Professional Documents
Culture Documents
Echo este análisis general, se procederá a analizar las dimensiones más importantes que surgen a
partir de la reflexión sobre la relación que se desarrolló entre Halperin Donghi y Braudel. El
punto de comienzo radica en la lectura de la famosa obra del historiador francés por parte de
Halperin y la publicación de un artículo periodístico referido al libro. Esto y la carta enviada a
Braudel le permitirá al historiador argentino viajar a Francia y estudiar con dicho intelectual
francés. Es aquí donde comienza a desarrollar su tesis sobre los moriscos, que lo llevará
investigar en España y a terminarla en su vuelta a la Argentina bajo la dirección de Claudio
Sánchez Albornoz. Más allá de ello, se irá demostrando que Halperin busca ser un historiador
“independiente” en ese momento, evitando convertirse en el discípulo de algún gran historiador.
En el caso de Francia, se hallaba en un tiempo en el cal los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial constituyeron el período de la Guerra Fría y el de la culminación del stalinismo como
una fuerte potencia de gobierno. En un estado de incertidumbre, Francia buscó la manera de
establecerse desde una posición de “tercera fuerza”, poniéndose a la Unión Soviética y
alejándose de una subordinación directa a Estados Unidos. En este contexto, la existencia de la
“escuela de Anales” proveyó el campo cultural e ideológico que permitía concretar esa posición,
al establecerse como una escuela de resistencia a la hegemonía anglosajona; y a su vez alejada
del Partido Comunista Francés. Sin embargo, esto no impidió que se establezca una confluencia
entre Anales y el marxismo desde distinta posiciones.
Desde su fundación como revista a través de Marc Bloch y Lucien Febvre hasta antes de 1945,
Anales había desarrollado una teoría firme y producido grandes trabajos, pero esencialmente
todavía era una fuerza intelectual oscura1. Después de la Segunda Guerra Mundial, recién estaba
alcanzando su apogeo y el marxismo estaba dentro de una nueva fase como perspectiva
intelectual. En este período particular la presencia de Braudel fue clave para el desarrollo de
Anales.
En el caso de Argentina, se venía desarrollando desde finales de la década de 1930 y ´40 una
“renovación” de la historiografía que se venía desarrollando hasta ese momento, en el cual un
grupo de historiadores encabezados por José Luis Romero, criticaban la forma en que se venía
desarrollando el conocimiento histórico, particularmente el de la Nueva Escuela Histórica. La
crítica se establecía, más que a la erudición en sí misma, a la desconexión entre esta última y el
tiempo presente; orientando así la mirada hacia el pasado cuyo propósito no debía ser otro que el
de construir una conciencia histórica que iluminara y orientara al hombre en sus inquietudes y en
su quehacer contemporáneo.
La relación que se produjo entre Romero y Braudel traería consigo diverso resultados. En primer
lugar se generaron lazos externos de prestigio para un grupo “renovador” de historia, que de
alguna manera compensará su ausencia en los ámbitos académicos oficiales de la Argentina (tras
1
el advenimiento del peronismo en 1946); y posteriormente, hacia 1955 posicionare firmemente
en las disputas en el plano institucional con la Nueva Escuela Histórica.2
Estas relaciones posibilitaron a lo largo de los años el viaje de diferentes integrantes del grupo a
París (entre ellos el caso que se analizará aquí, el de Halperín Donghi) beneficiándose de la
diversificada estrategia de construcción de lazos internacionales por parte de Braudel. Más allá
de ello, ese largo vínculo con el historiador francés, el cual tenía sus altibajos, era menos el
resultado de una misma visión de la historia, que la idea de que ambas partes compartía un
mismo espacio historiográfico, una “tercera vía”, en la cual se luchaba contra la historia
tradicional (la N.E.H.) y con la historiografía militantemente política (la de izquierda), en
expansión sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial.
* En 1929, cuando se fundó Annales, Fernand Braudel tenía 27 años, Había estudiado historia en
la Soborna entre 1940 y 1945, estuvo preso en Alemania; y fue en estas condiciones como
redactó su obra maestra “El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”. En
su concepción histórica, el historiador francés opone la historia de los acontecimientos a la
historia que la denominaba “profunda”, situándose así en la línea historiográfica difundida por
Marc Bloch y Lucien Febvre. El encuentro con éste último significó el tomar contacto con un
conjunto de estímulos intelectuales infrecuentes para Braudel y con las novedades de otras
ciencias sociales.
