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SISTEMA DE GOBIERNO DEL PODER JUDICIAL

Se consideran dos modelos como referentes a nuestro sistema de gobierno de


poder judicial son:

- El modelo napoleónico que se caracteriza por un intervencionismo del ejecutivo


relevante; proyectando una autonomía judicial respecto al Gobierno, pero sin
darle una independencia absoluta.

- El modelo italiano, que refleja una superación del tipo francés y en el que se
refleja una equilibrada conjunción del ámbito democrático representativo y
participativo.

FRANCIA

El precedente de la institución que nos ocupa residió en la Constitución Francesa


de la IV República de 26 de diciembre de 1946, cuyo título IX regulaba el Consejo
Superior de la Magistratura; al que se le dotaba de determinadas facultades
conducentes a garantizar cierta autonomía judicial respecto al Gobierno, pero sin
que ello implicara tampoco una independencia absoluta. Las funciones
atribuidas a este órgano eran: asegurar la disciplina judicial, propuesta al
Presidente de la República del nombramiento de todos los magistrados, a
excepción del Ministerio público; y, aconsejar al Jefe del Estado sobre los recursos
de gracia.

Fue reformado por primera vez en la Constitución de 1958, en que se estableció


que al Consejo le correspondería "asistir" al presidente de la república en su tarea
de garante de la independencia de la magistratura.
Las facultades con que cuenta el Conseil Superieur de la Magistrature se cifran
en:
- Dictaminar sobre los indultos.
- Decidir sobre las propuestas por parte del Ministerio de Justicia relativas al
nombramiento de otros jueces.
- En materia disciplinaria, adopta una configuración específica recayendo, a este
efecto, la Presidencia en el Presidente del Tribunal de Casación.
- Estas competencias no proyectan en todo caso una eficacia decisoria del Consejo
-a excepción de la esfera disciplinaria- por lo que se planteó la conveniencia de
ciertas modificaciones" conducentes a alcanzar mayores cotas de independencia
externa de tal institución y desarrollo legal de la Constitución.

El CSM se divide en dos salas, la de jueces y la de fiscales. La Sala de Jueces,


presidida por el Primer Presidente del Tribunal de Casación, está compuesta,
además, por cinco jueces y un fiscal, un consejero de Estado designado por el
Consejo de Estado, un abogado así como por seis personalidades de reconocido
prestigio que no pertenecen ni al Parlamento ni a la carrera judicial, ni a la carrera
administrativa. El Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea
Nacional y el Presidente del Senado designan, cada uno, a dos de esas
personalidades.

La Sala de Fiscales está presidida por el Fiscal General del Tribunal de Casación.
Además forman parte de ella, cinco fiscales y un juez, así como el consejero de
Estado, el abogado y las seis personalidades de reconocido prestigio
mencionadas anteriormente.

La Sala de Jueces formula propuestas para los nombramientos de los jueces del
Tribunal de Casación, del Primer Presidente del Tribunal de Apelación y del
Presidente del Tribunal de Primera Instancia. Para el nombramiento de los demás
jueces es imperativo su dictamen favorable.

La Sala de Jueces actúa como órgano disciplinario de los jueces, en cuyo caso,
además de sus miembros habituales, forma parte de ella el juez de la Sala de
Fiscales.

La Sala de Fiscales emite un dictamen sobre los nombramientos de fiscales.


Asimismo tiene que emitir un dictamen sobre las sanciones disciplinarias
relativas a los fiscales; en este caso, además de sus miembros habituales, se
integra en ella el fiscal que forma parte de la Sala de Jueces.

La última reforma al CSM tuvo lugar el 27 de enero de 1993, reforma que sustrajo
al jefe de Estado la facultad de nombrar a todos los miembros del CSM y, produjo
el efecto de pérdida por parte del Consejo de determinadas facultades que
disfrutaba hasta entonces, como lo era la exigencia de consultar al Consejo ante
los supuestos del ejercicio del derecho de gracia.
La reforma de 1993 confirió al Consejo nuevas facultades en el nombramiento de
los miembros del cuerpo judicial. Ahora propone los candidatos para los altos
cargos de magistrados de siège1 y otorga su aprobación (parecer conforme) a los
otros. Sin embargo, el nombramiento de los magistrados del Ministerio Fiscal
escapa a sus facultades, ya que los procuradores generales son nombrados
discrecionalmente en Consejo de Ministros, mientras que los nombramientos de
los otros procuradores requieren de una simple opinión del Consejo, que no
vincula al gobierno. En materia disciplinaria, el Consejo da una simple opinión,
sin fuerza obligatoria, sobre los expedientes disciplinarios de los magistrados de
la fiscalía (artículo 56 de la Constitución). Como podemos advertir, las facultades
limitadas del CSM para elegir a los magistrados de parquet 2no significaban otra
cosa que la manifestación de la injerencia del poder político.

