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Conflictos sociales, luchas sociales y políticas de seguridad ciudadana
Gráfica 3
Consultoría para los Derechos Humanos y el desplazamiento
datos comparativos Acción Social - codhes
Variable: número de personas desplazadas 1997-2010
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Conflicto armado, violencia urbana, crimen y política
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Francis Deng, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas. Informe sobre
los desplazados internos, presentado de conformidad con la Resolución 1999/47 de la Comisión, Adición.
Pautas de los desplazamientos: misión de seguimiento enviada a Colombia”, E/CN.4/2000/83/Add.1.11 de
enero de 2000, párrafo 23, citado en abc, “Devolviendo las tierras a las Víctimas de Colombia”, mayo 2011.
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Revista Semana, junio 5 de 2005, edición 1205, “Habla Vicente Castaño”, entrevista disponible en
http://www.semana.com/noticias-portada/habla-vicente-castano/87628.aspx.
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[…] los ilegales no eran tan clandestinos ni aislados como se creía, sino que han
contado con toda una gama de personas ‘de bien’ y una enorme estructura política
para promover sus objetivos, en todos los niveles territoriales, políticos e institucionales
[…] en 2002 los congresistas electos con apoyo del narcoparamilitarismo obtuvieron el
34% de las curules y más de dos millones de votos, equivalentes al 25% de la votación
para el Senado. Ocho de cada diez de esos congresistas entraron a hacer parte de la
coalición del presidente Uribe y cogobernaron con él desde entonces. En 2006 casi
todos los congresistas de la parapolítica fueron reelegidos y mantuvieron la misma
proporción y representatividad dentro de la coalición de gobierno (López, 2010: 30 y
33) (ver cuadro 1).
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Cuadro 1
Congresistas procesados por parapolítica
Fuente: indepeaz.
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A manera de conclusión
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Revista Semana (2005) edición 1205, “Habla Vicente Castaño”, entrevista disponible en
http://www.semana.com/noticias-portada/habla-vicente-castano/87628.aspx.
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Violencias, territorios y resistencias en el
conflicto armado. Urabá, Colombia, 1980-2008
Este artículo procura mostrar cómo la violencia específica del conflicto armado
ha operado diferencialmente en la región de Urabá, Colombia, cuna del
paramilitarismo en el país y territorio histórico de la guerrilla. Me referiré a la
violencia en la triple relación espacio, guerra y conflictos sociales. En cuanto al
espacio, diferenciaré las distintas formas territoriales que adquiere la violencia en
una misma región según sea el peso de los territorios para los intereses militares,
políticos o estratégicos de los distintos actores armados. En cuanto a la guerra,
especificaré la época cuando se exacerbó el conflicto y se incrementaron los
indicadores de violencia por la disputa entre guerrillas y paramilitares por el
dominio territorial (1990-2007). En cuanto a los conflictos sociales, mostraré cómo
han alimentado el conflicto armado según argumentos que esgrimen los distintos
actores. En suma, destacaré de la violencia su carácter espacializado, el discurso
que la sustenta y legitima a las víctimas y los tipos de prácticas que ejerce. En
1
Docente de la Universidad de Antioquia. Coordinadora e investigadora del Grupo Estudios del
Territorio. Instituto de Estudios Regionales. Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. Este artículo
es resultado del proyecto Observatorio para el Desarrollo Integral, el Fortalecimiento Institucional y la
Convivencia Ciudadana en Zonas Fuertemente Afectadas por el Conflicto Armado, odecofi. Proyecto
COLCIENCIAS 2007-2011.
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Los esclavos fueron traídos para trabajar en los yacimientos mineros de Zaragoza, Buriticá, Guamocó
y otras poblaciones por fuera de la región de Urabá.
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El ingenio de Sautatá y las primeras empresas bananeras de Acandí y Puerto Cesar fueron las empre-
sas predecesoras de la actual agroindustria del banano, ubicada en el eje bananero de Urabá.
