allí en el "El horror que produce en el ánimo aquel acto feroz de
descampado. embravecido despotismo en nombre de la cultura y de las luces,
Mucho se ha hablado y más escrito, tal vez inúttlmente todavía se acrecienta al leer en la correspondencia de Roda y
hasta ahora, de si fue acaso la muerte de Isabel de Famesio, ma- Azara las cínicas y volterianas burlas con las que festejaron aquel
dre de Carlos III, mujer que procedía de una familia que con salvajismo. Porfin se ha terminado la 'operación cesárea' en todos los
igual facilidad echaba al mundo beatos y bestias, el acto que re- colegios y casas de la Compañía. Allá os mandamos esa buena mercan-
movió la última traba que impedía a los incendiarios tirar la cía ... Haremos a Roma un presente de medio millón de jesuitas; y en 24
puerta e irrumpir en el orbe católico con toda la furia que carac- de marzo de 1768 se despide Azara: Hasta el día del juicio, en que
teriza a los posesos. Lo cierto es que ella fue siempre un cons- no habrá más jesuitas que los que vendrán del infierno. Aún es mucho
tante apoyo para la Compañía de Jesús. Su presencia en la Cor- más horrendo lo que Roda escribió al ministro francés Choi-
te aún imponía silencio a los comadreos y las conspiraciones de seul, palabras bastantes para descubrir hasta el fondo la hipócri-
los que se gozaban del nombre de impíos. Pero no era ya el si- ta negrura del alma de aquellos hombres, viles ministros de la
lencio alegre del acatamiento, sino ese otro silencio que apenas impiedad francesa: La operación no ha dejado nada que desear: hemos
merece su nombre, hecho de dientes a punto de rechinar, de muerto al hijo; ya no nos queda más que hacer otro tanto con la madre,
vulgaridades y de blasfemias a pu~to de ser escupidas, de huesos nuestra santa Iglesia romana." 15
por ser triscados. ¿Por qué? El déspota ilustrado se guardó sus razones en su
Los conjurados, que se decían nobles, seguían el dictado Real Pecho. Y nadie pudo opinar en favor o en contra de sus
de ese mono avieso y burlón, que, sentado en su excusado en "causas gravísimas, urgentes, justas y necesarias", aunque, si-
Franci~, seducía a los corazones a la distancia, merced a su.inte- guiendo el ejemplo de otro monarca "ilustrado", el famoso
ligencia superior y a su buena escritura, no menos que por su Barbazul, la Corona y muchos aristócratas se beneficiaran di-
desfachatez y su gracia. Me resisto a escribir el nombre que él rectamente de las órdenes de expulsión, ya fuere comprando a
mismo se puso, nombre plutónico, de titán, cargado de energía precios irrisorios las propiedades abandonadas, ya pudiendo
voltaica. Este hombre de risa sardónica y pésimos modales, do- ejercer con mano de hierro la brutal economía mundial sobre
tado, eso sí, de una prosa transparente aunque llena de errores, poblaciones indígenas a las que tan sólo los jesuitas defendían.
el señor de Arouet, consta, que si se hubiese arrepentido, estaría
gozando el cielo. No fue un nuevo Alarico, ni siquiera un nue-
vo Atila, pues después de todo Atila o Alarico tan sólo tenían el
14 Pfo VII a Carlos IV: "precisamente por estar la Compañía consagrada
poder de matar los cuerpos; este otro, el "Sumo Pontífice de
cxprofcso, según su Instituto, a educar en la doctrina y virtud cristiana a
Verney" como se le llamaba, pues ni la burla perdonaban, iba en
!ns pueblos, en todas partes, en todas las naciones, la hicieron blanco de
contra de la ciudadela del alma. sus uros, como al primer obstáculo con que tropezaban los que se habían
Y Carlos III "hallábase harto envuelto en las redes que cm1Jn1;"1dn (n1111u 111.\n t•I 111u11do sahe) para destruir la Iglesia y las monar-
aprisionaban a la mayor parte de los so\wr:rnos de Rnropn t.•n 11111.,-."
manos de los impíos filósofos,< on1111,11l11•, 1111111 .1 l.1 l¡~k,;1, 1 ,llií - 1'• M.11tt '11111 M111 11d l'l 11yu
Pero podríamos preguntarnos si el famoso aguafuerte de el punto de vista de la experiencia, es meramente la relación
Goya intitulado El sueño de la razón produce monstruos no se refie- existente entre la expresión de la voluntad de un individuo y la
re a lo que el común de la gente entiende, esto es, que cuando la ejecución de esta voluntad por otros hombres ... [y] cuando ha-
razón o lo razonable duermen, los sentimientos, lo ilógico del blamos de órdenes que son la expresión de la voluntad de los
ser humano despierta para producir catástrofes sin cuento, sino, hombres, que actúan en el tiempo y dependen unos de otros,
muy al contrario, a que los sueños, por decir las espe; anzas o los para comprender la relación de las órdenes y los acontecimien-
deseos de la razón, cuando no están acotados por la caridad sino tos debemos establecer:
que se basan tan sólo en principios, ésos son los que producen "l. La condición bajo la cual ocurre todo: la continuidad
monstruos. del movimiento en el tiempo, ya de los acontecimientos, ya de
Son monstruos de la razón, no de una siestecita que ésta se las personas que mandan; y
esté tomando mientras los reaccionarios y los carcamales pla- "2. La inevitabilidad de la relación entre la persona que da
nean abusos y matazones, sino los engendros que aparecen al la orden y los hombres que la ejecutan [ ... ]
pretender la aplicación geométrica de los principios con los que "Esta relación de los individuos que mandan con los que
quieren que rijamos todos nuestras vidas en favor de las pre- son mandados constituye la esencia del concepto que llamamos
tendidas luces: explotación, que significa no trabajo en co- .. poder.
munidad sino hombres vueltos objetos y sacrificados en las "Restablecida la condición de tiempo, bajo la cual se reali-
fraguas de Tubalcaín o en los andamios de Nemrod, torres fa- zan todos los acontecimientos, hallamos que una orden se eje-
bricadas en la raridad. Carlos 111, titán y trabajador de fuerzas cuta cuando tiene alguna relación con la correspondiente serie
que no entendía, ejemplo sumo del sueño de la razón, ganas de acontecimientos.
insoportables de cuadricular la vida de los demás, a ver si de "Restablecida la condición esencial de conexión entre el
cada cuadrito se obtiene, aunque sea, una pieza de a ocho. que manda y los que ejecutan hallamos que, por la naturaleza de
Uno la verdad cree que se trató de la expresión demoniaca del las cosas de los que mandan, toman una parte menor en la ac-
ansia de destruir la Iglesia, con el agravante de los pecados de ción misma y su actividad está dirigida exclusivamente a mandar
soberbia, codicia y avaricia. De otra manera nos resistimos a [ ... ] La lucha despierta las pasiones de los dos campos y la ver-
explicarlo. dad se oscurece. Por una parte, hay miedo y pesar por la pérdi-
¿Por qué? El conde Tolstoi, cien años más tarde, escribien- da de todo el edificio trabajosamente levantado a través de los
do La guerra y la paz, al querer explicar los acontecimientos que siglos; por la otra, hay la pasión de la destrucción.
llevaron al incendio de Moscú y al desastre napoleónico escribió "A los hombres que se oponían a las nacientes verdades de
las siguientes palabras: "¿Cuál es la causa de los acontecimientos la física les parecía que si admitían las nuevas verdades quedaría
históricos? El poder. ¿Qué es el poder? El poder es la voluntad destruida la fe en Dios, en la creación del universo ... A los de-
colectiva del pueblo transferida a la persona. ¿Bajo qué condi- fensores de las leyes de Copérnico y Newton, a Voltaire, por
ción se transfiere la voluntad del pueblo a una persona? Bajo la ej emplo, le parecía que las leyes de la astronomía destruían la
condición de que esta persona exprese la voluntad de todo un religión y utilizó la ley de gravedad como arma contra ella.
pueblo. Es decir, el poder es el poder. Es decir, poder, es nn:1 pa- "Exactamente en la misma forma parece ahora como si
labra cuyo significado nos es incomprensible ... El podr 1, dn ,lt- bast:isr .ult111111 l., lt•y de la n ecesidad parn dcstrnir los conceptos

71
de alma, de bien y de mal, y todas las instituciones del Estado y
de la Iglesia construidas sobre ellos.
"Así también, lo mismo que Voltaire en su tiempo, los de-
fensores espontáneos de la ley de la necesidad la emplean hoy
como arma contra la religión, aunque la ley de la neces~dad en la
historia, como la ley de Copémico en la astronomía, refuerza,
lejos de destruirlos, los fundamentos sobre los cuales descansan
las instituciones estatales y eclesiásticas".
Hasta aquí el conde Tolstoi, y quien desee conocer todo su
discurso, uno de los más profundos que existen, no tiene sino CAPÍTULO V
que leer su segundo epílogo a La guerra y la paz. Tenemos, pues,
movimientos en el tiempo que se encaman en la voluntad de Notas del teniente de navío Maturino Cuévano. Su infancia
poder que se muestra a su vez en la relación entre unos y otros en Cádiz. Un barco ebrio. Los tumbos de la Mar Océano.
por medio de mandatos y obediencia, o desobediencia y re- Una orden descubierta. Reo de muerte. Lacre. Pecado y
belión; reyes ilustrados, soldados impíos, colonias lejanas, se- penitencia.
cretos de Estado, resignación de los expulsos, un concurso de
gente de valer atónita ante la insufrible vi~lencia de los ilustra-
dos. Todo esto explica, y no, lo ocurrido. María es la estrella de los marineros. A ella invocan en todas sus
Pero basta de teorizar y de moralizar. La novela exige otro penurias, que son muchas y en todos sus trabajos, que no son
ritmo. Aunque no me desdigo de nada, ya ni llorar es bueno. Es menos, y nunca se ha oído decir que desatienda ningún ruego.
más, como se dice, de lo perdido, lo que aparezca. Y mientras, Stella maris. Lucero de la Mar Océano. De niño cuántas veces no
narremos. vi a las mujeres de mi pueblo con la vista fija en el horizonte tar-
des enteras esperando divisar el velamen del barco que regresa,
aguardando que su padre, su hermano, su prometido os~ espo-
so volviesen sanos y salvos para ir en seguida a dar gracias a la
Virgen, frente a su imagen de La C andelaria, a cuyos pies en-
cienden cirios y veladoras, como habían hecho por semanas; la
Virgen siempre atiende implóresele socorro, protección o am-
paro frente a las tempestades, la peste o el inglés. .
Mi n ombre es M aturino Cuévano. Tengo tremta y tres
.tfios . Soy de Las Palmas, pero me crié en Cádiz. Mis padres
mmwrnn <.' n el temblor grande que hubo, dejándome solo, de
11 0 -.t·1 pw un tfo mío, un jesuita, Pérez de Silva, quien me cui-
do, 1111· t · 11.,t · 1111 let 1 .,s y l11t·go murió demasiado pronto. D esde la

77
(,
fecha de su fallecimiento, que me parece lo mismo ayer y nun- que el otro día, antes de zarpar, andaba tan borracho que se
ca, 1752, huérfano y pobre, mi Nebrija fue el arte de marear (en cayó por una portezuela y se abrió la cabeza, ni como el primer
la forma de la práctica de importantes maniobras navales llama- oficial García de Liaño, afecto a los marineros y a las franca-
das baldear la cubierta, izar los pafi.oles y coser velas), habiéndo- chelas, ni como el doctor Calado, que tiene la nariz roja y gran-
me Su Real Majestad proporcionado pan y trabajo. Mi único de como un pimiento de Calahorra, y siempre se está rascando
solaz, aparte de mirar el mar, era el Coloquio de los perrJs de Mi- el cuerpo, ni como la mayoría de los marineros que se han ido
guel de Cervantes, otro pobre como yo, pero que tuvo genio y acomodando en esta augusta embarcación, borrachos en su ma-
valentía; por techo tuve el cielo y por cama una hamaca (que fue . yor parte, cuando no vagos y licenciosos. Yo siempre he sido se-
la primera palabra americana que aprendí), y comencé el aprendi- rio; no me gustan las risotadas ni las licencias; me recuerdo
zaje que jamás termina, y es el del mar. Nunca puede uno pre- como un niño callado y diligente. Y, siendo pobre y marino,
sumir de conocerlo; las maniobras y las órdenes pueden memo- ¿cómo más pude haber sido?
rizarse, y hacerse, pero el mar mismo es infinito y no obedece a Al segundo día desde que zarpamos nos sorprendió una
ningún mandato sino es el del mismo que lo crió. Y menos aún tormenta temible. Por la furia del agua y el viento perdimos de
podría nadie jactarse de que el mar lo quiera a uno. El mar no vista al Nuestra Señora del Rosario, a La Flecha y al San Francisco
quiere a nadie, si no es ahogado, aunque a veces tiene sus con- Javier, que nos acompañaban. El temporal crecía y crecía, hasta
sentidos y sufre que vivan y lo recorran. Y dicen los iluminados, que las olas recorrían el puente como metralla y hubimos de la-
pero que conste que yo no lo creo, que entre los vivos, solo al mentar tres pérdidas. El capitán estaba ebrio, tirado en su cama-
inglés lo quiere el océano. rote, y García de Liaño, asustado, creyó encontrar refugio en el
Fui grumete, marinero y ordenanza; en enero de este año mío, pero lo saqué de allí con cajas destempladas, cerré y, to-
de 1767 fui propuesto y promovido a teniente de navío, en la mando el mando de la embarcación, intenté, en medio del agua,
fragata La Dorada y hasta hoy había aceptado con resignación y ase~rar nuestra supervivencia, que entonces era lo único que
alegría, fueran penas, fueran contentos, los monzones lo mismo me importaba. Yo francamente pensé que las olas iban a voltear
que calma chicha. Sufrir parecía mi sino y lo aceptaba contento. y a quebrar el barco, luego pensé que en manos de Dios esta-
En marzo de 1767 se ordenó a la fragata donde sirvo diri- mos. Por fin amainó, y se fue aclarando y el mar se calmó, y no
girse al puerto de Veracruz, en la Nueva España; se me entregó hubimos de lamentar que la tormenta nos desarbolara y logra-
a mí un paquete con grandes rúbricas, que, bajo pena de muer- mos recalar en la Gran Canaria, y allí reparar, en dos días, los
te, no podía yo abrir, sino entregar personalmente al marqués muchos desperfectos. Pero fue esa noche en la cual logramos el
De Croix, virrey de la Nueva España. Creí hecha mi suerte, refugio al abrigo del puerto cuando sucedió lo que sucedió.
pronta mi fortuna con este paquete sellado. Similares órdenes se Entré a mi camarote que, como casi todo en el barco, ofre-
recibieron en otros barcos: partir para Veracruz; y todo se hizo cía el espectáculo de la más pavorosa confusión, mi baúl estaba
sigilosamente, lo que, en España, es extraño. Creo que se me boca abajo, por los tumbos del agua, y abierto, y lo peor es que
entregó a mí el paquete con las reales Órdenes porque tanto el las reales Ó rden es que se me habían confiado estaban desparra-
capitán de C astro, como el primer oficial y el médico de a bor- madas por d piso. Imaginen ustedes mi miedo. Por el hecho de
do son borrachos perdidos. El mío es nn h:irco ebrio. estar nhit-1 h1 t ~e p:1r¡11ctc era yo reo de lesa maj estad. Las hoj as
Nunca h e sido amigo del tic m ; 110 :tn y como t'1 , :ipit~n lns 1c111dc 11 11 11111 1 11111lc-, ¡wro, pnrn h:iccrlo, tuve qne lccrl:is. Y

.,,,
lo que había sido nada más como un feo presentimiento, fue Chirrían los viejos maderos comidos por la nécora. Su queja me
confirmado más allá de mis peores sospechas. Llevaba yo la invade de sombrías cavilaciones. Esta queja que dejan escapar al
"increíble pragmática, en que por motivos reservados en su real áni- menor movimiento cuadra bien con el estado de mi ánimo. Y
mo, y siguiendo el impulso de su real benignidad y usando de la suprema creería que con el ánimo de la flota entera (pues más barcos se
potestad económica que el Todopoderoso le había concedido para protec- nos han reunido en este mar que parece estanque: El Nanceyy el
ción de sus vasallos, expulsaba de sus reinos" Carlos 111 ala Com- paquebote Nuestra Señora del Rosario entre otros), aun sin saber
pañía de Jesús. Y era un d~umento secreto, tal vez el más secre- su destino final, ni su cometido, ésta colige algo, pues de otro
to que hubiese firmado monarca alguno. Quedé sonso, y reo de modo no podría explicar las continuas reyertas en el barco en el
muerte. cual sirvo, ni, cuando pasa el obligatorio castigo, el silencio atroz
Como Dios me dio a entender cerré de nuevo el paquete, que pesa sobre la tripulación. Hay algo podrido en esta travesía
pero el lacre estaba roto. Tenía yo un mes, antes de que llegáse- a Tierra Firme; para empeorar las cosas, el capitán consiente en
mos a Veracruz, para lograr sellarlo de nuevo y no sabía como nuevas raciones de ron; y el calor y cierto secreto y el ron hacen
hacerlo. que los hombres estén demacrados y sin ganas de nada. La
En altamar estábamos (claro que no lo supe sino después) queja la expresan diciendo que no hay viento, y no se ve venir.
cuando el día 1 de abril se cumplió la expulsión de los jesuitas Yo, en cambio, quisiera que no hubiese viento nunca más, que
de suelo español en medio de la conmoción general y el rego- no nos empuje, ni nos haga avanzar; que no se aviste tierra: no
cijo de los afrancesados. A eso íbamos a la Nueva España; a quiero ver América. No quiero llegar a los dominios oceánicos
arrancar de su seno a los varones mejores y dejarla desvalida, de Su Real Majestad, allá en la "constelación particular del Nue-
inocente oveja en un mundo de lobos. vo Mundo".
La estrella de los marineros, sábenlo todos, es María, y a Quisiera, si querer tales cosas no fueran sino zarandajas,
ella imploré socorro, entendiendo, en su pleno sentido, palabras que el mar fuese, como en las fábulas de los antiguos, ese gran
que en mi vida anterior al pavoroso descubrimiento musité sin redondei de agua cuyos bordes son abismos y en cuyos tercios
apenas advertir su significado. viven toda clase de monstruos y sirenas, y están pobladas de pe-
Por fin estuvo de nuevo el barco listo para la travesía, y nos ligro sus mismas entrañas. O quisiera que el almirante Colón
reencontramos con el San FranciscoJavier; las otras embarcacio- nunca hubiese deshecho "los atamientos de la Mar Océana".
nes ya habían partido; antes de zarpar compré con todo mi cau- Creo que preferiría naufragar, aunque nunca antes lo había si-
dal un anillo de oro, con la figura grabada de un león, y lacre. En quiera pensado. Naufragar, irse al fondo del océano antes que
mi ingenuidad creí poder componer con este anillo el lacre roto. avistar la Nueva España. "Puede parecer interminable", me dice
Luego perdimos de vista las costas para mí entrañables de el doctor, "pero tiene un fin". Para mi desgracia, hay un término.
Las Canarias, isla de arena negra tras isla de arena negra dorán- Oh, lo que diera porque no se aviste nada, sino, si acaso,
dose en el atardecer sobre un mar acerino. H an sido éstos, días bucan eros. Ah, oprobio eterno para la flota inglesa si no nos
sin viento. Las velas cuelgan. Las ureas y las fragatas casi n o se pescan esta vez y, a sangre y fuego, terminan con esta malhadada
mueven. En La Dorada el agua de beber comienza a asentarse, orden de la cual soy portador.
pero sólo a mí me importa; y a pesar de que hace apenas cinco Una t:mh•, cnmenzó a soplar el viento y nos movimos, y
días que dej amos puerto, los bizcochos rm11it•1w:m a agus:mnrsl'. no d1.•j6 y., d,• ,11pl.11, y nos ínim os acercando a nuestro destino.

H1..1 Ht
Fue, curiosamente, el doctor el que me sacó de parte de mi
lumnas de Hércules que semejaba como una gota de agua se se-
predicamento. Una noche, achispado, luego de la tediosa cena,
meja a otra, el roto sello real. Sentí que se abría el ci~lo ante mí:
salí al puente a tomar aire, y el doctor me siguió, llevando con él
no colgaría de un árbol, no, por lo menos, no todav1a.
una botella de algún brebaje.
Ya mi única preocupación y angustia, y me dirán ustedes
-Ah, teniente, ya hemos de estar acercándonos a La Ha-
que qué tenía yo que ver, siendo un pobre soldado que nada más
bana. iQué diera yo por no pasar de allí, y no tenertque ir a
ha de cumplir sus órdenes, era que la pragmática que yo llevaba
Veracruz! -observó, continuando luego-: porque ir a Vera-
me ardía en el pensamiento, y me sabía mal ser el ejecutor ~e
cruz,joder, eso sí que es una "chinga", como dicen por allá.
una orden tiránica y mala. Como los perros de Cervantes, Sc~-
-Vamos, doctor, no será para tanto -le dije para amos-
pión y Berganza, tengo por "cierto y averiguado que al desdi-
carlo un poco, aburrido como yo estaba.
chado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en
_¿No será para tanto, dice usté? El teniente no sabrá, sin
los últimos rincones de la tierra" . Y parecióme que más sabían
duda, lo que es Veracruz. iMaldita la hora en que se le ocurrió a
dos perros que el real ánimo, y me di a la borrachera, con lo que
Cortés, que fue un gran capitán, no lo dude usté, fundar allí su
quedó aún más cumplido el barco ebrio. .
villa! iVilla! La corte de las enfermedades, eso es lo que es. Yo
Y llegamos a La Habana y partimos a Veracruz, y en seis
me salvé de milagro de la fiebre amarilla por la intercesión de mi
días arribamos, y allí chara patet tellus laxantque capada vela nautae,
señor San Roque, que está en la gloria y por las medid~s tera-
et jucundas tandem premit anchara ripas, es decir, echamos el ancla
péuticas que me han permitido vivir cerca de cuarenta años eu
y bajamos a tierra.
los barcos de Su Majestad, que Dios guarde ... Vino, un vaso de-
Un caballo y soldados del Ultonia m e esperaban, y partí
vino, y nunca agua que no esté sujeta al proceso de Le Mertrier:
con ellos a la populosa México, crecida de iglesias y reflejando
nunca beba otra cosa en la costa mexicana. Si mucho le apremirt
su opulencia en las lagunas; y aunque tiritaba de fiebre y de
la sed -y durante este discurso había seguido tomando-, por
m iedo, entregué en sus propias manos al virrey el paquete el día
que allá hacen unos calores de Jesús Bendito, con perdón, beba
30 de mayo de aquel año funesto. Y, a su pregunta,juré que na-
café. Pero cuídese, cuídese mucho del agua. Allá en esos arenn
die lo había abierto pero que por el agua de mar se había estro-
les putrefactos y esas calles de misericordia, todo está teñido dl·
peado un poco, y que nadie sabíamos nada de su contenido, _Y
vómito negro, de fiebre amarilla, de fiebres cuartanas, de esc::ir
pareció conforme, y mandó que me retirase, y como trastrabi-
latina del mal de San Vito. Todos allá están enfermos o defu1
' llara en la puerta, advirtió que tenía yo las fiebres, y me reco-
mes, menos los mestizos, que son muy argüenderos.
mendó al Hospital de Jesús, y un oficial me acompañó allí, y
- ,.Muyque, .. . ?.
quedé muy agradecido, y poco a poco me fui componiendo de
-Argüenderos, hombre, de "argüende", uno que :llld,,
cuerpo, pero mi espíritu estaba postrado. Era yo poseedor de un
mucho averiguando, y va y viene y habla ... N o sea nsté ma lu, y
secreto terrible: lo que conterúan aquellos tres sobres. En sospe-
consígame otro poco de licor, que m e se ha acabado, y tH1 11,
r h::is o quitados de la pena, los días pasaban, y se iba acercando la
creerá usté, pero todavía se marea uno, con estos bnrcos ...
hora en que se descubriese. Pero nadie me importunó, ni me
Fui a mi camarote y saqué la botcll:i n:11.l.rn1,·n1,11 i.1 q111 111
liwo pn·,~tt111., .ilp;11na, y supe que mi pequeña estratagema del
vaba, y se la llevé al buen doctor. Y ~stL 1111 1t·g.ilo oti .tl v, 1111111
Ltt I t , p,1.H 1.1 •, ,1 1)im, h:tbfo fttucionado; sin embargo, no pude
una macuquina mc.•xiran::i a uti~ 11,1, 1111, 1111111rd, 1 n11 1, d11 111
,l1. 1111 11111.11d111111 111, ¡i11.,I, prn ordl.'11 superior, i, ino hasta la no-
che del 24 al 25 de junio, en que se me ordenó acompañase yo al
señor fiscal a la Casa Profesa de los padres jesuitas, y de allí ha-
bría de llevarlos a Veracruz y ver que se embarcaran.

CAPÍTULO VI

Los establecimientosjesuitas en la Provincia de México. Secre-


to absoluto. El pliego diabólico. Una carta del marqués De
Croix. El asalto a La Profesa. Un recado de doña Fausta.
Empiezan a salir los padres. Visita a la Virgen de Guadalupe.
La rebelión de Guanajuato. Pedriza contra Escalante. El
pueblo sublevado en San Luis de la Paz. Resignación jesuita.
Los torunches de Pátzcuaro.José de Gálvez, hombre de tripas
de verdugo.

" ... cuando, a la mitad de junio de 1767, se supo haber llegado


a los señores virrey y visitador pliegos misteriosos de la Corte,
en cuya virtud se despachaban comisarios con despachos se-
cretos, que no debían abrirse hasta tal o cual parte, conforme a
los destinos de cada uno, muchos que observaron que dichos
comisarios iban a todas y solas aquellas partes en que había ca-
sas de la Compañía, no dejaron de sospechar que la tempestad
caería sobre los jesuitas" . 16 Los heraldos que cumplirían la
satánica orden fuéronse al Colegio de Tepotzotlán, según se va
nl norte, y :11 St·minario de Querétaro, al Colegio de Guana-
j11ato1 :il Cnlcp,111 dt· Cebya, al Colegio de León, al Colegio de San

11. ,, .. ,111 ' " ' 11/\lq,


Luis de la Paz, al Colegio de San Luis Potosí, al Colegio de dos no se sabe si por la lectura o las desveladas, Carlos Francis-
Zacatecas, al Colegio de Durango, a la residencia en Parras, a co de Croix era entonces virrey de la Nueva España (siendo el
las misiones de Babaroco, Baca de Guachi, Baburigame, Mo- cuadragésimo quinto con ese título); que era astuto lo revelan
rís, Nabogame, Gusarapes, Santa Ana, San Andrés y Santa las siguientes palabras de una carta a su hermano, dándole cuen-
Inés, Satebó, Secora, Serocagui y Tu bares en Chinipas, a.las de ta de la ejecución de los misteriosos pliegos: "Como todos los
Cakichi, Chinarras, Gueguechic, Matachi, Nanarachi, No- habitantes [de México], desde el más elevado hasta el más ínfi-
noava, Norogachi, Papigochi, San Borja, Santo Tomás, Si- mo, desde el más rico hasta el más pobre, son todos dignos
soguichi, Temeaichi, Temotsachi, Tomachi y Totuaca en la Ta- alumnos y celosos partidarios de la dicha Compañía, compren-
rahumara, a la residencia en Chihuahua, a las misiones de deréis fácilmente que me guardé bien de fiarme de ninguno de
Aconchu, Aribechi, Aripe, Babispe, Batuco, Caamoa, Caborca, ellos para la ejecución de las órdenes del Rey. El secreto habría
Cucurupe, Cuguiarachi, Cumuripa, Guasavas, Guevabi, Ma- transpirado infaliblemente, lo cual no convenía... por esto fue
tape, Movas, Odope, Onapa, Onavas, Oposura, Saguaripa, San también que no me determiné a revelarlo sino al señor de Gálvez
Javier de Bac, Santa María Basaraca, Santa María de Soanca, y a vuestro hijo. En consecuencia, entre nosotros tres hkimos
Saric, Tecoripa, Tubutama y U res en Sonora, a Guadalupe, La las disposiciones correspondientes, escribiendo de propia mano
Pasión, La Purísima, Loreto, San Borja, SanJavier, San Luis, todas las órdenes necesarias para su ejecución, que en seguida
Santa Gertrudis, Santa María, Santa Rosa y Santiago, en las dos despaché por extraordinarios para que en el mismo día y a la mis-
0

Californias. Y, como se va al occidente, a los colegios de Vallado- ma hora se cumpliese la voluntad del Rey hasta en los lugares más
lid y Pátzcuaro y el colegio y el seminario de Guadalajara; a las lejanos de este vasto imperio. Hasta ahora la cosa [que era taima-
misiones de Ixcatán, Guainamota, Jesús María, La Santísima do, cabe aquí señalarlo] ha tenido el mejor éxito, y de la manera
Trinidad, Rosario, Santa Teresa y Santa Rita en Nayarit, y a las que ni la tropa, ni persona alguna de este numeroso público la pe-
de Bacubunito, Batacosa, Bachún, Belén, Conicari, Chicorato, netró sino hasta el 25 del corriente al despuntar el día".
Guasave, Mocorito, Mochicave, Nabosoa, Nio, Ocoroni, Ra- La noche del 24 de junio "el virrey marqués De Croix reunió
hun, Santa Cruz, Tehueco, Toro, Torin y Vacca, en Sinaloa; y, en palacio en México a una junta extraordinaria y secreta [entre
como se va al sur, y aquí contamos primeramente la ciudad de los presentes se hallaba el arzobispo, Lorenzana]. Leyó un pliego
México, fueron a San Andrés, la Casa Profesa de México, el Co- encerrado en tres sobres, cada uno lacrado y cerrado por un sello.
legio Máximo de San Pedro y San Pablo, San Gregorio, San 11- El primero llevaba su nombre, el segundo decía 'Pena de vida no
defonso; en Puebla al Espíritu Santo; San Ignacio, San Ilde- abriréis este pliego hasta el 24 de junio a la caída de la tarde'; el ter-
fonso y San Javier; y al Colegio de Oaxaca, al de Guatemala, a la cero era el Real Decreto de Carlos 111, firmado desde el 27 de fe-
residencia en Campeche y al Colegio de Mérida, y además fue- brero, ordenando la expulsión inmediata de los jesuitas de todo
ron a los colegios de Veracruz y de La Habana y a la residencia su imperio, las autoridades novohispanas habían de prenderlos
de Puerto Príncipe. antes de veinticuatro horas pasadas de la apertura del sobre y re-
17
En la Nueva Granada, en el Perú, en Chile y en Buenos mitirlos bajo custodia militar y prisioneros a Veracruz". De
Aires, al igual que en las islas Filipinas y en las colonias y presi-
dios en África ocurrió exactamente lo mismo.
Un narigón y empelucado wal6n, l1111111111 dt· ojos , .111s,1- 11 Ji ,111 M1y11

