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PRESUPUESTOS PROCESALES Y CONDICIONES DE LA ACCIÓN EN

EL PROCESO CIVIL.
PRESUPUESTOS PROCESALES Y CONDICIONES DE LA ACCIÓN EN EL PROCESO CIVIL.
ACTUALIDAD DE DOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES*
RODRIGO RIVERA MORALES
INTRODUCCIÓN

La problemática sobre los presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo,


generalmente en la doctrina, ha sido abordada con ambigüedad y sin el rigor que merece. Se
trata de un tópico que requiere un replanteamiento frente a la desviación negativa que se le
ha dado, unida a soluciones plagadas de posturas concretas que han permitido un
tratamiento despectivo, debiendo realizarse una fusión de los presupuestos dentro del
género de los requisitos formales del proceso, cuyas medidas sustanciales son las garantías
constitucionales de la tutela efectiva y el debido proceso. Para procesar y emitir
pronunciamiento de fondo de manera valida y eficaz sobre la situación jurídica sustancial, es
indispensable la existencia de un proceso que se constituya y desenvuelva con todas las
garantías constitucionales y conforme a normas de derecho procesal. Es importante
reconocer la posibilidad de poner en entredicho la validez del itinerario doctrinario sobre los
referidos presupuestos, circunscribiendo esta temática en un lugar más coherente con los
principios que rigen el sistema procesal.
Por otra parte, hay que examinar la finalidad del proceso en el marco de los valores y
principios constitucionales que ha asumido la sociedad en donde se desenvuelve. Por lo
general, se ha predicado en las constituciones democráticas garantistas que el proceso es un
instrumento de la justicia, y que a través de él se debe lograr la tutela efectiva. Esta tutela
debe alcanzarse en forma breve y expedita, o sea en plazo razonable. De suerte, que cuando
el juez de la causa, no emite pronunciamiento sobre el fondo del asunto sometido a su
consideración, porque existen factores que se lo impiden, y dado que el juez tiene solamente
el deber de emitir una decisión en la que puede declarar cuáles son las razones en cuya
virtud considera que no puede entrar en el examen de la causa y que no puede, por
consiguiente, adoptar una providencia de mérito, se estaría en presencia de un derroche
procesal y una afectación de la justicia. Pensemos, por ejemplo, se dicte reposición porque el
demandado es incapaz y no tuvo representación adecuada, lo que impone que el proceso
pueda repetirse lo que encarnaría una dilación procesal. La anormal duración del proceso
comporta una denegación de justicia, por lo cual debe reducirse al mínimo posible, revisando
ab initio que la relación procesal se constituya válidamente. Sin embargo, la purga para un
proceso válido y la celeridad no debe traducirse en mengua del derecho de defensa ni de las
garantías del debido proceso.
Por ello, nos hemos propuesto revisar la tesis de los presupuestos procesales en el marco de
las garantías constitucionales, un poco mirándola desde la perspectiva jurisprudencial
venezolana en comparación que la doctrina general Iberoamericana.
I. DERECHO A LA JURISDICCIÓN Y DERECHO DE ACCIÓN

En el mundo contemporáneo, el Estado, como forma superior de organización social es el


responsabilizado de la paz social, asume el rol de regular la solución de los conflictos de
intereses y prohíbe cualquier forma de justicia particular –venganza privada o hacerse
justicia por sí mismo-. En la Constitución –norma suprema- de cada Estado se consagran los
derechos ciudadanos, sus garantías, establecen las formas de producción jurídica regulando
el ejercicio, disfrute y protección de los derechos. En la Constitución se define la organización
y forma de la administración de justicia, se regula lo relativo al monopolio y ejercicio de la
jurisdicción.
Esta regulación de la administración de justicia y de la jurisdicción genera consecuencias
tanto para los individuos como para el propio Estado. Para los individuos, le quita la
posibilidad de reacción directa y privada para la realización y defensa de sus intereses: para
el segundo, crea el deber de prestar la tutela jurisdiccional efectiva a cualquier persona que
la solicite .
Por eso, con justa razón se ha dicho que el derecho a la tutela jurisdiccional es el derecho de
toda persona –natural o jurídica- a que se le haga justicia en caso de conflicto que afecten
sus derechos e intereses; a que cuando pretenda protección, bien sea porque le hayan sido
atacados sus derechos o porque pretenda el cumplimiento por parte de otra persona, esta
pretensión sea atendida por un ente jurisdiccional, en el cual se realice un proceso con todas
las garantías establecidas constitucionalmente .
La mayoría de Constituciones –España art. 1; Colombia art. 2; Venezuela art. 2; Argentina
en el Preámbulo; Brasil en el Preámbulo –consagran la Justicia como uno de los valores
fundamentales que el ordenamiento, el Estado y los ciudadanos deben perseguir, de manera
que su realización constituye una finalidad superior en la actuación de los órganos del
Estado; en todo caso en aquellos países en los cuales no se haya establecido en norma
constitucional, la jurisprudencia de la jurisprudencia ha interpretado que es un valor superior
y finalidad del Estado. Uno de los medios de que puede valerse el Estado es el proceso, pues
a través de él se establecen los mecanismos apropiados para brindar tutela efectiva y
hacerse cumplir lo dispuesto en el mismo. Surgiendo así con fuerza la idea de la función
jurisdiccional del Estado, que no es más que la actividad de juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado por medio de Jueces y tribunales jurisdiccionales, independientes, responsables y
sometidos únicamente a la ley.
La doctrina está conteste que el derecho a la jurisdicción es un derecho prestacional de
configuración legal , por tanto su ejercicio está dependiente de los presupuestos y requisitos
procesales que, en cada caso haya establecido el legislador , el cual no puede actuar
caprichosamente ni afectar el núcleo esencial del derecho.
En este sentido es repetido el criterio en la doctrina académica y jurisprudencial que el
derecho a la tutela judicial efectiva se satisface también con una respuesta de inadmisión
fundada en una causa legal, que haya sido apreciada razonablemente por el órgano judicial.
En decisión del Tribunal Constitucional de España, STC 158/2000, de 12 de junio -la cual
reitera criterios de SSTC 8/1998, de 13 de enero; 122/1999, de 28 de junio y 167/1999, de
27 de septiembre-, se expresa que “Igualmente venimos sosteniendo que, con carácter
general, la decisión sobre la admisión o no de una demanda, así como la verificación de la
concurrencia de los presupuestos y requisitos materiales y procesales de la misma son
cuestiones de estricta legalidad ordinaria, cuya resolución corresponde exclusivamente a los
órganos judiciales en el ejercicio de la potestad que privativamente les confiere…”.
Doctrina que en Venezuela se ha aceptado de la siguiente manera: la Sala Constitucional
expresa:
“Cuando se rechaza in limine litis la acción, no hay negativa al derecho de acceso a la
justicia, ya que se está emitiendo un fallo, en pleno ejercicio de la función jurisdiccional. A
juicio de esta Sala es un requisito de la acción, que quien la ejerce tenga interés procesal,
entendido éste como la necesidad del accionante de acudir a la vía judicial para que se
declare un derecho o se le reconozca una situación de hecho a su favor. Si teóricamente es
irrelevante ir a la vía judicial para obtener la declaratoria del derecho o el reconocimiento o
constitución de la situación jurídica, o para preservar un daño, la acción no existe, o de
existir, se extingue, si cesa la necesidad de incoar la actividad jurisdiccional. […]S.
Constitucional, sentencia Nº 956, de 01-06-01.
Por otra parte, hay que manifestar que en relación al derecho a la jurisdicción y el derecho
de acción se tiende a considerarlos equivalentes. En la doctrina venezolana, se puede
observar esta situación así: La Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia
los pocos meses de la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela equiparó la facultad de solicitar la tutela judicial con la acción, al afirmar:
“La acción se corresponde desde el punto de vista subjetivo con el derecho que tienen los
particulares de solicitar a los órganos jurisdiccionales la tutela de sus derechos e intereses,
facultad está que se contrapone con la potestad juzgadora del Estado. Ahora bien los sujetos
de derecho ejercen esta facultad, según la naturaleza jurídica de la pretensión, mediante la
demanda u otra institución procesal tendiente a la iniciación del proceso como la denuncia, el
recurso y las solicitudes incoadas ante los tribunales. (SPA 29-3-00, exp. 11.611, dec. 700)
Por su parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, definió la acción, así:
“La acción es el derecho de las personas a exigir de los órganos jurisdiccionales, mediante el
proceso, la resolución de una controversia o de una petición, independientemente de que
obtengan o no sentencia favorable. La acción pone en movimiento a la jurisdicción y una de
las formas de su extinción es la sentencia que finaliza definitivamente el proceso. Con el
ejercicio del derecho de acción se crea en el Estado, por intermedio del órgano jurisdiccional
competente, la obligación de prestar la función jurisdiccional. (SCon 29-6-01, exp. 00-2350,
dec. 1167)
La definición citada alude, en principio, al derecho a la acción, pero al referirse a su ejercicio
que hace nacer la obligación de ejercer la función jurisdiccional, apunta a la acción como
acto que pone en marcha la jurisdicción. Apreciamos en esta decisión que se asume que hay
diferencias entre ambos conceptos. En ella, se expone que el derecho a la jurisdicción parte
de una derivación del derecho de acción dentro en el marco del tradicional derecho a pedir .
Ya el jurista español ALMAGRO NOSETE , había sostenido la tesis de que “así como la idea
del derecho de petición viene ligada a un concepto de actuación pasiva, que se limita a pedir
y a esperar: y en cierto sentido, a una actividad de concesión por parte de la Administración,
el derecho a la jurisdicción supone pedir, probar, concluir, en suma, una serie de actividades
que, no son sólo de incoación, sino de continuidad e insistencia”.
Obsérvese que se caracteriza a la acción como la posibilidad, garantizada por la Constitución,
de acudir ante el servicio público de la jurisdicción (en ejercicio de esa función) a realizar
determinadas peticiones; y en consecuencia es una posibilidad absoluta ya que todos tienen
esa misma “posibilidad”, con derecho lesionado o no, independientemente del interés y de la
legitimidad. La acción es un derecho constitucional, sin condicionamiento alguno, en ejercicio
pleno de la libertad, que una vez que se ha ejercido, otorga el “derecho de acceso a la
jurisdicción”, el cual consiste en el “acceso a la justicia”, “derecho a la defensa y obtener
solución en plazo razonable” y, decisión conforme a derecho y que este pronunciamiento sea
efectivo, o sea que la sentencia sea eficaz .
En nuestro criterio preferimos expresar que acción es un acto de contenido procesal
consistente en la actuación de parte que pone en marcha la jurisdicción, garantizada por el
derecho constitucional de acceso a la justicia –derecho a la jurisdicción-. Bajo esa
perspectiva es obvio, que el derecho a la acción puede concebirse como el derecho subjetivo
que tiene toda persona de pretender la intervención del órgano jurisdiccional para la
resolución de controversias jurídicas mediante la declaración de la voluntad de ley aplicable
al caso concreto. Es claro que su carácter procesal deviene de la finalidad de la misma que
es la protección jurisdiccional .
La acción tiene por objeto que se realice un proceso. No importa que el proceso termine
normal o anormalmente. La acción no tiende a que se produzca un determinado
pronunciamiento, sino simplemente que se profiera una sentencia. En este sentido puede
considerarse la acción como petición de juicio y en último extremo exigencia del derecho .
Lo que si no deja lugar a dudas es que tanto el derecho a la jurisdicción como el derecho de
acción, son derechos constitucionalizados, pero de configuración legal. Puede expresarse en
esta dirección que el Derecho procesal aparece regulando jurídicamente el ejercicio de la
función jurisdiccional y el desarrollo del proceso, de suerte que las normas procesales no son
solamente un mero instrumento atemporal, sino ante todo, como un sistema de garantías
que posibilitan la obtención de tutela efectiva mediante un enjuiciamiento justo. La
regulación que se establece de estos derechos está bajo el marco superior de un sistema de
garantías.
Obviamente, el proceso jurisdiccional, concebido como un sistema de garantías de carácter
público, obligatoriamente debe estar imbuido en su actividad en la existencia de tales
garantías. Las normas procesales han de ser interpretadas a la luz de los principios, valores
y garantías constitucionales y por ello en el sentido más favorable para hacer efectivo la
tutela judicial y el debido proceso. Esto supone en el proceso civil, entre otras cosas: respeto
al principio dispositivo de las partes, proceso sin dilaciones indebidas, plazo razonable,
libertad probatoria, derecho de defensa, derecho a recursos.
Debe recordarse que la tutela jurisdiccional de las situaciones subjetivas de Derecho Privado
no es, por regla general, imperativa o preceptiva, pues si no hay actividad de parte los
tribunales no tiene el deber de ejercitar su potestad jurisdiccional, pues rige el principio de la
autonomía de la voluntad .
Así pues, que en un proceso rige el “principio dispositivo” o de “presentación por las partes”,
cuando corresponde exclusivamente a éstas determinar el alcance y contenido de la disputa
judicial y queda el Tribunal limitado a la sola consideración de lo que los litigantes han
planteado ante él. La vigencia de este principio encuentra su justificación en que el objeto de
la controversia es una relación jurídico–privada, en la cual no está interesado el Estado, y
por tanto, debe quedar librada al poder de disposición de los particulares la materia o el
interés cuya tutela procuran en el proceso.
Este principio dispositivo, ha dicho en Italia el Ministro Grandi de Justicia, no es otra cosa en
substancia que el reflejo en el campo procesal de la autonomía privada dentro de los límites
señalados por la ley, que encuentra su afirmación más enérgica en la figura del derecho
subjetivo; hasta tanto la legislación sustancial reconozca dicha autonomía, el principio
dispositivo debe mantenerse en el proceso civil, por razón de coherencia, como expresión
imprescindible del poder conferido a los particulares para disponer de su esfera jurídica.
En cambio, rige el principio inquisitorio, cuando el juez, aun teniendo ante sí a dos partes,
esté desvinculado, para la investigación de la verdad, de la iniciativa y de los acuerdos de las
mismas. Aparece este principio, en todos aquellos casos en que las partes no tienen la libre
disponibilidad de la relación jurídico–privada que es el objeto del juicio, como son aquellos en
que se debate acerca del estado y capacidad de las personas (matrimonio, interdicción,
inhabilitación) en los cuales se quiere garantizar que la actividad administrativa –como
observa CALAMANDREI– necesaria para modificar ciertas relaciones de derecho privado, que
es socialmente útil mantener sin variación mientras falten los presupuestos de
modificabilidad o de anulabilidad rigurosamente previstos por la ley, no pueda ser prestada
por el Estado sino en virtud de pronunciamiento jurisdiccional que declare la existencia de
tales presupuestos.
El fundamento del principio dispositivo no es otro que la naturaleza privada del derecho
subjetivo deducido en el proceso. Como decía CALAMANDREI , deducir un derecho vía
jurisdiccional es un modo de disponer del mismo y, por consiguiente, el condicionar la tutela
a la petición del interesado es una consecuencia lógica de la autonomía negocial reconocida
al particular sobre su propia esfera jurídica. Así, la tutela jurisdiccional de acuerdo con el
principio dispositivo no es más que la continuidad, en el plano procesal, de la libertad de
ejercicio y de disposición que sobre los derechos subjetivos privados y otros intereses
igualmente privados reconoce el Derecho material . Partiendo de este fundamento el
principio dispositivo debe significar:
1 °) La actividad jurisdiccional sólo puede iniciarse ante petición de parte; el particular debe
ser libre para medir el interés que le mueve a luchar por su derecho o a dejarlo ignorado o
insatisfecho.
2 °) La determinación concreta del interés cuya satisfacción se solicita de los órganos
jurisdiccionales es facultad exclusiva de las partes o, en otras palabras, la determinación del
objeto del proceso corresponde a las partes mediante la pretensión y la resistencia.
3 °) Los órganos jurisdiccionales al satisfacer, por medio del proceso y de la sentencia,
intereses privados, deben ser congruentes con la pretensión y la resistencia formulada.
4 °) Si las partes son las únicas que pueden incoar la actividad jurisdiccional, pueden
también ponerle fin, disponiendo del interés o intereses cuya satisfacción se solicitaba.
Ahora bien, como se ha señalado en el proceso la actividad de los sujetos procesales no es
caprichosa, los tribunales y los justiciables, han de actuar con subordinación a la ley. Esto
significa que sin que se afecte el contenido esencial de la tutela efectiva y del debido proceso
, los sujetos procesales deben acatar la ley procesal ordinaria. En las leyes que regulan el
proceso civil está contemplado el principio de legalidad procesal –artículo 7 Código de
Procedimiento Civil Venezolano, artículos 1 y 5.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de España,
artículo 6 Código de Procedimiento Civil de Colombia, artículos 12, 13 y 14 del Código
General del Proceso de Uruguay, artículo IX Código de Procedimiento Civil del Perú, artículo
15 Código Procesal Civil de Paraguay- que se refiere a la ordenación del proceso y también
sobre el cumplimiento de los requisitos legales de aptitud de los sujetos procesales.

II. VALIDEZ Y EFICACIA DEL PROCESO

Es fácilmente constatable que, a lo largo de la Historia del Derecho, las diferentes


orientaciones experimentadas en torno a la naturaleza jurídica del proceso (bien lo
consideren como una relación jurídica, bien como una situación jurídica o bien, en fin, como
una institución jurídica autónoma) tienen como común denominador el calificarlo como un
acto jurídico complejo o, si se prefiere, como una enlace de actuaciones ordenadas por el
Derecho capaces, a su vez, de generar efectos jurídicos entre las partes (otorgándoles
derechos e imponiéndoles obligaciones de carácter procesal durante su tramitación, u
otorgándoles derechos e imponiéndoles obligaciones de carácter material en las decisiones
que se profieren sobre el fondo de la controversia que las partes hayan sometido a los
tribunales, resolviéndolo conforme a Derecho) .
En este sentido, para que el proceso pueda cumplir con la función que constitucionalmente le
es dada (la de ser instrumento de realización de la justicia artículo 257 CRBV—) es
necesario:
a) Que concurran en él todos los requisitos a los que el ordenamiento condiciona la plena
validez de la actuación jurídica de que se trate (las cuales, desde su inicial formulación por
VON BÜLOW, reciben el nombre de «presupuestos procesales»). Estos son requisitos que
aseguran la propia función jurisdiccional, que en última instancia deben concebirse como
desarrollo de las garantías establecidas constitucionalmente.
b) Que concurran también todos los requisitos a los que el ordenamiento subordina la
efectiva resolución de conflictos a través del proceso (que son, en definitiva, condiciones
para que el proceso resulte eficaz como método para solventar controversias), las cuales
son, esencialmente, una de carácter objetivo (la «fundamentación fáctica de la pretensión»,
es decir, la necesidad de que los hechos concretos narrados en las pretensiones de las partes
puedan subsumirse en el supuesto de hecho abstracto de una norma jurídica), y otra de
carácter subjetivo (la «legitimación», es decir, la necesidad de que quienes acudan al
proceso sean realmente los sujetos que ostentan algún tipo de relación jurídica —un derecho
subjetivo, un interés legítimo...— con el conflicto planteado por ellas mismas ante los
órganos judiciales.
Puede hablarse que en el derecho a la tutela efectiva está imbuido el derecho a un proceso
válido, esto es, que se realice un proceso con todas las garantías y que su desarrollo sea en
cumplimiento de las normas procesales. Un proceso será válido si cumple con las garantías
constitucionales, se efectúa conforme a la ley procesal preexistente y no presenta defectos
que afecten la esencialidad de los actos procesales.