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tierras del Sinú.6 Finalmente, entró por el sur de la región la corriente poblacional
antioqueña, sobre todo en el siglo xx, cuando estaba en construcción la carrete-
ra entre el interior y el mar (1930-1957). Por allí llegaron trabajadores de la vía,
desempleados en busca de fortuna, fugitivos de la colonia penal de Antadó, ubi-
cada al Occidente (región vecina), liberales refugiados de los conservadores una
vez desatada la violencia bipartidista en los años 1950,7 entre otros rebuscadores
(mapa 1).
Mapa 1.
Olas colonizadoras
6
Luchador anarquista italiano que en 1918 organizó en la región vecina de Urabá los Baluartes Rojos
de Callejas, Canalete y Lomagrande, formas organizativas campesinas distintas a las institucionalizadas por
el incora y la anuc para la gestión del uso de la tierra en el marco de la Reforma Agraria. Los Baluartes
“inscribían la lucha por la tierra del presente en el pasado histórico de la lucha por la autonomía y libertad
de los campesinos” (Rojas Guerra, 2010).
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Algunos liberales constituyeron las guerrillas liberales de donde emergió el EPL en los años sesenta.
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Citados en Cairo Carou (2001, 29-38).
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La instalación de la insurgencia
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que el Estado hacía lo mínimo por construir soberanía en esta zona de frontera.
Por esa razón los paramilitares consideraron años más tarde que los campesinos,
sindicalistas y líderes en general, eran simpatizantes y colaboradores de la guerrilla
y, en consecuencia, los declararon objetivo militar, como se verá adelante.
Quiero destacar aquí la relación entre el conflicto armado y los conflictos por
tierra, por trabajo y por la protesta urbana. Estas luchas sociales significaron la
transformación política de unos migrantes que se convirtieron en campesinos en
lucha por la tierra, en obreros agrícolas en búsqueda de garantías laborales y
en habitantes urbanos reivindicando su derecho a la ciudad. De allí emergieron
nuevos grupos sociales y nuevos sujetos políticos que fueron definitivos en la
configuración regional y la constitución de ciudadanías.
Los conflictos sociales producidos en Urabá se asemejaron a los que padecían
los migrantes en sus tierras de origen. Es decir, esclavos que huían de sus amos,
despojados de sus tierras por la ampliación del latifundio, refugiados políticos,
pobres en busca de fortuna. Aunque pensaron superar sus penalidades en las
nuevas tierras, éstas les repitieron sus infortunios. Así que en los acervos culturales
y la trama social de las culturas migrantes había lugar para entender situaciones
conflictivas, es decir, estaban ya “[…] mediados por una percepción cultural de la
sociedad que da significados específicos a la situación, evaluando sobre la base
de la experiencia de conflictos pasados, acumulados como conocimiento objetivo
en la memoria de un grupo social” (Schröder y Schmidt, 2001: 4). ¿Cómo fueron
estos conflictos? ¿Qué relación tuvieron con la insurgencia?
Para acceder a la tierra, los colonos tuvieron en Urabá rivales de talla: compañías
explotadoras de recursos, inversionistas privados, constructores de la carretera,
miembros de colonias agrícolas promovidas por el Estado, partidos políticos que
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utilizaban los baldíos como anzuelo clientelista, entre otros oportunistas poco
interesados en asentarse y cultivar la tierra, pero empecinados en usufructuarla
por su valor de cambio. A estos competidores se sumaron los bananeros en los
años sesenta con nuevas herramientas políticas y jurídicas a su favor, propias del
capital. El resultado de este ingreso fue el desalojo de los campesinos de las tierras
más fértiles de la región (hoy plantíos de banano en el centro de la región o
eje bananero), expulsados por las leyes del capital, estrategias timadoras y actos
violentos de desalojo. A la competencia se sumaron los primeros narcotraficantes
en la década de 1970, prosiguieron los paramilitares en los años 1990, hasta
su desmovilización en el 2006, y recientemente fueron relevados por bandas
criminales que continúan veladamente con los desalojos.
Las reivindicaciones campesinas por la tierra fueron defendidas por los grupos
guerrilleros como si se tratara de sus propios intereses. Muchos insurgentes fueron
campesinos y antiguos integrantes de las guerrillas liberales creadas en la violencia
de los años 50, razón para identificarse con los problemas rurales y pretender el
apoyo irrestricto del campesinado a su causa revolucionaria. Si en ocasiones los
campesinos aprovecharon las formas de presión de la guerrilla para acceder a la
tierra por medio de invasiones a predios rurales y urbanos (años setenta), esto no
necesariamente significó adhesión política, aunque sí estableció un tipo de relación
utilitaria, luego cobrada cara por el paramilitarismo.