Ho 8
mano del conde de Aranda decía textualmente: "abierta esta ins- do poder con que había sido revestido, y pensaba ejecutar la
trucción cerrada y secreta en la víspera del día asignado para su sentencia a satisfacción. Esto lo entendía Lorenzana, y pensó
cumplimiento, el ejecutor se enterará bien de ella, con reflexión que tal vez luego podría hallarse mejor ocasión, más política.
de sus capítulos, y disimuladamente echará mano de la tropa pre- No por nada se llega a arzobispo de México. Muchos de los pre-
sente, o en su defecto se reforzará de otros auxilios de .su satis- sentes, gente de la Real Audiencia, apenas comprendían lo que
facción, procediendo con presencia de ánimo, frescura y pre- pasaba; a alguno le pareció un sueño; otros comprendieron
caución". El último pliego decía así: demasiado bien, y su única molestia fue por no haberlo sabido
"Os revisto de toda mi autoridad, y de todo mi real poder, antes, vistas a los magníficos negocios que podrían hacerse a
para que inmediatamente os dirijáis a mano armada a las casas partir de ya con las propiedades de los jesuitas; otros tenían pa-
de los jesuitas. Os apoderaréis de todas sus personas, y los remi- rientes o amigos en la Compañía, y saliendo de palacio hubo al-
tiréis como prisioneros en el término de veinticuatro horas al guno que pensó en ir a advertir, si no a los padres, que sería un
puerto de Veracruz. Allí serán embarcados en buques destina- delito de lesa majestad, sí a su hijo, o a su hermano; no sé si al.:
dos al efecto. En el momento mismo de la ejecución haréis se guíen se atrevió, pero creo que no. Hubo alguien que se echó a
sellen los archivos de las casas y los papeles d~ los individuos, llorar, y rápidamente lo sacaron del palacio y le pusieron un sol-
sin permitir a ninguno de ellos llevar otra cosa que sus libros de dado a su puerta. Y al salir de tan desabrida noche, fueron algu-
rezo y la ropa absolutamente indispensabl,e para el tiempo de la nos a rezar a su capilla privada, intentando que Dios les confia-
travesía. Si después del embarque, quedase en ese distrito un se el porqué de tan desmesurada medida, o los confortase con el
solo jesuita, aunque fuese enfermo o moribundo, seréis castiga- bálsamo de su presencia.
do con pena de la vida. Yo el Rey." Pero en la calle del Puente del Cuervo se oyeron inferna-
-Y bien señores, habéis sido informados. Que nadie ha- les carcajadas que duraron hasta las cuatro de la mañana del 25
ble en favor o en contra. Su Majestad reserva sus razones en su de junio de 1767, la más corta noche del año, habiendo sido el
real pecho. Yo, por mi parte, anhelo cumplir tan sólo con mi día 24 fiesta de San Juan Bautista, en que un piquete de soldados
deber. "De una vez para lo venidero deben saber los súbditos del se apostó frente a la Casa Profesa de la Ciudad de México 18
gran monarca que ocupa el trono que nacieron para callar y obe- (mientras otros iban al Colegio Máximo, a San Gregorio, a San
decer, y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del go-
bierno."
Lorenzana miró a De Croix; nunca había sido el arzobispo 18 Casa Profesa "se llaman aquellas que están dedicadas a los ministerios
amigo de la Compañía, y cuando el Rey, apenas el año pasado, q ue generalmente profesa la Compañía, fuera de las letras, que este mi-
había obligado a las haciendas de la Compañía de Jesús a pagar el nisterio pertenece a los colegiales; y los que en las Casas Profesas viven
diezmo a la Mitra, habíase sentido muy satisfecho; pero en su ordinariamente son profesos de cuatro votos, que se emplean en predicar,
faz intelectual y fina estaba pintado el más vivo espanto, aunque confesar, responder a casos, acudir a confesiones de enfermos, visitar cár-
el gesto del virrey y la contumaz apariencia del visitador general, celes y hospitales ... otra diferencia también hay entre los colegios y Casa
Profesa: ésta es qnc po r ningún caso puede tener renta ni bienes raíces esta
Gálvez, ese lector voraz que traía tripas de carnicero por corn
t,1~;1, ni en r o1111111 , 111 t•n particular, n i aun para la sacristía, sino que se ha
zón, lo convencieron que sería una irnp111dencia decirle 11:1<l.1 clr' 1111-;lt·11t.11 tlr ·,1111 h1111 1s11a". Andrés Pércz de Rivas, Crónic(I y historia re-
ahora. El hombre se regodc.:ah.,, 1·v1d1 11h 111t 1111 , dd dt"'l lltn.111., l,i,11,1111/1 /,¡ /''''' llli I I 1/, f,1 1 1111//111/lfrl i/1• /1'Hh 1'11 fo.,ff.\Í(1>., ., 1896.

HH
Ildefonso) y el fiscal del Rey tocó con violencia, en medio de la sencia de ánimo; callando todos por la sorpresa, se volvió al pa-
silenciosa noche, a la puerta, mandando se abriese por orden del dre que solía asistir a los que iban a sufrir algún suplicio:
Rey. Lo seguían el teniente de navío Maturino Iriarte, un capi- -Ea, padre mío, todos estamos en capilla. Empieza tu
tán napolitano y su tropa. El nombre de quien cumplía el man- oficio.
dato de despertar a los jesuitas para apresarlos luego era d.on José Todos echaron a reír. No así el fiscal del rey.
Antonio de Areche; venía molesto: había llovido la víspera; En seguida "se procedió al inventario y secuestro de bienes
charcos y Iodo; y ahora cumplía la orden, dando tan sólo gracias muebles y papeles. Entre tanto, la casa estaba cercada de solda-
a Dios por que no tendría que hacer, en temporada de aguas, el dos, corriendo la voz de los centinelas, como en una frontera de enemi-
viaje hasta Veracruz. Para eso estaban aquí el italiano y el tenien- gos", 19 prohibiéndose toda comunicación con el exterior.
te de navío; allá se las arreglaran como pudieran, llevando no Al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo le tocó el si-
sólo ajóvenes sino a algunos viejos y enfermos, lo que dificulta- niestro y "férreo visitador José de Gálvez, quien [ como buen
ría aún más la marcha. Estaba de todas maneras molesto, y lue- esbirro] quedó maravillado de la prontitud y uniformidad con
go de prender al portero y hacer subir tropa al campanario y que todos, como de concierto, protestaron que obedecían el real
guardar todas las puertas, ordenó De Areche que se reuniera decreto". 20 Hubo, en medio de la gran desgracia a la quemen-
toda la comunidad, sin tocar campanas, ni hacer más ruido que guaba la absoluta obediencia jesuita una desgracia más que la-
el necesario, en la capilla interior. Y una vez que los veintiséis mentar, pues estando encerrada toda la comunidad del Colegio,
miembros de la Casa Profesa (uno más estaba de viaje, el pro- en número de ochenta y cuatro personas, en la capilla, quedó
vincial Salvador Cayetano de la Gándara, sorprendiéndole la errando a solas por aquella gran fábrica de edificios un mucha-
diabólica conjura en Querétaro) estuvieron reunidos, De Are.., cho, un escolar demente ya, o que perdió entonces el uso de sus
che les leyó la pragmática del Rey, intimándolos a todos a aban- facultades mentales. Iba de un lado al otro y, ante el gran núme-
donar sus dominios. Luego, deleite policiaco, los obligó a firmar ro de armas y de soldados, conminándole a detenerse, no en-
de conformidad; y firmaron. contró mejor remedio que echarse afuera por una ventana, ma-
Observó alguno entonces que, en aquella capilla, estaba el tándose.
Depósito de la Sagrada Forma. Aterrado, De Areche se excusó, La ciudad de México despertó a un gran miedo y una gran
e indicó si no convendría llevarlo debidamente a otra parte. sombra. Nadie hablaba sino en susurros, no se pregonaba mer-
-Pudiera ser, señor fiscal, pero ha dicho usted que no po- cancía; los arrieros y los aguadores que iban entrando a la cua-
demos salir. ¿No sería mucho II1:ás conveniente que nosotros drícula de la ciudad lo hacían como quien intempestivamente
mismos consumamos el Sacramento, fortaleciéndonos con el entra a un velorio, y compone el gesto que traía de la calle por
alimento celestial? otro más acorde con la fúnebre circunstancia. Las campanas so-
-¿Cómo? -dijo De Areche-, fahora? naron apenas; en las iglesias las beatas comenzaron el rumor, y
-Sí --contestaron a una voz-. ¿o nos negará el viático fu era, parecía que hubiera habido una asonada. Reinaba ese si-
de los peregrinos y de los afligidos?
Repartió la comunión el padre Juan Francisco Iragori a to-
dos y a cada uno. Un viejo canónigo de Dur:m go, Frn11cisco 111
AHt111~n 'II 11r liJ
Pérez de Aragón , fue en esta ocasión q1 un 1 1ttn::.11 6 urnym pn.: 'U /dr 111

\11
los novicios que quisieren seguirles, y que se ocupen to-
lencio temeroso y sombrío que acompaña al rumor. La gente de das sus temporalidades de la Compañía en sus Dominios.
a pie se apresuraba por las calles y se veían piquetes de soldados a Y haviendo S. M. para la execución uniforme de todos
caballo en las calles de Donceles y Jesús María y un número ellos, autorizado privativamente al Exmo. Señor conde de
grande de soldados a las puertas del Palacio Virreinal. Las patru- Aranda, Presidente de Castilla, y cometiéndome su cum-
llas impedían a la gente reunirse, y se dio el caso de, una o dos plimiento en este Reino con la misma plenitud de sus fa-
pobres mujeres, atoleras, a las que los soldados les volcaron su cultades, asigné el día de hoy para la intimación de la
líquida mercancía y pisotearon sus tamales, únicamente para Suprema Sentencia á los expulsos en sus Colegios y Ca-
que no se juntase el concurso de gente que en las mañanas es sas de Residencia en esta Nueva España, y también para
común ver reunida en torno a sus anafres. Y luego se ftjó el anunciarla a los Pueblos de ella, con la prevención de
bando. Acostumbrado como estás, lector, a que en esta novela que, estando estrechamente obligados todos los vasallos
sean insertadas noticias y descripciones de aquella época lejana, de cualquier dignidad, clase y condición que sean a respe-
no tendrás, espero, inconveniente en que lo cite textualmente: tar y obedecer las siempre justas resoluciones de su Sobe-
rano, deben venerar, auxiliar y cumplir esta con la mayor
Don Carlos Francisco de Croix, Marqués de Croix, Ca- exactitud y fidelidad, porque Su Majestad declara incur-
vallero del Orden de Calatrava, Comendador de Moli- sos en su Real indignación á los inobedientes ó remisos
nos, y Laguna Rota en la misma Orden, Theniente Gene- en coadyuvar á su cumplimiento; y me veré obligado a
ral de los Reales Ejércitos de S.M., Virrey, Governador y usar del último rigor, ó de ejecución Militar contra los
Capitán General del Reino de Nueva España, Presidente que en público o en secreto, hicieren con este motivo
de su Real Audiencia, Superintendente General de Real conversaciones, juntas, asambleas, corrillos o discursos,
Hazienda, y Ramo de Tabaco de él, Presidente de la Jun- de palabra o por escrito; pues, de una vez para lo venide-
ta, y Juez conservador de este Ramo, Subdelegado gene- ro deben saber los súbditos del gran Monarca que ocupa
ral del Establecimiento de Correos Marítimos en el mis- el trono de España, que nacieron para callar, y obedecer, y
mo Reino-. Hago saber a todos los habitantes de este no para discurrir, ni opinar en los altos asumptos del Go-
Imperio, que el Rey nuestro señor, por resultas de las viemo. México, veinte y cinco de Junio de mil setesientos
ocurrencias pasadas, y para cumplir la primitiva obliga- sesenta y siete.- El Marqués de Croix.
ción con que Dios concedió a la Corona de conservar ile-
sos los Soveranos respetos de ella, y de mantener sus lea- Este bando se ftjó en las calles de Porta-Coeli, de Jesús María, de
les, y amados Pueblos en subordinación, tranquilidad y la Acequia, de la Danza, del Cacahuatal de San Pablo, de la Cruz
justicia, á demás de otras gravísimas causas que reserva en Verde, del Indio Triste, de Donceles, de Plateros, Chavarría y
su Real Ánimo; se ha dignado mandar a Consulta de su Cordobanes, de la C anoa, de la Machingüepa, del Calvario, de
Real Consejo, y por Decreto expedido el veinte y siete de b Alhó ndiga, d e don Juan Manuel, de la Tlaxpana, en el calle-
febrero último se extrañen de todos sus dominios de Es- 1<>n de- los Galln'I y t·n t'I de Corpus Christi, en las fuentes públi-
paña, é Indias, Islas Philipinas, y demás adyacentes á los .,s
.< y t·l ,H 11nl111 111 y t 11 l.1 '> p:m·ck·s de portales, iglesias, convcn -
Religiosos de la Compañía, así Sacerdotes, como coacU11 111~ y p ,1!.11111 l 111111 1 p111 tndn l.1dns.
tores, ó Legos, que hayan hecho l., p, 11111 1.1 profi·~i(m, y.,
Azorada, la gente de razón leía, y los aguadores y mecapa das, un angosto campo para el paso de los coches, se oprimían
leros y pelados y palafreneros se reunían alrededor de un bando en las calles, aunque muy desembarazadas y espaciosas. Los je-
e importunaban a los que veían podían leer para que les leyesen ,•mitas caminaban de cuatro en cuatro, en competente número
textualmente el bando. <le carrozas, escoltados de dragones por delante al estribo y detrás,
Podían prohibirlo todo, con el despótico lenguaje qur tczando el itinerario, el rosario o letanías de Nuestra Señora, en
acostumbran los que se creen asistidos de absoluta razón· no voz baja, cerradas las cortinas, con la mayor precaución, para no
podían prohibir que la gente llorase. Y en la capital del imp~rio prorrumpir aun indeliberadamente en el menor movimiento
mexicano se lloró, amargamente. Y de repente un indio se echa- que pudiese fomentar el dolor impaciente que se advertía en
ba a llorar de pronto en medio de la calle, o a una señora se k lodo concurso. Éste los bendecía como a padres de los pobres,
anegaban los ojos de lágrimas mientras hacía cualquier cosa, o ;i como maestros de la doctrina cristiana, como predicadores del
un canónigo lo acogotaban unos sollozos capaces de partirle el Evangelio, como ministros incansables del sacramento de la peni-
corazón a cualquiera con tal que no fuera ilustrado, que a esos tencia, como verdaderos siervos y amigos de Dios. Llamábanlos a
señorones nada parecía poder quebrarles. voces justos, santos, benditos, sabios, columnas de la fe, hincaban
Doña Fausta mandó casi de inmediato recado a su hermana las rodillas, pidiéndoles su bendición y encomendándose en sus
~on un propio, Juan Damián, que era de Atzingo y era, aunque oraciones. No contentos con haberlos visto una vez, rodeaban
Joven, hombre de silenciosa confianza. Y lo mejor, conocía los en diligencia cuadras para ocupar lugar para volver a verlos,
caminos para desde el pueblo de San Pedro Mártir internarse en siendo forzoso que los soldados avanzasen de una a otra cuadra
el sombrío 4jusco, pasar para el lado de Santa Mónica y llegar :i para despejar las calles y abrir camino a los coches.
Chalma sin toparse con nadie que pudiese detenerlo en su cami- "Unos quedaban como pasmados, mirándolos con un tris-
no. Ylo que le decía es que habían obligado a todos los miembros te silencio, otros daban voces como furiosos. Todos lloraban,
de la Compañía y a los novicios que quisieran seguirlos a em- aun soldados y oficiales de la escolta. Después de todo, aún era
prender el camino a Veracruz. Y temía por su sobrino, pues no mayor confusión el alarido, el llanto y vocería que, a pesar del
tenía nuevas de él, y, si acaso se hubiera resuelto a dejar la Com- clamor en las calles, se percibía en lo interior de las casas. En
pañía, lo más probable es que estuviera ya en su casa de la calle del cada una parecía haber acabado de expirar un primogénito.
Indio Triste. Se sabía de cinco individuos que habían, con uno u "Muchas personas de distinción salieron en coche a Gua-
otro pretexto, dejado ya el noviciado, aunque era apenas la maña- dalupe, a una legua de la ciudad, en busca de sus deudos, de sus
na, pero es que en México las noticias no corren, sino vuelan. directores, de sus amigos, de sus maestros, y sin temor alguno a
Los miembros de la Compañía "comenzaron a salir de las armas ni a la persona del visitador, que salió acompañando
México la mañana del 27 de junio. La marcha, aunque preveni- una de las partidas del Colegio Máximo, se arrojaban a los co-
da para el rayar el día, no pudo ejecutarse hasta muy entrada la ches con gritos y con lágrimas." 21
mañana. Las diversas patrullas que corrían la ciudad habían he-
cho cerrar las puertas en todas las calles donde debían pasar los
padres y las bocas o avenidas estaban también ocupadas de sol-
***
dados con espadas desnudas. D espués de todo era innm11cr:1bk
el concurso de gentes, que dej ando :ipr1u•., pw tt•tnor :i In~t•sp;, .!I l11 ,11Hisi nJ.1vlr1 l\lq, 11

1 1
Hemos conocido el carácter y la catadura de Jacinto Escalan!
1.t que, asegurados los padres en las pozas de las minas, había
por su odio a los padres y su afecto a sus superiores se le coml
1 lccidido, si es que puede hablarse de decisión cuando se apode-
sionó a Guanajuato, que era su tierra natal. Que se esperaban.
, ;1 de la gente el ánimo de la rebelión, que es más un movimien-
problemas es, piensa uno, evidente por la gran cantidad de t1 o
1o espontáneo y feroz, tumbar las puertas del Ayuntamiento,
pa que desde 1765 había llegado a la Nueva España; pero el hacer una hoguera con ellas y saquear las casas del Cabildo, para
motín de San Luis de la Paz, como el de Guanajuato, el alv.1 e mpezar. Así que, afrentado, el presuntuoso Escalante hubo de
miento en San Luis Potosí y el de Pátzcuaro y el de Uruapall, y
huir, jurándose que, llegada la ocasión, devolvería el gesto. En la
las rebeliones entre las tribus de la Pimería, fueron mayores q, 1e
11oche, sin embargo, quieta ya la ciudad minera, los padres se
lo que nadie en la Corte hubiese imaginado.
reunieron de nuevo en el Colegio, y decidió el padre José Lui~
Escalante llegó con poquísima tropa a Guanajuato, hospt·
Aguirre, como rector que era, que saldrían solos y disfrazados.,
dándose en casa del alcalde, e intimándoles la orden el día 2AI,
cumpliendo en santa obediencia el decreto; y los diez así hicie-
dispuso el cierre de templo y colegio. Pero a la mañana siguict 1
ron, perdiéndose en la nublada noche hasta dar con el aterrado
te, luego de que un pregonero leyese el bando, la gente se amo destacamento, que se puso en marcha con violencia; y a la ma-
tinó. Sonaron las campanas de las iglesias, sonaron cohetes y íiana siguiente Escalante escribía a Gálvez, dándole cuenta de lo
cada quien dejó lo que tenía en las manos, a no ser que f~era nn ocurrido; ya veremos las providencias que tomó el maldito.
cuchillo, un cincel, un palo, y se reunió frente al Colegio de l., El padre Alegre refiere el levantamiento de San Luis de la
Compañía. A alguien se le ocurre la idea de ir a la cárcel y ab1 11 Paz de la siguiente manera: "A deshoras de la noche [los amoti-
sus puertas; otros deciden hacer lo mismo con el Colegio, y l.1 nados pobladores de esta ciudad que debía su ser a los jesuitas]
tropa, presa de un pánico profundo, decide retirarse a las Casa~,
cercaron con furiosos alaridos todo el Colegio, y saltando las ta-
del Cabildo. De allá trae Escalante la orden a los padres de qw· pias de la huerta, se entraron hasta el patio reglar, preguntando
calmen el tumulto, y persuadan a la gente a que regrese a sw1
por los padres hasta que los mismos se mostraron y persuadie-
casas, pero es recibido con una pedriza como la que tumbó a
ron a retirarse. El alcalde mayor y el comisionado, no sin gran-
Moctezuma, y a duras penas logró refugiarse en el Cabildo de de riesgo del furor de los amotinados, hubieron de ocultarse, y
nuevo, todo moreteado, sangrándole frente y hombros, y cu se mandó decir al padre rector, que no pensase en salir, como se
bierto de inmundicias que las criadas y las señoras le echaron había tratado, al otro día [y habiéndose publicado el bando de la
desde los balcones; estaba furibundo, y más creció su enojo
expulsión fue] cosa por cierto maravillosa y que no sé si tendrá
cuando se enteró de que los amotinados, previendo que los je- semejante en las historias, que los mismos proscritos hubiesen
suitas obedecerían, los secuestraron, a viva fuerza, y llevándolos ele asistir para mitigar el dolor del pueblo, y hacer que se recibie-
en alto, como en procesión se llevan las imágenes, los sacaron cl1: se con docilidad la sentencia de la propia proscripción. iLos
la ciudad rapidísimamente, esparciéndolos por las minas que In sediciosos y alborotadores del pueblo, asistían para contener
rodean, asegurando así, creían, el fracaso de la operación cesá- todo tumulto y sedición! iLos enemigos de la autoridad real se
rea. Hecho esto, la bestia de Escalante quiso disparar sobre la llamabnn p;tra hacer valer y dar contra sí mismos la obediencia al
muchedumbre, pero el alcalde y el contador real lo disu;idk·Jni 1, llc;1l Decreto, y los que eran declarados perturbadores de la paz
y aun le pidieron que huyera, pues ellos st· prrparnban p;1r;1 p,11'- pt'ahlit ,,, rmn los que se llamaban para asegurar la tranquilidad,
tir; y si no lo disuadieron las palah1 ,1-i dt l ,il, ,tldt· :-f l.1 t 111 li,m111I- dn l.11 .111d11 ( Oll t•l mismo hecho, y dando de lo contrario, el más

' (, ,,7
machetes y de palos, pues su gobernador había sido puesto pre-
público, el más solemne, el más autorizado y el más evid~nte so el día 28 por desafiar la autoridad del alcalde mayor, un pillo
testimonio!" Hemos de referir luego cómo pagó esta pacifica de siete suelas al que ya habían denunciado y humillado a obis-
ciudad su dolor. po y padres. A don Pedro, cacique y gobernador de más de cien
Los indios de Pátzcuaro ya sabían por su modo que algo pueblos, luego lo soltaron, por no qt1erer incendiar el vastísimo
grave se tramaba contra ellos. Habían volado cuervos n,egro_s del obispado.
árbol que llamaban del ajusticiado para irse a parar al Colegio de De modo que "la intimación de la orden se hizo con trece
la Compañía, sin quererse mover por espacio de cuarenta Ycua- días de retraso; y debido a eso, el Padre Rector,José Meléndez,
tro días de allí; y en la Semana Mayor había tronado la madera se enteró de lo que ocurriría"22 (a más de que ya estaba apercibi-
de los altares, y en especial el de San Benito y el de San José, que do por los presagios que, quiérase que no, lo habían intranqui-
son patronos de una buena muerte, y colegían que eran (cue~- lizado un poco), y pudo tomar sus precauciones; pero no pudo
vos y tronidos y sueños) señal de calamidades. Algo les habia impedir que la muchedumbre se congregase, silenciosa y deci-
pasado a los Reyes de España, que de ser lejanos y paternales, se dida, a las puertas del Colegio, dispuesta a no permitir su parti-
habían vuelto cercanos y esquilmadores; y ahora traían un asun- da; y estaban allí todos los torunches, y a los soldados venidos de
to llamado "leva" en que se llevaban a los mejores hombres; Y Valladolid les dio miedo la congregación de indios; y entre todos
nuevas tasaciones, y más dinero que dar para que se lo llevaran destacaba don Pedro de Soria, cuyos antepasados habían sido re-
allá. Y sólo el obispo, don Pedro Anselmo Sánchez de Tagle los
defendía; y para eso habían decidido los ~ejos elegir como
bernador de los naturales de esta nobilísima ciudad y provmcia
:'g~- yes de la nación tarasca, quien fue el único que habló, y juró por
San Benito y por el Cristq de la Cañita que ninguno de los pa-
dres saldría de Pátzcuaro. Salió entonces el padre Meléndez a
de Michoacán y anejas" a Pedro de Soria Villarroel, que e~~ el hablar con él y, viendo que no conseguiría nada, se arrodilló
más valiente de todos y no se amilanaba ni ante tenientes m in- frente a él y, con lágrimas en los ojos, le pidió que, como última
tendentes ni visitadores. muestra del afecto que siempre había mostrado a la Compañía,
Y se reunieron todos los tatamandones: el gobernador, el no como sumisión a una orden de fuera, dijo, sino a una de
alcalde, el regidor, el alguacil mayor, y los caciques y los torun adentro, dijo, poniendo su mano en el pecho, permitiera al co-
ches y los mayordomos; y determinaron dar aviso a los padn·t-. misionado cumplir su cometido; y el cacique se enterneció, y
jesuitas, que había en Pátzcuaro en número de siete, Y entu dio, al tiempo que sentía que le estallaba el corazón, su venia;
ellos a los padres Salvador Bustamante y José Piedra, que ci ·111 y salieron los jesuitas. El 7 de julio el marqués De Croix advir-
de allí mismo; y no sabían muy bien cómo expresarse, pues di t 16 al obispo don Pedro Anselmo que la ira del visitador se diri-
rían los padres que eran puras supersticiones o que, desafee H '" gfa a todas las ciudades sublevadas que curiosamente caían todas
la Corona por sus recientes injusticias, querían armar borl<,ir l 11 su obispado: "pueden justamente temer esos inobedientes
como los que habían armado ya por tres años c011st'ct111v 11 , .iiga sobre esa ciudad dicho señor visitador con todas sus fuer-
pero de que se habían avistado soldados que vcnfan ch- Vall, 11 111 i,1s c. a\ls:mdo rigurosas ejecuciones para que sepan que han des-
lid, sucediendo esto a principios de abril de aquel fat ídu 11 ·' 0
no cabía duda. Los padres intentaron c:llm.1rlos, dit 1(·11d 1,li •. 1 111
nada malo ocurriría; pero una onlt·u ti, 111u·v1,.., t11hut 11•, '1 11 ( All1111 11 '1111t1I,,
recibió en mayo terminó de .1lh1 ,, 11111 ti p11t 1,111, q11~ '•1' 111111
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obedecido ciegamente al su Rey y Señor"; 23 y en efecto, cayó premiado como conde o duque o no sé qué de Sonora- que los
sobre ellos la furia del visitador y en Pátzcuaro a don Pedro de pueblos entendiesen los justos fundamentos de estas provi-
Soria, y a otros, indios valientes, el sanguinario Gálvez les ins- dencias ... En toda esta campaña que duró más de cuatro meses,
truyó proceso y los ahorcó en Valladolid, cortando después sus concurrieron 5 mil hombres armados, se gastaron 60 mil pesos,
cuerpos en pedazos. se ahorcaron 85 personas, se azotaron 75, se condenaron a pre-
1
Gálvez se dio prisa en ir por toda la nación mexicana cum- sidio 664 y 110 a destierro, sin incluir a las familias de los ajus-
pliendo a satisfacción su cruel naturaleza que poco se mostraba ticiados."
en su mofletuda cara, sus ojos distraídos y su ilustrada conversa- No faltó el coro de lambiscones, de entendidos, de apro-
ción, pero que allí estaba. La carta de Escalante que narraba la vechados, y de hombres que se prestaron a hacer comprender
rebelión de Guanajuato lo llenó de ira, lo mismo que los demás a todos lo de "obedecer y callar", porque nunca faltan los que a
pormenores que iba sabiendo. Había salido de la ciudad de Mé- río revuelto ven hecha su hacienda, que alabara, a pesar de que
xico el 9 de julio para el interior del imperio, y "caminó con tan- esto supuestamente estaba prohibido, la orden real; así, por
ta actividad y energía que consiguió restablecer el orden cas- ejemplo, la carta past~ral de don Francisco Fabián y Fuero, obis-
tigando a los principales cabecillas ... En Guanajuato, Gálvez po de Puebla de los Angeles, sobre "la sumisión, obediencia y
mandó que los principales motores del tumulto fueran decapi- respeto al Soberano", impresa ese mismo 1767, o los libros de
tados y sus cabezas se pusieran en escarpias en los lugares más 1768, U?rdad Refleja, plática doctrinal sobre los varios sucesos que inter-
públicos y en lo~ cerros inmediatos a la ciudad; hubo entre estos vinieron en la Ciudad de San Luis Potosí desde el día 1O de mayo de
ajusticiados un indio operario de las haciendas de moler metales 1767 hasta el día 6 de octubre del mismo año, en que se ejecutaron los
llamado Juan Cipriano, y su cabeza fue clavada también en una últimos suplicios de los tumultuarios, de fray Manuel de Escobar, o la
escarpia en uno de los cerros. Poco tiempo después la gente de plática doctrinal de fray José Manuel Rodríguez Como deben ha-
Guanaj uato declaró que Juan Cipriano era santo y que se verifi- verse los vasallos con sus Reyes.
caban curaciones y hechos milagrosos en el lugar donde estaba
colocada la cabeza. Esto produjo nuevas conmociones, porque
la gente iba en romería a rezar y a encender velas a aquella ca-
beza, costando mucho trabajo a las autoridades impedir los tu-
multuosos actos de piedad que allí se celebraban".24 A la ciudad .,
de Guanajuato se le condenó también a pagar un injusto tribu-
to de 8,000 pesos por año, amén de que, tanto en Guanajuato,
como en los dos San Luises, como en Pátzcuaro y en Uruapan
se sembró de sal el erial que habían dejado en las casas de los re-
beldes. "Me pareció muy importante -dice el maldito, que fue

