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LA SALVACIÓN

PROCESO
(Hechos 2:38)

1. ARREPENTIMIENTO

La salvación se inicia con el arrepentimiento.

Este arrepentimiento se da como un proceso dentro de la soberanía de Dios, que consiste en


los siguientes pasos:

A. Llamado por el Espíritu Santo. (Efesios 2: 1, 4-5; Juan 16:8-11)

El hombre está muerto en delitos y pecados, estando en enemistad con Dios o separado de
Él, y no tiene la capacidad por sí mismo para reconciliarse con Dios, como tampoco el de
hacer alguna cosa para lograrlo.

Es cuando el Espíritu Santo actúa de manera soberana en una elección por su amor y su
gracia. El Espíritu convence de pecado, de justicia y de juicio.

Convence de pecado. Esto hace que el pecador pueda tener consciencia de su condición de
pecador.

Convence de justicia. El Espíritu Santo produce en el corazón la fe para creer en Cristo,


para de esta manera aplicarse la justicia de Dios. Y finalmente la voluntad para decidir
aceptar a Jesucristo como su salvador y también como su Señor.

Convence de juicio. Es cuando el pecador no le es dado la fe para creer y no acepta el


perdón y la reconciliación con el Padre.

B. Compunción. (Hechos 2:37)

La primera cosa que sucede en la conciencia de la persona es la compunción. Es decir,


siente pena y dolor por el pecado. Se siente pecador y apartado de Dios.

C. Decisión. (Hechos 2:38)

Una vez que se dan estos pasos la persona toma la decisión de creer y aceptar la redención
en Cristo. El Espíritu Santo produce en el interior del pecador la fe para que esto suceda. A
partir de ese momento se inicia la salvación y llevarnos al siguiente paso.
2. CONVERSIÓN

El siguiente paso que debe completarse es el de la conversión. No es suficiente con sentirse


compungido. Debe darse una regeneración o lo que es lo mismo experimentar un nuevo
nacimiento. (Hechos 3:19)

Se trata de un cambio profundo e íntimo en el carácter, conducta, actitudes, sentimientos,


pensamientos, o sea, una transformación que implica todo el ser. (2 Corintios 3: 17-18)

Es pasar de muerte a vida, resucitar de la muerte espiritual a la vida eterna. (Juan 5: 24)

Esta conversión también implica dos tiempos:

Uno inmediato, completo total, lo que indica que la persona es salva ahora mismo, pasa a
ser un hijo de Dios. Deja de ser un hijo de ira, para ser reconciliado con Dios y adoptado
hijo suyo. (Gálatas 4:4-7)

El otro, es un proceso o un estado continuo de arrepentimiento y conversión. Es decir, cada


vez que cometemos errores o pecados, nos arrepentimos y buscamos que en nuestra vida se
produzcan cambios hacia la transformación progresiva, es el camino hacia la perfección.
(Efesios 5:8; 4:22-24)

Es la transformación por medio de la renovación de nuestro entendimiento. A medida que


se va teniendo conocimiento del Señor se van produciendo estos cambios, en los que
participa no solo el poder del Espíritu Santo, sino también la voluntad del individuo.
(Romanos 6:22; 12:1-2).
LA OBEDIENCIA
(1 Pedro 1:14, 22)

El primer paso en el camino de la salvación es la obediencia.

Mientras que la salvación y la santificación (como obra completa) son realizados


enteramente por la gracia de Dios, la obediencia se logra por la voluntad de la persona
(Romanos 6: 16-18).

Es a través de la obediencia que podemos llegar a la santidad, además de otras bendiciones


del Señor, como el de ser usados por Él, crecer y madurar en el carácter cristiano, etc.

1. LA OBEDIENCIA – UN MANDATO

Dios nos da mandatos en su Palabra con la finalidad de ser obedecidos. Lo que significa
que tanto el mandato como la obediencia están unidos en esencia, dos caras de la misma
moneda.

La Palabra nos llama siervos y esta es una condición o actitud de humildad ante nuestro
Señor. Otra expresión encontrada en las Escrituras es la de soldado. En ambas está implícita
la idea de la obediencia.

Así como el esclavo obedece a su dueño sin esperar nada a cambio, y de la misma manera
que el soldado obedece a su superior sin pedir explicaciones temiendo el castigo, cuanto
más no obedeceremos a Dios quien nos ama y quiere para nosotros lo mejor. A parte de que
nuestra obediencia a Él es y debe ser por amor.

Él demanda de nosotros siervos, discípulos e hijos ser obedientes a su Palabra (Juan 8:31;
15:14; 1 Juan 2:3-5)

Lo contrario de la obediencia es la rebelión o rebeldía y esta actitud es aborrecida por Dios.


(1 Samuel 15:22-23).

2. LA OBEDIENCIA – UNA DISCIPLINA

Ser obedientes al Señor y a su Palabra es algo que se va aprendiendo y en la que debemos


ser ejercitados.

Al llegar al Señor, parte de nuestro carácter es la desobediencia e indisciplina. Pero como


parte vital de nuestro crecimiento espiritual está la obediencia. A medida que nos vamos
desarrollando aprendemos a obedecerle a Dios y además es la única manera que podamos
crecer y madurar como creyentes.
Su Palabra dice que Él nos disciplina para no condenarnos con el mundo, y siendo nuestro
Padre nos trata como a hijos y cuando lo necesitamos nos disciplina. Esto es una de las
señales de que somos hijos de Dios, cuando nos demanda obediencia y sometimiento a Él
(Hebreos 12:5-8).