Si el campesino cedió a las maniobras invasoras de la guerrilla para conseguir
su tierra, algo tuvo que ver con la imposibilidad de que el Estado los apoyara en su
tarea de colonización y asentamiento. Los colonos veían en éste un ente inoperan-
te e inequitativo en la adjudicación de tierras, conocían la faceta represiva con la
que sofocaba las invasiones de predios, percibían cómo ignoraba su papel admi-
nistrador de justicia, planificador y constructor de soberanía. Al tiempo que no
legitimaban la autoridad del Estado, la guerrilla hacía lo mejor para antagonizarlo
y apoyar las reivindicaciones sociales.
El escaso papel histórico del Estado en la definición de la propiedad y equidad
de la tierra gestó el peor de los problemas de la región. Allí el 70% de los predios
está hoy en posesión y un escaso 30% tiene títulos de propiedad. Esta ilegalidad
se convirtió en el talón de Aquiles en el conflicto de la década de 1990 cuando
los paramilitares la aprovecharon para desalojar fácilmente a los campesinos, ha-
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La movilización sindical
El conflicto armado se alimentó profundamente del conflicto laboral una vez que la
economía del banano implantó transformaciones rotundas en la tradicional estructura
agraria de la región y estableció relaciones laborales explosivas para un campesinado
convertido en jornalero. Las nuevas relaciones capitalistas estaban definidas por “[…]
el salario por jornal o a destajo, inexistencia de la jornada laboral legal, ausencia
total de prestaciones sociales, utilización de contratistas independientes para evadir
obligaciones laborales, no remuneración de horas extras, dominicales y festivos y,
en general, desconocimiento de las normas laborales por parte de los empresarios,
con la complicidad del Ministerio de Trabajo” (Bejarano, 1988: 61-62).
La disparidad de condiciones entre la débil organización de la nueva clase asa-
lariada y la fuerza gremial del empresariado desató una sangrienta lucha obrero-
patronal que condujo a la consolidación de una fuerte organización sindical respal-
dada por la guerrilla y la enérgica reacción de los empresarios, quienes sentían la
protección del Estado para “preservar el orden social” (Bejarano, 1993: 61), pero
veían peligrosa la protesta laboral. De este forcejeo, y de la presión e intervención
explícita de la guerrilla, se legalizó y normatizó la institucionalidad laboral en la
región, con la que se cambiaron los términos de la relación obrero-patronal.
Cabe destacar que la lucha obrero-patronal tuvo la particularidad de contener
una disputa entre los dos ejércitos insurgentes (farc y epl). Desde sus orígenes,
ambos ejércitos tenían distinta tendencia ideológica con la que influenciaron sin-
dicatos diferenciados; sin embargo, lograron llegar a un consenso en pro de la
unificación de la fuerza laboral organizada. Su camaradería duró hasta el año
1990, cuando el epl tomó la decisión de desmovilizarse y las farc la de declararlos
9
A pesar de la supuesta desmovilización de los grupos paramilitares, este problema no augura buenos
pronósticos porque en los procesos de restitución de tierras de los cuatro últimos años han sido asesinados
quince de los líderes.
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objetivo militar por traición revolucionaria. Entre los años 1991 y 1995 se desató
una guerra a muerte que afectó sobre todo a la fuerza sindical y a muchos pobla-
dores señalados de guerrilleros. En esos mismos años ingresaba el paramilitarismo
con métodos desconocidos en la región y con hechos atribuidos a fuerzas oscuras
nunca antes vistas. Más adelante las cifras ilustrarán la magnitud de esta violencia.
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Mapa 3.
Territorialidades insurgentes. Urabá 1960-1990
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Mapa 4.
Territorialidades insurgentes y bélicas. Urabá, 1960-1995
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Mapa 5.
Territorialidades insurgentes.
Los asentamientos paramilitares 1990-1995
Mapa 6.