23 Apud Ó scar Mazín.


24
México a tra11és de los s~~las, t. v.

11111 1( 11
para aliviar la tensión del afiebrado muchacho. Y en la noche del
23, en un paroxismo de fiebre, alucinando,Jerónimo había gri-
tado:
-Allí vienen . .. ya están entre nosotros ... San Francisco
de Borja nos proteja ... vienen a acabarnos. Muchos van a morir,
m uchos van a morir.
A Pablo nunca se le hubiera ocurrido que pudiera ser un
buen enfermero, pero se sobrepuso a su natural y lozana re-
pugnancia para con el enfermo y pronto ya no sólo atendía a su
amigo, sino que ayudaba al padre médico con otros hermanos, y
CAPÍTULO VII lo hacía con tal sencillez y calma que parecía estar rezando, y no
sosteniendo con fuerza al que habían de sangrar.
Tepotzotlán. La felicidad deJerónimo se trunca en tristeza. Cuando llegaron, el comisario y los soldados repitieron en
La salida. La descripción de Rafael de Zelís. Pablo Rayón y Tepotzotlán lo que ocurría en misiones y colegios esparcidos
Jerónimo de Celada se despiden. El pormenor deJuan Da- por toda la nación mexicana;juntaron a los jesuitas en la capilla,
mián. Las decisiones de doña Sercifi,na. (:amino a véracruz. procedieron al secuestro de sus bienes y los obligaron a firmar,
uno por uno, el acatamiento a la Real Orden. También corno en
otros sitios, sólo se permitió a losjesuitas una poca de ropa y sus
Floreaban en el atrio las rosas, los pensamientos, las hortensias, libros de devoción. Ni sus papeles, ni otros libros que no fueran
el b_elén y el panalillo, el plúmbago en los techos y el ojo de ca- de rezo, ni nada que fuera de oro, plata, marfil, cobre o hierro,
nano en las bardas, la violeta y el geranio en sus macetones, los ni baúles, ni nada de nada que no estuviera comprendido en la
~catraces y los acantos en los lados de sombra, el narciso y el li- exigua misericordia de Carlos III. Y pasó lo mismo que en otros
no cerca de las acequias y apandes y, en el huerto, los nabos, el lugares; que aunque exteriormente, o al parecer, no estaban pre-
frij~I,_la lavanda y el romero, todo ello en Tepotzotlán, donde parados para lo que les sobrevino, en realidad, fruto de sus pa-
nov1c1os, coadjutores y padres se hallaban empleados en no hacer ciencias interiores y de su disciplina, la mayor parte se encontra-
mal a nadie mientras se amaestraban para hacer el bien, cuando llegó ba perfectamente dispuesta a arrostrar expulsión y exilio.
la orden el 25 de junio. Pablo, que al principio no comprendía nada, obtuvo de Je-
Sabemos el estado del ánimo de Pablo Rayón antes de esta rónimo una respuesta que lo preparó para lo que vendría. Su
f~ch~: se sentía feliz por descubrir en sí mismo algo que antes ni amigo le dijo:
s1qmera barruntaba: era capaz de pensar. Había además descu- - Amigo Pablo, éste es el día más feliz de mi vida. Hoy,
bierto otra cosa dentro de sí que no sabía que poseía; durante por medio de un decreto real, se nos ofrece ser partícipes de las
mayo y principios de junio J erónimo había estado muy mn lo, y bienaventuranzas; Cristo vivo nos lo ofrece. ¿No te llena de
los peores días habían sido entre el 21 y el 24, y Pablo S(.' hahf,1 .,lcgría?
dedica~o a ~uidar a su amigo, a p cs:tr dt l., 11,hts(.•;1 qm· lt· l ,ll b,t Y Pablo, fu era que en verdad lo im presionara en el alma la
ban fos.1ofi11nas llenas <k S:\Jl~ H y l,1 · 111 r, 111p111.,, qw • t 11 •.,,1,.,11 .drg1í:l clt· ~11 11111 ¡•0 , o fncra simplemente qnc éste le contagiara

1 1 I! J
el genuino placer que experimentaba en ser despojado, y ser derrota del puerto de Veracruz, distante ochenta leguas, sin que
conducido y ceñido y mandado, se sintió feliz. en este viaje faltasen los avenimientos, que venían anexos a la
Pero en seguida se supo que habría una excepción a la or- muchedumbre, por lo que en muchas ocasiones fue necesario
den: Jerónimo, como todos los demás individuos que estuvie- se acompañase el ejército entre cuatro paredes, que sirvieron de
sen demasiado enfermos para pretender moverlos. Exhausto dormitorio, y así de mano en mano ocurrían otros inconvenien-
como estaba, y siendo éste como era apenas su primer'año de tes como lluvias y granizo con que el cielo hizo la salva a nues-
probación, decidió el rector liberarlo de cualesquier voto o liga tro Escuadrón".
que pudiera haber tenido con la Compañía, y el comisario Muy triste para ambos, Pablo y Jerónimo, había sido su
prometió enviarlo, más o menos disimuladamente, a la capital, separación. Sabían que no volverían a verse sino hasta el cielo
a pesar de las débiles, por su salud, pero empeñosas y graves que nos tiene Cristo prometido si es que amamos a Dios por
protestas del muchacho, que quién sabe si siquiera resistiría las encima de todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros
siete leguas hasta México, a pesar de su fortaleza, pues las fie- mismos. Y Jerónimo se quitó una cadena con una medalla muy
bres eran de las que llaman consuntivas. Los demás debiéronse antigua, con una cruz marcada sobre el retrato de un héroe pa-
"aparejar para muchas correrías por mar y tierra. La dificultad, gano, y se la entregó, diciéndole:
empero, de encontrar los carruajes necesarios para el crecido -Era de mi madre -y le sonrió. Y se dijeron adiós.
número de setenta y tantas personas, no dio lugar a la pronta Mientras tanto en San Ambrosio Chalmita llegaba el indio
ejecución de la orden que incontinentemente debía ejecutarse", con su pormenor. Halló a doña Serafina hincada, rezando, y él
como escribió años después Rafael de Zelis. se quedó de pie un momento hasta que la mujer se persignó, y,
Y añade: "Detúvose por tanto la partida hasta el día 4 de viendo que venía de a pie, lo convidó a que se sentara en una es-
julio, que suman nueve días en los cuales sobró tiempo para pecie de taburete, y ordenó que le trajeran agua.
aderezar el ajuar que así yo como mis compañeros habíamos de -Ya luego comes, Damián. Ahora dime, ¿qué pasa?
llevar para nuestra peregrinación; éste consistía en un par de mu- Entonces el indio le dio el recado de doña Fausta. Por la
das de ropa, a más de lo que nos cubría, que reducida a un pe- mente de doña Serafina pasaron muchas cosas, como vientos
queño envoltorio resparmiaba el peso de los forlones, pues cada que se encuentran en una picachera, y ninguno cede, y recordó
cual cargaba su maleta, que aunque ligera, aumentaba los cuida- las predicciones de doña Matiana, y la obstinación de su hijo.
dos. Con tan bellos arneses dimos principio a la marcha, acaso Oyéndolo con agitación pero con cuidado, tomó su resolución
más bien ordenada que la de un ejército bien aperado, sin em- y mandó llamar a Juana y a Carmen, y a las muchachas, y que le
bargo de la diversidad del carruaje que fue necesario para la con- trajeran sus sales, y le dieran de comer a este hombre, y que
ducción de un escuadrón que apenas llegaba a las setenta perso- aprestaran el carruaje mejor, y le pusieran los arneses a los ca-
nas. Dividióse gallardamente esta comitiva, haciendo las guías ballos pintos, no, mejor a los bayos, y que alguien calmara a
los más jóvenes y robustos quienes en caballos mal aderezados, esta Juana, y que le avisaran a la nana Pancha que dejara de co-
quienes en mulas no acostumbradas a tan li~era carga que más madrcH y se pusiera a guardar la ropa en el baúl grande, y que
caminaban para arriba que para adelante. Ultimamente unos k· trajcr:m l.1 11 11.wt·s de la despensa y de la alacena, y que se pu-
cuantos forlones conducían otros que por m5s vi~jos y trabaja- ·~ier.m ,1 ,1¡,111 111 ~1 , porq ue dcspnés de comer, iban a irse a Ve-
dos les adecuaba bellamente el nombr<' cfr vt lt't ,111011 'fümóse ln 1,u 111~ .
Y dicho y hecho. Con mil revuelos pero a las cinco de la
tarde estaba el carruaje listo, y el baúl grande cerrado, y la casa
cerrada y silenciosa, y Juan Damián en la mula que había gana-
do por relatar su pormenor, porque doña Serafina sabía ser ge-
nerosa, y además, ¿cómo, si no, las iba a acompañar a Veracruz?,
y Ramón, el cochero, gritó "iArre !", y partieron doña 'serafina y
sus dos hijas, y la nana Pancha y una muchacha de nombre Re-
medios. Y esa noche siquiera llegaron a Santiago Tianguis-
tengo; y la otra noche las halló molidas, mojadas y mareadas
intentando dormir en Tacubaya, y luego tomaron el Camino
Real a Veracruz, sin detenerse siquiera en casa de doña Fausta, CAPÍTULO VIII
y lograron llegar al puerto poquito antes que el escuadrón de
Tepotzotlán, y todo gracias a la invencible voluntad de doña La Antigua. El puerto de véracruz. Madre e hijo. Obedien-
Serafina, dispuesta a arrancar a su vástago de la Real Orden y cia. La penosa espera. El vómito negro. El santo padre Már-
de la Compañía, aunque tuviera que meterse al infierno y sa- quez. Llega la escuadra. iAdiós, patria mía! Una carta de
car a todos los diablos de la cola, a ver si saben pelear. Antonio López de Priego. La flor del maguey.

En La Antigua, con su vegetación lujuriante, sus viejos paredo-


nes horadados por las raíces de las ceibas y el salitre, y, quiérase
que no, el recuerdo de Cortés y de su gente, hubieron (los jesui-
tas tepotzotlánicos y su comitiva) de aguardar un poco, por los
aguaceros. En realidad desde Jalapa no había parado de llover. Y
ocurrió que uno de ellos, entre todos, tuvo un consuelo inmen-
so; fue Rafael de Zelis, quien, siendo veracruzano como ya se
ha dicho, halló la dicha de ver a su madre, que llegó acompa-
ñada de sus otros hijos y de otros parientes de Rafael, pues no
sabían si el embarque habría de ser tan perentorio como para
que, en el mismo puerto, no hubiera oportunidad de verse,
sino hasta el otro mundo. Y le trajeron ropa limpia, paliacates
y sombreros y un par de buenas botas de tierra adentro, y la
tropa sufrió que se los dieran; y amén de ello, camarones y
pescado, y 111~~ rosas buenas de comer, que comenzó Rafael a
rcp.11 t11 y , , 1 p ,11 1·t it.•ra el milagro de los peces y de los panes,
d, 1lfl r , p111q11 111111 dt• su~ parit•11t,·s, 1111 :1rn1ador ck Tlaco,

111 1 l fl/
talpan, traía en su cinturón buenos pesos de oro, y con eso dio otros monarcas y de si no sería herejía oponerse al designio del
de comer a todos, incluyendo a la tropa que tampoco lo impi- soberano.
dió. Y ya, luego que pudieron, salieron para Veracruz, tardándo- Pero no pudo convencer a Pablo.
se dos días más en alcanzar la bella, pero al pairo de huracanes y Llegaron luego, no sé si por ái del 26 o 27, los padres de Mé-
enfermedades, ciudad jarocha. xico, acompañados por el teniente Iriarte, en número de ciento
~
Eran de verse, entre el innumerable gentío "que tierna- cincuenta y siete y, contrario a lo que pudiera pensarse, iqué jol-
mente admiraban el bello orden y sobre todo la alegría y desen- gorio armaron al ver a sus hermanos!, y con qué piedad rezaron
voltura de unos hombres que eran presentemente el espectácu- juntos elAngelus esa tarde, si parecía que las olas mismas se con-
lo del mundo", las inmensas sombrillas blancas de costilla de movían. Y Pablo y José María de Castañiza se abrazaron muchas
ballena que protegían a doña Serafina y a sus dos hijas del sol veces, viendo con suma alegría que el otro sería sostén de su
tostador. iAh!, los gestos y los lagrimones de Carmen y de Jua- ánimo en las duras pruebas que se avecinaban. Y llegaron los de
na al divisar a su hermano, montado en un caballo cojo, que en- Pátzcuaro, y los de Valladolid, y Querétaro y Antequera.
tró, aparejado con Rafael de Zelis y con los demás miembros del -Dicen -les dijo un día Juana a Pablo y a José María, es-
Colegio de Tepotzotlán, sábado, día del glorioso apóstol Santia- tando presente con ellos también el hábil Arsdekin, que para en-
go, al puerto. tretener su ocio estudiaba en un libro olvidado en el convento
Gracias a que un primo de Rafael de Zelis, cadete, era franciscano el arte naviero--, que en San Luis se amotinaron los
quien los vigilaba, pudieron, tanto la mádre de Rafael como indios, e impidieron que los coches en los que ya habían subido
doña Serafina, ver y hablar con sus respectivos vástagos y aun a los padres dejasen Potosí.
aliviarles, en lo posible, su encierro en el convento de los reve- -Santo Dios-fue la respuesta de Castañiza.
rendos padres franciscanos. Pero no logró doña Serafina hacer La cara de Juana rebosaba de satisfacción al darles la noticia,
"entrar en razón" a su hijo. y José María tuvo escrúpulos porque interiormente se alegró, y
-Pero entiende que te vas desterrado, que no te vamos a fue a confesarse. Parecerá raro que no se usara del mismo rigor
volver a ver, que quién sabe qué cosas te puedan suceder ... N si que se usó con los padres con los novicios, pero si para los padres
se hunde el barco? N si te agarran preso en España? iJesús, Ma- y coadjutores "la comunicación con todo género de personas es-
ría y José! taba allí prohibida con el rigor más estrecho... a los novicios, que
Y su hijo callaba y más se exasperaba doña Serafina, y del pusieron en lugar separado, se les permitió libertad de tratar, para
argumento de la integridad física de su vástago y luego de pin- que pudiesen más fácilmente tenderse lazos a su simplicidad y
tarle los horrores del mar, pasaba al argumento económico: hacerlos faltar a la vocación".25 Y en este empeño hubo gente
-Y, Me qué vas a vivir, si ya no tienen nada tus adorados principal, tanto religiosa como militar, como jefes de familia.
padres jesuitas? Dicen que don Pedro Romero de Terreros ya Ha de saberse que para entonces ''júntanse en Veracruz de
está en tratos para adquirir Xalmolonga .. . Así que van a ser muy todos los colegios, templos y misiones como 400 personas, que
pobres, pobrísimos; no vas a tener un real. .. fueron repartidas, siempre con guardia, entre el colegio de la
Y del argumento económico al teológico, y de vuelta n los
peligros de la navegación, y otra vez ni hc-rho de qnc se h:ibfa11
convertido en enemigos del Rey ck· F~p.111.1, 1 orno y.1 lo t·1,111 <ll'

1( l')
d mismo puerto y los colegios de San Agustín,
l ,11up.1ní.1 t·11 México en la peste de 1762. Cuando se presentó al doctor, éste
.111cisco y La Merced y aun en casas particulares, en don-
S.111 Jl1 creyó, al ver la consunción y palidez de su rostro, que sería un
de {w.:ron acogidos con vivas muestras de piedad y simpatía. La enfermo. Pero, bajo estas pobres apariencias, ocultaba el padre
tropa estaba muy nerviosa: frente a sus ojos, y los de todos los una voluntad de hierro. Es increíble lo que, durante seis meses,
habitantes del puerto, españoles, criollos, mestizos, mulatos y se afanó para el servicio y restablecimiento de los apestados. Por
negros, era flagrante, obvia, patente la injusticia". \ todo aquel tiempo no durmió ninguna noche sino breve rato,
Creíase que los barcos que los habían de llevar estarían lis- recostado en una silla, con la linterna en la mano, listo para acu-
tos y aprestados, pero, fuera del San Francisco Javier que se esta- dir a cualquier llamamiento. Él mismo atribuiría después a es-
ba carenando y de la fragata La Flora, anclada frente a San Juan pecial providencia de Dios el haber podido pasar estos largos
de Ulúa, los otros se dilataron hasta mediados de octubre. Iriar- meses en vigilia y sin que se manifestara el mal en su persona.
te supuso que su propio barco La Dorada estaría allí, pero tuvo el ''Verdaderamente no se comprendía cómo aquel hombre
disgusto de saber que había sido enviado a La Habana, y que no podía resistir tal tenor de vida como llevaba", porque pasaba lar-
regresaría sino hasta septiembre. Luego resultó que La Flora fue gas horas en la cabecera de un enfermo o de otro, y él mismo iba
el único barco que zarpó entre julio y octubre, llevándose cin- a buscar, cuando le avisaban que tal padre o tal hermano se ha-
cuenta y cinco jesuitas allende el mar. Allí fue la angustia de bía puesto malo, a la persona que enfermaba, y cuidaba lo mis-
doña Serafina, creyendo que su hijo estaría entre los que iban a mo de sus hermanos de religión que de cualquiera que implora-
embarcarse, y sin que hubiera podido aún convencerlo de que se su auxilio. Era la admiración de propios y de extraños, pero la
renunciara a su necio propósito de volverse un exiliado. peste le llevaba delantera. Y el primero en morir en Veracruz fue
Pero los demás hubieron de quedarse hasta que se juntaran el coadjutor Manuel Oyarzun, un navarro no demasiado viejo,
barcos en número suficiente como para llevarlos, y también para el día 1° de agosto. El día 8 murió el coadjutor José Palacios. El
que la peste se cebara en aquellos cuerpos, tal vez tan debilitados 15 de septiembre George Schultz, siendo el número 13. El 13 de
en lo moral como en lo físico y, confiaba doña Serafina, tiempo octubre Ginés Martínez; el 20 Pedro Márquez. El 8 de noviem-
más que suficiente para persuadir a su hijo. bre, Francisco Pardo; el 28 Antonio Paredes; fueron en total 34
Era la estación de aguas, y el calor sofocante; ambas cosas los jesuitas que murieron por la peste,; y el último en morir fue un
propicias para el vómito negro que era allí endémico. A los po- sujeto demente, el coadjutor Francisco Puisac, en mayo de 1768.
cos días estalló el mal con tanta vehemencia que fue necesario En septiembre, doña Serafina decidió mandar a sus hijas a
convertir un convento en hospital. Y es que, como luego escri- México; pero Juana no quiso ni oír hablar de ello; Carmen, en
bió Antonio López de Priego, "la pesadumbre, el país traicione- cambio, llorosa, aceptó la idea de su madre y fuese a casa del pa-
ro y enfermizo, la estrechez en que estábamos, nos llegó tan al drino de su hermano y de su tía Fausta, donde habría de conocer
alma, que ya se tenía por alivio entregarla a su Creador.
"Fue señalado para atender a los enfermos el santo padre
Agustín Antonio Márquez, 26 que tanto se había distinguido en novicio, donde se distinguió por su talento, pero mucho más por su peni-
lt:ucia y su alta oración. Andaba interiormente cubierto de cilicios, dormía
solm: el sudo u I n tlnras tablas, comía lo suficiente como para no morir;
26 El santo padre Agustín Antonio Márquez era "un hombre un poco más ~11 Vl'Stitln r ,., In 111.1 1 t1u'ltil de la casa, su cuarto con sólo unas cuantas es-

adusto de lo que suelen ser los jesuitas. Nacido en Cáceres, pasó a México 1.1111p,1, dt 1•.11111 y111111111 iftjo".

110 111
pronto a un hombre que, borrando sus fantasías sentimentales dió, pues no entregó su alma al Se~or sino has~ ~ne·s de 1771,
con su hombruna presencia, se convirtió en 1768 en su esposo. en el hospital de San Lázaro, en la c1~dad ~e Mexico. , .
Por fin en octubre aparecieron los barcos sobre el "patíbu- iQué hermoso espectáculo hubiera sido el ~e los naVIos s1
lo, el monstruo digo del mar". Eran La Flecha y también la fra- en vez de llevarse a los jesuitas, que es como decir que se lleva-
gata de Iriarte, La Dorada, El júpiter, El Nancey, la goleta Santa ban el oro de nuestra gente, como en efecto, se llevaban! Aun así
Bárbara, la urca Princesa Ulrica y el paquebote Nuestra Señora del Pablo Rayón y Arsdekin no pudieron evitar asombrarse y mara-
Rosario, estando surto y presto también el San Francisco Javier. Y villarse de ver tan grande concurso de barcos en el puerto, Y de
no fue poca la alegría de los comisionados por hacer salir ya a los estar en cierto sentido excitados por esta aventura en la que se
jesuitas de Veracruz, pues en una barda aparecieron escritas pa- embarcaban, y aunque estaban tristes estaban también conte~-
labras contra el Rey de España, y habían ocurrido uno o dos in- tos; y todos lloraron, incluso Castañiza. De h~cho, ~l fue el pn-
cidentes, menores sin duda, pero que hablaban de la excitación mero en romper a llorar, y ya iba un padre a 1mpedir_selo cu~n-
del pueblo; y se ftjó la fecha de salida: el día 25 de octubre para do otro, que conocieron ese día, de nombre Francisco Javier
La Habana. En todos los barcos "se tuvo cuidado de añadir un Clavijero, lo detuvo y le dijo: , .
competente número de forzados, gente abominable y la hez de -Déjelo llorar, padre mío, porque las lagrimas que sed:-
todo el reino, que por sus delitos eran desterrados al Morro de La rraman por la patria son nobles y honradas -y desde ese d1a
Habana. Así confundidos y reputados cpn los malhechores y quedó como su amigo.
entregados a la misma custodia que ellos, comenzaron a embar- No hay plazo que no se cumpla, ni cuaco que no se canse.
carse el día 20 y no estuvieron en estado de navegar hasta el 25 a y llegó el día 20, y 21, y 22, en que los fueron embarcando en
la tarde que se hicieron juntos a la vela". 27 botes, junto con géneros, galletas y grillos, par: llevarlos a los
Doña Serafina había creído, luego de inútilmente intentar barcos, en número de 210, que eran los que cab1an en la escua-
convencer al rector de Tepotzotlán que expulsase a su hijo de la dra allí reunida, dejando en Veracruz todavía a otros setenta de la
Compañía, por el expediente de resucitar el problema del libro Compañía, y sabiendo que sus hermanos de California'. Sonor~,
prohibido, del que quién sabe cómo se había enterado, encon- Sinaloa la Pimería y el Gran N ayar aún venían en cammo hacia
trar la solución a su problema, e intentó ante el Real Tribunal Veracr~z. Y aquí, para dar idea mejor de la p~rtida, y ~~mo no
del puerto, hacer declarar loco a su hijo, pero por fin abandonó tiene caso que uno escriba mal lo que ya bien escnb16 otro
esta tentativa al saberse que locos o cuerdos, moribundos o sa- hombre citaré la Carta de un religioso de los extintos jesuitas a una
nos, jóvenes o decrépitos, en la calidad que fuese, todos tenían hermana,suya, religiosa, de Antonio López de Priego, el mismo
que embarcarse el día 25. Y sólo hubo una excepción: el padre mexicano que había llamado monstruo al mar. Y dice:
José Lucas Anaya, a quien, luego de importunarlo con el traque-
teado viaje hasta Veracruz, mandaron de regreso porque su Acaso, lector, habrás juzgado que es exageración o miedo
terrible enfermedad era demasiada (padecía elefancia o fuego mfo el llamarle monstruo al mar. Es adagio entre nave-
sacro) y se presumía que habría de morir pronto, como no succ- gantes el decir: que al mar madera, porque cuanto es ma-
yor la embarcación tanto m enos riesgo tiene; pero se en-
t tt•utk: C'onforme :il viento. Mis fácil es hundirse en las
27 Pr:m cisco Javier Alegre. luwm,,11 tlr M n h 111m,, dscnrn dt' litwvo qn1.: unn canoa

11
11 J
de porte, pero para hundirse cuando el viento es fuerte lo iAdíós, patria mía!, gritaton todos, entre ellos Pablo Ra-
mismo es la cáscara que la canoa. Las embarcaciones (que yón, que fue vien~o con angustia_có~o la figura de su ~ad_re y
no habrás visto, pues no has salido de México) unas son de su hermana se iban empequenec1endo en el puerto mien-
grandes, otras pequeñas, son (si puedo darte alguna idea) tras la figura de Cristo se hace grande", como le dijo Castañiza,
unas casas de madera largas y angostas, con su azote.a, su abrazándolo.
entresuelo y sus piezas bajas; en la azotea, que llaman Imagino a la Compañía como sí fuera la flor del ma~ey,
combés, están las velas para el gobierno del navío, y la cá- alta, fuerte, hermosa, que preludia la muerte de la radiante
mara alta con varios camarotes, como si dijéramos una planta.
recámara con sus recamaritas, en donde cabe una cama, Se iban, y nosotros nos quedábamos sin ellos.
un baúl y un taburete; pero te costará de Indias a España
una talega. Pregunta a los que han venido a pretender y te
darán más razón. El entresuelo es el que llaman entre-
puente con sus escotillones; aquí están tendidos los ca-
tres, y atracados que son unos sepulcros, donde cabe un
transportín para dormir, juntos unos con otros; y si el
número de sujetos es grande, como érfmos nosotros, hay
otra andana de catres arriba, que para vestirse el que está
abajo, se viste tendido, porque no cabe sentado: las piezas
bajas son las bodegas en que viene la carga del navío ; si el
viento está lluvioso se cierran los entrepuentes con va-
quetas tachonadas quedando a oscuras y sin candela por
temporadas enteras, que lo más temible en el agua es el
fuego, porque está distante la tierra para apagarlo; y cuan-
do de noche se enciende un farol es por el espacio de una
hora, para hacer la cama, y con centinela de vista. Ésta es
la luz que puedo darte, y éstas son las casas en que nos
dimos a la vela para La Habana el día 24 de octubre del
mismo año de sesenta y siete, y adiós que ya gritan los
marineros el buen viaje; y nosotros repetimos, adiós In-
dias, adiós México, adiós padres y parientes, adiós herma-
nos y amigos, adiós tierra feliz, que no tuvimos la dicha
que nos cubrieras luego de muertos, ya que nos diste la
vida. Entre lágrimas y sollozos oímos el tiro de la capita~
na que hizo seña al convoy.

11 1
Cuando me presenté en La Dorada, no sé por qué, pensé
que encontraría todo cambiado; tal vez porque yo había cambia-
do tanto. Y no. El capitán era el mismo borracho de siempre, y
el doctor y García de Silva competían ahora con él, como habían
.. hecho desde embarcados, a ver quién era el peor tunante y el
más parrandero de todos. La tripulación era aún más turiferaria,
puros pájaros de cuenta.
Llevamos con nosotros a veinticinco miembros de la Com-
pañía, y en La Habana han de embarcarse veinte más. Entre los
mexicanos me impresionaron sobremanera Francisco Javier
CAPÍTULO IX Alegre, Ignacio Lizoazoain, Juan Luis Maneiro y un joven lla-
mado José María de Castañiza, tratándome con tal deferencia
La Dorada. El carácter mexicano. El padre Alegre. Azotes. que pareciera que yo voy preso y ellos son los que me guardan.
Los canarios. Nuevas prisiones. Salida de La Habana. So- Nueve días hicimos a La Habana, y no tuvimos desgracia
bre las olas. López de Priego en el San Francisco Javier. que lamentar, fuera de los mareos, pero nadie murió en nuestra
"iTierra!" nave, como sí ocurrió en otras del convoy.
Hablaba yo de su natural compasivo, y entre otras mu-
chas muestras de su benevolencia, narraré lo que sigue. Feroz
Empiezo de nuevo mi narración, embarcado en la nave en la había sido el lenguaje de los marineros desde que embarcóse la
que sirvo, La Dorada, bajo la bandera que se me ha hecho odio- gente de la Compañía, tanto que, habiendo yo oído al segundo
sa, del Rey Nuestro Señor. Fue mucho lo que aprendí, sufrí y día a un "fajador" decir algo como "esta nación de curas ya me
presencié en México relativo al extrañamiento de los padres je- tiene hasta los ... ", mandé azotarle como escarmiento. Bajo el
suitas de tan dilatado reino, tanto que creo España entera cabe Real Decreto podría yo haberle colgado, porque nadie puede
diez veces en él. Ylo primero que me sorprendió es el carácter de externar su opinión, sea buena o sea·mala. Antes de cumplir
los mexicanos, que son el pueblo más dulce que existe sobre la mi deber, que tampoco es cosa que me gusta dar de varazos a
tierra, y el más sufrido: son humildes y orgullosos; todo lo com- un hombre, y en cuanto lo supo vino a verme el padre Alegre, un
prenden, todo lo perdonan, todo lo excusan; de natural manso y hombre más bien relleno que no flaco, aunque su porte era se-
cortés; y a guisa de ejemplo, recuerdo las atenciones que me pro- fi.orial, y sus rasgos denotaban gran finura, en particular su del-
digó un frailecillo pobre, nacido en Sahuayo, como me contó con gada nariz, sus penetrantes ojos y su amplia frente. Usaba una
su voz como cantada quien me atendió en el Hospital de Jesús: manteo de buen paño, y el pelo peinado para atrás, y largo has-
eran sus atenciones más honradas y corteses de lo que nunca hu- ta los hombros, y nunca le vi sombrero puesto. Sabía yo bien
biera yo presenciado; si hasta parecía que adivinaba el menor de qnc venía a suplicar por ese bergante, pero, como le dije, no
mis deseos y no tuviera otra cosa que hacer en el mundo sino podfa desdecirme de una orden ya dada. Tuve también que
agradarme. Y tendría ocasión de afianzarme en mi juicio sobre los m:rndar azotar a otro, llamado Comino, pero la dificultad es-
mexicanos durante la travesía de v11clt.1 sob, r b ol:\.s. ta ihaha t·n que trufa nl la espalda una imagen tatuada de San

