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Teoría Sociológica 2

Profesora: Deborah Delgado


Alumna: Shirley Barrantes Baca
Código: 20150734
Texto: Modernización y Posmodernización: el cambio cultural, económico y político en 43
sociedades
Autor: Ronald Inglehart

Durante mucho tiempo, la teoría de la modernización se ha encontrado dividida en dos escuelas, la


marxista y weberiana. Pese a sus diferencias y el debate entre ambas, logran coincidir en que el cambio
socioeconómico sigue pautas coherentes y relativamente predecibles. Este capítulo presenta un análisis de
un conjunto de datos de 43 sociedades reunidos mediante La Encuesta Mundial de Valores, y demuestra
que ciertas variables culturales, económicas y políticas guardan una relación estrecha. Asimismo, las
hipótesis sobre cambios en el tiempo son examinadas a partir de la evidencia transversal, la cual resulta
ser, por sí misma, un indicador incierto del cambio. El análisis que se hace se ocupa de las diferencias
culturales entre las sociedades de la escasez – preindustriales y en vías de industrialización – y las
sociedades posmodernas muy ricas en términos económicos.

Los conceptos de modernización y posmodernización se basan en 2 supuestos: por un lado, que distintos
elementos culturales tienden a seguir juntos pautas coherentes y, por otro, las pautas culturales coherentes
existen y se encuentran ligadas al desarrollo económico y tecnológico. La hipótesis del autor señala que el
desarrollo económico genera cambios específicos en los valores y sistemas de creencias de las masas, que
a su vez provoca cambios en los sistemas económico y político de estas sociedades. También, señala que
el cambio no es lineal: el cambio social produce una retroalimentación que termina por intervenir en la
dirección del mismo. La literatura de la modernización afirma que un síndrome de cambios se encuentra
vinculado al desarrollo económico moderno. El centro de este proceso es la industrialización; y, aunque la
Revolución Industrial se haya originado en Occidente, dicho proceso no es necesariamente occidental y no
debe confundirse con la occidentalización.

En cuanto al papel de la religión en el crecimiento económico, Weber se encontraba en lo cierto al afirmar


que el surgimiento del protestantismo fue crucial para la modernización en Europa; sin embargo, esta no
se debió únicamente a dicho factor. La influencia crucial del protestantismo se debió a que sustituyó un
conjunto de normas religiosas, común a la mayoría de las sociedades preindustriales, que inhibía el logro
económico. Las economías preindustriales, debido al poco o nulo crecimiento económico que
experimentan, son sistemas de suma cero, lo que implica que la movilidad social de un individuo sólo
puede lograrse a expensas de otro; así, las aspiraciones de movilidad social son reprimidas severamente.
Para preservar la paz social las culturas tradicionales desalientan la movilidad social ascendente y la
acumulación de riqueza. Estas culturas tenían como función central mantener la cohesión social y la
estabilidad económica estacionaria. También inculcan normas de solidaridad, caridad y otras obligaciones
que mitigan la dureza de una economía de subsistencia y de las cuales depende su supervivencia.

El paso a la modernización estuvo constituido por componentes clave que dieron lugar a la autoridad
racional-legal. Uno de los aspectos más importantes es la secularización. La aparición de una visión
científica del mundo fue el principal factor que condujo a la decadencia de distintos elementos sagrados y
prerracionales de la fe religiosa. No obstante, pese a que el conocimiento científico ha estado emergiendo
en distintos países durante algún tiempo, el fanatismo religioso continúa floreciendo en sociedades que se
hallan aún en las primeras fases de industrialización. Un segundo componente clave es la burocratización,
el surgimiento de organizaciones racionales basadas en reglas diseñadas para llegar eficazmente a metas
explícitas. Así es como se da un cambio, tanto de prestigio como de poder, de la autoridad tradicional,
generalmente religiosa, a la autoridad de grandes estados burocráticos centralizados diseñados para
facilitar el crecimiento económico.

En los últimos años, se ha producido una desviación de la dirección del cambio a la que se denomina
como giro posmaterialista. La posmodernización resta importancia a todo tipo de autoridad, sea religiosa o
secular, dando mayor cabida a la autonomía individual en la búsqueda del bienestar subjetivo individual.
Así, en la posmodernización, el proyecto central es maximizar el bienestar individual. El comportamiento
ya no se encuentra dominado por el imperativo económico; ahora, se orienta hacia la búsqueda de factores
relacionados con la calidad de vida. Incluso el comportamiento económico deja de orientarse a la
satisfacción de las necesidades de supervivencia para dirigirse hacia el logro del bienestar subjetivo. De
igual manera, el crecimiento económico pasa a estar subordinado a la preocupación por sus efectos en el
medio ambiente. Al nivel individual, las motivaciones predominantes para trabajar están cambiando,
dando paso a la calidad de la experiencia laboral. La causa profunda del cambio posmoderno es la
desaparición gradual de los sistemas de valores que surgieron bajo condiciones de escasez, y la difusión de
los valores de la seguridad. En este tipo de sociedades, se suele dar la supervivencia por supuesta. Otro
atributo esencial de la posmodernidad es la fe cada vez menor en la ciencia, la tecnología y la
racionalidad.