Territorialidades bélicas Urabá 1990-1995
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Conflictos sociales, luchas sociales y políticas de seguridad ciudadana
Mapa 7.
Territorialidades paramilitares. Urabá 2004
¿Por qué circuló la violencia con distinta intensidad por todas las territorialidades
de la región? ¿Qué la justificó? ¿Qué discurso la fundamentó? ¿Cómo eligió a sus
víctimas? ¿De qué las hizo responsables a juicio de la guerrilla o de los paramilitares?
El discurso que sustenta la violencia, la legitimación de ésta para usarla y la elección
de las víctimas sobre cuáles ejercerla, es la producción del victimario para subyugar
a sus víctimas, elegidas estratégicamente por ser suficientemente representativas en
un territorio o sector social determinado para que su muerte cumpla con el objetivo
de ganar control y poder específicos (Kalyvas, 2001: 3). Esta compleja producción
de la violencia se inscribe en una microdinámica que define un orden y sentido
concretos, despojándola de su tradicional imagen caótica. Tal microdinámica
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Violencias, territorios y resistencias en el conflicto...
especifica los lugares dónde ejercer la violencia porque ésta, lejos de ser aleatoria,
se encuentra espacialmente diferenciada y congruente con la heterogeneidad de
la región. También detalla las estrategias y sobre quiénes las ejecuta, demostrando
su carácter discriminatorio y obediente a patrones de actuación. Así que detrás del
caos que acompaña a las masacres, (donde mueren justos por pecadores), donde
parece desdibujarse y contradecirse esa característica selectiva, hay una decisión
para la elección del lugar por ser éste emblemático, congregar a un grupo enemigo
o emitir desde allí un mensaje claro al resto de la comunidad. En la violencia
prevalece el orden al caos, la selección a la indiscriminación, la intencionalidad al
despropósito.
Los tiempos de la violencia, el orden, las estrategias, la intención, el lugar don-
de se ejerce, dependen del actor armado que la practica y del posicionamiento de
cada uno en la guerra que libra. Este llamado de Kalyvas para entender aquella
microdinámica permite comprender el comportamiento de la violencia e interpre-
tar sus manifestaciones. Ilustraré con datos algunas de sus expresiones.
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Gráfico 1.
Eventos totales del conflicto armado.
Urabá antioqueño 1988-2007
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Ejercicio de la violencia
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Mauricio Romero propone dos formas para analizar el lugar de los paramilitares: un enfoque materia-
lista y uno político. El materialista ve la violencia para aumentar el latifundio ganadero y la concentración
de la tierra, y por esta vía mantener el control político o aumentar su poder. Lo político queda reducido
así a una relación entre propiedad y poder, quedando por fuera del análisis una multitud de fenómenos
no contemplados por esa particular forma de interpretar la formación del interés económico. Lo étnico, lo
regional, el centralismo, las polarizaciones de la guerra y la dinámica territorial que genera, la competencia
entre elites, entre otros aspectos, quedarían subordinados a esa ley de hierro que va desde la propiedad
hacia la política (2002: 60).
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didatos y las elecciones. A pesar de lo anterior hubo combates pero, sobre todo,
acciones unilaterales.
Los gráficos siguientes muestran comparativamente los combates librados en-
tre ejércitos versus las acciones unilaterales que repercutieron de manera directa
sobre la población civil. Estas últimas reúnen asesinatos selectivos, masacres y
otras formas de agresión armada con las cuáles pudieron doblegar, extorsionar,
desplazar, emplazar, reclutar jóvenes para sus ejércitos y otras acciones o violacio-
nes a los ddhh y al dih. En los gráficos siguientes se observan lógicas opuestas en
la forma de operar de los guerrilleros y los paramilitares: en las primeras prevale-
cen los combates de las guerrillas con las fuerzas estatales (gráfico 2), en la lógica
paramilitar priman las acciones unilaterales (gráfico 3).
Gráfico 2.
Combates y acciones unilaterales de la guerrilla.
Urabá antioqueño. 1988-2007
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Gráfico 3
Combates y acciones unilaterales de los paramilitares.