III. VALIDEZ DEL PROCESO: LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

Desde el momento en que el proceso se reconoce como una institución de la que surten
efectos jurídicos, derechos y obligaciones, se hace absolutamente necesario que concurran
en él todas las condiciones determinantes de la validez de los actos jurídicos. Es necesario
expresar que el proceso es una sucesión de actos procesales, en forma compleja, que
persiguen una finalidad común . VESCOVI decía que “los actos procesales son los actos
jurídicos del proceso”, esto es, ocurren dentro del proceso conforme a la ley procesal.
Expresaba que el acto procesal es una especie dentro del acto jurídico y que en Uruguay se
ha definido como el “acto jurídico emanado de las partes, de los agentes de la jurisdicción o
aun de los terceros ligados al proceso, susceptible de crear, modificar o extinguir efectos
procesales”. El maestro COUTURE los definía como “todo aquel hecho dominado por una
voluntad jurídica idónea para crear, modificar o extinguir derechos procesales”. En este
sentido cada uno de estos y en su conjunto debe satisfacer los requisitos de validez. Así, de
la misma forma, por ejemplo, que un contrato suscrito por un incapaz carece de validez
jurídica para generar derechos y obligaciones entre los sujetos contratantes, de la misma
manera el incapaz no puede por sí solo efectuar actos procesales; así pues, en el proceso se
han de dar también una serie de presupuestos que determinen su validez como institución
jurídica.
Los presupuestos procesales aludirán a los elementos de presencia previa y necesaria para
que pueda integrar validamente el proceso. Sin la concurrencia de elementos esenciales
anterior o previos no se iniciara validamente un proceso. Así, los presupuestos procesales
hacen referencia a todas las condiciones formales previas a las que está obligado el órgano
jurisdiccional para resolver las controversias mediante la voluntad de la ley
La teoría de los presupuestos procesales fue propuesta por Von Bülow en el año de 1868 en
un libro llamado Die Lehre von Prozesseinreden und Prozessvoraussetzungen el cual hace
una distinción entre excepción y presupuestos procesales, entendiéndose como supuestos de
hecho o de derecho sin los cuales el proceso no tiene existencia jurídica ni validez formal. En
tal sentido las condiciones que se necesitan para que se produzca una relación jurídica
procesal y culmine con una sentencia favorable hacia una de las partes, es lo que se conoce
como presupuestos procesales; al respecto CALAMANDREI expuso que "Los presupuestos
procesales son los requisitos necesarios para que pueda constituirse un proceso válido, o una
relación procesal válida. También se dice que son las "condiciones que deben existir a fin de
que pueda tenerse un pronunciamiento cualquiera, favorable o desfavorable, sobre la
demanda, esto es, a fin de que se concrete el poder – deber del juez de proveer sobre el
mérito".
Los presupuestos procesales pueden definirse como aquellos antecedentes necesarios para
que el juicio tenga existencia jurídica y validez formal. En términos generales, se entiende
por presupuestos procesales las condiciones que se requieren para que la relación jurídica
procesal nazca, se desenvuelva y culmine con una sentencia de mérito. Su ausencia produce
un fallo inhibitorio que no hace tránsito a cosa juzgada.
MONTERO AROCA admite que los presupuestos procesales atienden a condiciones que, si
bien referidas al proceso como conjunto y no a actos procesales determinados, lo que
condicionan es que en el proceso pueda llegar a dictarse una resolución sobre el fondo del
asunto, –continúa- El órgano judicial puede haber tramitado todo el proceso para advertir,
en el momento de dictar sentencia, que en ésta no puede decidir sobre la pretensión
planteada ante la falta de alguna de esas condiciones.
Justamente, los presupuestos procesales son aquellos requisitos sin los cuales no se
constituye una relación procesal válida. Si falta algún presupuesto procesal formal no habrá
proceso válido es decir, que se refieren a situaciones preexistentes, pero aún y cuando el
proceso esta avanzado existen también presupuestos de validez, que hacen referencia a que
aún cuando el proceso existe (porque se dieron las condiciones necesarias) es anormal e
impiden la emisión de una sentencia de mérito, es decir, que la falta de uno de estos
elementos impedirá al Juez pronunciarse sobre el fondo del litigio, generándose de esta
forma lo que en doctrina se conoce como sentencia inhibitoria.
La doctrina española expresa que a pesar de la lejanía temporal, lo cierto es que tanto la
construcción como la expresión señaladas por Von Bülow siguen teniendo, en lo sustancial,
plena vigencia en la doctrina moderna . Superada la concepción de la naturaleza jurídica del
proceso como una relación jurídica, se entiende comúnmente en la actualidad que los
llamados presupuestos procesales se integran por una serie de factores, elementos o
circunstancias que condicionan tanto el válido desarrollo del proceso como el que, a su
término, se pueda válidamente dictar una sentencia sobre el fondo del asunto.
Así que no cabe duda conforme a la doctrina y la jurisprudencia que los presupuestos
procesales condicionan el derecho al proceso –integrante del derecho a la jurisdicción-, en el
sentido que sin faltan alguno de ellos no se constituye un proceso válido y no puede dictarse
sentencia de fondo.
Los presupuestos procesales han sido sistematizados del siguiente modo:
1.- Con relación a la existencia y validez del proceso, se clasifican en:
a) Presupuestos Procesales de Existencia:
Dentro de este grupo se encuentran aquellas situaciones necesarias para que se origine el
proceso, hacen referencia al génesis del mismo, situaciones estas que se enmarcan en las
siguientes:
• La existencia de un órgano jurisdiccional cuya función es proveer la actividad de las partes.
• La presencia de sujetos procesales, es decir, un actor que reclama y un demandado que
resiste.
• La demanda Judicial es otro elemento esencial a la existencia del proceso, es decir, es
indispensable introducir una petición, sin embargo existen algunos casos en donde la ley
permite al Juez actuar de oficio, o sea, sin petición judicial.
b) Presupuestos de Validez
En este grupo de presupuestos se encuentran las condiciones necesarias para que el proceso
tenga regularidad o validez, puesto que sin ellos el proceso existe pero se envuelve en una
relación anormal.
• El órgano jurisdiccional que está llamado a resolver la controversia tenga capacidad para
ello según el territorio, la materia o cuantía.
• Ejercer el derecho de acción y aquel contra el cual se hace valer la prestación, es decir el
demandado, debe tener legitimación y capacidad procesal (En Venezuela arts. 136 y 137 del
Código de Procedimiento Civil), así como el demandante debe ser el titular del derecho que
desea accionar.
• La citación, es decir, la comunicación de la orden de comparecencia al demandado.
A esta clasificación hay que criticarle que los presupuestos procesales no son presupuestos
de la existencia del instrumento proceso, sino que son requisitos y condiciones que conducen
a que no pueda deliberarse y decidirse el asunto si faltan. Si no concurren, la demanda es
rechazada por una providencia procesal por inadmisible o circunstancialmente en caso de
falta de competencia remitida al tribunal competente .
No puede aludirse a la inexistencia de algo que en realidad está produciendo efectos en cada
uno de los actos proyectivos y dinámicos que se van materializando. No cabe construir una
nueva categoría conceptual para delimitar los presupuestos de la existencia, justificando la
prioridad de realizar un juicio de control previo o preliminar sobre el ser del proceso como
ente. ROSENBERG anotaba que los presupuestos atañen a la totalidad de la admisibilidad del
proceso, pero no debe concluirse que sin estos no puede existir proceso. Los presupuestos
no lo son del proceso en el sentido de argüir la inexistencia del referido instrumento ante la
falta de los referidos requisitos de procesamiento, sino que se examinan y resuelven en el
proceso, suponiendo su existencia. No son presupuestos de existencia del proceso sino de su
admisibilidad. Por su parte, James GOLDSCHMIDT , corrobora la tesis que se sostiene cuando
arguye que la ausencia de los presupuestos procesales no impide el nacimiento del proceso,
ya que el pronunciamiento acerca de su omisión se hace dentro del instrumento proceso.
El maestro italiano CALAMANDREI argumentaba la tesis de eliminar la categoría conceptual
de inexistencia en el campo de los presupuestos procesales, ya que su efecto en caso de
ausencia no es la inexistencia sino la de hacer desaparecer en el juez el poder - deber de
proveer sobre el mérito, mientras se mantenga el poder-deber de declarar las razones por
las cuales considera que no puede proveer. Sólo dentro del proceso el juez puede
pronunciarse sobre la ausencia de un presupuesto como la capacidad para ser parte, lo que
supone su existencia.
El profesor AGUDELO RAMÍREZ afirma que hay inutilidad de un deslinde entre presupuestos
procesales y materiales en atención a la validez y a la eficacia: Desde la admisibilidad de la
pretensión se comprenden los requisitos formales que suponen la emisión (previos) y los
atinentes a la actividad procesal (del procedimiento), todos ellos vinculados con la noción
constitucional del debido proceso, ya sea para la validez o para la eficacia. Son ejemplos de
la inutilidad del deslinde entre presupuestos procesales y materiales los siguientes: v. gr. (a)
La debida acumulación de las pretensiones, catalogado como condicionante de la eficacia, es
perfectamente identificable con los presupuestos procesales de debida individualización de la
pretensión, trámite adecuado y el de competencia del juez, en atención a los requisitos de la
acumulación. (b) La relación entre falta de legitimación en la causa, falta de integración de
litisconsorcio necesario y nulidad como consecuencia, impide separar conceptualmente entre
presupuestos procesales y los materiales. (c) La legitimación en la causa expresa una
problemática de aptitud que implica la incursión en el campo de la validez. (d) La ausencia
de caducidad (es decir, la no expiración del término para proponer válidamente una
pretensión procesal) ha sido ubicada en los dos tipos de presupuestos. (e) Los presupuestos
sobre la inexistencia de otra pretensión similar (ausencia de cosa juzgada, de conciliación, de
desistimiento o de transacción o la ausencia de litispendencia) pueden ser considerados
como procesales de la actividad al tocar con la vigencia actual del proceso o como materiales
por circunscribirse a la realidad del objeto litigioso. Según Stefan Leible en aquellas
situaciones en las que pueda verificarse la identidad del objeto de la controversia “... la
demanda debiera rechazarse por inadmisible, puesto que ya se decidió sobre el objeto con
fuerza de cosa juzgada; ya que en caso de falta de decisión del objeto litigioso se trata de un
presupuesto procesal a examinar de oficio” (f) Por último, a modo de ejemplo, se presentan
las situaciones gestadas del denominado presupuesto de “demanda en forma”, las cuales no
se erigen en un tipo único de requisito (como en la pretensión incomprensible y falta de
tutela concreta).
La división entre requisitos de validez y de eficacia es innecesaria. Cuando se constatan
irregularidades para establecer la relación procesal, se impide la construcción de un proceso
eficaz, ante la cual debe aparecer el saneamiento como forma de control hasta donde sea
posible. El maestro HUMBERTO BRISEÑO considera posible fusionar validez y eficacia al
sostener: “Los presupuestos para la validez del juicio no atañen a su existencia, sino a su
eficacia, y por tanto no obstan a la relación procesal que posteriormente puede anularse por
defectos que suponen su existencia y que son eficaces hasta su anulación” . Es inútil
distinguir entre validez y eficacia en materia procesal, como ya lo anotaba el maestro
CARNELUTTI al sostener que la ineficacia es el género y la nulidad la especie. De otra parte,
sostiene que no son cosas distintas validez y eficacia, sino las mismas vistas desde dos lados
diversos: la eficacia por el lado del efecto y la validez por el de la causa, siendo válido el acto
que posee los requisitos necesarios para ser eficaz .
2.- Como condiciones de forma y fondo, así:
a) Los presupuestos procesales de forma son: a) la demanda en forma, b) la capacidad
procesal de las partes; y, c) la competencia del Juez;
b) los presupuestos procesales de fondo o materiales o también llamadas condiciones de la
acción - bastante difundidos con el rótulo confuso y equivocado de "condiciones de la
acción", otros prefieren llamarlas "condiciones para que el actor obtenga una sentencia
favorable". Por nuestra parte, preferimos denominarlo como presupuestos procesales de
fondo a las condiciones necesarias que propician la emisión de una sentencia de mérito, son:
a) la existencia del derecho que tutela la pretensión procesal, lo que otros denominan la
voluntad de la ley; b) la legitimidad para obrar; c) el interés para obrar; y d) que la
pretensión procesal no haya caducado, como sostienen algunos autores.
3. En atención a los sujetos procesales y la actividad: En la doctrina española el profesor
GARBERÍ LLOBREGAT los clasifica de la siguiente manera:
a) Presupuestos relativos al órgano judicial: para que el proceso resulte válido, el conflicto ha
de plantearse ante el orden jurisdiccional (civil, penal, administrativo y social) que
legalmente resulte adecuado (se trata del presupuesto de la «jurisdicción») y, dentro del
mismo, ante el órgano objetiva, funcional y territorialmente competente con arreglo a
Derecho para enjuiciar el mismo (se trata del presupuesto de la «competencia»).
b) Presupuestos relativos a las partes: para que el proceso resulte válido las partes en
conflicto han de tener capacidad jurídica y capacidad de obrar (lo que, en el ámbito del
proceso, constituyen los presupuestos de la «capacidad para ser parte» y de la «capacidad
procesal»), así como asistirse, en los supuestos legalmente establecidos, de Abogado que les
defienda y de Procurador que les represente ante los órganos judiciales (se trata del
presupuesto de la «postulación»).
c) Presupuestos relativos a la actividad: y para que el proceso resulte válido, por último, es
necesaria la concurrencia de una serie heterogénea de presupuestos que, a diferencia de los
anteriores, no son exigibles con carácter general para cualesquiera clases de procesos, sino
tan solo en determinados tipos de ellos. Así, por ejemplo, pertenecen a esta categoría
presupuestos tales como el de la necesidad de que la pretensión se deduzca dentro de los
plazos de caducidad legalmente establecidos (vgr. en los procesos de impugnación de
acuerdos sociales, en los de tutela procesal civil del derecho al honor...), o de que no se
interponga aquélla hasta haber agotado algún tipo de procedimiento previo (vgr. las
reclamaciones administrativas previas en el marco de procesos civiles dirigidos contra la
Administración, o la remisión del requerimiento de rectificación en los procesos donde se
ejercita este derecho de rectificación...) o, en fin, la necesidad de que con el ejercicio de la
pretensión se acredite haber efectuado alguna clase de depósito o consignación previa (vgr.
en los procesos donde se ejercite el derecho de retracto...).
4.- En atención a su alcance: En este tipo de clasificación, su autor , señala con relación al
concepto de “presupuestos procesales”, que es preciso reconocer la existencia de dos
categorías diferenciadas, así:
a) presupuestos procesales en sentido restringido: siendo aquellos que son necesarios en
cada caso concreto para el válido desarrollo del proceso: jurisdicción y competencia del
órgano jurisdiccional, capacidad de las partes, representación y postulación;
b) óbices procesales: son aquellos cuya presencia en un caso concreto imposibilita que se
pueda llegar a una sentencia válida sobre el fondo del litigio. Se incluyen entre otros la
eficacia negativa de la cosa juzgada material, la eficacia negativa de la litispendencia o la
existencia de un convenio arbitral válidamente celebrado entre las partes sobre lo que es
materia litigiosa.
Como se enfatizó inicialmente, no existe criterio pacífico sobre la teoría de los presupuestos
procesales. Las pocas posturas que se encuentran son discordantes y desiguales,
imponiéndose la necesidad de un estudio riguroso que permita que todos los operadores
jurídicos asuman un discurso que asegure la racionalidad de la argumentación y sus
resultados sobre la conveniencia de una correcta construcción conceptual sobre los requisitos
formales del proceso sin que desvirtúe el carácter instrumental del Derecho Procesal al
efectivizar el Derecho Sustancial. A partir de un grado de claridad lingüística-conceptual ha
de abordarse la categoría genérica del presupuesto sin permitir la diversificación que en
últimas conlleva a imprecisiones. Es esta situación la que impone la necesidad que la teoría
de los presupuestos procesales requiere una depuración sentida, rescatando el cometido
inicial del maestro Von Bülow .
Otro aspecto importante que debe señalarse es que no debe confundirse los presupuestos
procesales con los elementos definidores o constitutivos de la acción ni con las condiciones
de la misma acción. Los primeros, repetimos se refieren a la formación del proceso o de la
relación procesal, mientras que los segundos conciernen y se encaminan a configurar e
identificar la acción que se ejercita y a determinar los requisitos de su prosperidad. En la
doctrina se predica también la existencia de condiciones para la acción, las cuales consisten
en la tutela de la acción por una norma sustancial, en la legitimación en causa y en el interés
para obrar . Cuestión que de ninguna manera constituye presupuesto procesal, sino
elementos definidores de la acción .
Finalmente, sobre este aspecto debe manifestarse que, generalmente, la falta de
presupuestos procesales, vician de nulidad el proceso, por lo que, la doctrina procesalista
más calificada, ha considerado el cumplimiento cabal de los presupuestos procesales dentro
del proceso, más que como una excepción o defensa, como un impedimento procesal, que,
consecuencialmente, puede ser alegado en cualquier estado y grado de la causa, y tienen la
característica de ser revisables y exigibles aún de oficio por el Juez, en razón de estar
vinculados a la validez del proceso. No puede predicarse que estos impedimentos
obstaculicen el derecho a la acción y el acceso a la jurisdicción, puesto que una vez
subsanados puede reproponerse la demanda.

IV. NATURALEZA JURÍDICA DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

En la mayoría de Código Iberoamericanos se tratan indistintamente los presupuestos


procesales y las denominadas excepciones, en algunos como el venezolano se denominan
“cuestiones previas” . Puede verse que se mantiene la confusión, que precisamente trató de
superar la tesis de Von Bülow.
En la doctrina actual no hay discrepancia que los presupuestos procesales son requisitos de
forma para que se pueda cumplir la función jurisdiccional. Sin la satisfacción de los mismos
no se da un proceso regular resultadnos afectada la relación procesal, obstaculizando el
examen del derecho sustancial sometido a juicio. Por ello, con justa lógica la profesora
QUINTERO escribe que los presupuestos procesales son exigencias atinentes a la constitución
y desarrollo de ese aspecto formal que el que procesa la materia sometida a litigio, como
relación sustancial subyacente. Doctrina acorde con lo que manifestó VESCOVI que los
presupuestos procesales son “los supuestos necesarios para que pueda constituirse un
proceso válido, o una relación procesal válida”. El examen que hace el juez de los
presupuestos procesales se refiere al propio proceso, que al decir del maestro citado hace un
“proceso sobre el proceso”.
En este sentido, vale decir, que los presupuestos procesales son de naturaleza formal o
procesal, abstractos y comunes a todo proceso, pertenecen a cada proceso . Obviamente,
deben estar previstos en norma procesal imperativa para que sean exigibles. Con base al
principio de legalidad y el carácter de orden público de las normas procesales la ausencia de
presupuestos procesales debe ser declarada de oficio, esto es, independientemente de que la
soliciten las partes. Esto con el fin de evitar el desastroso suceso de que se declare la
reposición o sentencia inhibitoria, después de un largo y costoso proceso, desarrollado en
forma inútil y anormal, generándose un derroche procesal, lo cual contribuye a la
degradación del sistema de administración de justicia.
No obstante, dado el carácter formal de los presupuestos procesales debe advertirse que
puede entrar en contradicción con el derecho fundamental de tutela efectiva. Dentro de esta
perspectiva la problemática de los presupuestos procesales debe manejarse con un criterio
de sustancialidad, es decir, que los presupuestos procesales que afecten al proceso, en el
caso concreto, sean de tal entidad que hagan imposible un proceso justo y pueda proferirse
sentencia conforme a derecho. Para esto se hace necesario teorizar con precisión sobre la
conexidad entre presupuesto material y el principio de legalidad de las formas. En la
jurisprudencia venezolana, a pesar de que existen confusiones concernientes a lo que son
realmente los presupuestos procesales, se ha venido señalando que debe prevaler la
finalidad del proceso y el juez puede declarar la ausencia de los mismos de oficio u ordenar
su corrección .
Sostenemos la tesis que estos defectos de forma no afectan el derecho a la acción ni a la
tutela efectiva, pues la declaratoria de ausencia o que el proceso no está constituido
válidamente no es una verdadera sentencia porque no decide el derecho sustancial que se
propone a conocimiento del proceso. Esto significa que no se produce cosa juzgada material,
pudiéndose proponer de nueva la demanda. La finalidad perseguida con los presupuestos
procesales es que se realice un proceso válido.

