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Apuntes sobre LA BÚSQUEDA RACIONAL DE DIOS

EL PROBLEMA DEL MAL. PERSPECTIVAS FILOSÓFICAS.


9ª Sesión: en Dios, horizonte del hombre. Juan de Sahagún Lucas. P.267-281.

El mal siempre ha sido un obstáculo para creer en el Ser supremo, omniperfecto, todopoderoso y suma
bondad. Si existe Dios, ¿cómo es posible el mal? ¿cuál es su origen? ¿de dónde viene, puesto que Dios, que
es bueno, ha creado buenas todas las cosas? San Agustín se hizo esas preguntas que tienen que ver con la
experiencia religiosa y que está enmarcada en un cuadro existencial. La reflexión filosófica que quiere dar
cuenta de todo lo que existe desea ofrecer una visión coherente de un hecho indiscutible.

I. EL HECHO DEL MAL. FENOMENOLOGÍA Y CONCEPTO.


Ha estado presente en toda la historia de la filosofía. Teilhard dice: cuanto más hombre se hace el hombre,
en su carne, en sus nervios, en su espíritu, más se incrusta y se agrava en él el problema del mal. Todos
experimentamos el dolor y su máxima expresión que es la muerte. La vida es dolor radical (Buda). Tres
niveles: mal físico (Dolor, centinela o alarma de la salud; señal y vivencia del dolor); mal psíquico
(intimidad personal, fracaso, pérdida de ideales, desajuste interior, culpa o mal moral del mal uso de la
libertad) y mal social (en las relaciones con los demás: rechazo, separación, injusticia).
Santo Tomás distingue entre mal moral o pecado (del ser racional que se opone al plan establecido por su
Creador) y mal de pena (en su sensibilidad y voluntad). También habla de mal natural que equivale a una
carencia de una propiedad debida y supone perjuicios a los individuos individuales.
Leibniz clasificó el mal en metafísico (imperfección), físico (sufrimiento) y moral (pecado).
La religión persa de Zoroastro y el maniqueísmo explican el mal como el conflicto de dos principios, uno
bueno, Ormuz, y otro malo, Ahriman. Esta interpretación desgraciadamente sigue existiendo.
San Agustín afirma que el mal no es otra cosa que privación de bien (privatio boni). Santo Tomás asume
esta afirmación pero la desarrolla. Define el mal a nivel ontológico donde prevale la privación del bien
frente a la mera negatividad. El mal es falta de bien que corresponde a la naturaleza del sujeto. Sale al paso
de la dificultad que supone la simple negación que convertiría en malas todas las cosas creadas por el hecho
de ser finitas e imperfectas en su ser.
El mal no es ser, sino en las cosas que aun siendo buenas por el hecho de existir, no poseen todo el bien que
les corresponde ni están dotadas del grado de perfección a que están llamadas.

II. NECESIDAD DEL MAL. JUSTIFICACIÓN RACIONAL.


Muchas veces se han confundido los planos teológicos y filosóficos respecto al problema del mal. No se
trata de responder a la cuestión clásica de si Dios quiere y no puede o de si puede y no quiere evitar el mal,
pues de ambas sale mal parada la causa divina y el problema sigue intacto. La pregunta sería, ¿por qué Dios
crea un mundo finito e imperfecto? El mal es necesario y compatible con un Dios omnipotente y bueno.

1. Un mundo-finito-perfecto es imposible lógica y metafísicamente.


Es un contrasentido el mundo omniperfecto. Como la cuadratura del círculo. No es que Dios no pueda
hacerlo, sino que irrealizable en sí mismo. El mundo sería otro Dios. La finitud entraña limitación, carencia,
disfunción, en consecuencia, mal. Igualmente que negamos la libertad-finita-perfecta que evitaría el mal
moral.

2. ¿El mal, antiteodicea (contra Dios)?


