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3. LA ACCION EJECUTIVA:
Para intentar una acción ejecutiva, es decir, para que pueda exigirse
ejecutivamente el cumplimiento de una obligación, es necesario que concurran los
siguientes requisitos:
3°. Que la obligación sea líquida, tratándose de obligación de dar; que sea
determinada, en el caso de obligación de hacer; o que sea susceptible de
convertirse en la obligación de destruir la cosa hecha, tratándose de obligación de
no hacer; y
Esa declaración solemne a que nos hemos referido puede tener su origen en:
En todo caso, cualquiera que sea el origen del título ejecutivo, la manifestación de
voluntad debe ser expresada en forma solemne, y las solemnidades consisten en
que:
Asimismo, cabe tener presente que quien crea los títulos ejecutivos es la ley, pues
solo ella puede atribuir mérito ejecutivo a determinados títulos, lo que no se
contradice con los orígenes del título, pues si un contrato tiene mérito ejecutivo, es
por cuanto la ley lo permite.
En consecuencia, no hay más títulos ejecutivos que aquellos que señala la ley.
1. Sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria (Art. 434 N° 1C. P. C.)
2. Desde que se notifique el decreto que la manda cumplir, una vez que terminen
los recursos deducidos; o
3. Desde que transcurran todos los plazos que la ley concede para la interposición
de esos recursos, sin que se hayan hecho valer por las partes, caso en el que,
tratándose de sentencias definitivas, certificará el hecho el secretario del tribunal a
continuación del fallo, el cual se considerará firme desde este momento, sin más
trámites. (Art. 174 C. P. C.).
2. Copia autorizada de escritura pública (Art. 434 N° 2 C. P. C.)
Instrumento privado es aquel que deja constancia de un hecho sin que se haya
observado solemnidad alguna en su otorgamiento.
Para obtener uno de esos reconocimientos es preciso cumplir con una gestión
preparatoria de la vía ejecutiva, que se verá más adelante, con el fin de preparar la
ejecución. Por ende, son títulos imperfectos o incompletos.
Por otra parte, hay ciertos instrumentos privados en que, pese a carecer de la
necesaria autenticidad, la ley les confiere mérito ejecutivo. Ellos son:
A. Letras de cambio o pagarés, en que el aceptante o el suscriptor,
respectivamente, no hayan objetado como falsa su firma al tiempo de protestarse
el documento por falta de pago, siempre que el protesto haya sido personal. Es,
por ende, un título perfecto.
“El protesto personal -han sostenido los Tribunales- constituye una presunción de
reconocimiento de firma que se deduce del hecho de no alegarse su falsedad al
ser requerido de pago, reconocimiento a que es permitido tal valor, ya que en el
acto interviene un ministro de fe que certifica que no se alegó tacha de falsedad,
única excepción que se permite al aceptante para excusar el pago de la deuda".
Ahora bien, si se tacha de falsa la firma, ella se tramita como incidente debiendo,
el demandante, probar con todos los medios de prueba, la autenticidad de ella,
incluyendo la confesión.
Existen personas naturales y jurídicas, entre estas últimas con mayor frecuencia,
que están facultadas por la ley para emitir ciertos títulos de crédito como manera
de atraerse capitales, los cuales devengan intereses. La materialidad de estos
títulos está formada por el documento que se desglosa del libro talonario en que
se contabiliza la emisión y los cupones que representan los intereses.
7. Cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva (Art. 434 N° 7 C. P.
C.)
De este número se concluye que la enumeración que efectúa el artículo 434 no es
taxativa pues hay leyes especiales que otorgan mérito ejecutivo a determinados
títulos.
3°. Que la obligación sea líquida, tratándose de obligación de dar; que sea
determinada, en el caso de obligación de hacer; o que sea susceptible de
convertirse en la obligación de destruir la cosa hecha, tratándose de obligación de
no hacer de que se trate.
A. Obligación líquida
1o Sobre la especie o cuerpo cierto que se deba y que exista en poder del deudor;
Si del título aparece una obligación en parte líquida y en parte ilíquida, puede
procederse ejecutivamente por la primera y el resto reclamarse por la vía
ordinaria. (Art. 439 C. P. C.)
B. Obligación determinada
C. Obligación convertible
La falta de ejercicio de una acción judicial, por el solo transcurso del tiempo,
contado desde que la obligación se hizo exigible, extingue esa acción por medio
de la prescripción.