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OBJETIVOS
- Conocer las características organolépticas de los alimentos em función a la reologia
- Conocer las carateristicas físico-químicos de lo alimentos respecto a la reologia
Ademas del valor nutritivo de los alimentos existen otras propriedades de igual importância ya que
contribuyen a que os alimentos sean consumibles y aceptables, el objeto de procesado es producir,
transformar o conservar estas propiedades. Por outra parte, la ejecución de um proceso requiere de estas
propriedades, como se indican a continuación.
Textura y reologia
La textura entendida como el conjunto dsensaciones mecânicas que produce um alimento em la boca al
ser ingerido, es uma sensación compleja que depende de como fluye el alimento, como se deforma bajo
la presión o como se rompe bajo um esfuerzo, entre otras cosas. La textura esta muy relacionado a
reologia, sin enbargo como sensación fisiológica es determinada de fora práctica por catadores
entrenados o paneles de cata.
Color
Es um atributo físico que el ser humano puede distinguir com cierta precisión , ya que el ojo humano es
relativamente sensible al color, especialmente a la comparación, por lo que los colores de los alimentos
han de ser reprodicidos com cierta precisión. El color es um magnitud física compleja que requiere ser
definido rigurosamente com el fin de llegar a uma forma de representación convencional que permita
medirlo y transmitir la información em la industria alimentaria.
EL GUSTO
Como se ha indicado anteriormente la percepción del gusto se efectúa en las papilas
gustativas situadas en la lengua y en el paladar. Las sustancias no tienen en general un sabor
único: lo que se percibe suele ser una sensación compleja originada por uno o más de los
gustos básicos: ácido, salado, dulce y amargo.
Los productos que presentan gustos ácidos, salados y dulces permiten ,en general, establecer
reglas asociadas a las funciones químicas o a la estructura química del producto. Los gustos
salinos provienen en general de sales inorgánicas; los gustos dulces pueden predecirse a partir
de la estructura química; los gustos ácidos están definidos por funciones carboxílicas en
producto orgánicos y en el gusto característico de los ácidos inorgánicos.
El gusto amargo no obedece a reglas y en general suelen presentarse gustos amargos en
estructuras químicas muy dispares. Sin embargo, en aminoácidos y péptidos de bajo peso
molecular existen reglas bastante bien documentadas para predecir el gusto. Como curiosidad
señalaremos que el gusto amargo en bajas concentraciones sirve para resaltar o mejorar el
sabor de los alimentos y en ciertos casos como medida de la calidad.
Astringencia
Se le describe como una sensación seca asociada al sabor percibida, en la cavidad
bucal (no en la lengua) que produce un fuerte encogimiento de los tejidos y es de ordinario
debida a la asociación de taninos o polifenoles con proteínas o mucopolisácaridos de la saliva
para formar precipitados o agregados fuertemente hidrófilos. Es frecuente para muchos
individuos confundir o asociar la sensación astringente con el gusto amargo ya que numerosos
polifenoles o taninos presentan ambos sensaciones.
Algunos ejemplos de astringencia controlada presente en alimentos son el vino tinto y el té.
En el caso del vino se suele reducir la presencia de taninos y polifenoles mediante la adición
de proteínas de sangre (Hemoglobina) , hidrolizados de colágeno o gelatina. En vegetales o
frutos vegetales como el plátano o los nísperos, cuando la maduración es insuficiente aumenta
la astringencia confiriendo al producto sabores no deseables.
Efecto picante
Existen varias sensaciones no específicas o del trigémino neural que proporcionan una
contribución importante a la percepción del sabor mediante la detección de la sensación
picante, refrescante, de frío, umami o de atributos deliciosos, en los alimentos o sustancias en
general. La sensación característica quemante, cortante, aguijoneante que se conoce
colectivamente como picante es difícil de separar de las producidas por los efectos de
irritación química general y por los efectos lacrimógenos, que de ordinario se consideran
sensaciones independientes del sabor. Existen sustancias picantes estrictamente orales (no
contienen volátiles) como la pimienta negra y el jengibre, y otras como la mostaza, los
rábanos, las cebollas, el ajo o especies aromáticas como el clavo que producen picor y aromas
característicos. Las sustancias picantes se añaden a los alimentos, en general, para aumentar
su apetecibilidad y aceptación. Para la determinación estándar del efecto picante se emplea
pimienta negra y blanca.
Efecto refrescante
Esta sensación se produce cuando ciertas sustancias químicas entran en contacto con
los tejidos nasal u oral y estimulan receptores específicos del gusto o del olor. Son ejemplo de
este efecto la menta, la hierba buena o el xilitol. Para la determinación estándar del efecto
refrescante se emplea xilitol.
OLOR
La percepción del olor de los productos esta situada en las fosas nasales. Se emplean
varias técnicas para evaluar olores. Además de las técnicas instrumentales que emplean
cromatógrafos de gases y detectores de masas, las técnicas manuales implican el
conocimiento de como los receptores perciben los olores. El gusto es menos dependiente de la
intensidad, el olor es función de la interacción con los receptores olfativos y esta puede variar
en intensidad (concentración), temperatura (más volátiles) y tiempo de exposición y en
algunos casos la presencia de aditivos que aumentan la sensibilidad de los receptores
(glutamato, inosinato, guanilato, etc.).
El panelista de un ensayo de determinación de olor, puede provocar el flujo de aire a través de
su nariz de forma ascendente o descendente, es decir, no sólo olemos aspirando sino también
a través de la cavidad bucal se pueden percibir los olores ya sea de volátiles o de microgotas
transportadas hasta los receptores del olfato.
