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Oración Inicial

Señor Jesús estamos hoy aquí frente a ti,


Tal vez cansados por el trajín del día a día, cansados de esas penas del que hacer que
nos envuelve a cada instante y que hacen que nos olvidamos tanto de ti, pero más
que el cansancio de nuestro olvido de ti, de trabajo, de ese diario vivir, lo que nos
agobia es el peso y el cansancio de nuestras faltas, de nuestras ofensas contra ti, de
los pecados que por nuestra fragilidad humana cometemos a cada instante, con
sentimientos de rencor, envidia, con nuestro mal actuar contra nuestros hermanos,
vecinos, compañeros de trabajo; y es que, al sentir esto por nuestro prójimo es
también contra ti que lo sentimos y hacemos, pues como cristianos formamos un
solo cuerpo contigo; por eso Jesús estamos hoy aquí, para que así postrados de
rodillas frente a ti, reconozcamos nuestra debilidad al faltarnos tú en nuestros
corazones, en nuestras vidas y que todo ese mal que hemos hecho pueda ser
perdonado, por eso y sobre todo Jesús suplicamos desde nuestra nada tu
misericordia y tu perdón, que hoy Jesús podamos abrir nuestros corazones y
vaciarlos de todos esos sentimientos y acciones de maldad que nos llevan por
caminos equivocados y que al terminar este momento junto a ti volvamos con
nuestros corazones llenos de amor, bondad, misericordia y que podamos poco a poco
parecernos más a ti y construir un mejor reino aquí entre nuestros hermanos.
Señor Jesús queremos también invitarte a que invadas nuestros corazones, nuestras
almas y nuestras vidas con tu presencia y que de esa manera podamos continuar
nuestro caminar fortalecidos, renovados y transformados en mejores personas.
Gracias Jesús por permitirnos este momento que compartiremos junto a ti...amen
Del santo Evangelio según San Lucas (1, 26-38).
En aquel tiempo el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David,
llamado José. La Virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le
dijo: “Alégrate llena de gracia, el Señor es contigo”. Al oír estas palabras, ella se
preocupó mucho y se preguntaba ¿Qué quería decir semejante saludo? El ángel le
dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y dar a
luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa
de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel:
“¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.
Por eso, el Santo que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu
parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes
la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contesto:
“Yo soy la esclava del Señor cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró
de su presencia. Palabra del Señor.

Ante el mensaje de Dios a María implica una respuesta de donación a su plan de


salvación, donde todo el ser de María está a su servicio. De la misma manera nosotros
como María debemos estar dispuestos a recibir su Plan de Salvación, de acuerdo a la
vocación que hemos recibido, ya sea como padres de familia o en la vida consagrada,
lo más importante es hacer presente en nosotros el Reino de Dios. ¿Cuál es el plan
de Dios para mi? (Silencio).
Si recordamos lo que escuchamos en el texto, María al recibir el anuncio de que será
la Madre del redentor, a quien pondrá por nombre Jesús, se sorprendió y dijo al
ángel cómo podrá ser eso. Y la respuesta del ángel es que el Espíritu Santo
descenderá sobre ella y, su hijo será llamado Hijo de Dios. Esta situación que
experimenta María también acontece en nosotros, ¿cómo podremos hacer presente
el Reino de Dios en este mundo?, la respuesta es: a través de hombres y familias
comprometidas, dispuestos a proclamar la Buena Nueva.

María al decir cúmplase en mí lo que has dicho, se hace cooperadora al plan de


salvación de Dios y el Verbo al encarnarse realizó el plan de redención trazado desde
antiguo y nos abrió el camino de la salvación y, que ahora en vigilante espera,
confiamos alcanzar. ¿Cómo respondo al plan que Dios tiene hoy para mi?
(Silencio).

La gracia que Eva nos arrebató, nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de
todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don
de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu
misericordia por medio de tu Hijo nuestro salvador. Todos: Gracias Señor, por
cuanto nos amas y nos llamas a la salvación.
Del santo Evangelio según San Mateo (1, 18-25).
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada
con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo,
estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo
ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un
ángel del Señor le dijo en sueños: “José hijo de David, no dudes en recibir en tu casa
a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por
boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien
pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-connosotros. Cuando José
despertó de aquél sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a
su esposa. Y sin que él hubiera tenido relaciones con ella, María dió a luz un hijo y él
le puso por nombre Jesús. Palabra del Señor.

Meditemos en silencio, guiados por estas preguntas (leerlas pausadamente dando


tiempo al silencio reflexivo).