11(1
117
Cristóbal, y había que dar los azotes de modo que no tocasen la go de confesarme en tan grande paz que me parecía ser yo otro
imagen, ni ésta se manchara de demasiada sangre, y lo malo es y no el mismo, y me la pasé rezando el día entero, y aprendien-
que así pasó, y toda la marinería se santiguó, disgustándose mu- do preces de estos varones exiliados.
cho el capitán conmigo por mis excesos de severidad, como él Por fin, luego de estos nueve días, oímos el cañón que
los llamó. anunciaba el fuerte de La Habana. Pero allí me esperaba una de-
Al tercer día ocurrió algo milagroso. Llegaron volando una
" nuncia, de anónima mano, y ya no pude seguir el derrotero del
pareja de canarios (que es cosa nunca vista en altamar) y se para- convoy, ni reintegrarme a mi barco, porque fui encerrado en
ron en el escotillón del padre Alegre, y sufrieron que el padre una celda de un convento, y no pude hablar con nadie, porque
acercara su mano; y Comino, que ahora ya no puede estarse sin nadie me habló, por los siguientes cuarenta y cinco días; y un
la cercanía de alguno de los padres, de quien sabe qué rincón del hombre sordo y ruin me llevaba de comer, y nada sabía yo de los
barco sacó una jaulita, y las avecillas entraron a la misma. "Los jesuitas, ni de los barcos, ni de cómo era ahora su género de
canarios cantan a María", me dijo Alegre, que es, además, nom- vida, y, fuera del distante cañón y distantes voces marineras, no
bre que mucho le cuadra, y me lo dijo sencillamente, mirándo- supe que trajeron más barcos de los dominios de nuestro sobe-
me. Y ocurrió un cambio en mi barco que de no haber sido de rano, y movieron a unos de barco, y salieron de La Habana to-
tanto provecho me hubiera espantado. Los marineros, que antes dos los que venían desde Veracruz, más El Bello Indio, la Vizarra,
nada más se daban a votos y blasfemias, se volvieron dulces la Tetis, el Aquiles, el Santísima Trinidad y el San Rafael, si bien
como niños: adoraban a los canarios y gu~rdaban migas de las recuerdo hoy, porque entonces nada veía yo de La Habana, ni del
galletas de mar para llevárselos. Y otro encontró que una caja mar, porque la única luz que entraba a mi celda venía de un huer-
que poseía, que venía de las islas Molucas, estaba recubierta de to, y la copa de un árbol inmenso, de hoja grande, para mí desco-
semillas, a manera de decorado y, feliz (y hubiéranle visto antes, nocido, tapaba todo mi horizonte. Ah, Iriarte, me dije, éste es el
hombre resentido y derrotado, y hombre que ha matado hombre pago por obedecer a un tirano. Y en la cárcel me hice francmasón.
de mala manera para notar la hasta entonces impropiedad de lla- Cedo la pluma, preso en La Habana, a don Antonio López
marlo "feliz") por haber hallado algo que hiciera menos severa la de Priego, embarcado en el San Francisco Javier, para que dé los
cárcel del navío a los jesuitas. Y como luego no se muestran con pormenores del largo viaje a España, y por ahora, lector mío, he
ellos, ni se atreven mucho a hablarles, por encontrarse, creo yo, de dejarte y ponerme a rezar mi propio de prefundis mientras me
tan llenos de faltas frente a varones tan virtuosos, volcaron todo lo parece que, lejano y aún así audible, escucho yo el piar de unos
que traían en el pecho de amor y timidez y piedad en los canarios. canarios.
Creo que desde que mi tío murió no me había yo acerca-
do al confesonario. Me imaginaba yo que al contar mis pecados ***
se encendería la ira del padre que me estuviese oyendo y que, en
lugar de encontrar perdón y bálsamo para las heridas de mi "Mil novecientas leguas ponen de Veracruz a Cádiz, y así, lector
alma, más bien me echaría de su lado, sin poder ocultar el asrn mío, mil seiscientas nos faltan aún de navegar; éstas emprendi-
que mi conducta le producía. Pero en el p:tdre Alegre, a 911ie11 mos en la víspera de la vigilia de la Navidad de Nuestro Reden-
me acerqué para suplicarle que oyest· 1111 < onícsi6n, 1.•nro111n· ., tor; allí pasamos (hablo de los que íbamos en mi urca) no noche
h11cm, !-: llH1 111 ,tl,1, ¡Htl'S la ccn:i qnc nos dieron fueron frijoles
nn mnigo, y mucho llll' elijo, q11t· .11111 flt 11do, y 1m· t·-.111vt.; l1w-

11H
mal sazonados. Ésta fue la muestra de aquel paño, yo te iré mos- mes, nos vino un temporal de quince días seguidos, que menes-
trando el hilo, y sin duda fue porque no habían embarcado die- ter fue cerrar las escotillas y he aquí que quedamos todos a oscu-
ciséis mil pesos que sólo para nuestra urca había dado el rey. En ras. ¿5¡ una mala noche se hace tan larga, que serían estos quince
ésta entramos noventa jesuitas, sin la oficialidad y tripulación, días sin más luz que un farol por una hora para hacer la cama?
que todos pasaban de doscientos hombres. Cada uno fue echan- Todos a tientas, el navío balanceando y los quejidos de los enfer-
do ~a~o de su sepulcro, que son aquellos catres que te dije. Si mos que se metían por el alma. Los que estaban sanos con riesgo
perc1b1eras el hedor de los cables y la brea te marearías. Dirás de un golpe por socorrer a los otros. Te parece mucho, pues escu-
que, ¿cómo hay hombres que naveguen? Dos respuestas te cha. En estas temporadas no se hace fuego para guisar, y así por la
daré: _una a!º divino y otra a lo humano: lo primero porque así mañana, a la hora de comer y de cenar entraban los marineros con
lo qmere Dios para el comercio de las gentes, y para bien de sus un farol encendido y unas fuentes en que llevaban queso y galle-
al~as, y así se han hecho las conquistas; lo segundo porque tas, con frascos de vino. ¿Has visto una galleta? Pues no es otra
qmen con veneno se cría, dicen que no le hace daño; hablo de cosa que un panecito redondo, pero de piedra; de modo que si
los ~arine_r~s y gente _de mar, que si los oyeras (y fue la mayor uno se empeña en partirla con los dientes, aunque fuera caimán
mort1ficac1on que tuVImos) te taparas los oídos para no oír sus se quedara sin colmillos. Éstos eran los caldos de sustancia ... "
blasfe~ias, votos y maldiciones, que parece según su estilo y Eran en las mañanas, recordaría luego Pablo Rayón, cuan-
le~guaJe que acaban de venir de los infiernos. Con esta gente do pasó lo peor de su enfermedad, pues en La Habana por poco
sahmos en convoy el día de la Navidad, que si nos vieras en el y entrega su alma al Creador, después de haber estado postrado
bordo del navío, te daría ternura viéndoles rezar a coros la leta- en esas tinieblas de la entraña del barco, atendido por Castañiza,
nía de la Virgen para comenzar el viaje. En estas preces estaban eran pues, de colores muy vivos que aparecían de pronto de la
cuando comenzaron los balances. Yo me acuerdo que cuando momentánea negrura y luego opacidad del h~rizonte: a las nue-
temblaba en Indias se te andaba la cabeza, y te daba muchas ve- ve de la mañana, y conforme se acercaban al Africa, el barco en-
ces basca; pues ya comienza a temblar la casa y lo peor es que tero empezaba a sudar. A esa hora se abría un barril de agua.
ha de durar este temblor más de dos meses, como a mí me suce- Siempre era esperada fresca, y nueva y limpia, pero a veces era
dió. Mira, ¿qué estómago y cabeza será bastante a resistir? Éstos peor el barril recién abierto que el que estaba por acabarse.
son los temblores; llegaremos a los terremotos, cuando la casa El día 30 de marzo de 1768, Miércoles Santo, se escuchó
se quiere hundir, cuando hay tormentas y peligros de la vida, con toda claridad el grito de "iTierra, tierra!" Hacía seis meses
cuando hasta aquellos bárbaros de los marineros que te decía, se que habían dejado México, y aún eran de los afortunados, por
acuerdan que son cristianos y piden auxilio a Dios porque pere- más que de Cádiz hubieron de ir al Puerto de Santa María y de
cen. Es el movimiento o balance de un navío que parece se allí, dejados ya muchos a sus propios medios, ver cómo alcanzar
arranca el estómago, y haciendo luego tiro a la cabeza, queda los Estados Pontificios que creían ser el término de su destierro,
un~ ~orno un ebrio, yel interior tan conmovido que alborotada aunque ya desde julio habían llegado a Veracruz "las primeras
la b1hs son bascas de muerte las que ocasiona. noticias de la renuencia de Su Santidad en admitirnos en los
"~ostrados !os más de este accidente, con la estrechez que Estados de la Iglesia".28
te he dicho, segmmos nuestra navegación , :-icndiendo como po-
dían a los enfermos, los que iban sanos; n1;11Hlt, a poco 1n1s dt• 111 1

1i 1
Otros no llegaron sino hasta el año siguiente, y más tarde
aún. Por ejemplo, Zelis no salió sino hasta el 29 de noviembre,
en un mal barco, la fragata San Miguel, conducido por un capi-
tán sinvergüenza y amigo de contrabandos, donde arracimaron
a sesenta religiosos; y hubieron de dejarlo en La Habana, pues
en tal mal estado había llegado a Cuba la nave que antes bien fue
milagro que llegasen. Y sin duda a los que peor les fue, han de
ser los misioneros de California, que no salieron de Veracruz
sino hasta el 18 de abril de 1768; y los de la Pimería, que no al-
canzaron Veracruz sino hasta 1769. De ellos ha de hablarse en su
momento.
CAPÍTULO X

El Puerto de Santa María. Arracimados. Muerte del padre


Márquez. La enfermedad de Pablo Rayón. Pesquisas, pro-
mesas, engaños, cárceles y separaciones.

Feliz quien haya pasado su infancia en el Puerto de Santa María.


Pero no fue tan feliz la estancia de los padres y novicios; prisión
es prisión aunque se hallen en un vergel. "¿El mundo qué es?
Barro amasado con lágrimas; nada más", como decía, años des-
pués, el padre Alelí.
De Cádiz, el bosque de navíos, los pasaron a este puerto,
que quien lo viera se consideraba dichoso.Justo por ello, era allí
"en donde tenían los jesuitas un hospicio tan capaz que cabían
en él hasta cien sujetos de los misioneros, que iban a hacer allí
pie de todas las provincias, mientras los despachaban para In-
dias. En éste entramos Jueves Santo por la tarde, recordando en
este tramo que anduvimos por el mar, las estaciones [de la Pa-
sión], monumentos e iglesias, que con tanta modestia y devo-
ción visitan nuestros indianos en tal día". 29 Yya uno ponderaba
la gloria de San Francisco, otro la de Betlemitas, otro el oficio de

1'1 Antonio I up1 , 1lt Pricr;o.

1 I,'
La.Candelaria, aquél el de la Santa Veracruz, otro el lavatorio de dantes y tantas especies como dejamos en Indias. Tuvimos el ali-
los pies en Catedral, y en muchos corazones se encendió la tris- vio de estar, aunque de paso, en tierra firme ... [y] el consuelo
teza; apenas un año atrás, qué solemnes y qué magníficas habían de decir misa en la capilla del hospicio ... ", 30 bien que no podía
sido las funciones en San Andrés o en San Gregorio, o en los esconderse " ... un espectáculo que sacaba lágrimas, aun a los más
templos de la Compañía en Querétaro, Guanajuato ,.o Gua- indiferentes, ver en los tránsitos, en las galerías y aún en los
dalajara; y cada uno intervenía en la conversación general para patios, con esteras, con colchas y con sus pobres ro~as, forma-
señalar la devoción que se tenía en Pátzcuaro por la Dolorosa, o das divisiones donde recogerse los hermanos coadjutores, los
ponderar los altares de Dolores de la calle de Donceles o recor- estudiantes y aun algunos de los sacerdotes. En el puerto se no-
dar el Via Crucis que los Carmelitas tenían, entre los altísimos tificó otro real decreto, con pena de la vida a los no sacerdotes Y
cipreses, en el Santo Desierto de Tenancingo, y así pasaron esas a los sacerdotes, de reclusión perpetua, si de cualquier modo
horas, y luego ya los metieron a todos a la gran fábrica del hos- volvían a los dominios de España ... Poco después, a lo quepa-
picio, en número de cuatrocientos. rece petición de algunos mal contentos, fue orden a un cabal!e-
"Ocho días después de mi urca, llegó la nombrada Vizarra ro de la ciudad, para inquirir quiénes eran los que pretend1an
con mi provincial don Salvador de la Gándara, y sujetos que dejar la religión. Dicho señor tuvo sus privadas colaciones con
venían con él, de quienes supimos, y no se puede omitir el pa- aquellos que quisieron descubrírsele, los llenó de promesas
saje que nos contaron, y riesgo en que se vieron de naufragar, magníficas, asegurándoles de la real protección en que estaban,
porque volteándoseles con fuerza el viento; los fue orillando a la que en un barco separado serían conducidos, no a Có~cega
costa de Portugal, tan vecinos ya de tierra y tan ciertos del nau- como los demás, sino a algún puerto de Italia, donde pudiesen
fragio que, dándose por perdidos, comenzó el piloto a desnu- fácilmente pretender sus dimisorias: que se les daría algún ex-
darse para ganar otra tabla. El capitán desahuciando a todos los traordinario socorro y se les facilitaría el modo de restituirse a su
padres les dijo: Padres míos, adiós hasta la eternidad; y recogiendo patria.. . [y más que esto] el amor a la libertad y el temor de los
todos su Santo Cristo cada uno se auxiliaba a sí mismo, esperan- trabajos que se aguardaban, hizo desertar a algunos d_e nuestra
do la muerte por instantes, pero Dios que es dueño de las vidas provincia: un sacerdote, un estudiante y cuatro coadjutores .. .
se las dio milagrosamente aquella noche. Porque volteándose el Poco diferente fortuna corneron. 1os noVIcios...
. . ,,31 1
a os que e l
viento mandó el capitán que echaran anclas. Fijó el navío, pero estado prometió expeditas ejecutorias de nobleza, restituciones
en un distrito tan corto, una herradura tan pequeña y.tan cerca- de tierras, sobreseimiento de causas, permiso para volver a la
da de piedras que a otro día, cuando los vieron los de tierra, que añorada tierra en el caso de los nobles, y amenazas de excomu-
era de Tavira, llenos de asombro les gritaban que sólo un ángel nión, prohibición de confesarse si no fuera con un sacerdote se-
los pudo poner en aquel sitio ... glar, arresto y encierro permanente para el común de ~os peca-
"Juntos ya todos en el hospicio, sin salir fuera y siempre dores. Y todo esto dicho e intimado lo mismo por oficiales que
con guardia, como en todas partes padecimos las incomodi- por sacerdotes; grandes promesas hubo si se deshacían de ser
dades que ofrece un número crecido, así en vivienda como en
razón de comida, aunque sea con bolsa abierta y víveres abun-
dantes, como lo es este puerto de pan, carne, vino, ptsrn<lo,
iO A11tm1k1 1 6¡wy clr 1'1 trp.u.
aceite, pasas, uvas y a sus tiempos f1111.1-., .11111qm· un tau ;1hu11 11 t l i.1111 11< 11 J.1v1r1 i\l, M''

1) 1
jesuitas y serias amenazas si no y así como con gestos corteses y los moribundos, pero el viaje por mar había acabado de agotar
palabras amables puede incluso conquistarse el afecto y el áni- sus fuerzas, añadiéndose a sus males cuarenta días de desolación
mo de personas irascibles, las amenazas surten su efecto en el espiritual en que sufrió lo indecible.
ánimo de los débiles o de los indecisos o de los cobardes. El enfermo estaba horriblemente llagado en la espalda y en
Todo intentaron; de parte del Rey ofrecieron e1 oro y el las piernas por el largo viaje en barco, el poco movimiento, el
moro, en la falsa creencia, que está muy extendida, pero sigue estar postrado en lugar de estar aliviando a sus compañeros, la
siendo falsa, que el dinero puede comprar los principios. pobreza de su lecho, que impedía que se le cambiaran las sába-
Algunos cedieron, pero las promesas quedaron en eso; y nas con la frecuencia necesaria; y aunque al anochecer y al ama-
nadie regresó por el mar ese año, ni el siguiente, ni los siguien- necer, como que se le oscurecía el entendimiento, conservaba
tes, a México. singulares retazos de lucidez,
Y observaron que a todos los hermanos que provenían de -Padre Ortega -le dijo el padre Mirquez al sexto hom-
Alemania, y de Bohemia, de Hungría, de Polonia y de Silesia, bre que se les iba desde que recalaran en el Puerto de Santa Ma-
los apartaban, luego del humillante procedimiento de contarlos ría, un tlaxcalteca de complexión sanguínea cuya vida se quebra-
y secuestrarlos dentro de su ya contada y secuestrada nación. Y ba, que había tenido ingenio,juicio y letras buenos, mediocre
duraron apartados y con mucha nueva guardia y pasó mucho prudencia y experiencia, y que había vivido gran parte de su vida
tiempo antes de saberse qué había sido de ellos. en el N ayar, habiendo luego sido capellán en Puebla en razón de
Y mientras, seguían muriendo: trei~ta y cuatro habían de- su avanzada edad-, usted sabe, pues aunque no se encuentre
jado en las miasmas de Veracruz, y más de nueve en La Habana, sino circunstancialmente en las Sagradas Escrituras es un hecho
y aun alguno en la gran sepultura del mar; pero también en el sabidísimo, y hasta el peor lépero de Niño Perdido o un aguador
Puerto de Santa María comenzaron a enfermarse y a morir. de Belén lo saben y lo rememoran, que al subir Nuestro Señor al
Pablo Rayón estaba horriblemente triste y espantado; creía exaltado Trono en el Paraíso, y llevar con Él a Adán y a Eva, nues-
que iba a morir, pero no fue así, y se puso bueno a pesar de todo, tros padres, y a los patriarcas y a los justos, se encontraban en el
aunque seguía estando muy angustiado, y por las noches, luego huerto cerrado, abierto tan sólo para ellos, dos personas.
de rezar, se quedaba despierto pensando en su tierra, y en su fa- El tlaxcalteca, cuyos dos hermanos mayores habían sido
milia, y en cómo volver. Aun así no desertó; una fuerza, la mis- también miembros de la Compañía, aunque Dios les había
ma, pensaba él, que lo había sacado de su postración, lo impelía concedido no vivir para atestiguar el exilio, miró al padre Már-
hacia adelante. Y tenía como sostén y consuelo a José María de quez, que de ordinario no era tan platicador, con expresión de
Castañiza, que en todo el tiempo que duraron encierros y nave- extrañeza. Ambos parecían estar compitiendo en palidez y de-
gaciones no se quejó una sola vez sino que antes bien procura- macración; Márquez en verdad, parecía cadáver.
ba confortarlos; y llegó a reírsele, aunque dulcemente, en la cara -Y Abrahám se extrañó, no de ver allí a Elías, sino de ver
al oficial del rey que pretendió seducirlo para que abandonase la allí a esa lacra que había sido Dimas, el buen ladrón. Pues eran
la Compañía, y gracias a su tesón y a su firmeza, alguno que ha- los dos únicos que moraban en el Paraíso. El poderoso Elías y el
bía vacilado, se templó; y Pablo Rayón siguió el desventurado arrepentido Dimas.
derrotero de todos los expulsos. _ ¿Cómo puede Vuestra Reverencia creer en ello? -le dijo
Y trató de nncvo el padre· M~1q1wi ,•nc:Hhrürsr clt.·vel:u poi otrn padre, till < n dd\és, cnya enfermedad apenas comenzaba.

l 1 "-7
-Pero, ¿y cómo no voy a creer, hombre de Dios? V11gen tuviera, aparte de las rosas de Castilla y las flores de luga-
Al día siguiente de esta conversación dieron los San 11 " lejanos que gustaban a los criollos -mas no a los indios,

óleos al tlaxcalteca, que murió tranquilo. El padre Macida ta 1fl'ctos a las gladiolas, la nube y las rosas-, flores humildes y
un poco más, otro mes, pero también lo acompañó desde , 111 tadas del propio jardín de la Virgen. De repente se soltó una

lecho el padre Márquez en su agonía, diciéndole, con voz dul r1,111izada, y él y el padre se refugiaron bajo las hojas de una hi-
no para escandalizarlo, sino como para irle abriendo el entend K(l<.:ra, y el granizo iba perforando las hojas más altas y grandes,
miento al dulce momento en que, tras la puerta de la mucrtt pi ro, bajo la higuera, no les caía la pedriza ni se mojaban. Des-
nos espera Jesús para llevarnos a una de las muchas moradas d ¡wt tó con nostalgia y preguntándose, sin jamás averiguarlo, si su
la Casa de Su Padre. .111.:ño querría decir algo.
-Debo confesarle que esa noche, la del prendimiento, tui Y por fin llegó el día en que el rey se vió libre de los jesui-
una de las más felices de mi vida, padre. 11s, o de casi todos, porque quedaron en el Puerto de Santa Ma-
-iSanto sea el Señor! -dijo con voz apenas audible 11,1los enfermos y los padres de Bohemia y de Alemania, y aun
... no lo entiendo, padre, aunque yo sé que es usted fuerefio., lt>S franceses y españoles e italianos, encarcelados con mucho
aunque es usted un pan -murmuró el enfermo-, y le quiero 111,1yor rigor desde la separación entre europeos y americanos, y
agradecer ... todavía faltaban barcos para transportar a los misioneros que
Calló. Luego, sacando fuerzas de fü}queza, aún le dijo: .11111 caminaban el largo camino que hay de la Pimería a Vera-

-No lo comprendo a usted. ¿Cómo puede usted dc<.ir 1 1112; pero a todos los que pudo los mandó entre marzo y julio a

eso? -cerró por un instante los ojos, y luego los abrió, como te e:órcega y a Génova, pues por el momento Su Santidad se negó
mer~so de q?e la muerte lo hallara dormido. Y cuando el padre .1 recibirlos en los Estados de la Iglesia, por el enojo que la obs-

t¿~c1da le dio su respuesta, creyó haber visto una luz potcu- 11 nación del batracio borbón en su crimen le causaba. Un diplo-
t1s1ma. mático diría, en cambio, merced a una serie de intrigas que
-¿Qué hay que entender?-le contestó-. Esa noche co mostraron, a las claras para aquellos que seguían los vericuetos
menzaron en verdad nuestros sufrimientos por Cristo. de la diplomacia de esta campaña, que el General de la Compa-
. Y el padre Macida murió alboreando agosto. Y los sufri 11 fa intentaba ridiculizar o humillar al Rey de España, pues se
~lentos de_l ~adre Márquez, esa desolación espiritual que scn- quería obligar a éste a readmitirlos, o bien a enviarlos a una
t1a, se 1~ quito tan sólo cuando todos sus compañeros vinieron :a mncrte segura a manos de los infieles, ya que ninguna nación
cantar Junto a su lecho el Stabat Mater. Y "desde aquel momcmo t .1tólica los admitía, sino esa Génova que como toda nación tie-
empezó ~ ~star de las delicias del Cielo, todo entregado a Dios y ne sus pecados, pero en ese instante supo estar a la altura de las
a_su dulc1S1ma Madre en cuyo seno fue a gozar el premio de sus circunstancias y ofrecer hospedaje al peregrino, pan al ham-
VIrtudes, en el Puerto de Santa María el 9 de diciembre de 1768". 1>1 jcnto y consuelo al enfermo. Aunque por poco tiempo.
Esa noche Pablo Rayón soñó con el jardín de casa de s11
madre que, no curiosa, sino naturalmente como ocurre eu 1,1
reino del s~eño, se confundía con e] jardín de Tepotímtlin, y
con un ramillete de flores que un p.1d1t· vu-wc ito li.1bf,1<01 r, 11 111
para Jlcvársclo al Camarín ck l.1V11Ht·11, p111q11c Ir g11st,1h,1 que la

uk
fletados por el Rey para mayor diligencia y mejor negocio; para
que ya ni siquiera en sus barcos estuviese la odiada Compañía,
sino ya desentendiéndose de ella la embarcase extranjeramente.
"Determinóse el embarque a mediados de junio del año de
1768 habiéndose repartido la numerosa comitiva en ocho barcos,
y son los siguientes: Santa Isabel, que era el navío comandante
español, de 70 cañones; el Nerón, navío de alto bordo inglés; el
Estocolmo, navío de alto bordo sueco; El Buen Consejo, fragata
ragusana; La Amable Señora; La Constanza, fragata ragusana; El
Estado del Reino, fragata sueca; El]asón, bergantín. Hízose final-
CAPÍTULO XI mente nuestro embarque el día 14 de junio de dicho año, ha-
biendo sido transportados desde el Puerto de Santa María en
Pablo Rayón y los herejes de la Estocolmo. Una inesperada falúas a los navíos ... "32
conversión. Rebelión en Córcega. Naufragio. La intercesión Tuvieron buena fortuna aquellos a los que les tocó el Esto-
de la Vtrgen de Guadalupe. Los corsos. Interludio diplomá- colmo, no menos que los de La Constanza, pues eran barcos bue-
tico. Nadie los quiere. Civitávecchia, arma_da. Desembarco nos y limpios. Y con los luteranos "no lo pasamos tan mal --dice
en Italia. López de Priego--, como corresponde al nombre; pues nos tra-
taron con atención, y principalmente el capitán, pasándolo bien
en el trato. La urca estaba limpia de sabandijas, ratones y cucara-
Pablo Rayón pensó que había llegado su día al momento de sa- chas, que en otras embarcaciones nos acababan la vida; en ésta,
ber que iban a embarcarse en un barco de herejes. Le pareció como a las cuatro de la tarde, pasamos el célebre Estrecho de
que entendía ahora todo lo que hasta el momento no había en- Gibraltar, pero en tiempo sereno y claro, con lo que pudimos
tendido, y era que el rey Carlos, III por la gracia de Dios, se ha- ver sin anteojo a Ceuta. Se celebraba misa en días que el tiempo
bía convertido en hereje y, alejando a la Compañía de su provin- lo permitía; pero con la compasión de ver a aquella gente, que
cia de México, pretendía ahora ahogarlos a todos. iQuién sabe si no entendiendo de misa, era para ellos lo mismo que una co-
en estos momentos no estarían haciendo lo mismo con los fran- media.
ciscanos o con los agustinos! Buscó a Castañiza con la mirada, y "No obstante, Dios se vale de todo para el bien de nuestras
lo encontró como siempre, impertérrito. No pudo comunicar- almas. Se acordó en esta ocasión de don Manuel de Iturriaga,
le entonces sus inquietudes y de pronto, iay!, lo vio embarcar. Y quien estrechándose con el contador de la nao, que era un mozo
por puro amor lo siguió, pensando confusamente que tal vez capaz, cuando saltamos a tierra en Bastia, ya Dios por medio de
pudieran hacerse con el control de la nave antes de que los de- este anzuelo tenía asegurado el pez, y tanto que teniendo facul-
gollaran los luteranos en venganza por San Bartolomé o por tades y siendo de los distinguidos en su patria, renunció a los
aquel luterano reconciliado por la Inquisición. Y se sorprendió
de que no lo ataran.
Las razones eran otras; habfa en Cncfo, hrn p 11 'I 1•xtr:injcros 11
Hafad tk 7.rlis

,,..
suyos, su reino y sus haberes y siguiendo a los jesuitas se recon- hacerlo, pues en La Bastia no cabían los buques grandes y había
cilió co_n la Iglesia católica en la ciudad de Ferrara. M llamán- que ir llevando a los j esuitas en barquichuelas y falúas ocurrió
d_olo Dios a la _religión, quiso ser de aquellos mismos que le hi- "el otro [naufragio, amén del de la Vizarra que] fue de nueve
c1er?n tanto bien ... [Durante la travesíaJno tuvimos desgracia sujetos que fueron don Nicolás de Oceguera, don Manuel
particular, aun después de un golpe que en la misma embarca- Terán, don Francisco Javier Alegre, don Agustín Castro, don
ción se dio don Juan Antonio Torija, quien falto ya de 1a vista, y Domingo Rodríguez, don Francisco Calderón y don J osé Pe-
cansado ~e sus años, cayó hasta el segundo entrepuente, y aun- ñalver [olvida López de Priego poner aquí los nombres de don
que se dio sobre lana, fue tan recio el golpe que mató a un car- Pablo Rayón y don José María de Castañiza], quienes fletando
nero, q~eda~do dicho, don Juan sano y bueno, y después tuvi- de su cuenta un barco pequeño de los que llaman pescadores, se
mo~ van~s d1as que reir, porque con el comercio que el capitán arriesgaron a navegar en él las siete leguas que [ .. . ] hay de dis-
h,ab1~ temdo en los puertos de España, medio aprendió algunos tancia desde donde dimos fondo con el Estocolmo. Era la barqui-
termmos en castellano, y después del golpe del padre encargó ta tan pequeña que no llevando más de una vela, que llaman
(son sus palabras) a los señores caballeros que no maten a los cota los marineros, era menester que los sujetos se fueran alter-
carneros, hablando con nosotros; y cuando entramos en su na- nando y sirviendo de lastre a la embarcación para que no se vol-
vío también nos hizo reír, pues quería numerar los sujetos por teara. Les cogió un viento tan fuerte que no pudieron resistir, y
el número de baúles, y siendo éstos más, ,se explicaba de este ladeándose del todo el barco, los arrojó al agua; invocaron al
modo: tantos baúles, pocos padres, y era porque al entregarnos mismo tiempo a Nuestra Señora de Guadalupe; el barco quedó
de un capitán a otro, nos contaban como carneros, pero el lute- tan inclinado que don Nicolás de Oceguera parado sobre un
rano, haciéndonos un favor, nos trataba de baúles".33 bordo se agarraba del otro con las manos, mirando nadar a sus
Tuvo tan mala suerte el convoy que, prestos ya a desem- compañeros, y todos sin esperanza de vida" .34 "Sin embargo, a
barcar en Córcega, se rompieron las hostilidades entre franceses lo que se cree particular favor de la Santísima Virgen de Guada-
yc~rsos. ~stos últimos estaban comandados por Pasquale Paoli, lupe [luego de que jesuitas, tripulantes y baúles se fueran al
qmen hab1a logrado parar el ataque genovés a la isla en 1755, y agua], que todos de concierto invocaron, ninguno pereció ...
~uando por el Tratado de Versalles de 1768 supo que su amada Socorridos inmediatamente de una taratana, que no iba lejos,
isla pasaba a dominio francés, "prestándole auxilio la Corona de llegaron al salvamento el día 3 de agosto ... " 35 Todavía les dispa-
Franci~ a la República de Génova", como se dijo en altas esferas, raron unos cuantos balazos desde la costa; nadie resultó herido
l~vanto en armas a los montañeses contra quien fuera que qui- a Dios gracias.
siera sentar sus reales en Córcega, resu ltando de esto que el La vida en Córcega fue mala para todos ellos; el pueblo
pu:rto de San Florencia estaba todo ocupado de tropa francesa. voraz, acostumbrado, como muchos pueblos marineros, a
Asi que el convoy de los "extrañados" hubo que evitar el puerto apropiarse de los restos de un naufragio incluso si h an de ma-
grande_ de ~an Flo:encio, en Bastia, e intentar llevarlos a Ajaccio, tar a palos a los sobrevivientes; en cuanto desembarcaron los
a ver s1 alh los dejaban desembarcar; y, en las maniobras para

H A11to11io Lópcz de Priego.