Urabá antioqueño. 1988-2007
Gráfico 4
Acciones unilaterales y número de masacres ejecutadas
por paramilitares y actores no identificados.
Uraba antioqueño. 1988-2007
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Conflictos sociales, luchas sociales y políticas de seguridad ciudadana
Esta forma de accionar provocó una alarmante crisis humanitaria, puesto que
además de los altos niveles de homicidio se generó una revancha guerrillera contra
las supuestas bases sociales de los paramilitares, usando la misma estrategia de ellos
y generando un efecto multiplicador en el número de homicidios.11 El gráfico 5
muestra la relación entre acciones unilaterales de ambos bandos y los homicidios.
Gráfico 5
Relación entre acciones unilaterales de ambos actores y homicidios.
Urabá antioqueñ. 1998-2007
11
Las tasas de homicidios en Urabá durante el conflicto armado 1992-1996 fueron superiores a los
valores nacionales y departamentales, lo que implica un fenómeno alto de la localización del homicidio
con el momento de un recrudecimiento de la violencia en Urabá. Se puede plantear la hipótesis de que los
muertos atribuibles al conflicto pueden ser más que lo que pueden comprobar las bases de datos.
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Violencias, territorios y resistencias en el conflicto...
homicidios selectivos, entre otros actos) para sembrar terror e incertidumbre entre la
población. Para alejarse del campo de batalla y proteger su vida, bienes y futuro,
la población deja sus asentamientos y huye en búsqueda de refugio. La segunda
tipología define el desplazamiento forzado como objetivo mismo de la guerra para
derrotar tanto a las supuestas bases del enemigo como para apropiarse de la tierra
mediante amenazas colectivas de desalojo, venta forzada o expropiaciones de
tierras, además de la amplia gama de acciones descritas en la primera tipología. El
gráfico 6 muestra la magnitud.
Gráfico 6
Lecturas subregionales del desplazamiento en el Urabá antioqueño. 1990-2007
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Gráfico 7.
El desplazamiento y el conflictoarmado.
Urabá antioqueño. 1990-2007
200 hectáreas de superficie, más de 69 000 pertenecen únicamente a cinco personas naturales. La situaci-
ón se agrava al considerar que los desplazamientos forzados se dan cuando los grupos paramilitares dan
quince días de plazo a los campesinos para evacuar sus tierras. [...] “La gente llega por camionados”, dicen
los propios campesinos al contemplar cómo después de algunos años de relativa calma en la región, en
los inicios de los años noventas la situación cada vez es más tensa. En el resguardo indígena de El Volao,
al norte, desde 1988 hasta 1994 se conocía sólo la confrontación guerrilla-Estado, pero no había despla-
zamientos campesinos. Fue entonces, aseguran, cuando comenzó la compra-venta barata de la tierra y se
inició la guerra con las facciones disidentes del Ejército Popular de Liberación (epl)” (ver: “Arboletes solo
tiene 5 dueños”, en El Nuevo Siglo, junio 4 de 1995: 6).
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Otra razón que desvirtúa las intenciones del paramilitarismo para actuar en
contra de la insurgencia fue la continuación de la violencia cuando ya la guerrilla
había sido desterrada de la región y no había movimientos y reivindicaciones
sociales que reprimir. Al perder el paramilitarismo la relación con la guerrilla y
los movimientos sociales, la persistencia de la violencia evidenció que constreñir la
acción social era una coartada paramilitar para hacer desaparecer o expulsar a
los pobladores y quedarse con sus tierras, amedrentar con masacres y asesinatos
la voluntad de acción de los pobladores para lograr dominarlos, controlarlos y
extender su dominio militar en el territorio. Aunque no están a escala, los mapas
8 y 9 pretenden bosquejar las diferencias en las territorialidades socioculturales
antes y después de ejecutado el proyecto paramilitar. Se busca resaltar el aumento
en la territorialidad de acaparamiento o concentración de la propiedad de la
tierra a costillas de la disminución de la territorialidad campesina. Igualmente el
engrosamiento de la territorialidad urbana por el aumento demográfico ocasionado
por el desplazamientos de pobladores a las cabeceras urbanas.
Mapa 8.
Territorialidades socioculturales
Anteriores al conflicto paramilitar
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