Dentro de su gran producción bibliográfica, tres obras se destacan entre todas ellas: la más
importante, la mencionada “El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”
2Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2009); Cap. 6 “LA RENOVACIÓN HISTORIOGRÁFICA”; en Devoto,
Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografía argentina. Ed. Sudamericana. Bs.As., pp. 339-
433.
2
(1949), que provocó un fuerte impacto en Francia, cambiando las prácticas y las concepciones
históricas habituales. La segunda fue “Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-
XVIII” (1979), considerada (en comparación con la primera) como una prolongación de la
anterior, pero importante por su análisis a escala global. La tercera gran obra fue “La identidad
de Francia”, iniciada en 1879 y establecida como incompleta, tuvo una mayor difusión entre el
público ilustrado que entre los historiadores. En su obra “El Mediterráneo”, Braudel estudiaba
este espacio geográfico en la segunda mitad del siglo XVI atendiendo a tres tiempos y a tres
niveles distintos: la “larga duración” de la “estructura”; el “tiempo medio” de la “coyuntura”; y
el “tiempo corto” de los acontecimientos.
* Tulio Halperin Donghi, a los 24 años, hacia 1951, apareció en el escenario historiográfico con
un ensayo sobre “el pensamiento de Echeverría”. En el momento en que publica esta obra,
Halperin Donghi es historiográficamente tributario de su tradición familiar y de los ámbitos
intelectuales argentinos no universitarios con los que está relacionado (José Luis Romero y
Américo Castro); incluso con Claudio Snachez Albornoz es algo posterior.
Tras esta primera obra, Halperin Donghi desarrolla experiencias intelectuales en el extranjero.
Entre 1950-´51, se estableció en la Universidad de Turín, lo que le posibilitó reforzar sus
vínculos con la tradición de Benedetto Croce, la cual mantenía una fuerte posición gracias a las
figuras intelectuales de Giorgio Falco y Walter Maturi. Además, el historiador argentino se
encontró con las obras de Antonio Gramsci, cuyas concepciones acerca del papel de los
intelectuales influían sobre él. Su segunda experiencia en el exterior, que integró a la primera,
tuvo lugar en 1953 en Francia, y que estuvo signada por su encuentro con Fernand Braudel.
3Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2009); Cap. 6 “LA RENOVACIÓN HISTORIOGRÁFICA”; en Devoto,
Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografía argentina. Ed. Sudamericana. Bs.As., pp. 339-
433.
3
LA RELACIÓN ENTRE BRAUDEL Y HALPERÍN DONGHI
Braudel había enviado a José Luis Romero un ejemplar de su libro, el cual éste prestó a Tulio
Halperín Donghi quien, atrapado por el tema de esa tesis, comenzó a leerla con entusiasmo en el
tren que lo llevaba de Adrogué a la capital; escribe Halperín en “Son memorias”:
“[…] Recuerdo el deslumbramiento con que empecé a leerla en el tren de retorno, que solo
puedo comparar con el que de chico me causaban una estampas de semirrelieve importadas
de Alemania, que llamábamos entonces “figuritas de verdad” ¿qué quería decir con esta
expresión? Simplemente que cuando presentaban a un tigre abalanzándose sobre su presa
ofrecían una imagen totalmente fidedigna y también totalmente exhaustiva de ese tigre, y
cuando descubrí La Mediterranée me pareció lo que esas figurita habían sido capaces de
hacer para tigres y otras fieras, Braudel lo acababa de hacer para el mundo”.
El motivo de este deslumbramiento de Halperín permite comprender la imagen que por entonces
este historiador se formulaba de la historia; ello implicaba la capacidad de Braudel para utilizar
la erudición y la crítica documental para propósitos bien diferentes y más ambiciosos que los
historiadores académicos tradicionales. En este sentido, Halperin esperaba aprender de Braudel a
encontrar los elementos para extraer hasta lo último a un documento; además de esa sugestividad
narrativa que tenía el historiador francés que posibilitaba la reconstrucción de algo “real y
fantástico” al mismo tiempo. Además, la ambición de hacer una gran historia que era total en sus
aspiraciones, como en sus asociaciones a entre fenómenos distantes en el tiempo y en espacio,
con el objetivo de poderlo describir todo; cierra la concepción que tenía por entonces la
concepción histórica que tenía el historiador argentino.
