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La gracia que Eva nos arrebató, nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de
todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don
de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu
misericordia por medio de tu Hijo nuestro salvador. Todos: Gracias Señor, por
cuanto nos amas y nos llamas a la salvación.
Del santo Evangelio según San Mateo (1, 18-25).
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada
con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo,
estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo
ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un
ángel del Señor le dijo en sueños: “José hijo de David, no dudes en recibir en tu casa
a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por
boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien
pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-connosotros. Cuando José
despertó de aquél sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a
su esposa. Y sin que él hubiera tenido relaciones con ella, María dió a luz un hijo y él
le puso por nombre Jesús. Palabra del Señor.
¿Por qué José aceptó a María, estando embarazada por obra del Espíritu Santo?
Amado Jesús, me ofrezco a Ti. Me pesan todas las veces que te he ofendido a Ti y al
prójimo. Quiero hacer reparación por mis faltas pasadas y cumplir la voluntad de
Dios en todas las cosas, hoy y todos los días de mi vida. Ayúdame a orar, vivir y
trabajar, te suplico, para honor y gloria de Dios y para llevar a otros a tu presencia
en la Sagrada Eucaristía. Con tu amor y tu gracia quiero ayudar a llevar a muchas
almas al cielo para vivir contigo en la plenitud de tu amor, paz y alegría por toda la
eternidad.
Jesucristo, Señor mío, te ruego que ayudes a mi familia, amigos y seres queridos con
nuestras necesidades e intenciones, que concuerden con la voluntad de Dios. Amado
Jesús, te ruego que auxilies a todos los enfermos, los que sufren, los moribundos
(especialmente los que morirán este día) y los que ya han muerto. Recuerda, Señor,
a todos los que más necesitan el amor y la misericordia de Dios en ese día y en esta
misma hora. Dios mío, te ruego que des fuerzas a nuestro Santo Padre para que dirija
nuestra Iglesia en la plenitud de la verdad de nuestra fe. Envía a tu Espíritu Santo
sobre todos los sacerdotes y religiosas de nuestra Santa Madre Iglesia. Oro pidiendo
que todos ellos sean santos y verdaderos discípulos de la fe que Tú nos has
transmitido, para que nuestra Iglesia permanezca siempre Una, Santa, Católica y
Apostólica. Santa Catalina de Siena, ruega para que el Vicario de Cristo se oponga
siempre al espíritu del mundo.
Oración Final:
Nos despedimos con la oración de San Alfonso: Señor mío Jesucristo, que por amor
a los hombres estás día y noche en este sacramento, lleno de misericordia y amor,
esperando, llamando y acogiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo que estás
presente en el santísimo sacramento el Altar; te adoro ahí desde el abismo de mi
nada; te doy gracias por todos los beneficios que me has hecho, y especialmente por
haberte dado todo a mí en este sacramento, y por abogada a María, tu madre
santísima, y por haberme llamado a visitarte en este lugar santo. Saludo hoy a tu
amantísimo Corazón y es mi intención saludarlo por tres fines: el primero, para darte
gracias por tan insigne don; el segundo, para reparar las injurias que has recibido en
este sacramento; y tercero, para adorarte desde aquí en esta visita, en todos los
lugares de la tierra donde estés sacramentado. Jesús mío, te amo con todo mi
corazón. Me arrepiento de haber ofendido tantas veces en mi vida. Propongo
mediante tu gracia no ofenderte más en adelante, y ahora me consagro enteramente
a ti, renuncio a mi voluntad, a mis afectos, a mis deseos, a todo lo que me pertenece,
y te hago de ello donación. En adelante, haz de mí y de todas mis cosas cuanto te
plazca. No te pido ni quiero otra cosa que tu santo amor, la perseverancia final y el
perfecto cumplimiento de tu voluntad. Te encomiendo las lamas benditas del
purgatorio y en particular las más devotas del Santísimo sacramento y de María. Te
encomiendo también todos los pobres pecadores. Pon fin, oh salvador amantísimo,
uno todos mis afectos a los de tu amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a tu
Padre, pidiéndole en tu nombre se digne aceptarlos y oiga mis súplicas por amor
tuyo. Amén.