V. TRATAMIENTO PROCESAL DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES


Como toda Ley procesal moderna que se precie, uno de los aspectos en donde la regulación
más debe cambiar es en cuanto a los presupuestos procesales, tanto en los que afectan al
órgano jurisdiccional (jurisdicción, competencia civil genérica y criterios de atribución
objetivo, funcional y territorial), como en los relativos a las partes (capacidad, legitimación y
postulación), no tanto porque los conceptos hayan variado, sino en cuanto a dotar de
regulación en donde no lo hay, casos muy específicos, y por adaptar la existente a las
nuevas concepciones e ideas del procesalismo científico comtemporáneo.
En lo que respecta a su tratamiento en el seno del proceso, los presupuestos procesales se
caracterizan por las siguientes notas :
A) Su regulación constituye derecho necesario o indisponible: todos los presupuestos
procesales (al igual que los requisitos de validez de cualesquiera instituciones jurídicas) se
encuentran regulados por normas de «ius cogens», es decir, por normas no disponibles a
voluntad de las partes sino de aplicación obligatoria en absolutamente todos los casos
(quizás con la sola excepción de la competencia territorial en el proceso civil, cuyas normas
reguladoras son en algunas ocasiones, cada vez menos, afortunadamente, disponibles para
las partes en conflicto —art. 54 LEC, arts. 46 y 47 CPC venezolano. No debe caber duda que
la necesidad social de solucionar pacíficamente las controversias entre personas se erige un
elemento de interés público, por lo que constituir válidamente el proceso debe ser derecho
indisponible para las partes.
B) Su concurrencia o ausencia pueden ser examinada de oficio por el órgano judicial: la
anterior nota característica determina que la totalidad de los presupuestos procesales
puedan ser controlados de oficio por el órgano judicial, de forma que a éste le es dado
examinar su concurrencia o ausencia en cualquier momento del proceso (aunque lo normal,
por razones de economía, es que tal examen judicial se lleve a cabo en los momentos
iniciales del pleito). Y, además, como se precisado, dicho examen puede hacerlo por sí
mismo (de oficio), es decir, por iniciativa propia y sin necesidad, pues, de que las partes
procesales tengan que alegar en sus escritos el incumplimiento de cualquiera de ellos a
cargo de la parte contraria para que el Juez pueda, entonces, llevar a cabo su análisis. No
debe requerirse de procedimiento especial para su examen. Dicho examen de oficio, sin
embargo, no impide en modo alguno que la ausencia de algún presupuesto procesal pueda
igualmente ser evidenciada por las partes ante el órgano judicial, en cuanto dispongan de la
oportunidad de hacerlo en el proceso. La denuncia de parte no debe requerir formalidad
especial que entrabe o dilate el proceso.
C) El examen sobre su concurrencia o ausencia no precisa de ninguna valoración judicial
subjetiva o interpretativa: se trata, además, de condiciones de validez del proceso cuyo
enjuiciamiento reviste prácticamente en todos los casos un carácter objetivo, es decir, que
para determinar su concurrencia o su ausencia no es preciso llevar a cabo actividad
probatoria o valoración judicial subjetiva o interpretativa alguna. Basta con examinar los
escritos iniciales de las partes y los documentos que las leyes exigen que acompañen a los
mismos, para que el Juez se encuentre ya en perfectas condiciones para determinar a ciencia
cierta si los presupuestos procesales concurren o no concurren. Ello se debe a que los
mismos se encuentran regulados en normas jurídicas de valoración objetiva (vgr. si un
sujeto es menor de 18 años carece de capacidad de obrar o procesal, por muy desarrollado
que esté física y mentalmente; si la demanda se presenta ante un órgano objetivamente
incompetente, dicha incompetencia existirá por mucho que las partes se hayan puesto de
acuerdo en que sea esa clase de órgano y no otro el que enjuicie el conflicto que las
enfrenta; si una demanda podía interponerse hasta el 15 de marzo y se interpone el 16 de
marzo, la misma es extemporánea e inadmisible por mucho que la parte contraria quiera
pasar por alto ese incumplimiento temporal; o en el caso de los procesos o juicios ejecutivos
se requiere la presentación con el libelo de la demanda el instrumento que acredite la suma
de dinero liquida y exigible,….). Lo cual permite que el control judicial sobre los presupuestos
procesales, como antes quedó indicado, pueda (y deba) llevarse a cabo judicialmente al
inicio del proceso, y no a lo largo del mismo ni, mucho menos, en la sentencia que le ponga
término (una sentencia que, por no concurrir una condición jurídica de validez del proceso,
tendrá que dejar imprejuzgada la cuestión litigiosa, sin que, por tanto, el tiempo transcurrido
en su tramitación y los gastos personales y materiales realizados por las partes y por el
Estado a tal efecto hayan servido para nada). Sería tanto como repetir en el proceso el mito
de Sísifo, llegar a la cumbre y devolverse al estado inicial, lo cual significa derroche procesal
y des-economías para el justiciable, lo que contribuye al descrédito de la administración de
justicia.
D) Su ausencia suele constituir un defecto subsanable: generalmente, la ausencia de
presupuestos procesales constituye un defecto de carácter subsanable, lo cual contribuye con
la protección de la garantía constitucional de tutela afectiva y acceso a la jurisdicción (vgr. si
la demanda se plantea ante un órgano judicial carente de jurisdicción o de competencia, éste
mismo, al inadmitir la demanda por ausencia de dichos presupuestos procesales, indicará a
la parte ante qué órgano debe presentarla; si la demanda se plantea sin el concurso de
Abogado o de Procurador, el propio Juez otorgará a la parte un plazo para que, subsanando
dicho defecto procesal, presente de nuevo la demanda ya suscrita por dichos profesionales;
si la demanda la plantea por sí mismo un menor de edad, el Juez hará lo propio a fin de que
el mismo subsane el defecto de capacidad y comparezca en su lugar quien ostente su patria
potestad o su tutela; si la demanda se plantea sin acreditar instrumento fundamental de la
pretensión –no haya aportado o indicado el lugar en que se encuentras-, entonces se
concederá un plazo de subsanación para que se corrija tal defecto, etc.); si la demanda no es
adecuada por vicios de forma igualmente se concederá plazo para su corrección. Sin
embargo, algún aislado presupuesto procesal posee un carácter insubsanable, como sería el
caso de las acciones prohibidas por la ley, en estos casos no puede constituir proceso porque
ya la ley ha previsto que es inadmisible un litigios fundado en ese tipo de pretensión. En el
artículo 341 del Código de Procedimiento Civil venezolano se establece como causa de
inadmisibilidad de la demanda que sea contraria a alguna disposición expresa de la ley. Esto
significa, que el juez puede establecer este aspecto como un presupuesto procesal y ab-initio
purgar el proceso evitando actividades a las partes y al órgano jurisdiccional, ya que si no lo
hace el juez en el momento de la admisión, podrá solicitarlo la parte demandada como
cuestión previa conforme lo acuerda el Código de Procedimiento Civil Venezolano en el
artículo 346 en su ordinal 11º. Pensamos que uno de las prohibiciones son las caducidades,
pues el legislador utiliza expresiones como: “no se admitirá”, “no se puede intentar”, etc. Por
otra parte, se tiene lo que se ha señalado como óbices procesales que se presentan en el
caso concreto y la ausencia negativa de ellos imposibilita la decisión sobre el fondo (por
ejemplo: los plazos de caducidad legalmente previstos para el ejercicio de las acciones ante
los tribunales, vencidos los cuales ya no existe posibilidad de subsanar de forma alguna
dicha irreversible extemporaneidad, eficacia negativa de la litis pendencia, eficacia negativa
de la cosa juzgada material, existencia de convenio arbitral válido). El profesor RENGEL
ROMBERG sostiene que al constatarse la caducidad en el proceso obliga al juez a rechazarla,
pues la acción caduca, carece de existencia y no puede discutirse en el debate judicial.
En otras ocasiones, aun no tratándose de lapsos de caducidad, la ley establece casi los
mismos términos diciendo “no se admitirá” o “no es admisible”, etc. Es claro que el juez
tiene la obligación de aplicar la ley, así como el justiciable tiene el derecho fundamental a la
aplicación de ley regular. Si hay mandato del legislador y la ley no colisiona con derechos
constitucionales debe inexorablemente aplicarse. En todos estos casos el juez haciendo uso
de sus facultades saneadoras debe inadmitir la demanda. Entre otros casos, en Venezuela,
tenemos los establecidos en los artículos 11, 191, 543, 768 (demanda para obligar a
permanecer en comunidad), 782, 1.120, 1.120, 1.122, 1145, 1.157, 1.280, 1.464, 1481,
1482, 1501, 1.525, 1.643, 1.691 y 1801 del Código Civil. En todo caso, tiene que mirarse si
la demanda es contraria o quebranta una disposición legal. Así por ejemplo, es contra la ley
una demanda que intente obligar a algunas personas a comprar cuando la ley se lo prohíba .
E) La resolución que declara la ausencia de algún presupuesto procesal no produce los
efectos propios de la cosa juzgada materia sobre el fondo de la controversia, pues no forma
parte de la res iudicata: por último, las resoluciones judiciales que declaran definitivamente
(es decir, tras haber intentado, en su caso, la subsanación del defecto advertido) la ausencia
de un determinado presupuesto procesal, por tanto no hay pronunciamiento sobre el fondo,
obviamente, no producen los efectos característicos de la cosa juzgada material sobre el
objeto de la pretensión, razón por la cual, y en términos generales, la parte a la que se haya
inadmitido su pretensión por esta causa dispondrá de la posibilidad de reproducirla de nuevo
ante el mismo o ante otro órgano judicial, una vez corregido el defecto procesal de que se
tratase (y siempre y cuando, obviamente, el ejercicio de su pretensión no esté sometido a
plazo o, estándolo, el mismo haya vencido) .

VI. A MANERA DE CIERRE


Se trata de construir una teoría de presupuestos procesales no reducida por las
inconsistencias de los diferentes ordenamientos jurídicos. El derecho fundamental de la
tutela judicial efectiva exige que los justiciables accedan a instrumentos procesales que sean
aptos desde el punto de vista formal para el procesamiento de la pretensión; no es suficiente
la mera comprobación de que hubo decisión de fondo y en derecho, toda vez que deben
respetarse los presupuestos que sean indispensables para conocer del fondo del proceso.
Una providencia de inadmisibilidad fundamentada en derecho satisface el derecho a la tutela
efectiva de los jueces. Pero deben ser aglutinados los diversos grupos de presupuestos bajo
una denominación similar y un mismo tipo de sanción que permita el reenvío ante la
posibilidad del Despacho Saneador para aplicar los correctivos del caso y evitando la
ambigüedad existente, sin que se comprendan controles sobre vicios intrascendentes, como
producto del formalismos desmedidos. El núcleo del debido proceso permite ligar todos los
aspectos relacionados con los requisitos formales del proceso (derecho al juez, formas
preestablecidas y derecho a ser oído). Por esto el juez debe proveer por el desarrollo del
proceso, ha de velar porque la estructura proyectiva se encadene ordenadamente en pro de
que ese instrumento pueda válida y eficazmente estimar o desestimar las pretensiones
procesales.
Se hace indispensable rescatar las explicaciones doctrinarias ya construidos por Oscar Von
Bülow, desde el siglo pasado, en el sentido que no puede dejarse el control de estos defectos
exclusivamente a las partes, sino que debe involucrarse al juez, extendiendo tal prioridad a
los presupuestos materiales para la sentencia de fondo, obviamente, sin disminuir el derecho
de las partes para denunciar los defectos que observen.
Los presupuestos no necesitan de la excepción y pueden hacerse valer de oficio . La
excepción mixta refleja la falta de claridad entre presupuesto procesal y la verdadera
excepción . Debe superarse el esquema de ligar las excepciones a los requisitos de validez y
eficacia del proceso, limitando dicho término solamente a los presupuestos de favorabilidad
para la emisión de fondo o a la posibilidad de control por el opositor mediante escrito de
mera participación en que le haga saber al juez acerca de la irregularidad procesal. El control
formal del proceso no puede confiarse al opositor con prescindencia del juez. Permanecer
arraigado a la teoría de las excepciones procesales y mixtas, desconociendo el principio
procesal del juez tropos es ir contracorriente y disminuir la efectividad del proceso; restringir
los defectos formales a la denuncia realizada por el opositor, es relegar la eficacia del
proceso, la teoría de la nulidad procesal y las normas del Derecho Procesal a una concepción
privatista sobre el proceso contractual puro.
Ahora, que los vientos soplan favorablemente al proceso oral, cobra con mayor fuerza la idea
de institucionalizar una nueva forma de presupuestos procesales basados en la necesidad de
la constitución de una relación procesal válida. Una forma de tratamiento sería la asunción
de facultades depuradoras o saneadoras del juez en la audiencia preliminar o en el despacho
saneador.
Es importante rescatar, al tratar sobre el despacho saneador, los planteamientos elaborados
por la doctrina extranjera desde principios del siglo pasado, en la que se sostenía que no
puede dejarse a las partes, el control de estos defectos, sino al juez, extendiendo tal
prioridad a los presupuestos materiales para la sentencia de fondo.
El derecho fundamental a la tutela judicial efectiva exige al sentenciador velar porque los
instrumentos procesales utilizados por las partes y los terceros sean aptos, desde el punto de
vista formal, para el procesamiento de la pretensión. No es suficiente la mera comprobación
de que hay la posibilidad de una decisión en derecho, pues antes debe cumplirse con los
presupuestos que sean indispensables para conocer el fondo del proceso.
En este sentido recordamos a Calamandrei, según el cual:
“… para vencer en una causa, no basta tener razón sobre el mérito; sino que es necesario
también hacerla valer en los modos prescritos por el derecho procesal, a falta de lo cual el
órgano judicial no podrá entrar a conocer si el reclamante tiene razón o no la tiene, y no
podrá, por consiguiente, dictar la providencia jurisdiccional de mérito, a la cual el reclamante
aspira, de modo que la providencia consistirá simplemente en declarar no proveer”, por
cuanto “los presupuestos procesales son requisitos atinentes a la constitución y al desarrollo
de la relación procesal, independientemente del fundamento sustancial de la demanda”
La naturaleza jurídica de esta institución puede ser establecida a partir del objeto de la
misma, que es, como se dijo, depurar el ulterior conocimiento de una demanda cuando
adolece de defectos o vicios procesales. Por ello se ha atribuido al juzgador, como director
del proceso y no como espectador, no sólo la facultad, sino también la obligación de
controlar que la demanda y la pretensión en ella contenida, sean adecuadas para obtener
una sentencia ajustada a Derecho. Evitar futuras nulidades procesales, se traduce en
estabilidad de los procesos y en economía procesal.
En Venezuela la experiencia, con la aplicación del despacho saneador previsto en la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo que confiere a los jueces de Mediación, Sustanciación y
Ejecución del Trabajo, la facultad de revisar la demanda in limine litis, con el fin de obtener
un claro debate procesal o evitar la excesiva o innecesaria actividad jurisdiccional que pueda
afectar el proceso, ha sido altamente efectiva .
La necesidad de que el proceso llegue al conocimiento del mérito y su conclusión final, es la
que obliga a que el control sobre los presupuestos debe darse en las etapas iniciales del
juicio y, por lo tanto, ligado al despacho saneador.
Se convierte así el Despacho Saneador en una facultad y un deber del juez, ya que en
cualquier momento en que constate la ausencia de un presupuesto procesal o un requisito
del derecho de acción puede terminar el proceso u ordenar su depuración por medio de un
auto que haga renovar el acto, sin esperar que el control sea requerido por el opositor de
una excepción.
En síntesis, el Despacho tiene como finalidad evitar que el juez, cumplidas las etapas
sustanciales y llegado el momento de la sentencia de fondo, constate la existencia de
obstáculos o impedimentos que le impidan emitir una sentencia de mérito.
“El control del proceso -decía Bulöw- no puede confiarse al opositor con prescindencia del
juez. Permanecer arraigado a la teoría de las excepciones procesales y mixtas,
desconociendo el principio procesal del juez competente para aplicar el despacho saneador,
restringiendo los defectos formales a la denuncia realizada por la parte opositoria, es relegar
la eficacia del proceso a la teoría de la nulidad procesal y las normas del Derecho Procesal a
una concepción privatista sobre el proceso contractual puro”.
Se le dado tal amplitud al Despacho Saneador que en algunas legislaciones su uso permite la
fijación del objeto del proceso (thema decidendum), con el fin de establecer los hechos que
deben probarse o aquellos ya admitidos por las partes o que resulten inconducentes, como lo
afirma Vescovi .
Respecto a su contenido, es decir, la pretensión, los presupuestos procesales permiten vigilar
no solo la idoneidad de la demanda, sino aquellos que sustentan toda la relación procesal,
como son la debida individualización de la pretensión (forma de la demanda), la acumulación
debida de pretensiones, la tutela concreta, la ausencia de cosa juzgada y ausencia de
litispendencia. Igualmente en relación con los distintos requerimientos que aseguran el
debido proceso y cuya inobservancia conduciría a la nulidad de lo actuado.

LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

AUTOR: MARTÍN
AGUDELO
RAMÍREZ
Miembro del Centro Hispanoamericano de Estudios Jurídicos y Profesor de las áreas
de Derecho Procesal y Filosofía Jurídica en Colombia

La problemática sobre los presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo,


generalmente en la doctrina, ha sido abordada con imprecisión y sin el rigor que merece. Se
trata de una temática que requiere un replanteamiento frente al viraje negativo que se le ha
dado, unida a soluciones plegadas de posturas concretas que han permitido un tratamiento
peyorativo, debiendo realizarse una fusión de los presupuestos dentro del género de los
requisitos formales del proceso, cuyo parámetro esencial es la garantía constitucional del
debido proceso. Para procesar y emitir pronunciamiento de fondo de manera valida y eficaz
sobre la situación jurídica sustancial, es imprescindible la existencia de un proceso que se
constituya y desenvuelva conforme a normas de derecho procesal. Es importante reconocer
la posibilidad de poner en entredicho la validez del itinerario doctrinario sobre los referidos
presupuestos, circunscribiendo esta temática en un lugar más coherente con la principialística
procesal.

1. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS DOCTRINARIOS SOBRE LA PROBLEMÁTICA DE LOS


REQUISITOS FORMALES DEL PROCESO

Se han seleccionado ciertas posturas de orden doctrinario desde la creación de la teoría


científica de los presupuestos procesales en pro de clarificar sobre la inutilidad del deslinde en
el orden a su categorización conceptual:

- La teoría de los presupuestos procesales se funda en la época de gestación del procesalismo


científico, con la publicación “La teoría de las excepciones procesales y los presupuestos
procesales” del tratadista alemán Oscar Von Bulow (1), en la que expresa su rechazo por la
confusión existente desde el derecho romano entre excepciones (que indican actividad
dispositiva de la parte) y presupuestos procesales (condiciones para la constitución de la
relación jurídica procesal), sugiriendo la necesidad de dejar el control de los últimos al juez de
forma oficiosa y no a la simple dispositividad de las partes (no requiriéndose alegación del
demandado), siendo objeto de análisis y decisión en la etapa inicial del respectivo
procedimiento. Sin embargo, tras la consideración presentada por Bülow sobre presupuestos
procesales y a su rechazo por el concepto de excepción formal, se constata la renuencia
posterior en varios doctrinantes a su tratamiento riguroso, gestando incoherencias plasmadas
en diversos ordenamientos positivos. Tales circunstancias llevan al maestro Humberto Briseño
Sierra a sostener: “A Bülow se le reconoce haber expuesto la teoría del proceso como relación
jurídica, el haber descubierto los presupuestos procesales. Sin embargo, ninguna de sus
aportaciones logró sobrevivir en su prístina pureza... Los presupuestos han sido explicados de
tan diversos modos, que actualmente no tienen la función que les asignaría su autor. Y las
excepciones continúan siendo tratadas como si nada definitivo hubiera sido argumentado en
su contra. Tal vez el primer culpable de todo esto fuera el mismo autor, más interesado en la
historia que en la sistematización conceptual” (2).
- En un segundo momento, se destaca la postura presentada por Piero Calamandrei, quien
considera que los presupuestos procesales o presupuestos del conocimiento del mérito son
elementos necesarios para que pueda darse una decisión de fondo sobre la pretensión,
concretando el deber poder del juez de proveer sobre el mérito. Estima que “para vencer una
causa, no basta tener razón sobre el mérito; sino que es necesario también hacerla valer en los
modos prescritos por el derecho procesal, a falta de lo cual el órgano judicial no podrá entrar a
conocer si el reclamante tiene razón o no la tiene, y no podrá, por consiguiente, dictar la
providencia jurisdiccional de mérito, a la cual el reclamante aspira; de modo que la providencia
consistirá simplemente en declarar no proveer”.... Posteriormente sostiene, “... los
presupuestos procesales son requisitos atinentes a la constitución y al desarrollo de la relación
procesal, independientemente del fundamento sustancial de la demanda” (3).

- Por su parte resulta especial el tratamiento dado por James Goldschmidt (4) al estimar que
los presupuestos procesales son meros supuestos de la sentencia de fondo, su ausencia no
impide el nacimiento del proceso, sino que su presencia u omisión son materia de decisión en
el momento de la decisión de fondo.

- Las imprecisiones sobre la temática de los requisitos formales del proceso se consumaron en
las posturas dualistas de Leo Rosenberg y Adolfo Shonke en sus distinciones entre
presupuestos procesales e impedimentos procesales o excepciones. El primero asocia
declaración oficiosa con los presupuestos procesales por ser cuestiones referidas a la
admisibilidad del procedimiento y vincula los impedimentos procesales o excepciones con las
cuestiones inherentes a la fundabilidad o no de las pretensiones que han de ser pedidas por las
partes. De otra parte, Adolfo Shonke también distingue entre impedimentos y presupuestos
procesales, pero marca un retroceso en cuanto a la consideración sobre su naturaleza al
estimar que los impedimentos son sustanciales, al estar relacionados con la cuestión litigiosa y
solo ser resueltos en la sentencia, exigiendo de su alegación por el opositor para ser
declarados por el juez.
- En Latinoamérica se destaca la postura de Enrique Véscovi que estima que los presupuestos
procesales no se refieren ni a la pretensión ni a la sentencia, siendo requisitos formales sin los
cuales no se puede pronunciar la decisión de fondo so pena de nulidad, siendo supuestos
necesarios para que pueda constituirse un proceso válido. Los clasifica inútilmente de
acuerdo a la acción, a la pretensión, al proceso y a la sentencia, no reflejando una búsqueda
sistémica. De una parte sostiene: “No se trata entonces, como la expresión (presupuestos
procesales) podría hacer creer, de condiciones sin las cuales no se forma la relación procesal;
son más bien requisitos sin los cuales no se puede pronunciar una decisión de fondo, de
carácter válido” (5). Pero su estimación sobre los presupuestos materiales ha sido confusa, por
considerar que comportan naturaleza sustancial, al referirse a la pretensión, siendo
condiciones que se requieren para que la sentencia sea favorable al que las reúne, sin afectar
la validez del proceso.

- En Colombia se ha tejido una confusión sobre los requisitos de forma del proceso y,
especialmente, en lo atinente a los presupuestos materiales para la sentencia de fondo. Se
encuentran dos posturas antagónicas: una que los ubica como supuestos del juicio final de
favorabilidad para estimar o desestimar la pretensión y otra que considera que se trata de
requisitos de forma cuya ausencia impide la decisión de fondo. En el primer grupo se destaca
la concepción plasmada por el procesalista Hernando Morales (6) que deslinda los
presupuestos procesales de los materiales, excluyendo a los últimos de los defectos formales,
postura heredada por la Corte Suprema de Justicia ante la consideración que su falta lleva a
proferir fallo de mérito y no formal. En el otro extremo se encuentra la postura sostenida por
Hernando Devis Echandía, para quien ambos tipos de presupuestos son controles de defectos
formales. Sobre los presupuestos procesales estima que son requisitos que determinan el
nacimiento válido del proceso, su desenvolvimiento y su normal culminación con la sentencia,
cuya omisión generalmente vicia de nulidad el proceso. Realiza una clasificación innecesaria,
enunciando varios tipos de presupuestos procesales: previos al proceso (presupuestos
procesales de la acción y de la demanda, la denuncia o la querella) y los presupuestos
procesales del procedimiento que aglutinan las causales de nulidad (saneables o no). Y sobre
los presupuestos materiales o sustanciales de la sentencia de fondo considera que estos son
requisitos para que el juez pueda proveer sobre el mérito en la sentencia y que su omisión
determina la sentencia inhibitoria, todos ellos con referencia intrínseca con la pretensión
(legitimación en la causa, interés sustancial para obrar, debida acumulación de pretensiones,
ausencia de prejudicialidad y de las excepciones de litis finitae: ausencia de cosa juzgada, de
transacción, de desistimiento, de conciliación, de perención del proceso) (7).

- Finalmente, se destaca el planteamiento expuesto por los profesores Beatriz Quintero y


Eugenio Prieto, quienes pregonan por la necesidad de buscar una construcción conceptual
sólida en torno al género común contentivo de los presupuestos procesales y materiales, por
ser ambos especies del conjunto denominado requisitos formales del proceso y porque unos
comportan un punto de confluencia que llevan al teorizante a procurar eliminar las fronteras
de los grupos y estimar solo el género, con la posibilidad de saneamiento o no según el caso y
adicionalmente porque los efectos de los presupuestos materiales para la sentencia de fondo
son procesales, pese a su naturaleza compleja y su ligamen al derecho sustancial. Su ausencia
impide el estudio de fondo sobre la pretensión, constituyéndose en óbices para que el
juzgador examine los extremos litigiosos (8).

2. NECESIDAD DE DESVIRTUAR EL DESLINDE ENTRE LOS DIVERSOS REQUISITOS FORMALES Y


LAS SANCIONES POR SU INOBSERVANCIA

La praxis jurídica cimentada en diversos ordenamientos revela la existencia de una


problemática inmersa en confusiones e imprecisiones numerosas, que impide construir una
teoría adecuada sobre los presupuestos procesales. “Es un error deducir de los preceptos
vigentes los principios teóricos, lo procedente es lo contrario: atender la legislación desde la
perspectiva de la ciencia” (9). Por esto es indispensable borrar la distinción existente entre
presupuestos procesales y materiales, y adicionalmente evitar la introducción del concepto
adicional de presupuestos de la existencia. Para sustentar tal afirmación, se presentan
algunas bases teóricas en pro este cometido, eludiendo adicionalmente las distinciones entre
validez, eficacia e inexistencia en lo que hace alusión a la doctrina de los presupuestos.

2.1 Inutilidad de un deslinde conceptual entre presupuestos procesales, presupuestos


materiales y presupuestos de la existencia
Sobre la admisibilidad de pretensión, en contraposición a la favorabilidad, puede
conceptualizarse sobre los presupuestos, sin dualizar los efectos en tratándose de la validez o
de la eficacia, superando la distinción de consecuencias como nulidad o sentencia inhibitoria ni
recurriendo a categorías como las de la inexistencia. Un sector doctrinario y, concretamente,
en Colombia, ha justificado la fusión de las categorías de validez, eficacia e inexistencia dentro
del ámbito de los presupuestos, admitiendo este último fenómeno apoyados en supuestos
vacíos teóricos de la disciplina procesal, para recurrir a la Teoría General del Acto Jurídico,
porque en últimas el acto procesal es una especie de acto jurídico, siendo el proceso un
conjunto de dichos actos, lo que implica envolver al Derecho Procesal dentro de esquemas
privatistas de los cuales ya se había liberado a partir del siglo XIX. El estudio de los
presupuestos desde el derrotero de la admisibilidad de la pretensión sugiere un tratamiento
unitario, en torno a sus requisitos extrínsicos e intrínsecos, verificando la idoneidad del
proceso (admisbilidad) en unión a las nociones emanadas del Debido Proceso como garantía
individual.

2.1.1 Inconveniencia de la argumentación de los presupuestos de la existencia: Varios


estudiosos de los fenómenos procesales insisten en vacíos de la teoría procesal en lo atinente
a los presupuestos procesales y a las sanciones para situaciones de irregularidad, debiéndose
acudir a la Teoría General del Acto Jurídico. En tratándose de los presupuestos procesales,
estos datos de orden público exigen un pronunciamiento procesal sobre el proceso que hace
suponer su existencia, afectando no sólo un acto concreto sino toda la serie que continúa al
acto que carece de él, lo que conlleva a descartar la categoría de los presupuestos de la
existencia. Siendo el proceso el escenario del acto procesal, no puede predicarse su
inexistencia en un acto procesal que constate la irregularidad procesal. “... por una paradoja
del proceso,..., los presupuestos procesales no impiden el desarrollo del proceso, por lo menos
no impiden la presentación de un escrito que mueva la jurisdicción aunque la demanda así
interpuesta sea luego rechazada desde el inicio (ya habrá hecho actuar la jurisdicción por vía
de la acción en sentido abstracto)” (10). Los presupuestos procesales no son presupuestos de
la existencia del instrumento proceso, sino que son requisitos y condiciones que conducen a
que no pueda deliberarse y decidirse el asunto si faltan. Si no concurren, la demanda es
rechazada por una providencia procesal por inadmisible o circunstancialmente en caso de falta
de competencia remitida al tribunal competente (11).
No puede aludirse a la inexistencia de algo que en realidad está produciendo efectos en
cada uno de los actos proyectivos y dinámicos que se van materializando. No cabe
construir una nueva categoría conceptual para delimitar los presupuestos de la
existencia, justificando la prioridad de realizar un juicio de control previo o preliminar
sobre el ser del proceso como ente. Leo Rosenberg anotaba que los presupuestos atañen
a la totalidad de la admisibilidad del proceso, pero no debe concluirse que sin estos no
puede existir proceso. Los presupuestos no lo son del proceso en el sentido de argüir
la inexistencia del referido instrumento ante la falta de los referidos requisitos de
procesamiento, sino que se examinan y resuelven en el proceso, suponiendo su
existencia. No son presupuestos de existencia del proceso sino de su admisibilidad.
Adicionalmente, ha de avalarse la postura de James Goldschmidt cuando arguye que la
ausencia de los presupuestos procesales no impide el nacimiento del proceso, ya que el
pronunciamiento acerca de su omisión se hace dentro del instrumento proceso.

Es también oportuna la argumentación indicada por el maestro italiano Piero Calamandrei de


eliminar la categoría conceptual de inexistencia en el campo de los presupuestos procesales,
ya que su efecto en caso de ausencia no es la inexistencia sino la de hacer desaparecer en el
juez el poder - deber de proveer sobre el mérito, mientras se mantenga el poder-deber de
declarar las razones por las cuales considera que no puede proveer (12). Sólo dentro del
proceso el juez puede pronunciarse sobre la ausencia de un presupuesto como la capacidad
para ser parte, lo que supone su existencia. Adicionalmente, dentro de un proceso no se
discute, en estricto sentido, de la falta de jurisdicción, porque de esta función está
constitucionalmente facultado el operador jurídico que ha de satisfacer pretensiones en tal
instrumento.

2.1.2 Inutilidad de un deslinde entre presupuestos procesales y materiales en atención a la


validez y a la eficacia: Desde la admisibilidad de la pretensión se comprenden los requisitos
formales que suponen la emisión (previos) y los atinentes a la actividad procesal (del
procedimiento), todos ellos vinculados con la noción constitucional del debido proceso, ya sea
para la validez o para la eficacia. Son ejemplos de la inutilidad del deslinde entre presupuestos
procesales y materiales los siguientes: v. gr. (a) La debida acumulación de las pretensiones,
catalogado como condicionante de la eficacia, es perfectamente identificable con los
presupuestos procesales de debida individualización de la pretensión, trámite adecuado y el
de competencia del juez, en atención a los requisitos de la acumulación. (b) La relación entre
falta de legitimación en la causa, falta de integración de litisconsorcio necesario y nulidad
como consecuencia, impide separar conceptualmente entre presupuestos procesales y los
materiales. (c) La legitimación en la causa expresa una problemática de aptitud que implica la
incursión en el campo de la validez. (d) La ausencia de caducidad (es decir, la no expiración del
término para proponer válidamente una pretensión procesal) ha sido ubicada en los dos tipos
de presupuestos. (e) Los presupuestos sobre la inexistencia de otra pretensión similar
(ausencia de cosa juzgada, de conciliación, de desistimiento o de transacción o la ausencia de
litispendencia) pueden ser considerados como procesales de la actividad al tocar con la
vigencia actual del proceso o como materiales por circunscribirse a la realidad del objeto
litigioso. Según Stefan Leible en aquellas situaciones en las que pueda verificarse la identidad
del objeto de la controversia “... la demanda debiera rechazarse por inadmisible, puesto que
ya se decidió sobre el objeto con fuerza de cosa juzgada; ya que en caso de falta de decisión
del objeto litigioso se trata de un presupuesto procesal a examinar de oficio” (13). (f) Por
último, a modo de ejemplo, se presentan las situaciones gestadas del denominado
presupuesto de “demanda en forma”, las cuales no se erigen en un tipo único de requisito
(como en la pretensión incomprensible y falta de tutela concreta).

La división entre requisitos de validez y de eficacia es innecesaria. Cuando se constatan


irregularidades para establecer la relación procesal, se impide la construcción de un proceso
eficaz, ante la cual debe aparecer el saneamiento como forma de control hasta donde sea
posible. El maestro Humberto Briseño considera posible fusionar validez y eficacia al sostener:
“Los presupuestos para la validez del juicio no atañen a su existencia, sino a su eficacia, y por
tanto no obstan a la relación procesal que posteriormente puede anularse por defectos que
suponen su existencia y que son eficaces hasta su anulación” (14). Es inútil distinguir entre
validez y eficacia en materia procesal, como ya lo anotaba el maestro italiano Francesco
Carnelutti al sostener que la ineficacia es el género y la nulidad la especie. De otra parte,
sostiene que no son cosas distintas validez y eficacia, sino las mismas vistas desde dos lados
diversos: la eficacia por el lado del efecto y la validez por el de la causa, siendo válido el acto
que posee los requisitos necesarios para ser eficaz (15).

2.2 Inconveniencia de la distinción de sanciones para la ausencia de presupuestos


En cuanto a las sanciones es innecesario dividir los efectos por la ausencia de los presupuestos
según sean materiales o procesales, como nulidad y el fallo inhibitorio, siendo igualmente
inconveniente la sanción de la inexistencia para quienes pretendan la construcción de una
nueva categoría conceptual. En un primer momento se acude a la inadmisibilidad cuando es
excitado el aparato jurisdiccional, pero no es esta la única posibilidad para realizar el control el
director del proceso. Si se aglutinan todos los presupuestos (procesales y materiales) desde la
garantía del debido proceso, la sanción es la NULIDAD, tras la constitución de la relación
jurídico procesal, erradicando las sentencias inhibitorias, para extirpar los efectos producidos
de un instrumento anómalo. Para esto se hace necesario teorizar con precisión sobre la
conexidad entre presupuesto material y el principio de legalidad de las formas. Todo lo
anterior desde los elementos que estructuran el proceso mismo, como son los subjetivos y los
objetivos, que excluyen el inútil deslinde presentado entre validez y eficacia y que en todas
ellas exige la nulidad por el distanciamiento de las formas, del Debido Proceso, sin que se
pueda llegar al extremo del ritualismo exagerado.

- Los presupuestos que tutelan el elemento subjetivo o la aptitud de los sujetos procesales:
competencia, legitimación en la causa, interés para obrar, capacidad para ser parte y
capacidad procesal. Todos relacionados con debido proceso. Su ausencia obsta la posibilidad
de actuar de los sujetos procesales, viciando la actividad procesal por obviar la aptitud o poder
de realizar los actos concretos. Incluso la ausencia de caducidad remite a una cualidad
subjetiva toda vez que veda al sujeto actuante la posibilidad de emitir una pretensión como
consecuencia de no haberla incoado en el tiempo oportuno (16).

- Los presupuestos que protegen los elementos objetivos del proceso: Los que tutelan tanto el
contenido como la forma, siendo el proceso ineficaz cuando advierte defectos estructurales
por un acto mal elaborado en su confrontación legal. En cuanto al contenido, es decir, la
pretensión, dichos presupuestos permiten vigilar la idoneidad misma de este acto fundamental
que ha de sostener toda la relación procesal: debida individualización de la pretensión
(demanda en forma), acumulación debida de pretensiones, tutela concreta, la exclusión de
solución heterocompositiva cuando la pretensión ya fue decidida autocompositivamente por
las partes o heterocompositivamente (ausencia de cosa juzgada) y la ausencia de
litispendencia. Igualmente relacionados con los distintos ámbitos del debido proceso y
protegidos con nulidad. Además, se encuentran otros presupuestos que tutelan la forma
misma del proceso, como su trámite, el respeto total por la bilateralidad de la audiencia.