4
El 29 de junio de 1952, en el suplemento de cultura del diario “La Nación”, con el título
“Historia y geografía en un libro sobre el Mediterráneo”, Halperin incluyó un extenso
comentario, ejemplo de una apertura de la Argentina a la cultura universal, que poco después fue
sustituida por el predominio de dogmatismos cruzados y de una idealizada cerrazón localista
historiográfica. Aquella de publicación comenzaba:
“¿Qué queda por decir cunado la historia calla? La historia que hemos aprendido en la
escuela se desinteresa del Mediterráneo desde el momento en que comienza a ocuparse de
los acontecimientos; le basta, a partir de este momento, con una palabra sola: decadencia;
y en esto sigue demasiado bien una tendencia de la investigación erudita, que si no olvida
el mar interior tiende a subordinarlo a otros escenarios en el que el drama histórico
parece desarrollarse con mayor rapidez, con mayor hondura5”
El artículo publicado por Halperín, el cual fue acompañado con una carta dirigida a Braudel,
promovió la relación entre ambos historiadores, que derivó en el reconocimiento del historiador
francés en el cual expresaba que Halperín Donghi había sido el único que había entendido el
libro. Esto le posibilitó viajar a París en 1853, residiendo un año.
Durante este período Tulio Halperin Donghi asistió a los seminarios de Braudel; en su obra “Son
Memorias” Halperin (:241) destaca su establecimiento en Francia, en la cual recibió la ayuda del
historiador francés para su sustento. Además resalta como lo condicionó para que no participara
en el seminario de Pierre Vilar, lo que marcaba la clara oposición que tenía Braudel con los que
consideraba “los otros”6. Además, posibilitó que se contactase con el historiador italiano
Ruggiero Romano, al cual consideraba un fiel discípulo.
La idea inicial que tenía Halperin de realizar su tesis de doctorado sobre Pedro Mártir de
Anglería, fue abandonada por el historiador al considerarla poco entusiasta. No obstante
comienza a desarrollar su tesis (que terminará en la Argentina) sobre un tema propuesto por el
mismo Braudel: “los moriscos en el Reino de Valencia 1520-1609”. El trabajo desarrollado por
el historiador argentino motivó a que Braudel lo ayudara en su viaje a España, en donde
realizaría parte de sus estudios en los archivos de Barcelona, Madrid y Valencia.
5
originalidad interpretativa, en la imaginación de la operación documental o en la extensa
erudición. Más allá de ello no se debe entender que Halperín sea un discípulo de Braudel, ya que
en diversos aspectos estaba alejado de las concepciones del historiador francés.
Las diferencias entre ambos historiadores puede observarse, en primer lugar, en que sus obras se
parecen bastante poco entre sí, estableciendo diferencias de escala en los escenarios en os que se
despliegan los relatos de ambos intelectuales; y de los distintos registros temáticos, ya que
Halperin, a diferencia de Braudel, trabajó sobre ejes temporales más acotados. Además de ello,
la forma de escribir era muy distinta, ya que Halperin estaba muy alejado de la claridad narrativa
que desarrollaba Braudel, y en todo caso, se acercaba al carácter irónico, aseverativo y
prescriptivo que caracterizaba a Benedetto Croce; y en su idea de que el proceso histórico puede
conocerse aún sin haber consultado todos los documentos.
Atendiendo a la formación en el extranjero de Halperin, esto es, sus primeros viajes en la década
de 1950 a Italia, Francia y España, y su posterior retorno a la Argentina; no puede ubicarse al
historiador argentino en lo que sería una postura ecléctica, sino que debe ser concebido dentro de
un contexto en el cual entran en tensiones el historicismo idealista de Croce; el “naturalismo-
realismo” de Anales expresado en la figura de Braudel; e incluso en el enfoque institucional que
planteaba Claudio Sánchez Albornoz. Ello muestra, más que posturas contradictorias asumidas
en el historiador argentino, un conjunto de grandes líneas historiográficas que se seguían
desarrollando.
Más allá de lo planteado, no se puede ignorar que la experiencia en Francia influyó mucho en el
historiador argentino. Gracias a ello, pudo llevar a cabo su tesis doctoral que finalmente fue
titulada “Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en Valencia” dirigida por Sánchez
Albornoz. Halperin operó sobre una “geohistoria” que se cristaliza en primer lugar en torno a la
ubicación espacial de los núcleos de población morisca en el territorio valenciano. Pagano y
Devoto (2009: 339) destacan que si se la compara con la tesis de Echevarría, se observa dos
mundos muy distintos, ya que en la tesis hay un claro interés por las dimensiones materiales de
la experiencia, por la economía y por la sociedad7.