11
Autouio 1 6p<:r ele Pt iq~o ' h ,11H 1~co J:ivicr Akgrc.

1 ll
jesuitas, que venían de un naufragio, figurado en la supresión llería el cónsul era un hombre preocupado por los asuntos del
de su Provincia Mexicana, alteró los precios hasta volverlos mundo, aunque su particular área de interés eran las monedas
imposibles, creyendo que traían doblones de oro, pues venían del Imperio Conmeno. Pero ahora, además, obligado por el su-
de las Indias; y Pablo Rayón halló los caminos estrechos, las le- fragio de sus pares a asumir un consulado, en verdad le preocu-
guas cansadísimas, la ciudad revuelta, los soldados altaneros el paban los asuntos del mundo, y no tan sólo la acuñación de oro
hospedaje sucio, las mujeres deslenguadas y procaces, ~ los ~u- en Bizancio hacía siete siglos. Él sabía mejor que nadie que no lo
ras de allí metiches y argüenderos, y a los hombres sombríos. hubieran llamado a la magistratura de la república de no ser por-
Nada le gustó al pobre criollo, más que un cierto perfume que, que nadie quería cargar sobre su conciencia o sobre su fortuna
por sobre el mar y la pólvora parecía venir de la montaña, un las tribulaciones que implicaría ceder Córcega a Francia, honrar
perfume a hierbas y a árboles. Aun así, cuando, a poco más de los compromisos adquiridos previamente con otras naciones,
un mes, los franceses les ordenaron partir para la península ita- mantener la seguridad en las fronteras sobre todo frente al de-
liana, dio gracias al Cielo, pensando que allá las cosas se com- saforado duque de Parma, que se quería comer al mundo (o por
pondrían, siquiera un poco. lo menos a esa parte del mundo que llámase Italia) y además, y
Pero, iquia! hete aquí el motivo de la visita de este joven apellidado De Chy-
pres, tan formal y encantador, ¿qué hacer con los jesuitas que el
*** Rey de España había expulsado, y que hospitalaria, pero sin
duda apresuradamente, Génova había acogido en Córcega?
-Me agradaría que usted comprendiese los deseos de Su Ma- ¿Esta frase había partido de su propio ensueño o la había
jestad Católica tan bien como los com prende Su Real C onsejo pronunciado el joven aristócrata? En todo caso , lo miraba ahora
aunque m i torpe lengua sea incapaz de expresarlos tan cum- cortésmente como h ombre que espera una respuesta cabal; y le
plidamente como sin duda la inteligencia y el amor propio de entregó el pliego, con una reverencia.
Vuestra Excelencia lo exige. De Chypres había aprendido ya algo de diplomacia en la
El que así hablaba era un francés españolado, vestido impe- Nueva España en misiones delicadas, aunque había regresado
cablemente, y con la cruz de la Orden de Calatrava bordada en su a España antes del extrañamiento, pues un tío suyo, De Las
manto, amén de otras condecoraciones, entre ellas alguna mal- Heras, había fallecido, y su última voluntad fue que su sobrino
tesa y una medalla rusa, señal de su paso por el imperio de la Se- y heredero entrase al servicio del Rey, no en la milicia, soez y
miramis del Norte. Traía un pliego lacrado y llevaba hablando brutal, muy distinta de las caballerías de antaño, sino que dispu-
así cinco minutos. so que ingresase mejor a la diplomacia, verdadera escuela de ca-
El que estaba precisado a escucharlo era un cónsul geno- balleros; y, a su regreso a España, el joven había sido nombrado
vés. Se entretenía pensando que la misión de este joven conde agregado sin cartera en San Petersburgo; y de allí había pasado a
en Rusia no podía haber tenido gran éxito, pues la condecora- la corte de Potsdam. Su objetivo había sido llevar órdenes secre-
ción era de tercera clase, y no era siquiera la Orden de San An- tas para que los embajadores españoles, coaligados con los p or-
drés, la más alta de aquella nación; era la primera vez q ue vd a tugueses y los franceses, hicieran circular materia antijesuítica
una de esta clase, y lamentaba m ucho no poder examinnrl:i . n 11 en los oídos ávidos de novedades extranjeras, máxime si son es-
parte por ser un experto en nnm ism:i t11,1y c·11 6rdt•ucs de· <.1h,1- c:mdalosas, oídos que toda Corte posee, y lograr así, poco a

•11 1 ,~
poco,_ la labor necesaria para que Federico en Prusia y en Rusia se algún punto oscuro que sin duda usted tendría a bien aclarar
Catalma (otros trabajaban cerca de María Teresa de Austria) ex- a mí pobre cabeza, sumergida en tantas preocupaciones. iAh, la
pulsasen también a los jesuitas de sus dominios. juventud!, le dijo por último, y lo miró marcharse, resonando
_ En Italia, ya en noviembre de 1767 el marqués de Campo- su espada en la escalinata del palacio. "Hay que hacer algo con
f1ondo había arrojado a los jesuitas de Nápoles; y el dti!que Fer- esa escalera; estoy seguro de que está chueca", pensó el cónsul,
nando de Parma había creado una "magistratura protectora de y luego eso se le olvidó, porque escribió al Senado pidiendo el
los derechos mayestáticos", dirigida claramente contra la Santa otorgamiento de la Orden de San Juan, segunda clase, al envia-
Sede. _Eran much~s los agentes del regalismo; unos pagados, do extraordinario de Su Majestad el Rey de España: el cónsul
otros mgenuos, aviesos los más, porque se iba propagando una tenía el corazón tierno, y gustaba de ayudar a la juventud.
como satisfacción en humillar a la Iglesia; y fue el caso que se El conde De Chypres felicitó mentalmente al visitador
cebaron en el anciano y virtuoso obispo de Cuenca, don Isidro Gálvez, quien alguna vez, hablándole de Génova, le dijera:
Carvajal y Lancáster, cuyo expediente crecía, y era vigilado y ata- -En Génova tienen éxito los caseros y parciales, más ami-
cado por haber predicho, en una carta privada dirigida al confe- gos de componer que de romper; que sin fausto mantengan la
sor de Carlos III, la ruina del reino si continuaba tal estado de autoridad; que sufran y contemporicen, sirviendo al tiempo y a
cosas, que era la persecución que la Iglesia padecía, persecución la ocasión.
que ahora caía sobre él por haberse atrevido a nombrarla siquie- Y Génova cedió en todo, demoradamente, pero en todo.
0

ra. Los regalistas, llamémosles así para no decirles apóstatas, im- De Chypres obtuvo luego el encargo de ir a Viena, misión en la
píos, herejes, asesinos, no estaban dispuestos a admitir derecho que destacó, tocándole luego el ayudar a los marqueses de Villa-
alguno ni menos elogio de la Santa Sede; y esperaban tan sólo la hermosa (espiarlos, más bien) como embajadores en París; tuvo
muerte~~ Clemente XIII para asestar lo que creían sería el gol- amoríos y discusiones interesantes, más medallas, pocas penas:
pe defimtivo contra la Compañía y la Iglesia, y que fue como si terminó sus días intentando defender a la princesa de Lamballe
con ~n hacha quisieran cortar la cabeza a su prójimo, y dieran con de la turba; y tanto él como ella, y tantos otros, que antes reían
tal g¡ro y vuelta y fuerza el golpe que terminaran descabezándo- en los salones enciclopedistas, eran ahora motivo de mofa y de
se a sí mismos. escarnio, clavadas sus cabezas en picas sanguinolentas que, para
Oh, y Génova ya no era lo que era antes, cuando, por ejem- humillar aún más a María Antonieta, los asesinos de septiembre
plo, hacía oír su voz con anterioridad a la voz veneciana en el le ofrecieron a través de las ventanas.
Palacio de Magnaura de Constantinopla y en la Corte del Gran
Khan. Pero ahora ya ni siquiera Venecia era poderosa. Vegetaban
desde que otras naciones, mejor situadas y con mayores for- ***
tunas, se habían hecho del control de los mares. ¿cómo podía Sea de ello lo que fuere, allá en los Estados Pontificios, al prin-
esperar~e que una orgullosa, sin duda, pero pequeña república cipio tampoco los quisieron. Faltaban veintitrés años para la
se opusiese a los designios de las mayores naciones del orbe ca- gran revolución y C lemente XIII, "en vista de la obstinación de
tólico? C :1rlos 111 y tk sus ministros, se negó a recibir a los jesuitas, por-
-Prometo leerla en la sesión dd St·11acln de hoy, condt• 1) l: t p1 c n11 p111lt 1 111 1lt hfa recibirlos ni mantenerlos; y el cardenal
C hypres, y darle a más tardar el 11111n, 11 di •,¡,11c " "¡ :1c,l'm luih 11" l11C· t 111111h 1,11J11, ' l11111v,1.111i, n1 ,mci6 asestar los cañones de

1~ •
Civitavecchia contra los buques españoles. ¿Tan leve casus belli días antes del glorioso príncipe San Miguel", entraban los pri-
era arrojar sobre un territorio pequeño como el Estado romano meros padres mexicanos a los Estados Pontificio~~ cansados,
ocho mil extranjeros sin más recursos que una pensión levísimn algo menos sucios, pensando, tal vez, encontrar cob1Jo luego del
(unos cien duros anuales), revocable además para toda la Compa- año gastado en padeceres. ..
ñía desde el momento que a cualquiera de ellos se le ocurriera Pero si algunos se habían desgastado espmtualmente en el
escribir contra la pragmática? A vista de tal inhumanidad Clc dolor del exilio, que iba ya para un año y tres meses; otros, por
mente XIII consintió, al fin, que se establecieran en las lega el contrario, como Clavijero, Alegre y Castañiza, se habían cre-
ciones de Bolonia y de Ferrara cerca de 10,000 [jesuitas proce- cido· diríase que saboreaban su acre presencia como uno de esos
dentes] de España y de América, en sucesivas expediciones". 36 indi~s del Gran Nayar que comen unos cactus como rodelas,
Castañiza nada más se repetía, ante cada nueva eventua- dibujados con como aspas, a pesar de ser tan amargos, por saber,
lidad, cada cariacontecido desdoro, las frases de Jesús que siem dicen ellos, que tras ese grande amargor, que es como un '_7elo,
pre lo animaban, las bienaventuranzas. Y, poco entre los pocos, se esconde inmensa maravilla detrás. La verdad es que iban
sabía que sus sufrimientos eran menguada réplica de lo qm· como Dios les dio a entender.
padeció Nuestro Redentor por nosotros y sabía también que cu
este mundo había quienes sufrían y padecían más que él,jovcu
aristócrata que, como otros paladines de sus tiempos, habfo
abandonado título, casa y riqueza por seguirlo a Él.
Eso lo ayudó a soportar los quince días de estar anclados
frente a Génova, en que por lo menos les dieron higos para de
sayunar, comer y cenar, pero sin luz, ni espacio, y sin poderse
bañar, ni mudar de colchón, ni desnudarse para cambiar de
ropa. Por fin los dejaron desembarcar en Sestri, y se les otorgó
permiso para pasar por Parma y por Módena; y al principio el
duque de Parma, otro pariente Borbón, les dio muestras de gr
nerosidad en un principio, pero luego, fuera porque su con
ciencia le advirtiese los riesgos de ser tan dadivoso, o su viej:i
pendencia con los Sumos Pontífices se reavivara, o alguno dt
sus parientes más poderosos lo amenazara por el trato humatm
que daba a los jesuitas, ordenó que no se les proveyese de nacln,
y muchos pidiendo limosna es que lograron atravesar su tob:idt 1
dominio. Y a pie o en forlones, en mulo unos y otros llevados
por sus compañeros, en septiembre de aquel año de 1768, " t l t·ii

36
Marcelino Mcnéndez Pcl:lyo.

T)I)
Vivía con un padrino suyo, don Martín Sánchez Vinuesa,
viudo, aunque tenía otra mujer, muy humilde y muy hermosa,
María de la Asunción, con la que vivía abarraganado, y tres hijos
de su mujer "por la Iglesia", como decía; tres hombrones, ran-
cheros como él, y con ese color en su faz, sus miembros y hasta
su pelo, ha de ser el sol tan alto, que no sé por qué en Ixtlán
como que arremeda al alacrán. Se llamaban Florencia, Santos
(por haber nacido el Día de Todos Los Santos, y como el padre
que lo bautizó había sido un jesuita checo, el nombre había pa-
sado) y Martín. Ninguno de los tres conocía ni la ciudad ni el si-
CAPÍTULO XII glo XVIII; ni, para el caso, el XVII. Vivían en ese estado arcádico y
salvaje que, no por haber sido aniñado e idolatrado por los sa-
Ixtlán. El rancho de don Martín Sánchez Vinuesa. La fae- bios franceses, dejaba de existir en la realidad. Comían con ape-
na. El despecho. Una decisión espontánea. El calvario desde tito, se dormían como piedras, trabajaban como caballos y sus
Sonora. Lo que sucedió en Ixtlán. María Teresa de Austria deseos y sus devociones eran tan de la tierra como los pedruscos
y la Pimería. Tumbas en el camino. Llegan a Guadalajara. negros que se elevaban al cielo y tan naturales como la caña de
Ad Majorem Dei Gloriam. ' azúcar o las chirimoyas. Pecaría de ingenuo, o aun peor, de mal-
vado, si no los proclamara los mejores de los hombres.
A esta bandería de rancheros los atendían María de la Asun-
Fue curioso, o tal vez no lo fue tanto. Desde el momento en que
Jerónimo de Celada dejó los aires fríos del Anáhuac y de Coao-
ción, una crianza llamada Epifanía y una mujer tepehuán,Juana, ¡
que, habiendo perdido a su tribu, se había quedado de entenada
titlán y regresó a la digna medianía de sus parien.tes próximos del feraz patrón de ese rancho que se llamaba Los Tres Soles, sin
en Ixtlán, se fue componiendo. Y eso no es decir que el clima en saberse si era ese nombre una especie de sentimental confesión de 1

Ixtlán no pueda ser extremoso. Pero el clima húmedo, dirían los su padrino por haber traído al mundo a estos tres gañanes, o un
teóricos de los humores del cuerpo, ayudó a su constitución requiebro astronómico, o una simple traducción de un nombre
sanguínea; no importaba que hiciera calor, lo que no había er~ indígena olvidado, o vaya uno a saber qué, que sólo Dios sabe. · 11'
los fríos. Fue recuperando color, fuerzas, humor, y tanto domi- Tenía su padrino gallos y gallinas, cóconas en abundancia,
nio de sus cabales que a los tres meses se aburría. No como se un rebaño grande de cabras, cinco o seis vacas, una mula vieja y
aburren los enfermos de consunción, sino como se aburren los de boca zafia y chiclosa, un burrito de plata, siete caballos y po-
hombres sanos: ya había podido salir al aire, y pronto comenzó trillas e incluso dos borregos cimarrones. La ranchería de Los
a desempeñar las sencillas faenas que todo mozo de campo se Tres Soles se hallaba, como todas en esas regiones, arracimada al-
precia de saber hacer bien: desde ir por un caballo a una ranche- rededor de un pozo, y de espaldas al monte, sobre el Camino
ría vecina cuando aún estaba un poco débil hasta marc:ir 1111 be- Re:11 que llevahn a Tepic y a cuatro leguas de Ixtlán. Tenía guaices
cerro, matar vfbora o domar un caballo, .,1 recuperar cabal111t•11 y 1111 0s árholt·, ,1111.inllentos qne se suponía eran dnraznos. Ro-
te su ser. d1 ,1d.1clr n i.-, MI, 1,n li.,s 111i1.1d ck palo, 111it,1d de gu.1111(1ch1lt-'l

' I"
y cactus vivos estaban la casa y el establo hechos de adobe, y la la tarde, prorrumpía, donde se hallare, en elAngelus, y corría a casa
casa tenía incluso un segundo piso, un cuarto sólido donde su para el rosario vespertino, luego del cual se merendaba. Y siempre
padrino se entretenía en hojear sus únicos tres libros (la biblio- dedicaba cada misterio, dentro de sí, primero al Padre y al Hijo y
teca del ranchero consistía en un libro de caballería, un catecis- al Espíritu Santo y les encomendaba la salud y el bienestar de
mo y un libro intitulado Tristes ayes del águila mexicana,\una des- aquellos exiliados sobre los que era mejor callar.
cripción alargadísima de las honras fúnebres celebradas en la Presidía el comedor un óleo sobre metal de cobre que re-
catedral metropolitana de la imperial ciudad de México en re- presentaba a San Antonio de Padua cargando al Niño Jesús;
cuerdo de la reina de España, María M agdalena Bárbara, con atrás de estas dos figuras se veía una mesa con una pluma verde,
poemas, liras, décimas, gratulatorios y elogios y descripciones otra blanca y otra encamada. Y como cada día podía ser exacta-
del real túmulo de 1760) . También ocupaba ese cuarto en rezar mente igual al otro,Jerónimo era feliz.
y dormir su siesta. Además, su padrino tenía arriba un acero to- Su única angustia era que una mujer de lxtlán se había
ledano y un casco de hierro, un arconcito donde guardaba taba- enamorado de él, y Jerónimo, que se había prometido desde
co, sal y plata y un mapa de un tesoro escondido en la sierra por chamaco a la virgen de Loreto, no podía corresponderla, amén
un indio al enterarse de la llegada de los hombres de barba que de que esta mujer en particular, Ramona Lebrón, por ser tal vez
vinieron sobre casas en el agua montados en unos como vena- tan rica, y dueña de plantaciones de caña, era soberbia con to-
dos. Pero a ese arconcito tan sólo él tenía ~cceso, y colgaba la lla- dos, mandona, egoísta e insufrible, y no perdonó a Jerónimo
ve de su cuello junto con una medalla de la virgen de Loreto. que la desairara. Y cuando sus ojos encontraban, porque los an-
Vestían todos de cuera y sus camisas eran de algodón; algu- daba buscando, los de él, en misa o en alguna fiesta o corrida,
na vez, al ponerse las botas, golpeándolas boca abajo primero no Jerónimo bien veía que ella no lo había perdonado. Empero,
fuera a haber una alimaña, salió un reguero de hormigas como aunque por dentro le dolía este incidente, la verdad es que no
cuentas de un collar que se deshila. Algunos días salían a cazar, pensaba mucho en ello, y, como cada día se hacía más fuerte y
ya fueran coyotes o tigres, y un día señalado habían ido por una encontraba mayor gusto a la faena y al rezo, su propia vida
osa embravecida, con el pormenor de que a Jerónimo le había campirana le impedía distraerse con angustias.
dado pena matarla cuando la tuvo a tiro de pistola, y la osa lo Hasta que llegó el día en que todo cambió.
había lastimado, dejándole una marca en la pierna que hizo pen- Ese día, estarían por dar las diez, regresaban de herrar un
sar primero que la perdería, pero un huichol,José Sangre sella- ternero, a desayunarse con tasajo y tortillas, cuando alcanzó a oír
maba, lo había curado perfectamente bien, restañándola con su a las mujeres hablando:
ciencia oscurecida por los siglos. -A mí nunca nadie me dice nada.
No se le había olvidado a Jerónimo su deseo de santidad, y -Pero patrona, si llevamos días hablando de la llegada de
era el primero en levantarse, y, por consiguiente, el primero en ir los padres.José dice que . ..
por agua al pozo, el primero en ordeñar, el primero en soltar a los -Sí, en secreto será, que es como hacen todo en esta casa.
caballos para llevarlos al potrero. Y eso que tanto su padrino como Si siempre soy la última en enterarme.
sus primos como las tres mujeres eran madrugadores; pero e,rnn- Jerónimo las interrumpió.
do Asunción iba a poner los frij oles yn h:-1lbha ªRila frcscajnntn al - No p ,11, o nn, el último soy yo. ¿Qué es lo que decfas,
comal prendido y leche y lcñ:l :ll lado d1• 1, p11c Ita Y, a l.1s sr1•1 dt Epi fo 111 ,1(

1t1
Ante la negativa de la crianza, intervino la patrona. gones, el teniente Baltazar de Aguirre y un piquete de soldados;
-No, si es más rejega. Fijate Jerónimo, que dicen los in- Juan Cabeza de Vaca y doce mozos, doce indios cargadores del
dios que van a llegar los padres ... padre Femando Berra, a quien llevaban en un tapestle, un apo-
_¿Cuáles padres, dígame? sentador llamado Vicente Azebedo y cuatro cocineros. Total, no-
-Pues los de la Compañía, de las misiones de Sin~loa y de venta y seis personas, ochenta y cuatro caballos y ochenta mulas".
Sonora, que vienen caminando de Tepic. Todo Ixtlán, en la feligresía de Xala, es decir, los quinientos
A Jerónimo le dio un vuelco el corazón, y se persignó y se y pico españoles y criollos, los indígenas y las castas, los recibie-
sentó, y las mujeres lo vieron tan raro que le dieron un trago de ron con muda resignación y piedad y, viendo que los encerraban
tesgüino, de tequila o de vaya uno a saber que otro aguardiente en el hospital del pueblo, muchos se apresuraron a llevarles agua,
de por esos lares, y se lo tomó, tosiendo luego. Preguntó en se- alimentos y vestidos de regalo. Los cuartos del hospital eran, sin
guida: embargo, tan húmedos, que el Comisionado permitió fueran
_¿Cuándo llegan? . alojados por particulares, que los trataron lo mejor que pu-
-El día de San Lorenzo, dicen unos, van a pasar por aquí. dieron, y aun llamaron un médico de Guadalajara para que los
Pero como vienen muy menguados, aunque a marchas forzadas, atendiera. Pero tenían el cocoliztli, y si el enfermo no sana por sí
puede que lleguen luego .. . a lo mejor para mi santo -terminó solo con la ayuda de Dios, no hay remedio conocido por la cien-
María de la Asunción, yéndose en seguida por más tasajo. cia que pueda con el mal.
Esa noche, por primera vez en su vida,Jerónimo se em- Quien los conducía era un hombre más malo que bueno,
borrachó con sus primos, y estuvieron mirando estrellas y ha- un soldadón zafio y mezquino,Juan Cabeza de Vaca, al que
ciendo burradas, hasta que, ahíto de licor, se tendió a dormir en dominaba sobre todo un sentimiento: el del miedo a sus supe-
medio del potrero. riores, e informaba a éstos de todo lo que los padres consumie-
Y desde esa mañana en que despertó crudo y asqueado, se- ran, fuera chile, tortilla o carne, leña, atole o canela, garbanzos o
diento y arrepentido, supo que tenía que hacer algo. Pero ese elotes, y por los que se le murieron en el camino, entregó cuen-
"algo", en sí, no sabía qué era, ni qué pudiera ser, y se la pasaba tas de clavos, ornamentos, caja, carpintero y enterrador, y del
oteando el camino, a ver si ya los veía venir; y todos en el rancho responso de las misas, que al marqués De Croix le parecieron
de Los Tres Soles sabían que "algo" iba a suceder, pero no lo ha- demasiado caras, recriminando luego al obispo de Guadalajara
blaban, ni lo imaginaron hasta que Jerónimo lo hizo. por lo que el párroco de Xala había cobrado, porque el Rey no
. Pasó la primera semana de agosto y la segunda; ya iba a estaba para esos despilfarros. Y en Ixtlán murieron diez, agota-
empezar a terminarse agosto, y nada. Por fin la tarde del día 22 dos por el largo camino desde San Bias, sin fuerza para resistir
vino un ranchero a caballo a decirles que los padres habían de- los terribles dolores del cocoliztli.
jado Ahuacatlán (allí tres murieron), y venían camino de Ixtlán. La tarde del día 31, luego del entierro mayor del padre Fran-
Y por fin aparecieron, macilentos, exhaustos, algunos amarra- cisco Javier Villaroya, cuando ya los apercibían para seguir su cal-
dos a la silla de los caballos o las mulas para evitar que se cayeran vario,Jerónimo se presentó frente a Juan Cabeza de Vaca,jefe de
de puro cansancio. La comitiva original era de "cincuenta p:i, l,1 tropa y le dijo, solemnemente, frente a todo el pueblo, como si
dres, dos arrieros, Francisco Antonio An •bedo y Juan Be nito hubiese sido un niflo cristiano en tiempos de las persecuciones de
Díaz; iban, además, seis milici:111os, ¡·l 1 .,l,o I ope~ y sus seis d1 ., Nt·róu o M .11111 A, 11 ,·lio y h:ibl:isc- con 11110 de sus procónsnlcs:
. -Mándeme prender su merced, que yo también soy je- alguna otra prenda, pues de otro modo no sería posible ponerlos
smta. en camino sin llenar de dolor y compasión a los pueblos ... "
El soldado pareció no comprender, pero luego se sonrió Sin duda, éstos fueron los miembros de la Compañía so-
burlonamente, y, a una señal suya, los soldados se fueron sobre él. bre los cuales con peor furia cayó el decreto; sería porque mu-
.. Su padrino, alarmadísimo, se encaró con el capitoste y le chos de ellos eran extranjeros al dominio hispánico, o porque,
duo: ~
como circuló entonces la especie, deseaban entregar la Pimería
-Dejad al pobre muchacho. ¿Qué novéis que está loco? a los Austria y hacer de María Teresa la emperatriz de los ópatas,
Es u~ pobre ahijado mío al que recogí por caridad y me ayuda pimas, seris, yaquis, tepehuanes, huicholes, coras, tarahumaras
en mi rancho. y demás tribus nordenses, arrebatándolas al gobierno Borbón.
Pero Ramona lo interrumpió, a gritos:
No se sabe el porqué; pero de los 101 jesuitas de la Provincia
-Sí es jesuita, sí es jesuita. Tiene enterrada la sotana cerca
Mexicana que murieron antes de alcanzar los Estados Ponti-
del trapiche. Es jesuita, capitán, y es de los peorcitos. íY que viva
ficios , los más murieron o por el vómito negro en Veracruz, o
el Rey!
por la sombría cabalgata desde sus lejanas misiones.
La t~opa contestó con un viva; el pueblo, menos uno que -Voy a decirte los nombres de estos santos que inmolá-
o_tro d~spistado, y don Manuel de Bidaña, alcalde mayor, con su ronse en servicio de Dios y de sus indios. Fueron el santo padre
silencio. Los jesuitas, al principio, negaron con la cabeza, vien-
Enrique Kürtzel, que era germano igual que su paisano José
do a ~ste doncel valiente, que si acaso serfa novicio, queriéndo-
Watzet, y que Alejandro Rapicani, que era de un puerto que di-
le evitar los males que ellos sufrían; pero su negativa tuvo el
cen Brema, hanseático, y Francisco Hlava y Juan Nentuig, que
efecto contrario. Más reafirmó la opinión del soldado de hacer
eran de Praga, y los españoles Sebastián Cava, Francisco Javier
"algo_" con el muchacho. Además, viendo que una mujer de al-
Villaroya, Ramón Sánchez, Manuel de Aguirre y José Liébana, y
curma lo ~cusaba, apartó a don Martín, y sumó otro preso a su
van diez padres; y también Lucas Atanasio Merino, y Bartolomé
cuerda, mientras la gente del común se persignaba.
Sáenz, que era cordobés, doce; y de los mexicanos, el padre Ni-
"Perdóneme padrino", fue lo último que don Martín oyó
colás Perera,José Rondero, Pío Laguna, Pedro Rafael Díez, Mi-
de boca de su ahijado.
guel Fernández de Somera, Francisco Javier Pascua y Fernando
Y Jerónimo de Celada acompañó a los padres hasta Gua-
Berra, y Maximiliano Leroy que era de Francia, veintinueve.
dalaja~a.' don~e la llegada de los restos de la Compañía causó
Veintinueve dejamos en los caminos de Dios. Y quedamos vein-
much1sima piedad; de los cuarenta y nueve padres de las misio-
te y tú,Jerónimo, que tanto consuelo intentas darnos, y que no
ne~, ~einte habían quedado en el camino; y los treinta que traía,
sé cómo vas con nosotros, y no sé si felicitarte por tu celo o re-
vemtmueve padres y un novicio arrestado, según dijo, en medio
gañarte por tu imprudencia.
de ~~ pueblo con gran peligro de su propia vida por estar la po-
-Ambas cosas haga, padre mío; sepa tan sólo que, a don-
blac1on alebrestada, más parecían esqueletos de hombres muertos
de me llevaren, si es con la Compañía, voy feliz, y que suceda lo
que figura de hombres vivos, habiendo llegado, como se le infor-
que suceda, sé que es ad Majorem Dei Gloriam.
~ó al m~qués De Croix, "cuasi desnudos, de modo que me ha
sido preciso, le escribía el factor José Thp;o, hacer a los m~s sot~l·
nas, sobre ropas, manteos, calzonc11, e ,lllll. aq, 1.apatos, 11wcl i.,s y