Se precisa que el control sobre los presupuestos no debe darse en las etapas finales, sino que
debe estar ligado al DESPACHO SANEADOR, como deber poder emanado del juez tropos,
durante toda la relación jurídico procesal, que permita terminar el proceso en cualquier
momento en que se constate la ausencia de un presupuesto procesal que requiera de su
fenecimiento o que por medio de un auto de reenvío se retrotraiga el proceso al momento
oportuno para aplicar el correctivo formal del caso, como sucede en Argentina, alternativa que
proponen en Colombia los profesores Eugenio Prieto y Beatriz Quintero (17). Sin esperar que
el control lo realice el opositor por medio de una excepción, el juez de oficio debe realizar tal
registro desde la inmaculación del proceso, para evitar que tras las etapas sustanciales llegue a
un pronunciamiento formal en el que constate la existencia de óbices trascendentales para
emitir una decisión de fondo, ya sea por invalidez o ineficacia, pero siempre buscando un
control terapéutico. Pero se advierte que no puede caerse en una interpretación excesiva del
principio de especificidad en materia de nulidades, toda vez que no siempre el legislador ha de
tutelar todos los casos posibles sancionables.

3. POR UN TRATAMIENTO UNIFORME DE LA TEORIA SOBRE LOS PRESUPUESTOS


PROCESALES

Como se destacó anteriormente, no existe unanimidad sobre la teoría de los presupuestos


procesales. Las pocas posturas que se encuentran son discrepantes, imponiéndose la
necesidad de un estudio riguroso que permita que todos los operadores jurídicos asuman un
discurso que asegure la racionalidad de la argumentación y sus resultados sobre la
conveniencia de una correcta construcción conceptual sobre los requisitos formales del
proceso sin que desvirtúe el carácter instrumental del Derecho Procesal al efectivizar el
Derecho Sustancial. A partir de un grado de claridad lingüística-conceptual ha de abordarse la
categoría genérica del presupuesto sin permitir la diversificación que en últimas conlleva a
imprecisiones. Los estudiosos del Derecho Procesal han confrontar la inconveniencia del
deslinde y la inutilidad de una nueva categoría sobre los presupuestos de la existencia. Es esta
situación la que impone la necesidad que la teoría de los presupuestos procesales requiere
una depuración sentida, rescatando el cometido inicial del maestro Oscar Von Bülow. Debe
justificarse una categoría genérica para los presupuestos procesales, contentiva igualmente de
los denominados como «presupuestos materiales para la sentencia fondo» e igualmente
rechazar la categoría de «presupuestos de la existencia». “Las contrapartidas de los
presupuestos procesales se conocen como excepciones procesales o formales, las de los
presupuestos materiales de la sentencia de fondo, como excepciones mixtas y las deficiencias
del derecho de defensa, con el nombre genérico de causales de nulidad. Todos los requisitos
formales del proceso, como género corresponden al concepto prístino del debido proceso”
(18).

Se trata de construir una teoría de presupuestos procesales no reducida por las inconsistencias
de los diferentes ordenamientos jurídicos, sin que sea desdibujado en su naturaleza. El
derecho fundamental de la tutela judicial efectiva exige que los justiciables accedan a
instrumentos procesales que sean aptos desde el punto de vista formal para el procesamiento
de la pretensión; no es suficiente la mera comprobación de que hubo decisión de fondo y en
derecho, toda vez que deben respetarse los presupuestos que sean indispensables para
conocer del fondo del proceso. Una providencia de inadmisibiidad fundamentada en derecho
satisface el derecho a la tutela efectiva de los jueces. Pero deben ser aglutinados los diversos
grupos de presupuestos bajo una denominación similar y un mismo tipo de sanción que
permita el reenvío ante la posibilidad del Despacho Saneador para aplicar los correctivos del
caso y evitando la ambigüedad existente, sin que se comprendan controles sobre vicios
intrascendentes, como producto del formalismos desmedidos. El núcleo del debido proceso
permite ligar todos los aspectos relacionados con los requisitos formales del proceso (derecho
al juez, formas preestablecidas y derecho a ser oído). Por esto el juez debe proveer por el
desarrollo del proceso, ha de velar porque la estructura proyectiva se encadene
ordenadamente en pro de que ese instrumento pueda válida y eficazmente estimar o
desestimar las pretensiones procesales. Se hace imprescindible rescatar los planteamientos
doctrinarios ya elaborados por Oscar Von Bülow, desde el siglo pasado, en el sentido que no
puede dejarse el control de estos defectos a las partes, sino al juez, extendiendo tal prioridad a
los presupuestos materiales para la sentencia de fondo.

Los presupuestos no necesitan de la excepción y pueden hacerse valer de oficio. Debe


superarse el esquema de ligar las excepciones a los requisitos de validez y eficacia del proceso,
limitando dicho término solamente a los presupuestos de favorabilidad para la emisión de
fondo o a la posibilidad de control por el opositor mediante escrito de mera participación en
que le haga saber al juez acerca de la irregularidad procesal. El control formal del proceso no
puede confiarse al opositor con prescindencia del juez. Permanecer arraigado a la teoría de las
excepciones procesales y mixtas, desconociendo el principio procesal del juez tropos del cual
emana el despacho saneador, restringiendo los defectos formales a la denuncia realizada por
el opositor, es relegar la eficacia del proceso, la teoría de la nulidad procesal y las normas del
Derecho Procesal a una concepción privatista sobre el proceso contractual puro. La excepción
mixta refleja la falta de claridad entre presupuesto procesal y la verdadera excepción.

Desde un esquema sobre la aptitud de la pretensión se deben considerar los elementos que
vinculen todos los requisitos del proceso como instrumento de validez y eficacia para la
satisfacción de pretensiones como: habilidad procesal de las partes, legitimación de los sujetos
procesales, cualidades imprescindibles en materia litigiosa, etc. En este último aspecto, debe
darse un mayor desarrollo a la relación entre principio de formalismo y requisitos formales del
proceso (continente de los presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo).
Cumplido el mínimo de requisitos debe darse el pronunciamiento en cualquier sentido.
Adicionalmente, los aspectos relacionados con el derecho de defensa estarían incluidos dentro
de esta categoría de presupuestos, exigiendo una correcta disciplina de notificaciones; pero
estos últimos aspectos conciernen al derecho dispositivo y tienen posibilidades amplias de
saneamiento.

4. SOBRE LAS NULIDADES PROCESALES

La nulidad procesal es una sanción procesal que priva a los actos y a las etapas procesales de
sus efectos normales, desde su eficacia, en las cuales no se han observado ciertas reglas
fundamentales del debido proceso, como las referentes a las formas preestablecidas, a la
garantía del derecho a ser oído, o cuando se desconocen las pautas objetivas que tutelan la
garantía de legalidad del juez. La nulidad procesal puede definirse como "el remedio tendiente
a invalidar tanto resoluciones judiciales cuanto actos procesales anteriores a ellas que no
reúnen los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad" (19).

Sobre la temática de nulidad procesal pululan muchos problemas que siguen escindiendo y
distanciando las posturas argüidas por varios doctrinantes del derecho procesal. Las garantías
constitucionales del proceso deben ser los parámetros prioritarios que faciliten unificar
criterios, para que pueda concebirse la nulidad procesal como el gran baluarte y mecanismo
protector del proceso, frente a todos aquellos sujetos que al servicio de una racionalidad
instrumental y maquiavélica quieran vulnerar la existencia de aquellos medios que se
consideran indispensables para la consecución de una solución sustancialmente justa. Por
medio de la nulidad procesal es posible identificar correctivos concretos frente a ciertas
irregularidades que conculcan, en el instrumento proceso, el derecho fundamental del debido
proceso. Los requisitos y formas de trámite de la nulidad procesal deben ser regulados
legalmente. Pero, en los diferentes ordenamientos jurídicos no se debe limitar sus alcances,
toda vez que resulta conveniente que sea regulada mediante la enunciación de causales que
de forma amplia permitan proteger el referido núcleo garantístico constitucional del debido
proceso. No es dable que la ley se erija en óbice del desarrollo de los mandatos
constitucionales, al restringir las causales por medio de una determinación taxativa, bastante
apretada, que no facilita la tutela de tal derecho en las diferentes situaciones de lesión. No
resulta viable seguir aplicando el principio de especificidad en los términos desarrollados por la
doctrina tradicional, por medio de una interpretación restrictiva y estricta, y bajo la limitación
casuística exagerada de las situaciones de nulidad a las meras hipótesis que el legislador haya
establecido (20). Se impone proteger las garantías fundamentales del proceso, bajo un
esquema que no se encuentre limitado de forma exagerada por la especificidad, en los
términos ya explicados, y que tampoco permita encasillar al juez bajo modelos exegéticos ya
superados.

El Despacho Saneador se impone sobre cuestiones no relativas al mérito o al fondo, tanto para
los presupuestos procesales, como también para los que muchos conocen como presupuestos
materiales para la sentencia de fondo. En dicho contexto, la nulidad procesal se gestaría de los
errores in procedendo y no in iudicando, no requiriéndose de un fallo formal como la sentencia
inhibitoria para los presupuestos materiales. La nulidad procesal busca la protección por vía
de negativa de los requisitos de forma, y sólo desde ésta aproximación es posible explicar
coherentemente la teoría desarrollada sobre dicha sanción procesal; por esto debe asumirse
una posición clara en búsqueda de una perspectiva holística que integre la teoría de los
presupuestos procesales y sobre las formas procesales con la teoría de las nulidades
procesales. Se hace necesario salvaguardar los requisitos formales de errores in procedendo
para lograr eficacia y validez, en pro de la seguridad misma del ordenamiento jurídico. Dichos
requisitos de forma se circunscriben al ámbito de ser legisladas, no pudiendo dejarse la teoría
de los presupuestos procesales y formas procesales al mero capricho de las partes o al arbitrio
judicial. Pero jamás la nulidad ha de tener por función salvar la forma por la forma, sino los
fines determinados a ella por ley.

En cuanto al principio del formalismo es indispensable que los actos procesales, las etapas
procesales y el proceso mismo guarden los requisitos de forma, porque de lo contrario aparece
un defecto que puede ser relevante, de naturaleza procesal; y de acuerdo a su mayor o menor
trascendencia el vicio afectaría un acto, o una serie de actos, o todo un proceso. "...el recurso
de nulidad tiene por objeto subsanar los vicios o defectos de que puede adolecer los requisitos
que condicionan la validez de los actos procesales (errores in procedendo)" (21). Pero, esta
formalidad no debe hacerse coincidir con la tiranía del formalismo extremo; por lo que resulta
aconsejable que se predique la nulidad en procesos que estén regimentados por formas
elásticas. Lo que sí resulta inadmisible es permitir la libertad de formas, dejando toda la
actividad procesal y sus requisitos formales expuestos al mero capricho de las partes o al
arbitrio judicial. Esta elasticidad, concebida bajo una regla de orden teleológico tenue, sólo
admite la nulidad procesal sobre aquellos actos que carecen de los requisitos indispensables
para la obtención de su finalidad, sin sujeción a pautas legales demasiado restrictivas que
podrían degenerar en la exaltación de un formalismo exagerado. Jamás la nulidad tiene por
función salvar la forma por la forma, sino que debe considerar los fines determinados a ella
por la ley. La teoría moderna ha reconocido la identidad de las nulidades procesales con el
finalismo, puesto que el formalismo en lo que atañe al derecho procesal tiene un sentido
trascendente y no vacío (22).

NOTAS:

(1) BULOW, Oscar Von. La teoría de las excepciones procesales y los presupuestos procesales.
Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América, 1961
(2) BRISEÑO SIERRA, Humberto. Derecho Procesal. 2ed. Ciudad de México: Harla, 1995. p. 857

(3) CALAMANDREI, Piero. Instituciones de Derecho Procesal Civil. Tr. de Santiago Sentís
Melendo. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América, 1962. T. I., p. 350-351

(4) GOLDSCHMIDT, James. Teoría General del Proceso. Barcelona: Labor S.A., p. 19

(5) VESCOVI, Enrique. Teoría general del proceso. Bogotá: Temis, 1984. p. 94

(6) MORALES M., Hernando. Curso de derecho procesal civil. Parte general. 7ed. Bogotá:
ABC, 1978, p. 205-209

(7) DEVIS ECHANDIA, Hernando. Compendio de Derecho Procesal; Teoría General del Proceso.
12ed. Medellín, Dike, 1987. T. I. p. 283-299

(8) QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría general del Proceso. Tomo II. Santafé de
Bogotá: Temis, 1995. p. 1-15, 43-47

(9) BRISEÑO SIERRA, Humberto. Op. cit., p. 856

(10) FALCON, Enrique M. Elementos de Derecho Procesal Civil. T. I. Buenos Aires: Abeledo-
Perrot, 1986. T. I. p. 155-156

(11) LEIBLE, Stefan. Proceso Civil Alemán. Konrad-Adenauer Stiftung y Biblioteca Jurídica Dike,
1999. p. 158-159

(12) CALAMANDREI, Piero. Op. Cit., p. 353-354

(13) LEIBLE, Stefan. Op. cit., p. 341-342

(14) BRISEÑO SIERRA, Humberto. Op. Cit., p. 854

(15) CARNELUTTI, Francisco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Tomo I. Introducción y


función del proceso civil. Tr. por Niceto Alcalá-Zamora y Castillo y Santiago Sentís Melendo.
Buenos Aires: UTEHA (Unión Tipográfica Editorial Hispano América), 1944. p. 66, 76, 329

(16) CLARIA OLMEDO, Jorge A. Derecho Procesal. Buenos Aires: Depalma, 1991. T. II,. p. 117

(17) QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Op. cit., p. 14

(18) QUINTERO, Beatriz. Los presupuestos procesales. En: Temas Procesales. Medellín. No.
17 (Octubre 1993); p. 98

(19) PALACIO, Lino Enrique. Derecho Procesal Civil. Tomo V. Actos Procesales. Buenos Aires:
Abeledo-Perrot, 1975. p. 136-137

(20) En tal sentido, en éste estudio se toma distancia de la posición asumida por la Corte
Constitucional, mediante Sentencia C-491 de Noviembre 2 de 1.995, Magistrado Ponente
Antonio Barrera Carbonell. En ésta providencia el máximo tribunal constitucional colombiano,
al examinar las causales de nulidad previstas en el artículo 140 del Código de Procedimiento
Civil, sostiene que “No se opone a la norma del artículo 29 de la Constitución la circunstancia
de que el legislador señale taxativamente las causales o motivos de nulidad...”. Sólo admite
como causal adicional la consagrada en el inciso 29 del artículo citado, según el cual “es nula,
de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso”. Salvo esta hipótesis
especial, se niega la posibilidad de declaración de las nulidades constitucionales, cuando se
produzca violación de algún principio procesal que emane del Debido Proceso, sin
circunscribirlo a las meras causales referidas por el legislador.

(21) PALACIO, Lino Enroque. Op. cit., p. 137

(22) Para el profesor ADOLFO ALVARADO VELLOSO, el concepto de obtención de la finalidad


es inherente a la utilidad de la declaración. Considera que basta la carencia de un requisito
esencial en orden a obtener su fin, para que el juez pueda sin más declarar la nulidad.
"Atendiendo que el principio del finalismo ya antes citado implica la prevalencia del resultado
sobre el medio que debe ser declarado nulo cuando, no obstante su desajuste con el patrón
contenido en la norma, ha cumplida acabadamente con su finalidad (piénsase, por ejemplo, en
una cédula de notificación con irregularidades y que, al llegar a manos del interesado, le
permite enterarse cabalmente de lo que se le debía noticiar en el caso. ¿Qué sentido, sino un
puro e irracional apego a un absurdo formalismo, tendría declarar la nulidad por el vicio de
forma... "Teniendo en cuanto la utilidad que produce la anulación, ella no procede cuando es
indiferente a los fines del proceso. Aunque en rigor no constituye un supuesto de subsanación,
algunas legislaciones subsumen el caso en este título". Cf. . ALVARO VELLOSO, Adolfo.
Presupuestos de la nulidad Procesal. En: Temas Procesales. Medellín. No. 5 (Octubre 1987);
p. 105

Revista Jurídica Cajamarca

Presupuestos
procesales
Nixon Javier Castillo Montoya (*)

INTRODUCCION
Hay que reconocer que el espíritu del nuevo Código Proc
Civil está enfocado a evitar por todos los medios técnicos posi
que el Juez, al final de la instancia, llegue a una sentencia inhibi
sin pronunciarse sobre el fondo del litigio. Es conocido qu
anterior código no le proporcionaba al Juez la posibilidad
depurando el proceso, lo cual lo colocaba en la situación de elab
y emitir consecutivamente -al momento de expedir sentencia
juicios admisibilidad, de procedibilidad y, en su caso, de fundabi
sobre la demanda. De a ahí que no era raro que se decla
inadmisible una demanda después de que el litigante había seg
un proceso por varios años continuos.

En el presente trabajo se pretende resaltar la importancia que representa


denominados Presupuestos Procesales en el nuevo ordenamiento procesal c
tanto para el Juez como para los litigantes. Pues, es de advertir que para que
exista un proceso o relación jurídica procesal válida, se tendrá que verificar, e
una etapa previa, la existencia de los tres presupuestos procesales: La
competencia, la capacidad procesal de las partes y los requisitos de la deman

Como norma general, el Juez primero deberá examinar la concurrencia d


Presupuestos Procesales y después las Condiciones de la Acción. Ello significa
el juzgador no puede examinar las condiciones de la acción si previamente no
constatado o verificado que el proceso que está examinando es válido. Ahora
Juez omitiera realizar dicho examen, las partes pueden hacerlo notar
interponiendo las excepciones correspondientes.

PRESUPUESTOS PROCESALES

1. DENOMINACION.

Dos voces forman esta figura, una: “Presupuestos”, cuya connotación


de motivo, causa o supuesto, lo que necesariamente advierte que los mis
han de estas referidos a algún acto o situación; la otra: “Procesales”, alud
proceso.

Por consiguiente, los mencionados vocablos, en su sentido técnico-jur


significan los requisitos o circunstancias relativas al proceso, es decir, que
constituyen los supuestos previos que necesariamente han de darse para
constituir una relación jurídica procesal regular o válida.
2. ORIGEN Y CRITICA DOCTRINARIA.

La denominación de Presupuestos Procesales se debe originariamente


jurista alemán Oskar Von Bulow, creador de la Teoría de la Relación Jurídi
expuesta para explicar la naturaleza jurídica del proceso.

Al respecto, Bulow expresa que la exposición sobre una relación jurídica


dar, ante todo, una respuesta a la cuestión relacionada a los requisitos a que
sujeta el nacimiento de aquella. Agrega que se precisa saber entre qué perso
puede tener lugar, a qué objeto se refiere, qué hecho o acto es necesario par
realizar tal acto.

En cuanto a su denominación, Bulow la propuso para referirse a las


prescripciones que deben fijar los requisitos de admisibilidad y las condicione
previas para la tramitación de toda la relación procesal, es decir, las que prec
entre qué personas, sobre qué materia, por medio de qué actos y en qué
momento se puede dar un proceso. Además, este autor agrega que un defec
cualquiera de las relaciones indicadas impediría el surgimiento del proceso. E
suma, en estos principios están contenidos los elementos constitutivos de la
relación jurídica procesal.