COLOR
De las propiedades organolépticas es la que más fácilmente puede ser estandarizada su
evaluación. Existen escalas de colores bien definidas que permiten comparar el color de
soluciones líquidas y sólidos, y espectrofotómetros especializados en la determinación del
color. No obstante se debe describir el color de los productos ya que hay matizaciones que
sólo el ojo humano es capaz de hacer. Tanto en líquidos como en sólidos pueden presentarse
interferencias en la percepción del color: transparencia, opalescencia en líquidos, tamaño de
partícula, brillo, opacidad en sólidos.
TEXTURA
La textura en sólidos en polvo y la apariencia en líquidos nos sirven para describir
conjuntamente varias propiedades físicas. La textura de los sólidos esta influida por el tamaño
de partícula, la higroscopicidad del producto, el molturado, la plasticidad, etc.
En los líquidos su “apariencia” varía fundamentalmente en función de sus propiedades
reológicas y de su homogeneidad.
b)Péptidos
Los péptidos pueden contribuir a proporcionar sabores (gusto+olor) favorables y
desfavorables. Más allá de las reacciones que puedan producirse en un medio complejo , en
presencia de otros compuestos, los péptidos de 2 a 10 aminoácidos pueden en función de su
carácter hidrófilo o hidrófobo presentar sabores amargos, dulces, salados y “umami” .Los
péptidos hidrófilos son usualmente dulces, y los hidrófobos amargos o agrios.
La estructura y composición en aminoácidos de los péptidos tiene importancia en el sabor que
confieren a los alimentos. Las cadenas laterales de los péptidos y la presencia de aminoácidos
básicos (arginina, histidina, etc.) como N-terminal , influyen grandemente en el sabor amargo.
Un método de prever el gusto amargo es en función de la energía libre. Cuando la energía
libre dividida por el número de aminoácidos de la cadena del péptido excede 1350 los
péptidos son amargos:
La hidrofobicidad de los aminoácidos no es la única razón de la presencia de gusto amargo.
En el péptido es necesario se presenten dos sitios reactivos con los receptores del gusto, uno
llamado de “enlace” y otro de “estimulación”. La sustitución en cadenas peptídicas de L-
aminoácidos por DL-aminoácidos reduce o modifica el gusto amargo, lo que indica la
importante estereoespecificidad del gusto amargo.
c) Aminoácidos
Péptidos y aminoácidos son el resultado de la hidrólisis de las proteínas. Los
aminoácidos sufren diversos tipos de degradación durante la hidrólisis, formándose derivados
por desaminación (-NH2) o descarboxilación, produciéndose modificaciones en la calidad
nutricional de los hidrolizados y en sus propiedades organolépticas. Los aminoácidos son muy
reactivos y contribuyen por diferentes vías a la generación de gustos, olores, colores, etc.
Los aminoácidos puros contribuyen también al sabor por sus propios gustos individuales.
La formación de sales de los aminoácidos modifica el gusto. Variaciones en el pH y la
concentración o presencia de otros aminoácidos altera el sabor individual. En productos
fermentados de pescado (anchoas y otros) los aminoácidos libres, conjuntamente con la
creatinina y nucleótidos son responsables del sabor.
La glicina, glutámico, alanina y arginina son los principales contribuyentes al gusto de las
carnes rebosadas y fritas. Los sabores cárnicos, los sabores a carne asada o hervida son
debidos a reacciones de aminoácidos sulfurados como la cistina con carbohidratos o la serina
y la treonina reaccionan con la glucosa en el tostado del café para formar pirazinas.
d) Grasas
Las grasas y aceites juegan un papel muy importante en el desarrollo de sabores anormales
por oxidación. La autooxidación de los lípidos y otras reacciones de degradación dan lugar a
la formación de aldehídos y cetonas volátiles que son los que confieren a los alimentos
sabores a pintura, grasos, metálicos, a papel, a cera, etc. cuando su concentración es
suficientemente alta. Sin embargo, muchos de los gustos y olores más deseables en los
alimentos, proceden de concentraciones modestas de estos mismos compuestos. En los
productos cárnicos, especialmente en los productos curados como el jamón, longaniza, fuet,
etc., los sabores identificativos de la calidad del producto son debidos esencialmente a los
compuestos de la degradación de las grasas, generados por microorganismos, autooxidación o
reacciones químicas.
Anatomía y fisiología
Las células receptoras del gusto se reparten por toda la cavidad oral, la faringe, la
laringe y el esófago; son células epiteliales modificadas localizadas en las yemas gustativas.
Sobre la lengua, las yemas se agrupan en estructuras superficiales denominadas papilas; en el
epitelio se encuentran también yemas gustativas extralinguales. Las células gustativas pueden
lesionarse debido a su localización superficial. Los agentes nocivos suelen entrar en contacto
con la boca mediante ingestión, aunque la respiración bucal asociada a obstrucción nasal o a
otras condiciones (p. ej., ejercicio, asma) permite el contacto de la mucosa oral con agentes
que se transmiten a través del aire.
El promedio de vida de la célula receptora es de diez días, lo que permite una recuperación
rápida cuando se produce una lesión superficial. Asimismo, el sentido del gusto depende de
cuatro pares de nervios periféricos: la parte anterior de la lengua de la cuerda del tímpano, una
rama del séptimo par craneal (VII); la parte posterior de la lengua y la faringe, del nervio
glosofaríngeo (IX); el paladar blando de la rama petrosa superficial mayor del VII par; y la
laringe/esófago del nervio vago (X). Por último, las vías centrales del gusto, aunque no se
conocen por completo en el ser humano parecen más divergentes que las vías olfatorias
centrales.