Existen elementos de continuidad entre la modernización y la posmodernización, entre los que se


encuentran la especialización, secularización e individualización. En el caso de la secularización, esta
sigue vigente pero por una razón nueva: el surgimiento de valores de la seguridad entre las sociedades
económicamente más avanzadas hace que las personas tengan menos necesidad psicológica de las
garantías que los sistemas de creencias absolutos proporcionan. Por otra parte, con la industrialización se
dejó cierto espacio a la autonomía individual que, sin embargo, lo ocuparon las numerosas obligaciones
para con el estado. De esta forma, el alejamiento tanto de la autoridad religiosa como de la estatal continúa
el camino hacia la individualización, pero con mayor intensidad, dando así prioridad a los derechos y
titularidades sobre cualquier otra obligación.

Por otra parte, el autor señala que no se puede hablar de un determinismo institucional de la cultura, ya
que no son solo las instituciones las que determinan los valores culturales de una sociedad. Por el
contrario, muchos de los valores persisten como parte de la herencia cultural de las naciones dadas, y no
debido a la influencia directa de instituciones religiosas por ejemplo. Tal herencia cultural se ha visto
moldeada por la experiencia social, política y económica de la población. Inglehart termina por señalar
que, efectivamente, sí existe restricción entre las pautas culturales, las cuales guardan relación con el nivel
de desarrollo económico de una sociedad dada. En los cuadros presentados, la dimensión vertical refleja el
proceso de la modernización, mientras que la dimensión horizontal el de la posmodernización. También,
los valores de la modernización poseen un vínculo positivo con las tasas de crecimiento económico,
mientras los valores posmodernos tienen un vínculo negativo. En la medida en que el crecimiento
económico genera prosperidad, a largo plazo produce cambios culturales que restan importancia a la
motivación para el logro, lo cual ocasiona tasas más bajas de crecimiento económico. La modernización
suele dar lugar tanto a regímenes autoritarios como democráticos; mientras que existe una fuerte
correlación entre la posmodernización y la democracia, a la cual se llega a través de una confianza
interpersonal, tolerancia y valores posmaterialistas.

Comentario crítico

A partir de la lectura del capítulo escrito por Inglehart, considero que dos ideas importantes son que las
orientaciones de valor de las personas se fundamentan en la cultura en la que se socializan y en la
experiencia social que viven, así como que la expansión de la elección humana es un proceso que
responde a una aspiración humana universal, el poder actuar de acuerdo con las propias elecciones
autónomas. Asimismo, me resulta interesante el hecho de que muchos aspectos tratados en la
investigación no sean aplicados a niveles micro, como podría ser la relación en los individuos, sino
siempre a niveles macro.

De igual manera, resalto la importancia de los sistemas de valores, que son los que han justificado y
respaldado la adopción de los diferentes sistemas de producción, distribución, de reclutamiento, de control
y coordinación. Estos han producido instituciones relativamente coherentes entre sí, ya que necesitan esa
cierta coherencia para mantener sus relaciones de interdependencia. Concretamente, las instituciones
económicas, las sociales y políticas tienen necesariamente que estar muy relacionadas con los sistemas de
valores culturales. Por otro lado, uno de los aspectos que me resultan más interesantes de los análisis sobre
el cambio social realizado en este libro es la investigación sobre los efectos causales en el tiempo. Se
confirma la hipótesis de que los cambios sociales no se dan simultáneamente sino en un espacio de
tiempo significativo. Este tiempo es el necesario para que se produzca el ajuste cultural entre las
orientaciones de valor y las condiciones existenciales prevalecientes. Y, asimismo, entre las orientaciones
de valor y las acciones colectivas que éstas fomentan. Son dos saltos temporales necesarios a la hora de
analizar la asociación entre las variables. Resulta interesante el salto temporal para que se produzca el
ajuste no es excesivamente grande desde cierta perspectiva. En los análisis que se muestran en el libro se
observa como la correlación más alta entre las condiciones económicas y los valores se produce con un
salto de cinco años.

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