Entre los autores germanos que ha admitido la existencia de los denomin


Presupuestos Procesales, aunque con algunos justificables reparos. Así, Adol
Schonke ha concretado con claridad su pensamiento sobre el tema en
consideración, procurando una ajustada definición. Después de recordar la n
de Bulow, en cuanto los considera requisitos o supuestos previos para el
nacimiento de la relación jurídica procesal, y que faltando esos elementos el
proceso constituiría un hecho aparente, afirma que tal concepción ha sido
reconocida como inexacta, toda vez que si los mismos no existen, el proceso
igualmente tiene vida, aunque sí admite y destaca que lo son, no para consti
una relación jurídica procesal válida, sino para que pueda dictarse una senten
sobre el fondo. Por último, agrega que se ha propuesto por ello sustituir la
designación de Presupuestos Procesales por otra, como por ejemplo
“Presupuestos Procesales de la demanda”, “Presupuestos para que se consti
el pleito, o “ presupuestos para una sentencia sobre el fondo”. Pero es prefer
mantener la expresión de Presupuestos Procesales ya generalizada, pues la
nuevas denominaciones que se han citado son, en parte también imprecisas
conducido a errores de interpretación.

También ha sido observada la denominación de Presupuestos Procesales


otro destacado procesalista alemán como es Kisch, quien manifiesta que sin
alguna se la emplea, pues si el Tribunal tiene que examinar si tales requisitos
han cumplido y ese examen forma parte del proceso mal pueden ellos mismo
presupuestos de éste.

Rosenberg se pronuncia afirmativamente acerca de la existencia de los


llamados Presupuestos Procesales, haciendo una distinción entre éstos y los
califica de impedimentos de esa índole -que veremos posteriormente-, así co
también respecto de la forma y oportunidad de su declaración judicial. Sin
embargo, no es dado colegir, interpretando su pensamiento, la dualidad exis
entre requisitos de admisibilidad (verdaderos presupuestos procesales) y los
se refieren a la fundabilidad, vinculados al mérito de la causa.

Entre los procesalistas italianos, no obstante los reparos que también se


formulado respecto de la denominación que nos ocupa, proponiéndose, entr
otras, las de “Presupuestos del conocimiento del mérito”, “Extremos exigidos
decidir el fondo de la cuestión”, o ”Condiciones para la sentencia de mérito”,
cierto es que se ha preferido mantener la expresión empleada por Bulow y
también por el reconocido jurista Chiovenda, el que los definió como las
condiciones para que se consiga un pronunciamiento cualquiera, favorable o
desfavorable, sobre la demanda.

3. CONCEPTO.

Alzamora Valdez manifiesta que para que pueda nacer la obligación d


juez de proceder sobre las demandas, se requieren alguna condiciones qu
llaman Presupuestos Procesales.

Chiovenda, citado por Carlos Matheus, define a los Presupuestos Procesa


como las condiciones necesarias para conseguir una sentencia cualquiera, se
favorable o desfavorable a una parte, o como condiciones necesarias para qu
relación jurídica procesal o el proceso civil se desarrolle o constituya
normalmente, es decir, con eficacia.

Para Monroy Gálvez, los Presupuestos Procesales son los requisitos esen
para la existencia de una relación jurídica procesal válida.

Tico Postigo manifiesta que fluye del Código Procesal Civil que el proceso
sinónimo de relación jurídica procesal( Art. 465 del C.P.C.). Además, agrega e
autor, atendiendo a la naturaleza de dicho tipo de relación jurídica que es
procesal y por ende diferente y autónoma de la relación jurídica sustantiva.

Aclara que la relación jurídica procesal está formada entre las partes y el
existiendo de por medio intereses probados que requieren ser solucionados,
por intervenir el Juez administrando justicia a nombre de la nación, la relació
procesal tiene carácter público. En suma, para Ticona Postigo, la relación jurí
procesal está regulada en el C.P.C. y equivale al proceso en sí, por lo que el
proceso es una relación jurídica procesal y ésta a su vez se forma entre las pa
el Juez, teniendo por base a los Presupuestos Procesales y a las Condiciones d
acción.

Bulow consideró que los Presupuestos Procesales son condiciones para q


consiga un pronunciamiento cualquiera sobre la demanda, sea éste favorable
desfavorable. De esta afirmación, Alzamora Valdez concluye que si no se cum
cualquiera de los Presupuestos Procesales, no existe relación jurídica procesa
embargo, Monroy Gálvez indica que la falta o defecto de un Presupuesto Pro
no significa que no hay actividad procesal, sino que la ejecución de ésta se
encuentra viciada. Esto es tan cierto –dice el autor- que sólo se detecta la fal
defecto de un Presupuesto Procesal al interior de un proceso, es decir, duran
desarrollo. Monroy agrega que conviene precisar que si bien un proceso está
viciado, si se inicia con ausencia o defecto de un presupuesto procesal, pued
presentarse el caso que se inicia válidamente, sin embargo, bastará que en
cualquier momento desaparezca o defecciones un presupuesto procesal para
la relación jurídica procesal que empezó bien se torne viciada desde ese mom
en adelante.

4. DETERMINACION DE LOS PRESUPUES


PROCESALES.

No es suficiente que el actor presente su demanda ante un organismo


jurisdiccional para que el proceso se constituya y desarrolle validamente, sino
es imprescindible que se cumpla con determinados requisitos mínimos para
una relación jurídica procesal nazca validamente. Ya hemos dicho que ha dich
requisitos Bulow los denominó Presupuestos Procesales, denominación que
prácticamente ha sido acogida en forma unánime por la doctrina.

En efecto –indica Guasp, citado por Carlos Matheus-, dichos requisitos o


condiciones que ha de reunir el proceso para considerarlos válido, ¿se ha ref
a este objeto de conocimiento (proceso) en su totalidad, o por el contrario, s
estudio comprende también el de los actos procesales singulares que lo integ
Se habla sí de Presupuestos Procesales singulares o especiales y generales, s
se tenga en consideración uno u otro supuesto; sin embargo, la orientación d
doctrina predominante se inclina por la consideración general.

Siguiendo los lineamientos esbozados por el Dr. Eduardo B. Carlos,


corresponde ahora señalar, para una mejor comprensión, cuáles son o qué
situaciones alcanzan los referidos presupuestos procesales. En primer lugar –
el autor-, no puede darse proceso válido si no existe un órgano con poder
jurisdiccional (Juez o Tribunal) con aptitudes subjetiva y objetiva para resolve
litis (competencia). En segundo término se ha de dar una demanda formal y
regularmente presentada, es decir, conforme con los requisitos preordenado
la ley procesal, por la que se ejercita el derecho de acción. Por último, es
menester que esa demanda se ejercite se dirija por o contra una parte que te
capacidad de tal, para realizar actos procesales válidos, o sea que se dé una
capacidad de obrar o de ejercicio (legitimidad ad procesum).

Para otros autores, la demanda solamente tendría aquel carácter, pues p


ella se ejercita la acción que es la que da nacimiento y vida al proceso. Sin
embargo, la mayoría de los autores reconocen en los apuntados, los únicos
requisitos para que se dé un proceso válido, por ello si falta alguno de los mis
se ha de declarar su invalidez. La circunstancia de que no pueda entrarse al
examen del mérito o fondo de la causa, cuando el Juez va a dictar sentencia,
que previamente se expida sobre los denominados presupuestos procesales,
vez que ya sea de oficio o a petición de parte, él mismo ha de decidir acerca d
concurrencia, constituye el motivo por el cual algunos tratadistas,
preferentemente germanos, sostengan que tales presupuestos lo son de la
sentencia de fondo porque no se llega a ésta sin la previa solución de aquello
Empero, no obstante tales criterios, se ha de concluir que la competencia de
órgano jurisdiccional, la capacidad procesal de las partes y la promoción de u
demanda regularmente presentada, constituyen los referidos presupuestos
procesales, los que si no se han cumplido obstan a que se dicte una sentencia
sobre el fondo.

Pacíficamente –dice Monroy Gálvez- se admite como Presupuestos Proce


la Competencia, la Capacidad Procesal y los Requisitos de la Demanda.

A continuación realizaremos un breve estudio de cada uno de los


presupuestos procesales mencionados, en cuanto a su contenido y delimitac

A. La Competencia.

1. Concepto.

Es necesario indicar que la jurisdicción es la facultad que concede el Estado a todos los jueces. E
sentido, todo juez ejerce jurisdicción, pero no todo juez es competente para el conocimiento de cualq
caso; el juez ejerce jurisdicción dentro de los límites de la competencia.

Ticona Postigo considera que la competencia es el deber y el derecho que tiene cada juez (órga
jurisdiccional), según criterios legales, para administrar justicia en un caso determinado, con exclusió
otros.

Para Monroy Gálvez la competencia es el ejercicio válido de la jurisdicció


decir, es la expresión regular, concreta y autorizada de un órgano jurisdiccion
respecto de un caso concreto. La competencia es una institución procesal cu
objetivo es hacer más efectiva y funcional la administración de justicia.

Afirma Pedro Sagástegui que la jurisdicción es el género, mientras que la


competencia viene a ser la especie; todos los jueces tiene jurisdicción, pues t
el poder de administrar justicia, pero cada juez tiene competencia sólo para
resolver determinados asuntos.

2. Clasificación.

No nos corresponde ampliarnos en este tema, sin embargo es necesario


indicar que la distribución del trabajo entre los distintos órganos judiciales
obedece a determinados criterios, siendo tres los fundamentales: criterio
territorial, criterio objetivo (materia, cuantía), y criterio funcional.

Todas las disposiciones generales sobre competencia, contenidos en el


capitulo I del Titulo II del C.P.C., de una u otra forma están relacionados con l
tres criterios descritos. En efecto, el criterio territorial se expresa a través de
artículos 14 al 27; el criterio objetivo se expresa en los artículos 5 al 9 y 34
(materia) y del 10 al 13 (cuantía); criterio funcional se plasma a través de los
artículos 28 al 33, respectivamente.

De los criterios que determinan la competencia, los relacionados con la


materia, la cuantía y el grado son impuestos por la norma con carácter defini
inmodificable, ni siquiera por las partes, por lo que suele decirse que conform
llamada competencia absoluta. Sin embargo, por razón de territorio conform
competencia relativa, esto es así porque ha sido prevista en favor de la econo
de las partes, por esa razón puede ser convenida en sentido distinto por las p
o incluso admitida en contrario por una de ellas, con lo que después ya no se
puede discutir su incumplimiento. Esto último se conoce con el nombre de
prórroga de la competencia.

3. Excepción de Incompetencia.

Siguiendo a Elvito Rodríguez, el Juez debe ser competente en atención a los distintos elementos
determina la competencia. En caso de no serlo, y el Juez no lo declara de oficio, se puede interponer
excepción de incompetencias, la misma que se encuentra contemplada ene el inciso 1 del artículo 44
C.P.C.

La excepción de incompetencia es el instituto procesal que denuncia vici


la competencias del juez, siendo procedente cuando se interpone una deman
ante un órgano jurisdiccional incompetente, es decir que no está facultado p
conocer el asunto litigioso presentado, sea por razón de materia, la cuantía y
territorio (en este último caso cuando es improrrogable). Puntualizamos que
a no ser invocada como excepción, puede ser declarada de oficio la incompe
en cualquier estado y grado del proceso (así lo ordena el primer párrafo del
artículo 35 del C.P.C.). Tal declaración oficiosa es dable tratándose de
irregularidades que afecten la competencia absoluta, atendiendo a su import
y al hecho de que sus reglas son de orden publico.

Inexplicablemente la excepción de incompetencia no opera tratándose d


cuestionamiento de la competencia funcional. Así lo indica el tercer párrafo d
artículo 35 del C.P.C, no obstante señalar además, en forma contradictoria, q
incompetencia podrá ser declarada de oficio o a petición de parte hasta ante
expedirse el auto de saneamiento procesal.

3.1. Naturaleza Jurídica.

Siendo la competencia una figura estrictamente procesal, el medio para


evidenciar la falta de ella –la excepción que analizamos- constituye, a su vez,
institución de idéntico carácter.

La excepción de incompatibilidad es de naturaleza dilatoria, pues nada im


al demandante, cuando se haya declarado fundada y, por ende, dispuesto la
conclusión del proceso, interponer nuevamente su demanda ante el órgano
jurisdiccional competente. En consecuencia, dicha excepción no anula el ejer
del derecho de acción.

De acuerdo con Ferrero, esta excepción está dirigida a advertir la falta de


presupuesto procesal, en el caso de la incompetencia absoluta, y a hacer cum
las reglas de la competencia, en el caso de incompetencia relativa.

3.2. Consecuencia Jurídica.

En principio, el juez calificará improcedente la demanda si carece de


competencia, atendiendo a lo preceptuado en el artículo 427, inciso 4 del CP
pese a ello la admite, entonces cabe proponer la excepción correspondiente.

Si la excepción de incompetencia es declarada infundada, se declarará,


además saneado el proceso (tercer párrafo del Art. 449 del CPC.).

Cuando es declarada fundada esta excepción, una vez contenido y


ejecutoriado el auto respectivo, el cuaderno en que se tramitó es agregado a
principal, produciéndose como efecto la anulación de lo actuado y la conclus
del proceso, en estricta observancia del Art. 451, inciso 5 del CPC., concordan
con el segundo párrafo del numeral 35 del mismo código.

De haber concurso de excepciones, si entre las propuestas figura la de


incompetencia y la declara fundada, el juez se abstendrá de absolver las dem
(Art. 450 del CPC.)
B. Capacidad Procesal de las Partes.

1. Capacidad.

Messineo –citado por Carlos Matheus- escribe que el principal atributo de la personalidad del su
de su existencia para el derecho, está constituido por su capacidad jurídica o capacidad de derecho, q
aptitud o idoneidad para ser sujeto de derechos subjetivos en general.

En este sentido, la capacidad jurídica la tiene toda persona, sin necesidad


que esté dotada de una voluntad reflexiva.

La capacidad es la aptitud o posibilidad de ser partícipe de todas las


situaciones jurídicas contempladas en el derecho positivo, y se adquiere con
nacimiento e inclusive con la concepción, pues el concebido es sujeto de dere
para todo cuanto le favorece, aunque la atribución de derechos patrimoniale
condicionada a que nazca vivo (Art. 1 del C.C.).

1.1. Clases de Capacidad.

a. Capacidad de Goce. Esta clase de capacidad viene a ser la posibilida


habilitación para ser titular de relaciones jurídicas y es inherente a toda perso
humana, sin distinción.

b. Capacidad de Ejercicio. Constituye la aptitud para ejercer derechos


sujeto de obligaciones por uno mismo, es decir, sin ser asistido por otro indiv

Fernández Sessarego la entiende como la posibilidad o aptitud del sujeto


derecho de ejercer por sí mismo los derechos de que goza en cuanto persona

2. Definición de Parte.

Carnelutti afirma que la palabra parte tiene un doble significado: para ev


confusión, al sujeto de la litis se le denomina parte en sentido material, y al s
del proceso se le llama parte en sentido procesal.

La noción de parte, dentro de la moderna ciencia procesal, posee básicam


dos enfoques que buscan definirla a plenitud. Uno primer, para el cual la par
puede coincidir o no con el sujeto de la relación jurídica sustantiva, objeto de
proceso, siendo para esta postura un concepto puramente procesal. Y uno
segundo, que considera que parte no es sólo el sujeto del proceso, sino tamb
sujeto de la relación jurídica sustancial objeto de este último, constituyendo
este criterio un concepto no sólo procesal, sino también material.

El concepto de parte – dice Marco Tulio Zanzucci- es un concepto


exclusivamente procesal: deriva del concepto de relación jurídica procesal. P
es quien precisamente, en nombre propio, actúa o contradice en el proceso,
cuyo nombre se actúa o se contradice.

Agrega este autor que parte son los sujetos activos y pasivos de la dema
judicial, o sea los sujetos que provocan a aquellos frente a los cuales es provo
la constitución de la relación jurídica procesal.

Sin embargo, siguiendo la doctrina, son plenamente diferenciables la


capacidad para ser parte y la capacidad para estar en juicio, es decir la capac
procesal, resultando distintos ambos conceptos, tal como veremos a
continuación.

2.1. Capacidad para ser parte.

La capacidad paras ser parte se refiere a la aptitud para ser titular de los
derechos, cargas y obligaciones que se derivan de la realidad jurídica que es e
proceso. Estamos aquí ante el correlativo de la capacidad jurídica, la cual
corresponde a todo aquel a quien el ordenamiento le reconoce o le otorga
personalidad jurídica, capacidad para ser titular de derechos y obligaciones.

Podría quedar fijado el concepto de capacidad para ser parte como aque
capacidad que se le reconoce a todo el que posee capacidad jurídica o lo que
mismo la capacidad de goce, pudiendo ser por ello sujeto de una relación jur
procesal y con ello titular de los derechos, cargas y obligaciones que se deriva
proceso , correspondiéndole tal aptitud a las personas naturales y jurídicas, a
como a ciertos grupos organizados y patrimonios autónomos.

Nuestro CPC., en su artículo 57, más que definir la capacidad para ser par
detalla los sujetos a los cuales les pertenece tal aptitud.

Alberto Hinostroza Mínguez afirma que el hecho de que toda persona te


capacidad paras ser parte material en un proceso tiene su fuerte en el artícu
del Código Civil, referido a la capacidad de goce de los derechos civiles.
2.2. Capacidad Procesal.

Podemos iniciar este punto afirmando que si la capacidad para ser parte
correlativo de la capacidad jurídica, la denominada capacidad procesal (o
capacidad para comparecer en juicio, capacidad para obrar procesal, capacid
actuación procesal) es el correlativo de la capacidad de ejercicio. En este ord
equivalencia –no de identidad-, esta segunda capacidad alude a la aptitud pa
realizar válidamente actos procesales, pues la sola capacidad para ser parte n
basta para tener plena aptitud como parte en un proceso.

Como no todos los que poseen capacidad jurídica tienen también capacid
de obrar, vale decir, de ejercer sus propios derechos, así también no todos lo
poseen la capacidad para ser parte tienen también la capacidad de estar en
es decir de promover el proceso o de defenderse en este, de cumplir actos
procesales validos.

Goldschmidt –citado por Carlos Matheus- indica que capacidad procesal


capacidad para realizar actos procesales , es decir la capacidad para llevar un
proceso como parte, por sí mismo o por medio del apoderado procesal a qui
le haya encomendado.

Para Monroy Gálvez la capacidad procesal es la aptitud para ejecutar act


procesales válidos por parte de los elementos activos de la relación jurídica
procesal (el Juez, las partes, los terceros legitimados y los órganos de auxilio
judicial).

Este reconocido procesalista agrega que se le identifica con la capacidad


de ejercicio. La capacidad procesal es decidida y delimitada por la propia nor
procesal en atención a la existencia y necesidad de una determinada vía
procedimental, así una madre menor de catorce años puede demandar alime
para su hijo, aun cuando sea incapaz absoluta, desde una perspectiva civil.

En conclusión, podemos decir que la capacidad procesal es la aptitud de


realizar activa o pasivamente actos jurídicos procesales con eficacia, en nomb
propio o por cuenta ajena, que poseen las personas que tienen el libre ejerci
los derechos que en el proceso se hacen valer, siendo este concepto el reflejo
procesal de la capacidad de obrar en el derecho civil y, por ende, necesaria la
remisión a este último para conocer en el caso concreto sus alcances. Sin em
esta correspondencia no es absoluta, puesto que se admiten algunas excepci

La capacidad procesal implica el ejercicio de tres derechos: comparecer a


Juez por su propio derecho, comparecer ante el Juez en nombre de otro y ha
representar voluntariamente.