En el primer paso en la percepción del gusto se produce una interacción entre las sustancias
químicas y las células receptoras. Las cuatro cualidades del gusto, es decir, los sabores dulce,
agrio, salado y amargo, se expresan por diferentes mecanismos a nivel del receptor, y generan
en último término potenciales de acción en las neuronas gustativas (transducción).
Las sustancias con sabor difunden por las secreciones salivares y también por el moco
secretado alrededor de las células gustativas, para interactuar con la superficie de éstas. La
saliva asegura el transporte de las sustancias con sabor a las yemas y crea un ambiente iónico
óptimo para la percepción gustativa.
Las alteraciones del gusto pueden demostrarse por los cambios en los componentes
inorgánicos de la saliva. La mayoría de las sustancias estimuladoras del gusto son
hidrosolubles y difunden con facilidad; otras necesitan proteínas portadoras solubles para el
transporte hasta el receptor.
La cantidad y la composición de la saliva, por tanto, desempeñan un papel esencial en la
función del gusto. La mayoría de los estímulos salados se transducen cuando los iones
atraviesan un tipo específico de canal del sodio, aunque pueden intervenir también otros
mecanismos ciertas. Variaciones en la composición del moco del poro gustativo o en el
entorno de la célula gustativa podrían modificar el sabor salado., KEl sabor de la sal se
estimula por cationes como Na
Asimismo, los cambios estructurales en las proteínas de los receptores cercanos podrían
alterar la función de los receptores de la membrana.
El sabor agrio corresponde a la acidez. El bloqueo de los canales específicos del sodio
por iones hidrógeno es el fenómeno inductor de este sabor. Sin embargo, como sucede con el
sabor salado, se cree que existen otros mecanismos. Numerosos compuestos químicos se
perciben con un sabor amargo, incluidos cationes, aminoácidos, péptidos
y compuestos de gran tamaño. En la detección de estímulos amargos intervienen, al parecer,
mecanismos más diversos, como el transporte de proteínas, los canales del calcio, las
proteínas G y otras vías mediadas por un segundo mensajero
Las proteínas salivares pueden ser muy importantes para el transporte de estímulos lipofílicos
amargos a las membranas del receptor.
Los estímulos dulces se unen a receptores específicos relacionados con los sistemas de
segundos mensajeros activados por la proteína G. Según algunos estudios,
en los mamíferos los estímulos dulces pueden acceder directamente
a los canales iónicos
OLFATO
Existen tres sistemas sensoriales construidos específicamente para controlar el
contacto con sustancias ambientales: el olfato (olor), el gusto (sabores dulce, salado, agrio y
amargo) y el sentido químico común (detección de irritación o picor). Como requieren la
estimulación por sustancias químicas, se denominan sistemas “quimiosensibles”.
Los trastornos olfatorios consisten en alteraciones pasajeras o permanentes: pérdida completa
o parcial del olfato (anosmia o hiposmia) y parosmias (disosmia: olores distorsionados;
fantosmia: olores fantasma). Tras las exposiciones químicas, algunas personas describen un
aumento de la sensibilidad a los estímulos químicos (hiperosmia).
El sabor es la experiencia sensible generada por la interacción del olor, el gusto y los
componentes irritantes de los alimentos y las bebidas, así como por la textura y la
temperatura. Como la mayoría de los sabores dependen del olor, o aroma, de los alimentos
que se ingieren, las lesiones del sistema olfatorio se identifican con frecuencia como un
problema del “gusto”.
Anatomía y fisiología
Los receptores olfativos primarios se localizan en áreas de tejido, denominadas
neuroepitelio olfatorio, situadas en la porción más superior de las fosas nasales A diferencia
de otros sistemas sensoriales, el receptor es el nervio. Una porción de una célula receptora
olfatoria se envía a la superficie del epitelio nasal y el otro extremo se conecta directamente a
través de un axón largo a uno de los dos bulbos olfatorios del cerebro.
Desde aquí, la información se transmite hasta numerosas áreas cerebrales. Las sustancias
olorosas son compuestos químicos volátiles que deben contactar con el receptor olfatorio para
que se produzca la percepción del olor. Las moléculas olorosas son atrapadas y después se
difunden por el moco para unirse a los cilios situados en los extremos de las células del
receptor olfatorio.
Se ha descubierto recientemente una familia multigénica que codifica los receptores de olor
en los nervios olfatorios primarios. Esto ha permitido investigar cómo se detectan los olores y
la organización del sistema olfatorio. Cada neurona puede responder ampliamente a
concentraciones elevadas de diversas sustancias olorosas, pero sólo responderá a una o a unas
pocas si las concentraciones son bajas. Tras la estimulación, las proteínas del receptor de
superficie activan los procesos intracelulares que convierten la información sensorial en una
señal eléctrica (transducción).
No se sabe por qué finaliza la señal sensorial a pesar de la exposición continua al estímulo
oloroso.
Las porciones de los receptores olfatorios que se conectan de forma directa con el cerebro son
filamentos nerviosos finos que atraviesan una placa de hueso. Debido a su localización y
delicada estructura, estos filamentos son vulnerables a las lesiones
por cizallamiento causadas por golpes en la cabeza. Asimismo, como el receptor olfatorio es
un nervio, entra en contacto físico con las sustancias olorosas y conecta directamente con el
cerebro, las sustancias que penetran en las células olfatorias pueden viajar a lo largo del axón
hasta el cerebro. Debido a la exposición continuada a compuestos que lesionan las células
receptoras olfatorias, podría perderse la capacidad olfatoria en los primeros años de vida, si no
fuera por una cualidad de importancia fundamental: los nervios receptores olfatorios pueden
regenerarse y sustituirse siempre que el tejido no se haya destruido por completo.