t I"
todos los medios figurarse que era posible ser un buen católico
Yno querer a l_os je,suitas, no podía convencerse de ello, y el te-
rror se apodero de el una o dos veces, creyendo que vería, mien-
tras la nobl~za se dedicaba a bailes,juegos de naipes y saraos, y
los campesmos de sus estados padecían una sequía que ya se
prolongaba demasiado, derrumbarse el mundo entero con es-
trépito a su alrededor; pero, gracias a Dios sean dadas, en sus
m~men~os de más mi_edo y peor desaliento, una voz surgía en
su 1~t~;1º;• una voz VIVa, verdadera y otra, que no era suya, le
CAPÍTULO XIII dec1a: Tu ere~ Pedro y sobre esta piedra fundaré mi Iglesia. y
las puertas del mfierno no prevalecerán sobre ella".
Las agonías de Clemente XIII. Recuerdos de la Guerra de la Mas no podía evitar que su pensamiento fuera y viniera re-
Sucesión Española. El robo de Parma. Las órdenes milita- cordando tanto los hechos que él había vivido como los hechos
res. Los Estuardo. "The Young Pretender." La fragilidad de de la historia, y siempre volvía a una cadena de acontecimientos
una reputación romántica. Enrique, duque y obispo de York. capitales, con~luidos cincuenta años antes de su pontificado y
que se denommaron la Guerra de la Sucesión Española.
. "Sí-pensaba-, fue ese hecho funesto, precedido y con-
Clemente XIII era un hombre bueno, de buenas intenciones, tmuado por otros hechos funestos, como es desde Adán, pero
no inhábil, de una gran capacidad de trabajo, pero indeciso, y que fue ese hecho e_l 1~e comen~ó a debilitar a la Iglesia. Y ¿por qué?
sobre todo a medida que fue envejeciendo (tenía setenta y cua- P?rque la amb1c1on por las mmensas posesiones españolas los
tro años en 1767) con frecuencia se arrepentía de sus decisiones h1zo_volverse engreídos y no soportar el arbitrio papal en sus
y el peso de éstas y las siempre agónicas deliberaciones en las contiendas de poder, en las que masacraron a muchísimos ino-
que se enfrascaba. Estaba tan cansado, tan, pero tan agobiado c~nte~, bi_en lo _sé'. in~ios de las Siete Naciones en la lejana Amé-
por el gobierno de la nave de la Iglesia y de los Estados Ponti- nea e_ md1os ~n~tlamzados por San Francisco Javier en la India y
ficios, que había días en que sentía que no lograría ver el si- austnacos e 1tah~os y catalanes en el sitio de Barcelona y todo
guiente sin caer muerto de agotamiento; y lloraba a solas, a ve- p~r el gran premio que es el trono español. Y Clemente XI, que
ces, y pedía la asistencia del Espíritu Santo porque sentía que no D10s_ sabe ~ra un hombre devoto, pero sin ninguna capacidad
había sabido defender los derechos papales contra la banda de ~olft1c~, primero se enemistó con los Barbones, y luego con los
lobos en que se habían convertido los príncipes católicos. 1mpcr_1ales, y volvió a disgustarse con unos y con otros hasta
Y creía saber bastante del mundo, pero, en sus apartamen- qnc, sunplem ente, lo dej aron fuera de sus decisiones; y en la
tos privados pensaba: ¿cuándo comenzó esta locura que parece m:dhacfa~n paz de Utrecht lo ignoraron. Oh sí, lo ignoraron, y
se ha apoderado del orbe católico? (Recién se había enterado dl' se.· t qw I tc.•rnn un bot í11 qnc no les tocaba: Parma, y Sicilia y Ná-
que el Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta ck stcrr:tba polc.·. ,. Y Pl,1<1l·m 1.1 Pno todo c•s10 <omcnzó mucho antes con
de sus islas acantiladas a los de Loyola) Y ,11111q11c i11tc.: 11t.1b;1 )Hll l 111:t ' IV. H,,1, l.1111 qt1<' d1· 11 ·,1,il,,1 ,, 1., l1~lt•si,, pot c.-1 triste ;:ipel
ljllt' <4111111,111, 1 li.11,f,1 lir , hu d111 11111 11 11111111111l ,ul t, nitc.· ,11car-
denal Mazarino. Sería de consideración suponer qué hubiera yo ron más hombres y más barcos y más cañones y culebrinas para
pensado o creído si yo supiera que el primer ministro de mi rei- impedir que Felipe de Anjou se hiciera Rey de España? Francia
no es amante de mi madre la Reina; seguramente me hubieran prefirió desangrarse antes que dejar que el duque de Guisa fue-
quedado rescoldos de odio por muy grande que hubiese sido mi ra su Rey; ¿cómo los españoles, y los ingleses (aun siendo pro-
venganza. Yla muerte del príncipe Baltazar Carlos, y e!i,a Espa- testantes) y los austriacos no pusieron más empeño en impedir
ña rígida y supersticiosa de tiempos de El Hechizado, que hu- la ascensión de Felipe V al trono? De ahí vienen todos los males:
biera sido un buen Rey, con todo, si tan sólo se le hubieran lo- de la hidra borbónica. Y ésta no es más que la exangüe Francia.
grado sus hijos . Es curioso, sus problemas, dicen, venían de no Pero no, Francia no es así: ha dado grandes santos, y los seguirá
casarse sino entre Austrias, y sin embargo sus problemas vinie- dando hasta el fin de los tiempos. Es la rama de los Borbones.
ron de un matrimonio Borbón. Y ahí está de nuevo, Clemente, Esa que robó Parma a los Estados Pontificios, y robaría la misma
la Guerra de la Sucesión Española. Ése es el meollo. Y me dirán Roma. No exagero: el caso está allí; las dos más grandes órdenes
que es historia pasada, un puente bajo el cual han corrido ya las que han existido, destruidas a resultas de la ambición de un Rey
aguas. Pero yo la recuerdo, y conozco hombres que pelearon en y otro Rey de Francia: templarios y jesuitas ... iOh, Sagrado
ella, y aún viven, y conocí hombres que murieron en ella. Ah, sí. Corazón de Jesús!, ¿es que no te gustan las órdenes militares?
es lo malo de ser viejo; que uno ha conocido a hombres mejores Recordó que al día siguiente había concedido una au-
que uno y los ha visto morir. Eso es lo peor. diencia a Carlos Estuardo, "The Young Pretender". Recién
Y entonces, ¿que hicieron sus antecesores, Clemente, y habiendo fallecido "The Old Pretender",Jacobo III, el viejo
Benedicto, y Pío? Seguramente lo mejor que pudieron, y no fue pacífico y melancólico. Había concedido la audiencia a instan-
suficiente. Y yo, yo he hecho lo más que he podido y, lejos de cias de Enrique, duque y obispo de York, pero no pretendía
ser suficiente, ha sido malo. Todos están contra mí; hay una aquiescer con su pretensión de que fuese reconocido como rey
confabulación, lo sé, y debo retirar, ¿qué digo retirar?, anular en legítimo de Inglaterra, pues con ello incurriría en la ira de la Casa
mí, y de mí, sin embargo, la idea de.que lo que me hagan a mí se de Hannover, de modo que el ujier anunciaría, simplemente "al
lo hacen a Cristo; tan sólo soy el siervo de los siervos de Dios, y hermano del obispo de York".
füe de quejarme si otro de sus siervos me maltrata? Gloria ha- Inglaterra había sido el primer país en perseguir a la Com-
bría de encontrar en ello, y sólo encuentro amargura. Ah, el cá- pañía de Jesús, ya en el siglo XVI, al apostatar su rey, mucho no-
liz es amargo, Señor, y lo estoy bebiendo hasta las heces, ¿Quién ble y mucho pueblo, y la primera en acumular "pruebas" acerca
en su sano juicio hubiera pensado que el Rey de España des- de la supuesta conspiración mundial de los de Jesús para estar
pediría de sus dominios a una orden religiosa que el resto del detrás o encima de cualquier trono ; Robert Cecil, el primer
mundo, tengo al obispo de York como testigo, piensa que es de- Salisbury, escribía a J acobo I que la Compañía entera era una
masiado española, piensa que actúa por España? El mismo lord generación de víboras dedicada a transar y prosperar en todo
Chesterfield escribió a su hijo Stanhope: "füabrías imaginádotc derramamiento de sangre real; y los primeros mártires jesuitas
que esos godos ignorantes se hubiesen atrevido a desterrar :i los quemados o decapitados por orden de un rey cristiano fueron
jesuitas?" los ingleses.
De nuevo, la G uerra de la Suct·si611. ¿C(m10 pudieron cqtti• A resultas de la persecución religiosa en Inglaterra, en
vocarse t:w ¡~randt•s cst:-idist:is co111P h,-. l111hn, e ( 111H11111 p11-.t1;• !loma se Í11111 l.11tm varios colegios, desde donde st· prnlit·r:-i all ·

1\11
11 l
xiliar a los católicos presos en la pérfida Albión gobernada por la bían pasado sus días de gloria, y que no era sino un fantasma de
arpía atlántica, y fomentar nuevas vocaciones británicas, de lo que fuera y, como todo fantasma, incómodo.
modo que la flama del.catolicismo no se extinguiera en las islas Y en eso Clemente, a fuerza de oración, calló a viva fuerza
del té europeas, como ya había sido casi extinguida en las islas del sus pensamientos, y salió a pasear por la galería, tratando de
té asiáticas. Por ello se explica que Enrique Estuardo,~duque y pensar en la belleza de la proporción clásica en la escultura, cu-
obispo de York, naciese en Roma, y fuera bautizado por el mis- yos ejemplos tenía a la vista, y no en guerras dinásticas, ni prag-
mo Papa, estando la rama toda exiliada desde que Jacobo II per- máticas, ni extinciones. Le dolía la cabeza y, aunque la Sagrada
diera el trono en 1685. Escritura dice claramente que es mejor ser un perro vivo que un
A Roma llegó, procedente de París, en 1768, Bonnie Prince león muerto, él, que no se sentía ni perro ni león, y que estaba
Charlie, "The Young Pretender", el héroe romántico de una ge- tan cansado, hubiera preferido dejar de ver todo como velado, y
neración racionalista. Sin embargo, luego de su derrota en Cul- contemplar ya, aunque tuviera que pasar por las fauces desenca-
loden, donde tal vez más le hubiera valido morir, y su escape jadas de la muerte, el rostro del Dios vivo.
por entre las islas, decepcionado con el transcurrir de los años,
sabiendo que la oportunidad de recuperar el trono de Inglaterra
y de Escocia se le había ido de las manos por completo, se con-
virtió en un borracho, lector de noveluchas eróticas, aficionado
al teatro, abandonándose por completo y 'dando rienda suelta a
lo peor que, de su estirpe, había en él. Descendía, ~s cierto, de
algunos santos hombres y mujeres; María Estuardo, o Carlos I,
pero también de generaciones de sensualistas: Enrique VIII,
Jacobo 1,37 Carlos 11. Había llegado confiado en encontrar en
Clemente XIII un apoyo para su sempiterna causa, pero, aun-
que se le permitiría vivir en Roma y se le concedería una pen-
sión, en cierto modo todo mundo, incluido él, sabía que ya ha-

37
Luego de fallar el Gunpowder Plot el rey abrió el Parlamento con estas
palabras: "It should never have been spoken or written in ages succeeding
that I died ingloriously in an Ale-house, a [or] Stews, or such vile place,
[but] that mine end should have been with the most honourable and best
company, and in the most honourable and fittest place for a King to be in,
for doing the terms most proper to his office". El entierro de este raro rey
fue descrito así: ''All was performed with great magnificencc, but the
order was very confused and disorderly", J ohn C hamberlain, 1625. S11
comentario puede aplicarse al reinado entero 1fo csw hombre qnc 1.mt,1-.
expectativas despertó y tan confus:1111rnlr f, .11 .1, 11 , 11 todo.

1~1
sirven de espejo siempre que no quiera uno llevar las corres-
pondencias demasiado lejos.
A la Compañía de Jesús le pasó en 1767 lo primero: ataca-
ron a sus miembros, pero no alcanzaron su cabeza y su centro.
Bien entonces podían destruir sus creaciones, secuestrar sus pa-
peles, prohibir sus estudios, robar sus iglesias; el núcleo vital
permanecía intacto, y, poco a poco, pero aun así con asombrosa
rapidez, los jesuitas se reorganizaron en los paisajes y villas ita-
lianos, procurando resucitar en todo sus antiguas organizacio-
nes, métodos y afanes. Así hubo quien dio clases, quien dijo
CAPÍTULO XIV misas, quien se dedicó al estudio, quien a los enfermos, quien a
las labores del despensero, quien, por fin, a proseguir sus estu-
El hormiguero. Las preguntas de Pablo Rayón. Las respuestas dios con vistas a llegar a ser doctor en teología y sacerdote de la
de su amigo. ¿De dónde procede la autoridad? La Compa- Compañía. Y esto lo hacían en medio de la pobreza, entre la in-
ñía, ¿sediciosa? Lo que estableció Santo Tomás. Chocolate y credulidad de la gente y, más importante, bajo la escrutadora
tortillas. Dudas en la cabeza de un joven. El duro pan del mirada de sus múltiples enemigos, que cada vez que veían cómo
exilio. reconstruían un muro bien hecho, se esforzaban por derribarlo,
así como el mar se encrespa si halla un tajamar cerrándole su
Es sabido que cuando se destruye un hormiguero, las hormigas, brioso paso. En medio de enemistades y de indiferencia, pron-
mientras tengan la seguridad de que la cabeza de su prodigiosa to les llegaron auxilios y amigos, aunque siempre pocos, que
organización está viva y las alienta, diremos, a falta de mejor pa- eran tanto más bienvenidos cuando, hallándose uno en tierra de
labra, se ocupan inmediatamente en intentar salvar lo salvable, estrangia, cualquier socorro, cualquier sonrisa, decuplican, o di-
llevar huevos y pupas por sus intrincados corredores a lugares gamos mejor, centuplican su valor, porque es uno un fuereño.
donde sean puestos fuera de peligro, y en combatir si es posible En Bolonia Pablo y Jerónimo se hallaron, después de sus
al agresor que ha atentado contra la fábrica de su nido; y, en odiseas, sendereados, pero llenos de asombro de tornarse a ver;
cuanto este mismo peligro ha pasado, despliegan una increíble y el caso de Jerónimo, por más que él hubiera querido ocultar-
actividad restaurando túneles y columnas, arquitrabes y en- lo, llenó de sorpresa a todos los que lo conocían; y el padre ex
crucijadas, cámaras, bóvedas, almácigos hasta que puedan decir rector de Tepotzotlán no podía creerlo; y todo lo que les narra-
(inadecuadas palabras, pero no hallo otras) que su reino ha sido ron de las penurias de los misioneros les llegó con dolor al alma
restaurado; lo importante es que el alma del hormiguero, lavo- (en Cádiz habían separado a todos los alemanes y bohemios, y,
luntad del hormiguero no sean rotos. Cuando, en cambio, el en lugar de dejarlos continuar su viaje los habían puesto en pri-
reino es atacado por un golpe dirigido a su mismo centro, y éste sión). Pablo halló mucho contento en estar de nuevo estudian-
es alcanzado, las hormigas se desorientan, se desatentan, choca n do al lado de J erónimo: como que le dio impulso, pero he de
unas con otras y finalmente mueren, sin que uno sólo dr i-ns ck1cfr que de tocia,; rn:meras Pablo estaba también pensando en
esfuerzos haya servido para algo. Las histrn i:is de anima ks miti ott ,l'l cosa'>.
_ -Tú sabes que siempre he sido medio atolondrado,Jeró- la autoridad viene de Dios, concebimos fácilmente el deber de
mmo, pero entre tantos sucesos y tantas lecturas como nos deja someternos a ella; esta sumisión en nada ofende nuestra dig-
el padre Robledo, y tantas cuestiones que se debaten, creo que nidad".
me estoy volviendo atolondrado y medio. -Mira, el llamado derecho divino no es sino "un espanta-
Pablo Rayón se había convertido en un hermoso j qven, al jo que se presenta a los ignorantes e incautos para hacerles creer
que la pobreza de sus medios actuales le había afinado la cara y que la Iglesia, al enseñar la obligación de obedecer a las potesta-
lo había transformado, de figura de niño criollo y por ende rega- des legítimas, como fundada en la ley de Dios, propone un dog-
lado, en un hombre ya, y en sus ojos se advertía sufrimiento. ma depresivo de la dignidad humana e incompatible con la ver-
Jerónimo de Celada, por su parte, había ya tomado segundos dadera libertad". Al César lo que es del César...
votos, y se preparaba en Bolonia para convertirse en sacerdote. -Pero si la autoridad no viene a los reyes de Dios, aunque
Era singular de ver cómo los peligros y sinsabores parecían no nos traigan muertos de hambre por estos lares esos mismos re-
habe: tocado a este mexicano que, en Italia, no sólo había pro- yes, no deviene entonces en la pura "fuerza, la astucia, la tiranía,
fundizado en el estudio de lo divino y de lo humano, sino que, nada de razón, nada de justicia; necesidad quizá de someterse,
además, había redescubierto algo: tenía un buen sentido del hu- obligación ninguna. ¿con qué título pretende mandarnos otro
mor, aunque rara vez lo ejercía; pero la desfachatez de los italia- hombre? ¿quién ha decidido la contienda adjudicándole la pal-
nos, que les preguntaban que si allá (en México) había sol igual ma? Además, esta superioridad no funda un derecho ... "
que acá, y que si las mujeres eran iguales que 1as de Bolonia, y que -Costumbres hacen derecho, Pablo. Mira, "la obligación
si allá también llovía, y que si la misa era igual o distinta, y que si de obedecer a la ley no radica en la voluntad de otro hombre,
era verdad que las calles estaban empedradas de oro y los caba- sino en la razón; pero aun ésta, considerada en sí sola, no la juz-
llos se sujetaban con arneses de plata, y que si era cierto que allá garon los teólogos suficiente para mandar ... Según Santo Tomás
había o bien gente pequeñísima o bien gigantescos patagones, le la ley justa se deriva, no precisamente de la razón humana, sino
hacían reír, lo mismo que al padre López de Priego, enfurecien- de la ley eterna y de ésta recibe la fuerza de obligar en el fuero de
do en cambio al padre Clavijero, que comenzaba a vislumbrar la conciencia.
su gran obra para deshacer los entuertos y corregir las mentiras "Esto es, sin duda, algo más filosófico que buscar la fuerza
e invenciones de los europeos sobre un lugar que no habían vis- obligatoria de las leyes en la razón privada, en los pactos, en la
to, donde no habían nacido y, sobre todo, no amaban. Los dos voluntad general; así se explican los títulos, los verdaderos títu-
jóvenes estaban esa tarde a solas, sentados en el borde del claus- los de la Humanidad; así se limita razonablemente el Poder ci-
tro de la iglesia de la Asunción, y hablaban, uno con la intensa vil, así se alcanza fácilmente la obediencia, así se asientan sobre
duda de sus pocos años, el otro con la experiencia que había ido bases firmes e indestructibles los derechos y deberes de los go-
atesorando en su espíritu, pero, sobre todo, con el gran cariño bernantes c~mo de los gobernados. Así concebimos sin dificul-
que se profesaban. tad lo que es el poder, lo que es la sociedad, lo que es el mando,
-Explícame, por favor. Decimos siempre que los reyes lo que es la obediencia. No reina sobre los hombres la voluntad
gobiernan por derecho divino, entendiendo por esto que "si el de otro hombre, no reina su simple razón, sino la razón emanada de
poder civil no viene de Dios, ¿qué origen se le puede señalar?, Dios, o m ~jor diremos, la misma razón de Dios, la ley eterna, Dios
¿en qué principio sólido será posibh• apny.u k ? Snponienclo c¡nt• mismn" Y1, , 1t·n, Pablo, que "la c:msa del desasosiego de nucs-

1~ 1 1\
tra época y de los peligros que incesantemente corren los tro- ces sí, hubieran barrido con nosotros peor de lo que barrie-
nos", no somos nosotros, ni los teólogos probabilistas, ni si- ron ...
quiera las sociedades secretas, ni radica su miedo "en la propaga- -Una última cosa, Jerónimo, y perdona, pero tengo la ca-
ción de doctrinas más o menos democráticas, sino en la falta de beza h~c~a un nudo desde hace días. ¿y por qué los obispos y
principios religiosos y morales" y en la hechura de mil ministros los canomgos y sochantres y las otras órdenes no hicieron nada?
sinvergüenzas. -Nadie se los pidió, y además los hay que no miran bien
-Pero, concediendo de buen grado la obligación de obe- a los padres prietos. Pero además,jurídicamente, al tomar pose-
decer a las autoridades legítimas, y aún -dijo Pablo bajando la sión de su sede un obispo jura primero ser servidor de Cristo
voz- si éstas fueran los borbones, acaso "¿se debe obedecer a Rey, y luego ha de jurar obedecer a Su Majestad. Nosotros jura-
la potestad civil cuando manda cosas que en sí sean malas?" mos obediencia a Su Santidad, y es por esta obediencia especial,
-Sabes bien que no: lo malo está prohibido por Dios. este voto añadido, que el mundo de los reyes y de los ministros
-Y, "¿se debe obedecer a la potestad civil cuando manda nos odia. Quieren destruirnos a nosotros para mejor destruir la
en materias que no están en el círculo de sus facultades?" misión sagrada del Vicario de Cristo.
-Alto, Pablo, que si te contesto obligado en conciencia se _¿y si logran convencerlo de que es necesaria la disolu-
sabrá que otro jesuita es un sedicioso. Pregunta mejor a Roble- ción de la Compañía?
do, o al padre Alegre, o a José María ... -Yo, por mi parte, haré como creo harán todos los padres:
Quedaron en silencio un rato. obedecer. Perinde ac cadaver ...
-Y como tú miras las cosas, la Compañía, Jer6nimo, ¿es Volvieron a quedar en silencio.
sediciosa, lo fue alguna vez? -Este cadáver tiene hambre ... ¿sabes qué es lo que más
Jerónimo se quedó pensando en los jesuitas muertos en extraño, Jerónimo? El chocolate. Si vieras las jícaras que me
Ixtlán, en Magdalena, y en Tequila, y en el barco, y en Cádiz. toma .. .
-Mira, te responderé citando a Santo Tomás: "de ningún -Que te tomabas, si ya sé que te agrada. ¿y yo, extraño
modo se debe obedecer a la potestad civil cuando manda cosas alg~? Pues sí; yo extraño la tortilla; el pan no me sabe, aunque es
contrarias a la potestad divina; que cuando las leyes son injustas meJor que las galletas marineras, sin duda. Pero, ¿qué quieres?
no obligan en el fuero de la conciencia; que tal vez será necesa- Extraño las tortillas: a ver si el año que viene logramos conven-
rio prestarse a obedecer estas leyes por razones de prudencia, es ce~ a algún campesino que no eche el maíz a los cerdos, sino si-
decir, para evitar escándalos o perturbaciones; que las leyes son quiera nos venda unos elotes.
injustas cuando son contrarias al bien común; cuando no se di- .. _Tocaron a vísperas en la anexa iglesia y ambos amigos se
rigen a ese bien; cuando el legislador excede de sus faculta- dmgieron con paso decidido a su interior, prometiéndose cenar
des ... " luego en el palacio grande que se había alquilado para escuela en
-N no fue ése nuestro caso? las afueras de Bolonia, y que regía don José Vellido.
-Sí, pero evitamos el inútil derramamiento de saug1 t·, y Pero 110 se habían disipado las dudas que traía Pablo Rayón
mayores males para México, y aun para b Compaíifa, puc-i;, i.• en la cabeza. A lo mejor se había expresado mal; no, seguro se
resistíamos, todas las calnmnins qw ~t· 11 .111 ido ar 11111ul.111d11 li.1ht,1 rxprc:-:-iclo m al, y Jerónimo, pues Jerónimo había encon-

conlla nosotrns huhir r;111 t"JH u11t1.id11 Vlli11 .1, ,1nd,11l, y, 11tn11 t 1,1du, p111 ,1'l1 dt·1i1, clt· 111 tL·vo <" 1sol y d aire despu~s <le una pro-

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longada inmersión; y en cambio Pablo se sentía como si apenas
lo estuvieran zambullendo.
Si se oye decir que lo blanco es negro una y otra, y otra vc:r.,
y más veces todavía, aunque uno tenga enfrente ese objeto blan-
co, y lo vea diáfano y albo con los sentidos, la mente comienza a
encontrarle, o a querer encontrarle, tizne. Y así le pasaba aho
ra a Pablo con la Compañía; y se sentía muy miserable. Y a su al
rededor veía pasar a la sociedad italiana y se preguntaba qué es-
taba él haciendo allí, y recordaba la parábola del hijo pródigo, y
pensaba en los jornaleros que trabajaban para doña Serafina, y so-
ñaba a veces con montar elegantemente a caballo, o comer dr CAPÍTULO XV
nuevo en vajillas que no estuviesen despostilladas, suculentos
platos de la tierra, y no padecer el atroz frío de los inviernos cu La Provincia de La Santísima Trinidad. La Casa de los
estas tierras. Sabios. Cómo pasan los años. Los libros. Esperanzas trunca-
das. Un cónclave dividido.José de Castañiza, últinw sacerdote
ordenado antes de la Supresión. Dominus ac Redemptor.
Obediencía extrema. Como Dios les dé a entender.

En Bolonia quedó reunido, de 1768 a 1773, uno de los grupos


de naturalistas e historiadores más notables que haya dado Mé-
xico 38 y la casa número 10, con cierto humorismo, fue conoci-
da en el barrio como la "sedes sapientiae", la sede de la sabiduría:
la hermosa floración del maguey jesuita. Sintieron tal vez que
ese mismo destierro les permitía, o mejor diremos, obligaba, a
Diego José Abad, nacido enJiquilpan, a componer el poema de
Deo, Deoque Homine Heroica; a Francisco Javier Alegre, quien
como muchos era de Veracruz, a volver a escribir, de memoria,
por haber sido secuestrados sus apuntes y papeles, las Memorias
para la historia de la Provincia que tuvo la Compañía de jesús en Nue-
va España; a José Rafael Campoy, el filósofo de Álamos, a formar
una carta geográfica de la América Septentrional y a anotar,

111 V tn111b1én Chfü•, lk 1wlur, Espni1n, ctcétcm.

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baldío. Pasaba el día entre la verdura de su jardincillo, rezando y
como siglos antes hiciera el protomédico de Su Majestad el Rey trabajando. Las rosas y los bambúes lo mismo que los amoles y
don Felipe 11, Francisco Hemández, la Historia Natural de Plinio¡ las "orejas de burro" le llamaban la atención. Tenía un rosal en
a Andrés Cavo, natural de Guadalajara, Jalisco, a escribir la His- particular, crecido al lado de la puerta diminuta que llevaba : la
toria civil y política de México; a Francisco Javier Clavijero sus cocina de nuestro colegio, un rosal que daba flores todo el ano,
múltiples obras, señera entre ellas la justamente célebre Storia y de tres diferentes colores, gracias a los inj ertos que había rea-
Antica del Messico; a Manuel Fabri,junto con Juan Luis Maneiru lizado. Él decía que ese rosal nos representaba a todos. Y, en la
a guardar para la posteridad las biografías, de vidas oscuras o pú- noche fatídica, una antes de su propio fallecimiento, el rosal se
blicas, de sus compañeros jesuitas; y a todos, fuera Andrés dl· secó. Todas sus flores se agostaron, todas las hojas se tiñeron de
Guevara, o José Mariano Iturriaga, o Rafael Landívar, el poeta roya; la raíz misma se vio cercada y cercenada por larvas de "cara
de Guatemala (y de México), el primero en cantar la naturaleza de niño" ...
del nuevo orbe con acentos modernos en un latín clásico; Anto- Y un padre de España preguntaba:
nio López de Priego, el sagaz observador nacido en Puebla, Pe- _¿Qué es ello, su merced?
dro José Márquez, Rafael de Zelis y a tantos otros, a principiar o -Es un insecto como grillo, negro y cobre, y la gente allá
a concluir sus obras geográficas, médicas, históricas, de ciencias en nuestra patria le tiene mucho miedo, porque dicen que ataca
naturales. Alejados de la patria, se enzarzaban o se zambullían a los niños, pero yo nunca he sabido que hagan algo peor que
en su México animándose uno a otro con sus saberes y recuer- roer raíces .. .
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dos, su rigor científico y su fe en Dios.
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O Clavijero, antes de irse a trabajar a la luz de las velas que
En 1769 prohibió Carlos 111 que se siguieran llamando los le enviaba de regalo la familia de don Achille N*., que decía:
jesuitas que había expulsado de sus dominios por sus antiguos -Dedicarse al estudio de las cosas mínimas, padres, tiene
nombres de Provincia Mexicana, Provincia de Nueva Granada, su gracia. No es menor la perfección que Nuestro Señ~r ha
Provincia de Filipinas, etcétera; y a partir de entonces los mexi- puesto en un chapulín que en todos los cometas de la_ ar~hirre-
canos quedaron agrupados con el nombre de Provincia de la donda órbita del cielo. ¿No sé si han visto con detemm1ento a
Santísima Trinidad. Hasta en sus nombres los perseguía, como este animalillo? ¿Q los paisajes menores-que uno capta al incli-
si éstos no hubiesen sido más antiguos que las logradas preten- narse en el suelo y mirar una oquedad o una saliente o un piso
siones de su casa al dominio del orbe hispánico. cubierto de hojarasca, buscando un insecto? Todo se vuelve ~ás
Y aunque luego no tenían para leña, y sin duda no tenían grande y magnífico si es uno capaz de cambiar de perspectiva.
para libros, teniendo que usar entre muchos un solo volumen ¿Te acuerdas-le dijo a su hermano Ignacio--, de aquella tarde
deshojado, la conversación era su común hogar. en San Luis Potosí? El arroyo corría un poco sucio de tierra en
-Ah -decía uno-, una noche de invierno, debía usted razón de haber recién llovido, y se resbalaba entre los troncos
haber visto el jardín que el hermano Bruno tenía en Valladolid. resecos de unas yucas floreadas de blanco. De pronto un grupo
Era un hombre fuerte, germano, pero que amaba tanto Mé:xirn de niños qudaron apenados de vernos allí. Al poco rato ya se _ha-
que le estalló el corazón de pena el primer día de nuestro e11de- bían acostumbrado a nuestra presencia, y uno de ellos, am1ga-
rro; y dos cosas le apasionaban; los indios y las phnt,is. C:11:l ndo hlemcnte, con cierta superioridad, en un jarrita al que le faltaba
no estaba de visita en Pátzcuaro o t·n Urnap:rn o en S:m l 1w, t•I ;1sa, nos lh-vn p,11 ,1 nmvidarnos leche de cabra que acababa de
Potosí, pasab:1 el día l' II el janl111 q11 r li ,lii., lin ho, "º11111, <' tt t111
1 11
1 1
ordeñar. Cantaban unos pajarillos que les dicen ruiseñore1 cribir que los novohispanos enjoyaban tanto sus iglesias para
aunque muy evidentemente no son como los ruiseñores de el poder así cometer con mayor facilidad sus pecados.
tas Europas. -iEs inconcebible! -exclamó Campoy.
Los dos hermanos ·se rieron, y sus ojos se encontraron ti a -iAve María Purísima! -acertó a decir Abad.
ternalmente; y los otros hombres, unos más mayores, otros su1 -Permítame un momento, que le traeré la cita -contes-
contemporáneos, alguno bien viejillo, se sonrieron y se rieron tó Clavijero grande.
con ellos. Era evidente que el espíritu de aquella tarde en la pa Y subió las escaleras por ella.
tria y de su sol tibio, llenaba por un momento la estancia c:isl
desnuda de muebles, pues tan sólo había unas sillas disparejas y ***
un catre y una estampa de Nuestra Señora de Guadalupe. En
silencio, con recogimiento, parecieron absorber todos la íntim.1 También a cuentagotas al principio, pero luego más frecuente-
fuerza que el recuerdo de los hermanos parecía darles; y ellos, mente, comenzaron a llegarles los dineros y regalos, muchas
de nuevo se vieron allá, en el verdor agreste de la temporada clr veces escondida o anónimamente, de México, y para enfrentar
lluvias, y las espadas de las yucas, y el agua corriendo como un los gastos de mantener a los trescientos individuos de la Provin-
bálsamo, sobre esa tierra agujereada y dolorida. cia de la Santísima Trinidad " ... concurrió en mucha parte don
Luego se pusieron a hablar de los errores que acerca de la José de Castañiza, que heredando la esplendidez y piédad de
Nueva España se atrevió a proferir un pastor protestante ex do su padre don Juan, ha repartido las gruesas limosnas que le
minico: Thomas Gage. venían de su casa en bien de los muchos necesitados de los
-Pero si fue un infame que apoyó a Cromwell, aconsejó nuestros". 39
a éste que tomara la isla de Jamaica, y, ya el colmo de los colmos, No faltaron en las cajas venidas de allende algunos volú-
se negó a testificar a favor de su hermano jesuita en los tribuna- menes para Clavijero: la reimpresión que mandó hacer el anm-
les de la isla puritana, según unos --dijo Alegre. bispo Lorenzana del Tercer Concilio Provincial Mexicano;4ºy
-Pues según otros, él mismo denunció a su hermano. otra obra también de Lorenzana, su Historia de la Nueva España,
-Lo denunció a la iniquidad y luego lo desconoció. Ha de escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, aumentada con
estar bebiendo chocolate del de azufre. otros documentos y notas por el [Ilustrísimo Señor Don Francisco Anto-
-Ya ve, padre mío, que los libros de los infames circulan nio Lorenzana, Arzobispo de México y el Diario histórico de los viajes
mejor que los afamados --dijo José María de Castañiza. por mar y tierra hechos al norte de California de orden del Excelentísimo
-Dominico y luego pastor puritano ... pues no mudó mu- Señor Marqués de Croíx, Virrey, Governador y Capitán general de la
cho .. . -dijo Abad, riéndose a carcajadas de su propio chiste. Nueva España: y por dirección del illustrísimo Señor D. Joseph de
-Padre, padre, no está bien hablar mal de los hermanos Gálvez, etcétera de Miguel de Constansó. Escribiendo, el padre
de religión .. . C lavij ero pensaba que "Teatro de la Naturaleza de la California"
_¿Hermanos? ¿No fue un dominico el que dijo que cnt1 t·
un jesuita y un diablo, él prefería el tridente?
Se rieron. 1
'' Anto11io Lópcz de Priego.
- Bueno, fuere de ello lo q11t h11•11·, <;,1~~,· st· .,1,cvi(, ., r s ~11 1SWl 1 ;i rdid611 es, como los dos otros libros citados, de 1770.

