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Capacidad de derecho.

La capacidad de derecho importa la aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos, lo que implica la
consiguiente facultad para adquirir derechos y contraer obligaciones.

Esta actitud la tienen todos los hombres. Pero no siempre fue fácil. En efecto, las instituciones de la esclavitud y
de la muerte civil traían aparejadas la consecuencia de que tanto el esclavo como el muerto civil carecían de
aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones; es decir se les negaba la personalidad.

El esclavo era simplemente una cosa que pertenecía a su amo, y éste disponía como le pluguiera. En cuanto a la
muerte civil, si bien la persona vivía, carecía de todo derecho y se lo reputaba socialmente como un verdadero
difunto.

Es pertinente insistir en que la capacidad de derecho no es hoy reconocida a todos los hombres; sin embargo, no
siempre se trata de una aptitud absoluta.

Esto significa que en ciertos casos puede existir una incapacidad jurídica con respecto a ciertos derechos; puede
existir incapacidad jurídica con respecto a ciertos derechos; incapacidad está de carácter excepcional, pero que
no puede ser suplida por representación. Por ello, el artículo 22, in fine, dispone que la ley puede privar o limitar
la capacidad de derecho respecto de hechos, simples actos o actos jurídicos determinados, lo que se verá más
adelante en este mismo capítulo.

Cabe señalar que el régimen del Código Civil de Vélez se preveía que los religiosos profesos no podían celebrar
contrato alguno, a menos que se tratase de compra de bienes muebles a dinero de contado o que contratasen
por sus conventos (art. 1160). En este último caso se daba un supuesto de representación voluntaria, en el que
el religioso actuaba como apoderado del convento o congregación.

Se entiende por religioso profeso al que pertenece al clero regular (u orden religiosa) siempre que haya
formulado los votos solemnes a perpetuidad de castidad, obediencia y pobreza, y no se limita a los sacerdotes,
sino que abarca a los religiosos de uno u otro sexo.

La razón histórica de esta incapacidad era que estos religiosos se habían comprometido con el voto de
obediencia. Y lo que la ley buscaba era protegerlos de la posibilidad de sentirse obligados a celebrar un contrato
que no deseaba, pero que los imponía su superior.

El código civil y comercial, siguiendo un criterio mayoritario, pero no unánime, a suprimido esta incapacidad.

Capacidad de ejercicio o de hecho.

La capacidad de hecho es la actitud que tiene la persona humana para ejercer por sí misma actos de la vida civil,
para ejercer personalmente sus derechos.

Las únicas limitaciones. que pueden imponerse a esta capacidad son las que nacen expresamente de la ley o en
una sentencia judicial (art. 23).

Esta aptitud se adquiere a los dieciocho años (art. 25).


Las demás personas físicas (las que no han cumplido esa edad) no pueden realizar por sí actos jurídicos; esto es,
son ineptos para ejercer, modificar o perder una relación jurídica, pero son capaces para ser titulares de esa
relación. Por ello, la ley suple esa ineptitud con la intervención de sus representantes legales (art. 26, párr. 1°),
es decir, sus padres, tutores o curadores, y, de manera promiscua, con el Ministerio Público (art. 103), quien
participa necesariamente en todos los actos que pongan en juego derechos de los incapaces, con el doble fin de
resguardar sus intereses y controlar la legitimidad de tales actos.

En otras palabras, la ley sanciona esta incapacidad en beneficio del incapaz y dispone integrar su capacidad con
la intervención del representante.

Será necesario detenernos en diferentes supuestos vinculados con la capacidad de ejercicio.

Alejandro Borda. -

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