Sin embargo, si el sistema se ha lesionado a un nivel más central, los nervios no se pueden
regenerar.
El sentido químico común se inicia por la estimulación de terminaciones nerviosas libres y
múltiples del 5º nervio craneal (trigémino) situadas en la mucosa. Con este sentido se
perciben las propiedades irritantes de las sustancias inhaladas y se desencadenan reflejos para
limitar la exposición a los agentes peligrosos: estornudos, secreción de moco, reducción de la
frecuencia respiratoria o, incluso, contención de la respiración.
Los estímulos de aviso intensos promueven la eliminación de la irritación lo antes posible.
Aunque el picor o irritación que producen las sustancias es de intensidad variable, en general,
el olor de una sustancia se detecta antes que la irritación . Sin embargo, una vez que la
irritación se ha detectado, pequeños aumentos de la
concentración aumentan la irritación más que la apreciación olorosa. El picor puede evocarse
por interacciones químicas o físicas con los receptores.
Las propiedades de aviso de los gases o vapores tienden a relacionarse con su solubilidad en
el agua. Las personas anósmicas requieren, al parecer, concentraciones mayores de agentes
químicos picantes para poder detectarlos, pero los umbrales de detección no aumentan con la
edad.
Tolerancia y adaptación
La percepción de los agentes químicos puede estar alterada por contactos previos. Se
desarrolla tolerancia si la exposición a un producto disminuye la respuesta a exposiciones
posteriores. La adaptación se produce cuando un estímulo constante o que se repite con
rapidez se acompaña de una respuesta cada vez menor.
La adaptación también tiene lugar cuando se ha producido una exposición prolongada a
concentraciones bajas o rápidamente, con algunos agentes químicos, en presencia de
concentraciones muy elevadas.
Esto último puede provocar una “parálisis” olfatoria rápida y reversible. El picor nasal
típicamente muestra menos adaptación y desarrollo de tolerancia que las sensaciones
olfatorias. Las mezclas de agentes químicos pueden alterar también las intensidades
percibidas. En general, cuando se mezclan sustancias olorosas, la intensidad olorosa total
percibida es menor de lo que cabría esperar al sumar las intensidades individuales
(hipoaditividad).
El picor nasal, sin embargo, muestra en general aditividad con la exposición a múltiples
agentes químicos y una sumación de la irritación con el tiempo.
Con sustancias olorosas e irritantes en la misma mezcla, el olor siempre se percibe con menor
intensidad. A causa de la tolerancia, adaptación e hipoaditividad, no debe confiarse en estos
sistemas sensoriales para valorar la concentración de agentes
químicos en el ambiente.
Los agentes ambientales pueden acceder al sistema olfatorio a través de la circulación
sanguínea o del aire inspirado y se han descrito casos de pérdida de olfato, parosmia e
hiperosmia. Entre los agentes responsables figuran compuestos metálicos, polvos metálicos,
compuestos inorgánicos no metálicos, compuestos orgánicos, polvos de madera y sustancias
presentes en diversos ambientes profesionales, como en los centros metalúrgicos y en las
fábricas Tras las exposiciones agudas y crónicas pueden roducirse
lesiones que serán reversibles o irreversibles, dependiendo de la interacción entre la
sensibilidad del huésped y el agente nocivo.
Los principales atributos de las sustancias son bioactividad, concentración, capacidad
irritativa, duración de la exposición, índice de aclaramiento y sinergismo potencial con otros
agentes químicos
La sensibilidad del huésped varía según el fondo genético y la edad. Existen diferencias,
dependientes del sexo, en el olfato, la modulación hormonal del metabolismo de las sustancias
olorosas y las diferencias en anosmias específicas. Las diferencias individuales dependen de
factores como consumo de tabaco, alergias,
asma, estado de nutrición, enfermedades previas (p. ej., síndrome de Sjögren), ejercicio físico
en el momento de la exposición, patrones de flujo aéreo nasal y, posiblemente, aspectos
psicosociales.
La resistencia del tejido periférico a la lesión y la presencia de nervios olfatorios uncionantes
pueden alterar la sensibilidad.
Los conductos nasales se ventilan con 10.000 a 20.000 litros de aire al día, que contienen
cantidades variables de agentes potencialmente dañinos. Las vías respiratorias superiores
absorben o eliminan casi por completo los gases muy reactivos o solubles y las partículas
mayores de 2 mm . Por suerte, diversos mecanismos previenen la lesión tisular. Los tejidos
nasales están enriquecidos con vasos sanguíneos, nervios, células especializadas con cilios
móviles y glándulas productoras de moco. Las funciones defensivas son la filtración y el
aclaramiento de partículas, la eliminación de gases
hidrosolubles y la identificación precoz de agentes dañinos mediante la detección mucosa y
olfatoria de agentes irritantes que desencadenan una alarma y evitan al sujeto una mayor
exposición.
Las concentraciones bajas de agentes químicos se absorben en la capa mucosa, son separadas
por los cilios funcionantes (aclaramiento mucociliar) y después se tragan. Los agentes
químicos pueden unirse a proteínas o metabolizarse con rapidez y convertirse en productos
menos dañinos. En la mucosa nasal y en los tejidos olfatorios residen numerosas enzimas
metabolizadoras .