1 '~
sería un buen título para el libro que llevaba ya meses querien- no llegara a la indecencia, sino un desengaño religioso, aquí les
do comenzar; un libro que, dividido a la manera aristotélica, era irrisión ... " 41
contuviese, en unidad de tiempo y de espacio, una descripción Clavijero dedicó sus años en Bolonia, patriótica y cientí-
de la California que emprendió para mayor gloria de Dios que ficamente, que son dos cosas que no están peleadas, a corregir al
nos ha otorgado la ciencia para mejor comprensión naestra de conde de Buffon. Fue una fuerte lucha, desde la Casa de los Sa-
su Perfección. bio~ de Bolonia contra de los disparates del conde de Buffon,
Y entonces se puso a escribir, " ... comenzando por las sus- qmen en suJardín des Plantes, imaginaba América a su gusto y en
tancias sensibles más pequeñas, como escribe, en la que al final su "aversión por lo minúsculo" creía ver reflejada su propia
se llamó Historia de la Antigua California, hallaremos allí hormi- grandeza. Como se sabe, Buffon "era muy dado ... a tomar las
gas, arañas, cientopiés, alacranes, grillos, mosquitos de varias cosas y los seres por orden de tamaño" y comenzaba la historia
especies, polilla, langostas, chicharras, luciérnagas, avispas, cu- de las aves con el avestruz, "que es como el elefante del géne-
carachas, y diversas especies de gusanos". ro " .42 E n e1ecto,
r / que "tall ado en grande por la naturale-
parec1a
Sería para luego, una historia natural del Nuevo Mundo, za, le resultaba difícil abajarse para estudiar las cosas peque-
con particular referencia a México, el más grande, si no es que el ñas . .. " La mosca, decía, curiosamente, "no debe ocupar en la
único imperio del Septentrión americano. Labor omnia vincit. cabeza del naturalista más sitio del que ocupa en la naturaleza".
Los trabajos de todos proseguían en sencilla conversación Buffon compartía todos los prejuicios de su época, y, como
y en silencio, aunque, entre todos, había dos padres, llamémos- hombre entendido que era, y corresponsal de tanto sabio, aun
les el padre Murillo y el padre del Valle, que perturbaban la con- llegó a formar y a propalar algunos errores, condenando la his-
centración, y aun las discusiones de la Casa de los Sabios; nin- toria natural de América a forzados apéndices y disquisiciones
guno de los dos, aunque eran ambos de pocas luces, o tal vez por varias que tendían a demostrar que en esos insalubres lares,
eso, podían permanecer callados; uno discutía y peroraba sin donde la gente era enana y todo crecía chueco y poca cosa, nada
mucho orden ni concierto, pero con mucha desilusión y mucha podía despertar su emoción a no ser el jaguar, el cóndor y el bi-
inquina, desasosegándolos luego; el otro se quejaba de sus acha- sonte: nada más del nuevo orbe le llamó la atención. Clavijero
ques, de la comida, del exilio, de su mal sueño a mañana, tarde se ocupó, entre otras muchas ciencias y artes, de averiguar bien
y noche, eso sin contar las veces en que tenían visitantes, alguno las cosas; desde lo relativo al reino de los insectos, este reino tan
de ellos muy ilustre. Y mientras cumplían serenamente sus variado, tan distinto y tan igual a los reinos de los hombres, a
deberes sacerdotales; acaso alguno con la secreta esperanza de por qué había combates gladiatorios en los templetes de MéJQ-
pronto volver a su patria, acaso cansados de los fríos inviernos y co-Tenochtitlan; desde las vetas de plata y de oro hasta el uso
del trato, pues ha de saberse que hay en Bolonia, "corno en todo que del oro hacían los antiguos mexicanos, y cómo entre ellos
el mundo distinción de personas: piadosas,juiciosas y nobles, y
también mucha canalla, y la de esta ciudad, con especialidad,
insolente [que] desenfrenando su insolencia contra nosotros, 41 Antonio López de Priego.
éramos por las calles el objeto y blanco de sus escarnios, befas y 42
C. A. dt• S:iinte-Beuve, Causeries du ltmdi, París, Garnier Fréres, s. f.Apud
palabradas. Lo que por allá en Espafh t' Indias era vcncr:\ción: A.111n11rll«1 < :i-1 hi, l,n disputa del Nuevo Mundo, Fondo de C ultura Econó-
nn sombrero granck en ttn,it·:,;1111.1 , 11"' 11 .d11)n cu el vestido qrn· 11111 .1, Me' ~111 ,, 1•11,0

1 ,t, lh/
era desconocida la moneda; desde la descripción de cuanta tribu 11 quien le pisó los talones en la antigua Valladolid, estuvo Clavije-
familia humana había en la Antigua California hasta la veracid:111 ro con su StoriaAntica y habrá estado también, con una probabi-
de lo escrito por los cronistas al relatar el pasmo del Nuevo M1111 lidad rayana en la certeza, en los anaqueles de los protomártires
do; pues como escribiera el padre Eusebio Kino, " ...en su maye 11 de la independencia nacional, aureolados en los grandes nom-
parte ha sido incógnita, o como incógnita, pues unos antiguos l.1 bres de Verdad y Talamantes".43 Y lo que es aún más notable: en
manchan con tantos y tan grandes yerros y con tan siniestt .,., la biblioteca del Ministro de Indias,José de Gálvez, estuvieron a
grandezas, y fingidas riquezas, que un rey coronado que lo llevr111 partir de su publicación, las obras de los jesuitas Alegre, Clavije-
en andas de oro, de ciudades amuralladas, de lagunas de azogut· y ro, N uix (Riflessíoni imparzíali sopar l' unaminitá degli sapgnuoli
de oro, y de ámbar, y de corales, que con razón los reprende c.:I nell'Indie (contro I pretensifilos#, et politici per servire di luma alle storie
padre Mariana, pues engañándonos con estas riquezas, no dice u dei signore Raynal e Robertson), Venegas y otros.
palabras de sus más principales riquezas que hay, que son las iu La nostalgia y la tristeza se fueron transformando pues, poco
numerables almas redimidas con la preciosísima sangre de Nue!l a poco, en esfuerzo, y dieron por resultado muchos de los libros
tro Señor Jesucristo, y éstas acompañadas de las muy abundantt:1, impresionantes que se han escrito acerca de esta nación: y sus lec-
conveniencias y medios temporales y utilidades y facilidades y tores quedaron deslumbrados leyendo de las maravillas y con-
oportunidades, que luego y sin ficción alguna referiré"; y lo.logrtl tradicciones de una tierra inalcanzable.
con una curiosidad, amor y rigor reales, y no de sabio francés cfr Los expulsados "respondieron con una montaña de volú-
gabinete. Más bien lo imagino avanzando como un cazador ame, menes, fruto de tenaces vigilias y de dedicación infatigable en
ricano, armado de una lucecita, sin caer en el error de dar a la pie- los que -sin dignarse siquiera atacar directamente a su verdu-
za batida por descontado, aunque fuera por un instante. go-- hacían resonar por toda Europa el nombre de la patria le-
No resisto entresacar de Clavijero este párrafo dedicado c1 jana y formulaban-en la teología, en la filosofia, en la historia,
44
los cocuyos: "Junto a los ojos tiene dos membranillas y otra más en la poesía y en las bellas artes- el mensaje de México".
grande en el vientre, delgadas, transparentes y llenas de una Luego, en 1769, y se iban acercando los terribles años,
materia tan luminosa, que su luz basta para leer cómodamente ocurrió el fallecimiento de Clemente XIII y el violento cóncla-
una carta y para alumbrar el camino á aquellos que andan de ve timoneado por los Barbones, quienes habían hallado u n
noche .. . Esta materia luminosa es una substancia blanca, hari- nuevo aliado en el hijo de María Teresa de Austria, José. Dos
nosa y viscosa, la cual conserva un poco su propiedad de alum- bandos encarnizados, uno a favor de la Compañía, los llamados
brar después que se ha sacado del cuerpo del cocuyo y con elfo Zelanti, defensores celosos de las prerrogativas de la Santa Sede,
escriben algunos en los sombreros letras luminosas. Hay una y otro, empeñado en rematar a la Compañía, que se denominó
grande abundancia de estos fósforos voladores sobre las costas de las Coronas se enzarzaron en la lucha. Y"cruzábanse de una a
del mar, y por las noches suelen formar en los montes inmedia- otra parte las que sin escrúpulo podemos llamar intrigas. Los
tos, hermosos y brillantes espectáculos". soberanos de la alianza borbónica daban instrucciones a sus
El padre Clavijero se convirtió así en el primer defensor ch·
la conciencia naciente de América: aun es posible qnc "en l:i bi-
blioteca del precursor Mi rand a, y pn1 1m 111t·diació11 ,-11 LI clt• ~, A111m1io Góm cz Robledo.
Catalina JI de Rusia, no menos q 11, t II l I dtl I rn ., ch 1)olrn n,, ·11 ( :,1h1 it-1 Mfmk z Pla11cartc.

ir,R 1 •')
embajadores y a sus cardenales; los franceses Bernís y Luyncs Por fin el cónclave eligió como nuevo pontífice a este mis-
las recibían del duque de Choiseul al partir para Roma. Las con- mo hombre, el franciscano amante de la música, Lorenzo Gan-
diciones que exigía el gabinete de Versalles en su instrucción ganelli, al que las potencias, una vez electo, ~xigie~on que ~u-
eran: 1a. revocación del breve de 30 de enero y del Monitorio primiera a la Compañía, de una vez y para siempre. Tres ~~os
del lo. de febrero contra los edictos de Parma; 2a. recono- contemporizó, hasta que los borbones lo lograron, pronunc1an-
cimiento de la soberanía independiente del infante de' Parma: dose la voluntad de muchos en el breve Dominus ac Redemptor
3a. que Aviñón y el condado Venesino quedaran de Francia y Noster: "Inspirados por el Espíritu Santo, se~n confiam?s, mo-
Benevento y Pontecorvo de las Dos Sicilias; 4a. destierro de vidos por el deber de restablecer la concordia de la Iglesia, con-
Roma del cardenal Torrigiani; Sa. extinción total de la Compa- vencidos de que la Compañía de Jesús no puede ya prestar los
ñía de Jesús, y destierro de su general, el padre Ricci";45 las ins- servicios para los que fue fundada y movidos también por ?tras
trucciones españolas eran prácticamente las mismas. En honor razones de prudencia y de gobierno que guardamos en el mte-
a la verdad repugnaba mucho a los cardenales franceses la idea rior de nuestro ánimo, suprimimos y extirpamos la Compañía
de exigir del futuro Papa, como compromiso anterior a su elec- de Jesús, sus cargos, casas e institutos".
ción, estas condiciones, pues parecían, y eran, simoniacas y na- Aquella mañana del 21 de julio de 1773 comenzaba en Il
die parecía decidirse, ni nadie parecía decisorio. Ges u, la magnífica iglesia de la Compañía, la novena e~ conme-
Mas "había entre los cardenales un franciscano, único frai- moración de la fiesta de San Ignacio; oyendo el pont1fice tocar
le en todo el Sacro Colegio, que bajo la apariencia de indiferen- las campanas a vuelo, preguntó el motivo,~ co~o le infor1:1ar?,n
te y ajeno a la lucha de los partidos, y casi siempre retirado en su de lo que era, se dice que replicó en tono tnste: iAh! os equivocats;
celda, no había soltado sino expresiones ambiguas y de incierta no es por los santos por lo que se toca en Il Gesu, sino po~ los ~uertos.
significación, de naturaleza de ser interpretadas favorablemente El último hombre ordenado de sacerdote Jesuita fue el
por cada una de las dos parcialidades. Su conducta anterior pa- mexicano don José María de Castañiza, la víspera del día de la
recía abonar también su independencia e imparcialidad. De vir- intimación del breve, 25 de agosto; en Ferrara hasta el día 28 del
tuoso sin mancilla gozaba reputación entre todos .. . y no habfa mismo mes de agosto. En don José María de Castañiza s_e cum-
dado muestras de ambicionar el pontificado" .46 Era un hombre pliría el precepto evangélico, que los últimos serán los pnme~os.
que entendía que la religión "no era celo fanático, persecución, Los jesuitas obedecieron y vistieron los más sotana ~rdma-
afán de dominio, polémica, sino paz, humildad e íntima com- ria; algunos abandonaron no sólo la <?~mpañía: que..deJa~a de
prensión. Odiaba cordialmente la disputa incesante de la Sede- existir sino sus votos, casándose o haciendose laicos. 'Aqm, lec-
con los Estados católicos que encizañaba a la Iglesia. Su mode- tor mío, quisiera entregar la pluma y que otro desinteresado h_i-
ración no era equivalente a debilidad o a necesidad impuesta, ciera las exequias a la Compañía .. . "; 48 escribiría luego Antomo
sino voluntad libre y genio interior".47 López de Priego: "Considerános, seas quien fue_re:, amante o
desafecto a la Compañía, pero al fin racional y cnst1ano, que te
has de hacer cargo cuánto será lo que encierran nuestros pe-
45 Modesto Lafuente.
46 Idern.
47
Lcopold von R:mkc. 411 Antonio Lópcz de Priego.

, ,, 1
chos: destruida la religión, unos con diez, otros con veinte,
otros con treinta y sesenta años que vistieron la sotana; unos
enfermos, muchísimos viejos; prescindo ahora de sus méritos,
ya por sus casas y facultades en ellas, ya por su literatura y servi-
cios a la religión en las ocupaciones más serias; no es a~ología
sino sentimiento digno, de ver uno a sus hermanos en tierras y
país extraño, distantes de su patria tres mil leguas, buscando por
estas calles, no ya personas de distinción que los admitan en sus
casas ... sino una medianía". Y hubieron de vivir como Dios les
dio a entender; y en Su Gracia algunos conocieron contento, y
otros alabaron Su Presencia en el tabardillo, las fiebres cuarta- CAPÍTULO XVI
nas, el mortal cansancio o la pleuresía que los hicieron abando-
nar un mundo que no tenía ya lugar para ellos. Y otros siguieron Historias de Roma. Un cónclave largo. Un baile de másca-
escribiendo. ras. Pablo Rayón, enamorado. Una mujer irlandesa. Doña
Serafina, en Roma. El regreso del hijo pródigo. La revolu-
ción en Francia. Muchas muertes. El fin de un siglo.

Con la Supresión, las dudas e inquietudes de Pablo Rayón se


aglutinaron, cristalizándose en su corazón. Varios días anduvo
cabizbajo y amohinado, pero, como el ánimo general de todos
era más bien melancólico, su tristeza pasó casi desapercibida.
Digo casi porque los ojos del alma de José María de Castañiza
advirtieron que Pablo no sabía a dónde dirigirse, qué hacer,
cómo encaminar su vida; o, tal vez, sí lo sabía, pero no cómo
decirles a sus compañeros de exilios, pesares y alegrías, que iba
a emprender una nueva vida. Sin embargo una noche se confió a
su amigo y éste le dijo:
-Mira Pablo, ni yo ni nadie, ni siquiera el general, puede
relevarte de los votos que hayas hecho. Pero te veo sufrir y de-
sesperar y me importa a mí, y le importa al Señor del Cielo que
seas feliz. Yo soy feliz siendo sacerdote, pero no todos están lla-
mados a este camino; hay otras formas de santificarse; y una de
ellas es en medio del mundo. Yo creo que tu vocación no está
más aquí. Aun así, puedes consultar con varoHc-s prohns y aron

' 'l 1/ J
sejarte con los mejores que conozcas; la decisión tiene que se- dían cada día con nuevos o antiguos compañeros ocasionales del
guir siendo tuya; nadie puede hacer eso por ti, aunque a veces camino, pues los viajeros para protegerse se agrupaban antes de
eso se quisiera, que el peso de las decisiones no estuviera en probar su suerte en los caminos italianos, infestados de bandi-
uno. Mira, te propongo lo siguiente, ve a Roma por uno o dos dos. En una de sus últimas etapas, cerca de Asti conocieron a un
meses; yo te ayudaré, y pídele a Nuestro Señor Jesucristo, para caballero inglés que viajaba como sólo los ingleses suelen hacer-
el cual no hay ningún secreto, y que no puede engañlrse ni lo; llevaba un perro, un hermoso lebrel blanco, sirvientes y ser-
engañarnos, que te ilumine y que sepas cómo agradarle siem- vicios, plata, té y porcelana, mulas y caballos de recambio lo es-
pre ... no te enredes en tus propios pensamientos, ni siquiera en peraban en la siguiente hospedería siempre, y, lealmente, puso a
el derecho canónico. Lo que ha ocurrido no tiene precedente ni disposición de los dos mexicanos sus bienes que esperaba re-
parangón; justo es que cada uno haga lo que siente que está lla- frendasen la naciente amistad, que había comenzado al corregir
mado a hacer. Pablo el latín del joven inglés, un poco inoportunamente, al in-
-Gracias,José María-fue todo lo que atinó a contestar- tentar éste descifrar una inscripción en una pequeña iglesita ro-
le Rayón-. Sé lo que quiero hacer, pero me lastima abandonar mánica. El inglés escuchó el perfecto latín novohispano y con la
la Compañía en estos momentos ... rapidez de la juventud, consideró que debían hacerse amigos; y
-Pablo, la Compañía ha sido suprimida. ¿No te has ente- fueron juntos hasta las puertas de Roma, a las que llegaron sin
rado? -le dijo, riéndose. Acto seguido le entregó unos dineros otro particular; y allí se despidieron por el momento Pablo y De
que él no precisaba. Zelis del inglés; quien les dejó su dirección y les pidió que fuesen
Verdaderamente pocos hombres han sido tan excepciona- a admirar un cuadro en forma de biombo que retrataba la con-
les, pensó Pablo, como José María de Castañiza. , quista de México y que él deseaba comprar para llevarse a la In-
Para él fue un cambio notable, y bienvenido. Ultimamen- glaterra. Luego De Zelis tuvo también que despedirse, aunque
te, como ya se ha venido diciendo, se había estado sintiendo algo aseguró a Pablo que se verían a la mañana siguiente. Quedaba un
enfermo, era cierto, pero lo peor es que ya no se sentía, desde criado y Pablo lo despidió con unas monedas. Luego tomó su
por lo menos el invierno de 1772, de la Compañía; la que le ha- fardo, palpó entre sus ropas su dinero escondido y echó a cami-
bía abierto tantos horizontes ahora le parecía que se los cerraba, nar por la ciudad eterna. Por primera vez en su vida Pablo Ra-
y deseaba conocer mundo. yón estaba solo.
Mucho entristeció a sus mentores y amigos su partida, Al principio no sabía qué hacer, pero consiguió posada en
pues le querían, y a Jerónimo le pareció un golpe durísimo, un hostal que se llamaba "De la Santa Cruz", e imaginó que por
pero, a fin de cuentas, el Señor obra en cada uno de modo dis- el nombre, sería un lugar recatado y serio; y no se equivocó, lo
tinto, y siempre misterioso y, ¿quién sabe?, su ida a Roma podía que fue una suerte. Un caballero retirado y su mujer regentea-
ser de provecho para la salvación de su alma. ban el lugar con cicatería, es cierto, pero también con compos-
A Roma, la ciudad de Augusto y de Pedro, llegó Pablo Ra- tura. Y para un antiguo novicio era un alojamiento digno, aun-
yón, habiendo abandonado, con gran congoja, a sus amigos y que las sábanas estuviesen ya muy luidas y en la olla luego no se
compañeros de religión. Lo acompañó en el viaje De Zelis, que pcscasl'tl sh-111p1 e trozos de carne, por haber desaparecido ya en
seguía siendo jesuita, aunque suprimido y con sus burlas y veras d ¡111tc-11111 1t 1 ,tlt 111 .,do. Era un hlhr:ir económico y scgnro. Pero
halló Pablo menos cansado el viaje, que, por ott a parte, empren- ~ P 11l1,1111r 1111 11)11 p ,-..,mio los d1.1s, «..i n li:1l l.11 ot 1:1 m upac.i611 c¡m·
irse familiarizando con la ciudad, también fue acabándosele el había regresado a Inglaterra, con todo y sus biombos pintados y
dinero. Decidió recurrir a su amigo inglés, aunque la idea al recubiertos de escamas de oro, nácar y plata para figurar arma-
principio le repugnaba. Pero De Zelis le dijo que no era abusar duras y tocados. Pablo siguió enseñando; el obispo de York le
del inglés ir a verlo. Y Pablo fue. El caballero inglés se hospeda- había tomado aprecio.
ba en casa del cardenal Torrigiani, un palacio hermosísi1\1º· Allí Extinta ya la Compañía, consideró prudente escribir a su
fue donde lo recibió muy cordialmente y lo llevó en seguida a casa y, bien sea porque se sabía perfectamente en Madrid que
conocer el biombo novohispano y lo invitó luego a comer en individuos habían cortado sus lazos con la Compañía, bien por-
sus propias habitaciones y parecía muy contento de volver a ver- que hubiesen relajado su vigilancia creyendo haberla extirpado
lo. Por lo mismo Pablo se prometió que no diría nada del moti- para siempre del mundo, tuvo la fortuna de recibir contesta-
vo de su visita, pues de nuevo sentía muy grandes escrúpulos de ción, incluido un dinero, de México, decenas de macuquinas de
abusar de un hombre tan simpático y tan encantador como era plata pura. En la carta, su madre le rogaba que regresara, y co-
este joven noble inglés. menzó a pensar en ello, pero era difícil, aun no siendo ya más
Pero éste parecía haber adivinado que Pablo necesitaba un jesuita, sino un particular, encontrar la ocasión y los medios
ayuda, y lealmente, haciendo como si se le ocurriera de pronto adecuados para regresar a América. Cumplió entonces siete
(o a lo mejor sí se le ocurrió de pronto), le dijo a Pablo que fue- años exiliado y añoraba su patria. Pero no obtenía contestación
ra a ver al obispo de York, exiliado en Roma, con la idea de que de los pliegos que escribía tratando de atraer la atención de algu-
sirviese de preceptor en el Colegio Inglés, pues sería una lástima no de los secretarios y legatarios de la embajada del rey don Car-
que el talento latino de Pablo fuera desperdiciado; y, en menos los en la Santa Sede.
de una semana, Pablo, quien había aprendido inglés primero Mientras, el mundo continuaba su andar; y en dos lugares
con Arsdekin, y luego con el padre Alegre, quien lo hablaba y lo tan sólo, la protestante Prusia y la ortodoxa Rusia continuó exis-
leía perfectamente, empezó a enseñar. Eran los tiempos en que tiendo la Compañía, como bien sabían los antiguos jesuitas, al-
los mexicanos eran tenidos, con justicia, como grandes latinos. guno de los cuales había logrado ser recibido en la provincia de la
Sucedíanse los días, y si bien a Pablo se le figuró al princi- Rusia Blanca. Pero el hecho era que los lobos habían pedido al pas-
pio que Roma era un laberinto, y tardó en encontrar, como le tor que matase a los perros que guardaban los rebaños y el pastor
ocurre a quien va a vivir a una ciudad hasta entonces desconoci- había obedecido. "La impiedad batió palmas y saludó la aurora
da, sus propios, por así decir, puntos de apoyo a partir de los de los malhadados tiempos cuyo punto de partida acababa de
cuales poder configurar un mapa en su propio cerebro, con el sentar: desde aquel momento el mundo cristiano, privado de su
tiempo pronto se orientó. Uno de estos puntos fue Santa Croce más activa defensa, era entregado en sus manos y esta primera
in Gerusalemme; desde allí divisaba San Giovanni in Laterano victoria era para ella prenda segura de otros triunfos y de ruido-
y Santa María Maggiore. Otro era el Hostal de la Santa Cruz y sos acontecimientos." 49 Nq estará de más citar los rumores que
otro la parroquia en donde De Zelis se encontraba. Pablo Rayón escuchó en Roma en 1774. "Esparciéronse igual-
Le agradaba, luego de recibir clases, darlas y ver el progreso mente especies terroríficas sobre los remordimientos que se de-
de sus pupilos; y luego de vivir pobremente, vivir con un poco
más de dinero. Se mudó del Hostal de l:i Santa Cruz a 011 hotel
estilo inglés cercano íll c:istillo de S.111 A11gi 111 Su íllrnpo lllKlt ~ 4Q Abate V. Postel.

1 1
17
primer contacto con ella en los días lejanos de Tepotzotlán. Le
cía agitaban.al pontífice, y alteraban lastimosamente su salud:
costó mucho trabajo a uno escribirla, con el concurso de padres
Questa suppresione mi dará la morte! que después se le oía gritar en
que la sabían y de manuales cobijados en la Biblioteca de la U ni-
su cámara: Compulsusfeci, compulsusJecí! que andaba y vivía como
versidad de Bolonia; al otro, aplicarla, pues siempre había algo
desatentado; que a veces se le oía pronunciar entre sollozos: iNo
nuevo que hacer en Roma, fuera festín, fuera estudio, fuera de-
hay remedio, estoy condenado, el infierno es mi morada!" 5º
voción, fuera salir de ella para ir a Astí, a Frascati, al retiro de
Muerto de miedo por el temor a ser asesinado, mur\ ó Cle-
mente XIV en 1775. Y por el hecho de que su cadáver se des- Túsculo, a Ostia, a Orvieto.
compuso rápidamente, sin poderse exhibir los tres días acos- En la esperada primavera de 1775 (esperada porque el in-
tumbrados, se sospechó haber sido el pontífice envenenado, y vierno, para muchos de los mexicanos por lo menos, había sido
aunque la autopsia practicada en su cuerpo desmintió la hipóte- particularmente severo, y ya todos querían que saliera el sol más
sis del emponzoñamiento, el pueblo lo siguió creyendo. v&x po- temprano y durase más tiempo, si·había exjesuitas que por lo fla-
puli, vox Dei. cos y ateridos parecían pajarillos), y mientras duraba el cónclave
Pablo Rayón, para entonces, tenía veintinueve años; ya no de los 134 días, hizo Pablo amistad con Baldasare Braschi, sobri-
estaba ligado, a no ser por las clases de latín que aún daba en el no del cardenal, miembro de una ilustre bien que empobrecida
Colegio Inglés, al estado eclesiástico, y vivía como un caballero, familia. Puede que Pablo para entonces ya hubiera cambiado su
gracias a las rentas que le llegaban de los cañaverales de Palpan y tenor jesuita por otro más cortesano, propio de R(?ma en aque-
de la hacienda de Atempa, que su padrino te había dejado en su llos tiempos. Aún era joven y tenía dinero, dos virtudes que los
testamento, habiéndose mudado del hotel inglés a un pequeño sastres, peluqueros, hosteleros,joyeros, encomiaban, y que en
palazzo. Hay que decir que mucho del dinero que recibía iba, sociedad, vísperas de la gran conmoción, eran un pasaporte
secretamente, a manos de Jerónimo de Celada y de Rafael de abierto a quien supiese hacer uso de la inteligencia y la galante-
Zelis, quienes lo empleaban en aliviar las dolencias de los ex je- ría. Sobre todo la galantería. Como en París, en Roma había
suitas que poco a poco iban viendo cómo la muerte mermaba grandes salones; allá las mujeres dictaban el ascenso o la des-
sus cerradas filas. trucción de las fortunas, del capital de la sociedad, que es el
Y otra parte del dinero le sirvió para adquirir la biblioteca nombre; en Roma los cardenales y algún obispo in partibus cum-
de un príncipe de la Iglesia danés, también exiliado-que Roma plían esa función, cediendo a veces la "presidencia", por así de-
era entonces, y cada día más, la ciudad a la que iban siendo arro- cir, de su salón a alguna bella dama romana, hija de alguna de las
jados aquellos a los que los vaivenes del mundo estrujaban y grandes y feroces familias latinas. Pablo tenía la fortuna, como
rompían-; y la misma biblioteca la puso a disposición de Cla- ya he dicho, de haber caído en gracia al obispo de York y asistía
vijero, en préstamo, no fuera a ser que vinieran nuevos secues- a sus reuniones donde grandes sabios propugnaban cada uno,
tros de bienes, pues vivían en perpetuo conflicto, temor y espe- una visión absoluta y perfecta de los orbes celestes y sublunares.
ranza. A cambio pidió a Clavijero le escribiese unas reglas de la Porque era éste un salón decididamente inteligente. Y allí seco-
lengua mexicana, pues deseaba aprenderla, habiendo tenido su nocieron.
Aunque era un poco más j oven Baldasare que Pablo, se en-
tendieron :t las mil maravillas, siendo la liberalidad y la expe-
ricnc 1.1tlt l'.,lilo l:1s q11c conquistaron el afecto dcljovcn cmilia-
so Modesto Lafucntc.