Testimonios contra Dios a partir del mal. Epicuro que contrapone el mal real a la bondad y omnipotencia del
Absoluto. Aquí se presenta al mal como entidad substancial impide toda teodicea. Es antiteodicea, es el
fracaso de Leibniz (optimismo metafísico) que para excusar a Dios banalizó el mal, también habló de la
razón de lo mejor, por la cual siempre obliga a Dios a escoger lo más perfecto. Schopenhauer (pesimismo
absoluto) replicó enseguida y muchos le siguen: el mundo es un desastre hacia el abismo. Y crítica el
enmudecimiento de Dios, impasible ante el sufrimiento humano. Ambas tesis olvidan la inconsistencia
ontológica del mal.

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Apuntes sobre LA BÚSQUEDA RACIONAL DE DIOS

3. El mal, proteodicea (pro Deo)


El mal lejos de clamar contra Dios, postula su existencia. “Porque hay mal, Dios existe” dijo Santo Tomás.
Si el mal es carencia y privación, solamente se percibe y comprende racionalmente desde la perfección. Su
conocimiento es fruto de la comparación con el sentido último y bien supremo de la existencia, que no es un
vacío nihilista sino Dios.
Ante el absurdo ontológico, la razón postula la existencia del Bien. Ante el cual percibimos los males y
carencias. Sin Dios, la muerte, suprema expresión del mal, sería la última palabra, nada tendría sentido y la
historia y el esfuerzo de la humanidad caminaría hacia la aniquilación total. Filósofos de la escuela de
Francfort (Adorno y Horkheimer) defienden la trascendencia más allá del dolor y de la muerte.

III. COMPATIBILIDAD DE DIOS CON EL MAL. LA RAZÓN DE SER DEL MAL.


Dios es la oposición radical y opuesta al mal, pero este no es impedimento para afirmar a Dios. Él es la
objeción contra el mal. Es lucha y oposición que Él mismo capitanea.
Decidido a crear, Dios no elige entre un mundo sin mal y otro con mal, Opta por el ser y no la nada, aunque
el resultado de su acción esté plagado de carencias y negatividades, en las que no nos podemos instalar sino
superar. La creación no ha terminado de formarse, el espíritu encamina hacia la realización de manera que el
no-ser decrezca y el bien aumente. Al lado de las energías naturales está Dios alentando la conquista de la
perfección del hombre.
Dios es el anti-mal. Combate con el hombre porque es causa común para ambos. Desde la creación hasta la
parusía. Porque Dios es amor. Aquí aparece la experiencia de la fe.
Cristo crucificado no es el fracaso de Dios ante el mal, por el contrario es su victoria definitiva y anuncia la
posibilidad de la transformación del mal en bien.
Un misterio donde lo finito se une con lo infinito. La causa del mal es la desesperanza o falta de fe. Hay que
recuperar un planteamiento apologético que presente el destino del hombre y el valor de la existencia desde
la experiencia del mal. La escatología que afirma la verdad, la justicia y el amor, todavía ocultos a nuestros
ojos de manera plena.

APENDICE: EL LIBRO DE JOB

El Libro de Job constituye un documento privilegiado para pensar el problema del sufrimiento del justo y el
dolor del inocente en relación con el problema más general de la justificación de Dios ante la existencia del
mal, que es el tema central de la Teodicea. ¿Por qué ha de sufrir el justo? Más que intentar dar respuesta a
esta pregunta, intentamos mostrar cómo, en la interpelación de Job a su Dios, un occidental puede reconocer
insospechadamente la especificidad misma de su concepción de la moral, puede identificar las condiciones
bajo las cuales lo moral es pensado en Occidente. Se pretende poner de manifiesto las razones por las que la
actitud de Job ante el Todopoderoso resulta ejemplar para Occidente.

El Libro de Job contribuye a destacar la diferencia esencial entre el espíritu medio-oriental del judaísmo y el
occidental greco-cristiano. Llama la atención que Job, como Sócrates o Jesús, escapa a la voracidad de la
historia y deviene para nosotros como un contemporáneo.

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