A nivel del bulbo olfatorio, pueden existir también mecanismos de protección que impidan el
transporte central de sustancias tóxicas. El exceso de protección puede precipitar un ciclo de
empeoramiento de la lesión.
El aumento del flujo sanguíneo nasal y de la permeabilidad de los vasos sanguíneos provoca
hinchazón y obstrucción. La función ciliar, necesaria para el aclaramiento
mucociliar y para el olfato normal, puede estar alterada. Las variaciones del aclaramiento
aumentarán el tiempo de contacto entre los agentes nocivos y la mucosa nasal. Las
alteraciones intranasales del moco alteran la absorción de sustancias olorosas
o de moléculas irritantes. El exceso de potencia en la capacidad de metabolización de toxinas
favorece la lesión tisular, aumenta la absorción de toxinas y, posiblemente, incrementa la
toxicidad sistémica. El tejido epitelial lesionado es más vulnerable a exposiciones posteriores.
Asimismo existen efectos más directos sobre los receptores olfatorios. Las toxinas pueden
alterar el índice de recambio de las células receptoras olfatorias (normalmente, de 30 a 60
días), lesionar los lípidos de la membrana de las células receptoras, o modificar su ambiente
interno o externo.
Aunque es posible la regeneración, el tejido olfatorio lesionado puede mostrar alteraciones
permanentes o atrofia, o bien la sustitución del tejido olfatorio por tejido no sensorial.
Los nervios olfatorios proporcionan una conexión directa con el sistema nervioso central y
pueden servir como vía de entrada de diversos agentes exógenos, como virus, disolventes y
algunos metales.
AROMA Y SABOR
INTRODUCCION
La aceptación de un alimento depende muchos factores, entre los que destacan sus
propiedades sensoriales como el color, el aspecto, el sabor, el aroma, la textura y hasta el
sonido que se produce al masticar.
Se ha demostrado que la selección de alimentos y la percepción agradable o desagradable
dependen de factores sociales y culturales.
Los compuestos responsables del aroma y del sabor son los componentes que están en menor
concentración, pero tiene un efecto fundamental en la calidad y aceptación del alimento.
Si bien el aroma y el sabor de los alimentos son fisiológicos estrechamente relacionados entre
sí; los compuestos responsables en cada caso tiene propiedades físicas y químicas diferentes;
en el primero son sustancias de mayor peso molecular, no volátiles, solubles en agua y están
en menor número que aquellas relacionadas con el aroma, que forzosamente deben ser
volátiles para que lleguen a los centros olfativos. Otra característica fundamental es la
naturaleza quiral de estos compuestos, ya que los receptores químicos del aroma y sabor son
capaces de distinguir entre las diversas formas enantioméricas.
FLAVOR
Por flavor se entiende la sensación producida cuando se ingiere un alimento percibida
principalmente por los sentidos del gusto y del olfato. En ciertos casos, el flavor también
significa la suma de las características de la sustancia que produce la sensación. Durante el
procesado se potencia el flavor de los productos para hacerlos más apetecibles.
SABOR
El sabor implica una percepción global integrada por excitaciones de los sentidos del
gusto y del olfato, y en muchas ocasiones, se acompaña de estímulos dolorosos, visuales,
táctiles, sonoros y hasta de temperatura. Cuando se habla de sabor, en realidad se refiere a una
respuesta compuesta por muchas sensaciones y cuyo resultado es aceptar o rechazar el
producto. Aunque, estrictamente hablando, el sabor es sólo la sensación que ciertos
compuestos producen en la superficie de la lengua, el paladar y los receptores trigeminales. Si
bien una persona puede percibir cientos de sabores distintos, todos ellos son combinaciones
de los sabores primarios, como sucede con la percepción del color.
En general, el sabor se considera como un fenómeno multidimensional, integrado por cinco
sabores primarios: dulce, amargo, salado, ácido y umami. Este último se incluyó
recientemente como parte de los sabores primarios, debido al hallazgo de receptores
gustativos específicos. Cada uno de los sabores básicos corresponde a un determinado
compuesto; así, el sabor dulce es producido por diferentes compuestos, como azúcares,
aldehídos, alcoholes y cetonas; el sabor amargo es producido por alcaloide; el salado se debe
a las sales de sodio; el ácido es generado por iones hidrógeno; y el umami por aminoácidos
como el glutamato monosódico.