También es necesario, la obediencia a los padres terrenales y a sus autoridades espirituales.


No es posible decir que obedecemos a Dios, cuando estamos en rebeldía hacia nuestros
padres, pastores y personas que nos dirigen y corrigen para provecho de nuestra vida
cristiana (Proverbios 12:1; Efesios 6:1; Hebreos 13:17).

Nadie nos obedecerá si somos líderes, si no somos obedientes y disciplinados.

3. LA OBEDIENCIA – SUS RESULTADOS

Dios desea lo mejor para nosotros, esa es la razón por la que Él quiere que le obedezcamos.
Dios sabe lo que nos conviene, cuales son las cosas que nos perjudican y las que nos
permiten un desarrollo saludable, no solo en el ámbito espiritual sino, en todas las áreas de
nuestra vida.

Cuando obedecemos en las cosas que Él quiere de nosotros, empezamos a ver resultados
positivos y experimentamos las maravillosas bendiciones de parte del Señor.

En la obediencia está el éxito que esperamos. Si nos dejamos dirigir por Él definitivamente
tendremos victoria en todo.

No es sino a través del camino de la obediencia que recibiremos todas las cosas que Dios ha
preparado para nosotros. Dios de acuerdo a su propósito con uno, nos ha dado grandes y
ricas promesas, que solo se harán realidad cuando obedezcamos a su Palabra
(Deuteronomio 30: 9-10).
LA SANTIDAD
PROCESO
(Romanos 6:22; Efesios 5:8; 1:4: Hebreos 12:14; 1 Pedro 1:14-17; 2:9-10)

CONCEPTO

El vocablo santo tiene el significado de escogido, separado, apartado para….

1. UNA POSICIÓN (Tiempo inmediato)

A. Es regalada por su Gracia y Soberanía. (Efesios 1:4; 1 Corintios 6:11)

La santidad, por el hecho de que es el resultado de nuestra salvación, es un don de Dios, en


Cristo hemos sido santificados por su sangre. Al ser perdonados, reconciliados con Dios,
rescatados de nuestra vana manera de vivir, también hemos sido apartados para Él y esa es
la manera en que Dios nos ve.

B. No es el Resultado del Esfuerzo Humano.

Visto lo cual, si nuestra santificación ha sido regalada y es un hecho ya realizado por su


gracia, entonces no es el resultado de ningún esfuerzo que hagamos para lograrlo. El
hombre por sí mismo no pudo lograr agradar a Dios. Tuvo que ser Él mismo que lo hiciera
por nosotros.

C. Es Deber Mantenerla. (1 Pedro 1: 17-19)

Nuestro compromiso al darnos cuenta de esta realidad es el de cuidar , mantener y


desarrollar esta santidad dada por Dios.

2. UNA CONDICIÓN O NATURALEZA

A. Muerte y Vida. (Colosenses 2:12-13; Efesios 2: 4-6)

La condición del hombre sin Cristo era la de muerte espiritual, pero Él nos resucitó
dándonos la vida. Esta nueva vida se hace notar en nuestra santidad, porque esa nueva
naturaleza es santa.

B. Es un Nuevo Hombre. (Colosenses 3:9-10)

Al resucitarnos de la muerte espiritual y darnos nueva vida, nos dio también un nuevo ser,
un nuevo hombre santo.

C. Es un Diseño. (2 Corintios 5:17; Efesios 4:24)


Hemos sido creados en Cristo con nuevo diseño, una nueva naturaleza.
3. UN PROPÓSITO

A. Por Llamado (1 Corintios 1:2; 1 Tesalonicenses 4:7)

Nuestro llamamiento ha sido a la santificación, no al pecado. Su propósito en nosotros es


que seamos puros y sin mancha delante de Él.

B. Por Vocación

No existe otra cosa que el cristiano quiera hacer, sino, vivir en santidad, esa es la vocación
con que hemos sido llamados.

4. UNA EXIGENCIA

A. Con Su Poder. (Judas 24; Hebreos 2:18)

Lo maravilloso de esto, es que no estamos luchando contra el pecado nosotros solos, o sin
las herramientas, o recursos apropiados, el Señor nos ha dado su Poder para vencer al
pecado y no ceder a la tentación. Nuestras armas son poderosas en Dios. (2 Corintios 10:4)

B. Con Nuestra Voluntad. (Colosenses 3:5-10)

Si bien es cierto que el Señor nos ha hecho santos por su gracia y su poder, también es
cierto que la santidad al ser un proceso en esto está implícito la voluntad y decisión de la
persona. Podemos echar manos del Poder Divino, pero también es necesario que queramos
y decidamos ser santos.

5. UN RESULTADO

A. La Labor del Espíritu. (Filipenses 2:12-16; Romanos 6:22)

Debemos permitir que el Espíritu Santo continúe de manera progresiva la labor de


santificación que Él comenzó. El resultado es una vida llena del Espíritu bajo su control y
en victorias continuas sobre el pecado y la carnalidad.

B. El Ejercicio Espiritual. (1 Tesalonicenses 4:1; Romanos 8:1-13)

Llevar una vida en el Espíritu es someternos voluntariamente a los designios del Espíritu y
no dando lugar a los deseos pecaminosos o de la carne. Para ello es importante los
ejercicios espirituales de la oración, el estudio de la Palabra y el permanecer en alerta y no
darle lugar a la tentación.
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