En todo caso, Tulio Halperin Donghi busco siempre un camino independiente y singular y la
voluntad de no permanecer atado a ningún maestro explica su decisión de no aceptar la posterior
invitación de Braudel para permanecer en Francia con la idea de convertirse en uno de sus
7Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2009); Cap. 6 “LA RENOVACIÓN HISTORIOGRÁFICA”; en Devoto,
Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografía argentina. Ed. Sudamericana. Bs.As., pp. 339-
433.
6
discípulos. En este sentido, desarrolló una vida intelectual que lo llevó a transitar por diversos
ámbitos académicos en el mundo, alejándose de la historiografía oficial argentina que se estaba
desarrollando posterior a la década de 1950.
En conclusión, se puede observar hasta aquí como Tulio Halperin Donghi, en un contexto
histórico particular, busca ser un historiador “independiente” en ese momento, evitando
convertirse en el discípulo de algún gran historiador. Este trabajo se desarrollado desde lo
general hacia lo particular, situando en primer lugar el contexto historiográfico en el cual se
encuentran en ese momento la historiografía de Anales y la renovación historiográfica argentina;
luego a las características de las figuras de Braudel y Halperin Donghi; para dar paso al análisis
de la relación que se desarrolló entre ambos historiadores, que permite explicar en cierta medida
la concepción histórica que había formado el historiador argentino durante la década de 1950.
El artículo publicado por Halperín, el cual fue acompañado con una carta dirigida a Braudel,
promovió la relación entre ambos historiadores, que derivó en el reconocimiento del historiador
7
francés en el cual expresaba que Halperín Donghi había sido el único que había entendido el
libro. Esto le posibilitó viajar a París en 1853, residiendo un año; donde comenzará a desarrollar
su tesis acerca de “los moriscos en el Reino de Valencia 1520-1609”.
Atendiendo a la formación en el extranjero de Halperin, esto es, sus primeros viajes en la década
de 1950 a Italia, Francia y España, y su posterior retorno a la Argentina; no puede ubicarse al
historiador argentino en lo que sería una postura ecléctica, sino que debe ser concebido dentro de
un contexto en el cual entran en tensiones el historicismo idealista de Croce; el “naturalismo-
realismo” de Anales expresado en la figura de Braudel; e incluso en el enfoque institucional que
planteaba Claudio Sánchez Albornoz. Halperin Donghi busco siempre un camino independiente
y singular y la voluntad de no permanecer atado a ningún maestro explica su decisión de no
aceptar la posterior invitación de Braudel para permanecer en Francia con la idea de convertirse
en uno de sus discípulos. Más allá de lo planteado, no se puede desconocer que la experiencia en
Francia influyó mucho en el historiador argentino. Gracias a ello, pudo llevar a cabo su tesis
doctoral que finalmente fue titulada “Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en
Valencia” dirigida por Sánchez Albornoz.
BIBLIOGRAFÍA:
Burguiere André (2005); Annales. Diccionario Akal de Ciencias Históricas, Madrid Akal.
Burguiere André (2009); La Escuela de los Annales. Una historia Intelectual Publicaciones de
la Universidad de Valencia.
Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2009); Cap. 6 “LA RENOVACIÓN
HISTORIOGRÁFICA”; en Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografía
argentina. Ed. Sudamericana. Bs.As., pp. 339-433.
http://www.cecies.org/articulo.asp?id=362.
Poloni-Simard Jacques (2008); Fernand Braudel; en Verónique Sales (comp.); Los
Historiadores,, Publicaciones de la Universidad de Valencia, pp. 147-169 y Romano Ruggiero
(1998); Braudel y La Mediterranée; en Braudel y nosotros. Reflexiones sobre la cultura
histórica de nuestro tiempo, México, F.C.E. pp. 61-80.
Wallerstein, Immanuel (1993) FERNAND BRAUDEL, HISTORIADOR, <<“HOMME DE LA
CONJONCTURE>>; en Pagano, Nora y Buchbinder, Pablo (compiladores) La historiografía
francesa contemporánea. Editorial Biblos, Buenos Aires; pp. 131-151
FUENTES: