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ESTU DIOS

EL SOCIALISMO ACTUAL
ANTE
EL HECHO RELIGIOSO Por Rrcan¡o Ar¡¡nol

. Para evitar equívocos desde el principio, es preciso delimitar el ám-


bito en que este breve trabajo ,se va a mover. El mismo tído resulta
excesivamente ambicioso en un número dedicado a las relaciones entre
socialismo y fe cristiana.

Ante todo, el acento descansa en el socialismo actual, no en las po-


siciones defendidas por los clásicos ni siquiera en la evolución histórica
de. esas relaciones. Naturalmente habrá referencias obligadas a los co-
mienzos para comprender la situación acrual.

En segundo lugar es conveniente recordar que el trabajo se centra


en la actitud del socialismo ante el hecho religioso, no en otros aspecros
que en el mismo número recibirán tratamiento específico. Claro está que
tropezaremos coo la dificultad que supone «lo religioso», sobre todo
cuando se eotiende desde la perspectiva de la fe cristiana-

La relación del socialismo actual con el hecho religioso ha de verse


desde una doble perspectiva : ideoló gica y política, por denominailas de
alguna fo¡ma- Efectivamente, las problemáticas son distintas, aun cuando
su indudable vinculación no permita establecer separaciones arrificiosas.

Por ultimo, no puede extraña¡ que el socialismo de inspiración marxis-


I
ta se lleva la parte del león; es el que normalmente presenta Eayores
problemas y el mrás extendido en nuestro mundo occidental.

RICARDO ALBERDI 43r


LOS SOCIALTSMOS NO MARXISTAS
Hasta el, momento actual los socialismos de inspiración marxista hao
resultado claramente vencedores en la pugoa que les oponía a los no
marxistas desde el siglo pasado. No obstante, tales socialisríos siguen
existiendo, al menos si prescindimos de cualquier valoración sobre su
contenido y de las querellas socialistas sobre el mismo.
Ent¡e ellos habría que situar al anarquismo socialista por su tradicióo,
su empuje y la nueva floración que conoce en la acrualidad y conribuye
a transfo¡ma¡lo. Su entidad es tal que obliga a un tratamiento específico
y, por otra parte, se diferencia notablemente de los socialismos t¡adicio-
nales y aun de los recientes. Otro tanto habría que decir del vago socia-
lismo de los movimientos ecologistas, feministas, etc.
Nos ¡eferimos, por consiguiente, a los he¡ederos dd socialismo tra-
dicional que hunde sus raíces en el siglo XIX y a los nuevos movimieotos
socialistas suficientemente articulados. Nuest¡a ubicación en Occidente
concentra nuesro interés, sin olvidar otras posibilidades, eo los que nos
resultan culturalmente más ce¡canos.

1. Posiciones teóricas

Los socialismos de inspiración no ma¡xista ro preseotÍlo especiales di-


ficultades desde el punto de vista teórico. Algunos de ellos porque, desde
sus comienzos, se circunscribieron a lo verdaderÍunente social y poütico
escapando a la tentación metafísica. Su ideología eta «poütica», sin re-
ferencia a las ultimas cuestiooes de sentido.
Oüos, en cambio, han experimentado una evolucióo hisrórica que les
ha conducido al mismo puoto de a¡ribada En hooor a la ve¡dad hay que
decir que esa evolución ha sido posible en buena medida por la que haa
suf¡ido las iglesias; los socialismos han tendido a dejat de ser «religiososr
en la medida eo que las iglesias han abandonado sus preteosiooes «Po-
líticas».

Es común a tdos esos socialismos la careocia voluota¡ia de uoa


cosmovisión, la neuralidad en lo gue respecta a las ultimas cuestiones,
lo que permite la afrliaciín de personas eoormemeote divergentes Por sus
creencias filosófico.religiosas. Evidentemente el programa poütico suPone
una dete¡minada concepción sob¡e la persona y la sociedad, pero la fun'
damentació¡¡ de la misma puede ser muy divelsa

432 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


Así, por ejemplo, muchos socialismos de corte democrático pueden
coincidir en subrayar el valor de la persona humana como fundamento
de la vida social, con las consecuencias que se de¡ivan en el campo de
las libertades políticas, de la igualdad política sin ninguna clase de dis-
criminación, etc. En su seno se albergan personas qug fundamenraráo
el valo¡ de la persona en ciertos presupuestos filosóficos o religiosos di-
vtrgeotes.

Especial mención merecen los socialismos de inspiración religiosa. En


la medida en que son excluyentes en su fundamentación, ofrecen dificul-
tades gravísimas a los pertenecientes a otras religiones, ya que se tra-
ducen en discriminaciones políticas por rázones religiosas. El caso puede
presenta¡se no tanto en Occidente, sino en aquellos lugares en que el
proceso de secula¡ización todavía no ha alcanzado determinado umbral.

2. Comportamientos polítieos

Se puede enuncia¡ una regla general q,ue rezaría asi cuanto más
democrático es el proyecto socialista, tanto menor es el riesgo de enfren-
tamiento con las religiones en la práctica política. Con tal de que se
cómplemente esa regla con la siguiente: cuanto mayo¡ es la dedicacióit
de las religiones a su tarea específica (que no se reduce, por cietto, a lo
cultual-sacramenral), tanto menor es el riesgo de enfrentamienro con la
práctica política socialista-

Dicho de manera general, los gobiemos socialistas del tipo que nos
ocupa no suelen poner obstáculos a la práctica. del culto religioso y a las
manifestaciones no¡males de las dive¡sas religiones; aunque es verdad
que existen grandes dife¡encias ent¡e los socialismos nórdicos y los más
cercanos a las riberas del Mediremáneo.

Al culto se une cou toda libertad Io que, indebidamente, podríamos


denominar «propaganda religiosa»; es decir, no se encie¡¡a a los fieles
en el templo, no se ponen obstáculos a la edición de libros religiosos, a
la utilización de los grandes medios de comunicación social, etc.
Sin embargo, todavía suelen presentarse asunros espinosos que mo-
tivan enfrentamientos. Con evidente simpliñcación se podrían caracterizat
de Ia siguiente forma:

a) Los gobiernos socialistas f¡ecuentemente tropiezan con las iglesias


conservado¡as cuando éstas tratan de defender lo que llaman sus derechos
institucionales, calificados por los socialistas como privilegios absoletos.

RICARDO ALBERDI 437


3
b) Igualmente se producen enfrentamienros con ese mismo tipo de
iglesias con morivo de medidas legislativas en er rer¡eno f.amiia¡ o
educativo.

c) Los gobiernos socialistas suelen ser extremadamente sensibres a'te


cualquier pronunciamiento de las iglesias en materia social, entendida en
el amplio sentido de la palabra, por estimar que constituye una clara in-
gerencia en asuntos del Estado.

No fácil una valoración de tipo general. En numerosas ocasiones las


es
iglesias pretenden manrener situaciones superadas o la defensa de lo que
aho¡a es estimado generalmente como privilegio. En este caso los socia-
Ipgos no pres€nran ve¡dade¡as dificultades a ló refigioso, sino a un abuso
de las iglesias.

Pe¡o no siempre sucede así; por el contrario, también hay que decir
que los socialismos no siempre son suficientemenre democráticos, ni hañ
abandonado por completo uo esratismo que preteode suprimir el prota-
gonisrno de las fue¡zas sociales e ignorar el pluralismo social que el
Esta.lo debe respetar.

El riesgo por parre de laq iglesias es ceder a la tendencia cómoda a


un ouevo trpo de cristiandad; a no aceptar el pluralismo i¡reversible de
ouestras sociedades y a confiat más en Io instirucional y en Ia eficacia de
los insuumentos de poder que en la llamada misteriosa de unos creyeotes
y unas instituciones Áeles a las exigencias evangélicas.
El peligro de estos socialismos es el olvido de su objetivo más pre-
ciado: la liberación de los hombres en toda su ampütud. Este proyecoo
es inseparable de Ia c¡eación de una sociedad en la que todas las personas
y grupos sociales, desde sus propias posiciones, parcicipen eo la elabo¡ación
y ejecucióo de un proyecro comunirario que tenga en cuenra las diver-
sidades y se esfuerce por aunadas en una convivencia mrís globalizante.

POLITICA RELTGIOSA DE LOS PARTIDOS MARXISTAS

Con este título ran genérico que¡emos abarcat situaciones bien di-
fetentes pero coincidentes en la inspiración marxisra de un proyeco
socialista de sociedad. La propia ¡ealidad nos obliga sin embargo. a un
tratamiento difereociado de los partidos en el poder y de los que oo han
logrado plasmqr su proyecto en realizaciones políticas concretus.

434 EL SOCIALISTIO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


A) Partidos comunistas en el poder
De hecho, todos los panidos marxistas que se hallan en el pder y
han cooseguido comeazar al menos la realizació¡ de su proyecto, son
partidos comunistas pertenecientes a los países que ellos mismos deno-
minan de «socialismo realmente existente». De ellos nos ocupamos en
ptimer lugar, por la exposición de la fundamentación teórica de su prric-
tica política y de ésta en sí misma-

1. Brcrs. TEóRrco-JURíorcas
a) Marx y Engel,t
Casi telegráficamente se pueden enunciar los principios de los funda-
dores respecto a la política religiosa.
Distinción fundamental entre el Estado y el Partido. El Estado
- debe respetar la libertad religios4 mientras el Partido debe en-
tender la libertad religiosa como lucha contra la religión para
conseguir la total emancipación de los trabajadores.
tipo de persecución religiosa es cootraproducenre, ya
-Cualquier
que no hace más que favorecer a Ia religión que se quiere suprimir.

lucha ideológica contra la religión llevada a cabo por el Par-


-Latido no debe olvida¡ su papel subo¡dinado, ya que la supresión
de la religión es consecuencia de la construcción del comuoismo
y la apaúción de un hombre no sujeto a los condicionamientos
que se hallan en el origen de la religión.
Co¡5gcus¡temeote, el Estado debe ser «laico» ; es decir, no con-
- fesional, no adr¡ito a ninguna filosofía ni a ninguna religión. El
Estado no debe ser ni religioso nl ateo. Ello lleva a la separación
de la Iglesia y del Estado.

b) Modificacione¡ lenini¡tas
Es f¡ecuente achacar a Lenin un cambio en las posiciooes de Marx y
Engels respecto de la política religiosa- La afrrmacióo es ambigua y resulra
tendenciosa en algunas formulaciones. Antes de la ocupación del poder,
Leoin maotuvo exacramente las mismas posiciones de sus maestros. Al
convertirse en el líder indiscutible del nuevo Estado soviético, hizo de
éste en la práctica un Estado areo.

RICARDO ALBERDI 435


contra la opinión de Jean Elleinstein (1), Lenin mantuvo teóricamente
aotes de su ltegada al poder la distinción fundamental entre la laicidad
del Estado y la confesionalidad marxista del Partido, con las consecuen-
cias que ya se han visto en los fundadores. A modo de ejemplo, véase lo
que dice en el mismo texto citado por Elleinsteh (2).

¿Cambia los principios teóricos une vez llegado al


poder? La cues-
tión es confusa. En sentido afirmativo parece inclioaf otlo texto de marzo
de 1922, aunque en verdad sólo afirma una situación de hecho: el
Estado {ue él di.ig. r. ha hecho areo y dirige ta propaganda antirreli-
giosa (3).

c) E¡tdiltro j*ríd.ico actial


La prá«ica, como veremos, ha seguido fundamentalmeote la orien-
tación que le diera Lenin desde que llegó al poder. El aspecto teórico no
ha merecido excesiva atención en los países de socialismo real. Pero el
estaruto jurídico es significativo en muchos de ellos.

En todas las Constituciones, el Partido, con diversas fórmulas, ve


- ¡econocida su función de dirección de la sociedad socialista en
todos los sentidos y niveles (4).
En todas ellas también, el Pa¡tido se funda en la doctrina o ideolo-
- gía marxista-leninista para formular los objetivos y las orientacio-
nes de Ia política interior y exterior.
En algunos países apa¡ece con toda claridad el caricter marxista del
- Estado en los textos constitucionales. La educación de los ciuda-
danos se funda en la ciencia y en el marxismo-leninismo (5).

(1) Elleinstein, Jeanl "La cuestión religiosa en los países de socia-


lismo real", en Cnstianismo g sociali.*no en libertad, Barcelona, 1979, 110.
(2) Lenin: Obras completas, XY, 423 y 429; también en Sobre lo
Relisifin,Il, 272 y 276.
(3) Lenin: Obras completos, XXXVI, 193, y en Sobie la Religión,
II, 30B.
"Tal revista debe ser, en segundo término. el órgano del ateísmo
militante. Tenemos departamentos o, por lo menos, instituciones esta-
tales que dirigen esta labor..."
(4) Esteban, Jorge: Constituciones espaítolas g ertranjeras, II, 81?.
Constitución de Cuba de 24-II-1976. Art. 5.
"El Partido Comunista de Cuba, vanguardia organizada marxista-
leninista de la clase obrera, es Ia fuerza dirigente superior de la sociedad
y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los
altos fines de la construcción del socialismo y eI avance hacia la sociedad
comunista."
(5) Op. cit., B2B.

436 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


todas las Constituciones se
reconoce Ia liberrad religiosa en
-En
cuanto al culto o la de propaganda antirreligiosa. Pe¡o en muchas
de ellas se prohíbe lo que excede de lo cultual y «es ilegal y
punible oponer la fe o la creencia religiosa a la Revolución. a la
educación...» (6).
Naturalmente todo ello ha de ser interpretado a Ia luz de la situación
concreta que pres€ota una característica común: la exisrencia de partido
único y su papel dirigente coosrirucionalmente reconocido. Por consiguien-
te, la-interpretación de la oposición a la Revolución, erc., corresl)onde al
Pa¡tido y a su peculiar forma de pensar sobre ella.

2. Po¿Ínc,r REr.rcrosa
Las indudables diferencias existentes entre los distintos países de rc-
cialismo rcal y la no meoos indudable evolución hisó¡ica no puedeo
oculta¡ una ve¡dad fusdaroental: el Xstado ateo persigue a las religiones
que carece[ de libertad su6ciente pala ejercer su misión y p¡oseguit sus
objetivos-

a) Caa¡d¡ de lat diferenciat


Hay que busca¡las en las diferentes rradiciooes historicas, en la im-
plaatación y fuerza de las religiones en la poblacióq ea Ia siruación in-
ternacional y la correlación de fuerzas coo Occideore, etc.
Es evidente, y aquí el acue¡do con Elleinsrein es comFletq que Ia
situación religiosá oo es la misma en la Unión Soviética, en Poloni4
Hungría o Cuba- Poloni¿ y Hungría disfrutan de un estaruto práctico
mucho más favorable, debido al peso específico de la religión en las dos
poblaciones.

Quizá lo sucedido en Poloni4 con modvo de la última huelga pro.


agoni"aáe por los rabajadores de Gdansk, nos ahorra cualquier expli.
cació¡, Nos ¡eferimos, claro está, a las repercusiones religiosas (auto-
úzariód de Misa a través de los medios de comunicación social...),
conseguidas curiosamente pot un moyimie¡to reivindicativo de Ios traba-
jadores de ¡aruraleza sinücal.

(6) Op. cit., 828 y 829.


"Art. 61.-Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos
puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las'leyes,
ni contra la existencia y frnes del Estado socialista, ni contra la decisión
del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. La in-
fracción de este principio ps punible."

RIC,TRDO ALBERDI $7
En otras ocasiones la necesidad de agrupar a toda la población en
defensa del país amenazado por la invasión (caso de Stalin en la ultima
gueffa mundial) ha inducido a los partidos comunistas a otorgar ciertas
concesiones a religiones determinadas

En todo caso, siempre la política prictica se orienta Por un diagnós-


tico sobre la correlación de fue¡zas; en la medida en que lo religioso
cuenta todavía en la poblaciórl y provoca ¡eacciones vigorosas. la política
religiosa se suaviza sin ceder en los Puntos fundamentales.

b) Medidas antireligiorus
Entre ot¡as muchas que se podrían reseñar, se pueden indicar como
más importantes:
la reducción de lo religioso a lo cultual, en el sentido más es-
- tricto. Todo lo demás se estima como proselitismo religioso o como
ingerencia en lo político. Evidentementg oo son los países socia-
listas los únicos que inciden en esta reducción; los conservadores
de Occidente siempre se han opuesto a una intervención religiosa
que ponga en duda el sistema o le haga objeto de crítica desde el
punto de vista ético. Pero en los países llamados socialistas las me-
didas son mucho más graves;
los obstáculos a la edición de libros religiosos, a las traducciones,
- etcétera, que dificultan o impiden una formación adecuada de los
fieles de las distintas religiones y privan ¿ las instiruciones, en el
caso de que sean toleradas, de inst¡umentos imprescindibles para
la rcalizacií¡ de su misión;
la educación impartida en los centros estatales, los únicos recono-
- cidos y que pueden funcionar, de acuerdo con La doctrina del ma¡-
xismo-leninismo.' Es claro que se trata de una interpretación del
marxismo que los propios cristianos marxistas |uzga¡ incompatible
coo la fe cristiana. Como dice Elleinstein, el Estado soviético ex-
presa su ideología «también a través de los cu¡sos de materialismo
histórico y de materialismo dialéctico eo todas las escuelas sovié-
ticas» (7);

-- la disc¡iminación entre los ciudadanos Por motivos religiosos, a


pesar de los textos constitucionales en que se añrma precisamenté
io cont¡ario. En algunos partidos, como el cubano, se impide la
perteoencia o afrliación de los cristianos al partido; lo que, en
(7) Elleinstein, Jean: Op. cit., 117.

438 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


régimen de partido únicq signifrca clara discriminación político-
social. En otros casos se dificulta o impide el acceso de los per-_,
tenecientes a alguna religión, bien a la universidad, bien a otro§
puestos de responsabilidad social; además del crite¡io selectivo
adoptado para el disfrute de ciertas ventajas, como residencias de
vacaciones y otras prestaciones mate¡iales.

c) Di¡ociación entre teoría y ptáctira


Ya en Lenin es patente la disociación €ntre t*ria y ptáctica, entre
el principio del Estado laico y la ¡ealizació¡ del Estado atq. La evolución
se ha acentuado progresivamente hasta llegar a los extremos del info¡me
Ilichev, violentamente combatido por algunos marxistas occidentales, como
Garaudy.

Aparte de otras consideraciones, nos fijaremos €n dos hechos que ex-


plican la disociación: la identificación del Partido con el Estado y la
actuació¡ de las, iglesias en los países del Este, particularmente en la
Unión Soviética.
Respecto al primer punto, gustosamente suscribo la opinión del tan-
txs veces citado Illeinstein cuando afirma que la identificacióo del Par-
tido cpn el Estado ha t¡aído como corolario dos consecuencias nefastas:
1, la ausencia de democ¡acia en esos regímenes políticos; 2, el trasvase al
Estado del carácter confesional del Pa¡tido que priva a aquél de su lai-
cidad.

La faka de democracia y de libertades políticas es el clima general en


que encuentra asiento el ¡educcionismo de la libertad religiosa. No es
necesaria una actitud especialmente persecutoria contra la religión paia
explicarse lo sucedido; basta acudir a la misma que suprime las liber-
tades políticas de los ciudadanos no pertenecientes al Pa¡tido. Este se hace
«religioso» y pretende sustituir a las religiones tradicionales en sus dog-
mas y culto.

El Estado, que de alguna manera se identifica con el Partido, deviene


un Estado ideológico que, en lugar de limitarse a estrucrurar política-
mente la sociedad, impone una cosmovisión determinada y se opone a
todas aquellas que la contra¡ían.

La infuencia de la conducta de las iglesias en la evolución teórica y


práctica de Lenin y de sus sucesores no parece dudos¿ Pa¡ticularmente en
la Rusia zarista el caráctet ¡eaccionario de la Iglesia ofiodoxa no
solamente de ella- -pero
está ampliamente demostrado. En otros países la afrr-

RICARDO ALBER.DI 419


mación no podría ser tan rotunda, pero rampoco carcceria de argumen-
tación seria a su favor.
La preocupación evangelizadora se había transformado en solicitud
por conservar antiguos privilegios o, sencillamente, en manrener l" po-
sición social de la institución. Las iglesias aparecían como «aparato ideo-
lógico», por utilizar una expresión de moda, de un Estadq al se-¡vicio de
las clases dominantes. Más aún, opuesras a todo progreso en el sentido
más amplio de la palabra; opuestas, por ejemplo, a una burguesía que
significaba un progreso respecto del absolutismo anrerior.
De ahí a creer que la actitt¡d persecutoria del hecho religioso fue
determinada casi exclusivamente por el comportamiento de las iglesias. y
de los hombres religiosos en general, no va más que un paso. Pero este
paso significa para algunos un abismo infranqueable, mientras que otros
lo dan alegremente; el ateísmo del Estado y del Parrido se debería prin-
cipalmente a la mala conducta de los creyentes. Ingenuidad peligrosa sobre
la que volver€mos en el apartado destinado al aspecto teórico de nuesrra
problemática.

R) Partidos marxistas de Occidente

De eüos se puede hablar solamente desde un punro de visra polírico-


teórico, ya que nioguno de ellos ha logrado acceder al poder con posibi-
lidades .de rcalizar su p¡oyecto socialista. Pueden dividirse en rr€s gtupos
con ca¡acte¡ísticas propias.

1. Panrroos MARXISTAS-LENrNrsrAs

Comprendemos bajo esta denominación a rodos aquellos que de una


u otra fo¡ma aceptan el marxismo-leninismo como doctrina oficial del
partido; incluso aquellos que añaden el pensamiento maoísta o introducen
ciertas modificaciones corno los partidos trotskystas.

Poco hay que decir de ellos, puesto que basta ¡emitirse a la doctrina
leninista ya expuesta. El Estado debe ser laico los de mayor influen-
-en
cia stalinista o maoísta también el Estado es confesional en cuanto acepta
como suya la ideología marxista-leninista. Por supuesro, el Partido es con-
fesional y debe combarir a la religión por todos los medios.

Pero también en este punto son leninistas en general. Como es sabido,


Lenin, que nunca cedió en la lucha ideológica conrra la religión, la
subordinaba claramente a las necesidades de la lucha de clases. Dicho de

440 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


otra forma, para Lenin, como rambiér. para Marx y Engels, era más im-
porranre conseguir uni¡ a todos los trabajadores en la lucha de clases y
en la construcción del socialismo que Ia prédica ideológica atea_
La,aÁliación de los cristianos o de los creyentes en general al par-
tido fue resuelta con esre crirerio. Se podía admiti¡ en er partido a los
creyentes. incluso a los sacerdotes, siempre que aceptaseo el programa
y la acción del Partido y prescindiesen del proselitismo religioó. La re-
ligión debía permanecer en un campo esr¡ictamente privado.
Pero no porque se admitiese su vigencia aun en ese terreno de la
intimidad personal. Lenin y sus sucesores esperaban, y esperan, que la re-
ligión sucumbirá a las contradicciol.res de la lucha de it"rer y de ia ideolo-
gía marxista que el Partido maxista inculca a sus miembroi. Et el célebre
«sarampión» destinado a desaparecer.

2. P,tnt¡oos socrALIsrAS
Nos ¡eferimos en esre epígrafe a los partidos socialistas ,europeos de
cor¡e tradicional los herederos de la II Internacional que no han rene-
gado del marxismo.

- Aunque toda generalizació¡ resulta en exceso simplificadora, puede


afi¡marse que esros partidos han rnodiñcado ras posiciónes tradiciánales
en los siguientes puntos:

a) Carácter laico del Partido

La laicidad del Estado queda fuera de rcda sospecha, dada la inserción


de estos partidos en la tradición cultu¡al occidenral y ras exigencias demo-
cráticas de la mayoría de la población. La novedad consisre in el carácter
laico del parrido, opuesro a las enseñanzas de Marx y de la interpretación
leninista.

-
Nada mejor que dos citaciones, uoa de ámbito internacional y otra
referente al Partido Socialista Obre¡o Español (PSOE).
«El socialismo es un movimiento internacional' que no exige rígida
unifo¡midad en sus concepciones; que los socialistas funden sui convic-
ciones en el marxismo o en orros métodos de anrilisis de la socieda4 o
que los funden en principios religiosos o humanira¡ios, todos luchan
por el mismo fin» (8).
(8) Declaración del Congre5o del Partido Socialista Obrero Español
de 1967, en Los martistas españoles g La Retigión, Madrid, 19?9, 162.

RICARDO ALBERDI 441


«El socialismo no es una actitud de proyecciones merafísicas. El socia-
llismq es laico y no liga su doctrina y su acción a lo trascendenre, I)ero
no es antirreligioso. Considera respetable la conciencia del hombre y ve
en la libertad religiosa el clima de respeto recíproco pera la convivencia
humana en una deseada y fecunda paz social» (9).

b) Reducción del marxi¡mo a simple método

No toda ambigüedad desaparece con las anteriores declaraciones. Cabe


preguntarse si un partido que se llama marxist4 como sucede en casos
bien conocidos, puede ser l4ico. ¿No hay en ello una manifresta contra-
dicción?

Escapa a las posibilidades de este trabajo abordar a fondo tan espi-


ooso problema. Pero se puede responder inicialmente coo otra afirmación
característica que se ¡efie¡e a la interpretación del marxismo. Digamos
de paso que esta cuestión nunca ha merecido tratrmiento específico en
Ios partidos socialistas, a diferencia de lo que sucede coo los partidos
denominados eurocomunistas.

Para estos partidos socialistas, el marxismo ha defado de ser lo que


defiende la interpretación clásica y tradicional. El marxismo se puede
considerar como una doctrina al mismo tiempo que como un método de
análisis de la ¡ealidad social o, incluso, de la realidad toat coilrt.1\{uchos
partidos socialistas se inclinan por esta última interpretación y estiman
que, considerado como simple método, no suscita objeciones en los que
no se adhie¡el e la ñlosofía marxista (10).
Que la disociación ent¡e método y contenido sea posible en el mar-
xismo es otro problem4 que aquí no tocaremos. Muchos marxisras se
oponeo decididamente a tal pretensión (11), mientras que ot¡os de con-
side¡able prestigio, como G. Lucacs, se deciden por Ia aúimativa, aunque no
en el sentido de estos partidos socialistas.

3. PARTTDoS EURocoMUNrsrAS

De nuevo la generalización nos puede jugar una mala pasada, ya


que es maniÉesto que en éste, como eo otros problemas, las posiciones
del Partido Comunista Francés (PCF) diñeren notablemeute de sus ho-
(9) Id., 164.
( 10) Id., 163.
(11) Lombardo Radice, Lucio: Sociolismo g libertad, Bilbao, 1971,
239 y sigs.

442 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


mónimos italianos y español. No obstante, se pueden formurar las si-
guientes pro¡rosiciones :

a) I¿icidad del Partido


En este punto, los partidos eurocomunistas, al meoos el italiano y el
español, han llegado a posiciones üansparentes. No sólo el Estado áebe
ser laico, como ya afirmaban Marx y Lenin, sino que la laicidad se ha
de extender al Partido. Esto significa que el partido, como ral, ca¡ece
de filosofía propia y admite en su seno a miembros con concepciones
divergentes de tipo flosófico o religioso.

No es cuestión de repetir declaraciones sue se hallan al alcance de


cualquiera; las exigencias del Partido pan la aÉliación se limitan a la
aceptación del Ptograma y Estatutos del mismo Parddo.
Tales declaraciones, principalmente las del partidá Comunista Espa-
ñol (PCE), del catalán (PSUC) y del de Euzkadi (pCE-EpK) no han
dejado de provocar profundo malestar en algunos secrores, principalmen-
te intelectuales, por lo que creen dejación o modificación de tesis esen-
ciales del marxismo; no, quede bien claro, por la propia laicidad.

b) Condacta con lo¡ cristiano¡


, Con toda seguridad los partidos del Esrado español son los que más
lejos han ido en esta cuestión. Y no se rrara de simples declaiaciones
verbales, sino de Ia presencia efectiva de c¡istianos ahos cargos, en
igualdad de condiciones que los no creyentes. "n
Pero lo más significativo es el cambio de perspectiva respecto de la
opinión de Lenin ---que en realidad se halla ya en Marx y, sobre rodo,
en Engels- sobre el carácier de la participación de los cristianos en el
Partido. Un cambio que, cautelosamenre, se ha bautizado con la palabra
«resirua¡» el marco de referencia respecro de Lenin.
A los cristianos se les admire con su fe; el partido reconoce su
incompetencia para pronunciarse sobre la ¡ataraleza del hecho religioso
y se deja de esperar el cese del «sarampión»», -inteipretaciones
ya que se admite mucho
más fácilmenre el carácter liberador de tiert"r y viven-
cias del c¡istianismo.

c) Conzpatibilidad n¿arxi¡mo-ui¡tiani¡tno
Cont¡a lo que opinan algunos partidos marxisras cali6cados de extre-
ma izquierd4 los partidos eurocomunistas no se han pronunciado sobre

RICARDO ALBERDI 443


esta cuestión, aunque lo hayan podido hacer, en sentido opuestq miem-
bros calificados de los mismos.
Diríamos que han querido eludir una cuestión espinosa y delicada para
escape¡ a la confrontación con los cristianos marxistas que se hallan en
su seno o con los cristianos potenciales afiliados y simpatizantes. El prag-
matismo, dicho sin el menor sentido peyorativo, ha sustituido a un doc-
trinarismo que aménazaba con envenenar relaciones amistosas y espantar a
los lectores.
En ésta, como en otras cuestiones, el PCF parece maoteoer posicio-
nes más tradicionales. Afirman la incompatibilidad de cristianismo y mar-
xismo en el plano teórico, pero estiman que es posible la afiliación dc,
los cristianos al partido en las condiciones previstas por Lenio y coo las
mismas consecuencias.

Tanto el PCE como el PCI han suorimido la referencia explícita


al leninismo en sus E§tatutos, como opuesta a la entrada de cristianos
en el Partido con coherencia suficiente. La respuesta de Enrico Be¡lin-
guer al obispo de Iv¡es, monseñor Betazzi. es un prodigio de acrobacia
intelectual que no disipa todas las ambigüedades.
En suma, los partidos del eurocomunismo (el PCE y el PCI con toda
claridad) vienen a decir a los cristianos que no encontrarán diÉcultades
en el Partido. ya que éste no les exige la. profesión marxista- ¿Es que los
cambios se han producido sólo a nivel «político» o también a un mayo¡
nivel de profundidad, en la propia teoría marxista? Es lo que vamos a
examinar en el siguiente apartado.

CAMBIOS EN LA CRITICA MARXISTA DE LA BELIGIO}.Í

Las <<relecturas» de Marx están de moda; lo que quiere decir que,


en el seno del marxismo, se interpreta de dive¡sa fo¡ma todo lo que el
fundador dejó escrito. Por otra parte, el ¡n¿rxismo no se limita a lo que
Marx dijo; sus sucesores han hecho algunas aportaciones en tdos los
campos y también en el capírulo de la crítica marxista de l.a religión.

Razones de peso les ha inducido a ello: la persistencia. y hasta la re-


novación religiosa reconocida en los países de socialismo real; presencia
de los cristianos en la lucha revoluciona¡ia y cambios en las dedaracio-
nes de la jerarquía eclesiástica; profundización de las investigaciones
sob¡e la natnaleza profunda del hecho religioso; planteamiento de los
problemas de sentido en l¿is sociedades socialistas y un largo etc.

444 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


No todas las co¡rientes del marxismo han sido igualmente sensibles
a la nueva problemática. U¡a vez más, la inrerpretación de tipo leninis-
ta es la.que menos concesiones ha hecho en este terreno, aunque no
haya podido negar la evidencia de los hechos.

l. Crítica de la religión en lllarx, Engels y Lenin

He aquí, a mi entender, el punto, de partida inicial y la modificación


introducida por Lenin en la crírica marxisra de la religión. Esra manera
de ve¡ las cosas coincide, curiosamente, con lo que afirma la mayoría de
rnarxistas no creyentes y se diferencia de la sosrenida en general por los
cristianos ma¡xistas. Para una ampliación de este punto de vista remito
al lector a dos trabajos publicados en la revista IGLESTA Vwa (12).
En las dive¡sas etapas de su evolución Marx consideró siempre a la
religión como un dé6cit humano, como algo cuya naturaleza erá entera-
mente ¡echazable y que se encaminaba a su desaparición con la supre-
sión de las condiciones, narurales y sociales, que le habían dado origen.
La religión era alienación o ideología, o las dos cosas a un tiempo, reflejo
de unas condiciones de dependencia del homb¡e respecto de la naturaleza
y de sus ¡elaciones sociales.

Pero Marx nos habló también abundantemente de la función 'social


desempeñada por la religión y aplicó a ella su doctrina general sobre
la función social de las ideologías. Esa función sociar podía ser positiva
o negativa en relación con el senrido de la historia y su evolución que
Marx creyó haber captado con su concepción materialista de la historia.
{ este tipo de discurso perrenece la célebre expresión: «La religión es
eI opio del pueblo.»
Precisamente esta doble función es la que han pu€sro de manifiesto
los cristianos marxistas, apoyados en el intento por los marxistas no cre-
yentes, pero críticos y dialogantes con los cristianos. La religión no era,
en boca de Marx, únicamente «expresión» de la miseria del pueblo, sino
también protesta, inefrcaz, contra esa miseria.

Engels modificó la critica marxista de la religión por la sistematiza-


ción del mate¡ialismo dialéctico. No entramor lu polémica sobre ra
atribución de esta doctrina a Marx, aunque fuese "r, de manera implícita.

(12) Belda, Rafael: "Los 'Cristianos por el Socialismo, ante eI ateísmo


marxista", en lgles'ia Vit¡a, 1974, 52/bA, 4Ol-4L6.
. Alberdi, Ricardo: "Etr ateÍsmo científico de Carlos Marx,', en lgtesia
Vitsa, 7976, núm. 66.

RICARDO ALBERDI 445


Ciertamente el materialisrno dialectico formulado po, fig.f, se oponía
totalmente a la admisión de cualquier clase de religión.
Por orra Wrte, y ésta es la mz6n de la aparente contradicción e¡tre
Girardi y Reyes Mate-Hugo Assmann, Engels fue más g€neroso que
Marx en cuanto a la función social de la religión, Sus estudios sobre el
cristianismo primitivo, la rebelión campesina de Münzer, etc., le per-
suadieron del ca¡ácter liberador del cristianismo primitivo y de algunas
sectas en oposición con la Iglesia ofrcial.

Lenin, por el contrario, acentuó los aspectos negativos de la religión.


Jamás puso en duda la ¡aturaleza alienadora del hecho religioso; eso lo
daba por supuesto y para ello le bastaba una simple referencia al mate-
¡ialismo dialéctico, atribuido por él igualmente a Marx v a Engels.
Su situación particular y el carácter reaccionario de las religiones e
iglesias coocretas que conoció Ie impulsó a ignorar prácticamente la
posible funcióo positiva de la religión en el orden social. Para é1, al
menos en nuestra época, la religión sólo podía desempeñar una función
negativa. Esta es la versión que, sin falla algun4 han transmitido todos
los partidos comunistas hasta fecha reciente.
Exponemos a continuación las diversas rendencini marxistas sohre la
crítica marxista de la religión.

2. La interpretación leninista

Es suficiente con mencionotla, ya que la postura de Leain ha quedado


reflejada en el apartado anterior. Unicamente habría que mencionar
alguna suavización en cuanro a Ia función social de la religióo en algu-
nos partidos denominados maxistas-leninistas, debido principalmente a
la presencia de c¡istianos en la lucha revolucionaria eo sus propias frlas.
Es interesante, en cambio, para prevenir falsas geoeralizaciones, sub-
rayar que esta interpretación sigue siendo absolurarrr€nte mayoritaria
denro del marxismo, como defendida por los partidos de mayor afilia-
ción: los que se hallan en el poder.

3. Cambios en sentido funcional

Son los que se han producido en marxisras independieares y en algu-


nos p¿utidos eurocomuoistas, como el español y el italiaoo. El caso de
los cristianos marxistas merece tratamiento aparte.

u6 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


Indudablemente en el origen del cambio se halla la presencia de cris-
tianos en las filas ¡evolucionarias y, sobre rodo, la aúliación de los mismos
a los partidos marxistas. Este hecho no podía menos que provocar una
reflexión sob¡e la interpretación leninista vigente hasta entonces.
La señal de partida, como en *u.'ho, orros casos, procede del Parrido
Comunista Italiano. En marzo de L963 Togliatri, en plena campaña elec-
toral, arcoja una auténtica bomba conrra la c¡ítica marxista de la reLgién,
no sólo en el sentido funcional que expresa el siguiente texto:
"...1a aspiración a una sociedad socialista no sóIo puede darse
en aquellos hombres que tengan una fe religiosa, sino que tal
aspiración puede encontrar un importante e§tímulo en la propia
conciencia religiosa que afronta de cara los dramáticos proble-
mas del mundo contemporáneo" (13).
El texto dice bastante más de lo que Marx y Engels admitían sobre
la posibilidad de una función social posiriva de la religión. El Partido
Comunista Italiano ha hecho prácticamente suyo esre rexto y ha sacado
las consecuencias pertinentes.

Es conveniente llamar la atención sobre el carácrer estricramente fun-


cional de este texto. En él nada se afirma sobre la naturaleza propia de la
religión que, admitida su función social positiva, puede seguir siendo
considerada como simple alienacióno ideología en el sentido peyorarivo
de la palabra.
Togliatti dio un parc más de extraordinaria importancia que, des-
graciadamente, no .ha merecido igual reflexión pot pa¡te de los comu-
nistas italianos y de otras latirudes, aunque si re encuentran algunas
huellas en ciertas decla¡aciones y en los marxistas independientes:
l'En lo que se reñere al desarrollo de la conciencia religiosa, ya
no aceptamos la tesis, ingenua y errónea, según la cual la re-
ligión se modiñcará radicalmente en eI momento en que se
transformen las estructuras sociales y los hombres adquieran
una mayor participación cientÍñca" (14).
Me parece fuertemente abusivo intentar demostrar, con este texto en
la mano, una crítica di¡ecta de Togliatti sobre la concelxión de Marx
acetca de la naruraleza de la religión. Sin emba¡go, la explicación sobre
el origen del hecho religioso es atacada sin piedad y, ésa es al menos mi
opinión, en la doctrina de Marx la cuestión sobre el origen va unida
íntimamente con Ia de la naturaleza del hecho religioso.

(13) Fabrici, Luigi: Los cotnunistas g la religión, Madrid, 1968, 22.


(14) Op. cit., 21

RICARDO ALBERDI 447


Salvo ignorancia o error, no creo que la critica contenida en el texto
haya tenido continuación oficial en los partidos comunistas. De esta forma,
Ia modifrcación introducida en la crítica marxista de la religión afecta
a su formulación leninista, pero no a la de los fundadores en su núcleo
esencial.

En mi opinión, es hasta donde han llegado los partidos del euroco-


munismo. Quien quiera ver otra cosa en sus declaraciones es que ha
leído los textos a través de la lente de sus propias opiniones. Los partidos
sólo se pronuncian sobre la funcionalidad rccirl positiva de la religión, no
sobre su natualeza. r?-
Pero es de justicia hacer notar que, precisamente en la declaració¡
del PSUC, se dice algo muy importance que significa una clara desviación
respecto de la doctrina sustentada por Marx:
"No corresponde a ningún partido, ni Estado o Gobierno alguno,
el juzgar sobre el complejo fenómeno de la fe religiosa, que no
se puede reducir a un credo pueril o a un-'sarampión' que
finalmente pasará" (15).
Esto es lo que se desprende, evidentemente, de la laicidad del par-
tido, pero no de la concepción de Marx, para quien el partido debería
ser confesional; es decir, marxista también en cuanto a la comprensión
y tratamiento del hecho religioso.

4. Abandono de la religión como superestruc'tura

Lo que se apuntaba en el texto de Togliatti sobre el origen de la


religión ha sido desar¡ollado por marxistas de diversas teodencias y
preocupaciones. Ent¡e ellos destacan algunos de la tendencia humanista que
se han planteado cuestiones de fondo eo ¡elación con la teoría- marxista
partieodo de consideraciones sobre la subjetividad, la trasceadencia, Ia re-
lación individuo-sociedad o presente-futuro, el problema del sentido de la
vida y de la muerte, etc. (16).

Algunos de ellos han centrado su atención eo los orígenes del hecho


religioso y han llegado a la conclusión de que es necesa¡io abandonar la
clásica tesis marxista de la religión como superestructura, cuyo origen
habría que encont¡ar en la est¡uctura económic4 en cuanto hace al hom-

(15) Declaración del CC del PSUC, septiembre 1975, en dossier


Marcismo 3r Fe, 115-116.
(16) Ruiz de la Peña, Juan Luis: Muerte g marcismo humanista.
Aprotimación teológíca, Salamanca, 1978, passim.

448 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


bre dependiente de la naturaleza o de sus propias relaciones sociales
por falta de suficiente desa¡¡ollo de las fuerzas-productivas.
su lugar, hay que volver a considerar Ia religión como respuesta
-En
al miedo a Ia muerte y al deseo de inmortaliáad; al sentido d. l"
-falsa-
vida siempre ame¡azada por la muerte, y a la impotencia del marxismo
para solucionar esos problemas de la vida individual.
El cambio es serio, aunque las concrusiones ¡eslx..ro del hecho re-
ligr."* sean igualmente negativas.yLa solución religiása es una falsa so-
lución a un problema verdadero. aquí r. m.rdá h fidelidad a Marx
en algunos aspectos y un abandono parcial de la crírica marxista de
la religión en orros.
es posible adenrrarnos en la discusión de los innumerables pro-
blemas que estos aurores suscitan. A quien quiera profundizar en la
cuestión, aconsejamos la lectura del excelente lib]o de Luis R.uiz de
Juan
la Peña ¡eseñado en la nota 16.
utilizando una te¡minolo gía m.oy de moda, me atrevería a decir que
estcs autores han realizado un desplazamiento de la problemática. c-on
ellos
.hay que plantear la cuestión en oüa perspectiiva distinta de la
ma¡xista.

5. Evolución de los cristianos marxistas


Ya he adve¡tido' que los cristianos marxistas merecen tratamiento
apaxte en mzó¡ de sus planteamientos y de sus soluciones. Esto se re-
frere de manera especial a los que forman parte del movimiento cris-
tianos_ por el socialismo, por la atención cootinuada que han presrado
al problema debatido.

a) Situación inici¿l
como ace¡tadamente ha expuesro Giulio Girardi, rodos coincidían en ,

el empeño de mantener una doble fidelidad a su fe y ar man<ismo descu-


bierto en srr compromiso revolucionario. Todos aceptaban igualms¡¡q 1.
existencia de cont¡adicciones enue formulaciones viginres dJmarxismo y
cristianismo que habría que resolver sobre todo enla praxis.
Ahí terminaban las coincidencias, porque las divergeocias eran netas
en su comprensión del marxismo, en la profundidad coo que percibían las
contradicciones, en la manera de entendei la cútica marxista di la religión
y, naturalmente, en las posihles vías de solución.

