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Un t6rrido viento soplaba sobre los muros del estadio. Hacta due los gallardetes restallaran a cada nivel del zigurat del rey Allen Varney Fan, cabs pole y parculas de sangre seca alas tetas _gradas, luego escapaba por encima de la filas superiores para correr por entre las capulas y los tejados planos de estuco de ‘Tyr. Demonios del polvo remolineaban en su estela por todo el, coliseo, arrojando arena a los ojos de los gladladores, metién- dla en fos pasadizos inferiores atestados de rezagacios y a tra Ves del arco abierto de la entrada a la sala de espera de Magestalos. Uno de los gladiadores tosi6 a causa del polvo. —Todavia dos horas para el mediodla —dljo—. Hoy vamos a asamos todos. Los demas lo ignoraron. Observaban a Oghran, e! campeon del establo, que estaba atormentando a Jona en los cepos. Jona, cera alto y joven, con sobresalientes masculos y bronceada piel. ‘Como los demas gladiadores, solo levaba un taparrabos y san- dallas. Bajo su mata de pelo negro, Jona tenia rasgos duros y ‘uadrados enmarcados por varlas ceatrices...,y ahora Oghran, estaba a punto de afiadir otra, edn, por Allen Varey —Navajas de mutheca. —Oghran el mul avanz6 las hojas Personajes no jugaciores de Libertad bajo ta nariz-de Jona—. ¢Ves como bilan? ¢Sabes?, son de au- ie raion ete cldineetper Ped aks tid tentico metal. —E! mul flexion6 los nudillos, Sujetas al dorso de la gruesa mano del gladiador, las tres hojas de acero se adelan- taban como garras. Jona luché por alzar la cabeza, pero el yugo, lo mantenfa bien sujeto. Los ottos tres guerteros permanecian sentados en silencio, mirando de soslayo a la linea de cepos vacios al lado de Jona. Una palabra erronea y Oghran los meteria en los cepos tam- bien... con la cabeza y las manos atrapadas en un yugo de gri- samarillenta madera dura de guig para que Oghran pudlera di- vertirse un poco con ellos. “seyret {Los anaranjados rayos del sol iluminaban la repleta estancia tes ae aq een de piedra, un sétano con una pequefa ventana que se abria di- rectamente al suelo della arena. La luz brilaba en el cobrizocré- neo calvo de Oghran y en sus navajas de murieca cuando, (Oghran destiz6 una delgada hoja hacia arriba por la fosa nasal dlerecha de Jona. Jona jades. —Ese templario, Roven, aeaba de darmelas —prosiguio 1 mul con voz ronroneante—. Un regalo, por derribar a ese. _gran urikta en el primer round. A ese esclavo le gustaba se- Grilletes D $$? pados dientes. La sangre empez6 a gotear sobre su labio su- petior. E rostro de Oghran estaba muy cerca de! de Jona. E! allento {del mestizo ola a came, Debajo de su abultada frente sin pelo sus negros ojos miraban las navajas con una expresion que el {guerrero mas joven nunca habla visto antes: con afecto. Jona se dio cuenta de que sus pensamientos derivaban alo- ‘cados. Por supuesto, pens6, gqué otra cosa podria amar ‘Oghran excepto una nueva y espléndiida arma? Amor... la mas fara de las expresiones de Oghran. Al cabo de un momento, se corrigio a s{ mismo: la segunda mas rara. Habla otra expresion {que Ios del establo nunca hablan visto todavia que exhibiera el ‘campeén, —Soy el mejor gladiacior de este establo, ¢sabes? —dllo et mul. Te lo die antes. (Pero td derribaste a ese contrincante

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