La identificación de cada sabor se lleva a cabo en la lengua y el paladar, aunque de manea
específica, ésta tiene lugar en los botones gustativos localizados dentro de las papilas
gustativas. Las papilas gustativas son de 4 tipos: fungiformes, filiformes, foliadas y
calciformes; se encuentran localizadas en zonas mas o menos definidas de la lengua, y cada
una de ellas contiene de 1 a15 botones gustativos. Alrededor de 100 células conforman la
estructura de los botones gustativos, aunque solo algunas actúan como receptoras del sabor, y
se encuentran localizadas alrededor de una terminal nerviosa. Las células receptoras
responden solo a uno de los cinco sabores primarios, aunque en un mismo botón existen
células receptoras para todos ellos, en diferente proporción, por lo que cada botón responde
preferentemente a un sabor específico. Para poder percibir el sabor de una sustancia, ésta debe
disolverse en la saliva y difundirse a través de un canal localizado en la parte superior del
poro gustativo. Las sustancias como sales y otros compuestos de bajo peso molecular, se
difunden rápidamente hacia los receptores, a diferencia de otras moléculas de mayor tamaño,
como proteínas que en general carecen de sabor. Una ves que alguna sustancia presente en la
superficie de la lengua llega a las células receptoras, ésta interacciona con las proteínas
receptoras de la membrana celular acopladas a las proteínas G ( sabores dulce, amargo y
umami) o bien, a través de los canales iónicos (salado y ácido), produciendo una diferencia de
cargas eléctricas entre el interior y el exterior de la membrana celular, lo que da lugar a la
liberación de los neurotransmisores y la transmisión del impulso nervioso al bulbo raquídeo y
al tálamo, donde la información se integra con las sensaciones del tacto y el olfato. Después la
información se envía a la corteza cerebral, donde el sabor es identificado 0.003 segundos
después. Las proteínas g en estado inactivo generalmente se encuentran cerca de las proteínas
receptoras; cuando el receptor es activado por contacto con alguna sustancia la proteína g
responde activándose a sí misma por un breve período, y después pasa a la forma inactiva. La
proteína G consta de tres subunidades llamadas alfa (gustidicina), beta y gamma. En su forma
inactiva las subunidades se encuentran unidas entre sí. La subunidad alfa esta asociada a una
molécula de guanosín difosfato (GDP); cuando el receptor activa la proteína G, la subunidad
alfa intercambia el GDP por una molécula de guanosín trifosfato (GTP), y se separa de las
subunidades beta y gamma. La subunidad alfa-GTP activa la encima adenilato ciclasa que
transforma el ATP en 3-5-AMP cíclico, el cual actúa como segundo mensajero, mientras que
las subunidades beta y gamma inducen un aumento en la concentración de calcio intracelular.
Lo que en conjunto lleva a la liberación de neurotransmisores y la transmisión del impulso
nervioso.
b)Sabor amargo
La percepción del sabor amargo es similar a la del dulzor debido a su dependencia
estereoquímica con las moléculas que desencadenan este estímulo. La mayoría de las
sustancias amargas poseen la unidad AH-B idéntica a la de las moléculas dulces, así como un
grupo hidrófobo (γ). La orientación de las unidades AH-B en el receptor genera una respuesta
dulce o amarga, lo cual explica que los D-aminoácidos sean dulces y los isómeros L posean
un sabor amargo. Al parecer, cuando AH y B se reduce a la mitad, la percepción se
transforma de dulce a amargo; en estas condiciones la cercanía de estos grupos induce el
establecimiento de puentes de hidrógeno intramoleculares que provocan una pequeña
hidrofobicidad y hacen que la molécula no produzca puentes de hidrógeno abiertos como en
el caso del dulce. La mayor parte de las sustancias responsables del sabor amargo son
compuestos orgánicos que contiene nitrógeno y alcaloides, presentes en fármacos y sustancias
potencialmente tóxicas.
c)Sabor salado
La sensación de lo salado se debe fundamentalmente a las interacciones de los
cationes y los aniones con los receptores de la lengua, así como sucede con el sabor amargo.
Los cationes causan el sabor salado y los aniones lo inhiben, además a concentraciones bajas
pueden producir un sabor dulce. El cloruro de sodio se toma como referencia del sabor salado
y a diferencia de otras sales, incrementa la salivación y la percepción del dulzor, además,
enmascara o disminuye notas metálicas y amargas.
Las sales inorgánicas de sodio y litio como NaCl y LiCl, con un diámetro iónico inferior a 6,5
Å, producen únicamente sabores salinos, mientras que el potasio y otros iones producen notas
salinas y amargas. A medida que aumenta el diámetro iónico de la sal, el sabor salado se
reduce y se incrementa lo amargo, así el KCl (6,28Å), el CsCl (6,96Å) y el MgCl2 (8,5Å),
resultan amargos en orden creciente. Algunos aniones como el lauril sulfato de sodio y los
polifosfatos, no solo enmascaran el sabor del catión sino que producen una sensación de sabor
compleja que se describe como jabonosa o básica.
d)Sabor ácido
El sabor ácido es considerado como el más simple de todos los sabores y es causado
por muchos sustancias que en disolución generan iones hidrógeno; el ácido clorhídrico se
emplea se emplea como estándar del sabor ácido. Sin embargo, cada sustancia llega a tener
otras notas, como el ácido cítrico que produce cierto dulzor. En las mismas condiciones de
pH, los ácidos orgánicos, como el acético tienen un sabor ácido de mayor intensidad que
ácidos de los minerales; sin embargo, a valores de pH de 6,5 la diferencia en el sabor es
mínima. La percepción en el sabor ácido depende de la naturaleza de la molécula, del pH, de
la acidez y del efecto amortiguador de la saliva, así como de otros componentes presentes en
el alimento. Recientemente, se ha señalado que la intensidad del sabor ácido es proporcional a
la sima de la concentración molar de los iones hidrógeno libre; donde el grado de ionización
de los ácidos orgánicos depende del pH del sistema.
e)Umami
Al tradicional cuarteto de sabores que conocíamos, se sumaba, a comienzos del siglo
pasado, un inesperado 5º sabor, más difícil de identificar, el umami.
Aunque su aceptación ha sido recientemente, su descubrimiento se remonta a principios del
S.XX, cuando fue identificado por el investigador japonés Kikunae Ikeda. Ikeda, atraído por
el sabor de las algas marinas, logró aislar la molécula responsable en 1908, demostrando que
el secreto de su particular sabor, era un aminoácido, el glutamato monosódico. Más tarde se
comprobaba que la percepción del umami se veía muy aumentada cuando, además del
aminoácido, había otra sustancia química en el alimento ingerido, un nucleótido llamado IMP.
Percibir el sabor umami es, para quienes no lo conocen, casi tan difícil como describirlo. Se
detecta un rasgo común en el sabor de espárragos, tomates, quesos o carnes, alimentos
fundamentalmente proteicos y en la salsa de soja. De todas maneras la existencia de este sabor
en los alimentos puede verse eclipsada por otros mas fuertes y pasar desapercibido.
A principios del año 2000, se halló un receptor gustativo específico para el glutamato
monosódico y otros similares, que fue aceptado como la prueba definitiva de que el umami es,
sin lugar a dudas, un sabor básico. El receptor (mGluR4) fue hallado en la lengua de roedores,
en los que se había observado una percepción del gusto muy similar a la de los seres
humanos.
Recientemente se ha identificado un nuevo receptor gustativo que responde a los
aminoácidos, y que podría estar implicado en la percepción de ese 5º sabor. El receptor de los
aminoácidos forma parte de una familia de receptores ya conocida por los investigadores: los
T1Rs. En concreto, el T1R2 y el T1R3 habían sido identificados hace unos años como
componentes del receptor del sabor dulce.
Esta vez ha sido otra combinación, la de las moléculas T1R1 y T1R3, la identificada como
receptor gustativo de los aminoácidos en mamíferos. Se ha demostrado que el T1R1+3
funciona como un sensor que detecta casi una veintena de aminoácidos esenciales en la forma
en que se encuentran normalmente en la naturaleza.
Se ha comprobado así que existe una estrecha relación de parentesco entre el receptor de los
sabores dulces y el receptor gustativo de los aminoácidos, que tienen en común el receptor
T1R3. Además, los científicos comprobaron que los nucleótidos, y en concreto la IMP,
aumenta la respuesta de los receptores de aminoácidos, confirmando su implicación en la
percepción del sabor umami.
El umami incrementa la sensación de dulzor en alimentos ácidos, amplifica la sensación de
sabor producida por diversas sustancias y modifica el tiempo de residencia con los receptores
gustativos, balanceando la percepción del sabor en general. El adenosín-monofosfato (AMP),
que fue aprobado por la administración de Drogas y alimentos de Estados Unidos (FDA)
como bloqueador del sabor amargo, también se relaciona con el grupo de compuestos
responsables del umami.
AROMAS
El olor es una sustancia volátil percibida por el sentido del olfato y por la acción de
inhalar. En muchas ocasiones, este término tiene una connotación desagradable, ya que los
que generalmente se consideran agradables reciben el nombre de aromas.
Para que pueda percibirse algún olor, la molécula estimulante debe ser volátil (de bajo peso
molecular) y además, se requiere de una corriente de aire para que la transporte a los centros
olfativos de la nariz; éstos son muy sensibles, tienen un alo poder discriminatorio, son capaces
de captar aproximadamente 10.000 compuestos diferentes en 20 niveles de concentración y
con un umbral mínimo de 10-18 molar. Además de que la cantidad del agente activo es muy
importante para captar un determinado olor, la velocidad de flujo a través del conducto nasal
influye en forma decisiva; por esta razón, el umbral de percepción puede ser modificado hasta
100 veces, al estimular el sistema nervioso simpático, ya que éste controla el tamaño de los
vasos sanguíneos y por tanto el volumen de aire que circula en la nariz. Debido a que este
sistema depende a su vez de los estados de salud y psicológico del individuo, la sensibilidad
para captar un olor puede cambiar de un día a otro, o incluso durante un mismo día. Además,
el cerebro no sólo puede captar y reconocer los miles de compuestos odoríferos, también
puede almacenar la información y recordarla después de largos periodos de tiempo. Al igual
que en el sabor, se distinguen 7 olores primarios descritos: alcanfor, etéreo, mentolado, floral,
pungente, pútrido y almizcle o perfumado.
El ser humano tiene de 10 a 20 millones de receptores olfativos localizados en una superficie
de 10 cm2 de la región posterior de la nariz. Cuando un compuesto volátil llega al epitelio
olfativo situado en el techo de la cavidad nasal, se acopla a receptores específicos, la unión o
acoplamiento entre el compuesto odorífero con el receptor se produce por afinidad química, al
igual que en la percepción del sabor, ésta depende de la estructura química de la sustancia en
cuestión, generando una señal nerviosa que puede procesar el cerebro. Cada olor se
caracteriza por la activación de varios receptores, la combinación de estos receptores es
propia de cada olor y permite que el cerebro lo reconozca. Una molécula volátil es capaz de
acoplarse a varios receptores, y a su vez, un mismo receptor interviene en olores distintos. Por
lo que, cuando el compuesto activo llega al epitelio olfativo, genera un patrón de activación
específico que se transmite al bulbo olfativo, donde la información es reorganizada para crear
un mapa exclusivo del olor que se está percibiendo y que permite al cerebro reconocer la
naturaleza de cada aroma. La acción del agente activo depende de su tamaño y de sus grupos
funcionales, por lo que la estereoquímica desempeña un papel muy importante. Cambios aún
muy pequeños en la calidad y la concentración en la composición del olor pueden modificar el
patrón de percepción y modificar la calidad del olor percibido. Por ejemplo el trans-2-enal,
por encima de su límite de percepción (0.1 µg/kg), tiene un olor a madera, por arriba de 8
µg/kg tiene un olor a grasa y a 30µg/kg el olor se vuelve desagradable. Asimismo, en el caso
de los aldehídos, el tamaño de la cadena es determinante para que se produzca una percepción
sensorial específica.