A partir del momento en que el Consejo fue creado para "asistir" al presidente de
la república en su tarea de garante de la independencia de la magistratura, ha
sido en realidad una institución sometida a la influencia del Poder Ejecutivo. Ya
se dijo que antes de la reforma de 1993, todos sus miembros eran nombrados por
el presidente, conservando así una fuerte influencia en la nominación de los
magistrados.

No obstante, la participación del Consejo en la nominación de los magistrados de


parquet, cordón umbilical de la política penal, no fue considerada en la reforma
de 1993. Los procuradores generales continuaron siendo nombrados de manera
discrecional por el poder político, en Consejo de Ministros, mientras que las
nominaciones de procuradores seguían sometidas al Consejo para un mero
parecer, sin comprometer en nada al gobierno.

El proyecto de reforma constitucional también pretende modificar la


composición del CSM para "representar mejor a la nación entera". Se pretende
integrar ahora el Consejo por 21 miembros, más los dos miembros de derecho
que son el presidente de la república y el ministro de justicia. De esta manera, su
integración quedaría de la siguiente forma: a) un consejero de Estado designado
por el Consejo de Estado; b) diez magistrados del orden judicial (cinco
magistrados de carrera judicial y cinco magistrados del Ministerio Fiscal),
elegidos por sus pares en el seno de los magistrados de carrera judicial y del
Ministerio Fiscal, y c) diez personalidades que no pertenezcan ni al orden judicial
ni al parlamentario, en donde el presidente de la república, el presidente de la
Asamblea Nacional y el presidente del Senado designarán cada uno dos
personalidades. El vicepresidente del Consejo de Estado, el primer presidente de
la Corte de Casación y el primer presidente del Tribunal de Cuentas designarán
conjuntamente cuatro personalidades.

1
Jueces de la Magistratura: resuelven los litigios que se les someten.
2
Fiscales de la Magistratura: representan a la sociedad y exigen la aplicación de la ley.
ITALIA

EL CONSEJO SUPERIOR DE LA MAGISTRATURA

El C.S.M. es el órgano de gobierno autónomo de la magistratura ordinaria al


que competen, según las normas del ordenamiento judicial, las contrataciones,
las asignaciones y los traslados, los ascensos y las medidas disciplinarias, para
con los magistrados.

Composición: veintisiete miembros (24 electos).

o el Presidente de la República, que lo preside;


o el Primer Presidente del Tribunal de Casación;
o el Procurador General del Tribunal de Casación;
o ocho miembros nombrados por el parlamento (“laicos”); dieciséis miembros
elegidos por los magistrados (“togados”).

La Constitución (artículo 104.) prevé que el Presidente de la República, el Primer


Presidente y el Procurador General del Tribunal de Casación sean miembros “de
derecho” del Consejo, limitándose, por lo demás, en disponer que los restantes
miembros sean elegidos, por dos tercios por parte de todos los magistrados
ordinarios entre los pertenecientes a las diferentes categorías, y por un tercio por
el Parlamento, en sesión conjunta, entre los catedráticos de materias jurídicas y
los abogados con quince años de ejercicio de la profesión. Por tanto, es la ley
ordinaria la que determina el número de los miembros electivos y las modalidades
para su elección.

Posición constitucional

En cuanto a la posición del Consejo, el Tribunal Constitucional ha afirmado que


se trata de un órgano que, si bien desarrolla funciones objetivamente
administrativas, no es parte de la Administración Pública, ya que es ajeno al
conjunto organizativo que hace referencia directamente o al Gobierno del Estado
o al de las Regiones. En relación con las funciones que se le han atribuido por
parte de la Constitución, el Consejo ha sido definido “órgano de seguro relieve
constitucional”. Dichas funciones, que se pueden definir como de
“administración de la jurisdicción”, conciernen, en primer lugar, a la gestión del
personal de la magistratura y se realizan a través de las contrataciones,
asignaciones y traslados, ascensos y medidas disciplinarias referidas a los
magistrados. Conciernen, por otra parte, también la organización de los
Departamentos judiciales, de modo que quede asegurado y garantizado que cada
magistrado, en el ejercicio de sus funciones, esté sujeto “sólo a la ley”. Bajo
este último aspecto, es de subrayar que el Consejo Superior, a propuesta de los
presidentes de los Tribunales de Apelación, y oídos a los Consejos judiciales,
aprueba cada dos años las tablas de composición de los Departamentos judiciales
de cada distrito y simultáneamente aprueba los criterios objetivos y
predeterminados para la asignación de los asuntos a cada uno de los jueces.
El Consejo, por tanto, ocupa una posición de vértice en la estructura encargada
de la administración de la jurisdicción y en la que colaboran también los Consejos
judiciales y los jefes de cada Departamento juzgante y de instrucción.

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