Esta figura está regulada en el Art. 58 del CPC., el cual la denomina “capa
para comparecer en un proceso”.

3. Excepción de Incapacidad del Demandante o de su Representante.

3.1. Naturaleza Jurídica.

Esta excepción constituye un instrumento procesal de defensa que tiend


evitar una relación jurídica procesal inválida y carente de eficacia y que se op
la pretensión del actor cuando éste o quien ejerce su representación carecen
capacidad para comparecer en un proceso, afirma Hinostroza Mínguez. Hay q
indicar que la capacida de la que trata esta excepción es la procesal, llamada
también legitimatio ad processum.

Según Monroy Gálvez, esta excepción es de naturaleza dilatoria. Asimism


agrega que es deducida por el demandado cuando considera que el actor car
de capacidad para realizar directamente actos jurídicos procesales y también
cuando el representante del actor carezca de la misma capacidad.

3.2. Consecuencia Jurídica.

De declararse infundada esta excepción, se declarara, además, saneado


proceso, esto es la existencia de una relación jurídica procesal valida (Art. 44
tercer párrafo, del CPC.).

Si se declara fundada, el cuaderno incidental correspondiente se agregar


principal y traerá como consecuencia jurídica la suspensión del proceso hasta
el demandante incapaz comparezca, legalmente asistido o representado, den
del plazo que fijara el auto resolutorio (Art. 451, inciso 1 del CPC.).

Por tratarse de una excepción dilatoria, aun en el supuesto de resolverse


conclusión del proceso, podra el actor, una vez subsanado el vicio sobre la
capacidad procesal de él o de quien lo representa, ejercitar su derecho de ac
interponiendo nuevamente la respectiva demanda, siempre que no haya pre
su derecho. Esto quiere decir que tiene la posibilidad de volver a solicitar tute
jurisdiccional cuando cese su estado de incapacidad.

C. Requisitos de la Demanda.

La demanda es el acto procesal que da inicio al proceso. Para Ticona Post


es la forma o modo cómo se ejercita el derecho de acción, por lo tanto, entre
acción y demanda existe una relación de derecho a ejercicio de derecho. Agr
este autor que, con la sola presentación de la demanda tiene lugar el inicio d
relación jurídica procesal, pues la presentación importa el ejercicio de un der
procesal por parte del demandante.

La demanda es de naturaleza compleja, pues es a la vez: acto iniciador de


proceso, ejercicio inicial del derecho de acción, apertura la instancia, es el ac
principal del actor, es un acto de petición y postulación; sin embargo, como t
acto procesal, la demanda no puede ser una manifestación del “estilo person
indica Nelson Ramírez-, sino que debe cumplir con los requisitos que señala

Monroy Gálvez explica que, quien ejercita su Derecho de acción y lo viab


través de su demanda, debe cumplir con un conjunto de requisitos al momen
su interposición. Algunos de estos requisitos son de forma y regularmente
consisten en la obligación de acompañar anexos a la demanda o acompañar
ésta de algunas formalidades que la hagan viable (la firma del abogado, las ta
correspondientes son un ejemplo de ello). Por otro lado, hay algunos requisit
llamados de fondo, porque son intrínsicos, es decir, están ligados a la esencia
demanda como acto jurídico procesal (así, identificar con precisión la preten
precisar la calidad con la que se demanda, plantear debidamente una
acumulación, etc.)

El incumplimiento de los requisitos legales origina el rechazo de la deman


Sin embargo, es lógico considerar que tal incumplimiento, en todos los casos
genera el mismo efecto. Es así que nuestro CPC. permite la subsanación de lo
requisitos de forma (Art. 426); en cambio, cuando hay omisión o defecto de u
requisito de fondo, autoriza la declaración motivada de improcedencia y
consiguiente conclusión del proceso.

Ticona Postigo manifiesta que, normalmente –aunque esto no es absolut


requisitos de forma se refieren a la demanda en general, y los requisitos de f
a la pretensión en particular. Agrega que los artículos 424 y 425 del CPC. regu
los requisitos generales de la demanda para todo tipo de procesos contencio
también el Código señala los requisitos para iniciar determinados procesos.

1. Inadmisibilidad de la demanda.

Siguiendo a Nelson Ramírez Jiménez, una demanda será declarada


inadmisible cuando no tenga los requisitos legales (por ejemplo, no se enume
los hechos o se indica el domicilio personal del actor), o cuando no se acomp
los anexos exigidos por la ley, o si el petitorio es incompleto o impreciso, o cu
la vía procedimental propuesta no corresponde a la naturaleza del petitorio.

Devis Echandía indica que se inadmite la demanda cuando le falta algún


requisito o un anexo o tenga algún defecto subsanable y con el fin de que sea
subsanado en el término que la ley procesal señale.

Si la omisión o defecto en que se incurre es superable, el juez ordenará la


subsanación en un plazo no mayor de diez días, y si así no se hiciere, se recha
demanda y se ordena el archivo del expediente.

2. Improcedencia de la Demanda.

El juez, en este juicio, analiza y verifica si la pretensión tiene todos los


requisitos intrínsicos o de fondo, si constata que no los tiene, declarará
improcedente la demanda, pero si verifica que ésta contiene dichos requisito
llegara a la convicción que la demanda es procedente.

En el juicio de procedibilidad, lo que el Juez principalmente analiza y veri


es que la pretensión propuesta por el actor, se hace valer en un proceso en d
concurren los tres presupuestos procesales, además que la acción tenga las d
condiciones, indica Ticona Postigo. Asimismo, agrega este autor que, el juicio
negativo de procedibillidad impide pasar, ulteriormente al juicio de fundabili

Dada la naturaleza de las causas de improcedencia todas ellas referidas a


requisitos de fondo, según lo dispone el artículo 128 del CPC., es evidente qu
son subsanables, por lo que el rechazo de plano, sin conceder plazo alguno. P
es necesario aclarar que cuando el juez emite juicio de procedibilidad no juzg
justicia de la pretensión, es decir que no declara si el actor es o no titular del
derecho que alega en su demanda, sino que simplemente examina si a la
pretensión propuesta le falta uno de sus requisitos intrínsicos, carencia o def
que precisamente va a impedir un pronunciamiento de mérito.

En definitiva, se declarará improcedente una demanda cuando no cumpl


los requisitos que exige el artículo 427 del CPC. No obstante el orden estipula
en el artículo, consideramos que lo primero que debe examinar el juez es si
resulta o no competente para conocer la demanda que se le presenta y en el
de que llegue a la conclusión de que sí lo es, pasará luego a examinar si concu
o no los demás causales de improcedencia.

Advierte Ticona Postigo que si se da trámite a una demanda que no reún


requisitos que la ley exige, el proceso estará condenado al fracaso –a menos
posteriormente se produzca una oportuna corrección- porque se trata de un
presupuesto procesal de estricto cumplimiento. Sin embargo, este autor con
de que no cualquier requisito previsto en los artículos 424 y 425 del CPC. es
presupuesto procesal, sino aquellos requisitos cuya carencia o defecto llevar
inexorablemente al juzgador a una sentencia inhibitoria, o afecte gravement
derecho de defensa de la otra parte. En otras palabras, sólo configurará
presupuesto procesal el requisito que, omitido, imposibilite al juez en la sent
pronunciándose sobre el fondo del litigio. Así, serían presupuestos procesale
el petitorio sea completo y preciso, que exista conexión lógica entre los hech
el petitorio, que el petitorio fuese física y jurídicamente posible.

3. Excepción de Oscuridad o Ambigüedad en el Modo de Proponer la


Demanda.

a. Concepto.

Esta excepción se encuentra regulada en el inciso 4 del artículo 446 del C


No se dirige a la comprobación de los hechos afirmados en ella –dice Alberto
Hinostroza Minguez-, sino a exigir que éstos, su fundamentación y el petitori
sean expuestos con claridad, en términos que no sean oscuros, imprecisos o
contradictorios. No versa sobre el fondo del asunto. Únicamente cuestiona lo
aspectos relativos a una mejor comprensión por parte del juez y del sujeto pa
del proceso.

Estimamos que no se trata de una sola excepción (oscuridad o ambigüed


manifiesta Ticona Postigo- sino de dos excepciones: la de oscuridad y la de
ambigüedad en el modo de proponer la demanda. Agrega que en materia pro
civil, oscuridad y ambigüedad no son vocablos ni conceptos idénticos. En la
oscuridad no es comprensible o es ininteligible lo que se pide o demanda, o l
hechos que la sustentan, mientras que en la ambigüedad se puede interpret
varias formas el petitorio, los hechos que lo sustentan, o hay contradicción.

b. Finalidad.

Según Ticona Postigo, la finalidad de estas excepciones no solamente es


tutelar el derecho de defensa y el derecho de prueba del demandado, sino q
además tiene otra finalidad primordial: Facilitar el pronunciamiento jurisdicc
en la sentencia e impedir que se infrinja el principio de congruencia procesal
que el juez, en la sentencia pueda pronunciarse válida y eficazmente, precisa
concretamente sobre todos y cada uno de los puntos, hechos, petitorios
controvertidos en proceso.

Agrega el autor citado que es necesario tener en cuenta que las dos
excepciones bajo examen, están dirigidas a denunciar a la ausencia o insufici
de un presupuesto procesal: los requisitos esenciales de la demanda. Que és
sea oscura ni ambigua, sino que el petitorio sea expresado en forma clara y
precisa(Art. 424, inciso 5); que los hechos en que se funde el petitorio estén
expuestos en forma precisa, con orden y claridad (Art. 424, inciso 6); que si l
pretensión tiene contenido patrimonial, se indique con precisión el monto, s
que no pudiera establecerse (Art. 424, inciso 8). Si no se cumple con estos
requisitos esenciales de la demanda, el demandado puede ser colocado en
indefención y el juez se encontrará en la imposibilidad o por lo menos en la
dificultad grave de pronunciarse sobre la pretensión o pretensiones formulad
la demanda.

c. Naturaleza Jurídica.
Estas excepciones tienen naturaleza dilatoria, pero en el caso de no
subsanarse dentro del plazo fijado, se declarara la nulidad de lo actuado.

5. FORMA Y OPORTUNIDAD DE SU DECLARACION.

Si atendemos a las excepciones enumeradas en el Art. 446 del CPC., dent


las cuales encontramos, por ejemplo la de Incompetencia, la de Incapacidad
Demandante o de su representante, entonces se impone lógicamente consid
ahora si nuestra legislación procesal admite o no la existencia de los
denominados Presupuestos Procesales y si el juez está legalmente autorizado
declararlos de oficio; o si por el contrario, ellos constituyen excepciones dilat
y, como tales, sólo pueden ser alegados por las partes.

Doctrinariamente, el examen de los Presupuestos Procesales, como que


ligan íntimamente a la constitución regular de la relación jurídica procesal, de
verificarse en una etapa preliminar. Según lo enseña Calamandrei, en todo
proceso se contiene una fase preliminar (que en ciertas legislaciones está tam
formalmente separada del conocimiento sobre el mérito) en la que el objeto
indagación del juez no es la acción, sino que es el proceso: un verdadero y pr
proceso.

Fairén Guillén, citado por Carlos B., postula también para la legislación
española, la fijación de una audiencia preliminar, en la que el juez, de oficio,
resolverá –entre otras cuestiones- respecto de la concurrencia de los
Presupuestos Procesales.

Ticona Postigo dice que para una debida calificación de la demanda, es


necesario conocer previamente algunas categorías procesales como:

a. Los tres filtros o diques principales para verificar la existencia,


constitución y desarrollo válido de la relación procesal: la calificación de la
demanda, la resolución de las excepciones y el saneamiento del proceso;

b. Los exámenes y juicios que deben emitirse sobre la demanda y sobr


pretensión: admisibilidad, procedencia y fundabilidad;

c. Los tres presupuestos procesales; y,

d. Las dos condiciones de la acción.

El autor citado agrega que los tres filtros mencionados tienen tres finalid
la primera es procurar que el proceso se constituya y desarrolle válidamente
como verificar que no haya falta manifiesta de las dos condiciones de la acció
para que el juez al expedir sentencia. La segunda finalidad para el caso en qu
juez constate un defecto u omisión subsanable, ordene inmediatamente que
subsanado por el litigante a quien corresponda tal actividad. La tercera finali
consiste en que si el juez verifica en cualquiera de estos tres filtros principale
existencia de un defecto u omisión de carácter insubsanable, procederá a de
la nulidad de todo lo actuado y dar por concluido el proceso o, en su caso, a
declara improcedente la demanda.

Asimismo, Ticona Postigo manifiesta que los aspectos y materia que el ju


debe examinar y constatar en estos filtros no son idénticos; así: en el filtro de
calificación de la demanda sólo verifica la concurrencia de algunos presupue
procesales y las dos condiciones de la acción; en el segundo filtro; resolución
excepciones, constata –a petición de parte- la concurrencia de los tres
presupuestos procesales y de las dos condiciones de la acción; mientras que
tercer filtro, que es el saneamiento del proceso, el juez debe constatar:

a. Que tenga en manos un proceso existente,

b. La concurrencia de los tres presupuestos procesales, para tener un


proceso (o relación jurídica procesal) válidamente constituido,

c. Que se haya observado, hasta ese momento, las normas imperativa


garantizan un debido proceso,

d. Que no existan otras causales de nulidad absoluta (insubsanable) y,


el caso de verificar la existencia de causales de nulidad relativas, disponer lo
pertinente para la subsanación de los defectos u omisiones,

e. Constatar la concurrencia de las condiciones de la acción.

Recordemos que la Etapa Postulatoria tiene siete objetivos fundamentale


entre los que figuran: A) Exigir preliminarmente el cumplimiento de los requi
para una relación jurídica procesal válida, y B) Sanear la relación jurídica proc
por acto del juez o por exigencia de las partes. Concretamente, del artículo 4
del CPC. se deduce que el juez, de oficio, y aun cuando el emplazado haya sid
declarado rebelde, expedirá resolución declarando: 1) La existencia de una
relación jurídica procesal válida; 2) La nulidad y consiguiente conclusión del
proceso por invalidez insubsanable de la relación, precisando sus defectos; o
concesión de un plazo, si los defectos de la relación fueren subsanables, segú
establecido para cada vía procedimental.

De todo lo expresado anteriormente concluimos diciendo que el juez pod


declarar de oficio la inexistencia de los presupuestos procesales, de acuerdo
doctrina más autorizada –que es la que tiene en cuenta nuestro Código Proce
Civil-, pero si así no lo hiciera, es decir, si es indispensable la oposición del
demandado, nos encontramos ante las denominadas excepciones dilatorias.

6. PRESUPUESTOS E IMPEDIMENTOS PROCESALES.

La doctrina germana designa con el nombre de impedimentos procesale


aquellas circunstancias que obstan a la marcha del proceso, diferenciándolos
los presupuestos procesales en cuanto a la forma o modo de su declaración:
efectúa de oficio, nos encontramos en presencia de los denominados
presupuestos procesales; si es a petición de parte, estamos frente a las
excepciones.

Al respecto, Ticona Postigo indica que los impedimentos procesales solam


son examinados a instancia de parte, por el juzgador. Para este autor, en nue
Código, tienen la calidad de tales: el convenio arbitral (es renunciable expres
tácitamente: Ley General de Arbitraje, Art. 12), la prescripción extintiva (el Ju
puede fundar sus fallo en la prescripción si ésta no ha sido invocada por la pa
Art. 1992 del C.C.). Agrega que la competencia, según sea el caso concreto, d
ser considerada en dos niveles: como presupuesto procesal y como impedim
procesal. Explica que los presupuestos procesales –tal como lo hemos visto
anteriormente- son los requisitos mínimos que deben concurrir para que la
relación procesal se halle instaurada válidamente y, por tal razón deben ser
verificados o verificables de oficio y con mayor razón, a instancia de parte),
mientras que el impedimento procesal es oponible a instancia de la parte
interesada o del tercer legitimado (parte demandada o reconvenida) y, si la p
no la propone, el proceso debe continuar su íter natural. En este sentido, ser
impedimento procesal la incompetencia relativa.

7. PRESUPUESTOS PROCESALES Y CONDICIONES DE LA ACCIÓN.

Así como los presupuestos procesales son los elementos básicos para la
existencia de una relación jurídica procesal válida, hay otros elementos
trascendentes para el decurso normal del proceso, que son las denominadas
condiciones de acción.

Es necesario precisar que, mientras que la existencia de los presupuestos


procesales permite que la relación jurídica nazca y se desarrolle válidamente
condiciones de la acción son los requisitos procesales mínimos o imprescindi
que permiten al juez expedir un pronunciamiento válido sobre el fondo del li
Si una condición de la acción fuera omitida o se encontrara, pero de manera
imperfecta, el juez no podrá expedir sentencia refiriéndose a la pretensión
discutida, por lo menos válidamente, debido a que hay un defecto procesal q
lo impide.

Taramona Hernández explica que no hay que confundir estas condicione


procesales –se refiere a los presupuestos procesales- necesarias para la exist
del proceso con las condiciones procesales para obtener una sentencia la que
puede ser favorable o desfavorable.

Ticona Postigo dice que, como norma general, el juez prime


examina la concurrencia de los presupuestos procesales y despu
las condiciones de la acción. Esto significa que el juzgador no p
examinar las condiciones de la acción si previamente no ha
constatado que el proceso que está examinado es válido.
CONCLUSIONES

1. Bulow propuso la denominación de presupue


procesales para referirse a los requisitos que deberían presen
para el nacimiento de una relación jurídica procesal válida; es d
para fijar las condiciones de admisibilidad y las cuestiones pre
para la tramitación de todo proceso.

2. Los Presupuestos Procesales son los requisitos indispensables para


la relación jurídica procesal nazca y se desarrolle válida o eficazmente; sin
embargo, la falto o defecto de alguno de ellos no obsta para que se desarroll
actividad procesal; pero ésta se hallará viciada, pues la falta o defecto de un
presupuesto procesal se detecta, incluso, durante el desarrollo del proceso.

3. Existen distintas denominaciones doctrinarias para referirse a los


requisitos que dan nacimiento al proceso, pero los aceptados por la gran may
son tres: la competencia, la capacidad procesal de las partes y los requisitos d
demanda.

4. Los requisitos que ha de reunir la relación jurídica procesal para


considerársela válida han de referirse a todo el proceso en su totalidad y no s
los actos procesales singulares que lo integran.

5. El juez no puede entrar al examen de mérito o fondo de la causa si


previamente se verifique la existencia y validez de los presupuestos procesal

6. La noción de parte tiene dos concepciones doctrinales: para una –


puramente procesal-, la parte puede coincidir o no con el sujeto de la relació
jurídica sustantiva, objeto del proceso; mientras que la otra parte no sólo es
procesal, sino también material, porque parte no solamente es el sujeto del
proceso, sino también el sujeto de la relación jurídica sustancial.

7. Capacidad para ser parte es la aptitud que se le reconoce a todo aq


que posee capacidad jurídica o de goce.

8. La capacidad procesal, que es el correlativo e la capacidad de ejerci


es l aptitud para realizar válidamente actos procesales, por cuenta propia o a
es decir, la capacidad para ejecutar y recibir, con eficacia, todos los actos
procesales.