A continuación se indican algunos ejemplos de olores complejos y sus componentes olorosos
primarios:
Almendra: alcanfor, floral, mentolado
Limón: alcanfor, floral, mentolado, picante
Ajo: etéreo, picante, pútrido
Rancio: etéreo, mentolado, picante
MATERIALES DE EMPAQUETAMIENTO
El empaque juega un papel primordial en la percepción de aroma y sabor, dado que
tiene como principal función proteger al producto y prolongar la vida útil. Desde el punto de
vista de la química del sabor, el material de empaque debe evitar la pérdida de compuestos
odoríferos ajenos al producto, brindar protección contra reacciones de deterioro como la
oxidación, y sobre todo no interactuar con los componentes del producto.
MECANISMOS DE LA GENERACIÓN DE AROMAS Y SABORES
Las principales reacciones en la generación de los compuestos responsables del aroma
y sabor son la hidrólisis y la oxidación de lípidos, reacciones enzimáticas, reacciones de
oscurecimiento no enzimático y reacciones fotoquímicas. Los compuestos del sabor son
moléculas que pueden ser no volátiles (con baja presión de vapor, como sacarosa, glucosa,
capsaicina, etcétera) o volátiles, que al entrar en la boca se volatilizan y generan aromas; las
primeras sólo estimulan el sentido del gusto, y las segundas estimulan tanto el gusto como el
olfato; estos compuestos derivan primordialmente de la hidrólisis de proteínas, carbohidratos,
lípidos, ribonucleótidos y pigmentos. Estos biopolímeros tienen muy poco efecto en el gusto,
pero los productos provenientes de la hidrólisis generan sabores dulce, salado, amargo, ácido
y umami en alimentos y bebidas. Por otra parte, los compuestos del aroma son compuestos
volátiles de bajo peso molecular, generados por la oxidación de lípidos, reacciones de
Maillard, caramelización, degradación y por la interacción de los productos de estas
reacciones. Debido a que cada uno de los constituyentes de los alimentos (tanto frescos como
procesados) es un sustito potencial en alguna transformación química, enzimática o
microbiológica, el número de reacciones que éstos favorecen es muy grande, por lo que existe
una amplia variedad de compuestos tales como ácidos, alcoholes, aldehídos, azúcares,
cetonas, ésteres, éteres, furanonas, furanos, mercaptanos, terpenos, sales, aminoácidos,
lactosas, pirazinas, pirroles, piridinas, pirimidinas, piranonas, sulfuros, oxazoles, oxazolinas,
tiofenos, tiazoles y otros, que forman parte del sabor y del aroma de muchos productos.
Tradicionalmente se ha considerado que la síntesis de todas estas moléculas químicamente tan
distintas, se efectúa mediante uno de los cuatro mecanismos siguientes: biosintético,
enzimático directo, enzimático indirecto y pirolítico.
Aminoácidos:
alanita, valina, Ácido pirúvico, acetaldehído, etanol, isopropanal, isopropanol,
leucina, isoleucina, ácido α-ceto-isobutírico, 3-metilbutanal, 3-metibutanol, ácido α-
fenilalanina, serina, ceto-isocaproico, 2-metilbutanal, 2-metilbutanol, benzaldehído,
treonina, glicina, fenilacetaldehído, cinamaldehído, hidroximaldehído, ρ-
cistina, cistéina, hidroxibenzaldehído, ρ-hidroxi-fenilcetaldehído, ρ-hidroxi-
serina cinamaldehído, tiazoles, glioxal.
Ácidos orgánicos:
cítrico, málico,
oxalacético, láctico Ácido pirúvico, acetaldehído, etanol
Carotenoides: β-
caroteno β-ionona
A pesar de que todos los vegetales deben su aroma a las diversas rutas metabólicas,
existen diferencias entre aquellas que se presentan en las frutas y las de las verduras. El
etileno es un gas conocido como hormona universal de maduración y es producida por la
mayoría de las frutas y vegetales; se sintetiza a partir de la metionina vía la S-adenil
metionina y el ácido aminociclopropano-1-carboxílico (ACC) por la acción de las enzimas
ACC-sintetasa y ACC oxidasa. Esta hormona induce la maduración al igual que la
senescencia o envejecimiento en frutas y tejidos vegetales. Las frutas se dividen en dos grupos
de acuerdo con la producción y la respuesta al etileno como: frutas climatéricas (plátano,
aguacates, manzanas, peras, tomate, etcétera) y frutas no climatéricas (uvas, fresa, cítricos,
sandía, etcétera). Las frutas crecen en la planta hasta alcanzar un máximo, para dar inicio a la
maduración; en las frutas climatéricas, este proceso es acompañado por un aumento en la tasa
de respiración y producción de etileno, a diferencia de las frutas no climatéricas cuya tasa de
respiración basal no aumenta luego de alcanzar su máximo crecimiento. Las frutas
climatéricas generalmente se recolectan inmaduras para distribuirlas comercialmente, y
terminan de madurar fuera del árbol; se recomienda evitar la acumulación de etileno y reducir
la temperatura, para aumentar su periodo de conservación. Aunque, hay frutas climatéricas
como la manzana que tienen una actividad respiratoria baja y que pueden almacenarse durante
más tiempo. La presencia de etileno también puede reducir la vida útil de frutos y vegetales,
por ejemplo, el brócoli tiene una producción de etileno muy baja, pero es muy sensible a éste
compuesto y muestra un cambio en la coloración del verde al amarillo, en demérito de sus
características de calidad.