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MÁS RESUMIDO: Foucault realiza un análisis de la noción de poder. Para ello aborda la dicotomía instinto / cultura planteada
por Freud, esquema que busca modificar.
Para Foucault el instinto es algo ya penetrado por la represión, lo que supondría una modificación de la vieja noción de
instinto sexual que Freud propone. En ese sentido se propende a “pensar el instinto no como un dato natural, sino como una
elaboración, todo un juego complejo entre el cuerpo y la ley, entre el cuerpo y los mecanismos culturales que aseguran el
control sobre el pueblo”.
Adosado a este cuestionamiento del concepto freudiano de deseo, se problematiza la noción de poder. Foucault sostiene que
ha regido una concepción negativa del poder, donde éste es sinónimo de prohibición. Se trata de una concepción jurídica y
formal que responde a un límite entre lo permitido y lo prohibido. Este esquema restrictivo tendría su origen en los sistemas
establecidos desde la Edad Media, donde el derecho fue siempre el instrumento de legitimación del poder monárquico.
Posteriormente, ese instrumento fue heredado por la burguesía, clase que mediante el discurso jurídico pudo liberarse del
poder monárquico.
Esta concepción jurídica del poder presentó dos grandes inconvenientes para el desarrollo del capitalismo. En primer lugar
suponía un poder global poco detallista, a cuyo control escapaban un número casi infinito de prácticas. Esto determinó el
pasaje a un poder atómico individualizante, donde “cada individuo, en él mismo, en su cuerpo, en sus gestos, pudiese ser
controlado en vez de esos controles globales y en masas”.
El segundo gran problema fue que los mecanismos de poder de la monarquía eran eminentemente predatorios, signados por
un afán de recaudar. Eso suponía un freno al flujo económico; lo que determinó la necesidad de un esquema de poder que
controlase a los individuos de manera detallada, pero que a su vez fuera ejercido en el mismo sentido de los procesos
económicos.
Foucault sostiene que la concepción negativa del poder se vincula con un análisis de la representación del mismo. En
oposición, la concepción positiva tendría que ver con un análisis de funcionamiento de sus mecanismos.
Para centrarse en la concepción positiva del poder se parte de una referencia a Marx. En el libro II de El Capital se habla de la
no existencia de un poder único, aludiéndose a una multiplicidad de poderes locales. Esas formas de dominación obrarían
localmente de acuerdo a modalidades propias.
El desarrollo del capitalismo se vinculó con una mutación tecnológica del poder, de la que se distinguen dos capítulos de
invenciones. El primero tiene que ver con la disciplina, mecanismo por el cual se logra una individualización del poder y un
enfoque en el cuerpo y el comportamiento de los hombres. Estos mecanismos se engloban dentro de lo que se denomina una
Anátomopolítica.
El segundo corresponde a tecnologías que ponen el blanco en la población, a las que Foucault categoriza como regulación. En
este grupo entrarían técnicas de observación como la estadística, pero también los organismos administrativos, económicos y
políticos. Se vincularían con el perfeccionamiento de una Biopolítica.
Esta nueva concepción del poder es materialista, ya que tiene su objeto en la vida y el cuerpo de los individuos y las
poblaciones. El sexo, como elemento bisagra entre la Anátomopolítica y la Biopolítica, se vuelve una pieza fundamental. A la
vez de ser instrumento de disciplina individual, asegura la reproducción de las poblaciones. Esto da origen a una verdadera
política del sexo, que pasa a integrarse dentro de una política de la vida.
Se habla de una concepción positiva del poder porque su función no es esencialmente prohibir, sino producir placer. Ese
placer puede estar en el cumplimiento o la obediencia al poder, por ejemplo.
Al respecto de su carácter omnipresente, Foucault asegura: “lo que hace a la solidez de las relaciones de poder es que ellas no
terminan jamás, que no hay de un lado algunos y de otro lado muchos; ellas la atraviesan en todos lados; la clase obrera
retransmite relaciones de poder, ejerce relaciones de poder”. Esta idea supone también una crítica al dualismo clase
dominante/ clase dominada que es frecuentemente empleado en cierto marxismo académico.