¿Por qué dijo sí María al anuncio del Ángel?

¿Por qué José aceptó a María, estando embarazada por obra del Espíritu Santo?

¿Cómo se hizo presente el Espíritu Santo en José y María?

¿Quién es Jesús en mi vida? ¿Realmente lo reconozco como el Mesías prometido a


Israel?

Contempla: A María y José diciendo sí a la voluntad Dios. Maravíllate: Como Jesús,


siendo Dios, es un Hijo obediente al Padre.
Jesucristo, mi Señor, ¡te adoro! Te doy gracias por tu maravilloso amor que te
mantiene en la tierra con nosotros, día y noche, en la Sagrada Eucaristía. Te doy
gracias por el don de la vida, por mi familia, mis amigos y mis seres queridos; por las
innumerables gracias y bendiciones que has derramado sobre mí y sobre toda
persona en todo el mundo. Te doy gracias, Señor, por tu constante, misericordioso y
tierno cuidado. ¡Oh, Dios mío, te amo por todas las gracias que me has prodigado!

Amado Jesús, me ofrezco a Ti. Me pesan todas las veces que te he ofendido a Ti y al
prójimo. Quiero hacer reparación por mis faltas pasadas y cumplir la voluntad de
Dios en todas las cosas, hoy y todos los días de mi vida. Ayúdame a orar, vivir y
trabajar, te suplico, para honor y gloria de Dios y para llevar a otros a tu presencia
en la Sagrada Eucaristía. Con tu amor y tu gracia quiero ayudar a llevar a muchas
almas al cielo para vivir contigo en la plenitud de tu amor, paz y alegría por toda la
eternidad.

Jesucristo, Señor mío, te ruego que ayudes a mi familia, amigos y seres queridos con
nuestras necesidades e intenciones, que concuerden con la voluntad de Dios. Amado
Jesús, te ruego que auxilies a todos los enfermos, los que sufren, los moribundos
(especialmente los que morirán este día) y los que ya han muerto. Recuerda, Señor,
a todos los que más necesitan el amor y la misericordia de Dios en ese día y en esta
misma hora. Dios mío, te ruego que des fuerzas a nuestro Santo Padre para que dirija
nuestra Iglesia en la plenitud de la verdad de nuestra fe. Envía a tu Espíritu Santo
sobre todos los sacerdotes y religiosas de nuestra Santa Madre Iglesia. Oro pidiendo
que todos ellos sean santos y verdaderos discípulos de la fe que Tú nos has
transmitido, para que nuestra Iglesia permanezca siempre Una, Santa, Católica y
Apostólica. Santa Catalina de Siena, ruega para que el Vicario de Cristo se oponga
siempre al espíritu del mundo.
Oración Final:
Nos despedimos con la oración de San Alfonso: Señor mío Jesucristo, que por amor
a los hombres estás día y noche en este sacramento, lleno de misericordia y amor,
esperando, llamando y acogiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo que estás
presente en el santísimo sacramento el Altar; te adoro ahí desde el abismo de mi
nada; te doy gracias por todos los beneficios que me has hecho, y especialmente por
haberte dado todo a mí en este sacramento, y por abogada a María, tu madre
santísima, y por haberme llamado a visitarte en este lugar santo. Saludo hoy a tu
amantísimo Corazón y es mi intención saludarlo por tres fines: el primero, para darte
gracias por tan insigne don; el segundo, para reparar las injurias que has recibido en
este sacramento; y tercero, para adorarte desde aquí en esta visita, en todos los
lugares de la tierra donde estés sacramentado. Jesús mío, te amo con todo mi
corazón. Me arrepiento de haber ofendido tantas veces en mi vida. Propongo
mediante tu gracia no ofenderte más en adelante, y ahora me consagro enteramente
a ti, renuncio a mi voluntad, a mis afectos, a mis deseos, a todo lo que me pertenece,
y te hago de ello donación. En adelante, haz de mí y de todas mis cosas cuanto te
plazca. No te pido ni quiero otra cosa que tu santo amor, la perseverancia final y el
perfecto cumplimiento de tu voluntad. Te encomiendo las lamas benditas del
purgatorio y en particular las más devotas del Santísimo sacramento y de María. Te
encomiendo también todos los pobres pecadores. Pon fin, oh salvador amantísimo,
uno todos mis afectos a los de tu amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a tu
Padre, pidiéndole en tu nombre se digne aceptarlos y oiga mis súplicas por amor
tuyo. Amén.

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