9. quien ejercita su derecho de acción y lo viabiliza a través de su dem


debe cumplir con una serie de requisitos al momento de su interposición, tan
forma como de fondo, de acuerdo con la norma procesal.

10. el examen de los presupuestos procesales se verifica en la Etapa


Postulatoria, en la que el objeto de la indagación del juez no es la acción, sino
proceso; en ella, el juez, de oficio, puede declarar su inexistencia, caso contra
se puede hacer valer las excepciones dilatorias correspondientes.

11. los impedimentos procesales se diferencian de los presupuestos


procesales en que sólo son examinados por el jugador a instancia de parte y
constituyen: el convenio arbitral, la prescripción extintiva y la competencia p
razón de territorio (prorrogable).

12. mientras que los presupuestos procesales son requisitos indispensab


para el nacimiento y desarrollo de la relación procesal válida, las condiciones
la acción son requisitos para que el Juez expida sentencia sobre el fondo.

BIBLIOGRAFIA

1. MONROY GALVEZ, Juan. Conceptos Elementales del Proceso Civil, en


comentario al Código Procesal Civil”. Vol. I Trujillo-Perú. 1995.

2. SAGASTEGUI URTEAGA, Pedro. Instituciones y Formas de Derecho Proce


Civil. Parte General. Editorial, San Marcos. Lima 1993.

3. RODRIGUEZ DOMINGUEZ, Elvito Manual de Derecho Procesal Civil. Segun


edición. Edit. Grijley. Lima. 1993.

4. MATHEUS LOPEZ, Carlos El Concepto de Parte Procesal, en “Revista Peruan


Derecho Procesal”. Lima. Marzo 1998.

5. CARLOS B., Eduardo. Presupuestos Procesales, en Enciclopedia Jurídica


OMEBA. Tomo XXIII. Edit. Driskill S.A. Buenos Aires. 1991.

6. TARAMONA HERNANDEZ, Rubén. Derecho Procesal Civil. Teoría General de


Proceso. Tomo I. Edit. Huallaga. 1996.

7. TICONA POSTIGO, Víctor. “El Debido Proceso y la Demanda Civil”. Tomo II. E
RODHAS. Lima. 1998.

8. RAMIREZ JIMENEZ, Nelson. Postulación del Proceso, en “El Debido Proceso y


Demanda Civil. Tomo II. Edit. RODHAS. Lima. 1998.

9. MORELAS GODO, Juan. La Competencia y las Reglas Generales Establecid


el Código Procesal Civil, en GACETA JURIDICA. Tomo LVII. Agosto. 1998.

10. HINOSTROZA MINGUEZ, A. Las Excepciones en el Proceso Civil. Ediciones For


Lima. 1997.

11. ALZAMORA VALDEZ, Mario. Derecho Procesal Civil. Teoría General de


Proceso. Edit. EDDIL. Lima-Perú. S.A.

12. FERNANDEZ SESSAREO, C. Derecho de las Personas. Edit. Cuzco S.A. Editores
1992.

13. DEVIS ECHANDIA, Hernando. Teoría General del Proceso. Tomo I. Edit.
Universidad. Buenos Aires-Argentina. 1984.

14. Normas Legales. Tomo CCLXX. Nov. 1998. Trujillo-Perú.

15. Normas Legales. Vol. CCXLVI. Nov. 1996. Trujillo-Perú.

16. Código Procesal Civil. Gaceta Jurídica Editores. 1998.

(*) Alumno del 6to. Año de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de l


Universidad Nacional de Cajamarca.

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¿Que son los Presupuestos Procesales?
Los Presupuestos Procesales son requisitos previos que necesariamente han de
darse para constituirse una relación jurídica.

¿Que son los Presupuestos


Procesales?
 Introduccion
 Concepto Y Definición
 Naturaleza
 Clasificacion

B Y E. QUISBERT

Los Presupuestos Procesales son requisitos previos que necesariamente han de


darse para constituirse una relación jurídica (Von BULOW, Oscar, Teoría de las
excepciones y lo presupuestos, 1868). Estos requisitos son : (CPC, 336, incisos 1, 2,
4 ; CPP, 127) (Estos requisitos se toman por lo contrario a los artículos. Me explico:
no puede ser requisito la incompetencia, sino la competencia. No puede ser requisito
la incapacidad, sino la capacidad para entrar en juicio: ser mayor de 21 años, no
puede ser requisito una demanda obscura, sino una demanda precisa)

Los presupuestos procesales son.

 La competencia.
 La capacidad.
 La demanda o querella precisa.

El juez de oficio puede rechazar si no se cumple con estos requisitos.

CONCEPTO Y DEFINICIÓN
Los presupuestos procesales son requisitos necesarios exigidos por ley para
que pueda ser válido un proceso.

Calamandrei, Piero: "Los presupuestos procesales son condiciones que deben


existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento favorable o
desfavorable sobre la demanda". Si no hay condiciones, el juez no podrá
emitir sentencia. Aún si emitiera y no hay cumplimiento de las condiciones se
tiene el recurso de casación que verá estos aspectos técnicos, pero no los
aspectos de fondo.
Escobar Fornosi, Iván: " Los presupuestos procesales son requisitos
indispensables para que el juez pueda emitir sentencia sobre el fondo del
asunto".

NATURALEZA
Los presupuestos procesales son requisitos que deben ser observados antes de
que surja la relación procesal, los presupuestos materiales son requisitos
necesarios después de la traba procesal (que se tiene luego del traslado de la
demanda) y son el interés, la posibilidad jurídica, la legitimación en la causa.

En este sentido podemos encontrar en la práctica sentencias dictadas en


procesos válidos, pero donde no se presentan estos presupuestos, sean
materiales o procesales. Así p.ej., una sentencia que puede decir que el actor
carece de legitimación sobre mejor derecho de propiedad, donde ni siquiera
es arrendatario, menos poseedor. Empero existe una sentencia válida pero sin
tocar el fondo del problema. Cuando otra persona tenga legitimación recién
se dictara sentencia, también válida, pero sobre cuestión de fondo : el
derecho de propiedad o el derecho de posesión.

Con respecto a la naturaleza de los presupuestos procesales los códigos ni


siquiera la enumeran, En Brasil existe el Despacho Saneador, el cual emite un
decreto antes de la traba procesal pronunciándose si están los presupuestos
procesales o no. La función de este despacho es evitar futuros procesos de
nulidad. En Austria se utiliza una audiencia preliminar para tratar los
presupuestos procesales, en el derecho anglosajón esta la pretrial, audiencia
previa ante juez.

El proyecto de código de procedimiento penal ya toma estas instituciones. En


el actual solo tenemos los autos interlocutorios que se dictan para resolver
los excepciones dilatorias y perentorias (en materia civil) y para resolver las
cuestiones prejudiciales y las cuestiones previas (en materia penal).

CLASIFICACION
Bescovi, E.:

Presupuestos procesales Subjetivos. Se refieren a los sujetos procesales


(actor, demandado y juez) y su capacidad (ser mayor de 21 años, no ser
interdicto) como también la competencia del juez.

Presupuestos procesales Objetivos. Están relacionados al proceso mismo. Son


los requisitos de forma, p. ej., de la demanda.

Couture, E.

Presupuestos procesales de la acción. "…la capacidad de las partes y la


investidura del juez son condiciones mínimas de procedibilidad. Los incapaces
no son hábiles para accionar … Los no jueces no tienen jurisdicción ; los que
acuden ante ellos no lograrán nunca hacer nada que llegue a adquirir
categoría de acto jurisdiccional.". Los presupuestos procesales de la acción
son "…aquellos cuya ausencia obsta al andamiento de una acción y al
nacimiento de un proceso" [1] .

Presupuestos procesales de la pretensión." La pretensión procesal es… la


autoatribución de un derecho y la petición de que sea tutelado. Los
presupuestos procesales de esa pretensión" no consiste en la efectividad de
ese derecho sino en poder ejercerlo. Si una derecho caduca aún se tiene ese
derecho lo que ya no existe es el poder ejercerlo.

Presupuestos de validez del proceso. Un emplazamiento válido es un


presupuesto procesal. Si se hace contra lo que establece el emplazamiento
del demandado, provoca invalidez formal de los actos subsiguientes.

Presupuestos de la sentencia. Son la correcta invocación del derecho y la


presencia de la prueba.

Presupuestos de forma. Son los requisitos de la demanda.

Presupuestos especiales. Son objetos materiales que se debe presentar p.ej.,


en demanda de divorcio se debe presentar el Certificado de Matrimonio.
____________________
[1] COUTURE, Eduardo fundamentos Del Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, Argentina : DePalma,
1997, p. 104.

Cómo citar este APUNTEJURIDICO®:

QUISBERT, E., "Presupuestos Procesales", 2010,


http://jorgemachicado.blogspot.com/2010/03/presupuestos.html Consulta:
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Presupuesto procesal
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Presupuesto procesal
LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

La teoría de los presupuestos procesales fue propuesta por el alemán OSCAR VON
BÜLOW en 1868. En su libro “Teoría de las excepciones procesales y los presupuestos
procesales” hace una distinción entre excepción y presupuestos procesales,
entendiéndose como supuestos de hecho o de derecho sin los cuales el proceso no
tiene existencia jurídica ni validez formal.

Los presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que pueda constituirse
un proceso válido, o una relación procesal válida. También se dice que son las
condiciones que deben existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento
cualquiera, favorable o desfavorable, sobre la demanda, esto es, a fin de que se
concrete el poder - deber del juez de proveer sobre el mérito.

Para que en un proceso exista validez de una relación procesal se requiere la presencia
de los denominados presupuestos procesales sin los cuales el juez no podrá dar
trámite a la demanda.

Existen dos clases de presupuestos procesales:

1. PRESUPUESTOS DE FONDO

Existen dos teorías que informan los presupuestos materiales o condiciones de la


acción. A saber:

A) La primera, de la norma adjetiva con rostro humano, defendida por el precursor del
Derecho Procesal Civil en nuestro país y de cuyo manantial intelectual beben incluso
conspicuos tratadistas de nivel internacional. Nos referimos a nuestro maestro y probo
jurista, Carlos Parodi Remón.
Esta teoría radica su postulación en que al dictarse una sentencia estimatoria es donde
se encuentre acreditada la confluencia copulativa de las “condiciones de la acción -
condiciones para una sentencia favorable”, que el maestro llama como la “voluntad de
la ley o el amparo legal, legitimidad para obrar - sea ésta ordinaria o extraordinaria,
principal o secundaria, total o parcial - y el interés para obrar”.

Ella se encuentra respaldada por tratadistas de la talla de Hernando Devis Echandía,


Hugo Alsina e incluso el citado Giuseppe Chiovenda, concluyendo en que dichos
requisitos de fondo no deben ser auscultados por el juzgador ni al calificar la demanda
y menos posteriormente, sino recién en el momento de emitir su sentencia final o
decisión jurisdiccional.

B) La segunda, es aquella que pregona y que por cierto es la asumida por nuestro
ordenamiento procesal civil, que las “condiciones de la acción” deben ser verificadas en
los sucesivos diques de contención del “derecho de acción” que regula nuestro proceso
civil. Es decir, en principio, al calificar el emplazamiento. Luego, al llevar a cabo similar
ritual con la contradicción, y, finalmente, en la etapa del saneamiento procesal.
Excepcionalmente, se hará al momento de dictarse la sentencia, la cual,
inexorablemente, será inhibitoria, si es que en ella se ha establecido la invalidez de la
relación procesal.

Esta teoría que solo reconoce como “condiciones de la acción”, a la “legitimidad y al


interés para obrar”, es postulada en nuestro país por el reconocido y reputado
procesalista nacional, Juan Federico Monroy Gálvez, quien es avalado por Enrique
Véscovi y aún por Liebman, quienes estiman que el juez se encuentra obligado a
otorgar “protección jurisdiccional”, o, mejor dicho, a satisfacer la necesidad de ella,
sólo si la acción muestra indubitablemente la presencia de las citadas “condiciones de
la acción”.

Es pertinente anotar, que de esta teoría se nutre el Código Procesal Civil Modelo para
Latinoamérica, así como de las vigentes legislaciones procesales de Uruguay, Brasil y
Venezuela, por citar las más recientes. Asimismo, de la de Italia y Francia, en Europa.

Los presupuestos de fondo son llamados también presupuestos materiales o


condiciones de la acción. Son las condiciones necesarias que propician la emisión de
una sentencia de mérito, es decir, para que una pretensión procesal hecha valer con la
demanda sea objeto de pronunciamiento por el Juez. Su falta impedirá al Juez
pronunciarse sobre el fondo del litigio, generándose de esta forma lo que en doctrina
se conoce como sentencia inhibitoria.

Pueden ser objeto de revisión en varios y determinados estadios del proceso: al


calificar la demanda, al resolver las excepciones, al sanear el proceso,
excepcionalmente al emitir sentencia.

Está constituido por cuatro aspectos:


1.1. La existencia de un determinado derecho

Toda demanda debe contener la pretensión procesal conocida también como voluntad
de la ley que se refiere a un derecho sustantivo.

Las normas sustantivas o de derecho material son aquellas que establecen los
derechos y obligaciones de los sujetos en su vida de relación social. Dentro de este
tipo de normas tenemos al Código Civil, Código Penal, Código Tributario y todas las
demás normas jurídicas que establezcan los derechos y obligaciones de los sujetos.

Las normas sustantivas se refieren a las disposiciones legales que declaran derechos a
favor de una persona. Se refiere a la norma jurídica que ampara y sustenta el derecho
tutelado.

1.2. Legitimidad para obrar

Es llamado también la legitimatio ad causam o cualidad para obrar consiste en que las
personas que tienen su lugar respectivo en la relación jurídica sustantiva (de derecho
material) sean las mismas que ocupan su lugar en la relación jurídica procesal.

Por lo tanto si los titulares de la relación jurídica sustantiva no son los mismos en la
relación procesal no habrá legitimidad para obrar y en consecuencia se podrá
interponer una excepción de falta de legitimidad para obrar.

En los procesos contenciosos la legitimidad para obrar del demandante consiste en ser
la persona que conforme a la norma sustantiva esté legitimada para que mediante
sentencia se resuelva si existe o no el derecho pretendido en la demanda.

Respecto al demandado (lado pasivo de la relación procesal) la legitimidad consiste en


ser la persona que conforme a la norma sustantiva está autorizada para discutir u
oponerse a la pretensión.

Legitimidad para obrar implica tener el derecho para actuar en un proceso.

La Legitimidad para obrar es la potestad que tiene una persona (sea natural o jurídica)
para afirmar e invocar ser titular de un derecho subjetivo material e imputar la
obligación a otra.

La legitimidad para obrar no se identifica con la titularidad del derecho sustancial


alegado en la demanda. La legitimidad para obrar no es el derecho ni la titularidad del
derecho controvertido. El actor puede estar legitimado pero si no prueba los hechos
sustentatorios de su pretensión, la demanda se declara infundada.

Existen dos clases de legitimidad para obrar:

Legitimidad activa y la legitimidad pasiva


La parte activa corresponde al accionante o demandante y a todos los que intervengan
en ejercicio o defensa de sus derechos.

La legitimación pasiva le corresponde al demandado y a todos los que se opongan a la


pretensión del demandante.

Legitimidad principal y secundaria

La principal se refiere a quienes tengan calidad de demandantes y demandados con


derecho propio en la relación procesal.

La legitimación secundaria se relaciona con la intervención de terceros que ingresan al


proceso autorizados legalmente para coadyuvar con algunas de las partes de la
relación procesal.

1.3. Interés para obrar

Toda persona como integrante de una sociedad donde existe los conflictos de
intereses tiene derecho a la tutela jurisdiccional para la defensa de sus derechos, por
lo que al promover un proceso invocará su interés que viene a ser el interés para
ejercitar la acción planteando una pretensión, lo cual consiste en el interés para obrar.

Es llamado también necesidad de tutela jurisdiccional que consiste en el estado de


necesidad que tiene una persona y que lo conduce a solicitar la intervención del
Órgano Jurisdiccional con la finalidad de que se resuelva un conflicto de intereses
(Según el procesalista Ticona Postigo).

Según el jurista Juan Monroy hay interés para obrar cuando una persona a agotado
todos los medios para satisfacer su pretensión material y no tiene otra alternativa que
acudir a la vía judicial para satisfacer esta necesidad.

Gian Antonio Michelle, al “interés para obrar” lo plasma como la “situación de


insatisfacción en que un sujeto puede llegar a encontrarse si no recurre al juez, en
cuanto que solo la obra de este último puede satisfacer dicho interés. Esto es, hacer
desaparecer la insatisfacción misma”.

El interés para obrar es:

Necesidad de acudir al Presupuesto para demandar  La parte procesal  órgano


jurisdiccional debido a que no se ha logrado resolver la pretensión por Vinculado con
la ausencia de la pretensiónvía pacífica o extrajudicial.

1.4. Que la pretensión procesal no haya caducado


Se refiere a que el derecho no se haya extinguido por efecto del tiempo. La caducidad
extingue la acción y el derecho, puede ser declarada de oficio. No se suspende ni se
interrumpe.

En este caso se declara improcedente la demanda dándose por concluido el proceso.

2. PRESUPUESTOS DE FORMA

Son aquellos requisitos que se deben reunir para que exista una relación procesal
válida. El juez al calificar la demanda debe verificar si se reúnen estos requisitos para
admitir a trámite la demanda a través de una resolución llamada “Autoadmisorio”.

Los presupuestos de forma son los siguientes:

2.1. Formalidad de la demanda

La demanda es el primer escrito judicial del proceso civil que debe reunir los requisitos
formales de los Arts. 424º y 425º CPC.

2.2. Capacidad procesal de las partes

Tienen capacidad para comparecer por sí a un proceso o para conferir representación


designando apoderado designando apoderado judicial las personas que pueden
disponer de los derechos que en él se hacen valer, así como aquellas a quienes la Ley
se lo faculte. Las demás deben comparecer por medio de representante legal (Art. 58º
CPC).

Es parte procesal quien realiza actividad procesal al interior del proceso por derecho
propio.

Las personas naturales que no tienen el libre ejercicio de sus derechos, comparecen al
proceso representados según disponga las leyes pertinentes (Art. 63º CPC).

2.3. Competencia del juez

La Competencia del juez constituye un presupuesto de forma fundamental.

La Competencia es la facultad que la ley otorga a cada juez o grupo de jueces


recurriendo una serie de criterios como la especialidad (por razón de materia), por la
cuantía (monto de la pretensión), por razón de territorio (el lugar), por razón de grado
(jerarquía órganos jurisdiccionales), el turno u otro factor para resolver un
determinado litigio.

Es un concepto que implica distribución de la labor de la Administración de justicia


entre los distintos jueces de la República. Todo juez ejerce jurisdicción (función
jurisdiccional) dentro de los límites de su competencia.
Según el procesalista UGO ROCCO la competencia es aquella parte de la jurisdicción
que corresponde a un órgano jurisdiccional específico (juzgado) según ciertos criterios
a través de los cuales las normas procesales distribuyen la jurisdicción entre los
distintos jueces del país.

La competencia se relaciona con el concepto de juez natural que establece la


Constitución y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, consiste en el
derecho de toda persona a ser juzgado por el juez competente, sin ser desviado de la
jurisdicción predeterminada por Ley (Art. 139º inc.3 Constitución Política).

El juez natural es una garantía de una justicia imparcial.

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