1 ,,
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no, quien a su vez pudo enseñarle lo que sabía del mundo, que Ni qué decir que su arrepentimiento era muy grande cuan-
era mucho, es decir, teatros, naipes y mujeres, y presentarlo a la do las francachelas se prolongaban hasta la madrugada, pero por
mejor sociedad romana, máxime cuando,subió al solio ~postóli- más que se hacía promesas, éstas las rompía cuando el mundo lo
co Pío VI, su tío, en el mundo Giovanni Angelo Brasch1. Algo le requería con sus placeres.
dijo el obispo, censurándolo fraternalmente, pero por una tem- Un padre italiano, de nombre Montepulciano, aficionado
porada la frivolidad de la corte romana fue para Pablo tah nue- también a las excavaciones, fue quien logró llegar a su corazón y
va, tan atractiva, tan mareadora, que, de no haber encontrado hacerle ver que si continuaba por la senda del vicio terminaría o
una afición, seguramente hubiera convertídose en un libertino. loco o encerrado. Para ello lo llevó a visitar el manicomio roma-
Bueno, y algo más traería, que le impidió acercarse al lado_ som- no, donde le mostró, humildemente, a algunos de los pacientes
brío de este mismo milieu. No le gustaba desvelarse demasiado y allí confinados. No se vaya a creer que el manicomio romano
las veces en que un juego o un galanteo lo habían detenido, o era como Bedlarn, un encierro al cual podía ir a pasearse la so-
mientras esperaba a su amigo en una casa de oscurísima reputa- ciedad elegante para solazarse en la mórbida contemplación,
ción, amanecía como lelo y le costaba muchísimo concentrarse ayuna de misericordia, del espectáculo de los locos. Roma no es
de nuevo en sí mismo. Y por ello espació sus fiestas y desve- Inglaterra y la caridad petrina trataba con sumo cuidado a los
ladas, aunque con trabajo, disciplinándose a sí mismo, cayendo, confiados a su amparo. El padre Montepulciano quiso mostrar-
sí, pero también levantándose. Lo que lo ayudó fue el ladn. le los efectos del libertinaje y los efectos del recogimiento. Al
Pues Pablo encontró entonces algo más a lo cual dedicarse, salir del convento que guardaba a los locos, fueron a rezar fren-
algo que exigía atención y esfuerzo: las ruinas romanas, si bien te a la Virgen, y Pablo le prometió que habían acabado sus días
llegó a ello porque estaban de moda en Europa, desde que los de vicio.
filósofos reinaban, la arqueología y el escudriñamiento del pasa- Y Pablo Rayón tuvo el honor de ser recibido en dos ocasio-
do anterior a la Cristiandad. nes por el pontífice, quien podía pasar horas hablando de las
Y en el desciframiento de las inscripciones latinas que re- bellas artes y las excavaciones, aunque no pasó horas hablando
cién se desenterraban halló con qué entretener su mente; parti- con Pablo tan sólo de ello, sino que también hábilmente lo son-
cipó, por ejemplo, en los trabajos que en la VíaApia se h~cieron deó acerca de muchas otras cosas. Y cumplió treinta años. El pa-
en las tumbas de los Metelos, y acompañó en 1776 al obispo de dre Montepulciano le trajo de Bolonia un hermoso presente: las
York a su visita a Pompeya; la pasión arqueológica, que Pío VI Décadas de Tito Livio con los apuntes del padre Clavijero, un li-
miraba con evidente buena voluntad, encontró en él un entu- bro que lamentabilísimamente se ha perdido. Y, bajo cuerda, el
siasta partidario, y Clavijero desde Bolonia lo animó a seguir ese libro de Gibbon sobre el Imperio romano, plagado de rotundos
rumbo, de modo que pudiese combatir el ocio con una distrac- errores, tan rotundos y perfectos que desde entonces han pasa-
ción seria y propia de un caballero y pudiese así mantenerse ale- do por verdades. Pero siguió un tanto triste.
jado deljuego. Aprovechando la ocasión del tercer aniversario del adveni-
A veces extrañaba mucho ser jesuita y se figuraba que ha- miento de su tío al pontificado máximo, y para abrir las puertas
bía traicionado a su Salvador. Rehuyó la confesión una o dos de su recién construido palacio, Baldasare dio un gran baile, al
veces y faltó a misa en una ocasión. Esa vez anduvo muy triste que por supnesto no asistió el pontífice. Aunque el Papa era un
por espacio de varias semanas. hombre: ~11.1¡11, y mundano, era tambic<n fi.·mi111<·1ltc t1.ul111011 .1

rHu 1N1
lista. No iba a bailes ni a salones, por supuesto; allá todos si se coronel irlandés que había seguido a Carlos Estuardo desde la
dejaban encantar con los cantos de las sirenas; él, pontífice triste batalla en que se perdió todo, hasta París, y ahora Roma.
máximo, sabía lo que se ocultaba detrás de los libros empastados Era huérfana de madre.
con muchos oros que venían bajo cuerda de París o de Suiza y Tenía Catalina dieciséis años. Era su primer baile. Pablo
que no eran más que ataques, poco disimulados los 111-ás, en fue el primero que se atrevió a pedirle que lo acompañase bai-
contra de las más serias verdades seculares. Y por eso, aunque le lando una pieza. Y ambos pensaron en lo maravillosamente bien 1

interesaba la ciencia, su raciocinio tomista le impedía tomar par- que bailaba el otro; y en lo atractivo que era él, pensó ella, y en ~
! 1.1

te en las ilusiones de la técnica. Y por supuesto por eso mismo lo diáfana y hermosa que era ella, pensó él. Y bailaron bajo la
no asistía a ninguna clase de saraos ni de máscaras, esperando celosa mirada del coronel de cara manchada.
que su humilde ejemplo sirviese como peso en contra de las Pablo Rayón se propuso cortejarla. Para ello decidió que lo
primero era ir a ver al obispo de York. Lo que antes le hubiera
arriesgadas costumbres de sus sobrinos.
Un baile dado por el sobrino del romano pontífice no po- halagado inmensamente, ahora lo veía, no con desagrado, ni con
día sino ser un éxito; y de los invitados pocos faltaron y se dice hastío (el hombre era tal vez el mejor conversador de Roma),
que Bonnie Prince Charlie, disfrazado con el nombre de Dou- sino con un cierta flojera porque sabía que habría reconven-
ciones y que lo iba a regañar por su no muy arreglada vida an-
glas, estuvo presente; y pudiera ser, pues varios de los invitados
eran miembros de la rejega y legitimista nobleza que se negaba terior.
a abandonarlo y qu~ tenía su centro en Rori-ia. Pablo, que meses Lo fue a ver a un palacio de grandes balaustradas. Iba ner-
antes hubiera sido el primer invitado en llegar, llegó un poco v10so.
El obispo lo recibió en una pérgola que daba a un jardín
tarde, que era como llegaban los jóvenes leones romanos, en-
con un laberinto, mientras comía higos. Luego del un poco
vueltos en bandas, oliendo a perfumes extravagantes; uno una
agrio inicio de entrevista fue cuando Pablo decidió jugarse el
vez osó presentarse sin peluca, llevando su dorada cabellera sin
todo por el todo y confiarle el verdadero propósito de su venida:
adorno alguno.
estaba enamorado. Ante la sinceridad evidente de los sentimien-
El embajador español estaba en el baile y Pablo aprovechó
tos del joven mexicano, el obispo se fue apaciguando. No dejó
para conocerlo, cosa que logró gracias a una tía de Baldasare,.
de reconvenirle ni de decirle ')oven infatuado y presuntuoso",
una mujer adusta y caprichosa; tal vez Su Eminencia podría
ayudarle a volver a su tierra natal. La nostalgia ya lo estaba devo- pero así era su modo a veces.
Ya al final le dijo, muy a la inglesa: -Pero ha de saber que
rando. En cierto sentido, había sido mejor cuando no se tenían
así como el coronel nunca abandonaría a su majestad, es proba-
noticias ni les permitían el correo, porque esa falta de nuevas,
ble que piense que su hija nunca debiera abandonarle a él.
encontraba ahora, podía ser tolerable, y no, en cambio, estar re-
¿Me creería el lector que su padre fue tan misericordioso
cibiendo billetes, cartas y cajas y en todas encontrar eso que no
hacia el nuevo amor que él a su vez se enamoró de una dama
se tiene como desterrado, que es el patrio suelo, sino a cachitos.
insufrible del séquito de un misterioso duque inglés venido a
Y sin embargo de pronto dejó de interesarle el embajador
presentar sus respetos al abrigo de la noche y el silencio, como
español, pues en ese baile por primera vez en su vida Pablo Ra-
1111 í.u i'it·n ,11 t L'pcntido ? El hech o de sufrir él mi sm o violcn -
yón puso en serio su vista encima de una mujer, y la halló en-
t ,1111, 111t• p111 , ·,1., ntofínl pasión ím· cil~jandn d c:unpo l1h1 ~ p ;ll ,,
cantadora. Su nombre era Catalina O 'Rr,illy Era la hija ck· \111

tlb
los dos enamorados. Pablo no tuvo esperanzas al principio, tal Luego del enlace, ambas se quedaron a vivir allí porque no
vez porque extrañamente, muy dentro de sí, y frente a ella, aún lograban el pasaporte que permitiera a Pablo volver a la Améri-
se veía a sí mismo como un pobre ex novicio de Tepotzotlán, ca Septentrional. Roma la maravilló tanto, que al principio an-
cuando en realidad era un próspero hacendado de la Nueva daba como desorientada, pero al quinto día como que resolvió
España, amigo del sobrino favorito del Papa, quien recién había encarar con energía la ciudad y dedicarse a conseguir el tan an-
inaugurado un inmenso palacio, lleno de obras de arte, en 'Roma. helado permiso para volver. Oían todos misa temprano, antes
Eran mejores su figura y su apostura de lo que él se hubiera de los calores, y luego se retiraban a la umbrosa te rraza del
imaginado. palazzo; almorzaban, dormía doña Serafina una siesta larga, y
Pero Catalina lo amaba; ése fue el descubrimiento más luego, sola o acompañada, iba a pasearse, con gran energía, por
asombroso que pudo hacer acerca de sí y de los demás. Fue un foros, arcos, termas, ruinas, iglesias y a visitar la legación espa-
descubrimiento que lo tuvo alelado en un principio. Pronto se ñola. Y comenzó a comprar cosas; desde cuadros hasta trozos de
dio de veras cuenta de que la vida que había llevado, aunque columnas; hasta un torso roto, recién desenterrado le dijeron,
desordenada, palidecía frente al esplendor presente. Tuvieron la llegó a comprar, disponiendo que lo pusieran cerca de la fuente-
felicidad que Montepulciano los bendijera antes de morir, pues cilla que tanto alegraba sus tardes. También ejercía la caridad,
ya era muy viejito y ardía en deseos de presentarse ante su Re- pero a sus horas, que eran de las seis a las siete, cada viernes, en
dentor. que se preparaba en la casa una "sopa para pobres". Doña Sera-
Un año estuvieron comprometidos: ,y en 1779, vislum- fina misma, ayudada porJuana, la servía, y acompañaba a los tu-
brándose el albor revolucionario en América, se casaron Pablo llidos soldados sin gloria y a las viejas alcahuetas sin otra prenda
Rayón y Catalina O'Reilly en San Lorenzo Extramuros, dig- que su cariada ancianidad mientras comían.
nándose impartir la bendición nupcial Enrique, obispo de York. Comenzó doña Serafina a sentir nostalgia por México, y a
Rafael de Zelis y José María de Castañiza asistieron a la boda; no dejarla salir en pequeñas explosiones de mal humor, dirigidas
así Jerónimo de Celada, quien había ingresado a la Orden de sobre todo contra Juana y contra la cocinera. Y luego, por fin, un
San Vicente de Paul y vivía contentamente atendiendo enfer- día como cualquier otro, llegó de la Corte un legajo; y el emba-
mos, mismos que no se atrevía a, ni quería, dejar. jador español mandó decirles que podían regresar, como familia
Lo que no impidió el mar terreno ni el mar océano fue que que eran de la tierra, a México, no habiéndoseles nunca impedi-
doña Serafina asistiese a la boda de su hijo; en Veracruz subió a do nada.
bordo .del Nuestra Señora de la Concepción e hizo el mismo viaje Sucediendo esto, pidió Pablo audiencia para ellas, y Pío VI
que antes había hecho su hijo, en muy distintas circunstancias, se la concedió, nombrándole además caballero de la Orden de
maravillándose de todo, y desembarcó en Civitavecchia. De allí San Silvestre por un pequeño libro que acababa de publicar,
una calesa las condujo a Roma, al caserón que ocupaba su hijo. aunque anónimo, dedicado al Sumo Pontífice, en el que co-
Llegó acompañada de Juana, llena de asombro y devoción, y piaba y descifraba varias de las inscripciones paleocristianas de
dándole cumplidamente las gracias al cielo, porque todo había las catacumbas de San Calixto. Doña Serafina fue allí que se
acabado bien. Su hijo era ya un hombre y le daría descendencia, desm ayó.
primero Dios. Su nuera le pareció una D iana, una sílfide, una l of\., Serafina luego de la audiencia no se m ejoraba. No
náyade, y no sé qué más, de tan arrohadornmcntc que la mi r.iha. prnlt.111 , nali.111.,r porqnc la pobre mqjcr c:-isi no poclfa :md:u· cic

,H.1
unos dolores terribles que le dieron en las piernas, que comen- En junio, temiendo que los calores de julio fueran a hacer-
zaron a hinchársele. El embarazo de su nuera le dio una gran les daño, decidieron regresarse a la Nueva España; quería Pablo
paz interior, pero Catalina perdió al que sería su primer hijo; y que su futuro hijo, pues Catalina creyó estar de nuevo embara-
este acontecimiento infausto aceleró su propia enfermedad. "Hi- zada, fuera mexicano. Desoyó el consejo del médico, logró sus
jito, le dijo, creo que me voy a morir y me da contento r1orirme nuevos pasaportes gracias a su amigo Baldasare, escribió a Bo-
en Roma. Pero has de prometerme que has de enterrarme con lonia para despedirse, enviando algún dinero como regalo para
el hábito carmelita y que en seguida que acabe el entierro te me don Francisco Javier Clavijero; en su carta los impelía a enviar-
regresas para México." le "cuanto libro publicasen, en Bolonia, Venecia, Cesena o Fe-
Empeoró durante el fuerte siroco de mayo de 1781, de rrara" por medio de su agente romano, escribió también a Jeró-
bochorno y asma, y oyó su postrera confesión, que duró tres nimo y José María, diciendo adiós. Algo se muere en el alma
cuartos de hora, Rafael de Zelis. Él mismo le dio los Santos cuando un amigo se va. Viajaron Pablo y Catalina junto con sus
Óleos. Hizo su testamento. Dejaba doña Serafina su fortuna y padres por tierra hasta Génova, no queriendo Pablo pernoctar
sus haberes enteros a Pablo, menos lo que se necesitase para su- en Parma por ningún motivo, y en Génova, en el Portofino que
fragar las misas por el eterno descanso de su alma; un brillante, antaño lo rechazase, tomaron un barco para Barcelona; otro a
no demasiado malo, engarzado en una gran cadena de oro, para Cádiz y, por fin, un buque a Veracruz, donde llegaron los dos
asistir a "sus pobres", y sus animales de monta, un manantial y esposos y doña Serafina en noviembre de ese mismo año. Hacía
un grande pedazo de montaña para los agustinos de Chalma. En quince años de ese mismo puerto había salido expulsado con los
su última voluntad dispuso que la enterrasen en una caja de demás miembros de la Compañía. Y Pablo visitó el camposanto,
pino barato, vestida con el hábito de las carmelitas, sin joyas ni y dejó un dinero para que arreglasen las treinta y cuatro tumbas
cosa alguna más a no ser por un pequeño cruciftjo hecho de la de sus antiguos hermanos de religión.
madera de un olivo hierosolimitano. Pero doña Serafina no se Viajaron en la nueva diligencia de Veracruz a la ciudad de
murió. Justo después de hacer su testamento como que se em- México, que a Catalina le recordó Roma, no sabía si por sus
pezó a encontrar mejorcita; y fue mejorándose a tal grado que muchas iglesias y palacios, o por la gran cantidad de pobres que
pronto estuvo lista para embarcarse. sustentaba. Y de allí pasaron a San Ambrosio Chalmita, pero no
Juana, luego de aliviarse de sus dolencias su madre, pidió se detuvieron mucho tiempo allí, pues Pablo se aburría; prefi-
permiso a su hermano y a su madre para ingresar a las Clarisas, rió, en cambio, volver a la ciudad de México, y, modestamente,
y así hizo, yéndose a vivir a Asís. El enojo casi la hace recaer, proseguir sus trabajos de arqueólogo. Su prime~ hijo n~ció en
pero su firme voluntad se impuso a sus debilidades. Además, no esta muy noble ciudad en 1782, y se llamó Francisco Javter. Es-
fue un enojo mayúsculo; de algún modo la pobre de Juana era, tarían extintos los jesuitas, pero no podían prohibirse sus santos,
en la conciencia de doña Serafina, el precio del rescate de su hijo sus nombres y sus devociones.
bienamado. Si ella ingresaba a las Clarisas y se apartaba del Y aunque Pablo Rayón era el heredero universal de las ca-
mundo, bien podía a cambio recibir el mundo a Pablo Rayón; ballerías y caballerías de tierra que lindaban con Xalmolonga,
tal vez llegase a regidor o a juez de la Real Audiencia; y bueno, lir1ca·11cl,1 dt t., extinta C ompnfífa, qm.· era ahora, como Xalpa y
qué madre no ha supuesto glorias inmortales para su hijo. Doña nt1.1-. 111111 h,,., ele l,1'l ''tn\lpo1 ,1hcl.ukl' pro¡m·d.ul dt· lln11 Pt•cho
Serafina creía que podría llegar hasta vi1-n·y. lto111rm clr lr 11, 111s , tío :.uy11 < 11, 11,11h1 l',1,1t_l11, d11n., Sn ,11111 ,1

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siguió siendo la patrona por muchos años más e inició varios plei- dad de México y se hallaron las dos piedras que describiría
tos nuevos con don Pedro y con la república de Ocuilan, por ta- Soto y Gama antes de que las volvieran a enterrar, porque ex-
lamontes ambos, defendiendo el derecho de su propio pueblo. citaban la curiosidad y quién sabe si la superstición de los in-
Algo que nunca había doña Serafina olvidado, ni dejado de poner dios: eran la Coatlicue y el Calendario Azteca. Los símbolos y
su defensa en práctica, eran los derechos inmemoriales de su pue- jeroglíficos de la religión de la sangre derramada, expuestos de
blo, donde casi todos la admiraban y todos comían de su n\ano si nuevo. Impresionado, Pablo pudo estar cerca de don Antonio
había necesidad, como esa temporada de 1789, en que todo salió de Soto y Gama estudiándolas y las dibujó para su particular co-
malo; el maíz, el frijol, los frutales, la huerta, los becerros, todo lección de dibujos y manuscritos. Soto y Gama luego escribiría
débil y acusando graves trazas de raquitismo. su Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión
Pero dejemos por un momento a doña Serafina, singular del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de
varona entre varones, y sigamos estos años en que su hijo vivió México, se hallaron en ella el año de 1790, publicada en 1792. Pablo
feliz, porque amaba mucho a México, que se le figuró inmenso, quiso publicar las Décadas de Tito Livio en México, y para este
y muy cambiado y muy igual. Los dos esposos se amaban tierna- fin, las llevó a la Imprenta de don Mariano de Zúñiga y Ontive-
mente y, aunque Catalina nunca llegó a hablar correctamente el ros, pero la gran inundación del lago mexicano impidió que se
español, ella también disfrutaba la vida en la capital. Lo único publicaran, y de hecho, poco pudo salvarse.
que le recordaba su tierra era una sortija azul que venía de la casa En esos trabajos se hallaba, cuando Jerónimo de Celada le
Estuardo, y ciertos verdes: no los pirules, que se le hacían tristí- envió una carta y un paquete, en 1791, desde Madrid, pues era
simos, ni los pinos, que en Irlanda no hay, pero los pastos y pas- más fácil que libros ilustrados llegasen a la Nueva España, que
tizales al lado del Camino Real eran para ella, sin tener que es- no libros procedentes de Italia. Cómo le hizo para hacerlos lle-
forzar su imaginación demasiado, como la Irlanda que nunca gar hasta allá es un pequeño misterio. Estaban los cuatro tomos
había conocido. Vivían en la calle del Indio Triste, con gran apa- de la Historia Antigua de Clavijero en italiano, y el heroico poe-
rato, y pasaban los veranos y los inviernos en Chalmita, donde ma de Abad, y la historia de Alegre. También le comunicaba las
hacían vida familiar alrededor de doña Serafina, quien, desde su muertes, en 1787, de Lizoazoain y de Clavijero; en 1788, de Ale-
casi muerte, se había como suavizado, como si hubiera entrado gre, y para consolarle le citaba el salmo 84, acerca de la cercanía
en ella el espíritu de paz; y a su nuera siempre la trató con abso- de la salud, que los comentaristas católicos han siempre visto
luta corrección. Y el virrey Bucareli distinguía, en los saraos, cómo mesiánico, y que se había convertido en la oración que
con su interés y conversación a Pablo y Catalina. La verdad es Jerónimo más amaba,junto con la oración que el Señor mismo
que un poco, sobre todo al principio, era una sensación, pues, nos enseñó.
aunque fueran los dos hidalgos, pero no de la gran nobleza, el Cuando Pablo Rayón le contestó, agradeciéndole su aten-
hecho de que él hubiera compartido el exilio de los jesuitas y ción, enviándole el pésame por los padres fallecidos, acababan
ella el exilio Estuardo los hacía una pareja extraordinariamente de nacer sus dos segundos hijos, que fueron cuates, Pablo y
romántica y eran recibidos en los mejores salones y una gran Juan, a los cuales bautizó el prior de Chalma, en el mismo San-
dama de esta tierra se hizo un día amiga de C atalina porque am- tuario Real de Nuestro Señor de Chalma en septiembre de
bas descubrieron que la otra era extremadamente inteligente. 1792, mientras rugía la revolución en Francia. Ese mes encontró
En 1790 se levantó el zóca1n dt- l., Ph, :i Mayor dr la ciu- t:nnbi~n 1 >e- < liypres la m uerte, como se supo después.

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Pronto las jaurías republicanas ocuparían la misma Roma una; pero, aunque la fiesta fue un éxito, y se siguió hablando de
y, una vez más, serían desperdigados los ex jesuitas a los cuatro ella en el siglo que, según algunos, ya iniciaba, según otros, ape-
vientos; ya daba la hora "en que todo aquel que os matare pien- nas concluía, algo los desasosegó durante ese baile, algo extraño,
se rendir culto a Dios". 51 como si un viento gélido hubiese entrado a lo íntimo de sus
Catalina O'Reilly no vivía descontenta en México; sus hi- corazones; y, a principios de 1800, marido y mujer, llevándose
jos crecían bien, gracias a Dios, tenía su gran amiga en la mar- niños y nanas y crianzas y mozos y palafreneros y caballos, y pe-
quesa de N*., a pesar de contar también con la oposición y casi rros y calandrias y sinsontles y carruajes, arreos y papeles, de
diríamos odio de su cuñada Carmen; en cambio su suegra, doña consuno, regresaron a San Ambrosio Chalmita. Y doña Serafina
Serafina, ya era muy viejecita, la trataba con gran dulzura; su los recibió con gran contento en esta su casa ahora tan sosegada.
marido era un hombre excéntrico, pero enamorado, amable y Y allí se estuvieron, rutinaria, felizmente, mientras alrede-
rico, que podía satisfacer sus caprichos aunque no cediera nun- dor todo crujía, se tambaleaba, se iba quebrando, se estremecía. El
ca a su ruego de que tomara parte de la vida pública del país; ni mundo cambiaba raudamente, pero aquí, alrededor del Santua-
en los cargos ni en las funciones cívicas participaba; nunca lo rio Real de Nuestro Señor de Chalma, no se sentía, o casi no se
diría en voz alta, pero Pablo Rayón era un hombre profunda- sentía. Y fueron pasando los años, aunque aquí, dejando para
mente antiborbónico. Algo (llamémoslo fidelidad al trono) se mejor ocasión el resto de la historia, abandono la pluma, pro-
había quebrado en él; algo le molestaba, algo que había en el aire metiendo continuar la vida de Pablo Rayón en otro volumen, si
de Europa y que en México veía reflejado eh los insufribles fas- Dios me presta vida.
tos y en la déspota autoridad de los funcionarios y de los ecle-
siásticos españoles.
A Catalina se le ocurrió festejar el fin de siglo dando un
gran baile. Y pasó casi cinco meses organizándolo, remozando la
fachada de la gran casona, ordenando sedas y hasta gobelinos,
candiles y servicios de plata, hachones y una gran carroza nueva,
preparando invitaciones y, por fin, comprando víveres y vinos y
pidiendo de favor a dos monjas secretamente famosas por sus
manos de ángel, que cocinasen para ella en la víspera, ya manda-
ría ella, con la limosna, a mujeres de la casa al convento por las
viandas.
Lo más granado de la sociedad virreinal se reunió a las
ocho de la noche en la casa de don Pablo Rayón y Romero y su
mujer doña Catalina O'Reilly y allí se estuvieron hasta pasada la

5 1Juan, 16, 4.

.., 1 l(jl
LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULO ÚNICO

Un padre llamado Hidalgo

El cura de Dolores recordaba cuando niño a su hermano lloran-


do, y al rector llorando, y a los indios llorando, que parecía que
iban a anegar el mar con su llanto y hacíanles calzadas de lágrimas
para que mejor se acostumbrasen al monstruo salado al que se
encaminaron por la decisión de un déspota, y al acordarse de la
rabia que había sentido al verse impotente ante el infame decreto
y ante las burlas de la soldadesca frente a un padre que montaba a
mujeriegas en su mulo, aún hoy, año de la Redención del Mundo
de 1810, le hervía la sangre. Aquélla había sido la primera vez que
había comprendido que estábamos sujetos a la Corona, y que las
órdenes dadas allá se aplicaban aquí: y que "una sociedad capaz
por sí misma de no depender de otra, está autorizada por natura-
leza para separarse de su metrópoli, máxime cuando el gobierno
metropolitano es incompatible con el bien general de la nación y
cuando las metrópolis son opresoras de sus colonias", 52 como
bien se había visto en 1767, cuando lo de los jesuitas.

52
Fray Melchor de Talamantes.

195
Y recordaba esto cuando un septiembre salió a la noche y al
tumulto, y a lo que vendría después, enarbolando el estandarte
de la Virgen de Guadalupe, dispuesto a morir por ver a su na-
ción independiente.

Día de San Ignacio de Lcyola, Tepoztlán, Morelos, 1997


Día del beato Miguel Agustín Pro, Tlalpan, Distrito Federal, 2002

NOTA

Sabiendo que en estos tiempos es fácil perecer víctima de la acu-


sación de plagio, puesto que ya a nadie se reputa inocente y son
más los que escudriñan en busca de lo malo que los que publi-
can lo bueno que hallan en otros, he querido exponer en este
aparte los textos que, entrados a mi novela, pudieran tener un
·poco demasiado que ver con textos de otras personas, y citar,
uno por uno, al pie, los que van entrecomillados, de modo que
cualquiera pueda consultar dichos textos y por otro lado ver por
sí mismo hasta qué punto la libre imaginación del autor ha uti-
lizado o enmendado aquellos que, sin ir entrecomillados, pro-
ceden, voluntaria o involuntariamente, de textos de aquellas de-
curias, o interpretaciones de las nuestras.
Así pues, procedo, con toda humildad y franqueza, a con-
signar los préstamos que he obtenido para la consecución de
esta novela. Cuatro libros consignan largamente la expulsión de la
Compañía de Jesús de la Nueva España, y de ellos tomé liberal-
.mente: son la Historia de la provincia de la Compañía deJesús en la
Nueva España, de Francisco Javier Alegre, SJ.; el Catálogo de la pro-
vincia de México, de Rafael de Zelis S.J.; la Carta de un rclij!ioso d1•
los rxtintM jf'wit,H a una hennann suya, relixiosa cM Cotwl'lltc> de S1111t,,
<.', ,tllfl1111 ,Ir I,, / 111,.bf,, dt· fo~ A11.l!l'lf'1, ch· A11t01110 1(1p1·:- dl' 1'11, ~"·

·~ 1
S.J., y la Historia de la Iglesia en México, de Mariano Cuevas, S.J. blo Rayón y las de Jerónimo de Celada están tomadas del libro
Además, señalaré las siguientes deudas: Capítulo I: la frase del padre Jaime Balmes, El protestantismo comparado con el catolicis-
tabaccifumum expirare está en Juan Luis Maneiro, Sobre la vida de mo en sus relaciones con la civilización europea, Barcelona, 1844.
tres mexicanos ilustres (traducción de Julio Álvarez Pimentel); el Las únicas tres libertades mayores que me tomé (aparte
discurso contra los jesuitas de los oficiales Jacinto EscaJante y de cierta prodigalidad en las citas) han sido: 1) permitir a un
el conde de Molinier lo tomé del prólogo del mendaz J . A. Torres teniente de navío conocer la secreta instrucción de Carlos 111;
al libro portugués Retrato de la Compañía llamada de jesús; las res- 2) hacer que Jerónimo de Celada sea efectivamente tomado por
puestas del padre Luis Reparaz, de las Constituciones, de San Ig- un jesuita en Ixtlán y sea llevado preso acompañando a los mi-
nacio; el resumen que el mismo padre hace de la inquina en sioneros de Sinaloa y de Sonora, y 3) el encuentro entre los in-
contra de la Compañía se parece al que Jean Lacouture hace al gleses y los jesuitas, que pudo haber ocurrido, aunque carezco
final del primer tomo de su magna obraJésuites; y lo que el prior de toda prueba. Los dos primeros son imposibles históricos, e
de Chalma le contesta se "desprende de dos cartas escritas al Su- improbablemente pudiera haber sucedido el tercero, pero creo
premo Tribunal [del Santo Oficio] la una del 28 de abril y la otra que muy difícilmente podría uno haber prescindido de estos
del 24 de agosto de 1766" consignadas por Mariano Cuevas en episodios en la consecución del relato. ¿sobra decir que los
el tomo IV de su Historia de la Iglesia en México. errores que haya son todos míos?
Capítulo II: La descripción poética que hace el padre Laz- Esto es una novela. Es una novela sobre un hecho real, la
cano del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo está tomada tristísima expulsión de los jesuitas de la Nueva España, dictada
del libro de Clementina Díaz y de Ovando, del mismo título. La por un déspota ilustrado. Escribir una novela es como enfren-
frase entrecomillada que describe lo que vendía la madre viuda tarse a un enemigo que esgrime un hacha l nuestra izquierda y
de los ficticios hermanos Arriaga la tomé de las Leyendas de la viene armado hasta los dientes; hay que fintar y esquivar y man-
muy noble y leal ciudad de Uilladolid, hoy Morelia, de Francisco de tener siempre la vista ftja en sus movimientos, no sea que erre-
Paula León. mos y seamos derribados; es también como hilar los hilos en un
Capítulo VI: El asalto a La Profesa lo narro casi exactamen- telar de mano, y es como rezar, es decir, hacer, que según las eti-
te como lo trae el padre Decorme (tomado de Alegre); y los mologías más antiguas y serias de los latinos, deriva del verbo
asaltos al Colegio Máximo y San Ildefonso, como los trae Al- facer, que significa rendir culto.
fonso Trueba. El bando del marqués De Croix y la historia de
los levantamientos populares están tomados de muchos libros,
entre ellos México a través de los siglos ... La rebelión de Pátzcuaro
está estupendamente narrada por Óscar Mazín en su libro Entre
dos majestades.
Capítulo XII: Las descripciones de los padecimientos y
muerte de los padres jesuitas de las misiones, del excelente tra-
bajo de Luis González R. acerca de la expulsión de los misione-
ros de Sonora y Sinaloa
Capítulo X IV: Los C'lltH'CO ll l il l.1th ,.• de• l.1 , p, l p,11111.1, dt• P,lu

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