RICÁRDO ALBERDI
449
a
Por lo que respecra a la comprensión del marxismo, Girardi indica (17)
tres posiciones diferentes entre los cristianos ma¡xistas:
la de los que entienden eI marxismo como un humanismo'
- apoyados ei los escritos de juventud de Marx' No han sobre-
pásado el socialismo utóPico;
la que se adhiere el marxismo en cuanto teoría científica de
- 1á s'ociedad y de Ia historia, a la que se pod,rían a-gregar los
q"á el marxismo como método de análisis de la
"o.riia"ian
realidad;
la de los que, como eI propio Girardi' estiman que no sea
- pueden seplrar ciencia y ñlosofía en el marxismo' aun
sabiendas dá la imposibilidad de aceptar toda la filosofía
marxista.
En cuanto a la comprensión de las contradicciones, Girardi ha expe-
rimentado en sí mismo- una Profunda evolucióft, a párrtir del deScubri-
miento de la ruptura epistemálógica de Louis Alrhusser. De ahí su des-
co¡fra¡za hacia quienei, col"gai suyos, todavía no han descubierto la
radicalidad de la crítica marxista de la religión (18).
por lo que respecta a las soluciones, también existen diferencias entre
los que defienden i.ru .onpr..rsión exclusivamente cientíñca del marxismo
y loi que aceptan de alguna manera su frlosofí¿
Los primeros despachan rápidamente la cuestión coo una afirmación
rotunda,- el marxismo ha elaborado una ciencia de las ideologías y la
religión es una de ellas; por consiguiente, el marxismo no puede enfren-
turr" .on el cristianismo desde el punto de vista teóric¿ ya que se en-
cuenrra¿ en distintos planos. El enfrentamiento se Ploduce entle el mo-
vimiento comunista révoluciona¡io y un cristianismo vivido de forma
feaccionaria. Bastará un cambio en el comportamiento de los creyentes ¡-
de las iglesias para que,el problema del areísmo comunista quede resuelto.
El ateísmo es un Problema político.
Otros, como Girardi o Reyes Mate, perciben agudamente le profun-
didad de la crítica marxista de la religión, gE oo se dirige sólo a las
religiones reaccionarias, sino que Pronuncia un juicio esencial sobre todas
ellas.

Girardi cree, en el comienzo de su adhesióh al maxismo' que no hay


comparibilidad posible entre las actuales formulaciones del marxismo y
del iristiaoismo. pero se halla igualmente convencido de que existe esa
(1?) Girardi, Giulio: Fe cristiana g matertal;tsmo histónco, Salaman-
ca, 19?8, 19-22.
(18) Girardi, Giulio: Op. cit., 69-74.

450 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO


posibilidad si se acude a las intuiciones originarias de ambos. Hay que
proceder a una lenra purificación de toda ót ;.dir"[ i" p.*i; y r"
retlexión teórica sobre estos problemas. por lo dimás, estima qui la ciencia
marxista no permite ningún juicio esencial sobre el hecho r.iigioto y qr"
el ma¡xismo no entraña fo¡zosamente el materialismo filosófiIo.
marices significarivos, no se halla lejos de esta posición la defen-
dicia por Reyes Mate y ,Hugo Assmann. Al fin y al cabo, vienen a decir
que se puede ser cristiano y marxista, porque Marx fue in6el a su propia
reoría..su aspiración a una reo¡ía cienrífica le prohibía todo juicio- esen-
cial sobre la religión y,. sin embargo, cay6.r, -.r. defecro.

b) De la funcionalidd a la nattnaleza de l,t. religión

Así me atrevo a calificar la última evclución de Gira¡di, con las de-


bidas caurelas anre un pensamiento en perlxtuo movimienro de búsqueda
y adaptación.

Girardi nunca d,efendió un fácil ateísmo político, como es el caso de


una buena parte de. los cristianos marxistas q,re s. hallan firmemente con-
vencidos de que el origen del ateísmo marxista se halla en el carácter
¡eaccionario de las iglesias y de los cristianos. siempre creyó, y su evolu-
ción no ha hecho más que acenruar su convicción, que rrs coniradicciones
se hallaban a mayor nivel de profundidad.

- Al par€cer sigue persuadido de que sólo la aplicación del mate¡ia-


lismo histórico ala lectu¡a de la Biblia. a la teologíá y a «¡,da la tradición
cristiana puede desvela¡ su verdadero contenido
¡ sentido. Ello provocará
enotmes cambios en la comprensión de la fe crisiiana, pero no li anula¡á
en absoluto.

. Sin su ponencia en el debare organizado por el pSUC


_embargo,
sobre <<cristianismoy socialismo en liberrad» parece insinüzu una nueva
posición en el problema que nos ocupa- se trara de la ¡evisión de la
c¡ítica marxisra de la religión que Girardi quiere llevar a las írltimas
consecuencias.

Lo esencial para nuesrro propósito se encierra en las siguienres afir-


maciones, enunciada a modo de hipótesis:

La revisión de la c¡ítica marxista de la religión que admite la


- funcionalidad social positiva de la religión es, en-realidad, una
revisión de la crítica leninista-stalinista, ya que tal funcionalidad
era admitida por el propio Marx.

RICARDO ALBEP.DI 45t


El conten6ie5s sntre cristiaoismo y marxismo no se Puede limitar
- a la cuestión de la funcionalidad de la religión, ya que en Marx
y en sus sucesores se encuent¡a una c¡ítica esencial de la religión.
El núcleo cenual de la contradicción hay que situado en la oPo-
- sición «t¡ascendencia-inmanencia», ya que el marxismo, como lo
entendió Marx, se encierra en un radical inmanentismo'
S,in embargo, es posible ser cristiano y marxista al mismo tiemPo,
- porque, partiendo de las mismas premisas, no hay por qué llegat a
las mismas conclusiones de Marx.
Girardi quiere dejar bien claro que «se trata, Pues, de una profunda
revisión del-pensamiento de Marx, no hay ninguna duda. se.t¡ata de
desarrollos q,ri r. oponen a los suyos en pumtot que erdn etenciales paru
éh> (el subrayado es mío) (19).

La posibilidad' de ser cristiano y marxisra al mismo tiempo radica,


según Girardi, en que:

«en este Punto Preciso, la elección que hizo Marx, por muy legítima
y coherente qo. t.", no es la única posible; que, Partiendo de las mismas
iremisas, no es obligado llegar a las mismas conclusiones; que el proyecto
'¡evolucionario,
co¡ il que impone, con los conflictos que
rigor científico
ptovoca, con la concepción del hombre que comporra puede ser vivido
plenamente en la esperanza de La Resur¡ección» (20).
Algo más que una duda surge con la leco¡a de este texto: ¿es
posiblJ aceptar como punto de partida la concepción del hombre de
Marx si encierra un inmanentismo radical? ¿No implica su Proyecto re-
volucionario la emanctpación del hombre resPecto de lo que es con-
sideraCo .o¡s ¿llenación religiosa, y no precisamente en la parte de
verdad que encierra la teoría marxista en este punto?
La intervención de Girardi, en todo caso, ha contribuido a desvelar
que la revisión de la crítica marxista de |a religión por los marxistas no
creyentes no ha abordado el punto central-

(19) Girardi, Giulio: "Es necesario revisar Ia teoría marxista de la


et Cristiani,smo A Sociali*nzo en libertad' 40-
religión",
(20) Girardi, Giulio: OP. cit., 40.

452 EL SOCIALISMO ANTE EL HECHO RELIGIOSO

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